Imperialismo Colonial

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TEMA 26. EL IMPERIALISMO COLONIAL.
â ¦ EL IMPERIALISMO COLONIAL BRITÃ NICO
El s. XIX conocerá el movimiento y expansión del Imperio británico, el cual fue adquirido por una
combinación de conquistas militares y penetración pacÃ−fica extendiéndose por los cinco continentes.
La importancia del Imperio británico se asienta en dos bases fundamentales: 1º) el control de las rutas
marÃ−timas fundamentales, sobre todo de Asia -con centro en el Canal de Suez- como consecuencia de
poseer la mayor flota del mundo, y 2º) el dominio sobre grandes extensiones territoriales por medio de
colonias de poblamiento blanco como Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Unión Sudafricana, con
instituciones de autogobierno igual que la metrópoli y colonias de explotación como las existentes en
à frica y Asia, fundamentalmente la India, su pieza esencial.
1º) El dominio inglés se asienta en una serie de bases fortificadas -Gibraltar, Freetown, Ascensión, Santa
Elena, El Cabo, Isla Mauricio, Ceilán- que garantizan las comunicaciones de la metrópoli con las distintas
colonias. Durante todo el s. XIX proseguirá esta polÃ−tica de ocupación de puntos estratégicos: las
Malvinas (en el Atlántico sur), Adén (en el Mar Rojo), Hong Kong (en las puertas de China), Chipre (en
el Mediterráneo oriental) y Suez.
2º) En la polÃ−tica de extensión territorial pueden distinguirse dos tipos distintos de territorios: los
dominios y las colonias de explotación.
Los dominios son las colonias de poblamiento, es decir, las preferidas para instalarse de modo definitivo los
emigrados de Gran Bretaña. Disfrutaban de amplia autonomÃ−a y tenÃ−an instituciones de gobierno
semejantes a las inglesas. Por tanto, gozaban de un grado muy elevado de independencia polÃ−tica. Canadá,
Australia, Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana pertenecen a este grupo. Canadá se convirtió en uno de
los graneros del mundo. Australia y Nueva Zelanda eran a principios del s. XIX casi desconocidas y sólo
servÃ−an para deportar criminales. En 1820 comenzaron a emigrar a Australia colonos incitados por las
perspectivas de la crÃ−a de ovejas y el comercio de la lana. Estimuló también la inmigración en
Australia el descubrimiento de minas de oro. Nueva Zelanda, que en todo momento prefirió permanecer
como una entidad diferente a la australiana, destaca igualmente por el elevado nivel de vida de sus habitantes.
En à frica del Sur, los descubrimientos mineros de diamante y oro atraen a los ingleses desde sus posiciones
costeras de El Cabo y Natal hacia el interior, donde viven los boers, descendientes de holandeses. La
invasión de los ingleses en este territorio originó una guerra que duró tres años (1899-1902). Con la paz
de Pretoria pierden su independencia pero conservan su lengua y obtienen promesas de cierta autonomÃ−a.
Las colonias de explotación, la India y à frica (con excepción de la Unión Sudafricana), suministran
materias primas y carecen de la autonomÃ−a polÃ−tica de los dominios.
Desde el s. XVII mercaderes franceses e ingleses se establecieron en la India (a través de compañÃ−as
coloniales). Pronto surgió entre ellos una fuerte rivalidad que culminó con un enfrentamiento abierto. Los
ingleses, levantando a los prÃ−ncipes semiindependientes de la India contra los franceses, y aprovechando la
querella de los prÃ−ncipes entre sÃ−, acabaron por conquistar Bengala, con lo que sentaron las bases del
futuro imperio británico. Pero en 1857, cuando la supremacÃ−a inglesa en la India parecÃ−a asegurada,
estalló la revuelta de los cipayos (â debajo de la aparente resignación con que los indÃ−genas habÃ−an
aceptado la penetración inglesa latÃ−a un enorme descontento. La India suministra a Gran Bretaña
algodón, yute, trigo, aceites, té y algunos minerales, pero las hambres y la ruina del artesano indÃ−gena
provocan un movimiento nacionalista en 1857). La sublevación fue general y maravillosamente organizada:
en guarniciones muy apartadas unas de otras y compuestas de cipayos o soldados hindúes murieron a sus
manos los oficiales ingleses y hasta en algunos casos sus familias. Los rebeldes eligieron emperador al viejo
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rey de Delhi. La India parecÃ−a perdida para los ingleses; a pesar del telégrafo eléctrico, que ya
funcionaba entre diversos paÃ−ses, las noticias tardaron semanas en llegar a Londres. En cualquier otro
paÃ−s habrÃ−an aparecido derrotistas, pero ni en Inglaterra ni en la India nadie habló de abandonar aquella
lejana posesión. Los grupos de supervivientes que quedaban de la guarnición inglesa emprendieron en
seguida la obra de reconquista. La rebelión habÃ−a empezado en mayo, y en septiembre los ingleses
entraban otra vez en Delhi. A medida que llegaban refuerzos, las demás posesiones fueron recobradas. La
`pacificación' de la India costó dos años, y los ingleses se aprovecharon de la crisis para fortalecer su
situación. En cambio, los indÃ−genas demostraron ser incapaces de cooperar y organizarse, divididos en dos
mil castas, treinta religiones y centenares de lenguas diversas. La rebelión tuvo como consecuencia la
sustitución de la CompañÃ−a de las Indias Orientales por el gobierno inglés en todas sus funciones:
administración y defensa. Se creó un ministerio o secretariado para la India; al gobernador general se le
llamó desde entonces virrey y, por fin, en 1877, la reina Victoria fue proclamada emperatriz. A pesar de su
calidad de colonia de explotación, que la mantiene en una situación especial de dependencia, la presencia
inglesa contribuyó de forma decisiva a la transformación de este heterogéneo paÃ−s: prosperidad de
algunas ciudades como Bombay y Calcuta, crecimiento de las ciudades ...
