LAS PERSECIONES DE LOS MOZÁRABES

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LAS PERSECIONES DE LOS MOZÁRABES
Según Roger Collins en su Historia de España de la Alta Edad Media los cristianos se salvaron y fueron
respetados, al igual que los judíos, gracias a que su Libro Sagrado influyó en los pensamientos de Mahoma.
Se les concedía, por ello una cierta tolerancia en el Corán, a deferencia de los paganos, zoroastrinos.
Los cristianos que permanecieron tras la conquista musulmana fueron respetados en un principio, aunque
luego tuvieron que sufrir algunas persecuciones, especialmente después de las invasiones almorávide y
almohade.
Claudio Sánchez Albornoz en su España Musulmana en el tomo 1º cuenta algunos casos de persecuciones y
multas impuestas a los mozárabes. A continuación me dispondré a explicarlos parte a parte todo lo que
encontré en ese volumen.
• Multa impuesta a la población mozárabe en Granada:
Abd al−Rahman I
El primer emir omeya de Al−Andalus deseoso de asegurarse en el trono se procuró la creación d un ejército de
mercenarios adictos a su persona y para poderles pagar impuso fuertes cargos a la población mozárabe. Los
mozárabes de la región de Granada hubieron de pagarle con animales y armas de guerra para conseguir el
perdón por haber acogido a Yusuf al− Fihri, cuando se acogió a su región después de la derrota con la que
perdió el gobierno de España.
• Los soberanos francos alientas a la mozarabía:
Al−Hakam I
Poco a poco muchos cristianos asfixiados por el sistema fiscal que les arruinaba se convirtieron al Islam para
sentirse, así, más aliviados. Ello les facilitaba el acceso a puestos de mando y riqueza. Pero otros muchos
españoles. Se les permitía a las gentes del libro practicar su religión bajo la protección des Islam siempre que
pagaran la chizia −impuesto personal− y el jarach −contribución territorial−. Abd al−Rahman I, como
expliqué anteriormente les había sometido a duras exacciones tributarias y sus sucesores no debieron ser más
generosos. Por ello es lo que los mustarib se sintieron agobiados por una pesadísima carga fiscal al
compararse con los orientales, berebiscos y sus hermanos conversos a la doctrina del Profeta.
El eco de sus quejas traspasó los Pirineos, llegando a los oídos de Ludovico Pío, emperador de los francos.
Éste para explotar en su provecho la situación de la mozarabía hispánica envió una carta en el año 826 a los
cristianos de Mérida y Zaragoza en la que trata al emir como un codicioso que pretende arrebatarles sus bienes
y que en abundantes ocasiones les ha afligido con violencia. Los halaga y adula diciéndoles que han
combatido con valor a las injusticias del emir y han resistido su crueldad. Les ofrece apartarse de Abd
al−Rahman y su descendiente, al−Hakam, y unirse a él. Todo esto lo hace para ganar fuerza a los árabes con
la anexión mozárabes para arrebatarle territorio a los omeyas.
• En defensa de los mártires cordobeses:
Abd al−Rahman II
Tras un siglo de quietismo religioso, fruto del estupor producido por la conquista, los españoles adquirieron
conciencia de su fuerza frente a la insignificante minoría de orientales que les explotaba. Esta convicción
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generó una inquietud social, cuya primera evidencia estalló en Córdoba entre los españoles conversos al Islam
y se produjo la llamada revolución del arrabal y pronto se levantarían los españoles del resto de la Península.
Este levantamiento llevaría al martirio a cristianos de la capital de Al−Andalus en los días de Abd al−Rahman
II. Estalló en el seno musulmán una ola nacionalista y desde esa óptica se entiende el martirio y persecución,
que en vano se intentaba explicar como un proceso inconexo. Los cristianos injuriaban a Mahoma, buscando
el martirio. El gobierno musulmán se alarmó y así Abd al−Rahman II convocó un Concilio en el que se
trataba la cuestión que exaltaba a la mozarabía.
