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REVISTA ÂMBITO JURÍDICO ®
¿Qui?deber?responder de los posibles da?en la salud de los consumidores derivados del consumo de alimentos derivados de OMG?
I. Introducción.[1]
Agradezco la invitación del Prof. Silveira Ramos para participar en el Seminario Virtual Sobre Temas actuales de Derecho Civil al que esperoaportar
unas reflexiones sobre algo que me preocupa desde hace tiempo: el derecho a la salud y la seguridad alimentaria, clave de muchos de los
problemas que los consumidores padecen inevitablemente y contagiar mi preocupación a los participantes.
Hasta ahora, la seguridad alimentaria en buena parte del planeta, se medía en términos de acceso a los alimentos, pero que en estos momentos,
dadas las crisis alimentarias sufridas y las aportaciones de la Biotecnología alimentaria, se piensa que los alimentos deben ser además sanos y
seguros.La FAO define la seguridad alimentaria como"la situación en que todas las personas en todo momento gozan de acceso físico y económico a
suficientes alimentos inocuos y nutritivos a fin de satisfacer las necesidades alimentarias y preferencias en cuanto a alimentos para llevar una vida
activa y sana". El World Watch Institute (WWI) presentó el pasado 12 de enero, simultáneamente en Washington y Barcelona su informe anual sobre
el estado del mundo, State of the World 2005, donde denuncia que las crecientes inversiones en materia de seguridad no se traducen en una mayor
sostenibilidad del planeta. El acceso a agua potable y la escasez de alimentos en grandes regiones del planeta continúan siendo motivo de una
inseguridad rampante, junto a la incorporación de nuevos alimentos de los que se desconoce su procedencia o técnicas de elaboración, por lo que
aconseja consumir los alimentos que viaje menos, los productos más cercanos y propios de cada región y estación del año, sobre los que el control
es siempre más fácil, pues el Informe demuestra que las personas que consumen productos de su tierra, ayudan al ahorro de energía, a la reducción
de gases de efecto invernadero y al control sanitario y de calidad de los productos consumidos. «Comer no es una opción política, sino una
necesidad», destaca el Informe, pero los consumidores «tenemos el derecho y la responsabilidad» de escoger cómo se elaboran y producen los
alimentos.
En este sentido, la incorporación de la Biotecnología en la alimentación mediante la inclusión de organismos modificados genéticamente (desde
ahora, OMG) con la promesa de conseguir más y mejores alimentos, no está siendo una cuestión pacífica en el mundo y mucho menos en los países
desarrollados[2], debido a un conjunto de variadas cuestiones que confluyen entre si, produciendo gran temor y desconfianza en los consumidores a
la hora de adquirirlos. Varios han sido los factores que han contribuido a esta situación: el tradicional rechazo a las innovaciones, el desconocimiento,
las campañas de recelo a sus consecuencias emprendidas por organizaciones no gubernamentales, la acumulación de poder en un conjunto muy
reducido de multinacionales biotecnológicas[3], la falta de información y divulgación, la propiedad intelectual de los descubrimientos biotecnológicos,
etc...
¿Cuáles son las claves de este controvertido proceso? Partiendo de que todos los organismos vivos están constituidos por conjuntos de genes y
las diferentes composiciones de estos conjuntos determinan las características de cada organismo; mediante la alteración de esta composición, los
científicos pueden cambiar las características de una planta o de un animal. El proceso consiste en la transferencia de un gen, responsable de una
determinada característica en un organismo, hacia otro organismo al que se la pretende incorporar. En este tipo de tecnología es posible transferir
genes de plantas, bacterias o virus, hacia otras plantas, y además combinar genes de plantas con plantas, de plantas con animales, o de animales
entre sí, superando por completo las barreras naturales entre especies. Se conocen vulgarmente como alimentos transgénicos[4] todos aquellos que
proceden de OMG directa o indirectamente, por incluirlos en su proceso productivo; ya sea a través de semillas, de productos alimentarios o
farmacéuticos. Son productos de una tecnología que rompe los límites naturales entre las especies y por lo tanto, crean dudas sobre su adecuación
en el medio ambiente y sus efectos en la salud humana e incluso sobre su necesidad en las dietas de los consumidores, interrogantes que no han
sido contestadas y mucho menos debatidas públicamente con la amplitud que merece la gravedad e irreversibilidad de los potenciales riesgos que
puede llegar a producir. Aunque la presencia de los transgénicos en los alimentos se limita a la soja y al maíz y sus derivados, que forman parte de
más del 60 por ciento de los alimentos transformados en almidón, proteínas, aceites y grasas vegetales, emulgentes (lecitina: E322), glicéridos
(E741), sorbitol (E420), entre otros, que se pueden encontrar en aceites, lácteos, chocolates, alimentos infantiles, refrescos en cualquiera de los
comercios de alimentación de muchos países. Además de la cadena alimenticia, los OGM también se introducen a través de los piensos compuestos
que se consumen en ganadería
La ingeniería genética, utilizada inicialmente por su alto coste para producir sustancias de usos farmacéutico modificando genéticamente
microorganismos, como la insulina; en posteriores desarrollos, se obtuvieron también enzimas para uso industrial, como la quimosina recombinante,
similar a la obtenida del cuajo de los estómagos de terneros jóvenes, utilizada en la elaboración del queso. Posteriormente se han obtenido también
vegetales y animales modificados genéticamente para mejorar sus propiedades y se habla ya de transgénicos de primera, segunda y tercera
generación
Su absoluta inocuidad no ha sido probada y según algunos estudios, pueden causar daños a la salud y al medio ambiente[5] En la salud se dice que
producen alergias, y resistencia a los antibióticos. En el medio ambiente que pueden originar contaminación genética irreversible[6] y eliminar
variedades endémicas o silvestres[7]. En lo comercial, que generan dependencia de los agricultores hacia las multinacionales. En el terreno ético,
que las patentes de los descubrimientos tecnológicos se apropian de un patrimonio natural que es de toda la humanidad. Por consiguiente se
incrementan los temores y la desconfianza acerca de la inocuidad y oportunidad de estos alimentos.
El área de mayor auge en la producción de alimentos transgénicos es la Biotecnología agrícola[8] que maneja principalmente la creación y cultivo de
plantas que permiten obtener rendimientos agronómicos más altos, con miras a mejorar la productividad en ciertos cultivos básicos como maíz, soja y
algodón. Los rasgos más manipulados en estos cultivos han sido hasta ahora la resistencia a insectos, la tolerancia a herbicidas y la resistencia a
enfermedades virales, lo que ha permitido evitar la aspersión de una cantidad considerable de toneladas de insecticidas y agroquímicos, o bien,
aplicar un cierto herbicida comercial que elimina a las malezas sin afectar el cultivo en cuestión.
¿Por qué este rechazo en Europa? Probablemente, el primer error haya sido no hacer participar a los consumidores y a otras partes interesadas en
el proceso de análisis de los riesgos, que deberían ser pública y pausadamente analizados. ¿Se sabe con certeza si los alimentos genéticamente
modificados con nutrientes esenciales agregados, realmente prevendrán las deficiencias nutricionales mejor que los métodos más simples de dar
estas vitaminas junto con vacunas? ¿Es realmente posible que la producción de estos alimentos puede llevar a un desarrollo sostenible? ¿Cuáles
son los efectos reales de las plantas MG sobre el medio ambiente? ¿Pueden estas plantas producir transferencia de genes incontrolada a las
tradicionales? Además de estos interrogantes, alguno sin respuesta, hay una cuestión definitiva para los consumidores europeos: un amplio sector
desconoce su existencia y otro, no percibe aún un beneficio claro para consumir estos productos, ya que no son más baratos ni mejores, por lo que
de entrada, los que han oído hablar de ellos, los rechazan[9] y ese rechazo tiene consecuencias económicas, mal asumidas en ciertos sectores.
La fuerte oposición del mercado europeo a los alimentos transgénicos ha forzado una disminución en el área cultivada en los EEUU, de 10 millones
de hectáreas sembradas en 1999 a 8 millones en 2000. La rápida liberalización del mercado en los EEUU de estos productos había provocado que
el mercado internacional de granos transgénicos se moviera en una proporción importante durante los últimos 4 años, donde no se segregaba el
grano transgénico del que no lo es y tampoco se identificaba, ya que en ese país no existían normas que lo exigieran. Además esta liberalización del
mercado de los transgénicos en tan corto tiempo trae como consecuencia el temor de que los productos futuros no sean examinados lo
suficientemente para garantizar su inocuidad. La presión de los consumidores también se ha hecho sentir en las bolsas donde el rechazo a los
cultivos biotecnológicos han hecho bajar las acciones de una de las multinacionales más importantes del sector ya que los inversionistas
disminuyeron en 1.000 millones de dólares la valoración del hasta entonces rentable negocio agrícola de la compañía, que factura 5.000 millones de
dólares anuales.
¿Cuales son los posibles problemas que podría ocasionar el uso y consumo de OGM? Como ya he dicho, no existe un consenso absoluto en
los estudios científicos de los impactos de usos transgénicos en el medio ambiente[10] y en la salud. Se dice que podrían provocar el surgimiento de
superplagas y sobre todo, representar un aumento de riesgos para la salud de los consumidores, y que concretamente, los que contienen genes que
confieren resistencia a antibióticos, puedan llegar a provocar la transferencia de esta característica hacia bacterias existentes en el organismo
humano, causando una amenaza a la salud pública; también la aparición de alergias alimenticias como consecuencia de la introducción de genes
extraños en los alimentos a los que se les ha transferido nuevas proteínas, porque sustancias tóxicas existentes en cantidades inofensivas en los
alimentos, pueden llegar a potenciar sus efectos. Se citan también cuestiones socioeconómicas, éticas y, jurídicas, pero por la reducida extensión de
este trabajo me voy a centrar exclusivamente en los posibles daños en la salud de los consumidores derivados de su consumo alimentario.
