Belluscio Clau actualiz cuota

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Actualización de la cuota alimentaria
artículo publicado en http://www.garciaalonso.com.ar/doc-5-actualizacion-de-la-cuotaalimentaria.html
Autor: Claudio A. Belluscio
1. La obligación alimentaria resulta ser una deuda de valor
A fin de adentrarnos en el tema y para una mejor comprensión de lo que se
expresará más adelante, aclaramos que cuando hablamos de la obligación
alimentaria, nos referimos —sin lugar a dudas— a una deuda de valor.
a) Obligaciones de dinero y de valor
Las obligaciones de dar sumas de dinero se dividen en obligaciones de dinero y
obligaciones de valor[1].
Si bien, en ambos casos, la obligación se traduce en la práctica en la entrega de una
suma de dinero, su función es totalmente diferente según se trate de una obligación
de dinero o de valor[2].
La obligación de dinero es aquella que desde su origen tiene por objeto una suma
de dinero, es decir, aquella en la cual se debe un "quantum" (una cantidad
determinada de moneda).
En cambio, la obligación de valor es aquella en la que se debe un "quid"[3] y el
dinero sólo es un medio para hacer efectivo lo debido.
En las deudas de valor, no hay una obligación de dar una suma de dinero, sino una
obligación de dar un valor, que se paga en dinero porque éste es el instrumento de
pago legal[4].
Por ello, el deudor debe procurar al acreedor el valor económico de un bien con
independencia de la suma monetaria que sea necesaria para ello[5].
La diferencia entre deuda de valor y de dinero es ontológica y no funcional.
En ese sentido, se ha concluido, que: "La distinción entre deudas de dinero y de
valor existe desde el punto de vista ontológico, porque hay una sustancial diferencia
entre deber un quantum (deudas de dinero) y un quid (deudas de valor), incidiendo
en estas últimas la depreciación monetaria"[6].
b) La obligación alimentaria es una deuda de valor
Resulta indudable que la obligación alimentaria configura una deuda de valor, a
tenor de lo establecido en el art. 372 Cód. Civ.: la prestación de alimentos
comprende lo necesario para la subsistencia, habitación y vestuario del que la
recibe, sin que se mencione en dicho artículo deuda dineraria alguna.
Es decir que, según lo preceptuado por esa norma legal, la finalidad y el origen de
la prestación alimentaria es la satisfacción de las necesidades del alimentado y no la
entrega de una suma en dinero, no obstante que esto último es lo que en general se
hace por una cuestión práctica.
El carácter de deuda de valor de la obligación alimentaria, ha sido reconocido en
forma unánime por la doctrina que se ha ocupado del tema[7].
También los fallos judiciales que se han pronunciado al respecto, la han
considerado como deuda de valor[8], al entender que su única finalidad es la de
satisfacer las necesidades vitales del alimentado (art. 372 Cód. Civ.)[9].
2. Actualización de los alimentos
La actualización es un medio para mantener incólume, durante el tiempo que dura
la obligación, el valor de la cuota alimentaria oportunamente fijada.
Este mecanismo tiene por finalidad que la cuota de alimentos mantenga el mismo
valor —en términos de poder adquisitivo— durante el lapso en que se prolonga la
obligación y hasta su extinción[10].
La actualización de esta cuota, es un mecanismo que no sólo se implementó en
nuestro país, sino que es de aplicación en otros.
a) La actualización, con anterioridad a la ley 23.928.
Con anterioridad a la ley 23.928, la jurisprudencia reconocía la posibilidad de
actualizar la cuota alimentaria a raíz de los diversos procesos inflacionarios por los
cuales transitó nuestro país[11].
Los jueces, para evitar el dispendio de actividad jurisdiccional[12] que ocasionaban
los constantes pedidos de aumentos debidos al proceso inflacionario, comenzaron a
establecer la actualización de manera automática de los importes fijados[13].
La actualización automática del importe de la cuota alimentaria, evitaba a las partes
el dispendio de una larga y costosa actividad procesal que tiene como consecuencia
para el demandado abonar las costas en caso de que el incidente de aumento fuese
admitido, y para el alimentado el verse obligado a esperar —quizás durante un
lapso bastante prolongado— la fijación de un nuevo importe de la cuota[14], el cual
si la inflación mensual es importante, al momento de ser establecido ya se
encontraría desactualizado, por lo cual se debería interponer un nuevo incidente de
aumento[15].
Debido al proceso inflacionario, era frecuente que en los convenios celebrados
entre las partes por sumas fijas se incluyeran cláusulas de actualización, que
remitían al índice de aumento de costo de vida que suministraba el Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos (I.N.D.E.C.).
Por lo general, los jueces también aplicaban como pauta de actualización de la
cuota el índice de precios al consumidor que emanaba del I.N.D.E.C.[16], aunque
podían elegir otra pauta que mantuviera el valor de la cuota (v. gr., índice de
precios mayoristas[17]).
Resulta evidente que, con la actualización del importe de la cuota alimentaria, ésta
quedaba a resguardo del deterioro de su valor producido por la inflación[18] y, por
otra parte, no se debía recurrir en forma permanente a incidentes de aumento de
dicha cuota[19] ante el incremento de los precios de los bienes y servicios que
requería el alimentado.
Dado que la prestación alimentaria es una deuda de valor, debe mantener ese valor
a través del tiempo por el cual se prolonga la obligación.
Por ello, la actualización del importe de la cuota alimentaria era un mecanismo
acertado, para que el aumento en el costo de vida no se tradujera en la
imposibilidad de cubrir con el monto primigenio de la cuota las necesidades del
beneficiario.
Desde el punto de vista jurisprudencial se estableció[20] que, “el reajuste
automático de la cuota alimentaria no conspira contra la naturaleza de ella, sino que
por el contrario, se compadece plenamente con dicha naturaleza”.
Sin embargo, la actualización regía desde la sentencia que la había dispuesto[21],
es decir que no era retroactiva.
