el caso fortuito como eximente ante las obligaciones de seguridad

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“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
EL CASO FORTUITO COMO EXIMENTE ANTE LAS
OBLIGACIONES DE SEGURIDAD
- ANALISIS DOCTRINARIO Y JURISPRUDENCIAL -
por Carlos Alberto CALVO COSTA
SUMARIO: I. Introducción. – II. La buena fe contractual y la obligación de seguridad. - III.
El incumplimiento de la obligación de seguridad: ¿responsabilidad subjetiva o
responsabilidad objetiva? - IV. El caso fortuito como eximente de responsabilidad: A)
Elementos esenciales del caso fortuito. B) El caso fortuito: Concepciones subjetivas y
objetivas del mismo. – V. Visión jurisprudencial del caso fortuito como eximente ante las
obligaciones de seguridad. – VI. Colofón. Consideraciones conclusivas.
I - INTRODUCCIÓN
Quienes
transitamos
el
mundo
del
Derecho
observamos
frecuentemente sentencias de acciones de daños y perjuicios derivados de ilícitos
contractuales, en donde el fundamento de la condena reside en el incumplimiento
por parte del obligado del llamado "deber de seguridad" u "obligación de
seguridad", habiéndose asignado a la misma -en la gran mayoría de los casos- un
carácter netamente objetivo. En dichos casos, el obligado sólo puede eximirse de
responsabilidad acreditando la causa ajena, esto es: el "casus" de los arts. 513 y
514 CC (caso fortuito y fuerza mayor), el hecho de un tercero por quien no se
deba responder, o la culpa de la víctima.
Sin embargo, la jurisprudencia mayoritaria tiende a apreciar el
caso fortuito y el hecho de un tercero con criterios muy restrictivos, que tornan
casi inaplicables en la práctica a los mismos como defensa por parte del
demandado, provocando que solamente éste pueda lograr la ruptura del nexo
causal ante la acreditación de la culpa de la víctima.
Durante muchos años, la doctrina tradicional sostuvo que el factor
de atribución en materia contractual podía ser solamente de carácter subjetivo, en
razón de la culpa o el dolo del autor del daño; no era posible, pues, concebir en
este ámbito de responsabilidad la posibilidad de que imperaran factores de
atribución objetivos, puesto que ellos estaban reservados al ámbito aquiliano. Sin
embargo, a partir de la década del 80 del siglo pasado han surgido nuevas
corrientes de opinión en nuestro país a partir de las enseñanzas del profesor
BUERES –luego continuadas por otros autores nacionales de la talla de
PIZARRO, VALLESPINOS, VAZQUEZ FERREYRA, MAYO, LORENZETTI,
AGOGLIA, MEZA, BORAGINA, entre otros- quien, siguiendo los senderos de la
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“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
moderna doctrina italiana (iniciada por el pensamiento de MENGONI1, FERRARA,
OSTI y BARASSI hacia mediados del siglo pasado) y también por la española
(destacándose en esta última la obra del profesor sevillano JORDANO FRAGA2),
nos ha advertido que existen determinados supuestos de responsabilidad
contractual en los cuales la misma se objetiviza, prescindiendo de los clásicos
factores subjetivos de imputación.
Dentro de esta problemática, se encuentra inserta la llamada
“obligación de seguridad” imperante en el ámbito de las obligaciones
convencionales. Es nuestra intención en el presente efectuar un análisis de la
misma, determinar en qué casos puede ser considerada una obligación de medios
o de resultado, para finalmente referirnos al tratamiento que ha tenido en la
jurisprudencia el caso fortuito como eximente en supuestos dañosos derivados del
incumplimiento de tal deber.
II - LA BUENA FE CONTRACTUAL Y LA OBLIGACIÓN DE SEGURIDAD
A lo largo de los años, la interpretación de las obligaciones
contractuales ha estado siempre guiada -y lo seguirá estando- por un principio
rector que impera en el ámbito de lo convencional, que es el de buena fe verdadera piedra angular de la doctrina general de los contratos3, aunque
creemos que también lo es la autonomía privada- cuya raíz normativa la
encontramos en el art. 1198 de nuestro Código Civil.
Es precisamente ésta la razón por la cual el deudor de la
obligación se halla compelido no sólo al cumplimiento de todas aquellas
prestaciones expresamente asumidas contractualmente, sino también a observar
todos los deberes de conducta que se derivan de la relación convencional aún
cuando no se encuentren formulados en forma expresa4. Mediante la buena fe se
atempera el rigor formalista de los términos literales del contrato, al ser sometido
el mismo a los principios de justicia y equidad. Obsérvese que la redacción
1
Mengoni, Luigi, “Obbligazioni di risultato e obbligazioni di mezzi” en “Rivista di Diritto Commerciale e del
Diritto Generale delle Obligazioni”, T. I, 1954, págs. 185 y ss.
2
Jordano Fraga, Francisco, “La responsabilidad contractual”, Ed. Civitas, Madrid, 1987.
3
Spota, Alberto G., "Instituciones de derecho civil. Contratos", Tomo III, Ed. Depalma, 2da. reimpresión,
Buenos Aires, pág. 341.
4
Vázquez Ferreyra, Roberto A., "La obligación de seguridad y la responsabilidad contractual", en "Revista de
Derecho Privado y Comunitario, Nro. 17, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, pág. 84 y ss.
Díez Picazo, Luis, "Fundamentos de Derecho Civil patrimonial", Tomo I, Ed. Civitas, 5ª Edición, Madrid,
1996, pág. 124 y ss.
Mosset Iturraspe, Jorge, "Estudios sobre responsabilidad por daños", Tomo II, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa
Fe, pág. 200. Agrega este distinguido autor que el contrato se compone no sólo de lo expresamente pactado
entre las partes sino también con lo implícitamente convenido y con los deberes que impone a las partes la
buena fe lealtad y la buena fe creencia. Al respecto, podemos agregar que la “buena fe lealtad” es aquella
que se ha incorporado al mundo del derecho de modo objetivo, puesto que en tal sentido actúa como regla
de conducta, constituyendo un estándar jurídico que orienta la actuación ideal del sujeto; en cambio, en un
aspecto subjetivo suele manifestarse la “buena fe creencia”, la que está referida a la intención con que obran
las personas o la creencia con que lo hacen. Mientras el rol fundamental de la buena fe subjetiva es otorgar
derechos, la buena fe objetiva es la encargada de imponer deberes.
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“El caso fortuito como eximente...”
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originaria de la norma citada, establecía ya que "los contratos obligan no sólo a lo
que esté formalmente expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que
puedan considerarse que hubiesen sido virtualmente comprendidas en ellos";
pero, claro está, la falta de consagración expresa en el texto normativo del
principio de buena fe -como sí lo establecía el art. 1134 del Code francés- provocó
que el mismo no fuera considerado seriamente por quienes sostenían un
pensamiento netamente positivista, quedando el mismo relegado y convirtiéndose
prácticamente en intrascendente. Tal omisión quedó ampliamente subsanada por
la actual redacción del art. 1198 CC (conf. ref. ley 17711), en donde se ha
consagrado expresamente en el texto la buena fe convirtiéndola -de tal modo- en
la base esencial de todo el sistema contractual.
Esta nueva redacción provoca la necesidad que la buena fe se
halle presente en todas las etapas del ámbito convencional: ya sea en la
formación del contrato (vgr. deberes de información), en el momento de la
celebración del mismo (vgr. equilibrio de las prestaciones) y, fundamentalmente,
en la de cumplimiento5. De ello se deriva que la buena fe determina no sólo el
deber del deudor de satisfacer íntegramente el interés del acreedor, sino también
el deber de evitar la ocurrencia de daños en la persona o bienes del
cocontratante; así como la justicia contractual exige que el contrato no destruya el
equilibrio existente anteriormente entre los patrimonios, no puede admitirse -bajo
ningún punto de vista- que la propia ejecución de la prestación principal sea
fuente de perjuicios.
Es en este marco en donde cobra vigencia como un deber tácito
que asumen los contratantes la llamada obligación de seguridad, que ha sido
definida por MAZEAUD Y TUNC como "aquella en virtud de la cual una de las
partes del contrato se compromete a devolver al otro contratante ya sea en su
persona o sus bienes sanos y salvos a la expiración del contrato"6, definición que
ha sido ampliada acertadamente por VAZQUEZ FERREYRA quien ha agregado a
ella "pudiendo ser asumida tal obligación en forma expresa por las partes,
impuesta por la ley, o bien surgir tácitamente del contenido del contrato, a través
de su interpretación en base al principio de buena fe"7.
Si bien no hay unanimidad de criterios en cuanto al origen de la
obligación de seguridad, mientras algunos autores8 lo localizan en la ley francesa
de accidentes de trabajo de fines del siglo XIX, la gran mayoría doctrinaria es
conteste en afirmar que el mismo se halla en el fallo de la Corte de Casación
5
Agoglia, María M. - Boragina, Juan C. - Meza, Jorge A., "Responsabilidad por incumplimiento contractual",
Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1993, pág. 159.
6
Mazeaud, Henri y León - Tunc, André, "Tratado teórico práctico de la responsabilidad civil delictual y
contractual", Tomo I, Ed. E.J.E.A., Buenos Aires, 1961, pág. 104.
7
Vázquez Ferreyra, Roberto, "La obligación de seguridad en la Responsabilidad Civil y Ley de Contrato de
trabajo", Ed. Vélez Sársfield, Rosario, 1988, págs. 105 y 106.
8
Mayo, Jorge A., "Sobre las denominadas obligaciones de seguridad", LL, 1984-B-949 y ss.
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francesa dictado en los autos "Zbidi Hamida c/Compañía General Trasatlántica"
del 21/11/1911, en donde se resolvió que "el cumplimiento del contrato de
transporte implica en efecto para el transportista, la obligación de conducir al
pasajero sano y salvo a destino"9.
Esta resolución de la Corte francesa sirvió de disparador para que
se lograra la ampliación del ámbito de aplicación de la obligación de seguridad a
todos los tipos de contratos (y no ya sólo al de transporte)10, tal como lo ha venido
sosteniendo una proficua y constante doctrina y jurisprudencia, destacándose los
siguientes: los juegos de feria o parque de diversiones, el contrato de enseñanza
o práctica de un deporte, el contrato de hospedaje, el de compraventa, el de
espectáculos públicos, algunos supuestos de contratos de asistencia médica,
etcétera.
La obligación de seguridad se presenta de tal modo como un
deber de garantía, que -según palabras de MAYO- se manifiesta en la protección
de la persona del cocontratante (nosotros agregamos que también respecto de los
bienes de éste), constituyendo de tal modo un deber de protección, integrando
esa categoría que se denomina como deberes accesorios que acompañan al
cumplimiento11.
Sucintamente, algunas de las características principales de esta
obligación de seguridad son las siguientes:
a) Tácita: tal como lo hemos destacado anteriormente, aún cuando la misma no
sea expresamente convenida por las partes, su existencia resulta indiscutible
al ser inferida del acuerdo negocial en base al principio de la buena fe12. Ello
no descarta que en algunas ocasiones las partes puedan pactarla
expresamente en el acuerdo convencional.
b) Autónoma y de carácter secundario respecto de la obligación principal:
algunos autores han insistido en manifestar que la obligación de seguridad
reviste el carácter de "accesoriedad", ya que presupone la existencia de otra
obligación principal a cuya suerte está ligada13. Por nuestra parte,
compartiendo lo sostenido por otro sector doctrinario14, preferimos hablar de
su autonomía y no de su accesoriedad de la obligación principal, puesto que
ello puede llevar a la confusión de creer que extinguida la obligación principal,
idéntica suerte correrá la accesoria (cfr. art. 525 CC): ello no ocurre con la
9
Transcrito en Mazeaud, Jean, Henri y León, "Lecciones de derecho civil", Vol. II, parte II, traducción de
Alcalá Zamora y Castillo, Ed. E.J.E.A., Buenos Aires, 1960, págs. 48 y ss.
10
Starck, Boris, “Droit Civil. Obligations. Contrat et quasi-contrat. Régime général”, Vol. 2, 2da. Edición,
Libraires Techniques, Paris, 1986, págs. 355 (nro. 1017) y 596 (nros. 1717/18).
