Fisuras

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Fisuras
Guillermo Cieza :: 16/03/2011
Las fisuras no son eternas y las potencias emergentes que simpatizan con las causas soberanas
que afectan a sus competidores, terminan ocupando el lugar de los opresores
El tema del día es Nuestra América, pero acontecimientos muy actuales como son los hechos de
Libia y la polémica causada por declaraciones y el proyecto de mediación presentado por el
presidente Chávez, nos provoca para hacer una reflexión más amplia, tratando de ubicar la
coyuntura de nuestro país y de Nuestra America en el contexto mundial. El mundo de los 90 Para
hablar del mundo de los 90 voy ha hacer referencia a dos citas que me tocó participar y donde tuve
el privilegio de compartir el diagnóstico del mundo que se avecinaba, con compañeros de fuerzas
con vocación revolucionaria del continente y algunos representantes europeos, africanos y asiáticos.
La primera cita fue en 1989, en Libia en ocasión del 20 aniversario de la revolución. La segunda fue
en 1993 en la Habana en ocasión del tercer Foro de San Pablo. En 1989 por un lado quedamos
impresionados por un proceso nacional muy alentador, y por otro pudimos confirmar que se venía un
mundo muy adverso para las fuerzas de izquierda. Gaddafi era un coronel con formación en Europa,
en los años del mayo francés, que a los 27 años ocupó el poder mediante un golpe militar y trató de
impulsar una revolución socialista en un país donde el 94% de su población era nómade, con bajos
niveles de alfabetización y formación técnica y una sociedad dominada por organizaciones tribales
con una larga historia de lucha contra los invasores de turno, y otra no menor de disputas entre
ellas. Después de 20 años podría asegurarse que la revolución libia había garantizado la unidad
nacional y la construcción de un estado con independencia de las potencias imperiales. Aunque no
faltaban entusiasmos como el intento de reemplazar la monarquía por la de democracia directa y
poner las armas en manos del pueblo, para el proclamado socialismo faltaba bastante. Quienes
creemos que la conciencia socialista no se trasmite por una mágica iluminación, o por vía
intravenosa, pensamos que hay que prestar especial atención a los pisos previos de experiencia,
organización y conciencia de los pueblos donde se inicia un proceso con vocación socialista. En
alguna oportunidad he planteado esta limitante en la experiencia del pueblo venezolano. Lo de Libia
era mucho mas grave. Lo más preocupante era que aquella revolución joven y solidaria con todos los
procesos revolucionarios en África y Latinoamérica, y por eso bloqueada, demonizada y
bombardeada, era una de las grandes esperanzas de África, pero también del mundo. El impulso
revolucionario en Libia duró unos pocos años más, lo que le alcanzó para convertirla en el país
africano con mejores índices de bienestar. Navegando en soledad en mares muy adversos al
proyecto socialista, el barco de la revolución libia naufragó y Gaddafi se convirtió en su caricatura.
Gracias a esa transformación, para los grandes medios de comunicación capitalistas, dejó de ser un
dictador para convertirse en un mandatario excéntrico. En el recuento de las esperanzas, por
aquellos años también estaba Nicaragua. Aunque los mismos nicas reconocía que habían perdido la
mitad de sus mejores militantes para derrocar a Somoza, y en ese momento se volvían a desangrar
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en la guerra contra los Contra. El sandinismo había cometido errores graves (como el de los
Misquitos) y las cosas estaban muy mal en su país. Tan mal que no tardaron en ser derrotados
electoralmente. Con un juego tan desalentador, no faltaban los optimistas que trataban de dar
importancia al cuatro de copas. Militantes de Honduras, Dominica y Haití, decían que a lo mejor
Noriega ... ( Presidente de Panamá, ex agente de la CIA, que había hecho algunos gestos que lo
distanciaban de los yanquis) Y los árabes, libios incluidos, se esperanzaban en Menem, sin mas
argumentos de que no podía traicionar a su sangre. Dicen que la miseria estimula la imaginación.
