LOS VALORES COMO LLAVE DE ACCESO AL TRABAJO VI Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos (ENDUC-6) Universidad Nacional de La Rioja, año 2011 Resumen El presente trabajo aborda el análisis de los requerimientos que generalmente debe cumplimentar un postulante para acceder a un puesto de trabajo, realizado a partir de datos obtenidos por una investigación dirigida a empresas PyME radicadas en la ciudad de La Rioja. Los resultados mostraron un énfasis prioritario de los potenciales empleadores en los valores humanos del postulante, priorizándolos incluso por encima de factores típicamente considerados los más relevantes, como la experiencia previa o los conocimientos. Se reflexiona acerca de la importancia de explicitar y fortalecer la formación humana, moral y ética en todas las carreras universitarias, cumpliendo con la responsabilidad social que tiene la Universidad como institución formadora de profesionales. Comisión sugerida para su participación Área 2: PERSONA Y SOCIEDAD 2.1 El trabajo humano; perspectivas filosófica, teológica, ética, económica y jurídica. Autor María Emilia Peña Pollastri Instituto de Gestión de la Calidad (perteneciente al Centro de Investigación en Desarrollo Sustentable, Urbanismo y Calidad) - Universidad Nacional de La Rioja Correo electrónico: [email protected] Introducción La adecuada comprensión de los requerimientos necesarios para tener acceso a un puesto de trabajo es uno de los temas cruciales para la buena administración de los recursos humanos de toda organización. Esta primera conceptualización se propone desde un punto de vista puramente económico en la faz de la administración de organizaciones. Sin embargo, el hecho de realizar la selección y contratación de recursos humanos genera impactos mucho más allá de las fronteras de la organización. Los procesos de reclutamiento y selección se relacionan fuertemente con problemáticas de índole humanística y social. El trabajo es fuente de dignidad, autoestima y superación para los individuos. El óptimo desarrollo y aprovechamiento de las capacidades humanas es fundamental para el progreso científico, tecnológico y productivo, siendo tales factores necesarios para el desarrollo de políticas tendientes al mejoramiento de la calidad de vida. Por otra parte, también es sabido que las disfunciones generalizadas en la inserción laboral de los individuos repercuten más allá de su bienestar personal y su entorno familiar, generando uno de los problemas sociales fundamentales que debe mantener bajo control toda sociedad: el desempleo (la proporción de personas que buscan trabajar y no lo consiguen), y su variante asociada, el subempleo (la proporción de personas que trabajan menos horas de las que desean o en puestos menos calificados que aquellos a los que podría aspirar). El presente trabajo aborda el análisis de los valores humanos como parte de los requerimientos que generalmente debe cumplimentar un postulante para acceder a un puesto de trabajo. El mismo se realiza a partir de datos obtenidos por una investigación dirigida a indagar acerca de las razones de la brecha existente entre la oferta y la demanda de trabajo, en una muestra constituida por cien empresas PyME de un determinado sector de actividad económica, radicadas en la ciudad de La Rioja. Desarrollo Los valores humanos o actitudes generalmente forman parte de cualquier descripción de puesto realizada por un profesional de la Administración. Dicha descripción es el punto de partida en los procesos de reclutamiento y selección de personal. Sin embargo, muchas veces se plantea que la realidad de las empresas dista de las recomendaciones teóricas, generalmente porque la dirección de la empresa no está profesionalizada o porque se considera que tales procedimientos de gestión están reservados a empresas de mediana a gran envergadura, entre otras razones. Es así que en el entendimiento corriente puede presuponerse que la selección de personal se realiza en base al cumplimiento de unos pocos requisitos sustanciales, como podría ser que se tenga experiencia previa o que se posean estudios relacionados a la función a desempeñar. Los valores y actitudes serían un complemento deseable, 2 pero no un requisito excluyente, máxime al tener en cuenta la imposibilidad de demostrar objetivamente en qué medida se poseen dichas condiciones. Surge entonces la inquietud de corroborar empíricamente qué papel juegan los valores humanos en los procesos de selección de personal en empresas PyME: ¿Se demandan explícitamente? ¿Se necesitan realmente en la actividad empresaria? Una investigación realizada en cien empresas PyME de la ciudad de La Rioja a fines del año 2010 incluía la medición de numerosas variables que suelen tenerse en cuenta como requisitos excluyentes y no excluyentes en las selecciones de personal. Entre ellas figuraban tres grupos de variables relacionadas a los valores humanos: Las actitudes hacia el trabajo, las actitudes hacia los compañeros y las actitudes hacia los clientes. Por otra parte, también se indagaba acerca de las condiciones de trabajo en los puestos actualmente desempeñados en la empresa. El buen desempeño en algunas de dichas condiciones está estrechamente ligado a los tres grupos de valores humanos mencionados en el párrafo precedente. Tales condiciones de trabajo vinculadas a los valores humanos son: Horarios de trabajo atípicos o variables, trabajo en equipo y autonomía para tomar