Documento 40602

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La Hansa llegó a sumar doscientas ciudades y perduró hasta 1669. En 1275 consiguió impedir que los barcos
flamencos penetraran en el Báltico, en busca del monopolio mercantil, obteniéndolo en productos como la
pesca del arenque y el aprovisionamiento de sal al norte de Europa.
La Hansa contituía una poderosa confederación supranacional, que reunía a sus delegados cada tres años. Los
productos transportados del Este al Oeste eran pieles, cera, pescado, cereales, madera y cerveza. Y en sentido
contrario, paños, sal, miel, vino y especias.
Las colonias de mercaderes extranjeros establecidas en los barrios comerciales de las grandes ciudades se
hallaban organizadas en consulados, donde los cónsules eran designados por sus países de origen. Las
colonias contaban con grandes almacenes, capillas, hornos, baños y habitaciones de hospedaje.
Las primitivas ferias y mercados pervivían. En las poblaciones importantes se construyeron grandes edificios
para albergarlos, y cerca de ellas se situaban posadas o fondas donde se reunían los mercaderes.
El mercado fue usual en los dominios señoriales y reales y era el medio habitual de procurarse los útiles
necesarios para la casa, el trabajo o el vestido y la alimentación familiar. Se vendía el excedente de la cosecha
a cambio de dinero.
La feria, más importante que el mercado, se celebraba coincidiendo con algunas festividades del año,
atrayendo a gentes de varios países en busca de objetos exóticos. Fueron famosas las ferias de Brujas, Ypres,
Lille, Champaña, Braucaire, París, Frejús, Amberes y Medina del Campo. Las principales de las nombradas
fueron las que se organizaban en el condado de Champaña, en distintos pueblos y a lo largo de todo el año,
canalizando el gran comercio centroeuropeo a través de cuatro pueblos gracias a su situación estratégica entre
el Norte y el Sur de Europa, cubre Flandes e Italia. Allí se concentraban comerciantes de todos los lugares,
protegidos por fuertes murallas. Champaña era también centro de cambistas y banqueros. La Guerra de los
Cien Años arruinó estas ferias.
En torno a las ferias aparece en el siglo XIII el derecho mercantil, la letra de feria que permite aplazar el pago,
se desarrollan el crédito y el préstamo.
Desde el siglo XII se generalizan en toda Europa la acuñación de moneda, siendo en el siglo XIII básicamente
la economía monetaria, aunque distintas en cada país al igual que las pesas y las medidas. Perduraba el uso del
oro y de la plata por el procedimiento del cuño y el martillo sobre láminas recortadas con irregularidad.
La moneda no se contaba sino que se pesaba. Junto a las monedas reales europeas existía una moneda de
cuenta fija que tenía como base la libra, dividida en veinte sueldos y estos en doce dineros, La más usual era
la libra turinesa, aunque existían otras como las parisiense, la genovesa, la veneciana etc. De hecho la moneda
usual era el dinero, siendo extraordinario el uso de otra moneda. Las principales monedas europeas fueron el
marco de Colonia, el florín y el ducado, todas de oro. En plata el gros veneciano, el esterlín inglés y el ducado.
La renovación monetaria implicó una renovación económica La tierra dejó de ser el único fundamento de la
riqueza, se precisaba dinero en efectivo. Los precios aumentaban con la circulación monetaria, empobreciendo
a los que vivían de unas rentas fijas.
El préstamo a interés y la usura estaban prohibidas por la Iglesia, aunque hubieron que buscarse fórmulas que
lo hicieran viable. Los cambistas y banqueros se incorporaron al mundo de los negocios por medio del
préstamo a comerciantes.
Para evitar el transporte de capitales se utilizaron las transferencias bancarias. Se generalizó el uso de la letra
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de feria, la de crédito con interés y la letra de cambio. Se prestaba dinero para empresas mercantiles y se
practicaba el seguro marítimo.
TEMA 17
LA SOCIEDAD EN PLENA EDAD MEDIA
CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN FEUDAL. EL CONCEPETO DE FEUDALISMO.DIFERENTES
INTERPRETACIONES
El feudalismo fue un sistema que enraizado en la tierra,constituyó la forma de organización política y social
de Europa durante buena parte de la Edad Media, surge de la desmembración del poder real en varios
escalones independientes, que colaboran ente s¡ por "razones de Estado".
Las relaciones feudovasalláticas adquieren gran importancia en poca carolingia, siglo IX al XII. Desde el siglo
VIII el vasallo recibía un beneficio (lote de tierras) de su señor, ecomendándose a l en el acto del homenaje. El
vasallo continuaba siendo hombre libre, y bajo la protección y autoridad del señor, a quien debía servicio,
ayuda, obediencia, consejo y respeto; a cambio de protección y manutención.
La base de las relaciones feudovasalláticas era la fidelidad mutua y una base tangible en el beneficio, el feudo,
que el señor entregaba a su vasallo a cambio de servicios y fidelidad. Desde ese momento el feudalismo y el
régimen señorial se mezclan.
Las relaciones señor−vasallo, denominadas señorío cuando reflejaban una situación laboral y de posesión de
la tierra, se transforman en feudales al asumir el señor funciones propias del Estado: judicial, recaudatoria,
militar. orden público, etc. Con el tiempo cada hombre tiene un señor, desaparece la vinculación con los
poderes del Estado. El proceso termina de consolidarse tras la capitular de Quierzy del 877, por la que Carlos
el Calvo concede el derecho a la transmisión por herencia de los feudos.
Existen dos concepciones básicas del feudalismo: la llamada institucionalista que subraya los aspectos
jurídicos y políticos; y la llamada social−económica porque lo considera desde el punto de vista de un modo
de producción o una totalidad social.
Para la primera corriente los rasgos fundamentales del feudalismo son:
1º .− Supremacía social de una clase de guerreros gracias al desarrollo de los vínculos de dependencia.
2º .− Fraccionamiento del derecho de propiedad.
3º .− Jerarquía de derechos sobre la tierra.
4º .− Fragmentación del poder público en múltiples poderes privados que lo ejercen en su beneficio.
En una postura distinta se manifiestan quienes opinan que el feudalismo es un modo de producción o sistema
socioeconómico sobre todo agrario, en el que la unidad fundamental de producción es la gran propiedad
territorial que subordinaba a las pequeñas explotaciones campesinas que debían pagar rentas. Es una sociedad
autárquica, con escasos excedentes que son acaparados por una minoría definida jurídicamente, y donde las
relaciones de dependencia existen a todos los niveles, desde lo económico hasta lo político.
LAS INSTITUCIONES FEUDOVASALLÁTICAS. ORÍGENES. EVOLUCIÓN Y PECULIARIDADES
REGIONALES.
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A lo largo del siglo IX el sistema de relaciones feudales se extendió a todas las clases sociales. La debilidad
del poder central lo facilitó y la capitular de Quierzy del 877 posibilitó el traspaso en herencia de los bienes, lo
que significaba que se privaba al señor del uso de sus tierras, al igual que los restantes honores se hicieron
transmisibles los cargos públicos y los beneficios con que se dotaban.
Los condes solían dividir las tierras que habían recibido del rey o alodio condal, en tenencias que repartían
entre sus fieles, y estos convertidos a su vez en señores podían procurarse vasallos concediéndoles un feudo o
sea sub−infeudándolas.