11
Mayo, Jorge A., "Sobre las denominadas obligaciones de seguridad", LL, 1984-B-952.
12
Bueres, Alberto J., "Responsabilidad civil de las clínicas y establecimientos médicos", Ed. Abaco, Buenos
Aires, 1979, pág. 34.
13
Mayo, Jorge A., "Sobre las denominadas obligaciones de seguridad", LL, 1984-B-950.
14
Agoglia, María M. - Boragina, Juan C. - Meza, Jorge A., "Responsabilidad por incumplimiento contractual",
ob. cit., pág. 168 y ss.
4
“El caso fortuito como eximente...”
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obligación de seguridad, que continuará pesando sobre la cabeza del deudor
aún cuando éste haya cumplido con la obligación principal convenida15.
c) De naturaleza contractual: aún cuando existan algunos supuestos de origen
legal, como veremos seguidamente, ninguna duda nos asiste que la fuente de
esta obligación de seguridad es el contrato celebrado entre las partes, por lo
cual
su
incumplimiento
configurará
un
supuesto
de
responsabilidad
16
contractual .
Tal como lo hemos mencionado, existen sin embargo supuestos
de origen legal de la obligación de seguridad. Algunos de ellos lo encontramos en
la Ley 20.744 (Ley de Contrato de Trabajo) y en el Código de Comercio.
En el derecho laboral, esta obligación de seguridad ha sido
receptada al establecerse en el art. 75 de la Ley de Contrato de Trabajo que "el
empleador debe... adoptar las medidas que según el tipo de trabajo, la
experiencia y la técnica sean necesarias para tutelar la integridad psicofísica y la
dignidad de los trabajadores", es decir, que el empleador debe asegurarle al
trabajador que regresará a su hogar sano y salvo luego de la jornada laboral.
A su vez, el art. 184 del Código de Comercio refiriéndose al
transporte ferroviario, establece que "en caso de muerte o lesión de un viajero,
acaecida durante el transporte en ferrocarril, la empresa estará obligada al pleno
resarcimiento de los daños y perjuicios, no obstante cualquier pacto en contrario,
a menos que pruebe que el accidente provino de fuerza mayor o sucedió por
culpa de la víctima o de un tercero por quien la empresa no sea civilmente
responsable".
III
-
EL
INCUMPLIMIENTO
DE
LA
OBLIGACION
DE
SEGURIDAD:
¿RESPONSABILIDAD SUBJETIVA O RESPONSABILIDAD OBJETIVA?
Hemos advertido que la obligación de seguridad sólo puede
tener origen en el ámbito contractual, en donde siempre ha reinado la
responsabilidad subjetiva, sobre todo en razón del principio que la culpabilidad era
el único y exclusivo fundamento posible de la obligación de responder.
15
Viene a nuestra mente el caso del transporte de personas que motivó el famoso fallo de la Corte de
Casación francesa de 1911 que mencionáramos anteriormente. Resulta, pues, inaceptable que el hecho de
que el transportista logre llevar a destino al pasajero (obligación principal) lo exima de cumplir con el deber
de seguridad de transportarlo sano y salvo (obligación accesoria), por el hecho de extinguirse ésta última ante
el cumplimiento de aquélla. Por el contrario, la finalidad del instituto intenta evitar que ello ocurra, por lo cual
creemos importante -aún cuando respetamos la opinión de la calificada doctrina que sostiene lo contrarioque es conveniente evitar caracterizar como "accesoria" a la obligación de seguridad.
16
En este sentido: Mazeaud, Jean, Henri y León, "Lecciones de derecho civil", Vol. II, parte II, ob. cit., pág.
45; Mosset Iturraspe, Jorge, "Contratos", Ed. Ediar, Buenos Aires, 1978, pág. 356; Bustamante Alsina, Jorge,
"Teoría general de la responsabilidad civil", Ed. Abeledo Perrot, 6ta. edición, Buenos Aires, 1989, pág. 963;
Vázquez Ferreyra, Roberto, "La obligación de seguridad en la Responsabilidad Civil y Ley de Contrato de
trabajo", ob. cit, pág. 106; Mayo, Jorge A., "Sobre las denominadas obligaciones de seguridad", LL, 1984-B949.
En contra: Wayar, Ernesto, "El deber de seguridad y la responsabilidad civil del empleador", ED, 118-857,
quien sostiene que el deber de seguridad excede el simple deber contractual ya que su origen es legal (arts.
1198 CC y 75 LCT), por lo cual su incumplimiento acarrea responsabilidad extracontractual.
5
“El caso fortuito como eximente...”
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Sin embargo, en nuestro país y a partir del pensamiento del
17
profesor BUERES
-que ha puesto de manifiesto lo sostenido desde principio de
siglo por prestigiosos autores italianos y españoles-, comenzó a tener
preponderancia la idea que –en ciertos casos- el factor de imputación de
responsabilidad en el ámbito contractual pasa a ser objetivo (descartándose, en
consecuencia, cualquier idea de culpabilidad), cuestión que hasta ese entonces
estaba reservada para el ámbito aquiliano mas no para las obligaciones
convencionales.
De tal modo resulta desechable como verdad absoluta que la
mera imposibilidad subjetiva sea suficiente para exonerar de responsabilidad al
deudor, ya que de admitirse tal postulado el deudor que prueba la ausencia de
culpa no respondería por el incumplimiento por no resultarle éste imputable, tal
como lo sostenían autores de la talla de BARASI, TUNC y WINDSCHEID en el
derecho comparado. Así se plantea, como lo define el maestro uruguayo
GAMARRA, un dilema de hierro18: si la culpa fuera el único fundamento de la
responsabilidad el deudor podría liberarse siempre probando la ausencia de
culpa; y el límite de su responsabilidad llegaría exclusivamente hasta la diligencia
media, bastando la mera dificultad (configurativa de la imposibilidad subjetiva)
para exonerarlo, porque una diligencia mayor a la media sobrepasaría el límite de
la culpa.
Ahora bien, la determinación del carácter subjetivo u objetivo
de la responsabilidad contractual reside en la distinción entre obligaciones de
medios y de resultado. Ello así, puesto que el contenido de la obligación de
seguridad variará según el contrato de que se trate, ya que –según como lo
sostiene una doctrina mayoritaria, tal como lo veremos posteriormente- el deudor
de seguridad puede verse obligado tan sólo a realizar lo que mandan la prudencia
y la diligencia, o bien a obtener un resultado determinado (como ocurre en el caso
del contrato de transporte o de espectáculo); en este último caso, bastará al
acreedor demostrar que la prestación de seguridad ha sido incumplida y que el
deudor es contractualmente responsable del daño sufrido, incumbiendo a éste
acreditar –por el contrario- que el daño se ha producido por la causa ajena al
ámbito contractual.
En razón de ello resultará menester efectuar previamente al
juicio de reproche un análisis del tipo de obligación –de medios o de resultadoque representa la seguridad prometida. En palabras de BUERES, si se prueba la
exigibilidad del deber no cabe al deudor la posibilidad de demostrar su ausencia
de culpa y la responsabilidad será objetiva, pues sólo interesa la conducta eficaz,
17
Bueres, Alberto J., “Responsabilidad contractual objetiva”, en “Derecho de Daños”, Ed. Hammurabi, Buenos
Aires, 2001, pág. 36.
18
Gamarra, Jorge, “Tratado de Derecho Civil Uruguayo”, Tomo XVII, Fundación de Cultura Universitaria,
Segunda Edición, Montevideo, 1999, pág. 211.
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“El caso fortuito como eximente...”
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con prescindencia de que el sujeto haya obrado con culpa o sin ella19. En
consecuencia, la importancia de la distinción en obligaciones de medios y de
resultado radicará pues, tal como lo ha sostenido el profesor francés STARCK20en que en las primeras el factor de atribución será subjetivo, mientras que los
factores de imputación objetivos imperarán en las obligaciones de resultado, en
donde la culpa o no culpa del deudor queda fuera de cuestión.
Creemos que se deberá demostrar, entonces, a fin de
determinar finalmente si estamos en presencia de una responsabilidad subjetiva u
objetiva, si la obligación de seguridad comprometida puede ser en ciertos casos
de medios o si, por el contrario, será siempre de resultado. Adelantamos, sin
embargo, que esta cuestión dista de ser pacífica en nuestra doctrina así como
tampoco lo es la referida a cuáles deben ser los criterios determinantes de dicha
clasificación.
En las Sextas Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil,
Comercial y Procesal realizadas en Junín, Pcia. de Buenos Aires en el mes de
octubre de 1994, el tema de la Obligación de Seguridad fue tratado en la
Comisión II de Derecho Civil, concluyéndose por mayoría que: “En principio, en
materia de obligación de seguridad existe un deber de resultado, aunque en
casos excepcionales puede ser de medios” (Bueres, Goldenberg, Zago, A.
Alterini, López Cabana, Gesualdi, Compagnucci de Caso, Juanes, Lloveras de
Resk, Pizarro, Vallespinos, Vázquez Ferreyra, entre otros). Existió, no obstante
ello, un despacho minoritario suscripto principalmente por Agoglia, Meza y
Boragina que determinaba que “La obligación de seguridad es siempre de
resultado”.
Sin embargo, refiriéndose puntualmente a la responsabilidad
médica, GAMARRA sostiene que todos los deberes médicos pertenecen al campo
de las obligaciones de seguridad; pero éstas tanto pueden ser de medios como de
resultado21. A su vez, y en este mismo sentido, otros autores consideran que en
esta clase de responsabilidad profesional existe una “obligación indeterminada de
seguridad”22, en donde el médico o la clínica se comprometen a realizar lo que
manda la prudencia y diligencia para que no ocurran daños al paciente.
19
Bueres, Alberto J., “Responsabilidad contractual objetiva”, en “Derecho de Daños”, ob. cit., pág. 38.
Starck, Boris, “Droit Civil. Obligations. Contrat et quasi-contrat. Régime général”, Vol. 2, ob. cit., pág. 341,
nro. 974: “On vort, tout le suite, la différence radicale qui sépare, sur le terrain de la preuve, les obligations
de moyens des obligations de résultat. Dans le cadre de ces dernières, la responsabilité contractuelle est
engagée même si le créancier n´a pas prouve la faute du débiteur, il suffit qu´il prouv que le résultat promis
n´a pas été obtenu; le débitur s´exonère en prouvant la force majeure. Si l´obligation est de moyens, le
créancier ne peut mattre en jeu la responsabilité del débiteur qu´en prouvant que les moyens promis n´ont
pas été utilisés, autrement dit, qu´en “prouvant la faute du débiteur”. La garantie dont bénéficie le créancier
est donc bien plus limitée dan les obligations de moyens que dan les obligations de résultat”.
21
Gamarra, Jorge, “Inquisiciones sobre la obligación de seguridad en la responsabilidad médica”, en “Revista
del Notariado” (órgano del Colegio de Escribanos de la Capital Federal), Nro. 855, Colegio de Escribanos de la
Capital Federal, Enero-Febrero-Marzo 1999, pág. 40.
22
Lorenzetti, Ricardo L., “Responsabilidad civil de los médicos”, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1986, pág.
203.
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“El caso fortuito como eximente...”
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Quienes descartan toda posibilidad de que la obligación de
seguridad pueda ser de medios, expresan que tratándose de una garantía de
indemnidad, cualquier daño adicional que se le irrogue al accipiens genera contra
el deudor una presunción de adecuación causal, desvirtuable únicamente
mediante la demostración de las eximentes propias de todo sistema objetivo23, es
decir, la culpa de la víctima, el hecho de un tercero por quien no se deba
responder o el casus genérico de los arts. 513 y 514 Cód. Civil.
Por nuestra parte, si bien creemos que en la casi totalidad de
los casos el deber de seguridad constituye una obligación de resultado como lo
sostiene también una profusa jurisprudencia nacional y extranjera, nos parece
muy respetable el criterio adoptado por la mayoría en las Jornadas precitadas,
toda vez que existen determinadas situaciones –principalmente las emanadas de
la responsabilidad médica-24 en las cuales la aleatoriedad y la incerteza en la
obtención del resultado (vgr. que un paciente no sufra una infección con
posterioridad a una intervención quirúgica) torna insostenible hacer pesar sobre la
cabeza del profesional una obligación de fines. Aquí, al referirnos a la “obtención
del resultado” estamos haciendo referencia a que el paciente no contraerá
enfermedades distintas o extrañas a aquella que lo aqueja y que motivó la
participación del médico, como así también a que no sufrirá daño alguno con
motivo de “accidentes” o situaciones extrañas al riesgo propio de la afección que
padece. Por otra parte, también en materia laboral, existe una profusa
jurisprudencia que considera que la obligación de seguridad (art. 75 Ley 20.744) a
que se halla comprometido el empleador es una obligación de medios y no de
resultado25.