Los vegetales transgénicos son en este momento los más introducidos en la alimentación, siendo los más importantes para la industria por el
momento, la soja resistente al herbicida glifosato, destinada fundamentalmente a la producción de aceite, lecitina y proteína, y el maíz resistente al
insecto taladro que en algunos casos se utiliza su harina, pero su destino principal en relación con la alimentación humana es la obtención del
almidón, y a partir de este de glucosa y de fructosa. Actualmente existen, comercializados o en proceso avanzado de desarrollo, vegetales
modificados para que tengan una vida comercial más larga; resistan condiciones ambientales agresivas, como heladas, sequías y suelos salinos, a
herbicidas, plagas de insectos, enfermedades o tengan mejores cualidades nutritivas, aunque ya se experimenta también con animales.[11]
El mundo científico aboga en gran parte por su inocuidad. La encuesta realizada por la Fundación Antama en colaboración con la Facultad de
Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid refleja que el 56% de los 1.231 médicos encuestados percibe de forma positiva los alimentos
modificados genéticamente y los recomendaría. No obstante, pone de manifiesto que la mayoría de los profesionales consultados no tiene "la
suficiente información" sobre este tipo de alimentos La Sociedad de Médicos del Reino Unido, British Medical Association (BMA)[12], ha publicado un
informe sobre los organismos genéticamente modificados en la que asegura que, hoy por hoy, no existe evidencia alguna de que los OGM sean
menos seguros que los alimentos convencionales, y que es además muy poco probable que lo sean. Por otro lado, ha hecho un llamamiento para
que acabe la alerta creada en torno al debate de los OMG y revisa en este informe otro similar realizado en 1999, utilizando las nuevas evidencias
científicas existentes, señalando que no existe en el mundo ningún estudio epidemiológico que pueda relacionarlos con ningún problema sanitario y
afirma que pueden, con una adecuada gestión, suponer un gran potencial en la mejora de la salud, tanto en los países en desarrollo como en los
desarrollados. Curiosamente, esta asociación médica publica este informe el mismo día que el Gobierno británico autoriza el cultivo de maíz
modificado genéticamente.., por lo que la opinión pública sigue considerando necesario que prosigan las investigaciones sobre la seguridad y los
eventuales riesgos y beneficios de estos productos. Los consumidores tienen el derecho de elegir qué alimentos consumen, pero los generadores de
opinión que afectan sus decisiones, tienen el deber de informarles, sobre la base de la verdad científica debidamente contrastada, de las ventajas y
de los inconvenientes de su consumo, a corto y a medio plazo[13].
2. La regulación de los OMG en la Unión Europea ¿la fuerza del poder de los consumidores?.
La protección de los consumidores en la Unión Europea (desde ahora, UE) está unida al desarrollo del mercado interior. Sería desacertado sugerir
que exista una contradicción entre el desarrollo completo del mercado interior y las exigencias relacionadas con su protección. Son dos objetivos no
son solo complementarios, sino también inseparables, ya que del poder de decisión del consumidor va a depender el mercado. La UE ha mantenido
una política clara en cuanto a la identificación de los cargamentos de granos transgénicos que se introducen en su territorio y de los cultivos de
semillas que quieren ser implantadas[14], cuya primordial base radica en el derecho de los consumidores en base de la seguridad alimentaria, y el
argumento principal es que hacen falta más estudios respecto a su impacto potencial a largo plazo en la salud humana, por lo que se defiende el
etiquetado de esos productos y se reconoce ese derecho a nivel normativo. Una dificultad para atender estas preocupaciones es la implementación
de metodología certificada a nivel internacional, para la detección del ADN recombinante, y sobre todo en productos procesados en donde el ADN ha
sido degradado, pero en los que probablemente se encuentren las proteínas expresadas por el ADN foráneo también degradadas, pero cuya
inocuidad no se ha aclarado suficientemente[15] y el encarecimiento que todo este proceso va a suponer para el producto alimentario.
La normativa comunitaria ha plasmado esta preocupación desde la década de los ochenta mediante un amplio abanico de disposiciones que por
razones derivadas del desarrollo de las investigaciones científicas, deben ser continuamente modificas y sustituidas, en aras de la seguridad
alimentaria.
Los países miembros de la Unión Europea tienen un concepto jurídico común para designar a los alimentos, al publicarse el Reglamento CE
nº178/2002, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero de 2002, por el que se establecen los principios y los requisitos de la legislación
alimentaria, se crea la Autoridad Alimentaria Europea y se fijan los procedimientos relativos a la seguridad alimentaria[16]El concepto de alimento o
de producto alimenticiose centra en cualquier sustancia o producto destinados a ser ingeridos por los seres humanos o con probabilidad de serlo,
tanto si han sido procesados entera o parcialmente, como si no. El Reglamento extiende, por tanto, el concepto de alimento, a todas aquellas
sustancias, ingredientes, materias primas, aditivos y ingeridos por el ser humano a través del tracto gastrointestinal. En la definición común adoptada
se consideran alimentos a las bebidas, la goma de mascar, el agua, así como cualquier sustancia incorporada voluntariamente al alimento durante su
fabricación, preparación o tratamiento, por ejemplo, aditivos, grasas y vitaminas, y los residuos derivados de la producción y el procesamiento de
alimentos, como son los residuos de medicamentos veterinarios y de plaguicidas. Así, entre los objetivos de la norma está la protección de la
seguridad alimentaria de los ciudadanos, y por ello el concepto incluye también a aquellos productos o sustancias “con probabilidad razonable de
serlo”. En este sentido, la norma prevé que tales sustancias, sean manipuladas observando las normas de higiene y de seguridad aplicables a los
alimentos, ante la posibilidad de que se introduzcan en la cadena alimentaria, y hasta que se determine claramente su destino.
2.1. Derechos y garantías reconocidos al consumidor: Precaución, trazabilidad e información en el etiquetado.
La reciente normativa de la UE responde a las presiones y al rechazo de los consumidores y por tanto va dirigida a proteger su salud mediante un
control del riesgo en la seguridad alimentaria en primer lugar, y en segundo, a garantizar su libertad de decisión sobre la opción de consumir o no
alimentos OMG, mediante una información incluida en el etiquetado de alimentos que son o contienen algún ingrediente derivado de aquellos. Los
problemas que pueden surgir de esta regulación común a todos los Estados miembros son, a priori, a que tipo de consumidor va dirigida esa
información y cual es su capacidad de comprensión del mensaje contenido[17] ya que va a ser diferente para un consumidor concienciado y formado
que solo con leer "contiene OMG", lo va a rechazar o aceptar según su opinión; de aquel que carece de idea propia al respecto, por no haber sido
adecuadamente informado de su existencia, ventajas e inconvenientes, que lo asumirá como cualquier otro ingrediente alimentario del que espera
total seguridad. El fin principal es brindar una información adecuada y veraz a la ciudadanía que día tras día compra y consume, a veces sin saberlo,
alimentos producidos o que contienen OMG. La elección de un producto, mucho más si se trata de un producto alimenticio, debe efectuarse en
condiciones de pleno conocimiento de lo que adquiere y de sus posibles riesgos por parte del consumidor.
El derecho a una información amplia, detallada y veraz es una condición ineludible para ejercer la libertad de elección que garantiza la Constitución
Española y la Ley 26/1984 General para la defensa de los Consumidores y Usuarios, de 26 de julio. Cada día son más los ciudadanos y las
organizaciones no gubernamentales que exigen un sistema de identificación de los productos alimenticios con OMG, especialmente los consumidores
alérgicos que compran productos sin conocer que pueden tener genes de la sustancia nociva para su organismo. De allí deriva la necesidad de
consignar, por un lado, el origen transgénico del producto y por otro, la composición detallada del mismo, teniendo además en cuenta la singularidad
y variedad de casos que pueden llegar a darse, ya que la industria alimentaria maneja una gran variedad de ingredientes, aditivos y ayudas de
proceso que han sido manipulados genéticamente u obtenidas como metabolitos o como subproductos de algún organismo que ha sido
genéticamente modificado.
El debate actual acerca del etiquetado de los alimentos transgénicos debe tener presente que existe esa variedad de productos en el mercado actual
y que hay una importante diferencia entre un alimento que es en sí un organismo manipulado genéticamente, como granos de maíz Bt resistente a
insectos y un producto obtenido a partir de un OMG, como sería el almidón o el aceite obtenido de dichos granos. Los subproductos han sido ya
extraídos del grano y el ADN foráneo ya no se encuentra en el producto alimenticio final o se encuentra degradado. Sin embargo algo que debe
analizarse a fondo son también los productos de los genes introducidos en estos OMG, o sea las proteínas expresadas en el alimento transgénico
que podrían permanecer intactas o fragmentadas en el producto final, y cuya inocuidad debe ser examinada cuidadosamente. Y es aquí donde
interviene uno de los mayores temores hacia los transgénicos, su potencial alergénico y resistencia a antibióticos como riesgos generalizados y lo
cierto es que parece que la ciencia actualmente puede prevenirlos[18]. Es necesario aclarar desde un punto de vista científico cuáles serían las
implicaciones de exigir el etiquetado de los productos o subproductos de los OMG, ya que no solamente atañen al derecho del consumidor a la
información útil y fidedigna, sino que tienen también repercusiones económicas que probablemente incidan en su precio ya que el imponer una
etiqueta requiere gastos que la industria debe asumir y que seguramente repercutirán en el precio final del producto.
La vigente y nueva regulación de la UE sobre alimentos y piensos modificados genéticamente, así como la que regula la trazabilidad y el etiquetado
de organismos genéticamente modificados, se contiene principalmente, además de la Directiva 2001/18/CE del Parlamento europeo y del Consejo de
12 de marzo de 2001 relativa a la diseminación voluntaria de organismos genéticamente modificados en el ambiente y que deroga la Directiva
90(220/CE del Consejo, en un importante conjunto de reglamentos comunitarios que son de aplicación inmediata en los Estados miembros desde su
publicación en el Diario Oficial de la Comunidades Europeas, como Reglamento (CE) Nº 1829/2003, del Parlamento Europeo y del Consejo de 7
Noviembre de 2003, sobre alimentos y piensos modificados genéticamente, que sustituye el Reglamento nº 258/97 del Parlamento Europeo y del
Consejo de 27 Enero 1997 sobre nuevos alimentos y nuevos ingredientes alimentarios; Reglamento (CE) Nº 1830/2003del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 22 de septiembre de 2003, relativo a la trazabilidad y al etiquetado de organismos modificados genéticamente y a la trazabilidad de los
alimentos y piensos producidos a partir de éstos, por el que se modifica la Directiva 2001/18/CE; Reglamento (CE) Nº65/2004 de la Comisión de 14
de enero de 2004 que establece un sistema de elaboración y de atribución de identificadores únicos para los organismos genéticamente modificados
y Reglamento (CE) Nº 641/2004, de la Comisión, de 6 de abril de 2004 que fija las modalidades de aplicación del Reglamento (CE) nº 1829/2003 del
Parlamento Europeo y del Consejo en lo referente a la demanda de autorización de productos alimenticios y nuevos alimentos para animales
genéticamente modificados, la notificación de los productos existentes y la presencia accidental o técnicamente inevitable de material genético
modificado con objeto de una evaluación del riesgo y obtener un informe favorable.