La multiplicación de las relaciones feudovasalláticas terminó por arruinar el sistema. La búsqueda del máximo
beneficio llevó a muchos vasallo a buscar varios señores y a sub−infeudar luego las tierras conseguidas.
El rey aunque honoríficamente en la cúpula de la pirámide, era un terrateniente más, y se consideraba señor y
no vasallo. No prestaba homenaje ni servicios feudales a nadie, pero de hecho asumía situaciones de vasallaje
que compensaba con regalías o con el perdón de algunas prestaciones. Los vasallos del rey eran considerados
súbditos (=sometidos) lo que no comportaba obligaciones feudales por parte del rey. La jerarquía feudal
seguía al rey con el duque, marqués, conde, vizconde, barón y caballero.
La Iglesia no se sustrajo a la feudalización. Obispos y abades quedaban incluidos en el sistema feudal por ser
grandes poseedores de tierras. El acto de toma de posesión de un obispado o una abadía se denominaba
investidura y comportaba obligaciones para con el señor, numerosas veces de tipo militar en la defensa de sus
patrimonios.
Los elementos prefeudales eran la encomendación, por la que un hombre libre se ponía bajo el patrocinio de
otro que le asegura protección, y el beneficio en cuanto tenencia poco onerosa o gratuita que el tenente debe a
la benevolencia del donante. Ambos son independientes y la concesión de uno no presupone la del otro. A
partir del siglo VIII se unen, transformándose en vasallaje y feudo.
El contrato de vasallaje se establece mediante el "homenaje" del vasallo para el señor, con una ceremonia en
la que hay toma de manos, beso y entrega de algún objeto simbólico. Esto último es la "investidura". Esta
ceremonia crea deberes mutuos entre ambos actores. La base material de estas relaciones era el feudo.
La fuerte personalidad étnica alemana, y el apoyo de la Iglesia, retrasaron el desarrollo feudal en la vieja
Francia orientalis. Cuando llega lo hace con los grandes dominios y se desintegra la autoridad central, aunque
en menor modo que en Francia.
En Italia la existencia de ciudades continua congregando a los centros de la vida política. La tradición
bizantina mantiene una concepción férrea del derecho público, de la relación política y de la distinción entre
autoridad y propiedad. En el centro y norte de la península el panorama cambia, los vasallos del emperador
constituyen un poderoso feudalismo.
En Inglaterra los normandos introducen el feudalismo en 1066, y su evolución carece de herencia romana y de
influencia carolingia. Conoce los elementos clásicos: encomendación, vasallaje, inmunidad, aunque la fuerte
solidaridad de las comunidades campesinas obligó a una adaptación de los esquemas, en cada aldea existe un
señor y la jerarquía es menos rígida que en el continente.
LOS MARCOS SOCIALES: SOCIEDAD FEUDAL Y TRIPARTICIÓN FUNCIONAL. DE LA
CONTRACCIÓN ALA EXPANSIÓN DE LOS MARCOS SOCIALES. LA NOCIÓN DE "ORDEN
ESTAMENTAL": LA SOCIEDAD TRINITARIA MODELO PARA LA COMPRENSIÓN DE LA
SOCIEDAD MEDIEVAL.
La vida en la época feudal se puede desglosar básicamente en dos grupos sociales: el de los nobles y
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caballeros, y el de los campesinos.
Los nobles y caballeros vivieron en su mayoría hasta el siglo XII en los castillos, con escasas comodidades.
Sus diversiones eran la guerra y la caza, y la Iglesia se tuvo que esforzar por buscarles un campo de acción
ajeno al de los propios cristianos. Se educaba en la violencia y la crueldad, imbuyéndose de la idea de
superioridad.
Los campesinos constituían la masa de la población, vivía en pobres cabañas de adobe, piedra o madera, y su
existencia era mísera. Trabajaba por el sol. Entre ellos había dos clases fundamentales: los villanos o
habitantes de las villas, personas libres y sujetos a rentas; y los siervos, carentes de libertad y sujetos a la
tierra. Esta última pasó a ser la condición más usual de los campesinos.
El feudalismo es una sociedad de militares transformados en propietarios, y que necesitaba de institucionalizar
su estatus de cierto aspecto moral, para lo cual utilizaba a la Iglesia.
Esta Iglesia que supo aprovechar su papel, y propuso con un éxito absoluto la implantación de la sociedad
querida por Dios, esto es los defensores, los oradores y los labradores. Los dos oficios más nobles, clérigos y
caballeros eran clases ociosas, que debían su sustento a una vasta trama de productores que sólo tenían una
condición secundaria.
A medida que la sociedad avanza, el estamento trabajador resulta estrecho para incluir a los nuevos
protagonistas de la historia: los burgueses. Por ello el Antiguo R gimen no modifica su organización,
mantiene los tres órdenes o estamentos, y dentro del último establece una gradación determinada por la
riqueza.
EL RÉGIMEN SEÑORIAL Y EL CAMPESINADO. EL SEÑORÍO COMO ENTIDAD JURÍDICA.
DERECHOS DEL SEÑOR.
El régimen señorial representa la base física y jurídica que permite la persistencia del señor y del sistema en
general. La ruralización y la desintegración del poder político fueron sus impulsores. La base del sistema
señorial era el latifundio, creado a veces por medio de coacciones de los poderosos señores.
Cuando a las funciones de propietario de la tierra se le unieron atribuciones jurídicas y políticas sobre los
hombres de sus tierras se había establecido un señorío.
El señorío esta compuesto por:
− la terra dominicata o reserva, que retiene el señor para sí y donde se encuentra su residencia y los
principales establecimientos del dominio.
− los mansos, bases de la organización social del dominio. Son unidades de tenencia que en principio debe de
mantener a una familia. Soportan las cargas m s importantes del señorío.
El señorío se apropia del excedente de fuerza productiva de los habitantes de los mansos para su utilización en
la reserva dominical.
A las formas de explotación agrícola, el señorío añade fórmulas jurídicas que benefician al propietario en
detrimento del Estado, concediéndole atribuciones de carácter público que incluyen:
• las banalidades, que permiten al señor crear mercados, prohibir vender productos antes de una fecha
determinada, monopolizar la construcción de hornos, molinos, fraguas, presas, etc, que se utilizaban
por medio de canon, derecho de acuñar moneda y de ejercer la jurisdicción privada.
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− derecho de justicia, el señor era juez dentro de su dominio
− inmunidad, permitía que el beneficiario de un territorio disfrute de las rentas públicas, la administración y el
ejercicio de la justicia.
EL "STATUS JURÍDICO" DEL CAMPESINADO, SERVIDUMBRE Y LIBERTAD. ESTRATIFICACIÓN
SOCIAL INTERNA DEL CAMPESINADO: ASALARIADOS, COLONOS Y LABRADORES.
AGRUPACIONES AL MARGEN DE LA JURISDICCIÓN SEÑORÍAL: LA PARROQUIA, COFRADÍAS
Y LAS COMUNAS RURALES
La estructura de las clases sociales no aparecía con claridad. Sólo una división estaba clara: libre o esclavo,
aunque los matices eran abundantes.
La población del señorío es mayoritariamente campesina y dependiente de un señor, pero su estatuto personal
podía oscilar entre muchas posibilidades: esclavos, siervos, libertos y colonos. Junto a estos pequeños
propietarios libres y junto a los núcleos urbanos, los comerciantes.
