Título: La enseñanza del judo: revisión sobre los fundamentos del judo en pie Autor: Carlos Gutiérrez García Méritos del currículo: Doctor en CCAFD, Profesor de la FCAFD de la ULE, Cinturón Negro 3r Dan de Judo. E-mail de contacto: [email protected] Palabras clave: judo, fundamentos, iniciación, enseñanza. Resumen: el presente trabajo revisa, desde la perspectiva de la enseñanza del judo tradicional, los fundamentos de judo en pie. Tomando como principal referente los postulados de Jigoro Kano (1860-1938), fundador del judo Kodokan, se analizan aspectos tales como la postura (shisei), la forma de agarrarse (kumikata), la forma de desplazarse (shintai), el movimiento del cuerpo (tai sabaki), la utilización de la fuerza, las fases de las técnicas de proyección, las formas de caer (ukemi) y las técnicas de combinación, encadenamiento y contraataque (renraku waza, renzoku waza y kaeshi waza). Tipo: artículo de revisión 1) INTRODUCCIÓN Cuando hablamos de fundamentos de judo, nos referimos a un conjunto de simplificaciones que permiten al principiante una fácil comprensión de la lógica interna de esta práctica. Esta comprensión supone un primer acercamiento a una disciplina que, realmente, se caracteriza por su apertura y complejidad. Asimismo, por un sinfín de sutilezas y matizaciones que obstaculizan, sino impiden, cualquier tipo de generalización veraz. Por ello, los fundamentos del judo -como los de muchas otras actividades físicas y deportivas- traducen una intención eminentemente didáctica, y en ocasiones filosófica, ligada a la iniciación y al perfeccionamiento, más que preceptos o dogmas que deban ser respetados fielmente. Son numerosos los autores de prestigio que han explicado en sus libros los fundamentos del judo. Lejos de existir una uniformidad de criterios, habitualmente nos encontramos diferencias muy significativas, e incluso contraposiciones, entre las interpretaciones que éstos realizan sobre dichos fundamentos. Ello es debido a circunstancias históricas, geográficas, derivadas de la traducción de los términos japoneses, y, lógicamente, ligadas a las experiencias personales de cada autor en cuestión. Debido a este condicionante, se han tomado como referente principal las ideas de Jigoro Kano (1989, 1995, 1997), fundador del judo Kodokan, a las que se han sumado en segundo término las de otras personas relevantes en el ámbito del estudio del judo. 2) DESARROLLO 2.1) SHISEI (POSTURA) Durante un combate de judo puede apreciarse con facilidad cómo ambos contendientes adoptan diversas posturas corporales en función de sus intenciones tácticas. Tal y como hemos apuntado en un anterior estudio (Espartero y Gutiérrez, 2002), estas posturas reflejan un compromiso entre el mantenimiento de la propia estabilidad y la disposición para el movimiento. En las posturas defensivas, en las que el practicante desciende su centro de gravedad, aumenta su base de sustentación, o se aleja del contrario, el mantenimiento del propio equilibrio es lo fundamental. No obstante, dichas posturas defensivas adolecen de una serie carencias, como son la dificultad para realizar movimientos y para cambiar a otras posiciones de manera rápida y fluida, su debilidad ante determinadas direcciones de desequilibrio, o la exigencia de un gran gasto energético para su mantenimiento. Por su parte, las posturas favorables para el ataque, en las que se eleva la el centro de gravedad, disminuye la base de sustentación, o se produce una aproximación hacia el contrario, permiten realizar los movimientos con mucha rapidez, pero suponen asumir el riesgo de tener un equilibrio más precario. 1 Por otra parte, también debe considerarse que el término “postura”, en un sentido amplio, también se refiere a otros ámbitos, como son el intelectual, el afectivo o el ético, y traduce un estado de ánimo, opinión o predisposición. De modo que las posturas corporales, visibles y externas, mantienen un gran paralelismo con las actitudes internas. Tomando como referente la finalidad educativa del judo tradicional, este sentido amplio de la postura adquiere una especial relevancia. Así, cuando un profesor enseña a sus alumnos a mantener la postura natural durante la práctica del judo, además de transmitir una serie de conocimientos ligados a la eficiencia en el combate, persigue otra serie de intenciones. Como señala Kawaishi (1964: 1920), “implica al mismo tiempo equilibrio, autodominio y descontracción”. Igualmente, persigue otros fines educativos relacionados con la higiene, la elegancia, la rectitud, la colaboración, la entrega, etc. A continuación se describirán las posturas clásicas para la práctica del judo pie: la postura natural o shizentai y la postura defensiva o jigotai. 2.1.1) Shizentai (Postura natural) Shizentai se define unánimemente como la postura fundamental para el aprendizaje del judo, por cuanto en ella se produce un óptimo compromiso entre estabilidad y movilidad. Bajo la denominación genérica se agrupan tres tipos de posturas: shizen-hontai, o postura natural básica, migi shizentai, o postura natural derecha, y hidari shizentai, o postura natural izquierda. En shizen-hontai el cuerpo permanece erguido cómodamente. Los pies se separan, en el plano lateral, una distancia similar a la anchura de los hombros, con los dedos apuntando ligeramente hacia fuera. Ambos pies sostienen por igual el peso corporal, mientras que los brazos caen relajados a ambos lados del tronco. La cabeza permanece asimismo erguida, con la mirada dirigida al frente “como si mirase un paisaje lejano” (Taira y cols., 1992: 196). Según señalan autores como Kawaishi (1964) o Kudo (1979), en la postura natural existe una contracción constante de los músculos abdominales. Esta importante apreciación está íntimamente ligada al concepto de vientre