Por su parte, la doctrina se manifestaba a favor de que la cuota debida al alimentado
se actualizara.
b) La actualización, a partir de la sanción de la ley 23.928.
La ley 23.928 —más conocida como Ley de Convertibilidad— sancionada el
27/3/91, estableció en sus arts. 7° y 10° la prohibición de la indexación o
actualización de las deudas dinerarias por la variación de los precios.
El art. 7° de dicha ley disponía que el deudor de una obligación de dar una suma
determinada de australes cumplía con su obligación dando al día de su vencimiento
la cantidad nominalmente expresada. Agregaba que, quedaban derogadas las
disposiciones legales o reglamentarias y que serían inaplicables las disposiciones
contractuales o convencionales que contravinieran lo dispuesto.
Por su parte, el art. 10° de la misma ley expresaba: “Deróganse con efecto a partir
del 1° de abril de 1991, todas las normas legales o reglamentarias que establecen o
autoricen la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o
cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas
de los bienes o servicios. Esta derogación se aplicará aún a los efectos de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse, ni esgrimirse
ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional —inclusive
convenios colectivos de trabajo— de fecha anterior, como causa de ajuste en las
sumas de australes que corresponda pagar sino hasta el 1° de abril de 1991 en que
entra en vigencia la convertibilidad del austral”.
A partir de la entrada en vigencia de esta ley, surgió en la jurisprudencia y en la
doctrina, la discusión sobre si dicha prohibición era o no aplicable a las deudas por
alimentos.
Una parte de la doctrina[22] opinaba que el sistema de actualización de la cuota
alimentaria resultaba sustancialmente modificado por la ley 23.928, ya que ésta
derogaba toda disposición legal o contractual que estableciera la actualización
monetaria, indexación por precios o repotenciación de deudas, cualquiera sea su
causa, con posterioridad al 01/04/91.
En el mismo sentido, se señalaba[23] que a partir de la ley 23.928 no se podían
establecer pautas de actualización o indexación —ya fueran convenidas por las
partes o fijadas por el juez— en materia de alimentos.
En cambio, otra prestigiosa doctrina[24] expresaba que aunque la ley 23.928 había
declarado improcedente la actualización de la cuota en función de los índices que
reflejen la depreciación monetaria, ello no constituía un impedimento para que las
partes —con posterioridad a la entrada en vigencia de dicha ley— hubiesen
acordado ese mecanismo —u otro similar— para mantener inalterable el valor de la
pensión.
Esta misma postura doctrinaria[25], señalaba que más allá de lo establecido por la
ley 23.928, negar la actualización de la cuota de alimentos conforme al mayor costo
de vida, importaba tanto como disminuir las pensiones de alimentos.
Hemos dicho —acompañando el criterio de la doctrina y la jurisprudencia
mayoritaria— que la obligación alimentaria es de valor —pues consiste en
satisfacer las necesidades del alimentado—.
Siendo la obligación alimentaria una deuda de valor, respecto de la aplicación de la
ley 23.928 a las deudas de valor, se había manifestado[26] que las deudas de valor
no se encontraban alcanzadas por la ley 23.928, pues:
1°) Esa ley, se refiere exclusivamente a las obligaciones consistentes en dar una
suma determinada de dinero (más precisamente de australes, conforme a su art. 7°)
y, por ello, sólo abarca a las obligaciones de dinero.
2°) Aceptada la existencia de una categoría autónoma de deudas de valor, ninguna
duda cabe de que dichas obligaciones no se encontraban alcanzadas por la ley
23.928, dado que el art. 7° de esa ley se refería “a las obligaciones de dar una suma
determinada de australes”.
3°) La ley 23.928 omite toda referencia a las deudas de valor y tratándose de una
prohibición el criterio debe ser restrictivo.
4°) La aplicación de la prohibición de indexar resultaría notoriamente injusta en el
caso de las deudas por alimentos.
5°) Si la Ley de Convertibilidad se refería sólo a las deudas de dinero, no se
deberían aplicar sus efectos a los alimentos, que han sido considerados por la
doctrina como una deuda de valor.
Sentado que la obligación alimentaria es de valor, a nuestro criterio, por más que la
prestación alimentaria se traduzca en el momento de su pago —por una cuestión
práctica— en una suma dineraria, no por ello pierde su naturaleza de deuda de valor
cuya finalidad es cubrir las necesidades del alimentado —conforme a los ingresos o
recursos que posea el alimentante— y, por ende, puede variar de acuerdo a las
modificaciones que se produzcan en el costo de vida.
Por ello, en la medida que el importe requerido para satisfacer las necesidades del
beneficiario aumente a causa del proceso inflacionario, se debería ajustar la cuota
dineraria, pues de lo contrario no se cubrirán las necesidades del alimentado con la
suma fijada en concepto de alimentos[27].
De lo expresado se concluye que, siendo la obligación alimentaria una deuda de
valor desde el punto de vista de su naturaleza, a nuestro criterio, no se encontraba
alcanzada por la ley 23.928, pues ésta sólo contemplaba a las deudas dinerarias.
En ese mismo sentido, Ventura y Stilerman[28] expresan que siendo la obligación
alimentaria una deuda de valor resulta procedente fijar junto con la suma de dinero
que integra la cuota de alimentos, la forma de actualización de ésta conforme al
ritmo inflacionario.
Desde el punto de vista de la jurisprudencia, con posterioridad a la entrada en
vigencia de la ley 23.928, algunos fallos de la alzada[29] no aplicaron la
prohibición establecida en dicha ley respecto de la obligación alimentaria, mientras
que otras sentencias provenientes de la misma instancia hicieron aplicación de
ella[30], lo que derivó en la convocatoria de un plenario para unificar el criterio de
las distintas Salas de la CNCiv.
c) Lo que determinó al respecto, el fallo plenario de la CNCiv. del 28/2/95.
Como hemos señalado más arriba, el hecho de que las distintas Salas de la CNCiv.
hayan tenido posiciones opuestas respecto de aplicar a las cuotas alimentarias la
prohibición establecida en la ley 23.928, hizo necesaria la convocatoria a un
plenario[31] con la finalidad de unificar el criterio de aquellas.
