El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Robert Louis Stevenson. Resumen. Editorial: Cantaro Editores. 1999. 1 La historia de la puerta. Mr. Utterson, el abogado, jamás mostraba una sonrisa, era una persona fría, vergonzosa, melancólica y amable. No era para nada demostrativo. Éste realizaba, todos los domingos, una caminata por las calles de Londres con su primo Mr. Enfield, un hombre muy conocido en la ciudad. Un día al pasar por un callejón, donde había una casa con puertas blancas, Enfield recuerda un hecho que le había ocurrido tiempo atrás. Una noche, cuando regresaba a su casa, vio a un hombre pequeño que caminaba rengueando hacia la bocacalle, cuando al aparecer una niña, se la lleva por delante. El pequeño hombre saltó por encima del cuerpo de ésta como si nada, y la dejó gritando en el piso. Los familiares salieron para ver que pasaba, también acudió el “matasanos” para revisar a la niña. Enfield persiguió al extraño hombre hasta que lo agarró por el cuello. Al atraparlo le pidieron 100 libras para reparar el daño ocasionado a la niña. El hombre se dirigió a la casa de la puerta blanca, sacó una llave y entró. Al salir traía consigo un cheque y 10 libras en oro. Enfield se sorprendió, y al mismo tiempo desconfió al ver la firma del cheque, era del Dr. Jekill. Todos dudaron de la veracidad de dicho cheque, por tal motivo decidieron esperar en casa de Enfield, a que abriera el banco para corroborar la falsedad o no de éste. Pero el cheque era auténtico. Mr. Utterson intrigado, comenzó a preguntarle a su primo respecto a este extraño hombre. Éste le dio su nombre, Hyde; y lo describió como un ser desagradable, detestable, repugnante, deforme; le resultaba imposible encontrar las palabras para describirlo. En busca de Mr. Hyde. Aquella noche, Mr. Utterson, al llegar a su casa, fue al escritorio, y sacó de su caja fuerte el testamento del Dr. Jekyll; éste decía lo siguiente: “en caso de muerte o desaparición durante tres meses todos mis bienes pasaran a Mr. Hyde. Al día siguiente, el abogado se dirigió a la casa de su amigo, el Dr. Lanyon. Éste era un hombre cordial, sano, enérgico, y de abundante cabello canoso. Ambos eran viejos amigos del colegio y de la universidad, como era la costumbre, respetuosos de sí mismo. Utterson visitó a Lanyon para averiguar acerca de Mr. Hyde, pero éste no lo conocía. El abogado al ver que seguía sin información decidió esperar en un callejón (frente a la casa de Hyde) a que éste apareciera. Cuando vio que se acercaba a la puerta, Mr. Utterson se acercó al hombrezuelo, lo miró a la cara, y lo interrogó respecto a la relación que tenía con Jekyll, a lo cual Hyde se puso muy molesto. Éste era un hombre pálido y pequeño, daba un sensación de deformidad; hablaba con voz ronca, susurrante y quebradiza. Mr. Utterson decidió ir a la casa de Jekyll, pero éste no se encontraba allí, sólo estaba Poole, el mayordomo. El abogado le comenta que vio entrar a Hyde por la puerta trasera de la casa, la que da al laboratorio. Poole le comenta que siempre entra por allí, que él casi no lo ve, y además nunca cena en la casa. Sin embrago, debía obedecerle en lo que solicitara. Dr. Jekyll estaba en perfecta calma. II Dos semanas después, el doctor ofreció una de sus agradables cenas a cinco o seis de sus mejores amigos. Utterson se las ingenió para quedarse después que todos se habían marchado con la intención de hablar a solas con Jekyll respecto al testamento que tanto le preocupaba. Jekyll le dijo que no se preocupara por Hyde, que realmente él sentía estima por éste; y le hizo prometer que si algo le pasaba cumpliera con lo que decía el testamento, y Utterson dio su promesa. El caso del asesinato de Carew. Un año más tarde, Londres fue conmovido por un crimen de singular ferocidad, y que tuvo mayor repercusión dada la alta posición social de la victima. Una noche, una sirvienta se hallaba sentada mirando por la ventana de su cuarto. De pronto, observa a dos hombres que se encuentran y comienzan a conversar. Uno era apuesto, maduro, de cabello blanco; el otro era