Un filósofo lee

Anuncio
UN FILÓSOFO LEE LA ENCÍCLICA
SOBRE LA ESPERANZA
RODRIGO GUERRA LÓPEZ1 ANALIZA «SPE SALVI»
Lic. Jaime Septién2
Texto tomado de la Revista “La Cuestión Social”
Año 16, No. 1 (enero-marzo) de 2008
¿CUÁL
ES EL CONTEXTO INTELECTUAL EN EL QUE SE ENMARCA LA APARICIÓN DE LA
ENCÍCLICA SPE SALVI?
La nueva encíclica es un mensaje que rebasa por mucho la vida intelectual. Sin
embargo, aparece en un contexto en que el pensamiento, en varias de sus rutas más recientes,
se encuentra sumergido en un gran desencanto. Las promesas de la modernidad racionalista no
sólo no se han cumplido sino se han vuelto en contra del propio ser humano. Por otra parte, el
irracionalismo postmoderno intenta seducir la conciencia desde una aparente disidencia y
ruptura radical, pero tampoco logra responder a las inquietudes constitutivas del corazón
humano real. En esta encrucijada Spe Salvi es un valiente anuncio sobre la posibilidad de un
nuevo inicio para nuestra libertad, y desde ella, para nuestra razón.
¿QUÉ SIGNIFICA «UN NUEVO INICIO» PARA LA RAZÓN?
Significa que cada persona puede recomenzar siempre a través de sus decisiones
vitales e intelectuales. La modernidad ilustrada ha manifestado su agotamiento. La
postmodernidad, con todo y su énfasis anti-racionalista, recae por vías insólitas en las
deficiencias que pretendía combatir. Muchos postmodernos son tardomodernos vergonzantes.
Sólo la razón que se deja interpelar por la radical novedad e imprevisibilidad del
acontecimiento cristiano puede evitar sofocarse, puede encontrar razones para no claudicar en
su misión, para recomenzar en su itinerario y experimentar así verdadera esperanza, es decir,
certeza sobre una Presencia que nos abraza y nos excede de manera continua,
«performativamente», cambiando la vida, como dice el Papa.
¿ES
POSIBLE ENCONTRAR ALGUNAS IDEAS ESENCIALES EN LA ENCÍCLICA
SEAN SIGNIFICATIVAS PARA LOS FILÓSOFOS Y PARA LOS POLÍTICOS?
SPE SALVI
QUE
Hay dos ideas fuerza en materia de filosofía y política, que me parecen como ejes que
cruzan toda la encíclica, y que aparecen además de manera explícita en ciertos momentos. La
1
2
Rodrigo Guerra. Doctor en Filosofía por la Academia Internacional de Filosofía del Principado de
Liechtenstein. Miembro de la Academia Pontificia Para la Vida. Especialista en el pensamiento de Karol
Wojtyla; investigador de la Universidad Católica en Querétaro (UNIVA) y director del proyecto «Centro para
la Investigación Social Avanzada» en México.
Licenciado en periodismo, es director del periódico El Observador, de Querétaro. México.
primera idea consiste en afirmar que «la victoria de la razón sobre la irracionalidad es también
un objetivo de la fe cristiana». Esta intuición profundiza en el mensaje esencial de la encíclica
Fides et Ratio, escrita por Juan Pablo II.
La razón cuando reflexiona, analiza y argumenta poniendo entre paréntesis la fe
cristiana aparenta «secularidad», aparenta «rigor» y «respeto por la autonomía de la ciencia».
Sin embargo, vive en el fondo mintiéndose, cerrándose a reconocer el factor fundamental de
constitución de lo real. El Papa enseña: «la razón necesita de la fe para llegar a ser totalmente
ella misma». La fe no pervierte ni contamina a la razón sino que le ofrece un soporte para
proceder con mayor «racionalidad» que antes.
La segunda idea consiste en mirar con atención que la encíclica insiste en que «nunca
existirá en este mundo el reino del bien definitivamente consolidado». Más aún, «si hubiera
estructuras que establecieran de manera definitiva una determinada –buena– condición del
mundo, se negaría la libertad del hombre, y por eso, a fin de cuentas, en modo alguno serían
estructuras buenas».