La postura mayoritaria del plenario interpretó que era de aplicación a las cuotas
alimentarias lo establecido en los arts. 7° y 10° de la ley 23.928, es decir que, a
partir del 1/4/91 no eran admisibles los mecanismos de actualización automática a
dichas cuotas, en virtud de los índices que reflejen la depreciación monetaria
causada por el proceso inflacionario.
Por el contrario, la minoría fundó su posición para rechazar la prohibición de
actualizar o indexar la cuota de alimentos, en:
1°) La variabilidad de la prestación alimentaria, tomando en cuenta para ello las
modificaciones producidas tanto en la situación del alimentado como del
alimentante.
2°) En el hecho de que el art. 4° del decreto reglamentario 529/91 contemplaba
como excepción las obligaciones derivadas de la prestación alimentaria.
La postura mayoritaria del plenario, ha sido seguida por fallos posteriores[32].
Si bien la postura mayoritaria del plenario estableció la prohibición de la
actualización automática de la cuota de alimentos, a su vez permitió que los
mayores costos en los gastos del alimentado —a causa de la inflación— sean
reclamados a través del incidente de aumento del art. 650 del CPCCN.
d) Posición que adoptó la CSJN.
Con anterioridad al fallo plenario que hemos citado más arriba, la CSJN[33] se
expidió en el mismo sentido que lo hizo con posterioridad la postura mayoritaria de
dicho plenario.
Así, la CSJN estableció que resulta indiferente a los fines de la aplicación de la ley
23.928 que se trate de una deuda de valor o de dinero, ya dicha distinción no
influye para exceptuar a las deudas de valor de la prohibición legal que había sido
establecida.
Para la CSJN, lo decisivo —para adoptar tal criterio— es que la deuda cualquiera
sea su naturaleza —de dinero o de valor—, queda normalmente traducida en una
entrega de dinero y, a partir de ello, rige sin excepción la prohibición establecida en
la ley 23.928.
Por ello, concluye el fallo de la CSJN que la obligación de pagar una suma de
dinero en concepto de alimentos, se encuentra alcanzada por la prohibición
establecida en la ley 23.928.
No estamos de acuerdo con el criterio que había establecido la CSJN, pues aunque
la deuda alimentaria haya sido fijada en la obligación de dar una suma de dinero, no
por ello perderá su carácter de deuda de valor y se transformará en una deuda de
dinero, porque la obligación de prestar alimentos establecida en los diversos
artículos del Cód. Civ. que la contemplan, no hace referencia a deuda dineraria
alguna.
Es que, las deudas nacen con una determinada naturaleza —de valor o de dinero—
y conservan esa misma naturaleza hasta su extinción. Por ello, tratándose de una
deuda de valor, el dinero es sólo un medio para cancelar esa deuda o un mero
mecanismo para liquidar esa deuda de valor, pero el cumplimiento de la obligación
de esa forma no modifica su origen.
Al respecto, señala con acierto Alterini[34]: en las deudas de valor aunque se paga
en dinero, la deuda no es de dinero sino de valor.
Por otra parte, para reafirmar nuestra posición —que acompaña a la opinión de la
importante doctrina citada— consideramos válido recordar en relación con el tema
que estamos tratando, que la obligación alimentaria puede ser satisfecha en especie
o en dinero, dado que su forma de pago es alternativa.
Satisfecha en especie en forma total o parcial, ninguna duda cabe de que pese a la
prohibición que había sido establecida en la ley 23.928 la deuda se actualizaba —
conforme a los mayores precios de los bienes y productos que requiere el
alimentado—de manera automática, sin que fuese necesario que el juez o las partes
establecieran pautas de reajuste de la cuota.
Así, el criterio sustentado por la CSJN y el plenario de la CNCiv. precitado, no
podía ser aplicado cuando la cuota se satisfacía en especie, ya que la actualización
se producía en forma indirecta, lo que no estaba prohibido por la ley 23.928[35].
Ello demuestra la inaplicabilidad de la prohibición de actualizar —que había sido
impuesta por la ley 23.928— a la obligación alimentaria.
e) A partir de la sanción de la ley 25.561.
Según establece el art. 3° de la ley 25.561, se derogan los arts. 1°, 2°, 8°, 9°, 12 y
13 de la ley 23.928.
A su vez el art. 4° de la ley 25.561, modifica el texto de los arts. 3°, 4°, 5°, 6°, 7° y
10º de la ley 23.928.
El texto del art. 4° de la ley 25.561 modifica el art. 7º de la ley 23.928, el cual en su
redacción actual reza:
“El deudor de una obligación de dar una suma de dinero determinada de pesos
cumple con su obligación dando al día de su vencimiento la cantidad nominalmente
expresada. En ningún caso se admitirá actualización monetaria, indexación por
precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa,
haya o no mora del deudor, con las salvedades previstas en la presente ley.
Quedan derogadas las disposiciones legales y reglamentarias y serán inaplicables
las disposiciones contractuales o convencionales que contravinieren lo aquí
dispuesto”.
Asimismo, el art. 4º de la ley 25.561 modifica el art. 10º de la ley 23.928, que ahora
dice:
“Mantiénense derogadas, con efecto a partir del 1° de abril de 1991, todas las
normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la indexación por
precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de
repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o
servicios. Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna
cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional —inclusive convenios
colectivos de trabajo— de fecha anterior, como causa de ajuste en las sumas de
pesos que corresponda pagar”.
Podemos observar del texto de las normas legales transcriptas, que la ley 25.561 —
al igual que su antecesora, la ley 23.928—prohibe toda forma de indexación o
actualización de las deudas.
Sin embargo, las circunstancias económicas que rodearon a estas dos leyes no han
sido las mismas: la prohibición de indexar o actualizar establecida por la ley 23.928
tenía por finalidad que no se continuara produciendo un proceso inflacionario y
para ello fijó la paridad cambiaria uno a uno (U$S 1 = $ 1).
