Plaza Navona - Stemmi e berretti

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Plaza Navona
La Plaza Navona (Piazza Navona en italiano) es una de las plazas más famosas de Roma y de todo
el mundo por la belleza de las obras de arte presentes en la misma.
La Fuente de los Cuatro Ríos, con los obeliscos
egipcios, en el medio de la plaza Navona
La plaza sigue el trazado de un antiguo circo romano, el Stadium de Domiciano, del siglo I. cuando
los romanos iban a él a ver los agones («juegos»). Se le conocía como Circus Agonalis. Se cree que
con el tiempo el nombre cambió de in agone a navone y con el tiempo a navona. Se estima que
tenía capacidad para 30.000 espectadores y aún pueden verse algunos restos de la antigua estructura
al norte de la plaza.
Definida como plaza en los últimos años del siglo XV, cuando se trasladó el mercado desde el
Capitolio aquí, la plaza Navona pertenece a la etapa barroca romana, concretamente del papado de
Inocencio X. Tiene creaciones escultóricas y arquitectónicas, como las bellas fuentes de Gian
Lorenzo Bernini. La más importante de ellas es la que se encuentra en el centro: la Fuente de los
Cuatro Ríos (Fontana dei Quattro Fiumi) de 1651; representa los cuatro grandes rios del mundo
conocido por entonces.
De Francesco Borromini y Girolamo Rainaldi es la iglesia de Sant'Agnese in Agone, construida en
el lugar donde, según la tradición, la virgen desnudada por el martirio, fue envuelta por los
bellísimos cabellos que crecieron milagrosamente.
Finalmente, está el Palazzo Doria-Pamphili, cuya galería fue pintada por Pietro da Cortona.
El mercado fue trasladado en 1869 a Campo de' Fiori. La plaza ha albergado representaciones
teatrales y carreras de caballos. Después de 1652, cada sábado y domingo de agosto, la plaza se
volvía un lago en honor a la familia Pamphili. Esta fiesta se suprimió en 1866.
La plaza Navona contiene otras dos fuentes esculpidas por Giacomo della Porta — la Fontana di
Nettuno (1574), ubicada en la zona norte de la plaza Navona, y la Fontana del Moro (1576),
ubicada en el extremo sur.
Plaza Navona y la Fontana del Nettuno. La fuente (en el fondo,
rodeada por andamios) es la Fuente de los Cuatro Ríos.
Otros monumentos que dan a la plaza son:
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Stabilimenti Spagnoli
Palacio de Cupis
Palacio Torres Massimo Lancellotti
Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón
Palacio Braschi (Museo de Roma)
Literatura y películas
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La plaza aparece en la novela de misterio Ángeles y Demonios, de Dan Brown (2000), en la
que la Fuente de los Cuatro Ríos está incluida como uno de los altares de la ciencia.
La plaza aparece en varias escenas de la adaptación que hizo el director Mike Nichols en
1970 de la novela de Joseph Heller, Catch 22.
La Fuente de los Cuatro Ríos se usó en la película de 1990 Coins in the Fountain. Los
personajes lanzan monedas a la fuente al mismo tiempo que formulan sus deseos. La fontana
de Trevi se usó en la versión de 1954.
Fuente de los Cuatro Ríos
La escultura de la Fuente de los Cuatro Ríos, se encuentra en la Piazza Navona de Roma (Italia) y
fue ideada y tallada por el escultor y pintor Gian Lorenzo Bernini en 1651 bajo el papado de
Inocencio X, en plena época barroca, durante el periodo más prolífico del genial artista.
La fuente se compone de una base formada de una gran piscina elíptica, coronada en su centro de
una gran mole de mármol, sobre la cual se eleva un obelisco egipcio de época romana, el obelisco
de Domiciano.
Las estatuas que componen la fuente, tienen unas dimensiones mayores que en la realidad y son
alegorías de los cuatro ríos principales de La Tierra (Nilo, Ganges, Danubio, Río de la Plata), cada
uno de ellos en uno de los continentes conocidos en la época. En la fuente cada uno de estos ríos
está representado por un gigante de mármol.
Los árboles y las plantas que emergen del agua y que se encuentran entre las rocas, también están
en una escala mayor que en la realidad. Los animales y vegetales, generados de una naturaleza
buena y útil, pertenecen a especies grandes y potentes (como el león, caballo, cocodrilo, serpiente,
dragón, etc.). El espectador, girando en torno a la fuente, descubre nuevas formas que antes estaban
escondidas o cubiertas por la masa rocosa. Con esta obra, Bernini quiere suscitar admiración en
quien la mira, creando un pequeño universo en movimiento a imitación del espacio de la realidad
natural.
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