¿CÓMO PUEDES ASEGURAR QUE LOS LIBROS DEUTEROCANÓNICOS NO SON PARTE DE LA BIBLIA? 1 Milton F. Segura Corpeño #01044117-7 TS 602 Apologética (Maestría) Ensayo. 2 INDICE Introducción 1 Demostrar interés en el inconverso. Explicar su propia fe. I. FORMULAR RESPUESTAS INCONVERSO A LAS PREGUNTAS Y CRÍTICAS A. Definición de términos 3 B. Reseña histórica del canon del AT 6 DEL II. EXPONER LAS PRESUPOSICIONES DEL NO CREYENTE A. La iglesia Católica de Roma (185-1647) 10 B. La Reforma Protestante 16 III. NOTAR LAS INCONSECUENCIAS DEL ENFOQUE NO CRISTIANO A. Criterios para la aceptación de los libros canónicos 18 B. Un examen de los libros deuterocanónicos 21 C. Aplicación: Señalar a Cristo 30 Conclusión 31 Bibliografía 32 3 ¿Cómo puedes asegurar que los libros deuterocanónicos no son parte de la Biblia? INTRODUCCIÓN. Las personas que formulan esta pregunta generalmente son católicas, ya que sus versiones de la Biblia incluyen tales libros, los cuales son considerados por la Iglesia Católica al mismo nivel de autoridad que los demás libros de la Biblia, por lo que sirven de fundamento para algunas de sus enseñanzas y doctrinas. Es importante señalar que tanto católicos como evangélicos reconocemos la Biblia como la Palabra de Dios. Coincidimos en la gran mayoría de libros que la constituyen. Sin embargo, diferimos en la composición del Antiguo Testamento, específicamente en la inclusión de los libros deuterocanónicos, por el hecho de que los evangélicos sólo incluimos los libros que forman parte de la Biblia hebrea. Se responderá a la pregunta formulada por un no creyente, aplicando la estrategia DEFENSA (Demostrar interés, Explicar su propia fe, Formular respuestas a las preguntas y críticas del inconverso, Exponer las presuposiciones del no creyente, Notar las inconsecuencias del enfoque no cristiano, Señale A Cristo) propuesta por el Dr. Richard B. Ramsay en su libro “ Certeza de la Fe”, según el cual, la apologética no sólo presenta la defensa de la fe, sino también desafía al no creyente a considerar que existen inconsistencias en la posición que ha adoptado, presentando a Cristo como la única fuente de verdad 1. Demostrar interés en el inconverso. 1 Richard B. Ramsay, Certeza de la fe, (Barcelona: Editorial Clie, 2006), pp. 195-199. 4 En esta primera etapa, el creyente debe procurar conocer algo sobre los intereses y el trasfondo del inconverso, tanto familiar como espiritual. El interés sincero por el no creyente debe manifestarse cuando nos busca o le buscamos. Estar dispuesto a escuchar sus lamentos, dudas, temores, alegrías y tristezas. Explicar su propia fe. En este punto, conviene que sepas que una de las cosas que siempre quise hacer, era estudiar la Biblia. Cuando era católico, siempre quedaba sediento de conocer más acerca de ese maravilloso libro. Este interés me hizo prestar atención a la invitación que me hizo una señorita a asistir a una reunión de jóvenes de su iglesia, en donde se estudiaría la Biblia y podrían hacerse preguntas acerca del tema. Fue así como comencé a estudiar la Biblia. I. FORMULAR RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS Y CRÍTICAS DEL INCONVERSO. La crítica frecuente de los católicos es que los libros Deuterocanónicos han sido quitados de la Biblia por los evangélicos, razón por la cual, nos acusan de haberla mutilado y de que nuestras Biblias no contienen toda la verdad. Este planteamiento a priori, pareciera atinado; sin embargo, antes de emitir un juicio sobre esta acusación, conviene revisar un poco la historia de la formación de la Biblia para informarnos debidamente sobre esta situación. Considerando lo anterior, y en aras de entendernos debidamente, será necesario aclarar primero el significado de algunos términos clave, los cuales se presentan a continuación: A. DEFINICIÓN DE TÉRMINOS: 1. Inspiración. La inspiración es el acto de Dios, operado por el Espíritu Santo, por el cual los profetas de Israel, los apóstoles y los siervos de Dios 5 fueron dirigidos y capacitados para hablar y registrar por escrito la Palabra de Dios. 2. Canon. El término proviene del griego kanon y significa “caña” refiriéndose a la caña utilizada antiguamente como instrumento de medición. Con relación a las Escrituras significa “la lista de libros reconocidos oficialmente por la iglesia como revelados por Dios”. Fue utilizado en este sentido por primera vez por Atanasio, obispo de Alejandría. Gleason Archer define el canon como “los escritos que se ajustan a una regla o estándar de divina inspiración y autoridad.”2 El canon del Antiguo Testamento hebreo y el evangélico, están ambos integrados por 39 libros; a diferencia del canon católico que comprende 46 libros. El canon del Nuevo Testamento está constituido por 27 libros, tanto en la edición católica como en la evangélica. 3. Libros Deuterocanónicos. El término griego deuterocanon significa “segundo canon” y se refiere a los libros que fueron añadidos al canon de las Escrituras hebreas (protocanon) por la Iglesia Católica de Roma. A pesar de que hay otros libros no reconocidos por los judíos como Escrituras inspiradas, el término “deuterocanónicos” es usado por la Iglesia Católica para denotar los siete libros adicionados al canon hebreo, más las porciones añadidas a Ester y Daniel. Los libros deuterocanónicos son los siguientes: 1 y 2 de Macabeos, Tobías, Judit, Baruc incluyendo en el capítulo 6 la Epístola de 2 Gleason L. Archer, Jr., Reseña crítica de una Introducción al Antiguo Testamento, (Editorial Portavoz:1987, Grand Rapids, Michigan), p.71. 6 Jeremías, Eclesiástico y Sabiduría de Salomón. Las adiciones al libro de Daniel incluyen cuatro relatos: La oración de Azarías y el Cántico de los tres jóvenes, la Historia de Susana, la historia del dios Bel y el dragón. 4. Libros apócrifos. Los reformadores prefirieron usar el término apócrifo en lugar de deuterocanónico. El término apócrifo proviene del griego aprókrufos y significa “oscuro, escondido, recóndito”3; denota aquellos libros que no son considerados inspirados por los judíos y la iglesia evangélica. 