Estas diferencias se difuminan a menudo, persistiendo sólo la de nobles propietarios y el resto.
Desde el siglo XI las gentes se agrupan en Cofradías puestas bajo la advocación de la Virgen y protegidas por
las autoridades eclesiásticas, radicando en las iglesias. Se reglamentaron con estatutos que precisaban sus
objetivos. Disfrutaban de ceremonias religiosas comunes, en caso de infortunio se prestaban ayuda mutua,
constituyendo una especie de seguro espiritual y social.
TEMA 18
EVOLUCIÓN POLÍTICA DE EUROPA DESDE MEDIADOS DEL SIGLO XI A FINES DEL XII. EL
IMPERIO. LOS REINOS FRANCÉS E INGLÉS. LOS PAÍSES BÁLTICOS. EUROPA CENTRAL Y
ORIENTAL.
LA PUGNA DE LOS PODERES UNIVERSALES. ENRIQUE IV Y LA QUERELLA DE LAS
INVESTIDURAS.
A comienzos del siglos XI el Papado había quedado en relación de dependencia del Emperador de Occidente.
Este pretendía convertir al Papa en un súbdito fiel de su autoridad, lo que vedaba la posibilidad de juzgar o
discutir los actos del Emperador.
Por otra parte la Iglesia en los restantes territorios no sometidos al Emperador, tendía a substraerse a las
directrices pontificias por considerarlas mediatizadas.
Desde 1024 regía el Imperio la Casa de Sajonia, su primer soberano fue Conrado II, al que sucedió su hijo
Enrique III que favoreció la reforma religiosa en estrecha colaboración con el abad Hugo de Clunny,
extendiéndola al monacato germánico.
La reforma no fue fácil y coincidió con la ocupación normanda de Sicilia, El conflicto fue especialmente
grave en la zona de Mil n donde existían incluso tarifas simoniacas para recibir la ordenación sacramental. Las
cuestiones religiosas se mezclaron de un fuerte sentimiento antigermánico.
El sínodo de Letrán (1059) constituyó una victoria para el reformismo, al establecer que la elección el Papa la
haría sólo el Sacro Colegio Cardenalicio, sin la intervención de laicos.
El largo período de minoría de edad de Enrique IV permitió el engrandecimiento de los príncipes y la
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feudalización de Alemania. Los prelados germanos se habían constituido en unos oficiales fieles a la causa
imperial, puesto que era el Emperador quien los elegía e investía con los símbolos.
Enrique IV consiguió detener en parte el proceso feudalizador, Mientras en Italia los reformistas eligieron
Papa a
Anselmo de Luca, que tomó el nombre de Alejandro II y favoreció el monje alemán Hilderbrando, gran
seguidor de la reforma que fue elegido Papa con el nombre de Gregorio VII. Su papado se orientó hacía la
moralización de las costumbres del clero diocesano y a la instauración de una autoridad papal fuerte, por la
que sólo él tenía derecho a llamarse universal era el único que podía deponer obispos o trasladarlos de sede no
había errado jamás, e incluso llegaba a otorgarse la potestad de deponer a los emperadores.
Pronto los reformistas derivaron en las investiduras de laicos que desempeñaban altas dignidades eclesiásticas,
investiduras hechas por el poder civil. Gregorio VII condenó a varios obispos investidos, comenzando la
querella de las investiduras y la lucha entre los partidarios del Papa, güelfos y los del Emperador, gibelinos.
Enrique IV vio que peligraba la fuerza básica a la que debía su poderío y negó su obediencia al Papa, siendo
excomulgado por este que además liberó a sus súbditos del juramento de fidelidad prestado el Emperador.
Los güelfos apoyaron la sublevación de Suabia y una parte de los obispos alemanes abandonó a Enrique, con
lo que este tuvo que humillarse y pedir perdón al Papa Gregorio en 1077.
En 1080 volvió a rebelarse eligiendo al antipapa Clemente III, Gregorio VII pidió ayuda a los normandos del
sur que saquearon Roma y tomaron numerosos esclavos, lo que perjudicó la autoridad de Gregorio que se vio
obligado a exiliarse en Salerno.
La elección de Urbano II como Papa estuvo apoyada por Welfo V de Babiera y su esposa la famosa condesa
Matilde de Canosa, y por las ciudades lombardas, lo que potenció la fuerza del Papado en el norte de Italia y
el sur de Alemania.
El sucesor de Enrique IV, su hijo Enrique V llegó a un acuerdo con el Papa Calixto II por el que reconocía el
derecho de la Iglesia a elegir obispos y abades, aunque se reservaba la aprobación de la elección.
LOS STUAFFEN DE SUABIA. FEDERICO I: SUS OBJETIVOS UNIVERSALISTAS Y LA LUCHA POR
EL "DOMINIUM MUNDI".
Tras la querella de las investiduras la nobleza alemana había quedado dividida entre güelgos y gibelinos. Así
se sucedieron emperadores de uno u otro signo: Lotario II güelfo, Conrado III gibelino.
El conflicto con el Papado tomaba un nuevo cariz: se discutía el principio de la prioridad de la jurisdicción
universal, por estimar el Papa y el Emperador que su poder era igualmente universal, y que tenían el privilegio
y el deber de dirigir todo el mundo cristiano.
Federico I Barbarroja (1152−1190) fue elegido por su tío Conrado III de Suabia y aclamado por la Asamblea
deseosa de asegurar la paz interna, proponiéndose consolidar su posición en Italia, restablecer su autoridad
frente a la nobleza y enfrentándose a la Iglesia.
Federico fue coronado en Roma y casó con Beatriz de Borgoña, tomando posesión de este reino, erigió
Austria en ducado donándolo a su tío Enrique y favoreció a los judíos comerciantes de sus dominios. Aspiró
al absolutismo y formuló los derechos de regalías.
Las regalías eran los derechos que en la Antigüedad habían pertenecido en exclusiva al rey, como eran los
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tributos en metálico para eximir del servicio militar, los de las vías públicas, los ríos navegables y canalizados,
los puertos y las riberas de los ríos, los impuestos sobre el transporte y la venta de mercancías, la acuñación de
moneda, las multas, los bienes vacantes y los confiscados, las colectas extraordinarias, la facultad de designar
jueces, los réditos de las minas de plata, los palacios reales, los bienes de los condenados, etc. Con estas
regalías Federico aumentó en más de 30.000 libras anuales su patrimonio.
Las ciudades no se opusieron al principio, quizá creyendo que estas prerrogativas eran sólo nominales, pero
cuando comenzaron a ejecutarse se sublevaron Milán, Brescia y Cremona, con el apoyo del Papa Alejandro III
y de Guillermo I de Sicilia.
Federico les derrotó y el Papa tuvo que huir a Francia, siendo elegido el antipapa Pascual III al que obligó a
canonizar a Carlomagno para fundamentar la sacralidad del Imperio Romano Germánico.
El Papa reorganizó la Liga de ciudades Lombardas y venció al Emperador, que firmó la paz en Venecia en
1177 y reconocía la independencia de los Estados Pontificios.
A la muerte de Alberto el Oso, margrave del territorio de Branderburgo, Enrique el León enemigo de Federico
se enfrentó con este y fue derrotado.
La expansión Alemana hacía el este experimentó nuevos avances desde mediados del siglo XII gracias a
grandes personalidades como Alberto el Oso o Enrique el León, que con un esfuerzo personal ampliaron el
Imperio.