o hara, como centro de las energías físicas, mentales y espirituales del individuo. De modo que, como afirma Jazarín (1996), el mantenimiento de la firmeza del hara sería sinónimo de equilibrio, firmeza de carácter y concentración mental, a la vez que permite la libertad de movimientos. Por su parte, en las posturas migi shizentai y hidari shizentai se adelanta el pie derecho o izquierdo, respectivamente, en un plano anteroposterior, así como el resto del cuerpo, que acompaña a los pies. Estas variantes respetan todos los principios enunciados para la postura natural, siendo las que habitualmente empleará el practicante de judo en función de su predominancia lateral o de sus preferencias personales. Fotografías 1-3: shizen-hontai, migi shizentai y hidari shizentai 2 2.1.2) Jigotai (Postura defensiva) Por su parte, en la postura defensiva o jigotai también se diferencian tres variantes: la postura defensiva básica o jigo-hontai (pies paralelos), la postura defensiva derecha o migi jigotai (pie derecho adelantado) y la postura defensiva izquierda o hidari jigotai (pie izquierdo adelantado). Se trata de una postura utilizada habitualmente para resistir los ataques del compañero, y por ello jigotai se caracteriza por la búsqueda de una gran estabilidad. Para la adquisición de una correcta postura defensiva, Otaki y Draeger (1997:82) recomiendan al principiante: “Sitúe sus pies, punta contra talón, en una línea recta. A continuación de un paso. Pivote sobre tus talones y mire hacia delante de forma natural, de modo que sus pies queden en línea, con las puntas mirando hacia fuera en un ángulo de 45 grados. Baje sus caderas mediante la flexión de sus rodillas, que apuntan ligeramente hacia fuera. (...) Los judokas con falta de experiencia con la posición jigotai estándar tienden a poner sus pies demasiado lejos o demasiado cerca”. Por tanto, la estabilidad en jigotai se logra a partir de dos acciones: a) el aumento de la base de sustentación, separando los pies a una distancia ligeramente mayor del doble de shizentai, y b) el descenso del centro de gravedad, a partir de la flexión de las articulaciones del tobillo, rodilla y cadera. Asimismo, en jigotai el tronco permanece recto, con la cabeza mirando al frente, mientras que las palmas de las manos descansan en la parte anterior de los muslos, con los dedos mirando hacia el interior. Fotografías 3-6: jigotai, migi jigotai y hidari jigotai 2.2) KUMIKATA (FORMA DE AGARRARSE) Una de las características fundamentales del judo como deporte de lucha es la de estar mediatizado por un agarre, a partir del cual se desenvuelven las interacciones propias de esta práctica. El agarre ha ido tomando en la evolución del judo una importancia cada vez mayor, hasta convertirse en la actualidad en uno de los principales –si no el principal- objetivos estratégicos y tácticos del competidor. Mientras que, como señala Adams (1992: 28), en los orígenes del judo japonés “se consideraba que romper el agarre del oponente atentaba contra el espíritu de este deporte”, hoy en día se acepta que “la batalla por el agarre normalmente determina el resultado del encuentro”. 3 Desde un punto de vista formal, no existe un tipo de agarre predeterminado en judo. Los practicantes adoptan, según las circunstancias del combate, sus preferencias y posibilidades, diversos tipos de kumikata con el fin de defenderse y lograr proyectar al compañero. No obstante, la realidad de la competición deportiva ha ido imponiendo restricciones al agarre, limitando el mantenimiento en el tiempo, e incluso prohibiendo, determinados tipos de kumikata, los cuales se consideran favorecedores de un judo poco dinámico y atractivo, conocido como “judo negativo”. En la actualidad, y según se establece en el Reglamento de Competición, existe un agarre “normal” en judo pie que puede mantenerse. “El Kumikata ‘normal’ es agarrar con la mano izquierda el lado derecho del Judogui de su oponente por la manga, solapa, zona pectoral, por encima del hombro derecho o espalda y con la mano derecha la parte izquierda de su oponente por la manga, solapa, zona pectoral, por encima del hombro izquierdo o espalda y siempre por encima del cinturón” (apéndice art. 27). Fotografías 7-8: dos ejemplos de formas reglamentarias de kumikata Al margen de estas consideraciones, ligadas a la faceta deportiva del judo, existe un tipo de kumikata, conocido como básico o clásico, que es el que se ha venido utilizando tradicionalmente para la enseñanza del judo. Este tipo de kumikata contrasta con otra forma de agarre referida por autores como Kudo (1979), Matsumoto (1996) o Taira y cols. (1992), o conocida como kumikata en postura defensiva. Fotografía 9: algunas formas de kumikata, como el agarre al cinto, son objeto de sanción si se mantienen demasiado tiempo 2.2.1) Kumikata básico El kumikata básico o clásico es el agarre por excelencia para la práctica del judo. Esto es debido fundamentalmente a que es un agarre versátil, ya que desde el mismo se pueden realizar un gran número de gestos técnicos así como cambiar a muchos otros tipos de agarre. Además, es un agarre seguro, con el cual se controla con facilidad la caída de uke, y por tanto se disminuye el riesgo de las proyecciones. Por último, es también un agarre cómodo, ya que 4 permite mantener sin esfuerzo la postura natural. El kumikata básico puede realizarse por la derecha (migi) y por la izquierda (hidari). A continuación describiremos el agarre por la derecha, siendo el mismo por la izquierda pero cambiando la posición de los brazos. En el kumikata básico por la derecha se parte de la postura migi shizentai. La mano derecha agarra la solapa izquierda del compañero. Esta mano se denomina habitualmente tsuri te, literalmente “mano que pesca”, debido a la acción de