De nuevo rumores (pero sólo rumores) acerca de nuestra legalización

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De nuevo rumores (pero sólo rumores) acerca de nuestra
legalización
Socorro Rojo Internacional :: 25/03/2007
Por nuestra parte sólo nos corresponde repetir que sólo se trata de un rumor que han lanzado,
ellos sabrán por qué, pero seguramente aprovechando que las aguas bajan turbias, con el fin
de ir preparado el terreno...
De nuevo rumores (pero sólo rumores) acerca de nuestra legalización El sábado 24 de marzo
por la noche, una nota de la agencia Europa Press, acogida por El País y Libertad Digital, lanzaba
otro rumor acerca de la posible legalización de nuestro Partido. A diferencia de otras parecidas y no
muy lejanas, esta nota no contenía tantas mentiras, por lo cual hasta tenía un lejano parecido con la
verdad. Pero obviamente está muy lejos de la verdad, entre otras cosas porque, como cualquier
periodista sabe muy bien, los rumores no son noticia. Sin embargo, toda la situación política del país
está tan revuelta que tampoco se les puede pedir más. Los rumores no son más que la señal
inequívoca del espectacular descalabro que padecen. Por nuestra parte sólo nos corresponde repetir
que sólo se trata de un rumor que han lanzado, ellos sabrán por qué, pero seguramente
aprovechando que las aguas bajan turbias, con el fin de ir preparado el terreno a los cambios que
tienen que hacer para salir del atolladero en el que están metidos. Si tienen otras pretensiones,
como las de confundirnos o dividirnos, deberían saber ya sobradamente, que no va a ser así. Se lo
podemos asegurar. Es más, si ellos creen (y algún otro se imagina) que nosotros estamos luchando
por nuestra legalización, están muy equivocados. Si leen nuestro programa y nuestros documentos
se daran cuenta de que ni siquiera utilizamos esa expresión. Lo diremos muy claramente: nosotros
no buscamos nuestra legalización ahora como tampoco buscamos nuestra ilegalización en abril de
2003. Eso es algo que no depende para nada de nosotros. Pueden hacer lo que les de la gana;
nosotros tendremos que adaptar nuestra organización y nuestras formas de funcionamiento a la
situación que exista en cada momento. Nosotros luchamos por el comunismo; no tenemos otro
objetivo, y si a nosotros (y a todos los obreros y antifascistas) nos dejan reunirnos, organizarnos,
convocar actos, pegar carteles, difundir nuestros principios, etc. de una manera libre y abierta, lo
aceptamos y, bajo esas condiciones, resultaría un absurdo preconizar la clandestinidad o la lucha
armada. Nuestra situación actual es consecuencia de la absoluta falta de libertades en que viven
todos los trabajadores del país (no sólo nosotros) hasta el punto de que, como es evidente hasta para
el más torpe, un tribunal represivo y fascista como la Audiencia Nacional es noticia todos los días,
porque todos los días están con el garrote dando palos a diestro y siniestro (pero más bien a
siniestro). Pero algo les tiene que quedar bien claro: nuestra legalización tiene que ser consecuencia
de una legalización de todos los antifascistas e independentistas, de todos los luchadores
represaliados. No podemos ni vamos a aceptar que hagan una excepción con nosotros para ponernos
de "buenos" y demostrar que hay otros que son los "malos". La libertad no se divide. Ese juego ya lo
hicieron durante la transición, cuando nosotros quedamos como los "malos", y ya ven el corto
recorrido que han tenido con él. Esa idea de que la libertad no se divide nosotros la exponemos
como una derogación de la ley de partidos y no significa otra cosa que el reconocimiento del derecho
de asociación, reunión y expresión para todos los antifascistas, para todos los colectivos y
movimientos de la más variada condición que han sido objeto de cierre, persecución, detención,
multa o cualquier otra forma de sanción. La libertad comporta, cómo no, la liberación de todos los
presos políticos. Aquí es donde la nota rumorosa mejora algo lo que hasta entonces venían diciendo:
que el cese de la lucha armada empezaba con la liberación de los presos políticos, y no es así, no
empieza sino que termina ahí. ¿Qué significa eso? Pues significa que tienen que entender que los
presos políticos no son la moneda de cambio, que no vamos a aceptar el chantaje permanente de
nuestros camaradas encarcelados y de las miserables condiciones de exterminio que les están
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imponiendo. Los presos están ahí y los tienen en esas condiciones por luchar y enfrentarse al
fascismo y a la falta total de libertades; si todo se limitara a sacarlos de la cárcel, sin que la situación
en la calle cambiara, volverían a entrar al día siguiente, por lo que nada se habría solucionado. Eso
