Ensayo 4 - Unidad Chetumal de El Colegio de la Frontera Sur

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EL Colegio de la Frontera sur
Unidad Chetumal
Maestría en Manejo de Recursos Naturales
Y Desarrollo Rural
Materia: La vida en el Holoceno
Dr. Gerald Islebe
Huracán Isidoro, Septiembre de 2002
Los Huracanes: Su Impacto en la Península de Yucatán
en los Últimos 100 años.
Fernando Tun Dzul
Heyden Manzanilla-Domínguez
Junio de 2005
Los Huracanes: Su impacto en la península de Yucatán en los últimos 100 años
INTRODUCCIÓN.
Los ciclones tropicales son los únicos desastres naturales a los cuales se les asigna un nombre,
estos nombres se conocen mucho antes de que ocurran estos eventos y se conozcan sus posibles
efectos, a diferencia de otros fenómenos naturales como los terremotos, tornados e inundaciones.
Gilberto, paulina, Mich e Isidoro, por nombrar a los más recientes, son ejemplos que recuerdan una
imagen muy particular, por los daños severos que ocasionaron. Estos fenómenos presentan
características comunes, aunque cada uno muestra rasgos particulares (Hernández, 2001). Siempre
se ha asociado a un ciclón con el daño que ocasiona a su paso, traducidas en pérdidas humanas y
materiales, principalmente, pero hay que resaltar que también trae beneficios tales como el aumento
en precipitación en regiones en donde el desarrollo agrícola depende de la precipitación, así como la
recarga de las presas y los cuerpos de agua, vitales para el desarrollo de las poblaciones.
La destrucción causada por los huracanes en el Caribe y Centro América es una fuerza que ha
modificado la historia y que lo seguirá haciendo en el futuro de la región. El peligro nace de una
combinación de factores que caracterizan a las tormentas ciclónicas tropicales: elevación del nivel
del mar, vientos violentos, y fuerte precipitación (http://www.oas.org/usde/publications/Unit/
oea65s/ch17.htm#referencias).
Desde tiempos remotos los habitantes de Mesoamérica han padecido los efectos de estos
fenómenos naturales, prueba de ello es el culto que realizaban al dios de la lluvia en todas las
culturas prehispánicas, desde la Olmeca en el preclásico hasta la Maya en el clásico. Sin embargo,
las culturas que más sufrieron por estos eventos meteorológicos son las que se ubicaban
principalmente en las costas del Golfo de México y mar caribe, como los Totonacas y los Mayas.
Por su ubicación, la Península de Yucatán es afectada de modo directo o indirecto por la mayoría de
los huracanes que se forman en el Caribe Occidental. Los huracanes pueden tener fácilmente el largo
de la península como diámetro de modo que prácticamente cualquier huracán que se forme afecta en
mayor o menor medida la costa oriental de la península (Wilson, 1980, en Pereira, et al. 2000).
La península es impactada frecuentemente por huracanes; estos afectan la vida de los habitantes, a
veces de manera drástica. En 1955, los huracanes Hilda y Janet dejaron muchos daños; los
habitantes de Chetumal no olvidarán la destrucción que este huracán causó a su ciudad. El huracán
Carmen pego duro en la Península en 1974. En 1988, el huracán Gilberto devastó la costa norte de
Quintana Roo, dejando hoteles destruidos. Fue también el preámbulo para los incendios forestales el
año después. Solamente 6 años después el huracán Roxana Causó graves inundaciones que
destruyeron partes importantes de las vías de comunicación y la producción agrícola (Vester, 2000).
El último huracán de gran intensidad registrado en la Península afectó al estado de Yucatán, en
donde en septiembre del 2002 el huracán Isidoro penetró por la costa norte y avanzó hacia el centro
del estado, ocasionando una cortina de destrucción material, productivo y natural a su paso, que
propició un estado de emergencia y dejó un saldo de miles de pesos en pérdidas materiales y
productivas.
En este trabajo, se presenta un análisis acerca de qué es un huracán, como se genera, sus
consecuencias y frecuencia en el Atlántico y el Caribe y su impacto en la Península de Yucatán en
términos de su frecuencia e intensidad. Se analiza su periodicidad y relación con eventos
climatológicos en los últimos 100 años y se presenta el comportamiento de los huracanes que han
tocada tierra en algún punto de la Península en el siglo XX, basado en información disponible en la
base de datos de UNISYS (http://weather.unisys.com/hurricane/atlantic/).
LOS HURACANES: Su Significado.
"Ciclón tropical" es el término científico para una circulación meteorológica cerrada, que se desarrolla
sobre aguas tropicales. Estos sistemas a gran escala, no frontales y de baja presión, ocurren en todo
el mundo sobre zonas que se conocen como "cuencas tropicales de ciclones" (NOAA, 1987). El
nombre para ellos varía: en el Atlántico y el noreste del Pacífico tienen el nombre de "huracanes" de
acuerdo con la palabra Maya para diablo, en el noroeste del Pacífico "tifones", en las Islas Filipinas y
China como baguíos, en Australia como willy-willies y en el Pacífico sur u Océano Indico
simplemente "ciclones". De todas las ocurrencias de ciclones tropicales, el 75 por ciento se
desarrolla en el hemisferio norte, y de este número sólo uno de cada tres son huracanes en el
Pacífico
nororiental
o
el
Atlántico
noroccidental.
