Breve historia de la Seguridad Social Peruana

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Breve historia de la Seguridad Social Peruana
¿Qué cambió con el Sistema privado de Pensiones?
El fondo de ahorro de los trabajadores, que manejaba el Estado, pasó a ser manejado
por empresas privadas, donde se creó un sistema que eliminó la solidaridad. Se pasó
a un sistema de ahorro forzoso en cuentas individuales de capitalización, donde cada
afiliado ahorra para financiar su propia pensión. Sin los elementos de solidaridad del
Sistema Nacional de Pensiones que garantizaba una pensión estable de por vida al
jubilado.
Desde su introducción en el Perú, a mediados del siglo XIX, hasta inicios de la década de los
noventa, la previsión social ha estado a cargo del Estado. Se encontraba estructurada en dos
grandes campos: el de la salud y el de las pensiones. Los regímenes generales existentes en
cada caso, denominados Régimen de Prestaciones de Salud (Decreto Ley 22482) y Sistema
Nacional de Pensiones (Decreto Ley 19990), respectivamente, eran gestionados por una
entidad autónoma y descentralizada, llamada Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS), en
la que obligatoriamente debía haber afiliación de los trabajadores dependientes y aportación
de estos y de sus empleadores. La tasa era del 9% de la remuneración para cada régimen y se
cubría en 2/3 por el empleador y 1/3 por el trabajador. Los fondos eran declarados como
intangibles según la ley.
Una evaluación del Sistema Nacional de Pensiones (DL 19990).
El SNP, caracterizado por ser un sistema de reparto, ha mostrado las siguientes fortalezas y
debilidades durante su vigencia previa al SPP:
Fortalezas:
 Es solidario intrageneracionalmente, es decir, hay una redistribución en la misma
generación entre los afiliados con mayores ingresos hacia los más pobres.
 Es solidario intergeneracionalmente; es decir, las generaciones posteriores sostienen a
las predecesoras.
 No es muy costoso administrativamente. Los gastos administrativos y de planeamiento
ejecutados no superaron el 1% del gasto previsional el año 2003.
Debilidades:
 No logró cobertura amplia, al depender del trabajo laboral formal que no se expandió a
la mayoría de la población y no lograr atraer a los informales.
 No conformó un fondo de capital que le permitiera suavizar los ajustes debidos a
cambios demográficos y económicos, porque el Estado utilizó sus recursos para sus
propios fines y no aportó todas sus contribuciones como empleador.
 Favoreció el surgimiento de presiones y lobbies por obtener condiciones de jubilación
más ventajosas, que terminaban cargando el costo sobre los demás aportantes.
 Permitió un cierto abuso contra el sistema, dado que las pensiones estaban vinculadas
al sueldo del último año, por lo que se incentivaba un aumento artificial del sueldo y la
aportación en los meses previos a la jubilación.
LAS “REFORMAS” FUJIMORISTAS
El Perú fue, después de Chile, es el segundo país de la región que creó las AFP. En 1992,
después del golpe de Fujimori, sin control parlamentario y el sometimiento de los medios de
comunicación, la dictadura, formó el Sistema Privado de Pensiones, con las AFP, quienes
iniciaron sus operaciones en junio de 1993. Las AFP nacieron avaladas por una millonaria
campaña publicitaria, según denuncias de varias bancadas parlamentarias, el Estado gastó
cerca de 10 millones de dólares en propaganda.
En 1992 Fujimori hizo varias reformas al Sistema Nacional de Pensiones. Primero se elevó el
número de años de aportación necesarios para percibir una pensión de jubilación de 15 y 13,
para hombres y mujeres, respectivamente, a 20 para todos. Segundo, se fijó la pensión
máxima en 600 soles mensuales, que fue elevándose lentamente. Asimismo, se aumentó la
edad para la jubilación de 60 y 55 años, para hombres y mujeres, respectivamente, a 65 para
todos. Finalmente, se atribuyó a los trabajadores el íntegro del aporte, el que se incrementó en
dos tramos, primero de 9 a 11% de la remuneración y luego a 13%.
En ese contexto, se creó el Sistema Privado de Pensiones, con notorias ventajas, como las
siguientes: primero, el acceso o traslado al Sistema Privado de Pensiones es mucho más fácil
de obtener que al Sistema Nacional de Pensiones, el retorno a este último tendría que
producirse antes de 1994, y solo podrían efectuarlo los trabajadores varones mayores de 55
años y mujeres mayores de 50, cuando la razón determinante para su afiliación al Sistema
Privado de Pensiones hubiera sido la creencia equivocada de que tenían derecho a un bono de
reconocimiento. Segundo, se confirió diversos beneficios a los trabajadores que se pasaron al
Sistema Privado de Pensiones, por ejemplo, el aumento en sus remuneraciones que sería de
un 10.23%, en sustitución de la obligación del empleador de aportar al Sistema Nacional de
Pensiones. Tercero, se rebajó la tasa de aportación al Sistema Privado de Pensiones y se elevó
la del Sistema Nacional de Pensiones, invirtiendo la relación original entre ambas.
La gestión unitaria de los sistemas de salud y de pensiones, que estaba a cargo del Instituto
Peruano de Seguridad Social, se desdobló en dos entidades, una ocupada de la salud, llamada
Seguro Social de Salud (ESSALUD) y la otra de las pensiones, denominada Oficina de
Normalización Previsional (ONP). Se perdió, además de la unidad, la autonomía, ya que la ONP
pasó a depender del Ministerio de Economía y Finanzas. Esta Oficina de Normalización
Previsional centralizó la administración de las pensiones del Estado.
DESMONTANDO UNA MENTIRA
Se ha dicho que el Sistema Nacional de Pensiones no era financieramente sostenible debido al
cambio demográfico, que hace que vaya aumentando la proporción de la población adulta
mayor que debe recibir pensiones. Eso es falso. Todos los países desarrollados, que han
atravesado por cambios demográficos muchos más fuertes que el Perú, mantienen un sistema
de reparto. El Perú es un país, dentro de Latinoamérica, de transición demográfica mediatardía, Y países de transición demográfica más avanzada como Costa Rica o Uruguay
mantienen un sistema de reparto. En efecto, la relación demográfica entre personas en edad
de trabajar (de 15 a 65 años) y personas inactivas por límite de edad (mayores de 65 años) ha
variado de 13.5 en 1972 a 13.2 en el 2000, mientras en otros países la relación es mucho
menor.
LAS "REFORMAS" DE FUJIMORI
1. No consideraron las profundas transformaciones del mercado laboral; en donde los
trabajadores se vinculan con sus empleadores sin aportar a la seguridad social; en el que
predomina el subempleo; y donde abunda la mano de obra de niños, mujeres y ancianos de
manera informal.
2. No tuvieron en consideración los procesos sociológicos de transformación de la familia y de la
dinámica social, ya que el modelo predominante suele ser el de la familia nuclear, con un hombre
como proveedor. Sin embargo, en la actualidad muchas mujeres y adultos mayores son jefes de
hogar, y siguen aumentando su participación económica, aportando ingresos que resultan
significativos para la subsistencia familiar. A pesar de ello, la gran mayoría no tienen acceso a la
seguridad social como derecho propio. 3. No se ha tomado en cuenta el rápido envejecimiento
poblacional, dado que en el país existen alrededor de dos millones y medio de personas mayores, de
las cuales sólo un tercio de ellos tiene acceso a la seguridad social, mientras que la gran mayoría no
goza de ninguna protección, en el marco de la pobreza de cada dos personas mayores al menos una
es pobre, y de cada cinco una se encuentra en extrema pobreza sobre todo en la zona rural
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