EL PANTANO DEL JÁNDULA (ANDÚJAR): ITINERARIO DIDÁCTICO Curso “Córdoba y el Guadalquivir” 26 de marzo de 2011 Rafael Casuso Quesada Universidad de Jaén 1ª parada: a.- El puente romano de Andújar Este puente está construido con sillares de piedra y mide 338 metros de longitud (331 ms. el de Córdoba), 11 m. de altura máxima y 7’8 m. de anchura, que en los miradores llega a 14’15 m. Tiene en total catorce ojos (16 el de Córdoba) de los cuales los doce del lado de la ciudad, es decir de la orilla derecha del rio, son de medio punto y los dos restantes son escarzanos construídos a mediados del siglo XIX en sustitución de varios de los antiguos, que se arruinaron por la continua erosión del agua. El arco mayor, el noveno contando desde la margen derecha, tiene una altura de 9 m. y una luz de cerca de 12 m. Como el puente grande de Mérida, ofrece aliviaderos o arquillos de desagüe sobre los pìlares para facilitar el paso del agua en las grandes avenidas (23-2-2010). El número de estos aliviaderos es de diez, de los cuales los cuatro primeros son de forma circular. El pilar situado entre los arcos quinto y sexto no tiene aliviadero, y el pilar más ancho es el que está entre los arcos cuarto y quinto. Los pilares están provistas de tajamares de sección triangular y coronados con sombrerete piramidal aguas arriba y casi semicirculares aguas abajo, con el objeto práctico de encauzar y distribuir la corriente hacia el interior de los arcos. Estas características técnicas hacen que se pueda aventurar, con gran cautela, la fecha de su construcción inicial a finales del siglo I o principios del siglo II de nuestra Era, según Cruz Utrera. Opinión distinta a ésta mantiene Juan Vicente Córcoles quien dice que “…dos pueden ser los motivos que lo alejan de la época imperial romana, primero el no coincidir con las vías romanas, y segundo, que en su parte más antigua se aprecian deferentes huellas de canteros medievales. Si bien el profesor Blanco Freijeiro lo tiene como puente romano aunque muy restaurado “. Desde luego, a finales del siglo XV, el puente sufrió una importante remodelación y de aquella época deben ser algunas de las marcas que en él 1 se conservan. No debemos olvidar que en 1489, el Guadalquivir realizó un brusco cambio en su curso a su paso por la ciudad. Hecho constatado por Luis Pedro Pérez en el Archivo General de Simancas cuando en 1491 el bachiller Juan Alonso, que era alcalde mayor de Andujar entonces, se refiere a que “... el rio del Guadalquivir dejo de ir por la madre vieja por donde solía ir se ha rompido... y mandamos dar una cédula para que un mayor ojo fuese hecho... dijo que se debía hacer nuevos ojos desde cerca del puente hasta donde este dicho río solía estar la madre vieja... hizo a los vecinos de Andújar traer nuevas piedras al dicho puente...” Para sufragar los gastos “del nuevo puente” el Cabildo solicitó a los Reyes Católicos que la sisa que pagaban los vecinos de Andújar (impuesto que se cobraba sobre géneros comestibles), se hiciera extensible a los vecinos de poblaciones cercanas como La Higuera. Las obras se iniciaron en 1492 y posiblemente no acabaran antes del fin del siglo XV. b.- El proyecto de navegabilidad del Río Guadalquivir y la presa del Jándula La idea partió de Carlos Mendoza Sáez de Argandoña, brillante ingeniero Civil, con el objetivo de hacer navegable el Guadalquivir, desde Sevilla hasta Córdoba. Para ello era necesaria la construcción de una serie de presas que tenían cuatro finalidades: - depósito de agua para el aprovechamiento agrícola del regadío - saltos de agua para la producción de energía eléctrica - servicio de esclusas para la comunicación fluvial - apoyos físicos para futuros puentes que conectasen las dos orillas del río. La navegabilidad del río Guadalquivir ya había sido estudiada en profundidad por Carlo Lemaur en el siglo