(http://www.oas.org/usde/publications/Unit/
oea65s/ch17.htm#referencias).
Los huracanes son fenómenos de turbulencia causados por una corriente de aire caliente que se
forma en el verano en el trópico y que va al polo norte compensando la diferencia en temperatura
entre el ecuador y el polo. Una contra corriente del norte al sur a una altura de casi 10 km compensa
la diferencia en presión. Esta circulación de vientos norte sur y sur norte a nivel del hemisferio norte,
en conjunto con la circulación diaria de la tierra que causa los vientos alisios, son los principales
factores desde el punto de vista de los vientos para crear situaciones que pueden formar ciclones.
Otro condicionante para la formación de un huracán es la temperatura de la superficie del océano,
como fuente de energía para dar forma al fenómeno, la cual debe ser mayor o igual a 27°C. En estas
condiciones, es la columna de aire caliente y húmedo originada en el océano la que se convierte en el
núcleo alrededor del cual giran los vientos y forma posteriormente el “ojo” del huracán (Pereira, et al.
2000). Tiene que haber ciertos elementos presentes para que se forme un huracán
(http://www.angelfire.com/nt/huracanes/):
1. PRESIÓN: Presencia o preexistencia de una zona de convergencia en los niveles bajos y baja
presión superficial, de escala sinóptica.
2. TEMPERATURA SUPERIOR A LOS 26 0C: A esa temperatura, el agua del océano se está
evaporando al nivel requerido para que se forme el sistema. Es ese proceso de evaporación y
la condensación eventual del vapor de agua en forma de nubes el que libera la energía que le
da la fuerza al sistema para generar vientos fuertes y lluvia.
3. HUMEDAD: Como el huracán necesita la energía de evaporación como combustible, tiene
que haber mucha humedad, ésta ocurre con mayor facilidad sobre el mar, de modo que su
avance e incremento en energía ocurre allí más fácilmente, debilitándose al llegar a tierra
firme.
4. VIENTO: La presencia de viento cálido cerca de la superficie del mar permite que haya mucha
evaporación y que comience a ascender sin grandes contratiempos, originándose una presión
negativa que arrastra al aire en forma de espiral hacia adentro y arriba, permitiendo que
continúe el proceso de evaporación.
5. UBICACIÓN: Que el fenómeno se encuentre suficientemente alejado del ecuador (más de 4-
50 de latitud) de manera que el aire tienda a moverse (en espiral) hacia dentro en los niveles
bajos hacia la baja presión, y hacia fuera anticiclónicamente en los niveles superiores.
6. GIRO o "spin": La rotación de la tierra eventualmente le da movimiento en forma circular a
este sistema. Este giro se realiza en sentido contrario al de las manecillas del reloj en el
hemisferio norte, y en sentido favorable en el hemisferio sur.
LOS HURACANES: Su Origen y desarrollo.
En la cuenca tropical de ciclones del Atlántico, que incluye el Océano Atlántico, el Mar Caribe y el
Golfo de México, los huracanes se originan principalmente en el Atlántico norte y en menor grado en
el Caribe. Las áreas que están en mayor riesgo son los países e islas del Caribe, al norte de
Trinidad, México y el sureste de los Estados Unidos, Centro América al norte de Panamá, y en grado
limitado la costa norte de América del Sur. También se originan en el noreste del Pacífico, donde
pueden
afectar
la
costa
occidental
de
México.
(http://www.oas.org/usde/publications/Unit/
oea65s/ch17.htm#referencias).
Los huracanes son “conducidos” por los anticiclones de los océanos tropicales, se mueven
aproximadamente en una trayectoria parabólica (Panchev, 1985, en Hernández, 2001). Todas las
depresiones tropicales embriónicas que se convierten en huracanes, se originan bajo condiciones
meteorológicas similares y exhiben el mismo ciclo de vida.
Las distintas etapas del desarrollo de los huracanes están definidas por la "velocidad sostenida" de
los vientos del sistema, los niveles de velocidad del viento que se mantienen por lo menos durante
un minuto, cerca del centro del sistema. En las etapas formativas del huracán, la circulación cerrada
isobárica, se conoce como depresión tropical. Si la velocidad sostenida de los vientos excede los
63km/h (39 mph), se convierte en una tormenta tropical. En esta etapa ya se le da un nombre y se le
considera un peligro. Cuando los vientos exceden los 119km/h (74 mph), el sistema se convierte en
un huracán, la forma más severa de las tormentas tropicales. El decaimiento ocurre cuando la
tormenta llega a aguas no tropicales o cruza una masa de tierra. Si se desplaza a un ambiente no
tropical se le conoce como una tormenta subtropical y depresión subtropical; si lo que ocurre es el
desplazamiento sobre tierra, los vientos se desaceleran y nuevamente se convierten en una
tormenta
y
depresión
tropical.