pequeño, y de aspecto algo desagradable. La muchacha lo reconoció, era Mr. Hyde, lo había visto una vez, cuando éste visitó a su amo. En un instante, la sirvienta observa que Hyde comienza a golpear al otro hombre con un bastón, y a pisotearlo, hasta el punto tal de dejarlo inconsciente tirado en la calle, probablemente muerto. La muchacha decidió llamar a la policía, pero Hyde había huido. En la escena del crimen, la policía encontró un pedazo del bastón que el hombrezuelo había utilizado para asesinar al Sr. Carew, y un sobre para Utterson. Al ver esto decidieron ir a la casa del abogado. Éste al ver el pedazo del bastón se dirigió a la casa de Jekyll, pues era el mismo bastón que él le había regalado al doctor. Al entrar en la casa de Jekyll, encuentran detrás de la puerta de una de las habitaciones, la otra parte del bastón; mientras en la chimenea ardía una chequera del doctor. Éstos deciden ir al banco donde encontraron varios miles de libras depositadas en la cuenta del asesino. Con estas pruebas emitirían una orden de arresto. El incidente de la carta. Mr. Utterson se dirigió a la casa de Jekyll; allí fue atendido por Poole y llevado al laboratorio o sala de disección. El abogado nunca había sido recibido en esa parte de la casa. Al entrar vio una escalera que lo condujo al gabinete del doctor. Había sólo tres ventanas que daban al jardín. El laboratorio era una amplia habitación, con armarios, con puertas de cristal, y con un ESPEJO de cuerpo entero. Al ver a Utterson, Jekyll le mostró una carta de Hyde, que había sido entregada en mano. La carta decía: “el Dr. Jekyll no tenía que inquietarse por su seguridad, pues disponía de medios para escapar”. Utterson se sintió aliviado al saber esto, y le prometió no decir nada a nadie de la carta. Al llegar a su casa se sentó al lado del fuego junto con Guest, su asistente. El abogado le pidió ayuda para interpretar la letra, puesto que Guest estudiaba grafología. En ese instante, el sirviente le entrega una carta de Jekyll, Guest le pide verla. Para sorpresa de ambos, las letras coincidían. Lo que no podía explicarse Utterson era por qué Jekyll falsificaría una carta del asesino. El notable incidente del Dr. Lanyon. III La muerte de Sir Danvers fue sentida como un hecho público. Mr Hyde había desaparecido. Dr. Jekyll comenzó una nueva vida, salió de su encierro, continuó las relaciones con sus amigos y volvió a ser el huésped habitual. Por más de dos meses, el doctor vivió en paz. El 8 de enero, Utterson tuvo una cena con algunos amigos, entre ellos Lanyon. El día 12 y el 14, Utterson fue a visitar a Jekyll, pero él se encontraba recluido en su casa y no veía a nadie. El día 15, Jekyll se le negó nuevamente. A la sexta noche, fue a visitar a Lanyon. Al entrar se impresionó ante el aspecto del Dr. Se hallaba mas calvo, viejo, pálido, se comportaba de una forma extraña, Utterson pensó que él tenía miedo a morir. Lanyon le dijo que había sufrido un golpe y que iba a morir. Utterson le comentó que Jekyll también estaba enfermo, y él le dijo que no quería saber nada más acerca de éste. El abogado le preguntó si podía hacer algo al respecto ya que ellos eran viejos amigos. Lanyon le respondió que no, y que algún día, después de su muerte, iba a saber las razones de la pelea. Cuando llegó a su casa, Utterson le escribió una carta a Jekyll pidiendo explicaciones de su exclusión y la causa de su ruptura con Lanyon. Al día siguiente le llegó una respuesta donde le pedía a Utterson que respetara su silencio. Unos quince días después el Dr. Lanyon murió. La noche después del funeral, Utterson se encerró en su escritorio y sacó un sobre escrito y sellado por su difunto amigo. Adentro había otro sobre donde decía que se debía abrir luego de la muerte o desaparición de Dr. Jekyll. Utterson se sorprendió, el sobre decía “desaparición” como en el testamento que había devuelto. El abogado tenía una gran curiosidad por abrirlo, pero decidió guardarlo hasta llegar el momento. El abogado fue a visitar a Jekyll, pero le negaron la entrada y se sintió aliviado porque no había