Muchos mozárabes asustados de la riada que pudiera arrastradles, pusieron, incluso, en tela de juicio la
santidad de los sacrificados y su misma condición de mártir. El más brillante sacerdote de Córdoba salió
incluso a la palestra en defensa de los mártires. El Concilio no se atrevió a condenarlos, aunque prohibió a los
mozárabes aspirar a la muerte en el martirio.
• San Eulogio:
Es la gran figura de la mozarabía cordobesa. Pertenecía a una ilustre familia cordobesa integrante años atrás al
abolengo senatorial. Su odio hacia los musulmanes lo aprendió de su padre que era un fiel cristiano.
Eulogio, dotado de un gran talento, se dedicó al sacerdocio y adquirió una cultura extraordinaria. E esos
tiempos los mozárabes se sentían embriagados por las letras árabes y fueron dejando a un lado las latinas.
Eulogio arrepentido por esta acción intentó encomendarse nuevamentea las letras latinas con obras de Horacio
y Virgilio traídos de Pamplona.
Su fin era el de liderar a los cristianos exaltados, alentando a muchos cristianos a morir por cristo.por estas
acciones fue encarcelado varias veces. La Iglesia de Toledo lo eligió metropolitano de España y acabó
sufriendo martirio el 11 de marzo de 859. Alfonso III de Asturias impuso a Córdoba la repatriación del
cadáver sagrado.
• Persecución, por San Eulogio:
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• Reacción musulmana frente a los mozárabes:
Sobre el desarrollo de la cuestión mozárabe conservamos diversos testimonios de autores cristianos que
intervinieron en ella. Para los cronistas musulmanes no mereció la pena la pérdida de su tiempo, porque para
ellos eran simplemente infieles y blasfemaban sobre el Profeta. Sólo rompería este silencio el historiador de
los jueces de Córdoba, que nos muestra la postura burlona de los magistrados cordobeses ante el asunto de los
cristianos q aspiraban al martirio.
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• Los mozárabes en tiempos de Muhammad :
Muhammad sentía una gran animosidad contra los mozárabes y ordenó que fueran despedidos de la
administración y de la corte. Ante ello muchos cristianos abandonaron su fe convirtiéndose al Islam al no
poder soportar la situación, otros en cambio fueron capaces de mantener la fe. Pero el deseo de salvarse de la
crisis empujó a muchos al disimulo. Enfurecidos ante el problema del momento no tardaron en atribuir sus
males al torpe delo de los mártires. Contra aquel desmayo y tibieza se alzó Álvaro, la segunda figura de la
intelectualidad mozárabe cordobesa. Que en sus escritos refleja la cobardía de quienes no se atreven a rezar ni
mostrar su fe en público por el miedo a los árabes.. se queja también de los cristianos que culpan a los
mártires de la situación, estableciendo que ellos si que han consumado su fe con Dios.
MIGRACIONES MOZÁRABES
La causa profunda que motivó a mediados del siglo IX esta esplendorosa oleada de petición voluntaria de
martirio de los mozárabes no fue otra sino la toma de conciencia por los predicadores cristianos de que el
proceso de islamización de la sociedad avanzaba de manera imparable. Exaltados por la palabra de clérigos
como Eulogio y Alvaro los mozárabes insultaban públicamente a Mahoma y ello se traducía en su inmediata
detención. Los calabozos de la ciudad, donde yacían amontonados los confesores de la fe cristiana, resonaban
en himnos eclesiásticos y allí, en la prisión, el propio Eulogio, gran cultivador del heroísmo, habría de escribir
el Documento Martirial para esforzar a las vírgenes Flora y María, también presas, en el tremendo sacrificio
de la muerte.
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En su Indiculus luminosus, escrito en el año 854, Alvaro de Córdoba recogía su preocupación por el problema
que para los cristianos mozárabes suponía la progresiva islamización de la sociedad. En su vida cotidiana los
jóvenes mozárabes, de manera paulatina, estaban abrazando las costumbres de los invasores, negándose, por
ejemplo, a comer carne de cerdo, o haciéndose circuncidar, en tanto que sus mujeres, al igual que las
musulmanas, se tapaban la cara al salir a la calle. Era, además, la cuestión de la lengua y la escritura la que
producían hondo pesar en Álvaro. "Entre la gente de Cristo −dirá este confesor cristiano− apenas hallarás uno
por mil que pueda escribir razonablemente una carta a su hermano, y, en cambio, los hay innumerables que os
sabrán declarar la pompa de las voces arábigas y que conocen los primores de la métrica árabe mejor que los
infieles".