(http://www.oas.org/usde/publications/Unit/oea65s/ch17.
htm#referencias). El cuadro 1 resume esta clasificación y en el cuadro 2 se presenta la escala de
huracanes según la clasificación Saffir-Simpson.
LOS HURACANES: La Vulnerabilidad de la Población.
La vulnerabilidad social, económica, política y ambiental de los países de las regiones de América
Latina y del Caribe no son novedad, éstas han sido descritas en muchos trabajos de investigación
referentes a estas condiciones. Las crecientes brechas entre ricos y pobres, la degradación
ambiental, las frágiles economías y democracias (especialmente en países pequeños) hacen que las
sociedades sean más vulnerables a la hora de resistir la furia de la naturaleza. En términos
climatológicos, el año de 1998 fue el más caliente desde que se empezaron a realizar mediciones
hace ya unos 150 años, además, los 14 años más ardientes de ese período han tenido lugar durante
los últimos 20 años, probablemente debido al calentamiento global causado por la emisión excesiva
de gases de carbón (Desastres en la región, 1999).
Los expertos predicen un incremento en la actividad ciclónica en el Caribe para las próximas
décadas. Según datos de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna
Roja, ha ocurrido tres veces más cantidad de desastres en este decenio que hace veinte años. Estos
desastres naturales debido a condiciones climáticas extremas no pueden considerarse sólo un
accidente natural; ponen a la vista que la combinación de los peligros ambientales con la situación
socioeconómica magnifican las consecuencias desastrosas posibles para miles de millones de
personas, tanto en el mundo en desarrollo como en el industrializado (De Sousa, 2004).
La vulnerabilidad de la gente a los desastres naturales tiene su relación con el espacio geográfico.
Esto se acentúa principalmente en las islas en donde, debido a la fragilidad de su medio ambiente y
economía, éstas se ven sumamente expuestas a los devastadores efectos de las condiciones
hidrometereológicas y los desastres geológicos. El desarrollo costero agresivo también eleva la
vulnerabilidad humana a los desastres naturales. Los países caribeños son igual de vulnerables a las
tormentas tropicales, puesto que sus principales centros de población, zonas agrícolas, puertos y
centros de actividad comercial e industrial están ubicados mayormente en la costa, y el turismo (un
importante pilar de muchas de las economías caribeñas) también se concentra principalmente en
tierras costeras. El deterioro ambiental también eleva la vulnerabilidad a las tormentas tropicales. El
blanqueamiento de los corales y la pérdida de manglares, por ejemplo, hacen las costas más
propensas a inundaciones. De igual manera, la deforestación contribuye a sequías, inundaciones
repentinas y desprendimientos de tierra.
LOS HURACANES: Las Posibles Causas de su Aumento en Número.
Pero no sólo destrozos y muertes están dejando la seguidilla de huracanes, también están avivando
una fuerte polémica. En la respuesta a la pregunta de porqué se producen tantos, intensos y seguidos
sobrevuela un tema que, en la mesa de discusión de la política internacional, enfrenta a los países: el
cambio climático. Las razones del aumento y frecuencia de los huracanes son variadas, las más son
las que se apoyan en el hecho de que los huracanes son cada vez más letales debido al
calentamiento global, atribuido a la acumulación de gases en la atmósfera por la quema de
combustibles fósiles. Sin embargo, hay quienes sostienen que la fuerza de las tormentas tropicales
obedece a ciclos naturales que se manifiestan desde hace miles de años en el planeta.
El calentamiento global del planeta puede contribuir a un aumento futuro en el número y la intensidad
de los huracanes que azotan la zona del Caribe y el sur de los Estados Unidos, aunque los científicos
no se ponen de acuerdo sobre los efectos concretos de dicho fenómeno. Estudios recientes sugieren
que, debido a la mayor concentración atmosférica de gases de efecto de invernadero, para 2080 el
calentamiento de los mares podría incrementar la intensidad de un huracán normal en medio nivel
adicional, en base a la escala Saffir-Simpson. La intensidad de la precipitación en un radio de hasta
100 Km. de distancia del núcleo de la tormenta también podría elevarse hasta cerca del 20% (De
Sousa, 2004).
En el centro de la polémica está el efecto invernadero que provoca que la temperatura del planeta,
con continentes y aguas incluidas, se eleve. La hipótesis con la que se trabaja para explicar el cambio
climático es que la mayor acumulación de energía en el sistema tiene que expresarse de algún modo.
Una de esas consecuencias es que los huracanes van a ser más intensos o más frecuentes. El efecto
invernadero, al subir la temperatura media calienta también a los océanos.
Los seguidores de la teoría de aumento en el número de huracanes debido a ciclos naturales se
basan en estudios documentales, como son las historias que se narraban acerca de éstos durante los
viajes de la conquista. El uso de fuentes documentales es una técnica de alta resolución establecida
para reconstruir el clima durante los últimos siglos, sobre todo por la falta de datos instrumentales
disponibles. Este material documental se ha utilizado para estudiar un determinado número de
fenómenos climáticos, tales como El Niño (oscilación meridional ENSO) y la oscilación del atlántico
Norte (NAO), y ha sido utilizado para describir como ha variado el clima en regiones determinadas.