En à frica los británicos avanzaron desde Sudáfrica hacia el norte (Rhodesia) y desde Egipto hacia el sur
(Sudán, Uganda, Kenia) con objeto de unir norte-sur (El Cairo-El Cabo), idea que queda plasmada en el
ferrocarril en gran parte construido y ocupando a partir de la década de los ochenta, parte de los territorios
mencionados: Bechuanalandia, Somalia, ZanzÃ−bar, Nigeria, Costa de Oro y Sierra Leona.
â ¦ EL IMPERIO COLONIAL FRANCÃ S
Francia tuvo el otro gran imperio colonial, aunque no revistió la importancia del británico (carece de
colonias de la importancia de la India o Canadá), quizá debido a que carecÃ−a de enclaves estratégicos
que permitieran la perfecta conexión entre las colonias y ParÃ−s, y también al menor potencial
demográfico, lo que le impidió realizar colonias de poblamiento blanco.
El imperio francés tuvo su principal campo de acción en à frica (desde buen principio, Francio deseó
contar con posesiones en el norte de à frica). Se inició con la conquista de Argelia en 1830 como colonia
mixta de explotación y poblamiento; después de la derrota de Sedán, proclamada la III República y
debido al exacerbado nacionalismo existente en el paÃ−s (â la pérdida de territorios propios redobla el
deseo de compensarlos con adquisiciones de tierras en otros continentes), Francia se lanzó a la aventura
colonial.
En à frica, Argelia ya fue conquistada en la primera mitad del s. XIX, y el canal de Suez, proyecto de
Ferdinand de Lesseps, se construyó con capital francés, lo que demostró una gran visión estratégica
de la zona. Llegó a ocupar Madagascar, Gabón, Senegal, Costa de Marfil y los protectorados de Túnez y
Marruecos.
En Asia, después de la ocupación de territorios pertenecientes a los actuales Laos, Camboya y Vietnam, se
creó la Unión Indochina. En China, Francia obtuvo importantes ventajas comerciales.
Las colonias de Francia se caracterizaron por la fuerte centralización administrativa que perduró muchos
años. Esto se tradujo en un cumplimiento estricto de las normas dictadas desde la metrópoli por parte de
los gobernadores de los territorios coloniales, sin que tomaran iniciativas de tipo personal. Francia consiguió,
gracias a su imperio colonial, una buena cantidad de materias primas que fomentaron un gran auge
económico, especialmente industrial, de la metrópoli.
â ¦ OTRAS POTENCIAS COLONIALES
Las restantes potencias coloniales europeas ocuparon un segundo lugar, bien por ser paÃ−ses que debido a su
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reciente constitución llegan tarde al reparto colonial, caso de Alemania, Italia y Bélgica, o bien porque son
antiguas potencias coloniales en decadencia como Portugal, España y Holanda.
Alemania comparece tarde en el reparto del mundo: la preocupación europeÃ−sta de Bismarck provoca una
despreocupación por las cuestiones coloniales y, aunque por iniciativa suya se reúne en 1885 la
Conferencia de BerlÃ−n con el fin de dirimir los conflictos dimanantes de la adjudicación de los territorios
centroafricanos, será a raÃ−z de 1890 con el káiser Guillermo II cuando se haga efectivo el asentamiento
alemán en à frica: Togo, Camerún, Namibia y Tanzania. A España le adquiere las islas Carolinas,
Marianas y Palau.
