Al doctor Carlos Cortez Álvarez que inspiró muchas de estas páginas

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Dedicatoria
Al doctor Carlos Cortes Álvarez que inspiró muchas de estas páginas
I
Rioja, la bien fundada
No tuvo al igual que otras muchas ciudades de Argentina o del resto de América
española, ni otra fundación, ni un traslado o lo que fuera. Donde Ramírez de Velasco
fundó y plantó, ahí quedó para siempre, por más que les pesara dos siglos después a
varios vecinos que quisieran desfondarla y mandarse mudar. Eso no ocurrió, por el
contrario.
Don Ramírez de Velasco puso en ejecución lo que disponían desde veinte años antes las
leyes españolas. Fundó en un lugar soleado, con buenos vientos, con terreno apropiado
para el escurrimiento de las aguas, con fuentes de agua próximas y así por el estilo.
Todo una pinturita. Dispuso los solares de la primitiva cuadricula de acuerdo con los
merecimientos o parentescos, ubicó el cabildo, la matriz, los solares para las órdenes
religiosas y así todo muy prolijamente. Y prolijamente, también, se otorgó 1500 indios
en encomienda, pues la caridad bien entendida empieza por casa, y luego en orden
descendente y parentescamente hablando, les dio a sus parientes un poco menos de
indios y así hasta el cansancio.
Aquí, desde el vamos, fijó una de las reglas de oro de La Rioja que permaneció por
siglos y siglos; bueno, los 4 siglos que corrieron desde aquel 20 de mayo de 1591 hasta
la actualidad: “primero los parientes, luego los parientes y después los parientes”.
Pero la codicia del fundador fue tenida muy en cuenta por los funcionarios que tiempo
después le hicieron el “juicio de residencia” y consideraron que el fundador había
cometido serias irregularidades administrativas y casi fue a parar a la cárcel. Pero zafó,
aunque de poco le valió tanta dicha porque Dios o vaya a saber si Belcebú, lo llevó al
otro mundo cuando viajaba rumbo a Buenos Aires y se encontraba en Cayastá, la
primitiva Santa Fe. Todavía existe allí una placa que comunica a la posteridad el deceso
del cuitado.
Los comienzos
La cosa comenzó bien, a lo que parece. Se repartieron los solares, se trabajó en
construcciones y en siembras y La Rioja inició su larga marcha. Lo que sí hubo desde el
comienzo fueron buenos y relevantes abusos contra los indios. Y de estos abusos y
excesos y de la presencia en La Rioja, en Semana Santa del 1593, de Francisco Solano,
se dio origen a la fiesta religiosa más pintoresca, curiosa y original de América Latina:
el Tinkunaco, que tuvo éste lejano antecedente y éste lejano prestigio.
De todo esto y mucho más dieron buena cuenta Efraín de la Fuente en su extraordinario
trabajo sobre los tiempos de la fundación, obra que merecería muchas reediciones, Alilo
Ortiz en su “Tinkunaco riojano” y otros libros que rescatan el hecho que fueran las
cofradías y el fervor del pueblo cristiano lo que permitió que el Tinkunaco sobreviviera
a tantos años y vericuetos históricos.
De cómo era la vida en esos tiempos lo podemos sintetizar con una curiosa anécdota
que recoge Miguel Ángel Peralta en su libro “Aportes para una historia de la iglesia en
La Rioja”, donde cuenta que se prohibieron los oficios religiosos nocturnos a principios
del siglo XVII (1600) y fue entonces cuando se comprobó que muy pocos fieles iban a
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misa. ¿La razón? Que todo el mundo trabajaba y laboraba en las chacras fuera de la
ciudad y no tenían tiempo de venir a la santa misa de día. Y es que la vida se
desarrollaba en esas chacras, donde se creaba la riqueza y no en la ciudad donde una de
ésas ni se vivía.
Era, usando un término poco urbanístico, una sachaciudad o una ciudad que no era
ciudad.
El paraíso terrenal
Ya bien entrado el siglo XVII fue un sacerdote que llegó a La Rioja y atravesó dos
leguas de naranjales que calificó a La Rioja como “paraíso terrenal”.
No sabemos si lo hizo luego de fuertes libaciones de caldo (vino) riojano o el hombre
era un andaluz de profesión y se le fue la lengua. Pero el testimonio quedó y lo recogió
Félix Luna muchos siglos después.
Otra regla que comenzó a generarse por aquellos años fundacionales fue la ley de
“mangueo”. Esta ley que la pensaron los primeros cabildantes establecía que siempre
había que pedir ayuda o exenciones impositivas al rey o al monarca republicano. Porque
La Rioja, por su ubicación geográfica, por su lejanía respecto a los lugares de consumo,
etc etc. necesitaba sí o sí que se la ayudara.
Esta ley del mangueo comenzó desde el vamos y duró los 409 años exactos que tiene La
Rioja. Es, sin duda, la ley de diferimientos impositivos más larga y anciana de que se
tenga memoria pues la ley 22.021 no fue sino copia mejorada de aquella vieja carta que
los cabildantes riojanos elevaron al rey de España, como muestra que aún sigue
teniendo plena vigencia.
Cuando los indios se cabrearon
Parece, según cuenta Aníbal Montes, que los indios próximos a Salta un día vieron
llegar a un grupo de españoles que se pusieron a cavar buscando lo que suponían sería
metales preciosos.
Los indios no necesitaron más ni pidieron muchas explicaciones y ahí nomás los
mataron. Tenían el trauma de la “mita” y sabían muy bien lo que significa ir a trabajar
como esclavos a los socavones. Y ahí comenzó todo. Las famosas guerras calchaquíes
que duraron como 30 años y que dejó todo patas para arriba.
La Rioja casi desaparece. El nieto de Jerónimo Luis de Cabrera, que como era original
llevaba el mismo nombre que su abuelo, el fundador de Córdoba, se las vio negras para
dominar a los indios. Pero con un poco de traición y otro de astucia logró sus objetivos.
Uno de ellos era: “el indio bueno es el indio muerto”. Y fue así que, procurando tener
muchos indios buenos, no dejó indio vivo. Si por un lado salvó la ciudad, por otro la
susodicha quedó bastante mal parada. Si La Rioja era un paraíso antes de estas guerras,
luego de ella ya no fue paraíso ni infierno, ni nada de nada. Y así pasó más de un siglo
medio entre fantasma o aparecida. Fueron años duros y rudos, años que dejaron una
suerte de base espiritual adaptada al sacrificio y al masoquismo.
“Los más orgullosos”
Este vivir difícil y sufrido, esta lucha cotidiana para subsistir y durar provocó una
actitud o una forma de ser que Félix Luna calificaría de “orgullosa”.
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No aceptar estar embromados, no aceptar dejarse vencer, no aceptar bajar los brazos.
Eso fue lo que forjaría un pueblo duro, sufrido, valiente y orgulloso. La Rioja aceptó el
desafío.
A fines de los tiempos coloniales, Sobremonte –por entonces gobernador de Córdoba y
por ende de La Rioja– mandó hacer un censo. Les encantaba a los españoles hacer
censos. No para saber lo bien que estaban sino lo contrario, es decir, lo mal que estaba
todo. La Rioja cumplió a pie juntillas este presupuesto.
Apenas si había unos cuantos ranchos de mala muerte, algo así como 2000 vecinos y
unas rentas que no llegaban ni a los 40 pesos.
Es que La Rioja (y ésta sería otra de sus leyes seculares), en esto de no pagar impuestos
municipales tiene una larga y honrosa tradición. Por eso, riojano que hoy en día no paga
sus impuestos no hace sino cumplir a rajatabla con esta vieja ley: “desde los tiempos
coloniales, los riojanos no pagaron sus impuestos”.
Y el bueno y gordinflón de Sobremonte, que fue un correcto administrador como
gobernador, cuidadoso hasta el cansancio de los dineros públicos, mostró como virrey
que en esto de cuidar la caja con los dineros era un campeón pero como militar era todo
un cagón.
La verdad que no sabemos si cuando se enteró lo poco que pagaban los riojanos en
impuestos se enojó o se encogió de hombros y dijo para sí: “¡¡bah, son cosas de
riojanos!!”. La verdad que la historia, que tantas pavadas ha aclarado, nada ha dicho
sobre esta otra pavada.
La Rioja de la buena gente
Muchas veces pinta mejor a la persona o al pueblo una anécdota oportuna que no los
muchos datos al cuete, Mayo de 1810 pasó sin pena ni gloria. El padre Pelanda López
supo averiguar sobre este tema y así lo estableció.
Pero La Rioja luego apoyó firmemente pero a su modo. Así lo demostró cuando acogió,
al poco tiempo de producida la Revolución de Mayo, a unos cuantos prisioneros, o
mejor, exiliados que la Junta porteña extraditó por complotadores o poco afectos a la
revolución al interior del país.
Entre los que vinieron a La Rioja estaba un rico comerciante español y usurero, don
Francisco de Telechea que muchos años después sería motivo de un librito que escribió
don Pedro Camilo Alem. Bueno, don Telechea se encontró en La Rioja bien a sus
anchas. Todo el mundo lo atendió a las mil maravillas. Todos fueron buenos con él. Le
escucharon sus peroratas, sus chistes, sus chismes y, luego de pasarla bomba, el bueno
de don Francisco, tras más de un año de estar en La Rioja, fue autorizado a volver a
Buenos Aires. Allí, obligado entre tantas atenciones y cuidados de los riojanos, dejó un
generoso legado en plata contante y sonante que, casi a finales del siglo XIX, La Rioja
cobraría. Luego, tozudo como era siguió complotando hasta que Juan Martín de
Pueyrredón, Director Supremo, harto de Telechea y sus amigos, los mandó fusilar.
Luego, quizás para enmendar tan cruel conducta revolucionaria, casó con la hija de don
Telechea y de ese matrimonio nació uno de lo más grandes pintores argentinos:
Pridiliano Pueyrredón Telechea.
Pero el otro lado de la anécdota es que al mismo tiempo que Telechea marchaba con
algunos compañeros a La Rioja, otros cientos más eran llevados al sur de la provincia
de Buenos Aires, metidos en ranchones inmundos, en verdaderos campos de
concentración y sometidos a duros castigos y sacrificios.
La Rioja en esos tiempos duros dio un ejemplo de bonhomía y de buen vivir en la
ciudad chiquita y pobre pero de gente de generoso corazón.
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Y como la historia seguía corriendo, en 1817 La Rioja contribuía con 500 hombres a la
expedición Zelada-Dávila, con cañones que fueron fabricados en Famatina, con unos
400.000 kilos de harina, pues La Rioja era importante productora de harina, y con
muchas cosas más.
Aquí vemos otra ley que siempre tuvo presente La Rioja: “cuando hay que estar, hay
que estar y no mirar para otro lado”.
La avalancha de caudillos
A partir de 1820, La Rioja se separa de Córdoba y se convierte en estado autónomo. Ya
Ortiz de Ocampo, Castro Barros y otros habían mostrado que contaba con hombres y
mujeres de altas capacidades intelectuales. No necesitaba a los cordobeses. Y como la
cosa iba en serio, en ese año comienza la era de Facundo. En todos esos años, gran parte
de la política nacional pasaría por La Rioja o por Facundo, más bien.
Cincuenta años después, en 1870, cuando moría Varela, se cerraría el gran ciclo de la
más grande y conmovedora epopeya argentina: la lucha de los tres más grandes
caudillos argentinos: Facundo, Peñaloza y Varela. ¿Qué buscaron los tres y numerosos
seguidores? En síntesis: la defensa de un estilo de vida y de las economías regionales.
Porque la globalización ya había comenzado y los ingleses metían sus productos y
destruían la industria y las producciones del interior. El puerto cipayo y entreguista se
oponía a los intereses de los pueblos del interior que tuvieron en estos tres caudillos
riojanos la mejor expresión de esa lucha denodada, generosa, sabia y humanitaria. En la
memoria popular (veáse el Cancionero Popular de Juan Alfonso Carrizo), en el folclore,
en libros de todo tipo y pelaje quedó el testimonio de esta lucha de medio siglo. Pozo de
Vargas fue el acto final.
La Rioja de “Mis Montañas”
No tenía ni 25 años cuando escribió el libro más importante de la literatura riojana y
uno de los más significativos de la Argentina. Fue quizás el riojano más sabio de todos
los tiempos. Hizo que el majestuoso Ande entrara en las letras nacionales.
“Mis Montañas” es realmente un libro imperecedero. En 1889, siendo gobernador de La
Rioja, viajó en excursión a Huaco y allí se reencontró con su niñez y allí gestó la obra.
Muchos conocieron La Rioja en este libro.
Joaquín Víctor González renovó las letras, la jurisprudencia y, fundamentalmente,
renovó la universidad argentina. La universidad de La Plata, que presidiría por más de
una década, se convirtió en la mejor universidad argentina, en centro renovado de ideas,
en ariete intelectual contra un pensamiento vetusto y torpe. Y así como González
renovaría la universidad, Rosario Vera Peñaloza lo haría en el primario, en el
normalismo en general.
Del cablecarril al cuarteto
La Rioja comenzó el siglo XX con la construcción del cablecarril, el segundo más largo
del mundo. Una obra que se pensó sacaría a la provincia de su pobreza y lograría
despertar el gigante y dormido Famatina. Todo comenzó bastante bien. Las zorras iban
y venían desde La Mejicana a Santa Florentina llevando el mineral.
Pero los ingleses de “The Famatina Development Company” hicieron todo para
transformar el ansiado sueño en una pesadilla. Fue uno de los más grandes negociados y
trampas que se conozca en la historia argentina.
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En definitiva, quedó un montón de desesperados acreedores y una empresa que
desapareció y mostró que los ingleses, además de unos perfectos caballeros, son unos
muy buenos ladrones. No digo todos, por supuesto, pero casi todos.
En 1929 subió al gobierno riojano Juan Zacarías Agüero Vera que hizo algo que hasta
entonces no había hecho gobernador alguno: tener un buen plan de gobierno. Y de ahí
surgió el Banco Rioja, la Caja de Jubilaciones y otras muchas buenas ideas. Incluso
como hizo un empréstito, el general Fernández Valdés, cinco años después, con
$300.000 del mismo, construida la Casa de Gobierno. Esta y muchas otras harían que
Ángel María Vargas dijera que en estos años “La Rioja se puso los pantalones largos”.
Bueno, en realidad, antes había andado con los calzoncillos de la montonera, por lo que
la frase no estaba del todo mal.
Y vino el peronismo y La Rioja, por obra y gracia de los buenos representantes que
mandara Perón (Ocampo Giménez, Albrieu, etc.) se sacó la camiseta radical y se puso
casi definitivamente la peronista.
Pero sin ponernos camiseta alguna, diremos que en estos últimos cincuenta años, los
mejores gobernantes o las mejores leyes que tuvo La Rioja no fueron peronistas ni
surgieron de esos gobiernos.
Si hubiera que hacer un ranking del mejor gobernador que tuvo La Rioja, diremos que
fue don Guillermo Iribarren porque tenía desde hacía más de 25 años, cuando subió al
gobierno en 1967, un plan de desarrollo económico total que lo puso en funcionamiento
en plenitud. Y la mejor ley, fue, sin duda, la 22021 de Desarrollo Económico de 1979.
Bueno, pero de todo eso se puede hablar y discutir hasta el cansancio.
Y para terminar diré que La Rioja desaprovechó los generosos recursos que durante los
diez años de su presidencia le giró Carlos Menem, que se comportó como un riojano de
ley. Pero en La Rioja la dirigencia local no supo estar a la altura del desafío. Y La Rioja
celebra su entrada al siglo XXI con un balance bastante poco positivo.
Su educación un desastre, su pobreza golpeando miles de sus hogares, sus llanos sin
desarrollar y así hasta el infinito.
Pero La Rioja siempre tuvo muy presente otra ley: “si hay que aguantar, aguantamos”.
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II
Tribulaciones de un comerciante en las guerras civiles
La siguiente es la crónica de las tribulaciones de un comerciante chileno establecido en
La Rioja durante el largo período que va de 1829 a 1872.
Una serie de borradores de cartas, presentaciones, planillas, balances de sus infortunios
nos muestra no ya las exacciones que a sus bienes pudo hacerle uno de los bandos en
lucha sino el sistemático y similar accionar que todos, unitarios, federales, amigos o
enemigos, liberales, montoneros, tuvieron con los mismos.
Manu militari o con buenas y educadas maneras, con el terror o la persuasión, uno y
otro bando a lo largo de todos esos años abusarían hasta el colmo de su fortuna y
pertenencias como de tantos otros.
Y así todos son acusados en las reclamaciones que eleva al Gobierno Nacional pidiendo
reparación por los perjuicios que le ocasionaran. Todo lo fue anotando, prolijamente,
José María Jaramillo, nacido en 1801 en Valdivia, Chile, y que en 1829 ya está
instalado en Mendoza como que casa el 7 de diciembre de ese año con una niña de la
sociedad mendocina.
Sin fecha ni lugar (seguramente por los años 60) es una carta en la que Jaramillo inicia
la narración larga y prolija de sus vicisitudes.
“Muy penosa y larga sería la narración de los padecimientos que he sufrido, en la
República Argentina, particularmente en las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja
y Córdoba. Es preciso hacerla aunque sea a grandes rasgos; será imperfecta por eso, por
los escasos conocimientos y el tiempo que ha pasado de los sucesos, que como antiguos
han perdido ya su vigor y otros hechos peores les han desvirtuado”.
El mismo tono empleará Jaramillo en todas sus presentaciones. En la que dirige a Mitre
–el 25 de julio de 1862– habla de sus martirios y en otras de sus sufrimientos,
persecuciones, atropellos.
Casa en Mendoza con doña Josefa Videla Pacheco (hermana del coronel Pablo Videla,
víctima de la batalla del Pocito) y expresa Jaramillo: “No tanto por el amor que le
profesaba, cuanto por dejar bien puesto el honor nacional como caballero”. Extraña
explicación que suponemos connota ciertos abusos de confianza por parte del chileno
con la dama en cuestión, que un prudente casamiento haría olvidar.
“A los tres días (10 de diciembre) llegó a Mendoza la noticia de la fusilación del
General Dorrego. Enemigo de estar ocioso quise aumentar un negocio de efectos de
ultramar que había traído de Santiago del Chile y contraje algunos créditos con mi
hermano político Don Francisco Videla, vecino de Aconcagua, para hacer ventas por
mayor y menor. En 1829 se empezó a conflagrar la República y el invierno entrante
concebí el proyecto de realizar la venta de todas esas mercaderías en Córdoba, donde ya
estaban a muy buen precio y creyendo de buena fe al Gobernador Don Juan Corbalán y
su Ministro de Gobierno García, les comuniqué mi proyecto de salir para Córdoba con
mi negocio a reducir a plata; lo aprobaron ellos y me facilitaron mi pronto despacho.
Haciendo sacrificios y gastos apronté mis 40 cargas (en la carta a Mitre habla de 50)
para irme con la tropa, y cuando ya estaban forrándose en cuero y casi listas, se me
presentó la ocasión de que partían en un coche para Córdoba el señor General
Rudesindo Alvarado, Don Julián Paz, hermano del gobernador de Córdoba y me
facilitaron un asiento en el carruaje, dejando yo casi lista mi tropa, para que saliese a los
dos días que partí”.
Y aquí se inicia, propiamente, el largo historial de sus desgracias “A los tres días (junio
4 de 1829) fuimos presos en la jurisdicción de Mendoza antes de pasar el Río
Desaguadero. Mandé un propio en ocultas del oficial Domínguez y éste me preguntaba
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cada nada por mi tropa, cuando llegaría, hasta que le dije que no vendría porque la había
hecho volver, quiso exigirme le dijera que con quien había escrito a Mendoza, le dije
que con un gaucho que pasaba por allí que no le conocía. Entonces me dijo y enseñó la
orden que tuvo para hacer pasar mi tropa cargada a entregarla al Gobierno de San Luis
quedando yo preso”.
Describe aquí Jaramillo la extraña conducta del Gobernador Corvalán y su ministro que
facilitan su viaje a Córdoba con órdenes de apresar y conducir su carga a San Luis. No
será, por cierto, la primera de las muchas traiciones y agachadas que sufrirá el
comerciante trasandino.
“A los pocos días que no conseguí mi libertad solicitaba al Gobierno de San Luis por las
recomendaciones que mandé, ni por conducto de los respectos del Gral. Aldao que
estaba allí curándose las heridas que sacó de Córdoba en la Batalla de la Tablada
(23/6/29), quien me contestó que no le era posible conseguir mi paso a Córdoba porque
estaba en guerra con San Luis y Mendoza y que no tenía poder con aquel gobierno”.
“Después de esto el oficial Don Carmen Domínguez vino a conducirnos más cerca de
Mendoza al lugar llamado Conocorto a la disposición del Indio Don Juan Díaz, juez de
aquel puesto y nombrado por el gobierno de Mendoza y entró en la jurisdicción de
Mendoza estábamos presos los Señores Alvarado, Paz, y yo, sin escolta y solo cerca del
Juez en una que arrendamos”.
El historiador Edmundo Correas (1) al referirse a esta época en Mendoza, escribe: “La
derrota de Quiroga y el hecho de retirarse herido José Félix Aldao a San Luis,
entusiasmó a los unitarios, los que por medio del capitán Agustín Moyano, producen el
10 de agosto la sublevación de Los Barriales”.
“La sublevación de Moyano es consecuencia directa del descalabro de La Tablada. Por
un momento se obscurece la estrella de Quiroga, pero las vacilaciones de los unitarios
malogran este conato anticaudillista. Producida la revuelta, cae el gobierno federal de
Corvalán. Es elegido un pariente del sublevado, Juan Cornelio Moyano, pero éste no
desea continuar la aventura.
Entonces el pueblo aclama gobernador al general Rudesindo Alvarado, quien se
encontraba de paso por Mendoza”.
Jaramillo continúa su relato: “Estuvimos ahí presos hasta que hubo el diez de Agosto
una Revolución en los Barriales de Mendoza, encabezada por el Coronel Moyano a
favor del partido unitario, y los que encabezaron esa revolución ordenaron al Juez Díaz
que nos pusiera en libertad y nos auxiliara para que pudiéramos por las Postas retirarnos
a Mendoza. Mis dignos compañeros se aprestaron para ir a tomar parte en la Revuelta,
yo lejos de mezclarme en ella como Extranjero pedí caballos y mulas de carga para
llevar mi equipaje así al Sud donde no había fuerzas de ningún partido y esconderme
hasta que se pacificara la asonada”.
Esta confesión de prescindencia política es digna de destacar. En ningún momento –a
pesar que su condición de comerciante, relacionado por sus dos casamientos con la clase
alta de Mendoza, por el primero, como de La Rioja, en su segundo-Jaramillo muestra
sus inclinaciones por alguno de los bandos en lucha. Antes por el contrario tratará de ser
–o mostrarse– prescindente y aún incluso desaparecer de escena. Actitud constante de
su conducta.
“Pero –prosigue– mi familia de Mendoza, me hizo venir a los Barriales, para que pasara
a Mendoza, lo hice viniéndome de las Barrancas de la hacienda del Sr. Gil a los
Barriales, donde estaban mis dichos compañeros, les entregué sus equipajes y quise
marcharme a Mendoza y me lo privaron en el acto obligándome a que los acompañara
en el coche y entrar en Mendoza como habíamos salido. Se puso de Gobernador el Gral.
Alvarado y por un vando obligó a todo estante y habitante tomar las armas”.
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Suena más cerca de la verdad lo que afirma Jaramillo y no Correas ni Saldías que
hablan del paso circunstancial de Alvarado por Mendoza y que fue el pueblo quien lo
aclama gobernador. En fin, minucias que no hacen al caso.
“En el Pilar hube de ser degollado con el Señor Laprida”
Poco dura Alvarado en el gobierno de Mendoza. El 22 de setiembre de 1829 se produce
la “Batalla del Pilar” como se le llamó a este memorable hecho de armas, poniendo fin
Quiroga, por un tiempo, al accionar unitario.
Los historiadores están contestes en confirmar lo sangrienta de la misma y los excesos
que hubo de ambas partes.
“Yo me encontré –escribe Jaramillo– en el campo del Pilar porque el Gral. Don Pedro
Leon Zuloaga, el 22 de setiembre me llevo allí con el Dr. Laprida y otros que debíamos
pasara a Córdoba en lo montado. Sucedió la traición estando en tratados y fui salvado
por un oficial Don Florencio Videla que me escondió de ser lanceado, aunque se corrió
haber sido degollado yo como me lo refirió el Sr. Ribera Indarte. En el Pilar, hube de
ser degollado con el Sr. Don Laprida”.
Saldías (2) recuerda que en el Pilar “además del comandante, autor de la revolución,
fueron sacrificados algunos oficiales, siendo muy pocos los que pudieron llegar a
Córdoba; don Francisco Aldao, hermano del coronel don Félix, fue fusilado por un
pelotón de cívicos y para que no faltase ni la sangre de los más ilustres, murió también
en esta ocasión don Narciso Laprida, el presidente del Congreso que declaró la
independencia en Tucumán”.
Y Jaramillo no tiene empacho en confesar: “a los tres meses de estar oculto de miedo, se
me puso en prisión”.
Y refiriéndose a las consecuencias personales del desastre del Pilar continúa: “habiendo
sido esa noche y el 23 saqueada mi casa tienda y todo lo que en ella hubo por los
Federales, escapando mi esposa por los fondos por el albañal de una acequia a otra casa
vecina”.
Parece que los daños fueron muy cuantiosos, tal como lo manifiesta en un balance de
pérdidas, en el que dice: “Por más de diez mil pesos en mercaderías que ese día me
saquearon las fuerzas del Gobernador Don Juan Corbalán en mi tienda que la tenía en
mi propia casa o de mi esposa Da. Josefa Videla Pacheco quien escapó por los albañales
a la vecindad y mi escritorio fue también saqueado perdiendo en él todos los
documentos, pagarés, libros, y demás que los calculo en dos mil pesos que esta partida
importa doce mil”.
Y no terminan los males. Pues Aldao le exige 5000 pesos de contribución “que no quise
dar. Y en Diciembre del mismo año se me despachó desterrado a La Rioja sin que
valieran los fuertes reclamos de mi Cónsul Godoy y a nombre de la Nación chilena
hasta que al mismo Cónsul lo asustó el Gral. Quiroga y escapó para Santiago de Chile
dejándome desterrado en La Rioja”.
“Por el honor de chileno sufrí los mayores tormentos y amenazas en la prisión hasta se
me amenazó que me pegarían 5.000 azotes y contesté que si me pegaban azotes que al
morir de ellos diría ¡Vivía Chile que me vengará! Con el que Jaramillo mostró sus
asustado patriotismo la causa que no se le castigara, sino, posiblemente que el
presidente de Chile don Francisco Antonio Pinto (3) “envió un comisionado cerca de
Quiroga para interceder por los prisioneros. Este contestó al comisionado que habiendo
sabido que el ministro de Relaciones Exteriores de Chile debía a favor de los protegidos
oprimidos de un partido, se negaba a acordar la generosa deferencia que se había
propuesto “para que ella no se interprete como consecuencia de temor al poder que la
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postulaba”. Una vez que el comisionado le satisfizo plenamente, Quiroga le dirigió una
nota así concebida: “Yo hubiera vestido de luto a cien familias si hubiera seguido el
sistema de permitida represalia. A nosotros se nos ha hecho una guerra sin ejemplo. Se
me han asesinado oficiales del modo más atroz… yo solo he pensado en sacar recursos
de los que la suerte puso en mis manos, dándoles una vida que habían renunciado en el
acto de servir a jefes que me hacían la guerra a muerte, dándoles la vida a individuos en
cuyas manos la mía no habría durado un solo instante”. Y cerraba su nota manifestando
que los prisioneros iban libres a Chile y que el general Alvarado se encontraba en San
Juan en completa libertad. Baladronada de Quiroga, porque un pescado gordo como
Jaramillo al que Aldao exigía la mitad de los 10.000 pesos de contribución que requería
de los mendocinos, poco o nada tenía que ver con los sucesos ocurridos. Y asi fue a
parar Jaramillo al Medanito de La Rioja, “donde fuera acabado por los zancudos
(mosquitos) poniéndome por conductor al asesino Morales que castró y degolló al joven
Salinas, y que era mirado con el horror que espiraba su maldita índole; pero la
naturaleza, y mi debota la azucena de Quito, como mi parienta, me ha librado,
conservándome la vida en tantos peligros en que he debido perderla y sería largo
referirlos”.
Parece que sus tres meses de prisión y los amargos acontecimientos posteriores de ese
año en el que inicia sus tribulaciones, ya habían resuelto a Jaramillo a tomar prudente
distancia de tanto guerrero ardoroso y depredador que no encontraba mejor actitud que
robar y empobrecer su casa, su comercio, su familia y su persona. Por ello escribe:
“1829, Setiembre 30. Por el perjuicio que los dos gobernantes dichos me hicieron en
aquella prisión de la partida por que ellos sabían que mi especulación era llevar mis 50
mil pesos a Córdoba venderlos por mayor y ganar en ellos un 50% libres… $25.000.
Noviembre 30. Por la ganancia que me habrían dado los 15.000 pesos empleados en
Yerba Mate en Buenos Aires y conducidos a Valparaíso donde me iba a establecer y
vender la casa de mi esposa de Mendoza y todos los enseres que dejaba allí para no
pisar más las provincias Argentinas como lo había comunicado a mis compañeros”.
Pero Jaramillo en este y otros documentos no puede con su genio de meticuloso
comerciante al ver que sus proyectos fracasaron rotundamente. Y ese lucro cesante de
las mercancías que vendería en Córdoba, pellizcándoles nada más que un 50% y en
Buenos Aires otro tanto, más los bienes de su esposa que vendería en Mendoza por
$16.000 le permitirá contar con un capital en Valparaíso de $74.880 que al no haber
llegado nunca a destino no le permitió ganar 157.000 pesos en 36 años de destierro…
En fin, año malo fue este 1829. Dos veces en prisión de junio a agosto y de octubre a
diciembre. Puros gastos y pérdidas. Sus 40 cargas que nunca llegaron a destino por
valor de $50.000, la utilidad del 25% que nunca logró, su tienda y casa de Mendoza
saqueadas, $12.000; su mujer estropeada, inmunda e histérica porque no era costumbre
ni lógico obligar a toda una dama a escapar por los albañales y como si todo ello fuera
poco, además de casi terminar su vida degollado, la inaudita pretensión de Aldao de
hacerle pagar 5.000 pesos de contribución. Y en castigo a su “absurda” negativa los
zancudos de La Rioja, ávidos de probar sangre chilena, más montoneros que nunca. Mal
año para don Jaramillo.
Del delicado arte de persuadir para cobrar deudas
Siempre insistiría en decir que a él lo desterró a La Rioja el gobernador de Mendoza,
destierro que nunca nadie se encargó de levantar. Por lo que, cuarenta años después,
reclamaría su correspondiente pago en pesos, por los años de destierro...
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Del año 30 y 31 son dos cuentas que nadie le pagó, con los gobiernos de Catamarca y
La Rioja, gobernada a partir de junio de 1831, por Lamadrid. Y de esta última deuda a
lo que cuenta no es muy claro lo que le dejaron debiendo. “De este destierro –dice–
volví a Mendoza con encargos del Gral. Lamadrid con quien había contratado algunos
efectos, los llevé a La Rioja y no me los torno”. Y en otra parte del estado de cuentas,
dice: “Por los gastos que hice cuando ese año estuvo de Gobernador el Sor. Gral.
Gregorio Araos de Lamadrid y costan de sus documentos contra la caja de La Rioja…”.
Que algo sacó Lamadrid es perfectamente posible. Lo confirma –de algún modo– Dardo
de la Vega Díaz, al decir. “Cúpole a Lamadrid, también en esta época, encontrar y
disponer de los tapados de Quiroga, disposición y reparto que le afea hasta su mismo
jefe Paz (4)”. Y sino tuvo mayor empacho en sacarle los dineros a Facundo, menos lo
tendría en sacarle sus géneros y artículos de comercio al chileno y no pagárselos nunca.
A pesar que por estos años no son cuantiosas las pérdidas que sufre, es digno de acotar
con respecto al tema del comercio, lo que se afirma para Mendoza y Cuyo (5) en el año
1831: “El sistema de exacciones vuelve a ponerse en práctica progresivamente”… “Al
margen de las guerras civiles se desarrolla en todo Cuyo un afán de pillaje, salteos,
contrabandos, asesinatos y sobre todo, la cuatrería. Para poner remedio a este mal
creciente se echa mano de procedimientos crueles. Previo un juicio sumario, se fusila
“en el lugar del delito” por cualquier hurto insignificante. Recrudecen las medidas de
orden militar: “¿Será entonces por aquello de la “caridad bien entendida…” que los
propios gobernadores son los primeros en dar el mal ejemplo?
También Quiroga le quedó debiendo a Jaramillo, pero a pesar suyo.
Pues poco antes de morir había ordenado a Tomás Brizuela que le pagara a aquel. Y así
fue cómo de la deuda que tenía alcanzó a pagar $160. No consta el monto total de lo que
debía. En junio 25 de 1872 Jaramillo reclama al Cónsul de Chile en Catamarca “que
debe hacer cuanto pueda como Cónsul Chileno que debe favorecer a los hijos de la
Republica Chilena… Para allanar mi cobro del saldo que serán más de mil quinientos
pesos puede V. proponer al gobierno que le pague en vacas, cabras y ovejas, o en
terrenos que puedan vender”.
Y luego escribe a don Francisco Galíndez, gobernador de Catamarca, una untuosa y
zalamera carta tratando de interesarlo en que le paguen lo adeudado.
“Desde que tuve el honor de conocer a V.E. cuando vino a esta con el Sr. Gral. Don
Octaviano Navarro, con la santa misión de libertar éste país de las garras de Guayama,
que tantos males ha hecho, distinguí en V.E. un espíritu de honradez y de justicia, fiado
en esas virtudes, que lo distinguen como particular y que en su gobierno las haga lucir
con el crédito que debe conservar un gobierno ilustrado: me dirijo a V.E. con el objeto
siguiente. En 1830 fui a esa estando de Gobernador liberal Don Miguel Díaz de la Peña;
y como gobernador contratamos que le mandaría efectos, y que me los pagaría con
frutos de esa provincia, según contrato firmado por ambos. Esto fue un auxilio que me
debió pagar muy luego: pero sucedió que aún no había acabado de pagarme y vino
Quiroga de Buenos Aires pasando para Tucumán donde ganó la acción de la Ciudadela,
y se cambió toda la política del país. Yo como chileno tuve que irme y el Sr Díaz fue a
parar a Bolivia”.
Es de destacar que es una constante en los borradores, escritos y demás de Jaramillo su
exacta referencia histórica, que habla a las claras de una mente lúcida –a pesar de la
edad– que recuerda y acota detalles minúsculos.
Finalmente el fragmento de un borrador enviado al gobernador de Catamarca, nos
muestra a un hombre que utiliza todo su saber, su persuasión y sus influencias para
lograr que le paguen esa deuda ya que lleva más de 40 años esperando le cancelen.
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“¿Qué habría sucedido –se pregunta– si en tiempo de Quiroga, Maza y otros (no olvidar
que está intentando persuadir a un mitrista) hubiese salido yo. Cobrando mi deuda? Al
momento me habrían fusilado, injustamente (acota con inocencia) porque un extranjero,
nada tiene que hacer con los partidos políticos, de un país que no es el suyo”, (el dinero
no tiene olor ni partido ni color, se estaría diciendo Jaramillo). Y luego, como que
hablaba con un representante de la generación que había impuesto los códigos o los
impondría, Jaramillo atosigado de ciencia jurídica, se despacha el siguiente discurso:
“Por otra parte en los pactos que inducen obligación no puede concebirse posibilidad
ulterior (es decir: señores, lo que deben, deben. Pague Señor Gobernador), de imponerse
condiciones que perjudiquen el derecho del Acreedor, sin destruir el orden público cuya
base de perpetuidad es la Justicia Inmutable. (Y aquí Jaramillo subraya la frase que debe
haber creído contundente e irrefutable). “Siendo al mismo tiempo la prenda de garantía
del derecho de gente universal, está librada a la buena fe y religiosidad de las Naciones
y que manda pagar lo que se debe”. (“Vamos, vamos Señor Gobernador. Pague de una
buena vez). “El código civil sancionado lo dice muy claro. Pero ¿dónde voy, a exponer
a V.E., que sabe mejor que yo, que lo que se debe es preciso pagarlo? No señor, un
viejo extranjero de 70 años, cargado de numerosa familia Chilena y Argentina, que ya
tiene bisnietos, que ha servido con su plata, desde 1821 en Lima, a la causa de la
independencia Americana desde 1829 sin mezclarme en las guerras civiles, no es
posible que se le deje morir de hambre y no se le pague lo que le debe, aunque sea con
algún interés, para honor Argentino”.
Y finalmente, no sabiendo ya de qué elemento echar mano para lograr la buena voluntad
de su tacaño interlocutor, utiliza con sin igual gracia una debilidad humana que siempre
dio buenos resultados, halagar la vanidad ajena. Y así termina diciendo: “Su Excelencia
dejaría en su fama póstuma una memoria que en la hermana República Chilena sería
eterna y en todo el mundo se diría: “El Excmo. Señor Gobernador de Catamarca, ha
pagado al chileno José M. Jaramillo, en 1872 un saldo de un contrato que debía, desde
1830.
Esto se llama buena fe y justicia recta… Lo publicarían todos los diarios, como que
tengo la prensa de San Juan, la de Don Manuel Bilbao en Bs. As. y en La Serena, La
Reforma, y otras de Chile sin que me cueste un medio. No quiero cansar más la
atención de V.E. entiéndase con el cónsul chileno en esa, ni menos quiero dirigirme al
Sor. Gral. Navarro, que se interesaría en mi favor, y lo dejó a la buena voluntad de
S.E.”. Y agregaba en un estado de cuenta: “Por lo que me debe el gobierno de
Catamarca (1500) según documentos y sus intereses al 5% al año. 35 años=4650”.
Seguramente el Sr. Gobernador de Catamarca no quedó muy convencido de la
importancia de la prensa que Jaramillo manejaba sin que le costase un céntimo.
Que no le haya apreciado en toda su real dimensión que llevaría a los cuatro puntos
cardinales del planeta la fama de buen pagador del gobernador catamarqueño. Fama que
–sin duda– poco o nada le importaba cultivar.
A pesar de las vicisitudes que comentamos –y otras menores– parece que en el periodo
que va del 30 al 40, Jaramillo que ha aceptado seguir desterrado de Mendoza no ha
podido con su genio emprendedor de hábil comerciante y así, por lo que suponemos y
por lo que le ocurrirá cuando el levantamiento de Lavalle, había logrado asentarse como
fuerte comerciante y hacendado en La Rioja, contrayendo nuevo matrimonio con Doña
Carlota Recalde y Agüero (x), prima hermana de Don Manuel Recalde, estanciero de
Polco, amigo personal del Chacho Peñaloza y que tuviera destacada actuación, cuando
años después interviniera en el tratado de “La Banderita” (1862).
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“Al fin el año 41 entre los dos partidos me dejaron al pedir limosna”
Mal año fue el 40 para Jaramillo y mucho peor el 41, tal como dice: “entre los dos
partidos me dejaron al pedir limosna, como que la pedí públicamente para salvar la vida
que me la amenazaban el Coronel porteño José María Flores, Lucas Llanos y Manuel
Vicente Bustos por 5 mil pesos de contribución la que pague casi en su mitad y obtuve
solo un documento hasta que salí al Departamento Arauco con el pretesto de buscarles
plata y de allí me fugué para Copiapó donde llegué el año 42”.
Similar escueto informe le dará a Mitre en su carta fechada en Córdoba de julio 25 de
1862. Pero sus informes comerciales, sus reclamaciones, sus declaratorias, sus pedidos
ante testigos y jueces y un exhaustivo planillaje donde anota meticulosamente todo lo
que le robaron en el año 40 y 41 tanto las fuerzas de la Coalición del Norte (Brizuela,
Lavalle y sus seguidores) como las de los federales de Oribe (Flores, Lucas Llanos y
otros) nos muestran que estos años fueron penosos y aniquiladores tanto para su
hacienda como para su vida, la que a duras penas pudo salvar huyendo a Chile. “Estuve
allí hasta el 54 muy pobre, y no quise pasar a Valdivia por no abandonar mi esposa é
hijos. Ella me fue a buscar y tuvo la desgracia de perder uno de los niños que llevó y la
niña mayor ayudó a nuestros trabajos que hicimos allí para mantenernos. En cerca de 4
años que me acompañó allí mi Esposa y una hija sufrí mucho teniendo mi Esposa un
hijo llamado Víctor, y dos mellizos uno José Miguel y otra Juanita. Últimamente resolbí
el mandar a esa familia que no podía sostener á La Rioja donde estaba el resto de
familia traendo mi esposa sus dos gemelos de 8 meses enviándolos en la mayor pobreza
y con los mayores trabajos ¡Dolor grande para un Padre perseguido!”.
“Llegó mi esposa a La Rioja buscó a sus hijos y los vio buenos: pero a la Madre que
debía abrazar no la halló porque había muerto diez meses antes y cuya muerte nadie se
atrevió a darle tan infausta noticia”.
“Mi esposa y familia han sufrido quizás más que yo. No es mi pluma capaz de describir
sus trabajos”.
Y al final dice, quejoso el hombre: “Pareciome pacificada esta República, y me vine a
ver mi familia el año 54, no encontrando en mi casa más que el lamento de lo pasado y
un porvenir miserable pues que todo lo habíamos perdido”.
No sospechaba que diez años después vicisitudes parecidas o peores lo llevarían a
seguir dando más tristes testimonios de sus tribulaciones.
Pero regresemos al año 40, que pusieron brusco y dramático final a unos cuantos años
de un cierto tranquilo pasar.
Dice un historiador riojano (6): “El descontento contra Rosas al iniciarse la década de
1840 estalló en Tucumán. La Rioja poco más tarde formaría parte de las provincias más
pronunciadas contra el Restaurador mediante la decidida acción de su gobernador
Tomás Brizuela, heredero político de Quiroga y convertido en pieza clave de la
resistencia. Su pronunciamiento fue jubilosamente recibido por los confabulados, cuyas
expresiones dan prueba acabada de la importancia de La Rioja durante aquel período de
la vida argentina”… “El caudillo más fuerte y acatado del interior en esos momentos era
el prestigioso gobernador de La Rioja, su nombre se imponía pues para encabezar el
alzamiento y así lo entendieron los congresales que le confiaron la dirección que el
elegido aceptó sin titubeos”.
La Legislatura de La Rioja en sesión del día 5 de mayo de 1840 desconoció a Rosas
como gobernador de Buenos Aires, reasumiendo las facultades de intervenir en las
relaciones exteriores. Se preparaba así para seguir a su caudillo a quien no le favoreció
la suerte de las armas. La actitud de algunos jefes unitarios como Lavalle que “no
prestigiaron la causa defendida” y las deserciones diarias, incluso de figuras conocidas
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como Manuel Vicente Bustos, terminaron por minar la fuerza del Ejército rebelde y
entristecer a su jefe”.
Mas hay una explicación más coherente de la tristeza de Brizuela, caudillo indiscutido
de La Rioja, principal causante de la pobreza de Jaramillo, por lo menos del lado de los
coaligados. Y es la que afirma Saldías (7): “Brizuela continuó en su fervor por la
federación hasta el año 1839, en que algunos hombres influyentes del norte
consiguieron hacerlo entrar en la coalición nombrándolo jefe de ella. Disponía de los
principales elementos de La Rioja, donde había cimentado su prestigio a favor de una
bonhomía de carácter y de una sencillez campechana que no excluían cierto tino para
conducirse con los hombres y pulsar el buen lado de las cosas. La embriaguez, una
embriaguez casi sin tregua, lo volvió tan huraño, ensimismado, y después extravagante
y casi imbécil. Así es como se explica su quietismo inaudito ante la aproximación de
Aldao, y la obcecación con que se resistía a llamar a Lavalle, que era el único que podía
salvarlo y darle algún nervio a la llamada Coalición del Norte.
En los últimos días de enero de 1841, Lavalle se dirigió a La Rioja con su escolta. Le
faltaban armas, municiones y medios de movilidad; contaba naturalmente con que
Brizuela le proporcionaría parte de los recursos que tenía. (Y Brizuela contaba con los
recursos que sacaría entre otros, a Jaramillo).
“Pero Brizuela se resistió a facilitarle los indispensables (poco había ya) para contener
al enemigo invasor”.
Brizuela por estos años con su hacienda diezmada por Aldao y fuerzas rosistas; Lavalle
con su ejército casi a pie y en harapos, necesitado de ayuda de todo tipo… Luego la
derrota de la Coalición, la muerte de Brizuela y con él el entierro de sus deudas; Lucas
Llanos y su gobierno de un mes… En fin, todos los protagonistas de estas acciones
exaccionando la riqueza riojana a límites de plaga bíblica.
Cuando no daban simples órdenes verbales, con la habitual reciedumbre del mandamás,
simulando respetar formulas de relación comercial que en realidad nunca cumplieron,
exigían directamente joyas, plata, caballadas y demás a cambio de que la cabeza del
damnificado (¡Gran favor, sin duda!) siguiera colocada en el mismo lugar en el que la
naturaleza se la puso. Caso contrario iría a parar a un canasto o a la punta de una lanza.
En una u otra forma –amable o violentamente– los más perjudicados eran siempre los
mismos: comerciantes, hacendados o propietarios más o menos pudientes, como
Jaramillo, que creían posible seguir trabajando en sus negocios y haciendas, sin
mayores simpatías por uno u otro bando –y aún más si eran extranjeros– mientras el
país se desangraba en una despiadada y estéril guerra civil.
“Las planillas acusadoras”
En cuatro planillas nominadas, A, B, C, D, fechadas de mayo del 40 a diciembre del 41,
Jaramillo anota ítem tras ítem, sus distintos aportes –voluntarios e involuntarios– a los
protagonistas de esta lucha.
Las dos primeras A y B, están destinadas a dar cuenta de lo que dio a Brizuela y son un
ejemplo de exasperante minuciosidad. Todo está anotado rigurosamente.
La planilla C lo que dio –o le exigieron dar– a Lavalle.
Y la última D, lo que fue obligado a dar a Lucas Llanos y al coronel José María Flores.
Las cuatro perfectas radiografías de las numerosas y diversas necesidades de unitarios y
federales. Ninguno de los cuales intentó ni hacer el más mínimo gesto de
reconocimiento a las deudas contraídas. Y veamos las cuentas de Jaramillo al lado de
las cuales las del Gran Capitán quedan hechas un mísero poroto. En la planilla A de
julio del 40, Jaramillo anota haber dado al General en Jefe de los Ejércitos Nacionales
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Libertadores, artículos tan distintos como “40 varas de coco negro y rosado para
banderolas del ejército; 50 gorros de piel coco y costura; 3 guías para la infantería; 3
varas de lienzo blanco asargado para una bandera; 116 varas ídem piel arrasado para
1900 divisas; una muarra de lata; hilo y hechura de 400 banderolas; ponchos, hachas,
ponchos santiagueños, etc. etc., por valor total de 111 pesos y 5 reales”. Por lo que
deducimos que el ejército de Brizuela hacía pinta y lucía sus patrióticos estandartes a
costilla del bolsillo extranjero.
En la planilla B, y en una lista que va de mayo 24 a diciembre 20, del mismo año 40,
Jaramillo anota 14 “órdenes amistosas” de Brizuela, verbales por supuesto, ordenando
el pago de distintas sumas para formar y gratificar a sus fuerzas por valor de trescientos
seis pesos, siete y medio reales. En la planilla C de enero a marzo del 41, anota los
auxilios facilitados a Lavalle, como sigue: “Por flete de cincuenta mulas, mansas de
silla y carga que ocupó el Ejército Libertador, mandándolas traer de Machigasta, yendo
en viaje a Cerro Negro a traerme trigos; para conducir fuerzas del Gral. Lavalle al
Departamento de Arauco, hasta los Sauces, de donde me lo recogió Don Tomás Agüero
y me las entregó en esta el 16 de febrero, cuyo flete de dichas 50 mulas estimé en dos
pesos cada una igual 100. Por los perjuicios que me originó esta exigencia, la pérdida
del trigo, pago de peones y demás gastos igual 200. Por las mismas cincuenta mulas que
me pidió prestadas el Gral. Brizuela para auxiliar las fuerzas del Sr. Gral. Don Juan
Lavalle sacadas de una quebrada de Anillaco en Arauco por el encargado de cuidar las
caballadas, que lo fue don Silvestre Luna: las cuales mulas casi de una edad todas eran
de mi marca y con la muerte del Gral. Brizuela en un año las llevó el Gral. Benavides, y
no se me volvieron, que la estimó a cuarenta pesos cada una igual 2000 pesos. Suma
esta planilla a $2300 total”.
Finalmente en la Planilla D, alejados para siempre Brizuela y Lavalle, de noviembre y
diciembre del 41, es la siguiente razón de los valores “exigidos por la fuerza de los jefes
de Don Juan Manuel de Rosas, por haber servido a los Jefes Nacionales –luego aclarará
cómo era la forma en que lo hacía– que hicieron la guerra a dicho Rosas, el año 40 y
41”.
“Noviembre 21. Por valor del documento que sigue a esta planilla D firmado por el
Ministro Interino del Gobernador Don Lucas Llanos, Don Vicente Torres, que es la
suma de quinientos sesenta y cuatro pesos igual $564.
Era la costumbre, o por lo menos, la que observaban con Jaramillo.
Pedían dinero y firmaban un documento. ¡Total pagaba la historia! Que suele ser
bastante insolvente…
Y sigue luego anotando: “Por valor entregado por mi esposa, Doña Carlota Recalde,
pues en el momento que le di la suma anterior se rodeó la manzana de mi casa con
soldados y un Oficial me llevó preso al cuartel del Coronel Don José María Flores, que
mandaba una fuerza de 500 hombres del Gral. Rosas; fui engrillado y martirizado de mil
modos, hasta poner horca en la Plaza y decir el mismo Llanos a mi señora, era para
colgar a su esposo (testado se lee: Jaramillo y Don Pedro Luna); de cuyos valores dados
a Llanos y Flores, no se dio recibo alguno; sino que enterara con la anterior partida
cinco mil pesos de contribución forzosa. Mi esposa asustada dio dos onzas de plata
labrada, sus anillos de brillantes, otras alhajas y dinero que lo menos que importó todo
son Un mil seiscientos”.
Y cierra la planilla anotando la última exacción: “Por valor que con la custodia de Don
Bartolo Saravi, traje del Departamento de Famatina y lo juntado aquí, pidiendo prestado
y se entregó a Llanos y Flores quienes no dieron recibo; en plata sellada, chafalonía y
piña todo ochocientos pesos.
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Por valor que tuve permiso de buscar en el Departamento de Arauco para enterar los
cinco mil pesos. Suma esta planilla $2964”.
“Como que no pagaba a sus servidores el tal Brizuela”
Años después (suponemos que al iniciarse la década del 60) Jaramillo hace una
presentación –sin fecha– al Juez Nacional de La Rioja, en la que solicita se levante
sumaria información con testigos idóneos, con objeto que ratifiquen los términos y
anotaciones de las mencionadas planillas. Lo hace porque ya desde entonces y hasta
1872, iniciará una batalla contra el estado con objeto que se le reconozca la deuda que
han contraído con él y los robos y destrozos ocasionados por los partidarios de uno u
otro bando en lucha.
Dos son los borradores de preguntas sobre las que pide se interrogue a los testigos, una
con 16 y la otra con 19 preguntas, de las que extraemos algunas que aclaran bastante la
situación de Jaramillo –y de muchos como él–, extranjero, con un comercio y
propiedades de cierta importancia y a merced de la buena o mala voluntad del
gobernante o triunfador de turno, ansioso por cubrir sus infinitas necesidades con lo que
hubiere a mano. Y pedía al juez que interrogara: “2a. Si es verdad que Jaramillo servía a
Brizuela como simple vecino cumpliendo sus órdenes, como lo hacían los naturales del
país”; “5a Poniendo de manifiesto las órdenes del dicho Gral. Brizuela, reconozcan sus
firmas y que no me han sido pagadas como que no pagaba a sus servidores el tal
Brizuela, ni me hubiera atrevido a cobrárselas, ni negarse a cumplir cuando me
ordenaba”; “8a Digan si es verdad, sabe u ha oído decir que dicho Gral. Brizuela al
exigir estos auxilios, no guardaba método en dar orden formales por los auxilios que
pedía y se sea del modo que fueran escritas ó u orales se le daba a su satisfacción por el
respeto que se le tenía”; “12a Si es cierto que: fui preso Don José Ma. Jaramillo, el 21
de noviembre de dicho año en el cuartel del Coronel Don José Ma. Flores en
circunstancias que en el se fusiló al Sor. Prado y otros, como el comandante Don
Faustino Agüero que estaba acollarado con un par de grillos con el expresado Jaramillo
y a mi familia y relaciones le buscaban plata prestada en toda la población; se vendían y
cambiaban los muebles, plata labrada y anillos de oro y Brillantes se dieron por Doña
Carlota Recalde al Coronel Flores y Llanos por la vida de su esposo Jaramillo”; “15a
Diga si saben, les consta u ha oído decir que esa cantidad de $564 la entregó a cuenta de
la contribución forzosa de 5000 pesos que le impuso aquel Gobernador Llanos”; “17ª
Diga si sabe, le consta u ha oído decir que custodiado de Don Bartolo Saravi, cuñado
del Coronel Flores salió de la prisión y se lo condujo al Departamento de Famatina de
donde trajo este dinero, piña y chafalonía”; “18ª Diga sobre el particular lo que más
sepa que le consta u haya oído decir, que el Gral. en Jefe Tomás Brizuela, llevó al
solicitante Jaramillo de simple particular y a su contra a la campaña de los Llanos hasta
Ulapes de donde volvieron a esta ciudad con el ejército: y luego le volvió a sacar a
Anillaco de Arauco para la campaña de Famatina, tocándole salvar en la derrota de
Sañogasta”, donde murió Brizuela”. Pero Jaramillo estaba harto. Y así cuenta:
“…después que llegué de Famatina pasé al de Arauco y de allí me fugué para Copiapó
de Chile por la vía de Fiambalá, siendo protector de mi marcha Don Justiniano Vega de
Copacabana, y compañeros de viaje Don Ramón del Prado y Don Mardoqueo Navarro y
que ignoraban iba de fuga”.
Poco le quedaba. Incluso de su estancia de Cuchaco, próxima a La Rioja le habían
robado, en esta primera etapa, más de 1000 animales, entre vacas, mulas, burros…
Ernesto Quesada (8) señala que “el decreto de embargo general que suspende la ruina
sobre la cabeza de cualquier familia cuyos miembros estuviesen afiliados al partido
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unitario (no era el caso de Jaramillo), fue suscripto por el gobernador delegado Arana”,
pero “jamás Rosas negó haberlo inspirado”.
“Lleva el decreto fecha 16 de septiembre de 1840, estableciendo que se ponen los
bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones, tanto en la ciudad o en la campaña
bajo secuestro. En mayo 20 de 1835, suscripto por el General Rosas se había dado un
decreto aboliendo la confiscación de bienes. El apoyo dado a las fuerzas bloqueadoras
hizo indispensable restablecer la medida, puesto que el general Lavalle si bien vencido
en el Sauce Grande (E.R.) por el ejército del general Pascual Echagüe, es trasladado por
fuerzas bloqueadoras francesas a San Pedro, costa de Buenos Aires, acuchillando
fuerzas de Rosas y llegando hasta Merlo, obligando el apoyo de estancieros y vecinos
de la zona atravesada.
Esto fue la pauta para intensificar Rosas su política represiva. Una serie de legajos dará
la pauta de la intervención oficial y forma de su contralor por la justicia, los jueces de
paz, que se constituían en verdaderos administradores”.
Y Enrique Arana (h), afirma: “La serie de documentos (se refiere a los juicios y alegatos
incoados en la provincia de Buenos Aires con motivo de la aplicación del mencionado
decreto) muestra claramente el cuidado que se tenía por lo menos bajo la directa
intervención de Rosas”. Pero no pasaba lo mismo en La Rioja o tierra adentro donde los
seguidores del gobernador porteño hacían y deshacían a su antojo. Como se deduce
palmariamente al consultar el archivo de Jaramillo.
Aunque estamos viendo que todos hacían lo mismo… Es interesante, por las
connotaciones ulteriores de lo que le ocurrió a nuestro protagonista, lo que dice Arana
sobre este aspecto de la política de Rosas. “Rosas, por medio de un decreto, que expidió
el 20 de mayo del año 35, abolió la confiscación de bienes como método de represión y
de castigo. La confiscación tiene antecedentes en los anales de la historia patria. Las
leyes españolas que regían en la Colonia durante el Virreinato, establecían esa pena
junto con las de destierro y prisión”.
“Los constituyentes, contemplaron la confiscación de bienes diciendo en el articulo 17
de nuestra Constitución que “la propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación
puede ser privado de ella sino en virtud de sentencia fundada en ley”, agregando más
abajo: “La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal
Argentino”.
“En la confiscación, los bienes pasan al fisco, mientras que en los embargos no sucedía
así, pues dichos bienes no son adjudicados a nadie hasta que no recaiga en ellos el fallo
judicial; y fue este último procedimiento, el de los embargos, el que Rosas aplicó en
1840; que no por ser más benigno, hizo que se dejaran de cometer abusos, verificar
robos, disfrazados en esta forma con el manto de la ley. Los establecimientos y demás
bienes embargados, eran cuidados con esmero, dado que después del decreto de
embargo se envió una circular a todos los jueces de paz, ordenándoles el cuidado y
reglamentando el modo como debían ser atendidas las estancias embargadas; y que
dichos bienes solo podían venderse en remate público los que pudieran sufrir deterioros,
como cueros, grasa, cerda, lana, siendo el beneficio enviado a Tesorería General de la
Provincia”.
“No encontrando en mi nada más que el lamento de lo pasado”
De regreso a La Rioja en 1854, Jaramillo dice “que todo lo habíamos perdido”. Pero
exageraba pues le quedaba aunque despoblada la estancia de Cuchaco que perteneciera
a los jesuitas y que había sido comprada al Rey en Remate Público el 18 de marzo de
1798 por el abuelo de su mujer, y otras propiedades tales como casas, quintas, etc. La
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actividad de Jaramillo por estos años las pone de nuevo en producción siendo, además,
nombrado por el gobierno de la Confederación, Administrador de Correos de La Rioja.
En el año 62 (y para no perder la costumbre) reclama al gobierno nacional todo lo que le
deben y más los gastos que ha hecho para cobrarlo (o no cobrar que es lo que en
definitiva le ocurre).
“En fin –explica– hasta el 61 que me debía la nación (el gobierno nacional del doctor
Derqui) y me costié a cobrarlos al Paraná donde me detuvieron desde mayo de 1861 a
noviembre, seis meses a $200 más los gastos de viaje $200 y $2000 de mi sueldo de
Administrador.
No sólo me quitaron el empleo de Administrador de Correos por empeños de Don
Ramón Gil Navarro, para su tío Don Ángel de la Colina sino que me entretuvieron en el
Paraná, para que me pagaran y no lo hicieron, en cerca de seis meses que por todo en
diez meses de viaje gasté $1500 y no me pagaron 4000 y más que me debían”.
“Hasta señor un testigo de vista –le dice a Mitre– informará a V.E. de mis pérdidas y
persecuciones sufridas que es Don Gregorio Moreno por todo (y aquí viene el pechazo
al mismo Don Bartolomé) le suplico a V.E. que me preste alguna suma, hasta que la
Nación me pague lo que me debe, y me indemnice de mis perjuicios, y los de mi
numerosa familia, que aún estoy debiendo en el Paraná $200 a Don Benito del Puerto y
aquí otras sumas.
No es digno que un chileno, sea víctima de la libertad, sin poder atender sus hijos y
faenas de La Rioja por falta de fondos. Dispense que me haya estendido tanto, para
hacerle ver mis urgencias sin recordar lo que he sufrido desde noviembre del año pasado
hasta hoy por nuestros mismos correligionarios que exaltados sin conocerme ni saber
mis antecedentes me han perseguido”.
Pero a mal bosque iba por leña Don Jaramillo: que Mitre pagara por la Confederación
que a todo lo largo de su breve historia se caracterizó por su pobreza franciscana y que
si no le pagó más bien puede atribuirse al hecho de no tener prácticamente fondos.
Pero lo que se cernía sobre La Rioja, su pueblo, su riqueza, no lo pudo imaginar ni el
mismo encarmentado chileno. Como que fue una víctima más de esa guerra sin cuartel y
de tierra arrasada, por esos mismos correligionarios de los que se quejaba y que no lo
conocían ni sabían sus antecedentes. Y así en un resumen de las calamidades que le
ocurrieron en mayo de 1863, anota: “Razón de las partidas de fuerza armada que se
introdujeron a sacar ganado vacunos y demás de la Estancia de Cuchaco hasta
despoblarla, para el sostén de las fuerzas nacionales que vinieron a La Rioja en
persecución de las Montoneras en los años 63 y 64”. Y da meticulosa relación de 15
partidas con nombre y apellido del que las conducía, número de integrantes y cabezas
de ganado robadas que en total ascendían a 907. Además da cuenta de: “Las barias
partidas de las fuerzas del Gral. Peñaloza dispersos y derrotados en Abril pasado y las
cavezas de ganado que comieron los Montoneros en el campo y estancia que se calculan
lo menos ciento sesenta”.
Es decir, los bandos en lucha –como en el 40 y 41– siguieron alimentándose a costilla
de Jaramillo y de otros como él. Antes eran unitarios y federales. Ahora eran
montoneros y nacionales. Antes y ahora con la misma impudicia para robar y llevarse lo
que les viniera en gana.
Sin embargo en un resumen más general y amplio de sus perdidas, Jaramillo al referirse
a esta época, anota: “Por 6.000 animales que tenía en mi Estancia de Cuchaco,
aquerenciados vacas, novillos, bueyes, caballos, mulas y burros que han dado fin con
ellos los dos partidos de Federales y Liberales el año 63 y 64 a $25 cada uno igual
$150.000.
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Y, además, da cuenta de otras pérdidas cuantiosas “Por $2000 que traje de Córdoba en
efectos y ferretería y los partidos que se levantaron en La Rioja unos y otros me los
quitaron registrando mi casa, embargándola en 1863”. “Por el arriendo y destrucción de
mi casa de la plaza desde abril 5 de 1862 hasta abril del 64 dos años, los 1º $240, el
deterioro $200 igual $440” ¿Y algo más todavía? Sí todavía algo más. Porque a partir
de esto último poco o nada le quedó por perder o arruinar o dañar.
El Pozo de Vargas de Jaramillo
En 1867 La Rioja, que como ninguna otra debió soportar la acción depredatoria de los
liberales mitristas vio llegar a su pequeña capital fuertes contingentes de tropas. Lo dice
José María Rosa: “Taboada con el ejército del Noroeste, reforzado con infantería y
artillería veterana, entra en La Rioja en los primeros días de abril aprovechando la
ausencia de Zalazar en Los Llanos. Su movimiento obliga a Varela –que se dirigía a
Catamarca– a volver al sur para librar la provincia de los nacionales (9)”. La primera
columna que llegó a La Rioja fue la tucumana del ministro del Campo, que ocupó la
ciudad el 8 de marzo. Y enseguida ocurre Pozo de Vargas, la batalla más disputada de
las guerras civiles… Tanto Dardo de la Vega Díaz como Félix Luna en dos
publicaciones (“En torno a la batalla de Pozo de Vargas” y “La Rioja después de la
batalla de Vargas”) traen parecidos testimonios de las depredaciones y abusos de las
fuerzas de Taboada y de los montoneros. Y dice Luna al iniciar su referido trabajo: “En
los primeros días de mayo de 1867, el Ejército del Norte al mando del General D.
Antonino Taboada se retiraba de La Rioja con rumbo a Santiago, llevando los laureles
conquistados un mes antes en el Pozo de Vargas. Amén de los referidos laureles, las
aguerridas tropas santiagueñas llevabanse también todo aquello que fue de fácil
transporte hasta su provincia, como animales vacunos, caballares, mulares y yeguarizos,
asnal, ovino, cabrío, porcino; trébejos y utensilios en general, como ollas de fierro,
planchas, azadones, pavas, teteras, parrillas, trébedes, frazadas, cobijas, lana de
colchones y almohadas; y hasta hombres y mujeres que fueron conducidos con esposas
y grillos”.
Testimonios todos idénticos a los que dejó Jaramillo sobre los males que debió soportar,
pues ya antes de la batalla hacía varios días que había tenido su propio Pozo de Vargas,
tal como lo señala en una presentación que hace al Jefe de Policía de La Rioja: “Que
para usar de mi derecho, donde corresponda y cuando me convenga, necesito munirme
de los justificatibos legales que acrediten los perjuicios que he sufrido este año
particularmente en mi casa y quinta de habitación en esta ciudad, á dos cuadras de la
plaza al Sud, que consta de una manzana completa cubierta de naranjos dulces cargados
de fruta, la que en su totalidad fue ocupada de Cuartel desde el 17 de marzo quince días,
por una División de 1.000 hombres de Infantería tucumana, al mando del Sor. Jefe Don
José Ma. Del Campo, con todas las piezas amobladas de habitación de mi familia, patios
corredores y demás dependencias, como también me han talado y destruido un solar que
costa de un cuarto de cuadra, cubierto de alfalfa, plantado de árboles frutales, igueras,
durasnos (no era muy fuerte en ortografía Jaramillo) membrillos sepas álamos algodón
y hortalisa, enserrando caballadas por orden de otros jefes pertenecientes al Ejército
pasificador el Norte”.
“A cuyo efecto pido a V.S. que se sirva testificar a continuación: como es verdad que
estando en asefalia este pueblo de autoridades siviles, ocurrí verbalmente a V.S. en
principios de Abril ppdo. para que sirviese inspeccionar el estado en que se allaba el
susodicho solar antes de la ocupación indicada, como así mismo, la casa y quinta luego
que la desalojaron. Pero no habiendo podido esto efecto entonses por las razones que
19
V.S. se digno exponer: presiso que se sirva por ahora providenciarlo condusente al
objeto que me propongo, pues así es de justicia que imploro, y espero de su rectitud,
jurando no proceder de malicia”.
La respuesta del Jefe de Policía fue algo así como: “No estoy facultado para ver, pero
veo”. Y lo que dice que vio hace realidad lo de tierra arrasada y quemada. El 2 de mayo
de 1867 el Jefe Gral. de Policía de La Rioja expide el siguiente documento: “Certifica
que el ciudadano Chileno José Ma. Jaramillo, le pidió que pasara vista del estado en que
estaba su solar, una cuadra cuadrada, lindante por el sud, con tierras de Don Domingo
Luna y por el poniente con solar de Da. Delfina Recalde; antes que enserraron
caballadas del Ejército Nacional del Norte. El cual solar ha quedado como un corral y
había sido sembrado de árboles frutales. Alamos Algonon (sic) verduras y alguna
alfalfa, según parece por algunos troncos que han quedado. Del mismo modo le pidió
que le diese otro documento, de los perjuicios que había sufrido en su quinta y casa
habitación, que es un cuadrilongo pasadas dos cuadras de la plaza al sud, de 190 vs.
Largo y 150 de ancho, sembrado de naranjos frutales dulses y otras plantas de esa
especie que sirbieron de Cuartel a las fuerzas de la Divición del Sr. Don José Ma. Del
Campo, por quince días, cuyo fruto lo han consumido dichas fuerzas y las de Santiago
del Estero, casi en su totalidad y según parese por el fuego que se ha hecho bajo dichos
árboles, se secaron algunos”.
“Habiéndose negado a dar dichos documentos, por no tener facultades del Sr. Gral.
Tabuada para dar documentos de esa clase y justipreciarlos, por ahora le dá el presente a
pedido del interesado”.
“Nada por aquí, nada por allá”, el mago Mitre, y sus ayudantes en otra demostración de
sus habilidades, pero esta vez en perjuicio de un chileno que en realidad, por lo que
pretendían representar, les podía tener más afecto que a los montoneros. “De mis amigo,
guárdeme Dios…” se habrá dicho acongojado Jaramillo, enfriado bastante su
entusiasmo hacia las fuerzas de “la ley y el orden” que fueron las que más arruinaron,
pisotearon y quemaron su hacienda.
Eso sí, con su manía de anotar todos los perjuicios que le ocasionaban, no olvidó
escribir: “Por el robo de mi quinta de naranjos que los soldados hacían. Los sustos de mi
familia, los gastos y pribaciones que he sufrido en la persecución que me han hecho en
35 años los dos partidos los calculo a $500 al año igual $21.000. Y es que el susto
¡quien lo duda! También tiene su precio.
“Que otros han sido pagados y yo estoy viviendo con esperanzas”
Pasan los años y no hay testimonios de la actividad de Jaramillo. Claro que después nos
enteramos que ha seguido pleiteando contra el Estado, continuando en sus negocios y
tratando de mantener con dignidad a su numerosa familia.
Hasta que el 14 de julio de 1872 y como si la fecha lo alentara, se lanza nuevamente a la
conquista de esa Bastilla hasta entonces inexpugnable: las arcas del Estado Nacional
indiferente a sus documentados y fundados reclamos. Y así ese día escribe y escribe
cartas: tres al vicecónsul chileno en La Rioja, uno a su amigo y apoderado Adolfo
Carranza en Buenos Aires y otra a los directores del Banco Alemán.
Veamos en síntesis su frustrado último intento.
“Que hacen más de siete años –le escribe al vice-cónsul chileno–, que el Exmo. Señor
Ministro de R.E., Dr. Dn. Rufino Elizalde, en representación del Exmo. Gobierno
Argentino, reconoció como justo el Reclamo de Ocho mil pesos que hizo por mi, según
documento, nuestro Exmo. Sor Ministro Plenipotenciario Chileno, Dr. Don José
Victorino Lastarria en 1865: cuyo memorandum se alla en la memoria pasada, por el
20
Ministro de R.E. Argentino, al Soberano Congreso, a f 182 y 193 y en el Registro
Nacional de aquel año”.
“Más después se acordó que se había pasado el término á mi Reclamo, lo que se me
hizo saber por conducto de SS y entonces dirijí una representación al Soberano
Congreso, quien prorrogó el plazo por seis meses más, como me lo avisa el Señor
Secretario de la Legacion Chilena Don A. Carrizo Alvano, con fecha 21 de Julio de
1866, en estos términos: “Que a consecuencia de su reclamo, y de varios otros de
iguales condiciones: el Congreso ha prorrogado por seis meses, el plazo concedido, para
que se presenten los Reclamos contra el Tesoro Nacional. En esa virtud, su expediente
ha pasado de los primeros á la Junta Calificadora de la Deuda Pública para que
dictamine sobre su reclamo”. Aquel dictamen no pudo ser otro que el que se mandara
pagar una deuda tan sagrada, reconocida como justa por el Exmo. Señor Ministro de
R.E. Argentino y en cinco años no he vuelto a saber más nada, a pesar de haber escrito a
mi Apoderado General, Don Adolfo L. Carranza y á nuestro Cónsul Chileno en Buenos
Aires don Mariano Bandiz, quien pienso no podrá meterse en las gestiones hechas por el
Exmo. Sor Plenipotenciario Chileno.
Pero sin embargo me he dirijido á él en el mes pasado. Por estos antecedentes Sr. Vicecónsul, he confiado en el reconocimiento de mi reclamo, dado por el Exmo. Señor
Ministro de R.E. Argentino y que estando yo enfermo de 70 años, cargado de familia SS
tocará todos los medios que estén a sus alcances a fin de que haga el más pronto pago y
no se me deje morir de hambre”. En otro de sus escritos, ese día de las mil cartas,
Jaramillo que se reconoce “enfermo y pobre” reclama 8.000 $ al Gobierno Nacional,
deuda que hacía 8 años que reclamaba; 4000 $ según “documentos y cuentas”. Al
Gobierno de Catamarca 1500 $ más intereses; al gobierno de Mendoza 600. Todas esas
sumas pasan de 14.000 $ que “para un viejo chileno de 70 años achacoso y perseguido
por los partidos en este país le hasen mucha falta para pagar sus deudas y no morir de
hambre”. La suma que reclama es importante. Pensemos sólo que si en 1864 el
presupuesto total de la provincia de La Rioja era de $32.000, echamos cuenta que lo que
reclama Jaramillo es casi la mitad. Y luego el lamento del hombre que ha agotado sus
esfuerzos en procurar algo que la indiferencia, la lentitud de una burocracia renuente y
apática le niega, se pone de manifiesto cuando se pregunta “¿Y será posible que el
Exmo. Gobierno Chileno, esté ignorando estas desgracias de sus hijos? No señor, ¿Será
creíble que mis aucilios, contratos y dinero prestados, de grado o por fuerza, a los
Ejércitos Nacionales, no se me paguen ni indemnisen mis servicios personales, que a la
fuerza y con mi dinero he contribuido al bien a la causa de la libertad y constitución de
la República, como se hoy con riesgo de mi vida?”.
Indignación e impotencia de ver que pasan los años, que todos reconocen la justicia de
sus reclamos pero no se le dan las satisfacciones que demanda.
“Por falta de plata no sigo informaciones para probar las esaciones que he sufrido en
Mendoza que por chileno se me desterró á esta (La Rioja) en el año 29, priciones en
Córdoba y La Rioja por fuerzas Nacionales, que todo importan (por supuesto que
agrega el lucro cesante, intereses, daños morales y físicos, etc. etc) más de cincuenta mil
pesos. El despueble de mi Estancia Cuchaco, más de mil vacunos (ya hemos visto que
en otros documentos habla de 6.000) y otros perjuicios que sería largo enumerar, fuera
de los reclamos hechos, ya dichos. Todo debe saberlo nuestro Gobierno que tiene en la
República ajentes para que le comuniquen cuanto pasa a sus nacionales, en un país
donde no hay ni administración de justicia recta por falta de Letrados”.
Y termina diciendo: “Nada diré de mi numerosa familia, ni tampoco de la facilidad que
nuestro gobierno tiene de que su hermana la República Argentina, me de la vida, a uno
21
de sus hijos chilenos que desde 1829 (van 43 años) padese en esta República, que ya
tengo visnieto, por no abandonar su familia”.
“En la buena amistad en que se allan las dos Repúblicas hermanas con sus respectivos
Representantes espero ser atendido: allanándose amigablemente el pago de lo que me
debe la República Argentina que sería ese valor para aumentar mis crías, que quedaran
aquí a mi muerte luego para mi sucesión chilena y Argentina: tengo 3 hijos nacidos en
Copiapó, en los 14 años que allí estube, emigrado de mi casa de ésta… Y a más 18
individuos más de mi familia que en todos hacen 21 que trabajamos sin capital”.
Pero Jaramillo no puede con su genio en inventiva, sabe dónde están los buenos
negocios y aunque le hayan robado y esquilmado de todos lados, piensa que aún le
queda vida y entusiasmo como para iniciar otros que le den la fortuna y la seguridad que
aún, pese a tantos esfuerzos, no ha logrado. Y así escribe al directorio del Banco
Alemán en Buenos Aires, sugiriendo entrar en sociedad con ellos. “Una casa de
comercio que estubiera recibiendo cada tres meses cargamentos de mercaderías aquí
desde Buenos Aires llegados a Córdoba y de ella a esta en bultos de 7 ½ arrobas que
aquí hiciera operaciones de Banco, con ajentes en Córdoba, Rosario y vosotros en Bs.
As. Ganaría mucha plata.
Aquí no hay Banco ninguno, no se presisa entenderse con el Gobierno porque se
recibiría plata aquí y se jiraba a esas plazas dichas y viceversa. Se recibía en Bs. As. las
subenciones del Gobierno Nacional mes a mes, y se pagaban aquí comprar Barras de
plata y oro que las llevan a Chile y con las ventas de mercaderías y Asogue se pagan y
se remitían por dilijencia cada ocho días a Córdoba. Los ricos vinos se pueden llevar a
esa plaza en Botes de barro vidriado que serian de fácil construcción aquí porque hay
muy buenas gredas y llevados en cajones que se pueden conducir en Carros, se sacaría
de ellos en Bs. As. muy buena utilidad.
Publicando en todos los diarios el Vino Alemán”. ¡Mentiroso muy mentiroso!
¡¡Corajudo el hombre!! Brillante el negocio. Estudiado a fondo. Pensado para un futuro
próximo, metido en ese acuciante presente de pobreza.
Final patriótico como colofón
Hemos conocido las dificultades y tribulaciones de un comerciante chileno que durante
cerca de medio siglo construyó y reconstruyó sus variados negocios en distintas
provincias, Cuyo, La Rioja, Córdoba, contra las adversidades de un ámbito no del todo
propicio para el normal desarrollo de la riqueza y de los negocios. Fue victima muchas
veces del accionar arbitrario y sin frenos legales o morales de caudillos de nota,
gobernadores provisorios o constitucionales, héroes de la independencia y
generalmente, de simples partidas de paisanos que encontraban en los ganados y
riquezas de Jaramillo la solución inmediata a sus problemas elementales de hombres
acosados en guerras civiles sin cuartel. La persecución que soportó Jaramillo, anotada
hecho tras hecho metódicamente, no puede ser considerada una cuestión atípica ni
aislada en el contexto de la época. Era común. Aunque no lo fue, en su caso particular,
esa extraña obsesión por dejar noticia menuda de todos los atropellos, robos, vejámenes,
persecuciones de las que fue objeto y victima propiciatoria. Nos ha servido para mostrar
que todos los bandos en lucha –en mayor o menor medida– obraban de la misma forma.
Y observamos que si en el Buenos Aires rosista la inmediata presencia del gobernador
porteño impedía la abierta comisión arbitraria de hechos como los que se han narrado,
en el interior la cosa cambiaba. Y la huida era la única posible justicia que el perseguido
podía otorgarse, ante el accionar omnipotente y sin frenos del triunfador del momento.
Pensemos, sin embargo, que algunos datos e informes pueden haber sido distorsionados
22
por el ingrato recuerdo que le exigía la indiferencia de una justicia burocrática, sorda a
sus reclamos.
Tampoco pensamos que su condición de extranjero haya sido la causa principal de la
larga serie de persecuciones de la que fuera objeto. Lo fue sí de haber tenido la
desgracia de contar con negocios florecientes en medio de contendores a los que
hermanaba la miseria y que encontraban en aquellos bálsamos a sus necesidades. Y si a
ello se agregaba la falta de un régimen jurídico adecuado, la carencia de ley y la
imposición del caudillo, logramos redondear el quid de la cuestión.
El 4 de diciembre de 1873 el Juez de Sección en la Provincia de La Rioja Dr.
Mardoqueo Molina toma juramento a José María Jaramillo declarándole Ciudadano de
la República Argentina.
Todo un acto de fe con el país que, a pesar de todo, sentía era el suyo y de sus hijos (x).
(x) Jaramillo muere el 28 de diciembre de 1877 a los 76 años de edad. Su mujer Carlota
Recalde el 13 de enero de 1892 a los 85 años. Sus numerosos hijos e hijas casaran con
comerciantes, militares, etc. que participarán activamente en política y en las
actividades económicas y sociales de La Rioja y otras provincias. El testamento de
Carlos Recalde legando como único bien su estancia de Cuchaco, heredada de sus
mayores, hace suponer con bastante fundamento que todas las reclamaciones de
Jaramillo cayeron en saco roto.
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BIBLIOGRAFÍA
Este trabajo ha sido escrito teniendo como base el archivo de José María Jaramillo, facilitado por sus descendientes. Este archivo
está compuesto por cartas, notas, borradores, recibos varios, presentaciones, resúmenes, balances y planillas.
(1) CORREAS, Eduardo. HISTORIA DE LA NACIÓN ARGENTINA. T. 10 Cap. II. Mendoza. 1822-1862. Pág. 92. El Ateneo. Bs
As. 1962
(2) y (3) SALDIAS, Adolfo. HISTORIA DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA. T. 1. Pág. 276. Bs As. 1967.
(x) Al enviudar Jaramillo casa en La Rioja el 26/11/1834 con Carlota Recalde descendiente de hidalgos españoles. Tendrá con ella a
Antonia, Tránsito, Carlota, Baltazar, Víctor, Miguel y Juana. Carlota Recalde aporta de herencia la Estancia Cuchaco.
(4)VEGA DÍAZ, Dardo de la. HISTORIA DE LA NACIÓN ARGENTINA. T. 10. La Rioja 1810-62, pág. 248. El Ateneo Bs. As.
1962.
(5) CORREAS, Eduardo, Ob. Cit. Pág. 95.
(6) MERCADO LUNA, Ricardo. MANUAL DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA DE LA RIOJA. T. 1. Historia. Pág. 205. La Rioja
1969.
(7) SALDÍAS, Adolfo. HISTORIA DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA. T. II Clo. XXXIX. Pág. 253.
(8) ARANA, (H) Enrique. ROSAS EN LA EVOLUCIÓN POLÍTICA ARGENTINA. Instituto Panamericano de Cultura. Cpo.
Embargos y confiscaciones en la época de Rosas. Pág. 96 y siguientes Bs. As. 1953.
(9) ROSA, José María. HISTORIA ARGENTINA. T. 7. Pozo de Vargas. Pág. 179. Bs. As. 1969.
24
III
Réquiem para un coronel de la montonera
Fue uno entre muchos. No destacó en exceso con respecto a sus compañeros de lucha y
destino, pero su nombre lo vemos figurar desde fines de la presidencia de Urquiza, hasta
días después de Pozo de Vargas, cuando muere cruelmente a manos del famoso matador
del Chacho: Irrazabal. Y en ese lapso de menos de una decena de años, cuando Urquiza
deja hacer al mitrismo y a los porteños en aras de una tozuda y empecinada política de
respeto y acatamiento a las instituciones por él fundadas, la figura del riojano Carlos
María Álvarez, oficial de carrera, perteneciente a una tradicional familia riojana,
emparentado con la oligarquía lugareña, chachista, urquisita y caudillo federal, nos
muestra, representados en su persona, los conceptos de Beatriz Bosch, al hablar del
caudillo y la montonera: “El caudillo no emana, sin embargo, de la masa; es buscado
por ella en una capa social superior”… “El caudillo arquetipo aparece en el Litoral,
promovido por una sociedad, de cuyas peculiaridades y pasiones es acabado exponente.
Frente al grupo conservador de los privilegios de la ciudad-puerto se alza la
“montonera”, o partido federal representativo de auténticas necesidades populares. Su
inspirador a quien consideramos caudillo argentino, tanto por la época y por el escenario
de sus andanzas, como por el espíritu que alienta en sus viriles arrestos, concibió un
ideario democrático de avanzada, cuya puesta en práctica engendraría lógicas repulsas
al afectar posiciones e intereses arraigados (1)”.
En otro escenario, más ríspido y duro en todo sentido, Carlos María Álvarez, que
conjugaba en sí las facetas del caudillo lugareño federal, jugó su destino a una causa que
no se definió en La Rioja: la organización federal.
Los protagonistas y dos interpretaciones
Urquiza se convertirá en el punto de referencia que utilizarán como bandera sus
partidarios que tras Pavón el señor de San José saldría en cualquier momento a combatir
de nuevo por su causa. Será el principal protagonista en torno al cual giran los demás,
entre ellos Álvarez. ¿Por qué duda Alfredo Terzaga de la sinceridad de Urquiza, al
decir(2): “Era en política personaje harto dubitativo y siempre contradictorio”… “La
ambigüedad tradicional de la política del Litoral, oscilando siempre entre la alternativa
alianza con Buenos Aires o con el interior, llegó a expresarse cabalmente, en su hora
decisiva, en un individuo así, en quien los propios altibajos psicológicos confundíanse
con la función harto complicada que el lugar y el tiempo asignaban a su provincia”.
Interpretación ingeniosa pero que los muchos testimonios, entre otros los presentados
por Bosch, nos permite decir que no es sino ingeniosa. ¿Por qué pensar que sus
reiteradas expresiones de paz, acatamiento a la constitución y a las autoridades legales,
eran fruto de dudas o contradicciones? Urquiza mismo lo desmiente: “No es con
“rifleros” y con expediciones sangrientas que se ha de restañar la sangre y restablecer la
calma y la paz, y poner coto a las pasiones, no es abriendo el campo a las venganzas.
Tranquilo y resuelto estoy yo también a todo lo que pueda venir, y en defensa de la ley
que me debe su existencia he de sacrificarlo todo. En su peligro desaparece para mí todo
otro interés y toda otra conveniencia (3)”.
Aceptar la interpretación de Terzaga –u otras similares– significa aceptar que Urquiza,
de probado valor y en extremo sagaz en política, echa por tierra toda su hombría y
sentido político. Puede haberse equivocado, pero ese equívoco no surge de un espíritu
pusilánime o dubitativo. El no creyó en las revueltas de sus partidarios del interior. “Mis
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enemigos pueden gritar cuando les plazca para mostrarme complicado en las
montoneras del interior, pero estoy seguro que no podrán alucinar ni a su propia
conciencia, porque en este caso niego la sinceridad a los mismos adversarios en quienes
antes he podido suponer honradez política (4)”. Y la explicación de por qué no cree en
tales intentonas, nos muestran un Urquiza siempre hábil, palpando de cerca la realidad y
las posibilidades, mostrando su garra de político. Y aunque suenen crueles y
descarnados, sus juicios son certeros. “Pueblos sin recursos, fatigados por la lucha, sin
elementos, sin combinación y sin programa ¿qué pueden hacer de importante para
cambiar la situación actual? ¿Ni qué objeto podría tener yo en provocar como quiere
suponerse, movimientos parciales y aislados sin resultados ni interés para esta
provincia?”. Y ésta postura inalterable con el Chacho, con las sublevaciones contra la
guerra del Paraguay, con Varela y sus seguidores, con los “colorados” de Mendoza, no
señala en absoluto a un espíritu dudoso y contradictorio. Y explicará varios de los
sucesos que forman parte de esta crónica. Queda claro, entonces, que Urquiza estaba
harto de guerras internas y externas, que creía en la paz y apoyaba la constitución y las
autoridades legales. Que no renunciaba a sus ideales federales, porque no apoyó en
ningún momento los movimientos y acciones insurreccionales de sus seguidores de
provincias, a los que veía empeñados en luchas estériles destinadas al fracaso.
Dos trabajos históricos plantean desde sus disímiles puntos de vista, una búsqueda de
interpretación de quiénes fueron los auténticos protagonistas provincianos –en especial
de La Rioja– en las luchas que tendrán a Pozo de Vargas como el acto final del drama
que desgarró a las provincias y que se iniciara en Pavón. De Paoli y Mercado en
“Proceso a los montoneros y guerra del Paraguay (5)” buscan explicar a su manera este
proceso, al decir: “en especial con respecto a La Rioja, insistimos en que nos referimos
a su pueblo con exclusión de la clase rica o distinguida, porque ésta era partidaria de la
oligarquía porteña, fuese mitrista o de cualquier otra fracción, pues sus intereses eran
afines. Esa clase rica que había combatido a Facundo y al Chacho, ahora hacía causa
común con Mitre en lo referente a la guerra con el Paraguay”. Explicación simplista y
falsa, pensar que las oligarquías provincianas tenían sus intereses afines con Buenos
Aires. Y siguiendo con su chachismo a ultranza, estos autores dirán con fuerza de ley
“los caudillos riojanos, Facundo, el Chacho y luego Varela, Chumbita, Zalazar,
Elizondo y los restantes ¿se sublevan contra el avasallamiento porteño por cuestiones
económicas? ¿Por la intervención extranjera en nuestra política nacional?
No; de ninguna manera. Léanse todas las notas de esos caudillos y no se hallará una sola
alusión a tales cuestiones. Eran resistencias al avasallamiento del porteñismo”. Y más
adelante se preguntan: “las actividades de Varela, Zalazar y Chumbita ¿constituyeron un
segundo frente? ¿Tenían tal magnitud? Decirlo queda sujeto a los criterios personales.
Pero hayan constituido o no un segundo frente, el hecho fue espontáneo, sin la intención
de constituirlo, y sobre todo, sin acuerdo, ni táctico ni militar, con Solano López”. Y
nos preguntamos ¿qué tiene que ver Solano López, en todo esto? y además ¿cuándo lo
espontáneo por lo menos a nivel histórico, explicó algo? Y así, hablar de espontaneidad
en todo este proceso –como en cualquier otro– es dogmatizar los prejuicios y no
analizar las causas y objetivos que tuvieron en mente sus protagonistas. Todos movidos
por hondos sentimientos de largo arrastre histórico, perfectamente racionalizados y
puestos en ejecución…
“Los paisanos de La Rioja (6) se sublevaron contra el mitrismo ¿Cuál era la causa?
Evitar que los pobres paisanos fueran al matadero de los esteros paraguayos. No había
otra causa ni otro propósito”… Felipe Varela, Zalazar, Chumbita, Ángel, Guayama,
Elizondo y otros caudillos menores, cuyo patriotismo y cuyo amor a la provincia natal
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estaban bien probados, se sublevaron espontáneamente y no en acuerdo táctico ni de
ninguna clase, ni de acuerdo con el dictador del Paraguay”…
Más aún: estos caudillos llamados menores con respecto a Varela y al Chacho,
emprendieron su lucha al mismo tiempo que aquel, lo que da a la oposición riojana un
carácter general y popular, con exclusión claro está de la llamada clase decente, o gente
rica y de apellido”.
Todos nuestros caudillos –con muy contadas excepciones– mal que les pese a los
propugnadores del falso populismo, tenían un origen que para aquellos y estos tiempos,
podemos ubicar como de clase alta. Pues los caudillos de clase baja fueron contados,
tanto en La Rioja como en el país.
Cumpliéndose así el proceso de caudillo de clase alta y montonera, que en el Litoral
tuvo sus arquetipos más contrastados y claros. En el escenario riojano los protagonistas
principales serian Carlos Ángel, el ex-gobernador rosista Manuel Vicente Bustos,
Francisco y Carlos María Álvarez, Chumbita y otros, pertenecientes a la clase culta,
adinerada, alta, los verdaderos promotores de todos esos alzamientos, revueltas,
revoluciones, siguiendo las banderas que ya Urquiza había arriado y esperando de éste,
concretos actos de lucha contra el gobierno nacional que en verdad, tras Pavón nunca
dio…
El segundo estudio de todo este proceso, donde no se habla de espontaneidad alguna, lo
hace Alfredo Terzaga en su “Historia de Roca” (7) al referirse justamente a los
protagonistas de esas luchas posteriores a Pavón: “La situación económica de los jefes
de la montonera aporta otro elemento para apreciar debidamente el por qué de la
resistencia de estas regiones contra la acción del mitrismo: (nótese la extraordinaria
similitud de conceptos de Terzaga y Bosch) dueños de fincas, viñateros, mineros
muchos de ellos, representaban en sus provincias elementos característicos de la
actividad económica respectiva y en consecuencia, la garantía y la posibilidad de un
autentico desarrollo, es decir, de un crecimiento interno. El coronel Severo Chumbita,
por ejemplo, caudillo de Aimogasta, no era “indio” como dijeron sus enemigos y
algunos de sus defensores, sino “un hermoso hombre de barbas castañas, despejada
frente y ojos notables” rico estanciero además. Francisco Álvarez, amigo de Peñaloza y
mas tarde participante de la insurrección de Varela, era dueño de fincas y también
poseía, en sociedad con Carlos Ángel, en Cerro Negro, “una compañía de amalgamas,
donde se trabajaba con el nuevo sistema denominado de Kronske, introducido desde
Copiapó”. Carlos Ángel, jefe también en la montonera de Peñaloza, era propietario de
yacimientos en el Rincón de la Mejicana y explotaba una productiva mina de plata en
San Pedro de la Caldera.
(Recordemos que Carlos María Álvarez, principal jefe chachista era oficial del ejército
nacional).
“Tales jefes –prosigue Terzaga– arrastrando tras de si a las masas pastoras y artesanales
que integraban el complejo regional, defendían las posibilidades de aquel desarrollo
frente a una penetración que, interesada solamente en la riqueza potencial de la región
pampeana, quería traer a su dominio estas otras regiones solo para anularlas y
reemplazar en, como se hizo, la actividad propia por el sistema del empleo público y de
los subsidios nacionales. Lo que sí introducía Buenos Aires en las provincias del
Noroeste no era el progreso capitalista, sino, precisamente, el estancamiento. Luego
haría lo mismo en el Paraguay, a mayor escala y con más tremendo costo”.