XVIII, dentro de los grandes proyectos ilustrados, como el Canal de Castilla o el de Aragón, proponiendo un canal paralelo al cauce del río. Carlos Mendoza había fundado en 1904 la compañía eléctrica Mengemor y en 1916 inauguraba dicha empresa su salto de Mengíbar. A este acto acudió Su Majestad Alfonso Xlll, quien animó al ingeniero en esta idea de dimensión histórica. Al año siguiente el Consejo de Administración de Mengemor autorizó la redacción del proyecto y la solicitud oficial de concesión fue presentada en marzo de 1919 en el Ministerio de Fomento, con el título de “Canalización y Aprovechamientos de Energía del Guadalquivir". El proyecto comprendía la construcción de once saltos que salvarían el desnivel de 88 m. existente entre Córdoba y Sevilla. Las presas tendrían un salto útil de entre 5,25 m. y 11,5 m. Los embalses se solaparían 2 produciendo un calado mínimo en toda la vía de 2 m. En uno de los lados de la presa iría la central eléctrica. En el otro se colocaría la esclusa, debidamente canalizada, que permitiría a los barcos salvar el desnivel entre los dos tramos consecutivos. La tramitación oficial del proyecto fue muy ardua por diversos trámites burocráticos y técnicos, entre los que destacaba la necesidad de contar con una gran reserva hídrica que salvara los fuertes estiajes del Guadalquivir en verano. La propuesta contó entonces con un inesperado contratiempo, pues en diciembre de 1920 la Compañía El Chorro, competidora de Mengemor en el mercado andaluz, presentó una petición de aprovechamiento del salto de pie de presa del embalse de Jándula. Esta solicitud iba firmada por los señores Joaquín Beniumea, Jorge Silvela, Manuel Loring y el Conde de Mieres. La compañía Mengemor tenía un plazo oficial de treinta días para presentar un proyecto alternativo, como así hizo, al mismo tiempo que ejecutaba el proyecto de presa de El Carpio con la finalidad de abastecer de energía eléctrica a la ciudad de Córdoba. Con esta polémica y dos proyectos de concesión de aprovechamiento hidroeléctrico de la presa del Jándula transcurrieron casi cuatro años, justo hasta que el Conde de los Gaitanes medió entre las compañías: propuso la creación de una nueva compañía en cuyo capital figuraban las empresas eléctricas Mengemor y El Chorro, que afrontara no sólo la construcción de la presa del Jándula y su aprovechamiento hidroeléctrico, sino también la canalización y proyecto de navegabilidad del río Guadalquivir. Así surgió la entidad “Canalización y Fuerzas del Guadalquivir·, en cuyo capital también invirtieron los Bancos Central y Vizcaya. La escritura de fusión empresarial se firmó el 18 de julio de 1924 y la autorización del proyecto se publicó en el boletín Oficial del Estado con fecha de 29 de abril de 1925. El proyecto se ejecutó con lentitud por las difíciles condiciones geológicas del río Guadalquivir, pues se precisaban cimentaciones muy profundas, que encarecían enormemente el proyecto. A esto se sumaba el régimen torrencial del río. El primer escalón era la presa de Alcalá del Río en Sevilla, proyectada por los mismos que ejecutaron la presa de El Carpio, el ingeniero Carlos Mendoza y el arquitecto Casto Fernández Shaw. Tenía un salto máximo de 8 m. y generaba tenía una potencia de 7.600 kwa. (kilo watios amperios). Se trataba de una presa móvil con compuertas metálicas, semejante también a la que la compañía Mengemor había realizado en 1916 en Mengíbar. Las obras comenzaron en el verano de 1928 y la central entró en servicio dos años después. Mas compleja resultó la construcción de la presa del Jándula, llevada a cabo entre los años 1927 y 1931, pues sus extraordinarias dimensiones así lo requerían. 