Los documentos extranjeros en el proceso Autor

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Titulo: Los documentos extranjeros en el proceso
Autor: Feuillade, Milton C.
Publicado en: LA LEY 2007-F, 805-LLP 2008 (mayo), 407
SUMARIO: I. Introducción. — II. Documentos Extranjeros. — III. Consideraciones en torno al
control de los documentos extranjeros.
I. Introducción
En este artículo analizaremos los requisitos necesarios para el tratamiento de los documentos
extranjeros en el proceso. Como se verá, hasta hoy, un amplio sector de la doctrina coloca su
análisis cerca del proceso de exequátur. Nosotros, desde el fenómeno de la cooperación
jurisdiccional internacional, nos alejamos de esta postura, intentando favorecer la circulación
de los documentos extranjeros, sin por ello ir en demérito de su seguridad, ni dejando de
resguardar el orden público.
II. Documentos Extranjeros
Diremos que "documento" es aquello que enseña y sirve para exteriorizar algo, que cuando es
escrito y tienen por finalidad dar forma o comprobar un hecho o acto que interesa al derecho,
se lo designa como "instrumento" (1).
A su vez según la autoría de estos instrumentos escritos, se los divide en públicos, cuando
proceden de un oficial público, o privados cuando emanan de simples particulares que lo
firman. Por lo que existe una relación de género a especie entre los documentos y los
instrumentos.
Un documento es extranjero según dos criterios (2): a) subjetivo, cuando proceden de un
autor que pertenece o está sujeto a un ordenamiento jurídico diferente al nuestro. b)
objetivo, cuando proceden de un lugar que excede la soberanía de nuestro territorio nacional.
Este criterio tomado de Boggiano, cuando analiza los actos administrativos extranjeros, se
complementa con la aclaración de que existe un predominio del criterio subjetivo.
Para el derecho internacional privado la problemática surge con la circulabilidad, porque se
parte del supuesto que un documento emitido dentro de un determinado marco jurídico o de
un territorio delimitado, pasa a otro marco o territorio.
III. Consideraciones en torno al control de los documentos extranjeros
Sobre el tema hemos de comenzar diciendo que no existe en el ordenamiento una norma que
enumere los requisitos que deben contener los documentos extranjeros para ser reconocidos
en la República.
Cierto sector de la doctrina (3) propone acudir por vía analógica a los requisitos que deben
reunir las decisiones y sentencias extranjeras (4) y en razón de esto se ha propuesto para
controlar los siguientes requisitos, que no responden exactamente a los de las sentencias
extranjeras: a) La autenticidad del documento, que se da mediante el requisito de
legalización. b) El control de la ley aplicable al documento. c) El análisis de la competencia
judicial internacional del emisor del documento. d) El control del orden público internacional.
e) La vigencia del documento. f) La comprensión del acto, que hace a la traducción.
Pensamos que no es del todo cierto que no exista normativa respecto de los requisitos que
debe contener el documento extranjero, así, como veremos a lo largo del desarrollo, hay
legislación que establece el requisito de: a) autenticidad, mediante la legalización. b)
comprensión, mediante la traducción. c) el control del orden público internacional.
Pasemos entonces ahora al análisis de los puntos volcados en la primera clasificación.
A. Legalización
Todo documento público extranjero o privado con firma autenticada, a excepción de
Convención que establezca lo contrario requerirá del requisito de autenticidad, lo cual se
cumple mediante la legalización, que puede ser conceptualizada como: "Un acto
administrativo que consiste en la atestación o certificación que realza un ente o autoridad
competente y jerárquicamente superior al autorizante o emisor del instrumento por el cual
se afirma la existencia material del mismo, en el que lucen estampados firma y sello que
coinciden con los registrados, como pertenecientes a un oficial público determinado que al
momento de autorizarlo está en ejercicio de su función" (5).
Es importante aclarar aquí que usualmente legalización, autenticación y certificación se
utilizan en forma indistinta sin diferencias conceptuales, más allá de esto nosotros basaremos
la distinción en hablar de legalización para el acto realizado por la autoridad extranjera y
autenticación para la atestación que realiza el cónsul, así como la que realiza el Ministerio de
Relaciones Exteriores (6).
Uno de los requisitos para que la legalización proceda es la necesaria intervención de un
oficial público en el Estado de origen, sobre un documento que revista el carácter de
instrumento público, un acto jurídico privado no registrado por la autoridad pública no
constituirá un instrumento a los fines del auxilio judicial internacional.
La legalización es un requisito para dar autenticidad a un instrumento o escritura que debe
ser apreciado o considerado en otro país. La legalización no confiere veracidad al contenido
de un documento, sino que es la certificación de que son auténticas la firma o las firmas que
obran al pie del mismo y que las personas a quienes pertenecen se hallan en ejercicio de las
funciones atribuidas (7).
Como hemos dicho, conceptualmente la legalización consiste en la intervención de una
autoridad diferente a la que adoptó la decisión, dando por cierta la identidad de ésta; es
decir, que la autoridad que legaliza nos viene a decir que la firma que aparece en el
documento corresponde realmente a la persona que ha tomado la decisión y que es quien se
supone formalmente autorizado a emitir dicho tipo de documento (8).
Es interesante destacar que en la República Argentina es necesario legalizar los documentos
que circularán tanto a nivel interjurisdiccional provincial como internacional, resultando
facultativo para la circulación interprovincial o respecto de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (9).
Las legalizaciones pueden ser de primer grado, refiriéndonos a la primera atestación que
realiza el funcionario jerárquicamente superior o de segundo grado, que compete al Ministerio
de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
1. Aspectos sobre los que recae la legalización. El control del fondo
La legalización conceptualmente se circunscribe a los aspectos extrínsecos de los
instrumentos mediante un control por cotejo de las firmas y sellos, a los efectos de saber si
quien firma ese instrumento es realmente esa persona y se encontraba en el momento de
hacerlo en ejercicio legal de sus funciones propias.
El art. 225 del Reglamento Consular decreto ley 8714/63 (Adla, XXIII-C, 1844), nos dice que:
"La certificación de firma tiene como único efecto autenticar la misma y el carácter del
otorgante, sin entrar a juzgar el contenido del documento, no obstante lo cual, los
funcionarios consulares se abstendrán de autenticar firmas en documentos probatorios de
actos contrarios a la legislación argentina".
En su primera parte no hace sino establecer lo que venimos diciendo, el inconveniente es a
partir de "no obstante lo cual" y aparentemente exige por parte del funcionario que legaliza
un control de fondo. Desde ya rechazamos la realización de un control de fondo, piénsese que
esto no puede hacerse respecto de las sentencias extranjeras en el proceso de exequátur y es
principio de doctrina y jurisprudencia unánime local y mundial; menos se podrá hacer con la
mera cooperación en el acto de legalización de un documento. Entonces, ¿cómo se interpreta
la norma de tan aparente y contundente exégesis? sin lugar a dudas, alude a todo el
ordenamiento argentino y tratándose de un documento que tendrá circulación internacional,
porque ha sido emitido en el extranjero para tener uso en la República o viceversa, debe
tomarse desde el Derecho Internacional Privado Argentino y desde la estructura de la norma
internacional privatista según la concepción de Goldschmidt.
A partir de allí solamente no se legalizará un documento cuando éste contenga disposiciones
que sean manifiestamente contrarios a nuestro orden público internacional, tomado éste
como un conjunto de principios de aplicación a posteriori, que es obstáculo al derecho
extranjero solamente como aspecto negativo de la consecuencia jurídica de la norma.
Esta disposición debe ser interpretada de la manera más restrictiva posible, porque son los
jueces los que evaluarán, en último término el contenido del acto en cuanto su cotejo con el
orden público internacional argentino y no los funcionarios que legalicen las firmas y siempre
bajo el principio general de no control del fondo. Debe tratarse de documentos abiertamente
contrarios a la legislación argentina y aun así creemos que la norma es sumamente criticable
porque otorga a los funcionarios atribuciones que son propias de los jueces, por lo tanto nos
atrevemos a decir que raya lo inconstitucional.
2. Autenticación consular
Las condiciones de autenticidad exigidas por la ley nacional están reguladas en el Decreto Ley 8714/63, que establece el Reglamento Consular, que en capítulo IX habla "De los
Certificados y Legalizaciones".
La República Argentina por decreto nacional 1629/2001 (Adla, LXII-A, 77) que modifica el
Reglamento Consular Argentino, sustituyendo el art. 229 (10) del citado, estableciendo como
suficiente la intervención de los agentes consulares de la Nación encargados de realizar las
legalizaciones previstas en el mismo resultando suficiente la intervención de ellos con su
firma, sello aclaratorio y demás recaudos que las disposiciones administrativas del Ministerio
de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto establecen, sin necesidad de
intervención posterior. La eliminación de tal requisito torna más dinámica y menos
burocrática la utilización y circulación de documentos extranjeros en el país sin desmedro de
la seguridad y control que deben ejercer al respecto las autoridades nacionales, recaudos que
se encuentran cumplimentados debida y suficientemente con la firma de los cónsules. Esto
beneficia sobre todo a las personas que viven en el interior del país, respecto de un trámite
que antes solamente podía realizarse en la Capital Federal (11).