Tras la muerte de San Eulogio, en el año 859, el declive de la comunidad mozárabe fue imparable. El
cristianismo se fue debilitando numéricamente por las conversiones y culturalmente por la arabización y la
creciente presión del Islam, pero, además, muchos de sus seguidores, entre ellos comunidades monásticas en
bloque, decidieron trasladarse, sobre todo en los inicios del siglo X, a las nuevas tierras que los monarcas
cristianos del norte estaban arrancando al Islam en el valle del Duero y que por esos años estaban siendo
repobladas. Fueron tiempos en que las crónicas musulmanas nos hablan de años de intensas sequías y hambre
atroz en Córdoba, lo que, probablemente, obligó a muchos mozárabes a emigrar por razones de pura
supervivencia. A modo de ejemplo, por Ibn Idari sabemos que en el año 303 del Islam (915−916) hubo en
al−Andalus una gran hambre, alcanzando la miseria de la gente extremos jamás conocidos. En ese año,
literalmente, "las epidemias se cebaron en los pobres y resultó imposible enterrar a todos los muertos".
SOCIEDAD MOZÁRABE
Objeto de mi atención serán los roces y las presiones que esta minoría religiosa tuvo que soportar en su
convivencia, en ocasiones difícil, con el Islam; de ello también puede comprenderse la situación de la judería
medieval. Las relaciones entre la población musulmana y la capa poblacional de al−Andalus que continuó
siendo fiel a sus ritos cristianos adopta sus bases principales del pacto que Umar ben al−Jattab había
establecido con los cristianos y judíos de Nayran, en el Yemen, en los inicios de la expansión del Islam.
Sabemos que los cristianos debían evitar todo tipo de posibles provocaciones, motivo por el que estaba
permitido que desarrollaran sus cultos únicamente en el interior de las iglesias, que estaban ubicadas en los
arrabales, fuera del recinto de la propia medina de Córdoba, y en las cercanías de la ciudad, en la campiña o
en las faldas de la Sierra. Por las fuentes de la época conocemos, por ejemplo, la existencia de las iglesias de
San Acisclo o de los Tres Santos, así como diversos monasterios (San Salvador de Peña Melaria, Tábanos,
Santa María de Cuteclara, San Zoilo de Armilata, etc.).
Una vez concluida la penetración del Islam en la Península por los musulmanes los invasores fueron muy
escasos. Serán sus descendientes y sobre todo los habitantes de la Península Ibérica los que al convertirse al
Islam, forman, en definitiva, el grueso de la población de Al−Andalus; una población de raíces hispánicas.
Emilio Cabrera en Los mozárabes: una minoría olvidada se plantea la duda de si los conversos hispano godos
al Islam junto a los inmigrantes ya convertidos que habitaban en la Península, conformaban un número mayor
al del resto de la población. Pretenden hacernos creer, opina Cabrera, que los hispanogodos abrazaron el Islam
de forma rápida, pero según sabemos conforme al Islam y las conversiones en países tradicionalmente
cristianos, fue un proceso lento.
No sabemos el número exacto de mozárabes, debido a que la Historia de Al−Andalus adolece de un grave
problema, y es que hay una escasa documentación, y por tanto no sabemos cual es el número y distribución de
los componentes de la sociedad andalusí.
El término mozárabe procedía del árabe mustarib que significaba arabizado, pero también se solía usar,
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aunque con menos frecuencia que lo anterior, según Manuela Marín, el término alnasara, que significa
nazarenos. Los mozárabes desde la penetración musulmana siguieron conservando su lengua latina en plena
evolución de una nueva lengua romance, organización eclesiástica y religión cristiana, por supuesto. Así pues,
vivían haciendo mantener un conjunto de circunstancias y costumbres que les diferenciaba notoriamente de
los musulmanes. Pero no nos indica que los musulmanes no ejercieron influjo alguno sobre los cristianos,
puesto que por poner un ejemplo incluso el mismo nombre con el que se les designa es una palabra árabe.