Mencionamos el caso de las infecciones post-quirúrgicas ya
que lo consideramos un excelente ejemplo aplicable a esta discusión. Según lo
expresado por científicos especializados el porcentaje de riesgos de infecciones
para cada tipo de cirugía oscila entre el 2% y el 7%, y en un estudio efectuado en
EEUU, del 10% al 15% de las personas hospitalizadas en un año contraen
23
Agoglia, María M. - Boragina, Juan C. - Meza, Jorge A., "Responsabilidad por incumplimiento contractual",
ob. cit., pág. 173 y ss.
24
Algunos autores también han considerado que tal distinción debe aplicarse en los llamados “parques de
diversiones”, ya que si la participación del cliente lesionado es meramente pasiva en el juego (vgr. montaña
rusa) , la responsabilidad del empresario será de resultado; en cambio, si aquél participa activamente del
juego (ej. autos chocadores), la obligación asumida por la empresa será tan solo de medios (ver Bustamante
Alsina, Jorge, “La obligación de seguridad en el contrato denominado juegos de feria”, LL, 1998-C-106).
25
CNTrab., Sala VI, 12/11/2003, “Sánchez, Ignacio Fortunato c/Consorcio de Propietarios del Edificio
Mendoza 3449/55 s/daños y perjuicios”, Expte. 6586/02 S. 56632: “La obligación de seguridad (art. 75 LCT)
es una obligación de medio, no de resultado, y le impone al trabajador adoptar todas las conductas positivas
que según el tipo de trabajo, la experiencia y la técnica, sean necesarias para tutelar la integridad psicofísica
del trabajador, genérica, imputación de un deber de obrar con especial prudencia y previsión (calificante
según los arts. 902 y 909 del Código Civil), de un grado de previsibilidad superior al del hombre medio”. En
idéntico sentido: CNTrab., Sala IV, 25/02/94, “González Juan c/Y.P.F.”, SD. 69.930; CNTrab., Sala VII,
27/08/93, “Rivarola, Virgilio c/Antognoni, Carlos”, SD. 22.083; CNTrab., Sala V, 30/12/92, “Pérez Felisa
c/Tintorería Indrustrial”, SD, 48.985.
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infecciones que no estaban presentes26. Estimamos pues que, no existiendo
certeza en la obtención del resultado en razón del álea involucrada en la cuestión,
mal puede hacerse pesar sobre el deudor una obligación de fines.
En consecuencia, lo aleatorio del resultado será el criterio de
distinción en tal caso: si la indemnidad de la persona del acreedor o de sus bienes
resulta “demasiado” aleatoria, la obligación será de medios27. Caso contrario, no
existiendo tal incerteza, el deber de seguridad será de resultado como sucede en
la gran mayoría de los casos.
La profesora uruguaya DORA SZAFIR ha contribuido a aclarar
esta posición doctrinaria en una reciente obra referida al error quirúrgico
inexcusable: en ella, manifiesta que el deber de seguridad será una obligación de
resultado si el margen de álea es inferior al 50% y de medios si supera tal
porcentaje28. También GAMARRA, refiriéndose a la seguridad de los pacientes,
ha expresado que no se puede “afirmar con certeza que el enfermo no contraerá
infecciones y mucho menos asegurarse que no se producirán accidentes, eventos
que tienen carácter súbito o repentino, y por lo general son imprevistos”29.
No obstante ello, no son pocos los autores que consideran que
aun cuando la obligación del profesional médico es generalmente de medios, la
obligación de resultado ingresa a la responsabilidad médica por medio de la
obligación de seguridad30, aunque se considere que ésta última ha sufrido un
deformante crecimiento como obligación de resultado provocando –en muchas
situaciones- una arbitraria objetivación de la responsabilidad.
IV - EL CASO FORTUITO COMO EXIMENTE DE RESPONSABILIDAD
Como vemos, para determinar la clase de responsabilidad
contractual (subjetiva u objetiva) y el factor de atribución aplicable ante la
26
Harney, D.M., “Medical malpractice”, 3ra. ed., Virginia, 1993, citado por Gamarra, Jorge, “Responsabilidad
Médica”, Tomo 1, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1999, pág. 239, nota 2.
27
Este es el criterio que han adoptado numerosos autores extranjeros, tales como Henri Mazeaud (“Essai de
classification des obligations: obligations contractuelles et extracontractuelles. Oblitgations déterminées et
obligation générale de prudence et diligence” en “Revue Trimestrielle de Droit Civil”, París, 1936, pág. 1),
Emilio Betti (“Teoría general de las obligaciones”, trad. de José Luis de los Mozos, Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1969/1970), Luigi Mengoni (“Obbligazioni di risultato e obbligazioni de mexxi” en “Rivista di
Diritto Commerciale e del Diritto Generale delle Obligazioni”, T. I, 1954, págs. 185 y ss.), y Francisco Jordano
Fraga (“La responsabilidad contractual”, Ed. Civitas, Madrid, 1987).
28
Szafir, Dora – Silva, Celso, “Error quirúrgico inexcusable: ¿a quién demandar?”, Fundación de Cultura
Universitaria, Montevideo, 1998, pág. 98.
29
Gamarra, Jorge, “Responsabilidad Médica”, Tomo 1, ob. cit., pág. 247.
30
Mariño López, Andrés, “Crítica a las fórmulas jurisprudenciales uruguayas sobre la obligación de seguridad
resultado en la responsabilidad médica”, en “Revista de Responsabilidad Civil y Seguros”, 2002, Ed. La Ley,
Buenos Aires, pág. 76.
Agoglia, María M. - Boragina, Juan C. - Meza, Jorge A., "Responsabilidad por incumplimiento contractual",
ob. cit., pág. 174. Destacan que “una cosa es que el médico no asegure la curación o el mejoramiento del
enfermo respecto del mal que lo aquejaba al comienzo de la relación, y otra totalmente diferente es que
durante el decurso de la prestación correspondiente, el profesional genere daño adicional. La obligación
principal asumida por el médico es de medios. Pero la de garantizar la indemnidad de otros bienes del
acreedor ajenos al que constituye el objeto del negocio jurídico concertado, es una obligación anexa e
independiente de resultado”.
9
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
violación de la obligación de seguridad, habrá que detenerse a analizar cada caso
en concreto, resultando dificultosa su categorización en abstracto. Sin embargo,
se comparta una u otra postura doctrinaria antes comentadas, no escapa de
nuestro entendimiento que en la casi totalidad de los casos –y salvo contadísimas
excepciones como las que hemos mencionado- el incumplimiento dañoso del
deber de seguridad por parte de deudor provocará que se esté en presencia de
una responsabilidad contractual objetiva.
Hay quienes han señalado el riesgo que se corre al erigir a la
obligación de indemnidad en un resultado a obtener por el deudor es que frente a
su incumplimiento se pretenda atribuir injustamente una responsabilidad
inexcusable al deudor. Por nuestra parte consideramos que ello no resulta ser así
puesto que cuando ello ocurre, deben aplicarse a la cuestión las causales de
exoneración procedentes en la responsabilidad objetiva y que constituyen la
llamada causa ajena: a) la culpa de la víctima, b) el hecho de un tercero por quien
no se deba responder, y c) el caso fortuito o fuerza mayor31.
Si bien se suele estudiar al caso fortuito en la parte general del
derecho civil, creemos que su moderna construcción se ha realizado en el
derecho de las obligaciones, en donde se ha profundizado con seriedad en cuanto
a su estructura y los elementos que lo conforman.
Es nuestra intención analizar la procedencia como eximente del
caso fortuito, toda vez que consideramos que si bien la misma es viable como tal,
resulta muy dificultosa en la práctica su configuración, tal como lo veremos en los
casos jurisprudenciales que analizaremos posteriormente.
Queda pues, adentrarnos en su estudio.
A) ELEMENTOS ESENCIALES DEL CASO FORTUITO
Si bien no constituye nuestro objetivo principal analizar la
totalidad de la problemática del caso fortuito, puesto que ello ha sido tratado en
innumerables obras del derecho civil y además excedería el marco del presente
trabajo, debemos obligatoriamente mencionar sucintamente cuáles son los
elementos básicos que deben reunirse para así poder determinar en qué casos
podremos estar en presencia de un caso fortuito.
1) El art. 514 CC que determina lo que debe entenderse por
caso fortuito, requiere antes que nada la concurrencia de un elemento objetivo: el
31
Debemos recordar que si bien tradicionalmente se entendía que el caso fortuito estaba referido a los
hechos de la naturaleza, y la fuerza mayor a los actos humanos, es pacífica la doctrina y jurisprudencia
actuales en cuanto a considerar a ambas expresiones como sinónimos con idéntica finalidad práctica: de
configurarse cualquiera de ellas, el deudor queda exonerado de responsabilidad. Es más, el art. 1570 CC
utiliza ambas designaciones indistintamente: “No siendo notorio el accidente de fuerza mayor, la prueba del
caso fortuito incumbe al locatario...” También el art. 1612 del Proyecto de Código Civil de la República
Argentina de 1998 reza expresamente en su parte final: “En este Código caso fortuito y fuerza mayor son
empleados como sinónimos”.
10
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
acontecimiento o suceso32. Nada especifica el articulado del Código Civil respecto
a cuáles de ellos podrán constituir caso fortuito, por lo que puede destacarse a
priori que serán muchos los habilitados para serlo, se trate de una conducta
humana o bien de un fenómeno de la naturaleza, tal como reza la nota al citado
artículo. Lo cierto es que no existe un catálogo cerrado de acontecimientos que
puedan considerarse fortuitos, por lo cual habrá que estarse a cada caso en
concreto para analizar su configuración como tal o no.
2) Ese acontecimiento debe ser imprevisible, tal como reza la
norma al determinar que el caso fortuito es “el que no ha podido preverse”. Con
ello podemos manifestar que no resultará suficiente el enlace causal entre el
acontecimiento y el daño para que proceda la exoneración de la responsabilidad,
sino que es menester que el mismo no haya podido ser previsto, o en su defecto,
si ha sido previsible que no pueda ser evitado, como veremos seguidamente. Lo
importante es que la naturaleza de la obligación, y todas las circunstancias que la
rodean (vgr. lugar donde se ha de ejecutar, características particulares de las
partes intervinientes, etc.) brindarán una noción previa de cuál debe ser para ese
caso puntual la medida de la previsibilidad.
3) Otro recaudo que debe contener el evento para poder ser
considerado caso fortuito es el de la inevitabilidad. Así lo determina el art. 514 CC,
cuando enuncia que también será tal aquel que si bien ha podido ser previsto, “no
ha podido evitarse”. Aquí resulta sustancial que el deudor, por más precavido que
haya sido no haya podido contrarrestar el evento33, creando de tal modo la
imposibilidad de cumplir la obligación comprometida. Aquí debemos aclarar, como
también lo ha efectuado la mayoría de nuestra doctrina, que el evento debe
provocar una verdadera imposibilidad de cumplir la prestación, no bastando una
mera dificultad, aún cuando ella sea grave, no obstante que ella pueda dar lugar a
la configuración de otro instituto contemplado en nuestro Código Civil, que es la
teoría de la imprevisión.
Cabe también aclarar que se exige como regla general que la
imposibilidad de cumplimiento creada por el caso fortuito sea absoluta
y
34
objetiva . Una imposibilidad será absoluta cuando la misma no pueda ser
32
Se destaca la presencia de este elemento también en el derecho comparado. A tal fin, puede consultarse
entre otros: Cottino, G., “Caso fortuito (dir.civ.) en “Enciclopedia del Diritto”, Tomo VI, ed. Giuffrè, Milano,
1960, págs. 382 a 385; Candian, A., “Caso fortuito e forza maggiore. Diritto Civile” en “Novissimo Digesto
Italiano”, Tomo II, Ed. UTET, Torino, 1957, pág. 988.