Las nuevas obligaciones sobre etiquetado, con requisitos específicos para los alimentos modificados genéticamente, y la implantación de un sistema
de trazabilidad, serán obligatorias para los diferentes operadores económicos a partir del año 2005, por lo que ya deben estar en condiciones de
poder informar operador de la cadena alimentaria al que han transmitido el producto, sobre el hecho de que contiene o está compuesto por OMG; o
bien facilitar el identificador único para OMG, que para tales efectos ha sido creado. Al consumidor final debe garantizársele que, tanto en el
etiquetado como en la presentación de estos productos, se le informa adecuadamente. Para lograr estos objetivos, se impone el principio de
precaución y la trazabilidad como sistema capaz de seguir el rastro de OMG y de los productos producidos a partir de ellos lo largo de las cadenas de
producción y distribución en todas las fases de su comercialización[19].
A)Principio de precaución[20]: Ante la ausencia de un consenso cierto y abrumadoramente mayoritario de la comunidad científica acerca del
carácter inocuo de los transgénicos, resulta razonable adoptar algún tipo de norma precautoria, especialmente cuando hay un reclamo masivo de
parte de la ciudadanía y de sus organizaciones intermedias. Este reclamo se acentúa en relación con los alimentos para niños, bebés y embarazadas
De la forma en la que el principio de precaución ha sido elaborado últimamente, contiene casi siempre tres ideas adicionales que van mas allá de
daño y de la falta de certeza científica, y son: 1) La noción de buscar alternativas para las tecnologías de riesgo; 2) La idea de transferir a los
proponentes de una tecnología, la responsabilidad de demostrar su seguridad y 3) La transparencia y democracia, como objetivos en la toma de
decisiones sobre tecnologías, ya que este principio también se basa en el derecho que tiene el consumidor de conocer todo lo posible sobre los
riesgos que asume en relación con los beneficios que va a recibir, y de acuerdo a esto hacer su elección. Con los alimentos y otros productos, tales
opciones se hacen generalmente en el mismo lugar de compra. Un factor importante en la cuestión planteada sobre los alimentos genéticamente
modificados es que los consumidores conozcan si sus beneficios (que por ahora parecen ser mayores para los productores que para los
consumidores) compensan los riesgos de daños para su salud o para el ambiente.
El Reglamento Nº 1829/2003, sobre alimentos y piensos MG por ejemplo, elimina el concepto de equivalencia sustancial que hacía que un OMG no
tenía que pasar por un proceso de análisis de riesgo completo si se iba a introducir en la cadena alimentaria altamente procesado (por ejemplo como
aceite o azúcar), siendo también un punto positivo de que incluya los piensos dentro de su ámbito de aplicación. Por su parte, el Reglamento
Nº1830/2003 sobre trazabilidad y etiquetado, introduce el concepto de etiquetadoen función del origen y no de la presencia de ADN o proteínas MG
en el producto final. Esto funcionará gracias a un sistema de códigos que seguirá el OMG desde el campo hasta el producto final y significa que
muchos más productos tendrán que ser etiquetados como “modificados genéticamente”, incluyendo por ejemplo aceites, almidones, azucares, etc..
B) Trazabilidad. La trazabilidad, además de garantizar que la información que se facilita al consumidor final es la correcta, evitando el fraude o el
engaño, va a permitir una actuación adecuada por parte de las autoridades sanitarias en caso de presentarse algún problema de salud pública para
los consumidores, aspecto de suma importancia dado que los métodos de producción y la distribución de alimentos son cada vez más complejos. En
este caso, el sistema puede ayudar a identificar en el futuro posibles efectos perjudiciales para la salud humana, la salud animal o, incluso, el medio
ambiente. Es una innovación frente concepto de equivalencia substancial[21] anteriormente asumido por la normativa precedente, sobre el que
existían severas críticas ya que resultaba demasiado simple y por lo tanto no se vigilaban aspectos biológicos, toxicológicos e inmunológicos, para los
que deberían hacerse pruebas de laboratorio, ya que sólo se les prestaba atención a los aspectos químicos, lo que lo hacía muy complejo, porque no
es posible considerar a este tipo de productos como si fueran substancias tóxicas, o como aditivos que tienen una composición química definida y
que pueden ser administrados en sobredosis a animales de laboratorio para vigilar sus efectos, a medio y largo plazo. Por ejemplo, en el caso de
plantas transgénicas que por su manipulación genética podrían responder de manera distinta a la esperada, bajo ciertas condiciones de estrés o
alguna condición extrema durante su ciclo de vida y que esta fuera la razón para que se expresara un gen que, a la vez produjera alguna proteína
con potencial alergénico. No hay protocolos de investigación adecuados para probar este tipo de productos, o para predecir los efectos bioquímicos o
toxicológicos a partir de su composición química.
Estos Reglamentos aportan una mejor sustancial al marco legislativo anterior. El sistema va a ser muy pronto obligatorio en todos los países de la UE
al ser impuesto por un instrumento comunitario como un reglamento, pero es complejo, caro y desconocido para muchas empresas del sector[22] y
tampoco parece que la posición del consumidor europeo haya mejorado desde su publicación[23]
C) Etiquetado de alimentos OMG. El Reglamento 1830/2003 sobre trazabilidad y etiquetadointroduce el concepto de etiquetado en función del
origen y no de la presencia de ADN o proteínas MG en el producto final. Esto funcionará gracias a un sistema de códigos que seguirá el OGM desde
el campo hasta el producto la mesa y significa que muchos más productos tendrán que ser etiquetados como “modificados genéticamente”,
incluyendo por ejemplo los aceites, almidones, azucares, etc, incluyendo a los piensos dentro de su ámbito de aplicación[24]. Sin embargo, este
nuevo marco legislativo es incompleto para asegurar al 100% la libre elección del consumidor pues los alimentos o piensos que contengan OMG o
procedan de éstos en una proporción menor al 0,9% no tendrán la obligación de ser etiquetados; se establece un periodo de transición en el que se
tolera la presencia de OMG no autorizados en la UE por debajo de un 0,5%, sin necesidad de etiquetado y no deberán ser etiquetados los productos
procedentes de animales que hayan sido alimentados por OMG (huevos, carne, leche, etc.)[25]
Apoyando la línea defendida en la UE y en contra de la mantenida por EE.UU. y los países productores de la mayor parte de estos cultivos, la
primera Conferencia Mundial sobre Bioseguridad[26], formada por las
87 naciones que forman parte del Protocolo de Cartagena han adoptado en Malasia a primeros de marzo de este año y bajo el auspicio de la ONU,
los requisitos de documentación y otros procedimientos necesarios para el comercio internacional de productos obtenidos mediante la ingeniería
genética. La adopción de un sistema internacional de etiquetado permitirá una fácil identificación de cualquier organismo genéticamente modificado.
A partir de este año 2005, las identificaciones de los productos transgénicos se extenderán más allá de los alimentos vegetales y entrarán bajo
control los microorganismos y animales modificados gracias a la biotecnología.
¿Por algunos países se oponen al etiquetado de los productos transgénicos? Alguna aposición parte de los diferentes problemas y
peculiaridades que se pueden derivar del etiquetado de los diversos alimentos OMG[27]. La información que en el ámbito de la UE se ofrece al
consumidor de forma obligatoria, ha creado cierta controversia, tanto con respecto a las empresas biotecnológicas, que se oponen a un etiquetado
especial y exclusivo para estos alimentos, como con respecto a determinados países, como EEUU [28]productor principal de este tipo de alimentos, y
que han estimado inadecuado informar al consumidor sobre una forma de obtención de los alimentos para el que consideran no se ha probado
ningún riesgo para su salud. Pese a esta oposición, crece en la escena internacional una posición mayoritaria a favor de un etiquetado informativo
sobre la presencia de OMG en los alimentos, al estilo europeo. El modelo europeo ha sido tomado como ejemplo por el momento en 35 países, entre
ellos Australia, China, Filipinas, Japón y Nueva Zelanda, por que las dudas sobre su inocuidad y aceptación social, siguen existiendo.
2.2. ¿Quién respondería de los daños que a corto, medio o largo plazo pudieran derivarse del consumo de alimentos o derivados de OMG?
[29]
Partiendo de que en alimentación como en otros muchos campos, el riesgo cero no existe, ya que toda actividad humana conlleva un cierto riesgo
que ha de ser evaluado en función de los beneficios que dicha actividad reporta. La salud es prioritaria y debe garantizarse un alto nivel de protección
para ella en la definición y aplicación de todas las políticas y actividades comunitarias. De acuerdo con el artículo 152 del Tratado, la Comunidad
debe desempeñar un papel activo en este ámbito, adoptando medidas que no puedan adoptar los Estados miembros por sí solos, conforme al
principio de subsidiariedad. El peligro de los alimentos transgénicos estriba en arriesgar la salud frente a los resultados que no se pueden anticipar y
que puedan producir efectos colaterales de la ingeniería genética y dar origen a un no anticipado efecto colateral que amenace la salud de los
consumidores[30].
La aprobación de productos transgénicos debe hacerse de forma muy cuidadosa, producto por producto y la carencia de toxicidad de cada uno, debe
ser comprobada según los antecedentes e investigar su trazabilidad según métodos científicos establecidos, bajo el principio de precaución, es decir,
no dejando circular libremente en el mercado aquello que todavía no se sabe fehacientemente si puede perjudicar o no a la salud humana y al medio
ambiente, además de todo ello, y aún siendo las pruebas y controles muy estrictos, exigiendo el cumplimiento riguroso de la normativa de etiquetado,
de forma que el consumidor sepa que consume y pueda elegir.