levantar y tirar que realiza. Para que esta acción se desarrolle con un máximo recorrido y fuerza, la mano agarra aproximadamente a la altura del propio hombro. Por su parte, la mano izquierda agarra la manga derecha del compañero, a la altura de su codo por su parte externa. Esta mano se suele nombrar como hiki te o “mano que tira”, y centra su acción, como su nombre indica, en traccionar con el fin de lograr el desequilibrio de uke. Según señala Uzawa (1981b:23), tras adoptar el kumikata no se debe mirar hacia los pies del compañero, sino al pecho “pero no mirando un punto fijo, sino de una manera global que nos permita ver todo su cuerpo y sentirlo como nuestro”. Otro aspecto del kumikata clásico considerado como fundamental se refiere al mantenimiento de una adecuada tensión en los miembros superiores. Así, el agarre lo realizan principalmente los dedos meñique, anular y corazón, sirviendo los dedos anular y pulgar, junto con la palma de la mano, para completar el agarre. El dedo pulgar, según afirma Adams (1992), debe permanecer extendido, con el fin de no generar una excesiva rigidez en la muñeca. Sobre la fuerza de este agarre, señala Matsumoto (1996: 187) que existe un dicho en judo según el cual el agarre “no tiene que ser tan fuerte como para romper un huevo cocido”. Siguiendo esta tónica, las muñecas, codos y hombros están lo suficientemente relajados como para permitir movimientos rápidos y fluidos en todas direcciones, a la vez que para no transmitir excesiva información al compañero sobre las propias intenciones. Según apuntan autores como Matsumoto (1996), es a partir de una postura natural y un agarre básico como se logran los mejores progresos en la adquisición de las habilidades propias del judo. Fotografías 10-11: kumikata básico 2.2.2) Kumikata en postura defensiva Por su parte, el kumikata en postura defensiva es un agarre en el que se mantiene un mayor control sobre la movilidad del compañero, pero, a su vez, es un agarre mucho menos versátil y cómodo que el agarre básico. De hecho, se recomienda que su utilización sea puntual, manteniendo la mayor parte del tiempo el agarre básico. Para realizar el kumikata en postura defensiva se parte de la posición migi o hidari jigotai. En el agarre desde migi jigotai –desde hidari jigotai se cambiaría la posición de los brazos- la mano derecha pasa por debajo de la axila de uke, colocándose en su espalda a la altura del omóplato izquierdo. De otro lado, la mano izquierda agarra la parte externa del brazo derecho de uke, entre el codo y el hombro, controlando con la propia axila su antebrazo derecho. 5 Fotografía 12: kumikata en postura defensiva 2.2.3) La interacción del kumikata En los anteriores apartados se ha descrito el agarre como una acción individual. No obstante, también ha de considerarse la interacción que se establece entre los dos judokas a partir de la consecución de sus respectivos agarres, puesto que los mismos generan situaciones distintas de enfrentamiento. Así, Cecchini (1989) define tres tipos de judokas en función de su predominio lateral: el judoka de predominio lateral derecho, quien a partir de un agarre diestro ejecuta la mayoría de las técnicas por la derecha; el judoka de predominio lateral izquierdo, que parte de un agarre zurdo y ejecuta la mayoría de las técnicas por la izquierda, y el judoka ambivalente, que prefiere un agarre simétrico y ejecuta sus técnicas tanto por la derecha como por la izquierda. En virtud de las posibles combinaciones de enfrentamiento entre estos tipos de judokas -derecho contra derecho, derecho contra izquierdo, derecho contra ambibalente, etc.-, este autor establece las distintas posiciones relativas que ambos adoptarán durante el enfrentamiento. Puede apreciarse, pues, la estrecha relación existente el shisei y kumikata. En este sentido, señala Adams (1992: 33-34) que “Cuando los japoneses hablan de agarres los relacionan siempre con la posición y la postura. Describen las situaciones de agarre de una o dos formas. Cuando un luchador diestro se enfrenta a otro luchador diestro se llama aiyotsu, que significa que ambos luchadores usan el mismo agarre, ya sea ambos con la derecha o con la izquierda. Si los luchadores no son simétricos, uno es zurdo y el otro diestro, se llama kenka-yotsu, opuestos o agarres opuestos. Los mejores luchadores japoneses entrenan para poder desenvolverse en estas dos situaciones básicas, de forma que puedan manejar tanto a luchadores diestros como a zurdos”. Lógicamente, la adopción de una u otra situación -aiyotsu o kenka-yotsu- facilita o dificulta la aplicación de determinadas técnicas de proyección. Del mismo modo, va a requerir la aplicación de gestos motrices diferentes para superar las fuerzas de oposición -o interposición, en palabras de Thabot (1999)- generadas por los miembros superiores del compañero. 6 Fotografías 13 y 14: aiyotsu y kenka-yotsu 2.3) SHINTAI (FORMA DE DESPLAZARSE) Señala Kano (1989:39) que “El movimiento hacia delante, hacia atrás y hacia los lados se llama shintai”. Lógicamente, este movimiento es muy diferente de aquel que se realiza en circunstancias normales, puesto que está mediatizado por el enfrentamiento que se desarrolla entre los dos judokas. El shintai propio del judo constituye, por tanto, una forma en cierta manera “antinatural” de desplazamiento que requiere una larga práctica para su aprendizaje y dominio. A través de una progresiva interiorización, el practicante va a adquirir la habilidad para desplazarse rápida y fluidamente, a la vez que mantiene su equilibrio en condiciones óptimas. Tradicionalmente se han diferenciado dos tipos de desplazamiento en judo: desplazamiento natural o ayumi ashi, y desplazamiento sin cruzar los pies o tsugi ashi. Ambos poseen unas características comunes que