33
Cazeaux, Pedro – Trigo Represas, Félix, “Compendio de derecho de las obligaciones”, Tomo 1, Librería
Editora Platense SRL, 2da. Edición, La Plata, 1992, págs. 321 a 322.
34
Trimarchi, Pietro, “Istituzioni di diritto privato”, Ed. Giuffrè, Milano, 1996, págs. 346 y ss.; Gamarra, Jorge,
“Tratado de Derecho Civil Uruguayo”, Tomo XVII, ob. cit., págs. 180 y ss.; Jordano Fraga, Francisco, “La
responsabilidad contractual”, ob. cit., págs. 154 y 155.
En contra: Visintini, Giovanna, “Tratado de la responsabilidad civil”, Tomo 1, trad. de Aída Kemelmajer de
Carlucci, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1999, págs. 174 a 184. La profesora italiana destaca, criticando a Osti, que
sólo debe exigirse la “absolutez” como recaudo de la imposibilidad; afirma en su defensa que es equívoca la
distinción entre imposibilidad subjetiva y objetiva, puesto que hay impedimentos subjetivos que dan pie a una
cuna imposibilidad objetiva cuando a raíz de la naturaleza de la prestación y por el carácter infungible de la
misma, los impedimentos determinas para el deudor una imposibilidad efectiva de cumplimiento.
11
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
vencida por las fuerzas humanas: de tal modo, ella debe ser efectiva y no consiste
en una mera dificultad de cumplimiento (difficultas praestandi). Por otra parte, una
moderna doctrina considera que la imposibilidad será objetiva, cuando el
impedimento para cumplir va referido a la prestación en sí y por sí considerada35.
Cabe aclarar, entonces, que cuando hablamos de imposibilidad objetiva lo
hacemos refiriéndonos al objeto de la obligación, mientras que cuando se habla
de imposibilidad subjetiva, se hace hincapié en la persona del deudor. A modo de
ejemplo, se puede decir que la muerte de un caballo de carrera que constituía la
cosa a entregar por el deudor para cumplir con la obligación, ha provocado una
imposibilidad de cumplimiento absoluta y objetiva.
Asimismo, la imposibilidad de cumplimiento –para poder liberar
al deudor con motivo del caso fortuito- debe ser total (es decir que no pueda
cumplirse siquiera con una parte de la obligación a causa del caso fortuito), y
definitiva (provocando que la obligación nunca podrá ser cumplida), ya que de ser
temporaria la imposibilidad, el deudor se verá constreñido al cumplimiento en
cuanto cesen los efectos del caso fortuito.
4) El acontecimiento debe ser actual, es decir, que se trate de
un hecho presente al momento del incumplimiento, no bastando ni la inminencia
del mismo ni la simple amenaza de su ocurrencia.
5) Debe ser extraño o inimputable al deudor. En ello resulta
contundente la letra del art. 513 CC, al establecer que el deudor no será
responsable de los daños e intereses que se originen al acreedor por falta de
cumplimiento de la obligación, “a no ser que este hubiera ocurrido por su culpa, o
hubiera ya sido aquél constituido en mora, que no fuese motivada por caso
fortuito, o fuerza mayor”. Este supuesto es el denominado por los romanos como
“casus dolus vel culpa determinatus” , en donde el daño se produce por un caso
fortuito que deriva, a su vez, de un hecho humano doloso o culposo en sentido
estricto36, que puede ser tanto del mismo deudor (art. 512 CC) como también de
sus dependientes (art. 1113 CC). Sin embargo, debemos mencionar que cuando
en el proceso causal concurran el caso fortuito y la culpa del deudor, debería
analizarse la posibilidad de efectuar una graduación y reparto de la
responsabilidad, a fin de evitar soluciones injustas como ser la de cargar sobre las
espaldas del deudor la totalidad del daño producido a raíz de dicha concurrencia.
35
Ver en este sentido el profundo análisis que ha realizado el profesor Bueres en su trabajo referido a la
imposibilidad de pago en la responsabilidad contractual. En el mismo destaca que se ha superado el antiguo
criterio que determinaba estar en presencia de una imposibilidad objetiva cuando la prestación no puede ser
satisfecha por el deudor concreto ni por cualquier otra persona; agrega además que –citando a autores
italianos de la talla de Osti y de Giovene- que en las prestaciones infungibles (obligaciones intuitu personae)
las aptitudes del deudor se objetivizan. (Bueres, Alberto J., “La buena fe y la imposibilidad de pago en la
responsabilidad contractual”, en “Estudios de Derecho Civil: Obligaciones y Contratos”, Libro homenaje a
Fernando Hinestrosa, Tomo I, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, pág. 168).
36
De Cupis, Adriano, “El daño. Teoría General de la responsabilidad civil”, traducción de A. Martínez Sarrión,
Ed. Bosch, Barcelona, 1975, pág. 214.
12
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
Como veremos posteriormente al analizar la jurisprudencia este
requisito de la “extraneidad” o inimputabilidad exige que los eventos, para poder
ser considerados fortuitos deben ser extraños a la actividad desarrollada por el
deudor de la obligación, y por ende, inevitable desde su situación.
6) En materia de obligaciones, que es el ámbito en el que
efectuamos nuestro análisis, se requiere también que el caso fortuito sea
sobrevenido (es decir, que el hecho se haya configurado con posterioridad al
nacimiento de la obligación), y debe provocar un obstáculo absoluto e insuperable
para el cumplimiento de la misma, creando la imposibilidad de cumplimiento a la
que nos hemos referido precedentemente.
B) EL CASO FORTUITO: CONCEPCIONES SUBJETIVAS Y
OBJETIVAS DEL MISMO.
Desde hace ya muchos años se ha instalado en la doctrina la
discusión respecto a si debe efectuarse respecto del caso fortuito una concepción
subjetiva del mismo, o si por el contrario, debe aprehenderse al mismo
objetivamente.
Asimismo, consideramos que debe replantearse en nuestro
país, al igual que lo han efectuado los juristas italianos –tal como lo destaca la
profesora VISINTINI37- si con la eximente del caso fortuito (o fuerza mayor) se
agota el área de los impedimentos susceptibles de convertir en no imputable al
deudor la imposibilidad de la prestación.
Precisamente con tal finalidad, el Código Civil italiano de 1942
ha reemplazado en el texto del art. 1218 la expresión “caso fortuito” (que se
utilizaba en el código derogado) por la de “causa no imputable al deudor”38,
mucho más abarcativa, inclusive, de otra clase de impedimentos como los
internos y personales del deudor.
B.1)
CONCEPCION
SUBJETIVA:
EL
CASO
FORTUITO COMO AUSENCIA DE CULPA.
Quienes han concebido la noción de imputabilidad
tomando como eje de la discusión la culpa del deudor, han sostenido que existirá
caso fortuito (o causa no imputable al solvens) cuando éste –aún aplicando la
diligencia debida exigida por la obligación a tenor de lo dispuesto en el art. 512
37
Visintini, Giovanna, “Tratado de la responsabilidad civil”, Tomo 1, ob. cit., págs. 189 / 190.
Art. 1218: “Responsabilità del debitore. Il debitore che non esegue esattamente la prestazione dovuta è
tenuto al risarcimento del danno, se non prova che l´inadempimento o il ritardo è stato determinato da
impossibilità della prestazione derivante da causa a lui non imputabile”.
38
13
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
CC (los italianos hablaban de la diligencia del buen padre de familia)- no obtiene
el resultado esperado.
Según esta postura subjetivista, la ausencia de culpa
es asimilable al caso fortuito, puesto que allí donde finaliza la culpa comienza el
casus: por lo tanto, cuando el incumplimiento no es imputable al deudor, estamos
en presencia del caso fortuito o fuerza mayor39.
Entre quienes sostienen esta postura, cabe destacar a
CHIRONI, BARASI, SAVATIER, TUNC, ESMEIN y WINDSCHEID –en el derecho
comparado- y a LLAMBIAS, PADILLA, LOPEZ DE ZAVALIA y ETCHEVESTI, en
el derecho nacional.
Tal como lo hemos mencionado, entonces, para éstos
autores que han concebido a la responsabilidad civil desde una postura
netamente subjetivista, el caso fortuito es sinónimo de ausencia de culpa del
incumplidor, ya que cuando el incumplimiento no es imputable al deudor
(obviamente, según este punto de vista, lo será únicamente a título de culpa o de
dolo), estaremos en presencia del casus40. Según este punto de vista, no interesa
si la imposibilidad es subjetiva u objetiva, sino que lo único relevante consiste en
indagar si el deudor ha incurrido o no en culpa; a punto tal que –como lo
expresaba WINDSCHEID- se consideraba que la insolvencia del deudor lo eximía
de responsabilidad cuando la misma se ocasionaba por acontecimientos no
imputables. O bien como lo mencionaban TUNC y ESMEIN, en un equivocado
razonamiento a nuestro entender, al determinar que si el fundamento de la
responsabilidad es la culpa, y el deudor se exonera de ella por el caso fortuito,
éste equivale a la ausencia de culpa41.
De este modo, el límite de la obligación del deudor
estaría dado por la diligencia media (similar a la del buen padre de familia), por lo
cual todo lo que exceda ese nivel ingresaría en terreno del casus.
B.2) CONCEPCION OBJETIVA: EL CASO FORTUITO
COMO ELEMENTO EXTRAÑO A LA ACTIVIDAD DEL DEUDOR
Existe otra postura, que estimamos correcta y que no
asimila al caso fortuito con la falta de culpa, que denominamos concepción
39
Pizarro, Ramón D. – Vallespinos, Carlos G., “Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones”, Tomo 3, ob.
cit., pág. 299.
40
En este sentido: Tunc, Andre, “Force majeure et absence de faute en matière contractuelle”, en “Revue
Trimestrielle de Droit Civil”, Paris, 1945, pág. 235; Savatier, René, “La thèorie des obligations en droit privé
économique”, 4ta. ed., Dalloz, Paris, 1979; Llambías, Jorge J., “Tratado de derecho civil. Obligaciones”, 3ra.
edición, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1978/1980; Padilla, René A., “Responsabilidad civil por mora”, Ed.
Astrea, Buenos Aires, 1996.
41
Tunc, Andre, “Force majeure et absence de faute en matière contractuelle”, en “Revue Trimestrielle de
Droit Civil”, ob. cit., pág.s. 237/238; Esmein, Paul, “Le fondement de la responsabilité contractuelle
rapprochée de la responsabilité delictuelle”, en “Revue Trimestrielle de Droit Civil”, 1933, pág. 627
especialmente.
14
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
objetiva. Según la misma, defendida en el derecho italiano por POLACCO y
FERRARA, entre otros, para la configuración del caso fortuito adquiere una
importancia sideral el recaudo del “carácter externo” de la causa impeditiva del
cumplimiento, ya que ello permitirá colocar o no sobre las espaldas del deudor las
consecuencias del incumplimiento que –si bien no es directamente imputable a su
culpa- no resulta ser “extraño” a su esfera económica como para no poder
controlarlo.
En
razón
de
esta
concepción
objetiva,
resulta
razonable que se imputen al deudor determinados hechos sobre la base de
consideraciones que nada tienen que ver con un examen de su comportamiento
negligente42. Muy por el contrario a toda idea de culpabilidad, resultarán
inimputables al deudor todos aquellos eventos que sean ajenos a su esfera de
control, que resulten por él inevitables y que tornen de imposible cumplimiento a
la obligación.
La postura subjetivista ha sido criticada por una
moderna doctrina encabezada en nuestro país por los profesores BUERES43 y
MOSSET ITURRASPE44, entre otros, y en Uruguay por el profesor GAMARRA45
con muy sólidos fundamentos que sucintamente enunciamos y reproducimos: 1)
hay ausencia de culpa cuando el deudor observa la diligencia exigida para la
obligación de que se trate; en cambio, el caso fortuito o fuerza mayor requieren
demostrar la imposibilidad de la prestación por una causa no imputable al deudor;
2) si se admite que caso fortuito es lo mismo que la ausencia de culpa, se debe
concluir que toda responsabilidad es subjetiva (lo que resulta falaz) y que carece
de relevancia la distinción entre obligaciones de medios y de resultados, pues el
contenido de todas las relaciones obligatorias sería la actividad diligente del
deudor, por lo cual la falta de concreción del resultado en ciertas obligaciones en
las que el solvens se comprometió a la obtención de un fin determinado, no
acarrearía responsabilidad del obligado en tanto este probara su diligencia; 3) no
se puede hablar de falta de previsibilidad objetiva en el tema de la culpa, del
mismo modo al que sí se efectúa en el caso fortuito; y 4) mientras la culpa opera
en el ámbito de lo subjetivo, el caso fortuito está referido a una relación material o
física carente de toda subjetividad.