Pero, ¿y si dentro de unos años se descubre que alguno de ellos o el consumo de varios han sido la causa de efectos en la salud de los
consumidores hasta entonces desconocidos? ¿Qué instrumentos dispone el consumidor para exigir las consiguientes responsabilidades? En
principio, la responsabilidad por daños derivados de productos defectuosos abarca el consumo de alimentos y en España se incluyen en esta materia
incluso los derivados de riesgos de desarrollo, por lo que en principio, estarían cubiertos[31] Pero las interrogantes son múltiples ¿Quien responde?
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Hasta qué cobertura?
¿Quién responde? El art. 17.1 del Reglamento (CE) nº178/2002del Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero de 2002, por el que se
establecen los principios y los requisitos de la legislación alimentaria, se crea la Autoridad Alimentaria Europea y se fijan los procedimientos relativos
a la seguridad alimentaria, directamente aplicable desde el 1 de enero de 2005, se desprende que los “explotadores de las empresas alimentarias”
son los únicos “responsables legales principales” de la seguridad alimentaria, debiendo diseñar y adoptar un sistema seguro de suministro de
alimentos, controlar y vigilar el riesgo derivado de sus productos, y proceder a su retirada e informar de la misma a autoridades y consumidores, si el
alimento ha llegado a su disposición. Como complemento, deberán establecer sistemas y procedimientos que permitan identificar a cualquier persona
que les haya suministrado estos productos o materias primas y en cualquiera de las etapas. La trazabilidad de todos los alimentos, de los piensos, de
los animales destinados a la producción y cualquier otra sustancia destinada a ser incorporada a un alimento o pienso deberá asegurarse en todas
las etapas “desde la granja a la mesa", haciendo responsable legal principal al explotador de la empresa alimentaria, tanto del cumplimiento de la
legislación alimentaria y en particular, de la seguridad alimentaria, por lo que respecta a las actividades bajo su control. Sin embargo, como precisan
las Conclusiones del Comité permanente de la Cadena Alimentaria y de Sanidad Animal de 20 de diciembre de 2004, en la práctica, la
responsabilidad de los explotadores de empresas alimentarias debe derivarse del incumplimiento de un requisito de la legislación alimentaria
específica y de la normativa relativa a la responsabilidad civil o penal del ordenamiento jurídico nacional de cada Estado miembro, basándose los
procedimientos de responsabilidad en fundamentos jurídicos incluido en el ordenamiento jurídico nacional y en la legislación específica que haya sido
infringida. En España, la Ley 22/1994, de 6 de julio, de Responsabilidad Civil por los Daños causados por Productos Defectuoso (LRF desde ahora),
prevé la responsabilidad del fabricante, importador, vendedor o suministrador del producto defectuoso, definido en el art. 3 .1 LRF como aquél que
"no ofrezca la seguridad que cabría legítimamente esperar"; de esta forma, el carácter defectuoso de un producto no se asocia con la utilidad o
funcionalidad del producto, sino con su falta de seguridad, lo que implica que sólo el defecto -sea de la naturaleza que sea- que conlleve o se
traduzca en una falta de seguridad, tendrá relevancia jurídica a los efectos de la LRF. Por tanto se podrá demandar a los fabricantes o importadores
de los productos que hayan causado un daño al demandante. Ahora bien, hay que señalar que la responsabilidad de ambos no se establece en línea
de igualdad, sino que la responsabilidad del importador es subsidiaria respecto de la del fabricante y nacerá únicamente en aquellos casos en que el
producto que importe haya sido fabricado por un productor no comunitario.
¿Hablamos del fabricante de un alimento transgénico que ha cumplido con todas las normas por haber causado daño y poder ser así dicho alimento
calificado como defectuoso? Por fabricante ha de entenderse aquella persona que elabora productos para su posterior comercialización. Sin
embargo, el art. 4 LRF considera fabricante tanto al del producto final (inciso 1.a) como al de una parte integrante, es decir, quien haya elaborado
cualquier elemento integrado en un producto final (inciso 1.b), así como al productor de una materia prima (inciso 1.c). Jurisprudencialmente, se ha
llegado incluso a considerar fabricante a quien proporciona la patente, fórmula o método de fabricación del producto final. Las empresas
biotecnológicas productoras podrían con ello responder y asumir su plena responsabilidad por los daños causados por cualquier OMG, ya que no
parece justo hacer responsables a los agricultores o al fabricante alimentario que han confiado en las reglamentaciones que los certificaba como
inocuos.
Cosa distinta es el problema de identificar el origen del producto alimenticio, de cara a individualizar al sujeto responsable. A ello puede ayudar el
principio de trazabilidad, sin olvidar que si un eslabón de la cadena alimenticia no puede identificar al sujeto que a su vez le ha suministrado el
producto o sus ingredientes, recaerá sobre él la responsabilidad. Ahora bien, no siempre es fácil, por ejemplo, un consumidor vigilante de que los
alimentos que compra no sean transgénicos ¿Y cuando come en un restaurante?. En este caso, sólo podría reclamar ante la Administración por no
haber controlado la seguridad -inocuidad- de los alimentos que se ponen en circulación, por un “funcionamiento anormal” de los servicios públicos de
sanidad. Las peculiaridades del tema son múltiples y complicadas y se incrementan en la responsabilidad ambiental cuya contaminación, de forma
indirecta puede propiciar daños en la salud de los consumidores[32]
¿Cómo? La seguridad que debe presentar un producto es aquella que quepa legítimamente esperar del mismo, expresión que no puede ser
entendida como legalmente en cuanto nivel de seguridad establecido por ley, sino como expectativa o confianza de los consumidores en que el uso o
consumo de tal producto no les va a generar daños; por ello, tampoco en el ámbito de la LRF el cumplimiento de las medidas reglamentarias supone
prueba de la seguridad de un producto (aunque, por contra, el incumplimiento de las mismas, cuando se refieren a la seguridad del producto, sí
puede constituir la prueba del defecto). La propia LRF establece los parámetros que han de ser tenidos en cuenta para valorar si un producto ofrece
esta seguridad que legítimamente se puede esperar, siendoexpresamente excluidos de la causa de exoneración de riesgos de desarrollo los
medicamentos y alimentos o productos alimentarios destinados al consumo humano, respecto de los que se impone una responsabilidad objetiva. No
obstante, hay que señalar que la Administración puede siempre y en todo caso invocar esta circunstancia para exonerarse de responsabilidad.
¿Cuándo?En materia de alimentos en general y de transgénicos en particular, a pesar de tratarse de una responsabilidad objetiva, con las normas
existentes, no es tarea fácil la prueba de la relación de causalidad entre el defecto y el daño, pues es muy a veces difícil precisar la fuente concreta
de brotes de enfermedades alimentarias: cuanto mayor es el periodo transcurrido entre el consumo del producto alimenticio y la aparición de los
síntomas, mayores son estas dificultades.
¿Hasta qué cobertura? Los recelos de las compañías aseguradoras frente a las empresas biotecnológicas tampoco resultan ser tranquilizadores.
Las cinco principales compañías aseguradoras de Gran Bretaña recientemente declararon que no van a tener nada que ver con la industria de los
cultivos genéticamente modificados. Si bien en los Estados Unidos se ven menos protestas contra los productos biotecnológicos agrícolas que en
Europa, las aseguradoras de este país también manifiestan temores en relación con juicios colectivos contra los productores de transgénicos[33] Se
dice que los alimentos genéticamente modificados se ubican entre las más arriesgadas de todas las exposiciones a siniestros posibles que tenemos
en la actualidad. Ninguna empresa sabe a ciencia cierta hasta dónde nos va a llevar en última instancia el camino de los alimentos genéticamente
modificados ya sea en lo que se refiere a la salud humana o a la contaminación del medio ambiente. Las empresas de biotecnología agrícola
sostienen que las aseguradoras deberían tratar a sus productos de la misma forma que a los cultivos convencionales. Hasta ahora, salvo casos
excepcionales de contaminación indebida, parece los alimentos transgénicos no han causado ningún problema de salud hasta donde se tiene noticia.
Pero no son éstos los que deben preocupar, sino los transgénicos de la segunda y tercera generación, en el caso de que se liberalice el mercado de
tal manera que se inunde de productos novedosos y que las reglamentaciones se hagan muy laxas, lo que posiblemente permitiera la autorización
rápida de productos que no han sido bien vigilados en sus efectos a mediano y largo plazo.
3. Conclusiones
1. El derecho a la vida, el derecho a la salud y la alimentación, se encuentran íntimamente conectados, son derechos humanos fundamentales y
aparecen reconocidos en acuerdos internacionales de carácter universal, como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la
Declaración sobre los Derechos del Niño y la Convención Internacional sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, aunque tanto el
derecho a la salud desde su faceta preventiva (derecho a conservarla, derecho a no arriesgarla innecesariamente) como el derecho a la alimentación,
necesitan su desarrollo mediante instrumentos jurídicos adecuados que garanticen su aplicación efectiva para que cuando se produzca una violación
de alguno de ellos, el perjudicado pueda tener fácil accesos a remedios a fin de obtener amparo ante los tribunales de justicia, a través de una ley o
norma de desarrollo.
2. Los riesgos potenciales frente a los beneficios de los OMG destinados al consumo humano o animal han sido uno de los temas más debatidos a
nivel mundial. La polarización de gran parte de dicha discusión ha provocado la difusión masiva de información con pocos fundamentos científicos,
que causa la desconfianza del público consumidor ante la comercialización de los productos manipulados a través de la ingeniería genética. Es
necesaria la apertura de un debate social, promovido activa y equilibradamente desde las instituciones públicas, sobre las implicaciones de la
aplicación de la ingeniería genética y los productos derivados de la Biotecnología en la alimentación
4. Los productos alimenticios, por definición, deben de ser tendencialmente seguros, ya que por sus propias características, destino y funcionalidad,
son productos diferentes a los demás. Su íntima relación con la salud humana y la necesidad de su consumo diario y continuado, determina que su
puesta en el mercado requiera de medidas y procedimientos especiales a fin de garantizar esa seguridad. Gobiernos, fabricantes, importadores y
distribuidores tienen la obligación, a la hora de comercializar nuevos alimentos, de comprobar su seguridad a través de métodos científicamente
contrastados
4. Una responsabilidad civil alimentaria específica para alimentos OMG es necesaria para cubrir dos objetivos fundamentales: uno preventivo
(precaución, trazabilidad e información en el etiquetado) y otro reparador-persuasivo, es decir, como obligación de reparar los daños y perjuicios
causados por el actor que con su introducción en el mercado más se beneficia, así como evitar, mediante la amenaza de una sanción o perjuicio
patrimonial, conductas ilícitas o irresponsables.