Para explicar de manera más clara y ordenada los problemas sociales que sufrían los mozárabes usaré una
división de los problemas que realiza Juan Gil en el Congreso acerca de Los Mozárabes: Una Minoría
Olvidada, que ya había mencionado anteriormente.
• Libertad de fe:
Entre los derechos otorgados a los pueblos cristianos sometidos por los musulmanes, ya por capitulación, ya
por fuerza, ocupa un lugar preferente el libre ejercicio de su religión y culto. Estas son palabras en boca se
Simonet, para quien − curiosa contradicción− la legislación muslímica al respecto se inspira en el orgullo
satánico y la rapacidad.
En la vida diaria tampoco hubo necesidad de disimular la fe . así los religiosos de ambos sexos podían llevar
los hábitos y la señal de la cruz. Los sacerdotes se pasean por Córdoba e incluso se detienen a hablar con los
musulmanes, aunque en el Concilio de Narbona habían prohibido al clero las conversaciones callejeras.
Algunos niños musulmanes les hacían burlas y les lanzaban chinas o les cantaban sátiras.
Según, Al−Maqqari, un cronista musulmán, después de la campaña de Musa no quedó Iglesia que no fuese
quemada ni campana que no fuese destruída. La exageración de este aserto en evidente. Si es cierto que
algunos templos debieron de sufrir daños o despojos. Por ejemplo, los bienes de la iglesia de Mérida cayeron
en poder de Musa. Mñas adelante su hijo Abd al −Aziz vivió en la iglesia de Robina, de Santa Rufina. Según
algunos, la iglesia de San Asciclo de Córdoba fue quemada con los cristianos que se habían refugiado dentro.
• La tolerancia musulmana
Las principales fuentes para conocer las relaciones existentes entre mozárabes y musulmanes en el s.IX son
las obras de Eulogio y Álvaro. Pero el primer problema en la comprensión de estas obras radica en el fervor
con el que están escritas. Por ejemplo Eulogio decía Vivimos entre ellos sin que se moleste nuestra fe, pero no
se refería en estas palabras a la tolerancia musulmana sino a la misericordia de Dios. De éste hablaré más
tarde en el apartado de los mártires. Ciñéndonos a la Córdoba del siglo IX de nuestra era no es posible aplicar
el moderno sentido de la palabra tolerancia al ámbito de las relaciones cotidianas entre los seguidores del
Islam y de Jesucristo. El estudio de las fuentes de la época trasluce que citada tolerancia, que por otro lado se
ha convertido en un tópico usual al referirnos a la sociedad islámica medieval, tenía realmente un significado
bastante pobre, en la medida en que se había convertido a los mozárabes cordobeses en ciudadanos de
categoría inferior, muy mal vistos por la comunidad y objeto de una fuerte presión fiscal que llegó a hacerse
insufrible. Otra cosa, sin embargo, es que ese modesto grado de tolerancia alcanzado entre las dos religiones,
modesto en la medida en que lo comparamos con el moderno concepto de tolerancia, hubiera sido totalmente
inimaginable en cualquiera de las ciudades cristianas del momento.
Tanto Eulogio como Álvaro entonan su treno en el momento más crítico para los cristianos, en los primeros
años del emirato de Muhammad I. y tanto uno como otro está empeñados en demostrar, contra la opinión de
muy respetables mozárabes, que en su tiempo existe una persecución contra los cristianos parangonable a la
que desencadenaron los emperadores romanos contra la Iglesia de Jesús. Ahora bien, las humillaciones que
relatan forman parte de una actitud lógica teniendo en cuenta que habitaban en una sociedad compuesta por
fieles de diferentes religiones.
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Algunos musulmanes consideran impuros a los cristianos e intentas evitar su trato, el mismo caso se
reproducía en la mayoría de los cristianos. Dicterios, insultos, burlas: en suma, escaramuzas verbales, todo
ello muy lejos del intolerante espíritu que mantenían los visigodos con los judíos.
