Historia social de America Latina

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Monografía de Historia Social
de América Latina del Siglo XX
Tema: Autoritarismo Político
en Sectores Populares
Lo popular y lo autoritario.
Lo popular ha sido definido desde muchas perspectivas. Lo popular corresponde objetivamente siempre a una
fracción de la población que se encuentra con menos ventajas de acceso a lo económico y a lo social. Además,
comprendemos lo popular, como el carácter que presentan las actividades culturales realizadas en esta
fracción de la población, que son mayoritariamente en número en América Latina,. Justamente por este
carácter mayoritario es que lo popular también lo asociamos a las masas, a las expresiones de esta masa,
incluyendo sus movimientos sociales.
Este sector popular puede ser mirado desde el punto de vista de la satisfacción de necesidades básicas, así
ellos constituyen un grupo social caracterizado por la carencia material e intelectual en su vida cotidiana. Su
caracterización se puede enfatizar al categorizarlos como estrato socieconómico bajo o sector de bajos
ingresos, en la estructura ocupacional, son la clase trabajadora, proletariado o clase obrera; si se les ve como
un sector segregado respecto a la sociedad en general, se tenderá a ocupar el término marginalidad. Esta
última calificación, implica la existencia de una fuerte desintegración social, causante de la inestabilidad
ocupacional y la vulnerabilidad social (expresada en falta de oportunidades laborales, académicas y de
subsistencia digna, entre otros) que presenta el sector popular. También lo popular esta asociado con
determinados tipos de vivienda o núcleos habitacionales, en los cuales las viviendas no cumplen con mínimos
requisitos de espacio, tamaño, material utilizado, equipamiento interno, servicios higiénicos, estética, etc.
Un punto importante del sector popular es que presenta una heterogeneidad considerable en los individuos que
la conforman, por lo que la acepción pueblo es muy ambigüa, y ha sido utilizada para describir una mayoría
de la población de un país, como también ha sido utilizada con intenciones políticas populistas o comunistas,
en ésta última el pueblo figura como un actor social en potencia, es la masa explotada que mediante su
consciencia de clase, actúa para la transformación de su condición, y de la sociedad en general.
La idea de este trabajo, no es sólo caracterizar el sector popular latinoamericano sino que también se desea
desarrollar más la idea de los rasgos autoritarios presentes en este sector en América Latina. Así, creo que el
autoritarismo que presenta el sector popular se debe a que, pese a la heterogeneidad que presenta en su
constitución, este sector posee muchos rasgos en comun, los que describimos anteriormente: bajos, ingresos,
inseguridad ocupacional e instrucción limitada. Estos rasgos comunes, como entre muchos otros, influyen en
que las personas tengan una perspectiva rígida y jerarquizada de la sociedad. Por lo tanto, tenderán a
establecer relaciones con el mundo en que predominen características autoritarias. Con esta idea base, trataré
de desarrollar más la idea de que, efectivamente los sectores populares presenta mayores características
autoritarias, y que esto, muchas veces no sólo comprende sus relaciones personales y familiares, sino que
constituye un importante determinante del comportamiento político que realizan, y a su vez, el tipo de
tendencia política por que se inclinan.
El carácter autoritario en forma general, abarca distintos aspectos de la vida cotidiana del sector popular, al
cual nos acotaremos. La explicación científica del autoritarismo nace del psicoanálisis, efectivamente esta
corriente ha demostrado empíricamente que tanto los impulsos masoquistas como los sádicos o
sadomasoquistas, tienen por finalidad ayudar al individuo a evadirse de la insoportable soledad e impotencia
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que vive continuamente. De lo anterior se deduce que el autoritarismo como fenómeno del comportamiento
social, que lo podemos tratar del punto de vista psicológico como del punto de vista individual: el
autoritarismo como fenómeno psicológico se explica como una tendencia general a colocarse en situación de
dominación o sumisión frente a los otros como consecuencia de una básica inseguridad del yo . Desde la
perspectiva individual, los autoritarios son personas que invariablemente se encuentran dispuestos a coincidir
con las autoridades porque necesitan aprobación para saciar un alivio a su ansiedad personal o la tensión del
sistema. Así, se puede sostener que el individuo autoritario presenta una predisposición defensiva a
conformarse acriticamente a las normas y mandatos del poder ejercido por el sujeto de autoridad. La atracción
por el poder, también es otro rasgo predominante, no sólo por representar un determinado sistema de valores,
sino simplemente por representar o ser una fuente de poder ya sea este último, un individuo, una grupo social,
una institución u organización. Si, alguno de estos organismos no representa poder, automáticamente será
objeto de desprecio por las personas con predisposición autoritaria.