5. Parece que ante los OMG, la protección del consumidor y la reparación por los posibles daños que pudiera ocasionarle el consumo de estos
alimentos, no es en el fondo, una cuestión prioritaria ni fundamental, ya que debe convivir con el derecho de las grandes empresas biotecnológicas y
otros agentes comerciales a la circulación de sus productos en el mercado
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http://ar.groups.yahoo.com/group/nutricion/message/338
Notas
[1] Este trabajo ha sido realizado como investigadora principal del Proyecto de investigación MCT-02-ETT-2001-4828 financiado por el Plan
Nacional de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. [2] Miedos calificados por algunos como apocalípticos y por otros como factibles "El
siglo de la biotecnología, en el que estamos entrando, nos va a tentar con una amplia gama de alimentos transgénicos y animales alterados
genéticamente (eso sí, patentados por las grandes corporaciones); drogas maravillosas y terapias genéticas que, en teoría, producirán niños más
sanos, eliminarán el sufrimiento y alargarán la vida de las personas. Pero a cada paso que damos hacia ese nuevo mundo "bioindustrial", una
angustiosa pregunta nos asalta: ¿A qué precio?". J. RIFKIN “El siglo de la biotecnología”, Grijalbo-Mondadori, 1999 [3] La multinacional Monsanto
domina, a través de su influencia política y económica, el mercado mundial de los OMG, con el 91% del área sembrada. Esta empresa junto con otras
dos, Syngenta (antes Novartis) y Bayer (que adquirió recientemente Aventis Crop Science) controlan la casi totalidad de los transgénicos del planeta
[4] La historia de los transgénicos u OMG es breve, pero vertiginosa. Los primeros ensayos de manipulación genética se hicieron a comienzos de los
años 80 y a mediados de los 90 ya había alimentos transgénicos en el mercado. La "era de los alimentos transgénicos" comienza oficialmente para
algunos el 18 de mayo de 1994, con motivo de la aprobación por parte de la Food and Drug Administration de los Estados Unidos de la
comercialización de un alimento con un gen extraño, el tomate Flavr-Savr. En 1996, ya aparecen en 23 marcas de cereales en Estados Unidos,
Canadá y Japón. El desarrollo y comercialización de esta nueva tecnología sufrió una rápida concentración en manos de un reducido grupo de
grandes multinacionales que encabezan dos mercados clave para la agricultura industrial: las semillas y los agroquímicos. Cada día cobra mayor
relevancia el tema y se nota una mayor reticencia a su consumo o, al menos, a exigir una clara identificación de los alimentos que los contengan.
Vid., entre otros, De León, A.:Nuevos alimentos y OGM: derechos y obligaciones de los consumidores, en Estudios Jurídicos en Homenaje al
Profesor Luis Díez-Picazo, T.II, p.2153 y ss. [5] "Ningún científico puede decir que ocurrirá a largo plazo con los OGM", explica Roque Pedache, del
Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Buenos Aires y Elsa Comagro de la Estación Experimental Balcarce del Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA) argentino, afirma que los OGM "aún no se puede asegurar que sean inocuos para la salud humana". [6] El 22 de
marzo de 2004, la organización científica estadounidense Union of Concernid Scientists (UCS) ha presentado un informe en el que pone de
manifiesto la existencia de secuencias de ADN transgénico en semillas convencionales de maíz, soja y colza. Esta contaminación cruzada de
semillas convencionales con especies modificadas genéticamente supone un gran riesgo para la biodiversidad, las reservas de semillas
convencionales, la salud humana y la capacidad de exportación de la agricultura estadounidense. Para demostrar esta contaminación, la UCS ha
enviado muestras comerciales de semillas de maíz, soja y colza a dos laboratorios independientes, que han examinado las muestras para detectar la
presencia de secuencias de ADN modificadas artificialmente. En uno de los laboratorios se ha detectado la presencia de ADN modificada en el 50%
del maíz, el 50% de la soja y 100% de la colza. En el otro laboratorio se ha detectado la presencia de ADN modificado en el 93% de las muestras de
cada uno de los tres cultivos. Según el informe, los niveles de contaminación con semillas transgénicas han oscilado entre el 0,05% y el 1%, aunque
también precisa que se necesitarán estudios más exhaustivos y amplios para determinar los niveles de contaminación con mayor exactitud. Los
análisis de laboratorio se han centrado en la detección de las secuencias de ADN más comunes en semillas transgénicas, por lo que no habrían
detectado otras secuencias menos ordinarias. Tampoco se han estudiado en las muestras las posibles causas de la contaminación cruzada, aunque
el informe presenta la posibilidad de que los sistemas de producción y distribución de semillas sean excesivamente porosos para prevenir este tipo de
incidentes. Vid. consumaseguridad.com nº 144 - 25 de marzo de 2004 [7] La cadena británica BBC se hacía eco el 20 de octubre de 2003 de un
estudio, publicado en Philosophical Transactions of Royal Society: Biological Sciences, realizado durante tres años en 60 zonas del Reino Unido
arroja como resultado que insectos como las abejas y las mariposas prefieren volar sobre cultivos tradicionales de colza y remolacha
porque entre ellos crecen más hierbas, por lo que tienen más protección y alimento. La hierba no crece en los cultivos transgénicos, por lo
que no pueden dar cobijo a pájaros que se alimentan de los insectos que viven entre esas hierbas. Lo que sí crece entre el maíz
transgénico son las malas hierbas, de manera más numerosa que en los cultivos convencionales. [8] La biotecnología agrícola es también la
más conocida y publicitada, ya que involucra el manejo de granos y cereales a granel también llamados “commodities”, y actualmente en el mercado
internacional estos granos están constituidos en buena proporción por granos transgénicos. Las cifras disponibles del mayor productor, los EEUU,
ascienden aproximadamente a un 40% de la producción de soja, 30% de maíz y 50% de canola. [9] El año 1999 ha sido crucial para la
generalización de su rechazo. En mayo, tuvo gran repercusión un artículo publicado por la revista Nature, que publica el caso de muerte de larvas de
la mariposa Monarca que consumieron maíz Bt. Posteriormente aparecieron varias notas sobre las implicaciones negativas del uso de alimentos
transgénicos, por lo que algunos importantes fabricantes de alimentos hicieron pública su decisión de no incluir materia prima modificada
genéticamente. En julio, Japón anuncia que en el 2000 comenzará con el etiquetado de los alimentos, al que se sumarán Australia y Nueva Zelanda.
En septiembre firmas compradoras de granos advirtieron que efectuarán adquisiciones diferenciadas y en octubre empezaron a aparecer los premios
por productos libres de transgénicos. En EEUU empiezan a difundirse modelos de certificación de calidad de la mercadería y surgen abogados que
ofrecen asesoramiento legal en ese tema. Michael Meacher, ministro británico de asuntos ambientales, ha considerado a los alimentos transgénicos
como "innecesarios" y "peligrosos" y en una entrevista concedida a revista The Ecologist, advierte que su riesgo radica en las consecuencias que
podrían tener dentro de diez, veinte o treinta años. Por otra parte, la industria biotecnologíca aseguraba que el aislamiento de organismos MG y
productos derivados de éstos, no plantearía nunca problemas, pero en el año 2000 aparecieron en numerosos productos en los supermercados,
trazas de Starlink, un maíz transgénico que la Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA) había clasificado como inapropiado
para el consumo humano y moledores y procesadores tuvieron que gastar mil millones de dólares en tres meses para deshacerse de él, y que sin
embargo, sigue apareciendo misteriosamente en los lugares menos esperados. Japón recientemente rechazó un cargamento de maíz de Estados
Unidos cuando se descubrió que tenía trazas de Starlink. Según informa la revista electrónica Biodemocracy News de febrero de 2003, India
rechazó parte de un cargamento de soja y maíz de Estados Unidos valorado en 100 millones de dólares porque estaba contaminado con
transgénicos. El gobierno de Brasil confiscó un cargamento de maíz MG procedente de Estados Unidos, exigiendo su devolución o incineración. En
Filipinas, miles de personas destruyeron cultivos transgénicos y se tiraron a las calles a protestar porque el gobierno cedió ante las presiones de
EE.UU. para aceptar estos productos. Se pone también como alarmante ejemplo el rechazo por parte del gobierno de Zambia (2002), de la ayuda
alimentaria ofrecida por EEUU por tratarse de grano transgénico y la prensa nacional lo refrenda “Es muy interesante constatar que por primera vez
Zambia estaba obligada a aceptar un regalo. ¿No nos debería preocupar, como receptores, que el donante insista tanto en que aceptemos alimentos
transgénicos? ¿Los americanos se preocupan solamente de nuestro estomago o hay algo más detrás del regalo?”, se puede leer en el periódico
Zambia Daily Mail de 5 de noviembre de 2002 [10] Se teme que los cultivos OGM tiendan a provocar la pérdida de diversidad genética en la
agricultura. Las empresas multinacionales productoras de estas semillas necesitan grandes mercados a escala global, para recuperar la inversión en