3 La construcción de ambas presas coincidió con la crisis económica mundial de 1929 y los problemas de abastecimiento pertinentes, así como con los sucesos políticos transcurridos en España al término de la dictadura de Primo de Rivera, que desembocaron en la guerra civil. Elló influyó en el abandono del proyecto por parte de la compañía Canalización y Fuerzas del Guadalquivir. Sólo se construyó una presa más del proyecto, la de Cantillana en Sevilla, pero después de modificar los términos de la concesión, otorgados en solitario a la empresa eléctrica Mengemor. Las obras empezaron en enero de 1948 y la central entró en servicio ocho años después. Es una presa muy similar a la de Alcalá del Río, pero su coste multiplicó casi diez veces el del primer salto, entre otras cosas por el problema de abastecimiento de materiales característicos de la posguerra. En 1951 Mengemor se fusiona con la compañía Sevillana de Electricidad, y traspasa a ésta la responsabilidad de la navegabilidad del río, proponiéndose entonces un nuevo proyecto de construcción de un canal paralelo al cauce del Guadalquivir. Pero la navegación del Guadalquivir era ya una idea arrinconada: en 1964, el Estado renuncia oficialmente a la navegabilidad del río y rompe la concesión originaria a la compañía eléctrica. Alcalá del Río llevaba más de treinta años terminada y la esclusa, que era competencia estatal, aún no era operativa por carecer del equipamiento preciso. 2ª parada: Centro de interpretación del Parque Natural de la Sierra de Andújar. El proceso revitalización de las Viñas de Peñallana, ubicadas en el km. 14 de la carretera de Andújar a Puertollano, está relacionado con la realización de las grandes obras de ingeniería proyectadas a lo largo de los años veinte durante la dictadura del general Primo de Rivera en la zona: los pantanos del Jándula y el Encinarejo, el puente sobre el río Jándula o esta misma casa de peones camineros que hoy día es el centro ce interpretación del Parque Natural Sierra de Andújar. No en vano, los promotores de estos edificios son ingenieros relacionados con las obras anteriormente citadas y los utilizaron como vivienda durante el tiempo que duraron las mismas. El primero de ellos es Enrique Berenguer, ingeniero de minas, natural de Linares y hombre emprendedor que no sólo se limitó a resolver el problema particular de su vivienda, sino que intuyó el posterior desarrollo urbanístico de la zona, promoviendo tres construcciones de envergadura: la Viña San Francisco, la que es propiedad actual de Argimiro Rodríguez, y la conocida como «Viña Vasca», situada junto a la anterior. El segundo promotor-ingeniero fue José Moreno Torres, conde de Santa Marta y hombre de gran influencia social después de la guerra civil, ya que llegó a ser director general de Regiones Devastadas, presidente de la 4 Compañía Tabacalera y alcalde de Madrid. Durante aquella época era un «simple» ingeniero que participaba en las obras de construcción de los embalses citados, para lo cual se edificó una viña situada en el mismo eje de las llamadas Viñas de Peñallana. El auge constructivo que repentinamente inundó la Sierra durante los años veinte, prendió en Andújar de manera que grandes hacendados locales como eran Rafael Pérez de Vargas, conde de la Quintería y alcalde de la ciudad, José Sáenz de Tejada o Plácido Gisbert, decidieron reformar sus viejas construcciones serranas, o bien hacer viñas de nueva planta. En cualquier caso, dichas edificaciones siguen las pautas estilísticas marcadas por las viñas que habían promovido los ingenieros del pantano del Jándula, todas ellas mayoritariamente realizadas en estilos historicistas, aunque la de Moreno Torres introduce matices funcionalistas. El proceso va ligado a un cambio de funcionalidad de la viña tradicional, que tenía un sentido productivo ligado a la vid y al aprovechamiento ganadero. Se introducen ahora usos de ocio y cinegéticos. Si hubiera que hablar de determinados rasgos comunes existentes entre las construcciones citadas, habría