Los huracanes son de particular importancia para el estudio con fuentes históricas, ya que los
acontecimientos extremos que dejaban consecuencias serias para las comunidades que las
experimentaban se registraron a menudo en expedientes escritos.
La investigación paleoclimática reciente revela que con respecto a los últimos 5000 años el milenio
más reciente ha sido un período de menos actividad intensa de huracanes en la cuenca del atlántico.
Está actualmente en curso la realización de un mayor trabajo para examinar tanto la frecuencia y la
intensidad de los acontecimientos severos de las tormentas, para determinar como ha sido el siglo XX
en el contexto de los últimos siglos y del último milenio. Para obtener una perspectiva de huracanes
previos, los investigadores estudian datos proxi tales como las capas de arena depositadas por las
tormentas detrás de las islas de barrera, los cambios en la química de los corales, las variaciones en
los patrones de los anillos de crecimiento de los árboles en áreas costeras, y los documentos
históricos que incluyen los registros y diarios de los barcos. Estas fuentes de información están
comenzando a construir un panorama de la actividad ciclónica del pasado para los últimos 100 a
1000 años (http://www.ncdc.noaa.gov/paleo/hurricane/).
LOS HURACANES: Su Frecuencia.
Aún cuando los huracanes pueden formarse desde principios de mayo en el Mar Caribe o en el Golfo
de México, la temporada oficial de huracanes comienza el primero de junio y termina el 30 de
noviembre. En la zona este del Pacífico Oriental, la temporada comienza oficialmente el 15 de mayo y
termina el 30 de noviembre. En la cuenca del Atlántico (la parte norte del Atlántico, el Golfo de México
y el Mar Caribe) la temporada de huracanes llega a su punto más alto desde mediados de agosto
hasta octubre. La mayoría de huracanes toca tierra en septiembre aunque esto no significa que no
ocurran poderosas tormentas durante otros meses de la temporada. (http://espanol.weather.com/
encyclopedia/tropical/season.html).
Un huracán puede ocurrir en cualquier punto de la costa este de los Estados Unidos, el Golfo de
México, las islas de Hawaii y, muy raramente, la costa de California. Otras regiones que son
susceptibles a los sistemas tropicales incluyen el Pacífico, el Caribe y la costa de México por el lado
del Golfo de México. La bahía de Campeche es el lugar donde usualmente se empiezan a formar
tormentas a comienzos de la temporada (junio y julio) y toda la región del Caribe está expuesta a este
riesgo durante este tiempo.
Los huracanes no eran tan frecuentes en décadas pasadas. Las estadísticas muestran que, en los
últimos 20 años, hubo un aumento en sus apariciones. Durante el período entre 1995 y 1998 se
registraron 33 huracanes (sumando los registrados en el Atlántico, Mar Caribe y Golfo de México), la
mayor cantidad anotada en un lapso de 4 años desde principio de siglo.
Cada año más de 100 depresiones tropicales o huracanes en potencia son monitoreados, pero
solamente unos diez llegan a cobrar la fuerza de una tormenta tropical y de estos seis se convierten
en huracanes. Estos promedios generales sugieren que la actividad es uniforme de año en año pero
los registros históricos indican un alto grado de variaciones con largos períodos de tranquilidad y de
actividad. El cuadro 3 presenta una lista de los principales huracanes y tormentas tropicales en las
Américas (http://www.oas.org/usde/publications/Unit/oea65s/ ch17.htm#referencias).
La cuenca del Atlántico tiene la mayor variabilidad estacional. La predicción es difícil debido a que los
ciclos varían en periodicidad y duración. Los adelantos recientes en los pronósticos, relacionan los
niveles de actividad de los huracanes con El Niño y la Oscilación Cuasi-bienal. Esto ha hecho posible
predecir la variación en la actividad estacional de los huracanes en el Atlántico, con una precisión del
40 a 50 por ciento, pero este nivel de precisión si bien es considerado alto de acuerdo a las normas
meteorológicas, no es lo suficientemente bueno para los planificadores que tratan de desarrollar
sistemas
apropiados
de
respuesta
a
las
emergencias.
(http://www.oas.org/usde/
publications/Unit/oea65s/ch17.htm#referencias).
Del total de huracanes registrados en el siglo XX, los huracanes de la categoría cinco (el más severo
en una escala de 1-5) solo han ocupado o registrado el 1 por ciento del total, los huracanes de
categoría cuatro registran el 9 por ciento mientras que los de categoría tres ocupan alrededor del 30
por ciento de todos los acontecimientos ciclónicos. Durante las décadas de los años 70, 80 y
principios de los 90, los huracanes intensos fueron menos frecuentes que en décadas anteriores. Sin
embargo, a partir de 1995, los huracanes intensos han sido mucho más frecuentes. Es posible que
este aumento marque el principio de una era de condiciones ciclónicas activas que pueden durar de
10 a 40 o más años debido al factor multidecadal del atlántico.