desaparecido. Se quedó hablando con Poole, quien no tenía muy buenas noticias para comunicarle, el Dr. estaba ahora más que nunca encerrado en su gabinete del laboratorio, se había vuelto muy silencioso, parecía estar obsesionado con algo. Utterson disminuyó poco a poco la frecuencia de sus visitas. El incidente de la ventana. Sucedió que un domingo en que Mr. Utterson daba su paseo habitual con Mr. Enfield, el recorrido los condujo una vez más hacia la callejuela donde vivía Hyde. Éstos se pusieron a conversar respecto a lo ocurrido, y se sintieron aliviados al pensar que ya no lo volverían a ver. Preocupados por Jekyll se dirigieron hacia su casa; al llegar entraron por la puerta de atrás, y desde el jardín lo vieron en una ventana. Desde allí lo invitaron a caminar con ellos, pero él se negó. Se quedaron hablando desde abajo, pero en un instante la sonrisa del doctor se convirtió en una mueca, a la que les siguió tal expresión de terror y desesperación, que les heló la sangre a los IV dos hombres de abajo. Jekyll cerró la ventana rápidamente. Utterson y Enfield quedaron aterrados, y en silencio prefirieron abandonar la casa. La última noche. Mr Utterson estaba sentado junto al fuego una noche, cuando lo sorprendió Poole. Éste le dijo que algo andaba mal, no se atrevía a decírselo; entonces le ofreció a que lo vea con sus propios ojos. Fueron a la casa de Dr. Jekill, Poole golpeó una puerta de un modo muy cuidadoso, la puerta se abrió, trabada por la cadena y una voz desde adentro preguntó si era Poole, él le contesto que sí. Cuando entraron al salón toda la servidumbre, hombres y mujeres, se encontraban agrupados como un rebaño de ovejas. Poole le contó a Mr Utterson el motivo por el cual estaban reunidos: tenían miedo. Luego le pidió que lo siguiera y enfiló hacia el jardín de atrás, el mayordomo le pidió al abogado que haga silencio y que escuche. Poole subió unos escalones y tocó la puerta en donde se encontraba Jekill, el mayordomo le dijo que Mr. Utterson lo quería ver y una voz quejosa respondió del otro lado. Poole condujo a Mr. Utterson de vuelta a través del patio hasta la cocina. Poole le contó que desde hace ocho días se habían llevado al doctor. Durante esa última semana, Jekyll o quien esté allí, había estado pidiendo una medicina que no pudieron conseguir. Necesitaba esa droga con urgencia. Poole le mostró la nota a Mr. Utterson. El abogado le dijo que era la letra del doctor. Poole le cuenta que una vez entró de repente a la sala de disección desde el jardín, y la puerta del gabinete estaba abierta, el Dr. Jekill se encontraba allí al fondo de la habitación, y cuando vio al mayordomo chilló y se escapó, llevaba una máscara. El abogado pensó que se podría tratar de esas enfermedades que deforman al que las sufre y por eso la alteración de la voz, la máscara y la impaciencia de encontrar esa droga. Pero Poole le aseguró que aquel no era su amo. Decidieron entonces, tirar abajo la puerta donde estaba del laboratorio, el mayordomo agarró un hacha y el abogado un atizador. Antes de tirar abajo la puerta los dos admitieron que creían que el que estaba ahí adentro no era Jekill, sino, Mr. Hyde. Luego llamaron a Bradshaw, Utterson le ordenó que vaya con el muchacho a la vuelta de la esquina con un par de buenos palos y les dio diez minutos para llegar. Al pasar los diez minutos Utterson golpeó la puerta y le dijo a Jekyll que iba a entrar sea como sea. Éste le pidió compasión, y al escuchar su voz se aseguró de que era la de Hyde y no la del doctor. La puerta se partió en dos y justo en el medio del cuarto yacía el cuerpo de un hombre, que todavía se sacudía. Lo dieron vuelta y vieron el rostro de Hyde, estaba vestido con ropa demasiado grande para él. Mr. Utterson y Poole fueron en busca del cuerpo de Jekyll pero no había ni un rastro de él, ni muerto ni vivo. Luego en el curso del registro de la habitación llegaron al espejo de cuerpo entero que se encontraba inclinado, volvieron al escritorio y allí entre los papeles se destacaba un gran sobre con el nombre del abogado. Él lo abrió y varios