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Enuresis funcional
Se define como el vaciado repetido de orina en lugares inapropiados,
tanto si el vaciado es involuntario como intencionado. Como un fenómeno
evolutivo normal, en niños pequeños puede observarse incontinencia urinaria, y
ocasionalmente en niños más mayores después de la conclusión del
entrenamiento en el control de esfínteres.
La enuresis funcional se diagnostica cuando la frecuencia de la
incontinencia urinaria, sin explicación médica, sobrepasa las pautas evolutivas,
es molesta o interfiere con las actividades cotidianas. El control de la vejiga de
la orina se alcanza normalmente a los 3 o 4 años.
Descripción clínica
La enuresis nocturna aparece normalmente de 30 minutos a 3 horas
después de iniciarse el sueño, estando el niño dormido a lo largo del episodio,
o habiéndose despertado por la humedad. Sin embargo, para algunos niños, la
enuresis puede ocurrir en cualquier momento de la noche. Los niños con
enuresis diurna normalmente también sufren enuresis nocturna. En el 80% de
los casos, todavía no se ha alcanzado el control de la vejiga, y la enuresis es
primaria (debido a un trastorno neuromédico o a un retraso en el aprendizaje
del control de la vejiga). En el 20%, la incontinencia urinaria es secundaria, y
reaparece después de haberse alcanzado un funcionamiento competente
(aparentemente, debido a un proceso interactivo).
Los síntomas de la enuresis funcional, a cualquier edad pueden conducir
a la turbación, ira y castigo de los educadores, a la burla de los compañeros, a
la evitación de campamentos y visitas en las que se pernocta, al retraimiento
social y a las explosiones de ira. Estas complicaciones, si no se manejan
correctamente, pueden tener un mayor impacto en el resultado a largo plazo
que la enuresis por sí misma.
Se puede observar enuresis nocturna en el 25% de los chicos, pero
aparece repetidamente después de los 5 años en el 7% al 10% de los chicos y
en el 3% de las chicas. El predominio masculino se mantiene pero disminuye
con la edad. A los 10 años, el 3% de los chicos y el 2% de las chicas son
diagnosticables. La prevalencia general en la edad adulta es del 1%. No se ha
establecido una correlación con el estatus socioeconómico.
Etiología
Se cree que la enuresis puede ser producida por múltiples etiologías.
Las enuresis no funcionales pueden producirse por factores urológicos
(infección de la vía urinaria, especialmente en el caso de la enuresis
secundaria en chicas, u obstrucción), factores anatómicos (enfermedad espinal,
vejiga o musculatura secundaria débil), factores fisiológicos (umbral
anormalmente bajo de presión de la vejiga, lo que conduce a un vaciado
anticipado), factores metabólicos (diabetes), o mecanismos neurológicos
(trastornos convulsivos).
En las familias pueden observarse algunas formas de enuresis funcional
especialmente en los varones. Aproximadamente el 70% de estos niños tiene
un familiar en primer grado con enuresis funcional. La probabilidad de que un
niño padezca enuresis es del 77% si ambos progenitores presentan una
historia de enuresis, y del 44% si sólo la presenta uno de ellos.
Para muchos niños y adultos con enuresis nocturna la causa puede
hallarse en factores hormonales o de ritmos biológicos. Algunos niños con
enuresis nocturna no tienen una liberación normal de vasopresina durante la
noche y pueden no tener la habitual disminución nocturna de producción de
orina. Este hecho es el fundamento del tratamiento farmacológico con
desmopresina, un análogo de la vasopresina.
Un trastorno del sueño puede ser un factor etiológico de la enuresis
funcional para una minoría de casos. Todavía se debaten los hallazgos del
EEG; parece ser que al menos algunos episodios de enuresis aparecen en
cualquier fase del EEG, pero es posible que exista una concentración de
episodios durante el sueño delta (fase 3 y 4; no-REM) o durante el arousal
post-delta (la transición de delta hacia el sueño REM).