42
Visintini, Giovanna, “Tratado de la responsabilidad civil”, Tomo 1, ob. cit., pág. 190.
Basta como ejemplo de ello enunciar al art. 1228 del Código Civil italiano que considera imputable al
deudor el hecho de los auxiliares: “Responsabilità per fatto degli ausiliari. Salva diversa volontà delle parti, il
debitore che nell´adempimento dell´obbligazione si vale dell´opera di terzi, risponde anche dei fatti dolosi o
colposi di costoro”.
43
Bueres, Alberto J., “Responsabilidad civil de los médicos”, 2da. edición, Ed. Hammurabi, Buenos Aires,
1992; en “Incumplimiento de la obligación y responsabilidad” en “Responsabilidad de Derecho Privado y
Comunitario Nro. 17”, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998; y en “La buena fe y la imposibilidad de pago en
la responsabilidad contractual”, ob. cit., pág. 163.
44
Mosset Iturraspe, Jorge, “Responsabilidad por Daños”, Tomo III, 1ra. ed., Ed. Ediar, Buenos Aires, 1980.
45
Gamarra, Jorge, “Tratado de Derecho Civil Uruguayo”, Tomo XVII, ob. cit., pág. 190.
15
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
Cabe destacar, asimismo, y tal como lo expresaran los
autores que citáramos supra y que critican la tesis subjetiva, que el caso fortuito
incide sobre la relación de causalidad entre la conducta del sujeto al que se trata
de imputar el daño y el daño mismo46, provocando la ruptura del nexo causal y la
consecuente falta de autoría, ocasionando que el incumplimiento no le sea
objetivamente imputable. En razón de ello, la mera inculpabilidad no basta para
que se configure el caso fortuito, sino que debe probarse la exterioridad del hecho
impeditivo: la causa extraña47. De tal modo, toda la problemática relativa al caso
fortuito se soluciona en el ámbito de la relación de causalidad: existen dos causas
–la conducta y el evento- y una de ellas es la que excluye total o parcialmente a la
otra.
En concreto, la ajenidad del evento constitutivo de caso fortuito
para el sujeto que ha realizado la conducta, es lo que determina finalmente que a
tal conducta se le niegue total o parcialmente su relevancia causal48. Asimismo, el
caso fortuito, tal como lo hemos analizado, requiere el cumplimiento de una serie
de recaudos para verse configurado, los cuales no son exigidos cuando hablamos
de inculpabilidad.
También debemos decir que la noción que asimila la ausencia
de culpa al caso fortuito, no halla respuesta satisfactoria alguna en los casos de
responsabilidad objetiva, como suele ocurrir en las obligaciones de resultado. En
ellos, así como la imputación se realiza a través de factores de atribución que son
ajenos a la idea de culpabilidad (vgr. riesgo creado, garantía, etc.), la exoneración
de la responsabilidad sólo puede caber mediante la prueba de causas ajenas a la
culpa del deudor: es decir, mediante caso fortuito o fuerza mayor, culpa del
acreedor o el hecho de un tercero por quien no deba responder el deudor. Aquí el
caso fortuito no se identifica con la ausencia de culpa: aquél tendrá lugar cuando
la prestación se torne absoluta y objetivamente de imposible cumplimiento.
Sin temor de resultar repetitivos, creemos importante insistir en
que no se debe confundir ni asimilar la ausencia de culpa con el caso fortuito. El
casus incide directamente sobre la relación de causalidad mientras que la
ausencia de culpa se predica en torno al factor de imputación de la
responsabilidad. Ello también resulta de aplicación en el ámbito de la
responsabilidad subjetiva, en donde el acaecimiento del evento fortuito provoca la
46
En contra: Peña López, Fernando, “La culpabilidad en la responsabilidad civil extracontractual”, Ed.
Comarés, Granada, 2002, págs. 595: “En el caso de que finalmente el evento se considere caso fortuito, la
persona a la que se pretendía imputar el daño no responderá, pero no porque se haya roto o interferido la
relación de causalidad, sino porque su conducta ha sido todo lo diligente que exige el Derecho, diligencia que
debe extenderse a la prevención y anulación de los hechos concurrentes con las acciones que han sido
consideradas causas relevantes de un daño. Así, pues, la relación de causalidad subsiste tanto entre el daño y
el caso fortuito, como entre el perjuicio y la acción u omisión del sujeto, lo que sucede es que ésta última no
genera la obligación de responder....”.
47
Pizarro, Ramón D. – Vallespinos, Carlos G., “Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones”, Tomo 3, ob.
cit., pág. 301.
16
“El caso fortuito como eximente...”
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irresponsabilidad del deudor, aún cuando éste haya actuado culpablemente (vgr.
la explosión de una bomba en el exterior de una clínica que provoca la muerte del
paciente que está siendo sometido a una intervención quirúrgica –caso fortuito-,
es susceptible de acarrear la irresponsabilidad del médico que lo estaba operando
en estado de ebriedad, aún cuando de tal modo se evidencie la falta de pericia y
diligencia en su conducta). Aquí, la falta de responsabilidad del médico se
provoca ante la ruptura del nexo causal, más no por su ausencia de culpa.
V - VISION JURISPRUDENCIAL DEL CASO FORTUITO COMO EXIMENTE
ANTE LAS OBLIGACIONES DE SEGURIDAD
Tal como lo mencionáramos al inicio del presente trabajo, la
reciente jurisprudencia -en general- es y ha sido renuente a aceptar la
procedencia del caso fortuito como eximente de responsabilidad ante el
incumplimiento contractual a través de la violación de obligaciones de seguridad,
por considerar –en la gran mayoría de los casos- que no se habían configurado
los recaudos de “previsibilidad” e “inevitabilidad”.
A continuación transcribiremos los sumarios de los fallos más
importantes, lo cual nos permitirá –luego de su lectura y análisis- poder efectuar
algunas consideraciones conclusivas al respecto.

Contrato de transporte
- "Admitiendo como hecho no controvertido que la actora viajaba en el tren y sufrió
lesiones a causa de una piedra arrojada desde el exterior, considero inaceptable que se
le atribuya la culpa a la víctima por no haber prevenido el daño con el adecuado uso de la
persiana.... La empresa transportista debe adoptar los recaudos para que ningún proyectil
pueda ser arrojado contra el tren y lesionar así a los pasajeros. No puede entenderse que
el deber se limite a evitar que se arrojen piedras sólo desde el ámbito que le pertenece; la
obligación radica en impedir la llegada de objeto, cualquiera sea el lugar desde donde se
los dirija, máxime si se trata de una zona cercana a la del paso del tren. Sería absurdo
interpretar que las medidas de seguridad deben adoptarse con el sólo fin de impedir los
proyectiles que se arrojen a tres metros de distancia, pero que la obligación desaparece
cuando se los proyecta desde seis o siete metros... El riesgo que implica el hecho de que
terceros agredan al ferrocarril dirigiéndole proyectiles implica un caso fortuito interno al
riesgo propio del transporte y, como señalé, para quebrar el nexo causal debe ser
externo, ajeno a la cosa o a la actividad." (CNCiv., Sala H, 02/06/2003, Recurso Nro.
354035, “Roldán, Claudia Marina c/Transportes Metropolitanos General Roca S.A.
s/Daños y perjuicios”).
- "La frecuencia de los robos de mercaderías transportadas por vía terrestre impide
considerarlos como imprevisibles, por cuanto constituye un riesgo propio de la actividad
profesional de la empresa demandada (conf. asimismo, esta Sala, causa 21290/96 del
8.4.99) y b) las deficiencias de seguridad que, en definitiva, facilitaron la consumación del
hecho que motivó el "sub lite" no aparecen cubiertas por el extremo alegado de que no se
haya exigido que el transporte se realizara en otras condiciones, ni por la circunstancia de
que la camioneta estuviera cerrada con candado e importan, en definitiva, la concurrencia
48
De Angel Yagüez, Ricardo, “Tratado de responsabilidad civil”, Ed. Civitas, 3ra. edición, Madrid, 1993, págs.
758 y 759.
17
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
de una culpa inicial del empresario que asumió una obligación que no podía cumplir".
(CNCiv. y Com. Fed., Sala III, 11/02/2003, Causa Nro. 7843/99, “Zurich Argentina Cía. de
Seguros S.A. c/Transportes México y otro s/Faltante y/o avería de carga transporte
terrestre”, El Dial: AA1760).
- “La existencia de baches en las calles de Buenos Aires no puede calificarse como un
hecho “imprevisible”, por el contrario, es público y notorio la existencia de aquellos en
toda la ciudad, y un chofer de “línea” que siempre hace el mismo recorrido, no puede
ignorarlos.” (CNCiv., Sala B, 07/05/2001, Recurso Nro. 305896, “Sosa Báez Eugenia
c/Almafuerte Empresa de Transporte SACII Línea 378 s/Daños y Perjuicios”).
- “La circunstancia del robo no es de por si imprevisible; de hecho no sólo puede sino que
también debe ser prevista, y la cuestión de lo inevitable debe ser determinada de acuerdo
a las medidas de seguridad previstas. Si adoptó medidas de seguridad y estas no
evitaron el resultado evidentemente se eximirá de la responsabilidad. El caso fortuito y la
fuerza mayor requieren que la situación no pueda ser imputable al deudor a título de
culpa; corresponde rechazar la excusa liberatoria fundada en el robo a mano armada
sufrido si el transportista no adoptó las precauciones que exigían las circunstancias de
personas, tiempo y lugar con relación a la valiosa mercadería que le había sido confiada,
debiendo encuadrarse su conducta en lo dispuesto e los arts. 176 del Código de
Comercio y 512 y 902 del Código Civil”. (C1ªApel. Civ. y Com. San Isidro, Sala 1ª,
21/12/99, "Motores y Equipos Ortholan S.A. c/ Cipriani S.R.L. s/ Daños y Perjuicios" , El
Diall: W12EC2).
- “Ni antes ni con posterioridad al infortunio que produjo el desperfecto en el camión (el
transportista) tomó mínimas precauciones de seguridad. .... La falta de alegación y
prueba de tal proceder impide considerar la verificación de la causal de caso fortuito o
fuerza mayor eximente de responsabilidad. La responsabilidad del transportista debe
ponderarse atendiendo a la aptitud de los elementos organizados por el empresario para
el eficaz cumplimiento de la prestación para la cual ha sido contratado, y a la obligación
de custodia asumida que hacen al cumplimiento de su actividad. En la actualidad, la
frecuencia de los robos de mercaderías transportadas por vía terrestre, perpetrados por
bandas delictivas organizadas, impide considerar a tales hechos como imprevisibles, lo
que obliga a arbitrar todos los medios para impedir tales acontecimientos. En
consecuencia, las deficiencias de seguridad que facilitan la consumación de un robo no
pueden liberar de responsabilidad a la empresa acarreadora, bajo el amparo del “carácter
irresistible” de la agresión, porque ellas importan la concurrencia de una culpa inicial del
empresario que asumió una obligación que no podía cumplir.” (CNCiv. y Com. Fed., Sala
I, 31/03/98, “Consorcio General de Seguros S.A. c/Transportes Internacionales Tarexco
S.A. s/Faltante y/o avería de carga transporte terrestre”, Causa Nro. 2552/97, El Dial
AFF0B).