LAS BASES DE PARTIDA DE LAS MONARQUÍAS "FEUDALES" EN FRANCIA E INGLATERRA.
Frente a la idea imperial que seguía flotando en el Occidente europeo, los pequeños reinos iniciaban desde el
siglo XI su recuperación, buscando asegurar la estabilidad de las respectivas dinastías en medio de una
sociedad profundamente feudalizada, contando generalmente con el apoyo de la Iglesia y con las incipientes
burguesías urbanas.
Los nuevos juristas, glosadores del derecho romano justineaneo, que estaban elaborando los principios de un
derecho público nuevo, vinieron a favorecer la actuación real proporcionándoles una base jurídica.
Gradualmente a partir del siglo XI se consolidó la institución monárquica en Francia e Inglaterra,
desarrollando los órganos de gobierno que caracterizarían a las naciones de la Edad Moderna.
LA FRANCIA DELOS PRIMEROS CAPETO: HUGO CAPETO (987), ENRIQUE I (1031−1060), FELIPE I
(1060−1108). LUIS VI (1108−1137).
En 987 Hugo Capeto consiguió ser elegido rey de Francia, encontrándose con un país dividido en principados
autónomos, los más importantes los ducados periféricos de Gascuña, Aquitania, Bretaña, Normandía y
Borgoña y los siete condados. El dominio real se centraba en el eje París−Orleáns, siendo de inferior
extensión a los ducados y a varios condados, pero en una favorable situación estratégica.
La soberanía real era poco más que teórica ya que había sido elegida entre sus iguales, los grandes señores.
Con mucho tacto se fue imponiendo la herencia de la corona en la familia reinante, asociando sucesivamente a
los hijos al poder en vida y logrando conservar en la familia la idea de primacía para lo que contaron con el
apoyo de la Iglesia.
A Hugo I le sucedió su hijo Roberto I el Piadoso (996−1031) y a este sucesivamente Enrique I (1031−1060) y
Felipe I (1060−1108) que poco pudieron hacer para someter a sus vasallos, pero supieron aseguraron la
herencia de la corona y aumentar su patrimonio por medio de bodas interesadas, continuaron contando con el
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apoyo del clero.
Luis VI el Gordo (1109−1137) fue el primer monarca activo de la dinastía, guerreando pacificó su dominio
patrimonial lo engrandeció y abatió la resistencia de señores díscolos.
Cuando el emperador de Alemania Enrique V quiso invadir Francia, Luis VI contó con el apoyo de los
barones franceses, lo que hizo surgir el primer síntoma del sentimiento nacional francés.
Creí la famosa feria de Lendit en Saint Denis, lo que le proporcionó saneados ingresos. Favoreció el
desarrollo de los municipios encontrando el apoyo de los burgueses. Desarrolló las escuelas catedralicias de
París y Orleáns.
ENGRANDECIMIENTO DEL DOMINIO REAL: LUIS VII (1137−1180) Y LOS GRANDES PROGRESOS
DE LA MONARQUÍA FRANCESA
En 1137 ascendió al trono Luis VII casado con Leonor, hija única de Guillermo IX de Aquitania que aportaba
dicho ducado. Pero en 1152 Luis repudió a su esposa perdiendo las tierras conseguidas.
Leonor casó entonces con Enrique II Plantagenet quien se convirtió así en señor del oeste de Francia, con
dominios más extensos que los del rey.
Consiguió Luis VII afirmar la primacía real sobre la feudal y creó una hacienda propia que le permitió
establecer funcionarios a sus órdenes, Una de las disposiciones de Luis fue incluir la flor de lis en el escudo
real.
La segunda mitad del siglo XII en Francia se caracteriza por tres hechos fundamentales: los progresos de la
autoridad monárquica apoyada por la burguesía, la lucha contra el Imperio angloangevino, y el choque con los
poderes universales: Imperio y Papado.
INGLATERRA BAJO LA DINASTÍA NORMANDA: GUILLERMO EL CONQUISTADOR Y SUS
SUCESORES. ENRQIEU II PLANTAGENET Y EL IMPERIO ANGEVINO. RICARDO CORAZÓN DE
LEÓN.
A mediados del siglo XI el dominio patrimonial normando en Francia era mayor que el de los Capetos. En
estas fechas el ducado pasó a manos de un hombre enérgico. Guillermo. En 1066 en Inglaterra murió Eduardo
el Confesor, el último rey anglosajón, emparentado con la casa ducal de Normandía, y Guillermo reclamó la
corona, buscó el apoyo del Papado y aventureros de Flandes y Bretaña le ayudaron a invadir Inglaterra.
Venció a los anglosajones y escandinavos en Hastings, mostrando la superioridad de la caballería medieval
sobre la infantería sajona. En la Navidad de 1066 fue consagrado rey en Westminster, dando origen a la
dinastía normanda que regiría el país hasta 1154.
Guillermo introdujo considerables modificaciones en la estructura, administración y gobierno del país,
aglutinando tradiciones normandas y sajonas.
Repartió las tierras de los vencidos entre sus 5000 caballeros, instalando el feudalismo normando en
Inglaterra. El clero normando reorganizó la Iglesia de Inglaterra y llevó consigo el arte románico.
A Guillermo le sucedieron sus dos hijos: Guillermo el Rojo (1087−1100) y Enrique I Beaclerc (1100−1135).
Al morir este último estalla la guerra civil entre los partidarios de su hija Matilde y los de su primo Esteban de
Blois.
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Matilde casó a la edad de treinta años con Godofredo Plantagenet, que sólo contaba catorce, de este
matrimonio nació Enrique II Plantagenet.
Matilde reclamó Inglaterra y conquistó el ducado de Normandía. Aconsejó a su hijo Enrique y aprovechando
el repudio de Leonor de Aquitania la hizo su esposa, convirtiéndose Enrique en el señor feudal m s poderoso
de Francia.
En 1153 Esteban de Blois reconocía por rey a Enrique II siendo rey desde Escocia hasta los Pirineos, cuatro
años despues era señor del duque de Bretaña.
Cada dominio de Enrique II, primer rey de la casa de Anglou−Plantagenet, conservó sus propias instituciones
y el conjunto no constituyó un reino unificado.
Como rey de Inglaterra dotó a este país de instituciones "modernas" como la C mara Real de Cuentas, los
jueces itinerantes y el jurado popular.
Obtuvo rentas económicas de los barones ingleses a cambio de excusarlos de los servicios de armas, con lo
que limitó su belicosidad y consiguió rentas para pagar mercenarios en el continente.
Suprimió algunos privilegios eclesiásticos lo que le ganó la enemistad de Tomás Becket, a quien mandó
asesinar ante el altar de la abadía de Canterbury de la que era arzobispo. Esta muerte le atrajo la enemistad
popular y le obligó a modificar su política con respecto a la Iglesia.
Los dos hijos de su matrimonio con Leonor de Aquitania que le sucederían sucesivamente, Ricardo Corazón
de León (1189−1199) y Juan Sin Tierra (1199−11216) lucharon contra su padre, pero continuaron su política.
Ricardo nuevo rey de Inglaterra, fue amigo del rey de Francia Felipe II, con el que fue a la Tercera Cruzada.