Italia intentó, mediante un gran esfuerzo, crear un imperio colonial en la costa del mar Rojo, aunque los
italianos fueron derrotados por los etÃ−opes en Adua en 1896, cuando Italia pretendÃ−a establecer un
protectorado en Abisinia. No obstante, lograron asentarse firmemente en Eritrea y Somalia. En 1911 ocuparon
Libia, que se convirtió en una colonia del reino de Italia.
Bélgica, que ya en pleno s. XX se encontró con la posesión del Congo (actualmente Zaire). No se afanó
en la ocupación de colonias y no obstante se anexionó el Congo en 1908, con lo que multiplicaba su
territorio y sus riquezas. Pero no se trata de una empresa nacional sino de una empresa privada pilotada por el
rey Leopoldo II, que formó una compañÃ−a para la explotación del territorio, absorbió la mayorÃ−a de
las acciones y cedió a su muerte sus derechos al pueblo belga.
Holanda, al igual que Portugal, puede apoyarse en posesiones ocupadas en la edad moderna. Mantiene sus
posesiones en Melanesia (Java, Sumatra, Borneo, Célebes).
Portugal mantenÃ−a su dominio sobre Angola, Mozambique, Guinea portuguesa y Cabo Verde.
EL REPARTO DE Ã FRICA
à frica fue durante mucho tiempo un continente abandonado prácticamente a su suerte. Pero a partir del s.
XIX, à frica cambió su sino: se convirtió en uno de los continentes más deseados por los europeos. En
à frica comparecen ingleses y franceses, superpotencias del imperialismo, pero también belgas, alemanes,
italianos, portugueses y españoles. En 1880 era un continente desconocido, en el que los europeos ocupaban
únicamente una serie de posiciones costeras; en 1914 está totalmente repartido entre las potencias europeas
y sólo subsisten dos estados independientes: Liberia y EtiopÃ−a. Inglaterra extendÃ−a sus dominios sobre
territorios superiores a los 10 millones de km² y Francia ocupaba un tercio de à frica; el resto pertenecÃ−a
a los dos estados independientes y a las otras potencias coloniales citadas.
El reparto colonial de à frica no se consumó sin luchas y rivalidades internacionales, que dieron lugar a la
conclusión de numerosos tratados y la celebración de conferencias. La ambición francesa se cifró en
dominar todo el norte, desde el Atlántico al mar Rojo, y desde el Mediterráneo al golfo de Guinea.
Inglaterra aspiraba a formar una dependencia británica que se extendiera desde El Cabo hasta El Cairo. Los
portugueses aspiraban unir Mozambique con Angola y los italianos, que ambicionaban el dominio del à frica
oriental, mantuvieron sus afanes imperialistas hasta 1941.
Hubo dos hechos importantes durante el proceso de colonización del continente africano:
Conferencia de BerlÃ−n (1884-85).
Del 15 de noviembre de 1884 al 26 de febrero de 1885 se celebró en BerlÃ−n una conferencia convocada
por Francia y Alemania, donde representantes europeos y también de los EEUU se reunieron bajo la
presidencia de Bismarck (â Bismarck, que habÃ−a rechazado hasta entonces todos los proyectos
coloniales, juzgó que habÃ−a llegado el momento de intervenir para alejar a los franceses de Europa y
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enfrentarlos a los británicos). El objeto era contrarrestar el acuerdo firmado por Portugal e Inglaterra el 26 de
febrero de 1884 que proponÃ−a que la Sociedad de Congo, cuyo principal accionista era el rey belga
Leopoldo II, no tuviera ninguna salida al Atlántico. La Conferencia significó el reconocimiento de la figura
del rey belga, cuya soberanÃ−a sobre el Estado Libre del Congo quedaba sancionada. Aparte de la creación
del Estado del Congo, se elaboraron unas normas clave para las futuras conquistas africanas. En lo sucesivo
existirÃ−a plena libertad de navegación por los grandes rÃ−os y en concreto por el Congo y el NÃ−ger.
También se decidió la obligación de comunicar la posesión de un territorio a las demás potencias, y al
mismo tiempo habÃ−a que ocuparlo. Otro acuerdo fue el reconocimiento del derecho a ocupar la zona interior
correspondiente a una zona costera previamente tomada. A partir del Congreso de BerlÃ−n, las potencias
colonizadoras intentaron crear espacios continuos entre diversas posesiones. La Conferencia de BerlÃ−n
inauguró la era de las fronteras trazadas al azar en el mapa, a través de regiones desconocidas y con total
desprecio por los intereses y deseos de sus habitantes; fronteras cuya arbitrariedad fue tanto más escandalosa
cuanto que los estados africanos, una vez alcanzada su independencia, en una crisis de significativo
conservadurismo, consideraron inamovibles.