En algunos casos se ha sugerido que se trata de un trastorno
madurativo debido a los hallazgos del pequeño volumen de las evacuaciones,
la corta estatura, la edad ósea media baja comparada con la edad cronológica
y, en la adolescencia, un retraso de la maduración sexual.
Aproximadamente la mitad de los niños con enuresis funcional presentan
síntomas emocionales o conductuales, pero está poco claro si esto representa
una causa, un efecto o un hallazgo asociado (por ejemplo, limitación del
entorno poco clara por parte de los padres). La enuresis funcional puede estar
también relacionada con el estrés, los traumas, o las crisis psicosociales como
el nacimiento de hermanos, comienzo de la escuela, traslados, hospitalización,
pérdida, ausencia paterna o crisis de desarrollo. En estos casos de enuresis
secundaria inducida por el estrés, existe igual prevalencia en chicos que en
chicas.
La enuresis intencional puede implicar psicopatología, pero puede ser
difícil de identificar en casos individuales o en acontecimientos aislados
(especialmente si los episodios voluntarios son utilizados para camuflar o
encubrir acontecimientos no intencionales).
La enuresis funcional tiene una tasa de remisión espontánea del 15%
anual. Aproximadamente el 1% de los chicos (menos en las chicas) presentan
todavía este estado a los 18 años, generalmente con poca psicopatología
asociada. Sin embargo, la enuresis que se inicia en la adolescencia puede
significar una mayor psicopatología y un resultado menos favorable.
Diagnóstico
Basado en el completo interrogatorio de los antecedentes personales y
familiares del paciente y un exhaustivo examen físico.
Pedido de estudios para descartar causas orgánicas: análisis de orina y
urocultivo (en la primer visita son pedidos generalmente), eventualmente
pedido de laboratorios de sangre (en busca de diabetes, trastornos renales
funcionales, etc.), ecografías de la vía urinaria para ver la anatomía de la
misma o la presencia de masa en la región, etc.
Los estudios deben ser solicitados bajo estricta supervisión médica
según los hallazgos o dudas diagnósticas.
Clasificación
La enuresis puede clasificarse como:
Primaria : aquellos pacientes que nunca controlaron esfínteres por más de 6
meses seguidos.
Secundaria: es la que presentan pacientes que controlaron la micción por más
de 6 meses seguidos pero por alguna causa emocional (muy frecuente) u
orgánica comienzan con dicho cuadro.
Es también llamada Regresiva.
Es importante destacar que en la enuresis secundaria a diferencia de la
primaria es también más frecuente la presencia de una enfermedad del tipo
orgánico que la desencadene como son: la infección urinaria, la diabetes
mellitus o la diabetes insípida, malformaciones congénitas (espina bífida,
válvulas uretrales posteriores), masas en la región pélvica, constipación
pertinaz, irritaciones químicas producidas por ejemplo por baños de espuma.
Diurna: la que ocurre durante el día y con el niño despierto. Tiene una
prevalencia de sólo el 1/100 en niños entre 6 y 12 años, sin diferencias de
sexo. La mayoría de los niños logran ser continente durante las horas de vigilia
entre los 3 y 4 años
Nocturna: ocurre durante el sueño.
Tipos de tratamiento
Ante todo el Asesoramiento Familiar:
1. El niño asume un papel activo y responsable, llevando una agenda de
las noches mojadas y secas.
2. Hablar con el pediatra.
3. Orinar antes de acostarse. Tomarse el tiempo necesario para hacerlo.
4. Cambiar su ropa y ropa de cama mojada, es recomendable que lo haga
el niño por su cuenta.
5. No debe tomar líquidos luego de cenar.
6. Se evitan castigos y reacciones de enojo de los padres.
7. Se realiza un refuerzo positivo en las noches secas (se felicita al niño).
8. Se tranquiliza acerca de la causa y el pronóstico, para eliminar la
censura y los sentimientos de culpa del niño.