En tanto, la misma prohibición establecida en la ley 25.561 no puede tener ese
objetivo ya que la inflación se produjo con la devaluación de nuestra moneda
respecto del dólar, al derogar la paridad cambiaria esa misma ley.
Ello, hace más incomprensible la prohibición de actualizar las cuotas de alimentos
durante la vigencia de la ley 25.561, que durante la de la ley 23.928.
Asimismo, como enseña quien fuera nuestro maestro en materia de alimentos[36],
el Decreto 214 del 4/2/02 aumenta la confusión: su art. 5º prohibe las cláusulas de
ajuste en las obligaciones de cualquier naturaleza con posterioridad a la sanción de
la ley 25.561, pero su art. 4º permite que a las deudas en dólares se le aplique el
Coeficiente de Actualización de Referencia (C.E.R.), el cual sin lugar a dudas es un
índice de actualización. Es decir que, si la deuda era en dólares se la podía
actualizar, en cambio si era en pesos no, lo cual es un contrasentido.
Se reafirma el contrasentido señalado, con la curiosa excepción a la prohibición de
indexar que resulta del art. 27 del Decreto 905/02, el cual prevé la aplicación del
C.E.R. para las operaciones de crédito celebradas con entidades financieras a partir
de la entrada en vigencia de este Decreto[37].
La Comisión nº 2 de las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebradas en
Rosario en el año 2003, que trató el tema "Obligaciones de dinero y de valor.
Situación actual", llegó a las siguientes conclusiones:
1º) La prohibición de actualización mantenida por la ley 25.561, sólo se refiere a
los medios de ajuste directo, pero no a los mecanismos de ajuste indirectos que
permitan resguardarse de la pérdida de poder adquisitivo de la moneda.
2º) Las deudas de valor no están comprendidas en la prohibición de los mecanismos
de ajuste contemplada en el art. 4º de la ley 25.561.
Compartimos dichas conclusiones y, por lo tanto, remitimos a lo que hemos
expresado más arriba, al analizar la prohibición que fuera establecida por los arts.
7º y 10º de la ley 23.928.
Prestigiosa doctrina establece que, respecto a las deudas por alimentos, la
prohibición de su actualización que determina el art. 4º de la ley 25.561 deviene
inconstitucional.
En ese sentido, se expresó[38] que siendo que el derecho alimentario supone el
derecho a la vida y, por ende, un derecho humano protegido por nuestra
Constitución Nacional, el estado de emergencia no puede afectar ese derecho a la
vida y la subsistencia. Por ello, las leyes que no respeten estos derechos son
inconstitucionales.
f) Actualización de la cuota de alimentos mediante el incidente de aumento:
la única posibilidad que nos permite la legislación vigente para llegar a tal
finalidad.
Al poco tiempo de que entrara en vigencia de la ley 23.928, prestigiosa doctrina[39]
expresó que, conforme la prohibición establecida en esa ley, para compensar el
incremento del mayor precio de los bienes y servicios en relación con el importe de
la cuota debería interponerse el incidente de aumento.
Esta postura es criticada por otra doctrina[40] —del mismo carácter— al entender
que se incurría en una contradicción, pues por un lado se sostenía que la ley 23.928
prohibía todo tipo de indexación o actualización de las deudas, mientras que, por
otro lado, se admitía que por vía del incidente de aumento se podía plantear ese
reajuste.
Más allá de esta discusión doctrinaria, lo cierto es que, si bien en la actualidad rige
la prohibición de implementar mecanismos que actualicen la cuota alimentaria en
forma automática conforme al incremento de los precios, el voto mayoritario del
fallo plenario —aún vigente—de la CNCiv. citado más arriba no impide que, ante
el incremento del costo de vida, el alimentado solicite mediante la vía incidental el
aumento de la cuota ordinaria fijada en su oportunidad[41].
Ello ha sido reconocido expresamente por jurisprudencia[42] posterior al plenario
de la CNCiv. de fecha 28/2/95.
Dado que la única posibilidad actual de compensar el deterioro del importe de la
cuota —producido por la inflación— es mediante el incidente al que habilita el art.
650 del CPCCN, surge la posible confusión entre la actualización de la cuota y el
aumento de la misma.
Es que, si bien por el momento se seguirá compensando el impacto que produce la
inflación sobre el importe de la cuota ordinaria mediante el incidente de aumento,
cabe señalar que la actualización y el aumento han respondido y responden a
circunstancias diferentes.
Así, si no existiese la prohibición de que el juez o las partes puedan fijar pautas de
actualización automática de la cuota, el pedido de aumento de la cuota
correspondería —en la generalidad de los casos— cuando han aumentado las
necesidades del alimentado[43].
Mientras que la actualización, al responder a otra situación —evitar los efectos
negativos que produce la inflación sobre el importe de la cuota—, debería ser
implementada mediante pautas de ajuste automático, tomando como el parámetro
más adecuado el informe oficial que proporciona el I.N.D.E.C. sobre índice de
precios al consumidor —por ser el que refleja mejor el costo de vida[44]—, sin
perjuicio de que las partes puedan convenir otra modalidad para actualizar la cuota.
Al otorgarse al alimentado la posibilidad que actualice la cuota sólo a través del
incidente de aumento, ello no es conteste con las causas que tradicionalmente han
servido de fundamento para la interposición de dicho incidente y, asimismo, este
medio procesal para solicitar la adecuación de la cuota al ritmo inflacionario no
resulta el adecuado por lo señalado en el párrafo que antecede.
Es que, en verdad, la posibilidad de actualizar el importe de la cuota de alimentos
mediante el incidente de aumento no es la solución que correspondería aplicar, pues
no han variado las circunstancias fácticas del alimentante o del alimentado, sino
que lo que se ha producido es un incremento en los precios de los bienes y servicios
que requiere el último.
En ese mismo sentido —durante la vigencia de la ley 23.928— afirmaba autorizada
doctrina[45] que la posibilidad de interponer el aumento de la cuota, en realidad, no
brindaba una solución adecuada al incremento de los gastos del alimentado debido
al incremento del costo de vida.