Estas personas, al sentirse parte del poder que genera esta entidad determinada, participa de su fuerza y gloria,
ganando la seguridad que no tenía y el orgullo de participar en alguna medida de su poder. Así, notamos que
los autoritarios estan frecuentemente determinados por sus impulsos emocionales, presentan ante la vida una
actitud de sometimiento frente al destino, limitando así, su cuota de libertad, al estar continuamente sometidos
a un poder superior u externo.
El autoritarismo político frecuentemente asociado al sector popular, tiene justificación en la medida que se
relacione con el entorno y las condiciones de vida características de los estratos bajos. Un individuo, que
desde pequeño se halla expuesto al castigo, a una atmósfera de tensión, que busca gratificaciones inmediatas
en lugar de emprender actividades que reporten recompensas a largo plazo necesariamente va a generar
ciertos comportamientos sociales, incluido el político.
Autoritarismo Político en los Sectores Populares.
La política es encarada por los sectores populares bajo un enfoque rígido e intolerante. Debido a su visión
estructurada y jerarquizada que poseen del mundo, enfrentan la política como blanco o negro, bueno o malo.
Esta visión es alimentada con la poca instrucción, la baja participación en organizaciones políticas o
voluntarias de cualquier tipo, poca lectura, ocupaciones aisladas, influencia de los medios de comunicación de
masas, inseguridad económica y laboral, además de normas familiares autoritarias y con alta prescencia de
rasgos tradicionales.
Las distintas formas de vida que condicionan al sector popular facilitarán la preferencia de ellos por
movimientos extremistas que sugieran una solución fácil y rápida a sus problemas sociales, por lo tanto, las
propuestas moderadas o democráticas tienden a ser poco atractivas. Esta es una idea, que debe ser respaldada
por condiciones históricas, junto a que tipo de organizaciones democráticas se están postulando y cuál es el
nivel de confianza del sector popular en ellas. Se ha escrito mucho que los sectores populares favorecen
tendencias políticas que apoyen un estatismo de bienestar en cuestiones económicas, pero cuando se trata de
cuestiones sociales, o de libertades civiles, el sector popular tiende a ser más intolerante e intransigente.
Seymour Lipset señala que se observan algunas conductas recurrentes en los sectores populares, como por
ejemplo confiar menos en la democracia como sistema político que las clases medias o altas. Esta
desconfianza en la democracia, puede deberse a la aceptación de las normas de la democracia exige un alto
grado de educación y seguridad del Yo. Si un individuo posee educación limitada y un alto grado de
inestabilidad, es probable que tenga un punto de vista simplista de la política y que, por ejemplo, no llegue a
comprender las bases que fundan el concepto de tolerancia, lo que le impide entender a otro individuo que no
comparte su misma opinión pero es igualmente válida según los cánones democráticos. Por otra parte, se ha
dicho que los sectores populares, poseen menos acceso a la información por lo que no poseen una visión ni
menos una opinión elaborada de lo que la política o quienes están en el poder. Este desinterés es producido
por la falta de participación en e organizaciones formales e informales, que involucra una abstención electoral
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que es alimentada por esta misma falta de información de la política. La intolerancia que se produce en este
cuadro es mayor en los sectores populares.
Autoritarismo Político de los Sectores Populares en América Latina.
El autoritarismo político que presentan los sectores populares latinoamericanos, es un rasgo que se presenta
desde toda la historia del continente. Y la primera forma de autoritarismo se expresa en la estructura social
hacendal implantada durante el siglo XVIII. Incluso según J.M. Echavarría, toda la estructura económica
social y política de América latina es en buena parte la historia de la consolidación y transformaciones de esa
unidad económico social (hacienda). Algunos de los rasgos sociológicos que presenta la hacienda según este
mismo autor incluye: el haber constituido una dilatada forma de estructura familística y el haber constituido
un modelo circunstancial de la autoridad. Estos dos rasgos que consideramos para tratar el tema de el
autoritarismo, nos ayudan a esclarecer que la hacienda como núcleo social, económico y político, representa
una totalidad social, en el cual, el 1er rasgo se expresa en las relaciones sociales personalizadas, y el segundo,
se expresa muy bien en la autoridad del patrón el dueño del fundo del señor. Así, el hacendado ejerce su
autoridad, siempre opresora y protectora a la vez, es decir autoritaria y paternal. Y esa imagen de las
relaciones de subordinación −protección y obediencia, arbitrariedad y gracias, fidelidad y resentimiento,
violencia y caridad− tiene en sus orígenes muchos rasgos de la lejana dominación monárquica, cuyos
características son mantenidas por mucho tiempo cuando al rey lo sucede el presidente de la república. Así, el
modelo de autoridad creado por la hacienda se extiende y penetra por todas las relaciones de mando y encarna
en el patrón la persistente representación popular.