Oyarzábal nos explica que a fin de poner en práctica esta reforma y a la vez dotar a las
legalizaciones de recaudos que les den mayor seguridad y la uniformidad necesaria que
permita su correcta identificación por parte de los usuarios en la República Argentina, la
Dirección General de Asuntos Consulares de la Cancillería puso en ejecución las medidas de un
sistema informatizado de impresión de legalizaciones, que se imprime sobre un folio de
seguridad numerado y filigranado confeccionado por la Casa de la Moneda de la Nación. En el
folio de seguridad se inserta un sello o impresión con la inscripción: "Este documento hace
plena fe en el territorio argentino sin necesidad de otra intervención posterior", además del
sello del consulado, lugar, fecha, firma y sello del cónsul. El folio de seguridad se compagina
y adjunta debidamente abrochado al documento legalizado con sellos ovalados cruzados y
media firma del cónsul. Todas las hojas son foliadas en su anverso, consignándose en el folio
de seguridad la cantidad de fojas que lo integran.
En el caso que nuestro país no tenga delegación consular en el país donde se emite el
documento, dispone el art. 224 del Reglamento Consular que: "En caso de falta o ausencia del
funcionario consular, las funciones a que refiere el artículo anterior podrán ser ejercidas por
el jefe de la representación diplomática de la República y a falta de ésta, por el agente
diplomático o consular de un Estado con el cual la República mantenga relaciones
diplomáticas y con sede en el país de donde emana el documento". Con lo que, autentica el
Cónsul de una Nación amiga que se encuentra acreditado en el lugar donde se emite el
documento, luego será el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país el que autentique la
firma y sello del Cónsul y acto seguido, nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores en tercer
término autenticará la firma y sello, situación que se simplifica si el Departamento de
Legalizaciones de nuestro Ministerio posee registrada la firma del Cónsul extranjero.
La jurisprudencia en el caso "Falaschi, Ángel P." (12) dijo que las partidas de nacimiento
expedidas por las autoridades del país de origen peticionante hacen plena fe mientras no sean
reargüidas de falsedad. En consecuencia deben ser suficientes para acreditar los nombres y
apellidos que consten en ellas. Del mismo modo también se ha establecido que no se
aceptarán partidas de nacimiento deterioradas ni con un evidente sobreraspado (13).
Siguiendo con las partidas también se ha dicho que las partidas extranjeras deben ser
rectificadas por las autoridades del lugar de su expedición. La circunstancia de que esas
partidas hayan sido inscriptas en el Registro Civil, constituye nada más que un trámite de
protocolización de estos instrumentos con el fin de facilitar a los interesados el otorgamiento
de copias, pero esto no confiere validez al acto a que refiere la partida inscripta (14).
El Protocolo de "las Leñas" dentro del ámbito del MERCOSUR, refiere a instrumentos públicos
en los arts. 25 a 27, suprimiendo solamente las legalizaciones de documento manejados por
Autoridad Central, conf. al art. 26. Los exhortos, conf. al art. 19 no requieren legalización,
pero, si no interviene la autoridad jurisdiccional debe hacerse el trámite común de
legalización.
En el MERCOSUR se utilizan los Tratados de Montevideo porque los Estados, excepto
Argentina, no forman parte de la Convención de la Haya de 1961, de la Apostille,
destacándose entonces la necesidad de la firma de esta Convención dentro del marco
regional. Con Brasil, que no es parte de los Tratados de Montevideo se posee una Convención
que a continuación analizaremos.
Los Tratados de Montevideo de Derecho Procesal Internacional de 1889 y 1940 (Argentina,
Paraguay, Uruguay, Bolivia, Colombia, Perú) en los arts. 3 y 4 establecen la legalización por la
ley del estado donde se otorgan los actos y acreditados por el cónsul, eliminando el trámite
ministerial.
3. Convenciones que suprimen o simplifican legalizaciones
En realidad no es que se suprimen todas las legalizaciones en las Convenciones que
mencionaremos, sino la de segundo grado, más arriba mencionada, o sea el paso por la
Autoridad Consular y en su caso según los países el paso por el Ministerio de Relaciones
Exteriores. Es decir, técnicamente lo que se suprime son las cadenas de autenticaciones.
a) Convención de la Haya Suprimiendo la Exigencia de Legalización de los Documentos
Públicos Extranjeros
La Convención de la Haya de 5 de octubre de 1961 (15) suprime el requisito de legalización
consistente en: "...la formalidad por la cual los funcionarios diplomáticos o consulares del
país en cuyo territorio deba ser presentado el documento, certifican la autenticidad de la
firma, el carácter con que actuó el signatario del documento y, de corresponder, la identidad
del sello o timbre que lleva el documento" (16).
Se aplica a documentos públicos de un Estado Contratante que deban ser presentados en otro
Estado Contratante (17), considerándose como documentos públicos: a) Los documentos
emitidos por una autoridad o un funcionario perteneciente a un tribunal del Estado, inclusive
los extendidos por un fiscal de justicia, un secretario o un oficial de justicia (18); b) Los
documentos administrativos; c) Las actas notariales (19); d) Las certificaciones oficiales en
documentos firmados por personas privadas, tal como la certificación del registro de un
documento o de una fecha determinada y la autenticación de firmas en documentos de
carácter privado (20).
A su vez la Convención no es aplicable a los documentos extendidos por funcionarios
diplomáticos o consulares (21) y a los documentos administrativos relacionados directamente
con una operación comercial o aduanera (22).
Tampoco es aplicable a los documentos privados otorgados en el extranjero, como por
ejemplo un contrato. Estos documentos requieren que las partes reconozcan su firma y
contenido (23).
Con lo dicho hemos de concluir que se realiza una calificación autárquica de lo que debe
entenderse como documento público a los efectos de la Convención, así nos explica la
doctrina que: "La amplitud de la redacción permite inferir que tanto se califica de
documento público, los emanados de autoridades judiciales en sentido estricto, como los
provenientes de tribunales administrativos. La calificación de un documento público como
público por la Convención, obliga a los países ratificantes a reconocerle tal carácter a los
efectos de la legalización, aun cuando en el país de procedencia o de recepción no fuere
considerado tal, como podrá ser el caso de un documento emanado de un oficial de justicia.
Tal obligación, sin embargo, se limita a la exigencia de legalización... En cambio se debe
respetar el derecho del país de recepción del documento de calificarlo como público o
privado según las reglas competentes y según el derecho del país de la autoridad que analiza
el documento" (24).
La autenticación de la firma es sustituida por un sello denominado "apostilla", del cual la
misma Convención trae el modelo y que queda exento de toda otra certificación. En cuanto a
las formalidades establece el art. 3 que: "La única formalidad que podrá ser exigida para
certificar la autenticidad de la firma, el carácter con que ha actuado el signatario del
documento y, de corresponder, la identidad del sello o del timbre que lleva el documento,
será una acotación que deberá ser hecha por la autoridad competente del Estado en el cual
se originó el documento de conformidad con lo previsto en el artículo 4. Sin embargo, la
formalidad mencionada en el párrafo precedente no podrá ser exigida cuando la legislación,
los reglamentos o las costumbres vigentes en el Estado, en el que se presenta el documento,
o un acuerdo entre dos o más Estados contratantes que rechace, simplifique o exima al
documento del requisito de la legalización".
El sello estará contenido en el mismo documento o una extensión de él y sus indicaciones
pueden ser realizadas en el idioma oficial de la autoridad que emite, salvando el título de
Apostille que debe permanecer en francés, idioma al que se recurre en caso de dudas sobre la
interpretación del texto de la Convención (25). En su contenido estará dando fe de la
autenticidad de la firma, el carácter con el que actuó el signatario y la identidad del sello o
timbre que lleve el documento si corresponde. Pero: "Cuando los instrumentos privados llevan
certificación oficial o autenticación de firmas, por ejemplo notarial, cabe la legalización
como si se tratara de un documento público y por ende debe colocarse la apostilla" (26).
El signatario o cualquier persona portadora del documento son legitimarios para solicitar la
apostilla. Cada estado contratante establece las autoridades y sus modificaciones, avisando a
los Países Bajos (27). La autoridad de aplicación designada por la República Argentina es el
Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. A su vez es destacable
mencionar el Convenio del 2 de septiembre de 2003 celebrado entre el mencionado Ministerio
y el Consejo Federal del Notariado Argentino (28), por el cual los Colegios de Escribanos de
todo el país poseen la capacidad de colocar la acotación de la apostilla a los documentos
arriba mencionados, esto evita que las personas tengan que desplazarse hasta Capital Federal
para realizar el trámite, pudiendo acudir al Colegio de Escribanos más cercano a su domicilio.