- “El hecho que un tren sea apedreado, con la consiguiente producción de daños
materiales, no constituye desde el punto de vista jurídico un hecho imprevisible (caso
fortuito) o irresistible (fuerza mayor), como para eximir de responsabilidad a la empresa
ferroviaria. Pesa sobre los ferrocarriles la obligación de cerrar el camino ferroviario,
mantener el cuidado de su territorio, delimitarlo e impedir -o al menos procurar impedir- el
peligro que se representan los vándalos en las cercanías del paso del tren, cuyos actos,
conocidos y reiterados, son de amplia difusión y constituyen un hecho notorio
insusceptible de prueba. (del voto de la mayoría). (CNCiv., Sala M, 23/02/98, Recurso
Nro. M228929, “Mino, Viviana Aurora c/Ferrocarriles Metropolitanos S.A. s/Daños y
Perjuicios).
- “Si el acto vandálico ocurrió durante el transporte ferroviario y fue por culpa de un
tercero, para que la empresa se libere de responsabilidad, deberá acreditar la culpa en la
producción del resultado dañoso y que ésta fue exclusiva del tercero. Es que, este tipo de
acontecimientos no pueden encuadrarse en el caso fortuito, pues la asiduidad con que
ocurren los convierte en hechos previsibles y evitables mediante una adecuada
implementación técnica. El servicio de transporte debe cumplir con el deber que le
corresponde de lograr que el pasajero llegue sano y salvo a destino, no pudiendo
deslindar su responsabilidad aduciendo al deber de seguridad que le compete a la Policía
Federal en esos casos”. (CNCiv., Sala B, 05/11/96, Recurso Nro. B192383, “Cerioni,
Martha Nelly c/Ferrocarriles Argentinos s/Daños y Perjuicios”).
18
“El caso fortuito como eximente...”

Carlos Alberto CALVO COSTA
Contratos de asistencia médica
- "La sangre, una vez que ha sido extraída del cuerpo humano es una cosa, que si se
halla infectada, dicha infección constituye un vicio de la cosa, con lo cual, y en principio,
cuando se transfunde sangre infectada, el médico o el establecimiento son responsables
por la violación de la obligación de seguridad (T.A. c/Hospital General de Agudos
s/Interrupción de Prescripción, CNCiv. Sala D, 10-08-99)... Como eximente de
responsabilidad, el denominado “caso fortuito” debe revestir la condición de extraneidad;
lo que, no se da, cuando se trata del “vicio de la cosa”, ya que el vicio es algo propio de la
cosa y no extraño a ella... Teniendo en consideración el carácter permanente, evolutivo y
progresivo de la enfermedad (HIV) a través del tiempo y al compás del deterioro
inmunológica, corresponde hacer lugar a la demanda interpuesta”. (Juzg. Nac. de 1ª Inst.
en lo Civil Nro. 105, 27/05/2003, “R.E. c/Centro Gallego de Buenos Aires s/Daños y
perjuicios”, El Dial: AA196F).
- “La infección hospitalaria, cuando se convierte en irresistible, puede importar un caso
fortuito, pero en todo caso interno a aquella actividad, por lo cual no puede liberar a la
empresa titular del hospital.... No es necesario calificar a la actividad hospitalaria como
riesgosa y admitir que como tal estaría incluida en el segundo párrafo, segunda parte, del
art. 1113 del Código Civil, a poco que se piense que en atención a las singularidades de
una intervención quirúrgica, gran parte de las cosas involucradas en ella tienen las
características de cosas potencialmente riesgosas o viciosas, al menos como agentes de
la transmisión de bacterias en el quirófano, y que por lo tanto, están explícitamente
abarcadas por la norma en cuestión. Al ubicarse la obligación de seguridad dentro del
ámbito del responder objetivo, el hospital para liberarse de su responsabilidad debe
comprobar la existencia de un caso fortuito externo”. (CNCiv., Sala C, 05/09/2000,
Recurso Nro. C286795, “Aparisi, Roberto José c/Girado, Juan Martín s/Daños y
Perjuicios”).
- “Dada la relación contractual existente entre clínica y paciente, es inaplicable el art.
1113, párrafo 2º, 2º supuesto del Código Civil, relativo a la acción de las cosas que
presentan vicios o riesgos (en el caso, se trataba de una venda elástica), por virtud de lo
dispuesto en el art. 1107 del Código citado. Pero, la entidad asistencial es deudora de
una obligación de seguridad contractual de resultado por las bondades de las cosas que
pone para la realización del tratamiento. Pesa sobre la clínica una responsabilidad
objetiva, que le impone para liberarse la prueba de una causa ajena fundante en una
responsabilidad sobrevenida de cumplir la prestación absoluta y objetiva... El médico que
utiliza una cosa riesgosa o viciosa es también deudor de una obligación de seguridad
contractual (por el negocio que celebró con el paciente) de resultado, y el facultativo
deberá probar el caso fortuito”. (CNCiv., Sala D, 24/06/99, Recurso Nro. D029206,
“Lovato, Denise Gabrielle c/Asistencia Médica Privada SAC y otro s/Daños y perjuicios”,
El Dial: AE128F).
- “Cualquiera haya sido la causa de un incendio ocurrido en un establecimiento, no se
trata de un hecho fortuito, sino que, por el contrario, previsible, a punto tal que las
reglamentaciones referidas a la habilitación de edificios destinados a establecimientos
asistenciales, exigen la implementación de un sistema de seguridad contra incendios...
Demostrada la infracción a las normas reglamentarias de seguridad en aspectos edilicios
y de prevención que ponen en peligro a los pacientes internados, es claro que se
configura una infracción al deber de seguridad, tanto respecto del establecimiento
hospitalario en sí, como de la Obra Social que deriva allí a sus afiliados, por no adoptar
las medidas tendientes a impedir la internación de pacientes o disponer su traslado”.
(CNCiv., Sala C, 27/05/99, Recurso Nro. C259055, “Ceballos, Diego Alejandro c/Clínica
Saint Emilien s/Daños y perjuicios”).

Espectáculos públicos
- "El artículo 51 de la ley 24.192 estableció un régimen especial de responsabilidad civil.
Dicho régimen claramente consagra la responsabilidad de las entidades o asociaciones
participantes de un espectáculo deportivo, con fundamento en el factor de atribución
19
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
objetivo derivado de una actividad riesgosa." La especialidad del régimen de
responsabilidad civil que lo distingue del régimen ordinario finca en una mayor restricción
en la inexcusabilidad de la responsabilidad, para asegurar una mayor protección a la
víctima. La disposición que ahora comentamos (art. 51 L. 24.192) no admite como causal
de exoneración a la culpa del tercero por quien no se debe responder, que acepta el
régimen común (artículo 1.113 C. Civ.). Ha sostenido asimismo la Corte Suprema que
la reiteración de conflictos entre los "hinchas" y "barras bravas" de los clubes
participantes de justas deportivas, no permite considerar estas situaciones como
hipótesis de caso fortuito, máxime cuando son las conductas desplegadas por aquéllos
las que habitualmente causan los daños que los legisladores quisieron evitar mediante la
sanción de la ley." (TSJ Córdoba, Sala Penal, 30/05/2003, “Mercevich, Jorge Antonio
p.s.a. homicidio calificado s/Recurso de Casación”, El Dial: AA1A31).
- “Los empresarios o promotores de espectáculos están obligados por un deber legal de
garantía o seguridad respecto de la indemnidad de los espectadores mientras asisten y
permanecen en el lugar, antes, durante y hasta después de la finalización del evento. Ello
configura en circunstancias como la de autos una obligación de resultado, que impone al
organizador una responsabilidad objetiva, la cual sólo puede excusarse por la prueba de
la culpa exclusiva de la víctima, o de un tercero o por un caso fortuito... Dada la
previsibilidad de la presencia de personas violentas a espectáculos que convocan
multitudes y la posibilidad de evitar los hechos causantes de los daños mediante la
organización adecuada, corresponde concluir que no se presenta el supuesto de caso
fortuito o fuerza mayor como eximente de responsabilidad”. (CNCiv., Sala I, 27/03/2001,
“G., C.A., c/Responsable de Terremoto y otro s/Daños y Perjuicios”, RRCyS, Año III, Nro.
4, pág. 111).
- “El factor de atribución legal de la responsabilidad es de carácter objetivo, por violación
de la obligación de seguridad, cuando la entidad demandada contrae esa responsabilidad
en calidad de participante del espectáculo deportivo, en tanto dueña del estadio donde se
realizó, debe pues resarcir al espectador damnificado, sin que importe su causa
inmediata y aunque demuestre que no incurrió en culpa, restringiéndose la causal de
exención a la llamada "culpa" de la víctima, además de los supuestos de caso fortuito o
fuerza mayor externo a la actividad”. (CCiv. Com. San Martín, Sala 2ª,
15/03/2001,"González, Javier Alejandro c/ Club Atlético Chacarita Juniors s/Daños y
perjuicios", El Dial: W14D19).
- “No resulta inconveniente que la ley disponga esa obligación de garantía a cargo de
aquellos que se benefician económicamente de la organización y participación en
espectáculos deportivos, a fin de que seleccionen correlativamente las mínimas medidas
de seguridad para mantener incólumes a los espectadores, más aun cuando los
perjuicios causados por la asunción de dicha responsabilidad pueden ser sorteados por la
contratación de seguros o menguados -en todo o n parte- mediante la promoción de
acciones de reintegro contra los codeudores solidarios, conforme al grado de
responsabilidad en que hubiesen incurrido (Art. 33 de la ley 23184, in fine). Los reiterados
conflictos y disputas entre los "hinchas" y "barras bravas" de los clubes participantes de
justas deportivas, no pueden considerarse en la actualidad como una hipótesis del caso
fortuito previsto en el ordenamiento substancial, máxime cuando son las conductas
desplegadas por aquéllos las que habitualmente causan los daños que los legisladores
quisieron evitar mediante la sanción de la ley impugnada”. (CSJN, 24/03/94, “Di Prisco
Rosana Miriam Edith c/Club Gimnasia y Esgrima de La Plata s/Daños y Perjuicios”, LL,
1994-D-426).

Contrato de Enseñanza
- "Cabe partir de la idea de que la obligación tácita de seguridad ínsita en el contrato de
enseñanza es una obligación de resultados, por tanto no es dable exigir a la parte actora
la prueba de la culpa. Simplemente, acreditado el incumplimiento de esa obligación, o
sea que el menor no regresó sano y salvo a su hogar, debe responder el deudor salvo
que demuestre que el daño se produjo por caso fortuito o por el hecho de la víctima o de
un tercero que no debe asumir. La responsabilidad de los maestros a cuyo cargo
inmediato se hallan los alumnos por la custodia de éstos, encuentra un mayor justificativo
en el caso del desplazamiento de estudiantes fuera del recinto donde extienden su
20
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
control las autoridades de la escuela. Teniendo en cuenta el concepto suministrado por el
Art. 514 del Código civil, necesario es concluir que la caída de un niño en un jardín de
infantes es el hecho más previsible que puede concebirse, como también lo es que una
caída de esas características pueda traer aparejadas consecuencias en la salud de la
criatura." (CNCiv., Sala H, 30/04/2002, Recurso Nro. 326757, “G. Irene c/Instituto San
Roberto Arzobispado de Buenos Aires y otros s/Cobro de Sumas de Dinero”).
- "La demandada se halla vinculada contractualmente al menor y a sus representantes
legales (en el caso, sus padres), al estipular con estos últimos en favor del primero, una
obligación principal consistente en brindarle a aquél los servicios de la colonia de
vacaciones; de esta manera, pues, se conforma una relación jurídica que es dable
asimilarla a la estipulación en favor de tercero. Además de ese compromiso específico
que adquiriera la institución demandada, o sea, la de brindar esparcimiento y recreación
adecuadas al menor, lo cierto es que dicha parte asumió también en forma simultánea e
implícita y anexa a aquella prestación principal, la obligación de preservar la integridad
física y moral del menor puesto a su cuidado. Así, no hay duda que la accionada asumió
durante la ejecución del contrato un deber de seguridad, por imperio del principio de la
buena fe consagrado por el art. 1198 del Código Civil. El daño ocasionado no pudo
producirse sino a raíz de una falta del deber de garantía (en el caso, se patentiza que
existió una vigilancia defectuosa cuando, en rigor, la edad del menor lesionado y la de los
restantes compañeros era sumamente corta (cinco años), lo cual exigía una atención más
activa. Aún cuando se acepte que un compañero del menor lesionado hubiese sido quién
ocasionó la caída del trailer, lo cierto es que aquél también se hallaba bajo la vigilancia y
supervisión de los dependientes de la institución demandada y, por tanto, reviste la
calidad de tercero "no ajeno", por el cual debe necesariamente responder." (CNCiv., Sala
F, 07/02/2000, Recurso Nro. 269231, “López Madelaire, Luis Alberto y otros c/Club de
Amigos Asoc. Civil s/Daños y perjuicios”, El Dial: AA3AE).
