8 Primera parte Capítulo 1º La Provincia de San Juan – Referencias

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D I R E C C I O N D E M I N E R I A D E S A N J U A N - Adaptado de: I m p a c t o d e l o s M e g a p r o y e c t o s m i n e r o s d e l V a l l e d e l C u r a
(Elaborado por: María Cristina Krause Yornet y Emilio Pósleman
Primera parte
- Coordinador: Alfredo Ventura Collado)
- Capítulo 1º - La Provincia de San Juan – Referencias Históricas y geográficas-
Primera parte
Capítulo 1º
La Provincia de San Juan – Referencias Históricas y geográficas
I. Descripción Geográfica
La provincia de San Juan está ubicada en el centro – oeste de la República Argentina,
precisamente entre los meridianos de 70º 35’ W y 66º 40’ W y los paralelos de 32º 40’ S y 28º 10’
S de latitud. Limita al norte con la provincia de La Rioja, al sur con la provincia de Mendoza y San
Luis, al este con La Rioja y parte de San Luis y al oeste con la República de Chile.
San Juan tiene una superficie de 92.789 Km 2 , 548.504 habitantes 2 y una densidad de 5,9
hab./Km. 2 .
I
Desde el punto de vista geomorfológico, como se advierte en el mapa 1, en la provincia se
distinguen:
a) Elementos positivos: Cordillera Principal, Cordillera Frontal, Precordillera y Sierras
Pampeanas
b) Elementos negativos: Valles Intermontanos.
En el Oeste, y configurando el límite con la República de Chile, se levanta parte de la imponente
Cordillera de los Andes integrada por dos cordones: el Cordón Oriental o Cordillera Frontal un
macizo antiguo rejuvenecido en el terciario y conformado principalmente por rocas paleozoicas,
donde se encuentran numerosos pasos como el de Chollay a 4.400 metros sobre el nivel del mar,
Las Tórtolas a 4.810 metros; del Agua Negra a 4.760 metros; de los Teatinos a 3.496 metros,
entre otros y cerros importantes como Las Tórtolas a 6.323 metros de altura.
La Cordillera Occidental o del Geosinclinal, es de un origen geológico más antiguo conformada por
sedimentos continentales y marinos elevados en el terciario, se presenta como una serie de
macizos que no guardan dirección definida, donde se destaca el Cº Mercedario de 6.770 metros,
la altura máxima de la provincia. Al igual que la Frontal, fue afectada por las glaciaciones
cuaternarias.
La actividad sísmica en la provincia se evidencia a través de numerosos
movimientos; los más recordados son el producido el 15 de enero de 1944, que destruyó la ciudad
de San Juan, y el del 23 de noviembre de 1977, que asoló la zona más productiva del Valle de
Tulum.
Hacia el Este y separada de las formaciones anteriores por una serie de valles longitudinales
originados por movimientos tectónicos, como Iglesia, Rodeo, Calingasta y Barreal; se encuentra la
formación precordillerana, producto de la orogenia varísica, constituida por cordones montañosos
paralelos entre sí, con una dirección Norte – Sur, separados por angostos valles longitudinales. Se
destacan las sierras del Volcán, Tigre, Invernada, de Villicum, Alta de Zonda y del Totoral.
Separada por una serie de planicies de la Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza, existe
una cubeta cubierta por sedimentación cuartaria, donde se levantan en el oriente las Sierras
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Instituto de Investigación Económica y Estadística –IIEE. 1.999.
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Pampeanas, plegadas en la era paleozoica, representadas por las sierras del Valle Fértil, de la
Huerta y Pie de Palo. Las condiciones del relieve determinan que la provincia tenga un clima árido
de montaña al Oeste, y en el resto presente un clima árido de planicies y sierras. Los factores más
relevantes del clima de San Juan, que favorecen la aridez, son la situación geográfica continental,
alejada del Océano Atlántico y la disposición meridional de los relieves impuestos como la
cordillera de los Andes, que constituyen una barrera impidiendo el paso de los vientos
provenientes del Pacífico.
San Juan posee bajos valores de precipitaciones que no superan los 100 mm anuales, una
marcada amplitud térmica y elevadas temperaturas estivales. En las altas cumbres se producen
fuertes nevadas invernales, que alimentan en primavera, los cursos de agua de la provincia.