Vemos entonces que las revueltas y luchas llevadas a cabo en La Rioja, responden con
sus rasgos propios y autóctonos al esquema del proceso que se originó en otras regiones.
Y la explicación de Terzaga, estimamos, es la más válida y razonable.
27
En ese proceso, entonces, se integrará el riojano Carlos M. Alvarez, y al que vemos
figurar en febrero de 1858, que como ex-teniente del Regimiento Húsares del Plata,
solicitaba se le abonara sueldos atrasados (8). En su escrito, decía: “Que habiendo
obtenido su baja y absoluta separación del servicio, a virtud de solicitud que hizo a V.E.
y la que fue concedida en fecha de veinte y ocho de Enero, y no habiendo sido pago del
haber de Diciembre próximo pasado y los días de Enero del presente año, ocurre a la
justicia de V.E. suplicándole quiera ordenar se me ajuste y pague lo que tengo de
devengado”.
Y luego de un trámite rápido se le denegará a Álvarez lo solicitado. Aunque otros
documentos indican que en agosto de 1859, revistaba todavía como teniente primero del
Ejército Nacional, División del Sud, Regimiento Dragones Nº 7 de Línea en el Tercer
Escuadrón primera Compañía, con asiento en Villanueva. Por lo que no es errado
suponer que intervendría en Cepeda y Pavón. Nos mueve a asentar estos documentos de
estricto carácter burocrático la idea de destacar la formación militar de Álvarez, que
participará a partir de estos años en casi todas las acciones del Chacho.
Luego en la resistencia a la guerra del Paraguay y en las luchas de Varela, figurando
como jefe de estado mayor y principal cabecilla táctico de las más importantes acciones,
tanto militares como revolucionarias.
Con Lanza Seca y El Chacho
Y que siguió estando en el Regimiento Dragones Nº 7, nos lo indica una carta del
gobernador de San Luis (9) en la que le dice: “Sor. Capitán Dn. Carlos M. Álvarez. Mi
apreciado Capitán y amigo. Ya V. sabrá la ynsurrección del Coronel Yseas; también se
me a dicho que ese Regimiento lo an tocado es decir el Nº 7, por si fuese esto efetibo
me dirijo a V. para prebenirle que en caso de mober en mi contra ese cuerpo se separe
V. con su Compañía y busque mi yncorporación o de las fuerzas que mando sirbiendole
esta para que la enseñe pa cualesquier Gefe donde sera bien recibido, pues me sera de
todo punto sensible berlo figurara V. en mi contra”.
“Al loco del Coronel Ysea le boy aser pagar bien cara su maldad contesteme con mi
embiado y abiseme lo que haiga de ese Regimiento que todo se lo agradecerá
eternamente su seguro serbidor y amigo. Juan Sáa”.
Habiéndose sublevado Iseas en el Fuerte Constitucional fue batido y huyó. Sáa era el
único hombre de confianza de Derqui que bamboleaba ya en el poder.
Se producirá poco tiempo después (16 de noviembre de 1859) la revolución contra
Virasoro. “Fuertemente impresionado (10), el doctor Derqui como providencia inicial
comisiona al gobernador de San Luis, coronel Juan Sáa, para establecer el orden en San
Juan. Podrá movilizar fuerzas, declarar el estado de sitio y asumir el mando de la
provincia. Colaborarán con él los coroneles Wenceslao Paunero y Emilio Conesa y don
José María Lafuente, miembros del séquito de Mitre, personas cuyo papel junto al rudo
puntano desconcierta, provocando siniestras conjeturas”.
Pavón marcará el final de Álvarez como militar escalafonado. No sin antes haber
participado junto a Saá en los hechos de San Juan. A partir de 1861, en reiteradas
oportunidades lo veremos figurar en el séquito del señor de Guaja.
En el que veía representada la bandera federal en alto, ya arriada definitivamente por
Urquiza. Tal como éste lo expresa (11): “Al protestar a V.E. (Mitre) esas seguridades y
las del excelente cultivo de fraternales relaciones con la provincia de su digno mando, al
retribuirle sus felicitaciones por la gloria indisputada de ponerse al frente de la nueva
obra de reconstrucción nacional, al ofrecerle mi concurso decidido como ciudadano y
como gobernante, en cuanto de mi dependa, al repetirle que mi única ambición es la del
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hogar tranquilo y la de representar desde él la felicidad de mi patria, libre y
constituida… El deseo de la vida del ciudadano pacífico y laborioso para proporcionar a
mi pueblo días serenos, y ahorrar a la República la sangre de sus hijos, conviene bien
con los hechos que he producido, haciendo abnegación de cuanto me era personal, y con
los servicios pacíficos que aún pueda prestar como tal, al pueblo entrerriano a quien
debo en holocausto mi vida entera”.
¡Oh los goces de la burguesía! Como vemos todo un programa conformista. Vejez,
cansancio, creer en la inutilidad de la lucha. Si durante diez años el meridiano político
pasó por San José, luego de Pavón por más que sus partidarios y seguidores del interior
pretendan convencerse de lo contrario -y aún utilicen su nombre y lo convoquen a
participar junto a ellos de la lucha- de Urquiza no obtendrán nada. A no ser alguna que
otra critica al accionar del mitrismo en el interior y nada más. Y es que el mismo
Urquiza se daba cuenta que la lucha estaba perdida.
Cosa que no creían el Chacho y sus seguidores…
Tras el Tratado de La Banderita las hazañas de Taboada
Es cierto lo que afirma Felipe Cárdenas (h) (12): “Ha sonado para el Chacho (1863) la
hora de la verdad. Sus enemigos están contentos. Ahora sí, podrán emprender la
liquidación del caudillo cuya sola presencia detenía la instauración drástica del “nuevo
orden”. Mitre encarga a Sarmiento que haga en La Rioja “una guerra de policía” y los
Taboada, con los gobernadores de Catamarca y Tucumán, inician una suerte de marcha
sobre La Rioja para cercar al Chacho en su guarida de Los Llanos.
La serie de combates todos perdidos, nos muestran la total superioridad de las fuerzas
nacionales y que la lucha será sin cuartel. En los dos principales combates de “Mal
Paso” y “Lomas Blancas” (2 y 20 de mayo de1863 respectivamente), intervendrá lo más
granado y mejor de las fuerzas montoneras”.
Taboada (13), tratando de demostrar lo astuto que es, en carta al gobernador de
Catamarca, relata pormenores de este combate primero, considerado el más sangriento
tras el tratado de la Banderita. Luego de ocupar la ciudad de La Rioja, inicia la
persecución de los montoneros. “Yo me dirigí –cuenta– en alcance de la polvareda que
aparecía por el Sud. A dos leguas y media de la plaza poco más o menos, tuve ya
noticias del grueso del enemigo, que había querido confundirme con sus polvaredas,
desprendiendo grandes partidas en distintas direcciones, tenía mil hombres, no
setecientos como dije a V.E en carta confidencial, entre ellos 200 de infantería
compuesta de Fuerteños, Belenistas y Riojanos. Bernardo Carrizo mandaba en jefe con
el título de Gobernador, acompañado de Carlos Ángel, Carlos María Álvarez,
Chumbita, Fernando Villafañe y otros; Álvarez era jefe de estado mayor y Toranzo
hacia cinco días que había sido reconocido como 2 de E.M., todos me esperaban en ese
punto. Al paso que recibía estas noticias, empezaba el tiroteo de mi vanguardia con las
avanzadas del enemigo. Apresuré mi marcha con las cinco compañías que llevaba,
dejando orden a los comandantes Albornoz, Mercado y Tapia de seguir al trote para
protegerme en caso de no haber vencido al enemigo cuando arribaran al campo de
batalla. A los pocos minutos estuve a diez pasos de la infantería enemiga, donde tendí la
línea: aquella estaba en aventajadas posiciones. El “Mal Paso” es un arroyo que corre de
Noreste a Sudeste, aunque hoy se halla sin agua por haberla atajado el enemigo para
emboscarse a la orilla derecha, que es cuatro veces más elevada que la izquierda, estaba
colocada la infantería enemiga formada en batalla. El fuego que recibimos desde que
tiramos las líneas, era un fuego mortífero, que no podíamos contrarrestar, porque los
enemigos estaban defendidos por la altura, los montes y un parapeto que presentaba la
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orilla del arroyo que ocupaban. El fuego se rompió no obstante, por nuestra brava
infantería con una decisión y un coraje admirables, y fue sostenido con encarnizamiento
por espacio de tres cuartos de hora. Yo me coloqué al frente de ella, y he podido
apreciar el valor y decisión con que mis compañeros se han batido en defensa de la
libertad de esta provincia desgraciada. Cuando mis bravos soldados empezaron a caer
heridos, fue necesario vencer la posición con un rasgo de audacia, me puse a la cabeza
de la infantería y me lancé a forzar el paso, haciendo calar bayonetas. Todos me
siguieron, y la derrota del enemigo, que ya nos había flanqueado por la derecha, no
tardó en producirse.
Por espacio de tres cuadras arrollamos la infantería enemiga. Al mismo tiempo que yo
arrollaba la infantería enemiga, la caballería que hasta entonces no había podido
protegernos por cumplir la orden de seguir su marcha al trote, llegó al campo de batalla
y hallando el paso libre, cargó con lanza en ristre a la caballería enemiga y la arrolló”. Y
arrollando por aquí y arrollando por allá todo lo arrolló don Manuel.
Las cifras del desastre 120 muertos, o más del lado montonero, 15 heridos de Taboada,
más bien indicarían que el “fuego mortífero” de que habla el santiagueño, debe haber
sido con la boca, solamente. Pero la pérdida más sensible de los derrotados, fue toda la
banda de música… ¡ah y tres cornetas!
Una pintoresca carta de don Natal Luna (14) describe a su modo, esta magnifica jornada
del Aníbal santiagueño, “el gozo apenas me deja tomar la pluma para comunicar a Ud.
(un amigo) el espléndido triunfo obtenido sobre las fuerzas bárbaras de Bernardo
Carrizo, gobernador de este infeliz pueblo. Ayer a las 11 de la mañana hicimos la
entrada al pueblo por varios puntos, a donde se encontraron algunos gauchos de la gran
masa reaccionaria que andaban aún gritando contra los “salvajes unitarios” (que Dios
los perdone). A mí me cupo el honor de ser el primero que entró a la plaza, con una
fuerza de los bravos infantes santiagueños y dar el primer grito de libertad; este resonó
en todos los corazones de nuestros amigos de causa que aún permanecían en los más
escondidos lugares de sus casas, cerros, huertas y tejados”. Y sigue contando el primer
gritón de La Rioja: “Es espantoso, mi amigo, lo que han hecho los bandidos en este
pueblo durante su reinado”…
“¡No ha quedado mujer que no haya dado contribución hasta de dos reales! ¡Que
infames! Como es muy corto el tiempo, voy a referir a Ud. Muy susintamente lo
ocurrido en el gran triunfo sobre estos bandidos. El General Don Manuel Taboada es un
verdadero valiente”. Y para demostrar que no es exageración lo que dice, agrega:
“cuerpo a cuerpo ha luchado con el enemigo, y hasta se asegura que él, ha muerto a
Carlos Álvarez. Los muertos enemigos hasta ahora que son las 11 del día, son cerca de
200.
De los muertos hasta ahora sé que son Carlos Álvarez, Domingo Sánchez, Julián
Rincón, Corvalán, Miguel Sánchez y un comandante Suero”.
Y don Natal, termina diciendo: “En fin, amigo: es tan grande este triunfo como Ud. no
puede formarse una idea; el gobernador se adelantó, lo que oyó los tiros de las guerrillas
y se presentó al enemigo con muy pocos infantes; hizo echar pie a tierra y él también
mató con su revolver dos personas, por lo que se le descompuso, entonces agarró una
tercerola de sus soldados y mató a otro y a uno más lo atravesó con su espada. Es pues
un verdadero valiente”.
Álvarez y su pronto retorno de la muerte
Pero si el contraste había sido grande no fue definitivo. Pasaría un tiempo antes que sí lo
fuera. Rehechas las montoneras ofrecerían combate a los pocos días. Y en “Lomas
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Blancas” reaparecería Carlos Álvarez dado por muerto a manos del mismo Taboada.
Sobre estos sucesos Marcelino Reyes, de obligada referencia para estos tiempos nos
cuenta: (15) “Al combate de “Lomas Blancas”, en la Costa Alta de los Llanos, había
concurrido el general rebelde Peñaloza con lo mejor de sus tropas, en número de más de
1.500 hombres mandados por lo más grande de sus jefes. Allí midieron con Sandes, etc.
etc. los Ontiveros, Puebla, “Berna” Carrizo, Varela, Elizondo, Carlos Ángel, Francisco
Álvarez, Severo Chumbita, Lucas Llanos, Carlos Álvarez, Tránsito y Apolinario Tello,
etc etc. y otros subalternos más del siempre vencido Peñaloza.
Por eso la lucha fue tan encarnizada y sangrienta. Por más bravas que fueran las tropas
que Peñaloza presentó en “Lomas Blancas”, a las que obedecían las órdenes del Coronel
Sandes, no era posible resistir su empuje, pues en el expresado combate se encontraron
bien representados el ejército y milicias nacionales. Sin embargo fue tal el ímpetu del
enemigo, que bandeó filas en su choque con el escuadrón Compañía de Flanqueadores
del Regimiento 1 de Caballería, que formaba la derecha de la línea del coronel Sandes
arrebatándole la caballería de reserva y todo el bagaje, por cuyo motivo no pudo
hacérsele una persecución enérgica y tenaz, aunque sí la suficiente para que no se
rehiciera en breve, escarmentado por la mortandad que sufriera, pues no se dio cuartel a
los que caían heridos o prisioneros”. Y luego lo mismo de siempre: el desbande, la
persecución, la muerte, la crueldad inaudita. Razón tenía Urquiza al plantear la cuestión
en sus reales términos, negando trascendencia a cualquier intentona del momento.
“Pueblos sin recursos, fatigados por la lucha, sin elementos, sin combinación y sin
programa”.
Vencido al Chacho, Carlos Álvarez emigra a Montevideo, acompañando a su jefe y
amigo Juan Saá. Tal como lo señalan dos cartas. En la primera (16) dirigida a Saá, la
madre de Álvarez, le dice: “mi respetable señor: los cuidados de madre, el constante
anhelo para la conservación y bienestar de mi hijo Don Carlos M. Álvarez de quien
nada se en tanto tiempo ni de su estabilidad ni paradero, y la bondad con que me tiene
ofrecida Ud. su amistad y confianza con que me honro, como igualmente las
seguridades que acepte al encargarle su patrocinio de que Ud. cuidaría de él como su
legitimo padre, como su querido alumno, son otros tantos títulos que me impulsan a
rogarle tenga la dignación de darme algunas noticias de mi hijo predilecto, por el mismo
conducto que esta llegara a manos de Ud. Quiera Sr, disculpar esta confianza, y
disponer con la misma de la buena voluntad con que se repite de Ud. sincera obsecuente
amiga”.
En marzo del 64 el presidente Berro de Uruguay confía a Juan Saá el mando del ejército
de reserva que empezaba a organizarse en la Villa de la Unión. Un ejército que fue
confiado a Saá trató de ayudar a los sitiados de Paysandú pero fue derrotado. No cabe
duda que el riojano Álvarez participó de todas estas acciones. Tal como lo da a entender
por la premura con que contesta la angustiada carta de su madre, dando breves noticias
desde Montevideo (17) y en misiva dirigida a su cuñada Antonia Jaramillo de Álvarez.
“Mi más querida hermana: cuanto placer siento en este momento al dirigirme a ti no
puedes formarte una idea, lo afligido que estoy al considerar que mi hermana querida
pueda figurarse que quizás el cariño fraternal que te profeso pudiera haberse borrado de
mi mente; tu conoces bien mis sentimientos por lo que creo sabrás darle el verdadero
valor á esta mi carta y defenderme de cualquier ataque que contra mi cariño fraternal o
filial, pudieran dirigirme sin premeditación”.
Pero los acontecimientos en la Banda Oriental se precipitaban. Y así la convención
celebrada el 19 de febrero de 1865 en la Villa de la Unión entre el general Venancio
Flores, el ministro de Brasil José María Da Silva Paranhos y el doctor Manuel Herrera y
Obes (por el presidente Berro), dio la paz entre imperiales y orientales.
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Los generales gubernistas Lamas, Medina, Saá y muchos jefes y oficiales se embarcaron
y emigraron a la Argentina. Y entre ellos, sin duda, marchó Álvarez que se dirigió a
Concepción del Uruguay.
“Volvían a sonar nombres que se creían extinguidos con la sepulta
Confederación”
El 13 de abril de 1865 se inicia la guerra del Paraguay. En todas las provincias se
producen actos de franca oposición.
“En La Rioja (18), tan duramente pacificada después del asesinato de Peñaloza, el
porteño Julio Campos, que hacía entonces de gobernador, consiguió reunir un
contingente para acudir a la guerra, pero a fines de junio la tropa se subleva y deserta en
Catuna, episodio que al parecer, formaba parte de una operación gestada por elementos
federales. Y a pesar de la fea aflojada del gobernador Manuel Vicente Bustos cuando la
muerte del Chacho (Bustos debía al Chacho su tercera gobernación, pero habiendo roto
con el caudillo, tras la muerte de este dictó un decreto haciendo un obsequio al asesino
Irrazabal), sus amigos estaban nuevamente en la resistencia contra Mitre. El propio
Bustos estuvo entre los procesados por la Justicia Federal, así como Carlota Álvarez de
Jaramillo y los hermanos Carlos y Francisco Álvarez”.
La sublevación del contingente riojano, adquirió connotaciones muy particulares, por la
importancia de los principales protagonistas, por el sonado juicio que se hizo a los
mismos, por tomar parte en él la Suprema Corte de Justicia de la Nación y porque, éste
juicio, ha servido muchos años después para publicaciones parciales e interesadas…
De allí que merezca tratarse con cierta meticulosidad este “Proceso a los Montoneros”.
La alegría que –según Marcelino reyes– reinó en La Rioja por el estallido de la guerra
al decir que “hubo reuniones, serenatas y demás manifestaciones patrióticas
encabezadas por los principales ciudadanos, pronunciándose ardorosos y entusiastas
discursos y ofreciéndose varios jóvenes de la primera sociedad riojana a marchar
voluntariamente al teatro de la guerra” no está de acuerdo con lo que en realidad
ocurrió.
La Rioja debía contribuir al principio con 100 voluntarios y enganchados pero a los
pocos días se dispuso que estos serían 500. E inmediatamente se mandó organizar las
fuerzas de reserva con otro batallón de 500 plazas 1100 hombres como contingente de
La Rioja. Y hasta Reyes no puede menos que decir. “… lo que era demasiado con
arreglo a la población total de entonces”.
“En el lugar de Catuna y Posta de Herrera, ambas poblaciones de la Costa Baja de Los
Llanos, se efectuaba sin tropiezo la reunión del contingente, cuya cifra ascendía a fines
de Junio a más de doscientos cincuenta hombres, cuando en la mañana del 26 del mes
referido el caudillejo oscuro e ignorado Aurelio Zalazar, que regresaba de Entre Ríos,
acompañando de peón o capataz a don Carlos Ángel, aprovechando la ausencia de
Catuna del comandante don Ricardo Vera, atacó por sorpresa al piquete de diez
soldados al mando del oficial don Balbino Arias que custodiaba el contingente en ese
punto, dispersandolo, matando en seguida al juez departamental é incorporando a su
partida los rendidos y dispersos… Atacado casi simultáneamente en la Posta de Herrera,
el contingente que en ese punto custodiaba el comandante José María Linares, por los
sublevados de Catuna al mando del caudillejo Ascencio Rivadera, fue también
dispersado e incorporado a la montonera de Aurelio Zalazar salvando el comandante
Linares y su escolta de ser completamente deshechos por haber trasmontado la sierra de
los Llanos”.
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Comienza la persecución a los montoneros, pero como pasa siempre, estos se esfuman,
desaparecen “y el 15 de julio (1865) en la madrugada arribaban las fuerzas legales a la
ciudad de La Rioja al mando de su primer magistrado, casi al mismo tiempo que Zalazar
con su montonera, en número de más de 300 hombres, se presentaba por el camino de la
Costa Alta de los Llanos al frente de la capital en el lugar denominado Pango, a un
kilómetro al Sud de esta, esperando la venida del día para atacar la plaza en la
persuasión de que Campos se encontraba lejos y sin tener noticia que aquella estaba
perfectamente guarnecida y preparada para la resistencia hasta que fuera protegida”.
Con una pequeña fuerza el gobernador sale a batir a los montoneros. Y aquí, como
ocurría generalmente, la montonera de nuevo mostrando su incapacidad para enfrentar
con meridiano éxito las tropas de línea. “Llegando a Pango con su pequeña fuerza se
encontró con el enemigo, que había tendido su línea de batalla de naciente a poniente, y
tendió la suya paralela a cuadra y media de distancia, desplegando la infantería en
batalla y en la misma formación la caballería, apoyada su derecha en aquella. Después
de un combate, que duró de quince a veinte minutos se puso en completa derrota la
fuerza de la montonera, habiendo dejado en el campo de la acción veinte muertos,
porción de armas y caballos ensillados, cayendo además la caballada de reserva en
numero de ciento cincuenta animales”.
“Por las declaraciones tomadas –decía el parte oficial de Campos– a los heridos
prisioneros y noticias que he recibido en los Llanos, estoy en conocimiento que el plan
formado por la montonera era cambiar el gobierno de la provincia, colocando de
gobernador a don Manuel Vicente Bustos. Esta declaración es uniforme y conteste en
los heridos que existen en el hospital y entre los prisioneros tomados, en el lugar de los
Llanos”.
Días antes ya habían sido presos Bustos, los dos hermanos Álvarez (Francisco y Carlos)
y Carlos Ángel, que al decir de Reyes, “eran insignes agitadores de las masas incultas
de La Rioja”, como así también otros personajes, acusados de ser los principales
instigadores de estas acciones.
El proceso a los montoneros y una entusiasta defensa
El juicio a los principales inculpados de estas sublevaciones, se caracterizó por la
encendida defensa que hace Abraham Mendoza, apoderado de don Solano Granillo, de
Carlos Ángel, de Manuel Vicente Bustos, de Carlota Recalde y de Francisco y Carlos
Álvarez.
De entrada nomás califica de “extravagante acusación”, “absurdas y temerarias
pretensiones del Fiscal”, “flagrante injusticia y parcialidad”, etc, etc., todo lo afirmado
por el fiscal de la causa.
Reconoce sí que Carlos Ángel y Carlos Álvarez vinieron con Zalazar de Entre Ríos y
que en Chañar, Zalazar se separó mientras aquellos seguían viaje. Todo hacía suponer la
connivencia de aquellos con éste. De acuerdo a lo que afirma uno de los testigos,
Zalazar le había dicho “Que traía orden del General Urquiza de pronunciarse en favor
del partido Federal, sublevando los Llanos y que don Carlos Ángel y don Carlos
Álvarez, en unión con el señor Bustos, debían hacer en esta ciudad la revolución
derrocando al actual gobernador”.
Y el defensor, mostrando oculta fibra de artista, se desgarra las vestiduras y se pregunta
¿“Porque Zalazar haya dicho que estaba comvinando con don Carlos Ángel para hacer
tal cosa, se ha de estar á su dicho y sin más; porque él dijo, se ha de condenar al Señor
Ángel en la pena que solicita el Fiscal? ¿Con que el dicho simple de un hombre criminal
que anda encabezando una montonera se ha de condenar a un inocente, que no solo no
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ha dado motivo de sospecha, sino que lejos de eso ha manifestado amor al orden, dando
cuenta al gobierno de la sublevación que hubo de tener lugar en el cuartel de esta
ciudad, días antes de marchar el contingente, como es público y notorio?”. Pensamos
que debe haberse divertido bastante el defensor, sabiendo como sabía lo que era público
y notorio, que todos los inculpados algo habían tenido que ver, desde hacía muchos
años con la montonera, a la que ahora (debemos tener en cuenta que recién a fines del
65 Zalazar es tomado preso y que todos los demás lo fueron desde el primero de julio de
ese año) califica duramente, nada más que para mostrar que los acusados no pasan de
ser sino blancas e inocentes palomitas.
Mordaz, agudo, tirando una estocada aquí, atacando un poco allá, descalificando a otro
testigo más acá, don Abraham se dilata en larga y medulosa defensa en la que no deja
títere con cabeza. Y así dice: “Además de esto la citada declaración es inverosímil
porque no se puede suponer ni por un momento que si don Carlos Ángel hubiera traído
la intención de hacer revolución y quitar el contingente, lo habría venido publicando por
todo el camino, para que se hiciera público, lo que no haría ni el más rústico, mucho
menos aquel que tiene muy buena razón, ni menos habría dado parte al Gobierno de la
sublevación del contingente que hubo de efectuarse en esta ciudad. Y terminando de
defender a Ángel tras desmenuzar una a una las acusaciones y dichos de los testigos,
dice: “Estas son las pruebas con que con tanto aplomo afirma el Fiscal que se halla
comprovada la complicación de Ángel en la montonera, las que según queda
demostrado no hacen ni semiplena prueba contra este, y esto no obstante, pide contra él
seis años de destierro, cuatro mil pesos de multa, el pago de los daños y perjuicios y de
las costas procesales, sin haberse fijado en el testo expreso de las leyes que disponen,
que para condenar al reo se precisan pruebas tan claras como la luz del día, y que el
Juez debe estar más bien dispuesto á absolver que condenar al reo, y que no habiendo
esa claridad de pruebas, como no la hay en el presente caso, debe absolverse al
acusado”.
Y sigue defendiendo al acusado Solano Granillo con similares conceptos. Y cuando
llega a Carlota Recalde, aprovecha y se despacha con todo. ¿No la ven tan triste y
alicaída por la vergüenza que tiene de haber sido acusada por algo de lo que no tiene ni
noticias? ¡Habrase visto más falta de caballerosidad que la de este fiscal guarango y tan
poco educado! Y así dice: “Por lo que respecta a la Señora Recalde, matrona respetable,
virtuosa y honrada madre de una familia distinguida que en los afanes familiares de su
hogar doméstico, ha sido siempre ajena a la política; y á quien por una fatalidad fortuita,
ha alcanzado la calamidad de este proceso”. Claro que la realmente acusada no era
Carlota Recalde sino Delfina, su hermana, madre de los Álvarez y a la que acusaría de
ser la que proveería de armas y municiones a los sublevados. Pues era cierto que Carlota
Recalde no tenía nada que ver.
A esta altura de la defensa don Abraham se encuentra más que diestro en esto de patear
por allí una semiprueba, aplastar más allá una acusación y así por el estilo y bien que le
hará falta pues entra de lleno a demostrar la inculpabilidad de Bustos y de los hermanos
Álvarez. “Que habiendo –escribe– sido extraído de sus casas improvisadamente por la
policía y encarcelados el primero de julio por orden del gobierno sin causa alguna que
les fuese conocida; y oyendo por noticias privadas que era una medida de precaución, á
lo que se agregó el conocimiento que tubieron de lo que al respecto decía el periódico
que corre en autos; esto es: “De ser participes o promotores de las turbulencias que
entonces ajitaron la Provincia, ocasionando el desbande del contingente”. ¡Habrase visto
–pensaría– desfachatez igual, hacer tales imputaciones nada menos que a mis
defendidos, ninguno de los cuales ha tenido nada que ver con asonadas, montoneras o
revoluciones!
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En figurillas se debe haber visto el defensor para tratar que sus palabras no fueran
tomadas como burlas hechas y derechas.
El defensor viene arreando con todo y así le dice al juez que sus clientes, ofendidos
“con el mismo intento de reivindicar su crédito y honra envilecida con la nota infamante
de sediciosos o traidores á la Patria que naturalmente arrojaba la sospecha del Gobierno,
con la simultaneidad de la evidencia del hecho que tan calumniosa como injustamente
publicaba aquel periódico, bajo la responsabilidad de comunicaciones de personas
respetables de esta provincia (¡Oh los eternos maldicientes y calumniadores!)
agrabándose tal imputación con la situación de la Provincia y República, poniendo por
todo esto en tela de juicio a aquel único efecto, hicieron la siguiente proposición: ¿Ha
podido lejítimamente el Gobernador de la Provincia desaforándonos inferirnos la
penalidad física y moral que padecemos?”.
¡Qué es lo que no hará don Abraham para salvarlos de ese complot viperino en el que se
aúnan la maledicencia y los odios partidistas! Y sigue: “Si el Señor Fiscal haciendo un
estudio más concienzudo y desapasionado de las instituciones de la unión
Norteamericana, en las que divaga tan innecesariamente para ostentar erudición sin
conseguir otra cosa y patentizar lo que es ajeno de un ministro de justicia; habría
descubierto en ellas las máximas y principios de justicia de que rebosan para conseguir
la felicidad y engrandecimiento de que goza aquel pueblo que absorve las admiraciones
y respeto del universo, y de quien y con el mismo interés trasladaron á nuestra Patria
nuestros Padres Conscriptos ese germen providencial de que también abundan nuestras
instituciones fundamentales, en las que el Señor Fiscal á no haberlas desatendido, habría
hallado cuanto es necesario para la estabilidad de las bases del orden público que son la
justicia y el derecho”.
Con minuciosidad, deleitándose en mostrar su erudición, sabiendo que en ese juego del
derecho, sus clientes llevaban las de ganar, atendiendo a los muchos errores cometidos
por la parte acusadora (falsos testigos, cargos no probados o inconsistentes, testigos
inexistentes, perjuros y demás), don Abraham Mendoza llega al clímax de su defensa al
asentar y como diciendo ¡después de esto a no molestar más a mis clientes!: “Llegamos
ya a la celebre vista Fiscal que puede definirse sin injuria con aquella frase vulgar
croonum phimen sino mentis gulta, que le viene de molde. El Sr. Fiscal ha visto a
Catilina a las puertas de Roma, y a los conjurados en casa de Porcia.
Muy bien: lo primero es notorio, pues estubo Zalazar a las puertas de esta ciudad, lo
segundo falso, absolutamente falso con relación a mis representados ¿Y la complicidad
y acuerdo de estos con aquel? ¿Las armas, dinero, gente y demás hechos de la
cooperación? ¡Nada, todo farsa e impostura; todo calumnias viles y desahogos
miserables de odios reconcentrados y venganzas personales!
Todo el voluminoso proceso no prueba otra cosa en efecto, que la inocencia e
inculpabilidad de estos Señores; porque en el afán de acumular cargos de criminalidad
para basar una acusación infidente y calumniosa como la que me ocupa, no ha podido el
Señor Fiscal probar un solo hecho como no lo ha habido, pero ni un dicho siquiera
contra ellos que les sea propio; fundándola solo en apariencias que son lo contrario de la
realidad”.
En la segunda parte de su jugoso alegato hace un repaso del mérito de las pruebas y
presunciones que el sumario arroja contra los reos y así a uno de los principales testigos
lo llega a calificar de “malvado enbilecido, que para evadirse de la pena de sus
crímenes, tiene aquí un nombre diferente del de su país, que es desertor del seis de línea,
que ha sido domiciliario de las cárceles de San Juan por sus fechorías y mala conducta y
que además el mismo confiesa en su declaración ser cómplice del plan revolucionario
que persigue el Fiscal”. A otro testigo lo acusa de ser enemigo de Bustos, pues siendo
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este gobernador, había mandado fusilar a su padre. Parece que el gobierno no había
cuidado mucho las formas y puso de testigos a sus propios empleados. Medio en
bandeja de plata se le ofreció la defensa a Mendoza que, por supuesto, no desaprovechó
la oportunidad. Alegato en el que no falta la cargada, la burla, el sarcasmo, como
cuando dice: “Entra luego el Fiscal á la parte trágica de su drama, horrorizándose de la
sangrienta trama urdida por los presos sin haber provado nada; para cuyo acto ha
reservado los dos más fuertes campeones don Nicolás Carrizo y don Exequias Bringas,
con respecto á los cuales y antes de revatir en esta parte al Fiscal, haré notar al Sr. Juez
que estos dos testigos son empleados del Gobierno, que se jactan públicamente de ser
enemigos de los presos, lo que no ignora el Sr. Fiscal que sabe el valor jurídico de esta
circunstancia”.
Y ya en la parte final, acomodándose la toga y dispuesto a irse a tomar un buen vaso de
vino patero, Mendoza rebate lo que llama los disques, que abundan en el juicio de gente
que oyó decir a alguien que no sabía bien quién era etc, etc. En una palabra, rebate los
chismorreos. Elementos que no pueden menos que molestar al defensor, pues no es con
disques que se puede condenar a nadie, más cuando ya existen leyes y una Constitución.
Por eso no puede dejar de comentar: “Y como el Fiscal hace mérito de esto diciendo que
á su juicio importa haber oído hablar a la montonera, con lo que pretende darle más
valor, debo contestarle que á mi juicio esto solo acredita su ignorancia, porque aunque
él mismo hubiera oído hablar a todas las montoneras habidas y por haber, no habría con
todo ello formado la prueba inconclusa que pretende; con lo que queda descargado este
de la cuenta general de los presos, poniéndole otro cero, y cargando esta nueva partida
contra el Fiscal”.
Posiblemente no debe haber habido nunca un defensor que pusiera tantos aplazos a un
fiscal. Y termina: “Y por consiguiente en tanto afán de acumular cuanto chisme ha
recogido de los rincones oscuros, ni siquiera ha conseguido con todos ellos formar una
semiprueba, reduciéndose todo ello á indicios y presunción, que aunque los aglomeren á
millones y los multiplique por el mayor guarismo imajinable, no formarían la luz en la
prueba que exije la ley en las causas criminales para la imposición de la pena”.
Resultando evidente, según Mendoza, la inocencia de sus representados, “acusados de
sedición y traición a la Patria; que tampoco se ha probado nada respecto de la
complicidad supuesta con la montonera, que no han sido ni promotores ni cómplices de
las Montoneras de los Llanos que dio por resultado el desbande del contingente; que
aunque el largo catalogo de testigos que se produce fuesen hábiles y escepcionales,
como no lo son, aun así no probarían (como no prueba), en todo el proceso un solo
hecho culpable, ni dicho contra ninguno de mis representados; que el Gobernador de la
Provincia en su procedimiento contra sus defendidos, ha obrado sin autoridad lejitima, y
en contradicción a las leyes nacionales, al espíritu y testo de la Constituci0on Nacional
reformada y violación de la Provincial reformada y su Reglamento de Justicia, atacando
advitrariamente, “la vida, la honra, la livertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad
que son los derechos de los habitantes del Estado”. Y finalmente, pide que se proceda
contra el Fiscal doctor Delfín Oliva porque “ha procedido según lo dejo demostrado,
faltando a los deveres de su ministerio”.
Pide se declare la inocencia de todos los presos, “de manera que esta declaración les
restablezca en la honra y crédito que han padecido con motivo de su prisión y
encausamiento; su excarcelación sin cargo alguno; satisfacción de daños y perjuicios
para quien corresponde y espresa condenación de costas al Fiscal con las demás
responsabilidades y penas en que ha incurrido”:
En noviembre 15 de 1865, el juez Morcillo ordena quince días de prueba, expresando:
“asimismo, téstense por el actuario las palabras que se signaran del escrito precedente,
36
apercibiéndose seriamente al apoderado Mendoza, guarde en lo sucesivo la moderación
de lenguaje que corresponde a los respetos del Tribunal”.
“Con masitas y licores conquistando gauchos”
Llamados a declarar los testigos repiten lo que han venido diciendo desde un principio.
Ellos no saben absolutamente nada. Y no solamente que lo ratifican sino que también
lo firman. ¡Contumaces, pero no tontos!
Aunque hay algunas novedades. El mismo gobernador Campos envía una carta al
tribunal en la que manifiesta: “que conozco á los referidos Manuel Vicente Bustos,
Carlos Ángel, Francisco y Carlos Álvarez, que tengo conocimiento del juicio que contra
ellos se sigue y que no me comprenden las generales de la ley; que estando en mi
despacho fue á el Don José María Jaramillo (esto el mismo Jaramillo afirmará no ser
cierto) y me denunció fuertes trabajos de oposición que en su casa se hacían por su hijo
político, Don Francisco Álvarez y su esposa, Da. Carlota Recalde, quejándose
amargamente de su familia toda por haberlo casi arrojado de su casa á causa de no
querer él tomar parte alguna en tan perniciosa y descabellada política, previniéndome
mucho cuidado con su espresado hijo, por ser demasiado pícaro, pues era tal su cinismo,
que hasta había llevado á los ranchos a su esposa e hija para que trabajaran a los
gauchos con el pretexto de tomar sandias, y más dijo que en su propia casa su mujer e
hijas trabajaban masitas y licores para conquistar á estos”.
El 27 de noviembre comparece a declarar el cabecilla visible de la sublevación, Aurelio
Zalazar. Y porque no podía decir otra cosa o porque creyó que sus cómplices mayores,
Ángel, Bustos, los Alvaraz, lo habían traicionado o porque no fue bien aconsejado o no
sabia mentir o no tenia pelos en la lengua, la cuestión fue que Zalazar habló a “calzón
quitado”, contó todo con pelos y señales, aunque –pensamos– no dejó de exagerar
ciertos hechos, torcer algunos y dejar de lado otros, pero en general, lo que contó suena
a verdadero.
En fin, veamos lo que testimonió Zalazar (riojano, casado, estanciero –dice– aunque es
peón de Carlos Ángel): “Que habiéndose ido el declarante a la Provincia de Entre Ríos
en compañía de don Carlos Ángel, con el fin de traer unas mulas que el jeneral Urquiza
le había facilitado a éste, estando para regresarse, se les reunió en la Concepción del
Uruguay Dn. Carlos María Álvarez (venía de Montevideo), que también se dirijía á esta
Provincia; ¡en ese punto acordaron entre los tres que luego de llegar a ésta, harían
revolución al Gobierno del Señor Campos, suponiendo el declarante que era indicación
del Jeneral Urquiza, según les pudo comprender a los compañeros”.
El nombre de Urquiza tanto en estos acontecimientos como con Peñaloza y Varela,
siempre aparecería. Beatriz Bosh, en su historia sobre Urquiza, da la clave: “Esta simple
referencia responde a una hábil táctica. De no ser desmentido en seguida el supuesto
vínculo, el nombre del Organizador atraeriale más de un adepto a la empresa
subversiva. Ningún documento prueba hasta ahora que tal vínculo existiera. Es muy
dudoso, más bien inverosímil que, de acordarse un plan de envergadura, se entregara su
destino al albur de los informes verbales”…
Y ello es, justamente, lo que ocurre en La Rioja. Algunos testigos hablan de supuestas
cartas escritas por Urquiza, pero nunca nadie las leyó y tampoco se encontró ninguna…
Pero sigamos con Zalazar que ante el juez, parece, está más charlatán que nunca: “Que
efectivamente se vinieron á esto, en el lugar de Chañar, antes de separarse, acordaron
que el declarante se encargaría gente en los Llanos, tomar el contingente de Guardias
Nacionales que debió marchar de esta ciudad destinado a la guerra del Paraguay y que
Ángel y Álvarez harían la revolución en esta ciudad, a la que vendría el declarante con
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su fuerza a apoyar dicho movimiento. Que así lo hizo, ¡después de reunir algunos
hombres se dirijió a Catuna, donde tomó el Continjente de Guardias Nacionales que
había reunido el Comandante Dn. Ricardo Vera.
Que ese mismo día mandó tomar parte del mismo continjente que venía del Sud a
reunirse al de Catuna a las órdenes del Comandante Don Damián Tello, que mui luego
atacó con su fuerza en el lugar de la Hedionda al Continjente que marchaba de esta
ciudad a las órdenes del Comandante Don José María Linares, consiguiendo disolverlo.
Que después, en virtud del acuerdo que habían tenido con Álvarez i Ángel, se dirigió a
esta ciudad, suponiendo hecha la revolución i sabiendo que había salido el Gobernador a
campaña creyó que había salido en derrota, por cuya razón apresuró su marcha,
llegando á las inmediaciones de esta ciudad, el quince de julio mas o menos, en cuyo
día tuvo lugar un combate con las fuerzas del gobierno, retirándose cuando vio que no
encontraba apoyo de sus correligionarios”.
Y parece que Zalazar no estaba nada cansado de todas las tribulaciones y fatigas
pasadas pues sigue contando, contando cual suerte de Scharasad barbuda y de pelo en
pecho.
Y tanto quería hablar, tan ansioso de contar todo que al no bastarle una sesión es
llamado a declarar por segunda vez el cuatro de diciembre. Y preguntando “si durante el
tiempo que ha permanecido a la cabeza de las fuerzas revolucionarias algún individuo le
ha ofrecido armas, dinero u otros recursos, en su caso diga quien sea este con las demás
circunstancias del caso, dijo: que estando el declarante en el Chamical, una hija del
tropero Guillermo Torres, cuyo nombre ignora; que iba de paso para Córdoba, le dijo:
que debía mandarle al declarante una cantidad de armas i munición la Sra. Doña Delfina
Recalde, madre de los Álvarez i que su padre no se las había traído porque temía ser
descubierto”… “Preguntando cual ha sido el propósito i el fin que tenia el declarante al
pretender derrocar al gobierno de la Provincia dijo: que el fin que lo llevaba era colocar
en el lugar del Gobernador actual a Don Carlos Ángel, sin llevar propósito ninguno
hostil contra el Gobierno actual de la Nación, que como ha dicho el declarante, no hacía
otra cosa que seguir las disposiciones de aquel, i que habría bastado una simple esquela
suya para abandonar su empresa, pues lo consideraba como su superior”…
El juicio continuó. Y el cinco de febrero del 66 los acusados fueron careados y se
ratificaron cada cual en sus declaraciones. El 21 del mismo mes el juez federal Natanael
Morcillo, falla: “que respecto de los encausados Dn. Manuel Vicente Bustos, Dn. Carlos
Ángel y Dn. Carlos Álvarez (x) sean absueltos de la instancia en la presente causa con
calidad de por ahora, y sin perjuicio de adelantarla cuando se mejore de prueba con
arreglo a la práctica y doctrinas de los criminalistas; y que con relación a los prosesados
Dn. Francisco Álvarez, Dn. Solano Granillo y Doña Carlota Recalde, sean absuelto
completamente del juicio, sin especial condenación en costas”.
La Corte Suprema de Justicia en fallo del 6 de octubre de ese mismo año, casi
coincidentemente con el levantamiento de los “colorados” de Mendoza y la revolución
varelista, absuelve a los inculpados al confirmar la sentencia apelada por el defensor de
los procesados en esa instancia, el Dr. Abel Bazán.
(X) La declaración de Carlos Álvarez al iniciarse el juicio fue por demás escueta: “dijo:
llamarse Carlos Maria Álvarez, natural de ésta, de treinta y tres años, soltero, y de
profesión militar, y responde, preguntado si sabe o tiene noticia que en algún punto de
esta provincia haya tenido lugar una sedición armada con el fin de disolver el
Continjente de Guardias Nacionales, destinado á la guerra contra el Paraguay, ó para
derrocar a las autoridades de la provincia, en su caso diga el tiempo y lugar en que
sucedió, sus autores, promotores y cómplices con las demás circunstancias del caso
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dijo: que en su prición que tuvo lugar el primero del pasado, ha oído como una voz
general, que se había levantado una montonera encabezada por un Zalazar, ignorando el
declarante cual hubiese sido el objeto ó fin de la sublevación, lo que según ha oído
había tenido lugar en Los Llanos de la Provincia. Que se decía que había atacado y
disuelto el Continjente a que se refiere la pregunta, y que se había dirijido a ésta ciudad,
en cuyas inmediaciones tuvo un comvate con las fuerzas del Gobierno.
Que como todo esto lo ha oído después de su prisión nada sabe el declarante de cierto,
ignorando las demás circunstancias del hecho, y responde. Esta fue su declaración en la
que se afirmó y ratificó leída que le fue espresando no tener que añadir ni quitar, y a
firmó con el Sr. Juez por ante mi de que soy fe”.
“¡Yo argentino!” se habrá dicho Carlos Álvarez. Una mentirosa y cuidada confesión.
La verdad que nadie se llamaba a engaño con respecto a la filiación y participación en
los hechos comentados de los principales inculpados. Pero el estado cometió muchos
errores y torpezas que facilitaron el accionar airoso de los defensores.
Poco tiempo después, los acontecimientos obligaban a Ángel, los Álvarez y otros como
ellos a rasgarse definitivamente las vestiduras. Su fe revolucionaria no se escondería
más tras tapujos y chicanas jurídicas. Se iniciaba el último acto de esta tragedia.
Absueltos los principales inculpados el único que queda preso y engrillado en la cárcel
pública es Aurelio Zalazar. Catorce meses permanece en ella, hasta que fuga en enero
de 1867. Una vez fugado de la cárcel, recibió de Elizondo, en el campo donde se hallaba
escondido, la exhortación a que reuniera gente para hacer una revolución. Esta se
produjo el 2 de febrero y fueron sus cabecillas Zalazar y Elizondo, quienes colocaron en
el gobierno a Francisco Álvarez. Pero nos adelantamos en exceso a hechos
significativos vividos por Carlos Álvarez en este año del 66.
Intermezzo sentimentale ma molto breve
En la agitada vida de Carlos M. Álvarez, tras los sucesos que desembocan en su
procesamiento y liberación, la primera parte del 66 estará dedicada a vivir en cierta paz
su nuevo estado, ya que casa el 12 de abril de 1866 con Carlota Jaramillo. Pero no será
el reposo del guerrero, ni mucho menos.
Tiempo de amar, como lo manifiesta una abundante correspondencia. Y entremezcladas
con cartas de amor, otras muestran que sigue preocupado por sus actividades políticas y
revolucionarias.
En una de ellas dirá (19): “Srta. Doña Carlotita J. de Álvarez. Mi muy querida rubita.
He recibido tu muy apreciable y cariñosa cartita y me es sumamente satisfactorio saber
que te encontrabas buena en compañía de Emilio y Rocita.
Rubita yo devía haber marchado a esa en este carro, pero Francisco á demorado como
tiene de costumbre pero de un momento á otro estaré en esa. Te ruego no bayas á
sorprenderte al saber que el Obispo (Aldazor) ha fallecido en San Luis pues mis tías nos
lo comunican llamando uno de nosotros para que les ayude a recoger los intereses que á
el pertenecen en esa Diócesis lo que no será posible haser tan pronto por falta de
recursos y porque no sabemos definitivamente si á dejado algo ó son ilusiones de mis
tías, á vuelta de correo hemos de saber lo cierto y entonces se marchará uno de nosotros
y es muy probable sea yo. Recibe recuerdos de toda la familia que quedan buenos y el
corazón de tu rubio que te adora”.
Mas los deseos de sus tías quedaron sin cumplir. Y no por la informalidad de Carlos
Álvarez. El 9 de noviembre estalla en Mendoza la Revolución de “Los colorados” (20)
“que pronto se expande a otras provincias”.
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Acompañan a Carlos Juan Rodríguez, jefe inicial, otros líderes de la Confederación:
Juan de Dios Videla, Felipe Saá y el general Juan Saá quien regresa desde Chile”. Sobre
la importancia de esta revuelta y sus más notables características, afirma Terzaga (21):
“La narración historiográfica tradicional, que habitualmente trata la Revolución de los
Colorados, como empresa distinta de la insurrección de Varela, separa dos aspectos de
un mismo y único fenómeno, pues la acción revolucionaria fue concertada sobre un plan
general común, como lo prueba la fotografía que se hicieron tomar juntos Carlos Juan
Rodríguez y Felipe Varela durante la preparación del movimiento. Pero, quizá, sin
mucha conciencia del asunto, no se equivoca demasiado aquella versión al separar
ambas fases, pues había en ella elementos sociales y políticos distintos, cuya influencia
en el fracaso final del intento valdría la pena analizar. Desde el lado de Cuyo,
particularmente desde el sector mendocino, el envión federal tenía su cimiento en los
estancieros y propietarios importantes –federales decentes– con una fuerza militar
guiada por oficiales de carrera, y de carácter bastante regularizado y disciplinado. En
cambio desde el lado norte (La Rioja y Catamarca), aunque la inspiración permanente
de la reacción antiporteña provenía también de las clases dirigentes –estancieros y
mineros– eran los federales “plebeyos”, por así decirlo –pequeños propietarios,
puesteros, peones, artesanos, etc.– quienes dieron su color a las sucesivas insurrecciones
de Peñaloza y de Varela.
Al parecer, la dirección superior y la inspiración de ambas empresas concebidas
originariamente como una sola, correspondía a quiénes estaban en relativa
equisdistancia de ambos sectores: los puntanos Carlos Juan Rodríguez y el general Juan
Saá”.
“El pastel se les está pudriendo”
Apenas iniciada la Revolución de los Colorados ya está Carlos Álvarez de nuevo en la
acción.
Su genio puede con él. Y una serie de cartas dirigidas a su mujer nos lo muestra: como
revolucionario (22), iniciada la acción de Varela. “Por Barrera é sabido la aflicción que
tienen por no haber llegado yo á La Rioja, pero me ha sido impocible porque las
comisiones se cruzaban por todos los caminos y yo é tenido que subirme a los cerros
para no ser visto. Y es impocible puedan dar conmigo, tranquilísense y no tengan
cuidado por mi. A Francisco le é escrito noticiándole donde me encuentro y creo ya
habrá llegado el papel a su poder.
Los caballos es presiso no los tengan en casa, porque Campos va rejistrando las casas y
las viñas y arriando con todo lo útil. Así es que en el acto que llegue Barrera que salga
al campo con los caballos porque las comiciones son de soldados del seis y estos no
dispensarán a nadie. Tan pronto como pase Campos me voy a La Rioja, les escribiré con
Olivera que queda conmigo hasta entonces. Confiad en Dios y tened fe alma de mi
alma”. Y agrega el comentario previsor pues la perfidia y la delación rondan su casa.
“No admita nada de Pedro y ebite todo lo pocible la ocacion de verse con el y si
preguntara por mi díganle que me é ido para Catamarca; por que este es un brivón, y
como el pastel se les está pudriendo quieren quedar bien con mentiras”.
O como conspirador: “al fin é llegado y no é sido sentido por nadie, así es que marcharé
á Cordova por la dilijencia para que de ese modo queden tranquilos todos y dejen de
haser sufrir tanto la familia”.
O como perseguido, porque los sucesos revolucionarios han convulsionado en exceso a
las provincias. “El asesinato hecho en la persona de Galo Herrera en el lugar de Olta por
una partida de hombres armados, á venido á trastornar el orden; y se hase difícil mi
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marcha así es que no se hasta cuando permaneceré acá. He recibido cartas de Corrientes
llamándome con exijencia y devo así que pueda, pasar á esa Provincia si en Cordova no
hubiese algún motivo poderoso que me demore, por el correo venidero te comunicare lo
que hubiese al respecto ya sea de acá o de Córdoba”. Y luego la acotación cariñosa:
“Mil recuerdos a la Rosita un abrazo y un buen pelliscon donde le duela, tu recibe el
corazón de tu esposo que te adora”.
Y las cartas se suceden rápidas, escuetas, dando noticias de su estado de ánimo,
preocupado por los suyos que no escriben, mientras lo envuelve un hervidero de
noticias, rumores, preocupaciones por el triunfo de la revolución que lo tiene como
activo protagonista.
Termina ya ese ajetreado 1866, cuando escribe sus más encendidas cartas de amor.
“Queridísima de mi Alma: no puedo menos que enorgullecerme al ver tu apreciable del
20 del cte. Ella demuestra tu verdadero Amor; y yo la conserbare como una reliquia del
Ángel tutelar de mi existencia. Al separarme de tu lado bien mío, dejé el corazón porque
tu eres la única dueña de él, pero en cambio traje tu imajen idolatrada, a quien rendiré el
culto que mi amor exije: el tiempo será el juez de esta verdad”. Y finaliza, tras otras
cariñosas reconvenciones:
“Te encargo Ángel mío te cuides mucho y no ocupes tu imaginación con ideas tristes
porque de ese modo se apura demasiado la existencia humana y Dios no perdona la
inconformidad. Me despido de vos Ángel mío, con un beso amoroso que esta carta os
conduce”.
Y sus últimas cartas son un desgarrante canto a la vida y al amor. Las escribe un hombre
ya sentenciado a muerte por su Destino.
“Caro amor, si deseo la vida es por ti, tu eres para mi, lo que la sabia es para las plantas,
me siento atraído por ti, á la manera que el imán atrae á el inerte acero. Al hacerte el
juramento que te pertenecía no he mentido, en medio del laverinto de la guerra y
cuando los proyectiles mortíferos y balas de cañón surcaban el aire dejando tras de si
humo, polvo y muerte, pensaba en ti y me sentía reanimar. Por eso digo que eres para
mi lo que la sabía para las plantas. Se que no he mentido al desirte que te pertenesco.
Porque el SER SUPREMO COMO JUSTO JUEZ, y que nada hay oculto a su inmensa
sabiduría á desbiado los golpes mortíferos porque las balas no tenían derecho de tocar lo
que era tuyo. Esto es una verdad, sí, una verdad sin réplica.
Los laureles de la victoria después de un combate reñido no me envanece, las victorias
del soldado enorgullecido por el triunfo las desprecio…
No dudo que tu corresponderás más allá de lo que yo pudiera exijir”.
Y la que pone fin a la serie, fechada en Córdoba, en una muestra más de las anteriores.
“Al fin é llegado a esta sin nobedad, estrañando solamente la separación de tu lado; que
me hase no tener gusto para nada. Pero felismente creo que pronto volveré a tu lado y
esto me hace llevar con resignación el sufrimiento de no verte”.
“Te ruego –escribe finalmente– caro bien mío: te cuides mucho por que así me harás
felis, porque tu eres mi única dicha y sin ti nada quiero en el mundo… Por el próximo
correo seré mas estenso y entonces te comunicaré lo que en esta no hago por falta de
tiempo… y tu hija mía recibe el corazón de tu esposo que te adora”.
Hacia Pozo de Vargas
La revolución varelista se manifiesta en La Rioja con la aparición en los Llanos y
Guandacol de montoneras.
La primera (23) está dirigida por Ramón Flores y tiene contacto con la revolución
cuyana. En cuanto al brote del oeste, no cabe duda que eran los inicios de un
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movimiento de envergadura que desde Chile preparaba el coronel Felipe Varela. La
defensa de Los Llanos, confiada a Vera, tiene éxito. Pero Linares y Bringas en el oeste
no consiguen afirmarse y una sublevación de sus fuerzas los obliga a retirarse hacia la
capital.
En la ciudad las cosas no andaban mejor. San Román llamó a colaborar a su pariente
Escipión Dávila pero éste al saber la venida de Irrazabal, se retira a su departamento
previa liberación de los presos de la cárcel pública.
San Román no se anima a castigar esta transgresión. Irrazabal llega desde San Luis
siendo designado comandante de las fuerzas provinciales.
Nada más impolítico. La resistencia al victimario del Chacho estalla el 2 de febrero.
Los cuarteles se amotinan. No se advierten jefes de volumen pero sí se perciben trabajos
desde la sombra. Los amotinados obligan a San Román a huir a Catamarca y la
situación queda en manos de Francisco Álvarez, médico, federal y amigo del Chacho
que fuera. Álvarez escribe a San Román una carta instándolo a volver (24). “Debo ahora
explicar –le dice- la verdadera causa que ha producido aquella sublevación, para que
conociendo su carácter y tendencia no haya inconveniente justificable que obste para
que V.E., pueda regresar a esta capital á ocupar su puesto de Gobernador interino.
Como V.E. sabe muy bien, el nombramiento de Comandante en Gefe de todas las
fuerzas movilizadas de la Provincia, hecho por dos ocasiones consecutivas en la persona
del Teniente Coronel D. Pablo Irrazabal, produjo en el espíritu de la tropa el más
profundo desagrado y lo manifestó de la manera más elocuente, sublevándose en la
Capital la división de Arauco, al mando del Comandante Escipión Dávila, y en
Famatina todas las fuerzas del Comandante Linares. Insistiendo V.E. en su primer
propósito, por tercera vez nombró de comandante en Gefe de todas las fuerzas al mismo
Teniente Coronel Irrazabal y era lógico suponer el resultado inmediato que debía traer
aquella medida, y en efecto, el hecho ocurrido con fecha 2 no se hizo esperar, y estalló
una sublevación de todos los cuarteles. V.E., comprendió o lo persuadieron que aquel
motín, tenía por objeto el derrocamiento de las autoridades de la Provincia y todas las
noticias transmitidas á V.E. en ese sentido eran de todo punto falsas; pero parexe que no
les fue posible á los gefes y soldados de las fuerzas sublevadas desmentir aquellas, ni
dio V.E. el tiempo material para hacerle conocer la mira ostensible de la tropa, pues la
alarma que produjo en su ánimo este hecho desagradable, le obligó á tomar una
resolución precipitada y violenta por demás”.
Pero todo no pasa de ser sino una explicación muy bien hilada. Y la moderación del
lenguaje de Francisco Álvarez no refleja la verdad, pues hemos visto que el complot
venía de lejos. Todo tendía hacia una verdadera revolución cuyo objetivo era restaurar
el federalismo.
Así lo anuncia la conocida proclama de Felipe Varela, puesta a circular en ese
momento. Hacía falta un jefe distinto a Álvarez. Y su renuncia posibilita la designación
de Carlos Ángel (“el compadrito farandulero de Famatina”, al decir gracioso de
Marcelino Reyes), hombre de acción, protagonista de muchos episodios políticos y
militares de la provincia.
Al comenzar febrero y demostrándose que el episodio de La Rioja, estaba inscripto en
los sucesos mayores de la revolución de Mendoza, San Luis, San Juan y Catamarca,
bien se puede afirmar que las provincias andinas seguían tras los pasos de Varela.
El año 1867 iniciado con muy buenos auspicios para los revolucionarios, sufre un
tajante y brutal giro el 1 de abril cuando Arredondo en San Ignacio derrota al ejército de
Juan Saá. Diez días después en Pozo de Vargas, Varela es derrotado. Entre los vencidos
Carlos María Álvarez, coronel montonero, chachista, varelista y amigo y colaborador de
Juan Saá, huía hacia su muerte.
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“La popularidad (25) de esta vasta insurrección, que inscribía entre sus banderas la paz
con el Paraguay, era incuestionable y avasalladora, y sólo una extraordinaria impavidez
podía dictar en el general Mitre la afirmación de que la guerra contaba “con el apoyo de
la opinión”.
Y no eran los jefes de la montonera esos irresponsables o facinerosos, como los califica
el general Vélez, sino individuos harto representativos de las sociedades de Cuyo y del
Oeste, tanto por su extracción social como por su historial político. Y se ha visto
quiénes eran los jefes principales de los Colorados en Mendoza y en San Luis, y cuál
era la verdadera posición política y económica de los jefes montoneros.
A aquellos nombres de Severo Chumbita, Aurelio Zalazar y Sebastián Elizondo, habría
que agregar otros como el de los hermanos Carlos María y Francisco Álvarez, uno como
coronel y otro como médico, de la montonera”, escribirá Alfredo Terzaga.
“Como se rompe Álvarez y expira”
Después de Pozo de Vargas, escapando Carlos Álvarez de la persecución, escribe a su
madre: “Querida mamá: no deje de verse con el Sor. Bustos ó don Natal Luna y
haserme avisar el resultado (¿pidiendo la intervención de estos personajes para obtener
un posible amnistía? Posiblemente). Francisco y Víctor (Jaramillo, su cuñado), están
con Varela no tengan cuidado por nosotros porque estamos prevenidos para todo caso.
Mándeme dos sombreros y medias que es lo que preciso. La Batalla ha sido parcial y
creo que pronto tendrán otra. No dejen de haserle avisar a Francisco para que se
tranquilice que yo lo haré lo mismo en la primera oportunidad (26)”.
Un año, un mes, un día después de su casamiento, según tradición familiar, moría
Carlos María Álvarez. El 13 de mayo de 1867, sería entonces.
“En marcha a su destino, el comandante Irrazabal capturó a pocas leguas de la capital, a
los jefes de la montonera Carlos María Álvarez, don Nolasco Herrera y don Sebastián
Sotomayor, que se mantenían aun en armas con una pequeña fuerza merodeando por los
alrededores del lugar de “Ampatá” (27). Los dos primeros mencionados (Álvarez y
Herrera) fueron cruel e inhumanamente torturados hasta arrancarles la vida, por medio
del bárbaro suplicio del “Cepo Colombiano” (x).
“Este asesinato atroz, ordenado por el teniente coronel de la Nación don Pablo Irrazabal
–cuenta Marcelino Reyes-, no fue castigado, como tampoco lo había sido el que este
mismo jefe cometió por sus propias manos en la persona del ex general don Ángel
Vicente Peñaloza, el año de 1863, en la aldea de Olta.
Los jefes que en clase de subalternos acompañaban al valiente cuanto cruel y
sanguinario, a la vez que ignorante y rústico comandante Irrazabal, no pudieron impedir
tan bárbaro suplicio, aunque sí protestaron de él; y el jefe del escuadrón de caballería
perteneciente al ejercito del Norte se volvió indignado á la capital con la fuerza de su
mando, á poner en conocimiento del general Taboada el atentado salvaje que se acababa
de cometer; pero el expresado general Taboada, si bien reprobó el hecho, no juzgó
conveniente castigar al subalterno que lo mandó ejecutar”.
Su viuda recibiría su gorra militar, su pañuelo blanco tinto en sangre y la divisa bordada
en canutillo de oro que rezaba, “Viva el gobierno legal y nuestro general Saá”.
A más de 100 años de estos acontecimientos, poetas y pintores de La Rioja, rescataron
del forzado ostracismo las figuras de Zalazar, Carlos Álvarez y varios más, que por no
estar en el campo de los triunfadores, fueron muertos una y mil veces.
La muerte de Carlos Álvarez (28)
43
Qué mal paso rempuja al entrevero
hacia el desierto donde el hambre habita
Huído, Carlos Álvarez medita
sin caballo, ni lanza ni sombrero.
En Ampatá el piquete mistolero
el final de la caza, bronco, grita.
Álvarez, hecho sangre, se desquita
sólo con su mirada de hombre entero.
Con el mate en la mano el coronel
prolijo ordena el cepo colombiano
y complica en el crimen al verano:
él matará a Álvarez, no él.
Antú Taboada todo ojos mira
Como se rompe Álvarez y expira.
(x) Lo que era el cepo Colombiano
En “Los Montoneros”, Gutiérrez escribe: “¿Quién no sabe entre nosotros lo que es un
cepo colombiano, ese tormento brutal e irresistible aún para el hombre más vigoroso?
Salir del cepo colombiano con vida, es un milagro que no podrían contar cuatro de los
cientos de hombres a quienes ha sido aplicado.
La espina dorsal, juntada en sus extremos por los dos fusiles, se rompe y la victima
expira al fin en medio de los tormentos más bárbaros”.
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BIBLIOGRAFÍA
De Paoli, Pedro, Mercado, Manuel G. “Proceso a los montoneros y guerra del Paraguay.
Aplicación de la justicia social de clases”. EUDEBA. Historia de las luchas sociales del pueblo argentino. 217 páginas/Buenos Aires
1973.
(1) Bosch, Beatriz. “El caudillo y la montonera”. Páginas 48 a 62. En Revista de Historia Nº 2. Unitarios y Federales.
Buenos Aires 1957.
(2) Terzaga, Alfredo. “Historia de Roca”. T.I. 350 páginas. Página 41. A. Peña Lilo. Bs. As. 1976.
(3) Bosch, Beatriz. “Urquiza y su tiempo”. Biblioteca de América. 786 páginas. EUDEBA. Bs. As. 1971. Pág. 533.
(4) Bosch, Beatriz, Op. Cit. Pág. 591.
(5) De Paoli, Mercado, Op. Cit. Pág. 51.
(6) De Paoli, Mercado, Op. Cit. Pág. 58.
(7) Terzaga, Op. Cit. Pág. 148.
(8) Expediente en poder de sus descendientes.
(9) Carta inédita de Juan Saá a C.M. Álvarez. Agosto 1 de 1860.
(10) Bosch, Op. Cit. Pág. 529.
(11) Bosch, Op. Cit. Pág. 573.
(12) Cárdenas, Felipe (h). En Revista Todo es Historia. Año III. Nº 25. Páginas 18-19
(13) De la Colina, S. “S.M. el Emperador de Los Llanos”, pág. 171.
(14) Carta de don Natal Luna, La Rioja, mayo 4, 1863. “S.M. el Emperador de los Llanos” Pág. 181.
(15) Reyes, Marcelino. “Bosquejo histórico de la Provincia de La Rioja”. Bs. As. 1913. Pág. 197.
(16) Carta de Delfina Recalde de Álvarez al Gral. Juan Saá, 1 de junio 1864.
(17) Carta de C.M. Álvarez a su cuñada Antonia Jaramillo de Álvarez, Montevideo, 5 de julio de 1864.
(18) Terzaga, Op. Cit. Pág. 195, 96 y 97.
(19) Para esta parte se ha consultado los siguientes trabajos: Marcelino Reyes y su “Bosquejo Histórico…” “Proceso a los
montoneros y guerra del Paraguay” I y II cuadernos que integran el expediente completo de este proceso. En el Juzgado
Nacional de Sección. De la causa criminal seguida de oficio contra Manuel Vicente Bustos, Solano Granillo, Carlos
Álvarez, Carlota Recalde de Jaramillo, Carlos María y Francisco Álvarez. Obrantes en Archivo del Juzgado Federal de
La Rioja, “Fallos de la Supremo Corte de Justicia de la Nación”. Publicación hecha por los doctores José M. Guastavino
y Antonio Tarnaddi. T III, Bs. As. Páginas 282 a 314. 1867.
(20) Carta de C.M. Álvarez. Setiembre de 1866. La Rioja.
(21) Bazán, Armando Raúl. “Historia de La Rioja y sus pueblos”. Págs. 610 y 611. Historia de la Academia.
(22) Terzaga, Op. Cit. Págs. 200 y 201.
(23) Colección de siete cartas fechadas del 29 de noviembre de 1866 al 10 de enero de 1867. Esta última datada en Córdoba.
(24) Bazán, Op. Cit. Págs. 610 y 611.
(25) Reyes, Op. Cit. Pág. 247.
(26) Terzaga Op. Cit. Pág. 207.
(27) Carta en poder de sus descendientes.
(28) Reyes, Op. Cit. Pág. (29) (29) sonetos inéditos de Carlos Alberto Lanzillotto.
45
IV
Hilario Lagos el Coronel del juego limpio
Tuvo suerte Hilario Lagos. La inmensa suerte de conocer y ser jefe y amigo de Eduardo
Gutiérrez. Y este con su ágil pluma de folletinero, nos lo dejó de cuerpo entero en ese
libro ameno y serio, trágico y cómico como es “Croquis y siluetas militares”. Y ¡ahí
está!, “la lámina de acero, que no hay fuerza capaz de torcer” (1): Hilario Lagos, el
coronel que no fue de Mitre (2), en la plenitud de su carrera militar, hombre cabal,
sereno, firme y magnánimo con el vencido, llámese indio, montonero o militar de
carrera. Hermosa estirpe de varón pundonoroso y valiente, presidiendo una legión de
cuasi mendigos que las planillas del Ministerio de Guerra ubicaban como soldados en el
fuerte General Paz que, haciendo honor a su nombre, vivió manco de todo.
Gutiérrez nos ubica a un Lagos que desde que ingresara al ejército en 1856 ha
participado en las campañas de Mendoza, San Juan, Cepeda, Pavón, contra el indio
dirigiendo los fortines La Carlota y Las Tunas, en la Guerra del Paraguay, en la
campaña contra Varela luego de Pozo de Vargas y en la jefatura de la Frontera Oeste de
Buenos Aires, en la Expedición al Desierto de Roca y en muchas otras acciones.
Heredero de una conducta
Quien recriminando la inercia del general Pacheco en Caseros, llegara a decir: “… yo
no soy de aquellos que no cumplen lo que prometen a su patria, no soy de los que
traicionan y se venden; soy otra cosa, yo sé lo que soy”, el general Hilario Lagos inspiró
en su hijo Hilario Nicandro, nacido en Pergamino el 7 de noviembre de 1840, fuertes
sentimientos federales, hombría de bien y claro sentido de la justicia, a más de un –por
momentos– exagerado sentimiento del honor, de lo que hará gala a lo largo de su vida.
Algunas páginas manuscritas y reflexiones del coronel Lagos, nos lo pintan de cuerpo
entero (3): “Los azares de la vida, han señalado derroteros y rumbos originalísimos a los
antiguos compañeros del Uruguay. Allí había el germen múltiple que debía producir
filósofos como Fermín del Río, Juan Martínez; poetas como Andrade; magistrados y
jurisconsultos como Daminovich, Ruiz de los Llanos, Lisandro Segovia, Leguizamón y
demás personalidades y caracteres de primer orden que menos favorecidos por la ola
popular, han seguido su derrotero modesto ante la agrupación social, pero amplio y
vasto en las condiciones intrínsecas de suficiencia y carácter.
Quien esto escribe –recuerda Lagos–, que no alcanzó a nivelarse con aquella falange en
su vuelo ascendente, ni en la ciencia ni en la fortuna, siguió sin embargo su derrotero,
pero sólo en su esfera correspondiente, adoptando y prosiguiendo otra carrera, en que
desgraciadamente, la época y los tiempos que atravesamos, hacen fracasar las más
nobles aspiraciones.
Desgraciadamente los militares hoy en día, no necesitan algo más que buenos y
dilatados servicios, competencia, honradez y lealtad. Se requiere algo más que no
estuvo jamás en el programa de los que nos enseñaron: la forma caballerezca y digna en
que nos educamos.
Seguimos pues nuestros destinos paralelos, con el propósito de cumplir cada uno su
misión; y si alguna vez uno de aquellos compañeros, más afortunado, pudiendo y
debiendo ayudarnos, puso más bien piedras en nuestro camino, faltando a los purísimos
y simpáticos vínculos de otros tiempos: “¿Qué hemos de hacer?” la fortuna favorece
pero no templa ni retempla a los espíritus egoístas y apocados”.
46
Una docena de cartas de carácter familiar e intimo, muestra la sensibilidad y
preocupación de “la primera lanza argentina” por sus hijos Hilario y Lauro (4).
“Sé que has aceptado un título militar, en el Ejército, desde ese Colegio. Según mis
últimas conversaciones contigo sobre el particular, yo no lo sospechaba, porque lo creo
precoz”. Rebeldía que le dicen, habrán pensado ambos. Pero ya lo había hecho, así que
le dice: “Sin embargo, al dar ese paso nada me habías dicho. Mi querido hijo: nunca
proceda de ligero, reflexiona bien antes de tomar una resolución y principalmente, de
esas del tamaño de la que te hablo”… “Los asuntos de nuestras propiedades siguen
como antes embargados, por supuesto, y en disminución espantosa. Paciencia”. Que
mejor lección: Nada tengo que darles a no ser una conducta. El hijo parece que se las
trae. Porque en otra carta el general le dirá: “Como me ha sido tan agradable el
contenido de esas cartas, cuya expresión viva muestra la realidad de un carácter alto y
noble, cual tu lo posees, las he mandado a tu mamá a Bs. As.”… “Tu mamá piensa, que
en el presente mes, le pondrán en posesión de lo que ha quedado de la estancia; puede
ser, pero dudo, sin embargo ella dice que se lo han prometido. Dios lo quiera”. El padre
se refiere a los embargos que luego de Caseros había hecho el gobierno de Obligado.
Cuando la verdad era que las tierras que Lagos administraba eran de su mujer, pues él se
negó reiteradamente a aceptar tierras que le ofreció Rosas como premio a sus numerosas
campañas.
Y luego una serie de noticias familiares, de los problemas económicos acuciantes y de
los consejos –¡eternos consejos!– de un padre interesado a fondo en la formación de sus
hijos. Pero ya Hilario ha entrado en la vida activa del militar y por estos tiempos
participa en las campañas de Mendoza, San Juan (1859) a órdenes de la Intervención
Nacional motivada por la muerte del general Benavides. Y allá van las cartas cariñosas
y sentidas del padre.
“Aunque sin ninguna noticia directamente de ti desde su partida para Cuyo, sin
embargo, sabemos cuándo llegaron a la Villa del Fraile Muerto; cuándo a la del Río
Cuarto, cuándo a la ciudad de San Luis, y últimamente el retorno, 13 leguas de la de
Mendoza.
Hasta aquí sabíamos que seguías sin novedad. Hoy te suponemos ya descansando en
San Juan. Que así sea, y que regreses pronto lo deseamos vivamente. Por acá no ocurre
cosa alguna que merezca comunicarse hasta allá.
La importante salud de tu mamá sigue bien. Esto te alegrará sobre todo”. Y en otra dirá:
“Tus cartas nos han llenado de contento al saber que tú lo estás en esos destinos. Hemos
leído los resultados prósperos de la Comisión Nacional en esa Provincia y cada día me
felicito más de que tu hayas acompañado en tan solemne ocasión.
Veo que recuerdas con gusto mis paternales indicaciones y que has sabido sacar partido
de ellas. Espero que continuarás con el acierto y con la dignidad que te es tan familiar”.
Y en la última, comentará satisfecho: “Con bastante agrado observo que te hallas
encargado de desempeñar cosas que aunque a la verdad “difíciles”, ellas darán su
resultado, al fin es un puesto honroso y de confianza.
Para lo demás eres joven y fuerte en muchos respectos y sé que nada ha de arredrarte.
Así se forman los hombres que al cabo vienen a ser útiles para todos”.
Y el guerrero calló. El héroe de mil combates comprobaba en su hijo el continuador de
su estirpe. ¿Qué más podía querer? Una muerte tranquila.
Tal como la tuvo el 6 de julio de 1860… Y se nos ocurre pensar en las “vidas paralelas”
o en las cartas de Lord Chesterfield a su hijo… pero eso es divagar.
“Esta es una historia de verdadero martirologio”
47
No más inicia su carrera acompaña a Paunero y Conesa, mandando la escolta, en la
intervención a San Juan con motivo de la muerte de Virasoro. Similar tarea cumple
acompañando a Derqui a Córdoba y en Pavón manda el Escuadrón Escolta a órdenes del
general Francia en el bando de los vencidos.
Urquiza (5) le decía: “es Vd. uno de mis mejores amigos”, peligroso compromiso si
recordamos que ya por esos tiempos don Justo José estaba dejando en la estacada a sus
mejores amigos.
Lagos se destaca y le han comenzado a dar tareas de responsabilidad de las que no está
exento su interés por la política. Tal como lo demuestra una extensa carta del poeta José
Hernández, que le dirige desde Paraná (6), de la que extraemos algunos párrafos
significativos: “Al escribirle, mi amigo, debo empezar por felicitarlo tan ardiente y
sinceramente como me es posible, por el pronto y glorioso éxito de los esfuerzos del
Exmo. Señor Presidente para asegurar la Paz, el bienestar y el imperio de la ley en las
Provincias. Tengo envidia de los que formaron parte de la Legión de Patriotas que le
acompañaban, pero tengo la satisfacción, de que en ellas se hallaban mis mejores
amigos. Por aquí, mi amigo, hemos estado y estamos perfectamente en cuanto a la
cuestión Nacional.
El Gobierno y el Congreso continúan firmes en su decidido propósito de salvar el país
de la anarquía con que lo amenaza el círculo explotador.
Oscilaciones zig-zag de la política, pero sin ninguna importancia es lo más de que
podría hablarle, pues lo demás es ya viejo… Así pues, querido amigo, Vds. deben estar
tranquilos, y V. debe persuadirse que yo, como verdadero amigo suyo, le había de decir
la verdad aunque ella fuera desagradable, y en lo que a mi estuviera, no lo dejaría seguir
en un camino, en el que sin saberlo V. trabajara en contra de nuestro partido… Hoy, la
política, presenta un horizonte más claro. Los nublados que lo oscurecían, se han
disipado completamente, y la reacción favorable a nosotros, se deja sentir en el ánimo
del Gobierno, e indudablemente en el espíritu del Sr. Presidente”.
José Hernández no ve o no quiere desengañar a su amigo que se juega la vida por una
causa que va derecho al desastre o a Pavón que es lo mismo. Y termina diciéndolo:
“Hoy, todas las esperanzas están en el ejército, aunque la idea de la Paz enervó
completamente la opinión pública, y hoy la fe se reaviva y nuevamente se tienen
esperanzas de obtener un triunfo completo”. Esperemos los sucesos. Nuestros
compromisos son grandes: Dios quiera que el resultado de nuestros esfuerzos
corresponda a ellos”. Parece que Dios no quiso o se había hecho mitrista. Más lo que
importa destacar es que Hernández tenía de interlocutor a un joven capitán de 21 años.
Pavón y los acontecimientos posteriores lo desubicaron un poco. Como lo demuestra
una cariñosa carta de Wenceslao Paunero (7) de fines del 62: “Alguien me dijo que
estaba en Montevideo, y lamentaba esta circunstancia porque creía que lo alejaba del
centro de personas con las que ha debido estrecharse”. El viejo zorro acomodaticio y sus
consejos de Viejo Vizcacha. “Pero hoy que veo está en Buenos Aires, créame que con
esta noticia me ha dado un rato de gusto y bajo esta persuasión es que debe escribirme
con franqueza diciéndome en qué puedo serle útil, e indicarme el medio que ambos
debemos emplear para que vuelva al servicio en el lugar, estoy seguro, ha de ser útil al
país”. Si Lagos volvió al servicio no debe haber sigo siguiendo los advenedizos
consejos de Paunero, más bien había detrás de su decisión toda una sana toma de
conciencia que, equivocada o no, habla de la búsqueda de un hombre con su sentido
histórico. Lo deja entrever un largo párrafo de una carta publicada por Lagos en “El
Imparcial” de Córdoba (martes 13 de octubre de 1863), en respuesta a un artículo de “El
Nacional” en el que se lo atacaba duramente por su participación combatiendo la
sublevación contra el gobernador Justiniano Posse. Todo huele a indignada sinceridad.
48
Lagos se desnuda: “Os equivocais si creéis inferirme una ofensa al citar mi concurso en
Cepeda y Pavón; estaríais en igual caso si yo pretendiese de vosotros una cosa
semejante”. Lagos utiliza una forma elegante de llamarlos cobardes. El se jugó aunque
perdiera. “Allí cumplí con mi deber de soldado”. Y les da una lección de
republicanismo: “Os creéis que es un crimen haber pensado de distinta manera que
vosotros, en un país que se proclama la libertad de pensamiento y de las acciones
sociales, sin más limite que la ley republicana?”.
Y hay que estar atento a esto que dice, no son palabras vanas, sus ulteriores acciones,
nos lo muestran imparcial y justo con vencidos y adversarios. Sacó provecho de estas
primeras lecciones. Fue de los vencidos y conoció del rechazo y de la maledicencia.
Teniendo presente que fue un militar y no un ideólogo, periodista o escritor. Sigamos
leyendo lo que su conciencia le dictaba: “Nos suponeis grandes criminales, indignos ya
de tener la confianza del Gobierno Nacional, por haber combatido en buena ley y con
igual derecho que vosotros por una de las dos banderas, ambas enarboladas por hijos de
esta tierra? No estamos desheredados, de nuestros derechos de argentinos. Semejante
pretensión sería un absurdo, porque de otra manera iriais a parodiar lo que ha combatido
la parte noble de todas las fracciones políticas, el exclusivismo, la desmembración de la
sociedad argentina, convertida en réprobos y escogidos.
“Eh! Vosotros los que tenéis la pretensión de ser infalibles que sois los únicos justos en
quienes se encuentran las únicas virtudes, poneos de pie para medir vuestra talla!”.
¡Enanos! ¡Enanos!, les estaba diciendo, principalmente de ideas. “Vosotros, los que
tenéis una reputación blindada, decid: Qué encontráis de innoble en que el Mayor
Lagos, que en Cepeda y en Pavón servía en el Ejército de la Confederación, forme hoy
en el Ejército de la República al lado de sus adversarios políticos de entonces? Hoy, que
la Nación organizada y con un Gobierno reparador, le ha hecho el honor de llamarle al
servicio, y que necesita de los buenos argentinos de todas las fracciones políticas, sin
cuyo concurso seria imposible realizar la fraternidad y el bien de la patria? No creo que
sigáis predicando la división y el exclusivismo, sin una mira completamente egoísta.
Por mi parte me creo cubierto de semejantes ataques, no soy de los que tienen
remordimientos, porque tengo conciencia de que si he errado, no es a vosotros que os
pertenece juzgarme, es a mi, que me concierne rectificar o reanudar mis compromisos”.
Teniendo en cuenta la actitud de su padre ante acontecimientos parecidos, pregunta: “En
qué invasión de los emigrados de Buenos Aires, habéis visto figurar mi nombre?”. Y al
final les recrimina y aconseja: “que hay algo más premioso, en que debéis desarrollar
los discursos de vuestra inteligencia. Esto es, la solución del problema de la fraternidad
de los argentinos, dejad de predicar la división ¡Basta de sangre!”.
Otras responsabilidades lo llamaban. No era un teórico. Decía sus verdades
francamente.
Como Jefe de Detall, hace por este tiempo (1863) la Campaña a la Frontera norte de
Santa Fe. Por poco tiempo porque en abril del 64 se encuentra al mando de las fuerzas
del Fortín La Carlota.
“Qué sentimiento indefinible de tristeza produce el contemplar esta raza
indígena”
En La Carlota, el mayo Lagos escribió algunas reflexiones sobre ese adversario terrible
e infeliz que se aferraba a sus tierras con las últimas fuerzas de su imperio secular.
Hubo dos actitudes en los que se enfrentaron al indio.
La que representa Álvaro Barros (8) al escribir: “Casi todas las tribus que existen en las
pampas han aceptado la paz siempre para procurarse recursos de subsistencia que no
49
han aprendido a adquirir con el trabajo y a conservar en una vida ordenada, porque
jamás se les ha enseñado”, etc, etc. Y es también, en cierto modo, la expresada por
Lagos, al apuntar: “El afán de buscar gloria y provecho para los intereses generales del
país, sería bien entendido, si no surgiera de por medio esta etapa de aventureros que se
pasan puñal en mano, á en producir el exterminio y la degradación de esa raza inocente,
y que es por demás, argentina. Para los hombres intrépidos y valientes, acostumbrados a
arrostrar y dominar los peligros, es siempre una acción deshonrosa, atormentar a un
débil, que no tiene más defensa que sus lamentos (9)”. Y están los otros, los que en
definitiva impusieron su criterio, como un Estanislao Zeballos (10), en el que no asoma
ni la más mínima conmiseración hacia el indígena, al pontificar: “Es necesario que las
expediciones no se hagan una vez para no repetirlas sino al cabo de los meses o de los
años. Es menester sostenerlas, asegurar su resultado por medio de una repetición
constante y enérgica, que amenace a los indios de frente, de flanco y a retaguardia,
expedicionando de todas las fronteras, de suerte que el ejército indígena, acosado,
deshecho, acribillado, disperso en mil fracciones, sin unidad de mando ni elementos de
fuerza, se entregue al pavor de la fuga, a la salvación de su plebe o chusma, y al fin a la
cautividad o a la muerte en las travesías sin agua y sin pastos de la pampa”.
En fin, abundar más es inútil.
Sigamos tras las huellas de nuestro protagonista como Jefe de la Frontera en La Carlota,
ya en dificultades con los escasos medios que le provee el estado y el medio. Lo dice
Paunero al felicitarlo por su designación: “es claro que con sólo 50 hombres de
guarnición, que agregados a los vecinos pueden elevarse hasta 100, es claro, repito, que
con esa fuerza no va a dar batalla, sino a proteger cuanto sea posible aquello y hacer lo
que su valor e inteligencia le aconsejen”.
Las órdenes que recibiera (11) nos señalan un panorama bastante común en los fortines.
Tendría a su mando 50 hombres del Regimiento 7 de Caballería de Línea; daría razón
de sus necesidades… se pondría de acuerdo con las autoridades departamentales y
locales para la pronta remisión de las milicias; prohibiéndosele de mezclarse en los
asuntos internos de la provincia, ni permitirse “mezclen los que bajo sus órdenes gocen
sueldo del gobierno nacional” “en los casos excepcionales no previstos en estas
instrucciones, deberá consultar a éste Estado Mayor y si ellos fuesen de aquellos que
exigen una resolución del momento, procederá como juzgue conveniente dando cuenta
en el acto”.
Apenas instalado en La Carlota, con sus instrucciones aún frescas, “procedió como
juzgo conveniente”, pues no tuvo tiempo ni de saludar a sus soldados, cuando ya está
entreverado con los indios. Como lo comentara escuetamente (12): “Llegué a La Carlota
como Comandante militar de este punto, a las 5,30 de la tarde. La mañana siguiente
fuimos atacados por una invasión de cerca de mil indios. Después de haber salido hasta
distancia de dos leguas procurando batirnos ventajosamente con los grupos de indios
tuvimos que retirarnos al fuerte, cediendo al inmenso número del enemigo.
Nosotros éramos setenta y cinco hombres: 50 de línea y 25 de Guardias Nacionales. No
hubo queja de ninguno, todos cumplieron con su deber”.
Para su jefe, el coronel Cesáreo Domínguez, ese bautismo tan de sopetón de chuza y
lanza no está mal, por lo menos así lo da a entender, al escribirle: “veo el peligro que ha
corrido a su llegada a esa, y aun cuando ha sido mui mal recibimiento el que ha tenido,
es sin embargo un buen presagio para su carrera, pues se presentarán diversos casos
para adquirir buen prestigio en ese departamento y una reputación al nivel de la de su
finado padre; por lo que hace a mi, cuenta V. con cuanto valgo y al dirigir el parte de V.
a Paunero, no olvidaré hablarle de V. haciendo presente su buena comportacion en
aquellos momentos no esperados (13)”.
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De las dificultades de todo tipo que debió afrontar Lagos dan razón la cincuentena de
partes, notas, memoradums y demás que eleva a sus jefes hasta que es relevado de sus
funciones y marcha como ayudante de campo de Mitre a la Guerra del Paraguay, un
escenario –según él– más glorioso y acorde a sus ambiciones.
Pero antes de seguir echemos un vistazo a esa avanzada de la civilización y conozcamos
algo de lo que por esos años (64 y 65) ocurría en La Carlota. La Magdalena es una
insensible comparando las copiosas lágrimas que derramara Lagos clamando en vano
por hombres armas, ropas y muchas, muchas cosas más.
“Que estamos siempre con el pie en el estribo por los anuncios que tenemos”
Pasados los primeros encontronazos y apuros, Lagos toma debido registro del fortín que
manda y lo comunica a Paunero en una auténtica y precisa radiografía de un pobre de
solemnidad (14): “pues estando esto tan descuidado como ha estado, se necesitan tantas
cosas, que muchas veces no es posible pedirlas de una sola vez, pero que sin embargo,
son especialísimas”. Después comprendería que no por mucho pedir obtendría mejor
resultado. “Supóngase mi General, que no hay un triste rancho para cuadra, ni menos
para conservar el armamento, lo fuerte de la estación para soldados que están casi
desnudos, los proveedores no se acuerdan de nosotros. Los únicos caballos que hay para
todo servicio, son ochenta y cuatro que pertenecen al destacamento del Nº 7 y que se
concluyen diariamente, y no tenemos ni una corneta ni una trompa que tanta falta hace”.
Y termina, cándidamente, diciendo. “Todo esto reunido, viene por consiguiente a
ponernos inconvenientes”.
Lo que por esos días (15) le comunica el comandante Villar del fortín Las Tunas que ya
no tenían ni para parar la olla con pobreza franciscana, es toda una muestra de humor
“Prevengo a V. que el estado de postración en que van quedando mis escasos caballos,
no me permitirían en adelante mandar mis descubiertas sino los Domingos, a darse la
seña en el paraje convenido”.
¡El Génesis al revés. Descanso toda la semana y trabajo el domingo! Y luego la retahíla
de necesidades. ¡Como para que los indios los tomaran muy en serio!
“Los anunciados cincuenta Guardias Nacionales, que debían haber venido a reforzarnos,
no aparecen aún”. Y la respuesta que suena a tomadura de pelo (16): “Veo con
sentimiento las mil necesidades que siente esa Guarnición, y que V me manifiesta, pero
no debía olvidar que le he prevenido con anticipación, que todo, todo lo que allí haga
falta me lo pida oficialmente para hacer cuanto sea posible para satisfacer sus pedidos.
Y para mal de males, el capitán Baigorria desde Río IVº, que le dice. “Respecto al
vestuario he dispuesto que, como ya ha pasado el invierno y no ha llegado todavía el
vestuario de esa estación, darle al Cuerpo el de verano, y lo daré cuando llegue aquí el
vestuario que se aguarda, porque el de verano, que está almacenado y se va a dar en el
mes entrante, no hay camisas ni calzoncillos”.
Pese a ello, sin camisa ni calzoncillos, cada tanto un encontronazo con el indio, como
para asentar y digerir mejor la diaria ración de carne de yegua.
“Ayer (17) a hora muy avanzada tuve noticias positivas de que los indios habían pasado
por el paso de Los Algarrobos, 8 leguas de La Carlota, internándose en gran cantidad
hacia los establecimientos del norte. A esa misma hora me puse en marcha, poniendo en
juego mis escasos recursos, calculando tomarles los pasos por la orilla del sur y en
cuyas posiciones podríamos equilibrar el triple número del enemigo.
Como a las dos de la mañana estuvimos ya muy inmediatos, pero desgraciadamente en
momentos que me ocupaba en hacer saltar en los caballos de tiro, habíamos sido
sentidos por los indios, que atacados también de improviso solo atinaron a huir. Los
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resultados nos han sido posibles en su mayor parte. Mil y tantas cabezas de ganado,
muchos caballos pampas, algunos ensillados y ocho cargas que conducían vestuarios
militar, que ignoro donde habrán robado. Si no ha sido posible tomar ningún indio, no
es de extrañar, pues en un ataque de noche y en medio del tropel de las haciendas, han
escapado sin embargo llevan algunos heridos y es probable que algunos muertos, pues
habiendo tenido que contramarchar a causa de haber dejado “La Carlota”, casi sin
fuerza de resistencia, y habernos dicho un cautivo escapado esa noche, que el grueso de
la indiada asaltaría esa madrugada a la población. Esta contramarcha inevitable por el
insignificante numero de esta guarnición, nos ha privado el haber conseguido un
espléndido triunfo”. Final triste y lamentoso, más si pensamos en tanto entusiasmo
derrochado.
Y arriba de eso la socarrona carta del amigo porteño que le dice (18): “¿Cómo vamos de
comandancia? ¿No te han visitado los indios? Si lo han hecho, te advierto, por si quieres
pagarles la visita, en sus toldos, que ahora está muy admitido corresponder a esos
saludos, enviando una tarjeta”. ¿Y que le puede contestar? Que sí que lo han visitado
pero que no los ha visto? Aunque un último pensamiento de su amigo, le debe haber
quedado grabado en su cerebro, repitiéndosele una y mil veces “No olvides, compañero,
que hay muy poca gloria en morir en manos de un salvaje”. Pero todo eso poco o nada
le importa. Seguirá en sus tareas aún más allá de sus posibilidades.
Excesos de los que tomara nota su superior, al recordarle (19): “debo decirle que en otro
caso igual al del 21, no se deje dominar del ardor de su juventud, tal vez le han salvado
de una derrota la hora en que alcanzó a los indios, porque a ser de día, ellos hubiesen
hecho frente y se habrían batido y Dios sabe cual habría sido la comportacion de la
tropa, su arrojo ha sido grande y feliz y le hace adquirir una buena reputación, pero le
recomiendo la prudencia”.
La importancia estratégica de La Carlota, la manifiesta el coronel Domínguez al
dirigirse a Paunero (20) elogiando al mismo tiempo a Lagos. “Su infatigable actividad,
su ambición de triunfo sobre las hordas salvajes, un valor personal y otras cualidades
que en el se notan hacen formar la esperanza de que más tarde será el terror de los
indios y por consiguiente un Gefe de importancia en esta clase de guerra tan vital para el
país”.
Y sobre La Carlota, expresaría “es el blanco del peligro donde los indios cargan con
más frecuencia en grandes invasiones que no pueden batirse sin gran peligro con
cincuenta soldados de Línea y otros tantos de Guardias Nacionales, además esta parte de
la frontera es por donde se internan los indios más en la Provincia y ha habido
invasiones que han llegado a diez leguas de Villa Nueva alarmando a esa población”.