también se ensayó durante la transición, y también saben el resultado. Lo vamos a exponer de otra
forma: por más que digan lo contrario, la cárcel no es el problema sino la consecuencia del
problema. El problema lo tienen en la calle y mientras no solucionen eso, y lo solucionen para todos
los republicanos y antifascistas, no van a lograr nada. Ahora bien, que les quede claro que tienen
que liberar a todos los presos políticos; no a unos sí y a otro no, sino a todos porque nosotros
luchamos por la libertad y -repetimos- es indivisible para todos los antifascistas. De ahí que, como
bien dice el rumor, nosotros hablemos de "paz a cambio de libertad’, lo cual significa que si hasta
ahora no ha habido paz es porque tampoco ha habido libertad. Todo esto que venimos diciendo es el
por qué de la cuestión; ahora tenemos que hablar del cómo, lo cual significa que nos vamos a repetir
a nosotros mismos por enésima vez. Nosotros no luchamos por el reagrupamiento de nuestros
presos, luchamos por la liberación de todos los presos políticos antifascistas. Pero resulta que si
quieren diálogo nuestros delegados y portavoces los están ahí cerquita, y no son uno ni dos sino un
grupo de camaradas presos que necesitarán reunirse, discutir y tomar las decisiones que estimen
convenientes, y para eso tienen que reagruparles en unas condiciones mínimas. Ellos son nuestros
delegados y nosotros entenderemos que va a empezar un diálogo cuando todos ellos estén reunidos.
Todo lo demás no son más que rumores. Esos rumores se convierten en malos humores cuando no
sólo no hay reagrupamiento sino que la dispersión llega al punto de mantener a nuestros camaradas
en inmundos celulares y módulos de castigo, como a Manuel Pérez en el Módulo 13 de Meco y a
Isabel Llaquet en Picassent. Nos parece un sarcasmo hablar de negociación cuando nuestro
Secretario General necesita ser tratado urgentemente por un oftalmólogo, ya que padece un grave
problema ocular y fuertes dolores de cabeza que le impiden dormir y, sin embargo, carece de la más
elemental atención médica, lo mismo que nuestra camarada Josefina García Aramburu, que sigue sin
ser liberada y con graves problemas cardiacos, o con los que les han aplicado la cadena perpetua
cuando ya tenían su condena cumplida. Es un sarcasmo hablar de negociación cuando los chacales
togados de la Audiencia Nacional están todos los días abriendo nuevos sumarios y buscando
"crímenes" por todas partes para endosárselos a nuestros camaradas como si fuera un sorteo de la
bonoloto. Es materialmente imposible hablar de nada cuando nuestros camaradas están encerrados
en un pozo negro, no pudiendo ni comer la bazofia carceleria que les sirven fría y que les destroza el
estómago dos veces al día. En esas condiciones uno no tiene ganas de hablar de nada, y menos de
"paz", con el carcelero. Hay un refrán castizo que dice que no puedes arreglar los problemas de la
calle cuando aún no has arreglado los de tu propia casa. La casa de los fascistas son sus infectas
cárceles y presidios. Si nuestro lector conoce un poco los graves y numerosos problemas que
aquejan a los trabajadores cada día, es fácil que se imagine cómo deben ser los problemas cotidianos
de un preso comunista en las mazmorras fascistas, cuando para afeitarse cada mañana hay que
pedir al carcelero que te entregue el utensilio y éste, para ahorrarse el trabajo, trata de hacerlo por
debajo de la puerta, para que el preso lo recoja del suelo como si fuera un perro. Así cada día, cada
pequeño acto cotidiano. Como se puede entender fácilmente por todo lo que venimos exponiendo,
nosotros no tratamos de "imponer condiciones" para negociar sino que las condiciones se
desprenden por sí mismas del hecho de negociar, si verdaderamente el Estado quiere negociar (y no
se trata sólo de un rumor). ¿No dicen que todo lo van a hacer "con la ley en la mano"? Pues podían
empezar por poner en libertad a los que ya tienen su condena cumplida, por ejemplo. Esas cosas
ayudarían a convencernos y a convencer a todos de que, por fin, esta vez el gobierno sí va en serio.
Porque nosotros venimos hablando de esto desde 1978, cuando con el Programa de los Cinco Puntos
ya exigimos el reconocimiento de una serie de libertades y derechos que podrían permitir el cese de
la lucha armada. Luego, en 1983 y 1996, conocimos dos "procesos" (como se dice ahora, porque
nosotros no sabríamos cómo calificarlos) en los que vimos que los "negociantes" enviados por el
Estado no estaban realmente por la labor. Han tenido que llegar al fondo del pozo para darse cuenta
de que se tienen que poner en serio a ello. Ya veremos si esta vez es, efectivamente, "en serio".
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