Ese mismo año, en el primer Foro de San Pablo, grupos trotskistas pronosticaron que después del
colapso de la burocracia del “socialismo real”, se venía la revolución proletaria. Desde lecturas más
realistas se advertía que se venía el mundo unipolar. Estados Unidos ya no tenía contrapesos y podía
invadir y castigar a quien manifestara cualquier gesto de independencia. A los pocos meses le llegó
el turno a Panamá. Agotadas las posibilidades de revoluciones por la fuerza, las organizaciones
armadas del continente buscaban un resquicio para alcanzar acuerdos de paz que les permitiera
incorporarse a la lucha política. Los hicieron todos con excepción de las organizaciones colombianas
ELN y FARC. En el caso de las FARC su intento de legalización fue desalentado por el asesinato de
miles de militantes. En la cita de La Habana del 93, ya no existía la Unión Soviética, pero Cuba había
sobrevivido y el pueblo cubano daba un ejemplo de dignidad invalorable. Bloqueado, hambreado, sin
combustible, conciente de deformaciones burocráticas en el Partido y en el Gobierno, eligió
mantenerse unido. Comer mierda, pero resistir como cubanos sin abrirles ni un ventiluz a los
yanquis y a los gusanos de Miami que ya tenían preparadas las valijas. El panorama mundial seguía
siendo desolador, pero había algunas lucecitas de esperanza, como las performance electoral del PT
de Brasil, y la constitución de la Coordinadora Simón Bolívar que alentaba la posibilidad de una
salida política (acuerdo de paz) en Colombia. Lo más polémico era el golpe de Chávez en Venezuela,
realizado un año antes. Golpe repudiado por el gobierno de Cuba, lo que no impidió que el
movimiento bolivariano estuviera presente en La Habana, e hicieran las primeras reuniones con los
cubanos. Un lindo ejemplo para poder diferenciar decisiones políticas que se corresponden con
políticas de Estado, con decisiones políticas que se corresponden con conspiraciones
revolucionarias. Menciono el ejemplo, porque viene a cuenta del revuelo que causó la posición
venezolana de intentar una mediación en el conflicto libio, poniendo como central negociador a
Brasil. Mas allá de la desafortunada mención de Chávez al “amigo Gaddafi”, habría que recordar que
el gobierno de Venezuela es parte de la OPEP y actúa en línea con otros países como Rusia, China y
Turquía para tratar de impedir el ingreso de las fuerzas de la OTAN en el norte de África. .
Volviendo a 1993 y a La Habana, la intervención que mas impresionó en aquella cita fue la de Fidel
Castro cuando afirmó que no veía condiciones para que en lo que quedaba del siglo, se pudieran
realizar nuevas revoluciones. Diagnóstico ampliamente compartido que abría un nuevo debate sobre
que hacer con el socialismo en la próxima década, en un mundo sin revoluciones posibles. No hubo
síntesis en aquella cita, pero las posiciones quedaron expuestas. Unos decían que había que seguir
luchando por el socialismo, aunque las propuestas fueran testimoniales. Otros decían que lo
importante era propuestas que fueran masificables y si el pueblo estaba dispuesto a luchar por
reformas, habría que organizar y luchar por reformas esperando mejores tiempos para volver a
plantear lo del socialismo. La irrupción del zapatismo en 1994, y un mayor conocimiento del MST de
Brasil surgido en 1985, le da una vuelta a esta discusión. Los dos movimientos no renuncian al
socialismo como horizonte y lo expresan en prácticas prefigurativas de la nueva sociedad, pero en el
plano nacional proponen un programa de reformas. Pueden masificar luchando por reivindicaciones
como la reforma agraria, o un país donde entren todos, pero se construyen desde una práctica
asamblearia, el ejercicio de nuevos valores, el impulso de formas alternativas de educación,
producción y comercialización. Ese punto de vista que confronta con las experiencias burocráticas
del socialismo, y cobra impulsa desde regiones (Chiapas) o sectores (los campesinos sin tierra) en un
mundo sin posibilidad de revoluciones nacionales, se convierte en un punto de referencia para
muchos movimientos populares del continente. El FPDS es uno de ellos. En esas experiencias hay un
nudo de debate que al principio fue puramente ideológico: ¿son una isla, o una tierra liberada
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asociada a una trinchera? Desde el punto de vista teórico asociar lo prefigurativo a una isla, a lo
local o lo corporativo es confundir un ocasional punto de partida, con una concepción. Es indudable
que se arranca desde donde se puede, pero la idea de asociar lo local o lo genuinamente sectorial a
lo prefigurativo encierra una contradicción. Nuestro pueblo es denso, tiene complejas dimensiones.