• Disimulo
Los nobles mozárabes, por la cuenta que les trae, hacen muy buenas migas con el emir. Junto a este estamento
privilegiado pulula el pueblo llano.
Agobiados por el fisco y estrujados por sus propios correginarios: un elemento revolucionario en potencia. De
aquí se derivan conflictos. Además por tolerantes que fueran los musulmanes, las diferencias de credos
plantean siempre problemas. Esta es la razón por la que el mozárabe aprende el disimulo, esto saca de sus
casillas a una facción intransigente como la encabezada por Álvaro y Eulogio. Según Álvaro todos los que
tiene trato con los musulmanes son cristianos sólo de nombre. Para él, la mentira y la simulación están
permitidas si ésta implica la salvación de muchos, si no infiere ningún malogro a la fe.
La mayoría de los mozárabes, no compartían este punto de vista tan extremo. San Álvaro no entendía que
había que considerar la fragilidad humana. En el s.X el obispo de Córdoba sería mucho más flexible ante esta
cuestión, pero siguió pensando igual que el germano Juan de Gorce, que aspira en su fuero interno a alcanzar
el martirio. Juan se encoleriza al saber las blandas palabras del obispo y le reprocha que los cristianos
cordobeses estén circuncidados y se abstengan de comer algunos manjares a uso musulmán. Es probable que
los obispos mozárabes más débiles se sintieran reconfortados por la aceptación que disfrutaban entre los
musulmanes.
• Criptocristianismo
Si el disimulo era normal entre los mozárabes, mucho más y con mayor motivo lo fue entre los cristianos
ocultos, constituidos sobre todo por los mestizos, derivados sobre todo de los matrimonios mixtos entre
musulmanes y cristianas. Por ejemplo una nieta de Witiza, Sara, contrajo por dos veces nupcias con un
musulmán. Todo ello sin duda fomentó la convivencia aunque también aumentó las discordias. La descendia,
de hecho, abrazaba la religión del padre, pero también podía darse el caso contrario, que prevaleciera el
cristianismo materno.
La administración musulmana, todavía en el siglo IX, se mostró tolerante con estos casos siempre u cuando la
descendencia de un matrimonio mixto no se hubiera adherido de manera pública al Islam.. al aumentar el
fanatismo religioso, Abd al −Rahman tuvo que prohibir que la descendencia de padre musulmán fuera
cristiana, si bien esa misma ley indica que lo prohibido, como suele suceder, estaba al orden del día. Si los
judaizantes reciben el nombre despectivo de marranos, los cripstocristianos son llamados perros y aun cerdos.
Ya el mozárabe parece que sólo tenía una opción a la hora de casarse: las nupcias con otra cristiana, por lo que
en apariencia se formaba un grupo de gran cohesión.
• La presión social
Ante la presión social una minoría corre peligro de perder sus señas de identidad, aunque rara vez sucumbe a
la presión religiosa. Muchas son las razones por las que se esperaría una completa arabización de los
mozárabes: el gregarismo, la desidia, la convivencia hasta la estupidez. Frente a esta trampa casi invisible la
minoría reacciona, si es que reacciona, extremando su espíritu tradicional y exhumando fantasmas ancestrales.
• Tradicionalismo
Cuando se estudia en conjunto la cultura mozárabes sorprende ante todo su continuidad con lo visigodo. El
tiempo parece haberse detenido en 711, dando la situación de que se han querido cerrar los ojos ante la
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realidad circundante. Pocos o ningún arabismo aparecen en las obras mozárabes y las nuevas instituciones
reciben nombres tradicionales. El emir es llamado por lo general rex, pero también priceps o tyrannus, sus
visires cónsules, el cadí iudex o arbiter y así sucesivamente. Los lugares de las ciudades también son llamados
así: el zoco llamado forum, la mezquita locus orationis etc
Los autores predilectos de los visigodos, como S. Gregorio y S. Jerónimo, son también los preferidos por os
mozárabes. El tradicionalismo se ve también en los temas de las disputas teológicas, que en su mayoría versan
sobre cuestiones cristológicas, como en siglos anteriores. En definitiva, es una cultura carente de savia nueva,
que impone un severo freno a toda idea innovadora. El mozárabe está obligado a la alienación de sí mismo.