Los vientos que dejan sentir su influencia son los de los cuadrantes Este, Noreste, Sudeste, cuyas
direcciones se hallan modificadas por la disposición de los cordones montañosos, y el viento
Zonda, cálido proveniente del Oeste, que luego de atravesar la cordillera llega completamente
seco, soplando hasta 100 km/hora, causando a veces pérdida de cosechas e incendios en los
campos. También suelen presentarse los vientos del Sur, que producen heladas rigurosas.
Numerosos ríos bajan de la región cordillerana, formando parte de la cuenca del Desaguadero.
Este se alimenta por los deshielos, aumentando su caudal en primavera y verano. Se destaca el
río San Juan, formado por los río Castaño Viejo y de los Patos; es el de mayor caudal de esta
cuenca y después de recoger las aguas de un frente cordillerano, atraviesa la provincia de Oeste
a Este, hasta alcanzar el área de las lagunas de Guanacache. En su curso se destacan el dique
nivelador José Ignacio de la Roza y el dique de embalse “Ullum” que posee un espejo de agua
de 3.200 hectáreas y abastece de agua y energía eléctrica a una extensa zona de la provincia.
El sector Norte sanjuanino está recorrido por el río Jáchal, cuyas aguas también son aprovechadas
para el riego, destacándose el dique de embalse “Cuesta del Viento”. Este río se origina en el río
la Palca, en su confluencia con el río Blanco a unos 2.100 metros sobre el nivel del mar, nace en
Catamarca con el nombre de Río Salado. Ingresa a la provincia por el norte de Iglesia como Río
Blanco, recibiendo en su recorrido los aportes hídricos del río La Palca y San Guillermo, entre
otros, e infinidad de arroyos de altura de la localidad de Rodeo. Sus aguas confluyen en épocas de
crecidas en el Río Bermejo, el cual viene de recorrer el valle homónimo con un caudal pobrísimo
en forma temporaria, estableciendo parte del límite entre San Juan y San Luis.
Al llegar a la zona deprimida donde se ubicaban las lagunas de Guanacache, ahora convertidas en
una zona de bañados, continúa con el nombre de Desaguadero. (Ver Mapa 2: Ríos y Oasis)
La distribución de plantas y animales no está librada al azar, constituye un elemento vital de la
biosfera, y está relacionado con las actividades antropógenas y las interacciones de causa y efecto
que como consecuencia se produce.
Predomina una estepa arbustiva xerófila pobre y muy degradada por la mano del hombre como el
espinillo, retamo, jarilla, brea y chañar entre otros. Los árboles autóctonos no están muy
difundidos solamente se encuentran algarrobos en el este de la provincia. Se puede realizar una
diferenciación de la vegetación de acuerdo a pisos altitudinales.
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Dada la escasa cobertura vegetal, la población faunística se caracteriza por su pobreza, ya que no
encuentra el alimento abundante que permita su multiplicación.
La variedad faunística se ve restringida en la zona montañosa por la altura, se encuentran
básicamente camélidos como llama, vicuña, guanacos, también zorros y aves como el águila y el
cóndor.
En el resto de la provincia viven vizcachas, cuyes, ratas, tuco-tucos, nutrias, pumas, hurones y
gatos monteses entre otros.
Los oasis de la provincia de San Juan se caracterizan por ocupar una escasa superficie, pero en
ellos se concentra la mayor cantidad de población, y la generación de casi la totalidad del
producto bruto interno. Ello se debe principalmente a la disponibilidad del recurso hídrico que
permite el desarrollo del conjunto de la sociedad. Los principales oasis en orden jerárquico son:
Tulum-Ullum-Zonda, que en conjunto cubren aproximadamente 100.000 hectáreas, le sigue el
oasis de Jáchal-Huaco u oasis jachallero, para finalmente situarse los del valle longitudinal de
Iglesia, Calingasta y ya en las Sierras pampeanas los oasis puntuales de Valle Fértil.