No puede reducirse a la proyección de un grupo de familias campesinas, una construcción territorial
en un municipio del conurbano o Jujuy, un grupo originario, una agrupación de base gremial, una
fábrica recuperada o una asamblea ambientalista.. Los pueblos son mucho más que eso, y se piensan
como naciones, no como islas. Se prefigura una sociedad densa que tiene dimensiones nacionales
desde lo geográfico y desde lo cultural. Prefigurar supone disputar la nación, y después la región, el
continente, el planeta. En el mundo que se asoma, el debate se torna urgente y político. La
globalización pinchada Quienes diagnosticaron que la gran víctima mundial de la crisis mundial
sería el capitalismo han fracasado. La víctima fue la globalización tal como la conocimos totalmente
hegemonizada por Estados Unidos y la Comunidad Europea. Se desnudó como falsa la idea de que
quien no tenía relaciones carnales con las potencias globalizadores, se caía del mundo. Quienes en
America del Sur rechazaron el ALCA, no terminaron en el infierno. Por el contrario, países como
Brasil que solo tiene un 15% de su comercio mundial con Estados Unidos y Argentina cuyos principal
cliente de exportación es China, fueron menos golpeados por la crisis y siguieron creciendo. Pero
hay algo más que globalización pinchada. Empiezan a vislumbrarse futuros cambios en la hegemonía
mundial Economistas de todo el mundo coinciden que en 2024, China será la primera potencia
económica del planeta. China no esta sola, comparte su vigor emergente con un grupo de potencias
a los que se los denomina BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Sobre ellas agreguemos que, en pocas
décadas, la India superará a China en cantidad de habitantes. Estados Unidos viene demostrando
síntomas evidentes de debilitamiento. En los últimos tiempos sus invasiones a Irak y Afganistán se
han convertido en verdaderos pantanos, pierde influencia en Medio Oriente con las rebeliones de
Túnez y Egipto, deja de controlar a Turquía, no pudo imponer el ALCA en America del Sur, ni acallar
a Venezuela, ni impedir la formación del Alba.. Observadores del imperio como Ophenhaimer se
alarman: ¿Como es posible que Venezuela haya comprometido en la reconstrucción de Haití, un
presupuesto mayor que los Estados Unidos? Nadie puede asegurar que las economías de Estados
Unidos y Europa no vayan a recuperarse, pero lo que es seguro es que el próximo mundo no será
igual. Se viene un mundo multipolar y los pueblos advierten la fisura en la hegemonía global como
oportunidad para impulsar proyectos primero nacionales y después regionales de mayor autonomía y
justicia social. Otra vez revoluciones y proyecciones nacionales de socialismo entran en el terreno de
lo posible. Si repasamos la historia advertimos que en la fisura que creo la primera guerra mundial
se coló la revolución rusa, y en la segunda guerra se fue gestando la revolución china. También esa
fisura fue aprovechada por proyectos nacionales y populares como el de Nasser en Egipto y el
peronismo del 45. Y un poco mas atrás, en la fisura en el poder del imperio español invadido por las
fuerzas napoleónicas y jaqueado por el ascenso inglés, se colaron las revoluciones todavía
inconclusas de América del Sur. La historia enseña también que las fisuras no son eternas y que las
potencias emergentes simpatizan con las causas soberanas que afectan a sus competidores, y
pueden dar puntos de apoyo a estas propuestas mientras demuelen los viejos imperios. Pero
finalmente terminan ocupando el lugar de los opresores. La existencia de un nuevo mundo con el
que se puede comerciar y negociar por fuera de Estados Unidos y Europa es una buena noticia para
aquellos pueblos y movimientos que se animen a proyectar naciones más autónomas y con mayor