Pero Felipe lo abandonó en Palestina y volvió dispuesto a aprovechar su ausencia entendiéndose con su
hermano Juan Sin Tierra. Ricardo decidió regresar pero fue hecho prisionero por el duque de Austria, que lo
entregó al Emperador Enrique VI, al que Felipe ofreció 50.000 libras y Juan 30.000 por retener al prisionero,
esperando aprovecharse de su ausencia. Pero Ricardo pagó una cantidad superior y fue liberado, volvió a
Francia y erigió el estratégico castillo de Château−Gaillar, muriendo poco después.
LAS MONARQUÍAS DE LA EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL. LOSESLAVOS: POLONIA Y
BOHEMIA. LOS HÚNGAROS. LOS PRINCIPADOS RUSOS: NOVGOROD Y KIEV.
El llamado Sacro Imperio estaba limitado al este por una constelación de Estados Satélites o marcas, cuya
trayectoria presenta acusados rasgos diferenciales respecto de la del Reich alemán. Los rasgos capitales son la
expansión alemana (Drang nach Osten) y el continuo conflicto entre elementos germánicos y eslavos.
Polonia entró en el ámbito occidental gracias a la influencia romana y cluniacense. Sometida a la presión
alemana por el oeste y rusa por el este, a principios del siglo XII reaccionó hasta el Elba guiada por su
soberano Boleslav Boca Torcida (1102−1138). Tras su muerte se produjo la anarquía, lo que fue aprovechado
por el duque alemán Enrique el León y por su rival Alberto el Oso.
Bohemia estaba constituida en torno a Praga y mantenía estrechas relaciones de dependencia con el ámbito
báltico ruso y con una fuerte influencia occidental a través de la Iglesia romana. A partir del siglo X comenzó
a señalar la separación entre oriente y occidente. Incorporada al Imperio germánico apoyó al Emperador
contra los papas. El primer rey hereditario fue Otocar I (1192−1230) en plena fase de plenitud de la
colonización alemana, formándose en Praga una fuerte burguesía mercantil de origen teutón.
La Hungría de San Esteban, integrada en el ámbito occidental por el cristianismo, consolidó su territorio por
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medio de los monarcas más ilustres de la dinastía Arpad: Ladislao el Santo (1077−1095) y Kolem n
(1095−1114). Su desarrolló territorial ocupó las llanuras del Danubio y del Tisza, representando Croacia una
marca defensiva frene a Bizancio y los eslavos.
La muerte del Gran Príncipe de Kiev Rostilav (1159−1168) y el saqueo de la ciudad en 1169, significó el final
de la primacía política de Kiev, pero continuaría conservando la primacía espiritual puesto que su arzobispo
continuaría rigiendo la Iglesia rusa.
El Gran Principado quedó transferido a Vladimir, la capital del principado de Suzdal, que dominaría Rusia
durante la segunda mitad del siglo XII.
En tiempos de Batú ya en el siglo XIII los mongoles saquearon Vladimir y se dirigieron a Novgorod, pero
fueron detenidos por el príncipe Alejandro, que poco después vencía a los suecos. Su poder asustó a los
miembros de la Asamblea popular de Novgorod que le retiró su confianza y decidió exiliarlo.
TEMA 19
EL MUNDO MEDITERRÁNEO ENTRE LOS SIGLOS XI Y XII
LOS ESTADOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LOS REINOS CRISTIANOS. EL NACIMIENTO DE UN
NUEVO REINO: PORTUGAL
Sancho III el Mayor de Navarra (1004−1035) poseyó una personalidad innovadora que hizo que durante el
primer tercio del siglo XI el reino de Pamplona aglutinara y dominara a los Estados cristianos peninsulares
frente a las Taifas de Tudela, Zaragoza, Toledo y Badajoz.
Fue un político notable y hábil guerrero ejerciendo su influencia desde Galicia a Gascuña y Cataluña.
Introdujo los usos feudales europeos y la reforma cluniacense. A su muerte su primogénito García Sánchez III
heredó el reino de Pamplona la Rioja, el país Vasco y las tierras de Castilla. Fernando recibió el condado de
Castilla con las comarcas leonesas de Carrión y Saldaña, Gonzalo los condados de Sobrarbe y Ribagorza y
Ramiro, bastardo, el territorio de Aragón. Produciéndose un proceso paralelo al de las taifas musulmanas.
Fernando I (1033−1065) primer rey de Castilla tuvo que luchar contra el rey de León Bermudo III al que
venció con el apoyo de su hermano García y el beneplácito de una facción de la nobleza leonesa, coronándose
rey de León e imperator, título tradicional de la monarquía leonesa. Esto último suscitó la envidia de su
hermano García Sánchez III de Navarra, enfrentándose en lucha fraticida en Atapuercas (1054) quedando
Fernando vencedor y muriendo García.
Fernando el Grande fue un rey culto, religioso y buen administrador, que favoreció la reforma cluniacense.
Inició la reconquista de Portugal, llegando a ocupar Coimbra.
En su testamento legó a su segundo hijo Alfonso el reino de León y la tierra de Campos, al primogénito
Sancho el reino de Castilla, el tercer hijo García seria rey de Galicia y Portugal, y sus hijas Urraca y Elvira
disfrutarían los señoríos de los monasterios y varias ciudades entre ellas Zamora, mientras permanecieran
solteras.
Muerto Fernando, Sancho II expulsó a sus hermanos García y Alfonso de Galicia y León con la ayuda del Cid
Rodrigo Díaz de Vivar y la insatisfacción de la nobleza leonesa y gallega.
Cuando Sancho puso cerco a Zamora para reducir a Urraca esta lo mando asesinar por mano del caballero
Bellido Adolfo. Urraca mando llamar a Alfonso para que sucediera a Sancho en los reinos de León−Galicia y
Castilla. La nobleza castellana con el Cid al frente le obligaron a prestar juramento exculpatorio en Santa
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Gadea. Alfonso debía compensar el amor (¨incestuoso?) de Urraca por él, otorgándole el título de reina y
prometiéndole permanecer soltero.
Estos conflictos familiares detuvieron la reconquista mediado el siglo XI. Reconocido Alfonso VI como rey,
casó con Inés de Aquitania y se lanzó contra el Islam, trasladando la frontera del Duero al Tajo.
Por el reino de Pamplona hubo de luchar García Sánchez III (1035−1054) con su hermanastro Ramiro al que
derrotó. Buscó la expansión por el este de su pequeño reino y tomó Sobrarbe y Ribagorza a Gonzalo,
incorporándolo a un reino de Aragón con capital en Jaca y supeditado teóricamente al de Navarra.
A García Sánchez III le sucedió su hijo Sancho IV García (1054−1076) que tuvo un reinado poco relevante y
a su muerte el reino de Navarra paso a formar parte del reino de Aragón que gobernaba Sancho I Ramírez hijo
de Ramiro. Este se vinculó a Roma y sustituyó la liturgia mozárabe por la romana.
Navarra permaneció unida a Aragón durante los reinados de los dos primeros hijos de Sancho Ramírez. Pedro
I (1094−1104) y Alfonso I (1104−1134). A la muerte del último, Navarra se vuelve a elegir soberano propio
en García V Ramírez.
Fernando I, el primer rey de Castilla, recuperó Lamego y Viseo en 1057 y avanzó la línea fronteriza
portuguesa hasta el Mondego (Coimbra). Su hijo Alfonso VI llegaría hasta el Tajo, recobrando Leira,
Santarem y Lisboa. En función de su política europeista al casar su hija Teresa con Enrique de Borgoña, le
entrega Portugal y lo convierte en condado. Al mismo tiempo entregó Galicia a su otro yerno, también
borgoñón, Raimundo.