• Arabización
Frente al pujante brío de la cultura tradicional cristiana florece con pujante brío la civilización islámica. Su
fascinación seduce a los propios mozárabes, que encuentran en ellas formas nuevas de pensar y de
exteriorizarse. Y es que el pueblo dominante, casi siempre, acaba imponiendo su modo de vida al pueblo
sometido. En el s.IX muchos mozárabes habían adoptado varias costumbres musulmanas, aunque la moral se
va desquebrajando, hay quien tiene, incluso, concubinas al modo musulmán o no come carne de cerdo,
también se cometen actos de homosexualidad entre árabes y cristianos. Incluso mitan rasgos cotidianos como
jurar por Mahoma o adoptan usos lingüisticos que perduran en nuestros días.
• Postración y sentimiento de culpabilidad
Las comunidades antiguas intentas dar a sus problemas una solución con relación, así, las grandes catástrofes
que se abaten sobre la comunidad obedecen a la cólera divina irritada por los pecados cometidos por sus
miembros. Cómo no podía ser menos una explicación semejante no tardé en darse sobre la dominación árabe.
Según ellos fueron los crímenes de Witiza o los de Rodrigo los que atrajeron el azote musulmán. Una y otra
vez se pide al Señor en las plegarias que quite el yugo delos invasores, pero estas súplicas caen en oídos
sordos. Esta teoría indica el por qué en la segunda mitad del s.VIII la doctrina de la predestinación volviera a
estar en boga en algunas ciudades de Al−Andalus.
• La presión política
Toda comunidad aspira a regirse por sí misma, pero esto no pueden alcanzarlo los mozárabes, lo tienen
negado como minoría. Ante esta coyuntura sólo caben dos posturas: la más cómoda que es la de integración
en el sistema hasta dónde permitan las circunstancias, que es que sigue sobre todo la nobleza mozárabe por
sus intereses económicos, y otra de motines que se levantan contra la autoridad árabe por su opresión.
• Rebeldía y traición
Los mozárabes no forman un bloque aislado del mundo exterior, sino que están en activado contacto con las
demás comunidades cristianas, incluso con las más lejanas, incluso se habla de conspiraciones cristianas.
Encontramos una carta enviada a los cristianos de Lérida por Ludovico Pío prometiéndoles su apoyo en caso
de q se decidiese emprender una batalla contra el Islam. He aquí como unos cristianos en territorio del Islam
pactan con otros ajenos al territorio peninsular.
• Sumisión
Por otra parte los mozárabes mostraban una razonable lealtad al emirato. El hecho más notable sea quizá el
absoluto silencio que guardaban sobre el reino astur−leonés. En definitiva, si hemos de dejar a sus justas
proporciones esas conspiraciones mozárabes, que no son más que brotes independentistas, tampoco podemos
pensar en una sumisión, tampoco podemos pensar en una sumisión incondicional por parte de los mozárabes.
A Muhammad I los cristianos y judíos de su reino le parecían poco de fiar; tanto es así, que acarició la idea de
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su total exterminio: la solución final que se ha cernido con demasiada frecuencia sobre todas las minorías. De
estos martirios hablaré en un apartado a parte.
EL RITO HISPANO MOZÁRABE Y SITUACIÓN RELIGIOSA
El Rito Mozárabe−hispánico es uno d los más diversos de los que se han formado en las regiones donde se ha
implantada la Iglesia Católica. Todos estos ritos arrancan de la última cena que celebró el Señor con sus
discípulos, de aquella primera fracción del pan repitieron, según en mandato de Jesucristo, para conmemorar
su muerte y resurrección a los tres días. Posteriormente, frente a la primitiva sencillez de aquellos encuentros
en torno a los signos sacramentales del pan y vino, se fueron añadiendo nuevos elementos de lecturas
sagradas, oraciones e invocaciones, diferenciadas según el tiempo y el lugar. Así fueron surgiendo las diversas
maneras de celebrar las acciones litúrgicas que ahora llamamos ritos. Así surgieron, con notables diferencias
entre ellos, el rito romano, milanés o ambrosiano, galiciano etc
El Rito Hispano−mozárabe es la manera propia de celebrar las acciones litúrgicas de la Iglesia española en los
siglos en los que serian la presencia musulmana, aunque esto ya se venía realizando desde los primeros siglos
desde que España era cristiana. Las diferencias con el resto de los ritos, especialmente con el romano,
consistirán en el modo peculiar de realizar las tres partes esenciales de la Misa: Liturgia de la Palabra con las
Intercesiones Solemnes y el Rito de la Paz: Plegaria Eucarística y Rito de la Comunión. Varía de ello el Rito
Mozárabe en la forma o el lugar en el que tiene lugar las partes diferenciadas, anteriormente citadas, o en el
significado particular que se les atribuye.