5. Literatura Pseudoepigráfica. Este término proviene del griego, y significa “escritos falsos”, e incluye aquellos libros apócrifos que en el título atribuyen su autoría a personajes sobresalientes de la historia de Israel o del cristianismo, con el propósito de atribuir autoridad a tales escritos. 6. Pentateuco. Término griego que significa “cinco rollos”. Se denomina así a los cinco primeros libros de la Biblia hebrea (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), cuya autoría se atribuye a Moisés. Los judíos usan la palabra Toráh, que significa “ley, enseñanza e instrucción“. Es usual referirse al Pentateuco como la Ley. Orígenes fue el primero en usar el término Pentateuco en su comentario al Evangelio de Juan 4. 7. 3 4 Diáspora. Henry George Liddell y Robert Scott, A Greek-English Lexicon, (Oxford: The Clarendon Press, 1968). p. 204. Herbert Wolf, An Introduction to the Old Testament Pentateuch, (Chicago: Moody Press, 1991), p.18. 7 Se denomina así a la dispersión del pueblo judío originada por la deportación asiria y babilónica, debida al juicio de Dios, implicando “un profundo pesar religioso, un aislamiento social y alienación civil y política en medio de un mundo pagano” 5; aunque posteriormente el residir fuera de Palestina se había tornado un hecho voluntario. 8. La Septuaginta (LXX). La traducción al griego de las Escrituras hebreas, fue producto de la diáspora judía en Egipto. El rey Ptolomeo II –Filadelfo-(285-247 a.C.) encargó y financió la traducción del Pentateuco a setenta y dos traductores judíos alrededor del año 250 a.C., quienes contaron con el manuscrito más valioso del Antiguo Testamento (AT) provisto por el sumo Sacerdote Eleazar de Jerusalén. Los demás libros del AT fueron traducidos alrededor del siglo siguiente 6. Esta traducción griega de todos los libros fue denominada “la Septuaginta” (abreviado LXX), en honor a los setenta y dos traductores judíos, auque estrictamente hablando, el nombre hace referencia sólo a la traducción del Pentateuco. Ahora que hemos definido los términos clave, veamos en detalle cuales son las razones por las que estos libros no son incluidos en las Biblias evangélicas. B. RESEÑA HISTORICA DEL CANON DEL AT. 1. Escritos en hebreo posteriores al Exilio. Encontramos en los escritos hebreos de la época posterior al exilio Babilónico (después de 539 a.C.) varias referencias a la autoría de Moisés de la Ley o Pentateuco, las cuales confirman que en esa época 5 Alfred Edersheim, La vida y los tiempos de Jesús el Mesías, Tomo 1, (Barcelona: Editorial CLIE, 1987) pp. 29-30. 6 Karen H. Jobes y Moisés Silva, Invitation to the Septuaginta, (Grand Rapids:Baker Publishing Group, 2005), pp. 33-34. 8 había un reconocimiento del carácter autoritativo del Pentateuco y de los Profetas por parte de los judíos. Ejemplo de estas citas de dan a continuación: a. Durante el exilio babilónico, siglo VI a. C7. Daniel 9:11,13 En la época de Daniel ya se contaba como autoritativos los escritos del profeta Jeremías: En el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. b. Acontecimientos posteriores al exilio (después de 539 a.C.) La primera deportación de los israelitas ocurrió en 722 a.C. con la caída de Samaria (Israel, el Reino del Norte) bajo Sargón II, rey del imperio Asirio. La segunda gran deportación judía ocurrió en 597 a.C. con la caída de Jerusalén (Judá, el Reino del Sur) bajo Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuyo impero cayó en 539 a.C. bajo Darío. 1) Esdras 3:2; 7:6 Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios. 2) Nehemías 8:1 Y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que 7 Gleason L. Archer, Jr., Op. cit., pp. 417-418. 9 trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. 3) Malaquías 4:4 Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. 2. La Septuaginta, LXX (250 a.C. a 150 a.C. aproximadamente). En este período, el griego era “la lingua franca” del mundo civilizado, idioma resultante del helenismo imperante en el cercano oriente y el mediterráneo, a raíz de las conquistas de Alejandro Magno en el 333 a.C. Fuertes comunidades judías se habían establecido en esas regiones desde los días de la diáspora, siendo los principales exponentes: Babilonia, Egipto y Siria. Su lengua nativa era el griego, y su distanciamiento de Palestina les había privado del uso del hebreo, la lengua de sus ancestros. La Septuaginta se constituyó en las Escrituras de los judíos grecoparlantes de la diáspora8 y de los cristianos de los días de Jesucristo. La inclusión de los libros apócrifos en la LXX, contribuyó a la difusión de esta literatura en el mundo helenizado, debido al uso regular de esta versión en las sinagogas. 3. Período Inter-testamentario (400 a.C. -era cristiana). Este período de cuatrocientos años de silencio de las revelaciones de Dios a los judíos. Comprende desde el cese de la profecía consignada en el libro del profeta Malaquías, hasta el surgimiento del profeta Juan el Bautista. 8 Karen H. Jobes y Moisés Silva, Op. cit., pp. 19-20. 10 Este fue un período de fecunda producción de literatura religiosa por parte de los judíos; sin embargo, aunque alguna literatura producida después de Malaquías era usada con fines instructivos, nunca fue considerada como autoritativa como para incorporarla en el canon de las escrituras hebreas.9 Además de la literatura deuterocanónica, se produjeron varios libros apócrifos, tales como: el Libro de los Jubileos, la Ascensión de Moisés, los pseudoepigráficos: Libro de Enoc, Los Secretos de Enoc, El Testamento de los Doce Patriarcas, Salmos de Salomón, el Apocalipsis de Elías, entre otros10. En cuanto a las referencias sobre la constitución de los libros del Antiguo Testamento incluidas en los libros apócrifos, encontramos en el prólogo del libro Eclesiástico (1,3) -escrito por Jesús, hijo de Sirac, (aproximadamente 180 a.C.) y traducido al griego por su nieto Jesús Ben Sirac aproximadamente en el año 132 a.C.- la más antigua referencia histórica a la división del canon de la Biblia hebrea: “La ley, los profetas y los demás libros que fueron escritos después, nos han trasmitido muchas y grandes enseñanzas,...Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos”11 El texto completo en griego de estos libros se ha conservado en la Septuaginta. 4. Jesús y la iglesia primitiva (Desde su nacimiento hasta 200 d.C.) 9 H. Ironside, De Malaquías a Mateo,(Barcelona: Editorial Clie, 1990), pp. 87-88. H. Ironside, Op. cit., p. 96. 11 La Biblia de Estudio Dios Habla Hoy, Introducción a los libros deuterocanónicos, Tercera Edición, (Estados Unidos: Sociedades Bíblicas Unidas, 1994), p.1344. 10 11 El helenismo estaba enraizado en Palestina, principalmente en la provincia de Galilea, donde Jesús desarrolló la mayor parte de su ministerio. Esta fue llamada “Galilea de los gentiles” por la fuerte herencia helénica que le caracterizaba. El helenismo era evidente aun en la propia Jerusalén. En los días de Jesucristo la Septuaginta era considerada por los judíos helenizados y cristianos como el texto autoritativo de las Escrituras, al mismo nivel que las Escrituras hebreas. Los autores del Nuevo Testamento escribieron en griego, e hicieron referencia a citas del Antiguo Testamento de la Septuaginta. El surgimiento del cristianismo hizo que los judíos se sintieron desafiados en su fe e identidad religiosa; luego de la caída de Jerusalén en el año 70, se aferraron a sus Escrituras, resultando así el canon hebreo que ha llegado hasta nuestros días. Este hecho suscitó varios debates entre cristianos y judíos por la supremacía de la LXX versus el texto hebreo. En el año 90 los judíos de Jamnia establecieron su veredicto final respecto a la confirmación del canon hebreo12. Durante el segundo siglo, la tradición judía de Palestina rechazó la Septuaginta y para finales del siglo, la iglesia cristiana se convirtió en la responsable de la transmisión textual de la Septuaginta. Por su parte, el judaísmo se orientó en un rumbo diferente, aferrándose al canon hebreo conocido en nuestros días como el “texto masorético”. II. EXPONER LAS PRESUPOSICIONES DEL NO CREYENTE. 12 William Sandford Lasor, David A. Hubbard y Frederic W. Bush, Panorama del AntiguoTestamento ,(Grand Rapids: Libros Desafío,1999), p.21. 12 Luego de haber considerado algunos aspectos históricos de la formación del canon del Antiguo Testamento, veremos en detalle cuales son las razones por las que estos libros no son incluidos en las Biblias evangélicas. A. LA IGLESIA CATÓLICA DE ROMA (185-1647)13. La Iglesia Católica reconoció el testimonio de los primeros “padres de la iglesia”, -quienes aun hoy, son considerados como autoridades teológicas- para elaborar sus formulaciones doctrinales en cuanto al canon de las Escrituras. A continuación se presenta el pensamiento de los más influyentes padres de la iglesia, a partir del siglo segundo de nuestra era. 1. Orígenes de Alejandría (185-254). La lista de los libros del Antiguo Testamento fue incluida por Orígenes en su comentario al Salmo1: No debemos ignorar que hay veintidós libros del Antiguo Testamento, según la tradición hebrea, que corresponden al número de letras de su alfabeto…Estos son los veintidós libros según los hebreos:” A continuación menciona el nombre griego y hebreo de estos libros, haciendo la salvedad; “Aparte de estos, están los libros de los Macabeos, titulados Sar beth sha-bene’el.14 Los veinticuatro libros del canon hebreo se hacen veintidós, uniendo Rut a Jueces y Lamentaciones a Jeremías. 2. Atanasio de Alejandría (297-373). Mientras fungía como obispo de Alejandría, algunas personas estaban incluyendo escritos apócrifos entre los libros de las 13 Para las citas de los padres de la iglesia, se ha tomado como referencia la obra El canon de la Escritura, (Barcelona: Editorial Clie, 2002), de F.F. Bruce, una autoridad mundial en el tema del canon. 14 F.F. Bruce, El canon de la Escritura, (Barcelona: Editorial Clie, 2002), pp. 71-75. 13 Escrituras. Este hecho le motivo a escribir a sus obispos hermanos su carta número treinta y nueve (año 367) acerca del canon, en la que escribe haciendo una imitación del prologo del Evangelio de Lucas: Puesto que algunos se han encargado de poner en orden los denominados libros apócrifos e intercalarlos en la Escritura inspirada por Dios, lo cual afecta a cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, como aquellos que desde el principio vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra entregada a los padres, me ha parecido oportuno también a mí, habiendo sido animado también a ello por los verdaderos hermanos, exponer en orden los libros que están incluidos en el canon y que nos han sido entregados con la debida acreditación de ser divinos. Mi propósito es que cada uno de los que se han desviado pueda condenar a aquellos que le condujeron a desviarse y que aquellos que han permanecido intachables puedan regocijarse por haber recordado estas cosas. Los libros del Antiguo Testamento, por tanto, son veintidós en número, porque (según lo he oído) éste es el número tradicional de letras entre los hebreos.15 Luego de estos antecedentes, Atanasio detalla la lista de los libros del Antiguo Testamento de acuerdo al canon hebreo. 3. Jerónimo, (347-420). Jerónimo terminó en el 405 su prestigiosa e influyente Vulgata, traducción de de las Escrituras hebreas al latín. Usó exclusivamente el texto hebreo, dejando de lado la Septuaginta. Este hecho le ganó muchas críticas de los cristianos, dada la reputación de la autoritativa y divinamente inspirada versión griega. Jerónimo comenzó por detallar que eran veintidós los libros de la Biblia hebrea (uniendo Rut 15 F.F. Bruce, Op. cit., p.76-77. 14 a Jueces y Lamentaciones a Jeremías). Se transcribe a continuación la cita de Jerónimo en relación al canon del Antiguo Testamento: Todo lo que no son estos libros debe ser considerado aparte dentro de los apócrifos. Por tanto, Sabiduría, que se denomina habitualmente de Salomón, junto con el libros de Jesús el hijo de Sirac, Judit, Tobías y “El pastor” no están en el canon. He encontrado el primer libro de Macabeos en hebreo, el segundo está en griego, como se puede demostrar por el lenguaje que se utiliza. 