Tras la muerte de Alfonso VI, Teresa y Enrique supieron jugar en la guerra civil que dominó el reinado de
Urraca, educando a su hijo Alfonso Enriquez para que en el siglo XII Portugal se separar de León,
independizándose.
EL REINO NORMANDO DE SICILIA: LA CONQUISTA DEL SUR DE ITALIA Y DE SICILIA POR LOS
NORMANDOS. ROGER II (1105−1154). ORGANIZACIÓN DEL REINO DE SICILIA EN LA POLÍTICA
MEDITERRÁNEA. EL REINO DE SICILIA BAJO EL DOMINIO DE LOS STAUFFEN Y DE LOS
ANGEVINOS.
Tras el establecimiento de los normandos en Francia y su conversión al cristianismo, algunos grupos se
dirigieron hacía Italia dispuestos a expulsar a los bizantinos del sur de la península (Apulia y Calabria).
Dirigidos por Roberto Guiscardo y su hermano Roger, hijos de Tancredo de Hauteville tomaron Bari, la
última en caer en su poder, en 1071.
Pronto empezaron a combatir a los musulmanes Palermo (1072), Sicilia (1085−1092). El hijo de Roger, Roger
II (1105−1154) conde de Sicilia, se incorporó el ducado de Apulia (1127), fundó el reino de Sicilia en 1130, le
anexionó Nápoles en 1137 y Capua en 1139, creando un extenso dominio normando en el sur de Italia que,
con el nombre de Reino de las Dos Sicilias, perduraría hasta 1860.
Roger II adoptó un estilo de vida oriental, rodeándose de bizantinos, árabes y judíos, convirtiendo su reino en
un centro cultural y mercantil de primer orden, su capital Palermo fue centro traducciones del griego y el
árabe al latín, y su arte realizó la síntesis de elementos románicos, griegos y orientales.
Roger II consolidó su reino conquistando la isla de Gerba o Yerbes (1134) y las costas del norte de Africa
desde Trípoli hasta Bona (1146−1153). Supo mantener su reino frente a los Imperios Oriental y Occidental,
con una gran importancia estratégica y comercial.
Tres dinastías se sucedieron en la historia del Reino: la normanda (1137−1194), la suaba (1194−1266)
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iniciada por Enrique VI de Hohestaufen, yerno de Roger II y padre de Federico II, y la de Anjou (1266−1282)
introducida por el papado en el sur de Italia.
El reino era punto de contacto de las tres civilizaciones: bizantina, musulmana y latina u occidental,
sustrayéndose al feudalismo.
Sicilia y Nápoles conocieron en la segunda mitad del siglo XII y en la primera del XIII con Federico II, una
poca brillante, vinculándose más a Europa Central con la Casa de Suabia. Pero antes de acabar el siglo XIII
cayó el reino de Nápoles en manos de Carlos I de Anjou (1282−1285) quedando separado de Sicilia en poder
de Pedro III de Aragón (1282).
A los ojos de los emperadores alemanes Sicilia era idónea para aglutinar un Imperio que abarcar la Europa
continental y el ámbito mediterráneo. Los Hehenstaufen rompieron con la Edad Media señorial y mística,
lanzándose a una política realista y mercantil.
TEMA 20
LA REFORMA ECLESIÁSTICA (2ª MITAD DEL SIGLO XI Y SIGLO XII)
LA IGLESIA Y EL PODER LAICO A MEDIADOS DEL SIGLO XI: EL CESAROPAPISMO. LA
REFORMA GREGORIANA. GREGORIO VII (1073−1085) Y EL "DICTATUS PAPAE". EL
CONCORDATO DE WORMS.
Al comenzar el siglo XI el Papado había quedado en situación de dependencia con respecto al Imperio. El
Emperador pretendía convertir al Papa en un obispo más, súbdito de su autoridad.
En los territorios no sometidos al Imperio, se consideraba al Papa mediatizado por el Emperador y tendían a
sustraerse a sus decisiones.
La Iglesia no podía cumplir su misión salvífica universal, ni el Papado podía establecer su plena autoridad en
Oriente y en Occidente m s que independizándose del poder civil. La Reforma tardaría, pero empezaba a
fraguarse ya.
La crisis estalló en 1075 con el conflicto de las investiduras, que precipitó la descomposición feudal del Sacro
Imperio y arruinó la autoridad imperial. La Iglesia alemana tomó partido por el papa Gregorio VII contra el
Emperador Enrique IV dejando de ser un aliado fiel, y favoreciendo el poder de los señores feudales.
El Emperador Enrique III (1039−1056) había favorecido la reforma religiosa en estrecha colaboración con el
abad Hugo de Cluny, afectando al monacato germánico. La reforma no fue fácil y coincidió con los intentos
bizantinos de recuperar Sicilia, y con las invasiones normandas en el sur de Italia.
El conflicto fue especialmente enconado en las ciudades del norte de Italia, sobre todo Milán. La cuestión
religiosa no constituía un problema doctrinal sino moral.
El sínodo de Letrán de 1059 supuso una victoria para el reformismo al establecer el decreto de elección
pontificia, según el cual ésta se haría tan sólo por los miembros del Sacro Colegio Cardenalicio, representante
del clero del "Ducatus Romanus".
El Imperio se debatía en la minoría de edad de Enrique IV, que contribuyó a engrandecer a los nobles. Los
obispos alemanes investidos por Enrique III se habían convertido en unos oficiales fieles a su causa.
En 1061 fue elegido papa Anselmo de Luca, con el nombre de Alejandro II (1063−1073) y favoreció la
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actuación de un monje alemán llamado Hilderbrando, gran paladín de la reforma. A la muerte de Alejandro, el
monje le sucedió con el nombre de Gregorio VII (1073−1085). El plan del papado se consagró a la
moralización de las costumbres del clero y a la instauración de una autoridad papal sólida. Definía su
programa en los veintisiete puntos del "Dictatus Papae", según los cuales sólo el Romano Pontífice tenía
derecho a llamarse universal, a absolver o deponer obispos, o trasladarlos de sede y a resolver los litigios
mayores de la Iglesia; "no ha errado jamás ni puede hacerlo" en materia de fe y "no se puede considerar
católico a quien no este de acuerdo con la Iglesia de Roma" no pudiendo juzgar los actos de Papa nadie a
excepción de Dios. El Papa llegaba a afirmar que tenía autoridad para deponer a los emperadores y para
liberar a los súbditos de estos de los juramentos de fidelidad.
El Emperador no recibió con contento la nueva doctrina y pronto surgió el enfrentamiento con la cuestión de
las investiduras de laicos que desempeñaban altas dignidades eclesiásticas; investiduras hechas por el poder
civil. Gregorio II condenó a varios obispos investidos e intimó al Emperador a acatar sus preceptos, con lo que
comenzaba la querella de las investiduras que se ha estudiado en el tema 18.
A la muerte de Enrique IV, su hijo y sucesor Enrique V (1106−1125) negoció con el Pontificado el acuerdo
transacional de Worms de 1122, que puso fin a la querella de las investiduras.
El cesaropapismo de los emperadores había surgido en tiempos de Carlomagno, de la confusión entre lo
temporal y lo espiritual, y se enfrentó con el movimiento gregoriano que reclamaba la independencia total de
las jerarquías eclesiásticas.
