1 El plástico se acaba El precio del petróleo y la insuficiente producción de materias asfixian a un sector que viene perdiendo peso en México. por: Olga García Tabares Veinte años en el mercado bastaron para que Fábrica de Envases Valdo, una empresa de cuño mexicano, se consolidara como una de las principales productoras de botellas de plástico en distintas presentaciones. Proveedora de compañías como Nestlé y Pepsi, se llevó hace siete años las palmas cuando lanzó al mercado mundial el garrafón de agua de 20 litros fabricado en PET, ante la dudosa toxicidad de las botellas elaboradas en PVC. Pero todo ello parece historia antigua. Valdo tiene, como el resto de los industriales del plástico, el petróleo en el cuello. “Como el mercado del petróleo es un mercado abierto en el que fluctúan los precios, finalmente es un mercado especulativo. Sube el precio del petróleo porque hay un huracán en Estados Unidos, y como va a haber mayor necesidad de petróleo en EU, se sube el precio. Es un juego de oferta y demanda”, comenta Pedro Lobo, director general de Valdo, al tiempo que se escucha en la planta el sonido de las máquinas sopladoras que no dejan de producir botellas. La escasez y el incremento en los precios de las materias primas que se utilizan para manufacturar los productos plásticos han generado pérdidas de 20% en promedio a los transformadores de la industria. En los últimos cuatro meses el costo de la materia prima ha crecido 40%, aumento que en la mayoría de los casos los fabricantes no han podido trasladar a sus clientes por la prenegociación de los precios. “El gobierno no se ha dado cuenta de que cuando vende un barril de crudo a 20 dólares los estadounidenses nos lo devuelven a 200 dólares, convertido en materia prima, resinas, plásticos, y cuando sube a 40 dólares, la jugada se repite, nos lo devuelven a 400”, advierte por su parte Horacio Lobo, presidente de Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC). A los precios del petróleo se suma que los huracanes Rita y Katrina afectaron la producción de varias refinerías en EU, de donde los plastiqueros mexicanos se han visto obligados a importar 60% de los materiales que utilizan, porque Pemex no produce suficiente para satisfacer la demanda. Y de pilón, China compite no sólo con productos, sino que también absorbe grandes cantidades de la producción mundial de materia prima para elaborarlos. La industria del plástico empezó a tener presencia en México a mediados del siglo pasado. Todavía hace dos décadas, las perspectivas eran prometedoras para quienes invirtieran en este rubro: los objetos que durante años fueron de vidrio, madera, metal o cartón empezaron a ser desplazados por el plástico, material que entre sus ventajas tiene bajo costo, versatilidad, ligereza y flexibilidad. ‘Pemex en mi cocina, en mi baño, en mi coche, en mi clóset’, fue una propaganda de la paraestatal hace años para constatar la presencia de los hidrocarburos y la petroquímica en la vida diaria de los mexicanos. Hoy Pemex está cada vez más ausente de esa cotidianidad: “De las 3,200 empresas que quedan de las 4,380 que eran en 1998, 96% son microempresas. El crecimiento de las mismas entre 1995 y 2000 fue de 10 a 16% anualmente. De 2001 a 2004 no superó 3%, y este año no será mayor a 1%”, asegura el ingeniero Eduardo de la Tijera, director 2 general de Grupo Texne, Consultoría de Negocios para las Industrias Química y de Plástico. Y subraya: “Ya han desaparecido 960 empresas y 21,000 empleos”. Las puertas se cierran Los industriales del plástico aderezan su desayuno con los indicadores del precio del petróleo y del dólar, que definen el precio de la materia prima. Es probable que pudieran sortear con mejor suerte los desastres financieros e incluso los naturales, como los huracanes que azotaron México y EU este año, si la industria petroquímica mexicana estuviera sana y robustecida, produciendo suficiente resina para los transformadores, pero no es así. Según el ingeniero Gilberto Ortiz Muñiz, presidente del Comité Energético de Canacintra, la magra producción de Pemex se debe a “la política que ha manejado desde hace 22 años: no invertir y esperar a que lo haga la iniciativa privada, pero sin ocuparse de hacer una oferta atractiva”. Afirma que Pemex, con 20 millones de toneladas de petroquímicos instalada, “trabaja a menos de la mitad de su capacidad e importa más de 10,000 millones de dólares en derivados del petróleo”. El bocado más amargo está por llegar: hasta ahora el punto de abastecimiento de materias primas ha sido eu y a partir de 2007 ese país no tendrá materias primas para exportar. ¿La razón? Desde 2001 no ha invertido en su industria petroquímica: entró en recesión el primer trimestre de ese año, situación que arraigó con los atentados del 11 de septiembre; 2002 fue un año contenido; 2003, tiempo de guerra, y hasta el presente los proyectos siguen detenidos. El consumo crece y los excedentes se acaban. Los efectos del cuadro que presenta el vecino del norte se podrán observar en la industria del plástico en México: su debilidad será evidente “cuando la alternativa de importación sea Medio Oriente y tenga que traer materia prima de