bienestar. Como enseña la historia planteada la oportunidad se puede capitalizar desde proyectos
diferentes. Se pueden intentar proyectos neodesarrollistas, como los que se impulsan en Argentina y
Brasil, o naciones alternativas de proyección socialista. No digo países socialistas, porque creo que
no existen los socialismos nacionales, y mucho menos las islas socialistas regionales o sectoriales. La
afirmación de que existen potencias emergentes, que disputan la hegemonía global, y que esto
favorece los proyectos nacionales, no significa que estas potencias emergentes ofrezcan propuestas
de buen vivir superadoras, mejores propuestas civilizatorias. Por eso hay que advertir que las fisuras
no son eternas. En el caso del inicio de las revoluciones inconclusas de Nuestra America la fisura
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que había aparecido en 1810, se había cerrado en 1816 con la restauración monárquica impulsada
por la Santa Alianza. Con posterioridad la hegemonía global del imperialismo ingles, condicionó los
procesos americanos. En el escenario actual el debate que parecía menor sobre si las experiencias
prefigurativas eran islas o trincheras se convierte en gigante. Y esto es así porque si las islas apenas
pueden aspirar a archipiélagos, las tierras liberadas y las trincheras son móviles, pueden acompañar
al pueblo cuando vaya por un gobierno popular y ocupar el Estado para transformarlo. Como decía
Sendic, los pueblos son estrategas. Han advertido la fisura y van a aprovecharla. No me imagino a
los pueblos árabes en las calles, sin la conciencia de que el imperio esta debilitado y ahora pueden
avanzar. Los caminos de la liberación Nuestros pueblos apoyaran proyectos nacionales como lo
hicieron hace 200 años. Tomando partido o construyendo alternativas dentro de las formas de lucha
a las que adhieren las masas en cada momento histórico. A modo de ejemplo. Por aquellos años se
entendía que para sacarse de encima al imperio español había que construir ejércitos. Y en el Río de
La Plata, hubo un momento en que pudieron cotejarse dos propuestas. Con el mando de Belgrano
estaba el ejército de Rondeau y el de Artigas. Acordando en construir ejércitos para luchar contra
los españoles, esos ejércitos eran por programas, composición social y relaciones internas muy
diferentes. Esas diferencias expresaban proyectos que no tardarían en ser antagónicos. Pero se
polemizaba entre ejércitos, no entre ejércitos y redes de bibliotecas. Esta reflexión viene a cuenta de
la necesidad de valorar los caminos que eligen nuestro pueblo aquí y ahora para expresar proyectos
de liberación. Porque aceptando que las luchas son integrales, siempre cuando se trata de disputar
el gobierno (luchar por un gobierno popular) siempre hay una forma de lucha dominante que puede
ser alentar una insurrección popular, crear un ejercito popular, o crear una gran fuerza electoral
popular. La presencia de multitudes en los actos del bicentenario, las dimensión que tomó el velorio
de Kirchner, el actual apoyo a la candidatura presidencial de Cristina, pueden explicarse por una
fervorosa adhesión al proyecto oficialista o por una búsqueda de opciones en un momento histórico
particular, donde los lamentos de nuestra derecha tradicional de que le faltamos el respeto a
Estados Unidos les quitan votos. La gran fortaleza del kirchnerisno está en la pobreza de la
oposición, incluso la de quienes hemos sido incapaces de proponer un proyecto nacional alternativo
de proyección socialista con participación en todas las batallas que dispute el pueblo, incluida la
electoral. Apoyado en esas debilidades un proyecto de país berreta y reconstituyente de la