permiten hablar de un “desplazamiento deslizando los pies” o suri ashi. 2.3.1) Suri ashi El término suri ashi designa la forma habitual de desplazarse en judo, en la que los pies se “deslizan” manteniendo una mínima distancia respecto al suelo, con el objetivo de permitir un rápido apoyo y la consiguiente reequilibración. Como señala Uzawa muy gráficamente, este desplazamiento se realiza de tal modo “que tan sólo sea posible pasar un fino papel entre la planta del pie y el Tatami. No se levantarán las rodillas. Es decir, avanzamos como si impulsásemos las piernas con las caderas” (1981b: 24). Durante los desplazamientos en suri ashi, el peso del cuerpo recae fundamentalmente en la parte anterior e interna de la planta del pie, para así mantener una óptima estabilidad y permitir movimientos rápidos y fluidos, tanto en el ataque como en la defensa. Con este fin, igualmente, no se deben dar pasos demasiado amplios, juntar los pies, ni tampoco concentrar el peso del cuerpo sobre una sola pierna. 7 Fotografías 15 a 18: desplazamiento en suri ashi 2.3.2) Ayumi ashi Por su parte, el término ayumi ashi, o “marcha normal”, hace referencia a aquellos desplazamientos en los que los pies se cruzan, como sucede al caminar. Suele realizarse en aquellos momentos en los que no existe una cercanía física del compañero, y el hecho de cruzar los pies no supone asumir el riesgo de ser proyectado. Tal es el caso, por ejemplo, de los pasos que realizan tori y uke para aproximarse, al iniciar cada grupo de la nage no kata. Fotografías 19 a 22: desplazamiento en ayumi ashi 2.3.3) Tsugi ashi Para evitar el riesgo que supone cruzar los durante un combate de judo, existe un tipo de desplazamiento conocido como tsugi asi, en el que “un pie siempre conduce y el otro le sigue, bien sea en desplazamiento hacia delante, hacia atrás, lateral o diagonalmente” (Kano, 1989: 39). Los pasos de ambos pies en tsugi ashi son de igual longitud, de modo que tras cada ciclo –dos pasos– existe una vuelta a la postura natural o shizentai, manteniéndose así una correcta estabilidad. Es, por tanto, la combinación de suri ashi y tsugi ashi la que define el modo más característico de desplazarse en judo. 8 Fotografías 23 a 25: desplazamiento en ayumi ashi 2.4) TAI SABAKI (MOVIMIENTO DEL CUERPO) Como hemos señalado, el término shintai designa los movimientos que se realizan en el tatami con el objeto de cubrir o mantener una distancia. Existen, asimismo, otro tipo de movimientos cuyo fin fundamental es esquivar las acciones de ataque del compañero, realizar un ataque o contraatacar, conocidos genéricamente como tai sabaki. En palabras de Kawaishi (1963: 10), “con esta expresión nos referimos al movimiento del cuerpo, de los pies y de las caderas, girando juntos, y que permiten al judoka más fácilmente atacar o resistir en la postura natural y fundamental”. Sobre su realización, apunta Uzawa (1981a: 12) que “consiste en girar el cuerpo apoyando un pie, que actúa como eje de la circunferencia que se forma al girar sobre dicho eje y así puede uno desplazarse hacia la derecha, la izquierda, hacia adelante, y hacia atrás”. La adquisición de un buen tai sabaki, en el que participe activa y armónicamente la totalidad del cuerpo, y no únicamente las piernas, es fundamental para el perfeccionamiento de las técnicas de judo. Como señala Matsumoto (1996), gracias al tai sabaki es posible romper el equilibrio del oponente, y simultáneamente colocar el cuerpo en una posición idónea para realizar una proyección. Respecto a la defensa, permite evitar rápida y eficazmente los ataques sin un gran gasto de energía, como sucede por ejemplo al adoptar la postura defensiva o bloquear los brazos, adoptando un agarre rígido. Supone, por tanto, una clara aplicación del principio de Seiryoku Zen’yo o de Máxima Eficacia en la práctica del judo. Fotografías 26 a 28: ejemplo de tai sabaki ofensivo (27) y defensivo (28) 2.5) LA UTILIZACIÓN DE LA FUERZA 9 La filosofía y la práctica del judo, al menos en su sentido clásico, remiten unívocamente a la utilización inteligente de la fuerza, ya sea ésta la propia o la del compañero. Tomando como punto de partida la propia etimología de la palabra como “camino de la suavidad”, Kano (1989: 16-17) expresaba de esta manera el significado del carácter ju, de “judo”: “Para entender lo que es suavidad o forma de ceder pondremos el siguiente ejemplo: digamos que tengo enfrente un hombre cuya fuerza es diez y que la mía es sólo siete. Si él me empuja con todas sus fuerzas, seguro que me desplaza hacia atrás o me tira, incluso si resisto con toda mi energía. Esto es oponer fuerza contra fuerza. Pero si en vez de resistir, cedo hasta el punto que él haga más fuerza, separando mi cuerpo y manteniendo mi equilibrio, mi oponente será el que perderá su estabilidad. Debilitado por su posición tan dificultosa, será incapaz de usar toda su fuerza, que habrá caído a un nivel de tres, mientras que yo, perfectamente equilibrado, mantengo una fuerza de siete. Ahora yo soy más fuerte que mi oponente y puedo derrotarle, usando sólo la mitad de la energía y manteniendo la otra mitad disponible para otra eventualidad. Incluso si usted es más fuerte que su oponente, es mejor ceder primero, ya que haciéndolo así conservamos nuestra energía y agotamos a nuestro oponente”. La utilización inteligente de la fuerza en judo se ha sintetizado tradicionalmente en el dicho “si tiran de ti, empuja, y si te empujan, tira”. No obstante, ésta no es la única manera de utilizar la fuerza eficazmente. Siguiendo la ortodoxia japonesa, autores como Sacripanti (1989) u Otaki y Draeger (1997) detallan tres formas básicas de utilización de la energía: sen, go no sen y sen no sen. La forma sen puede traducirse como “iniciativa”, y supondría la realización por parte