que citar los siguientes: —La viña comprende dos módulos de habitación: el noble y el de los viñeros. El primero se usa cuando están presentes los dueños y el segundo supone la vivienda habitual de la familia encargada del mantenimiento de la casa. Ambos son independientes aunque se pueden articular en torno a un corral. — A la vivienda principal se accede por medio de un porche que suele estar columnado y cubierto por una terraza a la que se sale por la segunda planta. — El edificio suele tener dos plantas de altura y, en algunos casos, un mirador-secadero alto. — No se puede establecer un criterio general en cuanto a la planimetría, aunque sí es bastante común la articulación de las habitaciones en torno a una gran escalera de ida y vuelta. — Los interiores son bastante confortables, destacando el uso de ma teriales nobles que conforman chimeneas, artesonados, escaleras, etc... — La construcción es tradicional, de mampuesto enfoscado y encalado, aunque también es de destacar el uso del ladrillo. Es general a todos los edificios la utilización de las llamadas artes decorativas, tan queridas por los estilos historicistas: azulejería, ebanistería, herrería, etc... — Integración en el paisaje serrano gracias a la vegetación. 5 De entre las viñas promovidas por Enrique Berenguer destaca la viña San Francisco. De su tamaño e importancia se deriva el nombre por la que se la conoce, «Casa Grande». Fue la construcción pionera en introducir el lenguaje historicista dentro de las Viñas de Peñallana, y protagonista de importantes hechos históricos, pues durante la guerra civil española funcionó como Hospital de Sangre mientras duró el asedio republicano al Santuario de la Virgen de la Cabeza; sus salas fueron habilitadas para ello y en una de las mismas encontró la muerte el capitán Cortés. Por su diseño, estructura y extensión la Viña San Francisco muestra en su indagación historicista un considerable parecido con los cortijos que, a partir del siglo XVIII, se crean a lo largo del Valle del Guadalquivir y de los que en la vega de Andújar tenemos importantes muestras. También en su carácter productivo, pues esta viña funcionó durante mucho tiempo como granja, constituyéndose en un importante centro de producción para la zona de Sierra Morena Oriental. Este carácter productivo constituye una excepción a la generalidad de las edificaciones de Peñallana, las cuales tienen una función puramente residencial. Estilísticamente su adscripción al regionalismo de la baja Andalucía es evidente en la alternancia del encalado blanco en los muros y el ocre en las molduras, o en la presencia de mirador-torreón-secadero. También en el uso de cerámica vidriada en tejadillos, balaustres o paneles (en la entrada encontramos uno con la imagen del Señor del Gran Poder de Sevilla). La viña del ingeniero José Moreno Torres fue otra de las edificaciones pioneras en el proceso de amplia remodelación arquitectónica que se estaba produciendo dentro de las Viñas de Peñallana, pero en este caso su promotor hizo una elección estilística que, sin abandonar los principios del historicismo, tendía una mano al recién surgido funcionalismo. Esto no situaría en la línea constructiva del arquitecto Luis Berges, autor en la ciudad de la Casa Casuso (1927) y arquitecto municipal honorario. La viña Sáenz de Tejada fue mandada edificar por este rico hacendado local, José Sáenz de Tejada, aprovechando el auge constructivo de la sierra en aquellos momentos y buscando sobre todo el aire puro con fines medicinales para la curación de una bronquitis crónica de su hijo. Se acabó en el año 1932 como reza en la reja del porche. Es de estilo historicista y destaca la influencia del arquitecto sevillano Aníbal González quien, por entonces, había proyectado una casa en Andújar. El caso de la Viña Gisbert es más radical y ha merecido