LOS HURACANES, Su Relación con los Fenómenos del Niño y la Niña.
Los huracanes del Atlántico requieren de varios factores para que se manifiesten de acuerdo a las
condiciones ya mencionadas. Sin embargo no son las únicas, ya que muchos disturbios que
muestran las condiciones favorables no se desarrollan en ciclones tropicales. Otros factores
importantes puede ser la influencia de El Niño/ Oscilación del Sur (ENSO). Durante los eventos de El
Niño (fase cálida de ENSO), se inhibe la formación de los ciclones tropicales. Por el contrario, los
eventos
de
la
Niña
(fase
fría
de
ENSO)
promueve
la
actividad
de
lo
mismos.
(http://cremc.ponce.inter.edu/huracanes.htm)
En condiciones de El Niño es posible esperar más huracanes en el Pacífico, aunque no
necesariamente más de ellos tocarán tierra. En condiciones de La Niña, es posible esperar más
huracanes en el Atlántico, pero tampoco es posible asegurar que más de ellos entrarán a tierra
(Conde, 2004). Con base a lo anterior, el aumento en el número de huracanes del Atlántico en la
temporada de 1995 fue debido a la partida del Niño. El mayor número fue de variabilidad natural. Un
estudio hecho por el Instituto Max Planck muestra en un experimento, que en un océano caliente al
duplicar la cantidad de CO2, las condiciones que se reflejan son similares a un Niño semipermanente
y, según concluyen, se esperaría que menos huracanes se generen en el Atlántico (O Brian, 2003).
Los especialistas consideran que en las últimas dos décadas, los Niños que más afectaron el territorio
mexicano fueron los de 1982-1983 y 1997-1998, al igual que ocurrió a nivel general. Al respecto el
autor mismo señala que El Niño de 1982-1983, después del anterior evento cálido extraordinario de
1877-1878, había sido considerado como el más intenso del siglo, y más tarde se presentó otro Niño
del siglo en 1997-1998 (Glantz, 1998). Sin embargo el evento de la Niña más reciente ocurrió en 1999
y persistió casi tres años El evento de la Niña más fuerte en los últimos 20 años se presentó en
1988.
LOS HURACANES, Su Presencia en el Golfo de México.
Un examen de las trayectorias de los ciclones tropicales muestra que no hay zona costera de México
que esté libre de la amenaza de las depresiones tropicales, que en muchos casos llegan a la
intensidad de huracán. En el Golfo de México y en el Pacífico el litoral del país es vulnerable a los
efectos de las tormentas tropicales, aunque su comportamiento en ambos litorales es algo diferente.
Las depresiones que se generan en el sudeste de México, específicamente en el Banco de
Campeche, se dirigen generalmente hacia el norte, mientras que las del Caribe viajan hacia el oeste
hasta tocar las costas de América Central o las de la Península de Yucatán (Capurro, 2001).
En un estudio sobre la actividad de las depresiones en el Atlántico Norte durante la primera mitad del
siglo pasado, algunos investigadores encontraron que más del 78% de las ocurridas en el Golfo de
México tuvieron lugar a partir de 1932, y sólo un 36% ha alcanzado la fuerza de huracán; la duración
de estas depresiones ha sido de 4.4 días y la de los huracanes de 2.2 días. La forma cerrada del
Golfo condiciona su corta duración y baja frecuencia, ya que las tormentas se encuentran en poco
tiempo con tierra y se disipan. La Península de Yucatán es el área más afectada por las depresiones
y del total mencionado anteriormente un 46% afectó este territorio (Capurro, 2001).
LOS HURACANES, Su Impacto en la Península de Yucatán.
Los huracanes son fenómenos normales en nuestra zona de estudio, y aunque desde el punto de
vista humano “causan daños”, debemos considerar que las comunidades biológicas que se
encuentran en el área se han adaptado a estas condiciones, que se presentan desde hace más de
60,000 años, cuando emergió la placa peninsular; es decir, desde el punto de vista biológico no
podemos catalogarlos como fenómenos dañinos (Pereira, et al. 2000).
Para los mayas los huracanes eran el misterio del "corazón del cielo", simbolizado por el rayo y el
trueno y representado por la constelación de Orión. De acuerdo con los antiguos mayas, los espíritus
creadores, que recibían colectivamente el nombre de huracán, eran a su vez los cuatro "Balames"
que sostenían al mundo sobre sus hombros. Quizá por ello muchos guías de turistas de la zona
arqueológica de Tulum, Q. Roo, aseguran que las dos estructuras que se ubican sobre el acantilado,
a un costado del peñasco principal, servían para medir la intensidad de los vientos que entran a tierra
desde el Mar Caribe. Según cuentan, en la medida en que la fuerza del viento aumenta, el silbido,
provocado por el contacto con las estructuras, les advertía sobre la proximidad de un huracán.