Es muy importante para los padres el entender que si no se presenta una
causa orgánica de incontinencia urinaria, el tratamiento puede ser algo
duradero pero no por eso asumirlo como un castigo o con total decepción.
Este tipo de patologías no debe trastocar la dinámica familiar a límites
extremos.
No sentir ni hacer sentir culpa y frustración es MUY IMPORTANTE para todo el
núcleo familiar.
Tener conocimiento que son muy pocas las personas que persisten con este
inconveniente en la adolescencia y edad adulta.
Saber que en muchas oportunidades puede recurrir el episodio.
Ser paciente.
Otros tipos de tratamiento
Alarmas de enuresis han dado buen resultado pero también requiere de
tiempo.
Por mucho tiempo se utilizaron fármacos como la Imipramina pero presentan
tasas de recurrencia alta.
Por último un tratamiento en la denominada Enuresis Primaria Nocturna
(niños mayores de 6 años con incontinencia durante el sueño que nunca
controlaron esfínteres urinarios por más de 6 meses corridos)
La Vasopresina irá produciéndose en forma adecuada por el Sistema
Nervioso Central con el paso del tiempo, pero actualmente existe un análogo
en spray y en comprimidos: la Desmopresina que puede ayudar a este tipo de
pacientes para curar o disminuir la sintomatología. Es mucho más efectiva en
los mayores de 7 a 8 años, no presenta efectos adversos importantes si está
adecuadamente indicada bajo supervisión médica y con padres bien instruidos
en su manejo. Tiene tasas de recurrencia variable pero es una excelente
alternativa para los niños con Enuresis Primaria Nocturna.
Encopresis
Evaluación
Es necesaria una valoración médica para descartar las diversas formas
no funcionales u orgánicas de la enuresis. Las manifestaciones orgánicas están
relacionadas con patología genitourinaria: estructural, neurológica e infecciosa,
como uropatía obstructiva, espina bífida oculta y cistitis. Otros trastornos
orgánicos que pueden cursar con poliuria y enuresis son: diabetes mellitus,
diabetes insípida, trastornos de conciencia y del sueño, intoxicación,
sonambulismo y como efecto secundario de antipsicóticos, por ejemplo
tioridacina.
Puede ser útil una evaluación del sueño, si bien no se requiere un EEG
de forma rutinaria. Puede ser útil la medida de determinados índices
madurativos para identificar la evolución del desarrollo. La evaluación
psiquiátrica del niño y de la familia incluye una valoración de la psicopatología
asociada, de los estresores psicosociales recientes, y una evaluación de la
preocupación de la familia y del manejo de los síntomas.
Este trastorno de la eliminación consiste en la evacuación de las heces
en lugares inapropiados, tanto si es involuntario como intencionado. Este
patrón conductual debe estar presente al menos durante tres meses y la edad
evolutiva del niño no debe ser inferior a 4 años.
Es necesario excluir las causas orgánicas de la encopresis, por lo tanto,
debe obtenerse una evaluación médica de las anomalías no funcionales antes
de etiquetarla como funcional.
La encopresis funcional durante el día es más común que la encopresis
nocturna. En la mitad de estos pacientes, el control intestinal no está todavía
aprendido, por lo que el síntoma puede ser considerado como un reflejo de una
fijación evolutiva temprana (encopresis primaria). En la otra mitad, los niños
aprendieron inicialmente el control intestinal, han sido capaces de contener al
menos durante un año, y luego se ha producido la regresión (encopresis
secundaria). La encopresis secundaria empieza normalmente hacia los 8 años.
La encopresis sin estreñimiento ni rebosamiento puede implicar una
variedad de fuentes, incluyendo una falta de conciencia o un pobre control. En
caso de que el episodio ocurra después del baño, la estimulación física puede
ser la causa. Si el episodio es deliberado, el niño es generalmente hostil o
agresivo; debe entonces tenerse en cuenta el trastorno antisocial o un trastorno
psiquiátrico mayor. El hecho de ensuciarse puede ser accidental (el niño trata
de ocultarlo) o deliberado (desafiante). Ciertos niños encopréticos muestran
síntomas neuroevolutivos, incluyendo falta de atención, hiperactividad,
impulsividad, baja tolerancia a la frustración y descoordinación.