justamente su inclusión como Bien de Interés Cultural en el Catálogo de Bienes Inmuebles de la Junta de Andalucía desde el año 2006, junto con el pantano del Jándula. Es un proyecto del año 1932 que se origina cuando el presidente de la Junta Local de Patronales de Andújar, Plácido Gisbert, le 6 encarga la construcción de una casa de campo, al maestro de obras local José Corbella. Éste acude a los modelos establecidos en revistas alemanas de arquitectura, a las que era muy aficionado, inspirándose en obras del Movimiento Moderno, seguramente la Casa Müller de Adolf Loos (1930) El edificio se caracteriza por un diseño cúbico donde la interpenetración de volúmenes se complementa con la limpieza ornamental y el empleo de la ventana apaisada, así como con las barandillas de tubo metálico. 3ª parada: Presa del Encinarejo La presa del Jándula La Presa de Jándula está construida sobre el río del mismo nombre, afluente por la derecha del Guadalquivir. La presa es de tipología de gravedad, es decir, que el empuje del embalse es transmitido hacia el suelo, por lo que éste debe ser muy estable capaz de resistir, el peso de la presa y del embalse. Constituye el tipo de presa que mayor durabilidad tiene y menor mantenimiento requiere. Su sección tiene forma de triángulo isósceles ya que su base es ancha y se va estrechando a medida que se asciende hacia la parte superior aunque en muchos casos el lado que da al embalse es casi de posición vertical. Ello se debe a que la presión en el fondo del embalse es mayor que en la superficie. Su planta es curva y su altura de 83.5 m. sobre el cauce, siendo una de las más altas en su época. Tiene una longitud de coronación de 250 m. y se asienta en una cerrada de granito. El pantano tiene una capacidad de 342 millones de m3., ocupando el lago artificial una superficie máxima de 1350 Ha. Está destinada a aprovechamientos hidroeléctricos, de regadío y abastecimiento de agua. El equipamiento eléctrico lo forman tres grupos, con una potencia instalada de 15.000 kw. 7 Esta presa junto con la del Encinarejo (1932, gravedad y 150 ha.) y la de Alcalá del Río, serían las tres únicas obras que llevaría a cabo Canalización y Fuerzas. La construcción se llevó a cabo sin contratista, siendo dirigida hábilmente por el ingeniero José Moreno Torres. El proyectista fue Antonio del Águila Rada y para el diseño de la presa el ingeniero Carlos Mendoza contó con el arquitecto Casto Fernández-Shaw. Los tres habían trabajado ya juntos para la empresa Mengemor en la realización del salto de El Carpio (Córdoba) en 1920. La presa del Jándula se iba a ubicar en pleno corazón de Sierra Morena, un paraje deshabitado y remoto, al que ocasionalmente iban cazadores y pastores. La única construcción era la de un guarda forestal. Las carreteras eran inexistentes, salvo un deteriorado camino que llegaba hasta una mina de cobre, Los Escoriales, abandonada hacia años. Fue preciso reparar esta vía y crear doce kilómetros de nuevo trazado desde la mina hasta el futuro emplazamiento de la presa; su construcción se hizo en 7 meses, además con la estabilidad que requería aguantar un gran tráfico pesado. La siguiente dificultad que hubo que afrontar fue la creación de un asentamiento allí donde no había nada, el que luego se denominó poblado de la Lancha. El río Jándula se secaba en los meses de verano y otoño, y las charcas que quedaban como vestigio del curso fluvial, eran refugio para mosquitos. Éstos transmitían el paludismo, endémico en la zona, y que había frenado hasta entonces la colonización de aquellos parajes. Para ello fue necesaria la aplicación de un estudiado programa sanitario aplicado por el doctor Ferradas y consistente en administrar de manera dosificada una importante partida de quinina. El saneamiento de la zona y la construcción del campamento, se llevó a cabo durante el año 