Los insistentes pedidos de Lagos mueven al gobierno nacional a solicitar al de Córdoba
el envío de 100 guardias nacionales. Y con eso creía cumplir. Todos los reclamos
caerían en saco roto. No por la mala voluntad del gobierno cordobés, sino por la
carencia de medios.
De cuando se pagaba una onza de oro por cada hombre
Una investigación sobre el problema de las fronteras con el indio en Córdoba en los
años de 1830 (21), demuestra las dificultades para mantener en actividad la línea de
fortines, a más del estado calamitoso que tantas levas, reclutamientos y otras
calamidades habían producido en la campaña cordobesa.
“A mediados de 1862 y mientras los avances indígenas asolaban el sur, se dispuso el
enrolamiento de guardias nacionales en la campaña. De allí que los comandantes
principales se encargarían de recomendar los nombres de aquellos que llenarían los
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cargos vacantes y también de los que reemplazarían “a los oficiales que en la época
pasada no se hubiesen manifestado decididos sostenedores de la causa de las
instituciones”. Los comandantes departamentales recibieron órdenes muy precisas.
Debían enrolarse en la guardia nacional activa a todos aquellos que tuviesen entre 17 y
45 años. Solo se exceptuaba a los maestros de escuela, maestros de posta, postillones y
capataces. Sin embargo estos tendrían también que anotarse para saber el cuerpo y la
compañía en la que tendrían que servir en caso de conflicto en que cesaban todas las
excepciones. Los sujetos mayores de 45 años debían sumarse a la guardia nacional
pasiva. Se recomendaba muy especialmente castigar a aquellos que infringiesen la ley
de enrolamiento.
Pero la cosa sería menos severa para aquellos que gozasen de ascendencia económica o
política quiénes tendrían el derecho de conseguir, que otro cumpliese la penalidad que
les correspondía a ellos. Ningún “personaje” de la campaña sería destinado por largos
meses a un fortín del desierto sino que allá irían los pobres, los vagos, los criminales.
Este era el elemento humano que servía en los fortines. Muchos de los inútiles esfuerzos
que Lagos y demás jefes hacían ante los superiores, se explican conociendo el sistema
que se aplicaba para obtener soldados.
“La orden de enganche de soldados era impartida por el gobernador de acuerdo a los
pedidos que llegaban a su escritorio, fuera de la frontera o del Ministerio de Guerra. A
partir de entonces el asunto quedaba en manos de los comandantes militares que, a su
vez, despachaban comisiones para buscar a los hombres. Sin embargo el sistema no
funcionaba debido a mil inconvenientes y uno de los más serios era que todo el mundo
huía no bien sonaba la posibilidad de un reclutamiento. Los jefes nacionales solían
despachar partidas desde sus cuerpos de línea, pero, generalmente, estas venían para
tomar animales – vacas, caballos, imprescindibles en la vida y mantenimiento de la
frontera”. Como vemos, se trataba de una suerte de “malón” entre cristianos. “El
Ministerio de Guerra en numerosas oportunidades acusó a las autoridades de la
provincia de ser ineficaces y de no querer cooperar, ex profeso, en los enganches de
alistados. Indudablemente hubo ocasiones múltiples en que se protegió a los ciudadanos
acosados por una u otra orden de servir en filas”.
“Sin embargo en 1864, y reconociendo la necesidad imperiosa de proteger las fronteras,
el gobernador tomó ingerencia directa en el asunto achacando cierta ineficacia a los
jefes locales de la misma manera que el ministerio de Guerra lo hacía con él”.
“El envío de destinados era cosa de todos los días. El reo caía en manos de las
autoridades, se le instruía un corto sumario y luego se lo condenaba a pasar determinado
tiempo en las fronteras. Si la falta había sido leve la permanencia –teórica, por supuestono sería mayor de un año, en otros casos se lo remitía de por vida. No siempre se había
utilizado este recurso, en otros años los presos eran destinados a las obras públicas pero,
en el período que nos ocupa, los encontramos siempre integrando las filas del ejército”.
Y una nota por demás insólita.
“En 1865 el asunto llegó a “comercializarse” cuando el gobierno de la provincia pidió al
general Emilio Mitre, el pago de una onza de oro por cada hombre colocado en su lugar
de destino como reembolso de los gastos que debían afrontarse para la remisión de los
destinos por sentencia al servicio forzado en los cuerpos de línea de la frontera sur.
Emilio Mitre aceptó el precio fijado y ésto era una confirmación aunque legalmente,
faltase la palabra del ministro de guerra”.
En 1862 muchos vagos fueron remitidos a W. Paunero para integrar el ejército del
interior acantonado en Villa Nueva, la persecución y captura de los mismos terminó
recién en los primeros días del año 1863 cuando dicho general se retiró a Buenos Aires.
Pero el “impasse” no duró mucho. Meses más tarde, se vería a los jinetes otra vez,
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arribando a los poblados en busca de los remanidos vagos, que se destinarían a integrar
el ejército nacional destacado en la frontera. El 9 de septiembre de 1863, se dirigió una
circular a la campaña mandando cumplir las leyes de represión del ocio lo que equivalía
a catalogar a muchos, que hasta entonces no lo estaban, como vagos.
A esto se agregó otra del 10 de octubre de 1869 que ordenaba clasificar a los individuos.
Se fijaba la cantidad precisa de vagos que debía remitirse, forzándose así la realidad.
Más de un honrado habitante del sur habrá pasado como vago para poder llenar, de
algunas maneras, los cupos solicitados. Otra cosa digna de tenerse en cuenta es que el
tempo de condena era mayor para los vagos que para los delincuentes comunes. Casi
podríamos decir que era preferible delinquir que no tener ocupación conocida.
En fin, no era en Córdoba solamente donde se vivían tantos atropellos… Y así
transcurren los días con indios, malones, necesidades… Y alguno que otro baile,
celebrando por ejemplo, que Lagos no hubiera sido muerto por los indios y hasta un
enfrentamiento con la iglesia personificada por Fray Isidoro Anselme, por haber
impedido Lagos “que los herederos de los finados muertos por los indios pagasen el
derecho correspondiente al Cura y a la Santa Iglesia (22)”. Y comete la torpeza el fraile
de terminar su reclamación diciendo: “porque supongo que debe saber lo que ha hecho”
a lo que Lagos respondía “y que V. no debía dudarlo como lo supone en el final de su
carta, sin calcular que la inteligencia la ha dado Dios a todos, y de ninguna manera es
privativa de V”.
“Le hablaré con el corazón: repugno una alianza con el Brasil”
Planteados todos los elementos que desembocaran en la Guerra del Paraguay, Lagos
(24) expresará sus íntimos pensamientos al respecto: “Cierto que se enciende una guerra
a las barbas del Gobierno Argentino, guerra que tal vez ha de arrastrarnos en su terrible
corriente. Hace tiempo que en consonancia con la política argentina, debía el Gobierno
Nacional haber hecho triunfar al General Flores, a qué esperar que el Brasil venga a
tomar ingerencia, haciendo arder sus cañones contra nuestros hermanos, teniendo
nosotros el poder de sofocar todo lo que en el Estado Oriental contrariase nuestra
política?
Así mismo, lamento ver al virtuoso y valiente Gral. Flores, aceptar la cooperación
Brasilera para obtener un triunfo, que con tales elementos, ha de maldecir algún día, por
más que hoy, el capricho o fanatismo de la guerra, lo lleven a arrastrarlo todo. Si señor,
el Gral. Flores no ha precisado aceptar que los Brasileros vengan a hacerlo triunfar,
cuando además del Ejército de que disponía, de su prestigio moral, tenía en su ayuda las
influencias poderosas de Buenos Aires.
“En fin –prosigue- vamos, adelante, como soldados no tenemos más que nuestro voto
privado, sin embargo que hablamos todavía por inferencias, cuando aún no conocemos
la decisión del Gobierno Nacional, cuya voz será la única autoridad que nos haga ceñir
la espada cuando nuestro honor se halle comprometido”.
No bien estalla la guerra, Lagos expresa (25) sus deseos de formar parte del Ejército de
Operaciones sobre el Paraguay, pero sus reiterados pedidos no lograrán el efecto
anhelado. Es necesario en la frontera, más cuando no solamente está el problema del
indio, sino de los contingentes que se sublevan en consonancia con la antipatía popular
por esa guerra traída de los pelos y “que no compensará de ningún modo los sacrificios
que costará” (26).
Molesto por la no aceptación de sus pedidos, Lagos no descuida, sin embargo, sus
obligaciones inmediatas.
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Lo demuestra la alborozada felicitación de su amigo Guido por el exitoso resultado de
un encuentro con los indios (27): “Te has portado como digno hijo de nuestro
inolvidable Gral. Lagos. ¡Que diablos! Es la pura verdad. Hace años que se están
probando cuantos Gefes hay en servicio, que se gastan ingentes sumas de dinero sin el
menor resultado, hoy mismo se corre que el Gral. Mitre esta sitiado por los indios, y tu,
con un puñado de reclutas han presentado el primer ejemplo en diez años, de un triunfo
provechoso, no tan solo material, sino moralmente”.
Pero lo grave de la situación en el interior, es la seguidilla de sublevaciones de los
contingentes que no quieren ir a pelear al Paraguay. En todas partes se producen
amotinamientos. El 2 de septiembre de 1863 ocurre la sublevación de la Guardia
Nacional de La Reducción atacando a balazos a su comandante el capitán José Ledesma
y retirándose enseguida, buscando la incorporación de otros contingentes y rezagados de
San Luis y Mendoza.
Todos estos acontecimientos los explica Lagos, tiempo después (28) dando razón del
conflicto que se suscitara con su jefe inmediato el coronel Cruz Gorordo “En estas
circunstancias escribe el Sr. Cnel. Baigorria, gefe interino de las Fuerzas Nacionales, me
ordenó terminantemente ponerme en campaña a repeler y aniquilar la revuelta, pero
habiendo surgido nuevas sublevaciones, que al parecer estaban combinadas en La
Carlota y en el 2 Contingente de Mendoza que marchaba a esta altura con dirección al
Rosario, el Cnel. Baigorria tuvo a bien ampliar mis instrucciones, colocándome a la
cabeza de las fuerzas que debían operar sobre aquel bandidaje, que hacía ya, sentir su
perniciosa influencia en el ánimo de las masas ignorantes”. Batidos y derrotados los
sublevados el 5 de septiembre (1865), dirá Lagos “Este día fue puesto en prisión el Cta.
Lucas Guerrero, por hallarse complicado en la sublevación de La Carlota. El sumario
que le siguió, prueba claramente su crimen, y sin embargo, ha sido puesto en libertad
contrariando las órdenes de V.E (el ministro de la Guerra) así como también han sido
premiados y enaltecidos, los individuos de tropa sublevados, con menoscabo de la
disciplina y la moral militar y con el mayor desprecio de las disposiciones ejecutadas
por mi, en cumplimiento de las Superiores de mis Gefes”.
A partir de noviembre 15, una serie de órdenes disponiendo la libertad de los
implicados, hará que Lagos “monte el picazo” y se niegue a cumplirlas.
Como se patentiza en los comentarios que anotara de puño y letra en los sucesivos
indultos: “Adiós, amigos. Me aflige la idea de que no pudiendo soportar tales
porquerías, tendré que alejarme de estos destinos, y tal vez para no vernos en mucho
tiempo…”. O este otro “Los bandidos premiados con su excepción del servicio y los
que han permanecido leales a su deber embrómense. ¿Que quiere decir esto? Los
individuos a que hace referencia no son los más criminales pero hay otros, en igual
sentido dados, a asesinos salteadores”.
Lagos eleva su renuncia (29). Y sin esperar respuesta se marcha a Buenos Aires,
explicando por qué lo hace así (30): “Hoy marcho para Buenos Aires casi como
desertado. Las circunstancias que viene produciendo la política del Cnel. Gorordo, entre
otras muchas arbitrariedades, acabo de recibir orden para poner en libertad a Guerrero y
a este punto ya no es posible llegar”. Su indignación puede más y le escribe a Gorordo
(31). “Mientras yo permanezca un instante más en La Carlota, se han de cumplir las
órdenes de Excmo. Gobierno Nacional por consiguiente no pondré en libertad al capitán
Guerrero, cabecilla y promotor de la sublevación, pero me preparo a marchar a Buenos
Aires, donde daré cuenta de mis actos. No excuso ninguna responsabilidad”, subraya.
Y se marcha Lagos con la sangre en el ojo, sabiendo de la justicia de su actitud. Y a
pesar de las suplicas de los vecinos más caracterizados de Río IVº, que solicitan al
ministro de Guerra “se digne ordenar que inmediatamente vuelva aquel Gefe a ocupar
55
su puesto en la Villa La Carlota, pues no dudamos que V.E. conocerá la importancia de
esta medida y el bien grande que de ella reportarán a los vecinos”.
Ya no regresaría a La Carlota. Tan cabrero había quedado que seguirá pleiteando ante el
ministro y solicitando, además, la baja del ejército (32) pues, según todo lo daba a
entender, eran sus propósitos irse del país a ofrecer su espada a Chile en su lucha contra
España. Pero sus amigos que le hicieron reflexionar o la entrada del otoño que le enfrío
la sangre lo cierto es que entró en razones.
Y así el mismo Gorordo que provocara su inusitada reacción, lo nombra jefe de la
Frontera Nor Este de Córdoba (33).
Y se le bajó la mostaza a Hilario Lagos. Estaría de nuevo en lo suyo. Reclamando
refuerzos, hombres, elementos, peleando a brazo partido con indios y piojos que lo
tenían a mal traer. Pero no por mucho tiempo. Fechada en Tuyuti (34) el propio
Bartolomé Mitre le envía una nota en la que le informa: “He dispuesto que venga V a
prestar sus servicios en el Ejército Nacional de Operaciones contra el Paraguay de cuyas
glorias tendrá V la participación que desea. Al efecto deberá ponerse V inmediatamente
en viaje para incorporarse a la brevedad posible”.
“No hay que vacilar. Empuñaremos las armas de la justicia”
La única acción importante en la que debe haber actuado Lagos es en la batalla de
Curupayti (22 de septiembre de 1866), el cruel enfrentamiento en el que los argentinos
perdieron el 40% de los efectivos empeñados en la batalla. Poco aprovechó Lagos las
lecciones del estratega Mitre a pesar de ser su ayudante de campo.
La noche del 8 de noviembre (1866) están acuartelados en Mendoza 280 “voluntarios”
que el gobernador Melitón Arroyo había juntado para cubrir en parte las bajas de
Curupayti. A las 2 y media de la mañana del 9 se sublevan con el clásico grito ¡Mueran
los salvajes unitarios! Las tropas mandadas por Arroyo a contenerlos se unen a los
sublevados. El clérigo Castro Boedo, que acababa de regresar de Chile, estaba en la
cárcel junto a Carlos Juan Rodríguez, prominente figura federal de San Luis y Córdoba.
Los amotinados, dueños de la ciudad, los libertan (35)”.
La revolución de los colorados de Mendoza con la participación de los hermanos Saá,
Juan de Dios Videla y demás, conmueve a los gobiernos mitristas del interior –Paunero
ministro interino de Guerra junta apresuradamente un contingente de unos mil hombres
entre los que se incluía el pequeño contingente del Paraguay al mando de Hilario Lagos.
“El 31 de enero del 67 llega al Portezuelo, Paunero, con su retaguardia pisada por la
vanguardia de Juan Saá que se componía de unos dos mil hombres al mando de Felipe
Saá”.
Este encuentro parcial de las fuerzas en lucha que José María Rosa da citando a
Sommariva como victoria de los “colorados”, no tuvo reales vencedores pues el hecho
que huyeran los federales no significó ni mucho menos la victoria de Paunero que tuvo
que seguir huyendo del grueso del ejército de Juan Saá se le venía encima buscando la
incorporación de Arredondo.
Y en estas circunstancias se produce uno de los episodios de los muchos que jalonan la
vida militar de Lagos que nos permite afirmar que él no fue un coronel de Mitre.
Paunero siguió su retirada siempre precipitadamente tratando de que los cuerpos
siguieran la marcha y en el mejor orden posible. Poco más tarde, ya todo había
concluido y el ejército reposaba de las fatigas del combate, cuando empezaron a oírse
tiros hacia la derecha, donde estaban las fuerzas de Iseas.
Aquellos tiros no podían tener origen en combate alguno, puesto que no quedaba allí un
solo enemigo que no estuviese prisionero. Eran tiros que se repetían a grandes
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intervalos y como si tiraran al blanco. Averiguada la cusa resultó que aquellos tiros,
eran disparados por los soldados de Iseas (un típico coronel de Mitre), que se
entretenían en matar prisioneros por su sistema favorito haciéndoles dar un tiro atrás de
la oreja.
Al saber esto todos los Jefes se indignaron hondamente y viendo que el General
Paunero no tomaba medida alguna, el noble Coronel Lagos. Mayor entonces se le
acercó y le hizo presente que en el campo de Iseas se estaba asesinando a los prisioneros
de batalla.
“Señor -decía Lagos con esa vehemencia que le es característica. El Coronel Iseas está
manchando nuestra victoria con el asesinato de prisioneros inermes! Es preciso ordenar
que cese aquella vergüenza que nos envuelve a todos”. Paunero por débil e indiferente
que fuera, estaba obligado a tomar una medida y autorizó a Lagos para que fuese a
ordenar a Iseas en su nombre, que no matara un solo prisionero más remitiendo los que
tuviera al Cuartel General.
Lagos partió adonde estaba Iseas seguido de otros jefes que no podían creer lo que se
decía de este Coronel. Y se encontraron con un espectáculo tremendo Iseas había
reunido todos los prisioneros en un gran grupo, y se les hacia sacar uno a uno, para
darles un tiro detrás de la oreja. Y cada hombre muerto de aquella manera era saludado
con risas y palmoteos comentándose los visajes que había hecho, y cómo se había
estirado en su ultima convulsión.
“Coronel Iseas! ¡Coronel Iseas!, gritó Lagos en el colmo de la indignación, ordena el
general que no se mate un solo prisionero más y que se remitan los que tiene al Cuartel
General”.
Son montoneros y es preciso matarlos a todos respondió Iseas dígale al General que no
tengo más prisioneros (36)”.
Es una expedición llena de sufrimientos pero que no se le dará merito por
razones de egoísmos muy fáciles de comprender
Lagos participará en la acción de San Ignacio (1º de abril de 1867) en la que Arredondo
derrota a las fuerzas de Juan Saá. E intervendrá en las acciones posteriores a Pozo de
Vargas. Marcelino Reyes (37) expresa: “Convencido el gobierno de la Nación de la
impotencia en que se encontraba el general en jefe del ejército del Norte (Taboada), a
pesar de los poderosos elementos que tenía a su disposición para terminar cuanto antes
con la montonera del caudillejo Felipe Varela dispuso que el segundo jefe del ejército
del interior coronel don José Miguel Arredondo, penetrase desde la ciudad de San Juan
a operar al Norte, al mismo tiempo que el general don Octaviano Navarro lo efectuaba
desde la ciudad de Catamarca con una división, hacia el poniente de la misma provincia
en combinación con el ejército del Norte que se encontraba en la ciudad de La Rioja
para de común acuerdo entre los tres jefes superiores perseguir la montonera de Varela
hasta conseguir destruirla.
Lagos participará en esta campaña al mando del batallón 7º de Infantería y llevará un
Diario de Campaña en el que irá anotando las penurias ideas y pensamientos,
reflexiones, y demás de esta sufrida expedición que duró del 22 de junio al 9 de agosto
de 1867, tras las huellas de un enemigo en derrota inhallable, por duras y ríspidas
travesías que agotan y enervan hombres y bestias.
Y ¡allá va Hilario Lagos!, 27 años, que ya ha atravesado el país de punta a punta por
paisajes innombrables con sus sueños, con sus ideas creyendo íntimamente que está
sirviendo a la causa del progreso y la civilización. Y escribe:
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“Día 22 de junio. Nos pusimos en marcha a las 9 de la mañana, llegando al “Algarrobal”
a las tres de la tarde, habiendo demorado para esperar la incorporación de la caballería,
lo que impidió que hiciéramos la jornada hasta Jacoli. No hubo novedad particular.
Nuestros recuerdos tan vivos y tan próximas nos conservan en una excitación agradable,
sin embargo como permaneceremos en San Juan muy pronto estaremos de vuelta en
Mendoza y veremos de nuevo deslizarse aquellos horas tan deliciosas que debemos a
aquella sociedad especialmente a nuestros amigos (3 leguas)”.
Parece según Lagos que todo no pasara de ser sino un simple y monótono paseo. Los
días siguientes anota reiteradamente “Sin novedad”.
Muy aburridos, más bien.
“Día 26. En marcha a las 6 de la mañana, llegando a una legua de San Juan. En nuestro
transito por la Rinconada del Pocito conocimos el lugar teatro de las dos batallas de este
nombre y que tan caras han costado a San Juan. Si alguna vez somos Generales en Gefe,
seguramente aprovecharemos mejor las posiciones ventajosas que presenta el tal
“Pocito”, pues es increíble que tropas regulares hayan sido batidas tan
ignominiosamente por bandas desorganizadas y casi sin espíritu (En esto Lagos se
equivoca. ¿O no están peleando contra “esas bandas desorganizadas” las mejores tropas
del ejército de línea? Los militares más aguerridos e implacables). Es una lección más –
sigue diciendo Lagos– para la experiencia de los militares jóvenes que tenemos en
perspectiva una tormenta que ha de producir la guerra interior y que es preciso
desbaratar o conducirla por medios hábiles a un centro donde sus efectos sean los
menos perniciosos a la sociedad. Ya que nosotros no poseemos el derecho de exprimir
ninguna existencia siquiera la Providencia lo hiciera, librándonos de algunos seres
corrompidos que solo viven de sus odios y que llegan a infiltrarlos en las sociedades,
que hieren con su contacto. Basta. Sin novedad más que los preparativos para
presentarnos al día siguiente, ante el pueblo de San Juan, que esperaba nuestra entrada y
la curiosidad consiguiente (8 leguas).
Día 27. Momentos antes de marchar recibí carta del Gral. en Gefe en la que se me
prevenía que saldría a recibirnos y que nuestro campamento seria en “Caucete” 7 leguas
de la ciudad, en donde nos pondríamos en disposición de expedicionar a La Rioja, con
el objeto de disolver las últimas montoneras que existían en aquella provincia”. (¡Ah,
malditos, recién ahora avisan!”). Calcúlese el efecto que nos ha producido semejante
noticia.
En fin mañana y los días que sigan, tendrán indudablemente un timbre indeleble del
cruel desencanto que nos ha producido este verdadero golpe de mala fortuna”.
Y Lagos que esperaba vivir las delicias de una cuasi parada militar con flores, niñas
hermosas, cabalgatas no logra sino atisbar ¡quince minutos apenas! la ciudad de San
Juan. Y así lo dice “La impresión que nos produjo aquella inusitada pasada por una
ciudad que contábamos que íbamos a habitar por mucho tiempo, nos fue
verdaderamente muy desagradable. Sin embargo y sobre todo podía más en mi ánimo y
el de mis compañeros, la idea de que íbamos a alejarnos de la bella Mendoza quién sabe
hasta cuándo”. Y este tremendo desencanto le hace despotricar en contra de Sarmiento.
Y así pasan y pasan las jornadas. “Sin novedad. Tantas leguas. Sin novedad. Tantas
leguas”. Como un sonsonete amargo, mientras se acercan al teatro donde agoniza la
montonera.
“Día 30. Sin novedad. Por la tarde salimos a caballo con Munilla a recorrer las
tristísimas inmediaciones de “Caucete. Nada vimos que valga la pena de hacerlo constar
aunque llegamos adonde La Villa, que está cuarenta y cinco cuadras de nuestro
campamento. Las gentes de este lugar participan del carácter general de los
Sanjuaninos, son adustos y recelosos al parecer sin embargo desde este día nuestro
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campamento fue una romería de mujeres, hombres de todas clases y muchachos que
iban a buscar un pedazo de carne, que nuestros pobres y buenos soldados partían con
ellos generosamente y casi sin retribución, pues si la aceptaban era de un poco de fruta u
otra soncera insignificante. Regresamos sin hacer ninguna relación y volvimos a nuestro
estado de sonambulismo, si es permitido calificar así, esa especie de modorra que
produce el aburrimiento”.
“Día 2 de julio. Sin novedad. Recibimos la visita de algunos amigos ayudantes de
Paunero y algunos obsequios de comestibles, dulce, vino, pan fresco que tanto mérito
tienen en tales alturas. Estas visitas nos confirmaron que ya no había remedio de nuestra
campaña en perspectiva, siendo cosa bien singular que pudiéramos hacer mala cara a
aquello que es nuestro elemento y el sueño de nuestra vida de soldado”.
Y acá se abre sin cortapisas el corazón de Lagos que lamenta, aunque cumplió
cabalmente su deber, estas guerras fratricidas. No muchos, pensamos, se harían estas
reflexiones. “Pero todo se explica –escribe– al estudiar detenidamente nuestra
conciencia, que nos impele a teatros más dignos de sacrificar nuestra sangre, que
apreciamos en mucho, para derramarla sin violencia en los estériles y olvidados Llanos
de La Rioja, temiendo por otra parte que los sacrificios que vamos a hacer en aras de la
patria van a ser tal vez, sin éxito completo y por consiguiente infructuosos. Cuanta
sangre nos cuesta la guerra civil.
Ya llegará el día que la echemos de menos y que nuestros corazones han de querer
hacerse pedazos con el remordimiento de Caín. Que horrible es la guerra civil. Dios nos
ilumine en el porvenir”.
Y sigue la marcha tras el fantasma de la montonera. Jornadas iguales de frío, horizontes
áridos e infinitos. Una de esas jornadas se destaca por lo dramático y sobrecogedora.
Digno argumento para Esquilo, no tiene desperdicio. Veamos.
“Julio 9. Marchamos muy temprano y entramos a la perrísima travesía hasta Mogua.
Paramos a carnear en unos pocitos de agua saladísima y continuamos nuestra marcha a
las 7 de la noche, nos perdimos a la una y pasamos el resto de la noche en medio de
unos medanos espantosamente fríos. Estoy escribiendo a la luz de un fogón y ya no
puedo más. Espero que mañana estaremos más descansados y con más buen humor.
Julio 10. En “Mogua” a las diez de la mañana. Corría un viento zonda, que agregado a
la incomodidad de la noche anterior nos tenía a todos en un malestar insoportable, sin
embargo tratamos de arreglarnos lo mejor posible para tomar algún descanso, así que
nos ocupamos mucho de nuestra individualidad, y por consiguiente dedicamos alguno a
tomar noticia de nuestro derrotero. En primer lugar diré que esta poblacioncita más
parece habitada por ánimas que por gentes como las demás: pues no hay sino mujeres
feísimas o uno que otro viejo o muchacho desvalido que inspiran lástima, por su
desnudez y la angustia que reflejan sus semblantes. Los demás habitantes andan
errantes, los unos con los montoneros y la mayor parte, ha muerto en la guerra civil de
seis años a esta parte. Estas infelices gentes se han hecho un deber sagrado de reunir en
el cementerio de su pueblo los restos de todos sus habitantes, así que emprenden largos
y miserables viajes, para traer desde distancias enormes, los huesos de los hijos, de los
padres y de los hermanos.
Qué triste impresión me causó esta relación que me hacían varias mujeres, a la vez que
derramaban lágrimas! No hubo novedad”.
“Julio 15. Marchamos temprano y llegamos a los “Cerros Colorados” a las tres de la
tarde. El Coronel Arredondo resolvió marcharse a La Rioja con una pequeña escolta y
lo verificó esta misma tarde, con el objeto de combinar nuestras operaciones con las
fuerzas de Santiago, Salta y Catamarca. Supimos que Elizondo se había pasado por
59
nuestra retaguardia en dirección a Famatina, adonde está Varela con algunas de sus
fuerzas”.
Y así seguirán los días. E irán a Chilecito y Copacabana (Catamarca) y Tinogasta, con
fríos crueles, comiendo burras, para por allí a las cansadas anotar el único
enfrentamiento de toda esa larga y agotadora campaña.
“3 de agosto. Nuestra vanguardia sorprendió ayer en “Saugil” una fuerza de 50
hombres, que había dejado el enemigo en observación de nuestros movimientos. Se
tomaron 9 prisioneros y los demás escaparon a pie”.
Por ello la justa observación final: “Es una expedición llena de sufrimientos, pero que
no se le dará mérito, por razones de egoísmo muy fáciles de comprender”.
“Otros jefes que han dado un carácter salvaje a la guerra que sostenemos
indigno de la causa de los principios”
Lagos permanecerá en La Rioja, como jefe de guarnición, desde agosto de 1867 a
agosto del 68. Y en este lapso desarrollará tres actividades principales: militar, pues
pese a haber sido quebrada la fuerza vertebral de la montonera con la fuga de Varela,
quedan aún contingentes montoneros en Los Llanos, Guandacol y Vinchina… que el
año siguiente (21 de abril y agosto 18) se enfrentarían de nuevo, en acciones de mayor
importancia, a las tropas nacionales; política, debido a que tanto La Rioja como el país
se encontraban en efervescencia con motivo de la próxima renovación presidencial;
afectiva, su tercera y más feliz actividad, al casarse en marzo del 68, con Carolina
Álvarez, sobrina de Carlos María Álvarez e hija de Francisco, notorios jefes
montoneros, que junto con Carlos Ángel de Chilecito conformaban la trilogía de
hombres cultos, entroncados con familias tradicionales riojanas que se hicieron
interpretes de las aspiraciones populares que en su tiempo reivindicara el Chacho.
Extraño y curioso el destino de este oficial de carrera que llega a La Rioja persiguiendo
montoneros y casa al poco tiempo con la hija y sobrina de dos de los principales jefes de
aquella. Dante tiene la explicación: “el Amor que mueve el Sol y las demás estrellas”.
En una orden de Lagos (38) dirigida al teniente Roberto Barquint, puntualiza la actitud
que debe observar en la represión de ciertos movimientos montoneros. “En vista del
carácter que parece tomar la montonera –le dice– que ha aparecido en los departamentos
de Vinchina y Guandacol, he resuelto que V. al mando de treinta y cinco infantes de su
compañía y un piquete de caballería compuesto de los quince Guardias Nacionales de
Buenos Aires, más cincuenta que deben movilizarse en ese Departamento, se ponga en
campaña, con el objeto de batir y desalojar de dichos departamentos la montonera que
hubiese, obrando con las mayores precauciones y arreglado en un todo a las
instrucciones que di a V. verbalmente antes de su marcha a Chilecito, sin olvidar que en
su conducta debe ser completamente opuesta a la que han seguido, desgraciadamente,
otros Gefes que han dado un carácter salvaje a la guerra que sostenemos, indigno de la
causa de los principios”. Y termina diciéndole: “Tiene V. una brillante oportunidad para
probar su tacto militar disponiendo de la ocasión que le ofrezco al confiar en V. una
comisión de tanta importancia”.
“Concluyo recomendándole prudencia y mucho tino. Comprenda que en ocasiones
como esta, se halla muy comprometido el crédito de un oficial joven como V.”.
Al referirse a esta época, comenta Alfredo Terzaga (39): “La Rioja era un problema
para el gobierno nacional, pero tanto más lo era la conducta de su pro-consul Arredondo
para el vicepresidente, que entonces ejercía el Poder Ejecutivo. Por causas distintas,
pero concurrentes, los mitristas y alsinistas pedían la cabeza de Arredondo, que se había
lanzado a trabajar contra las candidaturas de Elizalde y Alsina, a favor de Sarmiento”…
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“La intervención política y electoral de Arredondo en La Rioja asumió todos los
caracteres de un verdadero escándalo, sobre todo si se la juzga desde un punto de vista
estrictamente constitucional… El general Arredondo y sus oficiales, apoyándose
hábilmente en el grupo de De la Vega, Bazán, los Luna y el teniente Coronel Ricardo
Vera, cortó la influencia de los Taboada, al derrocar el 10 de noviembre, al gobernador
Cesário Dávila. Un comisionado nacional –José M. Lafuente– llegó a La Rioja y repuso
a Dávila, pero la influencia local del grupo riojano vinculado a Arredondo logró
embochinchar las cosas hasta el extremo de enemistar a Dávila con el comisionado
nacional, quien se volvió a Buenos Aires el 14 de febrero del 68, dejando al Gobernador
a merced de sus adversarios.
Este huyó a Catamarca y el grupo que respondía a Arredondo logró elegir gobernador
provisorio al Dr. Serafín de la Vega, para asegurar los electores presidenciales a favor
de Sarmiento. El caso es que en mayo del 68, después de perder y recuperar el poder
Cesário Dávila fue derrocado por segunda vez. El inerme gobernador, para salvar su
seguridad física, ¡no encontró mejor remedio que ir a buscar refugio entre la montonera
de Chumbita y Zalazar! Pero con ello proporcionó a Arredondo –que seguía sin
presentarse ante el Consejo de Guerra– el pretexto necesario para actuar manumilitari y
llegar hasta la prisión de Dávila y de sus partidarios principales”.
En todos estos acontecimientos participa Lagos, aunque en parte él no niega al decir
(40) que su actuación anterior y el elogio del propio gobernador Dávila (tendría razón
Roca que lo llamaba, “el idiota”) “nos pone a cubierto de mezquinas presunciones de
inmiscuirnos en la política local de La Rioja, en cuya guarnición permanecemos en
cumplimiento de nuestro deber como soldados prontos siempre a obedecer con el
respeto debido las órdenes del Gobierno Nacional, de quien dependemos, pero sin que
esto impida el que lamentemos la injusticia de que somos victimas, cuando demasiado
sufrimos ya, separados como nos encontramos de nuestros valientes hermanos del
Paraguay”.
Dos cartas de Julio A. Roca –sargento mayor y subordinado de Lagos en La Rioja, del
24 al 26 de enero del 68– dirigidas a éste, que accidentalmente se encontraba en La
Carlota, demuestran que sí se inmiscuían –y mucho– en la política local. Decía Roca en
la primera: “Mi querido Hilario: estamos de novedades por aquí. Taboada le comunica
al Comisionado Nacional y al Gefe de las Fuerzas Nacionales en esta que ha dispuesto
mandar a esta provincia al Gral. Navarro (de Catamarca) como Inspector de Guardias
Nacionales. Este bandido no se para en medio, se burla del Comisionado Nacional de la
Nación, torciendo el espíritu de sus decretos como verás por las copias que te adjunto y
que se las remito a Vera. El objeto real a que viene aquí, este Catamarqueño Gral., que
se ha entregado en cuerpo y alma al Gral. Santiagueño, es a apoyar y sostener a Dávila a
todo trance.
Es necesario que nos pongamos en guardia. Tu no debes venirte sin las dos compañías,
que aquí harán mas falta que en esa villa, pues, ojo, sospecho que el Comisionado se va
a oponer a esta medida de Taboada y como este, no hay tropelía que no sea capaz de
cometer, no es difícil que probemos en esta ocasión el temple de las bayonetas del 7º
batallón. A nuestro amigo Don Pedro que afile los cuchillos para sacarle las tripas a su
primo Cesario, el idiota, y con ellas ahorcar a todos sus partidarios y pillos que le
rodean. No dejes de traer las dos compañías”. En la segunda misiva: “Parece que
Navarro no llegará tan pronto como se cree. Tal vez ha sido una tanteada del gaucho
Taboada para ver si encuentra blandura en Lafuente y sondear sus intenciones. El cólera
está en Don Diego, parece que no nos escaparemos de él, Dios nos asista! ¿Precisan las
compañías esas? Porque espero que tu me digas si las traes o no”.
61
Vemos que es cierto lo que afirmaba Terzaga (41): “La conducta de Arredondo en La
Rioja y la actitud de oficiales como Hilario Lagos y Julio Argentino Roca, confirma que
el Ejército, para apoyar a Sarmiento, usaba ampliamente del brazo para “sostener la
idea”. Aunque Lagos, por lo que opinaba del sanjuanino, lo reconocería en el fondo
como un mal menor.
Y así van pasando los días en La Rioja. Llega marzo, aclarado bastante el panorama
político y Lagos contrae matrimonio. Se le están abriendo nuevas perspectivas de
servicios a cumplir como Jefe del Regimiento 4 de Caballería con asiento en Villa
Mercedes, cosa que no es de su agrado, pues estaría bajo el mando del despreciado Iseas
o bien en otras fronteras, que es por lo que al final se decide.
Parece que es cierto aquello de que: “Siempre el amor se llevó mal con la guerra”. Con
Lagos se cumplió el aforismo. Recién casado tuvo que participar en un encuentro contra
Elizondo, Guayama y fuerzas montoneras. Este hecho lo cuenta de la Colina, en su
heterogéneo libro “S.M. El Emperador de los Llanos” (42): “Los señores Barros y
Lagos sufrieron el contraste del 21 de abril y los dispersos dieron aviso al comandante
Gordillo que se hallaba en Sanagasta. En el acto, tan austero y valiente ciudadano corrió
presuroso con ese puñado de valientes del pueblo de Famatina. Apercibidos los
revolucionarios de la aproximación de don Pedro Gordillo a legua y media de la Capital,
pusieronse en fuga abandonado la ciudad y las fuerzas de Gordillo ocuparon la el mismo
día”.
“Que Lagos es uno de los elementos más morales y decentes de esta
frontera” (43)
El 1º de agosto de 1868 Lagos es nombrado Jefe del Regimiento 2º de Caballería de
Línea con jefatura en Melincue, en el Fortín Las Tunas, con los mismos problemas de
siempre, pero en dificultades ahora con el coronel Benavidez. Estas desavenencias
terminarán con su renuncia al Comando de la Jefatura Oeste, el 10 de enero del 70 (44):
“Motivos especiales –escribe– que le suplico se me permitan reservar, me privan del
honor de continuar al frente de esta benemérita División en momentos de conflicto para
las fronteras en general, pero aseguro a V.S. estar siempre dispuesto a ocurrir adonde el
Exmo. Gobierno quiera utilizar mis humildes aptitudes, tan pronto como hubieran
desaparecido las circunstancias a que hago referencia”. Parece ser que todo se pasaba en
una revolución. Oscuro episodio que puede ser aclarado un tanto, cuando el riojano
Guillermo San Román, le dice: “Ha tenido V. mi amigo (45), la desgracia de ser
independiente, y tiene que pagar también, tan loca calaverada con sinsabores y
sacrificios”. Tiempo de calumnias que, según Lagos “Perjudican gravemente mi
honradez y crédito como militar”.
Que lo llevan a alejarse a La Rioja, donde de acuerdo a la pintoresca carta de su amigo
José Guido (46) se habría dedicado a tareas de minería. “¿Y por allá como van?
¿Piensas quedarte mucho tiempo? Esas minas: ¿producen halagüeños alcances? Escarba
Hilario, y no te canses de escarbar más que un peludo. Por aquí la cosa está cada vez
peor. Se come, se viste, se bebe y se fuma oro. Y que escaso está el vil metal”.
Tiempo de recogimiento y pensar en el país, mientras hurga sus entrañas. A mediados
del 72 es nombrado Jefe del Regimiento 5º en la Frontera Oeste y Norte de Buenos
Aires. Y de nuevo controlar malones, tratar de sacar fuerzas de flaqueza y vivir las mil
vicisitudes del fortín.
Al poco tiempo, en acción contra Pincen –en noviembre– cuya tribu sorprende y
destroza “tomándole bastante hacienda yeguariza y vacuna, rescatando algunas cautivas,
tomando veinte indios de pelea y cerca de cuarenta de chusma”.
62
Lagos, instalado en el Fuerte General Paz, con escasos medios y hombres, utiliza la
táctica que dará sus plenos frutos en 1879: ir al encuentro del indio y no aguardar sus
ataques y depredaciones. No por nada Roca, en su campaña al desierto, le encomendará
el mando de la V. División.
Su acción contra Pincen merece el reconocimiento del gobierno.
Aunque la relación con los indios tiene sus momentos de comicidad, dentro del drama
general en que se viven estos hechos. Tal como se desprende de un episodio curioso, y
más o menos común de las fronteras. El 30 de enero del 74, Albarito Reumay y
Bernardo Namuncurá escriben dos extensas cartas dirigidas a Lagos, en las que, entre
otras muchas cosas y en medio de farragoso discurso, le dicen: “Nosotros no queremos
desavenirnos del Superior Gobierno y no queremos que nuestros capitanes carezcan de
los recursos necesarios de racionamiento, a los cuales esperamos que el Superior
Gobierno se nos pase por medio de su relación por la Frontera del Oeste. Nosotros no
aceptamos con agrado el recibir las raciones por el Sur, han herido por esa frontera han
grabado la estimación de muchos de los Caciques y Capitanes que se oponen a
proseguir en paz, tratando de tener antipatía con algunos Gefes de la orden del Superior
Gobierno”. Las fuerzas de Rivas, Catriel, etc., habían tenido un fuerte encuentro con los
indios, por lo cual estos se dirigen a Lagos ¿sabían que éste era más comprensivo que
aquellos? Pensamos que si, pidiendo sus racionamientos.
El ministro Martín de Gainza se sulfura y le dice a Lagos (47): “Se nos hace necesario
que una vez por todas no seamos la burla de esos picaros chinos. En medio de la paz
invaden a General Rivas, faltan a sus compromisos, hacen fuego sobre nuestras fuerzas
y después se dirigen a otra frontera, a V., pidiendo sus raciones con todos los agregados
que quieren hacer”… “Escríbale V. a Namuncurá y a Reumay diciéndoles que habiendo
ellos quebrado la paz, es decir los caciques que ellos dicen que invadieron sin su orden,
el Gobierno exige la entrega de esos caciques que han faltado completamente a lo
pactado, después de lo cual se les darán todas sus raciones. Hágales comprender a esos
bárbaros que habiendo concluido la guerra de Entre Ríos nuestras fuerzas marchan a la
frontera y se harán respetar”.
Lo que se desprende de todo este episodio es la verdad de lo que afirmaba Gutiérrez:
“La guarnición del Fuerte General Paz fue la más respetada por los indios, que desde
entonces no quisieron tratar sino con este jefe (Lagos)”.
Algunos recuerdos como epílogo
En 1893 al perder parte de su archivo, lo que demoraba dar forma oficial a su foja de
servicios, Lagos se dirige a antiguos oficiales solicitando de ellos su colaboración para
completar la misma. Y así sus subalternos, sus camaradas, sus adversarios, sus jefes,
plasmaron en sentidos escritos, lo que opinaban de él. Lo que respondió Mitre es
contundente “Al empezar su carrera no militábamos en las mismas filas con el Coronel
Lagos, pero conozco sus servicios militares que datan de 1857, desempeñando
comisiones y mandos de importancia, en la guerra de Frontera contra los salvajes del
Sud y del Norte, hasta la expedición final al Río Negro, de que formó parte mandando
en jefe la 5ª. División, y cuando un choque no habría producido sino un derramamiento
estéril de sangre, no trepidó en enviarle un parlamentario con una tarjeta, sabiendo que
se dirigía a un patriota, en la que le pedía suspensión de hostilidades mientras se
arribaba a un arreglo. El Coronel Lagos hizo honor a su llamado correspondiendo a sus
sentimientos. Sucedió en seguida la capitulación, y él como sus amigos en la desgracia,
fueron colmados de atenciones que agradecimos entonces como debíamos y que hoy
constata nuevamente con motivo de estos recuerdos (48)”.
63
Una pregunta y unas reflexiones de José María Rosa, nos sirven para interpretar por qué
Lagos participa del lado de Tejedor y Mitre en la revolución del 80, que un apresurado
esquematismo, tendería a ubicar en el campo opuesto.
“¿Era sólo “localismo” con fiebre que tomó a Buenos Aires el 26 de agosto de 1879 y
producirá la guerra civil del 80? Vago, confuso, aprovechado por los opositores
liberales a las oligarquías autonomistas, lo cierto es que empezó en todo el país un
despertar de la conciencia cívica. Cada uno la interpretó según sus conveniencias (49)”.
Formando parte de los “líricos”, participando en las acciones de fines de junio del 80 en
Corrales Viejos nada desmiente en Lagos su antimitrismo.
La figura de Lagos que mereciera de Gutiérrez tantas páginas inolvidables, se rescata de
estas fieras y sanguinarias luchas contra el indio, el montonero, el adversario político
con tintes muy particulares y perfiles nítidos, al mostrarse magnánimo, sereno,
ecuánime, rechazando la crueldad a la que había que erradicar de estas luchas, sabiendo
que la justicia y deferencia hacia el vencido no pasaba de ser sino profunda convicción
en sus propias fuerzas.
No se encuentra en su largo y comprometido accionar, ni un solo hecho que empañe su
recuerdo. Su personalidad, interesante y digna del rescate histórico se nos fue dibujando
a través de su primer biógrafo y de las notas, apuntes históricos, escritos, cartas de su
voluminoso archivo en el que campea un espíritu de consciente disciplina a la que une
esa independencia de criterio –esa salvaguarda a ultranza de su honor– que tantos
problemas le trajo.
Y es que Lagos no fue un sicofanta, ni un seguidor sumiso y ciego, ni “una espada sin
cabeza”. Fue un fiel discípulo de su padre, orgulloso de su condición de militar, pero
más que nada un argentino que creyó que la espada servía tanto como la pluma y la
palabra, para organizar el país (x).
(x) Hilario Lagos fallece el 27 de Noviembre de 1897 en la ciudad de Buenos Aires.
64
BIBLIOGRAFÍA
Este trabajo ha sido escrito tomando como base el archivo del coronel Hilario Lagos compuesto de 448 cartas, notas, manuscritos,
partes y demás. Este archivo nos fue facilitado por Hilario Lagos, vecino de Sanagasta, La Rioja.
(1) GUTIERREZ, Eduardo. Croquis y siluetas militares. Pág. 88. Colec. El pasado argentino. Hachette 252 páginas. Bs As. 1956.
(2) MERCADO LUNA, Ricardo. Los coroneles de Mitre. Pág. 11. Colec. Política e Historia. Edit. Plus Ultra. 165 páginas. Bs As.
1974.
(3) Manuscritos del coronel Hilario Lagos.
(4) Cartas del general Lagos del 17-7-1857 al 13-1-1859.
(5) Carta de J. J. Urquiza, San José, 1-7-1861.
(6) Carta de José Hernández. Paraná, 28-8-1861.
(7) Carta del general W. Paunero, Villanueva. 28-10-1862.
(8) BARROS, Álvaro, Fronteras y territorios federales de las pampas del sur. Colec. El pasado argentino. Hachette. 319 páginas. Bs.
As. 1957.
(9) Manuscritos de H. L.
(10) Zeballos Estanislao S. La conquista de quince mil leguas. Págs. 280 y 297. Colec. El pasado argentino. Hachette. 429 páginas.
Bs. As. 1958.
(11) Carta del coronel Cesáreo Domínguez Villanueva 26-4-1864.
(12) Manuscrito del coronel H. L. 27-4-1864.
(13) Carta del coronel Cesáreo Domínguez Villanueva 2-5-1864.
(14) Carta de H. L. La Carlota. 7-6-1864.
(15) Carta del comandante Villar. Fortín Las Tunas 11-5-1864.
(16) Carta de W. Paunero. Bs. As. 19-7-1864.
(17) Parte de H. L. La Carlota 21-9-1864.
(18) Carta de José Tomás Guido. Bs. As. 8-6-1864.
(19) Carta del coronel Cesáreo Domínguez 24-9-1864.
(20) Carta del coronel Cesáreo Domínguez Río IVº 24-9-1864.
(21) RIQUELME, Norma. Investigación sobre las fronteras de Córdoba en la década 1860/70. Córdoba.
(22) Carta de Fray Isidoro Anselmo. Río IVº 10-2-1865.
(23) Carta de H. L. La Carlota. Febrero 1865.
(24) Carta de H. L. al teniente coronel Benito Villar. La Carlota. 20-12-1864.
(25) Carta de H. L. a Emilio Mitre 28-4-1865.
(26) Carta de José Tomás Guido, Bs. As. 30-5-1865.
(27) Carta de José Tomás Guido, 4-10-1865.
(28) Carta de H. L. al ministro de Guerra y Marina, coronel Julián Martínez. Río IVº 8-3-1865.
(29) Carta de H. L. La Carlota. 19-11-1865.
(30) Carta de H. L. al coronel Manuel Baigorria 20-11-1865.
(31) Carta de H. L. al coronel Gorordo 21-11-1865.
(32) Carta de H. L. 8-3-1866.
(33) Carta del coronel Gorordo, 3-4-1866.
(34) Carta de Bartolomé Mitre 30-7-1866.
(35) ROSA, José María. Historia Argentina. T. VII. Pág. 165 y siguientes. Edit. Granda. Bs. As. 1969.
(36) Juan Sin Patria. La muerte de un héroe. Después del Portezuelo. Pág. 127 y siguientes.
(37) REYES, Marcelino. Bosquejo Histórico de La Rioja. Pág. 27. 276 páginas Bs. As. 1913.
(38) Carta de H. L. La Rioja 26-10-1867.
(39) TERZAGA, Alfredo. Historia de Roca. De soldado a Presidente de la República. T.I. Pág. 217. Edit. Peña Lillo. 346 páginas.
Bs. As. 1976.
(40) Carta de H. L. al Comisionado nacional Lafuente 3-2-1868.
(41) TERZAGA, Alfredo Op. Cit. Pág. 238.
(42) DE LA COLINA, Salvador S. M. El emperador de Los Llanos. Pág. 127. La Rioja.
(43) Carta de Lucio V. Mansilla 8-2-1868.
(44) Carta de H. L. al coronel Luis María Campos. S/fecha.
(45) Carta de Guillermo San Román. La Rioja 10-7-1870.
(46) Carta de José Tomás Guido. Bs. As. 8-2-1871.
(47) Carta del ministro Martín de Gainza 12-2-1874.
(48) Noticias y juicios sobre los servicios de un antiguo coronel del ejército. Pág. 9. Opúsculo editado por los amigos, de 52 páginas.
Casa Editora “Argos”. Bs. As. 1893.
(49) ROSA, José María. Op. Cit. T. 8. El ochenta. Pág. 28.
(50) LAGOS, Julio Alberto. General Don Hilario Lagos. Dos Tomos. Círculo militar. Volumen 641, 42. Colección histórico-militar
Bs. As. 1972.
(51) SUAREZ, Martín. Atlas histórico militar argentino. Circulo militar. Volumen 661-62 y 63. Colección histórico militar. 374
páginas Bs. As. 1874.
65
V
Juan Bialet Massé en La Rioja
El catalán Bialet Massé estuvo en la década del 70 como profesor de los colegios
nacionales recientemente creados de Mendoza, San Juan y La Rioja. En esta última su
estadía fue de principios del 76 a fines del 78. En La Rioja fue profesor de Física,
Química e Historia Natural con un sueldo mensual de $150 superior incluso al del rector
Vicente García Aguilera que era de $120 siendo el de los otros profesores de $65 y $80.
Bialet Massé por entonces era médico recibido en España y en La Rioja de acuerdo a un
petitorio que hiciera reiniciaría sus estudios de revalida siendo posterior a su partida a
Córdoba la obtención de los títulos de Abogado y Técnico agrícola.
“En La Rioja donde los alumnos acuden a las aulas descalzos”
En la historia del Colegio Nacional de La Rioja de Carlos Lanzillotto se habla del
estado lamentable en el que se encontraba gran parte de su población y alumnos que
asistía al Colegio Nacional. “En octubre del 75 pudo expresar García Aguilera que
trabajaba en La Rioja donde los alumnos a las aulas descalzos por no tener cómo
comprar un pobre calzado, donde a veces me abstengo de imponer el castigo de arresto
o detención por parecerme inhumano demorar la hora del mezquino alimento que es
único sustento, donde he visto con dolor que al salir de la clase de la Escuela Graduada
cinco, seis de los más infelices se lanzaban sobre los pedazos de pan que yo había
quitado a uno que lo comía dentro de ella.
Y que ésta situación sería constante en la época en la que estuvo Bialet Massé y después
lo muestra una serie de notas del rector al Ministro de Educación de la Nación Dr.
Onésimo Leguizamón en la que solicitaba se diera beca de $10 mensuales a diez
alumnos muy pobres. En esa sociedad tan carenciada en la que le tocó trabajar y que en
el Colegio Nacional sus autoridades lamentaban que era el único en toda la República
que no tenía ese tipo de ayuda.
Presencia de Bialet Massé
El Colegio Nacional tenía en el primario o Escuela Graduada unos 170 alumnos, en el
secundario 42 y en el turno nocturno 48. Es curioso comprobar los muchos problemas
que tenía el rector con varios de sus profesores e incluso con el mismo vice rector a los
que aplicando la ley vigente no dudó mucho en defenestrar. No era mucha la asistencia
por parte de la Nación a los reiterados pedidos de libros, instrumentos de enseñanza,
objetos escolares, etc. pero y en parte como excepción el 15 de febrero de 1876 se acusa
recibo a las autoridades nacionales de 51 bultos de los cuales 49 contenían un gabinete
de física y es que algo curioso recién el 27 de febrero de ese año comunicaba el vice
rector que por disposición del presidente de la República había sido nombrado el 7 de
febrero el profesor de física, es decir Bialet Massé. Y es que el desarrollo de la docencia
se hacía al mismo tiempo que la construcción del edificio. Las luchas internas se ve que
eran cosa de todos los días y así el 30 de marzo del 76 el rector al ministro le expresaba
haber suspendido al vice rector Ángel Ruiz “por ser su presencia en este colegio,
contraria al buen orden, moralidad i rejimen interior económico de él. Poniendo en
juego toda clase de manejos indignos, para alejar del rector la voluntad de los profesores
y menoscabar su prestigio y autoridad”.
66
Lo curioso o digno de destacar es que sobre Bialet Massé nunca el rector tuvo palabras
en contra muy por el contrario elogiaría su desempeño ya al final de su ciclo en La
Rioja.
“El interés por la educación va desarrollándose”
Más o menos los números que anotábamos anteriormente se mantuvieron durante los
tres años que estuvo Bialet Massé en La Rioja con excepción quizás del turno nocturno
en el que solía faltar casi la mitad y es por ello que el rector solicitaría a la policía que
obligara a los mismos a concurrir por la fuerza a la escuela. Quizás una causa de la
deserción era la carencia de libros por lo que en reiteradas oportunidades se quejaba el
rector al ministro, siendo sustituidos por el “sistema de las apuntaciones”. Pero a pesar
de tantas idas y venidas hacía notar: “el interés por la educación va desarrollándose en
estas poblaciones, que antes oponían resistencia a recibirla”.
Bialet Massé nace en Mataró el 19 de diciembre de 1846 cerca de Barcelona. En julio
de 1873 llega a Buenos Aires y al poco tiempo se incorpora al Colegio Nacional de
Mendoza como vice rector y profesor de anatomía. En 1874 se traslada a San Juan y
casa con Zulema Laprida, nieta de Narciso. Hacia fines del 75 llega a La Rioja donde
ejercerá como profesor de las materias de física, química e historia natural, tareas que
realizará en el año 76, 77 hasta fines del 78 con “mucha honra y poca plata”. No es
cierto que fuera rector del Colegio de La Rioja al menos no hemos logrado encontrar
ninguna documentación al respecto, pero sí son numerosas las notas desde abril del 76 a
fines del 78 que muestran la actividad de Bialet, él incluso se ofrece para desempeñar la
plaza de médico del colegio sin percibir remuneración alguna.
Son continuos sus pedidos de elementos tales como instrumentos, drogas etc. para los
Gabinetes de física, química e historia natural y se quejará de que los mismos mal
embalados habían llegado en mal estado, pero ya mediando el 76 se suprimen cursos
superiores y de allí que se encargue a Bialet Massé el exclusivo dictado de física,
química e historia natural por $200 pesos fuertes suma que era importante teniendo en
cuenta las estrecheces de la época.
Las múltiples labores de Bialet
En todas las comunicaciones donde figura Bialet se muestra su interés por realizar
viajes a Buenos Aires, Córdoba y a más de cubrir otras tareas tales como la que el 14 de
enero del 77 dirige el rector al Dr. Benjamín Gould a cargo del observatorio
astronómico de Córdoba en la que le expresa haber entregado al Dr. “Don Juan Bialet
Massé los instrumentos meteorológicos pertenecientes a esa oficina que se encontraban
en este colegio y que consistían en un aneroide, un termómetro de máxima, uno de
mínima y un pluviómetro”. Y es que este observatorio meteorológico formaba parte del
plan científico que Sarmiento se había empeñado en realizar.
Sus tareas gratis
En nota dirigida al sub secretario de Educación de la Nación el rector Aguilera que a lo
que parece mostraba una afectuosa relación con Bialet resumía el curso del 77 refutando
denuncias de un profesor. “El nombramiento del Doctor Bialet fue hecho directamente
por ese Ministerio, y tenía su razón de ser desde que éste profesor continuó con nosotros
67
desempeñando graciosamente (gratis) hasta final de año las clases de los cursos
suprimidos, por lo cual lo acepté con satisfacción.
En el curso del año 77, el mencionado profesor ha desempeñado sus clases con
puntualidad”. Y agregará el rector desmintiendo las denuncias: “es absolutamente falso
lo que dicho señor afirma respecto del mal estado del Gabinete de física, que está bien
resguardado y atendido. Si algunos instrumentos se han descuidado, es a causa de haber
estado depositados desde hace seis meses en una habitación cuyo techo permeable
permitió una excesiva humedad”. En mayo se decía que se había resuelto enviar a
Buenos Aires en comisión de servicio a Bialet para el arreglo de planilla de sueldos y
otros asuntos de importancia pidiendo pasajes para él y a su regreso el 29 de agosto del
78se remitía al ministro de justicia Bonifacio Lastra “una solicitud del Dr. Juan Bialet
en la que pide rendir examen general o de las diferencias que hay entre el plan de
estudios preparatorios vigente en el país y el seguido por él en los Institutos de segunda
enseñanza de la España, con objeto de emprender ulteriores estudios”. Hasta fines del
78 permaneció en La Rioja Bialet mostrando por aquel entonces su interés por proseguir
en Córdoba otros estudios. En la ciudad mediterránea seguiría la carrera de abogacía y
estudios de agronomía. Aquí en La Rioja nacería uno de sus hijos y su primer libro
“Nociones de anatomía, fisiología e higiene humana” y otro “Lecciones de anatomía”
para ser usado como textos en los Colegios Nacionales. De esa manera Bialet
continuaba una labor de enseñanza que nunca abandonaría y llenaría con su labor de
escritor las graves carencias de textos que tenían esas instituciones, la mayor parte de
los cuales eran textos de origen europeo.
Tres años fructíferos
26 años después de irse de La Rioja Bialet Massé regresaría en una rápida visita
buscando datos y elementos para el trabajo encomendado por Joaquín González sobre
“EL ESTADO DE LAS CLASES OBRERAS ARGENTINAS A COMIENZOS DEL
SIGLO” y nostalgioso, recordaría “donde pasé con los míos tres de los mejores años de
mi juventud, en la que dejé y mantengo afecciones profundas, y que me hacen á su
pueblo, por más de un título, querido, teniendo por su porvenir el entusiasmo que nace
del conocimiento de las riquezas de su suelo y de la belleza de su clima, y sus montañas
preñadas de minerales monedables. Es cierto que tiene una mayor riqueza en la capa de
tierra vegetal que las cubre, fuente fecunda de la fertilidad de sus llanuras.
Si en todas partes la comisión que me ha confiado el Gobierno me obliga á estudiar las
cuestiones obreras, sintiendo las palpitaciones del pueblo, aquí y en Córdoba, se une al
deber el cariño por la tierra donde nacieron mis hijos, donde establecí el lazo que liga al
maestro con sus discípulos, donde viví feliz con las amistades de la sociedad familiar y
distinguida que caracteriza á estos pueblos.
Aquí, médico de los pobres durante tres años, conocía su vida íntima como la de ningún
otro pueblo, y podía apreciar en la nueva generación que actúa los elementos
permanentes, como los cambios que las evoluciones continuas y las variaciones
accidentales introducían en las costumbres; mi tarea es aquí relativamente fácil y los
datos numéricos de aplicación más exactos que en parte alguna.
Entrar en la ciudad de La Rioja sentado en cómodo vagón-comedor, cuando se recuerda
haber ido la última vez molido y maltrecho por las sacudidas de un vehículo llamado
por ilusión mensajería, ó por el trote de una mula, todo lo que produce una sensación
sólo comparable á la que causan las secas y pulverulentas llanuras, convertidas hoy en
un extenso manto de verde pasto por la acción de las abundantes lluvias de estos años.
68
La ciudad ha variado también profundamente; en edificación ha tomado el aspecto de
las del Litoral, con edificios hermosos y bien ejecutados, y entre las ruinas de un
terremoto, puedo reconocer muchos del pasado; bien puede decirse que relativamente
peca por lujo, y que es lástima que se hayan paralizado capitales para obtener de ellos
una mezquina renta, en vez de destinarlos, aquí más que en cualquier otra parte, si fuera
bien dirigida.
Entre un olivar y un palacio, entre un mobiliario lujoso y una represa para el riego, no se
explica cómo ha podido decidirse el pequeño capitalista, sino por un extravío de la
razón.
La población no está aumentada y si más bien disminuida.
Su aumento vegetativo, que es mucho, lejos de arraigarse se desparrama por toda la
República, siendo ésta una de las principales causas de su estancamiento, y diciéndolo
francamente, de su retroceso económico.
Se ha olvidado aquí que poblar es gobernar, más que en cualquier otra parte de la
República, y el mejor modo de poblar es arraigar y mejorar las condiciones de vida de
su propia población obrera, tan inteligente, tan fuerte y tan sobria, adhiriéndola á un
terruño en que la naturaleza es tan pródiga en sus más valiosos frutos”.
CONCLUSIÓN
Es curioso y digno de mencionar que las cales que él elaboró para la construcción del
Dique San Roque y obras anexas en su horno “El Argentino” fueron utilizadas en La
Rioja para la obra de la Catedral y de otros edificios importantes. No es menos cierto
que a los males tradicionales de La Rioja se había agregado diez años antes de que
retornara a ella (1904) el terremoto que en octubre del 94 echara por tierra a la ciudad.
La vida y los trabajos que realizó en Córdoba y en otras partes del país convertirían a
Bialet Massé en una figura nacional al que la historia le siguió dando su lugar y
reconocimiento. En La Rioja su paso como pionero en estudios significativos muy poco
ha sido reconocido. Pero en La Rioja conocería íntimamente la Argentina interior y
criolla y de ella partió con la idea de seguir estudiando y participando más activamente
del futuro de su país de adopción.
69
VI
Cuando los historiadores se vuelven guitarreros
Sobre un olvidado e ignorado censo de La Rioja de 1879
En el capítulo correspondiente de la Nueva Historia de la Nación Argentina de la
Academia Nacional de la Historia y al referirse a La Rioja y su desarrollo demográfico
durante el siglo XIX, la autora Dora Celton, dice:
“Hacia la época de la Revolución de Mayo, la provincia contaba con 14.000 habitantes
y su crecimiento demográfico y económico se hizo notable hasta la fecha del Primer
Censo Nacional (1869) aproximadamente, favorecido por la expansión de la ganadería
vacuna y caprina en los llanos, viñedos y cereales en los valles y la explotación de plata,
cobre y plomo en las montañas de Famatina. La población en ese período tuvo un
crecimiento anual medio cercano al 25/00, que decayó a partir del último tercio del siglo
XIX como consecuencia del cambio de rumbo de la economía nacional. La Rioja se
estancó económicamente y comenzó la migración de su población hacia otras
provincias, con una caída drástica en su tasa de crecimiento”. Lo criticable de esta
autora es que no cita a Armando Bazán ni a otros autores que han estudiado esta
cuestión en La Rioja. Y desconoce totalmente el censo suplementario de 1879 mandado
a realizar en el gobierno del gobernador Vicente Almandos Almonacid que contradice
de manera absoluta lo afirmado por la citada autora.
Los falsos datos del censo nacional de 1869
Cuando Sarmiento a poco de asumir la presidencia (1868) ordena la realización del
primer censo nacional (1869) quizás no tuvo en cuenta que al menos en La Rioja,
duramente castigada poco tiempo antes, por el gobierno nacional, los datos que
obtendrían los censistas no se ajustaban para nada a la realidad.
Esto lo afirman los miembros de la comisión que llevaron a cabo el censo suplementario
de 1879, al decirle al gobernador Bustos: “La comisión ha luchado con obstáculos no
diremos insuperables, pero si desgraciados, atendido al estado de completa ignorancia
de las masas que a pesar de las amonestaciones de la comisión, ocultaban bajo un velo
de reserva impenetrable, las averiguaciones que se les hacía, para descubrir la verdad de
los datos que se solicitaban. Este antecedente –decía la comisión en junio 12 de 1880–
agregado a la falta de suficientes recursos con que se debía contar para el desempeño de
su cometido, atenuará ante V.E. las faltas y deficiencias que contenga el trabajo que hoy
sometemos a su aprobación. La comisión con algún fundamento, no cree aventurado a
V.E. que el censo practicado en 1869 no ha sido exacto, lo comprueban las mismas
resistencias de hoy, que en aquella época eran más tenaces. Preguntar a un hombre
cuantos vivían en su casa, qué edad tenían, qué profesión o industria, esperando una
contestación categórica y explicita, era una quimera; apenas hacía dos años que esta
provincia había dejado de ser el teatro de la guerra civil, o mejor dicho de las
montoneras de facciosos, que solo miraban en los comisionados del censo, los agentes
precursores de los contingentes con que cada provincia contribuía a reforzar al ejercito
del Paraguay”.
Lo que no comentaban los comisionados en 1880 al referirse a las inexactitudes del
censo nacional de 1869, era que el silencio a rajatabla de los riojanos censados era la
única forma de resistencia pasiva a aquellos que tanto daño les habían provocado. La
sublevación del contingente riojano en Catuna por obra de Aurelio Salazar, las
deserciones, la violenta resistencia a marchar a una guerra infame, llevaron a mentir o
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falsear, o callar los datos solicitados. Errores garrafales del censo nacional de 1869 que
para nada tiene en cuenta la autora mencionada que a la hora de sacar conclusiones
válidas utiliza la guitarra, o mejor, el parloteo sin base documental verdadera.
Y sigue diciendo la comisión del censo suplementario, en junio de 1880: “Sensible cosa
es Exmo. Sr. contemplar de cerca un pueblo condenado a sentir todavía, los estragos de
una guerra salvaje, alzada contra toda forma de gobierno, en medio de la civilización
moderna; pero la provincia de La Rioja, oye aún el ruido fragoroso de las hordas de
Felipe Varela, caudillo funesto, que burlando la autoridad nacional, diezmaba de un
extremo a otro, sin llevar más bandera que la del robo y el asesinato.
Basta la sola enunciación de las cifras que arroja dicho censo (1869) con relación a los
que sabían leer y escribir en 1869, para comprender cuán deplorable era nuestra
situación. ¡De cada 1000 habitantes sólo sabía leer 135 y escribir 111! Que las
generaciones venideras maldigan el hombre de guerra, cualquiera sea su lema; son
nuestros más ardientes votos”
Los miembros de la comisión no menguaban críticas a los montoneros pero lo curioso
de Francisco Vicente Bustos era que su yerno era Francisco Álvarez, el famoso “médico
de la montonera” que había estado con Peñaloza y Varela y cuyo hermano Carlos,
oficial de carrera, fuera jefe de estado mayor del ejército de Varela en “Pozo de
Vargas”. Francisco casi llega a ser por esos años gobernador de La Rioja por segunda
vez.
Enorme aumento de la población riojana
Lo que afirma la historiadora Celton que “la población de La Rioja decayó a partir del
último tercio del siglo XIX como consecuencia del cambio de rumbo de la economía
nacional” además de no ser cierto en cuanto a las cifras no tiene en cuenta que la
decadencia de fin de siglo de la economía riojana no se debió a la política nacional sino
a largas y prolongadas sequías que aniquilaron su riqueza agropecuaria y al terremoto
de octubre de 1894 que destruyó la ciudad capital y pueblos y aldeas del interior
provincial.
En el Censo suplementario del 79, la Comisión decía: “El número de setenta mil ciento
cincuenta y un habitantes, comparado con el de 48.493 que dio el de 1869, es
satisfactorio; pues el demuestra de una manera evidente, el aumento de más de una
tercera parte de población habida durante los diez años transcurridos, desde la
verificación del primer censo, al de 1879”.
“Este dato –agregaba– es de gran importancia Exmo. Sr. Según él, corresponden a la
provincia de La Rioja, cuatro diputados al H. Congreso, en vez de dos que tiene al
presente y si él toma como base, el censo suplementario de 1879 para hacer el cómputo
de los Diputados que debe mandar cada provincia, no hará con esto sino llenar un
precepto Constitucional, llevando a su seno la verdadera representación que
corresponde a la Nación Argentina con relación a su población actual”.
Al hablar de los nacimientos la Comisión, expresa: “La cifra de catorce mil ciento
setenta y cinco nacidos que parece haber en toda la Provincia, no puede de ningún modo
aceptarse como real; pues no está ni en relación aproximada de la población y este
fenómeno puede explicarse fácilmente, por la circunstancia especial con que se
administra el sacramento del bautismo, por el estado de completa ruina y destrucción de
los libros parroquiales de algunos departamentos, como el de Costa Alta y Costa del
Medio, en donde las partidas de bautismos, se anotaban en “papelitos sueltos que llevará
el viento”, según la manifestación de aquel párroco al remitir los datos censales.
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Las enormes distancias que median de una parroquia a otra en los grandes centros de
población ha sido según parece, un motivo para que la Curia autorice a los particulares a
desempeñar un sacerdocio ambulante, valiéndonos de esta frase, que no toma razón de
los bautizados por ellos y que sin recibir el óleo sagrado, viven o mueren sin titulo que
acredite su fe de edad”.
La comparación que hace la Comisión con el censo del 69, le permite anotar que en esos
años transcurridos las defunciones fueron de 6.555 en toda la provincia, lo que
indicaría: “la salubridad de su clima. Los mismos argumentos que hemos sostenido
respecto de la inexactitud de la cifra de nacidos, podemos aducir sobre esta
(fallecimientos), la cual con todo, solo dejan ver un fondo de verdad innegable, al
estado de sanidad de la Provincia de La Rioja, pues es evidente que siendo ambas
tomadas con poca prolijidad, siempre muestran que no mueren en el territorio la mitad
de los que nacen”.
Una provincia con mucha producción y riqueza
En la cuestión de entrada y salida de población a la provincia la Comisión daba estas
cifras: 133.915 entrados y 127.563 salidos. La diferencia de 6.352 señalaba los que se
habían quedado de los cuales se estimaba en unos 3.000 los extranjeros. “Pues una gran
cantidad de estos afluye a los minerales del Famatina en busca de los codiciados metales
de oro y plata de que parecen estar henchidas las entrañas de las sierras y sobre todo de
la probabilidad casi segura de encontrar allí trabajo que asegure su subsistencia y su
porvenir”.
A Chilecito entraron por esos años intercensales 60.000 entrados y salidos “es decir casi
la mitad absoluta de las cifras de la entrada general”.
Es interesante anotar cifras brindadas por la Comisión que hablan de la producción
provincial: “La provincia de La Rioja, posee a juicio de la Comisión, más de 25.000
cuadras de tierra en estado de labranza, a pesar del escaso caudal de agua con que
cuenta su territorio; la principal fuente de riqueza, después de la metalurgia y de la
ganadería es la agricultura. En este ramo está comprendida la vinicultura, la cual, sin
estar convenientemente desarrollada produce al año, no menos de 10.000 cargas de vino
que se exportan a las plazas del litoral y del norte de la República”. Y agregará la
Comisión: “El agua es poca, es escasa si se quiere pero la excelencia y calidad de la
tierra, la hace sumamente productiva y rarísima vez se pierde una cosecha por falta de
riego.
Las lluvias continuas durante el verano y los copiosos rocíos del invierno garanten casi
siempre al agricultor el fruto de su trabajo. Las grandes cosechas de maíz, trigo, cebada,
porotos, zapallos, habas, alverjas y otros muchos cereales que produce esta tierra sin el
ausilio del riego atestiguan la exactitud de nuestros acertos. Creemos que así como en el
Egipto, el pueblo se considera rico por las inundaciones periódicas del Nilo, nosotros lo
seríamos con la simple ayuda de algunos pozos artesianos que fomentar la agricultura
que mancomuna con la minería y la ganadería, de mayor incremento de la riqueza
pública atrayendo al país los capitales y los brazos extranjeros, que es lo que nos hace
falta para poder decir con la familia de Abraham, “esta es la tierra de promisión”.
V.E. conoce mejor que nosotros la buena acogida que merece aquí el estrangero y si
bien es cierto que es palpablemente necesaria una Comisión de Inmigración (recién se
crearía la misma en 1907 y duraría hasta 1913) que proteja y proporcione trabajo al
inmigrante a su arribo a la provincia, no lo es menos de que aún sin esta protección el
extranjero encuentra siempre un techo hospitalario que tarde o nunca abandona, hasta
encontrar trabajo para él y su familia”.
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Otros datos son interesantes de mencionar. Así anota la Comisión en 1879. “La
provincia de La Rioja cuenta con 9.764 edificios, en los cuales se considera pueden
vivir 50.537 personas. Muy exagerado parece al primer golpe de vista que en 9000 y
pico de casas puedan vivir 50.000 habitantes; pero se explica esto por el sistema antiguo
o colonial de construir las habitaciones. Una familia compuesta de tres o cuatro
personas, vive en una casa con capacidad para cuarenta o sesenta. En la capital como en
los principales centros de población de los departamentos, hemos tenido ocasión de
observar la gran desproporción que hay en el número de individuos, que habitan una
casa con la capacidad de ella, notándose esta desigualdad casi siempre en
preponderancia”, es decir, que estas casas poco habitadas pero enormes era algo bien
común y corriente.
Cualquiera –seguía diciendo la Comisión– al penetrar en una de estas habitaciones de
los antiguos tiempos, cree tener por delante un castillo feudal o un convento y al ver
perdidos por decirlo así en estos altos y largos salones a los pocos moradores de estos
caserones se le agolpan a la imaginación estos o parecidos pensamientos. “Deben haber
tenido mucho dinero para construir estos murallones. Qué idea tan rancia y vetusta
habían acariciado en su cabeza los viejos que edificaron esta casa; si parece que estos
hombres hubieran sido del tiempo de Noé”.
“Hay también –continúa contando la Comisión– en otros Departamentos, cantidad de
personas que viven en toldos de ramas cubiertas por encima con una capa de tierra,
toldos que se denominan ranchos porque sostienen su frágil techo, en cuatro horcones;
pero estas son familias agricultoras que pasan ocho meses del año ocupadas de las
siembras como sucede en el distrito Bañado de los Pantanos en el Departamento
Arauco.
Esta causa explica también la diferencia de 20.000 almas que hay ente 50.000 y 70.000
que realmente viven en el número de 9764 edificios.
La provincia de La Rioja ha aumentado en diez años 21.658 habitantes y 3.014
edificios, hay pues mayor población, mayor progreso material y mayor riqueza que en
1869”.
Y ya finalizando este desconocido e inédito censo, la Comisión dirá: “La provincias de
La Rioja cuenta con 11.274 guardias nacionales enrolados y 2.232 no enrolados. Esta
última cifra calculada aproximadamente. La Comisión ha deducido de esta cifras, que la
provincia puede poner sobre las armas en un caso dado, un ejército de 12.000 plazas que
por cierto es un plantel formidable contra cualquier evento de guerra”. Y finaliza el
jugoso informe o Censo suplementario de 1879, lamentado “que hasta hoy no tenemos
ninguna colonia establecida en el territorio de la provincia. La falta de una Comisión de
Inmigración, la escasez de agua y sobre todo la falta de capitales del país y de leyes
protectoras imposibilitan la fundación de ellas dejando así al dominio de la naturaleza
bruta, la mayor extensión de tierras vírgenes y productiferas de este suelo primoroso de
la América”.
Conclusión patriótica y fervorosa
Lo que dice la Comisión al finalizar el largo informe nos conmueve: “La Comisión deja
terminado su cometido después de haber demostrado que la provincia de La Rioja, es
tan estensa, tan poblada, tan rica y tan adelantada como cualquiera de las otras
provincias mediterráneas de la República. Falta sin embargo un complemento que, el
mismo móvil de progreso y adelanto que ha animado al Gobierno General, para las otras
provincias hermanas exista para esta y se lleve a cabo ligándolas con una vía férrea que
las acerque, las abrace y las confunda en un solo territorio nacional”.
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Las graves secuelas de las cruentas guerras civiles de las que Pozo de Vargas fue un
sangriento testimonio, habían dejado a La Rioja esquilmada, robada, muertos miles de
sus mejores hombres y dominada a extremos patológicos. Poco más de una decena de
años después de ese balance de horror, una Comisión provincial, serenamente,
averiguaba el estado general de la provincia y daba un diagnóstico realmente de
esperanza. Lástima que este informe no haya sido tenido en cuenta a la hora de hacer un
balance histórico de aquellos lejanos años.
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VII
Cuando La Rioja se vino abajo
La Rioja había comenzado la última década del siglo XIX tratando, de la mano del
doctor Joaquín Víctor González, de cerrar un poco la brecha de crecimiento y evolución
con relación a sus hermanas. Mientras el país en general ya había dado grandes pasos
adelante, La Rioja a la que todavía no había llegado el ferrocarril, la que a muy pocos
inmigrantes interesaba, con un comercio magro y una producción difícil de introducir en
los mercados nacionales, apenas si le llevaba un poco de ventaja a Jujuy y a los
territorios nacionales. Su otrora pujanza, cuna de caudillos y hombres y mujeres de
hazañas increíbles no era sino leyenda o mito.
González, atado aunque no soldado al juarismo, mantuvo la suficiente equidistancia y
equilibrio para no tropezar en la volteada del 90, surgir más roquista que nunca y servir
de cinta de transmisión entre La Rioja y el poder central con el que hacía buenas migas.
La crisis del 90 había pegado fuerte en La Rioja y durante su mandato como gobernador
si bien se reorganizó la ciudad urbanísticamente hablando, se lograron ciertos progresos,
llegaron a ser tan grandes las estrecheces y ajustamientos de cinturón en la
administración pública y en general, que los empleados públicos dejaron de percibir la
mitad de sus sueldos, desde el gobernador abajo, y hubo algunos como los miembros
del Consejo General de Educación que dispusieron no percibir nada, en aras de ayudar a
paliar la difícil situación financiera de la provincia. González se vio trabado en la
implementación de planes tales como un tranway o tren ligero que uniría Chilecito con
Aimogasta y Tinogasta, luz eléctrica, dique en la quebrada de Los Sauces, y casi todas
las demás obras proyectadas. Quizás por ello, y mediado 1891, González viendo la
inutilidad de sus esfuerzos, renunció a la gobernación y marchó a Buenos Aires a seguir
nuevos destinos, entre los que no era el menor, mostrar su garra de escritor y estudioso
de nuestra realidad como lo haría en el 93 al dar a conocer su obra inmortal “Mis
montañas”.
La Rioja que él dejó, siguió lentamente su progreso, esperanzada por lo mucho que
significaría la llegada del ferrocarril que en 1894 hacia punta de riel en Patquia a 70
kilómetros al sur de la capital y apuntando hacia el Famatina majestuoso y a las míticas
riquezas de La Mejicana. Por ahí andaría hasta Paul Groussac, pocos años después,
alentando la radicación de capitales franceses, mientras González en el parlamento y en
el gabinete de Roca, alentaba no solamente la definitiva unión ferroviaria de La Rioja
con el país (sería la última capital en hacerlo) sino poner en marcha el ambicioso
proyecto del cablecarril a La Mejicana que recién una década después se pondría en
ejecución.
“El espantoso terremoto que ha destruido casi por completo esta ciudad”
Ese sábado 27 de octubre de 1894 la vida en esa ciudad capital de poco menos de 7.000
habitantes, transcurría por demás tranquila. Alguna obra de teatro a presentar por los
alumnos del Colegio Nacional, algunos bailes a realizarse en alguna casa importante o
en Pango o en Vargas o Cochangasta. La Rioja dormía la siesta o terminaba de
dormirla, más bien, cuando a las 4.35 p.m. y en poco más de dos minutos se vino abajo.
El lunes 29 de octubre, el diario “La libertad” de Córdoba, publicaba lo siguiente:
“Temblor de tierra. Pánico general. Duración probable. Otras noticias”. Y comentaba:
“Honda y penosa impresión ha dejado en el ánimo de esta población, el temblor de
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tierra que se produjo el sábado a la tarde. Las tristes noticias que llegan de otras
provincias, de San Juan y La Rioja, especialmente, no pueden ser más desesperantes.
Tanto el Observatorio Nacional como la Oficina Meteorológica carecen del aparato
necesario para determinar el tiempo exacto de duración y la dirección del movimiento.
Las apreciaciones de estas circunstancias coinciden, sin embargo, en que el primer
movimiento que fue ondulatorio se produjo a las 4.35 p.m.: hubo otro movimiento y tal
vez uno vertical que sería el de menor duración. En todo se calcula que la duración total
del movimiento ha sido de 2 minutos y 30 segundos cálculo que nos parece el más
aproximado.
A falta de sismómetro hay que atenerse al juicio de la mayoría de los habitantes de la
ciudad. En cuanto a la dirección del movimiento, es opinión general que ha sido del
N.O. al S.E. Se cree que el primer remezón haya sido de sud a norte.
En el primer momento los habitantes de Córdoba creyeron que en ellos se producían
síntomas de muerte repentina, perturbaciones extrañas en el organismo, sincopes, etc.”.
Crónicas parecidas en los otros diarios cordobeses y en Tucumán, Santiago del Estero,
etc. A poco más de 300 años de fundada (20 de Mayo de 1591) la ciudad de Todos los
Santos de la Nueva Rioja, testigo de mil historias, que supo de tiempos heroicos, de
tiempos de pesares y angustias recibió un golpe feroz que la tiró por tierra. Casi, casi
podríamos hablar que su posterior surgimiento fue una nueva fundación.
El gobernador riojano, quizá uno de los políticos más importantes e inteligentes que
tuvo La Rioja en el siglo XIX, el doctor Guillermo San Román en carta al ministro del
Interior Manuel Quintana, del 28 de octubre, daba prueba testimonial del desastre que
había ocurrido. Su carta no tiene desperdicio: “Algunas horas después de haber firmado
mi nota de esta fecha, referente al subsidio nacional que esta provincia necesita para
llenar los servicios de su Presupuesto, a las 4.30 p.m. acaba de estallar un espantoso
terremoto, que ha destruido casi por completo esta ciudad derrumbando tres de sus
templos y cerca de doscientas casas, incluso la Casa de Gobierno, con muy pocas
excepciones quedan en condiciones de tal deterioro, que no son ya un techo seguro para
sus moradores, sino más bien un serio peligro para la vida de los mismos, porque así
universalmente amenazaba ruina, después de los estragos y desperfectos causados en
ellos por el temblor.
Los edificios públicos en que funcionaban las dos Escuelas Nacionales de varones y
mujeres, que cuestan a la Nación y a la Provincia considerables sumas de dinero,
también se hallan casi en ruinas, amenazando derrumbarse al extremo que sus directores
los consideran inhabilitados para continuar ocupándolos, y no habiendo quedado ningún
otro edificio en condiciones de solidez y seguridad para alojar dichos establecimientos,
va a ser forzoso suspender las clases por ahora, mientras esos edificios sean colocados
en condiciones de ser habitados sin peligro, para los niños que reciben su enseñanza en
ellos”.
Un terremoto provinciano que llegó al terminar la siesta
Unas décadas antes un terremoto había dejado por el suelo a Mendoza, ahora La Rioja
era obligada a sacarse de encima sus tricentenarias vestiduras como para entrar con otra
facha al nuevo siglo. Pero el terremoto dentro de todo, educado y provinciano, fue lo
suficientemente discreto como para hacer su intempestiva aparición, cuando los riojanos
habían salido de la siesta y la mayor parte por tratarse de un sábado a la tarde, en tiempo
de calor, andaría preparando el mate en los amplios patios. Una de las razones por las
que no muriera casi nadie y apenas un puñado de heridos fuera el saldo del peor desastre
de toda su historia. La verdad es, que apenas ocurrido el temblor, ya estaba el
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gobernador San Román pergeñando la carta resumen de la desgracia provincial,
pidiendo ayuda, por supuesto como lo había hecho siempre la provincia desde aquel
lejano Cabildo fundacional. Y seguía San Román con su patética misiva al ministro
Quintana: “Las victimas personales conocidas hasta la hora que redactó esta nota
ascienden al número relativamente insignificante, dada la magnitud del desastre; y se
explica este hecho, al parecer una anomalía, por la hora en que ha tenido lugar la
catástrofe y las construcciones especiales de La Rioja, donde las casas se hallaban
dotadas de patios y huertas espaciosas, que han servido de puntos de fácil salvación para
los habitantes, que ocuparon aquellos sitios apenas sintieron los primeros sacudimientos
de la tierra”.
“Las victimas habrían contadose por millares, sí, en vez de producirse de día, de lo cual
debemos felicitarnos, seguramente, si es que felicitaciones caben sobre las ruinas
materiales de un pueblo, que principiaba a desenvolver sus iniciativas de progreso, en
una situación de orden y de la más sólida tranquilidad política. Es verdaderamente
conmovedor. Señor Ministro –sigue contando San Román- el lamentable estado de que
ha quedado reducida esta Ciudad, cuyos habitantes todos poseídos del terror, han
abandonado sus hogares (los no destruidos) para hacer vida de campamento en las
plazas y en la huertas, donde solo se consideran libres del peligro que amenazan los
edificios todos. Innumerables familiares quedan a la intemperie, sin hogar y sin abrigo;
porque cuanto poseían ha quedado sepultado entre los escombros de las casas
desplomadas. Calculo, sin exageración en más de un millón de nacionales las perdidas
sufridas, que es mucho para un pueblo como La Rioja, donde la población y la fortuna
tienen limites reducidos”.
Un cronista con cincuenta años de atraso
Nicolás González Iramain escribió hacia la década del cuarenta del siglo XX, un
delicioso libro de memorias “Del solar riojano” en el que recordaría con lujo de detalles
esa vida de campamento, utilizando colchas, mantas, aprovechando algún grueso
algarrobo como horcón o sostén de las precarias viviendas. Quizás para el niño esa vida
a lo Robinson Crusoe fue más deliciosa y feliz que en los inmensos cuartos de la casona
solariega, pero no olvidaba las caras angustiadas de sus padres, de amigos de la familia
que perdieron todo…
Y como siempre ¡el milagro!, la salvación asombrosa de alguien que puso la nota de
hondo sentido religioso. La de un obrero que cayó desde lo alto de la torre que estaba
construyendo en la iglesia de La Merced y que aterrizó en medio de los escombros del
templo demolido, si mayores contratiempos ni magullones. El milagro necesario para
paliar en parte tanta angustia. Y que esa vida de campamento siguió por bastante tiempo
lo muestra un pequeño comentario de un periodista que escribía en una publicación
literaria que comenzó a aparecer en enero de 1895, apenas poco más de dos meses del
desastre y que decía: “El director me encargó una nota literaria. Fui a mi carpa y allí la
escribí”.
“Laurel” se llamó esa publicación que salió durante varios meses de manera quincenal.
Mostrando la admirable fortaleza de espíritu de superar los inconvenientes de todo tipo
y seguir pensando, escribiendo, versificando.
“Un estado argentino que acaba de caer herido de muerte”
Y San Román, meticuloso, sigue contando las cuitas riojanas: “Varias casas de negocios
han quedado también sepultadas entre los escombros, perdiéndose cuanto contenían. El
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terremoto parece haber extendido su acción devastadora para todas las poblaciones de la
Provincia, como la Ciudad de Chilecito sean de los que más hayan sufrido sus funestos
efectos” (Datos posteriores confirmarán esto y así fueron seriamente afectados pueblos
como Guandacol, Chamical, Chepes, Famatina y demás). “Aún no tengo noticias de la
campaña, por hallarse interrumpidas todas las líneas telegráficas. Las espero con
verdadera ansiedad; porque acaban de comunicarme de la villa más cercana a esta
ciudad (Sanagasta quedó destruida), que allí también se han producido los mismos
destrozos con el temblor de ayer. Apenas tenga esos detalles los iré transmitiendo a V.E.
quien mejor que nadie puede interesar los elevados y patrióticos sentimientos del Exmo.
Señor Presidente de la República y del H. Congreso de la Nación, a favor de un Estado
Argentino que acaba de caer herido de muerte por la fatalidad de su destino, a la vez que
conmover en el mismo sentido el corazón altamente humanitario del noble pueblo de la
Capital Federal, que jamás fue indiferente, cuando se trató de alivio del infortunio de
sus hermanos”.
Y San Román, poniendo fin a la dramática radiografía del peor desastre sufrido por la
ciudad en toda su larga historia, decía: “Dejando así llenado el triste deber que me
impone el doloroso acontecimiento que ha motivado esta nota; y con la convicción que
abrigo de que la Nación ha de concurrir con sus poderosos recursos a la reparación
posible de tamaño desastre”.
Y así terminaba la extensa comunicación del gobernador, en la que creía haber contado
la gravedad de la situación y la necesidad de ayuda. El tiempo mostró, que “los
poderosos recursos” del gobierno nacional vendrían con cuentagotas, pues envió
inmediatamente 50.000 pesos y sumas menores después, aunque la ayuda llegaría de los
más insólitos lugares y procedencias pero que no pasaron en total de los 20.000 pesos.
Poco o casi nada para lo que en realidad se necesitaba.
Armando Raúl Bazán en su “Historia de La Rioja”, cuenta algunas cuestiones del
terremoto que convirtió a la ciudad en un montón de esos escombros.
San Francisco, la Matriz en plena construcción, La Merced se vinieron abajo,
salvándose solamente Santo Domingo cuya construcción data de 1624 (una de las
iglesias más antiguas del país) y que resistió airoso ese y muchos otros temblores.
Apenas hubo 3 muertos y 3 heridos.
Y Bazán finaliza su comentario sobre esta cuestión, al decir: “Los destrozos causados
por el terremoto plantearon el gran problema de la reconstrucción de la ciudad.
Buscando asesoramiento las autoridades designaron una comisión técnica encabezada
por el ingeniero Guillermo White.
En su dictamen (enero de 1895) ella formuló valiosas recomendaciones sobre el tipo de
construcciones que debían levantarse, acerca del trazado urbanístico más ventajoso y los
servicios sanitarios a la nueva ciudad. Lamentablemente estas autorizadas opiniones
fueron desoídas y La Rioja perdió así una magnifica oportunidad para adquirir la grata
fisonomía de una urbe concebida según la más moderna técnica”.
Si bien lo dicho por Bazán puede aceptarse y pensar nomás que los riojanos de hace 120
años no hicieron ningún caso a los informes técnicos, lo más lógico y obligado es
suponer que por más caso que hubieran tratado de hacer al susodicho informe técnico al
no tener los importantes recursos financieros que podría haber provisto la Nación (ya
hemos visto lo poco que en realidad recibió La Rioja como la Nación sí lo hizo con San
Juan en 1944), debieron resignarse a reciclar sus escombros, rescatando lo rescatable y
reconstruir todo, cuando pudo ser reconstruido sobre los mismos lugares. No les
quedaba otra.
La Rioja no aprovechó, como Mendoza o San Juan, su desastre para modernizarse
urbanisticamente. Y es que La Rioja, ni con la ayuda nacional que sí llegó pero muy
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escasa, ni con la ayuda privada que también llegó pero más escasa aún que la otra,
nunca contó con los medios que realmente necesitaba. Si la capital y los pueblos del
interior se reconstruyeron, fue única y casi exclusivamente por sus propios medios. Y
eso, en verdad, no es poco mérito.
Ayuda contante y sonante, pero no abundante
La repercusión nacional fue grande. Los diarios seguían informando de lo que había
ocurrido en La Rioja y San Juan (en esta última los daños también fueron cuantiosos),
pero en relación los daños en La Rioja fueron, diríamos, casi totales.