Fashoda.
El incidente de Fashoda fue el preludio de la conquista del Sudán por los ingleses en 1898. Los franceses
-que buscaban extender sus posesiones del à frica occidental hasta el mar Rojo- avanzan hacia el Sudán
desde el oeste, mientras que los ingleses lo hacen desde el norte y el sur. Los ejércitos de ambos paÃ−ses se
encuentran en Fashoda. El ejército francés, que habÃ−a llegado antes, se niega a retirarse ante la
amenaza inglesa (â en 1895, el gobierno inglés avisa a los franceses de que un avance hasta el Nilo
será considerado inamistoso). AsÃ−, el ejército británico dispuso sus fuerzas de forma que los franceses
quedaran virtualmente prisioneros. El gobierno británico se oponÃ−a a una colonia francesa que llegara
desde el Atlántico al mar Rojo, porque interferÃ−a con su propio proyecto colonial de un à frica inglesa
extendida de N. a S. entre AlejandrÃ−a y El Cabo (incluso se proyectaba enlazar ambas ciudades mediante un
gigantesco ferrocarril transafricano). La retirada del ejército francés (por decisión del gobierno galo)
permite el control del valle del Nilo exclusivamente por los ingleses y las constitución de un imperio casi
continuo, únicamente interrumpido por el à frica oriental alemana.
En un espacio de tiempo históricamente insignificante, à frica ha sido repartida: los ingleses han
conseguido controlar las zonas más preciadas, el Valle del Nilo con su algodón y el sur del continente con
su oro y diamantes, dos zonas que tienen además el valor estratégico de apoyos en las dos rutas de la
India; Francia ha constituido un imperio sólido en la zona occidental; los belgas han podido reservarse una
colonia de inmensas riquezas; los portugueses han establecido dos colonias en la costa atlántica e Ã−ndica,
Angola y Mozambique, pero no han podido unirlas por rutas terrestres porque los ingleses los frenan en
Rhodesia (es un conflicto similar al de Fashoda, el cruce de un imperio que intenta extenderse de oeste a este
con otro que lo hace de norte a sur).
CONSECUENCIAS DE LA COLONIZACIÃ N
Para las colonias:
Desde el punto de vista económico pueden señalarse adelantos importantes en los territorios ocupados,
debidos sobre todo a la infraestructura creada por las metrópolis en ellos en las denominadas redes de
comunicación (navegación y lÃ−neas férreas sobre todo), no en cuanto a la creación de una
economÃ−a colonial, prácticamente inexistente, ya que las metrópolis ven a las colonias como fuentes de
materias primas y mercado para sus productos industriales, y prohÃ−ben y obstaculizan la industrialización
de sus economÃ−as.
Desde el punto de vista social y polÃ−tico, la metrópoli destruye las estructuras tradicionales indÃ−genas
-por lo general tribales- y tampoco considera que las colonias estén preparadas para autogobernarse, por lo
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que mantendrán la tiranÃ−a polÃ−tica. Las fronteras acordadas por los europeos no guardan ninguna
relación con el mapa étnico y viejas civilizaciones ven parcelado su solar por la confluencia de los
dominios europeos, y las viejas lenguas se enfrentan al desafÃ−o lingüÃ−stico -a veces plural- de los
vencedores.
Desde el punto de vista cultural, se impone la cultura de la metrópoli frente a la cultura indÃ−gena,
perturbando sus creencias y tradiciones. Sólo las diversas Iglesias llevarán a cabo planes de
culturalización -aunque no sistemáticos- para erradicar el analfabetismo.
En el orden demográfico se consiguen las primeras victorias contra las enfermedades tropicales, se instalan
hospitales y se aplican terapéuticas europeas; pero, al mismo tiempo, el progreso de las comunicaciones
permite una difusión más rápida de las epidemias, y el contacto con los europeos provocó en algunas
sociedades una disminución de la población. En general, el descenso de la mortalidad, con mantenimiento
de una natalidad muy alta, permitió el incremento de la población.
Para las potencias europeas:
En el orden demográfico, aliviaron la tensión demográfica de los paÃ−ses europeos (para resolver
excedentes de mano de obra en caso de crisis económica, para brindar asilo a las vÃ−ctimas de las crisis
polÃ−ticas...)
En el orden económico, obtención de materias primas baratas, consolidación del capitalismo financiero...
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