Los problemas de comportamiento tales como los trastornos de
conducta son comunes en la población infantil psiquiátrica referida por
problemas de encopresis, pero comparativamente pequeños en la muestra
vista por pediatras. En población psiquiátrica, el 25% de los niños con
encopresis funcional también presenta enuresis funcional.
Algunos niños ocultan tanto la orina como las heces, y pueden tener
megavejiga y megacolon. Se observan con frecuencia dolores de estómago,
largos períodos sentados en la taza del lavabo y estreñimiento crónico. En las
niñas son frecuentes las infecciones del tracto urinario y la pielonefritis crónica.
A menudo, los niños con encopresis funcional tienen vergüenza y turbación y
presentan una baja autoestima. Pueden sufrir acusaciones de los padres y
hermanos, pueden tener miedo a ser descubiertos por los compañeros, y se
esconden física y emocionalmente.
Entre el 75 y el 90% de los casos implican el subtipo que el DSM-IV
designa como “con estreñimiento e incontinencia por rebosamiento”. Estos
casos retentivos incluyen una baja frecuencia de movimientos intestinales,
impactación, rebosamiento de líquido alrededor del asiento habitual, y manchas
de líquido en la ropa. Este tipo de encopresis puede ser debido a estreñimiento
crónico, entrenamiento de los hábitos de higiene inadecuados (excesivamente
coercitivo o perfeccionista), dolor (debido a fisura anal) o evitación fóbica de los
lavabos. Estos episodios retentivos generalmente se extienden durante varios
días y son seguidos de defecación dolorosa.
La encopresis funcional es menos común que la enuresis. La
prevalencia es aproximadamente del 1,5% después de los cinco años,
disminuye con la edad, y se produce raramente en los adolescentes. Las tasas
ligeramente superiores están asociadas con las clases socioeconómicas más
bajas. Existe un predominio masculino de 4:1. Se da una aparición familiar de
la encopresis funcional, con el 15% de los padres que han sufrido encopresis
en su niñez. Se han observado tasas más altas entre los individuos con retraso
mental, especialmente en los casos moderados y graves.
Etiología
La encopresis con frecuencia es derivada de una compleja interacción
ente factores fisiológicos y psicológicos. Entre los mecanismos fisiopatológicos
se encuentran: una alteración del movimiento del colon y de los patrones de
contracción, elasticidad y adelgazamiento de las paredes del colon
(megacolon) y disminución de la sensación o percepción.
En la infancia, la encopresis puede ser resultado de una erupción
cutánea debida al pañal, cuando se produce la retención fecal para evitar el
dolor rectal. Estas causas médicas de manchas de heces excluyen el
diagnóstico de encopresis funcional. La encopresis puede ser el resultado de
un entrenamiento del control de esfínteres inadecuado o punitivo (doloroso,
coercitivo, agresivo), de una alteración física asociada a una ayuda inadecuada
durante el entrenamiento en el uso, del inodoro (si los pies no tocan el suelo), o
de un manejo incorrecto de los miedos relacionados con el lavabo.
Los factores relacionados con el estrés parecen ser la causa de la mitad
de los casos de encopresis secundaria. Existe una gran prevalencia de
psicopatología individual y familiar en la encopresis funcional. Sin embargo, a
diferencia de la enuresis, no existe la evidencia de un factor genético en la
etiología de la encopresis, incluso en las formas familiares.
Causas Biológicas Principales
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Predisposición física a la ineficaz movilidad y funcionamiento intestinal
Tratamientos prolongados con laxantes y supositorios.
Fisuras anales.
Constipación.
Pacientes con constipación que inician dietas para el estreñimiento.