Asimismo, recientemente se ha dicho[46] que obligar al alimentado a pedir
continuos aumentos del monto de la cuota para actualizar ésta, conspira contra
razones de economía procesal y certeza.
Por lo expresado “ut supra”, esperamos que en un futuro no muy lejano, se permita
—desde los aspectos legal y jurisprudencial— volver a actualizar la cuota de
alimentos mediante el mecanismo que en realidad corresponde.
g) Actualización e intereses aplicables a los alimentos debidos.
Pocos meses después de que fuera sancionada la denominada Ley de
Convertibilidad, el decreto 941/91 determinó —al adicionar como segundo párrafo
del art. 8º del decreto 529/91— que el juez para establecer —en oportunidad de
dictar la sentencia— la tasa de interés a los fines previstos en el art. 622 del Cód.
Civ., debía guiarse por la tasa de interés pasiva promedio que publicaría
mensualmente el Banco Central de la República Argentina.
Durante el lapso en que la ley 23.928 estuvo vigente, prestigiosa doctrina[47]
expresó que, a fin de evitar un perjuicio para el beneficiario de la cuota de
alimentos, se debería fijar judicialmente la tasa de interés que paliara el problema
de la inflación.
Para fundamentar ello, esta misma doctrina había dicho[48], que la utilización de
los intereses como un mecanismo para paliar los efectos de la inflación, fue
aplicada con anterioridad por la jurisprudencia.
En tanto, durante la vigencia de la ley de Convertibilidad, el plenario de la CNCiv.
in re "Vázquez, Claudia A. c/Bilbao, Walter y otros" de fecha 2/8/93[49], estableció
que "en virtud de la aplicación de la ley 23.928 los intereses moratorios deben
liquidarse, en ausencia de convención o de leyes especiales, según la tasa pasiva
promedio que publica mensualmente el BCRA, de acuerdo con lo previsto en el art.
8º del decr. 529/91, modificado por el decr. 941/91".
Sancionada la ley 25.561 que deroga la paridad cambiaria establecida por la ley
23.928, se produce la depreciación de nuestra moneda y un rebrote inflacionario.
Al respecto, y como se ha señalado con acierto[50], durante la vigencia de la ley
23.928 el plan de convertibilidad logró controlar la inflación.
Pero, abandonada la convertibilidad y la paridad cambiaria por la ley 25.561 los
precios de los productos y servicios crecieron y, por lo tanto, los créditos dinerarios
se vieron depreciados por la inflación.
El acreedor se encuentra, entonces, ante el problema de tener que soportar la
inflación y la prohibición de actualizar su crédito.
Se ha dicho[51] que, la aplicación de la tasa de interés para paliar los efectos de la
inflación, configura un ajuste indirecto. Siendo ello así, este mecanismo queda
exceptuado de la prohibición que en la actualidad establece la ley 25.561.
Por ello, y frente a la prohibición de indexar o actualizar las deudas, hay quienes
piensan[52] que la depreciación monetaria puede ser recompuesta mediante la
aplicación de una adecuada tasa de interés.
En ese sentido, una autorizada doctrina[53], si bien en principio expresa que la tasa
de interés no debería la función reparatoria de la depreciación monetaria —pues lo
que corresponde es que se establezcan cláusulas de indexación o la aplicación de
índices de actualización por parte de los jueces—, frente a la prohibición de aplicar
el mecanismo adecuado, la tasa de interés puede cumplir con esa función.
En consecuencia, con posterioridad a la sanción de la ley 25.561 y ante la
prohibición de indexar las deudas, mientras algunos fallos mantuvieron el criterio
establecido en el plenario "Vázquez, Claudia A. c/Bilbao, Walter y otros", varios
fallos comenzaron a aplicar la tasa activa de interés a fin de intentar solucionar el
grave problema que significa para el acreedor tener que soportar la prohibición de
actualizar en medio de un proceso inflacionario, por más leve que éste sea.
En materia de alimentos, la Sala H de la CNCiv.[54], determinó que "en los
créditos por alimentos en mora, a partir del 6/1/02 y hasta el efectivo pago,
corresponde aplicar la tasa activa que fija el Banco Nación para las operaciones de
descuento", pues "una tasa inferior a la de plaza provoca un beneficio para el
deudor moroso […] mientras que una tasa acorde a la del mercado constituye un
estímulo para la rápida conclusión de los litigios"[55].
Destacada doctrina[56] opina que, a raíz de la diferente situación económica —
devaluación e inflación— el plenario citado con anterioridad debería dejarse de
lado, pues dicho fallo fue dictado en el marco concerniente a la Ley de
Convertibilidad. Por lo cual, esta doctrina entiende que, deberá aplicarse la tasa
activa que fija el Banco Nación para las operaciones de préstamo, dado que esa tasa
de interés es la que mejor se adecua a la situación actual, toda vez que está
compuesta por un interés puro que atiende al costo del dinero, más la tasa de
inflación que es la cobertura contra la inflación. A fin de canalizar ello por los
medios correspondientes, concluye proponiendo la convocatoria a un nuevo
plenario que brinde una solución más acorde con los cambios producidos.
Los diferentes criterios impuestos por las Salas de la CNCiv. con posterioridad a la
vigencia de la ley 25.561, en cuanto a la aplicación de la tasa activa o pasiva —
apartándose o no, en consecuencia, de lo establecido en el plenario "Vázquez,
Claudia A. c/Bilbao, Walter y otros"—, llevó a la convocatoria a un nuevo plenario.
Dicho fallo plenario[57] se produjo en fecha 23/3/004, in re "Alaniz, Ramona E. y
otro c. Transportes 123 S.A.C.I. interno 200".
El nuevo plenario determina que a partir de la vigencia de la ley 25.561
corresponde mantener la doctrina establecida en el fallo plenario "Vázquez, Claudia
A. c/Bilbao, Walter y otros s/daños y perjuicios".
Es decir, que se vuelve obligatoria para los tribunales inferiores y para las Salas de
la CNCiv. la aplicación a la mora de la tasa pasiva.