En opinión de la doctrina el acuerdo: "...implica un avance significativo en el proceso de
descentralización de las legalizaciones de documentos públicos que deben surtir efecto fuera
del territorio argentino." (29).
Conforme al art. 7, la autoridad de aplicación llevará un fichero con los datos de la acotación,
que puede ser consultado a solicitud de cualquier interesado. La verificación de la
autenticidad de la acotación consiste en que cada una de las autoridades designadas para
otorgarla deben llevar un registro o fichero en el que serán anotadas las acotaciones hechas,
indicando: a) el número de orden y la fecha de la acotación; b) el nombre del signatario del
documento público y el carácter con el que ha actuado y para los documentos sin firma, se
deberá consignar el nombre de la autoridad que ha puesto el sello o timbre. Cada autoridad
es pues, responsable por la emisión del certificado y por el ejercicio de esta función de
contralor. Cualquier interesado podrá pedir la verificación sin tener que alegar título alguno
en especial (30).
Si entre dos o más Estados hay un Tratado que simplifique aún más el sistema se estará por
este sistema conf. al art. 8.
En cuanto a la jurisprudencia en el caso "Neuspiel, Golda s/sucesión ab intestato" (31), que
trata de una declaratoria de herederos dictada en Israel y alude a qué hacer con los
documentos apostillados en el extranjero antes de la entrada en vigencia de la Convención
para nuestro país, determinando que: "... para los documentos provenientes de países
ratificantes de la Convención, presentados con posterioridad a su vigencia para la República
Argentina, cabe admitir tanto aquellos que acrediten su autenticidad mediante la "apostille"
reglada por aquélla, cualquiera fuere la fecha de su colocación en el instrumento, como los
que estén acompañados de la legalización...". Esta jurisprudencia está también relacionada
con la prohibición que contiene el art. 9 de la Convención de que los documentos son
legalizados por los funcionarios diplomáticos o consulares en los casos en que se exime de
esta formalidad, si a pesar e ello han sido apostillados, igualmente serán válidos, podríamos
decir entonces, que lo que abunda no daña.
Igualmente en el caso: "Mission Insurance Company Trust v. Instituto de Reaseguros en
Liquidación s/proceso de ejecución" (32) se determinó que ante el caso de un país miembro
de la Convención, se realizase la legalización consular que: "A los fines de cumplir con el
requisito de autenticidad previsto en el art. 517, inc. 3 del ritual, no se podrá exigir un
régimen de legalización distinto y más riguroso que el previsto en la Convención de la Haya
de 1961, lo cual no obsta a que si se presentan documentos legalizados de acuerdo al régimen
consular previsto en el dec. 8714/63, puedan ser admitidos a los efectos que aquí se
examinan, siempre que se encuentren satisfechos los recaudos que él exige".
En el caso "Mauri, Celso s/sucesión" (33), se determinó que la única formalidad exigida por la
Convención por la cual se suprime la exigencia de legalización de los documentos públicos
extranjeros es la apostille, definida en el art. 4 de la Convención. La Cámara aceptó como
auténtico, un certificado de estado civil emitido en Italia que llevaba una apostille,
presentado en una sucesión, sin exigir otras formalidades. La decisión aborda la contradicción
que la doctrina (34) en su análisis destaca como sólo aparente entre las dos primeras frases
del art. 2, donde la primera elimina la legalización de los documentos públicos descriptos en
el art. 1 y la segunda hace referencia a la legalización efectuada por los agentes diplomáticos
o consulares del país donde se requiere presentar el documento dado que: "a) el art. 3 párr.
1, establece que la única formalidad exigida por la Convención es la apostille, la cual debe
ser colocada por la autoridad competente del Estado de origen del documento, en este caso,
Italia; b) el art. 5, último párrafo, exime a la apostille de toda legalización; c) cada Estado
contratante debe evitar que sus agentes diplomáticos o consulares legalicen los documentos
públicos abarcados en la Convención (art. 9); d) no hay otros funcionarios autorizados por las
leyes argentinas para proceder a efectuar tales legalizaciones; e) el fin de la Convención, que
surge de su título y de su preámbulo, ha sido el de simplificar las formalidades necesarias
para garantizar la autenticidad de los documentos extranjeros, imponiendo un proceso fácil y
seguro (la apostille) f) el art. 2 no busca exigir una legalización, sino más bien trata de
definir esa palabra en tanto es utilizada en el marco de la Convención".
El caso "Bernardino A. Ramírez e Hijos S.C.A. s/pedido de quiebra por Septodont" (35) se
resolvió que un poder otorgado en Francia, presentado por el letrado apoderado de una
sociedad francesa, en un pedido de quiebra iniciado en Argentina, si el poder había sido
otorgado en instrumento privado y cuya firma está certificada por escribano público, llevando
la apostille, posee tal poder eficacia internacional.
También tenemos Jurisprudencia sobre la exigencia de legalización con Uruguay y la
aplicación de los Tratados de Montevideo en el caso "Menicocci, Aldo E." (36): "En el caso se
trata de un poder otorgado por escritura pública en la República Oriental del Uruguay, país
con el cual la argentina tiene en vigor -para el tema "legalizaciones de escrituras públicas",
que es la cuestión sujeta a recurso-, el Tratado de Derecho Procesal Internacional de
Montevideo de 1940. Su art. 4° dispone que "la legalización se considera hecha en debida
forma cuando se practique con arreglo a las leyes del país de donde el documento procede"
(Uruguay en la especie)" y éste se halle autenticado por el agente diplomático o consular que
en dicho país tuviere acreditado el gobierno del Estado en cuyo territorio se piden la
ejecución (Argentina, cuyo Consulado en Montevideo ha consignado la susodicha
certificación)".
b) Convenciones que simplifican los trámites de legalización
El primer ámbito convencional que simplificó el trámite de legalización fueron los Tratados de
Montevideo de Derecho Procesal Internacional de 1889 y 1940, estableciendo que los
documentos están debidamente legalizados según las leyes del país de donde proceden,
pasando por la autoridad consular y sin necesidad de pasar por el Ministerio de Relaciones
Exteriores, solución que la que hoy día trae la modificación del art. 229 del Reglamento
Consular del dec.-ley 8714/63 (37).
Dentro del ámbito Convencional bilateral es dable mencionar el Acuerdo Sobre Simplificación
de Legalizaciones en Documento Públicos Argentinos y Brasileños, firmado el 16 de octubre de
2003 y en vigencia desde el 15 de abril de 2004. Este acuerdo tiene como objetivo la
supresión definitiva de los requisitos de legalización vigentes en ambos países, en el marco de
su integración bilateral. El Acuerdo se aplica a los documentos públicos expedidos en el
territorio de uno de los dos países, que deban ser presentados en el territorio del otro, o ante
sus agentes diplomáticos o consulares, aun cuando dichos agentes ejerzan funciones en el
territorio de un país que no sea parte en el acuerdo.
Son considerados documentos públicos: a) los documentos administrativos emitidos por un
funcionario público en ejercicio de sus funciones; b) las escrituras públicas y actos notariales;
c) las certificaciones oficiales e firma o de fecha que figuren en documentos privados.
El Acuerdo exime de toda forma de intervención consular a la legalización de documentos,
por lo tanto la única formalidad exigida en las legalizaciones de los documentos es un sello
que deberá ser colocado gratuitamente por la autoridad competente del país donde se originó
el documento y en el cual se certificará la autenticidad de la firma, la calidad en que ha
actuado el firmante del documento y en su caso, la identidad del sello o del timbre que figure
en el documento.
Si las autoridades del país en cuyo territorio fue presentado tuvieran serias y fundadas dudas
sobre la veracidad de la firma, sobre la calidad en la cual el signatario del acta haya
procedido, o sobre la identidad del sello o timbre, podrá pedir información por intermedio de
las autoridades centrales. En este caso, los pedidos de información deberán limitarse a casos
excepcionales y deberán estar fundamentados.
Las autoridades competentes serán en la Argentina, el Ministerios de Relaciones Exteriores,
Comercio Internacional y Culto, a través de la Dirección General de Asuntos Consulares. Por
parte de Brasil, el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de la Dirección general de
Asuntos Consulares, Jurídicos y de Asistencia a Brasileños en el Exterior.
Por razones de orden público cualquiera de los países podrá suspender temporalmente el
acuerdo, esta suspensión deberá ser comunicada por vía diplomática y el acuerdo en setenta y
dos horas dejará de aplicarse. También por vía diplomática puede ser denunciado, en cuyo
caso permanecerá en vigencia por sesenta días después de la fecha de reopción de la
notificación.