- “La invocación del “caso fortuito”, que se funda en el hecho de que el agresor estaba
armado, carece de sustento jurídico; ello así, porque el ingreso del delincuente al hotel
donde se hospedaban los alumnos no comportó un hecho inevitable. Hubiera bastado, al
efecto, con disponer una guardia apropiada y clausurar la puerta de acceso para que el
intruso no hubiese podido tener acceso a los pasillos internos y habitaciones del hotel.
Tampoco puede ser afirmado que la presencia de un delincuente no resultaba previsible,
pues ello significaría negar la realidad del auge de la delincuencia que asola nuestro país.
El hecho, en definitiva, pudo ser previsto y evitado con personal de guardia o custodia
suficiente..” (CNCiv. y Com. Fed, Sala II, 12/10/95, Causa Nro. 14.909/94, “Moralejo,
Jorge Germán y otros c/Estado Nacional – Ministerio de Educación y Justicia s/Daños y
Perjuicios”, LL, ejemplar del 02/10/97, pág. 7).

Contrato de Peaje49
- "Demostrado que el usuario sufrió un perjuicio, emergerá en contra del concesionario como sucede en todo supuesto de responsabilidad objetiva- una presunción de
responsabilidad, para desvirtuar la cual, en el caso de daños provocados por animales
sueltos en la ruta, deberá probar que le ha resultado imposible prever o evitar el perjuicio,
o que previsto no ha podido evitarlo no obstante haber realizado un adecuado control de
los alambrados linderos al camino, una prolija inspección visual, etc." (Disidencia del Dr.
Adolfo Vázquez en CSJN, 21/05/2002, “Ramírez, Ramón Aníbal c/Virgen de Itatí
Concesionario de Obras Viales S.A.”).
- “Es responsable el concesionario de ruta por peaje por el daño sufrido por un
automovilista debido a la inundación de la autopista que provocó la detención del motor
49
Debemos aclarar que los fallos que se transcriben bajo este título contradicen la doctrina mayoritaria
sustentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los fallos “Colavita, Salvador y otro c/Pcia. de
Buenos Aires y otros s/Daños y Perjuicios” del 07/03/2000, “Ramírez, Ramón Aníbal c/Virgen de Itatí
Concesionario de obras viales S.A. s/Recurso de Hecho” del 21/05/2002, y “Expreso Hada S.R.L. c/Pcia. de
San Luis y otros s/Cobro de Pesos” del 28/05/2002, en los cuales se determinó que la eventual
responsabilidad del concesionario no puede extenderse más allá de las obligaciones inherentes al estado de la
ruta misma, por lo cual la existencia de animales sueltos en la cinta asfáltica es responsabilidad del propietario
de los mismos.
21
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
del rodado, el que quedó trabado en una zanja –en el caso, fue arrastrado
presumiblemente por las olas que generó el paso de camiones de gran porte-, pues el
sector en que acaeció el hecho carecía de guardrail que impidiera la caída de algún
vehículo por cualquier causa.... Para aceptar la existencia de caso fortuito eximente de
responsabilidad del concesionario de ruta por peaje, no basta con invocar que el
accidente –en el caso, el rodado del actor fue arrastrado hacia una zanja- ocurrió por una
inundación producida por una tormenta en la que la caída de agua fue superior al
promedio común en la zona, sino que además debe acreditarse que fue muy superior a
las normales y que se produjeron estragos generales imposibles de superar con una
previsión corriente” . (CNCiv., Sala C, 17/05/2002, “Giordani, Jorge S. c/Autopistas
Urbanas S.A. s/Daños y Perjuicios”, RRCyS, Año IV, Nro. 6, pág. 65).
- “El cumplimiento de las obligaciones contractuales asumidas por la
concesionaria debe serlo con la diligencia y pericia propias que requiere la relación
contractual que les da fuente y, en caso de daño, solo podrá eximirse la concesionaria
demostrando que la causa no deriva del incumplimiento de las obligaciones a su cargo
sino del hecho de un tercero o por caso fortuito, que hubiera irrumpido en el nexo de
causalidad adecuada... La presencia de animales en la ruta, por lo frecuente, no es un
hecho imprevisible para la concesionaria
y por lo tanto no puede considerarse el
supuesto de hecho subsumido en la norma que contempla el artículo 514 del Código
Civil. Por el contrario, demuestra el incumplimiento de la obligación a cargo de la
concesionaria de suprimir las causas que originen molestias, inconvenientes o
peligrosidad para los usuarios del camino”. (CCiv. y Com. 2ª La Plata, Sala 2ª,
28/08/2001, “Regis, Laura Elizabeth c/Alem, Raúl Oscar y otro s/Daños y perjuicios”, El
Dial: W146A6).
- "Importante doctrina vernácula considera que, en casos como el de autos, resulta
operativa una "obligación tacita de seguridad" impuesta en cabeza del concesionario por
imperio del principio general de buena fe emanado del art. 1198 Código Civil: la
concesionaria debe garantizar al usuario que no sufrirá daño alguno con motivo de la
circulación por el corredor. Siendo esta obligación de resultado, el concesionario sólo se
eximirá de responsabilidad probando la causa ajena (caso fortuito en sentido amplio)...”
(CNCiv., Sala D, 08/10/99, “Di Gregorio Roque Vitale A. y otro c/De Godos, Julio A. y
otros s/Daños y perjuicios” y sus acumulados “Di Gregorio Lolita c/De Godos Julio A. y
otro s/Sumario” y “Di Gregorio Marcela J. c/De Godos, Julio A. y otro s/Sumario”, El Dial:
AA28F).

Otros contratos
- “El robo a mano armada no puede ser asimilado, por sí solo, al caso fortuito, sino que
es preciso analizar las medidas de vigilancia adoptadas por el garajista en previsión del
posible hecho. El dueño de un garaje, explotado en forma comercial, tiene la obligación,
amén de contar con un seguro, de prever los casos más comunes de amenaza y que el
robo a mano armada, en los tiempos que corren, no puede ser considerado como un
acontecimiento imprevisible, salvo que el propietario pruebe haber adoptado medidas de
custodia y seguridad idóneas para prevenir el suceso. Como es también caso fortuito el
que, aunque previsto no ha podido evitarse (art. 513, Cód Civil), tal inevitabilidad queda
referida a los medios empleados para impedir o resistir la agresión. En caso de no
haberse previsto medios idóneos por parte del dueño de un garaje (vigilancia suficiente,
cerramientos, etc.)el ingreso de extraños y el robo a mano armada de un vehículo quedan
en el ámbito de hechos que por ser previsibles debieron evitarse y que generan
responsabilidad derivada de la propia culpa del garajista (arg. art. 2203 de Código Civil)”.
(CNCiv., Sala F, 26/03/03, “Bentivenga, Miguel Angel c/Schirripa, Nicolás s/Daños y
Perjuicios”).
- "La obligación de seguridad por parte del local debe garantizar no sólo que lo que el
cliente consuma no le provoque ningún daño sino además velar por su integridad física
mientras dure su permanencia allí... En relación a la "culpa de un tercero por quien la
empresa no es civilmente responsable" - alegada por la accionada al contestar demanda
- como eximente del deber de reparar el daño, es dable resaltar que en la responsabilidad
objetiva, el daño no puede producirse dentro del ámbito de incumbencias de la empresa,
a efectos de aducirse útilmente una causa ajena. Y debido a que la mujer, agente directa
22
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
del perjuicio, se encontraba desplazándose por el local de Mc. Donalds, está muy claro
que ella no es tercera por quien no se deba responder. Asimismo, el "hecho de un
tercero" debe revestir los caracteres propios del caso fortuito, esto es la imprevisibilidad y
la inevitabilidad” (CNCiv., Sala D, 11/03/2003, “H.M.D.F. y otros c/Arcos Dorados S.A. Mc
Donald´s s/Daños y Perjuicios”, RRCyS, Año V, Nro. 4, pág. 82).
- "Toda vez que la mediación inmobiliaria es una actividad lucrativa en forma de empresa,
ello crea un deber de adoptar medidas de seguridad destinadas a evitar perjuicios a sus
dependientes y clientes. De ahí que, la responsabilidad de la empresa inmobiliaria por la
sustracción de elementos en su local, aún en ocasión de robo a mano armada, surge si
ésta no extremó todos los recaudos de seguridad y control necesarios para evitar el
ingreso de personas extrañas y resistir con personal especial las posibilidades de un
robo, excluyendo así la posibilidad del caso fortuito”. (CNCiv., Sala D, 12/06/2001,
Recurso Nro. D130439, “Finardi, Alberto c/D`Odorico Propiedades SRL s/Cobro de
Sumas de Dinero”).
VI - COLOFON. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS
Luego de haber examinado una importante cantidad de fallos
jurisprudenciales respecto a la forma en que es concebido el caso fortuito como
eximente de responsabilidad frente a las obligaciones de seguridad, podemos
concluir que uno de los grandes inconvenientes que presenta el instituto es el
referido a su configuración, ya que hemos apreciado que en la mayoría de los
casos los tribunales han negado estar en presencia de eventos fortuitos.
A priori, y como modo de introducir nuestras conclusiones,
creemos importante destacar que cuando un hecho se convierte en inevitable
para el deudor, el análisis debe desembocar en otro instituto jurídico, mucho más
amplio que el caso fortuito: la imposibilidad de pago (cfr. arts. 88850 y ss. del
Código Civil). Y ello resulta ser así, según nuestro punto de vista, porque nadie
está obligado a realizar lo que resulta física o legalmente imposible. Por ende, no
dudamos en afirmar que la imposibilidad sobrevenida a raíz del evento fortuito
marcará el límite de la responsabilidad del deudor al extinguir la relación
obligacional.
Es así que cuando la prestación se torna absoluta y
objetivamente imposible, ello provoca la liberación del solvens, puesto que esa
imposibilidad sobreviniente extingue el objeto de la obligación; claro está que para
que ello ocurra, dicha imposibilidad fáctica o jurídica (elemento objetivo) no debe
haber sido ocasionada por culpa del deudor (elemento subjetivo), y además, el
deudor no debe haber pactado previamente la asunción de los riesgos
provocados aún por caso fortuito (cfr. art. 889 CC).
En cuanto a la configuración del caso fortuito, ninguna duda
nos asiste respecto a que el mismo constituye una eximente de incumplimiento de
la obligación por la imposibilidad sobrevenida. Pero para ello resulta esencial la
23
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
prueba del mismo, cuestión que –como surge de los fallos analizados- se aprecia
con criterio muy restrictivo. Es así que pesará sobre el deudor la carga probatoria
del evento fortuito, debiendo demostrar la causa que ocasionó la imposibilidad
(que, como veremos seguidamente, no será la “ausencia de culpa” del deudor
como erróneamente creían algunos autores franceses como TUNC y ESMEIN);
caso contrario, en todas aquellas situaciones en las cuales la causa permanezca
desconocida,
el
mismo
no
se
tendrá
por
acreditado
y subsistirá
su
responsabilidad.
Ahora bien, estimamos que frente a ello aparecen al menos
dos interrogantes: a) ¿alcanza para la acreditación del caso fortuito que el deudor
demuestre que ha empleado toda la diligencia exigida por la naturaleza de la
obligación para prever y evitar el evento dañoso (cfr. art. 512 CC)?; o bien, b) ¿es
necesario para probar el caso fortuito que el deudor demuestre que empleó una
diligencia superior a la media en la previsión y la eventual evitabilidad del suceso?