16 Jerónimo expresó su opinión acerca de la función de los libros apócrifos cuando escribió su “Prólogo a los libros de Salomón” (Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares): Allí circula también la “virtuosísima” Sabiduría de Jesús hijo de Sirac, junto a una obra parecida, el pseudoepígrafe titulado “La Sabiduría de Salomón”. La primera de ellas la encontré también en hebreo, con el título no de “Eclesiástico”, como en latín, sino de “Parábolas”… Igual que la iglesia lee Judit, Tobit y los libros de Macabeos sin considerarlos libros canónicos, permitamos leer también estos dos volúmenes para la edificación del pueblo aunque no sean para establecer la autoridad de los dogmas eclesiásticos. 17 Jerónimo en su Prólogo al libro de Daniel cita lo siguiente: Para los hebreos, el libro de Daniel no contiene ni la historia de Susana, ni el himno de los tres jóvenes, ni las fábulas de Bel y el Dragón; pero las añade en su traducción del libro para que a los no instruidos no les parezca que hemos arrancado una parte considerable del volumen. 18 16 F.F. Bruce, Op. cit., pp. 87-90 F.F. Bruce, Op. cit., p. 91 18 Ibid., p. 91 17 15 Como puede observarse en las citas anteriores, Jerónimo descarta Baruc, y considera solamente aquellos libros que eran leídos y reconocidos por los hebreos. Se observa que Jerónimo tenía claramente definido el canon hebreo, al cual ciñó su traducción al latín. Después de su muerte, los apócrifos fueron añadidos a la Vulgata. 4. Agustín de Hipona (354-430). Dadas sus limitaciones lingüísticas, Agustín solicitó a Jerónimo en el año 406, que hiciera una nueva traducción latina basada en la Septuaginta, ya que si su traducción basada en las escrituras hebreas era adoptada por las iglesias de habla latina y griega, encontrarían discrepancias, producto del texto usado como fuente. Debido a que la LXX incluye los libros apócrifos, es probable que la petición anterior haya ido orientada a la inclusión de los apócrifos en la Vulgata; así, podría contarse con una traducción latina que reflejara el canon ampliado con los apócrifos, como aparece en la Septuaginta. Finalmente, Agustín declaró los límites del canon incluyendo los apócrifos. Evidentemente, Agustín se inclinaba por la Septuaginta, pues reconocía su origen y consideraba que había sido producida por setenta y dos hombres inspirados por Dios, cuyo testimonio en conjunto era de mayor peso que el de un solo hombre, aunque se tratara de un erudito como Jerónimo. En vista de este conflicto, Agustín concluyó que tanto el canon hebreo como la Septuaginta, eran autoritativos, puesto que “ambas son una y ambas son inspiradas por Dios ”.19 19 F.F. Bruce, Op.cit., pp. 95-96. 16 El pensamiento de Agustín influyó fuertemente en la iglesia de occidente, de manera que la literatura apócrifa fue listada y aceptada por primera vez como parte del canon católico -tal como fue definida por el mismo Agustín- por las iglesias del Norte de África, en los Sínodos celebrados en el obispado de Agustín, en Hipona en el 393 d.C., en Cartago en el 397; y en el Sexto concilio de Cartago en el 417 d.C. 5. El concilio de Trento (1546). Aunque los anteriores fueron los primeros concilios en los que la iglesia Católica tomó una decisión sobre los límites del canon, esta no tuvo una aprobación solemne hasta la Contrarreforma, en el Concilio de Trento en 1546.20 Se transcribe a continuación el Decreto sobre las Sagradas Escrituras emitido en la Sesión IV del referido Concilio, celebrada el 8 de abril de 1546. DECRETO SOBRE LAS ESCRITURAS CANÓNICAS El sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento, congregado legítimamente en el Espíritu Santo y presidido de los mismos tres Legados de la Sede Apostólica, proponiéndose siempre por objeto, que exterminados los errores, se conserve en la Iglesia la misma pureza del Evangelio, que prometido antes en la divina Escritura por los Profetas, promulgó primeramente por su propia boca. Jesucristo, hijo de Dios, y Señor nuestro, y mandó después a sus Apóstoles que lo predicasen a toda criatura, como fuente de toda verdad conducente a nuestra salvación, y regla de costumbres; considerando que esta verdad y disciplina están contenidas en los libros escritos, y en las tradiciones no escritas, que recibidas de boca del mismo Cristo por los Apóstoles, o enseñadas por los mismos Apóstoles inspirados por el Espíritu Santo, han llegado como de mano en mano hasta nosotros; siguiendo los ejemplos de los Padres católicos, recibe y venera con igual afecto de piedad y reverencia, todos los libros del viejo y nuevo Testamento, pues Dios es el único autor de ambos, así como las mencionadas tradiciones pertenecientes a la fe y a las costumbres, como que 20 Lawrence Boadt, Op.cit., pp.16-18. 17 fueron dictadas verbalmente por Jesucristo, o por el Espíritu Santo, y conservadas perpetuamente sin interrupción en la Iglesia católica. Resolvió además unir a este decreto el índice de los libros Canónicos, para que nadie pueda dudar cuales son los que reconoce este sagrado Concilio. Son pues los siguientes. Del antiguo Testamento, cinco de Moisés: es a saber, el Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números, y el Deuteronomio; el de Josué; el de los Jueces; el de Ruth; los cuatro de los Reyes; dos del Paralipómenon; el primero de Esdras, y el segundo que llaman Nehemías; el de Tobías; Judith; Esther; Job; el Salterio de David de 150 salmos; los Proverbios; el Eclesiastés; el Cántico de los cánticos; el de la Sabiduría; el Eclesiástico; Isaías; Jeremías con Baruch; Ezequiel; Daniel; los doce Profetas menores, que son; Oseas; Joel; Amos; Abdías; Jonás; Micheas; Nahum; Habacuc; Sofonías; Aggeo; Zacharías, y Malachías, y los dos de los Macabeos, que son primero y segundo. Del Testamento nuevo, los cuatro Evangelios; es a saber, según san Mateo, san Marcos, san Lucas y san Juan; los hechos de los Apóstoles, escritos por san Lucas Evangelista; catorce Epístolas escritas por san Pablo Apóstol; a los Romanos; dos a los Corintios; a los Gálatas; a los Efesios; a los Filipenses; a los Colosenses; dos a los de Tesalónica; dos a Timoteo; a Tito; a Philemon, y a los Hebreos; dos de san Pedro Apóstol; tres de san Juan Apóstol; una del Apóstol Santiago; una del Apóstol san Judas; y el Apocalipsis del Apóstol san Juan. Si alguno, pues, no reconociere por sagrados y canónicos estos libros, enteros, con todas sus partes, como ha sido costumbre leerlos en la Iglesia católica, y se hallan en la antigua versión latina llamada Vulgata; y despreciare a sabiendas y con ánimo deliberado las mencionadas tradiciones, sea excomulgado. Queden, pues, todos entendidos del orden y método con que después de haber establecido la confesión de fe, ha de proceder el sagrado Concilio, y de que testimonios y auxilios se ha de servir principalmente para comprobar los dogmas y restablecer las costumbres en la Iglesia. 