“Las familias cordobesas –relata- “La libertad”- salieron huyendo de sus casas. Los
árboles se estremecían. No pocas personas se detuvieron a mirar cómo las cúpulas de
Santo Domingo tenían un movimiento de vaivén; no pocas botellas cayeron en los
negocios de las estanterías, como hubo gran estremecimiento en los muros de la
Merced, y en la de San Francisco se abrió la bóveda desde la “proximidad de la media
naranja”.
Y el periódico cordobés informaba haberse sentido el temblor en San Carlos Minas,
Villa del Rosario y en muchas otras localidades de la provincia. Publicaba un llamado a
los riojanos residentes en Córdoba a una reunión a llevarse a cabo en casa de uno de
ellos a fin de poner en marcha un plan de ayuda. La juventud también se movilizaría en
Córdoba conformando comisiones. El miércoles 31 se hablaba de la actividad de la Cruz
Roja y que se había conformado otra comisión para recolectar fondos para auxiliar a La
Rioja y San Juan. Tres numerosas comisiones como Dios manda y los cordobeses y
riojanos en Córdoba cumplían, pero a la hora de establecer qué es lo que Córdoba
arrimó para paliar tanto desastre, no figura ni la más mínima mención en la meticulosa y
pormenorizada lista de los que de muchas partes del país pusieron la humilde
contribución de la solidaridad contante y sonante.
Porque por más que la ciudad se vino abajo, que la Casa de Gobierno quedó hecha un
estropicio, los burócratas riojanos, sin rasgos de temor en sus cuidadas notas de estilo y
resumen de cuentas, dejaron en sus Cargas y Datas de la época razón y cuenta
escrupulosa de lo que se recibió de auxilio externo, de lo que se pagó y hasta de lo que
tiempo después se robó o malversó de la ayuda recibida, porque hasta el consabido y
obligado negociado o turbio manejo de los dineros recibidos, hubo.
Día a día podemos rastrear la cronología de lo que ocurrió, relacionado con este
episodio. El 31 de octubre el ministro de Gobierno, Leonidas Carreño (gobernador de
1898-1901), de intenso protagonismo, ordena al agente de Mensajerías Nacionales
“remitir a la Estación Patquia tres coches para conducir a esta a la Comisión Médica
Nacional de Higiene y a la comisión de jóvenes riojanos que vienen de Buenos Aires a
prestar auxilios a esta ciudad”. Casi hasta fin de siglo seguirían funcionando estas
Mensajerías Nacionales, yendo de La Rioja a Patquía (70 kilómetros al sur) o a San
Martín (100 al este) o 90 kilómetros al norte de Chumbicha, pues el ferrocarril muy
lentamente se iba introduciendo en la provincia, dificultades en las comunicaciones que
atrasaron sobremanera las tareas de auxilio y la pronta llegada de los médicos, de los
jóvenes riojanos venidos a ayudar y de la solidaridad nacional. Ese mismo día 31,
Mariano Gorostiaga desde Santiago del Estero se quejaba al ministro de Gobierno de La
Rioja “no haber recibido contestación al telegrama que tuve el agrado de dirigirle con
fecha de ayer pidiéndole se sirviera indicarme la persona o comisión a quien podía
enviarle los fondos que se recolectan en esta Provincia con destino a auxiliar a esa
provincia y la de San Juan y en el deseo de no retardar el óbolo de este pueblo, me
permito adjuntarle un giro por valor de 500 pesos producto de los primeros fondos
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recogidos”. Los santiagueños primeros a la hora de ayudar a los folclóricamente rivales
o antagonistas de tantos años.
Pero éste y otros telegramas mostraron que la organización no fue lo más destacable en
las horas inmediatamente posteriores al sismo.
El 1º de noviembre se ordenaba entregar al jefe de Correos y Telégrafos la suma de 100
pesos para “que repartiera entre los empleados de esa oficina por el excesivo trabajo que
tenían tanto del público como del gobierno a consecuencia del terremoto del 27”.
“Porque hoy es sábado”
El sábado 27 de octubre nadie podía sospechar lo que se vendría. Y así, como muestra
pueblerina y casi diríamos bucólica, las dos únicas disposiciones que había determinado
el ministro de Gobierno Leonidas Carreño, habían sido disponer que la Banda de
Música tuviera tres retretas por semana a partir del mes de noviembre los martes, jueves
y domingos de 9 a 11 p.m., comunicando esa misma disposición al Jefe de Policía. Pero
ocurrido el desastre, aquietado el polvo del tremendo sacudón, el 29 comenzó a
funcionar furiosamente la máquina de emitir decretos, disposiciones y todo lo que hace
a una cuidada y meticulosa burocracia. En muchos aspectos parecía que nada hubiera
ocurrido. El lunes 29 se comunicaba al Jefe del Departamento Topográfico (organismo
de muy reciente creación) que el personal técnico de esa repartición se pusiera a las
órdenes del ingeniero Alberto Beltrutti que había sido comisionado “para practicar el
reconocimiento de los edificios de la ciudad”. Ese, fue el “lunes negro” del gobierno
riojano, que comenzaba a recibir la ayuda de otras provincias, que tenía que organizar el
caos en el que se encontraban la ciudad y la provincia, incomunicadas por la caída de
postes del telégrafo, tratando de salir adelante manejando escasos medios. El lunes una
verdadera catarata de notas surgió del magín del ministro Carreño quien realmente se
convirtió en la cabeza pensante y fría de las autoridades riojanas, pues el gobernador a
lo que parece agotó sus fuerzas con la extensa carta-resumen enviada al ministro
Quintana.
Al ingeniero Beltrutti, al principio, se lo nombró director de los trabajos de demolición
y reconocimiento de edificios de la ciudad. Y como ya estaba haciendo falta dinero se
comunicaba al gerente del Banco Nación que pusiera a disposición del Tesorero General
de la Provincia la suma de 50.000 pesos, quedando en el banco en calidad de depósito.
Disponiendo que el Contador General abriera una cuenta especial denominada “Gastos
por el temblor del 27 de octubre de 1894” ordenándose al Tesorero General recibir esa
suma que fue la que al principio enviara el gobierno nacional y que junto a los pocos
menos de 20.000 pesos enviados por distintas entidades públicas y privadas del país, y
escasas remesas posteriores fue con lo que contaría La Rioja para su reconstrucción.
Poco en verdad para tanto desastre.
Y como había que poner gente idónea a trabajar en serio se dispuso que el representante
de la empresa constructora del Canal Nacional, quizás la única obra de cierta
importancia que se estaba construyendo en La Rioja con fondos de la Nación pusiera a
disposición del ingeniero Beltrutti los obreros que tuviera. El 30 se comisionaba a don
Justo Ascoeta “para efectuar los gastos que se ocasionare en la atención de las personas
que vienen en auxilio de la ciudad, como así mismo el pronto despacho de los útiles y
elementos mandados para socorrer la provincia”. Y como no era cosa de dejar lo más
mínimo sin control, se comunicaba al Jefe General de Policía, que el secretario y el
oficial del departamento percibirían el diario de un peso cincuenta centavos y los
gendarmes cincuenta centavos a más de lo que percibían por presupuesto. Quizás el
ministro Carreño nervioso, necesitado de emitir disposiciones y minutas, seguía
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firmando y firmando papeles, ordenando y disponiendo hasta en lo más nimio e
intrascendente.
El 1º de noviembre un tanto más tranquilos los ánimos, el gobierno organiza mejor las
tareas de apuntalamiento y demolición, disponiendo por decreto la división de la ciudad
en cuatro secciones teniendo por limite las calles Buenos Aires y Victoria (la actual San
Nicolás de Bari) y designando a cargo de cada una de ellas al ingeniero Alberto Beltrutti
para la primera sección; en la segunda, al ingeniero Máximo Chueca; en la tercera al
ingeniero Guido Giacobacci y en la cuarta al agrimensor Benjamín Rincón, por
entonces director del Departamento Topográfico y un cuarto de siglo después
gobernador radical de La Rioja.
Es de destacar la presencia en La Rioja del ingeniero Giacobacci, cuyo nombre lleva la
segunda ciudad de la provincia de Río Negro.
“Durmiendo y comiendo a la intemperie”
En su articulo “Terremoto en La Rioja” (Todo es Historia Nº 58, pág. 32), Florencio
Gilberto Aceñolaza basado en notas periodísticas de Tucumán, cuenta de la destrucción
habida. Exagera la cantidad de habitantes que tenía La Rioja, al hablar de 14.000
cuando los mismos no llegaban a 7.000. La cantidad de victimas fatales para el gobierno
fue de 8, para Armando Bazán de 3 y para Aceñaloza de 4. Pocas en verdad para la
destrucción que tuvo la ciudad.
Entre las victimas una de las Hermanas del Sagrado Corazón. Los templos, con
excepción del de Santo Domingo, quedaron a ras del suelo: La Casa de Gobierno
comenzada a construir hacia 1870 y con muy pocos años de uso, vio demolida su planta
superior y gravemente afectado el resto del edificio que no sirvió más. El gobernador en
su carta justipreció, los daños en 1.000.000 de pesos. El informe elaborado tiempo
después por el geólogo Guillermo Bodenbender por encargo del rector de la
Universidad Nacional de Córdoba Telasco Castellanos, habló de 2.000.000 cifra muy
importante y una diez veces el presupuesto anual de la provincia.
La Matriz quedó parcialmente en el suelo y lo que quedó era inservible y hubo que
apuntalarlo. Y Aceñolaza, apunta: “Al respecto de un cementerio se ubicaba a un
costado de ella. El cementerio adyacente -lado este- sobre la actual 25 de mayo, reventó
arrojando muchos de sus féretros. La mitad del templo a duras penas está salvado”.
La iglesia de San Francisco ubicada a una cuadra al norte de la plaza principal, era
entonces de adobes y tenia un techo de paja a dos aguas, siendo totalmente destruida por
el movimiento sísmico.
La antigua iglesia de San Nicolás, que había sido demolida en 1872, se encontraba,
cuando el terremoto, en un avanzado estado de reconstrucción.
La obra ya estaba parcialmente habilitada para el culto, aunque aún allí se encontraba el
santo patrono de La Rioja. De ella nos dice el presbítero Juan C. Vera Vallejo: “Aunque
inconclusa se habían levantado tres naves en piedra, ladrillo y cal de 39,10 metros de
largo por 18,45 de ancho y 7,05 en su nave central estilo romano y arcos bajos con la
fachada del mismo estilo que le darían un aspecto de un grave y majestuoso edificio.
Estaba de Dios sin embargo que no sería aquel templo ni la sede definitiva de San
Nicolás en La Rioja, pues 7 años más tarde, el 27 de octubre de 1894 un espantoso
terremoto conmovía a la ciudad y su provincia echando por tierra e inutilizando casi
todos los templos. El templo inconcluso de San Nicolás pero ya habilitado quedó pues
abandonado en esa mole de piedra y ladrillo, semejante a las ruinas de los antiguos
romanos, que llamamos actualmente San Nicolás viejo, indicando así lo que era
entonces un orgullo y una aspiración que no llegó a convertirse en completa realidad. La
destrucción de la mayoría de las iglesias o su inutilización, al parecer no amilanó el
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espíritu de los riojanos. Su entonces vicario doctor Rosendo de la Lastra y Gordillo
habilitó de inmediato una capilla en el kiosco que se encontraba frente a la Iglesia
Matriz en la plaza principal.
Otro de los edificios afectados fue el Colegio de las Hermanas Esclavas del Sagrado
Corazón de Jesús ubicado al este del templo de Santo Domingo en la misma manzana,
habiendo sido prácticamente destruido y pereciendo bajo sus escombros tres hermanas
de caridad”. Después se dijo que había sido una sola y su directora herida leve.
Es de destacar que los primeros subsidios que el gobierno resuelve pagar de inmediato,
pues las 4 notificaciones son de un mismo tenor y lleva fecha del 2 de noviembre, es a
las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, que hacía poco tiempo se habían instalado
en La Rioja, y a las corporaciones religiosas de La Merced, Santo Domingo y San
Francisco, entregándose 1.000 pesos a la primera y 500 a cada una de las restantes.
Fue tal el susto y la consternación en esa sociedad religiosa y profundamente creyente,
que debe haber razones psicológicas de por qué esta premura por quedar bien con los
representantes de Dios en la tierra, ¡Vaya a saber, pero así fue!
Ese mismo día el encargado de las mensajerías remite la boleta correspondiente por dos
viajes de galera ida y vuelta a Patquía “para conducir los médicos y medicamentos
enviados por el gobierno nacional”.
Parece que la ayuda que llegaba era de cierta importancia en estos primeros días por lo
que el 3 de noviembre el Jefe de Policía pedía 200 pesos para “pagar el flete a las tropas
que están llegando diariamente trayendo mercadería de la estación Patquia. Y mientras
muchos se jugaban y entregaban bienes y esfuerzos por ayudar a sus semejantes, había
otros que entre tanta desgracia ganaban lo suyo, como si nada hubiera pasado. Así el 3
se ordenaba “entregar al señor Sixto Grandoli (destacado personajes de la época) la
suma de 100 pesos por el alquiler que ocupa la comisión medica mandada por el
Gobierno Nacional a prestar sus servicios a esta provincia”. Y es que a pesar de todo la
vida seguía y en muchos aspectos se trataba que fuera lo más parecido a lo normal. El 3,
con estricta puntualidad, 16 jubilados recibían su dinero que iba de 20 a 70 pesos. Ni
uno solo quedó sin cobrar.
La Comisión que pone orden y concierto
Como muchos en el país querían ayudar y no saben a quién ni cómo hacerlo, el ministro
Carreño designa una Comisión encargada de administrar y distribuir los fondos que
“para socorrer a esta Provincia se recolectan en la República”.
La misma quedó integrada por el doctor Florentino de la Colina (gobernador de 1916 al
17), Aurelio Carreño, Nicolás González (hermano de Joaquín Víctor), coronel Nicolás
Barros de larga y destacada actuación en la política riojana, Juan de Dios Vera, Pelagio
B. Luna dirigente del naciente radicalismo, que el año anterior había sido electo
diputado provincial pero que no asumió por el fraude existente, Dámaso Mendoza,
político conservador, Gaspar Gómez (gobernador 1910-1912) y al Obispo de
Miletopolis doctor Rosendo de la Lastra, al que además, se le nombró presidente de la
misma.
Y como no era cuestión que la Comisión fuera simplemente decorativa, el 4 se ordenaba
entregar 10.000 pesos al Obispo de Miletopolis para que comenzara a administrar los
mismos, ordenándose al Jefe de Policía entregar “los objetos y artículos que se
mantienen en deposito en ese departamento”.
Pasados los primeros momentos de pánico y angustia, los auxilios se organizaron
siguiendo un plan bien orquestado. La ciudad dividida en cuatro secciones, gente idónea
a cargo de los trabajos y hasta el Jefe del Batallón de Ingenieros de la Guardia Nacional
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ordenando que todos sus hombres con pico y pala se pusieran a trabajar en las tareas de
despeje y demolición.
Y así se ordenaba al Intendente Municipal “que con objeto de que las cuatro secciones
en que se halla dividido el pueblo sean igualmente atendidas, es indispensable que la
Intendencia Municipal haga el reparto de trabajadores en proporción igual, no pudiendo
remitir cuadrilla de una a otra sección, sino mediante la autorización por escrito que al
efecto le dará el ingeniero a quien corresponda”.
Carpas para tomar los exámenes finales
Otro de los temas a los que inmediatamente se abocó la Comisión de Auxilios
Nacionales y a petición de la Comisión Técnica, fue la de tomar en consideración las
indicaciones hechas por esta última respecto a la distribución de carpas a las familias
necesitadas, como así también la construcción de galpones, recomendando que la
adquisición de los materiales se hiciera bajo las economías posibles o tomarlos en
calidad de préstamo.
El Director de la Escuela Normal de Maestras mostrando un alto espíritu docente, pero
una cierta desubicacion, solicitaba el 3 al gobierno le fueran proporcionadas tres carpas
“para proceder a practicar los exámenes finales de año” y el ministro Carreño sonriendo
sin duda por el insólito pedido le respondía con toda seriedad al director: “El Sr.
Gobernador me encarga manifieste a Ud. que las carpas que ha recibido son las que
emplea el ejército para dos personas de manera que le serian inútiles para el fin que Ud.
se propone: sin embargo se pasa original de su nota a la Comisión Central de Auxilios
para su consideración. Las carpas grandes que vinieran pertenecen a la Cruz Roja”.
Y hablando de la Cruz Roja Argentina, el delegado Luis Besson informaba el día 3
haberse instalado un subcomité en la capital constituyendo, además, una Comisión
local. Médicos, carpas, medicamentos, hace más de 100 años la Cruz Roja Argentina
trajo alivio inmediato a las necesidades sanitarias de los riojanos, a las pocas horas de
ocurrido el terremoto. Pero no fue la única institución llegada a La Rioja por igual
motivo, pues ya el 1º el subcomité de Auxilio del Rosario al ofrecer su ayuda por medio
del doctor Gaspar Gómez recibe como consejo del gobierno recurrir a la Comisión
Central de Auxilio que presidirá el obispo de la Lastra.
Notas dirigidas al Jefe de Policía señalan la actividad de la Cruz Roja en La Rioja. El 16
el gobierno hacía lugar al pedido del delegado de la Cruz Roja, Luis Besson que
solicitaba se dieran gratis los medicamentos por ella previstos a los menesterosos y
necesitados y que las prescripciones médicas llevaran autorización de la Cruz Roja, lo
que se comunicaba a la Municipalidad, organismo que tenía a su cargo la distribución
de esos medicamentos.
La presencia de la Cruz Roja en La Rioja fue muy importante. El gobierno en nota
firmada por Guillermo San Román y Leonidas Carreño, expresaba al delegado Besson:
“Me es altamente satisfactorio contestar a su nota de fecha de hoy (7 de noviembre)
comunicando a este Gobierno haber quedado definitivamente instalado el Hospital de la
Cruz Roja Argentina en esta ciudad. Es indudable que grandes y muchos habrían sido
los obstáculos vencidos al afrontar esta noble obra, cuyo objeto era aliviar un tanto la
desolación que a causa de la catástrofe envuelve a los habitantes de esta Provincia”.
“Puede Ud. estar seguro que La Rioja entera le ha de recordar con cariño y ha de
agradecer los generosos e inteligentes servicios prestados en el infortunio”.
“Este Ministerio, en nombre de su Excelencia el Señor Gobernador y del pueblo riojano,
después de aplaudir calurosamente la loable tarea emprendida por Usted, réstale solo
manifestar su eterna gratitud a la filantrópica Corporación que Usted representa”.
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Y mientras mucha tarea del ministro Carreño era para firmar notas pidiendo al
representante de las Mensajerías Nacionales pasajes gratis a Córdoba y demás destinos
servidos por el Ferrocarril Central del Norte, le quedaba tiempo para encargar el día 6 al
doctor Nicolás Lozano, que redactara y confeccionara un proyecto de ley sobre
organización sanitaria de la provincia. Y agregaba la nota: “Se le adjunta igualmente la
ley provincial vigente de creación de un Consejo de Higiene Pública y la nómina de los
Departamentos de la provincia para que le sirvan de antecedentes”.
Y como había que proveer de albergue no sólo a las personas sino también a las
instituciones, el día 8 y en sendas notas de casi idéntico tenor dirigidas al presidente de
la Legislatura y al presidente del Superior Tribunal de Justicia, se les informaba que
tendrían que compartir la casa alquilada a la señora Eudoxia T. de Arteaga. Curioso
antecedente a tener en cuenta en la larga lucha por la separación de los poderes del
Estado.
Los hermanos sean unidos
La amplia cobertura periodística que se hizo del terremoto de La Rioja y San Juan, y
además el hecho que el mismo se había sentido en Río IV, San Luis, ciudad y sur de
Córdoba y en la misma Buenos Aires, fue causa de una pronta movilización de la
comunidad, de riojanos viviendo fuera de la provincia y demás expresiones populares
solidarias.
En la edición vespertina de “La libertad” de Córdoba del 30 de octubre se comentaba de
la puesta en marcha de una “Colecta para San Juan y La Rioja”. El miércoles 31, se
decía: “Auxilios para La Rioja”, habiéndose movilizado la Cruz Roja para tratar de
coordinar los auxilios y la colecta que se estaba realizando, formándose una comisión de
destacadas personalidades cordobesas para tales objetivos.
Posteriormente las noticias del terremoto fueron desapareciendo hasta hacerse historia.
El 30 de octubre la Municipalidad de la Capital Federal, envía un telegrama
solidarizándose con la angustiosa situación y ofreciendo una partida de puertas y
ventanas que sería entregada a la “Comisión de Caballeros” presidida por el doctor
Lucio Vicente López para “refacción de los edificios destruidos en esa capital” y pone
15.000 pesos para auxilio inmediato.
Pero el drama había tocado a muchos y así comenzaron a llegar de los lugares más
insólitos e impensados, auxilios menores, pequeños si se quiere pero en muchos
aspectos ciertamente conmovedores. La municipalidad de Paraná, envía como primera
remesa un giro a la municipalidad riojana de 1.000 pesos. Y el 1º de noviembre y
firmado por Manuel Campos, (ilustre apellido muy ligado a La Rioja por la acción de su
hermano el coronel Julio Campos, muerto en la Revolución del 90), la Policía Federal
envía 2.000 pesos “suma recogida entre sus empleados –aclara-, y destinada a aliviar los
males producidos por el terremoto, especialmente de personal policial”.
Por su parte los jefes y oficiales del Regimiento III de Artillería, realizaron una colecta
y enviaron 1.000 pesos en ayuda.
El 2, Paraná envía 1.750 pesos “como parte de la suscripción popular –dice el
telegrama- que ha iniciado en esta ciudad para contribuir al socorro”.
Los santiagueños hacen el segundo envío, esta vez de 500 pesos.
El 8 de noviembre, hay un total de 17.750 pesos en giros enviados desde la Capital
Federal, Paraná, Santiago del Estero, Catamarca…
Aunque no abundante, esta ayuda venida de tantos lugares, cubría en parte los
numerosos gastos que ocasionaba tanta labor de remoción y apuntalamiento. Quien
tomo un papel protagónico de primer nivel, fue la Intendencia Municipal a cargo de
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Nicolás Carrizo, que tuvo a su cargo gran parte de estas labores, por lo que fueron
frecuentes en estos primeros días reiterados pedidos de 2.000 pesos ante la Comisión
presidida por el obispo de la Lastra, que fueron satisfechos de inmediato. Hacía
relativamente poco tiempo que Joaquín V. González, previsor había reordenado la Carta
Orgánica Municipal y pocos meses que La Rioja contaba con el funcionamiento de esta
institución a pleno. El terremoto fue la primera prueba de fuego y la diligencia y
organización demostradas, señalaban la bondad de la reformas gonzalianas.
La nota más sentida la puso la municipalidad de La Plata, cuyo intendente en carta
enviada al gobernador San Román, decía: “La Municipalidad de esta capital,
interpretando el sentimiento del vecindario, ha resuelto contribuir al alivio de la
desgracia que aflije a esa provincia y a la de San Juan, con el saldo de la partida que el
presupuesto asigna para fiestas públicas. Si el insignificante concurso que el acto
importa, carece de toda eficacia para reparar males de tamaña magnitud, sirve en
cambio para demostrar que La Plata toma su parte en el infortunio y patentizar la
profunda simpatía con que acompaña el esfuerzo de ese pueblo para reconstruir la
ciudad destruida. Adjunto, va un giro por ochocientos veinticinco pesos (825) que
corresponden en el reparto a La Rioja. (Firmado) Lacain”.
Pocos años después La Rioja agradecía el gesto con otro acto de profunda magnitud
espiritual al iniciar su larga y prolifera tarea Joaquín Víctor González en la presidencia
de la Universidad Nacional de La Plata. “Nobleza obliga”, diría la historia.
Envíos menores, muestran el grado de solidaridad con que contaron los riojanos en la
hora de prueba y adversidad.
El 19, residentes sanjuaninos en Azul (provincia de Buenos Aires) envían 435 pesos,
prometiendo mayores envíos. El 10, los empleados de la Municipalidad de La Plata,
hacen una colecta y reúnen 187,75 pesos, mientras que la Comisión Popular constituida
en Concepción de Tucumán envía 264,20 pesos. El 12 desde Rafaela llega un giro por
550 pesos y de Mercedes (Buenos Aires) la Sociedad Protectora de Belgrano, en nota
que firma el educador Víctor Mercante, hace llegar 100 pesos.
La penosa reconstrucción como conclusión
Lentamente la ciudad se recuperó, la Nación vino en su ayuda pero la misma no fue ni
abundante ni generosa. La verdad es que el Gobierno Nacional no se jugó mucho ni con
La Rioja ni con San Juan. Hemos visto el amplio espectro de ayuda solidaria que por
esos días llegó a La Rioja.
Amplia, pero pequeña. Si La Rioja salió adelante, restañó sus heridas, reconstruyó
lentamente sus edificios y normalizó su vida, fue más que nada por su propio esfuerzo.
Y sino pudo ni ampliar su traza, ni mejorar sus avenidas, siguiendo nuevos y modernos
aires urbanísticos, no fue porque no quisiera ni supiera, sino porque no tuvo la ayuda
necesaria.
Porque la Nación en una palabra, se borró y de acuerdo a los cálculos hechos no le dio
ni la vigésima parte de lo que necesitaba. El gobierno provincial condonaría impuestos
por varios años, para facilitar las tareas de reconstrucción encaradas por sus vecinos.
Porque fueron estos, en definitiva, los que reconstruyeron la ciudad caída. Y que la
reconstrucción fue posible poniendo el hombro sus propios hijos, con muy poca ayuda
exterior, lo señala muy bien un inédito testimonio del vecino Enrique Cortés Guerrero,
que escribió ya entrado el siglo XX, lo siguiente: “Ahora veamos cómo era esta antigua
casa solariega. De frente sobre la calle Buenos Aires contenía 4 piezas de tapia, con
techos de teja, sin zaguán, para adentro un comedor del mismo material, dos piezas para
el sud, una para el norte y otra al noroeste que llamaban la salita, para el sud además, un
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cuarto llamado de las esclavas y a la vuelta una cocina todo de material de barro, muy
viejo y al poniente una corrida de piezas en construcción de adobe, más modernas y de
menos altura paralelas a las habitaciones del sud, además al sud, una bodega de tapia
como de once metros. Para nuestro casamiento mi señor padre político fabricó una pieza
de adobe al sud del gran patio cuadrándolo de diez metros de frente y galería, pero con
motivo del terremoto del 27 de octubre de 1894, quedó muy mal y hubo que derribarla
totalmente. Con esas maderas, tablas de piso y el material que se pudo aprovechar, se
construyeron a espaldas, al oeste de las construcciones más modernas inconclusas, una
corrida de piezas y corredor más angosto con madera aprovechable de nuestra
habitación, poniendo en el techo la tabla del piso de nuestro cuarto para evitar caída de
tierra de los techos y estar con más confianza para el caso de repetición de los temblores
que se sucedían con alguna frecuencia durante un tiempo más”.
“Este acontecimiento –sigue diciendo Cortés Guerrero– del temblor o terremoto trajo
como consecuencia la demolición de algunas construcciones viejas que ofrecían peligro
y poco a poco se demolieron algunas de las antiguas construcciones modificando el
plantel de la casa”.
“Más tarde, se demolió el muro del oeste de antiguo comedor, construyendo otro, el
existente de material cocido y techo de zinc que sirve también de sala según costumbre
actual. Así mismo se abrió puerta de calle sobre la de Buenos Aires, cerrando con
mampara de hiero y vidrio un pequeño vestíbulo que sirve de antesala. El primer patio
fue adornado de jardín y en la quinta se hizo otro parrón suprimiendo los antiguos
naranjos caducos”.
Así creo hicieron todos los riojanos. Vivieron en carpas o abrigos precarios o se
amontonaron en alguna habitación habitable y luego, poco a poco, reciclando lo útil, lo
salvable, maderas, aberturas, palos, fueron reconstruyendo sus antiguas casas o
modernizándolas un poco.
Cuenta el presbítero Juan Carlos Vera Vallejo que “derruido por el terremoto de 1894 su
templo monumental, que se hallaba aún en construcción, por feliz inspiración del
entonces Vicario de La Rioja, Monseñor Rosendo de la Lastra y Gordillo, riojano por su
alcurnia y su tradición, San Nicolás fue a colocar su trono en la nueva iglesia matriz de
la ciudad.
Monseñor Abel Bazán y Bustos que lo había sucedido en la vicaría, distinguiéndose
como riojano por su amor y veneración a San Nicolás, nuestro patrono, quiso y
consiguió que la iglesia matriz se levantara con el título y carácter de Santuario de San
Nicolás”.
Hasta mediados del siglo actual, San Nicolás viejo todavía mostraba sus derruidos
muros, motivo de curiosos peregrinaje de los niños riojanos como la cuenta Nicolás
Rivera en su libro sobre La Rioja.
La reconstrucción de La rioja fue lenta, muy lenta quizás, pero por la única y exclusiva
razón que la ayuda que esperaba del Gobierno Nacional nunca llegó. Casi fue una
segunda fundación por lo mucho que hubo que reconstruir y hacer de nuevo.
Y sobre llovido mojado. El 30 de agosto de 1895 la legislatura sanciona una ley
“nombrando una comisión compuesta por tres miembros de la Honorable Legislatura
para examinar las cuentas de la inversión dada a los fondos remitidos por el Gobierno
de la Nación y de otras procedencias, para auxiliar a las victimas del terremoto del 27 de
octubre pasado, y se designa a los miembros Sr. Juan de Dios Vera, Dr. Serafín de la
Vega y al Sr. Serafín Orihuela”.
La comedia, después de la tragedia.
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VIII
La Rioja en el centenario
Si se quisiera graficar lo que es la historia de La Rioja podríamos muy bien hacerlo
diciendo que es un iceberg del que sólo aparece a la superficie una quinta parte. El resto
está escondido, intocado y nunca ha visto la luz.
Y no es que esa documentación, esos testimonios estén solamente en manos privadas,
para deleite egoísta de algún conocedor o indiferencia de los más. Forma parte del
iceberg gran cantidad de documentación oficial que duerme aún en algún anaquel
esperando el interés de los investigadores de la historia.
De La Rioja mucho se puede hablar al respecto. No en vano ha caminado más de 400
años, con zozobras, con esperanzas, participando en su medida y por sobre ella en la
historia nacional. Y así es frecuente que algún riojano se nos acerque y nos muestre un
precioso documento o que nos hable de alguna reliquia bibliográfica que tiene fulano de
tal.
De uno de estos preciados documentos y testimonio inédito hablaremos. De ello,
justamente, se trata de un periodo testimonial sumamente importante en la historia
riojana. La coyuntura que va de 1907 a 1913: cuando La Rioja comienza a alentar
esperanzas de despegue económico pues han terminado los estudios de las obras
hidráulicas más significativas para su progreso como lo son los diques de Los Sauces,
de Anzulón, Portezuelo, etc.
El testimonio lo dejó Enrique Cortés Guerrero, un español de Málaga que llegó joven a
nuestro país y a La Rioja, en donde trabajó y formó hogar con una niña de la provincia.
Pasan los años y vienen los hijos y Cortés Guerrero sigue trabajando, aportando un
espíritu inquieto y observador a la provincia que recién ha sufrido el ataque de las
fuerzas naturales con el terremoto de 1894, que destruyó su capital.
La provincia que el ama y estudia y recorre por razones de trabajo y de conocimiento,
está atrasada, casi abandonada demográficamente… No llegan a trabajar en sus tierras
vírgenes y ricas los inmigrantes italianos, españoles y de otras partes de Europa y del
Cercano Oriente, sino con muy contadas excepciones.
Esta gente prefiere ir a laborar la tierra en la pampa o quedarse en algún conventillo de
la ciudad-puerto, cercano a alguna de las muchas industrias que por aquel entonces se
instalan y surgen como hongos.
En La Rioja, en cambio, las cosas son distintas. Las tierras son feraces pero el agua
escasea. Está la minería de Chilecito, del Famatina famoso que ha comenzado a explotar
una empresa inglesa. Están, los olivos, los frutos de la tierra, los viñedos con tradición
centenaria. Está el algodón y la nuez y la alfalfa y el ferrocarril que acaba de llegar a la
capital riojana. Es una provincia que necesita desesperadamente brazos y gente que
trabaje.
La cara opaca del Centenario
Cuando la Dirección Nacional de Inmigración abre en La Rioja una oficina, Cortés
Guerrero será su secretario y desde ella comienza una intensa campaña para procurar
que los hacendados, los estancieros riojanos no tengan prejuicios contra el extranjero.
Que aprovechen las posibilidades que ofrece esta oficina donde ellos pueden solicitar
que vengan inmigrantes, que tomen conciencia que sin ellos poco o nada hará la
provincia atrasada, pobre, sin recursos en esos años que están pisando el Centenario. A
La Rioja no irán dirigidas las loas exaltadas de Rubén Darío, ni menos las Odas
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Seculares de Leopoldo Lugones. A ella le cuadraría más bien el himno a la pobreza de
San Francisco o las quejosas lamentaciones de Santa Teresa de Ávila. En La Rioja pese
a sus 300 y pico de años de empinada nobleza y de orgullo de sangre que resiste cuanta
adversidad haya podido tener, todo o casi todo, está por hacer… Si se la quiere sacar,
por supuesto, del atraso en que está. Pues a muchos riojanos les parece que la cosa va
bien así por lo que hay que convencerlos de las bondades ciertas de recibir a miles de
inmigrantes que vengan con sus ambiciones de progreso, sus fuertes abrazos, sus ideas
distintas, a mezclarse, entreverarse y asentarse en estas tierras.
Pero no es a ellos solamente a los que hay que convencer. También hay que convencer a
los inmigrantes a que lo hagan. Y es entonces cuando Cortés Guerrero inicia una
campaña titánica para tratar de convencer primero a los burócratas de la Oficina
Nacional del trabajo que en La Rioja los inmigrantes encontrarán muchas posibilidades
que ya en otras regiones del país se les ha cerrado. Que La Rioja necesita de sus
ingenios de sus inquietudes, de sus músculos.
Y segundo, convencer a los mismos inmigrantes que esa Rioja desconocida para la
mayoría de ellos, es realmente un lugar donde si ponen su anhelado esfuerzo podrán
progresar y salir adelante en poco tiempo.
En este sentido Cortés Guerrero, dejó en dos gruesos copiadores de cartas un precioso
documento inédito en el que se demuestra que fue asentando mes a mes, una suerte de
radiografía profunda de todo lo que ocurría, de todo lo que podía pasar y de la vida
integral de una sociedad que pese a ser pobre tenía muchas posibilidades de lograr un
progreso cierto y a corto plazo.
Esos informes mensuales que en número de 102 nos ha traído la historia son sin duda,
un curioso testimonio de un pasado que en realidad apenas si conocemos.
Cuando José Pedroni canta y exalta los valores y méritos de la colonización gringa en
Santa Fe lo hace porque conoce perfectamente los testimonios que dejaron los primeros
gringos o suizos o alemanes que llegaron a esas tierras. En La Rioja no hubo similar
testimonio y tampoco hubo quienes lo contaran. Porque muchas veces es mejor cantar
lo positivo y logrado, aún cuando haya costado mucho esfuerzo, a cantar y hablar del
fracaso y la derrota, aunque también hayan costado mucho esfuerzo.
En los primeros años de su gestión en la Comisión de Inmigración de La Rioja, Cortés
Guerrero cree posible mediante su esfuerzo inteligente y constante lograr que esa
indiferencia del inmigrante a venir a La Rioja se revierta totalmente. Cree que si no ha
venido ha sido más que nada por haber sido incomprendido en sus aspiraciones y
olvidado. Para realizar sus ambiciosos proyectos que pondrá en ejecución
absolutamente solo, comenzará un ímprobo trabajo de contactos e información a todo
nivel. Escribe a todos los departamentos, a los comisarios de campaña pidiendo
informes sobre la situación económica, envía notas ofreciendo sus servicios en procura
de la venida de inmigrantes. Escribe al gobierno, le dice que las cosas cambiarán,
contacta gente, habla con empresarios, instituciones, propietarios, hacendados… Y poco
a poco comienzan los pedidos, tímidamente al principio, luego de más en más
numerosos. Cortés Guerrero envía esos pedidos a Buenos Aires donde según está
establecido se pondrá en conocimiento a los inmigrantes lo que pasa y lo que se paga en
La Rioja, las condiciones de trabajo, las posibilidades de ir a una u otra región de la
semivirgen tierra riojana.
Pero algo malo pasa. Los burócratas porteños no deben saber ni donde está La Rioja y
ello se demuestra por la forma como llegan muchos inmigrantes. Sin papeles, en
condiciones de total desamparo, los más con las direcciones mal dadas y equivocadas.
Cortés Guerrero se desespera, escribe reiteradamente a Buenos Aires y explica que así
la cosa va mal. Los intocables burócratas le contestan que ellos saben hacer muy bien su
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papel que conocen a fondo el problema y lo que pasa en La Rioja. Es un balde de agua
fría, porque es verdad que a La Rioja los inmigrantes si llegan, llegan como pueden
incluso sin dinero. Cortés Guerrero no los abandona. El de su bolsillo de hombre de
trabajo les da casa, comida, les consigue trabajo o los manda a otras partes de la
provincia, donde encontrarán lo que buscan. Y eso será una constante de esa oficina que
tanto intentó hacer por el progreso de la provincia.
A la primera etapa de euforia seguirá otra de asentamiento y comprensión. A La Rioja
los inmigrantes llegarán, pero muy lentamente y finalmente y pasado el Centenario, la
última etapa en la que apenas si llega uno que otro inmigrante hasta que el poco
entusiasmo de estos por la provincia andina, hará inexorable el cierre de la oficina de la
Comisión de Inmigración. Ello ocurrió en vísperas de la 1ª Guerra Mundial antes que La
Rioja iniciara sus grandes proyectos de regadío.
Los langosteros que vuelan de La Rioja
La Rioja, en el Centenario, era una Rioja rural poseía dos centros urbanos de cierta
importancia: La Rioja y Chilecito, estaba unida ya por las líneas férreas actuales aún
cuando estaba en construcción el ramal norte.
Además contaba con tres bancos en la capital y existía una empresa de energía eléctrica
que daba luz (o no daba) comenzando por ese entonces las obras de acordonamiento
granítico de las calles céntricas que mejoró un poco el aspecto urbano de la capital en la
que había por otro lado pocas industrias, La Rioja era una sociedad que dependía
directamente de los caprichos de la naturaleza, sequías, lluvias, granizo, langosta y a los
que poco o nada podía hacer frente a no ser encomendándose a Dios. Actividad esta, la
de encomendarse a Dios, que en parte también la naturaleza dificultó al derrumbarse la
Iglesia Matriz en el terremoto del 94, lo que no obstaba para que en tiempos del
Centenario, fuera la construcción del templo mayor de La Rioja, uno de los centros más
significativos de labor en la capital. Tales algunas de las características que ofrecía la
capital de la provincia en estas regiones y que en parte terminarían en la primera
conflagración mundial.
La Rioja no perdió mercados para sus vinos, nueces, olivos, ganadería o alfalfa. Pero
estos años del Centenario marcan en parte un hito en lo que podría denominarse su
historia socioeconómica. Pues La Rioja abordará, con su estilo y ritmo por supuesto, la
realización de obras de significativa trascendencia.
El Centenario la verá con casi toda la red ferroviaria que tiene actualmente, encarando
la cuestión de las tierras indivisas que fue y ha sido sin duda una de las principales
causas del atraso económico y social de la provincia y del cierto y absoluto desarraigo
de la población rural.
Aún cuando en esos años hubo muchos proyectos de colonización en Patquía, Punta de
los Llanos, Chamical, Vichigasta, etc. no se logró evitar una fuerte y debilitante sangría
de su elemento humano criollo hacia la pampa húmeda o centros urbanos como
Córdoba, Rosario, Buenos Aires, aunque ya en esos años el riojano comenzó también a
emigrar hacia la Patagonia y Tierra del Fuego. Y cosa curiosa y digna de destacar esta
emigración era propiciada por el propio gobierno nacional por intermedio de la oficina
de Defensa Agrícola que en aquellos años dirigía el doctor Pelagio B. Luna. Todos los
años y hacia septiembre u octubre en época clave para las tareas del laboreo agrícola,
Defensa Agrícola realizaba una suerte de leva de brazos fuertes y aptos al pagar $80
pesos m/n mensuales que era un sueldo respetable y darles pasajes gratis a todos
aquellos que quisieran ir a combatir la langosta en San Francisco (Cba), Villa María o
Entre Ríos y Santa Fe. Y entonces 400 “langosteros” todos los años en un período
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crítico para la economía riojana partían felices y contentos a ayudar a los gringos a que
no perdieran sus cosechas y en su gran mayoría no volvieron más a La Rioja, que no les
daba ni la tierra ni el agua ni nada.
Quizás la langosta en tiempos del Centenario fue la que más colaboró al atraso
demográfico de la provincia impidiendo con esa respetable sangría anual que hubiera
brazos suficientes para los trabajos de todo tipo que débilmente se ofrecían en el
mercado laboral riojano. Y así la langosta castigó más en La Rioja, a la que casi no
llegaba, que en la pampa, a la que visitaba con su voracidad todos los años.
¿Qué podía hacer entonces el secretario de la Comisión de Inmigración de La Rioja para
atraer el brazo extranjero, cuando paralelamente a los denodados esfuerzos de Enrique
Cortés Guerrero existía un organismo nacional dedicado con más dinero y publicidad a
desarrigar brazos criollos? Poco o casi nada. A no ser denunciar esta situación anomala
y procurar con constancia y voluntad de benedictino, que esta situación cambiara.
Los 102 informes mensuales y quincenales que radiografían La Rioja en el período que
va de 1907 a 1913, quizás el más profundo y exacto testimonio que nos haya quedado
de La Rioja de principios de siglo, señalan paso a paso en una suerte de diario o crónica
de esta sociedad los avances y retrocesos, las esperanzas y desilusiones de una sociedad
postergada y pobre que intenta con sus magros recursos humanos seguir el ritmo y
evolución de sus hermanas más privilegiadas en brazos criollos y extranjeros.
Pero veamos una de esas radiografías integrales. Corresponde a septiembre de 1908 y en
ella informa Cortés Guerrero al director de la División de Inmigración Nacional las
novedades del mes transcurrido.
“Inmigrantes pedidos cuarenta jornaleros para trabajos de movimientos de tierra en la
construcción de la línea férrea de Rioja y Chumbita a Andalgalá y Tinogasta. Si este
pedido puede llenarse prontamente marginará otros de mayor cantidad, en atención al
gran impulso que toman esas obras con la nueva dirección que se le ha dado”.
Este será el mayor pedido de inmigrantes realizado por la oficina de Inmigración
riojana. La construcción del ferrocarril y la explotación del Famatina atraerá, la primera,
inmigrantes sin calificar mientras que la segunda requerirá, en su mayoría, mano de
obra calificada.
“Inmigrantes colocados, continua el informe, cabe decir que uno, pues aún cuando no ha
sido enviado por la oficina correspondiente me presentó todas las credenciales que lo
hacían presumir su procedencia y dadas sus condiciones especiales de preparación ha
sido colocado en aquella construcción tomando trabajos a destajo.
Remuneración de trabajo poca o ninguna variación se nota en el precio de los salarios,
como se ve por la planilla que por duplicado acompaño. Sin embargo subirán
próximamente a juzgar por la escasez de brazos que se operará como resultado del
conchavo de peones para la langosta con $80 m/n mensuales para afuera y de los
diversos trabajos que se mueven y otros muy en breve se comenzarán.
Actividad de los trabajos actualmente se ejecutan los de una Escuela Rural, la Escuela
Normal de Señoritas y sus Anexos de Aplicación de ambos sexos, cuyo edificio ocupa
una hectárea y está en vías de terminarse aunque aún le faltan muchos detalles. Los de
estudio, por el momento de una galería filtrante cuyas aguas servirán para alimentar los
filtros y depósitos de las aguas corrientes de esta ciudad, independizándolos del canal de
riego que por hoy lo surte practicando los estudios comenzarán estas obras. Los del
stand de tiro y varias otras particulares, trabajos todos que unidos a los que ejecuta la
Municipalidad y hace ejecutar a los particulares, están dando nueva vida y animación a
esta capital hasta hace poco muy dormida. Además, y causa ya extrañeza no hayan
comenzado, deben hacerse pronto las reparaciones del canal principal y de los laterales
que surten a las chacras, cuyo estado y la estación, reclaman con urgencia esas obras
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ordenadas ya por la oficina nacional correspondiente. En el departamento Sanagasta
población de veraneo distante de aquí 6 leguas, se activan grandemente los trabajos del
canal de riego, para evitarse en la época que más se necesita el agua el perjuicio de no
recibirla en absoluto, o el de su escasez, que obligaba a aquel vecindario a ir por el agua
para tomar a una legua y más de distancia. Un arroyo que conduce las aguas,
sumamente arenoso, absorbe en ocasiones todo el caudal que surte a la población.
En Chilecito, muy próximamente, se establecerán los trabajos de las aguas corrientes ya
decretados por el H. Congreso de la Nación. Ya digo antes el gran impulso que promete
dar a los trabajos la nueva dirección de los trabajos del ferrocarril que ya me he referido.
Es indudable que el conjunto de estas actividades, tiene que reclamar necesariamente
mayor número de brazos de que pueden disponerse y posiblemente el llamado de la
inmigración para llenar sus necesidades”.
Cortés Guerrero nos pinta así, punto por punto, en un análisis meditado e informado, La
Rioja un poco anterior al Centenario.
Veamos como vivió La Rioja ese magno y olímpico acontecimiento que tanto dio que
hablar al mundo y que pasó después. Siempre de la mano de estos informes mensuales
que son, sin duda, preciosos testimonios de una Rioja que más que realidades era toda
esperanza.
Si la infanta Isabel hubiera visto La Rioja
1910 no fue para La Rioja un buen año. Mientras el resto del país vivía la euforia de
industrias nuevas e implantaciones agrícolas, asumiendo todas las consecuencias del
crecimiento y la evolución. La Rioja continuaba en su duermevela provinciana con su
lentísimo crecimiento demográfico, un muy lento movimiento económico y recibiendo
en parte una inmigración que su sociedad tradicional se resistía admitir.
Y así mientras el resto del país festejó alborozado el Centenario, en La Rioja a no ser los
magros actos oficiales, los Te Deums y bailes, todo pasó como quien se adhiere de ojito
a la fiesta del vecino.
En realidad lo que pasaba no daba para muchos ditirambos y los poetas, de haberse
inspirado en la realidad riojana del Centenario, apenas si habrían escrito unos tristes
tercetos.
A nivel inmigración, 1910 se presentó como uno de los años menos concurridos. Las
necesidades de brazos eran las mismas o más que antes, pero los anhelados brazos
italianos o españoles llegaban con cuentagotas.
A principios de ese año del Centenario, Cortés Guerrero daba cuenta al director de
Inmigración Nacional lo siguiente: “Lo que llama mucho la atención general, es la gran
inmigración de turcos que de algunos años a esta parte arrecia y menudea cada vez más.
Tanto, que en la mayor parte de las poblaciones incluso esta capital, la cuasi totalidad
del comercio es de aquella nacionalidad.
Pero es de ver y notar que, ni uno solo de los que vienen hasta aquí, haya sido capaz de
dedicarse al cultivo de la tierra, ni a ninguna industria.
Todos son comerciantes. Podríamos asegurar que la inmigración de esta nacionalidad en
la provincia, es infinitamente mayor que la italiana una de las más útiles al país.
La gran liberalidad y amplitud de nuestras leyes, ha evitado hasta hoy la imposición de
patentes prohibitivas al comercio ambulante punto porque comienzan aquellos a buscar
donde asentar el vuelo, y ya son verdaderas bandadas de estas gentes muchos de los
cuales se sabe no traen buenos antecedentes morales.
Pero no siempre ejercen un comercio verdaderamente honrado, por más que aparenten
gran legalidad”.
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Este precioso testimonio y justamente en ese año de 1910 que mostraba la euforia de un
país construido en base a la inmigración masiva y no discriminatoria, expresa –sin
embargo– el sentimiento de una sociedad tradicional ante la llegada de inmigrantes no
latinos. Este testimonio de Cortés Guerrero demuestra –junto con otros– la existencia en
La Rioja de una gran resistencia a la inmigración de los “turcos” o sirio libaneses. Es el
eco de esa sociedad tradicional, católica y de origen latino que se opone a la
introducción de elementos exóticos que en realidad no aportan su esfuerzo creativo sino
el meramente especulativo y de servicios. Así estas y otras citas demuestran la
existencia de una fuerte y enraizada oposición que no nos atreveríamos a llamar
racismo, aunque tenga fuertes connotaciones de ello.
Por otra parte y analizando las distintas facetas de la economía, de las expectativas y
planes futuros y aún cuando él en sus funciones mostrara el optimismo y esperanza de
un español que había asumido con amor y comprensión la problemática riojana, los
informes de Cortés Guerrero nos muestran una provincia con una industria agropecuaria
que ese año, especialmente, por la falta de agua, estaba muy mal, aunque había
proyectos de colonización en regiones que 100 años después no han podido ser
colonizadas totalmente.
De las industrias nuevas que se instalan en la capital, el funcionario de Inmigración
anota la de elaboración de caldos de uva en gran escala, “cuya necesidad se ha sentido
por largos años, dado el incremento que tomó aquí el cultivo de la vid. El año pasado –
agrega– que con motivo de las altas patentes fue muy escasa la exportación, varios
afincados tuvieron que entregar la uva cortada para que otro elaborara los vinos y le
dieran la mitad del producto. Lo que importaba en cierto modo regalar los frutos. Hoy
con el aludido establecimiento, venden la uva a cuarenta centavos los diez kilos y cabe
decir han duplicado el capital, colocando este fruto en condiciones de competencia y
prosperidad.
Y si bien la ganadería anda padeciendo la falta de agua y el año no es tan bueno, lo
cierto es que ha habido años peores”. Demostrando esta dependencia casi absoluta de la
naturaleza, uno de los informes dice: “Ganadería: Esta industria atravesaba últimamente
por momentos angustiosos. Una continuada sequía hacía desesperar a los ganaderos.
Pero una lluvia general matizada a intervalos, más o menos fuerte, ha salvado la
situación y evitado muchos males”.
Sin embargo el año no puede llamarse bueno por la irregularidad de las lluvias”.
¿Qué ocurre en la ciudad capital de novedoso? En general no ocurre nada en este
eufórico –para los otros– primer Centenario de Mayo.
Hubiera sido interesante que la Infanta Isabel que tanto se regodeó con la magnificencia
porteña hubiera venido a ver el otro lado de la moneda. Hubiera creído, sin no mucha
imaginación, que había sido llevada, a alguna ciudad pobre de la colonia del siglo
XVIII. Ni más ni menos.
La Municipalidad ensayaba caños de Pórtland construidos en La Rioja, empleándolos
en sifones para el paso de las aguas por las bocacalles, adelanto que no iba de la mano
con el resto de lo que pasaba. “La actividad de los trabajos en esta ciudad –decía el
informe de abril de 1910– es regular. El movimiento de edificación aquí donde los
alquileres son relativamente bajos, tiene que obedecer al resultado de los productos de la
agricultura y ganadería que son las principales industrias. No habiendo afluencia de
gentes de otra parte con ánimo de establecerse las exigencias de la edificación tienen
que estar en razón directa del crecimiento natural y lento de la población.
Y Cortés Guerrero señalaba otras importantes implantaciones industriales. “Como
industrias nuevas puede anotarse la del servicio a domicilio de leche fresca con vacas
mestizas al precio de veinte centavos litro. Ya son varias las parejas de vacas que con
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este destino recorren la ciudad mañana y tarde, llenando con su servicio una necesidad
bien sentida.
El establecimiento de cordones de granito en las veredas continúa aunque con alguna
lentitud y en poco más de un año se han colocado próximamente tres mil metros, dando
con ello un mejor aspecto a las calles y mayor comodidad para el tránsito”.
Y refiriéndose al comercio, anotaba “Salvo raras excepciones, en general, el comercio
siente algún abatimiento, cuya causa no puede atribuirse sino a los compromisos
bancarios contraídos en la época en que el Consejo de Educación de la Provincia atrasó
sus pagos en periodo de cerca de un año.
Esto unido a falta de movimiento en obras en que se ocupe muchos operarios,
contribuye a producir cierto malestar en los negocios”.
Mayo de 1910 en La Rioja, fue un mes regular y normal en todo sentido. Ni un solo
inmigrante llega por intermedio de los organismos pertinentes y se ensayan planes de
colonización en zonas que ni aún muchos años después lo han podido ser como Patquía,
Punta de los Llanos, “lugares muy secos y de vientos calientes (anota el informe
correspondiente) y en este ensayo de colonización nos dará la medida de lo que puede
hacerse en la provincia donde sobran tierra para todo genero de cultivos y cuya bondad
raya en lo insuperable. Los colonos que han venido no se acobardan con los informes
pesimistas que oficialmente se afanan en darles los vecinos de aquellos lugares, a cuyo
pesar abundan siempre en los mismos entusiasmos que despertaron a su vista las
riquezas de las tierras”.
En realidad los criollos afincados de vieja data deben haber comentado socarronamente
este intento de colonización. ¡Si hasta los chelcos y las iguanas coloradas tienen miedo
de achicharrarse al sol en estas zonas!
Y no viene un solo inmigrante y la ganadería anda mal, y la agricultura, escasa de
brazos y aunque el estado sanitario de la provincia es bueno, es de hacer notar que
muchos riojanos pasaron las solemnes fiestas mayas temblando por el paludismo o el
chucho. O en una de esas fueron los pocos que realmente temblaron de emoción por los
solemnes y patrióticos momentos que se vivían…
Monolítica y constante estabilidad de precios y salarios
En algunos aspectos la coyuntura que analizamos de 1907 a 1913 no fue continuación o
reiteración de la eterna historia cíclica de La Rioja, envuelta en su marasmo de pobreza
y de no poder, mediante una obra pública activa importante y significativa, atraer
inmigrantes e insuflar nueva vida al exangüe cuerpo económico-social.
En estos años y a pesar de los inconvenientes anotados anteriores, La Rioja y en el
gobierno de Guillermo Dávila San Román aprueba el 22 de junio de 1909 la nueva
Constitución de la provincia, con lo que tras 22 años de convención constituyente, da un
paso adelante en lo institucional.
1910 significó también el cambio de gobierno y el comienzo por parte del gobierno
provincial de una política agresiva de solicitar sin reparos ni vergüenza, mayores
aportes al gobierno nacional a fondo perdido. Esto no era nuevo, pues ya venía de los
gobiernos de Manuel Vicente Bustos de mediados del siglo anterior, pero lo que sí era
nuevo (y en parte retomaría esa bandera don Guillermo Iribarren en 1967) fue que el
gobierno provincial más éxito tenía en su empresa cuanto más fuerte fuera a golpear a
las puertas de la Casa Rosada y lograra despertar dentro de ella la vena caritativa y
dadivosa del capitoste de turno.
En esos años del Centenario en vísperas de la guerra del 14, ni a nivel ganadería, ni
agricultura, ni a ningún nivel las cosas marcharon bien en La Rioja y fue entonces que
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el activo “mangoneo” del gobernador Gaspar Gómez obtuvo importantes subsidios para
“poder parar la olla de la pobreza provinciana”.
A comienzos de 1911 el entusiasmo del secretario de la Comisión de Inmigración de La
Rioja, no amengua un ápice. Las cosas por donde se las mirara andaban mal: sequías
tremendas, pérdidas de cosechas, paralización absoluta de la obra pública, etc. pero él
seguía predicando en este cuasi desierto y hasta alentaba la esperanza que a La Rioja,
los anhelados inmigrantes llegaran. Y esas tareas fundamentales las cumplía aún por
sobre las rígidas estipulaciones que fijaban las directivas de su cargo.
O a veces no las cumplía, según su buen saber y entender. “En el mismo período –
escribe en febrero de 1911– no han sido satisfechos otros pedidos pendientes, ni han
llegado inmigrantes remitidos por la Oficina de Expedición. Pero se han colocado varios
inmigrantes sueltos y una familia a pesar de no hallarse en las condiciones exigidas para
obtener los servicios de esta oficina. Considero –explica Cortés Guerrero– que la misión
de estas reparticiones, no debe contraerse exclusivamente al cumplimiento de las
previsiones reglamentarias, sino que deben favorecer y proteger, sin compromiso ni
responsabilidad en cuanto a colocación, a todo extranjero que solicite ocupación”.
“A pesar de todos los inconvenientes de la naturaleza, se nota visiblemente el progreso
de la provincia y ello se manifiesta por la continua afluencia de extranjeros,
principalmente italianos, quienes comienzan por industrias aparentemente
insignificantes, pero muy luego exteriorizan el bienestar que les produce emprendiendo
otras para las que se necesita algún capital, y todos se dedican a la agricultura y
pequeñas industrias a las que destinan sus horas y momentos en que no reclama aquella
una mayor atención”.
Pero este análisis esperanzado va unido a los datos de una prolongada sequía que ha
eliminado el 70% del plantel ganadero del sur de la provincia, sequía que cuando
ocurría en la zona de la capital obligaba a los ganaderos a meter miles de vacas en la
ciudad a apretujarse junto a los humanos al lado de las cada día más débiles vertientes o
arroyuelos.
Que las cosas llegaban a extremos catastróficos, lo expresa el siguiente comentario. “Si
dentro de quince días no se producen lluvias regulares y abundantes, la creencia general
es de liquidación del ganado que no podrán resistir por falta de agua y alimentación”.
En otros aspectos, si bien soportando toda esta serie de lastres, la capital proseguía su
lentísimo progreso y así el funcionario de inmigración anotaba que en 1910 habían
abierto sus puertas 10 nuevos comercios de los cuales uno mayorista y aunque no aclara
si eran todos comerciantes “turcos”, estamos seguros que sí lo eran.
Avanzando el siglo y a pesar del relumbrón y las luces del Centenario, la capital no
contaba con un buen servicio eléctrico. Y así al referirse a la luz eléctrica, Cortés
Guerrero, decía: “Esta empresa ha fracasado por tercera vez, pero esto no debe
atribuirse a otra causa sino a los malos hábitos de este género de empresas, que todo lo
esperan de los gobiernos, pues si no les asegura utilidades visibles se retiran no sin antes
haber engañado al público haciendo gastar en instalaciones externas, bajo la formal
promesa de estabilidad con y sin protección oficial. Esta serie de fracasos escarmientan
a los vecinos que en lo sucesivo no creerán en tales promesas y alejan más y más la
realización de este deseo unánime de mejoramiento en esta capital”.
En informes posteriores insistirá en que lo que contribuye en mucho a la rarificación del
inmigrante a venir a La Rioja es la atmósfera de descrédito y miseria que se le ha hecho
a la provincia en la Capital Federal. Pues cuando los extranjeros llegan al poco tiempo
“se hallan tan prósperos que muy luego se hacen propietarios”.
Por ese entonces la principal actividad edilicia era la construcción de la Iglesia Matriz,
“uno de los trabajos de mayor mérito en su género en la República”. Claro que si se la
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comparaba con el adefesio de la Basílica de Luján que por esos años Lugones calificara
como el monumento más logrado al mal gusto a los Capuchinos de Córdoba, otro
logrado monumento al adefesio litúrgico, la Iglesia Matriz de La Rioja no deja de hacer
buen papel, aunque sea una mezcla rarísima de bizantino, romántico, neoclásico y
riojano pretencioso. Lo que es digno de mencionar de estos tiempos del Centenario es
algo a lo que argentinos y riojanos hace mucho han dejado de tener en cuenta o de
preocuparse seriamente: la extraordinaria, monolítica y constante estabilidad de los
precios y los salarios. Pasan los meses, los años y hay estabilidad.
Por ejemplo un albañil ganaba por día $5, un carpintero $4, un jardinero $50 mensual,
un cocinero para hotel $100 y una mucama $20. Y por esas cosas del sexo, el mucamo
varón ganaba exactamente el doble $40. ¿Se podía vivir? Sí y muy bien. El kilo de carne
valía $0,20 y muy de vez en cuando llegaba a tener un incremento desmesurado y valía
$0,30. La docena de higos $0,05 centavos, el queso criollo el kilo $0,80 y el kilo de pan
francés $0,05.
Y si bien la vida era sobria y modesta permitía seguir tirando a pesar de sequías, falta de
brazos y fracasos agropecuarios y mineros. A un año del Centenario (1911) “dos cosas –
anota Cortés Guerrero– preocupan actualmente la atención pública en esta capital y son:
la situación del subsidio nacional y las obras de irrigación tan necesarias a esta ciudad
para el fomento de la Agricultura, también suprimidas. Y más atrae la atención sobre
este último particular, el que en la vecina Catamarca se realizan obras de verdadero
aliento para la irrigación que despiertan aquí nobles celos por los anhelos de
prosperidad que engendran los generales progresos del país. Cosas ambas que importan
retroceso moral y material para la provincia”.
Vida tranquila, si se quiere, natural y ecológica, pero que dependía estrechamente,
demasiado estrechamente de los avatares y contingencias de la naturaleza. La gente
siguió siendo muy providencialista. Si no lo arreglaba Dios no lo arreglaba nadie.
Bueno, San Nicolás de Bari, el Santo Patrono de La Rioja, tal vez. Con el tiempo el
riojano puso entre la naturaleza y él –o le puso el estado nacional– diques, canales de
irrigación, defensas, carreteras, puentes, electricidad, pero esa etapa recién comenzaba.
“Todos aspiran a ser maestro de escuela”
Al analizar los elementos que constituyeron la coyuntura que va de 1907 a 1913 en La
Rioja se observa que están dados los mismos que encontramos –mucho más agravados y
profundizados– en la segunda mitad de este siglo y que provocaran una reacción
integral de las fuerzas económico-sociales de la provincia, apoyadas irrestrictamente por
el gobierno nacional que intentarán revertir a partir de 1967 todos los parámetros que
marcaban ingratamente para La Rioja el último puesto en la evolución y desarrollo en el
cuerpo nacional.
Así ya se daban a principios de siglo todos los andariveles de la decadencia riojana que
no evolucionó a partir de entonces ni mejoró, sino que se hundió más y más en el
marasmo y el atraso.
Ya pasado el Centenario y muy próximos en el tiempo que se cierra en La Rioja la
Oficina de Inmigración, a pesar de las necesidades de brazos que existen, los
inmigrantes no llegan e incluso con los que llegan se comete toda clase de abusos.
En una breve nota de marzo de 1911, Cortés Guerrero apoya la creación de la oficina de
Inspección y Reclamos. “La creación de esta oficina –expresa– llena un vacío que hace
un tiempo se venía notando, tanto más necesaria aquí en el interior donde se cometen
con alguna frecuencia abusos incalificables con los inmigrantes y que ocasionaban no
poco mal. Los abusos que en alguna ocasión he presenciado, por falta de cumplimiento
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a tales compromisos de quien pudiera esperarse, han despertado en mi ánimo el deseo
de remediarlos”.
Y no es que La Rioja pudiera prescindir de esos inmigrantes. Al contrario, los
necesitaba cada día más. Pues la población rural seguía el éxodo inexorable. Rebajas en
pasajes en un 50%, pasajes gratis como “langosteros” falta de asentamientos reales por
el problema de las tierras indivisas a pesar que la tierra y el clima permitían índices de
producción más altos que otras provincias con producción similar, son causales de este
estado de cosas.
“El progreso de nuestra industria –escribe– causa verdadera admiración a cuantos le
conocen de algún modo. El distinguido abogado doctor Pelagio B. Luna encargado por
este gobierno para la tramitación de los limites interprovinciales con San Juan refiere la
extrañeza y admiración que les ha causado el conocimiento de las cifras de exportación
de esta provincia con aquella, en que La Rioja aparece con un equivalente a más de las
tres cuartas partes de la de San Juan. Produce esta admiración, el hecho de que siendo
más abundante el agua en aquella provincia y donde tiene ríos más abundantes y
caudalosos que en esta, su mayor proporción resulta inexplicable. Pero hay que tener en
cuenta el cuanto más produce aquí que allá cualquier semilla o planta además de la
bondad de tales frutos”.
La riqueza era potencial y en muchos casos real y esa riqueza existía y era posible
explotarla, alentando la inmigración, renuente en muchos casos a venir a La Rioja.
El ferrocarril que se había instalado para esta época en toda la provincia y cuyos
trabajos finales tanto alborozaba a Cortés Guerrero ¡Oh contradicciones de la historia!
En vez de traer el progreso trajo el atraso más remachado y total.
Don Guillermo Iribarren y Gumersindo Carbel en su “Estudio Económico de La Rioja”,
1956, explican esto: “Los puertos, los frigoríficos, los ferrocarriles, las grandes
industrias con sus fabricas, usinas y bancos, constituyen la unidad motora en las
provincias del litoral y del centro mientras la riqueza mineral del noroeste se ve
comprimida por el contralor que sobre ella ejercen los poderosos consorcios
internacionales ligados entre sí. Al entrar en crisis la minería, arrastra en su caída a la
agroproducción subsidiaria, constituida por la ganadería y la agricultura: al cerrarse la
frontera hasta entonces libre con Chile, se interrumpe nuestro tráfico internacional.
El ferrocarril que promueve el talado de nuestros bosques degradando la tierra, encauza
el comercio por nuevas y diferentes rutas en las que encontramos vendedores pero en las
que no había compradores y consecuencia natural de todo ello fue el aniquilamiento de
nuestras explotaciones agropecuarias e industrias regionales y el empobrecimiento
general”.
Y este proceso de empobrecimiento en el que el ferrocarril tanta participación tiene,
comienza con todo su vigor en estos tiempos del Centenario, cuando La Rioja en vez de
lograr el desarrollo de sus admiradas riquezas, de su suelo fértil, de su minería, se ató
más que nunca a la metrópoli porteña a la que sistemáticamente debió recurrir
mendigando por sus cada día más empobrecidos hijos.
Este empobrecimiento va unido estrechamente con el éxodo rural que de acuerdo a los
informes de Cortés Guerrero presenta aspectos en cierto modo singulares.
“El elemento criollo –escribe– que sale arrastrado por el mayor lucro e impulsado por la
carestía de trabajo para ello aquí no vuelve generalmente a la provincia, se incorpora al
elemento trabajador de los lugares a donde van, se estimulan, aprenden y son más útiles
de lo que eran, pues son inteligentes y activos fuera de aquí. Los claros que dejan estos
emigrados y la necesidad de personal entendido en los cultivos que conviene desarrollar
obligan a procurarse inmigrantes extranjeros con qué poder desenvolverse”.
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Y estos inmigrantes son necesarios para todo. Para lavar y planchar camisas que no
saben hacer las criollas, para servicio domestico que es muy solicitado en la oficina de
Inmigración, pero que no llegarán a La Rioja para satisfacer la vanidad de las señoras de
la sociedad riojana, pues las gallegas prefieren quedarse en Buenos Aires donde son
muy apreciados sus servicios y donde tendrán un Vaccareza que las retrate de cuerpo
entero.
Aunque este éxodo rural en La Rioja, como dijimos, tiene una faceta curiosa. “Esta
necesidad de brazos se acentúa más y más en atención a las facilidades que se dan a la
clase trabajadora para recibir educación. Hoy se hace sumamente difícil conseguir
peones estables ni servicio doméstico: todos aspiran a ser maestros de escuelas, en cuya
ocupación hallan menos trabajo para ganar el sustento, más lustre y mejor rol social y en
que llegan a alcanzar codearse con personas que jamás hubieran soñado.
Este exceso de facilidades, si bien tiene sus conveniencias especiales, no menos cierto
es que nos acarreará muchos males, muy principalmente, el de que en poco tiempo más
todos serán patrones y no habrá quien haga muchas faenas ni domesticas ni agrícolas ni
ganaderas.
La incorporación del elemento extranjero que se nota por los boletines mensuales de
estadística de esa dirección, es aún insuficiente para llenar las crecientes necesidades de
la provincia, más sentida aún si tenemos en cuenta las bajas que se producen por la
ausencia y el fallecimiento de los naturales, cuyos claros no se cubren fácilmente,
porque todo el elemento nuevo ingresa a las escuelas perdiendo muy luego los pocos
hábitos de trabajo que hayan tenido.
De desear sería que la educación común que se diera en las escuelas rurales, fuese
estrictamente obligatoria hasta cierto grado, y esto encaminado a difundir la enseñanza
en la medida necesaria al desenvolvimiento regular del sujeto dentro del medio
ordinario en que vive, lo que no priva proteger a los individuos de facultades especiales
que por sus talentos merecieran un mejor aprovechamiento.
El sistema actual nos conduce a un próximo porvenir de ruina industrial, por lo menos
en esta provincia, mientras los presupuestos suben para dar ubicación a muchos
elementos que harían mejor papel y más saludable al país ocupados en las industrias,
que ocupando partidas del presupuesto.
Constantemente escucho los lamentos de nuestros valientes agricultores de la campaña
y aún a los de esta ciudad, quejándose de la falta de brazos y señalando como causa
principal la extrema facilidades para todos los grados de la enseñanza, con notable
perjuicio de nuestras riquezas naturales. Esos hombres están quedando solos para
atender sus fincas que ven arruinarse años tras año por falta de faenas oportunas con que
evitar las plagas y sus desastrosas consecuencias.
El refinamiento del sistema impositivo tanto fiscal como comunal, esquilma al
propietario que por otra parte se halla imposibilitado de prosperar, matando los
estímulos del trabajo. Y todo tiene su raíz en el exceso de intelectuales creados por
aquellas facilidades que ya no pueden rebajarse a cultivar la tierra y tienen que ubicarse
en los presupuestos”.
Curiosas las verdades de la historia. La Rioja siempre se preció de sus muchos maestros
y estos fueron maestros a la fuerza para escapar de ese campo y de esa ciudad que día a
día se empobrecía. Huyendo de esa miseria o se iban de la provincia a engrosar las filas
de trabajadores riojanos que se ubican a lo largo del siglo desde Tierra del Fuego a
Jujuy o se quedaban en La Rioja engrosando las filas del presupuesto y contribuyendo a
esa mentalidad acomodaticia y apática del burócrata que sabe que un puesto público es
una beca de por vida, aunque sea una beca que apenas le dé de comer.
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No es que Cortés Guerrero negara el acceso a la cultura de las masas. El sostenía, que
esa forma era la mala. Que la escuela rural, adaptada al medio, capacitando a la gente
para vivir mejor y más calificadamente en ese medio era sí necesaria e imprescindible.
Pero las reflexiones de Cortés Guerrero eran más bien soliloquios, pensamientos
puestos en esa suerte de diario íntimo que fueron sus informes mensuales.
“Me causaría verdadera admiración ver un extranjero pobre”
“La provincia de La Rioja no es pobre, ella posee en las entrañas de su suelo y en su
clima los más poderosos elementos de una riqueza inagotable” ese y cientos de
conceptos parecidos figuran en los informes mensuales que comentamos, hasta ese 14
de julio de 1913 en el que pone a disposición de las autoridades de inmigración el cargo
que ha venido desempeñando desde 1907, como consecuencia de la decisión de aquellas
de levantar definitivamente la oficina. Mucho fue lo que hizo en ese lapso buscando por
todos los medios a su alcance, que por otra parte no eran muchos, que el inmigrante
fuera a esta alejada provincia argentina, pues estaba convencido que en ella encontraría
el bienestar y el progreso que anhelaba.
“Me causaría verdadera admiración –afirma– ver en esta provincia a un solo extranjero,
hombre de trabajo, que llevando tres años no más de labor se hallara pobre pues no
conozco uno solo que se halle en tan triste condición”.
Por ese tiempo La Rioja ha continuado padeciendo de un importante drenaje de sus
hijos. Y así al dar cuenta de lo sucedido en agosto de 1912 en la cuestión de necesidad
de brazos, apunta “Durante el pasado mes de agosto no se han recibido inmigrantes, ni
se han colocado otros. En las regiones Norte y Oeste y en esta Capital, se siente la
necesidad de brazos para las faenas agrícolas.
La razón de esta escasez es, además, de las crecientes exigencias por la mayor extensión
de los cultivos que de los lugares nombrados ha emigrado gran cantidad de obreros para
Salta atraídos por la novedad de ver otras tierras y los cincuenta pesos de anticipo que al
tiempo de la marcha les entregaban y aún antes.
No son menos de cuatrocientas las personas de trabajo que con tal destino han salido y
esto donde ya se sentía escasez de brazos útiles ocasiona no poco trastorno en las tareas
agrícolas que tienen su oportunidad, fuera de la cual nunca son iguales los resultados de
aquellas.
Por esta circunstancia y las de preferencia del brazo extranjero que ya tengo indicadas
anteriormente, los pedidos de inmigrantes debieran ser muchos, pero no sucede así por
razón de no cubrirse ningún pedido por las circunstancias que sean, que podrán ser muy
justas indudablemente pero que en nada se remedia con pedir sin un resultado practico
ni inmediato ni sensato”.
No era fácil, como se observa en estos reiterados testimonios, satisfacer plenamente la
importante misión que Cortés Guerrero tenia encomendada.
Por un lado la necesidad imperiosa de brazos, pues los criollos emigraban en cantidades
enormes a cualquier lugar fuera de La Rioja que le ofreciera la mínima posibilidad
económica. Por el otro lado o los inmigrantes pedidos no llegaban o venían muy de vez
en cuando. Durante meses y meses, hasta su último mes en funciones, se repite como
rutinaria cantilena: “Inmigrantes venidos, remitidos o colocados ninguno”.
Porque vienen sí. Vienen los turcos, vienen extranjeros sueltos, algunos italianos,
algunos españoles. Estos últimos bien recibidos, anhelados incluso, pero aquellos no. La
tradicional sociedad riojana no quiere saber nada de esos musulmanes.
De ellos dan cuenta algunos informes: “No ha sido posible conseguir ocupación para los
rusos ofrecidos por esa Dirección. Estos y los sirios o turcos son mirados con recelo,
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considerándolos de espíritu levantisco y mal inclinados por lo general, y no hay
posibilidad de conseguir persuadir a nadie de su admisión. Igual cosa sucede con los
chinos. Considero, pues inútil todo ofrecimiento de inmigrantes de las nacionalidades
apuntadas”.
Si desde mucho antes de que Joaquín V. González fuera gobernador hubo personas que
pensaron en la necesidad urgente que tenía La Rioja de arreglar de una buena vez la
cuestión de la propiedad de la tierra, de su mensura y catastro y que dejaran de
intervenir en el mercado de la tierra las ambiguas mercedes coloniales y su consabida
retahíla de derechos, etc, poco o nada en realidad se hizo al respecto. Y aunque
González tuvo entre sus necesarias medidas de gobierno este problema como uno de los
más urgentes, nada hicieron ni él ni sus sucesores.
Al extremo que ni el propio gobierno riojano sabía en 1912 exactamente ni
nebulosamente la cantidad de tierra fiscal que tenía. Casi cien años después,
departamentos enteros y aún la tierra que rodea la capital tiene este problema.
Y ahí estuvo y está, sin duda un importante factor que contribuyó al atraso riojano.
Casi al final de sus funciones, Cortés Guerrero escribe un pequeño ensayo titulado “La
Rioja, sus ventajas económicas para el inmigrante”, en donde reflexiona sobre esta
obsesión que ama pero cuyas bondades no logra hacer compartir ni por los burócratas
porteños ni menos por los inmigrantes.
Y veamos las pintorescas, pero no por ello menos creíbles y estimadas ventajas
económicas que tiene La Rioja para el inmigrante a principios de siglo: “Estas ventajas
consisten fundamentalmente en que aquí se carece de esa multitud de motivos de
disipación del dinero que en los grandes centros lo incitan por momentos a tirar el
producto de su trabajo en infinidad de lugares especialmente preparados con ese fin, y
en que, voluntaria o involuntariamente, dejan el fruto de su labor, el bienestar propio y
de sus familias, la tranquilidad individual y la del hogar y a jirones la salud y no pocas
veces la honra.
En esta provincia donde todo está por hacer, puede decirse hay ancho campo de acción
y muy pocos o ningún motivo de inquietudes morales, porque se carece de otros centros
de reunión que no sean la propia casa que convida a la tranquilidad y al descanso
después del trabajo cotidiano”.
Sin duda alguna, Cortés Guerrero se adelantaba a esos últimos estudios sobre el valor
económico del descanso, a los ecologistas en la exaltación de la vida sencilla y natural,
pero en realidad el panorama ofrecido eran un tanto aburrido. “En tales condiciones –
prosigue este gran vendedor de ese producto llamado La Rioja– la vida se desenvuelve
con toda regularidad, la salud no sufre no hay como experimentar las emociones
violentas que a cada paso y por distintas causas nos saltan en esos centros de vida más
agitada, no se gasta el dinero sino en los estrictamente necesario para la subsistencia y el
vestido que por lo mismo, todo es más honesto y moderado y menos exigente para todos
y en suma se economiza, se ahorra y se prepara un mejor porvenir.
Se dirá que aquí los salarios son más bajos que en otros centros.
Efectivamente es cierto pero no es menos verdad también de que siendo menos los
motivos de disipación del dinero, el fruto de su trabajo resulta a la vez más efectivo, la
utilidad más práctica y bajo todo punto de vista más saludable. Nada adelantábamos con
ganar más si por otra parte se gasta infinitamente más por la infinidad de motivos que
nos incitan cuando nos obligan a ello. Es, pues, de todo punto indiscutible la gran
ventaja económica que resulta al inmigrante de establecerse en esta provincia”.
Mucho de cierto había en sus consideraciones, pero en La Rioja se pagaba poco, La
Rioja tenía tierras indivisas y sin títulos legales, La Rioja no aceptaba a todos los que
quisieran venir… Y todas esas consideraciones –y otras muchas, por supuesto– habrán
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pesado, sin duda, el día que algún funcionario nacional de inmigración se puso a pensar
qué sentido tenía seguir gastando 100 pesos mensuales que eso fue lo que ganó
mensualmente Cortés Guerrero durante todos estos años en una lejana y pobre provincia
andina, que por otro lado ese funcionario ubicaba bastante mal en el mapa, provincia
que no quería ni turcos, ni rusos, ni sirios, ni chinos, que quería a lo más, españoles e
italianos, que pagaba más bien poco y que lo que ofrecía sí, generosa y en abundancia
era paz y tranquilidad…
Y el funcionario nacional dijo ¡no va más! Y Cortés Guerrero acató. Y se terminó así
ese intento de organizar la inmigración, lo que no significó en absoluto que los
inmigrantes dejaran de llegar a La Rioja.
Y así fue que lo siguieron haciendo los italianos, los españoles, los rusos, los turcos, los
sirios y hasta los chinos ¿por qué no?
Porque La Rioja a su manera pacifica y tranquila también fue crisol de razas.
BIBLIOGRAFÍA
Se ha utilizado primordialmente los dos gruesos copiadores de cartas de Cortés Guerrero de 1907 a 1913. En ellos están copiados
no solamente los informes mensuales sino toda la correspondencia de la oficina de inmigración. Además se consultó a Armando
Raúl Bazán y su Historia de La Rioja, Nicolás González Iramain, “Del solar riojano” y literatura de la época.
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IX
Córdoba la atea, la Reforma y el “principismo” riojano
primer partido reformista
Esta crónica tiene tres tiempos.
El primero es un folleto titulado “Las nuevas tablas” publicado en 1910 que lleva las
firmas, pocas firmas en verdad, de Deodoro Roca, Cesar Reyes, D. Valdez, Alejandrino
Infante, Lucas Llanos, Pedro Roveilli y Domingo Tello.
No es extraño que fuera tan reducido el número de firmas, se publica ocho años antes de
la Reforma en una Córdoba que era el centro del fanatismo religioso y de la hipocresía.
Dice uno de los que redactaron éste curioso y hasta medio infantil folleto, José López
González: “la juventud se homologaba en la molicie y el miedo. La Universidad era
antrorrarefacto, empobrecido por los más bajos módulos de la pequeñez mental del
privilegio y de la ignorancia vestida de jaquet”.
Seguramente la aparición de éste, graciosamente calificado de “Código de los machos
humanos”, habrá provocado más de una risa y más de un escandalete entre los beatos
cordobeses.
Se decía en “Las nuevas tablas”:
Artículo 1º –No tener ninguna creencia religiosa. Tiene una nota: la comisión ha dado
principal importancia al art. 1º, pues es imposible considerar machos a los que temen a
los muertos y a los fetiches. Efectivamente: el hombre que usa de sus facultades, de su
inteligencia, de su raciocinio, de su carácter, el que trabaja con fe, con criterio y, no es
flojo, hipócrita y bribón – que son los únicos y transforman la verdad, traicionando la
conciencia en beneficio de sus intereses y de las convenciones. –no puede sino
encontrar en toda religión la manifiesta expresión de la ignorancia y del miedo, propio
de razas inferiores, a cuyo nacimiento y conservación contribuyen por igual el
desconocimiento de la naturaleza y la falta de civilidad de sus facultades. En suma la
inferioridad de la especie humana. Como doctrina individual y como práctica es
suficiente la del Bien. Los dogmas y los ritos: Divinidad, infalibilidad, revelación, misa,
confesión, bautismo, comunión, y todas las ceremonias y formas exteriores de todo
culto, son símbolo de barbarie y de estupidez de los creyentes y a las veces simulación y
comercio de los sacerdotes, llamados ministros de su Dios.
Dios que es la armonía de la naturaleza, la felicidad colectiva y la salud del hombre,
estará siempre con quienes saben despertar su inteligencia para ser mejores y en su
consecuencia extraer mayores beneficios de la fuente común de riqueza imperecedera
que es la Naturaleza.
Nunca estará Dios con quienes se castren física, moral e intelectualmente, reduciéndose
a la práctica troglodita de ceremonias que idiotizan las conciencias y matan las energías
renovadoras de la especie humana, altiva y hermosa.
El hombre educado integralmente, conforme a la naturaleza, no necesita religiones
abstractas e incomprensibles. Necesita el conocimiento claro de los misterios de la
naturaleza y esto solo se consigue por el estudio y la práctica de las ciencias. La única
moral, la que facilita el desenvolvimiento normal de la vida del hombre, basada en la
solidaridad y en la humanidad.
Art. 2º –Ser individualista. Significa: Bastarse a sí mismo. Conseguir la independencia
por medio del trabajo.
Art. 3º – Cultivar la inteligencia para aplicarla a la felicidad humana. Clausula que
completa e integra el concepto de macho. Que muchos le toman en el sentido animal:
101
De fuerza fisica. No es exacto. El macho en el sentido del código es el que para ser tal,
ha de reunir las condiciones específicas de hombre, y, ésta es la inteligencia. La
integridad biológica, la inteligencia y el carácter.
Art. 4º – Dar primacía al hombre y al amor sobre los demás instintos y sentimientos.
Art. 5º – Poner la fuerza propia al servicio de los derechos cuando estos no sean
respetados por los demás individuos ni garantidos eficazmente por el estado. Es el
derecho de la Revolución que todos los pueblos libres han suscrito como último
remedio a males consuetudinarios e irremediables.
Decía además López González:
Hoy Córdoba es el renacimiento. El entusiasmo y el ensueño anida en el corazón de la
juventud.
Rómpanse las viejas tablas. Tal es el grito de renovación en que culmina el
mandamiento. Era el presentimiento, la necesidad inmanente del pueblo que ya se hacía
sensible en ese trompetazo lanzado por aquella minoría de rebeldes. Anunciaba el
advenimiento de nuevas ideologías y de una realidad más humana y natural de la vida
social. Correspondía el advenimiento de hombres nuevos. La sociedad ansiaba
renacimiento.
Hasta ahí lo que se dice es esta curiosa publicación de 1910 cuyo único ejemplar existe
en la biblioteca Mariano Moreno de La Rioja. Lo interesante a destacar es que Deodoro
Roca firmante de este manifiesto proclamándose ateo al igual que los demás va
marcando la orientación que expondría años después en el “Manifiesto liminar” de la
Reforma. Antecedente poco conocido en el que se basará gran parte del ideario
reformista.
Es muy curioso que la pluma de López González redactara el “código de los machos
humanos” cuando él era la versión más alejada de ese macho ideal pues era contrahecho, esmirriado, jorobado, una suerte de Cuasimodo una verdadera cagada pero
poseedor de un espíritu realmente singular y original.
El Segundo Tiempo de ésta crónica es la Reforma Universitaria.
La Córdoba beata y frailuna que tenía como Pastor y Obispo a Monseñor Zenón Bustos
(al que le cabría el apodo de “El Tetón” vio en la Reforma una suerte de movimiento
diabólico y comunista contra el que “El Tetón”) lanzaría toda su gruesa artillería de
vieja histérica pues pensaba y lo decía nomás que eran hijos, los reformistas, del Diablo.
¡Cura rebuscado y maricón! ¡Un cura de mierda, mejor dicho!
El Tercer Tiempo fue El “principismo” primer partido reformista en el mundo.
La Unión Cívica Radical Principista que fundaría en el año 20 el doctor José López
González en La Rioja se convirtió en el primer partido político de absoluta raíz
reformista en el país, partido que protagonizaría la revolución de marzo de 1924 como
primer acto partidista y que continuaría su existencia hasta bien entrada la década del
60.
No olvidemos que hacia el año 28 Julio V. González, hijo de Joaquín Víctor González
fundaría en Buenos Aires el Partido Reformista, que ese sí tuvo muy poca vida.
“El Principismo” ha sido sin duda el más romántico y puro de los partidos políticos
argentinos. Por supuesto que se destacó por sus proclamas, por su encendido llamado a
la juventud y a los hombres de bien y por consiguiente y por lógica fue un partido que
102
nunca jamás obtuvo el más minúsculo curul. Y vegetó cultivando un perfil de absoluta
honestidad, cristalino y puro, algo que, por supuesto nada tenía que hacer en la política
criolla, llena de fraudes, agachadas y mariconadas.
Al igual que el cantonismo sanjuanino o el lencinismo mendocino, La Rioja, vio nacer
un movimiento político de autentica raigambre popular que levantó banderas de
reivindicación social, económica y cultural con más virulencia y empuje que el
yrigoyenismo tradicional. Sus figuras principales fueron dos personajes románticos,
imbuidos de reformismo y de ideales de transformación, que en realidad nunca pudieron
concretar: don Francisco “Pancho” Baigorrí, farmacéutico y químico recibido en la
Universidad de Buenos Aires y que en La Rioja se dedicará activamente a la política, el
periodismo, la cátedra y José López González, abogado recibido en Córdoba, que será
cabeza visible de la revolución armada de marzo de 1924. “El Principismo” riojano,
división de la Unión Cívica Radical, tenía muchas connotaciones con el lencinismo
mendocino y el cantonismo sanjuanino. Sus dirigentes tenían fluido trato con aquellos,
eran amigos y conmilitones y levantaban un programa político con muchas similitudes.
El líder cautivante
¿Quién fue López González? “Era un hombre de exquisita personalidad y cultura.
Poseía una frondosa biblioteca en donde además de los clásicos tenía todo aquello
relacionado con el folklore y en particular con las raíces del noroeste. Poseía una cultura
vinculada a la tierra”.
Muchacho de familia de larga prosapia pero de recursos humildes.
Estaba muy ligado a la cultura popular de los llanos. La familia lo envió a estudiar a
Córdoba y tales eran sus dificultades económicas que estuvo a punto de dejar su carrera.
Su origen o antecedentes podrían estar con el romanticismo de Alem.
De ahí su postura antiverticalista respecto de Yrigoyen y su “principismo”.
Creía en la individualidad de la conciencia cívica y no en el caudillo carismático.
Y el último revolucionario vivo de aquellas épicas jornadas de marzo del 24, la última
revolución habida en La Rioja en este siglo, Segovio Villafañe (84 años) cuenta,
mientras bebemos vino en un bar de Aimogasta y luego de tomar dos potrillos de tinto
su mano tembleque de borrachito que era, dejaba de temblar.
“Siendo estudiante secundario en el Colegio Nacional de La Rioja conocí al doctor José
López González, que en ese entonces ya era abogado. En la conversaciones que he
mantenido con él muchísimas veces, tuve la convicción que era un erudito de una
preparación tal que daba gusto escucharlo ya sea sobre temas históricos, políticos o
literarios”.
Leyendo su extraño libro “Conducta”, único que publicaría López González, una
extraña desazón nos invade. En él reunió una serie de divagantes pensamientos morales
en torno a la civilidad, el hombre, sus actitudes éticas, y quizás nos queda la idea de ser
una especie de Kempis criollo y laico.
En ese curioso libro se recoge, además sus numerosos soliloquios escritos en lugares y
tiempos distintos, una suerte de manifiesto dirigido a la juventud.
Así, el 2 de abril de 1923, once meses antes de la revolución que encabezará, escribe
con el título de “¡Firme la muchachada!” lo que sería bandera y grito de la acción
política y revolucionaria.
103
Y es que en La Rioja como en tantas provincias argentinas a pesar de las banderas de
reivindicación democrática levantadas por la Unión Cívica Radical se mantenía el
mismo nepotismo y el mismo uso de los cargos públicos como botín político.
En 1922, el “Principismo” da a conocer su programa mínimo o de acción inmediata en
el que dice: “Propender a que la tierra sea del que la trabaje, considerando al latifundio
y al baldío como rémoras del progreso; destinar la quinta parte de la renta anual
provincial para la construcción de pequeñas obras de irrigación; canales, diques de
afloramiento, embalses, perforaciones a precio de costo, caminos y defensa contra las
corrientes; propender al cultivo intensivo de los frutales que pueden considerarse
específicos por su calidad como el olivo, el nogal, el naranjo, etc. escuelas prácticas
regionales de aplicación agropecuaria; fomento de la inmigración y reparto de las tierras
fiscales para su trabajo; fomento de las cooperativas de producción y consumo. Banco
de fomento; reconocimiento de los sindicatos obreros; libertad de trabajo y supresión de
los impuestos a los consumos, a los materiales de construcción, motores y demás
maquinarias de aplicación industrial, a los oficios o profesiones útiles y a las industrias
hasta su completa estabilidad; ley de salario obrero de acuerdo con las condiciones y
naturaleza de los trabajos y jornada de ocho horas para todos los obreros del Estado y
empresas contratantes con la provincia o las municipalidades; ley de protección a la
vejez, invalidez y accidentes de trabajo, profilaxia del alcoholismo y demás flagelos
regionales de la salud y de la raza. Propender al diagnostico precoz de la tuberculosis y
la construcción de sanatorios populares para el tratamiento de esta y otras
enfermedades; reglamentar la percepción de los impuestos de manera de evitar los
abusos que atentan contra la libertad individual. Y muchas otras cuestiones más que no
convierten en un suerte de proto peronismo pero sin las lacras de éste.
En realidad, este ambicioso programa nunca pudo ser llevado a cabo, pues el
“Principismo” riojano a lo largo de su azarosa historia y a diferencia de las fuerzas
populistas de Mendoza y San Juan, solo fue gobierno 48 horas y pudo dar solamente
dos decretos el 6 y el 7 de marzo de 1924.
Muchos años después en 1962, ya borrado de las lides políticas provinciales, intentó su
resurrección avalando las pretensiones de los candidatos peronistas, necesitados de una
estructura legal que por entonces no contaban por estar proscriptos. El fracaso de las
tratativas no nos impide suponer que si el intento existió lo fue, más que nada, por las
similitudes programáticas entre ambas corrientes políticas: una por entonces ya histórica
y la otra proscripta.
La breve revolución del Principismo
Siguiendo esa idea romántica El Principismo llevará a cabo una revolución en La Rioja
el 6 de marzo de 1924.
No hace a esta síntesis comentar los muchos entretelones pero si que la principal acción
armada fue contra la central de policía por un pequeño grupo de revolucionarios.
Desciende López González con sus acompañantes y le dice al centinela. “¡Salud
compañero!”. El vigilante al ver el grupo armado quiere hacer uso de su revólver, pero
no alcanza a desenfundarlo. Recibe un balazo entre las piernas, da un salto
retorciéndose de dolor y huye despavorido. El grupo penetra temerariamente en el
edificio, al grito de: “¡Viva la revolución!”. Un revolucionario contaría luego: “Nos
habíamos puesto la mejor ropa y salimos con todos nuestros ahorritos en los bolsillos.
Así atacamos la policía y así nos desbandamos. Si nos tocaba morir no queríamos pasar
por rotosos ni mugrientos”.
104
Y hasta el mismo jefe revolucionario les aconsejó: “Vístanse con lo mejor que tengan.
Hagan de cuenta que van a una fiesta. Tal vez la última” agregó fúnebremente.