de tori de una o varias acciones de ataque, como pueden ser: ataque directo con la propia técnica especial (tokui waza) o con otra técnica, combinaciones (renraku waza), encadenamientos (renzoku waza), o fintas (damashi waza). Algunos de estos conceptos serán expuestos más adelante con un mayor detalle. En contraste con la forma anterior, go no sen “es un movimiento que se utiliza contra la energía que el compañero ha dejado en movimiento al iniciar un ataque” (Jazarín, 1996: 123). Puede traducirse, por tanto, como “contraataque” o “contra la iniciativa”. Las numerosas técnicas que pueden utilizarse como contraataque han de aplicarse necesariamente tras una acción defensiva que anule el ataque inicial. Estas acciones serían del tipo de romper o blocar (go), evitar o esquivar (chowa), ceder o adaptarse (yawara), y retroceder (ura) (Sacripanti, 1989). Un ejemplo ilustrativo de numerosas formas go no sen puede observarse en la go no sen no kata. Por último, la forma sen no sen podría traducirse como “anticipación” o “iniciativa contra iniciativa”, y en palabras de Jazarín (1996: 123) “es un contraataque hecho, no después del ataque como el Go-no-Sen, sino antes de la mínima intención de ataque”. Se trata, como puede deducirse fácilmente, de una forma de utilización de la fuerza muy complicada de desarrollar, ya que exige de una gran capacidad y velocidad de percepción, decisión y ejecución. Otro concepto íntimamente ligado a la aplicación de la fuerza en judo es el de distancia relativa entre los dos practicantes o ma ai. Esta distancia va a depender de factores tales como el tipo de agarre o la posición que adopten ambos judokas, y va a ser trascendental tanto para el ataque como para la defensa. Desde el punto de vista del ataque, una mayor distancia va a permitir por lo general la aplicación de una fuerza mayor, al tener un recorrido más amplio las diferentes palancas corporales. Sin embargo, a mayor distancia en la aplicación de una técnica, mayor es el tiempo del que dispone el compañero para reaccionar al ataque. En cuanto a la defensa, sucederá al contrario, a más distancia el judoka tendrá un mayor tiempo de reacción, pero tendrá que afrontar una fuerza superior. Asimismo, también se debe tener en cuenta que cada técnica de proyección y cada defensa tienen una distancia de ejecución óptima en la que se muestran más eficaces. Así, por ejemplo, la técnica harai tsuri komi ashi tiene un ma ai menor que okuri ashi harai, y ésta a su vez que de ashi harai. Por tanto, la mejor ma ai surge del compromiso entre la necesidad de imprimir una determinada fuerza a una técnica -o ser capaz de afrontarla en la defensa-, y la necesidad 10 de aplicar dicha fuerza en el menor tiempo posible -o tener suficiente tiempo para poder reaccionar al ataque-. 2.6) LAS FASES DE LAS TÉCNICAS DE PROYECCIÓN Tradicionalmente, la enseñanza de cualquier técnica de proyección de judo se ha dividido en tres partes o fases sucesivas: kuzushi o desequilibrio, tsukuri o acción preparatoria para el ataque, y kake o proyección. Bajo esta división subyace un interés eminentemente didáctico, que encuentra su fundamento en los postulados de la pedagogía analítica. Por tanto, sólo bajo esta perspectiva ligada a la enseñanza resulta apropiado distinguir las fases de las técnicas de judo, cuya ejecución en condiciones reales bien puede considerarse como una unidad en la que se funden dichas fases, en un todo prácticamente indiferenciado. 2.6.1) Kuzushi (desequilibrio) El kuzushi supone el primer paso para la mejor aplicación de una técnica de proyección. Desde un punto de vista biomecánico, consiste en aproximar lo más posible la proyección del centro de gravedad del judoka sobre el suelo a una o varias de las aristas de su polígono de sustentación. Con ello, se logra que la persona disponga de un equilibrio más precario en el sentido de dichas aristas. Para lograr el desequilibrio, tori utiliza fundamentalmente las acciones motrices de tirar y empujar a uke a través del agarre, aunque también resulta habitual que uke se desequilibre por sí sólo a partir de la aplicación de su propia fuerza (por ejemplo, si al empujar uke a tori esperando encontrar resistencia, tori cede). En las acciones que realiza tori es importante la participación coordinada de todo el cuerpo, y no únicamente de los brazos. El tipo de desequilibrios que pueden llegar a realizarse en judo es infinito. A lo largo de un combate, la base de sustentación de los judokas adopta muy diversas figuras, y también son muy numerosas las direcciones de desequilibrio que se aplican sobre el compañero. No obstante, también desde un punto de vista didáctico, ya Kano (1989) simplificaba el tipo de desequilibrios existentes en judo, resumiéndolos en ocho: hacia delante o mae kuzushi (el peso de uke se sitúa en las parte anterior de sus pies), hacia atrás o ushiro kuzushi (en sus talones), hacia la derecha o migi kuzushi (borde externo del pie derecho), hacia la izquierda o hidari kuzushi (borde externo del pie izquierdo), hacia delante-derecha o migi mae sumi kuzushi (parte anterior del pie derecho), hacia delante-izquierda o hidari mae sumi kuzushi (parte anterior del pie izquierdo), hacia atrás-derecha o migi ushiro sumi kuzushi (talón del pie derecho), hacia atrás-izquierda o hidari ushiro sumi kuzushi (talón del pie izquierdo). Así, por ejemplo, en migi o soto gari se produce un desequilibrio hacia atrás y hacia la derecha, mientras que en o goshi el desequilibrio es hacia delante. En esta concepción tradicional, el equilibrio o desequilibrio del judoka es descrito desde una perspectiva individual, es decir, haciendo referencia a una sola persona. Aportaciones más actuales, como la que realiza Thabot (1999) basándose en diversos autores franceses, señalan la