la producción de cada variedad. Esto hace que unas pocas variedades transgénicas tiendan a sustituir tanto las variedades mejoradas por procesos
convencionales, como las variedades seleccionadas por los propios agricultores, locales o tradicionales. Pueden provocar también contaminación
genética, ya que está demostrada la posibilidad de transferencia espontánea a plantas silvestres de la misma familia de los genes introducidos en
una variedad cultivada. Los genes con resistencia a herbicida, por ejemplo, pueden ser transferidos espontáneamente a plantas silvestres, con el
riesgo de hacerlas supermalezas dañinas de difícil control. Los transgenes también se transfieren a variedades tradicionales o convencionales de la
misma especie en campos vecinos y sus posibles impactos en la naturaleza pueden llegar a ser irreversibles. Algunos de los efectos negativos y de
los riesgos citados, ya ocurrían con la agricultura convencional, pero, a diferencia de esta, no es posible restablecer los equilibrios ambientales en el
caso de los transgénicos. Puede dejar de usarse un agrotóxico, por ejemplo, y restablecer un equilibrio entre insectos y plaga y sus predadores
después de cierto tiempo, pero en el caso de los transgénicos, una vez liberados en la naturaleza no es posible deshacer los impactos en los
ecosistemas o controlar los procesos de transgénesis espontánea que pueden llegar a suceder, porque es imposible retirar de la naturaleza los genes
que fueron artificialmente introducidos en una planta. [11] A la pregunta ¿Cuántos alimentos transgénicos existen?,la respuesta va a, depender de lo
que consideremos alimentos transgénicos, ya que pueden darse muchos tipos además de los vegetales, como sustancias empleadas en
tratamientos de animales para mejorar la producción. Científicamente hablando, no deberían incluirse aquí, aunque sus detractores lo hacen. El mejor
ejemplo es la hormona del crecimiento bovina recombinante utilizada para aumentar la producción de leche. Se utiliza en Estados Unidos, pero no en
la Unión Europea; o, sustancias empleadas en la industria alimentaria, obtenidas de microrganismos por tecnicas de DNA recombinante, como por
ejemplo, la quimosina recombinante, que se usa en la UE para fabricar queso, aunque no es una fuente de problemas ecológicos, ni presenta riesgos
para el consumidor; o, animales transgénicos que segreguen en su leche una proteína humana, o que tengan un contenido menor de lactosa, etc.,
aunque no están todavía comercializados. Expertos de la Universidad de Harvard han producido un ratón manipulado genéticamente que
transforma los ácidos grasos Omega 6 en Omega 3. El proceso ha requerido transferir al ratón el gen fat1 procedente de un gusano. Según
Angel Gil, catedrático de Bioquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada puede ser causa de riesgos para los
humanos al introducir una enzima nueva en la carne lo que podría provocar alergias. (Diario El País, 4-2-2004) También se alcanza la mayor
frivolidad, como por ejemplo, próximamente será comercializado en EE.UU. el primer animal modificado genéticamente que sirve como
mascota. Se trata del pez cebra fluorescente llamado Perla nocturna, fabricado en Taiwan, y al que se le ha transferido el gen que hace
fluorescente a una anémona para iluminar en la oscuridad. Están esterilizados para que no pueda reproducirse caso de liberarse en su
medio natural y, su precio de venta será de 17 dólares. Vid. e-animales.com, 11.12.2003 [12] Genetically modified foods & health: a second
interim statement. British Medical Association Board of Science and Education March 2004 [13] En agosto de 2003, Amigos de la Tierra y
Greenpeace hacen público un informe titulado Al grano: impacto del maíz transgénico en España que analiza los resultados de cinco años de cultivo
de maíz transgénico en el único país de la UE que tolera cultivos MG a escala comercial. El informe presenta estudios según los cuales, lejos de
cumplirse los objetivos de la industria, el maíz MG de la Compañía CB de Syngenta produce hasta 9,5% menos que la media de las variedades
convencionales. Desde 1998 se ha tolerado la comercialización de esta variedad modificada genéticamente para matar al taladro, un insecto que
ataca al cultivo de maíz en España. Sin embargo la incidencia de esta plaga es muy baja e incluso inexistente en muchas zonas de España, por lo
cual no se justifica el riesgo de utilización de este tipo maíz en nuestro país. El informe también denuncia que el Gobierno no ha sido capaz de
realizar un seguimiento de estos cultivos ni de evaluar objetivamente los efectos del maíz transgénico sobre la agricultura, la salud y el medio
ambiente. Puede consultarse en: www.tierra.org/transgenicos/transgenicos.htm. Puede consultarse la extensión por comunidades autónomas de
estos cultivos en Diario La Vanguardia, 4.02.2004, pp..27 y 28 [14] El Comité de Seguridad de la Cadena Alimentaria de la UE no autorizó la
comercialización del maíz transgénico Bt-11, resistente a herbicidas y dotado de su propio insecticida. En este comité de expertos formado por los
Quince votaron a favor de la autorización sólo seis países: Finlandia, Suecia, España, Irlanda, Holanda y Reino Unido. Vid. consumer.es, 9.12.2003 y
poco tiempo después, el Comité Regulador sobre la liberación de organismos modificados genéticamente no ha reunido la mayoría suficiente para
aceptar la importación y tratamiento del maíz transgénico NK630 de Monsanto, cuyo fin sería la alimentación humana y animal, modificado para
resistir al herbicida glifosato, curiosamente, también producido por Monsanto. La solicitud de aprobación vuelve a la Comisión Europea que lo
trasladará a su vez ante el Consejo de Ministros.. Vid. consumer.es, 19.2.2004 [15] Según el estudio realizado por las doctoras Gálvez, A. y Díaz, C
y bibliografía citada, en Seminario sobre etiquetado de alimentos transgénicos, en www.simbiosis.unam.mx/transgenicos/text.doc, una variedad
genéticamente modificada puede distinguirse de su contraparte convencional mediante pruebas que detecten a las nuevas proteínas (pruebas
basadas en proteínas) determinadas por el ADN introducido, o mediante la identificación del ADN introducido en sí (pruebas basadas en el ADN).
Con este fin, existen dos tipos de métodos: A)Métodos basados en la identificación de proteínas transgénicas. Pueden distinguirse:a)Ensayo
Enzimático Inmunoabsorbente (ELISA). Se fundamenta en el uso de anticuerpos específicos para capturar a la proteína de interés. Este
procedimiento es capaz de discriminar proteínas específicas presentes en el producto bajo análisis, de entre cientos de proteínas distintas presentes
en la misma muestra. El método es extremadamente sensible, versátil y cuantitativo. En general, incluye el uso de anticuerpos que se unen de
manera específica a las proteínas de interés (llamados anticuerpos primarios); por ejemplo, a aquellas que son sintetizadas como resultado de la
introducción del nuevo ADN (llamadas proteínas transgénicas). Una reacción colorimétrica o fluorimétrica desencadenada por un segundo anticuerpo
(o anticuerpo secundario) permite visulizar y medir la cantidad de la proteína de interés. Una restricción para el uso de pruebas de ELISA en la
detección de proteínas transgénicas es la desnaturalización de éstas durante el procesamiento del alimento. Los resultados de esta prueba se estima
que son confiables en un 95% de los casos sometidos. b)Banda de Flujo Lateral. Este procedimiento representa una alternativa a la técnica ELISA.
La banda de flujo lateral utiliza una combinación del anticuerpo específico para la proteína de interés (llamado anticuerpo de captura) con un
anticuerpo conjugado que es capaz de generar una reacción colorimétrica (llamado anticuerpo de detección), el cual permite visualizar la presencia
de la proteína deseada en la muestra analizada Un diseño similar es utilizado en las pruebas de embarazo para uso doméstico que se disponen
comercialmente. B)Métodos basados en la detección del ADN introducido. El más importante es el de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR)
El blanco más prometedor para el análisis del material transgénico es el ADN insertado. Esta molécula es mucho más estable que las proteínas y
está presente en las mismas concentraciones en todo el OGM. Aunque es imposible detectar a moléculas individuales de ADN, estás pueden ser
amplificadas usando la técnica de la PCR. Este método permite la amplificación de secuencias específicas del ADN en pocas horas, facilitando el
análisis cualitativo y cuantitativo de dichas secuencias por medio de técnicas de laboratorio comunes. El procedimiento de la PCR se aplica
rutinariamente en el caso de alimentos no procesados, en los que el material genético se encuentra intacto. Su selección se fundamenta en su
extrema sensibilidad que, bajo condiciones experimentales óptimas, permite la amplificación de más de un billón de copias de la secuencia deseada a
partir de una sola copia del ADN original. Normalmente este método no se aplica en el caso de los alimentos procesados, en donde es más difícil
aislar cantidades suficientes del ADN intacto y en donde el material genéticamente modificado de distintas variedades pudiera encontrarse mezclado
entre sí. Los resultados de esta prueba se estima que son confiables en un 99.9%. [16] El Reglamento 178/2002 (DO 12.02.2002), directamente
aplicable desde 1 de enero de 2005, ha impulsado una armonización de los conceptos y procesos de seguridad alimentaria en los países miembros
