Orillas del Orbigo

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CARRIZO DE LA RIBERA (LEON)
Una enramada de acequias distribuye la prosperidad a lo largo de toda su ribera. Un río
sin fuente, nacido del abrazo de dos caudales femeninos, que discurre entre el
monasterio de Carrizo y el Paso Honroso, iluminado por la hazaña quijotesca de don
Suero.
Orillas del Orbigo
El Orbigo es un río sin manantial que nace de la confluencia del Luna y del Omaña
aguas abajo de Santiago del Molinillo y de Villarroquel, a la vista de las medulillas cuyo
oro lavaba la Presa de la Griega. Su nombre ibérico significa precisamente unión de
aguas y en torno al agua y sus acequias ha labrado siglos de prosperidad esta ribera.
Antes incluso de la presencia monástica en Villoria y Carrizo, los mozárabes sangraron
la presa Cerrajera, que sigue regando la margen izquierda del río entre Carrizo y La
Bañeza.
Quizá convenga precisar que en León suele llamarse presa a la acequia que conduce el
agua y no al dique que la retiene. Una compleja malla de obras de riego surca desde la
Edad Media ambas orillas del río: la presa Forera, vinculada al monasterio de Carrizo; la
de la Tierra, que riega Benavides, la huerta de Villares y Villamor; la de la Feligresía, que
fecunda las propiedades del monasterio de Carracedo en este ribera; y la del Salvador,
en Hospital.
En realidad, la ribera por antonomasia de la provincia leonesa se extiende a lo largo de
cincuenta kilómetros, entre Espinosa y La Bañeza. El tramo escogido para nuestra ruta
discurre entre el centro monástico de Carrizo y el puente jacobeo de Hospital, un pueblo
que recuerda en su nombre el asiento de los caballeros hospitalarios de San Juan de
Jerusalén.
En medio de la huerta del monasterio cisterciense
de Carrizo de la Ribera asoma esta iglesia.
La disposición de su poblamiento recuerda la estructura de las primitivas villas
romanas, una presencia constatada en La Milla del Río. Antes de que el embalse de Los
Barrios de Luna ampliara el regadío a los páramos de la margen izquierda, la red de
acequias medievales permitió un grado de audacia inusual en la renovación de los
cultivos.
Patatas, alubias y maíz traídos de América se incorporaron con éxito al paisaje agrario
de la ribera, como más tarde el tabaco, la menta y sobre todo el lúpulo, que mereció el
apelativo de ‘oro verde’ en sus tiempos de apogeo.
A finales del diecinueve, coincidiendo con el derrumbe colonial, se instala en Veguellina
la primera azucarera de la provincia, y medio siglo más tarde la factoría de Fomento del
Lúpulo en Villanueva de Carrizo.
Una y otra iniciativa fueron resultado de una labor pedagógica ejemplar, desarrollada
desde su centro de enseñanzas agrícolas de Hospital por la Fundación Sierra Pambley.
Todavía Todavía sigue abierto en Hospital el centro educativo de esta fundación
vinculada a la Institución Libre de Enseñanza. Como se encuentra orillado del tránsito
de la ruta jacobea, son pocos quienes se acercan a este enclave impulsor del progreso de
la ribera.
Una vez cruzado el puente, detrás de las primeras casas de la izquierda se aloja el barrio
filantrópico con lo que queda de aquel escenario de civismo y progreso: la casona del
fundador y las escuelas con su blasón y sus balcones y galerías y la huerta
interminable. Una novela de Alonso Luengo, titulada ‘La invisible prisión’, recrea
aquellas reboticas de institucionistas e indianos en la casa de doña Mariquita Quiñones,
que se encuentra frente a la iglesia y ocupa el solar del hospital.
EL PASO HONROSO
Hospital es una calle peregrina que prolonga el curso empedrado del puente sobre el
Órbigo. Este paso fue escenario de remotas batallas pero tiene su fama asociada al
desafío de un segundón de la casa de Luna llamado don Suero, que pasó el mes de julio
del año jacobeo de 1434 empeñado en llamar la atención de una dama peleando con
todo aquel que pretendía cruzar el río.
Aturdido de amor y con una argolla al cuello se plantó en el puente con nueve de los
suyos dispuesto a romper trescientas lanzas de otros tantos adversarios. A pesar de la
bravuconería, no llegó a tanto. Tuvo que suspender la liza a los treinta días después de
tronchar ciento sesenta y seis.
Sin embargo, el alarde pasó a la literatura caballeresca y hoy día inspira una fiesta
histórica de mucha concurrencia. El mismo Cervantes se refiere a este episodio
desmesurado en El Quijote: «Digan que fueron burla las justas de Suero de Quiñones
del Paso».
El puente es el mejor mirador de la ribera. Ha sido repetidamente remozado, aunque
conserva parte de su estructura medieval, que se identifica por los arcos ojivales. Las
obras que le dieron su aspecto actual corresponden a 1946, que fue cuando se colocó el
monolito explicativo. De entonces acá construcciones espontáneas han ido invadiendo el
territorio del río cuya amplitud tratan de domesticar las choperas.
A la salida de Hospital hacia Benavides se alza junto al río la secuoya de Villa Blanca,
traída de Argentina a fines del siglo dieciocho. Tiene más de treinta metros y con su
envergadura ha presidido los afanes de esta finca donde se fabricaron envoltorios de
paja para las botellas de vidrio.
Benavides evoca en sus soportales la primacía de los mercados de la ribera. La ermita
del Cristo todavía no ha cumplido la cuarentena y su iglesia parroquial tiene la torre de
mampostería recrecida con piedra blanquecina de aspecto artificial.
Carrizo debe su atracción al río, que salva un puente mixto, y sobre todo al monasterio.
También es hermoso el emplazamiento del santuario del Villar, pero se encuentra más
retraído. El monasterio cisterciense perdió en unos pocos años de abandono
decimonónico algunas de sus obras de arte más notables. Sobre todas, el Cristo
románico que descabezó el prócer leonés López Castrillón para
Guia
adornar su bastón.
Hoy realza el Museo de San Marcos, a pesar de la huella bien
visible de su decapitación. Un arca con pinturas románicas se
exhibe en el museo de la catedral de Astorga y en el Marés de
Barcelona una preciosa puerta mudéjar.
A pesar de las menguas, el monasterio muestra un aspecto
estupendo, estimulado por la vecindad de la Posada Real que
ocupa parte de lo que fueron sus dependencias. Una portalada
con blasones abre el compás vegetal que sombrean acacias y
castaños de buen porte.
Tras ellos, la portada románica, desnuda y cisterciense, da
paso a la iglesia, que asoma a la huerta su cabecera con tres
ábsides muy desiguales. Es lo más interesante del conjunto.
Junto a la posada un pasadizo nos asoma a la acequia
caudalosa que recorre la huerta monástica.
COMO LLEGAR
El tramo de la Ribera
del Órbigo que discurre
entre Hospital y Carrizo
de la Ribera lo recorre
la
carretera
autonómica
LE-420,
que
comunica
La
Bañeza
con
La
Magdalena.
DONDE COMER
En Carrizo, Rapidín
(987 357 605). En
Benavides, Flash (987
370 638). En Hospital,
La Encomienda (987
388211), María Palos
(987
388
084)
y
Flamingo (987 388016).
Vestigios del hospital
peregrino.
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