necesidad de considerar el equilibrio como una cuestión de pareja. Bajo este punto de vista, el equilibrio o desequilibrio no va a depender únicamente de la base de sustentación creada con el apoyo de los pies en el suelo, sino también por los apoyos que los miembros superiores realizan sobre el cuerpo del compañero. Dichos “apoyos superiores de interposición” logran una gran ampliación de la base de sustentación del judoka, que pasa a comprender el polígono formado entre sus propios pies y los pies del compañero. Bajo estas condiciones, resulta muy difícil logra el desequilibrio, y por ello es necesario proceder a la supresión de estos apoyos superiores para poder realizar una proyección eficientemente. El conjunto de acciones destinadas a eliminar estos apoyos superiores son englobadas bajo la denominación de “apertura”, que conducirá a que la base de sustentación del judoka quede reducida únicamente a aquella delimitada por sus pies. Sería, por tanto, a partir de una correcta apertura como se llegaría al estudio clásico del desequilibrio en judo. 11 Fotografía 29: kuzushi de la técnica seoi nage 2.6.2) Tsukuri (acción preparatoria para el ataque) Señala Uzawa (1981b: 28) que “después de haber desequilibrado al contrario, llamamos Tsukuri a la postura en que ambos cuerpos están preparados para realizar la proyección”. En un correcto tsukuri puede diferenciarse por tanto, como bien apunta Matsumoto (1996), la posición desequilibrada de uke (aite wo tsukuro) y la posición de tori que le va a permitir lograr la proyección del modo más adecuado (jinbun wo tsukuro). Asimismo, este autor señala que el término tsukuri también hace referencia al momento temporal existente tras haber logrado el desequilibrio, de modo que para lograr una óptima proyección también es necesario aprovechar en el momento preciso el kuzushi de uke. Fotografía 30: tsukuri de la técnica seoi nage 12 2.6.3) Kake (proyección) Por último, la proyección en sí del compañero sobre el tatami recibe el nombre de kake. Aunque el kake es la parte final de una técnica, su aplicación es simultánea con el tsukuri, es decir, que el kake comienza en el mismo momento en que tori aprovecha el desequilibrio de uke para iniciar el tsukuri. En la enseñanza tradicional del Judo Kodokan, el kake constituye una unidad. Sin embargo, Matsumoto (1996) indica cómo en numerosos países occidentales se ha tendido recientemente a dividir esta fase en tres partes -kake, nage y kime-, con el objeto de facilitar su enseñanza. En este caso, kake se entiende como la aplicación inicial de la técnica de proyección. Nage serián los “aspectos de la técnica relativos a la proyección. Como tal, se refiere a los movimientos de levantamiento o siega asociados con cada técnica” (p. 215). Por último, kime constituye el final de la técnica, cuando uke es guiado hacia el suelo por tori de manera firme y segura. Según señala Adams (1992: 25), esta última parte es fundamental, ya que “muchos judokas, tanto en randori como en competición, fracasan al rematar sus técnicas, debido a que creen que el lanzamiento termina una vez el contrario ha sido catapultado en el aire y se dirige a la lona”. Tal y como afirma Kano (1989), el kake es consecuencia de un correcto tsukuri. Cuando esto no sucede así, para lograr la proyección en necesario aplicar una gran fuerza, que se traduciría en riesgos para la integridad física propia y del compañero, y en la imposibilidad de vencer a rivales más fuertes. Por ello, determina la prioridad del estudio del tsukuri sobre el kake en la iniciación. Fotografías 31 y 32: kake de la técnica seoi nage 2.7) UKEMI (FORMAS DE CAER) Indudablemente, el perfeccionamiento de las técnicas de caída fue una de las principales innovaciones técnicas que introdujo Jigoro Kano en la construcción del judo. Desde su perspectiva, eminentemente educativa, resultaba fundamental que el nuevo método se caracterizase por asegurar la integridad física de los practicantes. En este sentido, las caídas fueron observadas de un modo especial por cuanto suponían uno de los principales riesgos asociados a la práctica del jujutsu. Para minimizar este riesgo, Kano estudió el modo de caer sin hacerse daño, definiendo una serie de caídas básicas y proponiendo sencillas progresiones para su enseñanza (Kano, 1989, 1995). A partir de estas primeras consideraciones, la correcta adquisición de los ukemi se ha conservado hasta la actualidad como uno de los principales 13 aprendizajes, y en muchos casos el primero, que ha de realizar la persona que se inicia en esta disciplina. Son diversos los autores que han reflexionado sobre el indudable beneficio que aporta el aprendizaje de las caídas. En relación a la propia práctica del judo el dominio de los ukemi permite afrontar ejercicios como el kata, el randori, el shiai, etc. con un mínimo de riesgo lesional. Además, permite a los judokas entregarse completamente en dichos ejercicios, sin que posibles miedos afecten al desarrollo de la actividad. Como señalaba el propio Kano (1995: 87), “La práctica del Randori no puede ser seguida correctamente si no se ha profundizado suficientemente en los ukemi”. Pero, asimismo, el aprendizaje de los ukemi tiene una clara transferencia hacia otros ámbitos formativos. Desde una perspectiva utilitaria, saber caer adecuadamente resulta positivo en la práctica de numerosas actividades físicas y deportivas, en las que las caídas son muy frecuentes. Igualmente, numerosas situaciones imprevistas de la vida cotidiana se traducen en caídas que pueden ser suavizadas gracias a una técnica correcta. Por otro lado, desde un punto de vista psicológico autores como Grady (1998) han apuntado que el aprender a caer – que no es sino aprender a ser derrotado- es un tipo de educación tendente a disminuir el ego. 