decisiones. Asimismo, se indagó acerca de las políticas de capacitación de la empresa, para conocer en qué medida y de qué maneras la empresa procura la formación de valores humanos en caso de que el nuevo empleado no los posea al nivel deseado. Puede entonces comenzar a responderse las inquietudes planteadas en el tercer párrafo del presente apartado. a) ¿Se demandan explícitamente valores humanos en los procesos de selección de personal que realizan las empresas PyME? La actitud hacia el trabajo más demandada fue mencionada en 58% de los casos, y es la “proactividad, predisposición a trabajar, ganas de progresar”. Le siguen con el 39% la responsabilidad, con 12% la puntualidad y asistencia, y otros en menores porcentajes como respeto, honestidad, paciencia, tolerancia y sentido de pertenencia. La actitud hacia los compañeros más demandada fue mencionada en 60% de los casos, y es “compañerismo y solidaridad”. Le siguen con el 26% la buena comunicación y trabajo en equipo, y otras en menores porcentajes como respeto, confianza, tolerancia, disposición a enseñar y aprender de otros, honestidad y amabilidad. La actitud hacia los clientes más demandada fue mencionada en 35% de los casos, y es “respeto, buen trato”. Le siguen con el 27% amabilidad y cordialidad, y otras en menores porcentajes como ser servicial, esmerarse en conocer lo que vende, paciencia, buena expresión, voluntad e iniciativa. 3 Cabe destacar como dato llamativo que el “respeto” es el valor humano que ha sido citado como integrante de los tres tipos de actitudes requeridas (respeto hacia la empresa, respeto a los compañeros y respeto a los clientes). Para procurar evaluar el grado de importancia que revisten los porcentajes mencionados, se propone tomar como referencia que la característica personal más solicitada es la “edad de 25 a 35 años”, en el 53% de los casos. Otras características como género, no tener cargas de familia, disponibilidad horaria o experiencia previa son solicitadas en menos del 53% de los casos. Comparando con “proactividad, predisposición a trabajar, ganas de progresar” que se solicita en 58% de los casos, o “compañerismo y solidaridad” en 60% de los casos, puede comprobarse que los valores humanos son requisitos explícitos y prioritarios en la selección de personal. b) ¿Se necesitan realmente valores humanos en las actividades de una empresa PyME? Se incluyeron entre las variables analizadas tres formatos de actividad laboral para cuyo desempeño se requiere poseer valores humanos. Los horarios de trabajo atípicos o variables requieren de empleados responsables, puntuales y colaboradores hacia la empresa (con sentido de pertenencia). Se considera como atípico al horario que no coincide con el que sugiere la asociación empresaria que nuclea a entidades del mismo sector de actividad. Se relevó que el 51% de las empresas estudiadas trabajan en horarios atípicos. El trabajo en equipo es lo opuesto al desempeño individual, y significa que la realización de una tarea requiere la intervención coordinada de más de una persona. Valores requeridos para desempeñarse en esta modalidad de trabajo son compañerismo, voluntad de comunicarse, tolerancia, respeto, confianza y honestidad, entre otros. El 67% de las empresas realiza trabajo en equipo. La autonomía para tomar decisiones significa que el empleado debe ser capaz de decidir por sí mismo qué curso de acción seguir ante situaciones imprevistas, sin necesidad de esperar a recibir una instrucción directa de su superior jerárquico. Algunos de los valores humanos necesarios para desempeñarse con autonomía son la proactividad, el interés por progresar, disposición a enseñar y aprender de otros, buena voluntad, iniciativa y sentido de pertenencia. El 55% de las empresas requieren que alguno o varios empleados tomen decisiones en forma autónoma. En resumen puede comprobarse que en las tres variables analizadas, la mayoría de las empresas necesitan efectivamente valores humanos de sus empleados para el buen desempeño laboral. Se concluye entonces en que las empresas demandan explícitamente requisitos vinculados a los valores humanos, y que efectivamente los requieren para el desempeño laboral. El problema para quienes están llevando a cabo el proceso de 4 selección es obtener información objetiva y comparable acerca del grado en que los postulantes poseen tales requisitos. Técnicamente puede recurrirse a métodos de valoración parcialmente subjetivos y comparables, entre ellos el pedido de referencias a anteriores lugares de trabajo, la visita domiciliaria (o investigación ambiental) para evaluar el posible perfil del candidato en función de las características de su entorno familiar y de su vecindario, o el planteo al candidato de situaciones hipotéticas que encierren dilemas éticos donde debe responder cómo procedería. Dado que estos métodos además de no ser precisos pueden resultar trabajosos de llevar a la práctica, muchos empresarios resuelven la selección dejándose llevar por su intuición, contando con la posibilidad que les brinda la ley de desvincular al trabajador si durante el período de prueba demuestra no ser apto para desempeñarse en el puesto. Sin embargo no es tan común en ese exiguo periodo de tiempo poder descubrir o evaluar con razonable criterio si un empleado tiene o no los valores humanos necesarios, o cuáles son sus probabilidades de forjarlos. Si el nuevo empleado no logra el nivel de valores humanos