Junto a esta Convención tenemos el Acuerdo Sobre Cooperación Judicial en Materia Civil,
Comercial, Laboral y Administrativa Entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno
de la República Federativa del Brasil, que es ley para la República N° 24.108, vigente desde el
28 de julio de 1992, que en el Capítulo VI, habla de la fuerza probatoria de los instrumentos
públicos diciendo en el art. 21 que: "Los instrumentos públicos emanados de funcionarios
públicos de uno de los dos Estados tendrán en el otro Estado la misma fuerza probatoria que
los instrumentos equivalentes emanados de los funcionarios públicos de dicho Estado",
debiendo la autoridad competente, conf. al art. 22 limitarse a verificar si ese instrumento
público reúne los requisitos exigidos para el reconocimiento de su validez en el Estado
requerido.
Los documentos emanados de autoridades judiciales u otras autoridades de uno de los
Estados, así como los documentos que certifiquen la validez y la fecha, la veracidad de la
firma o la conformidad con el original, que sean tramitados por la autoridad central, quedan
exceptuados de toda legalización, apostilla u otra formalidad análoga cuando deban ser
presentados en el territorio del otro Estado, conf. al art. 23.
También se encuentra el Protocolo de Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial,
Laboral y Administrativa, llamado de "Las Leñas", dentro del ámbito regional del Mercosur (38)
que en su art. 26 establece que: "Los documentos emanados de autoridades jurisdiccionales u
otras autoridades de uno de los Estados parte, así como las escrituras públicas y los
documentos que certifiquen la validez, la fecha y la veracidad de la firma o la conformidad
con el original, que sena tramitado por intermedio de Autoridad Central, quedan
exceptuados de toda legalización, apostilla u otra formalidad análoga cuando deban ser
presentados en territorio de otro Estado parte". Queda claro del artículo que para su
funcionamiento debe pasar por Autoridad Central y se interpreta que abarca a todos los
documentos notariales (39).
Por otra parte también se cuenta con el Acuerdo Para la Supresión de la Legalización Consular
en las Venias y Autorizaciones de Viajes de Menores de Edad con la República de Chile,
vigente por ley 24.831 desde el 11 de julio de 1997. El motivo del mismo fue favorecer la
fluidez de la circulación de personas y el intercambio turístico entre ambos países,
propendiendo a la integración entre ambas naciones.
En el art. 1 del acuerdo se suprimen las legalizaciones consulares en las venias o
autorizaciones de viaje de los menores de edad argentinos y chilenos, o menores extranjeros
residentes en cualquiera de los dos países, que viajen al territorio del otro Estado,
considerándose válidas las venias otorgadas por las autoridades competentes otorgadas por
ante las autoridades internas debidamente refrendadas según la legislación de cada parte.
Posee una duración indefinida pudiendo ser denunciado por vía diplomática y poseyendo una
vigencia en ese caso de sesenta días.
Cabe la mención de la Convención de Asistencia Judicial y de Reconocimiento y Ejecución de
Sentencias en Materia Civil, con la República Italiana, que para la Argentina es ley 23.720,
vigente desde el 6 de octubre de 1989; la cual establece en el art. 7 que los instrumentos, las
copias y las traducciones redactadas o autenticadas por la autoridad competente de cada una
de las Partes y provistas de la firma y sello oficial, estarán exentos de toda forma de
legalización para ser utilizados ante la autoridad de la otra Parte, excepto lo dispuesto en el
párrafo 1° del artículo 23 de la presente Convención, referente al reconocimiento y ejecución
de sentencias.
Esta a su vez se complementa con el Acuerdo Sobre Intercambio de Actas de Estado Civil y la
Exención de Legalización de Documentación Firmado con la República Italiana, que para la
Argentina es ley N° 23.728 y en cuyo art. 6 establece que las actas y documentos referidos al
estado civil, capacidad, nacionalidad y domicilio de las personas físicas, cualquiera fuera el
uso al que estuvieren destinados y todas las otras actas y documentos que fueren producidos
en virtud de la celebración del matrimonio o para la inscripción o la trascripción de un acto
de estado civil, serán aceptadas sin necesidad de legalización alguna o formalidad equivalente
a condición de que sean fechados, firmados y, si correspondiere, sellados por la autoridad de
la otra parte que los haya otorgado, aclarando en su parte final que: "Cuando las mencionadas
actas y documentos no fueran remitidos por vía oficial y surgieren fundadas dudas sobre su
autenticidad, los funcionarios competentes efectuarán a la brevedad las averiguaciones
correspondientes de manera de no demorar sus efectos. Las autoridades de las partes se
prestarán a tal fin la colaboración necesaria".
A las mencionadas convenciones es dable agregar, dentro de los criterios mencionados, la
Convención suscripta con República de Bolivia para suprimir las legalizaciones en los exhortos
que en materia civil o criminal se dirijan entre sí los Tribunales de ambos países que es ley
para la República N° 11692/33. La Convención celebrada con el Reino de España sobre
supresión de legalización de firmas de las comisiones rogatorias, que es ley para la República
N° 4188/03. La Convención celebrada con la República del Perú sobre supresión de la
legalización de exhortos, cartas rogatorias y demás documentos precedentes de uno y otro
país, que es ley para la República N° 1080/16 y que se complementa con el Convenio Relativo
a la Tramitación de Exhortos y Cartas Judiciales, que es decreto-ley para la República
5749/63. La Convención con la República Oriental del Uruguay Sobre Igualdad de Trato
Procesal y Exhortos, que es ley para la República N° 22410/81, que en su art. 2 suprime las
legalizaciones.
4. Legalización de documentos con firma electrónica
Hemos de partir que el tema se encuentra regulado en la ley 25.506 (Adla, LXII-A, 6) y de
considerar que posiblemente será un tema que tanto nacional como internacionalmente irá
ganando terreno, por la facilidad y economía de la circulación de los documentos
electrónicos. Adelantamos opinión expresando que es posible y legal.
Tal como dice Saucedo, deberán hacerse algunos ajustes en las cadenas de legalizaciones y
autenticaciones que no obrarán en principio en soporte de papel, por ello: "El primer paso en
la materia deberá darlo la autoridad designada en el país emisor del documento, como
certificador licenciado de la firma digital que luzca el mismo (que podrá ser la de su
autorizante —vgr., notario, funcionario público administrativo— o bien la del propio
otorgante del poder, como persona física o jurídica" (40).
Luego, para a segunda atestación, será más simple, ya que se recurrirá al superior de la
entidad certificante.
El art. 16 de la ley habla específicamente del reconocimiento de certificados extranjeros
diciendo que: "Los certificados digitales emitidos por certificadores extranjeros podrán ser
reconocidos en los mismos términos y condiciones exigidos en la ley y sus normas
reglamentarias cuando: a) Reúnan las condiciones que establece la presente ley y la
reglamentación correspondiente para los certificados emitidos por certificadores nacionales y
se encuentre vigente un acuerdo de reciprocidad firmado por al República Argentina y el país
de origen y el certificador extranjero, o b) Tales certificados sean reconocidos por un
certificador licenciado en el país, que garantice su validez y vigencia conforme a la presente
ley. A fin de tener efectos, este reconocimiento deberá ser validado por la autoridad de
aplicación".
Evidentemente, los requisitos del inciso a) nos parecen un poco excesivos y no deja lugar a
diferencias entre la ley extranjera y la nacional. También incluye el poco agradable requisito
de reciprocidad establecido en una Convención.
Sin lugar a dudas, cuando la ley comience a tener mayor vigencia sociológica se estará por el
inc. b).
La reglamentación de la ley dada por decreto 2628/2002, se propone entre otras cosas, dar un
marco a los certificados extranjeros, facultando a la Jefatura de Gabinete de Ministros (41),
en el art. 6 inc. o), a establecer los procedimientos aplicables para el reconocimiento de los
certificados extranjeros. Asimismo en el art. 28, se faculta a la Jefatura de Gabinete de
Ministros a firmar los acuerdos de reciprocidad anteriormente señalados.
Es importante destacar que esta misa norma dice en su párrafo segundo que: "Los
certificadores licenciados no podrán reconocer certificaciones emitidas por certificadores
extranjeros correspondientes a personas con domicilio o residencia en la República
Argentina".
La reglamentación crea un Ente Administrador de Firma Digital, dependiente de la Jefatura de
Gabinete de Ministros, conf. al art. 11 y que posee acorde al art. 28 la facultad de establecer
las relaciones que los certificadores licenciados deberán guardar entre los certificados
emitidos en la República Argentina y los certificados reconocidos de certificadores
extranjeros.
B. El control de la ley aplicable al documento
1. Criterio general
Utilizando el método analítico analógico (42), se evaluaría la ley aplicable desde sus tres
componentes, a saber: a) capacidad, b) forma, c) contenido.
Hemos de partir del supuesto de que si el documento se encuentra debidamente legalizado, la
autoridad extranjera ya ha analizado los señalados aspectos. Jurisprudencialmente (43) se ha
establecido que los actos notariales cuentan con una presunción juris tantum de legalidad,
que creemos puede extenderse a todo documento extranjero y así también lo ha entendido la
jurisprudencia (44).
