RECICLADO DE DINERO - Estudio Ton & Asociados

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CONTADOR GUILLERMO FUENTES
El Reciclado de dinero y los Paraísos Fiscales
Se conoce fehacientemente a organizaciones dedicadas al reciclaje de fondos sucios
que instalan su centro de operaciones en plazas financieras internacionales, abriendo en ellas
cuentas – colectoras – a las cuales van a parar las sumas venidas desde cualquier punto del
mundo, a través de las transferencias electrónicas de lo más complejas. Posteriormente, esas
cantidades son distribuidas entre las cuentas abiertas en el país de acogida a nombre de
aquellas personas que hayan encargado a una red de blanqueo la salida de sus capitales o a
favor de sus fiduciarios.
Una de las formas más discretas de canalizar dinero de un punto geográfico a otro
consiste en valerse de mecanismos de compensación entre dos oficinas de una misma
institución financiera, estén o no ubicadas bajo una misma jurisdicción. En estos casos, los
dispositivos oficiales de detección de operaciones sospechosas suelen revelarse como
ineficaces, toda vez que estos movimientos se controlan
puertas adentro de una misma
entidad, generalmente ajenos a las auditorias externas que pudieran sufrir.
Por otra parte, en aquellos países en los que las entidades financieras están sometidas
a la obligación de conocer la entidad de sus clientes y a facilitarla a las autoridades de
contralor, se ha podido constatar que ciertas instituciones han constituido sociedades
fiduciarias off shore a cuyo nombre abren cuentas en el seno de la casa matriz. En estas
condiciones, el dinero de determinados clientes se transfiere desde las cuentas de la entidad
principal – principal account – hasta las de las “entidades – satélite” radicadas en el exterior –
subaccounts -, siendo el nombre de estas últimas, el único dato que figura en los archivos de
aquélla. Por consiguiente, en el caso de que las autoridades soliciten cualquier información
relativa a alguno de los verdaderos clientes de la institución local, ésta puede responder que
esa persona les es totalmente desconocida y ajena, dado que las relaciones que sostienen con
ella, se encuentran amparadas por la mediación de tales sociedades interpuestas.
Por otra parte, los organismos internacionales vienen advirtiendo en los últimos tiempos
del peligro que supone el empleo de Internet como instrumento de blanqueo. Como señalan los
organismos, la red de informática mundial combina velocidad y anonimato, permite mover el
dinero en segundos y ofrece medios de pago que aún se encuentran en franca minoría de
edad, jurídicamente hablando, pero a una velocidad y a un volumen tal de dinero, que dificulta
el seguimiento de las transacciones.
No son pocas las entidades desde las cuales se ha facilitado la legalización de
inmensas fortunas procedentes de toda clase de actividades criminales. En este sentido y, tras
el antecedente en 1977 del Herstatt Bank de Colonia, o del Banco Ambrosiano de Milán, en
1982, resulta obligado referirnos al escándalo del Bank off Credit & Commerce International –
más conocido en todo el mundo por las siglas BCCI – una poderosa multinacional – en su
momento la séptima entidad bancaria privada más importante del mundo – representada por
una red de 424 sucursales distribuidas en más de 70 países a través de la cual se procesaron,
entre otras muchas, las fabulosas ganancias del Cártel de Medellín.
La evolución que ha experimentado el crimen organizado en los últimos años ha
favorecido la aparición de redes financieras clandestinas dirigidas única y exclusivamente a
facilitar la circulación internacional de dinero sucio, valiéndose en la mayoría de los casos de la
compensación internacional entre sucursales situadas en dos puntos separados por miles de
kilómetros. A este género de operaciones ilícitas, se las denomina “Hawalla” en los países
árabes; “Chop Shop”, “Chiti” o “Hundi” en China y en otros países asiáticos, “Stash House” en
Estados Unidos y en Latinoamérica, ó “Bancos Brujos” en Panamá, etc.
El dinero sucio y Negro, se lava o se blanquea, en su mayor parte en los paraísos
fiscales en los cuales se estima que hay depositados 5 billones de dólares y funciona un millón
de sociedades amparadas en el anonimato.
El primer antecedente en la creación de centros offshore es el de Las Bermudas donde
ya a principios de siglo se instalaron bancos y compañías de seguros.
En los años setenta se abrieron en Mónaco y en las islas del Canal de la Mancha.
Irlanda se incorporó ofreciendo exenciones impositivas a escritores y fue ampliando sus
servicios hasta llegar a la instalación de un centro financiero offshore. También hay centros
offshore en Hungría, Rumania, Chipre, Madeira, Singapur, Hong Kong, Finlandia y Gibraltar,
entre otros.
Se estima, que de la totalidad de las compañías off shore del mundo, el 44% se ubica en
el Caribe y Latinoamérica. El 28% está en Europa, el 18% en Asia y el resto en Medio Oriente
y África.
