Hipócritas en el capitolio

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Hipócritas en el capitolio
Mumia Abu Jamal :: 03/07/2009
Mientras los políticos se apresuran apoyar a los manifestantes de Teherán, su hipocresía les
enceguece aún más que su propia miopía.
Mientras los políticos se apresuran a aprobar resoluciones en el
Congreso federal para apoyar a los manifestantes de Teherán y defender el principio de su libertad a
protestar, su hipocresía les enceguece aún más que su propia miopía. Nos cuesta sólo un momento
de reflexión para reconocer que a ellos les valen gorro los manifestantes. Se trata de usar las
resoluciones como armas para ir aún más lejos en señalar a Irán como el enemigo, el peligroso
“otro” que “amenaza” a la hegemonía de Estados Unidos. Para comprobar esta hipocresía política,
solo hace falta escuchar el silbido del silencio cuando las protestas estallan aquí en Estados Unidos y
los manifestantes son golpeados, encerrados y enjuiciados por ejercer sus supuestos derechos a la
libertad de expresión, asamblea y petición bajo la Primera Enmienda a la Constitución. Consideren
las masivas protestas contra el asesinato policiaco de Oscar Grant en las calles de Oakland,
California, donde los agentes golpearon y apañaron a la gente y confiscaron a sus teléfonos
celulares. ¿El Congreso apoyó a estos manifestantes? ¿Cuándo? Y los políticos estatales y locales, si
es que dijeron algo, llamaron a la calma y a poner fin a las protestas, mientras algunos llegaron a
tachar a los manifestantes de "animales." ¿Les suena? No hablo el Farsi, pero supongo que el tenor
de su mensaje no es muy diferente al del Supremo Líder de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei – es
decir: “¡El sistema funciona. Confíen en el sistema!” ¿Por qué? Porque es lo que siempre dicen los
estados. Durante años ––sí, años–– a los manifestantes aquí en Estados Unidos les han pateado el
trasero a pesar de las llamadas “garantías” en la Constitución de los derechos a la libre expresión y
a la protesta. De hecho, no es necesario ir más lejos que los sagrados portales del propio Congreso.
Recordamos al diputado federal John Conyers del partido Demócrata del estado de Georgia. Todavía
lleva las cicatrices en su cabeza de los toletazos que recibió de la policía en Selma, Alabama, cuando
protestó contra el apartheid norteamericano en los años ’60. Y medio siglo después, los
manifestantes todavía reciben golpes por manifestarse. Y si no los tumban físicamente, los abogados,
jueces y fiscales les abruman económicamente al obligarles a pagar por el derecho de ejercer su
libertad de protesta. Al Congreso de Estados Unidos, que hace pocas generaciones apoyaba al
salvaje y brutal reinado de represión del Shah Mohammad Reza Pahlavi sobre Irán, y también
apoyaba a sus ambiciones nucleares, le vale gorro el pueblo iraní. Todo esto se trata de la política,
pura y simple, y del uso de estas protestas para otros propósitos más nefastos. Debido a las brutas y
estúpidas políticas del régimen Bush, Irán ha salido de la carnicería de la guerra contra Irak como el
jugador más fuerte en el tablero porque Estados Unidos derrumbó a su enemigo mortal, Saddam
Hussein. Ahora Estados Unidos quiere reajustar el juego, al hacer estallar el conflicto interno y así
debilitar el gobierno iraní. Ya hemos estado en lo mismo, y la última vez no salió bien. Escrito 20 de
junio de 2009 (c) '09 maj Texto en inglés distribuido por Fatirah: [email protected] Traducción:
Amig@s de Mumia, Mx
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