El estudiante como gasto y el estudiante como recurso productivo.

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
1er CONGRESO SOBRE LA INVESTIGACIÓN EN FACULTADES Y ESCUELAS
por Raúl Olmedo Carranza
(Profesor Titular C de TC en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales)
En este ensayo me limitaré a proponer algunas reflexiones en torno a la investigación en
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Estado actual de las ciencias políticas y sociales.
Después del derrumbe del modelo socialista en varios países, particularmente la Unión
Soviética, y del triunfo del modelo neoliberal en el mundo, las ciencias políticas y sociales,
incluyendo la ciencia económica, han sufrido un verdadero “salto hacia atrás”. La cultura
acumulada durante siglos fue literalmente barrida por la ideología neoliberal, apoyada por
el auge de los medios de comunicación de masas. Por otro lado, los valores
predominantes de la rentabilidad y del utilitarismo, ligadas a nuevas formas de
tecnocracia, han desplazado a la reflexión política y social. Los recursos destinados a las
humanidades en general han disminuido.
En estas condiciones, es necesario impulsar la investigación en humanidades y, en
nuestro caso, en las ciencias políticas y sociales, imaginando y estableciendo modos de
producción del conocimiento innovadores, entendiendo que vivimos en un periodo
histórico caracterizado por la crisis económica permanente y por la disminución progresiva
de las finanzas públicas y, en consecuencia, del financiamiento público a la investigación.
El estudiante como gasto y el estudiante como recurso productivo.
El estudiante situado en un sistema escolar que hace de él un consumidor pasivo es
considerado necesariamente como gasto que tiende a empobrecer los recursos de la
institución escolar: gasta y consume presupuesto en profesores, espacios, etcétera, sin
llegar a producir nada a cambio para la institución durante su estadía escolar.
Pero si el mismo estudiante formara parte de un sistema diseñado para la
producción de conocimientos nuevos se convertiría entonces en un recurso productivo
más, que enriquecería a la institución escolar en la medida en que incorporara sus
capacidades, su trabajo y sus habilidades, al proceso de producción de nuevos
conocimientos. Si a esto se le añadiera la disposición del estudiante para coordinar su
trabajo con el trabajo de otros estudiantes interesados en investigar el mismo objeto, es
decir, para establecer un sistema de trabajo cooperativo organizado, entonces los
recursos de la institución se enriquecerían aún más, puesto que la organización colectiva
del trabajo es un dispositivo que amplifica el poder y las capacidades individuales, es
decir, es un recurso productivo extra. Lo mismo podemos decir de los profesores.
Desde esta perspectiva, si la institución escolar limita el ingreso de nuevos
estudiantes se niega a sí misma la posibilidad de enriquecerse. Por el contrario, en la
medida en que admita a más estudiantes y los incorpore en el proceso productivo bajo el
sistema de trabajo colectivo organizado, abre sus posibilidades de enriquecerse.
El sistema de “seminarios de investigación” permanentes.
En consecuencia, el sistema escolar debe crear las condiciones institucionales para que el
estudiante y el profesor desarrollen sus capacidades como productores de conocimientos
dentro de una organización colectiva.
Ahora bien, para que el estudiante y el profesor puedan producir conocimientos
nuevos es necesario que concentren su atención y sus esfuerzos, durante un lapso de
tiempo suficiente, en un objeto de investigación determinado.
Cuando el estudiante y el profesor trabajan de manera continua sobre un objeto de
investigación, que sería el tema de tesis o de su investigación, su actividad intelectual
adquiere un sentido definido. Selecciona sus lecturas e indagaciones en función del nivel
de conocimientos que va alcanzando sobre el tema, procurando siempre superar este
nivel para enriquecer y profundizar ese conocimiento.
De ahí se deriva que la forma institucional más adecuada para que el estudiante y
el profesor puedan desarrollar sus capacidades de productores de conocimientos, a partir
del nivel cada vez superior que alcanza en su saber, es el seminario de investigación
permanente, que es la forma como estudiantes y profesores se reúnen y se organizan en
torno al tema u objeto de investigación de su interés común, con el fin de realizar un largo
y complejo proceso de producción de conocimientos nuevos. En el seminario de
investigación los estudiantes y profesores actúan en función de sus necesidades de
productores y no en función de intereses de consumidores de información sobre temas
diferentes cada tres meses (que es lo que dura el semestre escolar).
La continuidad del trabajo sobre un objeto de investigación determinado asegura al
seminario de investigación una existencia permanente, que es la condición fundamental
para que sus miembros puedan acumular las experiencias, datos, materiales,
bibliografías, informaciones, etcétera, necesarios para que el proceso de producción de
conocimientos culmine en la producción de conocimientos nuevos.
La organización del trabajo y el proceso de investigación.
El seminario es así la unidad de dos elementos: 1) La organización del trabajo colectivo;
2) El proceso de producción de conocimientos. Esta unidad se define como sigue: el
seminario es la organización del trabajo colectivo destinada a la realización de un proceso
de producción de conocimientos nuevos sobre un objeto de investigación determinado y
específico.
Con la organización colectiva se logra, al mismo tiempo, la formación de
investigadores y la formación de personal que sabe dirigir una organización cooperativa
del trabajo para la producción de conocimientos nuevos. Este tipo de formación sólo
puede ser obtenida mediante la práctica.
Aunque los recursos monetarios y materiales son importantes e imprescindibles
para el proceso de producción de conocimientos, constituyen una parte secundaria en
comparación a la capacidad de trabajo, la organización y la determinación del objeto de
investigación.