El concordato de Worms (1122) fue negociado por el papa Calixto II (1119−1124) y el Emperador Enrique V,
y estableció el reconocimiento de la independencia recíproca entre los poderes espiritual y temporal. Se
admitió la teoría elaborada por el canonista Ivo de Chartres, por la que el Emperador renunciaba a la
investidura de anillo y báculo y concedía la elección canónica. El Papa por su parte se avino a que la elección
se celebrara en presencia del Emperador, y en caso de elección dudosa, decidiera l con el consejo del
metropolitano. Para celebrar el acuerdo de Worms se reunió un Concilio en Letrán en marzo de 1123 que fue
el IX ecuménico.
El concordato distinguió el cargo religioso de los bienes temporales y poderes políticos que confería. Si bien
en el plano moral los efectos fueron limitados y efímeros, la autoridad universal del Papa se vio
considerablemente reforzada.
Solucionada la cuestión de las investiduras, el forcejeo entre el Imperio y el Papado se planteó en el
"dominium mundi".
EL PONTIFICADO EN EL SIGLO XII: ALEJANDRO III Y FEDERICO I BARBARROJA.
El conflicto entre el Papado y el Imperio se había trasladado a discutir el principio de la prioridad de la
jurisdicción universal, por estimar el Papa y el Emperador que su poder era igualmente universal, y que tenían
el privilegio y el deber de dirigir todo el mundo cristiano. En el primer tercio del siglo XII el poder del
Imperio había quedado limitado a centro Europa y al norte de Italia, y el Papado no gobernaba la cristiandad
oriental. El Papa quiso que la coronación del Rey de Romanos como Emperador estuviera precedida de la
promesa de obediencia al Pontífice y el reconocimiento de la superioridad del poder espiritual, a lo que se
negaban los emperadores.
Federico I Barbarroja (1152−1190) ascendió al trono aclamado por los nobles deseosos de asegurar la paz
interna. Prometió al papa Eugenio II ponerle en plena posesión de su soberanía, pero al mismo tiempo se
propuso consolidar su poder en Italia, restablecer la autoridad real frente a la nobleza y tuvo que enfrentarse a
la jerarquía eclesiástica en su interpretación del concordato de Worms. Aspiró al absolutismo y formuló en la
Dieta de Roncaglia los derechos de regalías, a lo que no se opusieron las ciudades.
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Pero cuando Federico hizo efectivos sus derechos las ciudades se sublevaron con el apoyo del Papa Alejandro
III, molesto por la creación de nuevos obispados en tierras eslavas e investidos por el Emperador.
Federico arrasó Milán y obligó a huir al Papa a Francia donde fue recibido por el monarca francés Luis VI,
mientras el emperador designó al antipapa Pascual III y obligó a este a canonizar a Carlomagno con objeto de
fundamentar la sacralidad del Imperio Romano Germánico.
El Emperador, brazo fuerte de Dios, a quien el poder correspondió por derecho de conquista, no debía
depender del Papa, puesto que era el pueblo quien, depositario de la voluntad divina, lo elegía.
El Papa reorganizó la Liga de las ciudades lombardas y gracias a las naves venecianas vencieron al
Emperador que tuvo que firmar la paz, reconociendo la independencia de los Estados Pontificios y la libertad
de las ciudades de la Liga, a cambio del pago de una suma anual por el disfrute de ciertos derechos
jurisdiccionales.
LA PLENITUD DE LAS ÓRDENES MONÁSTICAS. CLUNY Y EL ESPÍRITU CLUNIACENSE. OTRAS
CORRIENTES DE REFORMA MONÁSTICA, CARTUJOS Y PREMOSTRATENSES. EL CISTER,
TRIUNFO DEL NUEVO ESPÍRITU EN LA VIDA MONACAL.
La reafirmación del espíritu cristiano produjo la aparición de nuevas órdenes religiosas y nuevas tendencias
monásticas. En 1084 San Bruno fundó la Orden de los Cartujos, basada en la regla benedictina con la
adopción de dos principios: el silencio y la soledad, es decir la vida contemplativa, mezcla de ermitaño y
cenobita.
La primera fundación del Cister la realizó San Roberto en Molesmes y el traslado a la soledad monacal la
realizó San Bernardo de Claraval al monasterio de Citeaux. La difusión de la nueva Orden fue bastante r pida:
hacia 1300 poseía unos setecientos monasterios en toda Europa.
San Bernardo un asceta que mortificaba su cuerpo con rigor, acusaba a los cluniacenses de mundanos y dio al
Cister una orientación inflexible, austera, reflejada incluso en la sobriedad decorativa de sus monasterios
frente a la magnificencia de Cluny. El hábito negro de éste fue sustituido por el blanco. Con San Bernardo se
extendió el fervor y el culto a Nuestra Señora.
Desde 1119 tuvo una auténtica constitución que compaginaba el régimen monárquico (abad) con el
parlamentario (capítulo general) y el federativo (existencia de una caridad o hermandad entre todos los
abades).
Bajo las tendencias reformadoras del Pontificado, muchos sacerdotes buscaron en la ascesis una mayor
perfección realizándose fundaciones de canónigos regulares. En 1124 se estableció la de Prémontre de San
Norberto, su sucesor el beato Hugón, fijó la regla de los premostratenses sobre la de San Agustín. La vida de
estos religiosos tenía un doble aspecto: monacal y parroquial, y sus comunidades se llamaron de canónigos
regulares.
La renovación del monacato benedictino por los monjes negros de Cluny en el 910 tuvo pronto una amplia
repercusión al quedar independizado de la autoridad del obispo y ponerse bajo la directa protección del Papa.
Ninguna autoridad temporal podría intervenir en sus dominios. Pero el espíritu renovador y la espiritualidad
de Cluny sucumbieron ante las grandes riquezas y olvidaron el ideal de la pobreza evangélica.
El espíritu de reforma y el deseo de buscar la pobreza cristiana y practicarla perduraban, lo que constituía un
terreno abonado para ascetismo y doctrinas más o menos heréticas.
LAS HEREJIAS. POSIBLES CARACTERES COMUNES DE LOS MOVIMIENTOS HERÉTICOS. EL
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VALDISMO Y SUS IMPLICACIONES. DUALISMO Y CATARISMO. LAIGLESIA ROMANA FRENTE
A LAS HEREJIAS.
Las herejías que se desarrollaron en el Occidente en el siglo XII nacieron de la piedad popular. Comenzaron
manifestándose como una crítica contra la jerarquía religiosa y esta las condenó, por lo que opusieron su
propia interpretación doctrinal a la enseñanza teológica de la Iglesia, convirtiéndose en herejías dogmáticas.
La riqueza contribuyó a la degradación moral de la Iglesia, en contra de sus propias enseñanzas, por lo que
laícos y monjes aspiraban a vivir la pobreza evangélica y deseaban reformar las costumbres mundanas del
clero, por lo que también aparecieron agrupaciones de laicos sujetos a la Iglesia que adoptaban una
concepción personal de la vida religiosa al margen de la Iglesia, por lo que fueron condenadas y convertidas
en herejías. Estos movimientos tuvieron gran intensidad en el Sur de Francia y en el Norte de Italia.
El que tuvo mayor resonancia fue el de los valdenses o "pobres de Lyón" fundados por el rico mercader Pedro
Valdes en 1170, que perseguía vivir en la pobreza, seguir la perfección evangélica e imitar a los Apóstoles.