requerido por la actividad, en menor o mayor plazo se genera insatisfacción laboral y mal desempeño. La continuidad de tales situaciones suele desembocar en conflictos que si no se solucionan probablemente concluyan con la desvinculación laboral, sea a iniciativa de la patronal o del empleado, y con perjuicios ciertos para ambas partes que se extienden al entramado social en general. Puede surgir entonces otra pregunta relacionada: ¿Qué hace la patronal cuando no se encuentra conforme con los valores humanos que muestra un empleado en su desempeño laboral? De la conversación con los empresarios surge que los mecanismos habituales son la reprimenda por parte del superior jerárquico y también la actitud de “esperar” a que el aprendizaje ocurra naturalmente por observación e interacción con compañeros de trabajo de mayor antigüedad. Cuantitativamente se corrobora con el resultado de que en el 87% de los casos se espera que el empleado aprenda todo lo que deba incorporar en su actividad practicando en el puesto de trabajo con ayuda de compañeros y supervisores. Puede observarse que la mayoría de las empresas PyME no utiliza la educación formal o sistemática para procurar la formación de competencias laborales en sus empleados. Este dato podría conducir a dos preguntas finales: ¿Es posible enseñar valores humanos? y ¿Quién debe hacerlo, si el empresario no lo hace? Discusión Las preguntas con que se ha cerrado el apartado precedente podrían conducir a un extenso debate y análisis a partir de diversas perspectivas. Desde este escrito se proponen las siguientes respuestas, seguramente como punto de partida para enriquecer desde la perspectiva del lector: 5 1) Los valores humanos pueden enseñarse y adquirirse. La familia y la Iglesia en todos los credos son instituciones sociales que tradicionalmente han enseñado y formado valores humanos. Probablemente todo ser humano ha pasado por la experiencia de incorporar valores a través de la prédica, que lo lleva a tomar conciencia de la importancia que reviste ese valor, y de fortalecerlos hasta hacerlos parte de uno mismo, a través de la reiteración como método para la construcción de buenos hábitos. 2) La Universidad tiene la responsabilidad de incluir a los valores en la formación profesional que brinda. La Universidad es la institución que tiene, entre otras, la fundamental misión de educar a personas adultas preparándolas para insertarse laboralmente en la sociedad con idoneidad y respetabilidad. Para lograr esa inserción laboral, las empresas encuestadas consideraron que los conocimientos y las destrezas no son lo único que requieren, ni siquiera son lo más importante. La prioridad para la exitosa inserción laboral son los valores. Posiblemente uno de los desafíos que las empresas en general no han resuelto y que las Universidades tienen mejores posibilidades de afrontar como institución educativa de máximo nivel es el siguiente: Diseñar y poner en práctica métodos sistematizados y efectivos para la adquisición y el fortalecimiento de valores humanos. Algunos abordajes del problema se hicieron desde la propia estructura curricular de las carreras, con tradicionales cátedras conducidas por especialistas en ética, deontología o ejercicio profesional. Sin embargo cabe reconocer las limitadas posibilidades de formación que tienen por su duración acotada tal vez a un solo cuatrimestre. Otro abordaje fue el de solicitar a todas las cátedras que incorporen contenidos actitudinales. En algunos casos, el desarrollo de los mismos queda implícito o es complementario a la resolución de problemas técnicos. En otros se cumplimenta con su mención como tema filosófico importante pero puramente teórico, generalmente en la primera o en la última unidad del programa analítico. Enseñar dando el ejemplo, o narrar experiencias profesionales, es otra metodología que no en todos los alumnos surte el efecto deseado. ¿Qué otras maneras de formar en valores pueden utilizarse en la Universidad? El presente escrito expuso un tema importante y reconocido, reafirmado a la luz de algunos datos actualizados recogidos en nuestro propio entorno local. Si a partir de su lectura emana algún debate, intercambio de experiencias o la reflexión silenciosa de quienes participamos de la Educación Superior, el objetivo para el cual fue escrito estará plenamente logrado. Muchas gracias. Bibliografía Ayala Miryan P. (1999). Perfil profesional, potencialidades de la inserción laboral y la demanda social: La construcción metodológica de un punto de encuentro a partir del desempeño laboral. Facultad de Recursos Naturales, Universidad Nacional de Formosa. Formosa, Argentina. 6 Carranza Marlon (compil.) (2006). Oferta, demanda e intermediación laboral: Aportes para la integración de jóvenes al mercado de trabajo salvadoreño. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Instituto Universitario de Opinión Pública-Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, Deutsche Gesellschaft Für Technische Zusammenarbeit (GTZ), Naciones Unidas. Galindo Baquero Karol (2009). Caracterización de la demanda de empleo respecto de la formación. Secretaría de Planeación y Desarrollo Territorial. Gobernación del Meta, Colombia. Galindo Baquero Karol (2009). Caracterización de la demanda de empleo respecto de las expectativas. Secretaría de Planeación y Desarrollo Territorial. Gobernación del Meta, Colombia. 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