Una revolución que no por chiquita y provinciana tenía que ser crota y deshilachada!
Fue, en resumen una revolución modesta, pero arregladita…
“Debajo de la morera se armó la pelotera”
Ya está el blanco sombrero de Vitolo adentro. La retreta ha enmudecido. El público y
los músicos de la banda se han evaporado. Los revolucionarios avanzan decididos, entre
ellos Segovio Villafañe, que ha lanzado al interior de la jefatura de policía y en la plaza,
bombas de estruendo y humo. Pronto el espeso humo ensombrece el viejo patio y las
oficinas. Se combate en forma desventajosa para los defensores, que corren a refugiarse
en el segundo patio. Unos se tiran bajo la mora, la célebre mora que durante muchos
años dio sombra a cuanto preso fue alojado en la jefatura y se fingen muertos; otros
saltan la muralla del naciente y van a parar a la casa de las hermanas de don Pancho
Baigorrí. ¡Curiosidades de la historia! Uno de los jefes revolucionarios.
La cosa está que arde. Defensores que resisten y atacantes corajudos.
Algunos de los atacantes están heridos.
Entre los que atacan está el chileno Manuel Gómez Videla. Como se le desconfiaba por
su carácter irascible no se le había dado participación en la revuelta, pero él sabía
cuando iba a producirse el golpe. Estaba a una cuadra de distancia al oír loa tiros. Se
vino enardecido, sin más arma que una daga en la mano. Al penetrar en el zaguán de la
jefatura cayó muerto de un certero balazo que le hicieron los defensores. “Quien no fue
invitado –diría el poeta y músico, el ciego Roberto- fue finado”.
“Cuando le fueron a dar el pésame a la viuda. María Luisa Gómez, ésta comentó: “Tal
vez se haya muerto porque era lo último que le quedaba”.
La fama de manirroto y farrista del “chileno” Gómez quedó tradicional en su familia.
“Esto me dejó de recuerdo” –decía su mujer María Luisa, y señalaba una gruesa
matadura en la cabeza como consecuencia de un talerazo de su “cariñoso” marido.
Quizás por eso los revolucionarios no lo invitaron a participar en la toma de la Bastilla
riojana.
La lucha no se prolongó mucho. Ante el número creciente de revolucionarios que
invade el edificio, la policía se rinde. Varios fueron los muertos y heridos.
Al mejor estilo bucanero
El segundo grupo que debía apoderarse de la cárcel, antes de cumplir su misión recaló
en un almacén del camino y, al mejor estilo Francis Drake, se entonó con grappa en la
que disolvió pólvora, receta para lograr buen nivel de coraje que parece dio inmediatos
y contundentes resultados. Y así los revolucionarios avanzan y derrotan al enemigo.
Fueron, hubo tiroteo y se entregaron”.
Se juramentó a los presos dándoles la libertad condicional para que ayudaran a los
revolucionarios. Una vez terminada la revolución volvieron a la cárcel. Los presos
ayudaron a estar al frente de la guardia y en otras tareas, custodiando la ciudad.
“Triunfante la revolución, la totalidad de los presos quedaron libertados y encerraron en
los calabozos, a los agentes, en calidad de prisioneros.
Armados los presos con los fusiles de los que fueron sus guardianes, se presentaron al
jefe de la revolución a pedir órdenes. El doctor López González dispuso que suplieran a
los policías para resguardar la tranquilidad pública en el radio de la ciudad”.
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Bajo la vigilancia de aquellos delincuentes no ocurrió en la ciudad de La Rioja, un solo
caso de desorden ni la menor ratería durante las 48 horas que duró el gobierno
revolucionario. No se produjo un solo acto de delincuencia, algo verdaderamente
excepcional.
Cuando era público que el gobierno nacional había ordenado al destacamento local del
ejército que desalojara a los revolucionarios, el preso que hacía de jefe de los liberados
consultó al jefe de la revolución sobre lo que convenía hacer: si resistirse a las tropas
nacionales o escapar a igual que los civiles sublevados. El doctor López González les
respondió: “Tienen ustedes dos caminos a seguir: darse la libertad como les prometí o
regresar a la cárcel a cumplir la condena impuesta por la justicia, para honra de la
Revolución.
Y sucedió lo extraordinario. Eligieron regresar a la cárcel en su totalidad con la “única
excepción de un detenido bajo proceso”.
El único que falló no tenía suficiente conciencia de preso…
Los dos pasos de la revolución y caída estrepitosa
El gobierno revolucionario duró 48 horas y aparte de dos decretos ordenando hacer un
arqueo de caja y convocando a las milicias de la provincia, publicó un manifiesto que
vio la luz una semana después, el 13 de marzo.
No tiene desperdicio. Escrito por López González, decía: “Y considerando: que
levantada la bandera de este partido, al son del himno de la tierra, que pide solución
para siempre, de las viejas normas, de la política por la política. Para que, para siempre
jamás, reine el desierto y el hambre, gestores del éxodo y de la proscripción.
Para conjurar los vicios capitales, que lesionan el carácter y las fuerzas primordiales del
hombre. Para que de una buena vez para siempre, los ciudadanos de La Rioja seamos
una columna de labor. Para que la tierra se mensure y se reparta. Para que las quebradas
de las montañas, se empareden y contengan las gotas de agua, al calor afanoso de las
manos creadoras del hombre. Para que la tierra se edifique, se are, se siembre, se
coseche. Para que, los hombres rían y canten, celebrando los partos gloriosos de la
tierra. Para que Alberdi reine. Para que, Sarmiento adoctrine y conduzca.
Para que Almafuerte amanezca en la poesía, del ciclope redivivo.
Para que Ameghino profetice. Y, porque todavía vivimos en la colonia: invocamos el
espíritu libre de Mariano Moreno y sea también, el advenimiento de nuestro veinticinco
de mayo. Por el espíritu justiciero y candente en la verdad, hasta la ferocidad de nuestro
Facundo, hijo del vilipendio de una época, que no fue capaz de comprenderlo.
Para que vuelvan los proscriptos. Los hijos que se fueron para siempre, en la orfandad
de los hijos. Para todo esto. Por el pasado de nuestro pueblo hijo del llanto y de la
esterilidad de un suelo inclemente.
De un cielo sin agua y sin Dios. Por el porvenir de nuestra especie. Por la conducta. Por
el ejemplo.
Por la docencia que legaremos, VOTAMOS, DECLARAMOS: Nos la Junta de
Gobierno del Pueblo Revolucionario de La Rioja significar por el Partido Principista
que coronó su primer alcanzamiento de victoria en la cruzada del 15 de julio de 1923,
que el actual gobierno se debate en la inactividad. Está fuera de la opinión de la
provincia. No lo apoya el partido que lo llevó al gobierno. No lo apoya el “Partido
verdadero”. No lo apoya la “Liga Llanista” que formó ex profeso el hermano del
gobernador. Luego todos los núcleos de la provincia que reúnen el pueblo todo de la
provincia, no le apoyan: gobierno en el aire. Es algo que no tiene pedestal de opinión y
FLOTA. Carece de principios políticos, económicos y sociales que le orienten EJE. En
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menos de un año de vida cambió tres ministros. La provincia está afuera de la
Constitución: no tiene régimen municipal. El consejo de Educación está acéfalo porque
el funcionario que desempeña la presidencia está vedado por la Constitución tratándose
de un diputado provincial.
Sin recursos para solventar su presupuesto, base de la vida de los gobiernos. Por estas
consideraciones, la Comisión Revolucionaria que suscribe, RESUELVE: Nombrar la
Junta Revolucionaria compuesta “… y siguen los 14 nombres de los principales
complotados”.
Este manifiesto lo pinta a López González de cuerpo entero. El lenguaje, las ideas y
propósitos expuestos en forma mesiánica y solemne, nos muestran un grupo de hombres
imbuidos de los esquemas y lectura de aquellos tiempos.
“¡Adelante la muchachada!” y a no parar… hasta afuera de la provincia
Francisco, “Pancho”, Baigorrí y otros radicales principistas se encontraban en Buenos
Aires para tratar de obtener rédito inmediato del movimiento revolucionario o
contrarrestar posibles y lógicas reacciones de los grupos desafectos. Que era acertada la
previsión, lo demuestra el hecho que Gallo se mostró decidido a reprimir enérgicamente
a los revolucionarios y a reponer de inmediato en el cargo al gobernador depuesto. Los
principistas lo convencieron de que eso no podía hacerse y entonces Gallo, recordando
que había dado su apoyo previo a la revolución, ordenó al jefe del Regimiento 15º,
teniente coronel Novolicio, que se hiciera cargo de los edificios tomados por rebeldes y
pusiera en posesión del gobierno al general Solá el cual posteriormente lo entregó al
Interventor Federal doctor Mora y Araujo que fue el que trajo la prostitución a La Rioja.
Todo se hizo guardando serenidad y compostura y pocos fueron presos. “En San Juan
donde huimos para evitar la detención, estuve dos años teniendo toda clase de garantías
en mi libertad personal, no obstante tener la captura recomendada por el gobierno de La
Rioja. El movimiento fue apoyado por los Cantoni y Lencinas, que querían que en La
Rioja hubiera un gobierno afin al de ellos. A algunos revolucionarios que huyeron, los
Cantoni les dieron puestos. Habiendo estado entonces de ministro de Hacienda de San
Juan, don Cesar Baigorrí, que era hermano de don Pancho, nos prestaba mucha ayuda”.
Las denuncias hechas por el “Principismo” en memorial elevado al presidente. Alvear
daban cuentas que en La Rioja no existía ni poder legislativo, ni judicial, ni régimen
municipal, siendo la educación un instrumento político, pues toda la política vivía por y
para servir los caprichos del exgobernador Rincón. El gobernador San Román se va a
los pocos meses herido en un ala por los hondazos principistas, gorrión provinciano de
poco vuelo y poca monta.
López González “el curandero del derecho” como alguien lo definió, seguirá luchando
por su utopía.
Murió en 1968 y sus restos descansan en Ulapes. Fue un soñador, quizás, un
incomprendido. O, quizás, un insigne pelotudo.
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X
1924 – La revolución de bolsillo del “Principismo” riojano
Al igual que el cantonismo sanjuanino o el lencinismo mendocino, La Rioja, vio nacer
un movimiento político de auténtica raigambre popular que levantó banderas de
reivindicación social, económica y cultural con más virulencia y empuje que el
yrigoyenismo tradicional. Sus figuras principales fueron dos personajes originales y
románticos, imbuidos de reformismo y de ideales de transformación, que en realidad
nunca pudieron concretar: don Francisco “Pancho” Baigorrí, farmacéutico y químico
recibido en la Universidad de Buenos Aires y que en La Rioja se dedicará activamente a
la política, el periodismo, la cátedra y José López González, abogado recibido en
Córdoba, que será cabeza visible de la revolución armada de marzo de 1924.
“El principismo” riojano, división de la Unión Cívica Radical, tenía muchas
connotaciones con el lencinismo mendocino y el cantonismo sanjuanino. Sus dirigentes
tenían fluido trato con aquellos, eran amigos y conmilitones y levantaban un programa
político con muchas similitudes.
El líder cautivante
¿Quién fue López González? “Era un hombre –afirmaba el doctor Orlando Matta– de
exquisita personalidad y cultura. Poseía una frondosa biblioteca en donde además de los
clásicos tenia todo aquello relacionado con el folklore y en particular con las raíces del
noroeste. Poseía una cultura vinculada a la tierra”.
Muchacho de familia de larga prosapia pero de recursos humildes.
Oriundo de Ulapes, estaba muy ligad a la cultura popular de los Llanos. La familia lo
envió a estudiar a Córdoba y tales eran sus dificultades económicas que estuvo a punto
de dejar su carrera.
Su amigo Ramón de la Vega lo ayudó a que siguiera y lo alentó a terminar sus estudios.
Físicamente endeble y de un tremendo magnetismo personal que emanaba de su propia
personalidad, era tan cautivante la conversación de López González que nos pasábamos
muchas noches, especialmente de verano, hasta la madrugada contemplando el cielo
estrellado de La Rioja mientras conversábamos.
Era sin duda López González una de las grandes personalidades de La Rioja.
Su origen o antecedentes podrían estar con el romanticismo de Alem. De ahí su postura
antiverticalista respecto de Yrigoyen y su “principismo”.
Creía en la individualidad de la conciencia cívica y no en el caudillo carismático”.
Y el último revolucionario vivo de aquellas épicas jornadas de marzo del 24, la ultima
revolución habida en La Rioja en este siglo, Segovia Villafañe (84 años) nos cuenta;
mientras bebemos vino en un bar de Aimogasta: “Siendo estudiante secundario en el
Colegio Nacional de La Rioja conocí al doctor José López González, que en ese
entonces ya era abogado. En la conversaciones que he mantenido con él muchísimas
veces, tuve la convicción que era un erudito de una preparación tal que daba gusto
escucharlo ya sea sobre temas históricos, políticos o literarios”.
Leyendo su extraño libro “Conducta”, único que publicara López González, una extraña
desazón nos invade. En él reunió una serie de divagantes pensamientos morales en torno
a la civilidad, el hombre, sus actitudes éticas, y quizás nos queda la idea de ser una
especie de Kempis criollo y laico.
En ese curioso libro se acoge, además de sus numerosos soliloquios escritos en lugares
y tiempos distintos, una suerte de manifiesto dirigido a la juventud. No olvidemos que
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López González, aparece firmando en agosto de 1916 uno de los manifiestos liminares
de la Reforma Universitaria y no es extraño suponer la influencia de Deodoro Roca en
su accionar en pro de la moral política.
Así, el 2 de abril de 1923, once meses antes de la revolución que encabezará, escribe
con el titulo de “¡Firme la muchachada!” lo que sería bandera y grito de la acción
política y revolucionaria.
Quizás en la juventud vivenciaba las posibilidades de reivindicar el ideario moral de la
Unión Cívica Radical que en La Rioja, al igual que en otras provincias, había caído en
el nepotismo más burdo. “Por eso la juventud –dirá Ángel María Vargas– lo
acompañaba, escuchaba su verbo estimulante en cualquier lugar de la ciudad,
convertido en tribuna para su entusiasmo inagotable”.
El nepotismo de Don Pelagio
El año 1924, aparece como un año convulsionado no solamente en La Rioja sino en el
país por la ruptura entre el yrigoyenismo y el ala antipersonalista del senador Melo.
Comentando el accionar pre-revolucionario de López González, el exgobernador riojano
Herminio Torres Brizuela, cuyo hermano Horacio murió en la revolución del 24,
comenta: “López González instaló en La Rioja un estudio jurídico, trayendo ideas
revolucionarias para la época en materia política y social. Se afilió a un partido
disidente del radicalismo, la Unión Cívica Radical Principista, que dirigía Francisco
Baigorri: un movimiento muy riojano que al principio fue una disidencia dentro del
orden local. Baigorri se separó de Benjamín Rincón, gobernador de la provincia,
acusándolo de nepotismo, los mismos cargos que usara el radicalismo en un principio
contra los conservadores.
Todo era nepotismo en ese radicalismo que orientaba el vicepresidente Pelagio B. Luna.
Su hermano David era senador nacional; Benjamín Rincón, su cuñado, gobernador de
La Rioja; y su primo político Daniel Baush, diputado nacional. Ese ha sido el principio
de la división de Baigorri, al que acompañaba mucha juventud. “El principismo” era
fuerte en la capital y en los Llanos”… Pero la explicación, en realidad, no brinda
razones de fondo, que en parte se aclaran cuando conocemos las bases programáticas
del “Principismo” que iban mucho más allá de lo que aspiraba el radicalismo
yrigoyenista.
Poco se ha estudiado este fenómeno político en La Rioja. En 1922, el “Principismo” da
a conocer su programa mínimo o de acción inmediata en el que dice: “Propender a que
la tierra sea del que la trabaje, considerando al latifundio y al baldío como rémoras del
progreso; destinar la quinta parte de la renta anual provincial para la construcción de
pequeñas obras de irrigación; canales, diques de afloramiento, embalses, perforaciones a
precio de costo, caminos y defensas contra las corrientes; propender al cultivo intensivo
de los frutales que pueden considerarse específicos por su calidad como el olivo, el
nogal, el naranjo, etc. Escuelas prácticas regionales de aplicación agropecuaria; fomento
de inmigración y reparto de las tierras fiscales para su trabajo; fomento de las
cooperativas de producción y consumo. Banco de fomento; reconocimiento de los
sindicatos obreros; libertad de trabajo y supresión de los impuestos a los consumos, a
los materiales de construcción, motores y demás maquinarias de aplicación industrial, a
los oficios o profesionales útiles y a las industrias hasta su completa estabilidad; ley de
salario obrero de acuerdo con las condiciones y naturaleza de los trabajos y jornada de
ocho horas para todos los obreros del Estado y empresas contratantes con la provincia o
las municipalidades; ley de protección a la vejez, invalidez y accidentes de trabajo,
profilaxia del alcoholismo y demás flagelos regionales de la salud y de la raza.
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Propender al diagnostico precoz de la tuberculosis y la construcción de sanatorios
populares para el tratamiento de esta y otras enfermedades; reglamentar la percepción
de los impuestos de manera de evitar los abusos que atentan contra la libertad
individual: dar cumplimiento al artículo 142 de la Constitución Provincial dejando la
administración del riego a cargo de una comisión especial hasta tanto se haga electiva
directamente por el pueblo; difusión de conocimientos tendientes a capacitar al pueblo
para hacer efectiva y real la autonomía municipal y la separación definitiva de sus
facultades y acción, de la de los poderes del Estado y la policía sobre todo; Provisión de
puestos públicos mediante concurso, ley de estabilidad y escalafón; estimulo a la
vocación individual y apoyo pecuniario del Estado al trabajo de investigación científica,
publicación literaria y artística. Creación de becas de perfeccionamiento; derogación de
los reglamentos, decretos y leyes que traban la libertad de pensar y de reunión.
Reformas de la ley de imprenta, aplicando penas pecuniarias solamente; fomento de la
educación física en todas sus manifestaciones y creación de bibliotecas públicas
ambulantes para los departamentos de la provincia; sanción de un código rural; reforma
de la Constitución en lo referente a dar representación a las minorías y a la elección
directa de los intendentes municipales”.
En realidad, este ambicioso programa nunca pudo ser llevado a cabo, pues el
“Principismo” riojano a lo largo de su azarosa historia y a diferencia de las fuerzas
populistas de Mendoza y San Juan, sólo fue gobierno 48 horas y pudo dar solamente
dos decretos el 6 y 7 de marzo de 1924.
Muchos años después en 1962, ya borrado de las lides políticas provinciales, intentó su
resurrección avalando las pretensiones de los candidatos peronistas, necesitados de una
estructura legal que por entonces no contaban por estar proscriptos. El fracaso de ls
tratativas no nos impide suponer que si el intento existió lo fue, más que nada, por la
similitudes programáticas entre ambas corrientes políticas: una por entonces ya histórica
y la otra proscripta.
Camino a la revolución
“El motivo aparente del movimiento revolucionario del 6 de marzo de 1924 fue una
suerte de persecución del gobierno de la provincia contra los principistas. Incluso hubo
un proceso en el que interviene un juez que no era riojano, hijo del general Baldrich, en
el que se condena a López González por desacato” –relata Herminio Torres Brizuela–.
“Yo tuve conocimiento de la revolución cuando tenia 15 años”.
Nuestra familia vivía en El Milagro donde tenía campos. Y en El Milagro estaba mi
padre Rosa Antonio, mi hermana Clarita y mi hermano Severo, ambos mayores que yo.
Mi madre no estaba en ese momento. Recuerdo que en un almuerzo mi padre nos dijo:
“Yo tengo un gran cargo de conciencia que quiero participarles a ustedes: Horacio (mi
hermano que tenía 23 años) con mi consentimiento se ha ido a La Rioja a participar en
una revolución contra el gobierno”. El cargo de conciencia de mi padre era por el
peligro que significaba y sin tener consentimiento de mi madre. Mi padre justificaba su
actitud porque Horacio le hizo el planteo con la seguridad que el padre no lo dejaría
faltar a la palabra empeñada. Horacio había viajado días antes a San Juan, donde se
preparó todo el plan con el apoyo del cantonismo. Querían regionalizar la cuestión”.
Y explicando mejor esa relación Torres Brizuela dice: “López González viajaba con
frecuencia a San Juan. En algunas oportunidades para tomar la defensa de los Cantón
que eran procesados. De esa relación con los Cantón surge el apoyo indudable de estos
al “principismo”. La revolución quería el derrocamiento de Dávila San Román,
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gobernador impuesto por Benjamín Rincón y estaba en contra de la candidatura de
Agüero Ver, que ya tenía un gran prestigio en la provincia.
“Por otra parte se dijo que había sido apoyado por el entonces ministro del Interior
doctor Vicente Gordillo que aspiraba a formar núcleos de apoyo a su futura candidatura
a presidente”.
Un gobernador matón y un ministro investigador
Que en aquellos tiempos nuestra vida política era áspera y muchas veces brutal y que el
romanticismo de López González no era bien comprendido, lo demuestra una anécdota
bastante común que lo tuvo como principal victima o a su cabeza, más específicamente.
Adolfo Lanús, que gobernó La Rioja de 1926 al 29 escribió en un voluminoso libro de
183 páginas, resumen de su obra de gobierno, lo siguiente:
“Una fuerza política opositora a mi Gobierno conquistó pues, la primera magistratura de
la Provincia peor cabe anotar como público reconocimiento de mi imparcialidad, que en
los momentos más intensos de la campaña electoral ni durante los comicios hubo una
sola queja o denuncia fundada contra la actitud de las autoridades de la Provincia.
Tampoco en los actos posteriores de partidismo de esa misma fuerza política, se
formuló una acusación que echara sombras sobre mi conducta de Gobernante,
consagrándose así el respeto y la serenidad que corresponden a nuestra cultura…” Y
terminaba diciendo: “Los desbordamientos de la pasión no han perturbado ni amenazan
perturbar a la provincia”.
Pero eso de las pasiones desbordadas corría más bien con el propio Lanús. Siendo
gobernador el futuro editorialista de La Prensa y defensor acérrimo de libertades y
derechos civiles, fueron traídos a La Rioja los restos del doctor Joaquín V. González. La
comitiva oficial era presidida por el entonces ministro de Justicia e Instrucción Pública
doctor Antonio Sagarna. En ella venia también un riojano: el doctor Nicolás González
Iramain, pariente y ex secretario de González en el ministerio del Interior y a la sazón
magistrado judicial.
Apenas llegado a La Rioja, González Iramain fue informado por amigos comunes
acerca del apaleamiento por parte de matones traídos de San Juan por el gobernador
Adolfo Lanús, del doctor José López González.
Este había sido compañero de escuela de González Iramain, quien se movilizo de
inmediato y se fue con el ministro Sagarna al hospital donde estaba internado el
agredido, llevando periodistas y fotógrafos. Enterado el gobernador Lanús de lo que
ocurría, corrió al hospital. Pero era tarde: el ministro nacional, los periodistas y los
fotógrafos rodeaban la cama de López González, que tenía la cabeza vendada.
El episodio repercutió desfavorablemente para González Iramain mucho tiempo después
y para López González de inmediato, pues debió emigrar de La Rioja por la intolerancia
de su gobernador.
El episodio –decíamos– repercutió desfavorablemente para González Iramain y mostró
la mezquindad de un hombre que ya por entonces pasaba por ser un prohombre de la
democracia. Siendo colaborador de La Prensa sufrió el sabotaje de Adolfo Lanús que
era entonces Secretario de Redacción de dicho matutino. Y que se concretó en ocasión
de un nuevo aniversario de la muerte de Joaquín V. González. En efecto, González,
parental y afectivamente vinculado a la familia de don Nicolás González, visitaba
asiduamente la casa Pastora González Iramain de Lazcano, situada en los “Portones de
Palermo” (hoy Plaza Italia. En una ocasión no encontró a la familia y en el escritorio del
doctor Lazcano se puso a borronear unas cuartillas donde estampó una magnifica e
inédita meditación sobre la muerte titulada “Numen”.
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González estaba impresionado por el relato de las muertes masivas y espantosas
provocadas en las trincheras europeas por los gases asfixiantes y los tanques. El
manuscrito, guardado por Nicolás González Iramain, le sirvió para redactar su articulohomenaje al Místico de Samay Huasi.
Con “grata” sorpresa, al leer el diario La Prensa, encontró que en lugar de su
colaboración había aparecido una de Adolfo Lanús.
Casi veinte años después, sucedía esta pequeña venganza del exgobernador riojano,
molesto por haber sido descubierto en sus métodos represivos, por obra de su
comprovinciano González Iramain. Así se escribe la historia menuda de las
menudencias que suelen afectar la vida de los hombres y desviarla de su natural
vocación de grandeza.
Segovio Villafañe, el último revolucionario
“Con los hechos mencionados –y otro más– se produce un descontento unánime en
todas las esferas que actuaban entonces, llegando a hacerse carne entre los dirigentes
políticos “Principistas” la idea de hacer una revolución para terminar con el mandato
gubernamental de Dávila San Román. Organizandose entonces en los cuadros, sobre
todo de la juventud principista, la convicción que podría afrontar el despotismo que
ocurría en el gobierno”.
“Se fijó en el domicilio de López González la comisión revolucionaria.
Y se estableció que el jefe de la Unión Cívica Radical Principista, don Francisco
Baigorrí, debería viajar a Buenos Aires a efecto de entrevistarse con los doctores
Vicente Gallo y Leopoldo Melo. Entrevista que tenia la finalidad de respaldar el
movimiento revolucionario del cual dichos personajes políticos, al igual que Federico
Cantón y hermanos, tenían conocimiento.
En síntesis, nosotros también teníamos convicción de que esos dirigentes políticos que
he mencionado en el orden nacional apoyaban nuestro sacrificio que significaba la
revolución a llevar a cabo”.
Detrás del sombrero blanco
Ya finalizaba la retreta en la plaza 25 de mayo de La Rioja, el paseo principal de la
ciudad, ese 6 de marzo de 1924. Eran mas o menos las 21.30 horas. La eterna vuelta del
perro, de niñas, madres y muchachos en ese foro T por la calle Mitre, con la capota
descubierta y un grupo de hombres de pie en el vehiculo.
Ocupaban el Ford T que dobló en la esquina de Obras Sanitarias y enfiló en dirección a
la Jefatura de Policía, el doctor López González, Horacio Torres Brizuela, Ramón de la
Vega, Hermenegildo Vitolo (hermano de Alfredo, ministro del interior del Gobierno de
Frondizi). German P. Alaniz y Juan Arabel.
Los grupos de revolucionarios diseminados en la plaza debían esperar la llegada del
vehiculo y no perder de vista la bandera de los atacantes: el sombrero blanco de Vitolo,
para seguirlo cuando hubiera que avanzar sobre la policía.
Se detiene el Ford T a pocos metros de la puerta principal de la Jefatura, lindera con la
antigua Casa de Gobierno ambas posteriormente demolidas.
Desciende López González con sus acompañantes y le dice al centinela: “¡Salud
compañero!”. El vigilante al ver el grupo armado quiere hacer uso de su revolver, pero
no alcanza a desenfundarlo. Recibe un balazo entre las piernas, da un salto
retorciéndose de dolor y huye despavorido. El grupo penetra temerariamente en el
edificio, al grito de “¡Viva la revolución!” Un revolucionario contaría luego: “Nos
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habíamos puesto la mejor ropa y salimos con todos nuestros ahorritos en los bolsillos.
Así atacamos la policía y así nos desbandamos. Si nos tocaba morir no queríamos pasar
por rotosos ni mugrientos”.
Y hasta el mismo jefe revolucionario les aconsejó: “Vistanse con lo mejor que tengan.
Hagan de cuenta que van a una fiesta. Tal vez la última”. Agregó fúnebremente.
Una revolución que no por chiquita y provinciana tenía que ser crota y deshilachada!
Fue, en resumen una revolución modesta, pero arregladita…
“Mi misión era encender las bombas de estruendo que vinieron de San Juan, enviadas
por los Cantón. Yo tenía tres bombas y prendí dos. Una frente de la jefatura de policía
que fue tirada al patio de la policía para provocar el temor del personal de la misma.
Prendí y arrojé la bomba y produjo buen efecto en circunstancias de la entrada del
doctor López González a la policía. Y la otra fue tirada al paseo de moda en momentos
que se realizaba la retreta que provocó el desbande de la enorme cantidad de gente que
presenciaba la misma, entre la que se encontraba el jefe de policía Gordillo, pariente de
San Román, que disparó como gamo”.
“Debajo de la morera se armó la pelotera”
Ya está el blanco sombrero de Vitolo adentro. La retreta ha enmudecido. El público y
los músicos de la banda se han evaporado. Los revolucionarios avanzan decididos, entre
ellos Segovia Villafañe, que ha lanzado al interior de la jefatura de policía y en la plaza,
bombas de estruendo y humo. Pronto el espeso humo ensombrece el viejo patio y las
oficinas. Se combate en forma desventajosa para los defensores, que corren a refugiarse
en el segundo patio. Unos se tiran bajo la mora, la célebre mora que durante muchos
años dio sombra a cuanto preso fue alojado en la jefatura y se fingen muertos; otros
saltan la muralla del naciente y van a parar a la casa de las hermanas de don Pancho
Baigorrí. ¡Curiosidades de la historia!
La cosa está que arde. Defensores que resisten y atacantes corajudos. Algunos de los
atacantes están heridos.
Entre los que atacan está el chileno Manuel Gómez Videla. Como se le desconfiaba por
su carácter irascible no se le había dado participación en la revuelta, pero él sabía
cuando iba a producirse el golpe. Estaba a una cuadra de distancia al oír los tiros. Se
vino enardecido, sin más arma que una daga en la mano. Al penetrar en el zaguán de la
jefatura cayó muerto de un certero balazo que le hicieron los defensores. “Quien no fue
invitado –diría el poeta y músico, el ciego Roberto– fue finado”.
“Cuando le fueron a dar el pésame a la viuda, Maria Luisa Gómez, esta comentó: “Tal
vez se haya muerto porque era lo último que le quedaba”.
La fama de manirroto y farrista del “chileno” Gómez quedó tradicional en su familia.
“Esto me dejó de recuerdo –decía su mujer María Luisa– y señalaba una gruesa
matadura en la cabeza como consecuencia de una talerazo de su “cariñoso” marido.
Quizás por eso los revolucionarios no lo invitaron a participar en la toma de la Bastilla
riojana.
La lucha no se prolongó mucho. Ante el número creciente de revolucionarios que
invade el edificio, la policía se rinde. Uno de los muertos es Torres Brizuela. Curioso
presagio tuvo Horacio. Al salir esa noche para el ataque habría dicho: “Voy a ponerme
el reloj sobre el corazón, porque al corazón me van a tirar”. La frase, bastante rebuscada
y truculenta no habría sido esa, sino la siguiente: “Muchas veces un reloj puesto sobre el
corazón no le salvó la vida. Y la sabiduría popular acuñada en la frase de marras mostró
que no era tan sabia. “En la refriega hubo varias bajas. Después que prendí las bombas
entré a la oficina de guardia donde estaban los compañeros revolucionarios disparando
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sus armas contra el personal que se encontraba en el interior del edificio. En el tiroteo,
fue herido mortalmente Horacio Torres Brizuela, herido el doctor Arabel, Ramón Rosa
de la Vega y otros.
Tomándose momentos después el edificio. No hubo delatores aunque corrían si entre la
gente rumores de que estallaría una revolución”.
Murieron también el cabo Francisco Mahake y el agente Juan Molina… que ese día para
su desgracia no estaba de guardia en la esquina.
El principal bastión había sido conseguido. Y la gente, como ocurre siempre, se
entusiasma y viva a los revolucionarios. Pero los objetivos aun no habían sido logrados
pues faltaba todavía tomar la cárcel y detener al gobernador San Román.
¡Firme la muchachada!
Once meses antes del golpe revolucionario, López González, publicó algo así como un
pre-manifiesto de orden doctrinario y abstracto. Decía el jefe de la revolución en su
curioso manifiesto a la juventud.
¡Firme la muchachada!
¡Firme la muchachada! quiere decir que es denodada y que finca su denuedo en la
libertad.
Que su libertad se abona en la independencia conquistada por medio del trabajo
honrado.
Quiere decir: que sabe bastarse a si misma.
Que debe ponerse por su cima de mandria.
Que no obedece sino a la Justicia, a la Razón, a la Verdad.
Que vive en gracia de sinceridad y de acción, siempre renovada por el bien colectivo.
Que no sabe adular ni al gobierno, ni al burgués, ni a la plebe.
Que es como la gleba, primordial.
Que odia todo relajamiento por higiene moral y física.
Que vive en gracia de puridad, de honestidad y de entrenamiento de ideal, como un
boxeador.
Que lleva en la frente la luz de una terrible voluntad de vencer y en el corazón la
sonoridad de un canto.
¡Firme la muchachada!
Quiere decir que está resuelto a todo evento.
Que no elige camino ni cabalgadura para la empresa.
Que nada le amedrenta.
Que su entraña no tiembla nunca de zozobra ni de miedo.
Que vibra tamaño el corazón solicitado por los grandes ideales y al ritmo de sus
calurosos entusiasmos.
Que no duda en la acción.
Que va derecho a la conquista, su escudo el desinterés, como arma de su blasón.
Que es estricta acostumbrada a toda dureza.
Que prefiere el obstáculo.
Que vive en gracia de sobriedad: “con un pan y con un libro”.
Que es invulnerable en la lucha: capaz de la carpa de campaña y de los esplendores del
palacio.
Que no le relaja la humildad del oficio.
Que dignifica la profesión al contacto de su ideal.
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Que ni le humilla la pobreza, ni le exalta la prosperidad.
Que sonríe en el combate.
Que vive en el trance del heroísmo.
Que es capaz de sentirse acompañada en el desierto y sola dentro de la muchedumbre.
José López González
Al mejor estilo bucanero
El segundo grupo que debía apoderarse de la cárcel, antes de cumplir su misión recaló
en un almacén del camino y, al mejor estilo Francis Drake, se entonó con grappa en la
que disolvió pólvora, receta para lograr buen nivel de coraje que parece dio inmediatos
y contundentes resultados. Y así los revolucionarios cartuchos avanzan y derrotan al
enemigo. Según el historiador Gregorio Mercado los guardia cárceles eran dos y los
presos unos 15.
Seguramente más de un revolucionario se debió arrepentir de haber bebido el inmundo
brebaje…
“Yo no recuerdo que estuvieran los guardia cárceles apalabrados.
Quizás algunos de los presos que defendía López González supieran algo.
Fueron, hubo tiroteo y se entregaron”.
Se juramentó a los presos dándoles la libertad condicional para que ayudaran a los
revolucionarios. Una vez terminada la revolución volvieron a la cárcel. Los presos
ayudaron a estar al frente de la guardia y en otras tareas.
Según Ángel María Vargas “los presos fueron puestos en libertad.
Entre ellos un tal Murúa se plegó al grupo como combatiente y dispuesto a saldar
cuentas con el juez Baldrich, que lo había condenado. No pudo cumplir sus designios
porque el magistrado, ante los feroces golpes que aplicaba a la puerta de la casa el
famoso Murúa y a sus gritos “¡Aquí está Murúa y me las vas a pagar”, huyó con su
familia refugiándose en casa del doctor Francisco de la Vega”.
Parece que Murúa fue el único que hizo mala letra en esta inédita experiencia, digna de
las lecciones de Juan Jacobo Rousseau, pues el ya desaparecido revolucionario doctor
Ramón de la Vega, años después de estos sucesos recordaría: “Triunfante la revolución,
la totalidad de los presos quedaron libertados y encerraron en los calabozos, a los
agentes, en calidad de prisioneros.
Armados los presos con los fusiles de los que fueron guardianes, se presentaron al jefe
de la revolución a pedir ordenes. El doctor López González dispuso que suplieran a los
policías para resguardar la tranquilidad pública en el radio de la ciudad”.
Bajo la vigilancia de aquellos delincuentes –anotaba el doctor de la Vega– no ocurrió en
la ciudad de La Rioja, un solo caso de desorden ni la menor ratería durante las 48 horas
que duró el gobierno revolucionario. No se produjo un solo acto de delincuencia, algo
verdaderamente excepcional.
Cuando era público que el gobierno nacional había ordenado el destacamento local del
ejército que desalojara a los revolucionarios, el preso que hacia de jefe de los liberados
consultó al jefe de la revolución sobre lo que convenía hace: si resistirse a las tropas
nacionales o escapar al igual que los civiles sublevados. El doctor López González les
respondió: “Tienen ustedes dos caminos a seguir: darse la libertad como les prometí o
regresar a la cárcel a cumplir la condena impuesta por la justicia, para honra de la
Revolución.
Y sucedió lo extraordinario. Eligieron regresar a la cárcel en su totalidad con la “única
excepción de un detenido bajo proceso”.
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El único que falló no tenía suficiente conciencia de preso…
“El tercer grupo iba a tomar al gobernador. La comisión llegó al domicilio del
gobernador quien, es creencia mía, estaba ya anoticiado de lo que pasaba, pues allanada
su casa por la comisión ya no se encontraba allí.
Huyó a un cañaveral donde se escondió hasta que intervino el Ejército”.
La suposición del último revolucionario vivo, parece que no concuerda con lo que en su
momento testimonió el jefe de la partida revolucionaria, Antonio Valor: “Llegados a la
esquina de la casa del gobernador San Román”, tuve que disuadir a los que me
acompañaban para que no atacaran en masa. Llegué solo hasta la puerta de la casa
donde vivía el gobernador. Nada sospechó el agente de guardia. Rápidamente le puse el
revolver al pecho y lo desarmé. Le dije: “¡Váyase enseguida, antes que lo maten!”. El
hombre se fue. Justamente en ese instante llegaban los otros.
Hicieron una descarga cerrada contra el zaguán de la casa. Si no me hago a un lado me
liquidan. El estampido alarmó al gobernador.
Cuando penetramos en la casa ya no estaba. Había huido por los fondos a refugiarse en
un cañaveral de la vecindad”.
En aras de la verdad histórica, parece que el escondrijo de su Excelencia no fue el
ecológico cañaveral de marras sino un prosaico ropero en el que se escondió entre trusas
y corsés para luego, en la confusión, saltar un muro trasero y escapar.
El poeta de la revolución
El músico Roberto Paz, el músico más popular de La Rioja hasta su muerte, hace más
de una década, era nacido en Catamarca en 1884. De niño perdió la vista y se dedicó al
estudio de la música, dominando la guitarra y el mandolín. Trasladado a La Rioja y en
las primeras décadas de este siglo “el ciego Roberto” inicia su larga trayectoria con la
música y con el amor del pueblo.
No hay baile, no hay serenata, no hay casamiento, no hay bautizo, no hay “asado a la
criolla”, no hay “chaya” en la que Roberto no sea el invitado de honor. Delicado regalo
de la época –recuerda un cronista de la ciudad– era encomendarle al “ciego Roberto” la
preparación de un saludo o un homenaje o una declaración amorosa en verso. Bastaba
con darle al nombre de la persona a quien se iba a dedicar el lírico homenaje, más
algunos datos relativos a su físico y a sus cualidades individuales, para que el zorzal
ciego tejiera sus canciones.
La revolución de marzo del 24 fue motivo para que “el ciego Roberto”, escribiera unas
coplas cantando como fue la cosa. Esos versos decían así:
LA NOCHE DEL 6 DE MARZO DE 1924
La noche del seis de marzo / Gritaron revolución / Y al estallido de una bomba / El
ataque principió / Y luego en la guardia cárcel / Varios tiros se sintió / Y los agentes
rendidos / Botaron el pabellón / Entró Silva con coraje / Alem y Oyola también. /
Hicieron rendir la guardia / Y el centinela también / Luego fueron al gobierno /
Buscando al hombre ideal / Para darle una azotada / Y enseñarle a gobernar. / El
hombre fue muy ligero / Y se ha podido escapar / En un terreno baldío / Bajo el
cañaveral. / Pero pronto vino el quince / A cumplir con su deber / A llevar este muñeco /
Con vestimenta de mujer. / Al ir a la policía. / Cuando un tango se tocó / Y el aviso de
Paredes / Quien al fuego lo inició. / Murió Torres y murió Gómez. / Que nunca hemos
de olvidar / Y murieron por la patria / Como un riojano leal. / Por fin todo ha quedado
en silencio / Y en silencio se quedó. / Lo que hay es que López González. / Quedó de
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gobernador. / Que viva López González / Con el fusil en las manos. / Como un soldado
valiente. / Como un Facundo en los llanos. / Adelante los que quedan! Y debemos de
seguir. / Estimando nuestro jefe / Don Francisco Baigorrí. / Somos principistas ¡No
hemos de negar. / A sangre y a fuego / Debemos triunfar.
Los dos pasos de la revolución y caída estrepitosa
El gobierno revolucionario duró 48 horas y aparte de dos decretos ordenando hacer un
arqueo de caja y convocando a las milicias de la provincia, publicó un manifiesto que
vio la luz una semana después, el 13 de marzo.
No tiene desperdicio. Escrito por López González, decía: “Y considerando: Que
levantada la bandera de este partido, al son del himno de la tierra, que pide solución
para siempre, de las viejas normas, de la política por la política. Para que, para siempre
jamás, reine el desierto y el hambre, gestores del éxodo y de la proscripción.
Para conjurar los vicios capitales, que lesionan el carácter y las fuerzas primordiales del
hombre. Para que de una buena vez para siempre, los ciudadanos de La Rioja seamos
una columna de labor. Para que la tierra se mensure y se reparta. Para que las quebradas
de las montañas, se empareden y contenga las gotas de agua, al calor afanoso de las
manos creadoras del hombre. Para que la tierra se edifique, se are, se siembre, se
coseche. Para que, los hombres rían y canten, celebrando los partos gloriosos de la
tierra. Para que Alberdi reine. Para que, Sarmiento adoctrine y conduzca.
Para que Almafuerte amanezca en la poesía, del cíclope redivivo.
Para que Ameghino profetice. Y, porque todavía vivimos en la colonia: invocamos el
espíritu libre de Mariano Moreno y sea también, el advenimiento de nuestro Veinticinco
de Mayo. Por el espíritu justiciero y candente en la verdad, hasta la ferocidad de nuestro
Facundo, hijo del vilipendio de una época, que no fue capaz de comprenderlo.
Para que vuelvan los proscriptos. Los hijos que se fueron para siempre, en la orfandad
de los hijos. Para todo esto. Por el pasado de nuestro pueblo hijo del llanto y de la
esterilidad de un suelo inclemente.
De un cielo sin agua y sin Dios. Por el porvenir de nuestra especie. Por la conducta. Por
el ejemplo.
Por la docencia que legaremos, VOTAMOS, DECLARAMOS: Nos la Junta de
Gobierno del Pueblo Revolucionario de La Rioja, significar por el Partido Principista
que coronó su primer alcanzamiento de victoria en la cruzada del 15 de julio de 1923,
que el actual gobierno se debate en la inactividad. Está fuera de la opinión de la
provincia. No lo apoya el partido que lo llevó al gobierno. No lo apoya el “Partido
verdadero”. No lo apoya la “Liga llanista” que formó ex profeso el hermano del
gobernador. Luego todos los núcleos de la provincia que reúnen el pueblo todo de la
provincia, no le apoyan: gobierno en el aire. Es algo que no tiene pedestal de opinión y
FLOTA. Carece de principios políticos, económicos y sociales que le orienten EJE. En
menos de un año de vida cambió tres ministros. La provincia está fuera de la
Constitución: no tiene régimen municipal. El Consejo de Educación está acéfalo porque
el funcionario que desempeña la presidencia está vedado por la Constitución tratándose
de un diputado provincial.
Sin recursos para solventar su presupuesto, base de la vida de los gobiernos. Por estas
consideraciones, la Comisión Revolucionaria que suscribe, RESUELVE: Nombrar la
Junta Revolucionaria compuesta “… y siguen los 14 nombres de los principales
complotados”.
Este manifiesto lo pinta a López González de cuerpo entero. El lenguaje, las ideas y
propósitos expuestos en forma mesiánica y solemne, nos muestran un grupo de hombres
117
imbuidos de los esquemas y lecturas de aquellos tiempos. Todo duró muy poco, tal
como el guiño de ojo que les hizo Gallo para que hicieran la revolución, dejándolos
luego pagando.
“¡Adelante la muchachada! y a no parar… hasta fuera de la provincia
Francisco, “Pancho”, Baigorrí y otros radicales principistas se encontraban en Buenos
Aires para tratar de obtener rédito inmediato del movimiento revolucionario o
contrarrestar posibles y lógicas reacciones de los grupos desafectos. Que era acertada la
previsión, lo demuestra el hecho que Gallo se mostró decidido a reprimir enérgicamente
a los revolucionarios y a reponer de inmediato en el cargo al gobernador depuesto. Los
principistas lo convencieron de que eso no podía hacerse y entonces Gallo, recordando
que había dado su apoyo previo a la revolución, ordenó al jefe del Regimiento 15º,
teniente coronel Novolicio, que se hiciera cargo de los edificios tomados por rebeldes y
pusiera en posesión del gobierno al general Solá el cual posteriormente lo entregó al
Interventor Federal doctor Mora y Araujo.
Todo se hizo guardando serenidad y compostura y pocos fueron presos. “En San Juan
donde huimos para evitar la detención, estuve dos años teniendo toda clase de garantías
en mi libertad personal, no obstante tener la captura recomendada por el gobierno de La
Rioja. El movimiento fue apoyado por los Cantón y Lencinas, que querían que en La
Rioja hubiera un gobierno afín al de ellos. A algunos revolucionarios que huyeron, los
Cantón les dieron puestos. Habiendo estado entonces de ministro de Hacienda de San
Juan, don Cesar Baigorrí, que era hermano de don Pancho, nos prestaba mucha ayuda”.
Las denuncias hechas por el “Pincipismo” en memorial elevado al presidente Alvear
daban cuenta que en La Rioja no existía ni poder legislativo, ni judicial, ni régimen
municipal, siendo la educación un instrumento político, pues toda la política vivía por y
para servir los caprichos del exgobernador Rincón. El gobernador San Román se va a
los pocos meses herido en un ala por los hondazos principistas, gorrión provinciano de
poco vuelo y poca monta. Y el “Principismo” derrotado en elecciones posteriores dura
hasta el año 30. Se organiza el antipersonalismo, la concordancia y ahí entran algunos
principistas y otros retornan al radicalismo.
López González, “el curandero del derecho” como alguien lo definió, seguirá luchando
por su utopía.
Murió en 1968 y sus restos descansan en Ulapes. Fue un soñador, quizás, un
incomprendido.
Visión de La Rioja en 1923
En una manuscrito inédito de octubre 30 de 1923, a pocos meses de la revolución que
cronicamos, Juan Zacarías Agüero Vera escribía sobre la situación económica y social
de La Rioja: “En un vistazo de conjunto y a la luz de lo que han hecho otros estados
argentinos, aparece nuestra provincia, no sólo rezagada, sino lo que es peor,
retogradando en una forma que apena el espíritu y contrista al que la estudia con cariño
de hijo. La Rioja, para ser lo que fue, la protesta armada contra la política centralista y
despectiva para la campaña; contra el localismo egoísta y unitario de Buenos Aires, bajo
Rosas, lo mismo que bajo el gobierno de Mitre, debió ser, como fue en realidad, un
emporio de vida propia y prospera, económicamente hablando. Su población distribuida
en centris importantes en todo el territorio de la Provincia, lo mismo hacia el norte, que
en el Oeste y especialmente en el Sud, en los calumniados Llanos de la Costa Alta, del
Medio y Bajo, donde cada cabecera de los actuales departamentos constituía un núcleo
118
de relativa importancia, apenas apreciable hoy a través de sus ruinas, formaba como un
tejido de pueblecitos que vivían su vida prospera y sobre todo, propia”.
Y Agüero Vera, sintetizaba, él que seis años después seria el último gobernador
yrigoyenista de Las Rioja: “Hoy apena el espíritu recorrer esas regiones que una política
petulante y adulona ha desfigurado cambiando nombres significativos en nuestra
historia precolombina, de la conquista y de las luchas por la libertad y la organización
nacional, con el de presidentes y generales demasiado retraídos y no siempre gratos al
espíritu riojano. Los nombres se borran de la memoria de las nuevas generaciones,
ignorantes de la historia local y jueces e ingenieros se ven en figurillas para encontrar
los nombres que se dan como puntos de referencia en escrituras de un siglo o siglo y
medio apenas”.
A la distribución bárbara ponía de relieve “que han traído la incuria de los gobernantes,
la inmigración, digerase provocada por ellos mismos, en su política de sujeción
vergonzantes y limosnera hacia el litoral, se agrega esta otra de la substitución y
menosprecio por todo lo local, así en industrias como en nomenclatura”.
La Rioja tenía en 1920, 84.643 habitantes, ocupando el penúltimo lugar antes de Jujuy,
siendo la provincia con menor número de extranjeros: 1650 entre varones y mujeres. El
presupuesto de La Rioja era, para el año anterior a la revolución que cronicamos de
$760.576, pero era, con más la provincia más analfabeta con más del 60% de su
población que no sabía leer ni escribir.
Y el autor analizaba los puntos principales que originaban, según el, este estado de
despoblación y atraso de la provincia. En primer lugar colocaba el asunto de la
propiedad de la tierra. “La tierra en La Rioja –escribía– no es ni del dominio particular,
ni del Estado, ni está siquiera en el comercio; es una tierra que se posee en comunidad a
titulo precario, o mejor consuetudinario, cuando no sin titulo alguno. Y esto es lo que no
puede continuar así, porque es anacrónico y retardatario de todo progreso y porque salir
de este estatuquo casi tribal, nos exige no sólo la dignidad, sino muy especialmente
razones económicas elementales o sino, véase en resumen las consecuencias de esta
situación única en el país. El individuo no puede trabajar tranquilo y garantidamente una
parcela de la que puede ser desalojado en cualquier momento por una mensura o una
orden judicial obtenida sin su intervención; no puede mucho menos, ni él ni nadie
radicar una industria seria, extractiva o elaborativa no contando con la indispensable
estabilidad de situaciones que en último análisis radica en la tierra; le falta –dirá– por
otra parte al hombre el estimulo de quien trabaja en lo propio para si y para su familia y
el apego o cariño al terruño, idea y fuente de virtudes civiles y ciudadanas”. A ochenta
años de esas palabras escritas en 1923, la situación de la tenencia de la tierra, si bien
solucionada en gran parte sigue todavía dejando fuera del comercio millones de
hectáreas, sobre las que únicamente se tienen derechos, títulos imperfectos y por
supuesto sin mensura legal alguna.
Esta situación era sin duda causa de la emigración y de la poca inmigración. Y el
político se preguntaba: “¿Cómo se quiere que progresen las finanzas del estado si
desaparece la tierra que es su fuente principal y más lógico y no permite a más el
desarrollote ningún comercio o industria reproductiva?”.
Y tras mencionar la necesidad de leyes sabias, de una acción legal del estado (“pobre y
quebrado”, le dice) agregará con respecto a la tierra que aleja el establecimiento de
industrias, de inmigrantes y dice: “la situación anormal de su tierra y en la verdad
comprobada y dolorosa de que aquí no se compra inmuebles sino pleitos interminables
y enojosos. “No sólo impide la situación apuntada el ingreso de la inmigración, sino
que, a merito de la misma causa, aleja al riojano nativo y despuebla en otrora
florecientes y prósperas”.
119
Y todo esto lleva a una dolorosa conclusión: el interminable éxodo de pobladores que
ya por entonces constituía un grave problema y que llevará por ese entonces al
estancamiento de su actividad agropecuaria, de su minería y demás. “El mapa humano
de la provincia –apunta–, acusa no sólo una disminución a ojos vista de su población, un
menor valor técnico, si se tiene en cuenta el alejamiento de su elemento joven, salido
para no volver si que también un cambio notable de sus centros de concentración. Antes
se aglomeraba en los viejos poblados españoles de la campaña, distribuidos como
puntos estratégicos para ser centros de regiones agrícolas, ganaderas o mineras y vivía
allí su vida propia, no faltando a su independencia ni el moreno y sabroso pan de sus
molinos, ni la alegría del buen vino, de la carne abundante y de la fruta, pero ni tan
siquiera la tela un poco burda, pero que subvenía bien a sus necesidades, tejida con el
algodón de sus eras y la lana de sus ovejas.
Esos pequeños centros de población fueron a la manera de aquellos nidos de águila que
proporcionaron generales y caudillos, gobernadores y magistrados que salvaron del
anónimo el nombre de La Rioja”… Y reflexionará amargamente este político y escritor
riojano: “El tiempo nos ha hecho pagar muy cruelmente el orgullo de haber paseado el
nombre riojano como signo de democracia y de valor en las puntas de las lanzas que
traspusieron la Cordillera lo mismo que en las que llevaban el moño rojo de los
montoneros, cruzados heroicos de los hollados derechos del pueblo y de la democracia”.
Y amargamente observa lo que es La Rioja por ese entonces y escribe: “Hoy la
población forma colmenas sin carácter, miserable y transitoria alrededor de las
estaciones del Ferrocarril, sin otro aliciente que vivir de sus piltrafas, pero olvidada de
las rudas labores de antaño que poblaron de ganado nuestros llanos y cubrieron con el
encaje de la vida hasta la cima de las colinas”.
Parece que a excepción de los santos, San Nicolás de Bari y San Francisco Solano, que
por 1920 comenzaron a tener una enorme popularidad con el inicio de la peregrinación a
Las Padercitas y la aceptación definitiva del Tinkunaco o fiesta del encuentro con el
santo negro, todo, absolutamente todo en La Rioja iba de mal en peor. “Nuestra
agricultura –dice el autor que hacemos ver la luz por primera vez–, como todo está en
decadencia. Parece una paradoja, pero la verdad es que se cultivaba más y mejor antes
que ahora.
Las semillas traídas por los conquistadores habiéndose aclimatada en tal forma, que
ofrecían variedades que aun hoy son la admiración de los pocos que pueden mirarlos
con ojos de estudiosos. No sólo nuestra fruta era famosa, con sus higos sabrosos y
olorosos a miel; con sus duraznos amarillos y blancos los más jugosos y perfumados
que se conozca; con sus manzanas y peras insuperables; con sus membrillares y
granados, con sus vides de producción y calidad únicas sino que los mismos cereales se
daban en abundancia hoy insuperables”. Y afirma algo que nos parece mentira hoy en
día, pero que es cierto: “Cuando era todavía una promesa irrevelada la región
pampasica, en nuestra provincia, de época secular se cultivaba el trigo candeal y el trigo
de harinas y el maíz de muela, el pischingallo, el diente de caballo, que se nos quiere
hacer pasar como variedad exótica en el país. A más, proveían la despensa el zapallo, el
tomate, la sandia y el melón. Y qué decir del cultivo del algodón, el tabaco, del nogal y
del olivo casi desaparecido? La incuria de la población, su raleamiento por otra parte y
la persecución fiscal, han traído este estado de cosas”.
Y si mala era la situación de lo que estaba inmóvil, peor lo era de lo que estaba móvil.
Basta para comprobarlo, leer en los viejos papeles y sobre todo en los testamentos, lo
que eran nuestras viejas estancias, hoy casi despobladas, cuando no totalmente
abandonadas”. “El ganado vacuno –dirá luego– tendrá un enorme impulso cuando
venga el derecho real sobre la tierra, de suerte que cada establecimiento pueda cercar
120
sus limites y crear sus potreros, la aguada y el prado natural o artificial que la ponga a
cubierto de las sequías. En campos abiertos y sin dueño, poco o nada se puede hacer”. Y
llama la atención sobre la importancia de las mulas y especialmente de las cabras.
Y ya como punto final a tanto balance de la decadencia, de la decrepitud, de la incuria
en todo sentido, el autor hace referencia a la minería.
Si consideramos el fracaso en 1982 del llamado a licitación de los Nevados del
Famatina, si pensamos que faltan todavía muchos años para que se encare en serio la
cuestión de la minería en La Rioja, no nos extrañará oír en 1923 lo mucho que había que
hacer para extraer la enorme riqueza de su suelo, pero que una vez hecho ese esfuerzo
los resultados compensaría todo. Ya por ese entonces (1923) la Mejicana y las otras
minas habían dejado de producir como antes de la guerra y si algo se había hecho en
cuestión minería ya en esa época era todo franca, irremisible y total decadencia. La
explicación de Justo Piernes sobre esta cuestión es la más razonable: las reservas
mineras argentinas tenían que dormir hasta tanto las despertara de nuevo el
imperialismo.
Y se tocaba una esperanza, el eterno mito en el que vivió metida La Rioja hasta nuestros
días: creer que la minería solucionaría todos sus problemas, que en ella estaba su futuro
y su grandeza. Eso lo soñó Ramírez de Velasco y lo creen aún muchos riojanos. Tema
que se agudiza cuando la miseria es grande, como compensando en sueños lo que la
realidad niega brutalmente.
Pero el autor de este extenso informe económico (35 páginas mecanografiadas) no se
queda en la descripción de los males y cree que una vez solucionado el problema de la
tierra, se solucionarán el agua, los caminos, el transporte, los impuestos abusivos y no
hará falta la ayuda nacional, pero eso sí, siempre y cuando la provincia busque
realmente desarrollar su política económica financiera. “Necesita para esto –afirma–
rever sus leyes impositivas, ¡muy malas!; crear un órgano de ayuda a la pequeña
industria, que podía ser un banco mixto y hacer uso de su crédito en forma de
empréstitos”. Y afirma algo muy cierto y muy del caso: “Con grandes palabras y con
caudillos a la criolla, nada se puede hacer. Con aplicar un poco de la energía que se
desgasta en lucha de odios y de ambiciones de acción que La Rioja necesita. Lo
imperioso, lo urgente, es empezar por bastarnos en lo posible a nosotros mismos,
produciendo mucho, bueno y vario”. Y finalmente, ubica en una síntesis certera lo que
es La Rioja en ese entonces y la ubicación en el concierto del país: “La política del
renuncio y de la inercia a que rendimos culto, nos lleva a la bancarrota y da al país la
sensación de que La Rioja no es un cuerpo vivo y orgánico capaz de elaborar su
porvenir, por falta de asimilación de las ideas económicas ambientes y de capacidad
para desarrollarse con independencia. Venimos a representar para los demás algo así
como la estructura primaria de la esponja en la escala de los seres: vivimos del agua que
entra y sale por nuestros poros, al vaivén de la agitación del agua, pero sin asimilar
nada, sin elaborar nada propio”.
Unos meses después de escrito este tétrico y desolador panorama económico social de
La Rioja se producía el levantamiento revolucionario de López González que llevaba
justamente entre sus principales banderas de lucha un plan de reivindicación en todos
los aspectos que muchos, casi cincuenta años después comenzó a ponerse en marcha.
BIBLIOGRAFÍA
Colección de diarios de la época; escritos de López González. Pero principalmente se ha utilizado el trabajo de Ángel M. Vargas.
“Así fue la última revolución riojana”. Don Joaquín, mayo 1969.
Se han realizado entrevistas a: Segovia Villafañe; doctor Orlando Matta; Manuel Gregorio Mercado; Herminio Torres Brizuela.
121
XI
Jota Zeta el riojano precursor
En el villorio de Ontiveros, pegado a Solca, cerca de Malanzan, en la Quebrada de
Huasamayo, nació el 27 de mayo de 1886 Juan Zacarías Agüero Vera. Jota Zeta para
sus amigos y familiares y para el pueblo riojano que lo amó y comprendió y que lo llevó
a ocupar las más altas responsabilidades públicas. No fue gratuito el lugar de su
nacimiento. Zona de bosques, donde el quebracho colorado trepa las lomadas, una de las
regiones más hermosas que tiene la provincia y la Argentina. Región que otrora
habitaran los solcas, llena de vibraciones telúricas que impregnarían su espíritu y lo
llevarían a ser uno de los más finos poetas riojanos, a más de antropólogo, folklorólogo,
novelista, dramaturgo… Con todo lo que supo transmitir literariamente, Jota Zeta
tendría un lugar destacadísimo en las letras argentinas. Pero su labor se extendió hacia
horizontes más amplios. Fue hombre de acción, político hasta el tuétano, estudioso a
fondo de la realidad de su Rioja empobrecida y postergada a la que intentó sacar de su
marasmo secular con el plan de gobierno más inteligente y coherente que haya tenido.
Su obra, bien permite hablar de Jota Zeta como de un precursor. Postergado como
pocos, desconocido, recién ahora se comienza a reconocer la importancia y
trascendencia de su múltiple labor.
Formación y primera luchas
Nacido en un hogar tradicional, “donde los principios y la rigidez de una moral eran el
norte y la forma habitual de entonces, en esa forma de vida, en esas circunstancias, se
formó su espíritu que llevan a la meditación y a ser medio filosofo (1)”. Estos primeros
años signarán su vida.
“Le gustaba entregarse en las noches a la contemplación de los cielos y auscultar los
misterios de las sombras. Y no era simplemente un vigía, era actor, se sentía partícipe de
nuestros paisajes”, diría uno de sus amigos.
En esa zona de Malanzan la que hablaría en sus dramas, novelas, poesías, habían vivido
el Chacho, Quiroga. Por ahí había pasado, años atrás, el meridiano político del país.
Región de salamancas, de auténtico folklore, de relatos de viejas memoriosas que Jota
Zeta sabría recoger años después en su búsqueda constante del alma de La Rioja. Y esa
familia tradicional, de viejos criollos, descendientes del Chacho, de vida dura y
trabajadora, inmersa en ese ambiente donde todo llamaba a la meditación y al recuerdo,
marcó sus pasos iniciales.
En La Rioja realizaría sus primeros estudios. Y a la edad de doce años, 1898, monseñor
De la Lastra, lo llevaría con otros jóvenes al Seminario Conciliar de Córdoba. Ocho
años estudió en él. y como recordaría su amigo y condiscípulo el presbítero Vera
Vallejos (2): “A esa sólida formación del Seminario y la orientación clásica de sus
estudios debió el Dr. Agüero Vera, como él mismo lo reconocía después, el éxito de su
carrera literaria y la facilidad con que se abrió camino y descolló después en la
enseñanza secundaria del colegio nacional, en los cursos de la Escuela Normal Regional
de Profesores que en Catamarca acababa de fundarse y en la carrera de abogado que
hizo brillantemente en Córdoba destacándose en todas partes como alumno de talento, a
pesar de que en el Seminario no llegó por entonces a descollar.
Tan es así –prosigue recordando Vera Vallejo– que se vio obligado a repetir el segundo
año de humanidades por no haber aprobado su examen de latín, materia que en esos
cursos es fundamental.
122
El estudio del latín, que hizo durante cinco años bajo la hábil dirección de maestros
como el canónigo don Luis Álvarez y el presbítero Agapito Nogueira, profesores
entonces de latín, y el estudio de la filosofía más tarde, por el método escolástico,
fueron los que echaron las bases de su formación, y como gimnasia de la mente le
dieron esa agilidad intelectual, esa claridad de concepto y esa seguridad de
razonamiento que lo hicieron descollar después entre sus iguales a quienes llevaba por
ello inmensa ventaja y triunfar más tarde en el campo de sus diversas actividades
escolares, literarias o jurídicas.
Más que en los estudios filosóficos su vena estaba en la literatura y en la poesía que
cultivó por espontánea vocación desde niño; y por entonces se lo distinguía en el
Seminario con el honroso sobrenombre de “El bardo”.
Conservo en mi poder poesías suyas –escribía su antiguo condiscípulo– de ese tiempo;
dedicadas a la Virgen de Loreto, nuestra madre y protectora; una a Castro Barros
especialmente, el prócer riojano que se llevaba por aquellos tiempos la más entusiasta
admiración de nuestro clero y del laicado católico.
Agüero Vera se dio cuenta de que no estaba en el sacerdocio su vocación, y dejando
truncos sus estudios de filosofía, abandonó las aulas del Seminario para abrirse camino
a fuerza de lucha y sacrificio en busca de una carrera que le permitiera ser el sostén de
su familia. Porque ese fue el norte de su vida y el mayor mérito de toda su carrera. El
haberse abierto camino en medio de la pobreza de una familia numerosa, de la cual era
el primogénito, para sacarla de su situación afligente, traería más tarde a un medio
ambiente como el de Córdoba y proporcionarle educación y medios de vida a fin de que
toda ella llegara al grado de cultura y de bienestar en que hoy los deja…
El amor a sus padres, a sus hermanos, a su tierra, a la patria chica de sus mayores, fue el
móvil de todas sus acciones y el noble ideal que iluminó toda su vida. Este genuino hijo
de La Rioja, pobre estudiante que de un rincón de Los Llanos de nuestra tierra, llegó por
el propio esfuerzo a las más altas posibilidades de la vida publica en su provincia y en la
Capital de la República, lo cumplió a través de toda suerte de esfuerzos, de sacrificio y
de privaciones para retribuir a sus padres lo que les debía, para formar a sus hermanos y
ennoblecer su hogar, para ser útil finalmente a la tierra de sus padres, a su patria, a la
provincia de su gloriosa tradición y a la tierra de sus amores, perdida como la flor de los
cardos en un valle silencioso de los Llanos de La Rioja”.
Seguirá sus estudios en la escuela Normal Regional de Catamarca con una beca
nacional de 50 pesos. Y allí comenzarán sus primeros escarceos en política. Su
condiscípulo Aurelio Ortiz, recordó que “en ese tiempo ya se distinguía y hasta
acaudillaba muchachos de la índole literaria y fue presidente del Centro “Cuna de ideas”
y también la revista, su órgano de publicidad en la que hacían sus primeras armas
literarias, aficionados entonces que más tarde resultaron verdaderos escritores. Los
becarios o sea los estudiantes de la Escuela Regional: Santiagueños, tucumanos,
salteños, jujeños, riojanos y catamarqueños, por cierto, eran unos muchachos satanaces
“sin agüela”, picaros, aventureros, apodados genéricamente allí de “peludillos”, muy
buenos estudiantes y casi todos muy afectos a la literatura, poetas en ciernes muchos de
ellos, entre los que sobresalía nuestro riojano Zacarías, autor ya de versos sueltos e
iniciado en latines; guitarristas, allí dio a conocer su iniciación Andrés Chazarreta de
futura ilustre memoria. Lectores y admiradores de Manuel Acuña, de Manuel Flores, de
Bécquer y sobre todo del magnifico catamarqueño Adán Quiroga cuya influencia, a
muy poco tiempo de su fallecimiento estaba aún latente. En ese ambiente se
desarrollaba la vida, entonces, de Agüero Vera”.
Pero no todo eran versos, literatura, revistas literarias y estudios. Ya le había picado el
interés por las cuestiones políticas, tal como lo manifiesta un panfleto dirigido “A la
123
juventud y al pueblo riojano” que en noviembre de 1906 aparece, encabezando Jota Zeta
una larga lista de firmantes condiscípulos del Regional de Catamarca entre los que
anotamos las firmas de Cesar Carrizo, Adolfo Bazán Brizuela y otros. Y en un lenguaje
entre solemne y retórico muy radical por cierto, dicen.
“¡Vosotros los que compráis las conciencias por migajas de pan, los que matais los
anhelos, sabed que hay conciencias que no se venden, y rodillas que no se doblan ni
ante la farsa de vuestras promesas, ni ante la perspectiva de vuestras iras impotentes
para hacer callar la voz de la conciencia que nos grita: ¡adelante!
Nuestra lucha es de idea. Vamos contra los representantes de la política vieja, los fofos
que flotan a merced de todas las bajezas, lo que fue producto de una época de
descomposición social y se sostiene hoy a expensas de la sociedad, como un parásito,
contra los retrógrados y los empedernidos en las mañas institucionales, los que son
barrera a las nuevas ideas de regeneración de progreso y de la libertad. ¡Arriba, pues las
almas fuertes, las que viven en las alturas ásperas del ideal, del deber y del carácter,
formemos legión compacta en la noble lucha popular, no importa que caigamos
vencidos por la injusticia, también el martirio es un triunfo”.
Imaginamos la satisfacción que sentiría Agüero Vera, veinteañero, firmando este escrito
de rebeldía, que si bien poco o ninguna trascendencia tuvo, lo mostraba en una tesitura
bastante alejada por cierto de su anterior vida de rezo y contemplación del Seminario.
Un breve esbozo de cómo era Jota Zeta, lo hará el mismo Ortiz “Físicamente era una
persona ni alta ni baja, ni gorda, ni flaca, mediano o moderado en casi todos los
sentidos, de voz regularmente timbrada, sin estridencias ni acaparamiento de las del
interlocutor al que oía y de quien se hacia oír. Yo no lo vi jamás enojado, ni tampoco
carcajeante. Siempre atento a sus múltiples ocupaciones en las que era una fiera para el
trabajó”.
En 1907 recibe su título de Maestro Normal. 21 años un bagaje apreciable de
conocimientos y el deseo de estudiar abogacía.
A Córdoba con amor
Vuelve a Córdoba y cursa normalmente la carrera de abogacía e incursiona activamente
en el periodismo. Dirigirá por un tiempo el ya decadente diario “La libertad” que
sostiene el ideario radical y a principios de 1912 ocupa la dirección literaria de una
curiosa revista de corta vida, “Semana Ilustrada”, semanario de humor y de
actualidades. Nos imaginamos al inquieto riojano participando activamente no solo de
cuanto cenáculo literario existiera, de ahí su amistad con Capdevila, Ataliva Herrera,
Deodoro Roca, los hermanos Orgaz y demás, sino también en todas las actividades
políticas prohijadas por el radicalismo. Ya en 1911 figura como delegado en
publicaciones partidarias.
Entre ellas un panfleto solemne muy al estilo mesiánico y moralista del radicalismo de
aquellos años, dirigido a la juventud cordobesa. Y en 1912, presidiendo el comité de la
juventud radical sale en defensa de un desertor de ejército, el conscripto Mariano
Enrique, aprovechado por los jóvenes radicales para solicitar medidas más justas en la
justicia militar.
Y así lo vemos a Jota Zeta, con mostachos muy al estilo Alfredo Palacios, leyendo su
discurso en defensa de Enrique en la plaza General Paz de Córdoba. El 8 de diciembre
de 1914, recibe su titulo de abogado y recién el 6 de mayo de 1921, siendo ya diputado
nacional por su provincia, recibirá su Doctorado en Derecho y Ciencias Sociales con
una tesis escrita muchos años antes, en 1916, pero que, posiblemente por sus muchas
actividades no pudo defender.
124
En su tesis de doctorado “Estudio de los factores del delito y su influencia en la
criminalidad argentina” Agüero Vera luego de estudiar la influencia de Lombroso y
Ferri y de establecer las aportaciones que a la escuela clásica había hecho la moderna
investigación positiva, estudia para el caso de la particular influencia de la criminalidad
en Argentina, la importancia que tiene 1º) La inmigración, 2º) Distribución de la
población, 3º) Educación, 4º) Organización económica, 5º) Organización política, 6º)
Alcoholismo, 7º) Códigos.
No se debe olvidar que simplemente por razones expositivas se hablara con más detalles
de Jota Zeta escritor cuando éste, tras la revolución de 1930 y pasar por la cárcel se
retira casi completamente de la actividad política para dedicarse de lleno a sus cátedras
y a la literatura.
Quede bien claro, entonces, que no se entendería a Jota Zeta político, si se desconoce al
poeta, al escritor militante de toda la vida, pues es unívoco e indivisible.
Es por estos años que publicará un pequeño poemario “Las voces del camino” Y vemos
esta síntesis plenamente lograda, del escritor y del político, en su fugaz paso como
director de la Biblioteca Córdoba. A los 30 años, en la plenitud de su formación, Jota
Zeta es nombrado director por el gobernador radical Eufrasio Loza el 23 de mayo de
1916. Y veamos lo que se dice (4) sobre esta gestión y la importancia que revistió para
el movimiento de la Reforma Universitaria.
A mediados de 1916, la Biblioteca Córdoba que dirigía Jota Zeta, previa una reunión
celebrada por un núcleo de gente joven y de ideología renovadora, resolvió iniciar un
ciclo de conferencias populares, con propósitos francamente agitadores. Debían ocupar
la tribuna entre otros Arturo Capdevila, Deodoro Roca, Julio H. Brandan, Arturo Orgaz,
Martín Gil, Agüero Vera y Saúl Taborda. La primera conferencia fue la de Capdevila,
que trató de derecho hindú y, con tal ocasión hizo un estudio de contraste entre
principios y dogmas católicos y budistas. Estalló una tempestad de iras de los elementos
anti-liberales que volcaban su furia en “Los principios” diario del Centro Juventud
Católica.
Empezaron a atacar al director de la biblioteca y a incitar al gobierno a que impidiera la
prosecución del programa cultural. Se agitó y la gente liberal se aprestó a la lucha,
encendiéndose el entusiasmo estudiantil y popular. El núcleo de amigos, organizador de
la conferencia, dio el 18 de agosto el siguiente manifiesto “Un hecho auspicioso, la
conferencia de Arturo Capdevila, la primera de las que deben realizarse por iniciativa de
la dirección de la Biblioteca Córdoba, ha provocado la reacción agresiva de ciertos
elementos, inspiradores de tendenciosas publicaciones, que impotentes para hacer
triunfar sus normas en el terreno de la libre y serena exposición de las ideas, se afanan
en fustigar todo alumbramiento de mentalidad, interpretándolo como una peligrosa
amenaza contra su medrar infecundo. Así, pretenden con su voz salida de la penumbra
sin rumores, voz que no es de apóstoles ni de patriotas, que se ahogue la libertad de
pensamiento, y que se cierren las bibliotecas en donde se aprende amar la libertad. Por
eso, los que suscriben, profesionales y estudiantes, ante el desborde de esa propaganda
que trata de acallar toda discusión, de extinguir todo razonamiento en el quietismo de
las mentes estériles manifiestan su adhesión inquebrantable a los principios directores
de nuestra democracia, tolerancia y respeto para todas las ideas, y protestan contra los
que pretenden hacer retroceder la vida social a un estado indigno de la época en que
vivimos. Córdoba, agosto de 1916”. Y siguen cientos de firmas de toda la provincia,
entre las que destacan las de los procónsules de la Reforma Universitaria posterior,
intelectuales que darían que hablar a la ciencia y a la cultura argentinas.
El timorato gobierno de Loza, trabado en su acción por rivalidades internas,
atemorizado, además, por la virulenta reacción de los intereses que se sentían afectados
125
por esta acción de despertar de las conciencias que lo tenía a Jota Zeta como punta de
lanza, reaccionó como no podía ser de otra forma. Y así el 21 de septiembre, ordena al
director la redacción de un reglamento que se regiría por las normas siguientes: “Que es
necesario para que la Biblioteca de Córdoba llene los altos propósitos a que responde
como institución del Estado, que se fijen normas generales que han de caracterizar la
índole de su acción que en su esfera, es eminentemente docente, especialmente en la
orientación que le ha señalado su Dirección actual adoptando la forma realmente eficaz
de las conferencias periódicas”: Primero el halago, luego el palo. Y así prosigue: “Que
si bien para el estudio y dilucidación de los temas que en aquellas se desarrollan, debe
existir amplia libertad de pensamiento e investigación como condición especial de todo
adelanto científico, no es menos cierto que esa misma libertad, como todo derecho, no
puede ser absoluta, desde que deben respetarse siempre reglas de moralidad y de orden
público como igualmente principios de orden constitucional, que en conjunto forman y
constituyen en interés supremo de la propia conversación social”.
Pero mientras el gobierno trababa definitivamente la acción emprendida por Jota Zeta
desde la Biblioteca Córdoba, la agitación desencadenada por él y otros se expresaba en
una serie de reuniones secretas que desembocaría en la constitución del comité Córdoba
Libre, el 10 de setiembre, que resolvió de inmediato emprender una campaña liberal
iniciando el ciclo de conferencias con una a cargo de Alfredo Palacios. El movimiento
de la Reforma Universitaria estaba en marcha por más casuismo reglamentarista y
pedestre.
Agüero renuncia el 4 de noviembre, siendo designado luego en Buenos Aires como
subsecretario del Ministerio del Interior.
Atrás quedaban años de luchas, sacrificios, estudio intenso que dieron lugar a una
formación intelectual profunda y seria. La Rioja, Catamarca, pero más que nada
Córdoba a la que conoció en sus dos caras la católica y la liberal, sin renegar nunca de
la primera, lo habían capacitado para afrontar escenarios más vastos.
Interregno correntino
Sus funciones políticas en la Capital Federal, lo llevarán a fines de ese año (1917) a
ocupar la Secretaría de Obras Públicas en la Intervención Goytia a Corrientes (5). El 2
de enero de 1918, el Interventor Nacional delega en Agüero Vera la representación. Un
poco más de mes y medio dura su acción, más a pesar de su brevedad algunos de los
decretos, invalidades por la intervención posterior muestran su sensibilidad social que
señalarán con rasgos acusados y netos su posterior accionar como diputado nacional y
gobernador.
Siguiendo una práctica de los tiempos, muchos serán los empleados subalternos que
Jota Zeta dejara cesantes. Las razones que invoca “Que la mejor forma de garantizar la
prescindencia electoral del empleado encargado de las ramas más importantes de la
administración, alejando a la vez hasta la sospecha de presión sobre sus subalternos es
nombrar personas ajenas al medio y a los intereses políticos mediatos, en juego. Que
esta finalidad se llenaría solamente a medias, si se dejara subsistente el personal
subalterno, enrolado todo en una tendencia política determinada y por ende sospechado
y acusado de parcialidad”. Conociendo sus sentimientos democráticos, creemos ciertas
las razones. En realidad estaba trabajando por democratizar una provincia, muy alejada
de los nuevos aires renovadores que corrían por el país.
Y casi, casi, si le hubieran dado tiempo, en una de esas en Corrientes, Jota Zeta, hacia
realidad la República dirigida por poetas. Sino lo logró al menos lo intentó en serio. Así
llevó como ministro a su amigo el folklorologo César Carrizo, a Arturo Capdevila como
126
ministro de la Corte de Justicia y a Ataliva Herrera como juez. Capdevila estando en
Corrientes escribiría una novelita, “Holocausto” sobre un sonado drama amoroso de la
alta sociedad correntina y Herrera un canto a la Virgen de Itatí.
El 22 de enero expedirá un decreto reordenado la actividad de los archivos de la
provincia y al día siguiente crea, en cumplimiento de las leyes nacionales, el órgano
administrativo en la aplicación de la leyes obreras. En los considerandos del decreto,
que mucho irritaría sin duda, a estancieros y patrones, decía: “Que no hay razón para
que aparezca Corrientes como la única provincia de importancia, en rebeldía contra una
Ley Nacional, perjudicando con ello los intereses del gremio obrero que aquella
garantiza y ampara en toda la Nación. Que es de justicia desaparezca esta inferioridad
del obrero correntino ante el derecho que debe beneficiar a todos por igual quedando
éste al margen de una nueva e importante rama de la legislación nacional que la ley a
aplicarse al tutelar los derechos del obrero, tiende al mejoramiento de las condiciones de
trabajo, refluyendo ello en el progreso y mejoramiento de las industrias y muy
especialmente en bien de la salud, la cultura y la población de la sociedad por cuanto
reconquista para la vida sana e higiénica a la parte desheredada de sus miembros”. Y
luego decretaba la creación de la Oficina Provincial del Trabajo.
La Intervención Giuffra, el 23 de febrero, declaró nulas todas las resoluciones dadas por
Jota Zeta, confirmando solamente el decreto para convocar a elecciones de 4 diputados
nacionales. A lo que parece, en todo este aluvión de intervenciones nacionales, lo que
primó fue la razón electoralista y nada más. Poco o nada les importaría a los capitostes
porteños que los obreros correntinos tuvieran o no derechos que defender.
Y ahí se fue Jota Zeta con sus poetas amigos, buscando lugares más propicios para sus
ideales de hombre cabal y sencillo.
Jota Zeta diputado y la herramienta necesaria
La destacada actuación de Agüero Vera en Córdoba, Capital Federal y Corrientes,
avalan en títulos y antecedentes su candidatura en el año 20 para diputado nacional por
La Rioja.
En extenso y meduloso estudio (6) defenderá la legitimidad de su mandato. Y dirá: “El
radicalismo riojano triunfó por primera vez en 1917 en la campaña por la gobernación y
legislatura de la provincia. Durante casi dos años de Intervención Federal, que no
siempre le fue propicia, presentó el caso de una lealtad, disciplina y entereza de carácter
poco comunes. Durante ese tiempo, no tuvo defecciones y, antes bien, aumentó el
número de sus adherentes. Es este un hecho notorio y probado en las últimas elecciones,
donde, sobre un total de votantes que no asciende a 8,500, he obtenido 7.644 sufragios.
Es decir más de 7/8 de los concurrentes”. Y su espíritu humilde, no puede dejar de
reconocer hombre de partido pero más que nada yrigoyenista a muerte que el triunfo
aplastante que tuvo, no se debía exclusivamente a sus meritos personales. “Desde el
primer movimiento he estado con el radicalismo tradicional de mi Provincia, mi
actuación, como es notorio también ha sido incidental en ella. No se puede atribuir pues,
sino en poca parte el exceso de votos obtenidos sobre mi compañero de lista a arrastre
personal. Quiero dejar sentado, con los antecedentes expuestos: 1º) La potencialidad del
partido. 2º) Que los votos que aparecen por mi nombre, son netamente radicales. 3º)
Que un electorado que salía inmune de las más graves pruebas a que se puede someter a
un partido, consciente de ser mayoría inmensa, mal podía apelar a recursos que
deslucieran su legítima victoria”. Y punto por punto, destruye las objeciones de sus
adversarios, renuentes a aceptar su indiscutible triunfo.
127
Pero todo ello, podría no ser sino de interés para la historia menuda de su partido. Lo
que interesa destacar es el fervor con que defiende la posibilidad de contar con un
ámbito acorde e idóneo, del que Jota Zeta se servirá como herramienta de lucha, para
lograr las impostergables reivindicaciones de su atrasada provincia.
No era otra en el fondo su ambición. Y así su mandato que se extiende de 1920 hasta
dos años después será una inacabable exposición de leyes, proyectos, fundamentaciones
que abarcan desde la salud, la educación la obra pública, etc. Mostrando en todo sentido
la coherencia de un plan meticulosamente estudiado, perfectamente elaborado, tendiente
por vez primera a atacar de raíz los males de su provincia. Nada era fruto de la
improvisación. Tal como lo demostraría después en meduloso estudio económico sobre
La Rioja, y más que nada cuando le tocó presidir el ejecutivo riojano, donde dejaría
planteado los grandes temas y sus soluciones. Muchas de las cuales todavía faltan.
De inspiración suya serán: proyecto de ley creando dos dispensarios para tuberculosos
en La Rioja y Chilecito. Son interesantes los considerandos y razones que invoca para
justificar tales medidas. Y dirá, entre otras cosas “Aquella raza fuerte de centauros y de
guerreros soldados en las campañas de la independencia y lanceros en la montonera,
bajo Quiroga y Peñaloza, no conoció jamás las enfermedades que aquejan a sus
descendientes. Estaba purificada e inmunizada por el largo vivir en contacto con la
naturaleza, dentro de una moral austera y proverbial. Por herencia, pues, por su
educación en las mismas normas del trabajo al aire libre, por natural frugalidad y hasta
por esa ingénita honestidad del hombre de los campos, no contaminado con las pestes y
los vicios de la vida urbana, fueron esencialmente sanos y longevos”.
Defensa inusual, preñada de amor a sus comprovincianos desvalidos. Su rica oratoria
facilitaría sin duda, que fueran atendidos sus reclamos.
Fundaría también, el proyecto de erección del monumento en la Capital Federal del gran
argentino olvidado Juan Bautista Alberdi.
El 27 de julio de 1920 presenta un proyecto de ley, haciendo obligatorio en las escuelas
normales y colegio nacional de La Rioja, el estudio sobre granjas, cultivos de árboles
frutales, injerto, selección de semillas y variedades más aptas para la región, forma de
secar la fruta, dulces y conservas, fabricación de envases con elementos propios de la
región, ganadería práctica.
Y en el mismo proyecto se solicitaba la creación de cátedras de industria y demás: y
diría: “Asistimos a la bancarrota de los viejos programas escolares basados en el
enciclopedismo que orienta mal a nuestra juventud, alejándola del conocimiento y
cariño de las industrias prácticas regionales y del interés y perfeccionamiento de las
mismas, para crearle aspiraciones no siempre concordantes con el medio y la
posibilidad en que se desarrollan. De esta suerte el estado fomenta directamente la
especulación literaria y científica incompleta, en perjuicio de la elaboración de la
riqueza particular y pública”. Y seguía con consideraciones aún vigentes en plenitud,
como cuando afirma: “La necesidad de la aplicación inmediata de este recurso para la
provincia de La Rioja emerge de una situación palpada y estudiada con detención en el
terreno, ante la enorme despoblación que soportan aquellas regiones y el abandono en
que han caído sus viejas y productivas industrias. Culpo en mucho de este malestar a la
orientación escolar que hace nacer aspiraciones imposibles de ser satisfechas en la
región, porque se inculca el desprecio a lo propio y se aleja sistemáticamente al niño de
las labores en que encontraron sus antepasados el bienestar y la libertad”.
El proyecto de construcción de un ferrocarril de Punta de los Llanos a Chepes que
movilizaría una extensa y rica región, en maderas y minerales, con consideraciones de
tipo sociológico y económicas, continúan en el mismo y profundo tenor de las
128
anteriores. Sin exagerar, son verdaderos ensayos literarios científicos con conocimiento
extenso y calificado de lo que decía.
El 31 de agosto, Jota Zeta presentaría uno de los proyectos más importantes, que en
parte vería concretado, aunque la mayoría de las medidas propugnadas pasarían muchos
años antes que se hicieran realidad: la ley orgánica y completa de irrigación para toda
La Rioja.
Lo hecho hasta entonces había pecado de parcial, incompleto, mal elaborado y carente
de estudios. El plan que propone Jota Zeta, integral, recién en parte se llevaría a cabo 25
años después de su muerte, durante la dinámica administración de Guillermo Iribarren
que con el total apoyo del gobierno nacional, concretó en gran medida lo que pedía
Agüero Vera medio siglo antes.
Así el diputado riojano proyectaba la construcción de los diques de Anzulón,
Portezuelo, Mazán, Anjullón, obras de riego para Jagüel, Vinchina, Villa Castelli y
Villa Union, Santa Cruz, Angulo, Pituil y Chañarmuyo, encauzamiento de las vertientes
de Achumbil y Tres Cruces, de los arroyos de Aycuña y Pagancillo, Guandacol, Sierra
de las Minas y San Blas de los Sauces. Tomas, canalizaciones y represas para Ulapes,
Chepes, Chelco, Ambil, Chila, Tauca, Chamical y Malanzán. Estudio y
aprovechamiento de otras vertientes, perforaciones, especialmente en la región de los
Llanos.
Y diría: “Un estudio paciente y minucioso inspira las conclusiones que consigna.
Observaciones en el terreno y datos de las oficinas públicas, las confirman. Un gran
cariño y la voluntad de hacer algo útil y duradero, han dictado sus artículos”. Y saliendo
al cruce de los objetores por ignorancia y escepticismo, afirmaría luego sobre La Rioja:
“No es el desierto árido ni tampoco el paraíso. Es sencillamente una región virgen,
abundante en fuentes inexploradas e inaprovechadas de vida, que solo espera bastarse a
sí misma y figurar dignamente, mediante esta ayuda eficaz y oportuna de parte de la
nación, en la seguridad de que esta recogería en breve plazo, el ciento por uno de que
nos habla la leyenda bíblica”. ¡Eso, señores! Pensaría. No vengo aquí a mendigar
mendrugos, sino a pedir lo que nos corresponde. Y punto por punto, gota a gota más
bien, basó la necesidad de cada una de las obras proyectadas. Serenamente, con un
conocimiento exacto de lo que pedía para su Rioja amada y sedienta. Y fundará su
proyecto entreverando lo científico con acotaciones literarias e históricas que mostraban
al erudito, al estudioso, al hombre con fe y amor por su patria chica. “La leyenda de
aridez y de desierto” divulgadas por Sarmiento, ha sido acogida sin beneficio de
inventario por geógrafos y literatos que desconocen absolutamente el terreno.
Los Llanos son una región boscosa y abierta, que más se parece a las celebres llanuras
colombianas, que al desierto arábigo, traído a colación por el gran sanjuanino como una
figura de imaginación, buscando dramatizar mejor a Juan Facundo Quiroga. Esta parte
de La Rioja, que linda en parte con San Juan, es árida precisamente más allá de sus
linderos, al internarse en la región desolada de esta provincia, siguiendo el carril
nacional entre ambas capitales.
Fértiles cañadones, siempre verdes, llanuras cubiertas de pastos naturales o de una
riquísima y varia vegetación atravesadas de tarde en tarde por la cinta gris de un río,
donde aflora el agua a trechos, numerosas y viejas estancias de campo abierto y
pobladas de buen ganado, una raza criolla animosa, sobria, inteligente y fuerte he allí las
características de esos llanos que tuvieron un día de resonancia y su enorme
responsabilidad ante la patria en formación.
Nada, absolutamente nada se ha hecho por ellos todavía. Por primera vez se propone
una medida con esta ley que beneficia a esa parte de la provincia que pareciera
129
condenada a purgar la gloria de sus jefes y el sacrificio de sus soldados, presentes en
todos los entreveros de la libertad y de la democracia.
Y lo único que pido para ella es un poco de agua que la refresque y la remoce y permita
que esa razón se conserve, siquiera a mérito de su salida de levadura de romántico
patriotismo”.
Un simpático y trascendente proyecto será aquel en el que pedía por diez años el
otorgamiento de 18 becas de cincuenta pesos cada una, a ofrecerse por concurso
riguroso, para estudiantes de la escuela de artes y oficios de La Rioja. Y suscribirá con
diputados de provincias del noroeste proyectos de integración provincial, tales como
prosecución de las obras del ferrocarril de Catamarca a Tucumán, prolongación de la
red noroeste de los ferrocarriles del Estado, desde Tinogasta hasta la frontera de Chile,
prolongación de la línea ferroviaria de Punta de los Llanos a Chepes y de este punto
hasta San Luis. A él también se debe el proyecto para construir un cuartel en La Rioja.
Y las razones que invoca, muestran su alto concepto que tenía de afianzar y hacer real el
federalismo. Aparte de razones de defensa militar, expresaba: “En todas partes menos
en la provincia de La Rioja hay cuarteles que, hasta en este detalle, revela el grado de
olvido y de abandono en que se la ha tenido.
Su juventud tiene por ello que hacer su servicio en malas condiciones o ser llevada en
gran cantidad a la vecina ciudad de Córdoba”. Y nótese las acotaciones que hace en
defensa del arraigo del riojano a su tierra. “Y esta circunstancia última que pareciera
baladí a simple vista, tiene una gran importancia para la provincia. Los hombres
jóvenes, arrancados a la ruda tarea de los campos son transplantados a un medio de vida
relativamente fácil y parasitario de la gran ciudad mediterránea. Toman allí arraigo y
son relativamente pocos los que se reintegran al terruño. De esta suerte y de una manera
indirecta se está formando la inmigración de los hombres jóvenes de La Rioja, con
grave perjuicio para sus industrias y su porvenir”.
Y un proyecto, aun en plena vigencia, es el que presentara y fundamentara el 21 de
septiembre del 20, relativo a la necesidad de efectuar estudios sobre yacimientos de
carbón mineral en La Rioja, Mendoza, San Juan y Catamarca, para el que se destinaría
1.000.000 de pesos. Los artículos del proyecto y los respectivos roles del estado y los
particulares, hacen de este uno de los más significativos en la materia. Y dirá Jota Zeta,
en algunos de sus párrafos de la larga fundamentación: “Un pueblo que progresa, no
puede ser simplemente ganadero y agricultor.
Con esto, solo llenaría las necesidades más elementales de la vida propia y proveería de
materia prima a las sociedades más evolucionadas. Por natural aspiración, por lógica
ineludible de vida y de progreso, debe llegar, recorriendo diversas escalas, a bastarse a
sí mismo en la más exacta amplitud del concepto. Se llega así a la etapa superior, la que
marca el mayor índice de prosperidad, en que los pueblos pueden, sin depender de nadie
obligatoriamente, asegurarse su vida propia y, con ella, la libertad económica,
institucional e internacional. La cuestión carbón está aún al margen del desarrollo
industrial argentino, no obstante ser éste un factor indispensable e ineludible. Sin él,
será en vano soñar y esfuerzo estéril pensar en el afianzamiento de la era fabril que se
inicia y que tendrá que morir o entregar la casi totalidad de sus rendimientos a los
mercados extranjeros, proveedores del combustible para sus maquinas”. El conjunto de
su exposición es, sin duda, un estudio integral de la cuestión carbón. Integral y pionero.