2.7.1) Principios mecánicos de las caídas La correcta ejecución de los ukemi se basa en dos principios fundamentales: principio de la óptima superficie de impacto y principio de acción de frenado mediante el golpeo del brazo. Según el principio de la óptima superficie de impacto, se ha de intentar que el máximo de superficie corporal contacte con el tatami en la caída, con el fin de repartir lo máximo posible la fuerza generada durante la misma. Como lógica excepción, se considera fundamental que determinadas partes corporales especialmente sensibles, como puede ser la cabeza, el vientre o la zona genital, nunca lleguen a contactar con el tatami. Asimismo, según este principio, la caída debe prolongarse durante el mayor tiempo posible para que el impacto se reparta igualmente en un ámbito temporal. En otras palabras, en la realización de las caídas –excepto en mae ukemi, como se expondrá a continuación- el ejecutante trata de que su cuerpo “ruede” sobre el tatami. Por su parte, el principio de acción de frenado mediante el golpeo del brazo vendría a indicar la conveniencia de golpear el tatami con una o las dos extremidades superiores, según el tipo de caída. Este golpeo se realiza en el momento en que la espalda llega al tatami –excepto nuevamente en mae ukemi-, con el fin de general una fuerza ascensional que contrarreste la fuerza descendente con la que cae el cuerpo. De este modo el tronco, más sensible que las extremidades superiores, se protege del impacto. Un segundo beneficio que se deriva del golpeo del brazo es, según afirma Kawaishi (1964), la eliminación de las vibraciones que sufre el cuerpo a consecuencia de la caída. 2.7.2) Ushiro ukemi (caída hacia atrás) Partiendo de shizen hontai se llevan los brazos al frente hasta la horizontal. Desde esta posición se cae hacia atrás, flexionando las rodillas y llevando los glúteos cerca de los propios talones, mientras se arquea la espalda y se flexiona el cuello. En el momento en que la espalda comienza a rodar, y siempre con los brazos en extensión, las manos y antebrazos golpean fuertemente el tatami, cerca del tronco. En ushiro ukemi es importante no flexionar demasiado las rodillas ni las caderas en el momento de rodar, con el objeto de no golpearse la cara con las rodillas, proteger la cabeza de un posible impacto con el suelo, y poder incorporarse rápidamente. 14 Fotografías 33 a 36: ushiro ukemi 2.7.3) Yoko ukemi (caída lateral) Habitualmente se han diferenciado, en función del sentido de caída, dos tipos de caídas laterales: migi yoko ukemi, o caída lateral por la derecha, y hidari yoko ukemi, o caída lateral por la izquierda. Para realizar la caída lateral se parte de la posición shizen hontai. A continuación, manteniendo el propio peso sobre una pierna, se cruzan brazo y pierna del lado contrario por delante del cuerpo. Para comenzar a rodar, se flexiona la pierna de apoyo, llevando los glúteos cerca del talón, a la vez que se arquea la espalda en el sentido anterior y lateral. Por último, y al igual que en ushiro ukemi, en el momento en que la espalda comienza a rodar, y siempre con el brazo que se ha cruzado en extensión, la mano y antebrazo del lado por el que se cae golpea fuertemente el tatami, cerca del tronco. En yoko ukemi la superficie de contacto del tatami con el tronco se localiza en la parte lateral de la espalda. Fotografías 37 a 39: yoko ukemi 2.7.4) Mae ukemi (caída de frente) 15 Todas las técnicas de proyección de judo, en su forma ortodoxa, concluyen con la caída de uke sobre su espalda, total o parcialmente. En este sentido, mae ukemi es un tipo peculiar de caída, por cuanto la espalda no va a contactar con el tatami en ningún momento de su realización. No obstante, resulta muy conveniente su conocimiento y dominio, ya que es habitualmente necesaria en numerosas situaciones ligadas a la práctica del judo (randori, shiai, kakari geiko, etc.). La realización de la forma ortodoxa de mae ukemi comienza desde la posición shizen hontai. Desde la misma, se deja caer el cuerpo hacia delante, manteniéndolo recto. Durante la caída, y con el fin de proteger al resto del cuerpo, los hombros y codos se flexionan, colocando las manos enfrente de la cara y los antebrazos en prolongación, abiertos hacia fuera aproximadamente en un ángulo de 45 grados. En el momento del impacto, manos y antebrazos golpean el tatami, de modo que los únicos puntos en los que se va a localizar en contacto del cuerpo con el suelo son la parte anterior de la planta de los pies, las manos y los antebrazos. En mae ukemi es importante amortiguar la caída gracias al juego de las articulaciones del codo y del hombro. Fotografías 40 a 42: mae ukemi 2.7.5) Zenpo kaiten ukemi o Mae mawari ukemi (caída hacia delante rodando) Al igual que en yoko ukemi, exiten dos variantes de zenpo kaiten ukemi –migi y hidari-, en función del lado de caída. A continuación se describirá migi zenpo kaiten ukemi, siendo la variante hidari igual pero por el lado contrario. Partiendo de la posición shizen hontai se da un paso con la pierna derecha. A continuación se flexiona el cuello y el tronco, apoyando la mano izquierda en el suelo con los dedos mirando hacia dentro. La mano derecha, apoyada en su borde cubital y con los dedos mirando hacia atrás, se apoya entre el pie derecho y la mano izquierda, mientras que el brazo mantiene el codo ligeramente flexionado. En este momento el cuerpo mantiene una figura redondeada que va a facilitar la realización de la caída. Para concluir la misma, las piernas impulsan hacia delante. El peso del cuerpo pasa entonces desde la mano derecha al borde cubital del antebrazo, parte posterior del hombro, espalda y parte externa del glúteo y pierna izquierda, describiendo una trayectoria en diagonal. Durante este recorrido es necesario que los diferentes segmentos corporales mantengan una tensión adecuada que facilite que el cuerpo ruede sobre el tatami. Por su parte, el golpeo con el brazo izquierdo se realiza aproximadamente cuando la parte inferior de la espalda comienza a contactar con el tatami. Debido a la inercia del movimiento, el ejecutante retorna a la posición natural tras la caída. 