Este Rito hispano, también es conocido así el que realizaban los mozárabes, sería suprimido en el siglo XI por
el Papa Gregorio VII con la implantación del rito romano. Por ello mismo los reyes de Castilla y Aragón
prohibieron el Rito Hispano en todos los reinos de la Península, excepto en Toledo, donde los cristianos
sometidos al Islam, permanecieron fieles a su fe católica y practicaron su propio rito.
Por ello debemos entender que uno de los tesoros culturales más preciados que Toledo y su capital
conservaron, y conservan actualmente, fue el de su liturgia hispano−mozárabe: liturgia completa, conservada
secularmente en las seis parroquias mozárabes de la ciudad de Toledo y en la Capilla e la Catedral.
La liturgia hispano−mozárabe es una expresión de la implantación y consolidación del cristianismo en
España. A través de ello constatamos como la Iglesia se construye como tal en un territorio concreto, dándole
una fisonomía propia. Allí la Iglesia hecha raíces en la cultura del pueblo y surgen instituciones eclesiásticas
de forma sólida y autónoma, como se apreciaría siglos más tarde. Las instituciones más perceptibles eran las
que tenían que ver con el territorio (obispados y parroquias), a las personas (obispos y clero), al derecho
(concilios), y a los símbolos de la fe (expresión de las creencias que mantienen unidas a las comunidades
cristianas).
Aunque, ciertamente en sus comienzos no estarían muy estructuradas territorialmente y no tendrían
constituido un cuerpo legislativo que rigiese su vida colectiva. Pero sería algo impensable que careciesen de
una lex orando y de una práctica litúrgica. La Iglesia no se concibe sin el ejercicio del culto, ni aún en estos
tiempos que corrían los mozárabes de dificultades antes los árabes, que a veces tuvieron, incluso, que
mantener en secreto su condición.
Cuando hablamos del rito mozárabe hay que tener en cuenta que el nacimiento de dicho rito, con sus
estructuras y peculiaridades surge, en na época anterior a la consolidación del reino visigótico en España,
aunque durante éste, se vio enriquecido por singulares composiciones litúrgicas de los obispos de Toledo.
Tras ello la invasión de la Península por los musulmanes, supone un parón en el desarrollo del Rito Hispánico
y su aislamiento cultural. Un baluarte de resistencia en Asturias, que comenzaría la Reconquista con Alfonso
el Casto, en el año 790, decretó que en Oviedo fuese restaurada la liturgia palatina, tal como se había
celebrado en Toledo.
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En esta época dominante mozárabe tiene un gran mérito conservar el Rito en un ambiente hostil. Se siguen
componiendo Misas, algunas de alta calidad, sobre todo para los mártires, pero el Rito se ve detenido en su
desarrollo natural. Los cristianos conservan su fe y su liturgia con grandes dificultades y estrecheces. Sus ritos
les eran permitidos pero no favorecidos. Se sentían impulsados a mantenerse unidos por la fe ante el ambiente
exterior adverso. Con todo, el antiguo Rito siguió celebrándose en la España ocupada por los árabes y en los
nuevos reinos de León, Castilla y Navarra; además algunos clérigos consiguieron emigrar y se llevaron
consigo algunos libros litúrgicos que se han conservado, aunque dispersos.