Asia, incrementando el costo del transporte de ocho a 12 veces, dando por hecho la pérdida de competitividad en el mercado”, advierte una investigación realizada por el Grupo Texne. De fénix a zopilote Ante la vulnerabilidad de la industria, el gobierno pareció enviar buenas señales cuando sacó a la luz el Proyecto Fénix. Surgió en 2001 bajo un esquema novedoso que permitía combinar la petroquímica estatal con la privada, y un año más tarde se habló de él por primera vez públicamente en San Antonio, Texas, en un congreso de petroquímica. Después vino la fase de negociación que culminó en 2004 con un acuerdo de asociación entre las empresas seleccionadas por Pemex: Idesa e Indelpro, de México, y Nova Chemicals Corporation, de Canadá. Según el ingeniero Eduardo de la Tijera, los lugares considerados para la instalación de la planta fueron Coatzacoalcos, en Veracruz, o Altamira, en Tamaulipas. Los empresarios recibieron el proyecto como una esperanza que hubiera alimentado a 60 ramas industriales en toda la economía, pero la euforia duró poco. Se empezó a venir abajo “cuando surgió el problema del precio de la materia prima”, señala el ingeniero Rodolfo Terrones, presidente de Industriales del Plástico de la Canacintra. “La Secretaría de Hacienda no autorizó el descuento que pidieron los socios porque lo consideró un subsidio: 15% menos del precio que rige en el mercado. Además no garantizó el suministro de materias primas”, apunta. Así, el 11 de julio de 2005 la comunidad recibió descontenta la noticia del carpetazo que daba el gobierno al proyecto. Sin el Fénix, revela un estudio presentado por la ANIPAC y el Grupo Texne, se perderán más de 32,400 empleos y se dejarán de crear unos 85,000 en el sector. Además, los transformadores dejarían de aportar al Seguro Social entre 810 y 1,170 3 millones de pesos al año y la Secretaría de Hacienda dejaría de recaudar entre 900 y 1,100 millones de pesos anuales por los desempleados. Estas cantidades son superiores al descuento de 15% que solicitó la industria al gobierno en el precio de la materia prima, que es de entre 600 y 1,000 millones de pesos. El gobierno se negó, pero ante la urgencia de una medida inmediata para remediar el agónico estado de la industria de la transformación, Pemex anunció semanas después que con sus propios recursos llevaría a cabo el proyecto, aunque con una inversión menor: el Fénix se reduciría a la cuarta parte. Se prevé que esto no resolverá la crisis de abasto de las empresas plastiqueras “porque el proyecto alterno producirá 300,000 toneladas de resina en vez de 1.2 millones como se esperaba, cantidad que a su vez hubiera resuelto sólo 25% de lo hoy se está importando”, asegura el ingeniero Horacio Lobo, presidente de la ANIPAC. El gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, ya puso al Fénix el nombre de gavilán, y hay hasta quien se refiere a él como zopilote. Sin embargo, Lobo asegura que aún se está a tiempo de echar a andar a 100% la industria del plástico, dando una mejor aplicación y valor agregado al petróleo, cuidándolo como lo que es: oro negro. “Escuché al secretario de Energía decir que las reservas petroleras difícilmente alcanzarán para los próximos 13 años. Se lo vendemos a eu porque ellos planean estratégicamente a largo plazo y saben que es muy barato comprarlo, incluso a 70 dólares, porque no hay nada más caro que lo que no hay, y el día que se acabe el petróleo nos vamos a arrepentir”, advierte. El mundo es de plástico El consumo del plástico en el mundo tiende a posicionar a esta industria como una de las de mayor crecimiento, situación que podría capitalizarse en México si las condiciones de los transformadores no fueran tan adversas. Este material se integra cada vez más a la industria de la construcción, automotriz, farmacéutica, alimenticia, deportiva y otras. Entre los países que más utilizan el plástico destacan Alemania, Bélgica, China, Corea, eu, Francia, Italia y Japón, que a diferencia de México producen sus propias materias primas. “eu consume 130 kilos per cápita y la industria del plástico crece a 3%; México tiene 40 kilos per cápita y este año creció a 1%, India tiene un kilo per cápita y crece a 16%”, relata Sergio Sosa, ex presidente de ANIPAC, subrayando el rezago nacional. En la actualidad China está construyendo cinco refinadoras, pero además consume la producción de siete plantas en Medio Oriente. Aunque México ocupa el lugar 12 en el consumo de este producto, está a punto de dejar que su plaza sea abastecida por empresas extranjeras. Hoy día, de los 4.6 millones de toneladas de plástico que consume al año, importa un millón porque su producción es de 3.6 millones de toneladas anuales, señalan estudios realizados por Grupo Texne. La situación de Fábrica de Envases Valdo es común en el sector. En un sondeo realizado para este reportaje, los directivos de empresas como Cajaplax, Empaques Plásticos Industriales, Industrias Plásticas Lursa, Tecnológica Plástico Mecánica y Soliplas declararon haber registrado un promedio de 25% de incremento en el precio de la resina, lo que ha aumentado los costos de sus productos finales en 18%. “El problema es que al no haber producto se provoca una