Sobre el cuestionamiento de esta presunción iuris tantum, la jurisprudencia (45) ha
determinado que la validez de los actos otorgados en país extranjero se rige por las leyes de
ese país y no puede ser impugnada por falta de las formas o solemnidades exigidas por
nuestras leyes, siguiendo con los principios de las leyes aplicables del lugar del otorgamiento
del acto tal como lo consagran los arts. 12 y 950 del Cód. Civil (46).
El emisor del documento y en todo caso los superiores que legalizan, son además de las
autoridades competentes, lo que se encuentran en mejores condiciones para establecer si es
correctamente aplicado el derecho.
Esta concepción se liga con el no control de fondo. Si es así para las sentencias extranjeras
¿cómo va a serlo para los documentos extranjeros? Es más, si está mal aplicado el derecho, es
en la sede donde el documento fue emitido donde debe plantearse, con la única excepción
del foro de necesidad, pero es ya otro tema.
Sin embargo, hay posturas, con las que no coincidimos, como la de Saucedo (47), que
consideran conveniente la revisión de la ley aplicable, apelando a la utilización del uso
jurídico, doctrina que elaboró Goldschmidt para aquel que debe resolver el caso y no para el
que no le corresponde como instancia revisora, que la ley no le otorga.
La revisión de la ley aplicable no es un requisito que la ley imponga y por lo tanto no debe
hacerse.
2. La cuestión de la forma
La forma es el elemento sensible, visible, que envuelve exteriormente el acto jurídico. Es el
modo de comunicar, de hacer conocer el contenido intelectual de un acto jurídico (48). El
Cód. Civil la define en el art. 973 diciendo: "La forma es el conjunto de las prescripciones de
la ley, respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación del acto
jurídico; tales son: la escritura del acto, la presencia de testigos, que el acto sea hecho por
escribano público, o por un oficial público, o con el concurso del juez del lugar". Para
continuar estableciendo a partir del art. 974 y sigtes. la distinción entre actos formales y no
formales y dentro de los primeros las formas ad probationem y las ad solemnitatem.
Filosóficamente Vélez Sársfield no ha dado una importancia fundamental a la forma con la
intención de estar a favor de la validez de los actos y consagra el principio del locus regit
actum en los arts. 12 y 950 de manera general y en forma específica, en el 159 para materia
matrimonial, en los arts. 1180 y ss. para los contratos y en los arts. 3634, 3636 y 3628 para los
testamentos.
Partimos de la distinción entre leyes que imponen al documento una forma determinada como
condición de validez y eficacia que será la que rija el fondo del asunto, donde si se trata por
ejemplo de un acto de apoderamiento será la ley Argentina, por ser dentro del ámbito
territorial de la República donde se ejercerá el acto de apoderamiento y la ley que
reglamenta la forma que seguirá el principio del locus regit actum.
En caso de que haya discordancia entre las dos mencionadas, por ser distinta la ley impositiva
de la reglamentadota, se deberá observar cual será la ley que rija la equivalencia y la
respuesta la encontraremos en la ley que impone la forma, al ser ésta la que rige su
contenido.
Aunque el Código Civil no distingue entre ley aplicable a la forma propiamente dicha de la
aplicable a la reglamentación, el ejemplo típico se deriva del art. 1211 del Cód. Civil, que
para la transmisión de bienes inmuebles en el extranjero, situados en la República, impone la
forma de que sean realizados por instrumento público (49).
La conclusión es que en estos casos, sí debe controlarse el cumplimiento de la forma impuesta
por la ley argentina, pero esto hace a una cuestión de orden público y no de control del
derecho aplicable en estricto. Porque en cuanto a las formas rige la misma presunción de
legalidad iuris tantum que hemos desarrollado más arriba.
Un aspecto que destaca la doctrina (50) es el favor negotiorum patriae, del art. 14 inc. 4) del
Cód. Civil, que no pertenece al orden público y que dice que: "Cuando las leyes de este
Código, en colisión con las leyes extranjeras, fuesen más favorables a la validez de los actos".
Lo que significa o da por resultado que si el acto extranjero fuere nulo por no cumplir con las
formas del lugar de celebración, será considerado válido en nuestro país si cumple con las
formas exigidas en el Código Civil.
Cabe una mención a los Tratados de Montevideo respecto de la forma de los documentos
públicos, el de 1889 (51), en el art. 32 nos dice que: "La ley del lugar donde los contratos
deben cumplirse, decide si en necesario que se hagan por escrito y la calidad del documento
correspondiente", para agregar en el art. 39 que: "Las formas de los instrumentos públicos se
rigen por la ley del lugar en que se otorgan. Los instrumentos privados, por la ley del lugar de
cumplimiento del contrato respectivo". Esto nos significa que distingue al hablar de los
instrumentos públicos a las formalidades o reglamentación de dicha forma, por el lugar de
celebración, mientras que la forma del acto propiamente dicha, la orienta hacia la ley que
rige en fondo del acto o lex causar, que será la del lugar de cumplimiento.
El Tratado de 1940 (52) es similar en su redacción del art. 36, al decir: "La ley que rige los
actos jurídicos decide sobre la calidad del documento correspondiente. Las formas y
solemnidades de los actos jurídicos se rigen por la ley del lugar en donde se celebran u
otorgan. Los medios de publicidad, por la ley de cada Estado". Es el mismo criterio, con el
agregado final de los medios de publicidad.
C. El análisis de la competencia judicial internacional del emisor del documento
Partimos del supuesto que no corresponde, porque la ley no lo pide y mal estaría hacer una
analogía con la ejecución de sentencia extranjeras, el análisis de la competencia judicial
internacional del emisor del documento, con la única excepción de cuando se invada la
jurisdicción exclusiva de las autoridades argentinas, pero ese es un problema que lo situamos
dentro del orden público, por normas que resultarán de policía y no como una norma general
de control de la competencia judicial internacional.
Así, se invadiría la competencia judicial internacional exclusiva si se pretende invadir los
registros de la propiedad para la inscripción de derechos reales para inmuebles argentinos.
La segunda excepción que podríamos encontrar es el supuesto de fraude jurisdiccional, que se
manifestará por una falta de conexión razonable entre el lugar de otorgamiento del acto y el
lugar donde pretende ejercerse, pero por principio no será analizado de oficio sino que tendrá
que ser alegado por las partes.
Aclaramos, que la legalización del documento, hace surgir una presunción de que el autor ha
actuado dentro de la esfera de su competencia.
Es importante agregar que lo normal es la concurrencia de jurisdicción en esta materia, lo
cual suma a nuestra postura, así los arts. 1211 y 3129 del Cód. Civil respecto de documentos
notariales reconocen la competencia judicial internacional de los notarios extranjeros en
relación a negocios jurídicos relacionados con inmuebles. Del mismo modo que las normas
generales de jurisdicción establecidas para los contratos en los arts. 1215 y 1216 del Cód.
Civil, que otorgan competencia a los jueces del lugar de cumplimiento, entendiendo como tal
al de cualquiera de las obligaciones del contrato y a los del domicilio de las partes
contratantes.
D. El control del orden público internacional y su concepción
En la cooperación internacional puede verse comprometido el orden público en cuanto
aspecto negativo de la norma que limita su realización. La concepción del orden público será
más flexible en la cooperación jurisdiccional internacional, al menos en el primer y segundo
grado, no así en el reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras, en cuanto tercer
grado de cooperación y la fundamentación de lo que estamos diciendo se encuentra en que la
transmisión de un exhorto para notificar, la información del derecho extranjero o la
realización de pruebas no conlleva una actividad dirigida a producir efectos permanentes en
el territorio del Estado, sino sólo en el procedimiento principal extranjero. Por ello: "...la
defensa del orden público se supone menos necesaria que en otros supuestos en que la
eficacia de las actuaciones solicitadas a un soberano es directa y definitiva sobre su
territorio" (53).
El contenido del orden público girará usualmente en torno a la "soberanía y seguridad",
pudiendo ponerse como ejemplos concretos los arts. 11.3 de la Convención de la Haya de 1954
Sobre Procedimiento Civil y el art. 12 b) de la Convención de la Haya de 1970 Sobre Obtención
de Pruebas en el Extranjero.
La soberanía puede verse comprometida cuando se soslaya el requisito de la autorización del
Estado asistente para la práctica de pruebas en su territorio por parte de autoridades o
particulares del Estado del procedimiento principal o cuando las actuaciones solicitadas
escapan al ámbito del poder judicial del Estado requerido.
