Pensava que no faria cap comentari a la quarta petició o

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EL PADRENUESTRO
DE JESÚS Y LOS SUYOS
NO EL NUESTRO PADRE NUESTRO
IV. La tentación en las aguas de Meribá
Pensaba que no haría ningún comentario a la cuarta petición o reivindicación del
“padrenuestro” de Jesús y los suyos, y digo cuarta porque podemos considerar que las
dos primeras (“santifica tu nombre”, “venga tu Reino”) es una y la misma. Y si no hacía
ningún comentario es porque este “no nos metas en la tentación” no sabía a qué se
podía referir. Sí que podía intuir -y supongo que vosotras también- que esta tentación a
la que Jesús y los suyos se refería no tenía nada que ver con lo que la mayoría de los
cristianos tienen en la cabeza en su tradicional recitación de nuestro padrenuestro.
Posiblemente muchos especialistas son del mismo parecer: uno de ellos, John P. Meier,
a quien muchas veces sigo, dice:
...no se refiere a las “tentaciones” de la vida corriente como el
“no nos dejes caer en la tentación” del padrenuestro tradicional
Un judío marginal, II/I, pag.367
Con esta frase de este señor veo que no voy muy desencaminado cuando, ya
desde el primer día, os dije que hablaría del padrenuestro de Jesús y los suyos y no de
nuestro padrenuestro.
Pero no lo sigo en la continuación de su frase:
...no se refiere a las “tentaciones” de la vida corriente, sino a la
prueba final a que Dios, como soberano de la historia, someterá al
mundo en la última hora”
Las palabra griega que nosotros traducimos por tentación o por
prueba es la misma (peirasmo,j).
De esta “prueba final” hablaría el libro del Apocalipsis o de la Revelación,
cuando “Juan, hermano vuestro, que comparto con vosotros la lucha, el linaje real y la
constancia de Jesús”, escribe desde su exilio en la isla de Patmos a la iglesia de
Filadelfia:
Ap 3, 10
Por haber seguido el ejemplo de mi paciencia yo te
preservaré en la hora de la prueba que va a llegar para el
mundo entero, y que pondrá a prueba a los habitantes de
la tierra.
o[ti evth,rhsaj to.n lo,gon th/j u`pomonh/j mou(
kavgw, se thrh,sw evk th/j w[raj tou/ peirasmou/ th/j
mellou,shj e;rcesqai evpi. th/j oivkoume,nhj o[lhj
peira,sai tou.j katoikou/ntaj evpi. th/j gh/jÅ
La “tentación” del padrenuestro de Jesús y los suyos ¿se refiere a esta prueba
final? Como podéis suponer los especialistas discuten entre ellos. A veces, uno de los
argumentos es la existencia o la falta de un artículo determinado: en el texto griego del
padrenuestro la palabra “tentación” va sin artículo.
Vayamos, pues, al texto griego:
Mt 6, 13
Lc 11, 5
y no nos metas en tentación
(kai. mh. eivsene,gkh|j h`ma/j eivj peirasmo,n)
sino líbranos del mal
(avlla. r`u/sai h`ma/j avpo. tou/
ponhrou/)
Sería incoherente conmigo mismo si me riera de estos exegetas que lo ponen
todo en un artículo determinado, pues yo mismo en otros momentos he puesto mucha
fuerza en un artículo determinado. Cuando el evangelio de Marcos nos hace la
descripción de Barrabás nos dice:
15, 7
h=n de. o` lego,menoj Barabba/j meta. tw/n stasiastw/n
dedeme,noj oi[tinej evn th/| sta,sei fo,non pepoih,keisan
Había el llamado Barrabás detenido con los sediciosos
que en la revuelta habían cometido un asesinato
Permitidme que recuerde ahora mis antiguos años de profesor de gramática a
niños de 10-11 años: si mantenemos el artículo determinado y el singular del texto
griego (evn th/| sta,sei, en el disturbio, en la revuelta, en la sedición, en el motín) los
lectores del evangelio de Marcos son conducidos a recordar un acontecimiento concreto
ya conocido por ellos por lo que han ido leyendo en el propio texto de Marcos. Este
acontecimiento concreto ya conocido por los lectores y las lectoras del evangelio de
Marcos sólo puede ser el que para nosotros sería la “purificación del templo” o la
“expulsión de los mercaderes del templo”
Otros evangelistas, para evitar todo mal entendido, se apartan
del texto de Marcos. Lucas cambia el artículo determinado por un
adjetivo indefinido:
23, 19
o[stij h=n dia. sta,sin tina. genome,nhn evn th/|
po,lei kai. fo,non blhqei.j evn th/| fulakh/
A éste lo habían metido en la cárcel por cierta
revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio
Mateo sólo dirá que era un preso famoso
27, 16
ei=con de. to,te de,smion evpi,shmon
lego,menon ÎvIhsou/nÐ Barabba/nÅ
Tenía entonces un preso famoso, llamado Jesús
Barrabás
Juan dirá simplemente que era un “bandido” (lh|sth,j), la misma
palabra utilizada por Marcos y Mateo para designar a los dos que fueron
crucificados con Jesús
18, 40
h=n de. o` Barabba/j lh|sth,j
Barrabás era un bandido
No me río, pues, de las discusiones exegéticas sobre un artículo determinado: si
mantenemos el artículo determinado del texto de Marcos, Jesús habría participado, con
un cierto protagonismo, pero con otros sediciosos, en una acción en el templo que
acabó, al menos, con un muerto.