En los paraísos se pueden fundar empresas que no están obligadas a publicar sus
cuentas ni sus listas de directores y accionistas o depositar dinero en los bancos allí
establecidos. Estas características tienen unos 75 de los 870 bancos licenciados en las Islas
Cayman y 65 de los 630 instalados en Bahamas.
Muchos de los grandes bancos internacionales tienen sucursales en algún paraíso fiscal
y operan en ellos, e inclusive Bancos estatales argentinos o con participación estatal
mayoritaria o minoritaria.
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El sistema se complejiza con el procedimiento de “ennidado” (nesting) por el cual en un
banco extranjero abre una cuenta en otro banco extranjero que, a su vez, tiene una cuenta en
un banco local. De esa forma el origen del dinero se va diluyendo.
Diferentes versiones de paraísos se encuentran en las islas de las cálidas aguas del
Caribe y en otras enclavadas en el turbulento Canal de la Mancha; en el seno de la City
londinense y en pintorescas ciudades de las montañas europeas como Andorra o
Liechtenstein; en la hedonista Mónaco y en el mismo Israel. Mónaco está sufriendo presiones
de Francia por su actitud ante el dinero dudoso. Una comisión parlamentaria gala conminó al
gobierno de su país a “contemplar seriamente una revisión de sus relaciones con el principado”
porque las relaciones con el tradicional paraíso de los ricos del mundo amenazan con
“desacreditar la determinación de Francia de combatir el lavado de dinero ilegal”.
Hoy, extraoficialmente, se estima que Suiza ocupa un lugar prominente, calculándose
que canaliza un tercio del dinero negro internacional.
En Suiza, sostiene Jean Ziegler, un suizo experto en el tema de delito financiero, “Una
oligarquía financiera reina desde hace cerca de doscientos años sobre un Estado y un pueblo
cuya legislación, sistema ideológico y burocracias electorales están estrechamente adaptadas
a sus necesidades. Gracias a un sistema bancario hipertrofiado, también gracias a esas
instituciones que son el secreto bancario y la cuenta de número, esta oligarquía funciona como
un encubridor del sistema capitalista mundial”. Ziegler cita a Chateaubriand cuando dice:
“Neutral en las grandes revoluciones de los Estados que los rodeaban, los suizos se
enriquecieron con la desgracia de los demás y fundaron un banco sobre las calamidades
humanas”
La banca suiza aparece, en rigor, en toda la gama de actividades delictivas, como lo
muestra un caso reciente: el Agente Especial Robert Philip Hanssen del departamento de
contrainteligencia del FBI, pasó información a la Unión Soviética, primero y luego a Rusia, por
un lapso de 16 años. El pago de sus servicios era depositado en cuentas del Credit Suisse y
del Banque Leu de Suiza, casas ya involucradas en varios casos de lavado de dinero.
En Latinoamérica, los puntos calientes del dinero sucio son varios. Panamá vive del
canal y de la intangibilidad fiscal para las empresas extranjeras y del movimiento de dinero, en
gran parte procedente del narcotráfico.
Uruguay tiene un régimen de creación de empresas permisivo y de bajos impuestos que
permite realizar muchas operaciones en forma discreta y que es profusamente utilizado por
argentinos; Chile, por su parte, ha estado muchas veces bajo sospecha de hacer pocas
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averiguaciones sobre el origen del capital externo que recibe. En estas prácticas estarían
involucrados incluso grandes grupos trasandinos.
Ya aparecieron nuevas oportunidades en lugares como la isla Nauro del Pacífico, que
emitió más de 400 licencias o la República de Montenegro que vende licencias para bancos
privados por Internet.
Quizá los offshore más pintorescos y los mejores ejemplos del grado de permisividad
que existe para el delito financiero sean el Principado de Sealand y el Dominio de Melchizedek.
Sealand está ubicado en una plataforma del Mar del Norte, construida por los británicos
durante la Segunda Guerra. Ofrece documentos de ciudadanía y pasaportes a 1.000 euros
cada uno que pueden ser utilizados para hacer operaciones financieras
Melchizedek es un estado nominal anotado en un atolón cercano a Australia, su
soberanía esta reconocida por varios países, incluso Australia. Atiende en su dirección virtual
(www.Melchizedek.com) y ofrece ciudadanía a cambio de una contribución. En Melchizedek
puede inscribirse un banco que puede ser utilizado para operar con otro banco. Los bancos
registrados en ese país tienen depósitos por 25.000 millones de dólares.
Los países que están primeros en la lista de Paraísos Fiscales son las Islas Caimán,
Costa Rica, Belice, Panamá, Liechtenstein, Chipre y el Líbano, Filipinas, Rusia, Andorra,
Mónaco, Gibraltar, Hong Kong, Luxemburgo, Singapur, Dublín y Suiza, entre otros.
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