LA MEJOR INVERSION

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LA MEJOR INVERSION
XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
CICLO B
- 17,30 Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y arrodillándose le
preguntó: Maestro bueno, ¿Qué debo hacer para heredar la Vida eterna?
- v. 18 Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.
- v. 19 Tu conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu
madre”- v. 20 El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi
juventud”.
- v. 21 Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que
tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
- v. 22 El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos
bienes.
- v. 23 Entonces Jesús, Mirando alrededor, dijo a sus discípulos “¡Que difícil será
para los ricos entrar en el Reino de Dios!”.
- v. 24 Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó
diciendo: “Hijos míos, ¡que difícil es entrar en el Reino de Dios!
- v. 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de de una aguja, que un rico entre
en el Reino de Dios”
- v. 26 Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros:
“Entonces, ¿Quién podrá salvarse?”.
- v. 27 Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para él todo es posible”.
- v. 28 Pedro le dijo: “Tu sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos
seguido”.
- v. 29 Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y
hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia
- v. 30 desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y
hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones y en el mundo futuro
recibirá la Vida eterna.
Mc. 10,17-30
Introducción:
Con la lectura del domingo anterior se iniciaba una serie de textos, incluidos en
el capítulo 10 del evangelio de Marcos, donde el autor ha reunido una serie de repuestas
de Jesús a inquietudes de la comunidad sobre la forma en que se debe vivir para lograr
la Vida eterna.
Después de haber oído las enseñanzas de Jesús sobre el divorcio, hoy el texto
presenta las instrucciones sobre la actitud que se debe tener ante las riquezas.
En el presente relato, conocido como el del “hombre rico”, se encuentran
claramente tres partes: la primera, los versículos 17-22 describen el encuentro de Jesús
con un hombre poseedor de muchos bienes; la siguiente, vv. 23-27 continúa una
reflexión sobre la riqueza; y por último, los vv. 28-30 partiendo de una pregunta de
Pedro, promete una gran “riqueza” para quienes dejen sus bienes e incluso a su familia,
por Él y su Evangelio.
Aportes para la Lectura:
- v. 17 Jesús y sus discípulos reiniciaron el camino que los llevaría a Jerusalén, cuando
con premura (“corrió hacia él”), se le acercó un hombre, quien lo saluda con un gesto de
profunda reverencia: se arrodilló ante él.
Lo llamó “Maestro bueno”, expresión no habitual en el judaísmo de aquella
época y que expresa su reconocimiento y su respeto por Jesús.
El hombre se esfuerza seriamente en hacer lo correcto, pero al mismo tiempo no
está del todo satisfecho. Quiere escuchar a Jesús: busca alguien que lo pueda orientar
con más exactitud y convicción para poder ingresar en la Vida eterna.
- v. 18 Jesús no acepta la expresión con la cual es llamado. No debe llamar “bueno” a
ningún maestro, porque “nadie es bueno, sino solo Dios” (recordando el mandamiento
principal: Dt 6,4; Mc 12,28-34). Un mandamiento que ilumina todos los demás, porque
solo Dios es fuente de salvación.
- v. 19 El hombre como buen judío que era, entendía que el camino para alcanzar la
vida eterna era la Ley. Por eso, Jesús, de manera semejante a como había procedido con
los fariseos (Mc.7,9-10), lo remite a los mandamientos de Dios y la Sagrada Escritura.
En esta oportunidad omite los tres primeros mandamientos que hacen referencia a Dios,
haciendo hincapié en los restantes relacionados con los deberes que se deben tener con
el prójimo.
- v. 20 El hombre era un judío practicante, desde su juventud había sido un fiel
cumplidor de lo establecido en la Ley. Hombre intachable, conforme a los valores de la
tradición judía, quiere alcanzar la salvación al modo israelita, cumpliendo con la Ley y
manteniendo, al mismo tiempo, sus riquezas, que eran consideradas como una gracia de
Dios.
- v. 21 Jesús captó que era sincero, por eso lo trató con simpatía, lo miró con cariño y le
propuso otro camino más exigente al invitarlo a desprenderse de todo y a seguirlo como
discípulo suyo.
- v. 22 El hombre escuchó las palabras exigentes de Jesús y se retiró triste y apenado.
Paradójicamente, ambas reacciones tienen por causa la riqueza. El texto especifica que
el hombre era un rico propietario. La riqueza fue un obstáculo que no le dejaba amar en
plenitud ni a Dios ni a los demás hombres.
