PRESUNCIÓN DE INOCENCIA (¿O DE CULPABILIDAD?) Realidad normativa, social, educacional y aplicación práctica del principio de presunción de inocencia. Daniela Díaz Sepúlveda, estudiante de cuarto año de Derecho, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción. El presente trabajo tiene por finalidad, descubrir si el enfoque que entregan las escuelas de Derecho del país es o no el adecuado para garantizar el respeto de la presunción de inocencia. Se analiza críticamente la normativa nacional e internacional en la materia, con la finalidad de determinar si la protección que brindan a la garantía es o no suficiente. Por último, se pretende dilucidar si el tratamiento que la sociedad da al respecto es acorde con la presunción de inocencia, entendiendo estos como algunos de los factores que influyen en ello. El derecho a la presunción de inocencia forma parte del bloque constitucional de derechos, pues está asegurado y garantizado tanto en la Convención Americana de Derechos Humanos como en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Tales derechos, de acuerdo al artículo 5° inciso 2° de la Constitución Política, constituyen límites a la soberanía, debiendo ser asegurados y promovidos por todos los órganos del Estado. Encuentra su acogida a nivel internacional al término de la Segunda Guerra Mundial, donde adquiere el carácter de Derecho Humano, consagrado el artículo 11.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, norma que posteriormente se incorpora al Pacto de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14. Asimismo, la consagra la Convención Americana de Derechos Humanos, mayormente conocida como Pacto de San José de Costa Rica, en su artículo 8, párrafo I. A nivel nacional, la Constitución política no lo consagra de modo expreso, sin embargo, la doctrina lo deduce indirectamente del artículo 19 Nº 3, el cual al regular el debido proceso, señala “La ley no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal.” Forma parte del derecho al debido proceso, pues así lo reconoce la Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 8.2 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas en su artículo 14.2, que como mencionamos anteriormente, forma parte del bloque de constitucional de derechos. A nivel legal el Artículo 4º del Código Procesal Penal recoge este derecho, estableciendo que “Ninguna persona será considerada culpable ni tratada como tal en tanto no fuere condenada por una sentencia firme”. Con base en la normativa citada se concluye que la presunción de inocencia tiene una abundante legislación, tanto nacional como internacional, siendo en esta última reconocida no sólo como principio sino como derecho fundamental, lo cual permite explicar su extensivo tratamiento y protección. Aceptando la teoría del bloque constitucional de derechos concluimos que también en nuestra legislación se le debe dar el carácter y la protección de un derecho fundamental. Afirmamos que, al menos normativamente, el tratamiento de la presunción de inocencia parece ser suficiente para otorgar respeto y protección a este derecho. Posteriormente se analizan detalladamente las instituciones que limitan el respeto de este derecho. En la práctica, la vulneración se ve reflejada en la aplicación medidas cautelares (disposiciones judiciales que se dictan para garantizar el resultado de un proceso y asegurar el cumplimiento de la sentencia). Se destaca el cambio de enfoque que ya desde algunos años debe tener el órgano jurisdiccional frente al imputado, puesto que, en nuestro país rige el nuevo sistema de justicia penal, el acusatorio. Por este cambio de paradigma, estas medidas que suponen una grave afectación de derechos fundamentales del afectado, deben entenderse como excepcionales, aplicarse con discreción y siempre compatibilizándose con la garantía de presunción de inocencia del imputado. En particular, se analiza la medida cautelar de la prisión preventiva, entendida como aquella que consiste en la privación de libertad por un lapso indeterminado, del imputado en cuya contra se ha formalizado la investigación cuando las demás medidas cautelares personales fueren insuficientes para asegurar las finalidades del proceso. Mediante datos empíricos, entrevistas y opiniones sostenidas por parte de la doctrina se da por establecida sin duda alguna, la colisión entre la presunción de inocencia y la aplicación de la prisión preventiva. El problema radica en que dicha colisión en la mayoría de los casos se resuelve de manera desfavorable para el imputado, no se ejerce mesuradamente y con la debida racionalidad, como se analiza en el trabajo, simplemente se aplica sin realizar el debido examen de proporcionalidad, y por ello resulta discutible la constitucionalidad de esta medida en la práctica. Estimamos que es una doble vulneración puesto que no sólo demuestra un antejuicio respecto de la persona imputada o procesada (aún no hay sentencia firme que establezca la existencia o no de su responsabilidad penal) sino que es además una privación de su libertad, un derecho fundamental y básico dentro de un Estado de Derecho como el nuestro. La presunción de inocencia o derecho a la presunción de inocencia como dijimos anteriormente, no sólo debe ser respetado en los procesos judiciales, sino también desde los medios masivos de comunicación. Es por ello que se aborda el rol atentatorio a la presunción de inocencia del imputado por parte de los mass media. Entre los medios de comunicación estudiados se encuentran: la prensa escrita; la radio; la televisión y la información entregada