La seguridad se compromete cuando se requieren informaciones relacionadas con la defensa
militar, planes estratégicos o la actividad política. El riesgo de daño económico contra el
Estado puede también ser considerado como integrante de la seguridad del Estado y un
ejemplo de ello es nuestra ley 24.871, que no permite la aplicación del derecho extranjero de
leyes que conforme al art. 1 establezcan: "... directa o indirectamente, tengan por objeto
restringir o impedir el ejercicio del comercio y la libre circulación de capitales, bienes o
personas en detrimento de algún país o grupo de países, o de algún modo permitan el
reclamo de pagos o indemnizaciones de cualquier naturaleza a favor de particulares con
motivo de expropiaciones realizadas en un tercer país, no serán aplicables ni generarán
efectos jurídicos de ninguna especie en el territorio nacional.
Serán también absolutamente inaplicables y carentes de efectos jurídicos, las leyes
extranjeras que pretendan generar efectos extraterritoriales a través de la imposición de
bloqueo económico, la limitación de inversiones en un determinado país o la restricción a la
circulación de personas, bienes, servicios o capitales, con el fin de provocar el cambio de
forma de gobierno de un país o para afectar el derecho a la libre determinación".
Un punto clarísimo es que no integra el orden público en los dos primeros grados de
cooperación ni la cosa juzgada en el país, ni la litispendencia, elementos que han de
evaluarse al momento del reconocimiento y baste citar como ejemplo el art. 12 de la
Convención de la Haya de 1970 Sobre Obtención de Pruebas en el Extranjero.
Una hipótesis a plantearnos es cuando la institución procesal es desconocida o no está
permitido en el Estado requerido (54), por principio general y adelantando opinión hemos de
decir que no tiene por qué conculcar el orden público, si el contenido y la forma de los actos
procesales solicitados no están específicamente prohibidos en el Estado requerido, prestar
asistencia a un procedimiento extranjero desconocido o incluso prohibido no tiene por que
suponer un atentado contra sus valores nucleares.
El orden público debe ser concebido como conjunto de principios y no de disposiciones,
debiendo tomar un carácter sumamente restrictivo en su consideración dentro de la asistencia
judicial internacional. Permitir una operatividad amplia de la cláusula de orden público
condena a la asistencia judicial internacional a un permanente riesgo de inestabilidad e
infructuosidad.
El orden público debe encontrar su equilibrio entre la tutela judicial efectiva como derecho
que en un aspecto se realiza en la asistencia judicial internacional y el derecho a las garantías
procesales.
E. La vigencia del documento
Este punto hace a la denominada estabilidad del documento. Cuando se habla de sentencias
extranjeras, se alude al requisito de la cosa juzgada, la doctrina haciendo una analogía con la
cosa juzgada material declara que: "...hay que reconocer una escritura pública extranjera,
aunque las partes pueden haberla modificado o aunque haya habido un juicio de declaración
de nulidad, siempre que ambas circunstancias sean desconocidas por la autoridad que
examina los títulos" (55). El punto es que se habla de vigencia o estabilidad porque el que
emita el documento extranjero, ya sea un oficial o un notario, no puede otorgarle el carácter
de cosa juzgada porque es facultad exclusiva de los jueces.
La estabilidad es una presunción con la que los documentos extranjeros cuentan, siempre que
de su contenido no surja otra cosa, como el vencimiento del plazo o circunstancias fácticas,
como la muerte del poderdante.
Cierto sector de la doctrina (56) considera conveniente que el operador jurídico utilice todos
lo medios que estén a su alcance para persuadirse totalmente de la estabilidad y vigencia del
contenido, así si existe un registro de poderes o de sus revocatorias, pedir un informe en este
sentido.
Nosotros creemos que como esto es un requisito que la ley no impone, serán las partes las que
deberán alegar la falta de vigencia y no ser el operador jurídico el que se ponga a revisar el
asunto, por los mismos motivos que hemos dado respecto de la no revisión de la ley aplicable,
de lo contrario se cae en su pseudo proceso de exequátur que la ley no pide, sobre todo
cuando en materia de actos notariales son los escribanos lo que quieren hacer estas
averiguaciones.
F. Traducción
La traducción hace a la comprensión del documento extranjero y va de suyo que se da entre
países que no hablan la misma lengua y puede ser concebida como una pericia cuyo objeto es
volcar el contenido al idioma del país en que el mismo debe hacerse valer.
Normativamente tenemos el art. 123 del C.P.C.C.N. que establece que: "Cuando se
presentaren documentos en idioma extranjero, deberá acompañarse su traducción realizada
por traductor público matriculado", reglado en la ley 20.305 que regula la actividad
profesional de Traductor Público, que debe ser realizado en forma individual y sin relación de
dependencia. Establece en el art. 6 la obligatoriedad de presentar ante la justicia los
documentos públicos extranjeros debidamente traducidos. Del mismo modo, si estamos ante
un documento de carácter notarial, nos encontramos con el art. 999 del Cód. Civil que exige
la redacción de las escrituras públicas en idioma nacional, que si bien habla solamente de las
escrituras, creemos es extensible a todo acto notarial.
La traducción es necesaria tanto en los casos de redacción parcial como total en idioma
extranjero. Y cuando hablamos de traducción total, hemos de aclarar, que incluye la
traducción de las legalizaciones que el documento pueda contener si éstas se encuentran en
idioma extranjero. Aclaramos también que en el supuesto de apostillas, no será necesaria su
traducción, por no ser requisito dentro de la Convención de 1961.
Si el documento es presentado sin traducir, el juez no lo rechazará, sino que ordenará la
traducción, previo a su incorporación.
Puede suceder también que el documento ya se presente traducido desde el extranjero, en
este caso creemos que debe exigirse la legalización de la firma y el sello del traductor por el
Colegio respectivo o en su defecto, el traductor deberá presentarse ante el tribunal
personalmente. Una tercera posibilidad será la intervención de un traductor público
argentino, según criterio determinado por la jurisprudencia (57).
Un punto interesante que Goldschmidt planteaba (58) es la situación de que no exista un
traductor matriculado del idioma en que se encuentra el documento, o simplemente no exista
traductor, ante estos casos coincidimos con su solución de que podrá acudirse a una persona
que justifique suficientes conocimientos de la lengua a traducir y emita un dictamen, dada la
naturaleza pericial de la traducción, claro que en estos casos se necesitará la resolución
judicial.
Otro punto a destacar es que el documento puede venir redactado en nuestro idioma, sin ser
éste el del país emisor, situación no permitida a los funcionarios públicos en Argentina, pero
si consentida por ejemplo en Italia, Alemania, Inglaterra, algunos Estados de Estados Unidos,
sobretodo en el ámbito notarial. En estos casos la jurisprudencia ha determinado que el
documento es perfectamente aceptable (59).
También el documento puede estar redactado en dos idiomas, uno de los cuales es para
nuestro caso el castellano, en ese caso no será necesaria su traducción (60).
Mencionaremos también el Acuerdo Sobre Intercambio de Actas de Estado Civil y la Exención
de Legalización de Documentación firmado con la República italiana (61), que como hemos
mencionado en la parte de legalizaciones se circunscribe en el art. 6 a las actas y documentos
referidos al estado civil, capacidad, nacionalidad y domicilio de las personas físicas,
cualquiera fuera el uso al que estuvieren destinados y todas las otras actas y documentos que
fueren producidos en virtud de la celebración del matrimonio o para la inscripción o la
trascripción de un acto de estado civil, los cuales además de estar exentos de legalización, no
necesitarán traducción si son redactados por las autoridades del Registro Civil en el
correspondiente formulario bilingüe. Todo otro documento fuera del ámbito de aplicación
deberá ser traducido y nada obsta a que en lugar de utilizarse el formulario bilingüe, se acuda
a un traductor público y en ese caso, haciendo una interpretación integrativa del Convenio,
creemos que la firma del traductor en este caso estará exenta de legalización.
Sobre el punto nos interesa alentar una apostilla consistente en incentivar que dentro del
ámbito del Mercosur se eximiese de éste requisito, creemos que posee un gran costo e
innecesariedad, así contamos con el antecedente del "Acuerdo Sobre Exención de Traducción
Para Documentos Administrativos Para Efectos de Inmigración Entre los Estados Partes del
Mercosur" (62), se podría por ejemplo establecer, tal como hemos mencionado con la
República italiana, un sistema de formularios bilingües, sentado en la más arriba mencionada
Convención Sobre Intercambio de Actas de Estado Civil y Exención de Legalizaciones,
aprobada por ley 23.728 (Adla, XLIX-D, 3656), que en el art. 6 suprime la traducción de las
actas que cumplan los requisitos formales previstos en el acuerdo.
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)
(1) SAUCEDO, Ricardo Javier, "Documentos Extranjeros", en "Tratado de Derecho Notarial.
Registral e Inmobiliario", dir. Cristina N. Amella, Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 1998, t. II, ps. 447
a 475, p. 451.
(2) BOGGIANO, Antonio, "Derecho Internacional Privado", Ed. Abeledo Perrot, 4ª ed., Buenos
Aires, 2000, t. I, 911 ps., p. 529.