Causas de orden emocional.
Frecuente en niños autistas o con severos desórdenes emocionales.
Evaluación
Es necesaria una evaluación médica inicial para descartar enfermedades
médicas como el megacolon agangliónico o enfermedad de Hirschsprung y
evaluar posibles anomalías estructurales (por ej., fisura anal), y puede suponer
un enema de bario.
La evaluación psiquiátrica incluye una valoración de los trastornos
psiquiátricos asociados, incluyendo el retraso mental, el trastorno de
negativismo desafiante, el trastorno de conducta, los trastornos afectivos y las
psicosis. No existen estudios longitudinales importantes, pero la psicopatología
asociada a los trastornos médicos pueden ser el principal determinante del
pronóstico. El trastorno disocial, el uso de la encopresis como una expresión
directa de la ira y el desinterés de los padres hacia el problema, parecen
predecir un curso complicado.
Tratamiento
En los niños sin clínica de severo trastorno emocional se basa en
tranquilizar a la familia, saber que las recaídas pueden ser frecuentes. En caso
de ser un proceso muy refractario se investiga a fondo la existencia de
importantes problemas psicosociales, enfermedad física que requiere nueva
evaluación o impactación crónica en el intestino (ejemplo: bolo fecal).
En los casos leves de encopresis es importante reeducar el intestino por
medio de una dieta acorde, sentarse en el inodoro dentro de los 15 a 30
minutos después de las comidas y en otros momentos del día.
Uso de medicaciones del tipo de laxante, supositorios, eventualmente en
los casos que lo requieran: enemas (específicamente preparadas y a
volúmenes y concentraciones determinadas para peso y edad).
No cargar con sentimiento de culpa al niño y a la familia, pero explicar
que en ciertos casos es necesario acudir a un especialista en Salud Mental.
Paciencia.
Eventualmente se solicitarán estudios radiológicos, siempre y cuando lo
anterior lo justifique
Control de Esfínteres
El control de esfínteres depende del desarrollo y maduración del Sistema
Nervioso Central, así como el niño a medida que transcurren los meses va
adquiriendo el sostén cefálico, se sienta, camina, etc., lo mismo sucede con el
control esfinteriano.
Existen a su vez otros factores que son importantes en la adquisición de
este control como el aprendizaje y el condicionamiento.
Algo que necesita resaltarse, es que si un niño sufre un retraso en la
adquisición en el control esfinteriano, casi siempre existe el antecedente en la
familia ya sea que el padre o la madre o ambos tuvieron el mismo
inconveniente en la primer infancia.
Las niñas tienen una tendencia a alcanzar las pautas madurativas un
poco antes que los varones, pero ésta no es una regla de oro.
Generalmente el niño de entre 15 y 18 meses de vida le avisa a su
madre que se orinó, siendo esto una pauta de inicio del control de esfínteres.
Luego le sucede la etapa en la cual el niño manifiesta el deseo de orinar
o
no
ante
la
pregunta
de
la
madre.
En general en esta etapa no da tiempo de llevarlo al baño. Esta urgencia
miccional
va
atenuándose
con
el
crecimiento
y
desarrollo.
Es una pauta positiva y orienta acerca de que el niño va adquiriendo las pautas
para el control esfinteriano.
El niño de entre 18 a 24 meses avisa el deseo de orinar dando tiempo de
llevarlo al baño para que orine. Entre los 2 años y 2 años y medio, el pañal
puede ser retirado, ya que el niño puede por sí sólo ir al baño o bien ser
ayudado por sus padres o cuidador.
En general el pañal nocturno se sigue usando hasta que el niño puede
retener más horas. En cuanto el pañal se mantiene seco a la mañana siguiente,
se está en condiciones de retirarlo, esto ocurre aproximadamente entre los 2
años y medio y los 3 años de edad.
El aprendizaje y esto sí que es importante, debe ser elástico y sin carga
emotiva y el condicionamiento debe evitar actitudes negativas en el niño como
son el castigo o el enojo si no desea orinar o usar el retrete.