Lo resuelto fue inmediatamente criticado por parte de la doctrina[58], no así por los
tribunales inferiores que siguen respetando el criterio que ratificó el nuevo
plenario[59].
Si bien, este último plenario —que se expide sobre la tasa de interés— puede ser
criticado porque llevará a notorias injusticias —atento a la inflación producida—,
consideramos que desde el punto de vista jurídico no es objetable, pues la
actualización de una obligación no puede ser efectivizada mediante la aplicación de
intereses, ya que dichos institutos responden a finalidades diferentes.
Así, la actualización tendrá por finalidad que el importe de la obligación de tracto
sucesivo —es decir, aquella que se devenga durante el transcurso de un tiempo más
o menos prolongado— mantenga su valor adquisitivo respecto del momento en fue
establecida. En cambio, el interés responde al uso del dinero.
Como lo señala Martorell[60], existen diferencias considerables entre ambos
institutos:
1°) Los intereses se refieren a un lucro, mientras que los índices o pautas
indexatorias buscan mantener un determinado poder adquisitivo.
2°) Las tasas son conocidas al establecerse una relación jurídica y los índices de
actualización no.
3°) Las tasas de interés son discrecionales, mientras que los índices tomados como
pautas de actualización devienen de procedimientos matemáticos y son
determinados por la inflación.
4°) Las tasas pueden ser superiores o inferiores a la inflación, ya que son
independientes de ésta.
También, Casiello[61] diferencia a estos institutos: la actualización tiene por
finalidad rescatar el valor perdido del capital, en tanto que los intereses tienden a
reparar el perjuicio ocasionado al acreedor por la privación del uso de ese capital
durante el lapso que duró la mora del deudor.
En consecuencia, a nuestro criterio, no es la imposición de la tasa de interés —aún
la tasa activa— el mecanismo apto para actualizar la cuota de alimentos, siendo lo
correcto que ésta sea indexada como se hacía antes de la vigencia de las leyes
23.928 y 25.561, es decir mediante la aplicación de pautas que establezcan los
índices de actualización de esa cuota.
Por ello, reiteramos que, en materia de alimentos, aguardamos una nueva
legislación y jurisprudencia plenaria que permita actualizarlos.
Aclaración del autor: El presente trabajo está protegido bajo la Ley de Propiedad
Intelectual N° 11.723. El autor autoriza su uso parcial siempre que se cite la fuente.
-------------------------------------------------------------------------------[Notas]
[1] Scalvini, Elda, Sancho, Ricardo, y Leiva, Claudio: Obligaciones de dinero y de
valor. Actualidad de la distinción, en Libro de Ponencias de las XIX Jornadas
Nacionales de Derecho Civil, Ed. Rubinzal-Culzoni/El Derecho, Rosario, 2003, t..
I, p. p. 382 y 384.
[2] Casiello, Juan J.: La deuda de valor, LL, 104-959.
[3] Alterini, Atilio A.: Las deudas de valor no están alcanzadas por la ley 23.928 de
convertibilidad del austral, LL, 1991-B-1048; Casiello, Juan J.: ¿El fin de la
indexación?, LL, 1991-B-1046.
[4] Scalvini, Elda , Sancho, Ricardo, y Leiva, Claudio: Obligaciones…cit., p. 387.
[5] Cornet, Manuel: Obligaciones de dinero y de valor. Situación actual, en Libro
de Ponencias de las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Ed. RubinzalCulzoni/El Derecho, Rosario, 2003, t. I, p. 365.
[6] XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Rosario, 2003, Comisión Nº 2:
"Obligaciones de dinero y de valor. Situación actual", Despacho Nº 1, el cual fuera
votado favorablemente por los Dres. Ghersi, Ameal, Wajntraub, Gesualdi, Besalu,
Parkinson, Gurfinkel de Wendy, Martines Cuerda, Rodriguez Blanco, Angelini,
Compiani, Boni, Lieber, Berrino, Wayar, Magri, Talco, Rinesi, Abdala y Flash. En
el mismo sentido: Scalvini, Elda - Sancho, Ricardo - Leiva, Claudio, cit., p. 385.
[7] Córdoba, Marcos M.: La ley 23.928 y la inalterabilidad de la equivalencia en la
prestación alimentaria, LL, 1991-C-997; Minyersky, Nelly, y Lambois, Susana: Los
alimentos en la emergencia económica actual, en Derecho de Familia. Revista
Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, nº 22, Ed. LexisNexis/AbeledoPerrot, Buenos Aires, 2002, p. 55; Casiello, Juan J., y Méndez Sierra, Eduardo C.:
Deudas de dinero y deudas de valor. Situación actual, LL, del 28/08/03, p. 1;
Bossert, Gustavo A.: Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, Buenos Aires,
2000, p. 359; López del Carril, Julio J.: Derecho y obligación alimentaria, AbeledoPerrot, Buenos Aires, 1981, pp. 57-58; Novellino, Norberto, J.: Los alimentos y su
cobro judicial, Nova Tesis, Rosario, 2002, p. 487; Dutto, Ricardo J.: Juicio por
incumplimiento alimentario y sus incidentes, ed. renov., act. y ampl., Juris, Rosario,
2003, p. 329; Ventura, Adrián R., y Stilerman, Marta N.: Alimentos, Librería El
Foro, Buenos Aires, 1992, p. 25; Tejerina, Wenceslao, y Loustaunau, Roberto J.:
Obligaciones de dinero y de valor. Situación actual, en Libro de ponencias de las
XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Ed. Rubinzal-Culzoni/El Derecho, t. I,
p. 397.; Muller, Enrique, C. - Dellamónica, Roberto H.: cit., p. 380; Tolosa, Pamela
C.: Obligación de valor: carácter funcional de la categoría. Evolución y situación
actual, en Libro de Ponencias de las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
Ed. Rubinzal-Culzoni/El Derecho, Rosario, 2003, T. I, p. 409.