En el período del 21, intervino en diversos proyectos de mayor o menor importancia,
pero en todos los cuales expuso con rigor y ciencia, lo que estimaba justo y oportuno. Y
así participó en el homenaje a Güemes, en el proyecto de intervención a San Juan, en las
discusiones sobre represión de los trust y demás.
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Es importante destacar que su paso por el parlamento permitió a Jota Zeta, hacer
conocer en un ámbito acorde, su capacidad como político y hombre de estado. Con 34
años, su incursión en proyectos de invalorables trascendencia, lo sindicó para destinos
más importantes. Ante su pueblo, cumplió con creces, con responsabilidad y
conocimiento de las necesidades que lo afligían. A sí mismo se probó en arduas y
agotadoras jornadas y se sintió capacitado para afrontar tareas más significativas. Y ante
el país y el radicalismo su prestigio se hizo palmario (7).
“A este jovencito lo tengo para otras cosas”
Los años que transcurren hasta llegar a gobernador de La Rioja, en 1929, son para Jota
Zeta de intenso trajinar por la política y la magistratura.
Será Procurador Fiscal de la Capital, Camarista en el Fuero Federal e interinamente
Procurador General de la Nación, a más de Camarista en la ciudad de Dolores. Estas
tareas no impiden dos intentos previos por alcanzar la gobernación. No hace al objeto de
este estudio entrar a detallar la lucha de fracciones partidarias para llevar al primitivo
radicalismo riojano a dividirse en el Radicalismo, Unión Cívica Radical Verdadera y
UCR Principista. Sirviendo unos a los intereses de Pelagio B. Luna que dará su respaldo
a su pariente el ingeniero Rincón, mientras que el antipersonalismo se manifestará en el
Principismo con Baigorrí y López González. Fueron serios los dos primeros intentos de
Agüero Vera por obtener su nominación, pero el juego de los intereses en pugna y
posiblemente que el mismo Yrigoyen se opusiera al decir “A este jovencito lo tengo
para otras cosas” (8) hacen fracasar sus intenciones. Pese a todo Jota Zeta ya es
conocido por el pueblo riojano. Deja de ser solamente hombre de los círculos áulicos e
intelectuales y el pueblo, ese pueblo que él conocía tanto, comienza a verlo como una
esperanza…
El 22 de enero de 1923 se casa con Celia Izasa en Famatina y es de estos años el
principal acopio de cuentos populares que realizara principalmente cuando regresa a La
Rioja periódicamente, alejándose de sus ocupaciones en Buenos Aires. Cuentos que
comentados y ordenados constituirán una de sus obras de investigador más interesante.
Que no era un improvisado, que anhelaba contar con una herramienta más eficaz para
tratar de sacar de su estado de atraso a La Rioja, que llegar a la gobernación no era un
escalón más de una carrera de honores fatuos, que sus miras iban más allá de un puesto
público expectable, lo demuestra un extenso estudio inédito (9) de Jota Zeta, en el que
pormenoriza la integral situación económica riojana y esboza las soluciones factibles.
Posiblemente ni antes ni después de él, con la excepción de Iribarren, un gobernante
riojano llegó a ocupar su cargo, teniendo tan en claro y estudiado lo que tenía que hacer.
Y lo más importante que, casi en su totalidad, lo hizo.
Seis años antes de conseguir lo que necesitaba: la gobernación o sea la herramienta
idónea para ejecutar la idea elaborada y meditada. Jota Zeta, tenía perfectamente
estudiado el plan de gobierno posible, necesario y salvador para La Rioja. Por ello,
pensamos, que seguro como se sentía de lo que debía hacerse, se desesperaría viendo
como transcurría el tiempo y seguían ocupando los cargos gubernativos, hombres que
ignoraban la realidad riojana u ociosos e ineptos funcionario. ¡Tan taxativamente
enumerados los problemas, tan estudiados, tan visualizados los remedios.
Impacta, estudiando su acción de gobierno, la seguridad absoluta de su hacer
gubernativo. Ni una duda, todo trazado y elaborado. Todo un plan sesudamente hecho.
Con y para riojanos. Cuando le tocó actuar como gobernador, no desperdició un solo
día.
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“La tarea a afrontar es enorme”
Luego de una lucha interna en la que se enfrentan agüeristas y quirocistas, lucha que
dejará por mucho tiempo enconos y rivalidades, Jota Zeta en la elección del 10 de
febrero de 1929 y con la oposición nominal de la UCR Principista logra los 35 electores
para gobernador. El 10 de mayo es electo junto con su compañero de formula Armando
R. Ocampo, por el período 1929-32.
Poco menos de 17 meses en el poder y cumple una de las más trascendentes, fecundas e
histórica gobernación de que se tenga memoria.
Pues lo que él no llegó a hacer realidad, pero quedó como proyectos o leyes
incumplidas, gobernantes posteriores lo fueron llevando a término.
Sus primeros decretos se encaminan a poner en marcha una administración quietista e
ineficaz. Prepara la administración para el esfuerzo que está empeñado en realizar. No
más asume el cargo tiene que tomar medidas referentes al presupuesto provincial (10).
Adopta disposiciones tendientes a receptar, para el Consejo General de Educación, el
12% de las rentas generales de la provincia. Los primeros tiempos se lo ve abocado a
designar subalternos y empleados en general. Con un crédito del Banco Nación de
$50.000 mensuales afronta el problema de la cesación de pagos en que encontró la
administración. Y en octubre encomienda a su hermano Nicolás ingeniero y jefe del
Departamento de Obras Públicas, para que ante las autoridades nacionales, solicite
cooperación para la realización del Catastro de la Provincia, especialmente la del
Instituto Geográfico Militar, mientras que ante el gobierno de la provincia de Buenos
Aires realice gestiones para la impresión de planos catastrales.
Y el 25 de octubre, superados los iniciales inconvenientes, lanza sobre la legislatura una
verdadera catarata de proyectos de leyes (11): La Ley de Imprenta Nº 477 en la que
dirá: “Los abusos de la libertad de imprenta quedan equiparados a los conceptos de
injurias y calumnias”, y en donde fijará las pautas y responsabilidades del periodismo;
la Ley de Explotación de Bosques Nº 485, tendiente a preservar la riqueza forestal de la
Provincia depredada por los obrajeros, el ferrocarril y otros.
Y tras disponer la fiscalización de los obrajes, propondría. “Los explotadores de
bosques quedan obligados a reservar una hectárea de monte virgen por cada veinte
hectáreas de campo explotado, y una hectárea desmontada por cada treinta hectáreas de
explotación. La hectárea desmontada deberá ser cercada o sembrada cada año mientras
dure la explotación con las variedades que su dueño o arrendatario estima conveniente,
y cuando se trate de terrenos pantanosos o anegadizos se plantarán eucaliptos, álamos y
sauces”.
De ese mismo día es la Ley de Empréstito Nº 486, de Fomento Urbano y Rural. Esta
ley puede considerarse la ley-eje de toda la obra de gobierno de Jota Zeta. Sancionada la
misma y obtenidos los fondos imprescindibles se podrían llevar a término y no quedar
en mero papel, las otras leyes que se sancionarían. Es decir, cumplir el paquete de leyes
que permitirán modernizar La Rioja.
De ahí que la creación del Banco de La Rioja y demás leyes, son subsidiarias o leyes de
aplicación de esta ley de Empréstito.
Se facultaba por esta ley al Poder Ejecutivo para contratar un empréstito hasta un valor
nominal de cinco millones de pesos o su equivalente en moneda de oro argentino o
extranjero en títulos de la provincia que se denominaría de Fomento Urbano y Rural.
Algunas disposiciones del empréstito son dignas de considerarse: “Los títulos podrán
emitirse decía el articulo 3º, de una sola vez o en series, en el país o en el extranjero y
devengarán un interés mínimo de 7%, serán amortizados mediante un fondo
acumulativo del 3% anual como minimun y no podrán negociarse a un precio menor del
132
90% de su valor nominal. Lo que interesa destacar en esta ley-madre es en qué aplicaría
el gobierno, el dinero obtenido: “Expropiación de comunidades y saneamiento y
mensura de la propiedad rural, pavimentación urbana de las ciudades de La Rioja y
Chilecito, fundación del Banco de la Provincia, préstamo a la Municipalidad de La
Rioja para la adquisición de un edificio propio, fundación de pueblos y colonias”.
Creación del Banco de La Rioja
La acción de gobierno de Jota Zeta es incansable, aunque es indudable que los que se
cansan son los legisladores que siguen recibiendo el aluvión de leyes fundacionales,
varias de ellas de significativa importancia y trascendencia. A fines de octubre del 29
les envía la Ley de Patentes Nº 490, típicamente impositiva, que buscaba evitar que todo
el que pudiera no dejara de contribuir al fortalecimiento de las exhaustas arcas estatales.
No está demás recordar que su mandato se desarrolla en plena crisis mundial. Por ello es
todo un símbolo la fundación del Banco de La Rioja, cuando en todas partes se cierran
bancos. La creación del mismo será por ley 494 y diría en su articulado: “El capital
inicial del Banco será de $500.000 m/n que se tomarán de acuerdo a lo establecido en el
inciso c) del articulo y títulos de propiedades del extinguido Banco Provincial de La
Rioja, lo que será incorporado al patrimonio de aquel, a cuyo efecto se le faculta para
instaurar las gestiones particulares, administrativas o judiciales pertinentes, etc.”.
El Banco podría realizar toda clase de operaciones e interesa destacar lo que estipula la
ley sobre la distribución de las utilidades netas. El 30% para aumento de su capital, el
20% para fondo de reserva, 30% para el fondo de la Provincia con destino exclusivo a
obras publicas, 10% para amortización del capital del Banco en forma proporcional
hasta su completo pago, 10% para el Consejo de Educación y afectado a la edificación
escolar.
La Ley Nº 495, declarando de propiedad fiscal el sobrante de mensura judicial que
exceda del 1%, era complementaria de la Ley de Catastro Nº 497, de ese mismo 30 de
octubre. Recordemos su ensayo de seis años antes y veremos la coherencia de su
pensamiento, en relación a la tierra. “El poder Ejecutivo –decía– adoptará de
conformidad con la presente ley, las disposiciones que en ellas se consignan para dotar a
la propiedad rural de un título legal en lo que se refiere a su dominio, ubicación,
mensura, deslinde, división y amojonamiento. Esta ley con 89 artículos y 8 capítulos:
Expropiación de Comunidades Indivisas, Inscripción Provisional de Títulos, Juez de
Tierras, Comisión de Tierras, Operaciones en el terreno, Parcelamiento y Caminos
Públicos y Vecinales y de la forma de Pago y Reglamentación muestra el sentido de un
paquete integral de medidas, ensambladas unas con otras y complementarias. ¡Un
verdadero plan integral de desarrollo!
Por último la ley más importante en cuanto asistencia social es la Ley de Creación de la
Caja de Ahorros, Pensiones, Jubilaciones y Asistencia Social, Nº 499, que disponía
como fin: “Fomentar el ahorro y demás formas de previsión de carácter económico
social, redimir y transformar la deuda pública consolidada y flotante de la Provincia en
una sola, bajo la denominación de Conversión Interna de la Deuda, contribuir al
fomento de la educación común, a la asistencia pública permanente, a la vialidad y
mejoramiento edilicio de todas las ciudades y pueblos de la Provincia, formar el fondo
necesario destinado a atender las pensiones y jubilaciones actuales y las que en lo
sucesivo se acuerden en virtud de la respectiva ley, concurrir igualmente a la formación
del fondo de asistencia social, acordar anticipos de sueldos al personal de la
Administración y préstamos para la adquisición del “Hogar Propio”, etc.
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No estaba errado el contador de la provincia, Julio Rodríguez, al informar a la
legislatura que: “Los proyectos financieros son completamente originales en toda su
estructura, singularmente nuevos, pues no se puede decir que en otras provincias haya
leyes similares a las que se necesitan en La Rioja y que pueden ser adoptadas, lo que
hace necesario crear, conforme las diversas características y hasta la modalidad o
idiosincrasia de su pueblo”.
Diques, caminos, escuelas, electricidad, minería, son algunas de las cuestiones que
abordaría. No fue ni realizó, como algún crítico hizo hincapié, “un gobierno radical con
hombres radicales”. Fue un gobierno radical que luchó por llevar bienestar y progresos a
todos los riojanos contra intereses seculares, contra la incomprensión de muchos y en
medio de una situación económico-financiera, verdaderamente desastrosa que,
posiblemente, impidiera hacer más profundo e incisivo el cambio anhelado.
Por ello, al inaugurar el segundo período legislativo en 1930, pudo decir sinceramente:
“No vengo con las manos vacías y siento la honda satisfacción de haber cumplido con el
deber que trae aparejado el honor de ser el gobernador de La Rioja y la de haber servido
a mi pueblo con dedicación, con honradez, con patriotismo. Seguiré mi obra –dirá más
adelante– cuyo juicio definitivo llegará tarde tal vez, pero llegará”. Y finalizará la larga
enumeración de proyectos realizados y a realizar con un himno de fe. “Sí, soy un
enamorado de mi tierra, un convencido de su riqueza, de su belleza y de su porvenir,
pero mi amor es activo, es de obra, de sacrificio, de previsión, y en mucho se diferencia
el cariño negativo de los que disimulan su impotencia, con la negación y la diatriba.
Pesa sobre estos la mole de muchos sueños y muchas esperanzas en ruinas y les
anonada la ancha magnitud de la obra que fueron incapaces de concebir y ejecutar.
Como los búhos son agoreros, perturbadores e inútiles.
Como ellos su reino es de las sombras y del quietismo. Dejémosles cumplir su triste
sino. Por fortuna en el caleidoscopio de la vida hay otras perspectivas en que irradian el
sol, la verdad y la acción. Tras de La Rioja, quietista y chismosa, está la otra Rioja, que
nos reclama de cuerpo y alma, que incita nuestras facultades y enciende en las almas no
claudicantes, el ensueño victorioso del esfuerzo y del ideal”.
La revolución del 30
Sus últimos días de gobierno continuaron con el mismo ritmo de trabajo. En un
manuscrito inédito del 6 de septiembre de 1921 (12) y al cumplirse un aniversario de su
derrocamiento, da cuenta de sus vicisitudes: “Hacía poco menos de un mes a que como
gobernador de La Rioja me encontraba en Buenos Aires empeñado en gestiones de
interés para la provincia. Ocupado mi tiempo en preparar una ampliación de partidas de
Obras Publicas llegué de tarde en tarde por la Casa Rosada: sólo dos veces a la
secretaria de la Presidencia y cuatro o cinco al Ministerio del Interior. El señor Elpidio
González no fue deferente para el gobernador y éste tampoco quiso ser cargoso,
saludos, hablaremos más tarde de la Provincia etc. Mientras tanto soplaban en la calle
vientos de Fronda. Por su parte la administración se resentía en su mecanismo.
La enfermedad del Dr. Yrigoyen, su cuidado y las precauciones de que se le rodeaba por
sus familiares y allegados a pesar de él, posiblemente sin que él mismo se diera cuenta
exacta de ello, trajeron como consecuencia el enfrentamiento y la decepción en los
mejores amigos y más adictos funcionarios, a los que se hacía objeto de continuos
desaires”. La amargura de Jota Zeta por el derrumbe evidente del régimen que tanto
había contribuido a crear y la situación de Yrigoyen al que siempre había tenido y tenía
como jefe indiscutido, impregna estas páginas que escribiera en la cárcel.
134
“El día 6 –prosigue rememorando– me ocupaba por la mañana en el Hotel España de
tramitar con una compañía de electricidad, la luz para varios pueblos de la Provincia, la
construcción de edificios para escuelas, etc.
Eran las 11 de la mañana cuando un golpe de teléfono me anunciaba que las tropas del
ejército estaban ya en la capital. No lo creía del todo. Pero desde el balcón de mi pieza
presencié la sublevación del pueblo, los tiros al aire de la policía y el desconcierto de la
defensa. Todo estaba perdido!”.
Refugiado en casas de amigos en la tarde de ese día, regresa a La Rioja el 8. “El
gobierno de La Rioja estaba entregado ya al mayor Raggio que había nombrado su
ministro al Dr. W. Frías. En la estación fue recibido por el Cap. Leconte quien, de orden
de Raggio puso a mi disposición el coche de la gobernación y me acompañó hasta
casa”. Luego vendría el reencuentro con sus familiares, la tranquilidad de encontrarlos
bien, los amigos, los correligionarios. “Pronto se cambió a Raggio que había procedido
como un caballero, con el contralmirante Moneta. Uno de los primeros actos de este fue
ponerme preso e incomunicado por veinte días a causa de una circular que mandé en
forma de carta y por correo a los amigos, procurando levantarles el animo e incitándoles
a permanecer leales al partido, en espera de las elecciones que anunciaba Uriburu
solemnemente. Se me puso en libertad a mérito de una carta que escribí a Moneta,
optando por salir del país, si no se me levantaba la prisión.
Pero al poco tiempo, se optó por fraguarseme cuatro procesos ridículos que les permitió
contra toda ley, tenerme preso hasta la fecha. Esto sería largo y prefiero no
considerarlos aquí, pues quiero publicar después sus coplas para mi reivindicación y
para vergüenza de los verdugos”.
Al mes de escritas estas frases, Jota Zeta y su ministro de Hacienda fueron sobreseídos
definitivamente. “Con la declaración expresa de que este proceso no afecta en nada el
buen nombre y honor de que pudieran haber gozado”.
Ostracismo político y reencuentro con el escritor
Esporádicas apariciones de Jota Zeta en actos partidarios, como el homenaje que el 3 de
agosto de 1934 se le rinde a Yrigoyen en La Plata, donde fue principal orador, algunos
escritos en los que expresa su repudio al retorno de viejas mañas de la política criolla o
el rechazo indignado y categórico, que hace al general Justo que le ofrece en noviembre
del 34 la gobernación riojana, marcan el final y en parte el ostracismo político
voluntario.
Quedará su palabra, su consejo, pero Jota Zeta está harto de manoseos, más cuando ve
que el juego político no es limpio y marcha por andariveles antidemocráticos.
Reposa el político y resurge con singular dinamismo el incansable escritor de más de 30
obras de teatro, novela, dramas radiales, adaptaciones cinematográficas, poesía. Y el
poeta que siempre fue, abre su espíritu a la inspiración, como buscando aspirar en las
alturas del éter, el oxigeno que le niega el aire enrarecido en que se vive.
A partir del 34, aparte de sus cátedras, utilizará como pocos escritores de su tiempo, las
extraordinarias posibilidades que le brindaba la radiofonía.
Y en Radio Rivadavia y Radio El Mundo, realizará durante casi diez años una
gigantesca tarea de divulgador de personajes caros a su espíritu, tales como Quiroga, el
Chacho y mucho más. Valiéndose de su conocimiento minucioso de costumbres,
folklore, leyendas, cuentos populares, dioses autóctonos e historia…
Atahualpa Yupanqui (13), recuerda: “J. Z. Agüero Vera, riojano profundo y escritor de
nota, solía decir: “Si uno no fuera tan ocioso, podría escribir diez libros sobre historia y
tradiciones, abarcando solo la región entre Malanzan y Olta”.
135
El autor de “Los ojos de Quiroga” tenía tercera dimensión y gastaba su riqueza de
imágenes en cuentos y leyendas, poemas y vidalas. Era un verdadero deleite escucharlo
en aquellos años posteriores a 1930, cuando todavía la gente se reunía para practicar un
hábito que venía de lejos con jerarquía de rito: para conversar. Fue pues –recuerda
Yupanqui– en una de esas reuniones donde me topé con J. Z. Agüero Vera. Y fuimos
amigos con un sentido de tierra que auspicia el germen. Durante horas oíale recordar a
su Rioja, sus llanos de chañares, breales y algarrobos, sus arenosos caminos por donde
la historia transitó con alboroto de lanza, espuela y grito.
Las escenas de vaquería ocupaban lo mejor de sus evocaciones. Era conocedor y
además ponía fervor, sagrada luz, en su discurso. Cuando llegué a La Rioja, años
después, y recorrí sus bíblicos paisajes, ya tenía el conocimiento por adelantado de la
manera de ser de sus gentes, gracias a Fausto Burgos, a Adán Quiroga, a Dardo de la
Vega, al inolvidable Joaquín V. González y a este riojano tan riojano, capaz de sonreír
frente al olvido, que era Agüero Vera”.
A principios de diciembre del 36, comienza a propalarse su romance dramatizado “Los
ojos de Quiroga”. Posiblemente la obra más exitosa de su extensa producción. Al
presentarla, dijo: “He reconstruido para Radio El Mundo estos episodios, recogidos
unos de las supervivencias populares, sugeridos otros por el conocimiento personal que
tengo de los lugares y de la sociedad en que actuó Facundo, y los menos, espigados de
las crónicas de aquellos azarosos tiempos y de libros posteriores. La leyenda, sin estos
recuerdos, es el cuento para mentes infantiles.
De allí que, para salvar el obstáculo, he traído a contribución paisajes, creencias,
costumbres, cantos, refranes y cuentos de la época. En esta parte seria de la obra que
vais a escuchar. Podrá discutirse el hecho, a veces adrede desfigurado en algunos
detalles para no herir sentimientos respetables, a veces magnificado para pintar mejor la
psicología y el colorido, podría señalarse personajes de mera ficción, tal vez y sin tal
vez una no exacta coincidencia en la crónica de los sucesos. De lo único que no podrá
acusárseme es de una falla en la descripción de la mesología, del escenario o del
carácter de los actores. He ahí el contenido que he querido poner en esta obra”.
En un lenguaje radiofónico sencillo (14), con diálogos y recursos muy bien llevados,
Jota Zeta, resaltará los rasgos más notables de la personalidad de Quiroga: el orgullo, su
don de mando y autoridad, su virilidad, su conocimiento de los hombres, su espíritu
caritativo y bondadoso con niños y sufrientes. Jota Zeta hace con esta obra revisionismo
de los buenos a nivel masivo, utilizando la radio que, con seguridad, otros intelectuales
tendrían en menos. Fue tal la popularidad alcanzada por esta obra que influyó más que
ninguna otra en el reconocimiento definitivo de los auténticos valores del vilipendiado
caudillo riojano. A pesar de que buscaba como ningún otro autor lo había hecho hasta
entonces, mostrar las facetas humanas de Facundo, novelando sí, pero novelando con
mucho conocimiento de la realidad, Jota Zeta aprovecha para ofrecernos un
multifacético y certero fresco de paisajes, pueblos, costumbres, hábitos, comidas,
supersticiones, creencias populares y lo hace con los conocimientos que le daban el
folklore y la antropología. Y todos los recursos que utilizará, serán auténticos versos de
su autoría, canciones de su inspiración, no faltando la cálida referencia al Olimpo
diaguita que dominaba y conocía como pocos. Quiso mostrar al desnudo el alma de
Facundo. Y serán sus ojos que reirán, sufrirán, amenazarán los verdaderos
protagonistas. Conoceremos al Facundo de los triunfos, del juego, de las derrotas, de los
salones porteños, el amante empedernido, el guerrero valiente y justo, el estratega, el
gobernante. Pensamos que muchas cosas que le hizo decir a Facundo, principalmente
cuando este regresa al gobierno de La Rioja y encuentra a lo principal del pueblo
136
festejando alborozado su creída derrota, es lo mismo o muy parecido a lo que le ocurrió
a él en circunstancias parecidas.
Está tan compenetrado el poeta de la personalidad de Facundo, tan inmerso en ella, vive
tan de cerca sus gozos y fracasos que por momentos no se sabe quien habla si Facundo
o Jota Zeta. Tal como lo sintetiza en una frase “Me sirvieron bien en la fortuna y me han
traicionado en la mala”.
En “Sumaj Ñusta” (15) escrita a mediados del 35, que como obra teatral no ha perdido
ninguno de sus encantos, Jota Zeta, explica: “Literalizo una leyenda recogida como
piedra sin desbastar del acervo de los campos. La he facetado con paciencia de artista en
mi taller de estudios, para ofrecértela al deleite y a la emoción de tu espíritu. Escenas y
personajes son reales y van más allá de la ficción y de lo convencional como
reconstruidos, partícula a partícula en función del medio natural, cultural y psíquico que
he procurado dominar a detalle.
El tema en sí es simple, la lucha entre malanzanes y solcas, el triunfo de los primeros y
la rivalidad entre los jóvenes guerreros, Huayna y Hualcanca.
La aparición de la Ñusta, princesa de sangre indígena y española, de belleza sin par, que
provoca los celos y la rivalidad de los dos posibles candidatos a curaca. El triunfo de
Huayna. La aparición de los españoles en tren de dominación. Más la muerte del curaca,
la inminente llegada de los conquistadores lleva a la obra todo el sentir de lucha y
sangre de un pueblo que se sabe al borde de la dominación. Finalmente, entrecruzado y
enriquecido todo, por cantos, ceremonias y demás, la lucha final y el triunfo definitivo
de los españoles. Es los últimos momentos de la obra se conoce que la Ñusta, la Sumaj
Ñusta, es hija de Tristán de Tejeda y de una india. El padre pide a la hija que regrese
con él, pero la Ñusta enamorada de Huayna prefiere acompañarlo en el suicidio antes
que regresar con su padre español”.
Y viene a cuento relatar esta obra dado que muestra el dominio escénico y dramático
que tenía Jota Zeta, razón de que esta y otras obras teatrales fueran llevadas en muchas
oportunidades a escena.
Cuando a principios de julio del 37 lleva a la radio su obra “La nieta del sol” toma el
tema de la Sumaj Ñusta y lo enriquece y profundiza, dividiéndolo en 40 episodios y
cada episodio en tres jornadas. Al anunciarse la iniciación de este ciclo se decía que era
del “agrado del público al sustituirse los dramones insulsos que parecían inseparables de
la radiotelefonía por obras que tienen belleza y contenido”.
De Tiahuanaco hasta la conquista del último valle andino, en cuatro ciclos, divide Jota
Zeta esta obra y entronca la leyenda precolombina con el definitivo triunfo del español
sobre una raza heroica.
De parecido y diferente tenor serán las obras que escribirá hasta fines del 40 para LR 1
Radio El Mundo y otras radios del interior del país y del extranjero. “La campana de los
vientos” se centrará en el proceso y muerte de los hermanos Reynafe, los matadores de
Facundo, ejecutados en la plaza de la Victoria, “La flor de los cardones”, “El romance
de la gitana”, “Momentos históricos”, episodios de tipo histórico dramatizados, en lo
que rescata hechos heroicos finales de la colonia y principios de la vida independiente
argentina “El Chacho”, de menor enjundia que “Los ojos de Quiroga” pero de similar
factura y muchas obras más.
Quede lo comentado sobre algunas de las obras de Jota Zeta, como simple referencia
que procura cerrar el círculo sobre su múltiple y fascinante personalidad. Pues en este
último período de su vida, tuvo tiempo y empeño en publicar cuentos, leyendas, ensayos
en “Mundo Argentino”, “La Nación” etc.
E incluso concluyó una exquisita y extraña obra “La esfinge de nácar” sobre la vida de
Cleopatra, escrita en un lenguaje de sutil finura épica, que nos recuerda la riqueza de
137
situaciones y lenguaje de los dramas de Shakespeare. Esta obra fue escrita pero no
conoció su difusión y quedó como su obra póstuma.
Sonriendo ante el olvido
Vuelto a La Rioja, Agüero Vera es designado camarista y el gobierno le encarga la
recopilación de todas las leyes de la provincia de 1854 a 1942. Ese retorno a La Rioja
fue un breve remanso de paz en su trabajada vida. Se encontraba ultimando todo para
preparar el regreso de su mujer y de sus cuatro hijos a Buenos Aires donde se instalaría,
cuando el 28 de febrero de 1943 fallece en el Hotel España de la Capital Federal.
El gobierno y el pueblo riojano le rindieron el homenaje que merecía, pero luego un
olvido total y absoluto cayó sobre su memoria.
Pasaron los años y recién en 1965 el velo de silencio y olvido sobre este riojano
sensible, culto, estudioso y pionero en muchos aspectos en su provincia y en el país
comenzó a descorrerse. Es cuando el gobierno de la Rioja publica en edición limitada
parte de sus “Cuentos Populares de La Rioja”, luego en el año 73 la Universidad de
Tucumán edita sus “Divinidades Diaguitas” trabajo original y brillante sobre un tema
muy poco conocido. A fines de esa década una editorial porteña incluirá sus “Cuentos
Populares de La Rioja” en una de sus colecciones de divulgación masiva. Es bueno
poner de resalto que de cuentos populares, leyendas, fábulas por él estudiadas y
recogidas en el campo riojano y del norte cordobés podría editarse una media docena o
más de gruesos volúmenes, de su obra poética otro tanto y de su teatro perviven con
singular frescura varias obras.
El juicio definitivo sobre su obra está llegando. Tarde muy tarde, como él mismo
preveía, pero llegando al fin.
BIBLIOGRAFÍA
Esta síntesis sobre la vida de Juan Zacarías Agüero Vera se ha hecho consultando su archivo completo.
Se ha consultado además el Archivo Histórico de La Rioja, en el Archivo Histórico de Corrientes, en la Biblioteca Mayor de la
Universidad de Córdoba, Biblioteca de la Legislatura de Córdoba y otros repositorios, sobre aspectos de la vida de Jota Zeta.
(1) Entrevista doctor Juan de Dios Vera Ocampo. La Rioja.
(2) Artículo del presbítero Juan Carlos Vera Vallejo. “A la muerte del Dr. Agüero Vera”. Los principios. Córdoba. Marzo 3
de 1943.
(3) Entrevista Aurelio Ortiz. La Rioja.
(4) DEL MAZO, Gabriel. La Reforma Universitaria. Tomo I. El movimiento argentino (1918-1940). Compilación y notas.
Edición del Centro de estudiantes de Ingeniería. La Plata. 474 páginas.
(5) Libro de Decretos. Archivo Histórico de Corrientes.
(6) AGÜERO VERA, J. Z. Antecedentes explicativos sobre la elección de 1920. Informe mecanografiado inédito.
(7) Diario de Sesiones. Cámara de Diputados de la Nación. Años 1920, 21 y 22.
(8) Entrevista Herminio Torres Brizuela. Exgobernador de La Rioja.
(9) AGÜERO VERA, J. Z. “La situación de La Rioja Su gestión económica”. Monografía inédita. 35 páginas
mecanografiadas. Octubre de 1923.
(10) Archivo Histórico de La Rioja. Libro de Decretos Nº 43. 1927-1929.
(11) Provincia de La Rioja. Recopilación de Leyes y Decretos. Edición Oficial. La Rioja. Talleres tipográficos del Estado.
134 páginas 1930.
(12) AGÜERO VERA, J. Z. “Revolución de 1930. 6 de septiembre de 1931. Primer aniversario de la revolución”. Manuscrito
inédito.
(13) YUPANQUI, Atahualpa. El canto del viento. Articulo especial para la revista “Folklore” Capítulo XXIII.
(14) y (15) AGÜERO VERA, J. Z. obras inéditas.
138
XII
Los legisladores riojanos de la concordancia
La síntesis que abarca este capítulo, comprende desde la caída el 6 de septiembre de
1930 del gobierno constitucional de la Unión Cívica Radical, del doctor Juan Zacarías
Agüero Vera, hasta el movimiento revolucionario del 4 de junio de 1943 y la
finalización intempestiva del gobierno del doctor Félix de la Colina.
El 26 de septiembre de 1930 asume el interventor federal, contralmirante José Moneta,
y luego y por poco tiempo el doctor Dionisio Centeno, hasta el 18 de febrero de 1932.
En estas intervenciones se procede sistemáticamente a investigar y poner en prisión a
las autoridades destituidas. Se dejan sin efecto leyes de indudable importancia como la
494 de creación del Banco de La Rioja y la 499 de la Caja de Ahorros que el gobierno
posterior del ingeniero Vallejo pondría nuevamente en vigencia. Estas intervenciones
siguen al pie de la letra las directivas emanadas de la Nación, persiguiendo en el orden
local los mismos objetivos.
Los gobiernos de la concordancia
Los cuatro gobernadores que presiden el Ejecutivo riojano desde el 18 de febrero de
1932 al 19 de junio de 1943, responderán en el orden local a los lineamientos nacionales
de la Concordancia, unión de partidos opuestos al radicalismo yrigoyenista.
Pero a diferencia del calificativo infamante que se aplicara en el orden nacional, fraude,
peculado, mala administración, los gobiernos riojanos de la Concordancia y la actividad
legislativa que desarrollaron tanto en el orden provincial como en el Parlamento
Nacional, adquieren ribetes de sobresaliente en todo sentido.
Es cierto también que ninguno de ellos fue un dechado de virtudes electorales, pero
también es bueno significar que la lógica de los tiempos, al menos en el orden local, lo
podría explicar. Se puede afirmar que todos los gobernantes que en el lapso dicho
gobernaron La Rioja eran personalidades relevantes no solamente en el orden provincial
sino nacional.
El ingeniero Carlos Vallejo (18 de febrero de 1932 al 18 de febrero de 1935) había
ocupado cargos destacados en la Nación, acompañando al ministro Le Breton en
Agricultura. Recibido en EE.UU. como ingeniero agrícola, desarrolla intensa labor en la
enseñanza y aplicación de las más modernas técnicas agropecuarias.
El general Eduardo Fernández Valdes, también llegó al gobierno riojano con una foja
prestigiada de servicios profesionales. Su gobierno se extendió del 18 de febrero de
1935 al 4 de octubre de 1938 en que renuncia a escasos meses de terminar su mandato
como consecuencia de la sanción, el 23 de septiembre de 1937, de la ley 774, llamada
del voto “cantado” u optativo, duramente criticada por el propio presidente Roberto
Ortiz en carta que tomara gran notoriedad, exigiendo al general Fernández Valdes,
ajustara las prácticas electorales de la provincia a las prescripciones de la ley Sáenz
Peña de voto secreto. Luego de acatar la voluntad de Ortiz y sancionarse la Ley 788
Fernández Valdes renuncia a su cargo, siendo reemplazado por el término de su
mandato por el doctor Wenceslao Frías, ex gobernador de la provincia a principios de
siglo y exponente típico del criollo mañoso y lleno de recursos.
Por su parte, el doctor Héctor de la Fuente (18 de febrero de 1939-18 de febrero de
1943) había sido senador nacional por La Rioja y magistrado en Buenos Aires y La
Rioja.
139
Los cuatro gobernadores de la Concordancia eran riojanos, pertenecientes los cuatro a
prestigiosas familias de la provincia, y un hecho sintomático que hay y que era
expresión de los tiempos, los cuatro subieron al poder por la profunda amistad que
tenían con los respectivos presidentes Agustín P. Justo, Roberto Ortiz y Ramón Castillo.
Así Vallejo y Fernández Valdes, como amigos personales y de la total confianza del
general Justo, asumen la gobernación riojana por imposición personal de aquel, en
contra mismo de fuertes grupos de opinión de La Rioja (partidos políticos, fuerzas vivas
y demás) que aspiraban a imponer otros hombres. La intervención personal del propio
presidente digitando quién debía ser y quién no y echando por tierra con las aspiraciones
de candidatos ya ungidos gobernador y vice por la Legislatura provincial como ocurrió
con los integrantes de la fórmula Julián Cáceres-Ricardo Martínez. O en el caso del
doctor De la Fuente que contó con la media palabra (o la palabra y media, como se dijo
en su momento) de Ortiz. De la Fuente, salido del riñón mismo del fraude electoral,
quiso hacer buena letra rechazando las prácticas fraudulentas en el orden provincial tal
como se hizo en La Rioja con el “voto cantado”, en Corrientes con el “voto transeúnte”
y demás.
En el orden local la formula concordancista obtuvo en las elecciones del 20 de
noviembre de 1938 8.654 votos y los radicales 2.220. La verdad es que más que fraude
“hubo deserción y desconcierto del radicalismo”.
Y en cierto modo Héctor de la Fuente puso en práctica en el orden local la política
prohijada por Ortiz. En estas elecciones fue notable el interés de Sabatini por ayudar a
sus correligionarios riojanos, denunciándose en la oportunidad la introducción de armas
y matones desde Córdoba. Y así De la Fuente hablará de “identidad de mis propósitos
con los de la política del Presidente de la República”.
Ya hacia el final de su mandato, De la Fuente ha quedado sin patrocinantes en el orden
nacional, aunque fue evidente su íntimo deseo de cubrir con su persona la senaduría que
dejaba libre Héctor González Iramain. Aunque es bueno saber que Vallejo y Fernández
Valdés buscaron lo mismo en su oportunidad.
Pero será Ramón Castillo el que imponga a su amigo Félix de la Colina, demócrata
nacional, como gobernador riojano. Tal como lo diría este último en su “ManifiestoPrograma”: “La Concordancia es la fuerza política de la provincia que está de acuerdo
con la política interna y externa que sigue el Exmo. Señor Presidente de la Nación, Dr.
Castillo, a la que nos sentíamos adheridos y solidarizados e interpreta con fidelidad la
orientación popular en el sentido de encauzarla para hacer servir los bien entendidos
intereses del Estado”.
Con una u otra orientación, podemos extraer de la labor desarrollada por estos cuatro
gobernantes, el siguiente denominador común: los cuatro hicieron gala y cumplieron de
asumir la gobernación riojana para sacar a La Rioja del marasmo, el atraso y la
decrepitud económico social, tomaron conciencia plena que más que para el medro
personal, asumir una gobernación como la de La Rioja era más sacrificio y entrega que
satisfacción de apetitos personales o canonjías, en general sacrificaron posibilidades
mayores y dieron a sus respectivos gobiernos orientaciones de indudable sensibilidad
social, patrocinando planes de desarrollo, cambios estructurales y todo lo que podía
favorecer el despegue económico y social de la provincia, combatiendo la miseria, la
mortalidad infantil, el analfabetismo, la explotación del obrero y, fundamentalmente, el
éxodo de su población más dinámica y productiva.
Esa conducta común a los cuatro gobernantes se expresó a nivel legislativo en dos
frentes perfectamente definidos pero complementarios: la acción desarrollada en la
provincia mediante el patrocinio de leyes adecuadas, las reformas de códigos,
Constitución Provincial y demás y la acción llevada a cabo en el orden nacional por dos
140
de sus más destacados representantes: el senador Héctor González Iramain y el diputado
nacional Guillermo Iribarren.
La acción de los legisladores riojanos en la provincia
En la Legislatura que inicia sus tareas en 1932, están representados los partidos:
Conservador, que preside el doctor Tomás Vera Barros, ex gobernador, la Unión Cívica
Impersonalista (U.C.R.I) con el ingeniero Vallejo, y el Socialista, que llevara como
representante a Hernán Spinoza.
El periodo que se inicia con Vallejo en el 32, en la Legislatura Provincial comienza con
la ley número 516 que acuerda 40 pesos de viáticos diarios al gobernador y que Vallejo
nunca cobrara por decisión personal, hasta la ley 926 que concede licencia al
vicegobernador (1943) Kammerath Gordillo.
En total, y en el periodo considerado, la legislatura provincial sancionó 410 leyes entre
las que abundan pensiones graciables, subsidios y otras de menor importancia, pero
entre las que la historia puede y debe rescatar otras de significativa trascendencia.
Entre las medidas más destacadas de la legislatura que acompaña a Vallejo (1932-35)
cabe mencionar la enmienda a la Constitución Provincial. La misma consta de 161
artículos, y las principales reformas hechas a la anterior constitución de 1909, obra de
Joaquín V. González, fueron: ampliación del mandato del Ejecutivo y Legisladores de 3
a 4 años, renovación parcial de la Legislatura cada dos años, elección directa de los
intendentes de las ciudades de La Rioja y Chilecito, y sufragio femenino en las
elecciones municipales.
En el articulo 45 se decía: “La mujer ejercitará su derecho de sufragio en el modo,
forma y tiempo que lo determine la ley respectiva”. Y en el ítem 4º del articulo 138,
correspondiente al régimen municipal, se agregaba: “El sufragio en las elecciones
municipales será obligatorio para los electores del sexo masculino, quedando a la ley
respectiva establecer el carácter en cuanto a los del sexo femenino”. “Pero en realidad –
afirma Ricardo Mercado Luna– la mayoría se adhirió al dictamen y fundamentacion del
miembro informante, doctor Ángel Méndez, quien se pronunció favorablemente, pero
reclamando “mesura y meditación para no cometer desaciertos irreparables”. Tal
mesura no fue otra cosa que, conceder teóricamente el voto femenino, pero impedir en
la práctica su ejercitación inmediata”.
Este gobierno –como los otros de la Concordancia– fue un gobierno sensible a las
necesidades populares. Era, sin duda, un gobierno elegido por el escamoteo del
principio de participación popular en las elecciones (no olvidemos la proscripción que
pesaba sobre el yrigoyenismo), pero sus leyes fueron sabias y meditadas.
En junio de 1933, Vallejo explicaba: “El primer año de gobierno se ha desarrollado
frente a dificultades económicas extraordinarias que han paralizado por completo todas
las actividades productoras, poniendo trabas casi insalvables al comercio y a la
industria, trabas que forzosamente se traducen en serios obstáculos en la gestión
administrativa y financiera”.
Los tiempos difíciles se expresaban en comentarios tales como: “Las dificultades de
orden financiero han obligado al Poder Ejecutivo a dictar medidas de gran economía y
al penoso proceder de cortar servicios y empleos”.
En su primer año de gobierno se aprueban leyes de progreso y de atraso, como la 517,
en la que se disponía la aplicación de penas a los delitos cometidos por medio de la
prensa. Pero es significativo el hecho de que esta ley, completada luego, a mediados del
gobierno del doctor Héctor de la Fuente por la número 843 (“Ley Mordaza”), no impide
141
ni corta la más grande eclosión del periodismo en la historia de la provincia con más de
diez publicaciones periódicas que se expresaban con la más amplia libertad.
Leyes progresistas fueron la número 520, creando el juzgado de 1º instancia con asiento
en Chilecito y con jurisdicción en los departamentos del Oeste; la 521, creando el
Departamento de Trabajo, la 522 o Ley de la Silla, en la que se establecía tanto para
comercios y fábricas la obligatoriedad de sillas para el descanso de los trabajadores; la
523, que apoyaba el establecimiento de una fábrica de guantes y cueros finos en el
antiguo molino de Cochangasta y hasta llegó a apoyarse la filmación de una película
sobre La Rioja, el 12 de julio de 1932, que luego fue exhibida en la provincia y en la
Capital Federal.
Se destaca además la ley 536 del 11 de agosto de 1932 en la que se habla del descanso
semanal para las personas de ambos sexos ocupadas en el servicio doméstico a sueldo,
fijándose una escala de remuneraciones y determinando el trabajo de menores. Esta ley
era complementaria de la número 535, que declaraba obligatorio el descanso
hebdomadario.
Una ley realmente interesante fue la número 538, que exoneraba por el término de diez
años de todo impuesto provincial o municipal a la primera fábrica de diferentes rubros
que se instalara en la provincia. De esta ley de promoción económica e industrial
surgieron varios establecimientos como “La Riojana”, dedicada a la fabricación de
refractarios.
Otras leyes de interés fueron la número 541, declarando ley de la provincia al Código de
Procedimiento en lo Civil y Comercial y al de Procedimiento en lo Penal, la número
550, de irrigación, la número 551, exonerando del pago de impuestos a las Sociedades
Cooperativas y una de real significación, la número 557, creando la Dirección
Provincial de Vialidad.
Como es lógico suponer, la labor era tesonera, pensando que la mayor parte de las obras
públicas de importancia debían ser realizadas con fondos nacionales. Pero éste y el
gobierno que le sucede realizan más bien una política de legislación local, tratando de
estirar lo más posible los escasos recursos provinciales.
Ya en estos primeros tiempos concordancistas, se reforma la ley de creación del Banco
de La Rioja –ley 498– proponiéndose la formación de un banco mixto, idea que no se
hará realidad sino 30 años después (1962) y que será un total fracaso.
Pero fueran escasos o no los fondos, los legisladores riojanos insistían en sancionar
leyes de progreso. Así en diciembre de 1933, la legislatura discute el proyecto de
creación de la Academia de Bellas Artes. Y el diputado informante expresará: “trátase
de la elevación artística de nuestro pueblo que hasta hoy carece de un medio en donde
desarrollar su amor al arte”.
Pero en La Rioja había hambre y necesidad. El 3 de diciembre del 34 se establecen por
la ley 626 las “ollas populares”. “He recorrido –dice el diputado Díaz– la región de Los
Llanos y he visto cuadros impresionantes en familias de trabajadores que carecen en
absoluto de medios de subsistencia motivados por la suspensión de los trabajos en los
obrajes de leña y carbón; si bien es cierto que esta ley no ha de subsanar en su totalidad
el mal que aqueja a la provincia, no es menos cierto que ha de aliviarlo”. Y surgirá así la
ley 642 de ayuda a los necesitados de toda la provincia, mediante la entrega de
alimentos y vestuarios por medio de comisiones departamentales.
Un problema fundamental para la economía riojana lo fue y es, sin duda, la cuestión del
agua. En tal sentido, Vallejo en 1934 expresaba: “En la actualidad no pasan de veinte
mil hectáreas las cultivadas con riego y una vez que se terminen las obras actualmente
en construcción, no pasarán de treinta mil hectáreas y ello no significa un patrimonio
como para asegurar la prosperidad de un Estado”. Y agregará: “Nuestras tierras de
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regadío no deben dedicarse a producir maíz y trigo, que se producen con mucho menor
costo en el litoral, deben producir materias como los aceites vegetales comestibles e
industriales, de olivo, de xiemenia, de jatropha, ricino, dulces, sirops, jarabes, olivas,
nueces, frutas secas y abrillantadas, frutas y verduras de primicias, fibras de agabe y de
chaguar, materias todas que pueden soportar perfectamente los fletes forzosamente
elevados”.
El ingeniero Vallejo era quizás el profesional más indicado para establecer el
diagnóstico correcto. De esta preocupación surgirán las leyes número 550 (General de
Irrigación), 559 (De agua y usina hidroeléctrica de Chilecito), 571 (Riego para chacras
en Chamical), 617 (Modificando la Ley de Irrigación) y otras.
Ya en la mitad de su mandato, Vallejo sintetiza: “Sin haber conseguido salir en absoluto
la Provincia del caos y confusión del malestar económico en que la persistente crisis ha
dejado en el mundo de los negocios, es pausible anotar que se siente la saludable
reacción de un mejoramiento general. Como consecuencia de esta reacción económica,
las transacciones comerciales, ventas de tierras, operaciones bancarias y demás
manifestaciones del capital están nuevamente en plena acción”. La verdad es que La
Rioja seguía y seguiría por mucho tiempo siendo la provincia más pobre del país y la de
poseer el triste record del mayor índice de mortalidad infantil: 250 0/00 en niños de
menos de 1 año. La Rioja, en 1934, recibirá 700.000 pesos por la ley nacional 11.721 de
Ayuda Federal, con los cuales puso al día los sueldos atrasados (hasta 20 meses en el
caso de los maestros) e iniciaría la construcción de una destilería de aceite en Aimogasta
y otra de alcohol vínico en Chilecito; de un hotel de aguas termales en Villa Mazán; de
un edificio para la escuela graduada de Chamical; de un edificio para oficinas públicas
en Chilecito y construcción de un edificio para escuela de Bellas Artes.
Que no era fácil gobernar una provincia carenciada como La Rioja, lo demuestra la
opinión de escritores como César Carrizo que al mismo tiempo que Vallejo pronunciaba
su síntesis optimista, escribía sobre la Capital: “Las calles sin adoquinar, los muros sin
revoque, las casa empobrecidas y aporreadas por el zonda, la lluvia y el sol, las tapias
mordidas por el salitre, los callejones sin vereda conmueven el alma más empedernida.
Y si bien algunos “chalets” y algunas casas de moderna arquitectura asoman por entre
los tapiales, ello no hace sino acentuar los tonos sombríos del cuadro”.
Agréguese –finalizaba– el casi fracaso del dique de la Quebrada, que ha costado
millones y millones, lo mismo las obras de captación de agua potable, el casi fracaso del
sistema de riego, y se tendrá un pálido esbozo del drama que atormenta a la ciudad”.
Por las leyes números 600 y 628 de octubre y diciembre de 1933 el legislativo riojano
sanciona los códigos de policía y rural, respectivamente.
El código de Policía fue redactado por el doctor Ángel María Méndez y constaba de 347
artículos. Modificado posteriormente, muchas de sus disposiciones siguen teniendo
plena vigencia. Como cuando estatuye acerca del “allanamiento del domicilio privado”
y se dice: “Cuando para algún objeto de la indagación fuera necesario penetrar en el
domicilio de un particular y se negase la entrada, deberá recabarse de juez competente
la respectiva orden escrita”. El Código de Policía de La Rioja está lleno de
disposiciones acertadas que contribuyeron a quitarle al cuerpo esa suerte de carácter
aislado, privilegiado y sobrepuesto al común de los ciudadanos. Puso freno a muchos
privilegios y violaciones del derecho y determinó que la policía debiera ajustarse más a
la ley y no sentarse sobre ella.
El Código Rural fue el primer intento orgánico de legislar sobre esta materia tan
compleja. Fue redactado por el doctor Armando Ocampo, ex vicegobernador de 1929 a
1930, que en la presentación de su trabajo explicaba: “Los gobiernos de La Rioja han
venido incurriendo en mora respecto a la legislación rural, siendo la única provincia que
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carece hasta el presente de la codificación de esta materia”. Decía luego que el trabajo
no era original pero si ajustado a los tratadistas más actualizados. En 265 artículos
trataba sobre ganadería, agricultura, caminos y demás. “Para su aplicación (del Código)
también he preferido la creación de una autoridad nueva, que la designó con el nombre
de comisionado rural, a fin de no acumular tareas en el comisario o juez de Paz, con lo
cual el servicio de la autoridad rural, será rápido y eficaz”.
Parecía que en todos los ámbitos la legislatura actuaba. De ahí leyes sobre temas tan
dispares como el Matadero Público (Nro. 686), perforaciones en campos fiscales (691),
y casinos (694, que modificaba la anterior número 526, buscando facilitar la
introducción de capitales que permitieran la construcción de hoteles y el incremento
turístico.
En la sesión del 1º de octubre de 1934, la legislatura riojana procede a la elección del
doctor Héctor González Iramain en reemplazo del doctor Horacio Vera Ocampo, que
finalizaba su mandato.
La elección no fue fácil, pues representantes del radicalismo impersonalista expresaron
que “había departamentos riojanos sin representantes por lo que no podían elegir
senador”. No obstante la critica al avasallamiento del federalismo, a la voluntad del
“Patrón” (Justo), etc., González Iramain fue elegido por 11 votos y el voto en contra del
único diputado socialista de La Rioja, Hernán Spinosa. Curioso el destino de González
Iramain, socialista independiente, amigo de Justo y con una gran trayectoria.
Su desempeño como senador nacional por La Rioja desde el 1º de mayo de 1935 al 4 de
junio de 1943, fue realmente de singular trascendencia y significación, pues acompañó
desde el Senado Nacional las mejores y más trascendentes leyes dictadas en beneficio
de La Rioja y la región. Horacio Sanguinetti habla de él del modo siguiente: “Héctor
González Iramain era riojano, pariente de Joaquín V. González y de alta estirpe
intelectual. Héctor era motejado, admirativamente, “Pico de oro”. Sus virtudes oratorias
eran excepcionales, sobre todo por la calidez y musicalidad de su voz, que según
testimonios producía placer auditivo, aún desvinculado del fondo de la cuestión
tratada”.
En los últimos tiempos del progresista gobierno del ingeniero Carlos Vallejo, se procede
a elegir diputados por algunos departamentos. Sobre estas elecciones (y vale para
anteriores y posteriores) y en la sesión preparatoria del 11 de enero de 1935, el diputado
socialista Spinoza dijo: “Que he estudiado con mucha detención e interés el desarrollo
del acto electoral y las denuncias que a este respecto hicieron a la Junta Electoral. De
ese estudio no he encontrado nada nuevo, es lo que se ha hecho en todas las elecciones
por nuestros partidos de política lugareña y criolla.
Nada ha inventado el Ejecutivo en esta elección si bien deseamos que esas prácticas
viciosas de la participación de empleados públicos en la política se terminen, debemos
comprender también que eso no puede imputarse íntegramente a los gobiernos, sino que
es una actitud personal de los empleados que quieren con ello conservar sus puestos, ya
que todos sabemos que el partido triunfante remueve todo el elenco administrativo y
que por lo tanto en el triunfo del candidato oficial estará la conservación de sus puestos.
De esto no tiene la culpa como he dicho ni los gobiernos ni los empleados, es la falta de
una ley de inamovilidad del empleado público que hace que esto ocurra”.
General Eduardo Fernández Valdés (18 de febrero de 1935 al 4 de Octubre
de 1938)
La personal intervención del presidente Justo impuso en el gobierno de La Rioja al
general Fernández Valdés.
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Las referencias sobre su persona son unánimes: su gobierno fue de trabajo, de
realizaciones, de un hacer constante. En una crónica sobre La Rioja de 1935, el escritor
Ángel María Vargas escribe: “El general Fernández Valdés delimita claramente dos
épocas en la vida de la provincia. Antes de su gobierno, impera la colonia hasta en los
adobes y en las tapias que llegan hasta la plaza principal; después de él, nada más que
con lavarle la cara a la ciudad, se inicia el progreso de la provincia”. Estos juicios corren
por cuenta de quien los hizo, pero algo de verdad tienen en cuanto a que durante este
gobierno se hicieron trabajos de importancia.
Fue, sin duda, un gobierno honesto, trabajador y con ideas de realización. Representó, si
se quiere, el concepto tecnocrático impuesto a su gobierno por Justo, sin las lacras que
tuvo el general-ingeniero.
En la sesión extraordinaria de la H. L. del 18 de febrero de 1935, se discutió sobre la
necesidad de acogerse la provincia a la Ley Nacional de Unificación de Impuestos. El
ministro de Hacienda y Obras Públicas expuso la opinión del nuevo ejecutivo y afirmó
“que la Provincia debe adherirse porque es beneficiosa, aunque no en la cantidad que en
realidad debiera corresponderle porque la base tomada para la distribución ha sido la
percepción de la renta en los últimos años y esta, debido al estado económico de la
población, no ha sido recaudada en la cantidad calculada por las consideraciones que
necesariamente debía contemplar el gobierno”. La verdad es que al adherirse la
provincia a esta y otras leyes del centralismo porteño, obtenía en un principio beneficios
mayores y lograba entradas que por sí misma le era imposible lograr. La Rioja
necesitaba con urgencia leyes que permitieran su despegue económico, y fue así al
comienzo.
Analizando las leyes que se sancionan en este gobierno, observamos que apenas un
puñado de ellas son significativas: la numero 710 aceptando el régimen, de Unificación
de Impuestos Internos, tal cual lo disponía la Ley Nacional Numero 12.139; la 714,
eximiendo de impuestos y derechos fiscales a los contratos prorrogados de la deuda
hipotecaria al Banco Hipotecario Nacional; la 720, “autorizando al Poder Ejecutivo de
la Nación la conservación y consolidación de la parte de la deuda pública de la
Provincia hasta la suma de $700.000”. Por otra parte, las publicaciones de la época se
quejaban de la labor “irresponsable” de la legislatura riojana al sancionar a libro cerrado
la ley de presupuesto de 1935 (ley 715), similar a la 734 que prorrogaba para el año
1936 el mismo presupuesto.
El periódico “La Rioja”, en su edición del 29 de julio de 1935, decía: “El sábado ha sido
sancionado por la legislatura el presupuesto que el P.E. había enviado para su estudio.
Una vez más la legislatura, ha demostrado su espíritu de obediencia a la Casa de
Gobierno, tratando a libro cerrado la más importante de las leyes, el Presupuesto de la
Provincia, el que necesitaba por eso mismo, un estudio más sereno y detenido”.
Pero si la Legislatura se prestaba obediente a los dictados del Ejecutivo, fue esa
legislatura, que acompaña la acción de Fernández Valdés una de las más agitadas,
peleadoras y díscolas, por las fuertes discusiones, los diálogos violentos y algunas
sesiones en la que se esgrimieron armas y enfrentamientos a puñetazos por parte de
algunos legisladores. Ni la pachorra y buen ánimo del doctor Wenceslao Frías logró a
veces evitar esas cuestiones.
Si la primera legislatura de la Concordancia, la que actuara con Vallejo, tuvo un solo
diputado opositor, la que acompañó a Fernández Valdés tuvo tres, en un total de 17, lo
que no obstante su situación de minoría absoluta permitió una acción opositora más
enérgica.
Bien se ha tildado (aunque con cierta exageración) al gobierno de Fernández Valdés, de
“municipal”. Su acción en realidad se centró más que nada en la Capital. En mayo 10 de
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1935, el periódico “El Zonda” hacía notar: “La ciudad de La Rioja debe cambiar su
fisonomía de aldea y ponerse a tono con las capitales de provincias. El aspecto edilicio y
el mal estado de la pavimentación de La Rioja, dicen de la necesidad de un cambio
fundamental, que ponga a la ciudad capital a tono con el progreso de sus hermanas de
otras provincias. La pavimentación, que es una de la obras requeridas por el pueblo y
que cambiaría totalmente la fisonomía edilicia de la Capital, puede realizarse. Para
nadie escapa este criterio que hacemos nuestro. La materia prima la tiene el medio. La
mano de obra es económica en la provincia. La financiación ya esta planeada por ley de
un gobierno anterior. Solo es menester optar por tipo conveniente a la zona y ejecutar
sin más trámite la obra”.
La ley que refiere el articulista, era la número 486, o Ley de Empréstito, sancionada en
el gobierno del doctor Juan Zacarías Agüero Vera (1929-30), que establecía la
realización de la pavimentación de La Rioja y Chilecito. A esta ley se le agregó en el
artículo 6to., el inciso f (Para la edificación de la nueva Casa de Gobierno y destinado
$300.000 m/n para su cumplimiento, además de realizar los trabajos de pavimentación
señalados).
Un protagonista de primera línea, único sobreviviente de ese gobierno, el profesor
Ricardo Martínez, que ocupara la cartera de Hacienda y Obra Públicas, nos explica: “El
gobierno contaba con muy pocos recursos.
Conseguimos dinero en la Nación y pagamos así parte de lo mucho que se debía a los
acreedores. Con ese dinero que sobró, se capitalizó el Banco de La Rioja y con esa
capitalización se pudieron hacer muchas pequeñas obras en el interior de la provincia,
como escuelas, postas sanitarias y demás”.
El año 1936 fue, en la acción legislativa riojana, de singular importancia, pues además
de la sanción de la ley número 737, que permitió contar con el dinero suficiente para
construir la actual Casa de Gobierno, se sancionó la 752, por la que se autorizaba al
Poder Ejecutivo a emitir un empréstito en títulos, hasta la cantidad de $2.000.000 m/n,
que se denominó “Provincia de La Rioja”, garantizada con fondos de la Ley Nacional
número 12.139.
Las lógicas y eternas dificultades económicas-financieras de la provincia pudieron
paliarse en parte. Y de ahí que tiempo después se pudiera sancionar la ley número 758
que autorizó al P.E. a invertir la suma de 380.000 pesos m/n en diversas obras públicas.
Y así La Rioja vio construirse los modernos cuarteles que en esa época albergaron a los
efectivos del R.I. 15, el arco de entrada a la ciudad, la pavimentación de las ciudades de
La Rioja y Chilecito, el primer tramo pavimentado de ruta entre Nonogasta y Chilecito,
y otras obras que perduraron por su importancia.
En otro orden de cosas, y refiriéndonos a la labor propiamente legislativa, notamos una
verdadera avalancha de leyes otorgando subsidios, pensiones, salas de primeros auxilios
en distintos puntos de La Rioja (Pelagio B. Luna, Catuna, etc), como así también el
arreglo y construcción de cementerios (Jagüe, Udpinando, Villa Chelcos, Vinchina y
otras). Tétrica y necesaria labor si pensamos lo mal que estaban los obreros de La Rioja.
En un comentario se decía: “El éxodo de los habitantes de los departamentos. Una breve
gira que acabamos de realizar para ver de cerca la vida de los departamentos de Los
Llanos y el Oeste, nos dio la realidad del desamparo y la tristeza de aquellos parajes”.
Así en el periódico docente “Aspiración” de agosto de 1937, se decía: “Desde hace un
tiempo, toda la zona sud de nuestra provincia se ve azotada en forma espantosa por la
miseria y se debate en un verdadero caos. En lo que respecta a estos últimos
departamentos, General Roca y San Martín, podemos afirmar que el éxodo de la
población se manifiesta en forma alarmante.
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Corridas por el hambre familias enteras han emigrado a Córdoba, San Juan y Mendoza
donde por lo menos encuentran trabajo para poder saborear el pan de cada día. La
sequía que se prolonga de año tras año, arrasó con toda la ganadería y las pocas
precipitaciones pluviales de los veranos apenas alcanzan para que los pobladores
puedan beber agua durante unos siete u ocho meses”.
Se decía también que el único recurso que les quedaba a los pobladores era la
explotación de bosques, pero estos también estabanse liquidando a pasos precipitados.
Ni los magros recursos provinciales, ni la ayuda federal dada con cuentagotas, ni la
labor legislativa provincial ni nacional lograban encontrar las integrales soluciones a los
múltiples problemas de La Rioja.
Estos años fueron, quizás, los más duros en lo que va del siglo XX. Pocas fuentes de
trabajo, cierre definitivo de la minería que dormitaría por muchos años más, carencia de
infraestructura de la industria vitivinícola, exterminio de la ganadería de Los Llanos por
las sequías y la falta de represas y diques (aún no estaba en funcionamiento el dique de
Anzullon, ni el de El Portezuelo ni otros).
Una ley, la número 774, a la que se llamó del voto “optativo” o vulgarmente “cantado”,
sancionada el 23 de setiembre de 1937, tuvo repercusión nacional y significó el
alejamiento del cargo de Fernández Valdés en octubre del año siguiente sin terminar su
período gubernativo.
En dicha ley se establecía que: “Los electores que deseen votar secretamente lo
manifestarán al Presidente”. “Es decir –como apunta Mercado Luna– que si el elector
no formulaba ninguna manifestación, debía sufragar de viva voz”.
La mencionada ley, de haber seguido gobernando Agustín P. Justo, no hubiera tenido
mayores consecuencias, pero elegido Roberto Ortiz a fines del 37 y asumida la
presidencia en el 38, no vio con buenos ojos la existencia de una ley que dejaba de lado
el espíritu de la ley Sáenz Peña del voto secreto.
Una carta de Ortiz al gobernador riojano volvió las cosas a su cauce natural y obligó a
Fernández Valdés a rectificar su accionar, de allí nació la ley número 788, que
reimplantó el voto secreto en las elecciones. Los diarios de la época hablaban de la
intervención federal, de los entretelones de todo este trámite. La carta de Ortiz y la
presencia en La Rioja de un veedor presidencial que sugirió la conveniencia de
“amoldar la ley provincial de elecciones al espíritu de la ley Sáenz Peña”, produjo tan
viva impresión que en la Casa de Gobierno se admitió de inmediato la conveniencia de
transmitir a la legislatura “esas atinadas consideraciones”. “Es ya cosa resuelta –decía el
diario “El Mundo” de Buenos Aires, en junio de 1938– que la Legislatura riojana
derogue el voto optativo (que en la práctica, resulta sencillamente cantado y obligatorio)
para ponerse a tono con el espíritu democrático del pueblo y con los deseos expresados
por el primer magistrado”.
En su último mensaje a la legislatura, Fernández Valdés decía, el 6 de junio de 1938.
“En la realización de mi programa he debido fatalmente, contrariar en muchos casos las
ambiciones impacientes, desechar las pretensiones ilegales, desahuciar las tentativas de
predominio y rechazar las colaboraciones sospechosas, opuestas a los intereses
permanentes de la provincia y a la marcha correcta de su administración. He seguido
imperturbable esa conducta política, perfectamente consciente de que ella enajenaría
muchas simpatías a mi gobierno, como he mantenido también mis propósitos en el
orden administrativo, sin ignorar que no son los procedimientos más acertados para
atraer partidarios, la mesura en el mandato de los dineros públicos y del agua de
regadío, ni la profilaxis de la empleomanía, ni el cobro regular de los impuestos, ni el
severo control de todas las dependencias”. Pero es indudable que el general Fernández
Valdés no comprendía que desde la Casa Rosada habían comenzado a soplar sobre el
147
país nuevos aires de democratización que tenían en el respeto electoral su máxima
expresión. Y ello se demuestra porque mientras Ortiz en carta personal reconvenía al
gobernador riojano sobre la ley del “voto cantado” este en su mensaje a la legislatura,
decía: “La vida política del estado se ha desenvuelto normalmente, y bajo las garantías
acordadas, se han llevado a cabo cuatro importantes elecciones para renovar la mitad de
los de esta H. Legislatura, uno de los partidos se abstuvo de tomar parte en la lucha y
otro no obtuvo de la Junta Electoral la oficialización de sus boletas, por vicios o fallas
en la presentación, debidas a violaciones de preceptos legales o reglamentarios. Otro
tanto ocurrió con el partido radical en las elecciones de Diputados Nacionales, debido a
lo cual los de la Concordancia se presentaron sin oposición en ambos comicios”.
Hablaba en su último mensaje Fernández Valdés, de la regularización de los pagos a los
maestros, de la creación de asociaciones cooperadoras en todas las escuelas, de la
creación de cinco nuevas escuelas y de un aumento de un 37 por ciento en el último año
de niños que iban a la escuela primaria.
Una de las últimas leyes de su gobierno fue la número 791, “que prohibía en todo el
territorio de la Provincia en día sábado, después de las doce horas, el trabajo material
por cuenta ajena y el que se efectúa con publicidad por cuenta ajena”.
Gobierno del Dr. De la Fuente (18 de febrero de 1939 al 18 de febrero de
1943) y acción de los legisladores nacionales riojanos
La Rioja, al hacerse cargo de sus funciones el doctor De la Fuente, ha progresado en
muchos aspectos, pero sus crónicas falencias y carencias, su infraestructura insuficiente,
el éxodo permanente de sus trabajadores, son causa de una toma de conciencia por parte
del poder Ejecutivo, si se quiere, revolucionaria e inédita. Las leyes, por eso, que
sancionará la legislatura riojana en este período no se apartarán de la tónica parcial y
pequeña que habían tenido hasta el momento, aunque a partir del año 1940 contribuirán
a complementar las leyes nacionales que se darán.
Lo importante de destacar de este gobierno es la integral y totalizadora visión que
adoptara al respecto. El gobernador entiende que no es posible continuar con la política
hasta entonces seguida. Que la Nación debe adoptar con respecto a La Rioja, Catamarca
y demás provincias carenciadas o pobres, una nueva actitud. El giro de la perspectiva
política y legal es, por eso, de 180 grados.
En su primer mensaje a la legislatura, el 3 de junio de 1939, De la Fuente dice: “Pese a
quienes creen y lo digan que La Rioja no progresa, lo cierto es que la Provincia con sus
necesidades, sus problemas y sus actividades, etc. ha crecido en los últimos años en
forma tan considerable que, no obstante las transformaciones operadas en sus
instituciones y resortes burocráticos y la creación de organismos nuevos, el mecanismo
administrativo de su gobierno aparece de todas maneras deficiente o incompleto, o
insuficiente, frente a las actuales e impostergables necesidades”.
De la Fuente, ya había puntualizado lo que se debía hacer, el 18 de febrero de ese año,
al pronunciar el “Discurso inaugural de su gobierno”: “El resurgimiento de La Rioja,
Catamarca y todo el noroeste argentino, caracterizará un ciclo de nuestra historia y será
uno de los resultados más eminentes y fecundos de la política actualmente dominante en
el país”. Y agregará algo que es fundamental: “El problema económico de La Rioja es
tan grave que pienso en la necesidad imperiosa de que la Nación concurra con una
legislación de excepción y aún de emergencia para la atención de nuestros intereses.
De la Fuente dejaba así claramente planteada su posición.
El 22 de septiembre de 1939, envía una extensa carta a los senadores riojanos, doctores
Héctor González Iramain y Raúl Ceballos Reyes, en la que esboza el plan de acción que
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se debe seguir. Este documento es quizás uno de los más significativos de toda la
historia de La Rioja que aún hoy, a más de cincuenta años de escrito, sigue teniendo
plena vigencia y actualidad: “Señores Senadores: La gravedad del problema económico
de La Rioja, sin solución posible con los medios y rentas de que ella puede disponer, me
induce a dirigirme a Ustedes, representantes constitucionales de la misma en el Senado
de la Nación, para pedirles quieran solicitar la indispensable colaboración, primero de
estudio en el Honorable Senado y luego de acción legislativa, que allí mismo se
promovería para resolverlo”.
Y nótese la concepción regionalista que tiene el gobernador riojano.
No habla solamente por La Rioja, habla por Catamarca, habla por la región toda que
sufre y padece los mismo problemas.
“Parece innegable –afirma– que esta región, jurisdicción de La Rioja y Catamarca, hoy
empobrecidas hasta extremos que debieran conmover al sentimiento nacional, fue muy
distinta en su estado económico durante la época colonial de fines de siglo XVIII,
durante la guerra de emancipación y hasta el período caótico anterior a la organización
nacional”.
Y De la Fuente denuncia luego, la acción deletérea de leyes de neto significado
esquilmador y antifederalista, al decir: “Algunas provincias –y entre ellas La Rioja–, se
encontraban al finalizar la organización nacional en situación económica de incapacidad
para mantener la elemental estructura del sistema de gobierno, cuanto más para cumplir
los fines de progreso y bienestar general. Comprendiéndolo así los constituyentes del
53, establecieron en el Art. 67 Inc. 8º, que correspondía al Congreso acordar subsidios a
las provincias cuyas rentas no alcancen, según sus presupuestos, a cubrir sus gastos
ordinarios.
Desde entonces, el problema para La Rioja ha ido asumiendo cada día mayor gravedad,
y bajo la gravitación de factores geográficos desfavorables y no combatidos y
finalmente con los efectos de las leyes sancionadas en estos últimos años de unificación
de Impuestos Internos y de creación de impuestos a los Réditos y a las Ventas. Los
efectos de esa leyes –sigue diciendo De la Fuente– recién pueden apreciarse en toda su
magnitud ahora, después que se han agotado los empréstitos provinciales, ofrecidos y
facilitados por la Nación (Ley número 11.721, Arts. 8º, 9º y 28º de la ley número
12.139, etc) y contraídos con la garantía de los mencionados impuestos y solo queda,
tras el espejismo de holgura económica y prosperidad general, el empobrecimiento de
los pueblos por el aumento considerable de impuestos directos e indirectos y la
estrechez financiera de los gobiernos por la gravitación de las dichas deudas sobre los
impuestos afectados”.
Y De la Fuente sigue hablando de “la imposibilidad de aumentar los impuestos y que la
provincia al sancionar la ley número 801 reglamentando el cobro de la deuda atrasada
por impuestos ha probado que las entradas fiscales apenas cubren los gastos dispuestos
con el criterio de la más estricta economía y en nada más disminuyen el atraso de cuatro
meses en el pago de sueldos con que se inició mi administración”.
“Todas estas cifras del presupuesto de una provincia con 116.000 habitantes y 89.000
kms. Cuadrados, denuncia una profunda depresión económica, una pobreza rayana en la
miseria, más dolorosa que los padecimientos del gobierno, más lesivas del decoro
nacional que las dificultades financieras de la entidad provincial, más trascendentes en
el porvenir social de esta región que la reducción casi inverosímil de los sueldos.
Esa pobreza general, ya revelada en la despoblación por éxodo obligado en busca de
trabajo, en la propagación de enfermedades antes desconocidas en la población, en el
estado de desnutrición de las clases proletarias –todas ellas de origen netamente
argentina–, en las cifras elevadas de la mortalidad infantil, constituye un mal de raíces
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profundas que no podrá extirpar la provincia por sí sola, minada como esta en sus
fuentes de vida, y que demanda con las voces de la justicia el auxilio de la Nación, con
su tesoro y con sus medios poderosos de acción”.
El crudo y sincero cuadro de situación así planteado serviría a De la Fuente para
plantear las soluciones, y así expresaría ya en la parte final de su histórica nota: “Lo
sombrío del cuadro no debe llevarnos al pesimismo de sentar la imposibilidad de
resolver tan graves problemas”.
Y agregará: “Para modificar nuestra tradicional precaria situación económica, que es
parte de un problema nacional, deben concurrir por igual la acción inteligente y
comprensiva de la Nación con un cuerpo integral de Leyes, orgánicas y de emergencia,
y la acción decidida y enérgica de nuestro pueblo. A esos fines, propongo y solicito de
los señores Senadores, pidan que el Senado de la Nación designe una Comisión de
Senadores que estudie en el receso parlamentario con la colaboración de los técnicos de
las provincias interesadas, los múltiples problemas económicos y sociales que afectan a
La Rioja, Catamarca y proyecte ese Cuerpo de Legislación y lo presente en el año
próximo a la consideración del Congreso”.
Y dirá luego: “A ninguna institución, a ningún cuerpo, le incumbe más que al Senado de
la Nación, compuesto por Senadores de las provincias, la misión de estudiar sus
problemas, proteger sus intereses atender sus necesidades. La incumbencia le viene de
su naturaleza política de las provincias, para efectividad del sistema federal y garantía
de que cumplirán en todo el país los propósitos de progreso y bienestar general que
estructura la Constitución del 53, dictada por el Congreso General Constituyente “por
voluntad y elección de las provincias que componen la Nación Argentina”.
La histórica nota del gobernador riojano a los senadores nacionales Ceballos Reyes y
González Iramain surtió rápido efecto, pues se constituyó una comisión especial de siete
miembros para estudiar los problemas denunciados. Tal fue la rapidez de su accionar
que a principios de noviembre del 39, los senadores Benjamín Villafañe (Jujuy),
Alfredo Palacios (Capital Federal) y González Iramain visitaron La Rioja y luego de
recorrer durante un par de semanas el interior y Catamarca y recibir informes, detectar
de cerca la problemática planteada, regresaron a la Capital Federal.
Alfredo Palacios, con su acostumbrada facundía, se convirtió en el lógico vocero de la
Comisión y en reiteradas oportunidades, expreso su pensamiento: “La Rioja y
Catamarca –expresó en reportaje de “La Vanguardia” del 25 de noviembre de 1939–
dan al viajero una impresión angustiosa” (…) El hombre de La Rioja y de Catamarca
sufre en este paisaje y se adapta a él. es callado, sufriente, pasivo. En su cara inmutable
es difícil leer el movimiento tardo de su pensar o la vibración de su sentimiento. Desde
hace lustros –siglos– viene trabajando en condiciones feudales e inhumanas. Ochenta
centavos diarios por una jornada extenuante. Una raza tratada en tal forma, privada de
alimentación, de substancias nutritivas, degenera y se debilita. Y así están esos paisanos
de La Rioja –nuestros hermanos argentinos– en un estado de semi-inconsciencia y
humildad, que es o estoicismo o resignación.
Los pueblos terrosos dan una impresión desoladora de miseria.
Muchos de ellos están semi-abandonados. Las puertas cerradas con ramas de algarrobo
o cueros de vaca denuncian la provisoria clausura de los ranchos. Los pobladores se han
ido a Tucumán o a Salta a trabajar a los ingenios. De allí volverán, si vuelven,
consumidos por el paludismo y el trabajo, enfermos más laxos y desnutridos que
nunca”.
Y así, en ese tono, Palacios cuenta de los pueblos abandonados, de la falta de agua, de la
necesaria colonización de la inmigración, de la miseria espantosa que había podido
detectar en La Rioja y Catamarca, de los conchabadotes a los que califica de “negreros
150
con patente”. “Estando en Catamarca nos visitaron algunos religiosos directores del
periódico “La Unión” y nos informaron minuciosamente del sistema de explotación
empleado por los conchabadores. Y nos dijeron –recuerda Palacios– también que ellos
eran legisladores, comisarios, autoridades, que actuaban públicamente, sin ningún
escrúpulo ni rubor. Este problema merece también y ya estamos decididos a impulsar
seriamente las obras de ayuda, fomento, riego y colonización de estas provincias. Tengo
muy fijas en mi retina la impresión desoladora de sus páramos, de sus hombres
sedientos, de sus campos sin verde, de sus niños famélicos. Es una sensación de congoja
y una voluntad de poner término a esa situación que deseamos ver comunicada a toda la
Nación. Particularmente a Buenos Aires egoísta en su riqueza y rudo contraste con la
miseria del interior”.
Y reafirma lo que expresara en su mensaje a la legislatura en 1940, el doctor De la
Fuente: “El problema económico de La Rioja es un problema de legislación”.
El 8 de junio de 1940, De la Fuente eleva un extenso y pormenorizado informe
económico-social al presidente de la Comisión Especial, designada para estudiar los
problemas de las provincias subvencionadas, que encontrarán solución “si todo ese
conjunto de esfuerzos no se condiciona al desarrollo de una acción sostenida y
encaminada a revivir el trabajo útil, organizado, dirigido y realizado con fe por sus
beneficiario. Mientras esa solución se rehuya y mientras subsista la incomprensión y la
indiferencia actual respecto de las necesidades del interior, habrá en la provincia
hambre, y día a día será más difícil volver a lo que ya se fue”.
Taxativamente en el programa de realización inmediata se pedía: aumento de la
subvención anual para cubrir todas las necesidades y servicios públicos, créditos de
$5.000.000 a la provincia para que esta lleve a cabo el catastro de la propiedad
inmobiliaria urbana y rural, proyecto presentado por el senador Raúl Ceballos Reyes,
canalización de los ríos Amarillo y Negro en Chilecito, construcción de hoteles de
turismo y urgir la realización de la siguiente obra pública: construcción de cuatro
bodegas cooperativas por la Junta Reguladora de Vinos con capacidad total de 56.000
Hlts. Y se solicitaba además una serie de obras de riego y construcción de represas.
En su programa de desarrollo permanente, De la Fuente solicitaba la modificación del
Código de Minería, volviendo a la situación jurídica anterior a la ley número 273;
sanción de una ley de fomento de usinas y obras de riego construidas o a construirse en
La Rioja y Catamarca; sanción de una ley que disminuyera en un 60 por ciento las
tarifas de toda clase de los ferrocarriles del Estado, para todos los productos y
mercaderías que entraran y salieran de La Rioja y Catamarca; sanción de una ley
autorizando la ejecución de un camino que partiendo de Aimogasta fuera en línea
directa a Andalgalá o al punto más conveniente del camino que une a esa población con
Concepción –Tucumán– por la Cuesta del Clavillo; sanción de una ley creando una
escuela agrícola-ganadera en La Rioja; proyecto del senador Ceballos Reyes sobre
creación de un haras para remonta del Ejército en La Rioja; sanción del proyecto de ley
creando como entidad autónoma al Consejo Nacional de Fomento Económico de las
Provincias de Catamarca y La Rioja. Dicho consejo se integraría por tres directores
designados por el Poder Ejecutivo Nacional, dos de ellos a propuesta de las provincias
interesadas y uno por el Poder Ejecutivo Nacional, que presidiría la Comisión, los
directores durarían seis años y la misión del Consejo sería “adoptar las medidas
necesarias para producir el ordenamiento, fomento y revitalización de la economía
general de las Provincias de Catamarca y La Rioja”.
Las facultades de este Consejo Nacional de Fomento Económico de La Rioja y
Catamarca, propuesto por De la Fuente, eran múltiples: “Para resolver la aprobación o
rechazo de las licitaciones publicas realizadas por él y su adjudicación, para coordinar
151
su acción, previa a la aprobación del Poder Ejecutivo con la que en cada una de las
Provincias mencionadas cumplen los distintos ministerios y reparticiones autónomas de
la Nación, para concertar convenios con los gobiernos de las Provincias, interesadas
sujetos a la rectificación del Poder Ejecutivo, tendientes a una acción coordinada para la
consecución de las finalidades perseguidas por esta ley y para contratar con el Banco de
la Nación Argentina la cesión del establecimiento de fundición de Santa Florentina
ubicado en La Rioja (Chilecito), el que será administrado por el Consejo de Fomento
Económico, quien tomará las medidas necesarias para su inmediato funcionamiento,
para fomentar el trabajo de la minería y su aprovechamiento industrial con la instalación
de plantas de concentración”.
Y la lista de facultades del Consejo trataba todos los aspectos de la economía de ambas
provincias. Lo curioso y digno de destacar de este proyecto, es que De la Fuente
hablaba en nombre también de Catamarca y de acuerdo a lo que sabemos no hemos
podido rastrear ninguna reunión o acuerdo previo a este pedido unilateral y que firma
solamente el gobernador riojano.
Las notas e informes del doctor De la Fuente, los estudios realizados in situ por la
comisión senatorial, produjeron en breve una verdadera avalancha de leyes nacionales a
partir de las sesiones ordinarias del año 42: Ley 12.786 (obras y estudios diversos).
Riego e hidráulicas, ferroviarias y camineras. Esta ley en sus 17 artículos establecía que
toda maquinaria extranjera que fuera utilizada estaría exenta de impuestos. Que se
utilizarían materiales de fabricación nacional, estando facultadas las provincias a
adquirir las obras mediante convenios con la Nación y debiendo realizar la declaración
de utilidad pública y expropiaciones respectivas.
Ley 12.763 (Usinas en La Rioja). Construcción de usinas hidroeléctricas y térmicas en
distintas localidades de La Rioja.
Ley 12.764 (Camino desde La Cumbre a Catamarca por La Rioja). El P.E.N. encargaría
a Vialidad Nacional la construcción de esta ruta.
Ley 12.774 (Subvención para previsión y asistencia social). Cada una de las provincias
de Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja, San Luis y Santiago del Estero recibiría $400.000
anuales para costear exclusivamente servicios de previsión y asistencia social.
Ley 12.776 (Aporte al fondo de Vialidad) Cada una de las provincias de La Rioja,
Catamarca, San Luis, Jujuy, Santiago del Estero y Corrientes recibirán, con destino al
fondo de Vialidad Provincial, un aporte especial extraordinario de $250.000 anuales,
durante 10 años.
Ley 12.777 (Represas en La Rioja y Catamarca). Estas represas de medianas
dimensiones serían para embalsar las periódicas aguas pluviales.
Ley 12.785 (Telares). Se creaba bajo dependencia del ministerio de Agricultura de la
Nación en Belén (Catamarca), Trapiche (San Luis), Villa San Martín (Santiago del
Estero), Vinchina (La Rioja), Cafayate (Salta), Tilcara (Jujuy), respectivamente, una
escuela fábrica textil.
Ley 12.789 (Régimen de conchabadores). Se organizaba el sistema de conchabo y se
establecían severas sanciones a los que contraviniesen sus disposiciones.
Proyectos de la comisión, sancionados por el Senado
Además de los proyectos convertidos en leyes nacionales, la Comisión logró la sanción
de los siguientes proyectos –a los que faltó la media sanción de diputados–.
– Anticipo de $5.000.000 a la provincia de La Rioja “con fines exclusivos de
colonización agrícola y ganadera, de los condominios rurales existentes en la
provincia, procedentes de mercedes indivisas”.
152
Escuelas prácticas de agricultura y granja, crease en “cada una de las provincias de
Catamarca, Salta, Jujuy y San Luis y en Aminga, departamento Castro Barros, de la
provincia de La Rioja, una escuela práctica de agricultura y granja”.
– Fomento del olivo, en la que se decía: “independientemente de lo dispuesto con
carácter general por la ley 11.643 de fomento del olivo, se establecerá un
régimen especial de fomento para Catamarca, La Rioja y San Luis hasta
completar en dicha región el 50 por ciento de las plantas que fuere necesario
plantar en el país”.
– Proveedurías: establecía que toda empresa que vendiera productos a sus
trabajadores por medio de proveedurías debería registrarse en el Registro de
Proveedurías, los artículos que vendían deberían ajustarse estrictamente a las
disposiciones prescriptas.
– Obras en el Río de La Rioja, obras de captación en el Río de Huaco, defensas en
Sanagasta y La Rioja.
– Adquisición de ganado caprino: disponía la adquisición por el gobierno nacional
de 550 cabezas de ganado caprino (500 hembras y 50 reproductores), para cada
una de las provincias de Catamarca, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta,
San Juan y Santiago del Estero.
Además, el gobierno distribuiría 1650 cabezas (1500 hembras y 150 reproductores)
para su distribución en los territorios nacionales.
– Haras para fomento de la producción mular en Vinchina, La Rioja.
– Con anterioridad a estas leyes y proyectos sancionados por el Senado, el alto
cuerpo había convertido en leyes las iniciativas siguientes del doctor González
Iramain.
– Ley 12.354 (22-1-1937). Camino de La Rioja a Chilecito por la sierra de
Velasco.
– Ley 12.403 (15-IX-1938). Estudios para la dotación de agua potable a la
provincia de La Rioja.
– Ley 12.638 (5-IX-1940). Canalización de los Ríos Amarillo y Agua Negra de
Chilecito.
– Ley 12.669 (17-XII-1940). Construcción y mueblaje de hoteles en varias
provincias.
Además, quedaron para ser tratados en el periodo de sesiones de 1943, tres
proyectos elaborados por la Comisión Especial y que fueron: “Ley Orgánica de la
Dirección Nacional de Riego y Obras Hidráulicas”, “Ley Orgánica de la
Administración General de los Ferrocarriles del Estado” y “Cánon de Riego”.
La Actividad de la Legislatura Riojana
Si en el orden nacional la actividad de los legisladores de la Concordancia fue relevante
y de trascendental importancia para el desarrollo de la provincia y de los estados
federales que conforman el noroeste argentino, en el orden provincial, la labor que
cumplió la legislatura riojana en el gobierno del doctor De la Fuente incluyó también la
sanción de algunas leyes que completaron aquella integral tarea. Son dignas de
mencionarse las siguientes leyes:
Ley 823, que otorgó becas de $50 mensuales a estudiantes que desearan cursar estudios
fuera de la provincia, en pintura, escultura, música, canto, declamación.
Ley 824, destinando $1000 para la edición de la parte no publicada hasta ese momento
de la fundamental obra del historiador Dardo de la Vega Díaz, “Toponimia Riojana”.
153
Ley 828, autorizando al Poder Ejecutivo para contratar un empréstito de $600.000 que
se denominaría “Empréstito de resurgimiento económico de Los Llanos de La Rioja,
1940”.
Ley 842, estableciendo el sistema de colonización por medio de pequeñas granjas, las
que serían entregadas a riojanos, casados, padres de familia no mayores de 50 años de
edad.
Ley 844, creando la Intendencia de Lavaderos de Oro de la provincia.
Ley 857, autorizando al Poder Ejecutivo a transferir a favor de la Nación un terreno
expropiado en la ciudad de La Rioja destinado a la construcción de un hotel de turismo
y de acuerdo a lo dispuesto por la ley nacional número 12.669.
Ley 859, autorizando el P.E. para transferir a favor del Comando de Aviación del
Ejercito, cien hectáreas del inmueble expropiado, destinado al emplazamiento del
aeródromo de la ciudad capital de La Rioja.
Ley 862, declarando acogida la provincia a los beneficios de la Ley Nacional número
12.341, que crea la Dirección de Maternidad e Infancia.
Ley 866, sobre Colonización de tierras en la provincia.
Ley 868, Ley General de Expropiación y,
Ley 892, que mostraba la sensibilidad del gobernante, acordando un subsidio de $2.000
a la Junta de Historia y Letras de La Rioja con el fin de realizar investigaciones y
publicaciones de la historia de La Rioja.
En su último mensaje a la legislatura, De la Fuente mostró su entusiasmo por la labor
desarrollada. Y expresó, entre otras cuestiones: “El problema de la vivienda que
preocupa a todas las comunidades civilizadas, se le afrontó por primera vez entre
nosotros, con la construcción de 42 casitas, cómodas e higiénicas que forman todo un
barrio (Barrio San Román) en terrenos antes incultos y despoblados”. Y agregaría
luego: “Con la construcción del Palacio de Justicia, el Poder Judicial tendrá un edificio
propio donde pueda cumplir sus altas funciones”. Pero no solamente de las obras
concretas se envanecía el gobernador riojano pues se había encargado durante su
gobierno de prohijar otras de singular proyección: “De conformidad a este pensamiento,
he apoyado la creación y funcionamiento de la Sociedad Rural de La Rioja, de la Junta
de Estudios Históricos, del Instituto de Estudios Superiores, incorporado a la
Universidad de Cuyo”.
Doctor Félix de la Colina (18 de Febrero al 19 de Junio de 1943)
Apenas cuatro meses duró el último gobierno riojano de la Concordancia. En su
mensaje a la Legislatura, De la Colina expresó: “He dejado, desde este instante, de ser el
abanderado de dos fuerzas (Demócrata Nacional e Impersonalista Unificado) políticas
para ser gobernador de todos los riojanos”. “Comprendo –agregó– que la labor
administrativa a desarrollarse ha de ser ardua, pesada y hasta sacrificada, especialmente
en el orden económico. Ignoro por completo el estado financiero en que recibo la
provincia, por no haber intervenido en la gestión administrativa del señor gobernador
que termina, doctor De la Fuente, pero la presumo muy difícil y delicada y habrá que
encarar los problemas que surjan, con todo patriotismo y sin renunciamientos”.
La elección de De la Colina no contó con partido opositor pues el radicalismo se
abstuvo. Por eso el encendido panegírico que hizo de la Concordancia en oportunidad
de presentar su programa (20 de noviembre de 1942) el doctor De la Colina.
El gobierno del doctor Félix de la Colina ha sido el gobierno más corto de la historia
riojana y a pesar de sus muchas demostraciones de acción en pro de la moralidad
154
pública y del mejoramiento de las buenas costumbres administrativas, poco fue lo que
pudo hacer en beneficio de la comunidad riojana.
En términos generales fue un gobierno que trató de solucionar una serie de problemas
que había heredado del gobierno anterior. Lo curioso de este gobierno del doctor De la
Colina es que integró su equipo casi con la misma gente que había acompañado a De la
Fuente y no obstante eso, se dedicó desde el primero día a criticarlo abiertamente,
realizando a tal efecto exhaustivas investigaciones administrativas. Anuló concesiones,
eliminó partidas y combatió la “empleomanía”, tratando de equilibrar las finanzas del
siempre desequilibrado presupuesto riojano.
Mostró a propios y extraños que venía a hacer una buena, sana y sobria administración,
pero sus buenas intenciones apenas si se concretaron por la brevedad de su gobierno.
El 19 de junio de 1943 entregaba el mando al coronel Juan Velasco, jefe del R.I. 15 y en
la oportunidad resumió su administración así: “Me retiró completamente sereno, tal
como asumí el gobierno y lo he desempeñado y me reintegro a la vida ciudadana con la
tranquilidad que solo se siente cuando se ha cumplido con el deber.
Mi gobierno ha coincidido con anticipación de cuatro meses con el programa del actual
gobierno de la Nación y solo lamento que mi corta permanencia en él me haya impedido
desarrollar el vasto programa constructivo que me había trazado, en que estaba
empeñado en realizarlo con la sinceridad de argentino porque creía y creo que es
saludable y necesario para el bien público de mi provincia”.
Y finalizó diciendo: “Después de haber abonado gastos del anterior gobierno y del
actual que suman desde el 18 de febrero la cantidad de $437.814,94 queda a la fecha en
las cajas del estado un deposito de $237.397,75 para atender las exigencias normales de
la administración cuyas cuentas he mantenido al día”.
Así terminó, con una humilde y sencilla rendición de cuentas, el último gobierno de la
Concordancia riojana. Pero tuvo su renacer muchos años después: don Guillermo
Iribarren, diputado nacional durante el gobierno del doctor De la Fuente y hermano
político de aquel, pasado un cuarto de siglo (1967), haría realidad y concretaría muchos
de los proyectos pensados y elaborados por los hombres más esclarecidos de la
Concordancia riojana.