21 (Énfasis añadido) Como puede apreciarse en este decreto, la influencia del cuestionamiento protestante, llevó a la Iglesia Católica a oficializar su posición en este concilio para definir el canon de la Biblia, y además, ratificó oficialmente la Vulgata como su texto autoritativo, reconociendo consecuentemente, el canon declarado por Agustín. B. LA REFORMA PROTESTANTE 1. Los reformadores. 21 Biblioteca Electrónica Cristiana, Concilio de Trento, Documentos del Concilio de Trento, http://www.multimedios.org/docs2/d000436/p000002.htm#h7, (30 de septiembre de 2007). 18 Lutero protestó contra el sistema imperante de indulgencias, ya que iba ligado a la doctrina del purgatorio y a la práctica de las oraciones por los muertos, esta última sostenida por la Iglesia Católica en base al Segundo Libro de Macabeos. Los reformadores demandaron un retorno a las Escrituras en los idiomas originales, descartaron la Vulgata, reconocieron el canon hebreo y rechazaron los libros apócrifos, aceptando su inclusión en la Biblia solamente como un suplemento al Antiguo Testamento y haciendo la clara advertencia que “Son libros que no hay que considerar como iguales a las santas Escrituras, pero que resulta útil y bueno leer”22. 2. La Confesión de fe de Westminster. En 1647 la Confesión de Westminster estableció su declaración de fe, incluyendo un capítulo sobre el canon de las Escrituras, cuyo segundo párrafo expresaba lo siguiente: II. Bajo el nombre de santa Escritura, o de Palabra de Dios escrita, están contenidos todos los libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, que son los siguientes: Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Jeremías, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Isaías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amos, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. Nuevo Testamento: Mateo, Marco, Lucas, Juan, Hechos de los Apóstoles, Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 22 F.F. Bruce, Op. cit., p. 102. 19 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis. III. Los libros comúnmente denominados apócrifos, no siendo de inspiración divina, no forman parte del canon de la Escritura; y, por tanto, carecen de autoridad en la Iglesia de Dios, y no son más válidos o útiles que cualquier otro escrito humano. 23 Este renacer de las Escrituras originales por parte de los reformadores, hizo que se prestara atención nuevamente a las diferencias acerca del contenido del canon, delineándose así, los dos cánones del Antiguo Testamento que tenemos hasta nuestros días: el canon católico y el canon judío, adoptado por los protestantes. 3. Correspondencia entre el canon hebreo y el evangélico. La correspondencia de los veinticuatro libros del canon hebreo (Toráh: 5, Profetas: 8, Escritos: 11) con los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento de las Biblias evangélicas, se obtiene de la siguiente manera: a. Considerando individualmente los doce escritos de los profetas menores contenidos en el libro de “Los doce”. b. Separando en dos, los libros que el canon hebreo cuenta como uno: Jeremías-Lamentaciones, Reyes, Crónicas y Samuel. III. NOTAR LAS INCONSECUENCIAS DEL ENFOQUE NO CRISTIANO. Los criterios que la iglesia del primer siglo reconoció para discriminar la autoridad de los escritos a ser incluidos en el canon de la Biblia fueron los siguientes24: 23 24 F.F. Bruce, Op. cit., pp. 109-111. Ibid. p. 259-273. 20 A. CRITERIOS PARA LA ACEPTACION DE LOS LIBROS CANONICOS. 1. Autoridad profética o apostólica del autor. La autoridad de los profetas se basaba en la confirmación que Dios daba al mensaje proclamado: “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare”. “El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá” (Deuteronomio 18:18, 20). Dios ordenó muchas veces a sus profetas, consignar por escrito su mensaje. Se cita como ejemplo (Éxodo 17:14) “Y Jehová dijo a Moisés: escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amelec de debajo del cielo”. Estos escritos fueron recibidos por el pueblo de Dios como divinamente inspirados. La autoridad de los escritos del Antiguo Testamento fue confirmada por el uso y referencias hechas por Jesucristo y los apóstoles, siendo incondicionalmente aceptada por la iglesia primitiva. a. Jesús confirmó la división del Antiguo Testamento cuando dijo a sus discípulos: Estas son las palabras que os hablé, estando aun con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. (Lucas 24:44). b. Pedro puso los escritos de Pablo al mismo nivel de autoridad que las Escrituras del Antiguo Testamento: 21 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas, entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. (2 Pedro 3:1-16). 2. Antigüedad. Si un escrito era producto de un profeta, apóstol o de alguien cercano a él, debería haber sido producido en la época del profeta, en el caso de los libros del Antiguo Testamento, o en la era apostólica, en el caso del Nuevo Testamento. 3. Ortodoxia. Los escritos debían contener y mantener la fe establecida por: a. La ley, los profetas y los escritos (Éxodo 3, 4, 20; 31:18, Deuteronomio 18:18, Isaías 6, 51:16, Jeremías 1:9, 2). b. Los apóstoles (en el Nuevo Testamento), tal como había sido mantenida en las iglesias del primer siglo, fundadas por los apóstoles.; Hebreos 1:1, 1 Corintios 14:37, 2 Timoteo 1:13. 4. Catolicidad (Universalidad). El escrito debía ser reconocido como autoritativo por la mayor parte de la comunidad cristiana; por tanto, un escrito que contara sólo con reconocimiento local, no podía ser incluida en el canon (2 Pedro 3:16). 