demanda ficticia”, señala Juan José Osa, 4 director comercial de Soliplas. Sergio Sosa, director general de Distribuidora Lube, destaca: “La industria textil y de zapatos han visto las cosas más fuertes, no estamos en ese grado, pero estamos bastante mal”. En el caso de Valdo, que utiliza resina de la calidad que exige el sector alimenticio, el incremento promedio ha sido de 40%. Una apuesta de largo plazo Si bien hay quien está alarmado, también surgen voces optimistas. “Con Fénix o sin Fénix hay que seguir chambeando, conseguir otras alternativas y no estar esperanzados en los proyectos del gobierno. El que esté esperando subsidios de Pemex va a desaparecer, no es justo que por muy gobierno que sea esté subsanando la problemática de otros. Eso en vez de favorecer fastidia más al sector”, declara Mónica Conde, directora general del Instituto Mexicano del Plástico Industrial (IMPI). Todo el ramo coincide en que México tiene todas las condiciones para convertirse en una potencia del plástico, sin embargo “para ello se tendría que empezar por cambiar algunos prejuicios arraigados en la cultura (sobre este material): no por ser más barato es malo, y no es contaminante, se puede reciclar”, destaca el arquitecto Juan Carlos de la Concha, director general de ANIPAC. No cree que continúe la negatividad de los industriales y propone algunas alternativas que podrían corregir el estado actual del sector: “Buscar nuevos mercados en Sudamérica, Centroamérica y eu, encontrar nuevos procesos operativos y financieros, adaptarse a nuevas resinas, y pugnar porque los empresarios de la rama se agrupen”, en otras palabras la unión hace la fuerza. Eso sí, su pronóstico y el del ingeniero Alfredo López Machorro, director de Relaciones Institucionales de la misma asociación, es que “el crecimiento de la industria en los próximos dos años no excederá 1 ó 2%”. Ahora bien, ¿cómo se ve la situación desde fuera? Rina Quijada, venezolana radicada en Miami, presidenta de IntelliChem, una empresa dedicada al análisis de estudios de mercado de la industria petroquímica en Latinoamérica, considera que “México continuará siendo deficitario en materia prima” durante los próximos años. Para contrarrestar esta situación en el largo plazo plantea crear un centro de investigación y desarrollo para aplicaciones nuevas, trabajar en conjunto y tener una visión inteligente del mercado para enfocar esfuerzos y suplir con productos terminados, por ejemplo, segmentos del mercado de eu. En Sudamérica, Brasil ya cuenta con un centro de investigación y Chile está desarrollando el propio. En México, hace dos meses la ANIPAC presentó una propuesta para conseguir apoyos financieros para el proyecto, y acaba de firmar un convenio en Barcelona, España, para enviar entre ocho y 12 maestros a comienzos de 2006 a estudiar una especialidad en plástico. Estarán de regreso en 2007 para formar industriales de la rama, además, se está trabajando en el proyecto de una maestría y un doctorado en procesos plásticos en la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Horacio Lobo, quien abandera este esfuerzo, no deja de aconsejar a los plastiqueros “que empiecen a evaluar nuevos mercados, aplicaciones, a experimentar con resinas diferentes al polietileno, que es la que utiliza más de la mitad de la industria”. Sin embargo, tampoco quita el dedo del renglón e insistirá en que se realice el proyecto inicial del Fénix: “Ya hablamos con el secretario de Energía y el de Economía, los dos coinciden y saben que nuestra posición es correcta, pero al que hay que convencer es al secretario de Hacienda”, asegura. El aliento que toma la industria del plástico se reanima con estas propuestas: sí a la exportación, sí a la creación de centros de investigación, sí a la exploración de nuevos 5 mercados, sí al uso de otras resinas; fórmulas con las que también coincide el ingeniero Eduardo de la Tijera, aunque no deja de tomarlas con cierto recato. ¿Está la industria preparada para asumir estos cambios? “Hay un futuro inmediato que atender que no se resuelve con acciones de mediano o largo plazo, que no hay en el mundo industria de plástico que pueda olvidarse de los polietilenos y que mudar de resina no se hace de un día para otro”. Pedro Lobo vio potencial en la industria del plástico hace dos décadas y compró en México su primera máquina. Después adquirió una segunda en Brasil, a crédito, de tecnología más avanzada. Ahora ha multiplicado la maquinaria, desarrollado cinco plantas y generado 250 fuentes de trabajo en el Distrito Federal, Tlaxcala, Guadalajara y eu. Goza de una madurez que permite que entre los muros de Fábrica de Envases Valdo convivan los retos de la industria con la fuerza del ingenio ante la adversidad. Trata de librar la crisis dando a sus clientes no sólo el producto terminado sino un valor agregado, en su caso, desarrollando tecnología propia hecha a medida de la demanda, y optimizando sus operaciones para disminuir el impacto en sus costos. Al cierre de esta edición Pedro Lobo estaba valorando nuevos procesos y tecnología de punta en Asia y Europa, y su planta instalada en USA no cesaba de monitorear el comportamiento del sector en ese país.