155
BIBLIOGRAFÍA
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DE LA COLINA, Félix, “Mensaje del Gobernador de La Rioja, Dr. Félix M. de la Colina a la Honorable Legislatura al asumir el
mando. 18 de febrero de 1943”. La Rioja, Talleres Gráficos Testori, 33 ps. 1943.
Entrevistas realizadas a: Fenelón Carrizo del Moral, doctor Manuel Fernández Valdés, profesor Ricardo Martinez y Señora Baby
Vallejo de Estrada.
COLECCIONES DE PERIÓDICOS
“La Rioja”, años 1932 a 1943, inclusive.
“El Zonda”, años 1935 a 1939, inclusive.
“Aspiración” (periódico docente), 1938-1939.
“Boletín Mensual” (Confederación de Maestros, El Milagro, 1942).
“Pucará”, Chilecito, 1943-1945.
“Calchaquí”, La Rioja, 1931-1933.
“La acción” (Bisemanario político y social, órgano concordancista), 1937.
“Prensa riojana”, La Rioja, 1941.
“La voz del pueblo”, 1039.
“Ideal” (Órgano estudiantil de la juventud radical), La Rioja, 1930.
“La opinión” (Bisemanario), La Rioja, 1938-1939.
“La Semana”, La Rioja, 1934.
“El Censor”, La Rioja, 1940.
156
XIII
Don Herminio
La ultima anécdota que contó, cuando terminaba de grabar muchas horas sobre la
historia de La Rioja desde 1915 hasta 1992, lo pinta de cuerpo entero: “Al asumir la
gobernación de La Rioja (1958-1962) expresé que la única garantía que deberían tener
los créditos a los productores era los callos de sus manos. A los pocos días se presentó
un productor de Vinchina y me manifestó que necesitaba un crédito para plantar 5
hectáreas de viña pero sus títulos no eran correctos y el banco le negaría el crédito.
Pregunté al presidente del Banco de La Rioja si el crédito se le otorgaría si yo
comprometía mi patrimonio como garante. Me dijo que sí y el crédito le fue otorgado al
productor. Así cumplí con lo prometido y no quedé como mentiroso”.
A los que conocimos a don Herminio Torres Brizuela caminar con su paso menudo y
ágil las calles de La Rioja, con su eterna sonrisa y su constante abrazar gente, besar
niños y decir cosas amables y cordiales, nos impactó su optimismo, su poco propensa
inclinación a hablar mal de alguien y las ganas de vivir gozando de la gente y las buenas
cosas.
A poco de morir allá por el verano del 93, hicimos un acto cultural en el patio del
Archivo Histórico y recuerdo que lo dediqué a don Herminio: “Sé que de haber vivido
hoy estaría sentado en esa silla escuchando atento lo que se diga”. Era a cabalidad un
gran tipo y un personaje que logró cautivarme.
Las eternas ganas de los riojanos a poner motes, le endilgó lo de “Sal gruesa” porque
estaba en todos los asados o “Sol de enero” por lo abrazador.
Sabía eso y le encantaba. En las muchas horas que grabé acerca de su vida y ante
nombres de adversarios o políticos con los que le tocó actuar, nunca asomó el
calificativo despectivo o agresivo. Del ingeniero Enrique Zuleta que lo antecedió como
gobernador peronista, dijo que era: “inteligente y manso”.
Del gobernador ingeniero Juan Melis (1952-55), se expresó: “como hombre de acción,
como hombre de gobierno yo tengo un muy buen concepto. Y sobre todo por su
honradez”.
Habían sido muy duros en La Rioja aquellos del 45 al 55 estando en la oposición. Lo
habían perseguido, le habían cerrado y empastado el periódico “El Zonda” que dirigiera
durante años y poco antes de la revolución septembrina, lo habían encarcelado. Don
Herminio no guardó rencor. “Algo que hice con mucha gente. Yo me vengué de las
persecuciones haciéndoles favores. Yo les restituí inmediatamente al asumir el gobierno
(1958) las pensiones a todos los gobernadores peronistas que la revolución les había
sacado”.
Don Herminio había nacido en 1907 en una estancia ubicada a pocos kilómetros de El
Milagro, en pleno llanos riojanos, aquella mítica estación de la que el actor Fernando
Ochoa afirmaba estaba en el fin del mundo y donde terminaba el tren. El séptimo de
once hermanos. “El lobizón”, se decía riendo.
Miles de hectáreas y cabezas de ganado. Un padre, descendiente del general Tomas
Brizuela, “El Zarco”, lugarteniente de Quiroga, jefe de la Coalición del Norte. Su madre
descendía de uno de los fundadores de Córdoba. Le gustaba a don Herminio hablar de
sus antepasados, de las costumbres del campo llanista, de lo difícil que era vivir sin
agua, luchando contra años muy malos, con langostas, con sequías interminables.
Estudió en San Juan y marchó a Buenos Aires a seguir derecho que jamás terminó. Y
entre esos hitos de la vida, su memoria privilegiada iba desgranando nombres, sucesos
importantes, algunos muy tristes, como cuando su hermano Horacio murió de un balazo
157
al corazón al participar en la revolución del radicalismo “principista” en marzo del 24
contra el gobierno. Y recordaba cuando a su casa llegaba el doctor Lisandro de la Torre
de donde salía para su no muy lejana estancia de Pinas.
Y don Herminio memoraba los esfuerzos de De la Torre por llevar adelante su empresa
ganadera.
Muchos papeles que del tribuno conservaba, negando con énfasis, algo que es muy
común oír aun hoy, de viejos memoriosos: las muchas novias que supo tener don
Lisandro. Que a lo que parece, no solamente era buen orador, sino buen amante. Y no
sabemos si las negaciones de don Herminio eran por pudor ajeno o porque así fuera en
verdad ¡vaya a saber!
Cuando a don Herminio se le mencionaba haber sido el periodista riojano con el carnet
número uno o haberse dedicado durante varios años a las actividades ganaderas o mil
trabajos más, simplemente decía: “Fui y soy únicamente político. Desde chico, lo llevo
en la sangre”.
Y es que este inclaudicable ejemplo de político genético, mostró que la política bien
entendida no es camino para llenarse sino herramienta para combatir por justas causas.
Odiaba los manoseos, los trapicheos políticos, el nepotismo. Y sobre esto último
calificaba muy duramente al doctor Pelagio Luna y su manía por acomodar su extensa
familia, como continuidad de los gobiernos conservadores. Y como a don Herminio
memoria siempre le sobró se hartaba de dar nombres y posiciones políticas que
mostraban que nunca cambio mucho la realidad política en La Rioja y el país.
¡Son curiosos los vericuetos de la vida! De sus lejanos tiempos de boyero en los llanos
riojanos, recordaba que su abuelo y su padre solían mandar arrias de mulas a Chile por
el paso de Come Caballos, allá en la ríspida cordillera riojana. Muchos años después
acompaño a Frondizi a Chile, siendo presidente electo. Y recordaba don Herminio que
el presidente chileno general Ibanez del Campo, le comentó que su padre le había
comprado ganado al abuelo riojano. “Cuando fui gobernador una de las cosas que más
quise llevar a cabo fue el camino a Chile. Era casi un tema de familia”. Y lo inició con
mucho entusiasmo y hoy falta poco para concluirlo, choreos y malversaciones mediante.
El radicalismo riojano vivió muy de cerca la influencia de dos figuras claves: Amadeo
Sabattini y Umberto Illia. Este último médico en Cruz del Eje del ferrocarril, salía en
periódicas recorridas hacia La Rioja y mientras atendía enfermos no podía con su manía
y hacia política. Don Herminio lo recordaría años después con particular afecto. Como
cuando se refería a Sabatini y recordaba las eternas paradas en Villa María toda vez que
las delegaciones radicales marchaban a Buenos Aires a las convenciones nacionales del
partido.
Ahí era la obligada detención para dialogar con el líder de la Intransigencia Nacional.
Era dejarlo hablar y recordar a don Herminio. Era una verdadera regadera. Nada
olvidaba, ni los curiosos nombres de políticos y llanistos, hasta de arraigadas
costumbres o tradiciones, como la que diera origen a una afamada novela: “Pozo de
Balde” que, según la tradición oral contaba, se originó cuando un pocero cavó hondo
pozo de balde buscando agua y regresando a la superficie se le cortó el cable que lo
sostenía y ahí partió el infeliz a estrellarse pero ¡el milagro se produjo! Había brotado
mucha agua mientras el procero subía del seco pozo y el hombre salvó el cuero…
¡Qué memoria tenía don Herminio! Tenía esa sabiduría del llanisto, ese saber esperar,
estar atado a la naturaleza en una suerte de inconmovible destino. Y él solía decir con
orgullo “Yo sabía que aunque no hubiera llegado a tener título universitario, sería
gobernador de La Rioja”. Y lo fue e hizo mucho por mejorar el destino de su pueblo.
“Cuando llegué al gobierno convoqué a todos. Y se terminaron las persecuciones
políticas”. Y agregaba: “Puse un trípode de cosas a hacer: caminos, electricidad y agua
158
potable. Que son las obras menos espectaculares. Yo decía que aspiraba que los
cimientos salieran, se vieran, para que los que vengan tengan la obligación de seguir
poniendo los ladrillos sobre esos cimientos. En materia cultural –agregaba- invité a los
intelectuales que estaban afuera para que colaboraran”. Y don Herminio lo decía como
al pasar, pero lo cierto es que durante su gobierno se fundaría el Museo de Arte Octavio
de la Colina y fueron muchos los artistas de todas partes que llegaron a La Rioja e
hicieron conocer sus obras. Pintores como Miguel Dávila o Leopoldo Torres Agüero
que llegarían a ser maestros de la plástica nacional e internacional tomaron parte en esta
tarea. Se creó el Instituto de Arte, la Editorial del Estado que produjo una obra
interesante y hubo un constante fomento a todo lo relacionado con la cultura. A Daniel
Moyano, recién llegado a la provincia don Herminio, medio en broma medio en serio, lo
nombró policía, como para que fuera tirando.
No le gustaba a don Herminio bajar a Buenos Aires para tirar la manga.
Recordaba que un día su ministro de Hacienda lo conminó a hacerlo porque había que
pedir una fuerte suma para capitalizar el banco. Y a regañadientes fue don Herminio,
llegó a la presidencia del Banco Central, donde los técnicos le dijeron de manera tajante
que así como así no habría plata. Don Herminio se enojó y se marchó dando un portazo,
no sin antes decir a los gritos: “Todo lo que me piden me lo meto…!!!” Al otro día,
recordaba sonriendo y con su cachaza provinciana “el presidente me llamó y ante el
periodismo reunido afirmó que luego del amable pedido del gobernador riojano, el
gobierno nacional había decidido capitalizar todos los bancos provinciales”. Y reía feliz
de su exitoso desplante…
Recordaba que su campaña para gobernador la hizo en un jeep que compró vendiendo
unos terrenos y que el partido apenas si le dio algo de nafta. “Tres veces recorrí la
provincia de cabo a rabo. Y dos veces me di vuelta”.
Su gobierno fue ejemplo de buen manejo financiero, de constante hacer y de verdadera
austeridad republicana. Todas las instituciones funcionaron y todas fueron respetadas.
Salió muy pobre y siguió trabajando de martillero, ganadero, periodista… Qué no hizo
don Herminio para seguir cinchando o repechando como solía decir en vocablos
camperos.
En el radicalismo ocupó todos los cargos y presidente del partido en los tiempos más
difíciles. Fue, el paradigma del político incorrupto. Lo recuerdo poco antes de su muerte
cobrando su magra pensión, tan magra que daba pena saber lo poco que cobraba “¿Y
por qué tan poco, don Herminio? “No me importa. Lo que sí no haré ninguna gestión
para que me la aumenten” –respondió. Y es que el hombre tenía su orgullo. No era
cuestión de andar mostrando la hilacha… Don Herminio fue un profundo demócrata.
No tuvo nunca ni resentimiento ni ofuscación hacia muchos que traicionaron, se
agacharon o le dieron la espalda. Pues junto al político, ganadero, padre, gobernador,
jefe del partido y tantas cosas más, a ese don Herminio lo acompañó siempre el otro don
Herminio; el compresivo, el bondadoso, honesto, caballero cabal y profundo señor que
fue siempre.
La grabación de su vida que hice durante varios días, quedó trunca.
Un buen día don Herminio no vino más. Estaba enfermo de gravedad. Lo que grabé fue
casi como su testamento. Aunque dejó de contarme sus años de gobernador, como si un
pudor insoslayable le impidiera hablar de cuatro años en los que impuso un estilo
coloquial y humilde, familiar y comprensivo, restañando rencores y enfrentamientos,
respetando como hacía mucho no se había hecho ni se volvería a hacer, libertades
públicas y privadas, impulsando de manera especial acciones tendientes a ayudar a los
artistas, al espíritu creativo de los riojanos.
159
Hizo un gobierno exactamente como era él, bondadoso, inclinado hacia los necesitados,
sin odios ni revanchismos, abierto y muy honesto, demasiado honesto, quizás.
Y se fue dejando el grato recuerdo de un verdadero caballero y hombre de bien. De un
político como ya existen pocos. De un tipo formidable.
Los abrazos de don Herminio pasarán a la historia amable de La Rioja como su suave y
hermosa sonrisa de hombre bueno.
160
XIV
Cuando La Rioja casi despega.
Don Guillermo Iribarren
Introducción
La Rioja inicia el siglo XX con algunas perspectivas de crecimiento y cambio. Acababa
de llegar en 1898 el ferrocarril a la capital y poco tiempo después lo haría a Chilecito.
Y es que Joaquín Víctor González creía que su amado Famatina podría ser la
herramienta fundamental para el cambio, basado en la gran minería y así su apoyo a la
curiosa aventura de construir con capitales franceses en un principio y luego ingleses y
tecnología alemana un cablecarril de casi 40 kilómetros de extensión que uniría
Chilecito y la mítica mina La Mejicana. A La Rioja con es motivo llegaron
innumerables obreros calificados: caldereros, hojalateros, mecánicos y demás que
ayudarían incluso al desarrollo urbanístico de la capital tiempo después y en tiempos del
Centenario.
Pero toda esta esperanza de desarrollo que usaba la minería como palanca fracasaría
hacia 1914. The Famatina Development Company llevó a cabo una de las mas
increíbles y meticulosas estafas de todos los tiempos.
Compró sus derechos a los productores mineros de la zona y pasó los mismos a una
empresa fantasma, “Forastera”, que con sede legal en Europa nunca pagó un peso a los
vendedores y aunque el cablecarril funcionara a pleno durante 7 años, en 1914 dejó de
hacerlo por siempre jamás.
El sueño dorado de González quedó en eso: un sueño plagado de vivillos, tramposos de
alto vuelo y estafadores, sueño del que participó hasta el mismo Paul Groussaz que
necesitado de algunos pesos que no lograba con su pluma fungió de apoderado de los
intereses franceses deseosos de intervenir en una aventura que pocos réditos positivos
dejara para La Rioja.
El surgimiento del Cooperativismo
El Centenario que inspiraría a Lugones sus Oda seculares, a Rubén Darío y a tantos
otros poetas de “metáforas fáciles” miles de versos grandilocuentes y jocundos en loor
de una nación que era ciertamente crisol de razas, en La Rioja pasó casi inadvertido. Lo
único que crecía y cambiaba por esos tiempos era la monumental construcción de la
Iglesia Catedral que, aprovechando la venida a La Rioja de tantos obreros calificados y
ya desocupados, veía levantarse sus muros hacia el diáfano y siempre luminoso cielo.
Lo espiritual y su crecimiento compensaba con creces los fracasos de las empresas
materiales.
Pero al final de las labores mineras tuvo durante el gobierno del doctor Tomás Vera
Barros (1913-16) una curiosa y original compensación.
Escribe Rail Bazan en su Historia de La Rioja que la producción y la industria
vitivinícola afrontaban en ese momento graves dificultades derivadas, principalmente,
de la competencia ruinosa que hacia a los vinos riojanos la producción de San Juan y
Mendoza. Influía también, la de capitales que obligaba a los bodegueros a apresurar la
venta para atender los gastos y elaboración de cooperativas para instalar bodegas
modelo y elaborar un tipo único de vino, lo cual permitiría abaratar notablemente los
costos.
161
La acción de Vera Barros fue una de las pocas medidas acertadas y con consecuencias
positivas a lo largo del siglo XX, pues el cooperativismo en la industria vitivinícola está
presente a fines del siglo en el 80% de la producción de vino.
También se debería a este y sucesivos gobiernos afrontar el tema del agua y su
aprovechamiento. Y son de estos tiempos cuando se inician algunas de las principales
obras de diques, canales y demás, tales como el dique Los Sauces, El Portezuelo y otros.
El primer plan integral de gobierno
Poca imaginación, mucha indiferencia, escasa población, mucha miseria (La Rioja
durante mucho tiempo fue “invernadero” habitual de cuanto “croto” y vagabundo había
en el interior del país). Fundamentalmente gobiernos pasatistas, burócratas, carentes de
creatividad. Por eso el desarrollo riojano hasta fines de la tercera década del siglo fue
casi inexistente. Y eso que durante el primer gobierno de Yrigoyen contó con dos
riojanos espectables: el vicepresidente Pelagio B. Luna y el ministro de Justicia e
Instrucción Pública José Salinas, y que algo podría haber aprovechado para llevar agua
a su molino. Aunque la verdad que no hubo agua ni menos molino.
Recién podemos hablar de un plan orgánico de desarrollo con el breve gobierno del
doctor Juan Zacarías Agüero Vera (10-2-1929 a 6-9-1930).
Decíamos en nuestras páginas anteriores:
Y el 25 de octubre de 1929, superado los iniciales inconvenientes, lanza sobre la
legislatura una verdadera catarata de proyectos de leyes.
La ley de Imprenta Nº 477 en la que dirá: “Los abusos de la libertad de imprenta quedan
equiparados a los conceptos de injurias y calumnias” y en donde fijará las pautas y
responsabilidades del periodismo; la ley de Explotación de Bosques Nº 485, tendiente a
preservar la riqueza forestal de la provincia depredada por los obrajeros, el ferrocarril y
otros tras disponer la fiscalización de los obrajes, dispondría: “Los explotadores de
bosques quedan obligados a reservar una hectárea de monte virgen por cada veinte
hectáreas de campo explotado, y una hectárea desmontada por cada treinta hectáreas de
explotación. La hectárea desmontada deberá ser cercada sembrada cada año mientras
dure la explotación con las variedades que su dueño o arrendatarios estima conveniente,
y cuando se trate de terrenos pantanosas o anegadizos se plantarán eucaliptus, álamos y
sauces”.
De ese mismo día es la ley de Empréstito Nº 486 de Fomento Urbano y Rural. Esta ley
puede considerarse la ley-eje de toda la obra de gobierno de Agüero Vera. Sancionada
la misma y obtenidos los fondos imprescindibles se podrían llevar a término y no
quedar en mero papel, las otras leyes que se sancionaran. Es decir, cumplir el paquete de
leyes que permitirán modernizar La Rioja. De ahí que la creación del Banco de La Rioja
y demás leyes son subsidiarias o leyes de aplicación de esta ley de Empréstito.
Se facultaba por esta ley al Poder Ejecutivo para contratar un empréstito hasta un valor
nominal de 5 millones de pesos o su equivalente en moneda de oro argentino o
extranjero en títulos de la provincia que se denominaría de Fomento Urbano y Rural.
Algunas disposiciones del empréstito son dignas de considerarse. “Los títulos podrán
emitirse –decía el articulo 3º- de una sola vez o en series, en el país o en el extranjero y
devengarán un interés mínimo de 7%, serán amortizados mediante un fondo
acumulativo del 3% anual como mínimo y no podrán negociarse a un precio menor del
90% de su valor nominal”. Lo que interesa destacar en esta ley madre es en qué
utilizaría el gobierno el dinero que se obtendría.
Era la primera vez que se lanzaba un empréstito de esas características. “Expropiación
de comunidades y saneamiento y mensura de la propiedad rural, pavimentación urbana
162
de las ciudades de La Rioja y Chilecito, fundación del Banco de la Provincia, préstamo
a la Municipalidad de La Rioja para la adquisición de un edificio publico, fundación de
pueblos y colonias”.
En realidad ésta es la primera vez en la historia de Ka Rioja que el gobierno lanzaba un
proyecto bien estructurado, coherente e inteligente para cambiar las viejas y
anquilosadas de una sociedad que ya era por aquel entonces, unas de las mas pobres y
atrasadas del país.
Creación del Banco de La Rioja
Su acción de gobierno es incansable. A fines de octubre del 29 envía la ley de Patentes
Nº 490, típicamente impositiva que buscaba evitar que todo el que pudiera no dejara de
contribuir al fortalecimiento de las exhaustas arcas estatales.
No está demás recordar que su mandato se desarrolla en plena crisis mundial, por ello es
todo un símbolo la fundación del Banco de La Rioja cuando en todas partes se cierran
bancos. Fue un banco de neto corte social, pues el 30% de sus utilidades irían a obras
públicas y el 10% al Consejo de Educación para edificios escolares.
Y un tema que aun hoy sigue siendo grave problema, buscó de darle solución integral
que era el de las tierras indivisas, antiguas mercedes sin dueños y demás.
Y como broche del sentido que tuvo su gobierno fue la creación de la Caja de Ahorros,
Pensiones, Jubilaciones y Asistencia Social, que tuvo una amplia gama de aspectos
positivos. Cuando su gobierno cae, muchas, aunque no todas de sus iniciativas, algunas
ya en plena ejecución fueron barridas por los revolucionarios. Incluso el propio Agüero
Vera estaría un año preso.
Lo interesante es que tiempo después el mismo general Agustín P. Justo le ofrecería la
gobernación para que continuara su obra, pero éste se negó. No obstante lo cual las
muchas obras que llevó a cabo el general Eduardo Fernández Valdes (1935-38) tuvieron
como herramienta idónea de su concreción la ley de Empréstito de Agüero Vera y otras
como el Banco y demás.
En realidad y por muchos años, el plan de gobierno de Agüero Vera siguió siendo el
obligado referente toda vez que alguien buscaba encontrarle la vuelta a los crónicos y
graves problemas de la provincia y trataba de encontrar la vía posible de sus soluciones.
Lo haría el gobierno de Héctor de la Fuente (1938-43), la intervención federal del
doctor Ocampo Jiménez (1945-46) que trabajó intensamente por el triunfo de Perón en
La Rioja y que utilizaría ampliamente este plan que comentamos y otros más.
La búsqueda integral de soluciones regionales
La Rioja, al hacerse cargo de sus funciones el doctor Héctor de la Fuente (1939-43) ha
progresado en muchos aspectos, pero sus crónicas falencias y carencias, su
infraestructura insuficiente, el éxodo permanente de sus trabajadores, son causa de una
toma de conciencia por parte del Poder Ejecutivo, si se quiere, revolucionaria e inédita.
El gobernador entiende que no es posible continuar con la política hasta entonces
seguida. Que la nación debe adoptar con respecto a La Rioja, Catamarca y demás
provincias carecientes o pobres, una nueva actitud.
En su discurso inaugural de su gobierno el 18 de febrero de 1939, de la Fuente había
enfatizado: “El resurgimiento de La Rioja, Catamarca y todo el noroeste argentino,
caracterizará un ciclo de nuestra historia y será uno de los resultados más eminentes y
fecundos de la política actualmente dominante en el país”. Y agregará algo que es
fundamental: “El problema económico de La Rioja es tan grave que pienso en la
163
necesidad imperiosa de que la Nación concurra con una legislación de excepción y aun
de emergencia para la atención de nuestros intereses”.
El 22 de septiembre envía una carta extensa a los senadores riojanos, doctores Héctor
González Iramain y Raúl Ceballos Reyes, en la que esboza el plan de acción que se
debe seguir.
Este documento es quizás uno de los más significativos de toda la historia de La Rioja
que aun hoy, sigue teniendo plena vigencia y actualidad.
Decía de la Fuente:
“La gravedad del problema económico de La Rioja, sin solución posible con los medios
y rentas de que ella puede disponer, me induce a dirigirme a Ustedes, representantes
constitucionales de la misma en el Senado de la Nación, para pedirles quieran solicitar
la indispensable colaboración primero de estudio en el Honorable Senado y luego de
acción legislativa, que allí mismo se promovería para resolverlo.
Y nótese –afirma– que esta región, jurisdicción de La Rioja y Catamarca, hoy
empobrecidas hasta extremos que debieran conmover al sentimiento nacional, fue muy
distinta en su estado economía durante la época colonial de fines del siglo XVIII,
durante la guerra de emancipación y hasta el periodo caótico anterior a la organización
nacional”.
Y de la Fuente denuncia luego la acción deletérea de leyes de neto significado
esquilmador y antifederalista, al decir:
“Algunas provincias, y entre ellas La Rioja, se encontraban al finalizar la organización
nacional en situación económica de incapacidad para mantener la elemental estructura
del sistema de gobierno, cuanto más para cumplir los fines de progreso y bienestar
general. Comprendiéndolo así los Constituyentes del 53, establecieron en el Art. 67. Inc.
8º, que correspondía al Congreso acordar subsidios a las provincias cuyas rentas no
alcancen, según sus presupuestos, a cubrir sus gastos ordinarios. Desde entonces, el
problema para La Rioja ha ido asumiendo cada día mayor gravedad y bajo la
gravitación de factores geográficos desfavorables y n combatidos y finalmente con los
efectos de las leyes sancionadas en estos últimos años de unificación de Impuestos
Internos y de creación de impuestos a los Réditos y a las Ventas.
Los efectos de esas leyes recién pueden apreciarse en toda su magnitud ahora, después
que se han agotado los empréstitos Provinciales, ofrecidos y facilitados por la Nación
(ley Nº 11.721; artículos 8º, 9º y 28º de la ley Nº 12.139, etc.) y contraídos con la
garantía de los mencionados impuestos y solo queda, tras el espejismo de holgura
económica y prosperidad general, el empobrecimiento de los pueblos por el aumento
considerable de impuestos directos e indirectos y la estrechez financiera de los
gobiernos por la gravitación de las dichas deudas sobre los impuestos afectados”.
No hace al objetivo de este esbozo de las frustraciones riojanas y de la región, seguir
transcribiendo la extensa y fundada carta del gobernador riojano, pero lo que si
podemos deducir de la misma es el grave estado de postración económico-financiero de
la provincia, la falta total de esperanza a una salida propia, que la Nación con sus
impuestos le había terminado de dar una salida propia, que la Nación con sus impuestos
le había terminado de dar el golpe de gracia al irrisorio federalismo existente y que era,
justamente la Nación, la única que podría dar soluciones estables, estructurales y
profundas.
El estado de pobreza, la marginación, el éxodo continuo de la juventud, todo,
absolutamente todo figuraba en esta radiografía de la realidad no solamente riojana sino
de la región, en el pensamiento del gobernador riojano.
164
En la parte final de su pedido, solicitaba al Senado que conformara una comisión que
durante el receso legislativo estudiara junto a los técnicos lo que se podría hacer. Y dirá
finalmente:
“A ninguna institución, a ningún Cuerpo, le incumbe más que al Senado de la Nación,
compuesto por Senadores de las provincias, la misión de estudiar sus problemas,
proteger sus intereses, atender sus necesidades.
La incumbencia le viene de su naturaleza política, como Cuerpo en cuya composición se
refleja la igualdad política de las provincias, para efectividad del sistema federal y
garantía de que se cumplirán en todo el país los propósitos de progreso y bienestar
general que estructura la Constitución del 53, dictadas por el Congreso General
Constituyente “por voluntad y elección de las provincias que componen la Nación
Argentina”.
Cataratas de leyes y otras ulterioridades
La angustiosa solicitud del gobernante riojano, patética y real, fue causa inmediata de la
constitución de una comisión senatorial integrada por los senadores Benjamín Villafañe
(Jujuy), Alfredo Palacios (Capital Federal) y Héctor González Iramain (La Rioja) y
otros que a fines de 1939 había mandado a los tres primeros a hacer un relevamiento de
campo. La presencia de los comisionados, y de manera particular la de Alfredo Palacios,
que estuvieron en La Rioja y Catamarca tuvo consecuencias casi inmediatas.
Una decena larga de leyes nacionales que abarcaban temas tales como: riego e
hidráulicas, usinas hidroeléctricas, caminos, subvenciones, represas, telares, régimen de
conchabadores, etc. algunas aplicadas y llevadas a cabo y otras que quedaron en el
papel, a más de otras muchas leyes provinciales, conformaron un paquete o plan de
medidas que intentó dar respuesta a las crónicas necesidades de las provincias más
pobres no solamente La Rioja y Catamarca sino Santiago del Estero, Jujuy y otras.
Lo que si podemos destacar este intento serio por dar una respuesta a tanta angustia y
tanto olvido. Pero no es menos cierto que a muchas de las medidas previstas y puestas
en marcha les faltó continuidad en el tiempo y quedó la mayoría como meras
aspiraciones.
Sin embargo un joven legislador riojano, que en estos últimos años de la Concordancia
era diputado nacional y que participó activamente en las leyes que se sancionaron,
Guillermo Iribarren, con antecedentes industriales en Chilecito, publicaría en 1944,
vuelto al llano luego de la revolución del 4 de junio del 43, un interesante libro “Temas
federales”, en el que hablaría extensamente de lo hecho durante su labor parlamentaria y
lo que no se había hecho pero que era necesario hacer para llevar a La Rioja a su
desarrollo.
Lo curioso de este personaje y de su libro es que un cuarto de siglo después, en 1967 y
como gobernador de facto del régimen de general Juan Carlos Onganía, declarada por
éste “provincia piloto” ya convertido por los años y conocimientos en don Guillermo
Iribarren pondría en practica su viejo y elaborado plan de gobierno y llevaría a cabo una
labor de desarrollo y promoción en el lapso de su gestión (1967-71) que permitió alentar
expectativas ciertas de definitivo despegue económico-social de La Rioja. De por qué
eso no se produjo lo veremos más adelante. No nos adelantemos a los acontecimientos
ni a los años.
Los planes de Don Guillermo
165
El 28 de junio de 1966 caía el gobierno del doctor Arturo Illia. En La Rioja y durante
medio año hizo de las suyas la intervención federal del comodoro Krause quien, sin
entender para nada la idiosincrasia riojana, implantó un absurdo y paródico sistema
fascista, con persecuciones, amenazas y demás que provocó la indignada reacción
popular que lo hizo objeto de mil burlas y humoradas que hicieron insostenible que
continuara en el cargo.
Comenta con acierto Armando Raúl Bazán un aspecto no bien valorado del gobierno de
facto del general Juan Carlos Onganía. Lo hace en su libro El noroeste y la Argentina
contemporánea (1853-1992) al decir:
“¿Cómo se ve la presidencia de Onganía desde la óptica de las provincias mediterráneas
y especialmente desde el Noroeste? Los gobiernos de facto que se habían sucedido
desde el 30 se acordaban de las provincias sólo para intervenirlas y cambiar sus elencos
de gobierno con hombres adictos.
El centralismo político se agudizó y las medidas que se adoptaban debían reflejar
mimeticamente los criterios definidos desde Buenos Aires. Los funcionarios que
sirvieron en los que eran casi siempre extraños al medio y carecían de compromiso con
los problemas locales, incurriendo a veces en desplantes autoritarios que herían la
sensibilidad y la autoestimacion de la gente nativa”.
Y recuerda Bazán a un interventor surgido de la revolución del 4 de junio al que los
riojanos llamaron “El Daño” que tan torpe fue a vivir con su familia a la propia Casa de
Gobierno y era de verse su ropa interior en los patios de la por aquel entonces recién
construida sede del Ejecutivo.
“Con Onganía, resumiendo, se instalaron en las provincias del NOA buenos gobiernos
surgidos del mismo pueblo, casi todos de excelente currícula, y en el caso particular de
La Rioja el acierto de la designación del industrial viñatero, político y empresario
chileciteño Guillermo Domingo Iribarren, el tiempo y la historia demostraron que fue el
mejor y más importante gobernador que a lo largo de su atribulada vida tuvo La Rioja”.
Y completando el análisis que hace Bazán debemos mencionar que “la administración
Onganía formuló una política tendiente a la reestructuración del espacio territorial de la
Nación que privilegiaba a la regiones sobre las provincias”. La Rioja en esta
regionalización fue sacada del NOA y ubicada junto con San Luis y Córdoba en la
denominada región Centro, algo que Iribarren no aceptaría al plantear el absurdo que
significaba ubicar a la provincia más pobre junto a una de las más ricas. Pero es bueno
antes de considerar la labor del gobierno de Iribarren tener en cuenta el marco
referencial dado por esta nueva perspectiva geopolítica en la relación provincias-Nación
en la que se desarrollará este gobierno provincial que iría de enero del 67 a enero del 71.
Si hubo alguien en La Rioja con más y mejores antecedentes para asumir un gobierno,
es sin duda alguna don Guillermo Iribarren. Nacido y criado en la actividad viñatera, en
la parte final de los gobiernos de la Concordancia ocuparía una diputación nacional en
1942-43. Fruto de ese breve paso por la política seria un grueso libro “Temas federales”
en el que hablaba de la legalización de las mercedes y de las tierras indivisas, del
minifundio, del agua, de caminos y explotación racional del bosque, de la minería, de
los cultivos tradicionales y de cómo hacer para sacar a La Rioja de su condición de
“Cenicienta sentada sobre una silla de oro” al decir de César Carrizo.
Lo interesante de destacar en esta curiosa y original publicación de 1944 es que se
adelanta en toda su orgánica concepción como plan integral de desarrollo no solamente
a los planes quinquenales de Perón que en La Rioja fueron más una aspiración de
deseos que concreta realidad, sino a otros intentos peronistas, desarrollistas y demás que
apenas si lograron paliar problemas puntuales, pero nunca generales.
166
Lo interesante es que con su libro “Temas federales” Iribarren se adelanta en casi un
cuarto de siglo al denominado Plan de Acción Inmediata que en marzo de 1967 elevaría
al gobierno nacional planteando con precisión y hondura lo que proponía como plan de
impacto para despertar de una buena vez el potencial económico de la provincia
empobrecida, postergada y olvidada. Nunca, que sepamos, nadie con tanta antelación
había logrado elaborar algo tan integral y completo como fue este plan. Y es como si
Iribarren supiera desde siempre que iba a ser gobernador e iba a poner en práctica sus
ideas.
Y que el desarrollo de su provincia fue el tema obsesivo de toda su vida la señala el
hecho de que en febrero de 1956 daba a conocer juntamente con el ingeniero
Gumersindo Carbel el “Estudio económico de La Rioja”, en el que ambos autores
sistematizan una serie de informes y aportes de industriales, ganaderos, empresarios y
especialistas en múltiples disciplinas.
Es ya este plan de desarrollo un adelanto punto por punto de lo que una década después
será su elogiado Plan de Acción Inmediata.
En él, Iribarren y Carbel ponían el acento en el desarrollo de las actividades agrícolaganaderas por que ello daría logar a las soluciones económicas y sociales: “pues la
producción agraria renovadamente obtenida, sin interrupción por agotamiento de
veneros, llega a todos los estamentos del pueblo, se incorpora directamente a él, le
ofrece una vida de mayor bienestar y de menores sacrificios en sus condiciones de
trabajo; incrementa constantemente sus fuentes, crea nuevas industrias que la
complementa y sirven; es perdurable y se distribuye en un grado mayor de equilibrio en
la región de la que no emigra sino por excepción; es independiente de la influencia
exterior y posee un mayor sentido democrático”.
Véanse estos conceptos de indudable sentido humanista. Ni en ese entonces, ni luego,
cuando siendo gobernador Iribarren, aplicará o prohijará la aplicación de estrictas leyes
de mercado.
Todos sus esfuerzos irán encaminados a que la economía, el desarrollo de la provincia,
no sea para el exclusivo beneficio empresario (y él era empresario hasta el “tutano”
como dicen los riojanos) sino para la mayor felicidad de sus habitantes todos, para
cortar definitivamente el círculo vicioso: pobreza, marginación, emigración. Por eso los
críticos que tuvo años después, estimaron con ligereza su plan como de exclusivo
contenido económico, cuando en realidad sus objetivos iban encaminados a cortar de
cuajo una secular dependencia con la miseria.
En “Estudios económico de La Rioja” de Iribarren-Carbel se hace una pormenorizada
historia, pero específicamente al analizar lo ocurrido en el siglo XX expresan:
“Al entrar en crisis la minería, arrastra en su caída a la agro producción subsidiaria,
constituida por la ganadería y la agricultura; al cerrarse la frontera hasta entonces libre
con Chile, se interrumpe nuestro trafico internacional. El ferrocarril que promueve el
talado de nuestros bosques degradando la tierra, encauza el comercio por nuevas y
diferentes rutas en las que encontramos vendedores pero en las que no había
compradores y consecuencia natural de todo ello fue el aniquilamiento de nuestras
explotaciones agropecuarias e industrias regionales y el empobrecimiento general”.
El diagnóstico de lo que le ocurría a La Rioja mediado el siglo actual era por demás
desalentador: deficiente régimen de dominio, uso y distribución de la tierra; fuentes de
producción agropecuarias e industrias básicas insuficientemente desarrolladas y con
bajos coeficientes de productividad; minería vacilante, casi siempre improvisada y en
constante y sucesivas crisis.
Comunidades indivisas desde los tiempos coloniales, con derechos y títulos precarios la
mayor parte de los 9.200.000 hectáreas de superficie de la provincia.
167
Una cuarta parte tierras estériles, otra cuarta parte ociosas, más de 4 millones bajo
explotación ganadera y 23.000 hectáreas para agricultura bajo riego.
Y que el siglo XX no había sido para La Rioja beneficioso en su crecimiento lo
demuestra una escuela y sencilla estadística que, más allá de sesudas elucubraciones,
habla por si sola: en 1908 había mas de 400.000 vacas; en 1952 136.000. En 1908 casi
un millón de animales entre vacas, cabras, caballos. En 1952 menos de la mitad de esa
cifra.
Y así quien sería el mejor gobernador riojano de toda su historia irá desgranando las
soluciones que permitirían el despegue de la provincia toda vez que se adoptaran en
conjunto y en tratamiento de shock. El tema de la tierra, la cantidad que permitiera
explotaciones económicas, el problema del agua para lo que haría falta una buena ley al
respecto; obras hidráulicas de todo tipo, embalses, canalizaciones, perforaciones; vías
de comunicaciones por toda la provincias; energía y luego, plantas desecadoras de la
producción frutihortícola, cooperativismo, créditos baratos…
Cuando vemos que sin ser gobierno ya Iribarren, como los ministros en la sombra de los
ingleses, había pensado, meditado y estudiado toda la problemática económica,
educativa, etc. de su provincia y elevado las mismas a consideración del gobierno
nacional de turno que, sin duda alguna, las cajoneó o tiró al basurero, se nos ocurre
pensar que la suya fue una lucha denodada y sin término por imponer sus ideas, sus
planes y expectativas para sacar a su gente del ostracismo, la desesperanza y la
postergación.
Como buen descendiente de vasco, aunque varias eran las generaciones de Iribarren que
lo antecedían en La Rioja, don Guillermo aguardaría poco más de una década para
poner en práctica lo que entendía era una vía adecuada para desarrollar su provincia.
Cuando fracasó entre escritorio, huelgas y bromas la primera intervención de Krause. La
última que le hicieron los riojanos fue dejar suelto en la Plaza 25 de Mayo un par de
cerdos embardunados de aceite que ostentaban en sus lamas el nombre del gobernador.
Toda vez que la policía los quería agarrar se les escapaban de las manos.
Cuando se barajaron posibles nombres para gobernador de La Rioja, el nombre de don
Guillermo Iribarren se impuso. Parte de esta elección se debería a la influencia que ante
Onganía tenía el por entonces secretario Legal y Técnico de la presidencia y mano
derecha del presidente, doctor Roberto Roth, que, según testimonio personal, “había
vivido en el oeste riojano e incluso había pasado su luna de mil en La Rioja”. Muchas
veces decisiones trascendentes tienen minúsculas y personales razones.
Don Guillermo asume el 19 de enero de 1967 el gobierno de la provincia y fallece el 11
de enero de 1971, cumpliendo casi con exactitud matemática sus cuatro años de
gobernador, trabajando incansablemente a pesar de que su larga enfermedad la soportó
la mayor parte de estos años. Había nacido con el siglo y a pesar de su salud
quebrantada aceptó la responsabilidad de llevar a la práctica su largamente meditado
plan de desarrollo, lo que logró en jornadas agotadoras, sabiendo que tenía las horas
contadas.
A su gabinete integró gente venida de todo el espectro político sin exclusiones,
pensando en el bien común.
De su discurso –programa extraemos algunas ideas– fuerza que desarrollaría con
altibajos a lo largo de esos cuatro años fundamentales.
“Miro hacia la historia –decía– pensando que el destino acaso quiera que la Revolución
Argentina levante a La Rioja de su postración para que deje de ser lo que es y sea lo que
debe ser”. Y esa invocación y mirada a la historia en el caso particular de don Guillermo
no era mera retórica pues en su caso si que la historia fue maestra de la vida.
168
Y expresaría luego: “digo que esta provincia, por su estado actual, parece llamada a
desaparecer sino se formulan y se aplican medidas adecuadas y prontas que posibiliten
su integración al ser nacional”. Y dirá:
“Su economía de miseria es el resultado de la concurrencia de factores extraños a ella
misma, gestados y generados en el proceso de la organización institucional del país; se
ha prolongado en el tiempo por el olvido, la indiferencia o el desconocimiento que de
ella tuvieron los gobiernos nacionales de todas las épocas y está presente hoy, en forma
más acentuada que nunca, por la repercusión que en este pueblo tienen las diferentes
legislaciones de alcance económico, político y social de aplicación uniformes en el
ámbito de una nación en marcha, donde La Rioja existe con características muy
particulares y carece de las mínimas condiciones que son indispensables para soportar y
aprovechar la aplicación de esas leyes. Levantarla de esa postración económica y social
no es tarea fácil”.
Lo que decía don Guillermo era fruto de una larga y amarga meditación. Los discursos
inflamados referidos a tiempos de gloriosas montoneras, de sangres derramadas en
holocaustos, de pueblos miserables pero indómitos, etc. no formaba parte sino de un
folklore bueno para discursos de barricadas pero inoportunos cuando de hablar de futuro
y progreso se trataba. Y de eso, precisamente, quería hablar don Guillermo. “Con la
ambición –por supuesto– de producir el Milagro Riojano”.
“La planificación de la obra a realizar debe necesariamente ser objeto de un
relevamiento previo del potencial de La Rioja”, dirá.
Refiriéndose luego a la prioridad de la minería, al estado defectuoso de la tenencia de la
tierra, a la provisión adecuada de riego, a la declinación de los stocks ganaderos: “En
nuestra provincia no existe la gran empresa de capital que no se radica en ella, porque
no encuentra aliciente que la atraigan.
Las medianas y pequeñas empresas se desenvuelven en condiciones precarias y carecen
de los medios para activar –violentamente– la riqueza potencial. No existen fuentes de
créditos de inversión extrañas al sistema bancario oficial y, consecuentemente, el
crédito paralelo de usura constituye un servicio de emergencia incorporado al medio por
necesidad”.
Don Guillermo no levantaba las banderas de la falsa y pacata moralina.
La usura existía, pero era consecuencia inmediata de un círculo vicioso difícil de
romper. Saneando la economía, las cosas pro cierto, serían distintas. Y hablaría de
préstamos a acordarse por la honradez, de aplicar un régimen de promoción para radicar
industrias para no seguir siendo subsidiada por la Nación.
No veía el rancho con la ingenua visión del romántico, por eso afirmaba que su
gobierno “quiere erradicar de su territorio las villas miserias que el viajero encuentra en
cada lugar donde se detiene y toma contacto con su vida, villas miserias donde se
incuba constantemente un profundo resentimiento social que, en mi condición de
hombre gestado en la matriz del campo, conozco bien, y en mi fuero interno lo
comprendo y lo explico”.
Y este reconocimiento de las consecuencias agraviantes de la miseria lo haría conocer
en muchas y reiteradas oportunidades.
En esbozo, en este discurso de Asunción están los lineamientos de su futuro gobierno.
En una primera fase de su administración don Guillermo visita con todo su gabinete los
distintos pueblos de la provincia. Obra en su animo reactualizar lo que sabia y lograr
una visión de conjunto acertada y precisa con objeto de preparar con minuciosidad el
Plan del Acción Inmediata que deseaba elevar lo más rápidamente posible al gobierno
nacional.
169
Asi en poco más de 2 meses preparó el gobierno de La Rioja un profundo,
pormenorizado e integral plan en agotadoras jornadas que mostraban no solamente el
temple del gobernador, sino su deseo de obtener resultados positivos.
Ya en abril del 67 el Plan de Acción Inmediata estaba en manos de la Nación.
Iniciándose largas y prolongadas estadías del Gobernador y su equipo de colaboradores
en la Capital Federal. La cosa comenzó a marchar bien desde un principio. Iribarren
tuvo varias entrevistas con Onganía, con su ministro de Hacienda, Adalbert Krieger
Vasena, y otros funcionarios. Y muchas, casi como una cantilena, fueron las veces que
don Guillermo, desde Buenos Aires o en La Rioja llegó a decir que “si no era aprobado
por la Nación, él renunciaría a su cargo”.
Así de simple y de concreto. Sabia, por otra parte, que no tendría segunda oportunidad.
Por su edad, por su quebrantada salud y porque sabia que tenia poco hilo en el carretel.
Una de las criticas reiteradas que se hicieron a este Plan de Acción Inmediata y a la
misma labor del gobierno provincial fue que el común de la gente, organizaciones como
la Confederación General del Trabajo, representantes políticos (aunque los partidos
políticos no tenían permiso para actuar), etc. es que ni había dialogo ni buena
información de lo que estaba elaborando en un principio y luego propiciando una vez
que el Plan estuvo en Buenos Aires.
Visto con suficiente perspectiva histórica podemos afirmar que ello no fue así, porque
son numerosos y bien claros los documentos, publicaciones, conferencias de prensa, etc.
que facilitaron esta tarea esclarecedora.
El 28 de marzo del 67 a poco más de 2 meses de asumir, don Guillermo exponía al
pueblo riojano el Plan en cuestión.
“Acaso pueda calificarse como único en la historia de La Rioja –dijo– no tanto por el
equipo que lo confeccionó y ambiciona llevarlo a la práctica, cuanto porque significa
una posibilidad cierta de promover el desarrollo económico-social de la provincia”.
El plan se dividía en dos partes: una referida al necesario reordenamiento de las
disposiciones legales que permita adecuar la administración pública al proceso de
desarrollo que se va a ejecutar y la otra a las inversiones para la financiación de dicho
plan.
Muchas de las soluciones propuestas constituyen la clásica batería utilizada en casos
similares: disminución del empleo público, exenciones impositivas, blanqueo de
capitales exclusivamente para La Rioja, exención impositiva del 100 por ciento para la
minería, solución al problema de la tierra, al problema del agua, Plan de Salud Pública,
etc.
Pero fundamentalmente en este plan de impacto se contemplaba prioritariamente la
creación de fuentes de trabajo, con la obra pública, con la colonización, con la creación
de plantas de procesamiento y desecado de frutas y hortalizas y demás.
Lo cierto es que (de acuerdo con informantes consultados) en el gobierno de don
Guillermo, por primera vez en la historia riojana, la planta de personal de la
administración pública disminuyó en un 20%.
Y como remate de todo lo expuesto, don Guillermo afirmó: “El rechazo de este plan
significará nuestro alojamiento”. Y añadió: “La posición del Ejecutivo no es la de un
chantajista pero de esa aprobación depende su futura permanencia”.
Ideas claras, posturas claras. ¿Para qué andar con vueltas?
Que las cosas se movieron al ritmo de las expectativas y ansiedades de don Guillermo lo
muestra el hecho que el 11 de mayo, poco más de un mes desde que fuera presentado el
Plan de Acción Inmediata, el propio Onganía le expresó que sus asesores tenían opinión
favorable respecto a la aprobación integral del Plan.
170
Pocos días después, dos de los asesores presidenciales llegaban a La Rioja, realizaban
una suerte de investigación de campo, y tras mostrar sus imperturbables caras de
herméticos funcionarios regresaban a la Capital Federal sin mostrar baza a los ansiosos
riojanos.
Pero entre medias sonrisas, palmadas cómplices y gestos de aprobación pasaba el
tiempo, sin que se definieran las cosas, lo que fue aprovechado por la CGT para criticar
la supuesta inacción del gobierno.
Exactamente al cumplirse el año de la caída del gobierno de Illia, Onganía recibía a
Iribarren y su ministro de Hacienda, a los que exponía su opinión favorable a las
propuestas riojanas, reiterando a su ministro de Economía pronto despacho. El 30 de
junio la totalidad del Plan riojano era aprobado por la Nación. “Con el esfuerzo de todos
–diría don Guillermo– saldremos de la postración”.
Onganía anunció la aprobación del plan riojano en la comida de camaradería del 5 de
julio y expresó razones que avalan lo escrito por Armando Raúl Bazán, que “Onganía
concedió atención preferente a las situaciones provinciales”, y “formuló una política
tendiente a la estructuración del espacio territorial de la nación que privilegiaba a las
regiones sobre las provincias”.
Por vez primera en la historia nacional un presidente, aunque fuera de facto, hablaba de
La Rioja, en un discurso explicando su acción de gobierno.
La Rioja como provincia pobre, postergada. “Vaya el ejemplo –dijo– de una provincia
que fue de las que más contribuyeron a nuestra emancipación nacional”. Y tras referirse
a sus prohombres, poetas y demás, prosiguió:
“Después, el siglo nuevo, el que debería ser de la luces y del progreso para ella, la rozó
sin detenerse. Sus campos desiertos, sus montes hoscos, sus calles polvorientas, sus
casas de adobe permanecen inmutables en el tiempo bajo el azote periódico del Zonda.
Esta provincia, que es la más pobre y la más humilde, inicia la tarea de reconstrucción
de las economías provinciales que forma parte del plan político de la revolución
argentina. El plan que el señor gobernador de La Rioja anunciará próximamente a sus
comprovincianos hará posible el despertar de los riojanos postrados en el olvido secular
de sus problemas, y será cumplido con su participación directa alentando con el orgullo,
el coraje y la decisión que les viene desde el fondo de los tiempos. Tiene hoy este
pueblo la oportunidad histórica de realizarse tomando la decisión irrevocable e
irrenunciable de labrar su propio destino”.
Alguna vez leímos que Onganía fue el presidente que más se preocupó porque sus
discursos no solamente estuvieran bien escritos sino que fueran impecables, y que un
sobrino del propio Jorge Luis Borges que le corregía a su vez sus manuscritos, era quien
le escribía a Ongania sus discursos. Si la anécdota no es cierta, al menos en esta
particular oportunidad, lo que habló Onganía sonaba a verdades de a puño y no hueca
palabrería.
El plan que a mediados del 67, con el apoyo total de la Nación, se puso en marcha a más
de un ambicioso plan de obras públicas, caminos, telecomunicaciones, aeropuertos,
créditos generosos, construcción de edificios públicos, viviendas populares, escuelas,
etc. como créditos, exención impositiva y demás tenia fundamentalmente dos patas: la
solución definitiva del tema de la tierra y solucionar de una vez por todas el problema
del agua.
Así, de inmediato, una verdadera catarata de licitaciones de todo tipo, mostraban que el
“milagro riojano” comenzaba a concretarse.
A mediados de julio del 67 Onganía visitaba La Rioja y en el discurso pertinente don
Guillermo puntualizaba, sintéticamente lo que se haría y, lo que en definitiva se logró
hacer:
171
“Mi gobierno asume el compromiso de cumplir integralmente el plan de gobierno; se
transferirán del sector público al sector privado sin producir desocupación; se ejecutará
el camino a Chile por Pircas Negras; es inminente la promulgación de la ley de
modificación de la carta orgánica del Banco de La Rioja, de la ley de riego y de la ley
de tierras, en el curso de este año (1967) se realizarán 104 obras públicas”.
Y diría al final:
“Los objetivos últimos de nuestro plan económico son la promoción y protección de la
salud, la planificación de la educación y el estimulo necesario para lograr la
consolidación y el incremento de la cultura; La Rioja tiene ahora en sus manos las
armas que a través del tiempo viene reclamando”.
Y terminaba con un buen eslogan publicitario: “El futuro empieza hoy”.
En estos tiempos habrá una dinamizacion impresionante de toda la labor administrativa.
En todo el ámbito provincial se hacen cosas.
Pero así como están los que opinan bien, también están (y son muchos) los que les
parece muy mal, la política implementada.
Y eso se pone al desnudo cuando durante casi dos meses el diario local El
Independiente publica casi medio centenar de entrevistas a los más significativos
referentes de la actividad cultural, económica, religiosa, política, que se despachan a su
gusto. La mayoría acepta lo que se estaba haciendo, pero otros, al contrario, realizaron
duras críticas. Más que nada tildaban el plan de poco conocido, de un sinfín de
aspiraciones, de no tener en cuenta a la gente, de ser un elaborado plan para ayudar a los
ricos y así por el estilo.
En una síntesis de lo mucho que se opinó sobre el Plan de Acción Inmediata, sus
bondades y defectos, se establece.
Fueron los empresarios quienes pusieron mayor énfasis en las bondades de lo
proyectado; los gremialistas y algunos profesionales fueron quienes expusieron mayores
reservas. El plan explica muy bien a los sectores empresarios de todo tipo qué es lo que
pueden hacer en La Rioja y los beneficios que tendrán, pero su contenido no es claro y
en otros casos omite lo referente a la defensa de los intereses de los sectores populares
tanto en materia social como laboral.
Pero quien mejor sintetizó y expuso los reparos de muchos al Plan de Iribarren fue el
doctor Carlos Mario Lanzilloto que si bien reconoció el esfuerzo que significaba,
puntualizó algunas cuestiones de plena validez aun hoy en día y que explicarían en parte
el fracaso posterior de un plan que puesto en ejecución, concretado en gran parte previa
la inversión varias veces millonaria que hizo la Nación a fondo perdido, que a poco
andar (tras la muerte de Iribarren en enero del 71) marcharía en casi todos sus aspectos a
la inaccion, el deterioro y desaparición de obras gigantescas como la fábrica COFILAR
en Chilecito, en su momento la más moderna procesadora de alimentos de Sudamerica,
y otras muchas cuestiones. Veamos lo que decía Lanzilloto, sin duda, uno de los
riojanos más lúcidos de este siglo.
“El plan fruto de una concepción liberal-empresaria bastante coherente, basada en el
ordenamiento de los factores económicos, especialmente naturales y en el efecto
multiplicador de las inversiones previstas, tiene sus limites forzosos en el sistema que
deformó y destruyó la economía regional-provincial, al adscribir a la República
Argentina, como apéndice complementario, a los grandes intereses organizados en
escala internacional, dentro de cuyo contorno, nuestro país juega un papel dependiente.
En tal esquema La Rioja y sus hermanas ocupan un lugar absolutamente marginal por lo
que una ley económica actual favorece conforme a su definición agro-importadora,
nuestra provincia quedó totalmente marginada, destruida su economía y convertida pese
a su situación geográfica limítrofe con Chile y próxima a su natural litoral marítimo del
172
Pacifico, en la mas mediterránea y aislada de todas las regiones argentinas. He aquí la
gran fuente de sus males y el corsé de hierro que limita toda posibilidad de arranque del
desarrollo económico”.
Carlos Mario Lanzillotto cuestionará también la ley de Agua y la ley de creación del
Instituto del Minifundio y las Tierras Indivisas que no tenía en cuenta el latifundio y
desconocía el arraigo de las “comunidades indivisas”, que por su persistencia de siglos
hablaba a las claras de su concordancia entre el sistema y la realidad.
No hace al objeto de esta crónica, referirnos a todas las objeciones que tuvo el plan. Lo
cierto es que en esta como en tantas otras oportunidades, los riojanos mostraron a
cabalidad ser maestros en el arte de la contestación, la controversia y el disenso, pues
cuestionaron también cuestiones sociales, culturales, etc. No dejaron títere con cabeza y
en todo señalaron peros y diferencias.
Y no creemos que don Guillermo las desconociera o echara en saco roto, simplemente,
pensamos que creyó oportuno mirar para adelante y meterle pata. Habían llegado los
tiempos de hacer. Y a eso, precisamente, dedicó entusiasmante los últimos cuatro años
de su laboriosa vida.
Y cientos de colonias en el valle Antinaco-Los colorados, en Mazán, Arauco, surgieron
y mostraron las bondades de una tierra generosa; y se trazaron miles de kilómetros de
caminos de primera calidad y surgieron represas, plantas desecadoras de hortalizas,
frigoríficos y miles y miles de etcéteras de todo tipo.
Los establecimientos rurales eran a todas luces primitivos, pues al carecer de títulos
legales, mal podían acceder los propietarios rurales o los ganaderos a algunos créditos
de fomento.
La regularización de la tierra se haría en un lapso no mayor a los 10 años, a un
promedio de 170.000 ha por año, pero éste como tantos otros planes quedaron o a medio
hacer o en aguas de borrajas. En realidad de toda la tierra por procesar lo hecho hasta
fines de siglo no pasa de un 30% y así en la actualidad la mayoría de la tierra sigue
exactamente igual a como era en tiempos de la olonia.
Pero además don Guillermo impulsó un amplio plan de construcciones viales y la
provincia a partir de los años 70 llegó a tener una de las mejores redes viales del país.
Se soluciono gran parte de la electrificación rural, todos los pueblos o núcleos urbanos
contaron con electricidad y agua potable, mejoraron las comunicaciones en todo sentido
y comenzó en el valle Antinaco-Los Colorados, la más importante, sabia y lógica
colonización que hasta entonces hubiera encarado la provincia. Se alentó con créditos la
plantación de una de la variedad torrontés riojano, se alentó la radicación de muchas
familias, y muchos fueron los sanjuaninos, cordobeses y mendocinos que se instalaron
en la zona de Chilecito, no ocurriendo otro tanto con los riojanos.
Y se construyo la más importante fábrica de enlatado y procesamiento de frutas y
hortalizas, COFILAR que en su momento fue la planta más moderna de Sudamérica.
Hubo muchas empresas que se radicaron en La Rioja y quizá de haber seguido este
ímpetu de hacer y construir La Rioja ya habría logrado los índices de estabilidad y
producción, de crecimiento y desarrollo que don Guillermo en sus planes previó. Pero,
lamentablemente, este vertiginoso proceso apenas si tuvo 4 años. En 1971, muerto en
funciones don Guillermo, los gobiernos de facto que lo sucedieron y el gobierno del
doctor Carlos Menem no supieron en absoluto acentuar y proseguir con los planes
establecidos. Y así COFILAR desapareció, no se prosiguió con el procesamiento para
construir plantas frutihorticolas y desecadoras fracasaron en todo el ámbito provincial.
Y lo que si comenzó a despuntar como constante en estos y posteriores gobierno fue el
crecimiento desmesurado e irracional del puesto público, llegando 20 años después a ser
173
La Rioja, luego de Formosa, la provincia donde el crecimiento del puesto público no ha
sido mayor.
La Ley 22.021 último y frustrado intento por lograr el desarrollo
A fines de 1982, escribíamos un articulo para sintetizar lo que para esa fecha era un
verdadero logro en el largo trajinar de La Rioja por obtener una herramienta útil e
idónea que le permitiera lograr su despegue y desarrollo.
Cuando el gobierno de la provincia de La Rioja presenta al gobierno nacional su
proyecto de ley de desarrollo económico el 28 de junio de 1979, expone las razones que
motivan la misma y dice que “la economía provincial carece de la acumulación de
capital necesario para generar las fuentes de trabajo que el crecimiento demográfico
reclama, lo que da origen al éxodo de la población riojana” y dirá luego que “la brecha
es tan grande entre el nivel medio de desarrollo del país y el alcanzado en La Rioja que
resulta necesario establecer incentivos que permitan acortar esa distancia, con el
propósito de conseguir un desarrollo equilibrado”.
Lo que prohíja el proyecto es incentivar todo el aparato productivo y de servicios
utilizando la vieja herramienta de la desgravación, exenciones y diferimiento hasta un
máximo de quince ejercicios.
La iniciativa cuaja de inmediato y así surge una ley exclusiva que se denominará: Ley
nacional de desarrollo económico de la provincia de La Rioja Nº 22.021, que es
sancionada y promulgada con fuerza de ley ese mismo día y en la que 24 artículos
brindará beneficios a empresas agropecuarias, industriales, turísticas, ya instaladas en la
provincia o por instalarse.
Luego por su decreto reglamentario La Rioja sería el órgano de aplicación de la misma.
La provincia se lanzaba de lleno a una etapa de un vertiginoso despegue industrial de
características casi inéditas.
Si hacemos un poco de historia podríamos encontrar algo similar en tiempos del
gobierno de don Guillermo Iribarren que aplicaría también una serie de disposiciones
similares y que lograra la implantación de industrias especialmente dedicadas a tareas
de vitivinicultura en la zona de Chilecito.
Luego en el gobierno de Carlos Menem y como consecuencia del Acta de
Reivindicación Histórica, la provincia gozaría también de un régimen de promoción
industrial pero su órgano de aplicación estaba en Buenos Aires.
Ni una sola industria se instaló en la provincia.
Lo original de la nueva propuesta legal con que contó la provincia fue que por un lapso
de 3 años sería ella la directa responsable de orientar, aceptar y convalidar con los
respectivos decretos, la instalación de industrias acogidas al régimen de promoción
industrial. La inteligente propuesta obtuvo en tan breve lapso un resultado realmente
sorprendente: 150 industrias están hoy, con sus respectivos decretos acogidas a la ley
22.021. De ellas unas 50 están ya en plena producción e instaladas en el Parque
Industrial de la Capital, en el de Aimogasta, Chilecito y Chamical o en zonas que no
integran los mismos; otra tercera parte se encuentra en tarea preliminares de instalación
y otra se encuentra realizando las tramitaciones previas para comenzar dentro de poco
las mismas”.
Un breve lapso
Un elemento perturbador ensombreció esta primera etapa de concretas realizaciones (80
millones de dólares ya invertidos, 5000 trabajadores y técnicos trabajando y en futuro
174
inmediato de hacerlo) y fue que el 28 de junio del 82 vencía el plazo de aplicación por
la provincia de la ley 22.021. Dilaciones, retardos y la perturbación que significó en
muchos aspectos el conflicto en el Atlántico Sur, impidió que en su momento exacto y
automáticamente se produjera la renovación de esta disposición esencial para el éxito
del ambicioso proyecto de industrialización de La Rioja. Además una resolución
emanada del Banco Central (Nº 461), volvía esta aplicación al ámbito nacional. Vueltas
las cosas a una cierta normalización, y en la primera reunión de gobernadores había en
Salta, el presidente Bignone dispuso que La Rioja y por otro lapso de 3 años siguiera
orientando y dirigiendo las inversiones industriales, comerciales, agropecuarias y de
servicios en la misma.
Una sensación de alivio, por muchos considerado un verdadero triunfo de la provincia,
fue la consecuencia inmediata de ka disposición del gobierno nacional. Muchos
resquemores, muchas suspicacias y frustraciones se despejaron y una sensación de
optimismo volvió a reinar en los empresarios.
U.N.I.R. y los nuevos tiempos
A fines de setiembre del 82 se lleva a cabo en la pequeña localidad de Anillaco, ubicada
a 100 kilómetros de la capital de la provincia y en unos de los más modernos paradores
del país, la primera asamblea anual ordinaria de la entidad que agrupa a los industriales
de La Rioja (Unión de Industrias Riojanas). Al año de iniciadas sus actividades esta
entidad que renovaba su comisión directiva y que agrupaba hasta el momento 31
empresas, mostraba con este acto de camaradería y funcionalidad de la institución, los
nuevos aires de renovación y adecuación a los tiempos que corren en la provincia más
pobre y menos poblada del país. Este hecho inédito mostró también una faceta digna de
mencionar y destacar: el optimismo de todos los presentes (industriales con plantas en
Buenos Aires, Rosario, Córdoba y otras provincias, además de los muchos industriales
riojanos presentes) y la urgente necesidad que tiene la entidad de seguir aglutinando
voluntades y hacer que U.N.I.R se transforme en el interlocutor válido y en la entidad
más representativa del pujante empresariado de La Rioja.
El segundo despegue ya se inició
La Rioja, subsidiaria, mendiga de los dineros nacionales, ha comenzado a vivir una
instancia decisiva y nueva: la de sentir y comprender que en ella, en sus fuerzas, en la
pujanza e industria de sus hijos, en la comprensión y visión de empresarios de otras
partes, en la continuidad legal de un instrumento precioso, están las bases y razones de u
futuro que si bien lleno de dificultades y desafíos, se muestra promisorio y calificado.
La Rioja ve que son una realidad sus parques industriales, su aduana internacional, sus
inversores, sus trabajadores y técnicos industriales. Sabe, también, que sus hijos no
necesitarán emigrar y sufrir el desarraigo.
Y todo ello y en tres vertiginosos años la está sacando de la indiferencia, de la apatía,
del desinterés. Ya sus hijos no necesariamente tienen que ir a vegetar en cargos públicos
y su universidad, que ya ha cumplido 10 años de vida, con un censo superior a los 1000
alumnos, los está capacitando justamente para que apliquen su ciencia y conocimientos
en el despegue y desarrollo de su propia tierra.
Y todo por una ley, inteligentemente estudiada e inteligentemente aplicada.
La frustración finisecular
175
Pero aquello que decíamos hace casi 20 años hoy es apenas historia o poco menos.
De las casi 300 industrias radicadas en los parques industriales de la Capital, Chilecito,
Aimogasta, Chamical, apenas si subsiste malamente una sexta parte. El resto emigró,
cerró definitivamente o se marchó en horas de la noche, como malhechores, dejando el
tendal de obreros y empleados sin cobrar.
Así se puede afirmar que a fines de siglo poco o nada queda de los frutos de la ley
22.021.
Galpones cerrados, inmensas instalaciones presas de malvivientes o depredadores
nocturnos que poco a poco van desguazando lo que no hace mucho eran esplendidas
empresas. De los 12.000 trabajadores que hacia 1986-87 trabajaban en las empresas
instaladas en La Rioja hoy apenas si quedan unos 3.000 que cobran poco y mal y que,
en su inmensa mayoría, ven como inminente cerrarse sus puestos de trabajo.
La Rioja que hace 20 años había comenzado a vivir un interesante cambio de
mentalidad, con más confianza en su juventud, con tres universidades funcionando (la
Universidad Nacional de La Rioja, la Universidad Tecnológica Nacional y la
Universidad Barceló) hoy tiene como principal fuente de recursos las oficinas publicas
abarrotadas de agentes sin cumplir tarea alguna, y tal como afirma el doctor Ricardo
Mercado Luna, “viviendo en la sociedad del tedio”, con sus negativas consecuencias en
la autovaloración de hombres y mujeres que se saben subsidiados por la Nación.
La Rioja cuenta actualmente con unos 60.000 empleados públicos en “actividad” y con
unos 25.000 jubilados. Si pensamos que toda la población de la provincia es de 220.000
habitantes nos damos con la cifra espeluznante de que casi el 90% de sus trabajadores,
profesionales y demás, viven para y por el Estado, sea nacional, provincial o municipal.
Los sucesivos planes aplicados sin continuidad y sin mayor eficacia a lo largo del siglo
XX, algunos inteligentemente elaborados y los más intentos voluntaristas, han
fracasado. Hoy La Rioja subsiste porque la Nación mensualmente la asiste por derecha
o por izquierda, como ocultando vergonzosamente ante el resto de sus hermanas, lo mal
que está y lo mal que seguirá estando porque es muy difícil que en los próximos años se
pueda realmente revertir este agobiante panorama.
176
XV
El lento camino hacia las urnas
“¡En este país no se ha votado nunca!
El comicio es la sangre, la violencia y el atropello”.
Joaquín V. González
Desde el 1º de marzo de 1820 La Rioja se constituye como estado provincial. El
gobernador era acompañado hasta antes de la primera Constitución de 1855, por un
grupo de legisladores que apoyaban la acción del gobernante integrando la Sala de
Representantes, sinonimo que aun puede aplicarse. Carlos Lanzilloto apunta algo
significativo: “En general, el grupo de ciudadanos que la constituyeron –muchas veces
bien representantivos de sus departamentos– cumplió la tarea de apoyar los actos del
Ejecutivo fuerte o sostenido por el poder del hombre fuerte de cada tiempo”.
Este núcleo de ciudadanos que conformaban ese grupo o Sala de Representantes era de
una misma clase social y lo fue hasta por amiguismo, por parentesco, por muchas
razones que el grupo que detentaba el poder establecía.
No apoyamos, sin embargo, algunos comentarios del autor citado respecto a que “La
Rioja de los prolegómenos del ´90 era distinta a La Rioja montonera, pero de ningún
modo mejor. El gobierno seguía sucediéndose entre los representantes de las antiguas
familias coloniales”.
Pensamos, luego de consultar las actas electorales de 1864 a la actualidad, que las
practicas electorales en todos los tiempos plagadas de yerros, abusos, fraudes y
protestas, muchas protestas, sirvieron para que paulatinamente la civilidad y su
participación en elecciones y en la cosa pública fuera de más en más aumentando y
calificándose.
Es cierto que desde un principio se violó sistemáticamente y a sabiendas la voluntad
popular. Es cierto que el fraude como sistema imperó hasta la actualidad, pero también
no es menos cierto que esta ágil, frecuente y activa forma de participación de los
ciudadanos riojanos con todos sus yerros, con todas sus mentiras fueron mejorando la
vida cívica, fueron arreglando paso a paso un sistema que estuvo siempre bajo el signo
del nepotismo el favoritismo y el camanduleo.
Es así que La Rioja en este tiempo tuvo a partir de la primera Constitución de 1855,
copia exacta de la de Mendoza redactada por Alberdi cinco Constituciones y una
reforma parcial de su carta magna y fueron estos instrumentos más dos leyes
fundamentales anteriores, los que procuraron receptar los principios básicos
fundamentales de la Constitución Nacional. El primer estatuto local data del año 1855,
el segundo de 1865, el tercero de 1909, el cuarto de 1949 y el quinto de 1986 con tres
reformas parciales más.
Hay también la reforma de 1933 y la eliminación por decreto-ley de la Constitución
peronista.
PARA SER LEGISLADOR
Es sintomático que la primera ley que anota Lanzilloto, la número 1, del 31 de enero de
1854, establecía “los fueros de los representantes”, pero más curioso es que ya en esta
disposición se establecía “la prohibición de acusar e interrogar judicialmente a los
diputados, la inmunidad de arresto, la prohibición de iniciarles demanda sin previo
desafuero” y demás. Hacer leyes, elaborar las mismas, defenderlas, apoyarlas, votarlas
177
necesitaba el ámbito de respeto necesario que ésta establecida inmunidad, que estos
fueros legislativos, no hacían sino expresar taxativamente.
Dijimos y es nuestra tesis que todas las leyes electorales, al principio muy elementales y
hasta muy toscas y torpes, pasando por otras más elaboradas, con la aparición posterior
del Registro Cívico y la aparición de la urna, del voto secreto coexistiendo con el voto
cantado o a viva voz, para luego llegar al voto secreto en un todo de acuerdo a la Ley
Sáenz Peña (ley provincial Nº 197) y luego para retornar en un breve lapso al voto
cantado de los tiempos de Fernando Valdez –1937– (ley Nº 774), el voto femenino de
los tiempos primeros del peronismo (año 1947) fueron pasados esenciales y necesarios
para que el pueblo riojano fuera mejorando paulatinamente sus practicas cívicas y
electorales. Si algo perjudicó lamentablemente este proceso de desarrollo y positiva
evolución que se notó durante la segunda mitad del siglo XIX y el XX, no fue otra cosa
que la ruptura violenta de los pronunciamientos militares a nivel nacional y sus
consecuencias inmediatas en el orden provincial, como así también la serie interminable
de intervenciones federales que en número asombroso y cual plaga bíblica se ensañó
sistemáticamente, sobre el siempre endeble presupuesto provincial retrasando, sin duda,
el proceso de mejoramiento de las practicas cívicas y electorales e impidiendo que la
evolución institucional de nuestro pueblo se acentuase.
La Rioja desde el gobierno de Urquiza ha sido la provincia más veces intervenida.
Es ilustrativo mostrar los pasos de esta evolución evidente. En la primera Constitución
Provincial de 1855 se establecía que el Poder Legislativo se constituía por una Cámara
de Diputados que se integraba por diputados elegidos directa y popularmente a razón de
un por cada cuatro mil habitantes o fracción no inferior a dos mil. Duraba dos años, pero
la sala se renovaba por mitad anualmente. Las condiciones para ser diputado eran: ser
argentino y con domicilio real en La Rioja, tener 25 años y contar con una renta anual
de dos mil pesos. La Cámara nombraba senadores nacionales, elegía gobernador
duplicando el número de diputados (diputados doblantes). La primera Legislatura se
instaló el 18 de marzo de 1856 y sesionaba los lunes, miércoles y viernes.
En la Constitución de 1865 no se modificó la proporción de diputados por habitante
como las condiciones de elegibilidad.
Duraban tres años y anualmente se producía la renovación por terceras partes. Las
sesiones ordinarias iban del primero de junio al 30 de septiembre, aunque se creó una
comisión permanente para época de receso formada por tres miembros para mantener
vigente el Legislativo. En cuanto a la formación y sanción de las leyes se concedían
atribuciones a los diputados para iniciarlas sin las limitaciones fijadas anteriormente.
La Constitución del ´65 establecía preeminencia de la Legislatura en materia de
negocios municipales, educación y trabajos de utilidad pública.
Por su parte, el largo parto de 22 años que duró la convención constituyente que
sancionó la Constitución de 1909 dio como resultado un legislativo que se integraba por
un diputado cada cinco mil habitantes o fracción no menor de dos mil quinientos, es
decir, aumentaba la base de representación y para ser elegido diputado ya no se requirió
la edad de veinticinco años, bastando la mayoría de edad.
En lo que atañe a las atribuciones se invistió a la Legislatura de la potestad de abrir y
cerrar sus sesiones ordinarias y extraordinarias por si misma con lo que se logró
conjuntamente con otras disposiciones similares mantener la independencia frente al
Ejecutivo.
Esta Constitución puso como novedad la figura del vicegobernador.
Las reformas de la Constitución de 1933 fueron: sufragio femenino, aunque no se aplicó
hasta el primer gobierno peronista, elecciones directas del gobernador y vice,
178
inmovilidad de los jueces, juicio político y elección directa del intendente. El Poder
Ejecutivo en esta reforma se dispuso que fuera de cuatro años.
Al reformarse la Constitución Nacional en el ´49 La Rioja al igual que las demás
provincias debió adecuar su Constitución a los lineamientos de aquella. Así y en lo que
atañe al Poder Legislativo se estableció que las bases de representación por cada
diputado fuera de 8000 habitantes. La Cámara tendría un mínimo de 18 y un máximo de
30 legisladores. Los legisladores tendrían que tener un mínimo de 23 años y duraban
seis en sus cargos, siendo el periodo de sesiones del 1º de mayo al 30 de septiembre.
Fue ésta la Constitución que menos años duró, pues en el ´56 fue derogada y se retornó
a la del ´33. Ésta fue modificada en 1986, actualmente en vigencia con tres
modificaciones parciales posteriores.
EL LENTO CAMINO DE LA PARTICIPACIÓN POPULAR
Pensamos que a pesar de sus indudables fallas, de sus rebuscadas chicanas muchas
veces, de sus avances y retrocesos en más de una oportunidad, la serie sucesiva de leyes
electorales que tuvo la provincia desde la primera ley electoral (número 11 de 1854)
hasta la que actualmente rige, fue sin duda un lento caminar del pueblo hacia la más
completa y total participación en la lucha electoral.
No fue fácil el proceso y veremos que continuamente se buscaba escamotear y se
escamoteaba simplemente la voluntad popular con trampas, con sutilezas o con burdas
maniobras que solían ser tan simples como atacar a balazos la mesa del comicio, apalear
a votantes y conjueces del mismo o, harto frecuente en las luchas electorales de nuestra
provincia, robar urnas, violar lacres y destruir las actas correspondientes. Pero ese largo
deambular por fraudes, escamoteos y violaciones de la voluntad popular, a las que luego
se uniría el violento irrumpir de las fuerzas armadas en la vida política nacional y
provincial desde 1930 en adelante, fue la verdadera escuela de civismo y practica
participativa del pueblo que terminó en el impecable proceso electoral del 30 de octubre
de 1983.
Pero veamos ese proceso y observemos lo que nos enseñan las cerca de 30 carpetas con
las correspondientes Actas Electorales de La Rioja desde 1864 hasta los tiempos
actuales.
Ya dijimos que ha sido el doctor Ricardo Mercado Luna quien en opúsculo sagaz y
meditado ha estudiado el proceso electoral de nuestra provincia. Y aunque no
compartimos necesariamente muchos de sus conceptos nos referimos a este estudio en
esta cuestión. Anota Mercado Luna: “Para la elección de diputados provinciales los
notables de cada departamento (se refiere a los tiempos pre-constitucionales) se
reunían en la cabecera o población principal de los mismos y sin observancias formales
de ninguna naturaleza procedían a efectuar los nombramientos”.
Y más adelante agregará: “Este sistema siguió practicándose en algunos departamentos
aun después de sancionada la Constitución Nacional de 1853”. La primera ley electoral
de la provincia (Nº 11) de 1854, establecía “que en la ciudad capital y en cada uno de
los distritos departamentales debían formarse mesas principales compuestas del juez de
Paz, el Cura Párroco y tres individuos de probidad y mesas subalternas para los
distritos más distantes”.
En 1858 se sancionaba la ley número 64 de “elecciones de la provincia” que “eliminó
la Junta encargada del escrutinio, confiriendo esta facultad a la misma mesa
electoral”.
Pero hasta la ley número 197 que puso en vigencia en la provincia disposiciones de la
Ley Sáenz Peña número 8.871 se puede decir que las leyes electorales provinciales con
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ligeras variantes y algunas mejoras o cambios casi diríamos imperceptibles ayudaron a
la persistencia del fraude y de la burla comicial. Así en 1866 y en la gobernación del
Coronel Julio Campos que moriría en la Revolución del 90 se estableció la formación
del Registro Cívico de conformidad a la ley nacional del 13 de noviembre de 1863.
Atento a sus disposiciones cupo a los jueces de Paz de cada departamento la tarea de
confeccionarlo.
Luego la ley del 15 de diciembre de 1877 excluiría al cura párroco del acto eleccionario.
Hasta 1909 subsistió la emisión del sufragio expresado de “viva voz”. Ya veremos
algunas cuestiones curiosas que acompañaron a estas leyes. Y parece que al igual que en
las cuadreras, era de significativo importancia establecer mediante sorteo qué partido
iniciaba el acto electoral.
Tras la aplicación de la ley 197 de sufragio secreto, cuarto oscuro y lista incompleta, las
prácticas electorales riojanas mejoraron. Mejoraron aunque también mejoró la astucia y
la habilidad para violar la ley electoral.
Así y en tiempos de la Concordancia (1937) fue sancionada la ley 774 que conmovió a
la opinión pública no sólo de nuestra provincia sino del país y que ha pasado a la
historia como la ley “del voto cantado”. Esta particular ley establecía que el votante
podía hacerlo en forma secreta o de viva voz. Elección que en realidad burlaba las
estrictas disposiciones de la Ley Sáenz Peña y que fue motivo de una carta del entonces
presidente de la República Roberto Ortiz al gobernador riojano solicitando la
derogación de la misma. Eso se hizo así por ley 788 que restituyó el voto secreto.
Luego y ajustándose a la ley nacional nuestra Legislatura sancionó la ley 1.115 que
daba el voto a las riojanas.
Y de esta época Mercado Luna: “Al iniciarse la década del ´50 por primera vez,
aunque no por mucho tiempo, las camarillas gobernantes habían desaparecido de
escena. Su incapacidad para enfrentar al nuevo fenómeno político (el peronismo) y la
necesidad consecuente de conservar sus empleos públicos, les llamó al silencio”.
Pero no por mucho tiempo, por supuesto.
La revolución del ´55 daba por tierra con el gobierno de Perón y en el orden local del
ingeniero Juan Melis que hizo gala de actividad, labor creativa y leyes sabias y
populares.
La vida sigue y así llegamos al 9 de octubre de 1959, fecha en la que la Legislatura
aprobaba la siguiente resolución: “Declarar que vería con agrado que en las próximas
elecciones de marzo como en todas cuantas deban realizarse, no se excluya jamás del
comicio a ningún partido político, ni se utilicen resortes legalistas y formales con ese
fin”. Y agregará: “Que las proscripciones importan un absoluto desprecio a
elementales principios del sistema democrático”. Y sentenciará muy sabiamente
nuestra Legislatura, adelantándose quizás a tiempos mucho peores: “destruir la
convivencia democrática, cualesquiera sea su pretexto, será destruir todo intento de
progreso y felicidad en este país, cansado de ser gobernado y ávido de gobernarse a si
mismo”.
Una semana antes de finalizar a su mandato constitucional, lo que señalaba la
Legislatura riojana, se cumplía con creces. Seguiría un interregno de intervenciones
nacionales para dar paso a un gobierno (1963/66) que llega al poder con la exclusión de
más de la mitad del electorado para expresar sus aspiraciones políticas.
Esta proscripción se agravaría luego con el ascenso al poder de los gobiernos de la
denominada Revolución Argentina, gobiernos fuertes que persiguen sin piedad las
expresiones populares argentinas de todo color e ideología.
En 1973 asume el gobierno el doctor Carlos Menem con amplia mayoría que se expresa
en una cámara mayoritariamente justicialista. En 1976 se inicia el largo interregno
180
oscurantista. Y todo el pueblo es perseguido, anulado en su voluntad sin distingos de
ninguna clase.
ELECCIONES DE ANTES: PICARDÍA, HUMOR Y FRAUDE
Analizando las 21 carpetas que conservan las actas electorales, de La Rioja desde 1864
a la actualidad notamos un sin numero de particularidades y hechos históricos que bien
pueden integrar un grueso capítulo de la picaresca criolla, del fraude y demás, pero
también de la seriedad que muchos ciudadanos observaban respecto a cómo debían ser
las elecciones. Así desde un principio figuran las numerosas protestas de electores
disconformes y que no aceptaban el fraude, denunciando sin pelos en la lengua las
transgresiones cometidas a la buena fe ciudadana. Pero las argucias de los fraudulentos
eran muchas. Una resalta por lo curiosa: un presidente de una mesa electoral de Tama
que es puesto ex profeso en esa tarea por ser corto de vista y leer con suma dificultad.
Esa argucia retrasa el comicio y permite votar a aquellos adeptos al partido que quería
hacer fraude.
En estos primeros años a partir de 1854 hasta la década del ´80 los votantes no votan
como ganado sumiso. Innúmeras son las protestas de todo tipo: que se retrasó el
comicio a propósito; que los jueces y conjueces fueron amenazados; que se usó la
guardia nacional para intimidar votantes; que se amenazó a ciudadanos; que se escondió
la urna y que el que la tenía no apareció y así hasta el infinito. Se hacía fraude en
exceso, o a lo macho. Y era común que muchos comicios debieran postergarse porque la
sangre llegó al río y fue un poco más allá.
Sin embargo hacia la década del ´80 las elecciones comienzan a ser canónicas, termino
empleado por los mismos jueces del comicio, que significaba ni más ni menos de una
absoluta y total unanimidad. Tal era el candidato y tal era el elegido por la “voluntad
canónica del pueblo”. Es decir que estos gobiernos del Autonomismo Nacional con el
General Roca a la cabeza y el juarismo después, apuntaban más que nada a preservar la
estabilidad de las instituciones, aunque esta estabilidad se confundiera sospechosamente
con inmovilismo total. Por medio de elecciones las situaciones de hecho y las camarillas
detentadoras del poder no serian cambiadas. Es por esto, quizás, que a partir de la
revolución del ´90 y hasta la Ley Sáenz Peña, los riojanos participaron activamente en
cuanta revolución se armaba, aunque el resultado “canónico” también, era que los que
tenían el poder lo seguían teniendo, aunque fuera por interpósita persona o interpósito
pariente.
Eran los tiempos en que en las actas electorales se registraba: “Fulano de tal, electo
diputado por tal departamento, sin oposición de ningún genero”. Y así se puede decir
que especialmente a partir del ´87, con pleno juarismo y Unicato (o Uñicato por el
choreo), las elecciones en La Rioja son un dechado de fraude. Son perfectamente
fraudulentas. Y lo que es bueno de notar, ya pocos o nadie protesta porque se cometa
fraude. Corren los tiempos de las unanimidades. Y los candidatos salen electos por
absoluta mayoría.
Es digno de notar que antes de todo acto comicial el juez de Paz venia con la urna de su
casa, la abría con una de las dos llaves que la misma tenia, el pueblo observaba que
dentro de ella no había perro alguno y luego, se cerraba la urna, se anotaba
escrupulosamente esta ceremonia, se entregaba una de las llaves a uno de los conjueces
de mesa y comenzaba el acto electoral que iba de 8 o 9 de la mañana hasta las 16 horas
indefectiblemente. ¿Para qué la urna, para qué la papeleta, el Registro Cívico y todo el
aparataje de comicios que alguna vez se pretendieron fueran libres y soberanos? Para
justificar el fraude, por supuesto. Tanto se siguió por ese camino errado que el colmo de
181
los colmos ocurrió en el ´95 cuando las luchas entre bustistas y carreñistas dio
nacimiento en extraño y fraudulento parto a dos legislaturas cada cual más fraudulenta.
Y cuando los desaguisados electorales llegaban al paroxismo total la solución siempre
venía de la mano de una intervención federal que rápida y eficaz arreglaba las cosas de
acuerdo a las directivas del poder central y dejaba funcionando un gobierno fraudulento,
con una cámara fraudulenta también pero no duplicadas.
Como expresión lingüística y curiosa de ciertas practicas violentas surge en estos
tiempos de finales del pasado siglo la palabra timoratándolo que significaba ni más ni
menos que lo que se buscaba con el uso de la fuerza era cometer fraudes electorales para
que todos se volvieran timoratos.
Es cierto lo que dicen todos aquellos que se han ocupado de esta cuestión tanto en La
Rioja como en el país. El poder político, el económico, el social, todo o casi todo, lo
detentaba una clase muy determinada y especifica. Y más en el caso de La Rioja donde
la dinámica social era muy lenta o casi, casi imperceptible. Ello no obstante y a pesar de
todo lo dicho y comentado se nota una suerte de fermento cívico, de sorda protesta o
airada oposición que el tiempo encauzará y permitirá el cambio necesario. También es
bueno notar que no en toda la provincia la respuesta del pueblo era la misma ni mucho
menos. Así, por ejemplo, hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX se nota que los
departamentos electoralmente más difíciles de dominar por el oficialismo eran los
departamentos con cabeceras en Malanzan, Tama, Los Sauces y así a cada fraude se
contesta inmediatamente con la respectiva virulenta protesta que, no era tomada nunca
en cuenta, pero que dejaba asentada la heterodoxia, el disenso.
Pero hay un hecho que es bueno anotar: si no había protesta franca, había si protesta
encubierta y sorda pues hasta que en La Rioja y en el país no se aplicara la Ley Sáenz
Peña se nota una concurrencia muy disminuida, casi alegórica en los comicios para
elección de diputados, electores de gobernador y constituyentes.
Indiferencia y protesta civil dentro de todo marcaban también la evolución cívica de un
pueblo que no quería ser llevado de las narices. Y como no podía oponerse a la
violencia que se practicaba sistemáticamente en las elecciones, se quedaba en casa y le
daba la espalda a una clase dirigente y gobernante que para nada lo interpretaba. Pero ya
con Padrón Electoral más rigurosamente hecho y elaborado, se comenzaba a producir
un fenómeno digno de destacar: el mismo régimen falaz y descreído al decir de Irigoyen
iba dando los pasos para que se mejorasen las practicas cívicas al imponer el Registro
Civil, el Registro Cívico Electoral, y la libreta de enrolamiento.
Hacia fines de este proceso de lo que podríamos denominar fraude abierto y total, casi
todas las actas electorales terminaban así: “Inmediatamente y en presencia del pueblo se
procedió como indica el articulo 34 de la ley de la materia, a la apertura de la urna,
para verificar el escrutinio del cual previa revisada del sufragio realizado, dio por
resultado la elección de ciento treinta y cuatro votos (o la cantidad que fuera) a favor
del candidato Fulano de Tal”.
Así con esa repetida y eterna cantilena legalista o leguleyo terminaban las actas
electorales hasta que el gobernador Tomás Vera Barros envió a la Legislatura la bomba
que derrumbaría o resquebrajaría seriamente el fraudulento edificio creado hasta
entonces: la ley número 197 de voto secreto, o aplicación riojana de Ley Sáenz Peña.
LAS ELECCIONES CANÓNICAS, SINO DEMOCRÁTICAS
Dijimos que los candidatos electivos, hasta que irrumpen en las luchas electorales
miembros de la burguesía o del mundo del trabajo, eran seleccionados entre miembros
182
de la clase alta. La Rioja hasta bien entrado el siglo XX, marchaba a la cabeza de las
provincias en cuanto a sociedad cerrada y hermética.
Una elección para senadores nacionales (no olvidemos que la Cámara Legislativa era lo
que elegía los senadores nacionales) realizada el 21 de noviembre de 1906, pinta de
cuerpo entero cómo eran en realidad las practicas electorales a principios del siglo XX y
cómo era la sociedad riojana.
En esa fecha se reunieron los legisladores riojanos para elegir a dos senadores
nacionales: los doctores Joaquín Víctor González y Leonidas Carreño. Veamos cómo
fue la cosa:
“En la ciudad de La Rioja –dice el acta de la Legislatura– capital de la provincia del
mismo nombre, a veintiún días del mes de noviembre del año mil novecientos seis,
siendo las cuatro pasado meridiano (16 horas), reunidos en el recinto de la Honorable
Legislatura de la Provincia, por citación especial, los señores diputados Juan Antonio
Carmona, Florentino Cáceres, Nicolás Carrizo, Jacobo de la Fuente, Francisco
Fernández, Aurelio Galíndez, Gustavo Malman, Miguel Segundo Noroña, Bustos
Cosme Roldán, Tomás Vera y Florentino Villafañe, el presidente señor Miguel Segundo
Noroña, declaró abierta la sesión y agrego: Habiendo fijado la H. L. en reunión del
lunes que en la sesión especial de hoy se nombren dos senadores al Congreso por el
periodo constitucional de nueve años, a contar desde el primero de mayo del año
entrante de 1907, en reemplazo de los señores Lidoro Avellaneda y Antonio P. García
que terminan su mandato, corresponde de acuerdo con la Constitución Nacional y el
artículo 84 de la ley de elecciones nacionales, proceder al nombramiento de los dos
senadores por votación nominal. A este fin –sigue relatando el acta de 1906–
empezaremos por la designación en este mismo acto y por separado.
Practicada la votación resulta electo por unanimidad senador al Congreso Nacional el
doctor Joaquín V. González.
“Señor Presidente: Queda elegido senador al Congreso Nacional por el periodo
constitucional de nueve años a contar desde el primero de mayo del año 1907 el doctor
Joaquín V. González”. Y agrega:
“Se va a proceder al nombramiento del otro senador, en la misma forma”. Verificada
la votación, resulta electo por unanimidad senador al Congreso Nacional el doctor
Leonidas Carreño.
“Señor Presidente: Queda elegido senador al Congreso Nacional por el periodo
constitucional de nueve años a contar desde el primero de mayo del año 1907, el doctor
Leonidas Carreño. Ha terminado el acto, invito a la Cámara a pasar a cuarto
intermedio a fin de que se labre el acta de esa sesión especial y se someta a su
aprobación”.
Lo curioso y digno de destacar es que el acto eleccionario duró exactamente siete
minutos. No hubo ni una sola oposición, no hubo nadie que dijera que estaba en
desacuerdo. Todos unánimes, todos conformes, pero no había pueblo para nada. Siete
minutos y todo quedó entre amigos. Dos flamantes senadores nacionales habían sido
elegidos por 9 años.
LA LEY 197 Y LOS AIRES DEMOCRÁTICOS
Le tocó al gobierno del conservador doctor Tomás Vera Barros promulgar la ley 197
que daba paso en el orden provincial a los dispuesto por la Ley Sáenz Peña.
No debemos olvidar que la casi total unanimidad mencionada en el siglo XX porque no
había otro partido que el Partido Autonomista Nacional, ya en tiempos del Centenario
había dado paso a varios partidos que se disputaban los favores del electorado riojano.