La afluencia de los ciclones del Atlántico hace que en la región de la Península de Yucatán se
registren las más elevadas precipitaciones. Es por eso que la península se encuentra en una región
ciclónica de muy alto riesgo. Por otro lado, los registros de la Comisión Nacional del Agua (CNA),
revelan que durante los últimos cien años más de 400 huracanes entraron a tierra por la zona costera
de los estados de Baja California Sur, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Quintana Roo y Tamaulipas. Es
decir, cada año cerca de cuatro huracanes entran a territorio mexicano, ya sea por el Océano
Pacífico, el Golfo de México o el Mar Caribe. Durante el siglo pasado, los estados de la península
registraron el ingreso de huracanes en el siguiente orden: Quintana Roo, con 86 impactos; seguido
por Yucatán con 38 y Campeche con 37, según los datos estadísticos de la CNA y el Servicio
Meteorológico Nacional.
Los ciclones tropicales más intensos que han penetrado en el territorio nacional son, "Isidore", que
devastó en el 2002 a Yucatán después de una errática trayectoria y "Gilberto", clasificado como
categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson, que azotó en 1988 en Quintana Roo con vientos de hasta
270 kilómetros por hora con impacto en Puerto Morelos. La presencia de "Gilberto" afectó también a
Yucatán con vientos de hasta 240 kilómetros por hora, aunque impactó como categoría 4. En 1955
Campeche registró la llegada de "Janet", con vientos de hasta 240 kilómetros por hora como
categoría 4; impactó en Sabancuy. Otros huracanes destructivos fueron "Opalo" y "Roxana", que
impactaron en 1995, y que causaron uno de los daños más intensos de los últimos años ya que su
trayectoria errática afectó a gran parte de la península.
Algunas otras tormentas tropicales y huracanes que se han aproximado o cruzado en la península
son Debbie, en 1965, con 90 kilómetros por hora (km/h); Inés, en 1966 (200 km/h); Beulah, 1967 (180
km/h); Ella, 1970 (70); Edith, 1971 (55); Brenda, 1973 (100); Carmen, 1974 (120); Eloisa, 1974 (65).
Asimismo, Allen, 1980 (270); Hermine, 1980 (111); Alberto, 1982 (139); Danny, 1985 (148); Keith,
1988 (120); y Mitch, 1995 (80).
De acuerdo con el recuento estadístico de la CNA, ningún otro punto en el país es tan propenso al
impacto de huracanes como la Península de Yucatán. En conjunto, en los estados de Campeche,
Yucatán y Quintana Roo, y de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, Geografía e
Informática (INEGI), casi cuatro millones de personas están en riesgo por los efectos que los
meteoros pueden dejar a su paso. Por ello, la dimensión de los riesgos para los frentes costeros de la
Península de Yucatán, y particularmente para Quintana Roo, tienen mayor significado. Históricamente
en los últimos 100 años sólo cuatro huracanes han tocado tierra por Quintana Roo, en los meses de
junio a agosto, mientras que de septiembre a noviembre poco más de 29 ingresaron a tierra por la
costa oriental de la Península.
Según datos obtenidos de la base de datos de UNISYS, de 1900 al 2002 un total de 58 ciclones,
entre tormentas tropicales (12) y huracanes (46, que se desarrollaron durante su trayectoria pudiendo
o no pasar como huracán), han tocada tierra en algún punto de la Península de Yucatán, en el
cuadro 4 se resumen estos huracanes por décadas y en las figuras de 1 y 2, se observan sus
trayectorias. El periodo comprendió todos los meses de la temporada de huracanes registrado en la
bibliografía (de junio a noviembre); los meses con mayor número de eventos fueron los de septiembre
con 23, agosto con 14 y, en menor medida, junio y octubre, ambos con ocho.
Según Pereira et al. (2000), cuando se analiza la frecuencia de los impactos, se ve de manera más o
menos clara la existencia de 5 regiones en la península, esto también lo podemos observar en los
mapas elaborados de las trayectorias (Fig. 1 y 2). Estas cinco zonas son la Bahía de Chetumal, la
Riviera Maya, la zona costera de Yucatán y la Sonda de Campeche, asimismo, la quinta zona es el
centro de la península, pero ésta tiene relación directa con la de la Riviera Maya. De acuerdo con
estas regiones hay un incremento de frecuencia de impacto hacia el noreste de la península
siguiendo el contorno de la misma y con un gradiente que pasa por el centro hacia la región del Punto
Put.
Sin embargo, estos fenómenos tienen un efecto particular sobre las comunidades vegetales y
animales en la zona en que se presentan, así vemos que los huracanes han configurado un tipo de
vegetación muy particular en la península de Yucatán, la cual entre otras características, posee
ahora, después de mucho tiempo de adaptación la posibilidad en zonas poco alteradas de
recuperarse con cierta prontitud de los impactos causados por los huracanes. Las formas en que un
huracán afecta las comunidades terrestres es variada, en primer lugar uno de los elementos que
mayor daño produce, es el viento. Este puede alcanzar para los huracanes de menor intensidad
desde 120 km./h sostenidos con rachas que van más allá de esa velocidad, para los huracanes más
fuertes, tenemos vientos que sobrepasan los 200 km./h con rachas aún más fuertes.