(3) PERUGINI DE PAZ Y GEUSE, Alicia, "La Validez y Circulabilidad Internacional del Poder de
Representación Notarial", Ed. Depalma, Buenos Aires, 1988, 143 ps., p. 93 y sigtes.
(4) Cuyos requisitos por ejemplo están establecidos en los arts. 517 y sigtes. del C.P.C.C.N. o
en la correspondiente legislación ritual provincial.
(5) SAUCEDO, Ricardo J., "El Régimen Jurídico de los Poderes Internacionales Desde la
Perspectiva del Derecho Argentino", JA, 2006-II-1110 a 1141, p. 1119.
(6) FERNANDEZ ARROYO, Diego (coordinador), "Derecho Internacional Privado de los Estados
del Mercosur", Ed. Zavalía, Buenos Aires, 2003, 1438 ps., p. 431.
(7) SAPENA PASTOR, Raúl, "Derecho Internacional Privado", Ed. Fundación Cultura
Universitaria, Montevideo, 1980, t. II, 204 ps., p. 150.
(8) Si el documento es judicial corresponderá la legalización a la Cámara de Apelaciones o del
Tribunal Superior de Justicia, en la índole administrativa estaremos por el superior jerárquico
como ministro, secretarios o director. En el caso notarial lo hará el colegio profesional
respectivo. Cada país establece quién es la autoridad superior para cada caso y esa legislación
deberemos remitirnos.
(9) De este modo nos explica SAUCEDO, Ricardo J., "El Régimen Jurídico de los Poderes ...",
art. cit., p. 1119, que desde la óptica del derecho argentino, el poder de dar fe pública es
una emanación de la soberanía estatal que dentro de la estructura de Estado Federal de la
República, consagrada en el art. 1 de la C.N., ha sido una facultad no delegada por las
Provincias al gobierno central. Y el se debe tener en cuenta que el art. 7 de la C.N. dice que:
"Los actos públicos y procedimientos judiciales de una provincia gozan de entera fe en las
demás y el Congreso puede por leyes generales determinar cual será la forma probatoria de
estos actos y procedimientos y los efectos legales que producirán", por esta razón se han
dictado diversas leyes nacionales y locales entre las que es dable mencionar la 44, 5133 y
14.933, como el dec.-ley 14.983/57, ratificado por ley 14.467 (Adla, 1852-1880, 363; 18891919, 729; XIX-A, 154; XVII-A, 921; XVIII-A, 94), que reglamentó lo concerniente a la
autenticación de actos públicos y procedimientos judiciales y que en el art. 2 de la norma
dispone que: "serán tenidos por auténticos los actos, procedimientos judiciales, sentencias y
testimonios y demás documentos emanados de organismos provinciales que se hallaren
legalizados conforme a las reglamentaciones que al efecto dicte cada provincia ...". Y estas
disposiciones locales no son por tanto inconstitucionales, pues no se refieren a efectos de los
instrumentos públicos o privados autenticados, ni condicionan sus contenidos dotados de fe
pública, aspectos que son de estricta incumbencia legislativa nacional, sino que solamente se
vinculan con la prueba de la existencia del documento a partir de sus elementos extrínsecos,
como autor, firma, sello, soporte material.
(10) Concretamente el actual texto dice: "Los documentos extranjeros autenticados en la
forma establecida en el presente Reglamento harán fe en el territorio nacional, sin necesidad
de su posterior legalización ante otra autoridad argentina".
(11) OYARZABAL, Mario, "Nuevos Desarrollos en el Procedimiento de Legalización de
Documentos Extranjeros", LA LEY, 2003-C, 1426 y 1427.
(12) Dado por la CNCiv., sala F, el 7 de marzo de 1995, LA LEY, 1995-D, 696 y 697.
(13) Caso "Sandemil Liguori", Dado por la CNCiv., sala A, el 27 de febrero de 1981, LA LEY,
1981-D, 524 y 525.
(14) Caso "Camilieri, Magdalena", Dado por la CNCiv., sala B, el 11 de marzo de 1980, ED, 87723.
(15) Aprobada en Argentina por ley 23.548, B.O. 21/04/87.
(16) Art. 2.
(17) Art.1. Desde una calificación interna podemos decir que se entiende por documento
público a: "Los instrumentos otorgados con las formalidades que la ley establece, en presencia
de un oficial público a quien la ley confiere la facultad de autorizarlos". UZAL, María Elsa, "La
Legalización de Documentos Públicos Extranjeros. Su Supresión por la Convención de la Haya
del 5 de octubre de 1961", ED, 129-697 y sigtes., p. 699.
(18) Ibíd., p. 699. "El espíritu de la norma es volcar la noción de jurisdicción en su sentido más
amplio, no sólo comprensivo de tribunales judiciales, sino también administrativos,
constitucionales y eclesiásticos".
(19) Tal como establece la doctrina: SAUCEDO, Ricardo J., "El Régimen Jurídico de los Pod...",
art. cit., p. 1122, la alusión a "actas notariales", se trata de una errónea traducción literal de
las versiones oficiales del texto legal, en francés e inglés, del cual prevalece el texto francés
en caso de divergencia y en esta lengua la palabra "actes" involucra por igual al acto y a su
forma y en materia de documentos notariales alude a esa categoría en general y no a una de
sus especies en particular. Otro tanto sucede con la expresión inglesa acts. De lo que
corresponde interpretar que refiere a los "documentos notariales".
La jurisprudencia se ha pronunciado sobre el tema en un caso donde un laudo arbitral había
pasado por la autoridad de un notario, por lo cual el acta se encontraba alcanzada por la
normativa de la Convención. Caso "Voest Alpine Intertrading c. Cargem S.A.", dado por la
CNCom., sala E, 11 de octubre de 1988, ED, T. 138-717 y sigtes.
(20) UZAL, María Elsa, "La Legalización de Documentos Púb....", art. cit., p. 699. "El texto no
se refiere en este apartado a los documentos emanados de personas privadas en sí mismos,
sino sólo a las certificaciones oficiales que los pueden acompañar, para aclarar la idea es que,
en la convención se citan posibles ejemplos a título explicativo...".
(21) En el Rapport de la Convención se cita a título de ejemplo, que un documento ejecutado
en Italia y a la vez un acto realizado en Francia por un oficial público francés y se concluye en
que parece inapropiado aplicar la Convención en estos casos, pues implicará la necesidad de
enviar el documento realizado por el cónsul a su país de origen para que fuera certificado
debiendo luego retornar nuevamente, al país que fuera extendido. Esto también ha sido dicho
de este modo en la jurisprudencia del caso: "Mauri, Celso, suc", dado por la CNCiv., sala B, del
6 de abril de 1989, LA LEY, 1989-E, 392 y 393.
(22) UZAL, María Elsa, "La Legalización de Documentos Públicos...", art. cit., p. 700.
"Generalmente estos documentos son objeto de tratamientos preferenciales en la mayor parte
de los países. Se discutió largamente entre los delegados, en particular si debían mantener
bajo el alcance de la convención los certificados de origen y las licencias de importación y
exportación. Finalmente se decidió que debía considerársela excluidas por dos razones
principales de las que da cuenta Loussouarn en su informe: 1) a menudo estos documentos
eran eximidos de legalizaciones y 2) en los casos en los que se requeriría una formalidad, no
se exigía por lo general, propiamente, una legalización, sino una autenticación del contenido
mismo lo que importaba un control material por parte de la autoridad competente que
excedía el objeto de la Convención. Por otro lado se observó que la Comisión Redactora quiso
evitar que se diera a la exclusión de un significado demasiado general, de ahí que se utilizara
la calificación: documentos "administrativos", con la intención de que los contratos
comerciales y los poderes quedasen alcanzados por la Convención y exceptuados de este
apartado. También se utilizó la expresión "directamente", tendiendo a restringir la exclusión a
aquellos documentos donde el contenido mismo revele el destino comercial o aduanero, sin
abarcar a aquellos que puedan ser ocasionalmente usados en operaciones comerciales (como
los certificados emitidos por los Registros de Patentes y Marcas, por ejemplo)".
(23) Tal sería el caso en nuestra norma procesal interna, que al momento de la contestación
de la demanda se negase la firma o su autenticidad como lo establece el C.P.C.N. en el art.
356 inc. 1) o si se esta ante una vía ejecutiva por las normas de los arts. 525 y 526 del citado
cuerpo.
(24) PERUGINI DE PAZ Y GEUSE, Alicia, "La Validez y Circulabilidad Internac...", op. cit., p. 98.
(25) Arts. 3 y 14.
(26) FERNANDEZ ARROYO, Diego (coordinador), "Derecho Internacional Privado de los
Estados...", op. cit., p. 432.
(27) Art. 6.