183
Ellos eran: Unión Provincial Partido Provincial; Unión Cívica Radical y partido
Nacional y Autonomista. Y éste fraccionamiento de la unanimidad impedía ya las
elecciones canónicas. Y así cuando el régimen anterior iba muriendo, las señas de su
decadencia se observaban en las numerosas protestas por fraude electoral que llevan
incluso a la anulación de las elecciones provinciales.
La Rioja se daba el lujo de tener en ese entonces, 1913, a Adolfo Saldías como
interventor nacional. Pero eran, como dijimos interventores federales que venían,
arreglaban lo que había que arreglar de acuerdo a las directivas del poder central y se
marchaban. Prácticas menos viciosas que las largas y reiteradas intervenciones federales
que asolarían en la segunda mitad del siglo XX las arcas y la paciencia de los riojanos.
Y así a la elección del 16 de marzo de 1916, elección para diputados provinciales y vice,
participan el Partido Socialista, la Unión Conservadora y la Unión Cívica Radical. Pero
la unanimidad, como ocurriría muchos años después con el peronismo, cambió de signo.
Y así tras una intervención federal (1918) se realizan elecciones para renovar todos los
cargos electivos y el radicalismo, en diáfanas elecciones, no deja ni un solo cargo sin
ganar y hacer suyo. Fue quizás la única elección provincial en la que el radicalismo
estuvo unido. Porque tiempo después comenzaría su progresiva disgregación que daría
lugar a una serie interminable de radicalismos con distintos aditamentos. Y así vemos,
siguiendo los distintos comicios, que en el ´22 aparte de los conservadores, estaba la
Unión Cívica Radical y la U.C.R. Disidente. Pero el tronco radical daba leña para más
partidos. Y así tenemos en el ´23 la Unión Cívica Radical (rinconista, por Benjamín
Rincón), la U.C.R. Verdadera y la U.C.R. Principista que orientaban Francisco Baigorrí
y López González, partido que protagonizaría el 6 de marzo de 1924 la última
revolución del siglo veinte en La Rioja.
Tras la caída del gobierno radical del doctor Juan Zacarías Agüero Vera que daría a la
Legislatura la más completa y perfecta serie de leyes de promoción que hasta entonces
se había dado y que convirtieron a esta Legislatura (1929-1930) en una de las más
importantes que tuvo en sus 160 años de sesiones ordinarias, se retornó al viejo y
conocido sistema del fraude electoral. Y no lo decimos nosotros, lo dice el diputado
electo Héctor Granillo Fernández, en febrero de 1932 con toda crudeza: “el proceso de
la elección presidido por el ex Interventor Federal don Dionisio Centeno, ha sido
irregular, de violencias, fraudes, coacciones y toda una serie de actitudes que han
desvirtuado en absoluto la misión federal encomendada”. En estas y sucesivas
elecciones el radicalismo yrigoyenista se abstendría de participar. Es decir, la
proscripción de la mayoría del pueblo radical llevaría a las funciones de gobierno y a las
sucesivas legislaturas riojanas a representantes de esas minorías que el yrigoyenismo
había barrido. Similar proceso al que treinta años después ocurriría con el peronismo y
su larga proscripción. Un repetido drama cívico que no hizo sino postergar la evolución
y desarrollo del pueblo.
Así el fraude da paso a partidos minoritarios, aunque no necesariamente reaccionarios o
retrógrados. Y así tenemos (1931) la Unión Cívica Radical Impersonalista (o
Antipersonalista); Demócrata Nacional y Socialista. En las elecciones de ese año la
U.C.R.I. tuvo 6.717 votos; los Demócratas Nacionales 5.651 y el Socialismo 1.620.
seguirá en el ´32 otro radicalismo: la U.C.R. Departamental (Villa Unión).
De estos años es una serie interminable de radicalismos: U.C.R. Reformista que preside
(1934) el doctor Raúl Ceballos Reyes y la U.C.R. Antipersonalista Independiente, la
U.C.R principista.
Galimatías, exceso de partidos menores que no logran ocultar la triste realidad: el
verdadero protagonista está ausente: el pueblo yrigoyenista. Como luego estaría ausente
184
el peronista para ya en la última etapa de esta ausencia popular, todo el pueblo argentino
(1976-1983).
En el año 1946 la Legislatura cambia. El peronismo arrasa y hace que la Legislatura sea
unicolor. En el año ´58 con la proscripción del peronismo nuestra Legislatura será de la
U.C.R. Intransigente y del Radicalismo del Pueblo.
Con el peronismo proscripto la Legislatura (1963-1966) no llega a ser realmente
representativa de la opinión pública riojana, por más que en el ´59 esta Legislatura
pidiera que no hubiera más proscripciones. Las hubo y por muchos, demasiados años.
Vendrían luego los “gobernadores” de la Revolución Argentina, pomposo título que no
logró ocultar un proceso militar de toma del poder so capa de defender un estilo de vida.
La verdad que surgió para impedir el acceso del peronismo al poder y como
consecuencia del triunfo en Buenos Aires y en el resto del país de esta fuerza política.
El año 1973 el peronismo triunfa sin atenuantes e impondrá, como lo hizo en el ´46, una
Legislatura atenta a la sanción de leyes con hondo y profundo sentido social. Desde el
73 todos los gobiernos han sido justicialistas.
Más de 9000 leyes hasta hoy.
La ley número 1º de la Legislatura riojana fue sancionada en la sesión número 6, el 31
de enero de 1854. Han transcurrido de 160 años casi hasta la fecha. Una simple división
nos daría un promedio de 44,56 leyes por periodo de sesión ordinaria. Pero la fría
estadística no dice la verdad, pues recién el 10 de octubre de 1946 se aprueba la ley
1.001 Pago de Salarios, lo que señala un dinamismo más acuciante en la sanción de
leyes por parte de la Legislatura pues en los últimos sesenta años (teniendo en cuenta
numerosas intervenciones federales) se aprueban los 8/9 del total de leyes, sancionadas
hoy. Y es que las layes siguen también ella el ritmo frenético que vive el mundo actual
y aquí si la fría estadística nos lo señala así con toda crudeza. La ley número 1 del 31 de
enero de 1854, dice cosas muy hermosas sobre lo que es la Legislatura y el papel que
juegan los legisladores. “La Honorable Sala de Representantes considerando que a ella
es a quien toca iniciar y dar tono a la marcha de la Legislatura como primer autoridad
y que ejerce soberanía sobre toda la administración en general, señalando el sendero
porque ha de conducirse para llegar a su completo desarrollo y que, sujetando a los
magistrados a su autoridad soberana, se constituye por si misma en Junta
Conservadora, ha venido en decretar una forma, protestando a la faz del mundo, que
no conoce otro principio que el bien general, la libertad y la felicidad de la sociedad
toda, prescribiendo límites a autoridades subalternas, y afianzando sobre las bases del
orden el imperio de las leyes hasta tanto que reunida la Legislatura, establezca el
Código Provincial que ha de regir como ley permanente, según lo dispuesto en el
artículo 5º de la Constitución”. Y solemnemente, sabiendo que ellos eran
representantes (o deberían ser) de la soberanía popular enumeraban los fueros que los
protegían, hacían mención al carácter sagrado de la Legislatura y al derecho de los
diputados a hablar y opinar con la más completa libertad.
Hasta muchos años después ya en el siglo XX los diputados ejercían sus tareas en La
Rioja en forma totalmente gratuita. La Constitución de 1855 y con sus reformas de 1865
no establecía incompatibilidades parlamentarias y judiciales. Es decir se podía ser
diputado y juez, por ejemplo. Salvador de la Colina, refiriéndose a esta cuestión explica:
“Esta desviación de los principios estrictos de gobierno, se explicaba por la escasez de
hombres aptos para la vida pública”.
Pero el caso más curioso que cuenta el autor antes citado, fue el de don Serafín de la
Vega que reunió en su persona los tres poderes del Estado al mismo tiempo: “En su
carácter de presidente de la Legislatura, vocal de la Cámara de Justicia y gobernador
delegado, imagen viviente de la trinidad divina y remedo del lord Aut. Chanceller de
185
Inglaterra, que es primer ministro de la Corona, presidente de la cámara de los lores y
el juez más encumbrado del imperio”.
No hace quizás al sentido de este trabajo el pormenorizado detalle de partidos políticos
y demás. Pero si que si bien los diputados accedían a la Legislatura por interés político,
cuestiones de rango social y parentesco, no es menos cierto que lo hacían sin cobrar un
solo peso. Además tenía connotaciones de servicio a la comunidad.
Es cierto también que el fraude era habitual pero el pueblo participaba activamente en
algaradas, motines y entreveros al menos en los años que van desde 1854 al ´80. Luego,
dijimos, la máquina del roquismo impondría el fraude como sistema y la participación
del pueblo se achicó, llegando a la total indiferencia en la primera década del siglo
actual, cuando los guarismos electorales eran realmente ridículos.
Así hacia el ´74 existían en la provincia tres partidos: alsinistas, avellanedistas y
quintanistas.
Los alsinistas de La Rioja eran presididos por el doctor Guillermo San Román a quien
seguían muchas personas de la clase alta, la juventud especialmente y una masa
considerable de pueblo.
La dirección del partido avellanedista era más impersonal pues estaba a cargo de un
comité formado de miembros conspicuos de aquella sociedad. Al pueblo adicto
acaudillaba un negro Ramón Bravo, periodista, tribuno y elemento de acción, y los
quintanistas eran los oficialistas. Era el partido más débil aunque contaba con las
simpatías del gobernador Gordillo.
Con el tiempo estos partidos fueron variando siguiendo los cambios de personas. Así
años después los partidos que se enfrentaban (ramas del tronco autonomista) eran los
butistas y carreñistas y así hasta el infinito. Estos partidos respondían directamente a los
hombres fuertes del momento o del tiempo y quizás el primero de los partidos de ideas
fue el radicalismo que recién en el país y en La Rioja comenzará a tener importancia
tras la revolución de 1905. Otro que se agregaría con bastante arraigo hacia la segunda
década de este siglo seria el Partido Socialista.
Lo que interesa aquí destacar es que con excepción de los tiempos de intervenciones
federales, pero más que nada a partir de 1930 y de la destrucción sistemática del posible
acceso del pueblo al poder, el pueblo de La Rioja con fraude o sin fraude, con registros
cívicos más o menos correctos, con revoluciones o asonadas y con todo el
pintoresquismo que hubo en elecciones y civismos electorales, participaba en los
comicios varias veces al año.
Pues era convocado para elecciones de gobernador, para elecciones de constituyentes,
para elecciones de Comisiones Municipales en Capital y Chilecito, para elegir diputados
nacionales y así hasta el infinito. Podemos decir sin mucho temor a equivocarnos que
había fraude como una suerte de constante, pero el escamotearle el voto al menos se
reconocía que ese voto mal dado o robado tenía valor y valía la pena robarlo. Y
entonces no podemos menos que reconocer que esas épocas de comicios, de violencias
comiteriles, de urnas violadas y robadas y todo eso era mil veces mejor y más viril, mil
veces preferible al estupido silencio de los gobiernos fuertes y totalitarios, de
militarismo descontrolado. Porque aquel sistema de participación fue mejorando
paulatinamente las practicas cívicas y la evolución institucional y legislativa fue notable
y así llegamos a la época de oro, diríamos, de nuestra Legislatura que se dio en el final
del gobierno de Yrigoyen.
LOS CIEN PASOS DEL FRAUDE
186
En tiempos de la concordancia posteriores a la revolución del ´30 lo que funcionó como
sistema de participación popular fue el “fraude patriótico”. Pocas fueron sin duda las
elecciones en la década del ´30 que pudieran ser calificadas de medianamente decentes.
Quizás la elección del gobernador cordobés Amadeo Sabattini y de su sucesor Santiago
del Castillo.
La revolución del 4 de junio del ´43 marcó por segunda vez el ascenso del militarismo
al poder. Una junta de apoyo de la clase conservadora y la iglesia mostraron el
surgimiento de un régimen que deambularía hacia el populismo. No hace a este trabajo
la discusión sobre las características del régimen peronista pero sí que más allá de haber
logrado en su primer elección del 24 del febrero de 1946 un triunfo incontrastable y
absoluto, expresión cierta y fundada de la voluntad popular, no es menos cierto que
durante los diez años que siguieron el fraude como institución electoral siguió gozando
de plena y absoluta salud. En “Perón y su tiempo” Félix Luna habló inextenso de esta
manía de aplicar las técnicas mas sobrias del fraude cuando en realidad podría no haber
necesitado de él para imponer su mayoría. Era algo así como la pervivencia de un vicio
muy arraigado en la política criolla. Lo comenta en su obra Luna al hablar de las
elecciones del 11 de noviembre de 1951:
“era importante el resultado en la Capital Federal, porque en el padrón masculino,
radicales y peronistas habían estado relativamente parejos. El electorado
metropolitano, aquel que en 1912 diera el triunfo a los radicales sobre la máquina del
Régimen, en 1930 el triunfo a los socialistas independientes sobre el aparato
yrigoyenista, en la década del 30 la mayoría a radicales o socialistas desdeñando a la
Concordancia; ese electorado que siempre fue la caja de resonancia del país político y
el indicio cierto de sus cambios de humor, ese electorado había votado en un 53% por
Perón y en un 45% por la oposición. ¿Podía justificarse ahora que Perón calificara a
esta casi mitad, de cipayo y vendepatria?
Eran las mujeres las que habían decidido el resultado en la Capital Federal, corriendo
el fiel de la balanza hacia Perón en un 57%. Sus votos valían igual que los de los
hombres, claro, todos eran ciudadanos, por supuesto… Pero nada impedía ahora que
en los subtes, los tranvías, los colectivos, en los cines o en la calle, cada porteño
antiperonista viera en cualquier que se cruzara un participe del mismo aborrecimiento
a Perón y su régimen.
Porque además era aquí, en la Capital Federal, donde aparecía claramente el fraude
de la “gerrymandra” peronista que justificaba los clamores de la oposición: con el
42% de los votos del distrito, los radicales habían obtenido solo cinco bancas; con el
53% de los sufragios, los peronistas se habían hecho de veintitrés”.
Y así como Yrigoyen intervino a todas las provincias por decreto aplastando cualquier
atisbo de federalismo lo mismo haría Perón al designar a dedo y a su solo capricho a
quienes su varita mágica señalaba como gobernadores. En algunos casos la designación
fue acertada pero en muchos fue motivo de nuevas intervenciones y de nuevos
problemas. La del Brigadier Juan Ignacio San Martín en Córdoba fue un auténtico
acierto aunque no en el caso de Juárez en Santiago del Estero o Vicente Saadi en
Catamarca. La caída de Perón en el 55 marcaría el retorno al poder del partido militar
que esta vez lo hizo directamente obsesionado por eliminar de cuajo al peronismo.
La elección de Frondizi fue fraudulenta en toda su dimensión. Fraude realizado por
Perón y Frondizi. La caída de Frondizi en el 62 fue seguida de fraude absoluto pues el
peronismo debió disfrazarse con distintos nombres o convertirse en un neo peronismo
para seguir existiendo. Sin mencionar la escasa voluntad popular presente en los
gobiernos militares de la época. El 11 de noviembre de 1973 Perón fue electo en
elecciones que él mismo quiso fueran cristalinas y puras. Y eso justamente ocurrió. La
187
avalancha de votos hizo imposible el fraude y por tercera vez Perón se hizo del
gobierno, un gobierno al que accedió, enfermo, senil y rodeado de un entorno criminal.
Los años del proceso militar a partir del 24 de marzo del 76 constituyen la página más
negra de toda la historia argentina.
Merced a la obstinación y dureza de Margaret Tatcher el militarismo argentino tuvo su
principal y más absoluta derrota.
EL RETORNO DE LA “DEMOCRACIA”
Es incuestionable que el acceso de Alfonsín a la presidencia fue un ejemplo de
presencia popular, pero a partir de allí es bueno analizar cuales son las razones que en
los que podemos denominar “reinos de la republica” el fraude desde 1983 en casi todos
los distritos electorales ha sido la práctica más común y corriente.
Excluyendo quizás a distritos tales como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba y Mendoza
en todos los demás la síntesis que se impone es que no ha habido gobierno provincial
que no haya asumido y conservado el poder mediante el fraude. Los casos más
paradigmáticos son sin duda San Luis con los hermanos Rodríguez Saa gobernando
desde aquella fecha de manera ininterrumpida, lo que ocurrió en Santiago del Estero con
el viejo, viejísimo caudillo Juárez con presencia desde el primer gobierno de Perón en la
política provinciana que además de gobernar de manera ininterrumpida colocó como
heredera política a su extravagante mujer Nina y así podemos referirnos a los Sapag en
Neuquén a los Saadi en Catamarca y la lista sigue y sigue. Las prácticas fraudulentas
vienen desde que se implementara la ley Sáenz Peña, escamoteo de boletas, “la cadena”
sistema reiterado hasta el cansancio que permite controlar el voto cautivo y el bolsón de
todos los kilajes y pelajes, de obligado acompañamiento de todo acto electoral
acompañando “la voluntad popular”. Hoy ya entrado la segunda década del siglo XXI
no hay elección en todos estos “reinos” sin la aparición de gigantescos camiones con
acoplado que días antes de cada comicio llegan de no se sabe dónde a cada una de las
provincias y miles, millones de bolsones se distribuyen alegremente entre el pobrerío o
no tan pobrerío. Hemos visto y denunciado la entrega de vales que son presentados en
los supermercados a cambio de alimento y no dejamos de hacer constar la generosa
distribución de dinero contante y sonante. Tal como ocurrió en la primera elección de
Cristina Fernández y en la segunda por supuesto.
Es curioso que en la única provincia donde se ha aplicado un original sistema de boleta
única para los distintos estamentos electivos (Santa Fe, julio 2011) no se haya
denunciado una sola acción fraudulenta.
Quizás el único distrito electoral en el 2011 que ha tenido elecciones claras y limpias ha
sido Santa Fe. Boleta única dividida en seis para distintos cargos y con distinto color y
utilizando para ella enormes urnas.
Pero es poco lo que se ha avanzado si pensamos que distritos fundamentales como la
provincia de Buenos Aires están sometidos a la burda práctica de la compra del voto por
medio del incalculable e imaginativo fraude que día a día ha ido inventando nuevas
expresiones además de las prácticas centenarias, tales como la Ley de Lemas o las
llamadas “colectoras” o el candidato testimonial, prácticas similares que permiten un
verdadero caos electoral en fin cien años que han mostrado que aquella lejana ley hoy
centenaria, del voto secreto obligatorio y universal que se pensó era un gran paso
adelante hoy podemos afirmar que aquello en muchos aspectos quedó en agua de
borrajas como quedó en agua de borrajas el cacareado federalismo.
“No hay federalismo sin coparticipación federal. La constitución de 1994 daba un plazo
de dos años para que se sancionara una ley de coparticipación federal. Han pasado 18
188
años y ello no se cumplió y como si esto fuera poco son varias las acciones que a lo
largo del siglo XX se hicieron en desmedro del federalismo. El que mejor sintetizó esta
postura fue el jurista Rodolfo Rivarola quien a principios del siglo XX hablaba que las
provincias no debían existir que lo único que cabía eran los municipios y el poder
central, es decir, un unitarismo extremo. Las provincias no se eliminaron en los hechos
pero si en la realidad pues siguen existiendo sin ninguna atribución fundamental.
Además de la acción antifederal de los dos grandes movimiento nacionales y populares
del siglo XX Radicalismo y Peronismo, sumado al accionar del Partido Militar y sus
largas intervenciones en el poder en el gobierno de facto del general Lanusse realizó la
desaparición definitiva de los Colegios Electorales. La elección directa del presidente
terminó con este sistema que le daba a las provincias cierta respetabilidad institucional
pues cada una elegía electores de presidente el doble de sus legisladores nacionales. Los
candidatos a presidente iban a las provincias hace años que eso es cosa del pasado. Las
provincias en general no existen. Cualquier partido de Buenos Aires tiene más peso
político que cualquiera de las provincias.
Como síntesis podemos afirmar que en general el fraude que hace cien años se quiso
erradicar como práctica deleznable en un régimen que se pretende democrático hoy bien
entrado el siglo XXI sigue gozando de plena y robusta salud.
El Gobierno Nacional se opuso a la implantación del voto electrónico y siguió
prohijando especialmente en la provincia de Buenos Aires las listas sabanas tal cual
hace 100 años que es el sistema que mejor favorece el burdo fraude y el más absoluto
desprecio a la voluntad popular. La boleta única como se implementó en Capital Federal
y Córdoba presenta también posibilidades de fraude en menor escala que el sistema que
se aplica en el resto del país.
La denostada y absurda Ley de Lemas ha sido camuflada con la que permite la
utilización de las llamadas colectoras, un nombre distinto para seguir aplicando en
plenitud la picardía criolla. Wiki votos sistema de consulta de las elecciones primarias
mostró claramente que el 10% de la totalidad de las actas electorales eran incorrectas,
mal confeccionadas y truchas.
Con bolsones (chapas, electrodomésticos, etc, etc.) con “cadena” de votantes con planes
trabajar y toda suerte de ayuda, poca pero ayuda al fin, y mil astucias más es difícil,
muy difícil hablar de Democracia en nuestro país en el siglo XXI y a cien años de
puesta en vigor la Ley Sáenz Peña.
189
Seis cartas de Roca
“No sin razón estoy yo cansado de la política”
De unas cincuenta cartas que integraban parte del archivo personal del tres veces
gobernador de La Rioja, Francisco Vicente Bustos, rescato seis cartas de puño y letra
del general Julio A. Roca dirigidas en un lapso de poco más de quince años en su
conmilitón y amigo riojano. El resto de dicho archivo está integrado por cartas también
inéditas del doctor Joaquín V. González, Miguel Juárez Celman, del historiador
Marcelino Reyes y del político y gobernador riojano Guillermo San Román ubicando
toda esta interesante y valiosa correspondencia, cronológicamente hablando, en las dos
ultimas décadas del siglo pasado.
El gran elector
La Rioja, para Roca y su vida política, tuvo bastante significación.
Tras la batalla de Pozo de Vargas (10-4-67) Roca, capitán por ese entonces,
permanecería bastante tiempo en su guarnición. Se hizo de amigos riojanos y anudó
parte de sus relaciones que le servirían años después, cuando de anudar pactos y
compromisos se trataba, y es seguro que de esta época conocería al interlocutor de las
cartas que hoy damos a conocer: Francisco V. Bustos, que en su primera presidencia
ocuparía el cargo de gobernador propietario de La Rioja.
Los Bustos riojanos llenarían a lo largo del siglo pasado gran parte de la escena políticoeconómica de la provincia siendo el caso más notorio el de Vicente Bustos, el padre,
que llegaría a ocupar seis veces el gobierno de La Rioja en tiempos de Rosas y luego
tras su caída. Movería los hilos de la política lugareña e impondría su paternalismo
corruptor.
Francisco Bustos asume la gobernación provincial el 24 de junio de 1880 y es del 12 de
septiembre del 81, cuando en carta de Roca a su amigo Nolasco (no sabemos su
apellido) le dice: “Recibí tu carta del 1º y la que me adjuntas de Bustos. Me es muy
satisfactorio el contenido de esta última. En la confianza de que el gobernador de La
Rioja es un caballero y un buen amigo nuestro, yo trabajo por aquí en el ánimo de los
congresales de aquella provincia por inclinarlos a su favor y en el sentido de que apoyen
su política.
Barros (legislador riojano) se manifiesta muy bien. Hay que trabajar porque no se
produzcan divisiones entre nuestros amigos. En ésta época de hacer y no de luchas
estériles. Por aquí todo marcha bien aunque el Congreso va muy despacio y ya
concluyen sus sesiones. Sin embargo creo que darán leyes más urgentes”.
Roca siempre cuidó sus intereses políticos provinciales y sus mejores y más fieles
colaboradores los sacó de ellas.
Podemos destacar de esta misiva su preocupación por llevar concordia entre amigos
políticos, ayudar a la labor de quien en La Rioja cumplía sus mandatos presidenciales y
llevar a todos el espíritu de los tiempos: hacer y evitar luchas estériles.
Del 13 de Febrero de 1886 es la segunda carta de Roca dirigida esta vez al amigo
político, pues por ese entonces el gobernador duraba tres años en funciones. Roca
finalizaba su primera presidencia y tomaba nota de la opinión de Bustos de lo ocurrido
en La Rioja. “Mi estimado amigo. He leído con gusto las noticias que me transmite y
quedo impuesto de cuanto se sirve comunicarme. Como en La Rioja la elección ha
pasado en orden y tranquilidad en toda la Republica, y lo de Catamarca ha terminado sin
haber asumido importancia alguna las intentonas que felizmente fueron contenidas a
tiempo.
190
“Todo requiere su tiempo”
La continúa información de las situaciones provinciales, su conocimiento de los
hombres, permitieron que desde joven Roca fuera justamente llamado el “Zorro”. Esta
personalidad ha sido minuciosamente estudiada por Félix Luna en Soy Roca que ubica
por 1886 a un Roca satisfecho y saliendo de su primera presidencia, dejando en su
concuñado las riendas de poder, lo que lamentaría después, como se lamentaba en carta
a Francisco Bustos del 12 de junio de ciertas conductas de algunos riojanos que le
debían todo. A pesar de su fama de astuto y conocedor de hombres, en esta tercera carta
de Roca se destacan sus lamentaciones y sinsabores. “Mi querido amigo. Recibí su
estimable del 4.
Me alegro hay encontrado todo bien y tranquilo en La Rioja. Esos trabajos que me dice,
se sienten por todas partes; pero con el mismo éxito que en su provincia. Es mucha
anticipación. Todo requiere su tiempo. El país está cansado de agitaciones y nadie
responderá ha llamado tan anticipado.
Téngame siempre al corriente de lo que note en ese sentido. Varias veces he hablado
con el coronel Barros (que intervendría activamente en La Rioja en 1890 en defensa de
Juárez Celman).
Esta muy dispuesto a marchar con ustedes de perfecto acuerdo en todo lo que a La Rioja
concierne. Se muestra muy amistoso y partidario de Ud. los dos Dávilas, padre e hijo,
en la primera oportunidad en las dos primeras cuestiones en que yo haya tenido interés
en el Congreso, me han demostrado su agradecimiento votando en contra. Ud. sabe
como saben todos ahí que el padre me debe a mi exclusivamente su senaturía y el Dr.,
su hijo, su diputación contra la opinión de griegos y troyanos. Por aquí todo marcha
bien también. Deseándole felicidad se despide su afectísimo amigo. Julio A. Roca”.
De noviembre 28 de 1891 es la cuarta carta de Roca a Bustos. Ninguno de los dos ocupa
por ese entonces cargos en la Nación o provincia. Son, sin embargo, los principales
referentes políticos en ambas situaciones. En La Rioja hacía muy pocos meses (junio
del 91) que el doctor Joaquín V. González había renunciado la gobernación y el
gobierno era ocupado transitoriamente por Dermidio Carreño, presidente de la
Legislatura. De ahí que esta situación de inestabilidad política junto a las graves
dificultades económico-financieras por las que pasaba la provincia, hayan movido la
pluma del riojano para informar al jefe de todo lo que ocurría que le respondía en carta
fechada en “La Armonía”: “Mi querido Bustos. Siento que sean sus males los que no le
han permitido darme el gusto de venir por acá. Por la carta y telegrama que me adjunta
en la suya del 24 de San Román, veo que las cosas de La Rioja se descomponen
nuevamente. No sin razón estoy yo cansado de la política. Las dificultades no se acaban
nunca en las provincias y a medida que es más chica, es más grande el infierno. Tengo
confianza en su juicio sobre los muchos que ahí, en ese rincón lejano de la República,
tienen lugar; pero me parece al mismo tiempo que San Román (sería gobernador del 92
al 95) se alucina fácilmente y lo da todo por concluido como desmaya por cualquier
contrariedad. ¿Qué puedo hacer yo retirado como estoy de la política militante, en
presencia de nuevos conflictos en La Rioja entre fracciones del Partido Nacional? Su
amigo. Julio A. Roca”.
“Paz interna y la labor común”
Las dos últimas cartas de Roca a Bustos tienen fechas realmente sintomáticas: la
primera del 24 de diciembre de 1895, apenas haberse hecho cargo del gobierno riojano,
191
y la segunda del 30 de mayo del 98, a una semana escasa de haber sido derrocado por
una revolución armada.
En ambas campea el espíritu dominante en esta correspondencia: la paz, el trabajo, la
unión de todos, abandonar las luchas estériles…
En la primera, escribe Roca: “Mi estimado gobernador y amigo / He recibido su atenta
de 18 del corriente que tengo el placer de contestar. Celebro que pasada la lucha
política, todos los ciudadanos de buena voluntad, amantes del orden y la prosperidad de
esa provincia, se hallen animados de esos ideales y dedicados al trabajo y cuidado de
sus intereses. Respecto de sus deseos, que vaya un cuerpo del ejército, bien de
guarnición o a remontarse en esa, haré lo posible porque ellos sean llenados
cumplidamente y con ese objeto veré al Ministro de Guerra a fin de que ordene la
marcha del cuerpo a esa provincia. Su amigo y SS. Julio Roca”.
Por ese entonces en La Rioja y desde los tiempos de González, existía solamente la
Guardia Nacional. En 1910 fue trasladado a La Rioja un batallón del Regimiento 15 de
Infantería con asiento en El Marquesado (San Juan).
Luego se radicaría la unidad completa.
En realidad, poder contar con un regimiento permitía contar con un fuerte ingreso
proveniente de la Nación. Algo que si se tendría en cuenta muchos años después. Roca
ayudando a su correligionario a cargo de una provincia que recién vería ese año llegar
el ferrocarril a sus límites y que acababa de sufrir (octubre del 94) un devastador
terremoto que había echado por tierra gran parte de su capital.
El 30 de mayo de 1898, dos días antes que Roca fuera elegido por el Colegio Electoral
presidente por segunda vez, le escribía la última carta al que todavía creía era
gobernador riojano.
La verdad es que hacía ocho días que un movimiento revolucionario dirigido por el
doctor Marcial Catalán y Alaniz Plaza, había terminado con el gobierno de Bustos,
como dando la razón al dicho aquel de “la tercera, la vencida”. Pues así fue para el
último de los Bustos que, a pesar de resistirse con armas en la mano y todo, no pudo
evitar la caída de un gobierno inoperante, plagado de contrariedades y en el que no
creían ni sus propios amigos políticos. Roca le escribe a Bustos: “Estimado gobernador
y amigo. Recibí oportunamente su atento telegrama de 22 del corriente (el día de la
revolución), avisándome que todo cuanto se dijo últimamente, de próxima revolución en
esa provincia eran rumores y desahogos de algunos. No podía ser de otra manera, hoy
que todo el país tiene la firme convicción de que únicamente la paz interna y la labor
común son los verdaderos factores de sus progresos y bienestar. No correspondía antes
a su mencionado telegrama porque no di crédito alguno a esos rumores, propalados por
personas que hacen caso omiso del buen juicio y bien entendido patriotismo. Lo saluda
muy atentamente. Su amigo Julio A. Roca”.
La Rioja contaba por ese entonces con servicio de telégrafo, ya estaba unida al resto del
país por ferrocarril, por lo que cuesta creer que Roca no estuviera al tanto de la caída del
gobierno de Bustos. Quizá esta última carta no es sino una muestra más de su habilidad
política para mostrar que era muy acertado su titulo de “Zorro”.
Francisco Bustos, retirado definitivamente de las lides políticas, viviría hasta el año del
centenario. Dejó a su viuda la fortuna más grande de la provincia, amasada por él y por
sus antepasados durante poco más de un siglo. Fue un buen exponente a nivel
provinciano de la generación del 80.
192
De un país que sigue sin descubrirse
Hace unos días hablando con Ricardo Halac, autor de algunos sucesos de televisión,
comentaba de las limitaciones presupuestarias que impidieron que su conocido ciclo de
temática histórica “Yo fui testigo”, que alcanzó un poco más de la veintena de capítulos,
hubiera podido acercarse al interior. Y así todo se redujo a hablar como si se tratara de
temas nacionales, lo que había ocurrido en el país no más allá del límite marcado por la
avenida General Paz.
Pero no se trata exactamente, o únicamente con exclusividad, de este tipo de
limitaciones, atendibles si pero para nada excluyentes. Y sospechamos que en éste y
tantos ciclos que pretendidamente intentan referirse a lo nacional, las verdaderas
limitaciones pasan por lo cultural, lo social, lo político, lo religioso incluso, y no por lo
estrictamente presupuestario.
Y pensamos cuando el cine o la televisión y el teatro mismo han superado estas
limitaciones mentales y se han largado a ir en busca de ese ser nacional del que tanto se
habla por lo mismo que tanto se ignora y supone.
Shunko, La deuda interna, La película del rey son ejemplos de esta búsqueda de algo
más que una temática posible para cine, televisión o teatro, por no hablar de casi todos
los malos intentos del cine nacional por abordar cuestiones históricas o libros de
indudable valor que no encontraron la mínima respuesta cinematográfica. Ahí están
todos los filmes sobre San Martín, Guemes y demás, pasando por el Martín Fierro y
tantos otros intentos que quedaron como modelos logrados y perfectos de lo que no hay
que hacer.
La Patagonia rebelde, con sus más y sus menos fue algo logrado y representativo que si
tuvo resonancia, incluso universal.
Y siempre nos hemos preguntado qué hay detrás de este continuo y casi diríamos
obligado fracaso del cine argentino o de la televisión cuando intentan abordar este país
interior.
¿Puede ser que sea falta de buenos libros? ¿No habrá buenos y capaces guionistas? Algo
de eso, pensamos, podría ser la explicación. Y lo decimos pensando en dos obras o
guiones cinematográficos que no hace mucho tuvimos que soportar en sus lecturas y
emitir nuestra opinión. Uno Facundo y el otro El Chacho. Y decimos soportar porque
de haber sido llevados a su definitiva realización, los mismos hubieran sido, sin duda,
auténticos y logrados fracasos. ¿Por qué decimos esto? Porque en ambos libretos, sin
desconocer para nada la autoridad de sus autores ni su sapiencia y las investigaciones
que había tras los mismos, campea el espíritu irritativo y molesto de querer hacer a los
protagonistas héroes inmarcesibles, figuras de bronce y paradigmas de no sabemos qué
caudillo imaginario e inexistente.
Ni las acciones son reales, ni los diálogos potables, ni menos por supuesto la
explicación de por qué hicieron lo que hicieron. Detrás de cada uno de ellos vemos
aparecer el puntero de la maestrita pueblerina y pacata tratando de dejar la zonza
moraleja de Calleja que ya nadie ni se traga ni le importa. Y entonces se nos ocurre que
en vez de estos trabajados guiones podría haberse usado, simplemente, lo que escribiera
hace tanto José Hernández en su Vida del Chacho o ese libro que siempre lo sigo
recomendando por ágil y logrado que es Facundo camina hacia su muerte, del
cordobés Ferreyra Soaje, algo así como hizo García Marquez y su El general en su
laberinto. Pues Ferreyra Soaje nos cuenta los últimos momentos de la vida de Facundo
con una intensidad dramática y una calidad expositiva digna de Agatha Cristie y ese si
podría ser realmente un argumento digno y potable sobre Quiroga y nos las zonceras
que pacientemente tuve que leer para luego dar mi poco autorizada opinión. Opinión
193
que en el fondo estuvo movida por razones de buena educación y no crítica a fondo.
Más se acercó a la problemática de las luchas montoneras el director cinematográfico
Guillermo López con su precioso corto en el que hablaba del regreso y muerte de uno de
los hombres del Chacho que todos los que han intentado este tipo de aproximaciones
históricas.
Seguimos creyendo que en esto de hacer cine en el interior del país lo que falla, más que
nada, es el libro, el tema y su desarrollo, la elección de lo que se va a filmar. Y como
aportando razones a esto que decimos se nos viene a la punta de la tecla y lo
estampamos el nombre del coronel Hilario Lagos, aquel personaje fantástico y tan poco
conocido que inmortalizara Eduardo Gutiérrez en su libro sobre la vida del fortín
Croquis y siluetas militares.
Nadie que sepamos lo utilizó como argumento de una película y el personaje y todo lo
que se cuenta en ese libro lo vale una y mil veces. Aparte, demostró que se podía ser
valiente, y muy valiente, sin necesidad de ser cruel o sanguinario. ¡Esas si que son vidas
a las que no les hace falta la moraleja! Su diario de campaña nos lleva a paisajes y
personajes salidos de una tragedia griega como cuando, haciendo el largo camino de
San Juan a La Rioja, encuentra un pueblo habitado solamente por viudas cuya única
misión era ir a buscar a sus muertos en lejanos combates para enterrarlos en el pueblo.
Poca o muy mala es esa posible revaloración que ha hecho el cine argentino de nuestro
pasado, cuando hay miles de temas y motivaciones que duermen esperando que alguien
algún día se resuelva a hacerlo. Efraín Bischoff, en Córdoba, ha escrito muchas páginas
inolvidables sobre cuestiones y personajes que bien podrían ser soberbios argumentos
de muchas buenas películas. Su obra de teatro Clamor sigue tan fresca y tan actual
como cuando se estrenara hace como cuarenta años. Los españoles tomaron a Ramón y
Cajal e hicieron una lograda serie televisiva. Nosotros tenemos a Florentino Ameghino
y su hermano que descubrió para el mundo de las ciencias naturales decenas de piezas
únicas de paleontología y lo hizo con el dinerito que sacaba de vender libros en la
humilde librería que poseía. ¡Que maravilla y qué poco conocido el tema!
La vida de Eric Boman y lo mucho que hizo entre nosotros o la tragedia del astrónomo
Gould, son algunas de las muchas razones que debería tener nuestro cine y nuestra
televisión, nuestro teatro como constante desafío de lo mucho y bueno que hay todavía
por hacer entre nosotros.
Por eso nos resistimos a creer que la debilidad de nuestra producción cinematográfica se
explica solamente por la flacura de las finanzas. La cosa pasa, más bien, por la falta de
buenos y bien logrados guiones.
Y mientras seguimos esperando que este pais interior sea valorado con la seriedad que
se debe, seguiremos pensando que la falta de presupuesto no es excusa válida para
abordar temas y personajes de lo que está lleno nuestro país; el país, por supuesto que
está más allá de la general Paz.
Historias de la Argentina secreta, aunque pensamos es exageradamente dramática,
está marcando un sentido que creemos válido y sugerente.
194
Un curioso antecedente del cablecarril a la Mejicana
Paul Groussac, puesto a empresario
En la segunda mitad del siglo pasado y en buena parte de éste, el escritor francés Paul
Groussac ocupa en la historia de la literatura argentina un lugar de singular relieve. Este
joven intelectual francés llega al Río de la Plata como tantos otros jóvenes europeos:
buscando nuevos horizontes, que colmaron no solamente su curiosidad sino para
expandir la cultura europea y francesa. Algunos vinieron, estuvieron breve tiempo entre
nosotros y partieron. Otros, como Groussac quedaron prendidos y prendados de estas
tierras y aquí realizaron obras de titanes y significativa.
Groussac, además de profesor en importantes establecimientos argentinos, realizó una
tarea de pionero en muchas cuestiones. La crítica literaria lo tiene como uno de sus
principales exponentes, la historiografía, el ensayo y muchos otros trabajos similares,
entre los que no podemos menos de mencionar su revista “La Biblioteca”, todavía hoy
digna de ser consultada.
Groussac hacia 1897
Hacia 1897 Paul Groussac publica en entregas varios capítulos de lo que seria luego su
excelente libro “Santiago de Liniers” y lo haría, justamente, en “La Biblioteca”. Según
Alfonso de Laferrere, este trabajo lo hizo entre muchas otras ocupaciones. Al referirse a
esta obra precursora de Laferrere expresa: “Sabiase con fuerzas para más, y no
abandonaba el plan de historiar la vida del pueblo argentino en obras de mayor
enjundia. Opusieronse a ello las inhibitorias dificultades de la existencia, comunes a
tantos otros escritores de fuste en países sin asentada tradición cultural. Pero esta
limitación no fue obstáculo para que nos dejara algunas de las escasa producciones en
que nuestra literatura alcanza la jerarquía de los modelos universales”.
Y dirá más adelante su prologuista y exegeta: “Fue un precursor y le tocó arar en suelo
virgen. Tomó a su cargo simultáneamente las faenas del erudito y del historiador”.
Groussac, a casi cien años de su activa presencia entre nosotros, sigue mostrando su
garra de escritor, ensayista y crítico en obras que conservan toda su frescura e
irreverencia.
Pero no es nuestro objetivo hablar de este aspecto de la multifacético personalidad del
escritor franco-argentino, sino comentar algunos documentos existentes en el Archivo
Histórico de La Rioja, en los que se nos muestra en otra actividad que nada tiene que
ver con la que lo conocemos: la de empresario minero. Quizás confirmando estos
documentos lo que afirmaba Laferrere por causa de “las inhibitorias dificultades de la
existencia, comunes a tantos otros escritores de fuste en países sin asentada tradición
cultural”.
Groussac por los tiempos que mostraba su interés por Santiago de Liniers y daba a
conocer su extraordinaria biografía y en busca, quizás, de esos pesos que no encontraba
como escritor, profesor y tantas actividades intelectuales más, realiza una serie de
gestiones en nombre y representación del empresario francés Ulric Courtois que había
obtenido una concesión del gobierno riojano para la construcción de un cablecarril a La
Mejicana, uno de los tantos proyectos anteriores al definitivo y que fracasaría
Franceses por la tierra de Facundo
Muchos son los empresarios franceses que hacia fines del siglo XIX proponen y
obtienen del gobierno riojano concesiones diversas para la realización de obras de
195
progreso. Citamos así a Prud´home y compañía que durante el gobierno del doctor
Joaquín V. González proponía la construcción de un ferrocarril de montaña para el
transporte del mineral del Famatina o Luis Gascaud que quería instalar una empresa de
tranvías en Chilecito y así hasta el cansancio.
Instalar un cablecarril hacia las míticas riquezas de La Mejicana fue obsesión de
muchos empresarios tanto nativos como extranjeros. Ubicadas las minas a casi 5.000
metros de altura el mineral era transportado lomo de mula, actividad que era importante
fuente de trabajo hasta entrado el siglo actual en el oeste riojano.
En 1898 la Legislatura riojana concede por ley a ulric Courtois “la autorización con
privilegio exclusivo para construir y explotar una red de alambre carril destinada al
transporte de minerales que, partiendo de un punto (Carrizal) de la prolongación del
Ferrocarril Nacional de Chilecito a las Escaleras, alcanzará por una parte hasta La
Mejicana del Famatina y por otras se desarrollará en varios ramales para servir los
distritos del “Tigre”, “Ampollada”, “Bayo”, “Caldera” y todos los centros mineros que
puedan formarse en esta zona. El privilegio acordado no priva de un propietario de
minas del derecho de construir y de explotar una alambre carril para su uso particular
desde sus pertenencias hasta donde le convenga”.
En 19 artículos la Legislatura fijaba claramente los términos de la concesión hecha a
Courtois; 33 años a partir de la fecha de concesión; cesión gratuita de las tierras fiscales
necesarias; aprovechamiento del agua de los arroyos para generar fuerza motriz;
exoneración de todo tipo de impuestos provinciales o municipales fijándose 50
toneladas de mineral por hora a la bajada y 10 a la subida, estableciéndose en 24 meses
el plazo de construcción del tramo principal y en 6 más los restantes ramales.
Al término de la concesión el gigantesco alambre carril sería de propiedad de la
provincia, estableciéndose con toda minuciosidad aspectos referidos a tarifas, avales y
demás cuestiones.
Un plano de las obras a realizar nos muestra una empresa realmente ciclópea, costosa,
extensa y carísima.
Si observamos documentos relacionados con otras obras de envergadura de la época y
de la zona se nos ocurre pensar que eran tiempos de propuestas que aún hoy podríamos
calificar de descabelladas. Nada detenía en los planes alucinados de muchos criollos y
extranjeros la acción de estos hombres. Acababa de inaugurarse el ramal ferroviario La
Rioja-Chilecito y los planes de expansión minera se encontraban en plena ebullición, no
siendo extraño a los mismos y aun alentándolos el doctor, Joaquín V. González que con
motivo de pronunciar un discurso al dejar inaugurada la mencionada obra ferroviaria
habló de instalar un gigantesco cable carril a La Mejicana.
Groussac y sus gestiones empresarias
El 17 de junio de 1899 Ulric Courtois y ante el escribano porteño Ricardo Conde
Salgado confería poder general amplio a Paul Groussac “para que lo represente en todos
sus asuntos particulares o judiciales, de cualquier naturaleza o jurisdicción que fuere”.
El extenso poder le fue otorgado a Groussac fundamentalmente para que éste
interviniese ante el gobierno riojano por cualquier eventualidad futura. El caso era que
Ulric Courtois, debía viajar a Europa con objeto de reunir los capitales necesarios para
llevar a cabo la construcción del cablecarril propuesto.
Courtois viajó y las gestiones financieras en Europa parece no fueron ni muy fáciles ni
rápidas. Y los tiempos de la concesión corrían demasiado rápidos. El 10 de septiembre
del 99 Paul Groussac se dirigía por nota a la Legislatura de La Rioja expresando: “Pablo
Groussac representante de los señores Courtois y compañía como lo testifica el poder
196
que en copia legalizada acompaño ante V.H. me presento solicitando que el plazo
acordado por el articulo de la ley de concesión (sic) de construcción de Alambre Carril
en el mineral de Famatina me sea prorrogado por ciento ochenta días pues a pesar de los
esfuerzos hechos por el Sr. Courtois que se encuentra actualmente en Europa dando la
última mano a la formación del Sindicato de Capitalistas extranjeros que emprenderán
esa obra tan beneficiosa para la Provincia no ha podido terminarla en el plazo señalado
por detalles siempre molestos no por la importancia que en sí tienen, sino por el tiempo
que ocupan y más por eso también por la situación anormal del país, económicamente
hablando, que no inspiraba confianza al capital extranjero para venir a radicarse entre
nosotros.
Hoy todos esos inconvenientes están vencidos y ya llegamos al término de la jornada
cuando el plazo se nos concluye. En esas condiciones, pues creo que justo este mi
pedido y sobre todo el acordarlo significa sancionar un progreso para la Provincia de La
Rioja”.
La Legislatura a los pocos días (18 de setiembre) prorrogaba por 6 meses el término
para la construcción del alambre carril.
No existen otros antecedentes al respecto, pero lo cierto es que ese cablecarril nunca se
construiría y años después (1904) se haría si el todavía existente.
De sueños y apuros económicos
Para un intelectual siempre en apuros económicos como Paul Groussac, participar en la
aventura de construir un gigantesco alambre carril para el acarreo del mineral aurífero
de La Mejicana, era más que encontrar una posibilidad cierta de incrementar sus
ingresos, la posibilidad de concretar un sueño digno de una mente creadora y lírica.
Es bueno saber que un escritor, un historiador y crítico de la talla de Groussac participó,
aunque más no fuera como apoderado de un capitalista, de una aventura parecida. Nada
sabemos si alguno que otro peso proveniente de esta empresa lo ayudó a sobrevivir a los
siempre escasos sueldos de empleado público, pero sí podemos suponer que la empresa
en sí le agradaría bastante.
197
Cuando a La Rioja vino el Premio Nobel de Literatura
Cuando abrí la puerta de mi casa me encontré con una pareja desigual: ella, una señora
alta, rubia, con un aspecto de extranjera que volteaba y él, trajeado elegantemente, de
estatura mediana y con una pinta de hindú absoluta.
Ella hizo de traductora al principio y luego de dar su nombre y apellido, que no
recuerdo, pero era inglés, presentó al hombre. Se trata dijo, del escritor inglés
(Vidiadhar Surajprasad) Naipaul que había venido a Buenos Aires a presentar su último
libro y luego había viajado a La Rioja porque estaba llevando a cabo una investigación
periodística. Que de mi les había hablado Edgard Shaw y que deseaba que yo les
prestara mi colaboración.
El escritor Naipaul, siempre tras su amable cara de hindú, afirmaba lo dicho por la
señora traductora, que además de traductora le hacia de guía y, supongo, algo así como
chaperona.
Los hice entrar y ya sentados, Naipaul me explicó entre inglés y español, que él
colaboraba con un periódico ingles, el “Sunday Telegraph” o algo de Telegraph entendí.
La señora, mientras, agregaba algunos bocadillos para mi conocimiento: que el escritor
ingles acababa de ser nombrado sir por la reina Isabel II, que era un incansable viajero,
que había escrito un libro muy famoso sobre la india, etc, etc.
Noté que el susodicho escritor ingles estaba algo molesto por tanta presentación y tanto
esmero por destacar su meritos por parte de la señora que aclaró, además, que ella era
argentina de origen norteamericano y que por amistad con el señor Naipaul lo
acompañaba, dejando bien en claro que nada que ver con cualquier otro tema de
relación. Simple traductora y acompañante.
Era a fines de 1991 y Edgard Shaw, quien me lo mandaba, era y es un personaje por
demás curioso. Yanqui, periodista, crítico de arte, inversor mobiliario. A él se debe
haber descubierto el valor histórico e inmobiliario de la ciudad uruguaya de Colonia,
gran parte de cuyo sector histórico compró por pocos pesos y vendió por millones a los
porteños. Había estado en La Rioja en los tiempos en que (Carlos) Menem ya había sido
electo presidente y escribió muchas notas para el “Buenos Aires Herald”.
En fin, alguien al que con mi mujer tuvimos de huésped durante varios días.
La investigación de Naipaul
Naipaul –que había aguantado con su flema inglesa o hindú, que deben ser medio
parecidas–, habló en ingles y en un español macarrónico pero que hacia entender. Dijo
que ya había estado antes en Argentina; que él no era nacido en Inglaterra sino en
Trinidad, de padres hindúes, pero que había estudiado en Inglaterra. Que se encontraba
de nuevo en Argentina porque estaba tomando notas para sus artículos periodísticos y
cuando le pregunté por qué había venido a La Rioja, la explicación que dio me sonó
realmente curiosa: “Vengo a La Rioja porque quiero investigar una sociedad en la que
todos sus miembros son empleados públicos”.
Así de simple, así de curioso el tema. “Estoy investigando eso –aclaró–. Quisiera hablar
con la gente, preguntarle cosas, en fin, para eso he venido”.
Bueno, mi mujer, Martha, los invitó a almorzar y como era media mañana, salimos a
recorrer el microcentro. Lo llevé por la calle 9 de julio y persona conocida que
encontraba, la llamaba, le explicaba quien era el señor de curioso aspecto –porque
además usaba un sombrero de esos que suelen usar los golfistas– y Naipaul preguntaba
y yo traducía: ¿qué es lo que hace? ¿Por qué trabaja en la administración pública? ¿Está
contento con su trabajo? Y muchas cosas más.
198
Lo primero que comenzó a llamarle la atención fue ese constante quejarse de que no les
daban la categoría que se merecían; de las injusticias que se cometían, de las
postergaciones en los ascensos, de los acomodos, de los que logran buenos puestos por
ser parientes de algún funcionario, etc.
Lo llevé a hablar con algunas empleadas del Archivo Histórico, del que yo había sido
director hasta hacía poco tiempo, y siguió preguntando… y yo tratando de recordar los
muchos años que estudié inglés con no muy buen aprovechamiento.
Y sigue la investigación
Naipaul escuchaba pacientemente, hacía algunas preguntas y anotaba, poco pero
anotaba, se ve que lo que más le interesaba sacar una suerte de síntesis de esa
investigación real y concreta que hablar con la gente en general, sin orden ni concierto.
Eso le aportaba datos suficientes para elaborar sus notas periodísticas o sus novelas. Le
pregunté, en un momento de este ir y venir por el centro de la ciudad, si no le interesaría
hablar con algún político, con algún funcionario del Gobierno sobre el tema que le
preocupaba y me contestó tajante y muy concretamente: “No, para nada. Esa gente
siempre dice lo mismo. No me interesa en absoluto”.
Reí y le comenté: “Mire, tengo un amigo que hace poco ha escrito un artículo sobre el
tema que le interesa e incluso habla del problema de los empleados públicos en La
Rioja, del tedio que los embarga, del aburrimiento, que eso les produce una suerte de
trauma psicológico, de falta de seguridad, de sentirse inútiles y todo eso”.
“Si –dijo–, me interesa”. Y entonces, caminando, lo llevé a hablar con Ricardo Mercado
Luna quien todavía recuerda a Naipaul y cómo yo con mi inglés tartajeante lograba a
duras penas hacerme entender.
Naipaul no dejó de preguntar a Mercado Luna todo lo que se le pasó por la cabeza.
Este le explicó como había aumentado el empleo público, la forma absoluta y
hegemónica que había adquirido como trabajo generalizado en la Provincia, le habló del
clientelismo, de la herramienta de poder político, de los problemas de un Estado con
miles y miles de agentes que poco o nada hacían, del tedio en las oficinas y de todo lo
que él había publicado sobre el tema.
Estuvimos en esa reunión bastante rato: Naipaul preguntando, yo traduciendo más o
menos a lo bestia y Mercado Luna explicando.
Después lo llevé a casa, almorzamos y Naipaul se mostró siempre atento e interesante.
Como habíamos vivido algún tiempo en el sur de Inglaterra (Salisbury, Stonhenge, etc.)
donde Naipaul vive, teníamos temas para tratar.
Aparte, esa región es bastante bella, verde y amable, no por nada Juan Manuel de Rosas
había instalado su rancho en la zona.
A la noche lo invitamos a cenar en una parrilla céntrica, donde pudimos seguir hablando
y comentando cosas. Sé que sus indagaciones sobre la vida de los riojanos forman parte
de su libro “Argentina, un país para el saqueo”, en el que nos menciona a Mercado Luna
y a mi como aportando información.
El recuerdo que me quedó de este hindú inglés fue el de un hombre muy profesional,
muy amable, que conocí hace diez años, que ayudé en su trabajo, que no podía con su
genio y criticaba a la señora que lo acompañaba porque al parecer se sentía como
sobreprotegido, que quedó encantado con algunos trabajos de mi mujer, del que guardo
un grato recuerdo y que acaba de recibir el Premio Nobel de Literatura. Por las fotos
que en estos días publican los diarios, lo noto algo más gordo y con una barba que por
aquel entonces no lucía.
199
Así como se fundió, así vivió
Vinieron a poblar un enorme espacio vacío. Entre Mendoza y San Juan y Santiago del
Estero y Tucumán, miles de kilómetros se encontraban sin población hispana. Ese
enorme “hinterland” debía llenarse.
Hubo por parte de la corona española y sus virreyes un coherente y planificado plan de
ocupación.
Hubo mucho de libre albedrío, pero hubo también mucho de buen planificado plan de
ocupación. Incluso ya por esos tiempos de la fundación de La Rioja (1591), Felipe II
(1573) había establecido que las nuevas ciudades americanas siguieran un estricto plan
urbanístico (la cuadricula, para más datos), con lugares establecidos para cabildo,
iglesia, monasterios, particulares, plazas, etc. La manía ordenancista de la Corona
establecía, además, que el lugar a elegir debía ser soleado, inclinado, con buen temple y
buenas aguas. Y eso al menos fue lo que tuvo La Rioja desde el comienzo. Ni había oro
en las cercanías, ni plata, ni nada. Había si, el enorme espacio vacío. O casi vacío,
porque la población indígena tampoco era muy numerosa (de 30 a 40 mil nativos).
Los comienzos
Los comienzos y durante muchos años (diría casi 3 siglos), La Rioja podría definirse
como modesta.
Tan poca ciudad era, palabra pretenciosa y exagerada si se quiere, que recién a fines del
siglo XIX podría hablarse con propiedad de ciudad.
Ranchones de escaso valor arquitectónico, con techos de paja, paredes de adobe y barro
y la gente que vivía fuera del núcleo urbano. Ni las iglesias fueron significativas, a no
ser la de los dominicos, y eso que las ordenes que aquí se establecieron llegaron a contar
con bastantes miembros (10 o 15 tanto los mercedarios como los dominicos,
franciscanos y jesuitas hasta que los echaron, en 1767).
Por lo demás, ni había muy ricos ni despliegue de riqueza alguna. Y eso fue desde el
comienzo y siguió así hasta el siglo XX.
Comienzos modestos e historia modesta. Tal podría ser el resumen de La Rioja desde su
fundación y durante gran parte de su vida.
Dos hechos podríamos mencionar, acompañando esta modestia. Los 34 pesos que era l
que receptaba el cabildo riojano (los “propios” en tiempos del Marqués de Sobremonte,
que hablaba de la miseria y estrechez de recursos con que contaba La Rioja); y lo que
dice Félix Luna al afirmar que La Rioja dio la clase más soberbia y creída de sus
blasones nobiliarios.
Una compensación –afirma Luna– del ámbito estrecho y mezquino en el que vivía.
Cuando más pobre más altanera la clase alta riojana y la compara en alcurnia a la
sociedad salteña, que esa sí era rica por demás.
Una ilusión
Y así los modestos primitivos pobladores, agricultores, herreros, molineros, etc.
vinieron a fundar un modesto refugio que les permitiera vivir con lo cotidiano, con lo
que ellos mismos producirían. Con sus vides, sus ganados, sus plantaciones, su
algodón… Pues lo que en un principio creyeron algo parecido al Potosí, pronto, quizás
muy pronto, se dieron cuenta que era un verso, una ilusión y la minería, solo en tiempos
de la independencia lograría cierto auge e importancia.
200
Modestos comienzos y modesta historia. A los indios no molestaron. Los indios
desaparecieron por enfermedades.
Crearon una modesta riqueza y vieron consternados cuando miles de indígenas
enfurecidos en tiempos de las guerras calchaquíes (1632-1660) se presentaron a las
puertas de La Rioja y casi la vuelven a la nada total. Los riojanos no fueron los
provocadores de la maldita guerra.
Fueron las victimas, al igual que los indígenas. Y la modesta Rioja en esa parte final del
siglo XVII y durante todo el siglo siguiente estuvo a punto de desaparecer.
Quizás las modestas apetencias de los que quedaban les permitiera pasar el mal rato y
seguir viviendo o subsistiendo.
La Rioja modesta, tal como se fundó, tal vivió.
201
El verdadero nombre de La Rioja
La ciudad fundada por Juan Ramírez de Velasco desde el acta fundacional hasta
documentos muy posteriores en el tiempo, denominan a la misma “Todos santos de la
nueva Rioja”. No existe “los” en ningún documento y no sabemos cuando comenzó a
agregarse a la denominación primitiva el “los” famoso. Además de figurar desde el
comienzo “Todos santos de la nueva Rioja”, sin el “los”, lo detectamos en documentos
muy posteriores donde se seguía respetando el primitivo nombre. En documento
posterior se dice: “El cabildo Justicia y Regimiento de la ciudad de todos santos de la
nueva rioxa governación de Tucumán que abra un año fundo conquisto y descubrio…”
y sigue el largo documento. Que termina “lo a menester de todos santos de la nueva
rioxa”.
No sabemos cuando se comenzó a agregar el nombre primitivo el “los”, pero
entendemos que está mal colocado y que no existen razones ni históricas, ni
gramaticales para cambiar gratuitamente lo que el fundador taxativamente bautizó como
lo hizo.
Pienso que eliminar ese agregado inútil es respetar cabalmente la voluntad de quien
fundara esta ciudad hace más de 4 siglos. Para muchos será, sin duda, una cuestión
inútil y baladí, pero creo que volver a la originaria denominación es lo único que
corresponde.
202
¿La primera colonización riojana?
Antecedentes
El 2 de noviembre de 1886, el jefe del Departamento Topográfico de La Rioja,
ingeniero Eugenio Equer eleva un amplio y pormenorizado informe al ministro general
de Gobierno sobre los resultados de la expedición que una comisión de esa repartición
efectuara a la zona sur de la provincia, relevando aspectos geológicos, hídricos y demás.
El viaje
“La comisión –comienza el informe– desde su salida de La Rioja el 15 de julio de 1886
hasta su llegada a Ulapes el 22 del mismo mes, solo hizo el viaje indispensable para
llegar hasta dicho punto, dejando para la vuelta los estudios detallados de la región
atravesada; procediendo, sin embargo, desde ya a un reconocimiento general del país”.
Habla luego que al pasar por la Hedionda de Abajo, inspeccionó un pozo que el año
anterior había cavado una comisión de ingenieros de la Nación. “El referido pozo está
en perfecto estado de conservación; su orificio es de dos metros cuadrados y su
profundidad total de 6 mts 11; actualmente contiene más de 4 mts. de agua.
Interrogados los habitantes acerca del uso que hacían del agua de este pozo, contestaron
que ninguno, porque su agua es salada y sin embargo esta agua no es más salada que la
que usan habitualmente, y el análisis hecho de ella, prueba de un modo evidente que es
buena para el cultivo”.
El informe se refiere luego a un pozo obstruido en Chamical en pleno centro del
poblado y va dando razón pormenorizada de parajes, arroyos, pozos y demás que va
encontrando en el camino a Chamical, Olta, Catuna. Minuciosamente anota distancias,
ojos de agua existentes, caudal de los mismos, vegetación, tierra y todo dato que pueda
ser usado para futuros asentamientos colonizadores, pues ese es en definitiva, uno de los
objetivos de esta misión.
“Entre Olta y Catuna el camino atraviesa una cantidad de pequeñas lomas que son los
contrafuertes de la Sierra Alta y cruza varios arroyos que siempre tienen agua, de los
cuales el mas importantes es el conocido con el nombre de Río de Ansulón”. Tras
describir nacimiento y curso del mismo, anota: “A pesar de hallarse el lecho de este rio
casi enteramente obstruido por la arena, a la altura de la población de Ansulón, después
de un curso de cerca de 4 leguas, este rio de aun 609 litros de agua por segundo”. Y tras
referirse a su paso por Ambil, Chelco, Pozo Cerrado, anota el paraje El Mosquito
“estancia en donde el agua se halla a una profundidad de 2m 50 en un espacio de 4
cuadras cuadradas aproximadamente.
A una distancia como de 10 cuadras al Sur Este del Mosquito, se halla el pueblito del
Abra donde se encuentra el pozo surgente del señor Don F. Luque”.
Y anotemos estos dos nombres: El Mosquito y Francisco Luque el cavador del primer
pozo artesiado de La Rioja y el país.
Geología
Uno de los aspectos significativos de ésta expedición de estudio es el que destaca al
estudiar las Sierras de las Minas y el establecimiento minero Miraflores. Así las minas
Vieja, Río Negro, Chorillo, Mellijas, San Pedro y Petrona son estudiadas en sus diversas
conformaciones estableciendo una meticulosa tabla de las leyes de los minerales en
cancha donde destacan el cobre, el oro y la plata, según lo estudiado y trabajado por el
ingeniero Hunicken de Chilecito, que decía: “El que suscribe, ha fundido hace tres años,
en el establecimiento Miraflores que está dotado con un magnífico horno de reverbero
una cantidad aproximativamente de dos mil y tantos quintales de minerales, explotados
203
todos de las diferentes minas arriba mencionadas. Todos estos fueron ensayados por él
mismo y en seguida apuntó la ley de elles. Hay que advertir que todos los minerales
explotados y acumulados en la cancha del ingenio para aquella fundición estaban muy
mal pallados, es decir, escogidos y sorteados, llevando mucha piedra bruta sin ley
ninguna, originado todo esto por la ignorancia de los empleados y operarios”.
Del largo informe, basado en estudios anteriores, en observaciones de campo y en
conclusiones pertinentes, destacamos algunas interesantes cuestiones. “Hoy todos los
trabajos están abandonados; en ninguna parte se encuentran vestigios de una
explotación en forma, ejecutada según las reglas prescritas sino únicamente agujeros,
semejantes a los que hacen los rebuscadores”.
Sin embargo, don José Apolinario Tello, hizo construir un horno para fundir el mineral
en el pueblito llamado el Establecimiento, pero después se vio obligado a suspender sus
operaciones, pues el beneficio no alcanzaba a cubrir los gastos. En efecto, si al precio de
extracción, se agregan los gastos de transporte de la mina al establecimiento, la compra
y el transporte del fundente que se veía a ir a buscar en la provincia de San Juan, el
transporte del metal fundido desde el establecimiento hasta Córdoba, y de allí hasta el
Rosario o Buenos Aires, se comprenderá fácilmente el aumento de precio de costo de la
tonelada, sobre todo en un país en donde hasta hoy, las vías de comunicación faltan por
completo, y en el cual todos los transportes se hacen en cargas de mulas. A estas
consideraciones, hay que agregar que los trabajos no eran dirigidos por ningún
ingeniero y que en muchas partes, los peones en lugar de extraer el mineral lo dejaban
en la mina y solo picaban la roca, lo que para ellos era un trabajo mucho menos penoso.
De lo que antecede no se debe concluir que los criadores metalíferos de la Sierra de las
Minas no sean explotables, puesto que el análisis de los minerales prueba su riqueza
como ley, pero sí que estas minas no darán resultados sino cuando sean trabajadas por
sociedades que confíen los trabajos a directores competentes; y esto no podrá tener
lugar hasta que exista en esta región un Ferrocarril que, teniendo sus beneficios
asegurados por la agricultura, pueda ofrecer a las empresas mineras tarifas bajas.
En la Sierra de Chepes, y en las lomas que sirven de contrafuerte a la vertiente Este de
la Sierra de Malanzan, la Comisión, habiendo estudiado tan solo puntos determinados,
solo ha podido darse cuenta de los lugares visitados; su opinión, pues, no puede ser dada
sino con toda reserva y no debe aplicarse más que a los sitios recorridos”.
Prudentes consideraciones que nos permiten ello no obstante, deducir que el panorama
en ese entonces era más que desalentador. Minas abandonadas, emprendimientos
fracasados y nadie en realidad, preocupado por el tema.
Aguas y agricultura
A su paso por Chamical, Olta y parajes intermedios la Comisión nos muestra en su
informe el abandono, la miseria de poblaciones carentes de todo y la principal carencia,
el agua, está ahí a muy pocos metros de profundidad, pero nadie se preocupa mucho de
buscarla.
De Olta a Catuna la “Comisión ha encontrado la mayor cantidad de arroyos, los cuales
tienen todos sin excepción alguna, sus lechos más o menos llenos de arena, pues no se
les ha venido aun a la idea a los habitantes que el lecho de un arroyo puede y aun debe
ser limpiado, sobre todo en la vecindad de las montañas”. Y dirá luego: “Al llegar a
Olta, la comisión notó con satisfacción que allí había un poco más de cultivo que en las
demás partes por donde había pasado; en efecto, además del maíz, se ven potreros,
numerosas higueras y viñas”.
Pero donde realmente la comisión se mostró sorprendida fue al llegar a Catuna de la que
afirmó que “es a no dudarlo, el lugar privilegiado, la tierra de promisión de la parte de
204
los Llanos que la Comisión ha cruzado”. Y ¿por qué tanta admiración? “Es imposible –
dice– imaginarse un territorio más maravillosamente colocado para los trabajos
agrícolas. La tierra vegetal tiene allí un espesor que varía de 0.80 hasta 2.00 metros y su
fertilidad parece increíble, las aguas superficiales y subterráneas se encuentran en todas
partes.
El Ansulón es un verdadero río cuyo lecho por desgracia ha sido invadido poco a poco
por la arena, y que aun a pesar de este obstáculo da aun una cantidad considerable de
agua. En sus orillas en el punto en que se inclina hacia el Este, se ven los restos de un
trabajo ejecutado hace años por el padre de don Juan Llanos, trabajo destinado a traer
las aguas del río hasta la Pampa de Catuna por medio de un dique y un canal después de
haberlo hecho cruzar tres filas de lomas, esta obra rudimentaria, hecha contra todas las
reglas del arte, es completamente inútil en cuanto a sus resultados. La Comisión tiene
conocimiento que Don Juan Llanos tiene la intención de emprender nuevamente esta
obra y cree de su deber oponerse enérgicamente, pues nadie tiene derecho para cambiar
el curso de un río salvo el Estado, único que como soberano puede mandar ejecutar para
el bien general del país trabajos tan delicados y tan importantes, y que no pueden ser
dejados al capricho de un habitante, sobre todo, cuando es para traer agua en un punto
en donde éste elemento abunda y que como el Río de Ansulón, desviado de su curso
natural privaría de vida, para el porvenir, a todo un territorio, es decir, la parte
comprendida entre el punto de arranque del canal y el Milagro”.
Y dirá más adelante: “En cuanto a la tierra, su fertilidad es sorprendente, las higueras y
las pocas cepas que existen en las quintas de población, denotan una exuberante
vegetación; los pastos silvestres, aun en la orilla de las sendas y caminos, estaban
floreciendo a la vuelta de la Comisión. Cepas plantadas en los primeros días de
setiembre, al fin del mismo mes tomaban ya raíz y empezaban a salir de la tierra. El
poco pasto artificial que cultivan los habitantes es esplendido”… “Antes se cultivaban
allí el olivo y el algodonero con buen éxito y cuando se pregunta a los habitantes por
qué han desaparecido: “Porque no nos hemos dado la pena de cuidarlos”, contestan con
la mayor tranquilidad. En todas partes se encuentran restos de cercos a cada paso, lo que
parece indicar que generaciones más vigorosas o más activas que la actual han vivido
allí, entregándose a la agricultura”.
Y el informe es lapidario en sus conclusiones sobre Catuna: “Este territorio en el cual,
con un poco de cuidado, creerían a maravilla el trigo, el maíz, el olivo, el tabaco, el
algodonero, la papa, la morera, las legumbres y toda variedad de árboles frutales, es
completamente inculto, y Catuna que debería ser el centro de una región cubierta de
plantaciones de toda naturaleza, no tiene recursos de ningún género, es tributaria de las
provincias limítrofes, y no tiene sino apariencia de vida propia, debido a los rebaños que
viven errando en sus montes sin cuidado de ninguna clase, sin previsión y que a pesar
de ser tan desatendidos y debido únicamente a los hermosos pastos que allí abundan,
dan una raza estimada hasta en la Provincia de Córdoba”.
Y sigue caminando y anotando la Comisión y similares paisajes y tierras feraces se le
presentan a la consideración y así, afirma sentenciosa: “Un país en que la naturaleza ha
prodigado sus dones a favor del hombre sin que este quiera hacer nada a favor de ella”.
Casi al Sud del Valle del Quemado se halla la laguna. La laguna es un vasto depósito
acuoso natural rodeado de lomas a pique de un acceso difícil, es alimentada por un ojo
de agua situado a unos cien metros al Oeste y cuyas aguas van a perderse en la llanura
pasando por una quebrada inaccesible. Esta laguna tiene la forma de una elipse cuyo eje
mayor tiene cerca de 300 metros, su profundidad máxima en el centro es de más de 5
metros y en sus orillas varía entre 1.60 y 2 metros. Sus aguas son salitrosas pero sin
embargo buenas para beber y excelentes para los trabajos agrícolas; basta para
205
cerciorarse de ello ver la vegetación lujuriosa de las lomas que la rodean. Las plantas,
los arboles ostentan un color verde que hacen de esta comarca, uno de los más hermosos
cuadros de la naturaleza que se pueda imaginar.
Un hecho notable hay que señalar y es la existencia de una considerable cantidad de
pescados del género Dorado, que viven en el fondo de sus aguas en la paz más
profunda, no habiendo tenido jamás los habitantes la idea de que el producto de la pesca
podría hacer una feliz variación para su eterno asado”.
Y camina que te camina observando la generosa naturaleza casi en estado puro, con
agua de distintas características, con posibilidades de lo mucho que puede dar si fuera
trabajada por manos laboriosas, pasa por Ambil, pasa por la estancia del Pozo cercado y
arriba a El Mosquito, que en definitiva es adonde el autor de éste trabajo histórico
quería llegar, pues es aquí, justamente, donde se habría implementado la primera
colonia agrícola de La Rioja unos pocos años después, hacia 1895. Veamos lo que dice
la Comisión sobre éste paraje: “En el Mosquito, un ojo de agua junto a la casa
habitación da el agua para la estancia, pero está en tal estado de abandono que no dá la
decima parte de lo que debería dar.
Además, un poco más al Sud, en un espacio como de 4 cuadras donde quiera que se
cave se encuentra agua a 2 metros, 2.50 como máximo; esta agua es dulce y solo es
utilizada para el consumo de uno que otro miserable rancho edificado en ese lugar. Por
fin, a menos de 2 kilómetros al Sur de éste último punto se encuentra la poblacioncita
del Abra, colocada en la entrada del Valle del mismo nombre y que fue uno de los
objetivos principales del viaje de la Comisión a los Llanos”.
Y es aquí, justamente, en la existencia de agua en abundancia residiría la razón principal
de lo que tiempo después marcaría (o intentaría marcar, más bien) un antes y un después
en el desarrollo de los Llanos riojanos: el asentamiento de la primera colonia agrícola
riojana con súbditos alemanes. No nos adelantemos a los acontecimientos y escuchemos
lo que dice en su largo informe la Comisión cuyo derrotero seguimos.
“Es en este punto que un trabajador, tan modesto como enérgico ha resuelto por fin el
gran problema de los pozos artesianos que tanto interesa a este país.
Con escasos recursos, teniendo que luchar contra la naturaleza y contra los habitantes de
esta región, consiguió a fuerza de trabajo, de perseverancia y voluntad llegar al
resultado buscado con ahínco desde tanto tiempo, y es preciso no olvidarlo, si los
Llanos están llamados a cambiar de modo de ser, en un plazo muy cercano, es debido a
él muy principalmente.
La cuestión del pozo del señor Luque es tan importante que será objeto de un capítulo
especial a este informe.
A poca distancia de este pozo artesiano existe un ojo de agua que corre a llenar una
represa bastante grande, pero que proviniendo de las aguas atmosféricas de esta región
se deseca casi todos los años en la época calurosa.
En cuanto a la fertilidad del suelo del valle del Abra, es por lo menos tan grande como
en las demás partes de los Llanos ya descriptas y la Comisión pudo ver las plantaciones
del señor Luque que, aunque muy nuevas, dan grandes esperanzas”.
El pozo artesiano de Luque
La comisión destaca en su informe que uno de los principales objetivos de su largo
caminar por los Llanos era comprobar in situ las bondades del pozo artesiano cavado
por el vecino Francisco Luque que era, sin duda, de capital importancia para aspirar a
tener un desarrollo sustentable y estable de los Llanos, en cuanto estaría asegurado el
suministro abundante y no estacional del agua. Y afirma, solemnemente: “En una
quebrada, a la entrada del valle del Abra, situada entre la cima de Ulapes y la Sierra de
206
Minas al Nordeste del pueblo de Ulapes, ha sido resuelto el problema de los pozos
artesianos que tanto interesa a la República Argentina.
Durante la gran seca que asoló estas campañas de los Llanos de 1880 a 1884, Don
Francisco Luque desesperado al ver su hacienda perecer de sed, demostró una energía
digna de los mayores elogios, a pesar de las dificultades con que tuvo que luchar,
consiguió cavar un pozo, venciendo la gran dureza del terreno, y a la falta de útiles y
herramientas aparentes para llevar a cabo una obra de esta naturaleza.
Después de haber atravesado una capa de terreno que tiene un espesor de 3.28 metros de
tierra vegetal, el Sr. Luque se encontró con una roca muy dura compuesta de granito y
mica negra. No por eso se desalentó, pues atacó la piedra con la barreta y la pólvora.
A los 14.60 metros de profundidad, es decir después de 11.32 metros de trabajo en la
roca viva, la barreta de la cual se servía se hunde de repente, y al instante, surge un
chorro de agua de tal fuerza y poder que el peón se vio obligado a abandonar sus
herramientas y apenas si alcanzó a salir del pozo, pues el agua subía tan aprisa como él
mismo; por desgracia estaba ausente en ese momento Don F. Luque, y los peones se
descuidaron de tomar las medidas necesarias en un caso semejante; la consecuencia que
era de prever no tardó en realizarse, la tierra del orificio constantemente impregnada de
agua no tardó en desmoronarse formando en el fondo del pozo una capa de barro de un
espesor de 6.75 metros; pero la fuerza del agua era tal, que a pesar de este obstáculo,
consiguió atravesarlo y siguió subiendo hasta el orificio y corriendo enseguida por el
campo inmediato.
Esto sucedía en el año 1882; desde entonces el agua ha conservado siempre su mismo
nivel a pesar de no haber caído una gota de lluvia en los dos primeros años”.
Tras realizar una serie de controles y mediciones, se decía finalmente: “El resultado
obtenido permite pues afirmar que el pozo del Sr. Luque es un verdadero pozo
artesiano, y que es alimentado, no por infiltraciones superficiales, pero sí, por una
poderosa corriente subterránea”.
Un resumen un tanto discutible pero tajante.
Si bien la Comisión tenía también como tarea a realizar fijar con claridad los límites con
San Luis (que conforma la segunda parte de éste informe publicado en libro), haría un
resumen de su recorrido por los Llanos que impacta por los duros conceptos y sin
medias tintas que emite.
“De lo que precede se puede concluir que si esta inmensa zona de la Provincia conocida
bajo el nombre genérico de los Llanos, no produce absolutamente nada ahora, no hay
que atribuirlo a la esterilidad de su suelo, sino a la holgazanería de sus habitantes, los
que confiados en la fertilidad de su país, sin aspiraciones como sin necesidades, no se
preocupan de buscar el bienestar que solo el trabajo podría proporcionarles”.
“Es menester –se dirá más adelante– que los Llanos despierten del letargo en que están
sumidos y hacerles participes del movimiento progresista que empuja a las demás
provincias con gran rapidez hacia adelante: es una palabra es preciso civilizarlos.
Para conseguir esto, sólo se nos ocurre un medio y es el establecimiento de colonias,
tanto particulares como del Estado que, introduciendo el elemento extranjero en esta
rica comarca, le permita al fin ocupar el puesto que le corresponde”.
Pide que esto se haga no “con precipitación y sin método”, pero llama la atención sobre
un tema difícil como es “la exclusiva propiedad del agua que algunos habitantes
pretenden arrogarse en virtud de sus títulos.
Hay mala interpretación de la ley o bien existe un derecho real. La resolución de esta
cuestión solo es del resorte del Poder Legislativo. En caso afirmativo, es decir, en el
caso de que la propiedad absoluta fuere reconocida, a nuestro juicio el P.E. debe ser
munido de poderes suficientes para que le permitan proporcionar a los trabajadores este
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elemento de civilización por excelencia a medida de sus necesidades, y que así ya no se
reproduzca este escándalo que un extranjero, poco al corriente de las leyes o costumbres
del país, compre un terreno, una acción en una merced y que el día en que quiere
trabajar, aquellos que se pretenden o son dueños del agua, pueden rehusársela
obstinadamente, aún en caso necesario con el concurso de las autoridades, cuando ellos
mismos, o no saben o no quieren sacar provecho de ella.
Esta es sin duda una de las razones principales que, en todo tiempo han impedido a los
trabajadores venir a establecerse en esta Provincia pues estaría siempre a la merced de
habitantes que pueden tener el derecho de destruir en un instante el trabajo de muchos
años”.
¿LA PRIMERA COLONIA AGRÍCOLA RIOJANA?
Nueve años del informe de la Comisión, en el periódico “La Agricultura” de Buenos
Aires que aparecía quincenalmente con informaciones del mundo y de Argentina en su
sección “De las provincias” daba a conocer en la edición número 115 del 14 de marzo
de 1895, una noticia real entre importante, en que se habla de la primera colonia
agrícola de La Rioja.
La información la levanta el periódico porteño del riojano “La administración”.
A través de la lucha diaria y del eterno choque de los intereses y de las pasiones
políticas, que es un lote obligado de la vida democrática, allá al sudeste, en un ángulo
apartado de la provincia, en el lejano departamento de San Martin, se produce un hecho
modesto de su apariencia, pero grande y fecundo por la iniciativa que encierra y por las
proyecciones benéficas que está llamado a extender en todo el territorio de la Provincia.
Nos referimos a la primera colonia de familias alemanas que acaba de plantearse en los
campos denominados “El Mosquito” de jurisdicción del ya expresado departamento.
Los señores Schmidt, compradores y dueños actualmente de los terrenos mencionados,
son los iniciadores, y a la vez, los ejecutores de tan grande acontecimiento industrial,
trayéndonos la más hermosa de las iniciativas, que no ha de tardar sin duda en tener sus
imitadores, sobre todo, ahora que en República se inicia el pensamiento de dar a estas
ricas regiones, regando sus feraces terrenos por medio de grandes embalsaderos que –
reconcentrando y conservando las aguas pluviales– sirven para regar considerables
zonas de tierras, incorporando así nuestro suelo, hoy yermo y despoblado a la
producción y riqueza nacional.
Saludemos, pues a la primera colonia agrícola riojana como un punto luminoso que
clarea en nuestros lejanos horizontes, no tanto por la importancia que en sí contiene,
sino por su inmensa trascendencia, como ejemplo inicial y como primer ensayo de la
colonización en esta provincia, tan injustamente condenada por la opinión de afuera
como un pedazo inservible parido, estéril del territorio nacional, cuando por el
contrario, ventajas incalculables ofrece su fértil suelo para el inmigrante europeo, que
busca siempre la propiedad de la tierra a precio barato y de fácil cultivo, extremos en los
que los hombres laboriosos y de capital encontrarán en nuestra provincia, hoy próxima
ya a cambiar de condiciones económicas, con las líneas férreas que vienen a su vasto
territorio.
Es por eso que damos la más alta trascendencia a la iniciativa de los señores Schmidt,
colonizadores de los campos ya mencionados, donde la agricultura puede desenvolverse
con facilidad incalculable, pues el agua brota a pequeña hondura del terreno, dando
resultados espléndidos al cultivo de esas feraces tierras.
Ahora dos siglos (dice equivocadamente el artículo, pues es un siglo, solamente) siendo
gobernador de Córdoba el marqués de Sobremonte, con mando y jurisdicción hasta esta
provincia en esa época, mandó colonizar el Valle Hermoso, en el departamento
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Vinchina, tierra hasta hoy, de propiedad enajenable del conocido vinculado de Brizuela
y Doria.
Numerosas familias fueron trasladadas a esas lejanas comarcas por aquel progresista
mandatario, con el propósito de fundar colonias en el expresado Valle, donde se
ubicaron por aquel tiempo, iniciando en vasta escala el cultivo de feraces terrenos,
dotados de abundante agua de riego.
Esa noble iniciativa fracasó después, volviéndose todos los colonos a Córdoba.
¿Por qué? ¿Acaso por falta de alicientes y de recompensa de parte de la tierra que ellos
codiciaban?
No seguramente.
Esos colonos abandonaron sus tierras por razones y causas de otro orden, según lo
acreditan documentos oficiales que hemos tenido a la vista.
La causa principal del lamentable fracaso de las colonias aquellas fue la condición
jurídica de las tierras en que fueron ubicadas. El Valle Hermoso de Vinchina forma
parte de la institución jurídica de un mayorazgo, siendo por consiguiente por lo menos
en aquella época no enajenables las tierras esas; de manera que los colonos no podían
adquirirlas en propiedad, estando condenados a ser perpetuamente inquilinos del tal
vinculado, como sucede hasta hoy mismo con los pocos habitantes que tiene el pueblo
de Guandacol, también patrimonio exclusivo de aquel Mayorazgo.
Esas fueron, según la historia, las verdaderas causas del fracaso de la colonización
iniciada por el gobierno del marqués de Sobremonte, dentro de esta provincia, pues
sabido es que el colono no se radica sino donde adquiera el dominio de la tierra que
riega con el sudor de su frente y cultiva con el poder de su brazo.
Ahora, bajo mejores auspicios, la idea y el propósito de la colonización reaparece entre
los progresistas esfuerzos de dos extranjeros laboriosos, que se incorporan con fe
profunda a nuestro apartado territorio, para cultivar sus tierras y enseñarnos la forma de
aprovechar su riqueza.
Bienvenida sea, pues, la colonia de los señores Schmidt; porque ella es la esperanza de
mejores días para La Rioja, que renace a través de los siglos iluminando el oscuro
campo de nuestros destinos económicos.
¡Adelante!
Tras de la colonia “El Mosquito” vendrán otras más, porque es fecunda y rica nuestra
tierra”.
UN CURIOSO CASO DE TRAVESTISMO: DE COLONIA AGRÍCOLA A
ESTABLECIMIENTO MINERO
En el informe de la Comisión del Departamento Topográfico del año 86 se hablaba de la
importancia que tendría para La Rioja la instalación de colonias agrícolas con
extranjeros teniendo en cuenta la holgazanería de los nativos de la zona.
En 1895 la larga y pormenorizada noticia publicada en el periódico más importante
sobre temas agrícola-ganaderos del país, anunciaba la instalación de una colonia
agrícola en El Mosquito a escasos metros del lugar donde Francisco Luque encontrara
una década antes el primer pozo artesiano de La Rioja y Argentina. Parecía que al fin se
concretaría el ansiado desarrollo de los Llanos por esta vía.
Las cosas tomaron otro rumbo. Y no fue una colonia agrícola la que se instaló en ese
lugar sino un establecimiento minero destinado a extraer oro.
En Catastro de La Rioja nos informamos (año 2004) que El Mosquito tiene como
propietario a uno de los herederos de la sucesión de Atalivar Zalazar, el ingeniero
Salvador Antonio Zalazar. El inmueble tiene una superficie aproximada de 1300
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hectáreas, aunque en El Abra figura como propietaria la denominada “Compañía
minera”.
De acuerdo a la información oral suministrada al autor por Esther Zalazar “en 1925 el
maestro chileciteño Justo Atalivar Zalazar, se instala en la Escuela del Abra (cuyos
restos aun hoy existen) y ahí conoce a Ramona Paso Guardia, también maestra con la
que casa en 1929. Justo Atalivar compró la mayor parte de El Mosquito luego de
instalado en El Abra.
Los hijos del matrimonio Zalazar fueron: Nicolasa (la mayor nacida en 1930), Salvador
Antonio, el único varón y actual propietario por reparto de herencia de El Mosquito,
Rosa Esther en La Rioja (informante), Julia Sofía en Villa Dolores y Zulema de Jesús.
Según Esther, su padre (fallecido en 1966) iba todos los días a trabajar a El Mosquito
desde El Abra.
En El Abra había casas muy bien construidas en las que habitaron los alemanes”. Ella
habla de alemanes. Pienso que en realidad no fue un asentamiento para hacer una
colonia agrícola sino que el objetivo principal era la explotación del oro, pues existía un
molino para tratarlo.
Supone que esos alemanes deben haber partido poco antes de la guerra del 14. En El
Abra nació en 1910 el que de 1952 al 55 fue gobernador de La Rioja, el ingeniero
hidráulico Juan melis, hijo de un italiano que trabajaba en las minas y al que Perón
nombró directamente para hacerse cargo de la gobernación riojana, siendo uno de los
mejores y más progresistas gobernantes que tuvo la provincia. Melis siendo gobernador
desmanteló las instalaciones y los llevó a San Juan. Los alemanes (según Esther)
contaban con vías férreas y usaban trencitos para la explotación minera. Recuerda que
unos señores Tello eran los encargados de cuidar las instalaciones y no dejaban sacar
nada, esperando el regreso de sus primitivos propietarios, algo que nunca ocurrió.
EL ABRA Y EL MOSQUITO EN LA ACTUALIDAD (2004)
Viven actualmente en El Abra unas 11 familias (30 personas) en casas bien construidas,
existiendo pozos con agua casi en la superficie, abundante agua, una pequeña escuela
que lleva el nombre del que fuera el más notorio de sus hijos el gobernador Juan Melis y
un centro de salud. En El Mosquito un cuidador o encargado, con su mujer y ocho hijos,
vacunos de buena raza y un pozo artesiano de dimensiones considerables. Un rancho
que se viene abajo y todos los signos de dejadez y descuido.
A pocos metros de El Abra un establecimiento minero de dimensiones medias, dedicado
a la extracción del oro en la zona, está trabajando desde principios de 2004.
Casi 100 años después de aquel insólito y repentino cierre el único establecimiento
minero de la provincia dedicado a esta actividad, en pleno funcionamiento.
El encargado, chileno de Santiago, nos explica que la ley en oro del mineral tratado es
alta (da cifras no creíbles de 500 grs. por tonelada), que el oro se obtiene del mineral
que se trae de minas próximas, habiéndose realizado los trabajos pertinentes para poner
en actividad otras. El concentrado que se obtiene se lleva a procesar a la Alumbrera
(Catamarca).
Uno de los vecinos de El Abra, Críspulo Muñoz (62 años) cuenta que su abuelo era hijo
de alemán y que murió a los 90 años.
Los rasgos físicos de Críspulo corroboran su origen: ojos azules, tez blanca, perlo rubio.
Y como él varios de sus familiares. Por lo que si bien no encontramos pruebas o
testimonios escritos o topográficos de aquella lejana explotación, si encontramos
testimonios genéticos.
Es bueno poner de relieve que exactamente en el mismo lugar donde hoy está en plena
tarea la planta minera, se ubicaba hace casi 100 años la de los alemanes.
210
“En este lugar –nos dice un vecino de apellido Ochoa– había unas columnas de hierro
de 40 metros que fueron cortadas al ras. Y estos bloques de cemento pertenecieron a ese
establecimiento –mostrando unos enormes bloques de cemento que afloran en el lugar
exacto donde hoy se trabaja el mineral–.
INFERENCIAS LÓGICAS
Ninguno de los viejos pobladores del lugar habla que allí existiera alguna vez una
colonia agrícola de alemanes. Todos en cambio recuerdan el establecimiento minero
dedicado a la extracción de oro.
Y entonces se nos plantean algunos interrogantes: ¿La noticia aparecida en “La
Agricultura” de marzo del 895 fue un bulo, una absoluta mentira? No trataba de tapar
esa información el verdadero sentido del que fue en definitiva un emprendimiento
minero? ¿Fue una pantalla de humo?
Quizás las posibles respuestas confirmen estos interrogantes. Si el establecimiento
minero de los alemanes (ingleses, según otros testigos) cerró definitivamente al
comenzar la Guerra Mundial (1914-1919), coincide con el tiempo con igual cierre de las
minas del Famatina y La Mejicana, respectivamente.
Constuir todo lo que se construyó en El Abra (casas, establecimiento minero, ferrocarril,
etc.) nos hace pensar que aprovechando el recientemente construido ferrocarril a San
Juan y la cercanía con Desiderio Tello o Chepes, el establecimiento minero ya
funcionaria a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Que instalarse donde se instaló
tenía en cuenta lejanos antecedentes precolombinos, pues en la Sierra de las Minas, los
incas tenían sus explotaciones antes mismo de la llegada de los españoles.
Doña Dolores Fernández de Quiroga en una carta de mediados del siglo XIX, comunica
el envío de 40 kilos de azogue (mercurio) a su hermano Valentin de Malanzan.
Y decir que se iba a instalar una colonia agraria e instalar en cambio un establecimiento
minero no hace más que confirmar la hipocresía de muchos de los que vinieron antes y
después.
Como engañaron los ingleses a los mineros del Famatina a los que defraudaron de
manera total, concretando el más notorio robo de la historia riojana.
Anunciar con bombos y platillos por un periódico serio y prestigioso especialista en el
tema agrario lo que se anuncio y luego hacer exactamente lo contrario, era sin duda un
hábito común por parte de empresarios ingleses, alemanes o de cualquier nacionalidad.
La Rioja mirando obsesivamente al Famatina; La Rioja carente de una política minera,
sin sacar el más mínimo provecho de las duras lecciones de la historia…
Hoy (2004) un emprendimiento minero de características medianas permite
esperanzarnos y pensar que en un tiempo futuro no muy lejano esos llanos riojanos tan
devastados y casi detenidos en el tiempo podrán quizás lograr su desarrollo de la mano
de la minería. La utopía siempre presente.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
Informe del Departamento Topográfico sobre la expedición a los Llanos por encargo del
Exmo. Gobierno de la provincia. Administración del Exmo. Gobernador D. Vicente Fr.
Bustos
Tipografía G. Kraft. Buenos Aires, 1886.
La agricultura. Buenos Aires 14/3/1895. Sección: de la provincias. La Rioja. La primera
colonización riojana.
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Testimonios: Esther Zalazar, Críspulo Muñoz y vecinos de El Abra y El Mosquito.
Septiembre 2004.
Aportes fotográficos y filmación: Profesor Adolfo Scaglione. Septiembre 2004.
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