Con relación a los fenómenos del Niño y Niña, el comportamiento de los huracanes que han
impactado la península, permite precisar que existe una alta correlación entre la fase de Niña y el
número de huracanes en la península (Cuadro 5). De acuerdo al número de huracanes impactados
en la península y la relación de años Niño y Niña encontrados en la literatura, nos permite inferir que
durante eventos Niño se presentaron solo 11 huracanes mientras que en fases de Niña hubo un total
de 34 fenómenos, de los 58 registrados para el periodo de análisis.
Para terminar, a pesar de los avances logrados con las imágenes de los satélites, datos
meteorológicos y de los aviones cazadores de huracanes, aún es muy difícil predecir con cierto grado
de certeza la trayectoria de estos fenómenos, particularmente cuando se acercan a tierra firme.
Según los expertos en huracanes tropicales, sus pronósticos están en relación a que existe una
tendencia a aumentar el número y al mismo tiempo a ser más intensos. Esta predicción está basada
en una correlación entre la lluvia en el oeste de Sahel en África y la presencia de huracanes en el
Atlántico (Capurro, 2001). Cuando la lluvia en esta región es abundante, se desarrollan huracanes
más violentos en el Atlántico, que llegan al continente americano.
Según esto, se espera que estemos entrando a una fase de huracanes más frecuentes y más
intensos, ya que el calentamiento global y las condiciones de eventos meteorológicos, como el Niño y
la Niña, propiciarán cambios a nivel atmosférico que dejarán condiciones adecuadas para el
desarrollo de éstos fenómenos naturales. Según el meteorólogo estadounidense William Gray se
pronostica que durante la temporada ciclónica en el Atlántico de 2005 pueden haber quince tormentas
tropicales. De ellas ocho pueden convertirse en huracanes, cuatro de los cuales pueden ser
“mayores“ (de categoría tres o mayor en la escala Saffir-Simpson). Otros pronósticos señalan que
habrán siete tormentas tropicales, cuatro huracanes de categoría 1 o 2 y 4 de categoría mayor.
Bibliografía.
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http://www.oas.org/usde/publications/Unit/oea65s/ch17.htm#referencias
http://www.angelfire.com/nt/huracanes/
http://weather.unisys.com/hurricane/atlantic/
ANEXOS.
Fig. 1. Trayectorias de huracanes que tuvieron contacto con la Península de Yucatán durante el siglo
XX. Se presentan por décadas para su mejor proyección.
Fig. 2. Trayectorias de huracanes que tuvieron contacto con la Península de Yucatán durante el siglo
XX. Se presentan por décadas para su mejor proyección.
Cuadro 1. Clasificación de las etapas en las que se desarrolla un ciclón tropical.
AMBIENTE
Tropical
DESARROLLO
Depresión
CRITERIOS
Vientos máximos sostenidos < o = 63km/h (39
millas/h)
Tormenta tropical
63km/h < vientos sostenidos < 119km/h (74
millas/h)
Huracán
Vientos sostenidos > o = 119km/h (74
millas/h)
Depresión tropical (disipación)
Vientos máximos sostenidos < o = 63km/h (39
millas/h)
No tropical
Tormenta Subtropical (disipación)
63km/h < vientos sostenidos < 119km/h (74
millas/h)
Depresión Subtropical (disipación) Vientos máximos sostenidos < o = 63km/h (39
millas/h)
Fuente: Adaptado de Neumann, C.J. et al. Tropical Cyclones of the North Atlantic Ocean, 1871-1986
(Washington, D.C: U.S. Department of Commerce, NOAA, 1987).
Cuadro 2. Escala de huracanes según la clasificación saffir-Simpson.
Número de Vientos sostenidos
Presión
Maretazo
de
la Nivel
de
categoría
atmosférica en el tormenta
daño
del
ojo (milibares
(km/h)
(millas/h)
(metros)
(pies)
huracán
1
11974- 95
980
1,2- 1,5
4,0 - 4,9
Bajo
153
2
15496-110
965 - 979
1,8-2,4
5,9- 7,9
Moderado
177
3
179 111 - 130
945 - 964
2,7 - 3,7
8,9- 12,2
Extenso
209
4
211 131 - 155
920 - 944
4,0 - 5,5
13,0Extremo
249
18,0
5
< 249
<920
< 920
> 5,5
> 18,0
Catastrófico
Fuente: Adaptado de Oliver, J. y Fairbridge, R. The Encyclopedia of Climatology (New York: Van
Nostrand Reinhold Co., Inc., 1987).
Cuadro 3. Principales tormentas tropicales y huracanes en la cuenca de ciclones tropicales en
el atlántico.