5. Uso tradicional. La tradición preserva la fe y prácticas de la iglesia. Las innovaciones son generalmente rechazadas en la medida que se oponen a la 22 tradición. “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13) 6. Inspiración. Como se indicó al principio de este ensayo, la inspiración es obra del Espíritu Santo, mediante la cual los escritores bíblicos fueron dirigidos para hablar y registrar por escrito la Palabra de Dios. Este criterio es aplicable a toda la Biblia. 2 Timoteo 3.16, 2 Pedro 1:20-21. B. UN EXAMEN DE LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS. Se usará para este examen, las introducciones y texto de los libros deuterocanónicos de dos ediciones: “La Biblia de nuestro pueblo”, que es una versión para América Latina de la Biblia del Peregrino de Luis Alonso Schökel. Todas las citas textuales han sido tomadas de esta versión. Así mismo, se ha consultado la versión “La Biblia de estudio Dios habla hoy” de las Sociedades Bíblicas Unidas, la cual fue recibida con complacencia por la iglesia católica por medio del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). A continuación se resumen las inconsistencias de fe, con relación a los libros canónicos, encontradas en los siete libros apócrifos. 1. Primer libro de Macabeos (1 Macabeos). La redacción final de este libro se fecha a finales de siglo II a.C. El libro nos permite conocer el contexto histórico, político y religioso de Palestina bajo la influencia helénica en los días de Antíoco IV 23 Epífanes hasta el reinado del sumo sacerdote asmoneo Juan Hircano. Los hebreos reconocieron su valor histórico, pero lo descartaban como divinamente inspirado. El autor mismo confirma la ausencia de profetas en Israel en la época que describe, reconociendo que era un tiempo en que Dios no levantó a ningún nabhi (profeta), “Fue un tiempo de grandes sufrimientos para Israel como no se había visto desde que desaparecieron los profetas” (9:27). Consecuentemente, de acuerdo a los criterios para incluirlo en el canon de las Escrituras, no cumple con tener autoridad profética, ni con el criterio de antigüedad, que requiere que el escrito haya sido producido en la época de un profeta, puesto que fue escrito en los años del silencio profético. 2. Segundo libro de Macabeos (2 Macabeos). El Segundo libro de Macabeos describe en los capítulos 6 y 7, la persecución y el sufrimiento judío por la aplicación del decreto de Ptolomeo de obligar a los judíos al banquete sacrificial, relatando el asesinato del justo Eleazar y el de siete jóvenes hermanos y su madre. En 7:42 encontramos “Basta lo que he contado a propósito de los convites sacrificiales y la increíble crueldad del rey”. Auque el libro presenta ejemplos de la vida de los judíos y su vida piadosa en cuanto a la ley, se observa en el comentario anterior, que el autor escribe de su propia iniciativa. Esto mismo se observa en 15:37-38: Así acabo la historia de Nicanor. Como desde aquel tiempo la ciudad quedó en poder de los hebreos, yo también pondré punto final a nuestra historia. Si he logrado dejarla bien escrita y construida, eso es lo que yo quería. Si me ha salido vulgar y mediocre, he hecho lo mejor que he podido. 24 ¿Podrá un escrito inspirado por Dios ser mediocre o vulgar? Pedro declara que “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21, RV60). En 12:43-45 encontramos que este libro promueve la práctica de orar por los muertos. Con relación a Judas menciona lo siguiente: Después recogió dos mil dracmas de plata en una colecta y las envió a Jerusalén para que ofreciesen un sacrificio de expiación. Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección. Si no hubiera esperado la resurrección de los caídos, habría sido inútil y ridículo rezar por los muertos. Pero considerando que a los que habían muerto piadosamente les estaba reservado un magnífico premio, la idea es piadosa y santa. Por eso hizo una expiación por los caídos, para que fueran liberados del pecado (Énfasis añadido). Este libro enseña que el perdón de pecados se puede obtener por medio de rezar por los muertos. Doctrina que es contraria a la enseñanza de los libros canónicos, en los que el perdón de pecados se obtiene por la gracia redentora de Dios, por medio de Jesucristo. Esta práctica es algo que la Iglesia Católica Romana realiza hasta hoy, oponiéndose así a la fe ortodoxia de la iglesia de la época apostólica, y a la doctrina de la aplicación de la redención obrada por Jesucristo. Pablo por su parte exhorta a Timoteo “Como te encargué cuando salía para Macedonia, quédate en Efeso para avisar a algunos que no enseñen doctrinas extrañas, ni se dedique a fábulas ni genealogías interminables, que favorecen las controversias y no el plan de Dios, basado en la fe” (1 Timoteo 1:3-4) 25 3. Tobit (Tobías) Este libro presenta un respaldo para la práctica católica de dar limosnas, así encontramos en 4:7-11: Da limosna de tus bienes a toda la gente honrada y no seas tacaño en tus limosnas. Si ves un pobre, no vuelvas el rostro, y Dios no te apartará su rostro. Has limosna en proporción a lo que tienes; si tienes poco, no temas dar de lo poco que tienes. Así guardarás un buen tesoro para el tiempo de necesidad. Porque la limosna libra de la muerte y no deja caer en las tinieblas. Los que hacen limosna presentan al Altísimo una buena ofrenda.” (Énfasis añadido) De acuerdo a las escrituras canónicas quien nos libra de la muerte y no nos deja caer en las tinieblas es Jesucristo. ¿Podemos sustituir la obra de Cristo y confiarla a las obras humanas? Efesios 2:8-9 dice “Porque ustedes han sido salvados por la fe, no por mérito propio, sino por la gracia de Dios; y no por las obras, para que nadie se gloríe.” De acuerdo a la revelación canónica, los ángeles que se oponen a Dios y sirven al engañador son llamados demonios; éstos al igual que Satanás son mentirosos. El “ángel” Rafael que se presenta en este libro, miente varias veces a Tobías, con respecto a su propia identidad angélica. Este hecho relatado en 5:4-5, lo descalifica para ser un ángel de Dios: Tobías salió a buscar un