Diario Austral de Valdivia, Sábado 27 de agosto de 2005

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Diario Austral de Valdivia, Sábado 27 de agosto de 2005
“LOS VALDIVIANOS NO PODEMOS ESTAR TRANQUILOS”
Claudia Sepúlveda Luque, Socióloga, Magister en Asentamientos Humanos y Medio
Ambiente
Las autoridades han afirmando que el Santuario del Río Cruces se recuperará y que la
Planta de CELCO opera hoy con medidas mucho más exigentes que las originales y la más
estricta fiscalización. Lo cierto es que las actuales condiciones de operación de la Planta
establecidas por COREMA X en sus resoluciones (377 de junio y 461 de julio) están lejos
de garantizar que la agonía del Santuario no continuará. Lo único que sí aseguran es que la
contaminación aumentará en el humedal, lo mismo que la muerte lenta y cruel de los
escasos cisnes, taguas y otros animales que intentan sobrevivir en dicho lugar.
La razón es simple: el 6 de junio pasado COREMA X autorizó a CELCO a seguir
descargando al Río Cruces, por al menos otros 30 meses, nada menos que los mismos
contaminantes que causaron el desastre –Aluminio, Sulfatos y Cloruros– con el agravante
que nunca fueron evaluados ambientalmente, por lo que la empresa no tenía autorización
para verterlos. Más aún, en el caso del Aluminio –identificado por la Universidad Austral
como el compuesto que desencadenó el desastre– CELCO negó que estuviera presente en
los residuos industriales líquidos (RILES) de su Planta. Pero la Superintendencia de
Servicios Sanitarios analizó los RILES el 24 de diciembre de 2004 detectando 470 kilos
diarios –casi media tonelada– de Aluminio. CONAMA y CELCO conocían estos datos
pero los ocultaron a los científicos.
Con su resolución del 6 de junio COREMA X contravino la recomendación de los servicios
reunidos en el Comité Operativo de Fiscalización (COF). El COF recomendó que CELCO
realizara un nuevo Estudio de Impacto Ambiental para Aluminio, Sulfatos, Cloruros y
Manganeso. Propuso además que mientras tal evaluación no concluyera la descarga de
dichos compuestos al Río Cruces debía ser “cero”. El COF no hizo más que ceñirse a la ley
ambiental, según la cual no pueden autorizarse impactos que no hayan sido sometidos al
Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Por ello se llama al SEIA la
“ventanilla única” de todos los permisos ambientales.
Pero COREMA X no respetó la ley: autorizó, al margen del SEIA, contaminantes que
nunca debieron descargarse al Río Cruces y que además, como se dijo, causaron el
desastre. Más aún, el 22 de julio COREMA X flexibilizó todavía más el nivel máximo
diario de todos los contaminantes ilegalmente autorizados el 6 de junio. En el caso del
Aluminio el aumento fue de 60 a 120 kilos diarios, es decir, del 100%. Los Sulfatos
aumentaron de 50 a 60 toneladas diarias. Y los Cloruros de 24 a 30 toneladas diarias. El
único criterio para este aumento fue aprobar lo que CELCO necesitaba para que su Planta
volviera a operar. Ninguna norma sustentó la decisión.
COREMA X modificó así la esencia de la Resolución Ambiental con que ella misma
aprobó la Planta en 1998. Dicha Resolución buscó reparar graves vacíos de información
científica en el Estudio de Impacto Ambiental presentado por CELCO en octubre de 1995.
Tales vacíos llevaron al Comité Técnico de COREMA X a rechazar el proyecto en enero de
1996 por considerarlo “ambientalmente no viable”, pues no permitía asegurar que no se
producirían impactos negativos sobre el Santuario. Como el proyecto debió aprobarse de
todos modos –siendo determinante la presión del entonces Presidente Frei– COREMA X
estableció dos estrictas condiciones: la operación ininterrumpida del tratamiento terciario
de ILES y un completo Programa de Monitoreo para llenar los vacíos de información y
detectar a tiempo posibles impactos.
La primera condición era tan estricta que incluso entregaba a CONAMA atribuciones para
detener la Planta, al señalar la Resolución que “los efluentes líquidos nunca podrán ser
descargados en el Río Cruces sin tratamiento terciario, lo que significa que en el caso de existir
una falla (...) la Planta deberá detener su funcionamiento”. Tan convencida estaba COREMA X
en la efectividad de las medidas preventivas adoptadas, que la Resolución concluía que “el
efluente (de la Planta) no generará efecto perceptible alguno sobre el Santuario de la
Naturaleza”.
De haber sido aplicadas, es probable que estas medidas hubiesen evitado el desastre. Pero
algo mucho más elemental falló: CONAMA X no tuvo ni la capacidad técnica ni el celo
preventivo suficientes para detectar y controlar los graves impactos que comenzaron a
ocurrir ya desde el primer mes de funcionamiento de la Planta. Algo tan básico como la
revisión de los informes de monitoreo entregados trimestralmente por CELCO a partir de
abril de 2004 –y no mensualmente se le exigió– no ocurrió sino hasta un año después de
que la Planta estuviera operando, en febrero de 2005, en un informe contratado al consultor
Zaror. Dicho informe concluía que la Planta no había aplicado el tratamiento terciario de
RILES durante los primeros meses, ni tampoco el secundario. Es decir, la principal medida
preventiva no se cumplió a vista de los fiscalizadores. Además, Zaror identificó en los
monitoreos varios “eventos” altamente tóxicos en el Río Cruces y directamente asociados a
los RILES de la Planta. CONAMA tampoco había “visto” estos hechos, que se desprendían
de forma obvia de los informes de CELCO.
Las recientes resoluciones de COREMA X simplemente aceptan que los “eventos” tóxicos
y fallas en el tratamiento de los RILES continúen ocurriendo. Nada queda del espíritu
preventivo de la Resolución original. Más aún, el Plan de Puesta en Marcha de la Planta
recién autorizado por COREMA X aprueba de antemano impactos desconocidos que
podrían ocurrir producto de la experimentación que CELCO hará de nuevos compuestos
químicos en el tratamiento de los RILES. Como quedó demostrado esta semana con las
declaraciones del Gerente de la Planta sobre los olores que afectaron a Valdivia, los
ingenieros de CELCO “desconocen” las causas de las fallas.
Parecen también desconocer –lo mismo que los técnicos de la CONAMA y los políticos de
la COREMA– que el Santuario es un sistema acumulador que seguirá concentrando los
contaminantes de la Planta en sus aguas, sedimentos y especies. Y que la Planta de
CELCO, como todas las que usan dióxido de cloro, produce dioxinas que también se
acumularán ingresando con seguridad a la cadena alimentaria debido a la total
desregulación que impera en Chile en relación a estos compuestos altamente peligrosos. Y
que las plantas más modernas del mundo, en países como Alemania o Canadá, están
eliminando el dióxido de cloro y reciclando la mayor parte de sus desechos. La Planta de
CELCO recicla el 0% e incluso usa cloro residual en su proceso, como concluyó la misión
RAMSAR, lo que aumenta su producción de dioxinas. ¿Qué más desconocen u ocultan los
ingenieros de CELCO y nuestras autoridades y funcionarios públicos?
Si las autoridades encargadas de fiscalizar la Planta no respetan sus propias resoluciones,
incumpliendo incluso las leyes ambientales e ignorando temas tan elementales como la
condición estuarial del Santuario, los valdivianos simplemente no podemos estar
tranquilos.
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