II. REFERENCIAS HISTÓRICAS
El l poblamiento prehispánico de la ciudad de San Juan fue la cultura “Huarpe”, 3 cuyos restos
arqueológicos son difíciles de deslindar de culturas anteriores, consideradas antecedentes. La
población huarpe se extendía, a mediados del siglo XVI, en un área al pie de la Cordillera de Los
Andes. Estos valles recibieron el nombre aborigen de “Tucuma” o “Caria”, “Güentota” o “Cuyo” y
de “Uco/Jaurúa” que se corresponden con los actuales valles de los ríos San Juan, Mendoza y
Tunuyán, respectivamente. Estos valles posibilitaron la obtención de recursos económicos de
desarrollo natural o artificial. Esto se cumplía a través de cuatro actividades básicas: agricultura,
recolección, caza y ganadería. La concentración de población aborigen y la disponibilidad de
recursos definió las más importantes instalaciones hispanas en Cuyo que se concretaron con la
fundación de la ciudad de Mendoza en el valle de Güentota en 1.561, y la ciudad de San Juan de
la Frontera en el valle de Caria o Tucuma el 13 de junio de 1.562.
Las instalaciones indígenas se realizaban en una porción de territorio, designada “tierra” en las
fuentes, 4 que era a la vez lugar de asentamiento, de cultivo y de recolección. Dentro de cada
tierra, había pequeñas agrupaciones de viviendas y cada una albergaba a una familia y cada
caserío podía tener hasta treinta individuos. Estas agrupaciones estaban separadas unas de otras
por cuatro leguas, es decir 20 a 22km. Las tierras eran regadas por acequias que llevaban el
nombre de su cacique y estaban comunicadas entre sí por caminos. Las familias de cada
agrupación estaban relacionadas por vínculos parentales ya que, al casarse, el varón permanecía
con su grupo al que se adherían su mujer y sus hijos.
3
Gambier, Mariano. “Prehistoria de San Juan”. Ansilta Editora, 2ª ed. San Juan. 2.000.
4
Michieli, Catalina Teresa. “Los huarpes protohistóricos”. Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, FFHA, UNSJ. San
Juan. 1983.
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Al frente de cada grupo existía un jefe o cacique a través del cual los indios fueron encomendados
por los españoles. La tierra era propiedad del cacique y la titularidad de las mismas como el
cacicazgo era hereditaria. La producción de las tierras le pertenecía al cacique, en consecuencia la
poligamia y poliginia sororal se practicaba entre ellos debido a que el matrimonio se realizaba por
la compra de la mujer. La descendencia se contaba en forma bilateral y los lazos de parentesco
reconocidos eran los establecidos por consanguinid
Hablaban el idioma huarpe con dos dialectos: el allentiac y el millcayac. El primero correspondía a
San Juan de la Frontera. Creían en una deidad central, “Hunuc Huar”, que moraba en la cordillera
y a quien hacían ofrendas para conseguir los dones de vida y salud. Además creían en espíritus
representados por los fenómenos naturales como el sol, la luna, el lucero, el cerro, los ríos.
Practicaban la oniromancia o adivinación por los sueños propios y ajenos, y la ornitomancia o
adivinación por la interpretación del canto de las aves. Creían que después de la muerte el
hombre se trasladaba a vivir a la cordillera, morada de Hunuc Huar.
Las relaciones de los huarpes con otros grupos aborígenes nunca fueron hostiles, pero tuvieron
menos contactos con los grupos cacanes, conocidos como capayanes y yacampis que habitaban en
Jáchal y Valle Fértil respectivamente.
Su desaparición está ligada a la conquista española. La docilidad del pueblo huarpe motivó el
poblamiento español de la zona, con la finalidad de trasladarlos a trabajar a las ciudades chilenas
que carecían de mano de obra indígena debido a la rebelión de los aborígenes locales. Así,
Mendoza y San Juan fueron los sostenes de las ciudades chilenas de Santiago y La Serena. El
traslado fue masivo y esto ocasionó el despoblamiento indígena del valle central.
Los indígenas que se resistían a la transferencia huían hacia el complejo lagunero de Guanacache,
donde una serie de islas entre pantanos y lagunas permitía el ocultamiento efectivo y la
supervivencia por medio de recursos alimenticios propios de la zona. Así, a fines del siglo XVI,
aumentó la población huarpe en esta zona marginal.
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