Pueden ocurrir pérdidas urinarias generalmente en forma
involuntaria ante situaciones como fiebre, infecciones o problemas en el hogar
(mudanzas, fallecimientos, discusiones, etc.). Esto es transitorio y bajo ningún
concepto debe reprochársele al niño.
El control de esfínteres no se aprende. Se adquiere cuando el niño está
maduro para ello. Caminar, hablar, comer, son funciones que se adquieren,
cuando los niños están lo suficientemente maduros. Son adquisiciones
paulatinas,
lentas,
que
llevan
mucho
tiempo.
Aunque la estimulación puede influir en algunos niños, lo cierto es que
todos intentarán caminar alrededor del año, comer alrededor de los 6 meses, y
controlar esfínteres entre los 2 ½ y 3 años. No hay ningún apuro, puesto que la
edad para comenzar a hacer todas estas cosas, no tiene relación alguna con el
desempeño posterior en la vida adulta, y a nadie le van a preguntar en la
universidad, a qué edad aprendió a caminar.
Al haber fijado como “normal” la edad de 2 años para el control de
esfínteres, nos hemos creado un problema y sobre todo, se lo hemos creado a
nuestros hijos.
Bien entrada la segunda mitad del segundo año de vida (o sea, después
del año y medio) algunos bebés pueden empezar a darse cuenta cuando tienen
sucio el pañal e incluso a saber cuando “se están haciendo”. Este es un lento
proceso que puede llevar alrededor de 2 años más, desembocando en el
control de esfínteres.
Es frecuente escuchar a las mamás excusando a sus hijos que se hicieron
encima, diciendo “estaba tan entretenido jugando, que se olvidó”, o
preguntando millones de veces antes de salir de cada lugar, si quieren orinar, o
limitando la ingesta de líquidos a la noche para que aguante sin mojar la cama.
Cuando el control de esfínteres está adquirido, estas escenas son infrecuentes.
A los adultos y a los niños mayores no nos ocurren estas cosas.
Aprovechar el verano para quitar los pañales es una conveniencia de los
adultos. Así aprovechamos con el niño de un año y medio, con el de 2, con el
de 2 y medio indistintamente. Perseguimos entonces a los niños
incansablemente preguntándoles si tienen ganas de orinar, les tocamos las
ropas, los sentamos en el inodoro sin ganas, e invertimos preciosas horas en
comunicarnos en este nueva escala de valores donde lo más importante, lo que
pone feliz o triste a mamá, es “si me hice o no me hice”.
Quizás el mito del verano nos haya sido heredado de la época de los
pañales de tela, pero hoy en día, con los descartables, con lavarropas
automáticos, no hay motivo alguno para apurar los procesos evolutivos de
nuestros
hijos.
Algunos podrán controlar temporalmente esfínteres, cuando todos
estamos de vacaciones, y tienen a mamá todo el día consigo, pero al comenzar
las clases, las exigencias, las separaciones, vuelven a “retroceder”, dejando en
claro que aún no pueden ocuparse de controlar esfínteres en situaciones donde
están frágiles emocionalmente.
El control nocturno merece un capítulo aparte. Aunque un niño controle
esfínteres durante el día, pueden pasar aún muchos meses más hasta poder
hacerlo por la noche. Usualmente se dice que luego de varias noches con el
pañal seco, el bebé está listo para dormir sin él.
A la hora de pensar en esto, es importante tener en cuenta que:
El niño debe estar de acuerdo y saber exactamente qué está ocurriendo, qué
se espera de él.