guía experto que lo acompañara a Media. Cuando salió se encontró con el ángel Rafael, parado; pero no sabía que era un ángel de Dios. Le preguntó: -¿De dónde eres, buen hombre? Respondió: -soy israelita, compatriota tuyo y he venido aquí buscando trabajo, 26 Luego añade en 5:11-14 “Tobit le preguntó: - Amigo, ¿de qué familia y de qué tribu eres? Dímelo. Rafael respondió: -¿Qué falta te hace saber mi tribu? Tobit dijo: -Amigo, quiero saber exactamente tu nombre y tu apellido. Rafael respondió: -Soy Azarías, hijo del ilustre Ananías, compatriota tuyo.” (Énfasis añadido.) El libro además, enfatiza prácticas paganas de hechicería para ahuyentar a los demonios, las cuales son enseñadas por el “ángel” Rafael a Tobías en 6:3-9: Si a un hombre o a una mujer le dan ataques de un demonio o un espíritu malo, se queman allí delante el corazón y el hígado del pez, y ya no le vuelven los ataques. Y si uno tiene nubes en los ojos, se le unta con la hiel; luego se sopla, y se sana. Tobit practica posteriormente esta hechicería como describe 8:2-3, para ahuyentar a un demonio que atormentaba a Sara la hija única de Ragüel, la cual había sido dada en matrimonio siete veces, pero en cada caso, Asmodeo, un demonio malvado, había matado al esposo antes de que éste se uniera a ella como en todo matrimonio (3:7-8). El relato descrito en 8:2-3 dice: Tobías recordó los consejos de Rafael; sacó de la alforja el hígado y el corazón del pez y los echó en el bracero del incienso. El olor del pez alejó al demonio, que escapó hasta el confín de Egipto. Rafael lo persiguió al instante y lo sujetó allí, atándolo de pies y manos. Por otro lado, en palabras del propio Schökel, encontramos la siguiente afirmación: El libro de Tobías ha sido alabado por muchos comentadores de otros tiempos como lectura devota de familias cristianas; hoy no nos atrevemos a compartir semejante juicio. De hecho le costó afirmarse como libro canónico y, después, fue negado como tal por los reformadores protestantes. El argumento pudo ser entretenido y sorprendente, pero el autor no ha sabido desarrollarlo. 27 Es acertado el montaje paralelo del capítulo 4 y la no revelación del ángel; pero el ángel abusa de su poder para adelantar lo que va a suceder, matando periódicamente el interés narrativo. 25 4. Judit. Este libro presenta la historia -posterior al exilio- de una hermosa judía viuda, de buen testimonio ante Dios y los judíos, que presentándose como confidente de Dios, asesina a Holofermes, general del rey Nabucodonosor, rey de Asiria (1:1, 2:1). El libro presenta una inconsistencia histórica, ya que menciona a un rey de Asiria que nunca existió, especialmente porque ese imperio había dejado de ser una potencia mundial en los años posteriores al regreso del exilio babilónico. Encontramos en el texto de 4:1-3 que: Los israelitas de Judea se enteraron de lo que Holofernes, comandante en jefe de Nabucodonosor, rey de Asiria había hecho a aquellas naciones, saqueando y destruyendo sus templos, se aterrorizaron temblando por Jerusalén y el templo de su Dios, porque acababan de volver del destierro y hacía poco que el pueblo se había reagrupado en Judea, y ya habían consagrado el ajuar, el altar y el edificio del templo, que habían sido profanados. (Énfasis añadido). De acuerdo a J.I. Packer, Tenney y White, el imperio asirio tuvo su última gran campaña militar con Salmanasar IV, sucesor de TiglatPileser III, al sitiar a Samaria y finalmente bajo Sargón (722-705), derrotó a la ciudad y deportó a las tribus del Norte hacia Asiria en el 722 a.C. 25 Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro pueblo”, Introducción al libro de Tobías, (China: Ediciones Mensajero, 2006), p. 685. 28 El imperio asirio fue destruido por Babilonia alrededor del 612 a.C. y durante los años 597-586 a. C. Nabucodonosor II, rey de Babilonia derrotó Jerusalén y llevó cautivos a los judíos. Babilonia permaneció como potencia mundial hasta el reinado de Belsasar, quien ascendió al trono en 533 a. C. y cayó ante el poderío de Ciro el Grande, rey de Persia. 26 Si el regreso del exilio ocurrió alrededor del 520 a.C., siendo Darío (522-486) rey del imperio Medo, constituido en la potencia mundial de la región, ¿cómo podemos dar crédito a una narración que enfatiza repetidamente un error histórico en el contexto del período tan trascendental que marcó la vida de los judíos, como lo es la época posterior al cautiverio babilónico?, ¿podemos considerarlo como divinamente inspirado? 5. Sabiduría (de Salomón). Este libro enseña doctrinas que son contrarias a las enseñanzas de los libros canónicos, así encontramos en 10:1-4, con relación a la sabiduría, lo siguiente: Ella fue quien protegió al primer formado, padre del mundo, único creado, y lo liberó de su pecado, y le dio el poder de dominarlo todo. Se apartó de ella el criminal lleno de ira, y su furia fraticida le acarreó la ruina. Por su culpa vino el diluvio a la tierra, y otra vez lo salvó la sabiduría, guiando al justo en un simple tablón. Los escritos canónicos demarcan el plan salvífico de Dios, enfocándose hacia a la revelación de la obra redentora de Cristo, anunciado desde Génesis 3:15. Afirmar que la sabiduría es la que libera al hombre de su pecado, es contrario al mensaje que revelan los libros canónicos. 26 James Packer, Cerril Tenney y William White, El mundo del Antiguo Testamento, (Deerfield: 1985, Editorial Vida), pp. 147-149. 29 En cuanto a la causa del diluvio, de acuerdo a Génesis 6:5-7, no fue por causa del homicidio Caín, como lo afirma este libro deuterocanónico., sino que vino debido a que la maldad de los hombres era de tal magnitud, que sus pensamientos eran continuamente hacia el mal. Esto causó un profundo dolor a Dios, moviéndolo a raer a los hombres de la faz de la tierra. 6. Eclesiástico (Sabiduría de Ben Sirá) Schökel afirma en su introducción a este libro: El libro fue compuesto en hebreo hacia el 197 a.C., para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por parte de la tradición judía.27 A pesar de que el libro recuerda en su estilo las obras de Salomón, el sabio rey de Israel, es una producción literaria apócrifa del período del silencio profético en Israel. En cuanto a su autoría, al final del libro encontramos: “Simón, hijo de Jesús, apellidado hijo de Sirá.” El libro no cumple los criterios de inspiración, antigüedad, ni el de ortodoxia. 