Como ya comenté anteriormente Gregorio VII aboliría, en plena Reconquista, los ritos existentes aunque sí
permanecería en Toledo, capital mozárabe. Adelantado acontecimientos en mi exposición, cuando en 1085
Alfonso VI reconquistó la ciudad de Toledo encuentra que los cristianos allí residentes, distribuimos en seis
parroquias que le habían ayudado a la toma de la ciudad, habían mantenido vivo el Rito. El monarca obligado
por las circunstancias les permite mantener vivo el Rito en sus parroquias, a la vez que impone, impulsado por
en nuevo arzobispo el rito romano en las nuevas parroquias que se crean en la ciudad y en la Catedral.
Hasta nosotros han llegado los principales manuscritos de esta liturgia. Comunidades enteras de mozárabes
andaluces se vieron forzados a abandonar sus tierras de origen con sus obispos y arcedianos, con sus reliquias
y libros, llegando hasta Toledo y sus alrededores, donde se establecieron. Se conocen los nombres del obispo
Clemente, de Sevilla, que se estableció en Talavera, y los de Écija, Niebla y Sidonia, los de Denia y Valencia.
Nada menos que seis obispos, es decir, comunidades enteras, fueron desarraigados de sus lugares de origen y
tuvieron que establecerse en Castilla. Llegó el arcediano de Málaga, hombre considerado como santo y
obrador de milagros. Otros emigrados procedían de Granada, Guadix, Córdoba y Baeza, no sabemos si con su
líderes religiosos. También vino el de Marchena. Grupos mozárabes llegaron a Mérida y hasta África.
ARQUITECTURA MOZÁRABE
Las fuentes antiguas nos han transmitido que tenían prohibido los mozárabes hacer manifestación pública de
sus actos litúrgicos e, incluso, se les negó que pudieran construir nuevas iglesias o reparar las antiguas, es
decir, las iglesias cristianas de Córdoba se ubicaban en edificios de tiempos anteriores, tardorromanos o
visigodos, ya que los mozárabes tenían prohibido levantar nuevas construcciones destinadas a culto. Simonet
nos ha recogido, en ese sentido, la opinión de un jurisconsulto musulmán: "Debe prohibírseles que las reparen
o revoquen por la parte exterior; más no así revocar la parte interior y que linda con ellos; más, según otro
alfaquí, podrían ser reedificadas las iglesias que se hubiesen demolido injustamente, y no las que se hubiesen
caído por sí mismas; más en todo caso, sin aumento ni ensanche alguno, sobre el propio suelo y empleando las
mismas piedras y materiales antiguos". Esta información de los cronistas del Islam hace que modernamente
una parte de los investigadores, entre ellos Isidro Bango, piense que la influencia de la arquitectura mozárabe
en los reinos del norte no fuese tan acusada como tradicionalmente se ha sostenido, ya que parece lógico
pensar que los mozárabes de al−Andalus no pudieran llegar a alcanzar una arquitectura de calidad
monumental en la medida en que le propia legislación islámica les había prohibido construir templos.
No obstante lo anterior, parece indudable que los mozárabes debieron conocer, al menos, los caracteres más
destacados de la arquitectura musulmana del momento y cuando las comunidades religiosas emigraron a los
territorios leoneses en su mente portaban, además, sus propios esquemas arquitectónicos, es decir, el de las
iglesias y monasterios que el Islam había respetado en al−Andalus. En palabras de Manuel Gómez Moreno y
debido a esa influencia de los emigrantes mozárabes "el arte cristiano habría sido −en los tiempos
prerrománicos− una hijuela del arte del Islam". "Las iglesias de entonces en territorio cristiano son, pues, un
perfecto reflejo del ambiente social determinado por el influjo absorbente de la España árabe, merced al
contacto con los meridionales, antaño sometidos a ella, dándose lugar a un periodo histórico propiamente
mozárabe. Y no sorprenda este rendimiento de lo cristiano a lo moro, puesto que, por una parte la Europa del
siglo X no estaba en condiciones de transmitir sino barbarie guerrera, y por otra, los Estados cristianos
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peninsulares, sin excepción, acabaron por acatar la soberanía del Califa".
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