(28) Dicho Convenio tiene su antecedente en otro Convenio de 2 de junio de 1997 entre la
Cancillería y los Colegios Notariales de la República Argentina, que estaba limitado a los
documentos de origen notarial.
(29) OYARZABAL, Mario J. A., "La Descentralización del Proceso de Legalización Mediante la
Apostilla", Ed. El Dial.com, Suplemento de Derecho Internacional Privado y de la Integración,
en Internet: www.eldial.com/suplementos/privado/doctrina/ip050624-d.asp, 30/06/2005.
(30) Sobre los antecedentes de esto se puede ver el Rapport Explicatif en Internet:
http://www.hcch.net/index_fr.php?act=publications.details&pid=52; 28/11/2005.
(31) Dado por la CNCiv, sala I el 30 de marzo de 1995, ED, 162-590 a 593. En el mismo sentido
se encuentra la jurisprudencia del caso "Voest Alpine Intertrading c. Cargem S.A.", ED, 138717 y sigtes. Que trataba de un laudo arbitral dictado en el Reino Unido con anterioridad a la
entrada en vigencia de la Convención para Argentina y cuyo reconocimiento se solicita con
posterioridad a la vigencia, consintiéndose la supresión del requisito de legalización.
Destacamos que la Cámara resolvió que no corresponde rechazar in limine el reconocimiento
del laudo arbitral, sino exigir la colocación de la apostille, antes de pronunciarse sobre la
ejecución del laudo.
(32) Dado por la CNFed. Civ. y Com., sala 1ª, el 16/11/99, en Internet:
Www.lexisnexis.com.ar, Lexis N° 7/7703.
(33) Dado por la CNCiv., sala B, el 6 de abril de 1898, LA LEY, 1989-E, 392.
(34) NOODT TAQUELA, María Blanca, "Derecho Internacional Privado. Método de Casos.
Análisis de Fallos. Documentos Extranjeros", Ed. Astrea, Buenos Aires 1992, 476 ps., p. 96.
(35) Dado por la CNCom., sala D, del 26 de febrero de 1991, fallo inédito, citado por NOODT
TAQUELA, María Blanca - ARGERICH, Guillermo, "Convenciones de la Haya de Derecho
Internacional Privado: Su Aplicación en la Argentina", JA, 1996-I, 967 y sigtes.
(36) Dado por la CCiv. y Com de Rosario, sala I, el 14 de noviembre de 1995., LL Litoral, 1997,
ps. 393 a 394.
(37) Esta solución ha sido confirmada por la jurisprudencia del caso: "M.A.E. s/recurso
registral", dado por la CCiv. y Com. de Rosario, sala 1ª, el 14 de noviembre de 1995, con
comentario de: MENICOCCI, Alejandro Aldo, "La Convención Interamericana Sobre Régimen
Legal de Poderes Para Ser Utilizados en el Extranjero (CIDIP I, Panamá, 1975)", ED, 166-405 a
409.
(38) Que es ley para la República N° 24.578.
(39) Conclusiones del IV Congreso Internacional del Mercour, Córdoba, 1997.
(40) SAUCEDO, Ricardo J., "El Régimen Jurídico de los Pod...", art. cit., p. 1129.
(41) Dicho organismo es el designado como Autoridad de aplicación en el art. 29 de la ley.
(42) Sobre el tema ver GOLDSCHMIDT, Werner, "Derecho Internac...", op. cit., ps. 69 y sigtes.
Dicho método se basa en el traslado por analogía de las categorías del derecho civil como la
capacidad jurídica, forma del negocio, requisitos de validez intrínseca, al caso iusprivatista
internacional, para su análisis.
(43) Pueden consultarse los fallos: "C. H. Buscher c. Cooperativa Argentina", dado por la
C.S.J.N., el 5 de mayo de 1892, Fallos: 48:98, "Heller y Cía c. Marini", dado por la CNFed. Civ.
y Com., el 16 de septiembre de 1921, JA, 7-270, "Hancock, Herberto f. s/suc.", dado por la
CNCiv., sala 2, el 11 de septiembre de 1945, JA, 1945-IV-384, "Banco di Roma c. Banco
Israelita del Río de la Plata", dado por la CNCom., sala C, el 22 de agosto de 1960, LA LEY,
100-646.
(44) Ello se deriva del fallo: "Warner BROS. Pictures Inc. c. Atlántica Cinematográfica
Argentina", dado por la CNCom., sala B, el 14 de diciembre de 1956, LA LEY, 86-627.
(45) Ver fallos: "Paneth, Edwin c. B.I.E.M. (Bureau International de l'Édition Mécanique), Dado
por la CNCom., sala A, el 21 de octubre de 1965, ED, 13-548 y "Tours Investiment S.A. c.
Iturraspe, Pedro R.", dado por la CNCiv., sala B, el 3 de agosto de 1972, ED, 45-637.
(46) Para mayor abundamiento puede verse la jurisprudencia del caso: "Información y
Publicaciones S.A. v. Dercoem S.A.", dado por la CNFed. Civ. y Com., sala 1ª; el 25 de octubre
de 1985; L.L.; T. 1986 - II; p. 54.
(47) SAUCEDO, Ricardo J., "El Régimen Jurídico de los Pod...", art. cit.; p. 1130.
(48) GALLINO, Julieta, "La Circulación Internacional del Documento Notarial", en "Tratado de
Derecho Privado Notarial"; Nuta, Ana Raquel (directora), Ed. Ad-Hoc; Buenos Aires, 2006, ps.
441 a 478; p. 444.
(49) En el mismo sentido puede citarse el art. 3129 del Cód. Civil respecto de la constitución
de hipoteca en el extranjero.
(50) GALLINO, Julieta, "La Circulación Internacional del Doc...", op. cit., p. 447.
(51) Que nos liga con Bolivia, Perú y Colombia.
(52) Que nos rige con Paraguay y Uruguay.
(53) HERRERA PETRUS, Chritian, "La Obtención Internacional de Pruebas. Asistencia
Jurisdiccional en Europa"; Ed. Publicaciones del Real Colegio de España; Bolonia, 2005, 392
ps., p. 98.
(54) Ejemplos que se colocan son las demandas de divorcio por una causa no permitida por la
legislación del requerido o una prueba de paternidad biológica inadmisible en el requerido.
(55) PERUGINI DE PAZ Y GEUSE, Alicia, "La Validez y Circulabilidad Internac...", op. cit., p.
107.
(56) SAUCEDO, Ricardo J., "El Régimen Jurídico de los Pod...", art. cit., p. 1140.
(57) Caso: "Voest Alpine Intertrading v. Cargem S.A.", dado por la CNCom., el 11 de octubre
de 1988, ED, 138-717, donde en su oportunidad se dijo: "...según se advierte del examen de la
documentación original, el laudo fue dictado en idioma inglés y luego traducido al castellano
en el mismo país que se emitió. No se trata por ende de un documento expedido
originalmente en dos idiomas, sino de un documento expresado en idioma extranjero y luego
traducido. Lo expuesto se corrobora a través de la simple lectura de la certificación expedida
por el notario extranjero, quien expresa que "los documentos adjuntos en idioma español son
traducciones fieles y exactas de los documentos en idioma inglés que también se adjuntan".
Por consiguiente, resultan de aplicación al caso las disposiciones contenidas en los arts. 123
del C.P.C.C.N. y 6 de la ley 20.305 (que rige la profesión de traductor público), cuyos
recaudos por hallarse incumplidos, han de ser satisfechos en forma previa a dar curso a la
pretensión de ejecución".
(58) GOLDSCHMIDT, Werner, "Derecho Internacional Privado - Derecho de la Tolerancia Basado
en la Teoría Trialista del Mundo Jurídico", Ed. Depalma, Buenos Aires, 1997, 8va edic., 1ª
reim., 849 ps., p. 458.
(59) Caso: "Stoffregen de Schereyer, Friedericke C. M. v. González Dazzori, Edgardo y otros",
dado por la CNCiv., sala G, el 18 de mayo de 2004.
(60) Esto así lo ha determinado la jurisprudencia en el caso: "Frederick Parker Limited v. Villa,
o Villa y Egea", dado por la CNCiv., el 9 de marzo de 1990, publicado en: NOODT TAQUELA,
María Blanca, "Derecho Internacional Privado. Método de Casos. Análisis de Fallos.
Documentos Extranjeros", Ed. Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 106.
(61) Que es ley para la Argentina 23.728.
(62) Suscripto en Florianópolis, el 15 de diciembre de 2000, es ley para la República N°
25.901, y que posee un documento análogo o paralelo respecto de los Estados asociados de
Chile y Bolivia, aprobado por ley para la República, 25.900. Un interesante comentario sobre
ellos puede verse en: OYARZABAL, Mario J. A., "Exención de Traducciones Para Efectos de
Inmigración en el Mercosur", R.D.P. y C., N° 2005 - 3, Ed. Rubinzal Culzoni, Buenos Aires,
2005, ps. 673 a 681
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