De esta manera el autoritarismo en América latina se fue conformando y al mismo tiempo arraigando en las
actitudes y comportamientos sociales de la toda la población. El hecho de tener una estructura social
jerarquizada y casi estamental impidió que en América latina se conformara un régimen moderno en stricto
sensu, es decir, en conformarse en una democracia capitalista, cuya base política es la noción de ciudadanía y
de libertades públicas. El antigüo régimen oligárquico, aún presente en ciertos aspectos más tradicionales de
la sociedad, se combinó con las nuevas formas modernas de representación popular, trayendo como
consecuencias, un emergente movimiento social por parte de los sectores populares y obreros. La llegada de
ideologías socialistas y la incipiente implantación de un desarrollo industrial nacional, le dieron ciertas
particularidades a estos movimientos populares, como su carácter nacional. Sin embrago, la democracia que
se estaba comenzando a expander gracias a la ampliación de la participación ciudadana, históricamente
primero con la incorporación de la burguesía a la dominación político y social oligárquica−agraria (y
posteriormente régimen conjunto oligáriquico−burguesa) luego con la incorporación de los sectores obreros
−gracias a la expansión económica y social del Estado−, seguido de la presencia e incorporación formal de los
sectores obreros y, por último una presencia y demanda campesina −producto de la migración campo−ciudad,
y la reforma agraria, respectivamente. De esta forma, se genera para el estado de compromiso −en su versión
como Populismo o como una alianza o Frente Popular (que supliera de cierta manera, la falta de una
hegemonía de clase, perdida por la crisis oligárquica), una crisis que según Weffort, le es inherente.
La incorporación de los sectores populares, obrero y campesino, a la vida política y social estuvo marcada
desde un principio por la manipulación que representaba el control de las masas −potencialmente políticas−
que significaban. Un caso ejemplificador es la existencia del caudillo, como personaje típico del siglo XX, y
que representa en sí, un poder personal, un carisma y un dominio, que irradia seguridad y control a la masa
popular. La significación que tiene el caudillismo en la formación de la nación política (s. XIX) y de la
presencia de dictaduras militares en el siglo XX es importante para comprender la persistencia de un modelo
de autoridad arraigada tradicionalmente en el subconsciente colectivo de la masa popular que sólo aspira a un
bienestar material y a una tranquilidad, sin embrago, es necesario aproximarse más a investigar los intereses
del sector popular −en su heterogeneidad− para saber qué tipo de autoridad buscan o desean imponer.
Otro fenómeno que es importante destacar es las imágenes de autoridad impuestas durante el populismo o
estos régimenes de frentes populares, las cuales poseen los rasgos autoritarios−carismáticos−paternales que
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ya nombramos anteriormente. Estos rasgos producen una idealización por parte de las personas −muchas
veces no sólo de l sector popular− de la persona que esta en el poder en el sentido de otorgarle cierta
omnipotencia o de pensar de que hará todo lo que promete, confiando casi ciegamente en su voto al apoyarlo.
Creo que este es un comportamiento político latinoamericano muy particular: el hecho de sobredimensionar al
presidente o a cualquier autoridad, es una falta de objetividad de los aconteciemientos reales, y una ignorancia
sobre la realidad concreta que ocurre y sus posibilidades de futuro, es una falta de cálculo, y por lo tanto, el
hecho de exagerar las potencialidades reales de la autoridad, de creer que con un telefonazo se arreglan las
cosas , es un rasgo muy poco moderno y poco racional por parte de la sociedad latinoamericana en general.
Quizás en estos momentos, con el sistema económico neoliberal imperante se este dando y expandiendo esa
racionalidad moderna, sin embargo, a nivel social y de relaciones personales y sociales, muchos de los rasgos
tradicionales, emocionales, leales se expresan cotidianamente, incluyendo en los círculos de poder −y por que
no también en el radio que abarca la empresa estatal y privada − la existencia del cuoteo político es algo muy
cotidiano.
