LA PENÍNSULA IBÉRICA DURANTE LA ANTIGÜEDAD Tras el largo

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LA PENÍNSULA IBÉRICA DURANTE LA ANTIGÜEDAD
Tras el largo período paleolítico, y concluido el largo proceso de hominización con la especie Homo sapiens
sapiens, se inició el período neolítico en la Península Ibérica hace aproximadamente 5.000-3.000 años. Las nuevas
comunidades agricultoras y ganaderas se asentaron creando poblados permanentes.
La Edad de los Metales se inicia con la edad del Cobre, en torno a 3.000 a.C., y continúa con la Edad
del Bronce (2.000 a.C.). Hacia 1.200 a.C., tiene lugar la primera de una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos, los
celtas.
Se inicia así lo que se denomina la Protohistoria: período comprendido entre las invasiones indoeuropeas (1.200
a.C.) y la invasión romana en la segunda mitad del siglo III a.C. De este período han quedado abundantes restos
arqueológicos, a los que se les une los primeros testimonios escritos de griegos y romanos sobre la península ibérica.
Testimonios de difícil interpretación.
Los Pueblos Prerromanos
Tartesos
Civilización muy brillante que se desarrolló en el suroeste peninsular en la primera mitad del primer milenio a.C.
Rodeada aún de misterio. Textos griegos y bíblicos hablan de una civilización muy rica. Se han encontrado restos
importantes como el Tesoro de Carambolo (600-550 a.C.) pero no a la altura de lo que describen los textos de la época. De
cualquier manera, se piensa Tartesos tuvo un importante comercio que benefició a una poderosa aristocracia. A mediados
del primer milenio, Tartesos se derrumbó. ¿Por la acción militar de los cartagineses? ¿Por problemas internos?
Los Iberos: los pueblos del sur y del este
En la zona mediterránea y meridional se asentaron diversos pueblos (indigetes, turdetanos...) que rasgos comunes.
Muy posiblemente con una lengua común o similar.
El contacto con los colonizadores impulsó su desarrollo cultural. Tenían una economía agrícola-ganadera que
también practicaba el comercio y la minería. Tenían pequeñas ciudades en zonas fácilmente defendibles y poseían una
sociedad muy jerarquizada (aristocracia - esclavos). Gobernados por reyezuelos que gobernaban una o varias ciudades.
Acuñaron moneda y produjeron un arte muy refinado, siendo los mejores ejemplos las llamadas Damas, como la de Elche,
la de Baza y la de Ibiza o figuras fantásticas como la Bicha de Balazote.
Los Celtiberos: los pueblos del centro y del oeste
Aquí la influencia de los colonizadores mediterráneos llegó muy débilmente y la presencia celta (pueblos de
lengua indoeuropea) fue importante. Su economía era agrícola-ganadera, con menor peso del comercio. Su sociedad
mantenía una fuerte cohesión tribal y habitaban poblados fortificados como Numancia.
En el aspecto artístico, destaca la cultura de los verracos entre los vetones del valle del Tajo. Los verracos son
grandes esculturas de animales ligadas a cultos ganaderos. El más célebre ejemplo son los Toros de Guisando.
Los pueblos del norte
Galaicos, astures, cántabros, vascones.... se asentaron desde Galicia al Pirineo aragonés. Pueblos muy atrasados,
tenían una economía basada en la ganadería, la recolección y la pesca. El peso de la agricultura era escaso.
Como restos arqueológicos, destacan los castros, poblados de viviendas circulares construidos por los galaicos. Un
buen ejemplo es el Castro de Coaña. Entre este pueblo tuvo un gran desarrollo las prácticas mágicas y de adivinización.
Las Colonizaciones
En el primer milenio a.C. la zona mediterránea de la península va a recibir la llegada de oleadas colonizadoras de
pueblos procedentes del mediterráneo que contaban con una cultura mucho más evolucionada que los indígenas.
Fenicios, griegos y cartagineses llegarán, por este orden, a las costas mediterráneas. Su propósito era económico:
buscaban metales (cobre, plata, estaño, oro) y otros productos (salazones, pesquerías...)
Los fenicios, procedentes de Fenicia, actual Líbano, llegaron en el siglo IX a.C. Fundaron diversas colonias entre
las que sobresalió Gades (Cádiz) en el 800-750 a.C.
Los griegos, procedentes de su colonia de Massalia (Marsella), fundaron diversas colonias en el litoral
mediterráneo a partir del siglo VI a.C. Destacan Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas)
Los cartagineses, procedentes de Cartago, colonia fenicia en el actual Túnez, crearon colonias muy activas como
Ibiza, cuyo auge comercial se desarrolló del siglo V al III a.C, o Cartago Nova.
El legado de las colonizaciones fue importante, aunque solo afectó a la costa mediterránea y el valle del Guadalquivir ¿Qué
aportaron estos pueblos mediterráneos?
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Nuevos cultivos, como el olivo y el esparto
Torno del alfarero (desarrollo de la cerámica)
Acuñación de monedas, clave para el desarrollo comercial.
Alfabeto. El fenicio y, posteriormente, el griego.
Restos artísticos: sarcófago fenicio antropoide de Cádiz, tesoro fenicio de Aliseda, la ciudad griega de Ampurias y
objetos muy refinados (joyas)
La conquista romana
Etapas
La conquista de Roma se inició en el siglo III a.C. y concluyó, tras un proceso largo y complejo, en el siglo I a.C.