7. Baruc. Este libro apócrifo pertenece a la categoría de pseudoepigráficos, ya que es atribuido en 1:1 a Baruc, hijo de Nerías y siervo del profeta Jeremías. Sin embargo, el libro realmente es una compilación de varios escritores tardíos; resultando ser una pobre imitación de los escritos proféticos canónicos del Antiguo Testamento. ¿Existe 27 Luis Alonso Schökel, Op. Cit., pp. 1380-1381. 30 inspiración divina en un escrito que fue hecho falseando la identidad del autor?, Schökel, menciona al respecto: Baruc, hijo de Nerías, desempeña un papel importante en la vida y obra de Jeremías, como su secretario (Jr.329), portavoz (Jr. 36), compañero (Jr. 43) y destinatario de un oráculo personal (Jr. 45). Esto ha movido a escritores tardíos a acogerse bajo su nombre, ilustre y poco gastado, y atribuirle escritos seudónimos. Entre esas obras seudónimas se encuentra la presente y la única que entró en nuestro canon como escritura inspirada por Dios. El libro se compone de una introducción y tres secciones autónomas. No sabemos si las tres piezas son obras del mismo autor o de la misma época. Como cambia el tema cambia también el estilo. Si Baruc siervo de Jeremías, fue el autor de este libro, debería haberlo escrito en la época de Jeremías, quien vivió alrededor del 626 a.C., por lo que no cumple con el criterio de antigüedad. Respecto a la fecha de redacción, Schökel afirma: Es posible datar la fecha de composición de las tres partes del libro pero, por el análisis interno de las mismas, podrían situarse en un período que abarca desde el año 300 a.C. hasta el 70 d.C. Se conjetura razonablemente que es uno de los últimos libros del Antiguo Testamento.28 El libro de Baruc fue igualmente rechazado por los reformadores, por no ser parte del canon hebreo, y porque fue rechazado por los padres de la Iglesia, tales como Jerónimo, el célebre traductor de la Vulgata, y considera solamente aquellos libros que eran leídos y reconocidos por los hebreos. Jerónimo tenía claramente definido el canon hebreo, 28 Luis Alonso Schökel, Op. Cit., pp. 1089-1090. 31 al cual ciñó su traducción al latín. Como se mencionó anteriormente, los apócrifos fueron añadidos a la Vulgata después de su muerte. C. APLICACIÓN: SEÑALAR A CRISTO. ¿Por qué es importante discernir acerca de la autoridad de los libros deuterocanónicos? Su importancia radica en el hecho de que al ser usados como base de las creencias de una comunidad de fe, esta comunidad se ve expuesta a falsas doctrinas y a su consecuente extravío del cristianismo primitivo. Como corolario, llegaremos finalmente a contradecir las doctrinas fundamentales de la fe del cristiana; verdades por las que muchos creyentes a lo largo de los siglos, han estado dispuestos a morir antes que negar su fe. ¿Cómo podemos confiar nuestro destino eterno a enseñanzas contrarias al resto de libros canónicos? Si enseñamos en base a los apócrifos que el perdón de los pecados puede obtenerse mediante las limosnas –llámese “indulgencias”- y que los muertos pueden ser perdonados y salvados de la condenación mediante los rezos de los vivos, ¿Adónde dejamos la redención y sacrificio de Cristo para el perdón de nuestros pecados y la promesa de vida eterna por creer en su nombre? Conviene asegurarse como, dijo Pablo a Timoteo, “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo se a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” CONCLUSION Luego de haber examinado la historia de la formación del canon del Antiguo Testamento, los criterios utilizados para la aceptación de los libros canónicos, y el contenido de los libros deuterocanónicos, concluyo que hay razones de peso por las cuales estos apócrifos no fueron incluidos dentro del canon hebreo. 32 En primer lugar, he de mencionar que el cristianismo tiene sus raíces en el judaísmo, que a su vez, tiene la Biblia hebrea como escritos autoritativos. Este canon fue enfatizado y transmitido celosamente por los masoretas con riguroso cuidado, de manera que todo escrito que no formaba parte del canon hebreo, era descartado por no ser divinamente inspirado. En segundo lugar, como puede evidenciarse en la historia de la formación del canon, los libros deuterocanónicos son libros apócrifos, los cuales nunca fueron considerados como libros sagrados por lo judíos, sino solamente como literatura con fines instructivos, razón por la cual no fueron incluidos en el canon de las Escrituras hebreas. En tercer lugar, concluyo que los diferentes criterios utilizados para determinar la autoridad divina de un escrito, muestran que la comunidad de creyentes, tanto judíos como cristianos, no atribuyeron nunca el estatus de “autoritativo” a un escrito; sino que, solamente reconocieron oficialmente la reputación de autoridad que el escrito ya tenía en Israel (o la iglesia, para el caso del Nuevo Testamento). Finalmente, luego de examinar el contenido de los libros deuterocanónicos, desde un texto oficial de la Iglesia Católica, concluyo que la única razón por la que estos libros fueron incluidos en el canon del Antiguo Testamento, es que sirven de base para justificar algunas prácticas y doctrinas de esa Iglesia, como la oración por los muertos, el perdón de pecados mediante el pago de indulgencias, la salvación por obras y otras, las cuales no cuentan con el respaldo de los libros canónicos. Concluyo este documento con un agradecimiento a Dios, por haber preservado el texto de las sagradas Escrituras a lo largo de tantos siglos, y haber 33 transformado mediante ellas, la vida de millones de seres humanos, como la tuya y la mía, ¡A Él sea la gloria! 34 BIBLIOGRAFIA. Anderson, Bernhard. Understanding the Old Testament. Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1986. Archer, Gleason L. Reseña crítica de una Introducción al Antiguo Testamento. Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1987. Bruce, F. F. 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