En cualquier orden de la vida, el reforzamiento positivo es beneficioso
(“qué bien lo hiciste, estoy orgullosa de vos”, “casi llegamos al baño esta vez, la
próxima será mejor aún”). Bajo ningún concepto es aceptable que retemos al
niño, que lo humillemos, que lo ridiculicemos o comparemos con otros amigos
o hermanos que ya han logrado el control de esfínteres. Recordemos que no
hay nada que él pueda hacer para controlar. No depende de que se acuerde,
de que esté atento, ni de nada de eso. Se debe estar MADURO para eso, y
humillarlos o pretender acelerar el proceso es tan ridículo e infructuoso como
gritarle a una oruga pretendiendo que se convierta en mariposa.
Es común que lleguen al consultorio chicos con un diagnóstico de
“enuresis secundaria, cuando en realidad, indagando, invariablemente son
chicos a quienes se les ha “sacado el pañal” demasiado pronto, y nunca han
adquirido
verdaderamente
el
control
de
esfínteres.
En estos casos, sin importar la edad de quien consulta, la solución pasa
por volver a usar el pañal, por el tiempo que sea necesario, sin vivirlo como
algo humillante, como un retroceso o como un castigo, sino simplemente
entendiendo que esta función debe terminar de adquirirse, y como adultos,
acompañaremos todo el tiempo que haga falta.
Normas a seguir:
Control Intestinal:
No se debe intentar ningún tipo de control antes de los dos años.
Considerar que todo aprendizaje debe ser establecido lentamente y que
los niños sienten satisfacción en asimilar nuevos conceptos.
Al mismo tiempo, los niños saben que complaciendo a sus padres les
agradan. A su vez, ellos también comparten la alegría familiar.
Es conveniente que, antes de iniciar la educación de los esfínteres, el
niño haya aprendido otras cosas sencillas. Como ejemplos podemos
citar el ayudar a vestirse, obedecer pequeñas órdenes, etc.
Al comenzar la enseñanza de control de esfínteres aprovechar el
momento de cambiar el pañal sucio.
Dejarlo caer en el orinal, estableciendo así una relación entre deposición
y recipiente.
Puede animársele a hacer prácticas. Bajarle los pantalones y colocarlo
un corto tiempo en el orinal, incluso con el pañal abierto dentro del
orinal. Como si fuese un juego. Nunca forzar a que se siente en él o
mantenerlo contra su voluntad.
Se puede aprovechar el acto de vea a un hermano mayor u a otro niño
en el acto de defecar, para que se vea estimulado su deseo natural de
imitación.
Después de haber iniciado las prácticas, se debe encontrar el momento
en que el niño esté deponiendo para conseguir, con habilidad, que lo
haga en el orinal. Esto no es fácil conseguirlo, sobretodo en las primeras
ocasiones.
Al principio, premiarán cualquier intento con contactos físicos, besos o
palabras cariñosas. Luego hacerlo, solamente, con los éxitos; pero
seguir elogiando los buenos resultados obtenidos en los días sucesivos.
Si tardasen algunos días o semanas en conseguir el control intestinal,
deben seguir animándoles y elogiando los intentos.
No enfadarse, reñir ni castigar porque se produzcan fallos. El conseguir
buenos resultados se logra en un tiempo muy variable de unos niños a
otros.
El retraso no es algo anormal ni preocupante. Nunca comparen con el
"niño del vecino o de su cuñada".
Micción Diurna:
Suele lograrse después de que ya se ha conseguido el control de la
deposición.
Han de seguir normas similares a las del control intestinal.
Hay quien aconseja juegos con muñecas o figuras o tocando el pañal
para facilitar el concepto de seco y mojado.
Yo no soy partidario de estos juegos. Opino que el niño, a esta edad,
comprenderá muy bien las palabras cariñosas de sus padres explicando
lo deseado. Confíen en la inteligencia de sus hijos.
Micción Nocturna:
Es el control más complicado y el que más se ve influido por un
planteamiento incorrecto.
El momento en el que un niño es capaz de controlar sus esfínteres
durante el sueño es muy variable y frecuentemente ocurre de forma
normal después de los 5 años.
Después de que haya conseguido el control durante el día empezarán a
animarle a que lo logre durante el sueño.