16 Fotografías 43 a 48: zenpo kaiten ukemi 2.8) RENRAKU WAZA, RENZOKU WAZA Y KAESHI WAZA (TÉCNICAS DE COMBINACIÓN, ENCADENAMIENTO Y CONTRAATAQUE) Señala Kano (1989: 131) que “No siempre es posible derrotar a un oponente con la aplicación de una técnica por sí sola. Algunas veces hay que combinar las técnicas, para lo cual sirve de ejemplo un ataque seguido por otro inmediatamente posterior. O si proyecta a un oponente, pero no logra un punto completo, puede, si le interesa, seguir con trabajo en el suelo”. Este concepto de combinación de movimientos recibe el nombre de renraku-henka waza (Otaki y Draeger, 1997; Taira y cols., 1992), y constituye un aspecto fundamental para el desarrollo de la habilidad en la práctica del judo. Como bien señalan Kashiwazaki y Nakanishi (1995), las combinaciones permiten al practicante crear sus propias oportunidades para proyectar al compañero, al provocar en el mismo determinado tipo de reacciones. No obstante advierten que “no es bueno combinar técnicas de forma irreflexiva. Tienes que combinar varias técnicas al mismo tiempo, considerando los movimientos de tu oponente, sus reacciones y la dirección en que se apoya su fuerza” (p. 10). Puede apreciarse, pues, cómo las técnicas de combinación surgen cuando uno de los dos contendientes trata de proyectar al otro, y tras no lograr la proyección con el primer ataque, continua inmediatamente con un segundo intento, aprovechando el desequilibrio generado con el ataque inicial. A partir de estas consideraciones, autores como Uzawa (1981b) o Sacripanti (1989) han diferenciado entre técnicas de combinación (renraku waza) y de encadenamiento (renzoku waza), en vez de la denominación genérica renraku-henka waza. Así, siguiendo a Uzawa (1981b) las renraku waza suponen la combinación de dos técnicas que tienen direcciones o sentidos diferentes en su ejecución, como muestran los siguientes ejemplos: Hidari o soto gari --> uke reacciona llevando atrás el pie derecho --> hidari uchi mata Morote seoi nage --> uke reacciona bajando sus caderas --> seoi otoshi 17 Fotografías 49 a 51: ejemplo de renraku waza, de ashi harai ---> seoi nage Por su parte, en las renzoku waza se produce el encadenamiento de dos técnicas, entendiendo el encadenamiento como una combinación en la que ambas técnicas tienen la misma dirección y sentido. Tal sería el caso de utilizar la misma técnica de proyección en los dos ataques, o de numerosas formas de continuación de una técnica de judo pie con otra de judo suelo: Tai otoshi --> uke reacciona saltando el pie que intenta bloquear --> tai otoshi Koshi guruma --> uke es proyectado --> tori continua en suelo con hon kesa gatame Fotografías 52 a 54: ejemplo de renzoku waza, harai goshi ---> kesa gatame Por último, las kaeshi waza suponen también la combinación de movimientos, pero en este caso el ataque inicial corre a cargo de uke, que trata de proyectar a tori sin éxito. Ante dicho intento, se produce la reacción de tori, que, aprovechando la fuerza generada por uke, logra proyectarlo mediante la aplicación de otra técnica. Lógicamente, entre el ataque inicial y el contraataque es preciso que tori realice una adecuada defensa que evite su desequilibrio, ya sea mediante tai sabaki, la adopción de una postura defensiva, la ruptura del agarre, etc. Aunque cualquiera de las técnicas de judo es susceptible de ser utilizada como kaeshi waza, 18 existen un cierto número de proyecciones que se muestran como modelos paradigmáticos de éstas, como son tsubame-gaeshi (contra de de ashi harai), osoto-gaeshi (contra de o soto gari), ouchi-gaeshi (contra de o uchi gari), kouchi-gaeshi (contra de ko uchi gari), hane goshi-gaeshi (contra de hane goshi), harai goshi-gaeshi (contra de harai goshi), y uchi mata-gaeshi (contra de uchi mata) (véase Kano, 1989: 100-107). Fotografías 55 a 57: ejemplo de kaeshi waza, o soto gari ---> osoto gaeshi 3) BIBLIOGRAFÍA Adams, N. (1992). Agarres. Paidotribo. Barcelona. Espartero, J. y Gutiérrez, C. (2002). El judo como práctica de autodefensa en educación física: una aproximación a sus contenidos básicos. Educación Física y Deportes, Nº 50. <http://www.efdeportes.com/efd50/judoef.htm> [Consulta: 06/07/2005]. Grady, J. (1998). Celluloid Katas: martial arts in the movies—a practitioner’s prejudices. Journal of Asian Martial Arts, 7 (2): 86-101. Jazarin, J.L. (1996). El espíritu del Judo. Charlas con mi Maestro. Eyras. Madrid. Kano, J. (1997). Fondamenti del Judo. Luni Editrice. Milano/Trento. Kano, J. (1995). Judo. Jujutsu. Mediterranee. Roma. Kano, J. (1989). Judo Kodokan. Eyras. Madrid. Kashiwazaki, K. Y Nakanishi, H. (1995). Atacar en judo. Paidotribo. Barcelona. Kawaishi, M. (1963). Judo. Las siete katas. Bruguera. Barcelona. Kawaishi, M. (1964). Mi método de judo. Bruguera. Barcelona. Kudo, K. (1979). Judo en acción. Técnicas de Proyección. FHER. Bilbao. Matsumoto, D. (1996). An Introduction to Kodokan Judo: History and Philosophy. Hon No Tomosha. Tokyo. Otaki T. y Draeger, D. F. (1997). Judo formal techniques: A Complete Guide to Kodokan Randori No Kata. C. E. Tuttle Co. Rutland/Tokyo. Sacripanti, A. (1989). Biomeccanica del judo. Mediterranee. Roma. Taira, S., Herguedas, J. y Román, F.I. (1992). Judo (I). Comité Olímpico Español. Madrid. 19 Thabot, D. (1999). Judo óptimo. Inde. Barcelona. Uzawa, T. (1981a). Defensa Personal. Miñón. Valladolid Uzawa, T. (1981b). Pedagogía del Judo. Miñón. Valladolid. 20