Otras traducciones, como la prestigiada de Nácar-Colunga, normalmente
bastante fidedigna al texto griego, conscientes quizás de las implicaciones del artículo
determinado en singular, para desvincular a Jesús de toda acción sediciosa con resultado
de muerte, optan por un artículo indeterminado: “en una sedición”, de la cual los
lectores de Marcos no tenían conocimiento y en la cual Jesús no había participado.
No sé si hoy día en la escuela los maestros se rompen los cuernos para enseñar la
diferencia entre un artículo determinado (el disturbio, la sedición) y un artículo
indeterminado (un disturbio, una sedición), pero este artículo determinado del texto
griego de Marcos (dos sencillas letras griegas ) nos pueden ayudar a comprender mejor
las causas de la muerte de Jesús entre dos bandidos. Normalmente, los que son
ajusticiados juntos pertenecen al mismo “sumario”.
Una vez vista la importancia, para la comprensión de la figura histórica de Jesús
de Natzaret, de un artículo determinado, volvamos a la “tentación” del padrenuestro de
Jesús y los suyos.
Podemos ver, en primer lugar, la diversidad de traducciones.
kai. mh. eivsene,gkh|j h`ma/j eivj
peirasmo,n
Vulgata
Fundació Bíblica Catalana (1932)
Bíblia Catalana Interconfessional (1993)
Bíblia Monjos de Montserrat (1961)
Nácar-Colunga (1947)
Nueva Biblia Española (1975)
Reina-Valera (1995)
La Biblia Latinoamericana (1972)
Bible de Jérusalem (1955)
Traduction oecuménique de la Bible (TOB) (1988)
King James (1611 /1769)
New American Standard Bible (1995)
et ne inducas nos in temptationem
I no ens induïu en temptació
no permetis que caiguem en la temptació,
I no permeteu que caiguem en la temptació
Y no nos pongas en tentación
Y no nos dejes ceder en la prueba
No nos metas en tentación
Y no nos dejes caer en la prueba
Et ne nous soumets pas à la tentation
et ne nous conduis pas dans la tentation
And lead us not into temptation
And do not lead us into temptation
Y si quieres ir “para nota”:
Muchos comentaristas que adoptan este enfoque [el de la
prueba final] proceden a explicar el difícil “y no nos lleves a la tentación”
desde la suposición de que el verbo arameo está en la forma hafel
(causativa), que a veces puede tener un sentido permisivo: “y no
permitas que lleguemos a la prueba” (de ahí el tradicional “y no nos dejes
caer”). Además, cuando se emplea una partícula negativa con una de
esas formas causativas hafel, la negación no va a veces con la acción
causativa realizada por el sujeto del verbo, sino con el resultado de la
acción. Así pues, la traducción correcta de la petición final sería “haz que
no lleguemos a la prueba”, en vez de “no hagas que lleguemos a la
prueba”.
John Meier
Un judío marginal
II/I, pag.367
A la diversidad de las traducciones acompaña la diversidad de las exégesis.
Supuesta la falta de acuerdo entre los exegetas y los especialistas, yo me permito
presentar otra explicación, de la cual, naturalmente, no es necesario hacer mucho caso.
Jesús y los suyos no piensa en la “prueba final”, sino en las “aguas de Meribá”.
¿Qué pasó en las “aguas de Meribá de Cadeix en el desierto de Sin?
Podemos dar por supuesto que Jesús y los suyos conocía el salmo 95 (no nos
vendría nada mal conocer un poco la liturgia de la sinagoga: qué leían, qué salmos
recitaban...). En este salmo 95 el pueblo aclama a Dios como su “roca de salvación”,
como “el Señor Dios soberano”, “rey de reyes”. Y de este “rey de reyes por encima de
todos los dioses” el pueblo proclama: “El es nuestro Dios y nosotros el pueblo que Él
guía, el rebaño de su aprisco”. El salmista, consciente de las inconstancias del pueblo,
advierte: “No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Massá en el
desierto, cuando me tentaron (evpei,rasan) vuestros padres”.
¿Qué es esta tentación de Meribá, del día de Massá en el desierto?