Dicho de otro modo: las estructuras buenas son importantes pero lo bastan. El Reino
que afirma Jesús es un don, no un proyecto estratégico de acción organizada. Esto significa
que el poder no salva sino que requiere ser salvado a través de la radicalidad en el amor, en el
perdón, en la reconciliación. «Jesús no era Espartaco», dice Benedicto XVI. Jesús y el Reino
son irreductibles a cualquier proyecto organizativo por bien intencionado que sea. Sólo
salvaguardando la irreductibilidad de Jesús, la dimensión social del cristianismo puede
eventualmente desplegarse y colaborar a construir un mundo más humano.
LA
MODERNIDAD PARECE HABER FRACASADO PERO NO SOMOS CABALMENTE CONCIENTES
DE LO QUE SIGNIFICA ESTO. ¿QUÉ NOS DICE LA SPE SALVI SOBRE ESTA INCONCIENCIA?
El Papa nos dice que «es necesaria una autocrítica de la edad moderna en diálogo con
el cristianismo y con su concepción de esperanza». La crítica, entonces, debe ser desde la
modernidad misma, que descubriendo sus limites y deseos constitutivos, puede llegar a
advertir que es racional y razonable tener esperanza en Cristo antes que en los hombres del
poder: Así mismo, Benedicto XVI señala que es también necesaria «una autocrítica del
cristianismo moderno, que debe aprender siempre a comprenderse a sí mismo a partir de sus
propias raíces». Esto, me parece, es una fuerte llamada de atención a todos aquellos que
privilegiamos algún modelo, algún estilo, algún carisma particular, por encima del evangelio y
de la Iglesia integralmente considerada. No es el camino particular el que funge como criterio
hermenéutico del evangelio y de la Iglesia, sino el evangelio y la Iglesia los que permiten
interpretar adecuadamente el camino particular. Hay que volver a la raíz, volver a Jesús, y
desde Él, juzgar nuestra vida personal y comunitaria para corregir lo que haya que corregir, y
así, recomenzar con alegría y esperanza auténticas.
¿QUÉ RIESGOS TIENE COLOCAR NUESTRA ESPERANZA EN EL PODER?
Los riesgos son múltiples. La vanidad y la autoreferencialidad del poder en la época
moderna –tanto de las derechas como de las izquierdas– ha terminado sacrificando a los
hombres y a las mujeres de nuestros pueblos. ¡Sobre todo a los más pobres, frágiles y
excluidos! Esto es gravísimo. En ocasiones, la indignación ante estos escenarios ha generado
reacciones violentas. En otras, la impotencia ante el abuso, provoca pasividad y desánimo. El
Papa Benedicto XVI nos señala a este respecto que la esperanza cristiana es la que
precisamente «nos da el valor para ponernos de la parte del bien aun cuando parece que ya no
hay esperanza». La injusticia, el dolor y la muerte siempre existirán en este mundo en algún
grado, pero no tendrán la última palabra al final de la historia.
¿LA
ENCÍCLICA SPE SALVI ESTÁ DESTINADA A SER UN DOCUMENTO PRINCIPALMENTE DE
ESTUDIO INTELECTUAL O ES UNA INVITACIÓN PARA LA VIDA DEL HOMBRE REAL?
El estudio de la encíclica seguramente será provechoso para enriquecer la vida real. El
Papa Benedicto XVI nos ofrece en este documento importantes indicaciones de orden
existencial que nos recuerdan que el cristianismo no es una propuesta abstracta sino una
Persona que se hace encuentro interpelando de modo concreto nuestra historia. Hay algunos
parágrafos particularmente bellos a este respecto. Me refiero en particular al momento en que
señala que cuando uno experimenta un gran amor en la vida, se trata de un momento de
«redención» (cfr. n. 26). ¡Nada más verdadero que esto! Sin embargo, el corazón humano, si
explora su estructura más profunda, desea no un amor finito sino un amor absoluto e
incondicionado como el que sólo un Dios personal puede dar.
Es verdad que sólo quien ha sido tocado por el amor intuye lo que es propiamente vivir
y esperar (cfr. n. 27). Por ello, la vida en su verdadero sentido sólo puede ser relación con
Aquel que nos ha amado primero de modo incondicional, enseñándonos entonces a ser
radicales en la responsabilidad por el otro, en el perdón al otro, en el sacrificio a favor del otro.
Ser testigos de una relación así, de una amistad así, funda el camino educativo que permite
reproponer vitalmente la alegría y la esperanza de la fe cristiana. Cualquier otra vía que eluda
este «método» culmina en moralismo, es decir, termina legitimando la apacible e insolidaria
vida burguesa.
Descargar