Los climas templados

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Los climas templados.
A la zona templada, en la que nosotros vivimos, llegan alternativamente
aire cálido tropical y aire frío polar que cuando entran en contacto forman
borrascas. Estas borrascas, por efecto de la rotación de la tierra, se
desplazan hacia el oeste.
Se dan una gran variedad de climas. Todos estos climas tienen en común el
hecho de que las estaciones se caracterizan por las temperaturas y no por
las lluvias, como en los climas tropicales.
Uno de ellos es el clima mediterráneo, que se da en las regiones costeras
de este mar, en California, en la costa central chilena y en el sur de África;
lo ubicamos en la fachada oeste de los continentes entre los 30 y 45 de
latitud. Este clima se caracteriza por un largo verano cálido y seco y por un
invierno de temperaturas suaves. Las lluvias son escasas y caen en los
meses de primavera y otoño. Son lluvias irregulares y, a menudo,
torrenciales.
Los ríos mediterráneos tienen, por lo tanto, un régimen muy irregular:
están sometidos a fuertes estiajes y a crecidas violentas y muy temibles. En
algunos casos llevan agua solamente en las épocas de lluvia.
En las zonas de clima mediterráneo la vegetación está constituida por
bosques claros de encinas, alcornoques, pinos y extensas zonas cubiertas
por matorrales espinosos y aromáticos, el ”maquis” y en los lugares muy
áridos crece la estepa, que anuncia la proximidad del desierto.
En la misma fachada oeste de los continentes pero a 45 de latitud y en
zonas cercanas a los círculos polares, se da un clima que contrasta
fuertemente con el anterior, el clima oceánico. En las regiones que
poseen este clima las temperaturas son suaves en invierno y en verano y
oscilan poco a poco a lo largo del año, por la influencia moderada del mar.
Las lluvias caen suavemente y son abundantes y regulares durante todo el
año, aunque disminuyen algo en los meses de verano. Entonces las nubes
cargadas de humedad son atraídas algunas veces hacia el interior de los
continentes, por las bajas presiones allí reinantes. Debido a la abundancia
de las precipitaciones, los ríos oceánicos son caudalosos y regulares.
Por la misma razón, el paisaje oceánico aparece siempre verde. Es la zona
de los prados con hierba siempre fresca y de los bosques de árboles de hoja
caduca (castaños, hayas) y espeso sotobosque formado por helechos y
musgos.
El interior de los continentes no recibe la influencia suavizante del mar. Allí
se da el clima continental. Este clima se caracteriza por una gran amplitud
térmica. Los inviernos son muy fríos y secos. Cuando llega el verano el
interior del continente se calienta, el aire cálido asciende y pasa a ocupar su
lugar un aire más húmedo, procedente de los mares, que origina algunas
lluvias.
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Los ríos continentales son irregulares, experimentan una fuerte crecida en
verano por efecto de las lluvias y del deshielo de la nieve de las montañas.
En las zonas húmedas y frías crecen bosques de pinos y otras coníferas,
es el gran bosque de la taiga..
Cuando la sequía del interior de los continentes es muy grande los árboles
escasean y se dan las praderas, unas grandes extensiones de hierba, la
estepa, o bien el desierto. (1)
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(1) Texto adaptado de la obra Mundo y pueblos. Temas de geografía física y
humana y de historia antigua y media, Ed. Teide, Barcelona, 2ª ed. 1974
pag 34.
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