De esta manera, cuando al estudiante y al profesor ya no se les considera
consumidores de recursos de inversión y de riqueza sino elementos productores que
incrementan los recursos y la riqueza de la institución escolar, ocurre un cambio de
perspectiva: en lugar de que la producción de conocimientos dependa del monto de las
inversiones y de los recursos monetarios de la institución, depende ahora más de la
incorporación del trabajo de los estudiantes y profesores, del trabajo vivo y actuante de
los estudiantes y profesores involucrados en el proceso de producción científica. Es el
trabajo vivo de los estudiantes y profesores productores el factor determinante y decisivo
de la producción científica, mientras que las inversiones y los recursos monetarios son un
factor subordinado y secundario, aunque necesario.
Por el contrario, cuando prevalece la concepción de que el recurso financiero, es
decir, el trabajo inerte acumulado, es el que decide el aumento o la disminución de la
cantidad de estudiantes y profesores y de la producción científica, el propio trabajo
acumulado se convierte en un obstáculo permanente para el desarrollo de la investigación
y de la formación de recursos humanos. Se establece así un círculo vicioso propio de los
países dependientes, que bloquea el desarrollo científico: la escasez de recursos
monetarios (trabajo inerte acumulado) limita la formación de recursos humanos (trabajo
vivo), lo cual limita, a su vez, la acumulación de recursos monetarios.
En la medida en que deja de estar dominada por los recursos monetarios, la
producción de conocimientos puede expandirse indefinidamente, pues el trabajo vivo
desarrolla con libertad multitud de iniciativas que se transforman en innovaciones
organizativas y técnicas que perfeccionan y aceleran la producción científica y la
producción de recursos humanos.
En síntesis, esta propuesta para impulsar la investigación en ciencias políticas y
sociales implica un cambio de perspectiva que favorezca el establecimiento de un sistema
escolar que descanse, más que en la acumulación previa de recursos (trabajo inerte
acumulado), en el trabajo vivo que desarrolle sus propias modalidades de organización
colectiva (Olmedo, Raúl: La Universidad en la era de la globalización neoliberal, Ed.
Comuna, México, 2001).
El concepto de “comunidad de práctica”.
La idea de los “seminarios permanentes” ha sido ampliada, a finales de la década de 1980
y principios de la década de 1990, al concepto de “comunidades de práctica”,
revolucionando así los modos de enseñanza-aprendizaje y los modos de producción de
conocimientos. El aporte más importante fue el de Jean Lave y Etienne Wenger (Lave, J.
& Wenger, E.: Situated Learning: Legitimate peripheral participation. NY, Cambridge
University Press, 1991. Wenger, E.: Communities of Practice: Learning, Meaning and
Identity, NY, Cambridge University Press, 1998. Wenger, E.: Communities of Practice and
Social Learning Systems, California, SAGE, 2000).
El concepto de “comunidad de práctica” supone que el aprendizaje es social y
proviene principalmente de la experiencia de participar y de actuar en la vida diaria,
revalorando los aspectos ambientales y sociales en los que se desarrolla la comunidad de
conocimiento. El sistema escolar ha sobrevalorado el aprendizaje individual, así como ha
establecido la idea de que el aprendizaje es sólo una etapa de la vida, que el aprendizaje
tiene un principio y un fin, que está separado de otras actividades y que es el resultado de
la simple enseñanza.
Una comunidad de práctica es un conjunto de relaciones entre personas que
desarrollan un tipo de actividad a partir de la cual se conectan con el mundo, comparten
información, ideas, experiencias y herramientas, en un área de interés común. En este
tipo de comunidad, una persona se incorpora para aprender de los miembros veteranos,
participando en determinadas actividades relacionadas con la práctica de la comunidad.
Las personas van pasando, progresivamente, de una participación periférica a la plena
integración. La comunidad de práctica es una condición intrínseca para la existencia de
conocimiento, donde el aprendizaje acontece puesto que se supera la mera réplica. Los
miembros están involucrados en un repertorio de relaciones a lo largo del tiempo.
El hecho de que estén organizadas sobre alguna particular área de conocimiento o
actividad, da a sus miembros una sensación de empresa común y de identidad. Para que
una comunidad de práctica funcione, hace falta que comparta un repertorio de ideas, de
objetivos, metas, y memorias o historias. Las comunidades de práctica pueden ser vistas
como sistemas autoorganizados que tienen muchos de los beneficios de la vida
asociativa, como la generación de capital social, en este caso basado en el conocimiento
compartido. Además, el concepto de comunidad es reconocido como una manera de
desarrollar y mantener la memoria organizacional de largo plazo. El aprendizaje se mide,
tradicionalmente, sobre la presunción de que es una posesión que las personas pueden
encontrar dentro de sus cabezas. Pero con este nuevo enfoque, el aprendizaje está en las
relaciones entre las personas (Falivene, Graciela Mónica: ponencia presentada en el VIII
Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración
Pública, Panamá, 28-31 Oct. 2003).
Organizar el trabajo de investigación de la FCPS en base a “comunidades de
práctica”.
Si los estudiantes y profesores, tanto del posgrado como de la licenciatura, que están
realizando su investigación de tesis o simplemente su investigación se organizan en
“comunidades de práctica”, en función de un área temática, la investigación experimentará
un poderoso impulso. Los estudiantes de licenciatura aprenderán de los estudiantes de
posgrado y de los profesores, pero también éstos aprenderán de aquellos. El recurso
humano es el más valioso y a veces el más costoso. Autoorganizándose, el recurso
humano se convierte en capital social. Cada “comunidad de práctica” puede, a su vez,
establecer relaciones con otras “comunidades de práctica”. Asimismo, cada “comunidad
de práctica” podrá establecer relaciones con ámbitos exteriores a la Universidad, por
ejemplo, con municipios o con empresas, para ofrecer sus servicios y obtener recursos
que enriquezcan las posibilidades de la investigación. FIN.
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