No quieran conseguirlo con urgencia ni actúen con severidad si no lo
logran.
Pueden ayudar a ello limitando la bebida a partir de las últimas horas de
la tarde. También es conveniente que orine antes de acostarse.
Es bueno poner esta situación en conocimiento de su médico.
Posiblemente él se limite a realizar un análisis rutinario de orina para
descartar alguna alteración y si no encuentra nada no lo repetirá.
Preguntará si esta incontinencia ha sido continua y si en la familia
hay antecedentes de que algunos familiares directos lo hayan sufrido
también. Si la respuesta es afirmativa a las dos cuestiones planteadas,
entonces su pediatra se tomará las cosas con mas calma, aun cuando
siga controlando su evolución.
Una vez se ha establecido que no hay nada anormal en su hijo, mi
consejo es que, hasta los 6 años, lo único que harán con objeto de
conseguir este fin es el de animarles y poco más.
Nunca lo avergüence. Preséntele su caso como algo natural y que lo
tienen muchos niños.
Díganle que se solucionará con el tiempo y que las sábanas "están
para lavarse".
Si no hay señal alguna de control nocturno después de esta edad,
será el momento de ponerse, nuevamente, en contacto con su pediatra y
recordarle de nuevo el caso de su hijo.
El tratamiento puede seguir varias vías. Durante él, premiarán los
avances y nunca reprocharán la vuelta atrás o traspiés que vayan
ocurriendo. Premiar las cosas bien hechas y no castigar lo contrario es la
actitud a seguir en esta situación.
Notarán que son niños que duermen profundamente y que cuando
los levantan de noche para que orinen" ni se enteran de lo que está
ocurriendo.
El tratamiento puede seguir estos caminos:
1. Psicológico. Es el preconizado por la mayoría de las escuelas.
2. Médico. Unos usarán antidepresivos y otros la hormona antidiurética.
3. Descarga eléctrica. Consiste en un dispositivo que se sitúa debajo de las
sábanas y que cuando el niño se orina y se humedece, hace una
descarga de pequeña intensidad que el niño nota y lo despierta.
Actualmente en desuso.
4. Alarmas que suenan cuando entran en contacto con la humedad y su
misión es despertar al niño, o en su defecto a los padres.
Referente al tercero
Es un castigo que no merece, por cuanto es la evolución normal,
natural y que no puede evitar. Una descarga eléctrica, por muy baja
intensidad que tenga, siempre será un hecho muy desagradable.
ALARMAS ENURESIS
Su finalidad es educar o ayudar a personas a recuperar el dominio sobre sí
mismo, alertándole en el momento que se produce la incontinencia.
Su diminuto tamaño también lo hace más practicable en lugares libres, (sillas
de ruedas, cochecitos) para alertar a sus acompañantes, dispone de chivato
luminoso para la localización en la oscuridad.
La alarma de enuresis es la única forma natural para evitar la incontinencia
urinaria. Es la mejor opción para aprender, reconocer y controlar la necesidad
de levantarse e ir al lavabo. En el momento que se esta durmiendo, si la señal
de aviso del estado lleno de la vejiga no es reconocido por el cerebro, la alarma
de enuresis sonara y le obligara a levantarse para ir al lavabo.
Modos de Empleo:
1) Sujetar la alarma al vestido por mediación de la aguja imperdible.
2) Insertar el sensor dentro de la compresa absorbente, sujetando el mismo
sensor a la compresa con la pinza roja, ya que si el sensor toca directamente a
la piel, se dispara la alarma.
3) Por mediación de la línea adhesiva incorporada a la compresa adherirlo al
calzoncillo o braga.
4)Al oír la señal de alarma, acudir rápidamente al baño, secar el sensor y parar
la alarma por mediación del botón rojo lateral.
5) Para una mayor duración del sensor, habrá que enjuagarlo con agua limpia,
sin aditivo, y secarlo con un paño, así se evitará la corrosión que produce la
orina.
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