[8] CNCiv., Sala F, 1/6/76, ED, 74-595, sum. 56; ídem, Sala D, 31/7/84, ED, 117271, sum. 1; ídem, íd., 23/10/81, Rep. ED, 17-100, sum. 1; ídem, Sala G, 5/11/81,
Rep. ED, 17-128, sum. 341; CCiv. y Com. Azul, 2705/93, DJ, 1994-1-168.
[9] CNCiv., Sala F, 19/11/82, LL, 1983-B-644 y Rep LL, 1983-146, sum. 1; ídem.,
Sala C (Del voto en disidencia del Dr. Durañona y Vedia), 26/10/79, JA, 1980-III675 y Rep. JA, 1980-61, sum. 2.
[10] Fanzolato, Eduardo I.: Alimentos y reparaciones en la separación personal y en
el divorcio, reimp., Depalma, Buenos Aires, 1993, p. 64.
[11] CNCiv., Sala D, 3/11/82, ED, 117-293, sum. 230.
[12] CApel. CC Dolores, 17/4/79, Rep. LL, 1981-195, sum. 157.
[13] CNCiv., Sala E, 5/8/88, ED, 132-154; CApel. Concepción del Uruguay, Sala
Civ. y Com., 8/7/80, Rep. LL, 1983-159, sum. 122.
[14] CNCiv., Sala E, 5/8/88, ED, 132-154.
[15] CNCiv., Sala A, 8/6/84, LL, 1984-C-640 (caso 5.274) y Rep. LL, 1984-158,
sum. 219.
[16] CNCiv., Sala F, 12/8/85, LL, 1986-C-190 y Rep. LL, 1986-121, sum. 66;
ídem, íd., 17/4/84, LL, 1984-C-628 (36.681-S) y Rep. LL, 1984-158, sum. 216;
ídem, íd., 14/3/84, LL, 1984-C-640 (caso 5.273) y Rep. LL, 1984-158, sum. 218;
ídem, íd., 25/9/81, LL, 1982-A-363 y Rep. LL, 1982-151, sum. 124; ídem, Sala D,
5/11/81, LL, 1982-B-191y Rep. LL, 1982-151, sum. 123; ídem, Sala C, 15/4/82,
Rep. LL, 1982-151, sum. 125; ídem, íd., 15/5/80, LL, 1981-B-554 (35.860-S) y
Rep. LL, 1981-194, sum. 155; ídem, íd., 6/5/80, LL, 1981-B-554 (35.861-S) y Rep.
LL, 1981-194, sum. 156; ídem, íd., Sala B, 21/2/84, ED, 117-293, sum. 236; ídem,
Sala A, 2/4/81, LL, 1981-B-496 y Rep. LL, 1981-194, sum. 154; CApel.
Concepción del Uruguay, Sala Civ. y Com., 8/7/80, Rep. LL, 1983-159, sum. 122;
CApel. CC Dolores, 17/4/79, Rep. LL, 1981-195, sum. 157.
[17] CNCiv., Sala C, 14/12/82, ED, 117-293, sum. 234; ídem, íd., 15/3/85, ED,
117-293, sum. 235; ídem, íd., 22/9/87, DJ, 1988-2-98.
[18] CNCiv., Sala D, 12/6/85, LL, 1986-A-127 y Rep. LL, 1986-120, sum. 65.
[19] Bossert, Gustavo A.: Régimen…cit., p. 292.
[20] CNCiv., Sala C, 28/2/84, LL, 1984-B-469 (36.606-S) y Rep. LL, 1984-158,
sum. 213; ídem, íd., 8/2/83, LL, 1984-B-239 y Rep. LL, 1984-158, sum. 214; ídem,
íd., 15/3/83, ED, 117-294, sum. 239.
[21] CNCiv., Sala D, 10/12/85, ED, 117-294, sum. 238; Ventura, Adrián R., y
Stilerman, Marta N.: ob. cit., p. 160.
[22] Fanzolato, Eduardo I.: Alimentos…cit., p. 64.
[23] Medina, Graciela: Influencia de la ley de convertibilidad y desindexación en el
régimen alimentario, JA, 1991-III-682 y ss..
[24] Kielmanovich, Jorge L.: Procesos de familia, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1998.
[25] Córdoba, Marcos M.: La ley 23.928 y la inalterabilidad de la equivalencia en
la prestación alimentaria, LL, 1991-C-996.
[26] Alterini, Atilio A.: Las deudas de valor no están alcanzadas por la ley 23.928
de convertibilidad del austral, LL, 1991-B-105; Trigo Represas, Félix A.:
“Congelamiento” y “desindexación” de deudas en la ley de convertibilidad del
austral, LL, 1991-C-1078; Martorell, Ernesto E.: Problemática práctica motivada
por la ley de convertibilidad: soluciones, LL, 1991-E-915; Bíscaro, Beatriz R., La
deuda por alimentos y la ley 23.928, LL, 1992-E-206.
[27] Minyersky, Nelly, y Lambois, Susana: Los alimentos en la emergencia
económica actual, en Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y
Jurisprudencia, nº 22, Ed. LexisNexis/Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2002, p. 55;
Bossert, Gustavo A.: Régimen…cit., p. 362.
[28] Ventura, Adrián R., y Stilerman, Marta N.: ob. cit., p. 25.
[29] CNCiv., Sala K, 25/6/93, JA, 1994-II-243, y LL, 1994-C-91; ídem, Sala F,
28/10/93, LL, 1994-D-293 y LL, 1994-B-293; ídem, íd., 17/10/91, JA, 1992-II-531;
ídem, íd., 15/9/92, JA, 1994-IV-síntesis, sum. 56; ídem, Sala J, 8/7/93, JA, 1994-II279; ídem, Sala G, 2/6/93, JA, 1994-IV-139 y JA, 1994-IV-síntesis, sum. 62.
[30] CNCiv., Sala B, 17/2/94, LL, 1994-C-275, DJ, 1994-2-238 y JA, 1994-IVsíntesis, sum. 60; ídem, íd., 27/12/95, DJ, 1996-2-554 y Rep. DJ, 1990-1996, p.