Podemos distinguir tres etapas principales:
1ª etapa: Conquista del este y el sur peninsular (218-197 a. C)
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El inicio de la conquista se enmarcó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (guerras que enfrentaron
a Roma y Cartago por la hegemonía en el mediterráneo occidental). El intento de tomar Sagunto –ciudad
aliada de Roma-, obliga a ésta a venir a la P. Ibérica.
Los cartagineses tenían asentamientos importantes en el levante peninsular y desde allí atacaron Roma a
través del sur de Francia y los Alpes. Roma contraatacó invadiendo las posesiones cartaginesas en
Hispania a fines del siglo III. La victoria romana de Ilipa (209 a.C.) puso fin a la presencia cartaginesa en
Hispania y consagró el dominio de Roma sobre el este y el sur peninsular. La conquista fue rápida ya que
los pueblos iberos estaban acostumbrados a tratar con otros pueblos y comprendieron que la civilización
romana les podía aportar cosas buenas. Se produjo la primera división del territorio en Hispania Citerior y
Ulterior.
2ª etapa: Conquista del centro y el oeste peninsular (155-133 a. C.)
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Los romanos tuvieron que hacer frente a la resistencia de los pueblos de esta zona. Los mejores ejemplos
son las guerras lusitanas (155-136 a.C) en las que destacó Viriato, líder lusitano, y la férrea resistencia del
pueblo arévaco en Numancia hasta su rendición en el 133 a.C. tras diez años de asedio que terminó con
victoria de Escipión.
La República romana vivió diversas guerras civiles que llegaron a la península. Las luchas internas de
Roma dieron lugar a enfrentamientos bélicos en la península. Un buen ejemplo es el enfrentamiento
entre Pompeyo y César (49-45 a.C.) que acabó con la victoria de éste en Munda. Estos conflictos
aceleraron el dominio romano sobre la península.
3ª etapa: Conquista del norte peninsular (29-19 a.C)
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El fin de la conquista llegó en tiempos de Augusto, primer emperador romano, con la dominación de
galaicos, astures, cántabros y vascones (guerras cántabras). El territorio pasó a formar parte del Imperio,
aunque se romanizó poco.
Organización del territorio
A la vez que ocupaban la P. Ibérica, los romanos iban integrándola en su imperio. Así, la zona este y sur
se dividió en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Esta división se mantuvo durante la conquista
del centro y oeste hasta que Augusto las cambió por Tarraconense (Tarraco), Lusitania (Emérita Augusta) y Bética
(Hispalis). Esta división, con leves cambios, se mantuvo hasta que Diocleciano, en el siglo III la volvió a
subdividir y ampliar con la creación de las provincias de Gallecia (Braccara Augusta) y Cartaginense (Cartago
Nova).
De la misma manera, los romanos añadieron a las ciudades que ya existían, un buen número de ciudades
fundadas a partir de campamentos y de entregas de terreno a legionarios licenciados. De esta manera, existían
ciudades indígenas y colonias romanas que se gobernaban según las leyes romanas.
Toletum, Valentia, Numancia, Barcino, Cartago Nova o Gades fueron ciudades prerromanas.
Asturica, Emérita, Caesar, Lucus, Legio, Caesarobriga Tarraco, Gigio o Pax Augusta son fundaciones
romanas.
Las ciudades indígenas podían ser libres o estipendiarias en función de que pagaran un impuesto de conquista o no
y las colonias se gobernaban como Roma
Economía
Hispania se incorporó económicamente al Imperio aportando productos agrícolas como el vino, el aceite y los cereales así
como carne o caballos y también fue importante la minería del oro, la plata, el hierro y el estaño.
El sistema agrícola se basaba en la existencia de Villae (fincas rodeadas de terrenos de cultivo como la de Carranque).
El proceso de romanización: el legado cultural
El concepto de romanización:
Proceso de asimilación, por parte de los pueblos indígenas, de las estructuras políticas, sociales, económicas,
religiosas y culturales que aporta Roma.
La romanización es un momento clave de la historia cultural de los pueblos de la península. En ella podemos
distinguir varios aspectos:
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El latín se impuso como lengua común
El derecho romano (leyes, concepción del estado...)
La religión politeísta romana (Júpiter, Saturno…) y, posteriormente, en el siglo I el cristianismo se
difundió por el imperio romano y también por Hispania.
El proceso de romanización llegó a su máxima expresión cuando el emperador Caracalla en el siglo III extendió
la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.
Hispania fue una de las provincias del imperio más romanizadas. Buena prueba de ello fue que
varios emperadores nacieron en la península (Trajano, Adriano).
También hubo importantes filósofos como Séneca y escritores como Quintiliano y Marcial.
La cultura romana tuvo un carácter eminentemente práctico y por ello fueron grandes ingenieros y grandes
constructores de obras públicas. En la península podemos destacar los siguientes ejemplos:
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Acueductos como el de Segovia.
Murallas como las de Lugo
Multiples puentes como el de Alcántara o Mérida.
Además de estas obras públicas, Roma dejó importantes obras artísticas de utilidad pública como:
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Arcos conmemorativos como el de Bará en Tarragona.
Templos como el de Diana en Mérida.
Anfiteatros como el de Itálica (Sevilla).
Teatros como el de Mérida.
La dominación de Roma dejó en Hispania una tupida red urbana (Tarraco, Cesar Augusta, Emerita, Toletum…)
ligada por un complejo sistema de calzadas y otras infraestructuras públicas.
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