Por nuestra parte, consideramos que nada de ello resulta
suficiente y que la prueba el casus debe efectuarse atendiendo a parámetros
objetivos. Se nos ocurre que si el caso fortuito debe estar caracterizado por una
imposibilidad absoluta y objetiva, el hecho de que el deudor pruebe el haber
adoptado la debida diligencia a fin de impedir la ocurrencia del suceso (o incluso
una diligencia superior), probará en definitiva su inculpabilidad (que es el ámbito
al que atañe dicha diligencia) pero no la incausalidad (que es el plano en donde
surte efectos el caso fortuito). El casus, pues, no se ve identificado –como
erróneamente lo considera una parte de la doctrina que hemos mencionado
anteriormente- con la ausencia de culpa, sino que se verá configurado ante la
imposibilidad absoluta y objetiva de la prestación.
Además, el caso fortuito debe probarse a través de hechos
positivos (vgr. la existencia de una causa extraña no imputable que provocó la
imposibilidad de cumplimiento del deudor) y no a través de elementos negativos
(vgr. inexistencia de culpabilidad).
Ello da cuenta que no le bastará al deudor probar su ausencia
de culpa, puesto que en materia de obligaciones – y especialmente en los casos
de responsabilidad contractual objetiva (que resulta ser la regla general aplicable
a los casos de violaciones de los deberes de seguridad)-, la falta de culpabilidad
resulta inútil para poder alegar el caso fortuito, puesto que aún cuando el solvens
logre acreditar que actuó con la debida diligencia según los parámetros del art.
512 CC, habrá demostrado su inculpabilidad pero no la fractura del nexo causal
que se produce ante la ocurrencia del evento fortuito.. Ello así puesto que, tal
como lo analizamos precedentemente, de la acreditación de la ausencia de culpa
50
Art. 888: “La obligación se extingue cuando la prestación que forma la materia de ella, viene a ser física o
legalmente imposible sin culpa del deudor”.
24
“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
no puede presumirse la falta de relación causal entre el incumplimiento y la
conducta del deudor. Sólo ante la acreditación del caso fortuito, generador de la
imposibilidad de pago, el deudor se verá liberado de cumplir con la prestación
prometida por haberse extinguido la obligación que le ha dado nacimiento.
De conformidad con lo hasta aquí expuesto, cabe poner de
resalto que en todas las obligaciones, y sobre todo en aquellas generadoras de
responsabilidad contractual objetiva (y especialmente ante el incumplimiento de
las obligaciones de seguridad) el límite de la responsabilidad del deudor estará
dado por la configuración del caso fortuito (que provoca la imposibilidad de la
prestación)51 y no por la prueba de que ha adoptado una diligencia media o
superior tendiente a la evitación del suceso.
Pensamos, pues, que en la responsabilidad contractual
objetiva, el recaudo principal que deberá acreditarse es que el evento dañoso (al
que pretende calificarse como caso fortuito) es extraño a la actividad propia del
contrato, o bien a lo que EXNER llamaba “círculo industrial”52. En tal caso,
además de la exterioridad del hecho impeditivo resultará necesario acreditar la
causa extraña del mismo, es decir, que sea de un origen ajeno al círculo de
actividad del deudor y vedado de cualquier tipo de conexión con la misma.
La doctrina moderna, entre los que cabe citar a ALPA y
TRIMARCHI
53
en Italia, a STARCK en Francia y a BUERES54 en nuestro país, no
ha hesitado en aplicar a la cuestión que nos involucra –sobre todo cuando los
51
En este sentido: Bueres, Alberto J., “La buena fe y la imposibilidad de pago en la responsabilidad
contractual”, ob. cit., pág. 165. A su vez, afirma este ilustre profesor –concordando con el pensamiento de
Jordano Fraga- que “en las obligaciones de medios, ... si el deudor no satisfizo la prestación en absoluto, si lo
hizo parcialmente o se encuentra incurso en mora, no hay responsabilidad si prueba el casus. La diligencia
prestable en estos supuestos no es relevante, dado que el deudor debe desplegar su comportamiento para
lograr un fin (a pesar de la aleatoriedad de éste). En resumidas cuentas, se aplican los mismos principios que
en las obligaciones de resultado, puesto que estas perturbaciones al plan de prestación no tienen un régimen
diferente...” (pág. 167). Destaca también posteriormente que en las obligaciones de medios la culpa sólo es
elemento o extremo del incumplimiento (el actuar diligente es pago), puesto que “la ausencia de culpa no es
límite de responsabilidad, dado que si ella se demuestra hay pago y no incumplimiento que haya que limitar”
(pág. 167). El límite de la responsabilidad, por ende, estará dado –también en esta hipótesis- por el casus.
52
Este punto de vista que es recogido casi unánimente en nuestra jurisprudencia, tal como lo hemos visto, es
el que ha sostenido el profesor austríaco Adolfo Exner en su obra “De la fuerza mayor en el derecho mercantil
romano y actual” (traducción del alemán de Emilio Miñana y Villagrasa, Ed. Librería General de Victoriano
Suárez, Madrid, 1905, págs. 134/175), en donde –además de distinguir al caso fortuito de la fuerza mayorexplicaba que para que pueda configurarse la fuerza mayor, el evento dañoso debía originarse fuera del
ámbito de la empresa y ser extraño a las actividades del deudor (“lo que ha tenido su origen dentro de la
empresa, no libera al deudor, aunque no haya mediado culpa suya”). Exner manifestaba que la empresa
siempre respondería por los sucesos pertenecientes a su “círculo industrial”, destacando que éste círculo
“coincide con el perímetro de sus medios industriales, en el sentido más lato; por tanto comprende todos los
espacios y objetos que se hecho se empleen para realizar los trabajos de esta empresa industrial, con
inclusión de la subempresa que quizá le esté anexa. Pero en especial se debe comprender... todo el personal
de la empresa... que está de servicio” (ob. cit., págs. 140/141).
Ver también en este sentido: Starck, Boris, “Droit Civil. Obligations. Contrat et quasi-contrat. Régime
général”, Vol. 2, ob. cit., pág. 499, nro. 1424: “A l´égard des “obligations de résultat”, les conditions
constitutives de la force majeure sont appréciées avec la même rigueur qu´en matière délictuelle dans le
domaine de la responsabilité “objective” (art. 1384. al 1er., ou tout text analogue). Au contraire, si
l´obligation n´est que de “moyens”, le débiteur n´est responsable que de ses fautes. En principe, c´est au
créancier qu´il incombe de prouver la faute du débiteur; dan certains cas, on l´a vu, cette faute est
présumée”.
53
Trimarchi, Pietro, “Rischio e responsabilità oggetiva”, Giuffrè, Milano, 1961, pág. 57 y ss.
54
Bueres, Alberto J., “El fundamento de la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente”, en
“Revista de Derecho de Daños”, 2003-1 “Responsabilidad del principal”, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, págs.
19 y 31, especialmente.
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“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
deudores del deber de seguridad no son personas físicas-, la teoría del riesgo de
empresa. A través de ella, todos los daños inevitables causados durante el
desarrollo de la actividad empresarial (vgr. compañías de transporte, entidades
médico asistenciales, entidades organizadoras de espectáculos públicos,
concesionarios de peajes de rutas y autopistas, etc.) son puestos a cargo de la
empresa, puesto que se considera que ella se encuentra en una mejor posición
respecto de la víctima a fin de absorber patrimonialmente el daño, así como
también posee la posibilidad de trasladar los eventuales riesgos de actividad al
seguro que contrate al efecto. Como bien lo ha referido el profesor BUERES55,
ello provocará en el empresario un incentivo a efectos de no subestimar los
riesgos que corren los terceros a raíz de la actividad empresarial, ya que de serle
sólo exigido un máximo de diligencia en la prevención y en la inevitabilidad de los
riesgos, el mismo seguramente desarrollaría sus actividades desdeñando las
posibles consecuencias dañosas hacia otras personas.
En la mayoría de los casos que hemos visto, pudimos advertir
situaciones dañosas que –aún cuando parecieran a priori ser extrañas al deudor
de la obligación e inevitables por él (vgr. proyectiles arrojados desde el exterior al
transporte público de pasajeros, casos de robo por piratas del asfalto, robos a
mano armada en locales comerciales o inmobiliarias, etcétera)- los jueces han
entendido que son riesgos propios, internos y previsibles de las actividades
desarrolladas por los deudores.
Creemos apreciar, entonces, a raíz del análisis doctrinario y
jurisprudencial que hemos efectuado, que existe un “sector o círculo de riesgo” en
donde todos los daños producidos a raíz de eventos “internos” y propios de
actividades desarrolladas por las empresas (que es lo que demarcará, en
definitiva, los confines de dicho sector), provoca que sean los empresarios
quienes absorban los daños, y no las víctimas. En razón de ello, advertimos que
en la responsabilidad contractual objetiva ante tales supuestos –y mucho más aún
cuando se incumplen obligaciones de seguridad- la diligencia empleada por el
deudor a fin de prever y evitar el daño no es considerada para analizar la
configuración del caso fortuito. El único parámetro a considerar para la
conformación del casus será “la causa extraña” a la actividad desarrollada por el
deudor.
Es decir que cuando un acontecimiento dañoso constituye una
concreción del riesgo generado por una actividad empresarial, el titular de la
fuente de riesgo no se verá exonerado de responsabilidad probando tan solo que
el evento era inevitable e imprevisible aún para el empresario más diligente y
55
Bueres, Alberto J., “El fundamento de la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente”, ob.
cit., pág. 31.
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“El caso fortuito como eximente...”
Carlos Alberto CALVO COSTA
cauteloso, sino que –por el contrario- deberá acreditar la ajenidad del suceso al
ámbito interno de sus actividades.
Por nuestra parte, estimamos que el límite que distingue la
“causa interna” de la “causa extraña”, así como también el que distingue el ámbito
de incumbencia de la empresa del que no lo es, deberá quedar relegado a la
discreción judicial ante cada caso en concreto. También quedará en los
magistrados, el decidir en cada situación concreta cuándo un evento provoca una
mera dificultad (difficultas praestandi) y cuándo una imposibilidad efectiva: el
establecimiento de la línea demarcatoria entre ambas es una cuestión que no
resulta ser pacífica en la doctrina56, por lo cual resulta difícil esbozar una
conclusión sobre ello en abstracto.
Todas estas circunstancias, estimamos, son las que nos ha
reflejado la jurisprudencia que hemos transcrito anteriormente. Consideramos que
se puede concluir que nuestro sistema jurídico ha adoptado una concepción
objetiva del caso fortuito, a raíz de la cual el deudor quedará liberado cuando el
evento ha provocado una imposibilidad de cumplimiento absoluta y objetiva de la
prestación, sin que el acaecimiento del mismo pueda ser imputable al deudor.
Exponemos pues, sintéticamente y a modo de colofón, las
consideraciones conclusivas que pueden extraerse de este trabajo:
1) El casus se configura ante la imposibilidad absoluta y objetiva de la
prestación, más no ante la ausencia de culpa del deudor de la obligación.
2) En todas las obligaciones, y especialmente en aquellas en que el deudor
se ha comprometido al cumplimiento de un deber de seguridad, el límite de
su responsabilidad estará dado por la configuración del caso fortuito y no
por haber probado éste la adopción de una diligencia media o superior
tendiente a la evitación del suceso.
3) En los casos de responsabilidad contractual objetiva, el recaudo principal
que deberá acreditarse para la configuración del caso fortuito, es que el
evento dañoso acaecido ha sido extraño a la actividad propia del contrato.
4) En las obligaciones de seguridad comprometidas en el ámbito de una
actividad empresarial, estimamos que existe un “sector o círculo de riesgo”
en donde todos los daños producidos a raíz de eventos “internos” y propios
de actividades desarrolladas por las empresas (que es lo que demarcará,
en definitiva, los confines de dicho sector), provoca que sean los
empresarios quienes absorban los daños, y no las víctimas. En
consecuencia, la diligencia empleada por el deudor a fin de prever y evitar
el daño no es considerada para analizar la configuración del caso fortuito;
56
Para un mejor análisis de este planteo, ver Bueres, Alberto J., “La buena fe y la imposibilidad de pago en la
responsabilidad contractual”, ob. cit., págs. 168 y ss, especialmente.
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el único parámetro a considerar para la conformación del casus será “la
causa extraña” a la actividad desarrollada por el deudor.
5) El límite que distingue la “causa interna” de la “causa extraña”, así como
también el que distingue el ámbito de incumbencia de la empresa del que
no lo es, deberá quedar relegado a la discreción judicial ante cada caso en
concreto.
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