108, sum. 166; ídem, íd., 26/8/92, JA, 1993-III-394; ídem, íd., 286/93, JA, 1994IV-síntesis, sum. 58; ídem, Sala A, 10/3/94, LL, 1994-C-43, JA, 1994-IV-710 y JA,
1994-IV-33-síntesis, sum. 61; ídem, íd., 12/3/92, DJ, 1993-1-368, LL, 1992-C-564,
LL, 1993-A-8, ED, 147-465 y Rep. DJ, 1990-1996, p. 108, sum. 162; ídem, íd.,
11/3/92, LL, 1992-E-201y DJ, 1993-1-368; ídem, íd., 30/3/93, LL, 1993-C-50;
ídem, íd., 17/3/95, LL, 1995-D-409; ídem, íd., 18/3/93, JA, 1995-I-58; ídem, íd.,
27/8/93, LL, 1993-E-545 y DJ, 1994-1-429; ídem, íd., 21/12/92, JA, 1993-III-41,
sum. 23; ídem, íd., 23/12/92, JA, 1994-I-723; ídem, íd., 16/6/93, ED, 157-316;
ídem, Sala C, 4/6/92, LL, 1993-A-325 y JA, 1993-II-297; ídem, íd., 12/3/93, JA,
1994-IV-33-síntesis, sum. 57; ídem, íd., 30/4/92, ED, 152-187; ídem, Sala E,
16/9/91, JA, 1992-I-181; ídem, íd., 26/4/93, JA, 1993-IV-299; ídem, Sala D, 7/9/93,
JA, 1994-IV-33-síntesis, sum. 59; ídem, íd. 27/5/92, ED, 153-533.
[31] CNCiv. en pleno, 28/2/95, LL, 1995-B-487, DJ, 1995-1-928 , ED, 162-214 y
JA, 1995-II-49.
[32] CNCiv., Sala E, 3/6/95, DJ, 1996-1-83; ídem, Sala A, 17/3/95, JA, 1997-IIIsíntesis, sum. 58.
[33] CSJN, 30/11/93, LL, 1995-A-494 (38.312-S), JA, 1994-III-219, y ED, 157483.
[34] Alterini, Atilio A.: Las deudas…cit., p. 1048.
[35] Despacho 2º, de la Comisión nº 2 ("Obligaciones de dinero y de valor.
Situación actual") de las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil.
[36] Pitrau, Osvaldo F.: Actualización de la cuota de alimentos por la devaluación,
conferencia dictada en la Facultad de Derecho (UBA) el 31/5/02.
[37] Scalvini, Elda, Sancho, Ricardo, y Leiva, Claudio: Obligaciones…cit., p. 383.
[38] Minyersky, Nelly, y Lambois, Susana: ob. cit., p. 64.
[39] Medina, Graciela: Influencia de la ley de convertibilidad y desindexación en el
régimen alimentario, JA, 1991-III-682/3.
[40] Bíscaro, Beatriz R., La deuda…cit., p. 205.
[41] Dutto, Ricardo J.: Juicio…cit., p. 178; Kemelmajer de Carlucci, Aída:
Comentarios…cit., p. 319.
[42] CNCiv., Sala A, 13/8/98, DJ, 1999-2-1139; ídem, íd, 17/2/97, ED, 172-543;
ídem, Sala J, 30/11/05, ED, 216-253/4 (de los considerandos del fallo).
[43] CNCiv., Sala A, 12/3/92, LL, 1992-C-565; ídem, íd., LL, 1992-E-201.
[44] Bossert, Gustavo A.: Régimen…cit., pp. 292 y 356.
[45] Bíscaro, Beatriz R., La deuda…cit., pp. 294 y ss.
[46] Trionfetti, Víctor R.: Sentencia, recursos y ejecución en el juicio de alimentos,
JA, 2005-III-967.
[47] Medina, Graciela: Influencia…cit., pp. 686-687.
[48] Medina, Graciela: Influencia…cit., p. 687.
[49] CNCiv., en pleno, 2/8/93, Rep. JA, 1995-896, sum. 28.
[50] Márquez, José F.: Prohibición de indexar e intereses, JA, 2002-IV-1099.
[51] Scalvini, Elda, Sancho, Ricardo, y Leiva, Claudio: Obligaciones…cit., p. 388.
[52] Alliaud, Alejandro O.: Obligaciones de dinero y de valor. Situación actual, en
Libro de ponencias de las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Ed.
Rubinzal-Culzoni/El Derecho, t. I, p. 350; Busleiman, María del C., Ferreyra,
Francisco F. y Carelli, C.: Obligaciones de dinero y de valor. Situación actual, en
Libro de ponencias de las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Ed.
Rubinzal-Culzoni/El Derecho, t. I, p. 356.
[53] Márquez, José F.: Prohibición…cit., p. 1102.
[54] CNCiv., Sala H, 14/7/03, JA, 2003-III-61 y JA, 2003-III-39-síntesis, sum. 10.
[55] En contra: CCiv. y Com. 2ª La Plata, Sala I, 29/7/04, LLBA, 2004-999
GRATIS 2004-999 .
[56] Otero, Mariano C.: ¿Agoniza el plenario "Vázquez v. Bilbao"?, JA, 2002-IV1481.
[57] CNCiv., en pleno, 23/3/04, LL, del 25/3/04, p. 7 y 1/4/04, p. 6.
[58] Drucaroff Aguiar, Alejandro, Ratifican la tasa de interés pasiva en el fuero
civil: un plenario polémico, LL, del 1/4/04, p. 6.
[59] CNCiv., Sala C, 1/12/05, LL, 2006-C-401 (de los considerandos del fallo).
[60] Martorell, Ernesto E.: Problemática práctica motivada por la ley de
convertibilidad: soluciones, LL, 1991-E-917.
[61] Casiello, Juan J.: Los intereses y la deuda de valor, LL, 151-864.
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