1926. El poblado de La Lancha llegó a albergar a mil trabajadores, que junto a sus familias sumaron tres mil personas. Debido a la distancia que le separaba de Andújar, hubo de ser transformado en una pequeña ciudad autárquica. Disponía de alcantarillado, agua potable, luz, y teléfono. Entre los edificios estaban una iglesia, que hizo las veces de escuela, un hospital, economato, cantina, cuadra, teatro, cuartel de la Guardia Civil y un frontón. Las viviendas estaban constituidas por pabellones para el personal técnico y las casas de los empleados formadas en varias hileras. La edificación de la presa comenzó después, en febrero de 1927, aunque los cimientos se construyeron aprovechando la época en que el Jándula quedaba seco. El granito que constituye la cerrada es muy sano, por lo que no fue preciso excavar profundo. No fue necesario desviar el curso del río, porque se construyó una ataguia aguas arriba, y otra de menor tamaño aguas abajo, que se unieron mediante un cauce artificial que pasaba por debajo del macizo de la presa a través de un amplio túnel. Cuando el 8 alzado central alcanzó la altura suficiente en septiembre de 1929, el orificio fue taponado con fábrica (una ataguía es un macizo de tierra arcillosa u otro material impermeable, para atajar el paso de agua durante la construcción de la presa). A finales de 1928 se llevaba construido casi el 40 % del volumen de la presa y en 1929 el volumen ascendía al 73 %. En este año se ultimó el montaje del equipo eléctrico e hidráulico: turbinas, alternadores y transformadores. A finales de abril de 1930, cuando aún quedaban varios metros para llegar a la coronación, hubo una fuerte crecida del Jándula. El agua vertió por uno de los bloques del lado derecho, que iba algo más retrasado. A pesar de que la presa no está diseñada para que las avenidas la rebasen por encima, como si sucede con parte del Encinarejo, no se produjeron mayores daños. El 6 de agosto de 1930 comenzó a prestar servicio tras someterla satisfactoriamente a las pruebas pertinentes. En noviembre de ese año quedó terminado el cuerpo de la presa a falta de algunos detalles. En 1931 se remató la coronación y el torreón de maniobras. El 30 de junio se dio oficialmente por terminada la obra. En lo que respecta a la financiación, la empresa constructora de la presa del Jándula se acogió parcialmente a la Ley de Pantanos de julio de 1911. Esto significaba que Canalización y Fuerzas se tenía que hacer cargo del 50 % del coste de la presa y el Estado aportaría la otra mitad. Sin embargo la compañía sólo debía hacer frente a los gastos iniciales hasta un límite del 10 % del presupuesto, el otro 40 % que le correspondía era adelantado por la Administración. Este anticipo debía ser devuelto en 25 años a partir de la fecha de terminación de la obra. El interés que se aplicaba a esta operación era del 1,5 % anual. El Estado abonó su parte más el anticipo en dos entregas, una el 31 de julio de 1926 y la otra el 31 de enero de 1931. El coste de la presa de Jándula ascendió a 22,8 millones de pesetas, lo que supuso un ahorro del 10 % sobre el presupuesto inicial que era de 25.325.693 pesetas. No se puede obviar el valor patrimonial de la presa de Jándula. La labor que el arquitecto Fernández-Shaw desarrolló en la presa ha merecido un reconocimiento en su declaración como Bién de Interés Cultural en el año 2006. La presa del Jándula constituye un paramento de casi 90 m. de altura recubierto por sillares de granito que fueron extraídos de la cantera situada junto a la presa, en la margen izquierda, al pie del poblado. Para labrar los bloques se empleó a canteros gallegos y el aparente sobrecoste de forrar de piedra el muro, se compensó con el ahorro de encofrado. Primero se construía el entrelazado de sillares, y posteriormente se vertían las tongadas de hormigón. El aspecto que