de la UE y ha establecido la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA), que se constituye como un organismo de evaluación científica,
autónomo e independiente, destinado a servir de punto de referencia en lo que a determinación del riesgo de los alimentos se refiere. A su vez, los
Estados miembros han creado sus propias Agencias de Seguridad Alimentaria con el fin de establecer un organismo único estatal encargado de
todas las cuestiones relacionadas con la salubridad de los alimentos, separando las fases de la evaluación del riesgo, la gestión del riesgo y la
comunicación del mismo. Para el examen de la compleja relación competencial entre todas las Agencias de Seguridad Alimentaria centrado en
España: la europea, las nacionales y las autonómicas, puede consultarseDe León, A. yGarcía-Bustelo, M., “Análisis institucional de la seguridad
alimentaria en la Unión Europea: las Agencias de Seguridad Alimentaria”, en Estudios sobre Consumo, nº67. El 20 de diciembre de 2004 las
conclusiones del Comité Permanente de la Cadena Alimentaria y de Sanidad Animal han hecho públicas unas orientaciones acerca de la aplicación
de los arts. 11, 12, 16, 17, 18, 19 y 20 de este Reglamento. [17] Por ejemplo, el consumidor tipo – hacia el que se dirige la publicidad engañosa – es,
según el Tribunal de Justicia Europeo (como en el caso Clinique) el consumidor medio, razonablemente informado y prudente. Este criterio, sin
embargo, no es aplicable a toda la UE. Por ejemplo, en el caso Saint Brice en 2000, la Cour de Cassation belga determinó que el consumidor tipo al
que se dirige la publicidad engañosa debería ser calificado como el consumidor vulnerable. En el caso Crombacker, el Tribunal supremo alemán
dictaminó que el “consumidor tipo” es el observador casual, y no el consumidor razonablemente informado. En Francia, el Code de la consommation
indica que en el caso de publicidad engañosa, no se aplica el criterio del “consumidor medio”. Estos cambios en la manera de concebir el
conocimiento jurídico afectará directamente el derecho de información de los diferentes tipos de consumidores en la UE. [18] Vid: AgrEvo (1999)
Questions & Answers. Do transgenic foods cause allergenicity? http://www.agrevo.com/biotech/QA/qa_dt.thm ; Casse, F.. El maíz y la resistencia a
los antibióticos. Dossier de Mundo Científico. Marzo, 2000. pp. 32- 36. [19] En España, el RD 178/2004, de 30 de enero, aprueba el Reglamento
general para el desarrollo y ejecución de la Ley 9/2003, de 25 de abril, por la que se establece el régimen jurídico de la utilización confinada,
liberación voluntaria y comercialización de organismos modificados genéticamente. [20] Vid. Groth III, E. Science, Precaution, and Food Safety: How
can we do better?. Consumers Union of the U.S., Inc., February 2000. El Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad, firmado el 29 de enero de 2000
y suscrito por nuestro país señala "El hecho de que no se tenga certeza científica por falta de información o conocimientos científicos pertinentes... no
impedirá a la Parte de importación, a fin de evitar o reducir al mínimo esos posibles efectos adversos, adoptar una decisión, según proceda, en
relación con la importación del organismo vivo modificado del que se trate" enconcordancia con la Declaración de Río de 1992 de Medio Ambiente y
Desarrollo: "cuando exista amenaza de un daño severo e irreversible, la falta de evidencia científica no será usada como una razón para posponer la
toma de medidas efectivas para prevenir la degradación ambiental" [21] E. Millstone y otros, Revista Nature, 7, Octubre 1999 El Tribunal de Justicia
de la UE apoya en una Sentencia de 10 de septiembre de 2003 (asunto C-236/01), la venta de alimentos transgénicos, en decisión prejudicial sobre
la interpretación y la validez de los artículos 3, apartado 4, párrafo primero, y 5, párrafo primero, del Reglamento (CE) n. 258/97 del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 27 de enero de 1997, sobre nuevos alimentos y nuevos ingredientes alimentarios, así como sobre la interpretación del
artículo 12 de dicho Reglamento, en un litigio entre Monsanto y otras empresas de biotecnología contra el Gobierno italiano, que tenía dudas sobre la
seguridad de las harinas y suspendió preventivamente la venta de harinas elaboradas con maíz OGM resistente a ciertos insectos y herbicidas
fabricado por empresas biotecnológicas que comercializaban el maíz gracias al "procedimiento simplificado" vigente hasta 1998, según el cual un
alimento elaborado a partir de un transgénico pero que no lo contenga puede ser comercializado mediante una notificación a la Comisión, si es
equivalente al producto convencional, la venta de alimentos con restos de OGM si existe una equivalencia sustancial con los convencionales y no
suponen un peligro para la salud, aunque admite que los Gobiernos prohíban su venta si tienen "razones precisas"..El Tribunal señala que la
normativa comunitaria considera "sustancialmente equivalentes a los alimentos existentes" aquellos que tienen diferencias de composición, pero sin
impacto para la salud pública; afirma que el procedimiento simplificado "no debe significar una flexibilización de las normas de seguridad para los
nuevos alimentos"; destaca que las diferencias entre los nuevos alimentos y los tradicionales "se deben mencionar en el etiquetado"., pero considera
sin embargo, que un Estado miembro puede impedir provisionalmente la venta en su territorio de un producto con OGM mediante la cláusula de
salvaguardia si "tiene sospechas fundadas" de que puede suponer un riesgo para la salud humana pues la "cláusula de salvaguardia" permite tomar
precauciones sin esperar que "se demuestre plenamente" que un producto es peligroso para la salud, aunque no haya una evaluación científica
completa, pero esta medida debe ser objeto de verificación a nivel comunitario. [22] El 42% de las empresas alimentarias españolas desconoce la
normativa europea en cuanto a trazabilidad alimentaria, que será obligatoria a partir del 1 de enero de 2005. Esta es una de las principales
conclusiones de un estudio realizado por la Asociación Europea para la Identificación Segura (IDtrack), entre 350 empresas españolas del sector. El
informe, presentado en el seminario sobre trazabilidad que organiza la asociación IDtrack en el marco del Salón Alimentaria celebrado en Barcelona
los días 8 a 12 de marzo de 2004, constata que la mayoría de empresas encuestadas, representantes de más del 30% de las ventas del sector,
utiliza métodos manuales, basados en papel, para hacer el registro y seguimiento de sus mercancías y productos. Pese a ello, más del 70% de las
empresas productoras, de distribución y consumo de alimentos consideran que se encuentran preparadas para asumir los nuevos retos tecnológicos
que supondrá la trazabilidad. Otro dato importante que arroja este primer informe sobre trazabilidad alimentaria es que prácticamente la totalidad, el
92% de las empresas, se muestran convencidas de que la normativa europea en cuanto a trazabilidad beneficiará sobre todo a los consumidores.
Estas son algunas de las conclusiones del primer estudio sobre trazabilidad alimentaria que se realiza en España, elaborado por la Asociación
Europea para la Identificación Segura (IDtrack), en colaboración con Intelligence y Tecsidel. [23] A primeros de diciembre de 2003 se celebró en
Bruselas la Conferencia Europea para la Percepción de Riesgos, en la que participaron destacadas personalidades, entre las que destaca el
Comisario europeo de Sanidad y Protección de los Consumidores -entonces David Byrne- quien afirmó que es difícil predecir cuándo aceptarán los
consumidores europeos los alimentos con OGM. Vid. consumer voice, nº especial de marzo 2004 [24] El etiquetado de los productos alimenticios de
origen transgénicos se está convirtiendo en una práctica estándar en el mundo. Ya han adoptado legislaciones de etiquetado la Unión Europea,
China, Australia, Japón, Noruega, Suiza, Arabia Saudita y recientemente Brasil. Argentina se ha opuesto a la introducción de esta práctica
regulatoria, generando así un importante deterioro a los productores locales de especies con OMG y a los exportadores. La ausencia de una
legislación etiquetado hace que no se pueda distinguir una especie transgénica de una especie orgánica, restringiendo el acceso de estos últimos a
los mercados que exigen solamente productos no transgénicos o impidiendo el acceso a mercados que, sin ser tan estrictos, apenas exigen el
etiquetado correspondiente. En España, el RD 178/2004, de 30 de enero citado, aprueba el Reglamento general para el desarrollo y ejecución de la
Ley 9/2003, de 25 de abril, por la que se establece el régimen jurídico de la utilización confinada, liberación voluntaria y comercialización de
organismos modificados genéticamente, se basa en los siguientes pilares: el principio de precaución, la evaluación caso por caso, para evitar riesgos
en la salud y el medio ambiente y el de información y participación pública. Entre otras cuestiones, establece las competencias, composición y
funciones del Consejo Interministerial de Organismos Modificados Genéticamente, órgano de la Administración General del Estado, competente para
resolver los procedimientos administrativos de las actividades de utilización confinada, liberación voluntaria y comercialización de estos organismos.