Refiriéndonos al tema de las ideologías autoritarias, Germani señala que en las sociedades es posible la
existencia de un autoritarismo tradicional, que correspondería a las formas en que se exacerba las
particularidades nacionales (y dentro de éstas, las locales o regionales, y el folklorismo) y las formas en que se
idealiza la sociedad tradicional preindustrial, con su afirmación de la estabilidad, la autoridad y la sumisión
del individuo. Así, cada sociedad posee antiguas pautas culturales autoritarias, las cuales, muchas de ellas,
persisten en el nuevo orden moderno. Es aquí donde pueden combinarse las tendencias autoritarias que surgen
en una sociedad de masas, las actitudes y motivaciones de las élites de poder, y la predisposición, de origen
tradicional, existente en las clases populares hacia formas autoritarias. El autoritarismo que podríamos llamar
tradicional se fusiona aquí con el autoritarismo ideológico; y si el primero se halla en estado pasivo o latente
−debido a los cambios sociales− el segundo puede reactivarlo y fundar sobre ese terreno movimientos que
tiendan a implantar formas no democráticas. De una manera del todo análoga el etnocentrismo de toda
sociedad tradicional llega a fusionarse con el nacionalismo ideológico.
De esta manera, el mismo autor nos plantea: las clases populares de una país −o ciertos subgrupos de las
mismas dentro de un mismo país −estarán tanto más expuestas a apoyar movimientos de orientación
autoritaria (de izquierda o derecha), cuanto más tardía haya sido su integración política y cuanto más
traumático haya resultado el tránsito de la sociedad preindustrial a la industrial y el procesos de
democratización fundamental. En este sentido, los cambios sociales bruscos la inestabilidad, la anomia
producida, condicionarán un escenario social en que los sectores populares, económicamente y socialmente
más afectados, tenderán a demostrar sus inclinaciones autoritarias, y a expresarlas concretamente en el voto
electoral por partidos más extremistas, los cuales prometen una futura estabilidad para ellos, no sólo en el
aspecto social, sino que en el aspecto económico de los cuales son más víctimas.
Tras la crisis del estado de compromiso, se implantó el régimen llamado Burocrático Autoritario (BA). Los
sectores populares y sus aliados fueron, segun O'Donnell, víctimas de una gran derrota. Este mismo autor
señala: el Estado B. A (Burocrático Autoritario) es un régimen el cual entraña un drástico encogimiento de la
nación, la supresión de la ciudadanía y la prohibición de invocar al pueblo y clase como contenidos de
demandas de justicia sustantiva. El sustrato de esto es la derrota popular, la reacción de la amenaza que su
activación política entrañó para la continuidad de parámetros básicos de la sociedad, en tanto capitalista, y una
vez implanta el BA, la imposición de un particular orden basado en la exclusión política y económica del
sector popular.
Siguiendo con esta misma idea, notamos una cierta regularidad de este escenario de estados BA en
Sudamérica. Y es también una regularidad el hecho de que el sector popular en cada uno de estos sistemas BA
implantados, a medida del tiempo, en los 70's, 80's y 90's, se ha fraccionado, despolitizado y desintegrado
como comunidad y como grupo social. De esta forma, el autoritarismo cultural e ideológico, seguiendo a
Germani, se expresarían juntos en estos sistemas BA vividos casi en la mayor parte del continente. En él se
observan muchas de las características autoritarias de viejos caudillos, y de formas autoritarias militares cerca
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−muy cerca− de la vida política nacional. Es evidente que la reacción del sector popular más politizado, fue la
gran víctima descrita por O'Donnnell, sin embargo, es innegable el hecho de que existió una grupo de la
población, de las distintas capas, y en especial del sector popular −por ser mayores en números− que este
cambio autoritario no fue totalmente rechazado, ya que en el régimen político anterior tampoco se vieron
incluidos y beneficiados. De hecho al final de estos gobiernos BA, en especial en el ejemplo chileno, se notan
aun las divisiones entre los pro− y contra gobiernos autoritarios (plebiscitos), en la que una no despreciable
suma de gente esta aun a favor del régimen. Obviamente la coacción de estos regímenes les permite
extorsionar mejor a la población popular para ganar adeptos.
M° Eugenia Hernández, tesis : Autoritarismo Político en los Sectores Populares (tutores: Rodrigo
Baño−Angel Flishfich). FLACSO 1989. Pág. 20 .
Idem. Pág.29
T. Adorno,La Personalidad Autoritaria. Bs As. Ed. Proyección, 1965
Maria Eugenia Hernández, Op. Cit. Pág.38
José Medina Echavarría, Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo económico Solar−Hachette.
Pág..34
Enzo Faletto, La dependencia y lo nacional−popular, Nueva Sociedad. Pág. 44
Gino Germani, Política y Sociedad en una época de transición, Ed. Paidós. Bs.As. 1971, Pág.188
Guillermo O'Donnell, Contrapuntos: Ensayos sobre Autoritarismo y Democracia, Ed Paidós, Bs. As.
Pág 77
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