pliegos cayeron al suelo. El primero era un testamento, tomo el siguiente papel; era una nota breve escrita con la letra del doctor y fechada arriba, era de hoy. El papel decía que para cuando el abogado leyese ese papel el ya no estaría, que si quería saber mas, que leyera la V confesión de su indigno y desgraciado amigo. Poole le entregó un considerable paquete sellado en varios lados, Mr Utterson se fue a su casa (eran las diez) y le dijo al mayordomo que iba a regresar a la medianoche. Salieron y cerraron con llave la puerta del laboratorio. El relato del Dr.Lanyon Hacia cuatro días que el Dr Lanyon había recibido una carta del Dr Jekyll, en la que le solicitaba que postergue cualquier otro compromiso para esa noche y que con esa carta en la mano se dirija a su casa, donde iba a estar el mayordomo, Poole, esperándolo con un cerrajero, porque la puerta del gabinete debía ser forzada. Le pidió que abriera una vitrina con la letra E, y que tal cual estaba se llevara ese cajón a Cavendish Square. Luego le pidió también que a una hora donde todos los sirvientes estuvieran en la cama, debía estar solo para recibir personalmente a un hombre que se presentaría como enviado por el Dr. Jekyll, y que le entregue el cajón que había traído del gabinete de él. Lanyon se convenció de que su colega estaba loco pero se sitió obligado a hacer todo tal como se lo pedía. Subió a un coche y se dirigió a lo de Jekyll. El mayordomo estaba esperando su llegada con un cerrajero, fueron hasta el gabinete y después de dos horas de intentar abrir la puerta lo lograron. Abrió el cajón, lo relleno con paja, lo envolvió en una manta y regresó a Cavendish Square. Allí examinó su contenido. Los sobrecitos parecían se una sal simple. El frasco, estaba a medio llenar de un líquido color rojo sangre. El cuaderno contenía una serie de fechas, habían dejado de anotarse hacia aproximadamente un año y había breves anotaciones junto a las éstas. Apenas sonó las doce en Londres golpearon la puerta, Lanyon fue abrir y se encontró con un hombre pequeño con ropa que le quedaba grande. El hombrecito entró a la casa apurado al ver un policía. Lanyon se sentó en el sillón y notaba que el hombre, que jamás había visto estaba luchando contra un acceso de histeria. Lanyon le dio el contenido del cajón, el hombrecito le pidió un vaso graduado, éste le dio lo que pedía. Él se lo agradeció, midió unas gotas de la solución roja y le agregó uno de los polvos, el visitante sonrió, apoyo el vaso sobre la mesa, luego se dio vuelta y le preguntó a Lanyon si quería ser informado, guiado o dejaría que él tome ese vaso y se vaya de su casa sin una palabra más. Lanyon no le pidió explicación. El hombre bebió la poción de un trago, gritó, dio vueltas, tambaleo, se aferró a la mesa y se produjo un cambio. Su cara se hincho y sus rasgos parecieron alterarse. Lanyon gritó porque en ese momento, delante de sus ojos, no se encontraba más aquel hombre pequeño, se encontraba Henry Jekyll. Lanyon le confiesa a Utterson que sentía que sus días estaban contados, debía morir. Pero le aseguró que según la confesión del propio Jekyll la criatura que entró cautelosamente a su casa era Hyde. El relato completo del caso por Henry Jekyll Henry Jekyll tenía un imperioso deseo de destacarse y mostrar ante el publico algo más que una compostura común y corriente. Por tal motivo, ocultó sus placeres. Cuando llegó a la edad de la reflexión, ya estaba entregado a una profunda duplicidad de vida. VI A pesar de este comportamiento profundamente doble, él no era hipócrita: sus dos partes obraban con toda seriedad; no era menos él cuando hacia a un lado las restricciones y se hundía en la vergüenza, que cuando trabajaba, a la luz del día, en el progreso del conocimiento. Fue en su lado moral y en su propia persona, donde aprendió a reconocer la dualidad del hombre; observó que si estaba apto para cualquiera de las dos naturalezas, solo se debía a que el era ambas. La maldición de la humanidad era que estos haces incompatibles estaban ligados, que en el seno atormentado de la conciencia, estos