Ante el rechazo a su invitación, Jesús no insiste ni dirige al rico ningún reproche,
respeta su decisión.
- v. 23 Jesús dirigiéndose a los discípulos, pone en relieve el obstáculo que constituía la
riqueza para entrar en el Reino. No les dijo que era imposible, sino difícil. No excluye
del todo la posibilidad de que un rico entre en el Reino de Dios, pero ésta será muy
limitada; la esclavitud de la riqueza es muy fuerte y para los ricos la opción es muy
difícil, por lo general se niegan a renunciar a la seguridad que da el dinero.
- v. 24 Las palabras de Jesús desconciertan a los discípulos, en el judaísmo se
consideraba a la riqueza como una señal de bendición de Dios. Por eso la afirmación de
Jesús es para ellos algo insólito e inesperado.
Jesús muestra su sentimiento hacia los discípulos cuando los llama usando la
expresión “Hijos míos”.
- v. 25 Jesús no “demoniza” la riqueza, no dice que sea mala, los bienes materiales no
son malos, solo que quién está acostumbrado a tenerlo todo, no se siente necesitado de
los demás ni de Dios y se cree autosuficiente. Por eso Jesús marca la dificultad que
tendrá un rico para entrar en el Reino de dios y esta dificultad la compara con el hecho
de “hacer pasar un camello por el ojo de una aguja”.
Diversas interpretaciones se le han dado a estas expresiones de Jesús. Algunos
autores la han interpretado diciendo que en vez de de camello se debe leer “hilo de
camello”. Otros pretendiendo amenguar el significado de la frase, atribuyen el “ojo de la
aguja” a una pequeña puerta de Jerusalén donde el camello con gran esfuerzo apenas
podía pasar, pero no existe ninguna evidencia de que haya existido en Jerusalén una
puerta que fuera llamada con ese nombre.
- v. 26 La afirmación de Jesús produce una gran impresión en los discípulos, que no se
explican su exigencia y se preguntan quién podía salvarse entonces, si la cosa era así.
- v. 27 Jesús pronuncia palabras de consuelo, presentando el poder de Dios como muy
superior a la debilidad humana. Para Dios todo es posible, solo se necesita tener fe y
descubrir que la salvación es una gracia de su misericordia.
- v. 28 Pedro se hace de nuevo representante y portavoz del grupo (“nosotros”), y
afirma que ellos han cumplido las condiciones que Jesús ha exigido al joven rico, es
decir, las condiciones necesarias para entrar en el Reino.
- v. 29-30 Jesús no respondió directamente a Pedro, sino que anunció un principio
válido para cualquier seguidor. A quienes dejen sus bienes, posesiones, incluso su
familia por él y por la propagación del mensaje, les promete el ciento por uno en este
mundo y luego en la vida eterna.
Aportes para la Meditación:
Al joven rico lo distingue el verbo “acumular”; acumular riqueza, prestigio,
cumplir los mandamientos. Jesús le propone pasarse al verbo “compartir”: compartir
una vida con El y compartir los bienes con los demás, sobre todo con los más pobres.
En nuestra vida ¿Qué es más importante, acumular como el joven rico o
compartir nuestra vida y nuestros bienes, como nos enseña Jesús?
¿Creemos muchas veces que hemos “cumplido”, porque vamos a misa, porque
ayudamos a alguien con un pedazo de pan, porque no matamos o no robamos?
Jesús a todos nosotros nos invita a seguirle. ¿Realmente le seguimos? ¿Vivimos
como él vivió? ¿Tenemos sus mismos sentimientos? ¿Somos capaces de dejar todo por
él?
¿Somos capaces de poner nuestra seguridad sólo en Jesús?
Modelo de Oración:
Señor:
Sabes que nuestro corazón
se aferra a cosas y personas
como si fueran su dios y salvador
Danos tu gracia
para que podamos despojarnos de ellas
y tener un corazón
disponible para tu Reino.
O bien: Himno LAUDES –Jueves II. “Señor tu me llamaste……”
Contemplación/Compromiso:
En el último paso de la Lectura Orante nos parece bueno recomendar que
dejemos unos cuantos minutos para contemplar todo lo que el Señor nos ha dicho con su
Palabra, lo que le hemos dicho a través de la oración, y sobre todo descubrir a qué nos
comprometemos, qué acción para transformar nuestro pequeño mundo realizaremos.
Siempre debe ser algo muy concreto y en coherencia con lo que el Señor nos pide en su
Palabra.
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