ofrece si se ve desde aguas abajo es el de una curiosa similitud entre el medio y el elemento. En efecto, como presa que es anterior a 1930, el aliviadero fue construido fuera del cuerpo de la presa, no 9 como sucede con el Encinarejo; se ubicó sobre la ladera en el estribo derecho. Las avenidas son conducidas por una canalización terminada en una pared natural de granito casi vertical, que devuelve el agua al cauce. Esta caída y el muro de la presa parecen competir en grandiosidad, pero sin excluirse. También es original la solución de la central al pie de la presa, por su disposición en la base del muro y fundida con el cuerpo principal. Pero también por su forma, pues se quiso emular la expresión de los modernos trampolines de un aliviadero, a pesar de no estar diseñada en ese sentido. Su coronación se convierte en un adarve almenado, en el que el torreón de maniobras adopta la forma de Torre del Homenaje; un balcón abierto en ella ofrece una impactante visión del cauce aguas abajo. Fernández Shaw, fascinado como el arquitecto italiano Sant’Elia por el universo ingenieril del momento, siempre mostraba su satisfacción por las cuatro presas que realizó en Andalucía: El Carpio, Alcalá del Río, el Jándula y el Encinarejo. En ella fue evolucionando su estética arquitectónica desde el historicismo de la primera al funcionalismo de la presa del Jándula, donde se produce una simbiosis formal y conceptual entre expresionismo y racionalismo. No en vano, se ha convertido en el monumento primigenio del Movimiento Moderno en Andalucía. El Movimiento Moderno, reivindicado recientemente desde las siglas MOMO, supone una auténtica revolución arquitectónica en el siglo XX, pues rompe con el decorativismo fatuo en el que había desembocado el eclecticismo decimonónico. Este movimiento se desarrolla en España a partir del año 1925, fundamentalmente, y está siendo catalogado y difundido en Andalucía desde el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). Su límite cronológico es el año 1965, fecha de creación de la primera Escuela de Arquitectura en Andalucía, la de Sevilla, y de la aparición de los primeros ejemplos de la postmodernidad arquitectónica. El registro ha convertido a Andújar en la ciudad andaluza pionera en la implantación del MoMo: la construcción más antigua que se adscribe a 10 este movimiento en Andalucía es la Presa del Jándula (Casto Fernández Shaw y Carlos Mendoza, 1924-1932). Además, incluye otras obras de la ciudad como la Viña Gisbert (José Corbella, 1932-1934), el Cine Tívoli (Fernando Alzado y José Corbella, 1933-1934). Solicitud de visitas didácticas a centrales de Endesa Se pueden realizar visitas guiadas con el alumnado de lunes a viernes previa solicitud en la siguiente dirección de correo [email protected] Las más interesantes para estudiar el proyecto de navegabilidad son las del El Carpio, por su similitud con la de Alcalá del Río, y del Encinarejo. La del Jándula, en principio, no está disponible por el momento. Bibliografía CASUSO QUESADA, Rafael Antonio “Arquitectura historicista en viñas de Peñallana (Andújar)”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº CLI. Jaén, enero-marzo 1994. CASUSO QUESADA, Rafael Antonio “El registro del MOMO (Movimiento Moderno) en Andalucía: el caso de Andújar”, en Boletín de Arte. Departamento de Historia del Arte de la Universidad, nº 29. Málaga, 2008. CÓRDOBA, Santiago de Las inundaciones en el valle del Guadalquivir. Ed. Alcance S.L.. Jaén, 1997. GALNARES DEL COSO, Víctor GARCÍA REDONDO, Nuria GUTIÉRREZ ABAD, Ángel “Presa del Jándula y canalización del Guadalquivir”, en Revista de Obras Públicas (ROP), nº 3356. Madrid, julio-agosto de 1996. PÉREZ, Luis Pedro Andújar monumental. Ed. Alcance. Jaén, 1996 SOBRINO, Julián Arquitectura de la industria en Andalucía. Ed. Instituto de Fomento de Andalucía. Sevilla, 1998. 11