polos gemelos lucharían continuamente. Consiguió preparar una droga con la cual esos poderes serían destronados de su supremacía, y sustituidos por una segunda forma y aspecto, no menos naturales para él porque llevaban el sello de los más bajos elementos de su alma. Vaciló durante mucho tiempo antes de experimentar esta teoría en la práctica. Sabía muy bien que corría el riesgo de morir. Hacia largo tiempo que tenía la solución preparada, y a altas horas de una noche, mezcló los elementos y bebió la poción. Un rechinar en los huesos, nauseas mortales y un horror del espiritu que no puede ser superado al de la hora del nacimiento o de la muerte. Había algo extraño en sus sensaciones, algo nuevo, placentero. Se sentía mas joven. Se dio cuenta de que era más perverso y que había disminuido de tamaño. En su habitación no había espejo, luego trajo uno. Se dirigió hacia su dormitorio y vio por primera vez la imagen de Edward Hyde. Éste era mucho más pequeño, más ágil y más joven que Jekyll. Así como el bien brillaba en el semblante de uno, Hyde era puro mal. Regreso de prisa a su gabinete, preparó y bebió una vez más la copa, y volvió a ser Jekyll. Alquiló y amuebló una casa en Soho y contrató como ama de llaves. Anunció a sus sirvientes que un tal Mr. Hyde tenía entera libertad y poder en su casa de Square. Luego redactó aquel testamento de modo tal que si algo le sucedía a Jekyll, se beneficiaría Hyde. (Aquí, Jekyll narra el accidente de Hyde con la niña). Unos meses antes del asesinato del Sir Danvers, había salido a una de sus aventuras, y se despertó a la mañana siguiente en la cama con sensaciones extrañas, se encontraba en la pequeña habitación de Soho. Se había ido a la cama como Jekyll y despertó como Hyde, sus drogas estaban en el gabinete. Se vistió y atravesó la casa para ir al laboratorio. A medida que pasaba el tiempo tuvo que aumentar la dosis de la poción. Él sentía que tenía que elegir entre los dos. Durante dos meses llevó una vida de una severidad que jamás había alcanzado, el tiempo comenzó a corroer la frescura de su alma. Al usar con mayor frecuencia la droga, su doble era cada vez más cruel. Él se había desprendido voluntariamente de todos esos instintos de equilibrio. En un momento de desesperación, corrió hasta la casa de Soho destruyó sus papeles. Al día siguiente, llegó la noticia de que el crimen había sido descubierto. Jekyll era el único refugio que le quedaba. Sin embargo, no pudo resistirse a la tentación de seguir convirtiéndose en Hyde. El Regent’s Park se convirtió en Hyde sin tener que usar el brebaje. Los cambios eran imprevistos. Pasó de ser un hombre respetable, a ser un fugitivo de la ley. Sus drogas estaban en uno de sus armarios de su gabinete, si entraba a su casa sus propios sirvientes lo entregarían a la horca. Pensó en Lanyon. Podía VII escribirle con su propia letra una carta. Se dirigió a un hotel, y allí redactó dos cartas, una para Lanyon y otra para Poole. Luego se dirigió a la casa da Lanyon. Allí, delante de los ojos de su amigo sufrió la transformación de Hyde a Jekyll. Esto afectó terriblemente a Lanyon. En el patio de su casa sufrió un nuevo ataque que anunciaba el cambio. La droga ya no surtía el mismo efecto, por lo cual debía aumentar la dosis. A cualquier hora del día y de la noche, le asaltaba el temblor premonitorio. Los poderes de Hyde parecían haber crecido con la debilidad de Jekyll. Su castigo hubiera podido postergarse por años si no fuera por la última calamidad que le ocurrió. Su provisión de sales, que jamás había renovado desde la fecha del primer experimento, comenzó a agotarse. Envió a comprar una nueva remesa y preparó la poción; se produjo la ebullición y el primer cambio de color, pero no el segundo. La bebió y no tuvo eficacia alguna. Estaba convencido de que la primera remesa era impura y que era esa desconocida impureza que otorgaba eficacia a la poción. Había pasado casi una semana, y estaba terminando esa confesión bajo los efectos de las últimas sales de la primera remesa. Jekyll desesperado se quita la vida. FIN. VIII