dominación capitalista, puede presentarse como una opción progresista en la fisura mundial. El
Kirchnerismo tiene un proyecto de país berreta, pero tiene un proyecto de país, que esbozó Cristina
al abrirse las sesiones parlamentarias. El problema no es que nuestro pueblo este atrasado y no nos
comprenda. El problema es que nosotros no hemos entendido que la fisura mundial nos impone
correr la trinchera, formular un proyecto de país y disputar la nación, por los medios que decida el
pueblo. Con la urgencias que impone comprender que hay una fisura, una oportunidad, pero que no
es eterna. El gran merito del proceso bolivariano de Venezuela es haber comprendido el momento
histórico. Se pueden hacer muchas críticas a esa experiencia, pero es evidente que advirtieron la
fisura y se insertan con un proyecto de país. Pongo un ejemplo: Escuchaba la propaganda oficial se
insistiendo en la necesidad de salir del país petrolero que solo contemplaba a los ricos y en la
necesidad de apostar a un país que de prioridad a los de abajo y a la soberanía alimentaria. Y en
Choroni me encuentro con un espectáculo conmovedor. Veo llegar a las lanchas pesqueras repletas y
todo el pueblo que viene a recibirlas e irse con su pescado bajo el brazo. La explicación de esta
vivencia de derrame desde los pobres fue que el gobierno venezolano prohibió la pesca de arrastre y
los buques factorías y subsidió a los pescadores artesanales, que pescan sin depredar, y reparten de
otra manera. Esta vivencia no sintetiza Venezuela, pero marca una dirección. La principal limitación
del proceso venezolano es que parte de un piso de politización, experiencia y organización muy bajo.
Sin embargo ha podido resolver el problema de la unidad politica y el liderazgo (y aquí el mérito de
Chávez es enorme) y empieza a vislumbrar un proyecto de nación diferente. Para las fuerzas
políticas venezolanas con vocación socialista el problema principal es la autonomía de las políticas
de Estado (que entre otras temas incluye estrechar relaciones con "el amigo presidente de China”,”
el amigo Putin”, “la amiga Dilma”, “el amigo presidente de Irán”, y “la amiga Cristina”) para
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impulsar y apoyar todas las iniciativas de contenido revolucionario dentro del proceso bolivariano y
en la relación con los movimientos populares y revolucionarios del continente y del mundo.
Valorando el liderazgo de Chávez como factor de unidad popular dirigida a proyectar una nación
alternativa, el peor camino para la izquierda es hacerle seguidismo. Peor aún hacer oficialismo con
el gobierno, que significa respetar el equilibrio entre distintas fuerzas contenidas en el proceso
bolivariano y las imposiciones que generan las politicas de Estado. El papel de la izquierda es
impulsar y apoyar todas las iniciativas que fortalezcan que esa nación alternativa sea realmente de
proyección socialista. En caso contrario el huracán Chávez se convierte contradictoriamente en
factor de unidad popular y en el gran desorganizador de la militancia. La gran posibilidad de
Argentina es un piso de politización, experiencia y organización muy alto en Nuestra America.
Nuestra militancia mas madura parte de una construcción muy valiosa que no se opone a los nuevos
desafíos. Por el contrario representa un solido punto de apoyo. La cuestión es recuperar la
radicalidad del 2001(y el ingreso de una nueva generación va a aportar mucho), que no es hacer mas
de lo mismo (ritualizar el pasado), sino asumir los nuevos compromisos que le impone la historia.
Abocarse a resolver en primera instancia las cuestiones de unidad política popular y liderazgo
nacional, recorriendo los caminos que nuestro pueblo esté dispuesto a transitar. La Haine
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