a través de Internet. Cada uno en mayor medida (detalle y volumen) que el anterior. Este apartado se estudia desde dos puntos de vista: por un lado, se examina el impacto y recepción social que origina este tipo de información, y por el otro, las consecuencias para la persona del imputado. En cuanto a lo primero, se analiza críticamente el rol de los medios masivos de comunicación, básicamente porque realizan una serie de prácticas como emitir juicios de valor, publicar datos personales o fotografías y datos del juicio mismo. La situación es preocupante si consideramos que la información respecto del imputado no se dirige a unos pocos, sino a la comunidad toda, provocando miedo e inseguridad, manipulando así la opinión pública con fines que superan por mucho la prevención general. Dentro de receptores de esta información se encuentran abogados, jueces, profesores y estudiantes de Derecho que corren el riesgo de predisponerse mentalmente si en el futuro se enfrentan a una situación similar, en la vida diaria o el mundo laboral. En lo relativo a las consecuencias para la persona del imputado se critica el actuar de los mass media por lo ya expresado, básicamente: emitir juicios de valor y proporcionar información del juicio mismo o incluso aquella irrelevante para la resolución del caso. Todo ello sumado a la inmediata reacción de los receptores que a su vez se forman su propio juicio del caso, se hace una suerte de inversión del principio, catalogando de “presunto delincuente” a quien la ley ordena tratar como “presunto inocente”. Si finalmente la sentencia resulta exculpatoria y a esto le sumamos la permanencia en el tiempo que ofrecen los medios electrónicos particularmente, el daño causado al imputado sería irreparable. No sólo la presunción de inocencia se ve vulnerada, sino también otros derechos como el respeto y protección a la vida privada y a la honra de la persona y su familia, y el derecho a la propia imagen, entre otros. Otro eje que se aborda en el presente trabajo, se refiere a la indemnización por error judicial como medida de reparación. La acción constitucional de indemnización por error judicial se encuentra consagrada en el artículo 19 nº 7 literal i) de la Constitución Política. Esta debe operar siempre que una persona imputada de delito y habiendo cumplido prisión preventiva, posteriormente resulte absuelto o condenado a una pena distinta de la privativa de libertad. Ello porque fue violado su derecho a la libertad individual. Se pretende determinar si a raíz de una incorrecta aplicación de la medida cautelar de la prisión preventiva, realmente opera en la práctica esta forma de reparación. A través de entrevistas personales realizadas a profesionales dedicados al área penal obtuvimos como respuesta que ninguno de ellos conoce algún caso donde se haya aplicado efectivamente una indemnización por error judicial en esta materia. Con base en lo investigado, sostenemos que el núcleo del cual debe provenir el respeto a la presunción de inocencia se encuentra en la sociedad misma y en cada integrante de ella (desde jueces, ministros, policías, hasta terceros absolutos y relativos) y ello porque al ser un derecho es deber de la comunidad toda respetarlo y protegerlo. El gran problema del modo en cómo se concibe la presunción de inocencia hoy en día es que no escapa de la mente del juez, y ello es erróneo pues es un derecho, no (o no sólo) un elemento de interpretación. Debería tener un alcance mayor, expandirse a la comunidad toda, como garante natural de este derecho -lo cual podría lograrse en cierta medida a través de su inclusión en la educación cívica- o al menos, tomando una posición intermedia entre ambas posturas, tratarse con detención y en detalle en las aulas de clases de las Facultades de Derecho del país. Este último punto es el que nos interesa. El objetivo final de este trabajo consiste en contrastar todo lo anteriormente expuesto con la formación jurídica del abogado, la cual sin duda principia en el aula de clases, el modo en que se enseña este principio y la forma en que se ejecuta en la práctica por los operarios jurídicos (abogados, defensores, jueces y fiscales), a fin de determinar cuáles son las posibles falencias, si es que las hay, que éste puede tener en la formación de futuros abogados dedicados al área penal, de qué manera el enfoque entregado en las cátedras afecta la visión garantista de éstos. Ello vinculado principalmente con la desmedida aplicación de la prisión preventiva, y el rol atentatorio a la presunción de inocencia del imputado por parte de los medios masivos de comunicación, entendidos como naturalmente contrarios al principio a examinar. Se examinaron diversos manuales de derecho procesal penal y derechos fundamentales de una serie de Facultades de Derecho del país, y la conclusión a la que se llegó es que el sentido y alcance de la presunción de inocencia ni como derecho ni como principio es tratado a cabalidad por estos manuales, pasa casi desapercibida al tratar el derecho al debido proceso -que es de donde podemos extraerla ya que nuestra Constitución no la recoge expresamente-, y si los mismos operarios jurídicos están mal formados en la materia, poco más puede esperarse del resto de la comunidad. Esto parece incongruente con el extensivo tratamiento que dan los manuales a las medidas cautelares, es contradictorio pues se le da más cabida a las instituciones que naturalmente colisionan con el derecho que al derecho mismo. Siendo además escasa en la mayoría de los casos, la explicación que se entrega de esta colisión.