Como ya sabéis es un tema del éxodo, del cual nos hablan los libros del Éxodo,
del Deuteronomio y de los Números.
En el desierto el pueblo se queda sin agua y se pone a discutir una vez más con
Moisés:
Ex 17
¿Por qué nos has sacado de Egipto? ¿Para matarnos de
sed a nosotros, a nuestros hijos y al ganado?
Moisés responde:
¿Por qué discutís conmigo y tentáis al Señor?
Un buen golpe a la roca con el bastón que había separado las aguas del Nilo hará
brollar agua y el relato del libro del Éxodo acaba diciendo:
Ex 17, 7
Moisés dio a aquel lugar el nombre de Massá y Meribá
(que quiere decir prueba / tentación” y discusión”), porque
los israelitas habían discutido y habían tentado al Señor
cuando decían: ¿Está o no está el Señor con nosotros?
El relato del libro de Números (en donde Moisés golpea dos veces la roca con su
famoso bastón) acaba así:
Num 20
Estas son las aguas de Meribá (que quiere decir
“discusión”), donde los israelitas discutieron con el Señor
y Él les manifestó su santidad (kai. h`gia,sqh evn
auvtoi/j)
El Señor manifiesta su santidad (mejor traducción: “se santificó en / entre / ante
ellos”) respondiendo a la pregunta del pueblo: “¿Está o no está el Señor con nosotros?”
Observemos el paralelismo entre este texto según la versión
griega de los LXX, la utilizada por los evangelistas, y el texto griego del
padrenuestro
Num 20, 13
Mt 6, 9 / Lc 11,2
kai. h`gia,sqh evn auvtoi/j/
a`giasqh,tw to. o;noma, sou
Teniendo todo esto presente yo diría que esta última petición o reivindicación
del padrenuestro de Jesús y los suyos la podríamos expresar de la siguiente manera: “No
nos mantengas en una situación tal que te tentemos, que nos haga dudar de tu soberanía,
que nos preguntemos: ¿Está o no está el Señor con nosotros?”
Para muchos judíos de aquel tiempo, entre ellos Jesús y los suyos, el dominio
romano sobre Palestina dejaba sin sentido alguno la promesa de “Yo seré vuestro Dios y
vosotros seréis mi pueblo”
Para muchos judíos de aquel tiempo, ente ellos Jesús y los suyos y el cántico del
anciano Zacarías, era necesario estar “sin temor, arrancados de la mano de los
enemigos” para poder dar culto a Dios (cf. Lc 1, 74).
Lc 1, 74
…que, sin temor, libres de la mano de nuestros enemigos,
le demos culto
avfo,bwj evk ceiro.j evcqrw/n r`usqe,ntaj latreu,ein
auvtw/|
Pues, ¿qué sentido tenía dar culto a quien no tenía poder para ser realmente el
“Dios de su pueblo”?
Nos quedaría la frase “libéranos del Maligno”, que no es una petición más (y
libéranos), sino que va unida a la anterior (no nos metas en tentación, sino libéranos del
Maligno).
Interesante: el verbo griego utilizado por Mateo es el mismo que
utiliza Lucas en 1, 74 (r`uo,mai), con el sentido de liberar, arrancar de,
sacar de un peligro, y en el Nuevo Testamento el “liberador” siempre es
Dios. El paralelismo nos lleva a la conclusión que “de la mano de los
enemigos” (evk ceiro.j evcqrw/n) se corresponde con “del Maligno”
(avpo. tou/ ponhrou/)
Lc 1, 74
evk ceiro.j evcqrw/n r`usqe,ntaj
Mt 6, 13
r`u/sai h`ma/j avpo. tou/ ponhrou/
Sólo está en el evangelio de Mateo. ¿Es un añadido de Mateo o es Lucas quien la
ha borrado?
Yo me inclino a pensar -y las lecturas de Ezequiel, del Sirácida y de Qumrán dan
un cierto soporte- que este “libéranos del Maligno” del padrenuestro de Jesús y los
suyos, no del nuestro, es un “libéranos de los romanos”. Y Lucas tendría muy buenas
razones para suprimir esta reivindicación.
Bien No me queda más que daros las gracias por haber podido hacer esta
catequesis sobre el padrenuestro. Ya sé que ha podido resultar un tanto decepcionante.
¿Qué nos importa a nosotros la “reunificación de las tribus de Israel”? ¿Qué nos puede
importar a nosotros este “libéranos de los romanos”? Pero he querido hablar del
padrenuestro de Jesús y los suyos, no del nuestro, que lo podemos seguir rezando como
a lo largo de los siglos cada día tantos cristianos lo han ido rezando.
Quizás, sin saberlo, desde los días de Meribá, todos estamos unidos en una
misma pregunta: “¿El Señor, está o no está con nosotros?”
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