AÑO/MES
CARIBE
1 1903 08
2 1909 11
3 1912 11
4 1915 08
5 1917 09
6 1926 10
7 1928 09
8 1930 09
9 1931 09
10 1932 11
11 1933 06
12 1933 10
13 1935 09
14 1935 10
15 1935 10
16 1944 08
17 1948 09
18 1948 10
19 1950 09
20 1951 08
21 1954 10
22 1955 01
23 1955 09
24 1955 09
25 1960 07
26 1960 09
27 1961 09
28 1963 09
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
1963 09
1963 10
1963 10
1964 08
1966 09
1966 09
1968 10
1972 00
1974 09
1978 09
1979 08
1980 08
NOMBRE
Dog
Charlie
Hazel
Janet
Janet
Abby
Donna
Edith
FUENTE
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
OFDA
Tomblin
Flora
OFDA
Cleo
OFDA
OFDA
Inez
OFDA
Gladyz OFDA
Tomblin
Carmen. Fifí OFDA
Greta
OFDA
David,
OFDA
Frederick
Allen
OFDA
AÑO/MES
NOMBRE
FUENTE
1980 08
Allen
OFDA
1982 06
OFDA
1984 10
Klaus
OFDA
1984 10
Emily
OFDA
1985 11
Kate
OFDA
1987 09
Emily
OFDA
1988 09
Gilbert
OFDA
AMÉRICA CENTRAL
1969 09
Francelia OFDA
1
2
1971 09
Edith
OFDA
3
1974 09
Fifi
OFDA
1978 09
Greta
OFDA
4
5
1988 10
Joan
OFDA
MÉXICO
1
1951 08
OFDA
1955
09
Hilda
OFDA
2
1955 09
Janet
OFDA
3
1960 10
OFDA
4
1961 11
Tara
OFDA
5
1966 10
Inez
OFDA
6
7
1967 08
Beulah OFDA
8
1975 10
Olivia
OFDA
1976
10
Liza
OFDA
9
1977 09
Anita
OFDA
10
1982 09
Paul
OFDA
11
1983
10
Tico
OFDA
12
1988 09
Gilbert
OFDA
13
41
42
43
44
45
46
47
Flora
Fuente: Tomblin, J. "Natural Disasters in the
Caribbean: A Review of Hazards and
Vulnerability, en Caribbean Disaster
Preparedness Seminar, St. Lucia, June, 1979
(Washington, D.C.: OFDA/USAID, 1979); and
Office of Foreign Disaster Assistance, U.S.
Agency for International Development
(OFDDA/USAID). Disaster History: Significant
Data on Major Disasters Worldwide, 1900Present. July, 1989. (Washington, D.C.:
OFDA/USAID, 1989).
Cuadro 4. Número de Huracanes por década en el último siglo. Tomado de la
base de datos de UNISYS.
PERIODO
1901-1910
1911-1920
1921-1930
1931-1940
1941-1950
1951-1960
1961-1970
1971-1980
1981-1990
1991-2002
TOTAL
No. DE
HURACANES
2
5
5
11
6
3
7
6
3
10
58
MESES
Junio, Agosto.
Junio, Septiembre, Octubre.
Junio, Septiembre, Octubre.
Junio, Julio, Agosto, Septiembre.
Agosto, Septiembre, Octubre, Noviembre.
Agosto, Septiembre.
Junio, Septiembre, Octubre, Noviembre.
Junio, Agosto, Septiembre.
Agosto, Septiembre, Agosto.
Agosto, Septiembre, Octubre, Noviembre.
Cuadro 5. Años Niño y Niña durante el siglo XX. Tomado de :Couper-Johnston, 2000.
Años Niño Fecha y Nombre
1899-1900
1902-1903
1902 junio
1905-1906
Categ.
1911-1912
1914-1915
1918-1919
2
1925-1926
1930-1931
1939-1941
1912 octubre
1931sep
1931sep
1
3
2
1940sep
1957-1958
1963
1965-1966
1969
1972-1973
1965Jun
1965sep
1969oct_Laurie
1972Jun_Agnes
1973ago_Brenda
2
1
1
1976-77
1982-1983
1986-1987
1991-1995
1997-1998
1993sep_Gert
2
Huracanes en año sin evento
1913junio
1920sep
1928sep
1936ago
1936ago
1944ago
1944sep
1947ago
1951ago_Charly
1979sep_Henri
1990ago_Diana
2001ago_Chantal
2002sep_Isidoro
2
2
1
1
3
1
2
4
1
2
3
Años Niña Fecha y Nombre
1903-1904 1903agosto
1908-1911
1916-1918 1916oct
1916Sep
1919
1921
1921jun
1922-1923 1922jun
1922oct
1924-1925 1924jun
1933-1934 1933jul
1933sep
1933sep
1934jun
1938-1939 1938ago
1938ago
1942-1943 1942ago
1942nov
1945-1946
1948-1949 1949oct
1949-1950
1954-5556 1955sep_Hilda
1955sep_Janet
1964
1964nov
1967-1968 1967sep_Beulah
1970-1971 1970sep_Ella
1970sep_Greta
1971sep_Edith
1973-1974 1974ago_Carmen
1975-1976 1975sep_Eloise
1984-1985
1988-1989 1988sep_Gilberto
1988nov_Keith
1995-1996 1995sep_Opalo
1995oct_Roxana
1996ago_Dolly
1998-2000 1998oct_Mitch
1999nov_Katrina
2000sep_Gordon
2000oct_Keith
Categ.
3
3
2
2
2
1
2
1
2
2
3
2
4
3
5
5
3
5
4
3
5
4
3
1
5
1
4
Descargar