Asimismo, ratifica el papel de la Comisión Nacional de Bioseguridad como órgano consultivo de las Administraciones Públicas. El reglamento clasifica
las actividades en cuatro grados en función de sus riesgos para la salud humana y el medio ambiente, y establece planes de emergencia para las
operaciones de utilización confinada de riesgo alto o moderado, o cuando un fallo en las medidas de confinamiento pudiera ocasionar un peligro
grave para la salud humana y el medio ambiente. Al mismo tiempo, se establecen los requisitos y procedimientos administrativos para las actividades
de liberación voluntaria con fines distintos a su comercialización y que requieren una autorización expresa previa. También se regula la trazabilidad y
el etiquetado, con las obligaciones de los operadores comerciales en relación con la información que deben conservar y transmitir al operador que
recibe el producto, facilitando el seguimiento de los efectos en la salud humana y en el medio ambiente y la aplicación de medidas de gestión de
riesgo adecuadas, incluida, en su caso, la retirada de productos [25] Según manifestó Franz Fischler, Comisario europeo de Agricultura, en una
conferencia sobre agricultura biológica, que los alimentos exentos en un 100 por 100 de organismos modificados genéticamente (OMG) pertenecen al
pasado. Además, declaró que, para establecer los límites de aceptabilidad de OMG en los productos orgánicos y convencionales, Europa debería
escuchar a los científicos y no a los políticos. "Hemos sido expulsados del paraíso. El concepto del umbral del cero por ciento era sin duda posible en
el jardín del Edén, pero no en el mundo real"...Vid. cordis, 26.1.2004 [26] Coincidiendo con la apertura del encuentro, Amigos de la Tierra
Internacional lanzó una nueva publicación en la que se evalúan los primeros diez años de cultivos transgénicos comerciales. El informe "Cultivos
modificados genéticamente: una década de fracasos (1994-2004)"se divide en tres partes, la historia brevede esta rama de la biotecnología, la
oposición en el mundo y las promesas rotas de la industria biotecnológica, que no han dado. según ellos, más que agricultura insostenible y más
pobreza. El libro da cuenta de una "década de fracasos" que empieza con la comercialización del tomate FlavrSavr, que salió rápidamente del
mercado por no ofrecer ninguna ventaja comparativa: no era más sabroso ni duraba más, que era lo que se prometía, y costaba casi el doble; la
catástrofe de la soja en Argentina, que desmiente el mito de los transgénicos como solución para el hambre; la contaminación con por lo menos tres
OGM diferentes en el centro de origen del maíz en México; el escándalo de la ayuda alimentaria contaminada a África; la pésima experiencia del
algodón Bt en India y la supermaleza parienta de la colza, resistente a tres herbicidas diferentes La conclusión del informe es que, diez años después
de la irrupción de los cultivos transgénicos comerciales, las corporaciones de biotecnología siguen sin cumplir con su promesa de beneficios para
consumidores o agriculturas. Los cultivos transgénicos están causando problemas, especialmente a los agricultores y al medio ambiente, y no solo
impactos socioeconómicos adversos. También crean graves y problemas ambientales y algunos de ellos directamente amenazan la biodiversidad. En
la presentación del informe, se dijo que "Al contrario de las promesas hechas por las corporaciones de biotecnología, la realidad de estos últimos diez
años muestra que la seguridad de los transgénicos no puede ser garantizada, que no son más baratos ni de mejor calidad y que no son la solución
mágica para resolver el hambre del mundo", añadendo que se necesitan leyes que garanticen que la responsabilidad por los daños de la
contaminación genética tiene que ser asumida por quienes causan esta contaminación. [27] En el caso de productos como el tomate, es posible el
etiquetado diferencial. De hecho, los tomates Flavr Svr suelen etiquetarse uno por uno. La compañía ganó en Estados Unidos el juicio contra los que
querían obligarle al etiquetado individual. Pero después de esto, decidió libremente etiquetarlos, ya que consideraba (con razón) que su superior
calidad debía quedar evidente para los consumidores. En el caso de la soja, el etiquetado es casi imposible. La soja se manipula a granel, en
cantidades enormes, y ya muchas granjas mezclan las distintas variedades nada más cosecharlas. En los silos y barcos de transporte se mezcla
todavía más. Además, en el caso de la soja que no se come como tal (casi, casi, casi toda) esto no tiene la menor importancia, ya que como se ha
dicho, el aceite que se obtiene no contienen material genético. En el caso del maíz transgénico, si se utiliza directamente su harina en la fabricación
de alimentos, el etiquetado es obligatorio, ya que es, en cierta forma, diferente del habitual, al contener la proteina de Bt. Si el maíz se utiliza para
obtener almidón, con el que luego se fabrica glucosa o fructosa, pretender el etiquetado de estos productos finales es absurdo, ya que son
absolutamente iguales, e indistinguibles por cualquier sistema, de los obtenidos del maíz "no transgénico". Vid. Area de Tecnología de los
Alimentos de la Universidad de Zaragoza [28] La disputa entre Estados Unidos y Europa en el seno de la Organización Mundial del Comercio
sobre los organismos modificados genéticamente ha tenido enorme repercusión mediática. El 13 de mayo 2003 una coalición dirigida por EEUU
interpuso una demanda, posteriormente retirada, ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre la postura de Europa en relación a los
organismos modificados genéticamente (OMG), iniciando de esta manera una disputa comercial importante. EEUU interpuso una queja a la OMC,
junto con Canadá, Argentina y Egipto con el apoyo de algunos otros países, acusando a la UE de introducción de una barrera injustificada al
comercio por: Posponer el estudio de nuevas aprobaciones de OMG (moratoria de facto) No aprobar productos MG desde 1998 (moratoria de facto)
Permitir a los Estados Miembros que impongan prohibiciones nacionales. EEUU argumenta que la posición de la UE sobre los OMG viola las normas
de la OMC y que constituyen un obstáculo para el comercio. En concreto, las exportaciones de este país se han visto afectadas porque muchos de
los OMG que produce no han sido aprobados en Europa además ha expresado su insatisfacción en relación con las nuevas normas de etiquetado
europeas para los productos que contienen OMG. Si hubiera persistido, la UE debería probar a la OMC que su rechazo a los transgénicos se basa en
ciencia sólida (sound science)...aunque a fines de los 90, "ciencia sólida" significó que los europeos se vieron obligados a aceptar importaciones de
carne de reses inyectadas con hormonas de crecimiento, a pesar de que sus autoridades médicas y científicas habían determinado que tales
hormonas son un peligro a la salud humana. El OMC simplemente había declarado que la prohibición europea contra las hormonas en la carne era
una barrera injustificada al comercio, lo que no parece ser demasiado tranquilizador. Vid. Speech/04/142/ web.UE, la reciente intervención del
Comisario europeo de Salud y Protección del Consumidor en la Food Safety Conference celebrada en Washington DC el 19 de marzo de 2004 con el
sugerente título The regulation of food safety and the use of traceability/tracing in the EU and USA: Convergence or Divergence? [29] Aunque por
razones de espacio anteriormente apuntadas, no voy a entrar en materia de responsabilidad ambiental, es recomendable consultar la Directiva el
Parlamento Europeo y del Consejo sobre responsabilidad ambiental en relación con la prevención y reparación de daños ambientales en:
http://europa.eu.int/comm/environment/liability/index.htm., basada en el principio de “quien contamina paga”, regulará la responsabilidad ambiental en
caso de daño a la biodiversidad de una serie de, entre ellas la liberación al medio ambiente de los OMG. Pero unas exenciones muy amplias hacen
que en el caso concreto de OMG, no habrá responsabilidad para los agentes que los comercializan o emplean. Además, no están contemplados los
daños económicos o a la salud por lo que por ejemplo un agricultor que ve su campo contaminado por OMG no podrá pedir responsabilidades a
nadie... [30] Baste como ejemplo lo sucedido en 1989 en la empresa la Showa Denko K.K. que sacó al mercado triptofano producido por una
bacteria por medio de ingeniería genética como suplemento nutricional en EEUU. Tras su consumo enfermaron miles de consumidores, de los que
1500 quedaron incapacitados y 37 murieron. Los análisis de cromatografía líquida por alta presión indicaron que en este producto había más del 99
% de triptofano puro, sumamente perjudicial para la salud. Además, contenía trazas de un tóxico muy potente que alcanzaba al 0,01 % del total de la
masa y fue suficiente para causar daños en la salud. De acuerdo a las mediciones realizadas, el triptofano obtenido por ingeniería genética era igual
en pureza que el de equivalencia sustancial, previa la preparación que ha sido obtenida usando la bacteria natural, cuando lo cierto es que fue no
sustancialmente equivalente con respecto a la seguridad en la salud humana. Vid. An Investigation of the Cause of the Eosinophilia-Myalgia
Syndrome associated with Tryptophan Use, en New England Journal of Medicine, 1990, pp. 323: 357-365. [31] La protección de la salud y seguridad
de los consumidores se traduce para el fabricante en la obligación de poner en circulación únicamente productos seguros, por lo que, de la misma
forma que el derecho a la salud y a la seguridad del consumidor implica el derecho a la indemnización de los daños sufridos, el incumplimiento de la
obligación de poner en el mercado productos seguros debe llevar aparejada la sanción de la obligación de indemnizar el daño causado. El derecho a
la reparación de los daños y perjuicios sufridos se configura por tanto como un derecho accesorio y complementario del derecho a la salud y
seguridad, necesario para su plena y real efectividad. En esta línea, la Directiva del Consejo 85/374/CEE, de 25 de julio de 1985, relativa a la
aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en materia de Responsabilidad por los Daños
Causados por Productos Defectuosos, define en su Considerando Primero la responsabilidad del fabricante por los daños causados por sus
productos como una forma de protección de la salud y seguridad de los consumidores, añadiendo expresamente en el Considerando Noveno que "la
protección del consumidor exige la reparación de los daños causados por muerte y lesiones corporales así como la de los daños causados a los
bienes" y Directiva 1999/34/CE, por la que se modifica el art. 2 de la Directiva 85/374/CEE en el sentido de eliminar la exclusión de las materias
primas agrarias y ganaderas y los productos de la caza y de la pesca, que en consecuencia quedan incluidos. Esta Directiva complementaria fue
incorporada al Derecho español por la DA. 12ª de la Ley 14/2000, de 29 de diciembre, de medidas fiscales, administrativas y del orden social (BOE nº
313, 30.12.2000). Por tanto, actualmente, los daños derivados de la ingestión de alimentos, ya sea en estado natural ya hayan sufrido transformación,
están cubiertos por la responsabilidad civil regulada en la LRF. Por lo que respecta al ordenamiento jurídico español, la Constitución señala en su
art. 51.1 que "los poderes públicos garantizarán la defensa de los consumidores y usuarios protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la
seguridad, la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos". Entre estos "procedimientos eficaces" que ordena la Constitución para la
garantía y defensa de la salud y seguridad de los consumidores, se encuentra el reconocimiento del derecho a la reparación de los daños y perjuicios
sufridos. En este sentido, la Ley 22/1994, de 6 de julio, de Responsabilidad Civil por los Daños causados por Productos Defectuosos(por ser
productos puestos en el mercado en la UE después de 1994) transpone la Directiva 85/374 [32]
La contaminación cruzada de los cultivos orgánicos o
convencionales por parte de los cultivos genéticamente modificados es uno de los posibles escenarios de litigio. Algunos productores ya han
presentado este tipo de demandas. En otros casos, Monsanto ha iniciado acciones legales contra los productores por violación de patente... [33] En
el 2000, la industria biotecnológica y los consumidores tuvieron oportunidad de comprobar a lo que podrían llegar a enfrentarse, en el caso ya
mencionado del maíz transgénico denominado Starlink, desarrollado por Aventis CropScience, aprobado solamente como alimento para animales,
pero que accidentalmente llegó a las tortillas de Taco Bell. Los tribunales dictaminaron el pago de 110 millones de dólares a favor de los productores,
y la suma de 6 millones de dólares para los particulares que alegaban haber padecido severas reacciones alérgicas como consecuencia del consumo
de esos productos. Posteriormente se tuvo conocimiento de que una persona que recibió 10.000 dólares por haber alegado que había padecido
reacciones alérgicas, no era alérgico al maíz.. En otros casos, los productores que alegaban que sus campos habían sido contaminados por cultivos
transgénicos ubicados en las cercanías, no han podido ganar los juicios Siempre hay un límite para la cantidad de cobertura de la que una industria
puede disponer en un determinado momento y puede cambiar de un día para otro, y en los últimos tres años ha ido disminuyendo progresivamente,
según un informe del 2003 "Limits of Liability" Para la biotecnología, lo máximo que puede haber disponible en este momento es aproximadamente
700 millones de dólares señaló un directivo de una compañía aseguradora norteamericana. "Hace tres años hubieran sido unos 1.000 millones de
dólares". A pesar de los temores de los representantes de las aseguradoras, los directivos de Monsanto insisten en que la cobertura no es ningún
problema.
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