El desarrollo de la doctrina dualista en estas comunidades llego a crear una verdadera Iglesia herética. El
dualismo fue introducido en Europa por los paulicianos que desde los Balcanes se extendieron por el Norte de
Italia, Sur de Francia, España y Alemania, empezando a ser conocidos con el nombre de cátharos (puros).
La base de su doctrina neomaniquea se hallaba en el problema del Mal y se resumía en su confesión de fe: el
dualismo entre el Bien y el Mal que existían desde toda la eternidad. Todo lo visible era obra del Dios del
Mal, por lo que conviene destruir los malo, luego el suicidio es una liberación y no un pecado. Despreciaban a
la Iglesia, a su jerarquía y a sus sacramentos. En el sur de Francia se les llamo albigenses, constituyendo esta
región un importante foco.
La Iglesia Romana reaccionó excomulgándoles al comprobar el apoyo que recibían de los señores feudales y
como continuaban llamándose cristianos, y como perdía posiciones en la región, teniendo poco éxito los
enviados del Pontífice a la zona. La cruzada decretada por Inocencio III reunió a unos 6.000 caballeros y unos
100.000 peones, que sembraron el terror en Francia y destruyeron a los cátharos.
TEMA 21
EVOLUCIÓN POLÍTICA DE EUROPA DESDE FINALES DE LOS SIGLOS XII A COMIENZOS DEL
SIGLO XIV. EL IMPERIO, LOS REINOS FRANCÉS E INGLÉS. EUROPA NÓRDICA Y CENTRAL.
APOGEO Y FIN DE LOS PODERES UNIVERSALES
Entre las características que cabe señalar en la Europa Occidental del siglo XIII, pocas tienen una importancia
tan general como el ocaso de los poderes universales. El siglo XIII fue un siglo de contrastes, con mirada al
pasado y al futuro en los aspectos políticos, socioeconómicos y culturales.
La autoridad universal de la Iglesia, y la general del Papado sufrió un duro golpe con la toma de
Constantinopla por los occidentales en la IV Cruzada (1204). La imposición a la Iglesia Oriental de la
autoridad del Papa y la superioridad del clero occidental, sólo podía producir un mayor distanciamiento
cuando cambiaran las condiciones políticas.
La autoridad del emperador oriental se resquebrajó con la creación de un Imperio Latino de Constantinopla
(1204−1261). El Imperio de Occidente cayó en una grave crisis durante el Gran Interregno (1250−1273).
A la sombra de estas caídas de los universalismos religiosos y políticos, surgían las nuevas naciones europeas.
Los reinos de Francia e Inglaterra se dotaban de instituciones sólidas: a) cámaras de representantes, b)
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organismos financieros, c) tribunales centrales o reales, d) se unificaron las legislaciones en una sola para cada
reino.
INOCENCIO III. FEDERICO II (1212−150). EL GRAN INTERREGNO (1250−1273) Y LA IRRUPCIÓN
ANGEVIA EN ITALIA.
Inocencio III (1198−1216), el gran Papa de comienzos del siglo XIII, señaló el apogeo del absolutismo
pontificio al imponer la doctrina teocrática, según la cual los monarcas debían estar supeditados a la Santa
Sede y eran sus vasallos.
La minoría de edad de Federico II Hohestaufen facilitó la intervención del Papa en la dirección de los asuntos
políticos de Europa. En Alemania, Francia, Inglaterra, España y Bulgaria. Desde la toma de Cosntantinopla en
1204 extendió su autoridad a algunos obispados orientales y reunió el Concilio ecuménico IV de Letrán
(1215) con el que pretendió solucionar la herejía cátara, la reforma del clero y la Cruzada.
Educó a Federico II rey de Sicilia y logró que fuese reconocido rey de Alemania. Honorio III le coronaría
emperador previa promesa de renunciar al reino de Sicilia, lo que no cumplió, y organizar una Cruzada.
Federico hizo coronar a su hijo como Rey de Romanos, vinculando la corona a su familia.
Federico fue muy culto y poco religioso, intentó convertir el Imperio en eje de la política internacional.
El papa Gregorio IX, ante las reiteradas excusas para no ir a la Cruzada, lo excomulgó y libró a sus súbditos
de los juramentos de fidelidad, por lo que Federico hubo de emprender la Cruzada prometida.
A la vuelta acudió a resolver los conflictos en Alemania donde por primera vez reunió la Dieta con
representación de la burguesía. De regreso a Italia venció a la Liga de las ciudades lombardas e intentó
someterlas. Quiso fijar su capital en Roma para reforzar su política italiana, pidiendo ayuda a monarcas
extranjeros en su lucha con las ciudades del norte, fieles al papa Gregorio IX, por lo que este lo excomulgó
por segunda vez. Continuó su avance hacia Roma y el nuevo papa Inocencio IV (1243−1254) tuvo que huir a
Génova, confirmando la excomunión de Federico por sacrílego.
Los príncipes alemanes, quejosos por el desinterés que mostraba por Alemania, e incitados por Inocencio IV,
se sublevaron.
La formulación de la teocracia se basaba en la doctrina de los dos poderes, directo e indirecto, por lo que el
papa era el jefe legítimo del mundo cristiano al cual debía gobernar en nombre de Dios, estando los reyes y
emperadores sólo encargados de la administración material o civil, en razón del poder mediato o indirecto que
se les confería siempre que permaneciesen fieles a los dictados de la Iglesia.
Frente a esta doctrina se argüía el cesaropapismo imperial, que obligaba al Emperador a defender sus
legítimos derechos soberanos frente a las ciudades rebeldes.
Al morir Federico II a mediados del siglo XIII, el poder imperial quedaba anulado por las monarquías
nacionales y por la preponderancia del régimen municipal. La realeza germana se hallaba reducida a la
impotencia, mientras el Papa intentaba disponer del Imperio, que se consideraba vacante desde 1245.
Los obispos alemanes eligieron en 1246 a Enrique Raspe por anti−Cesar. Ni l ni su sucesor Guillermo de
Holanda resolvieron la situación interna del país, ni devolvieron la unidad de mando.
La sede imperial siguió vacante durante el Gran Interregno (150−1273) mientras los candidatos rivales se
enfrascaban en sus luchas, hasta la elección de Rodolfo conde de Habsburgo (1273−1292) quien vincularía el
Imperio a su casa.
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Mientras Sicilia fue entregada por el Papa al príncipe francés Carlos de Anjou y de Provenza, hermano de
Luis IX. Carlos conquistó Sicilia aprovechando el Gran Interregno, pero no supo consolidarse allí, y sería
expulsado por Pedro III de Aragón.
LA MONARQUÍA FRANCESA EN LA PLENITUD DEL SIGLO XIII (1223−1226). EL GOBIERNO DE
SAN LUIS (1234−1270). FELIPE III (1270−1285). FELIPE IV (1285−1314) Y BONIFACIO VIII.
El hijo y sucesor de Felipe II Augusto, Luis VIII (1223−1226) en vida de su padre había intervenido en la
lucha contra los Plantagenet y en la Cruzada contra los albigenses. Una vez rey se apoderó de los bienes de
Enrique III Plantagenet en Poitiu, Aunis y Saintonge.
Su muerte prematura dio paso a la regencia (1226−1235) de su esposa Blanca de Castilla, que tuvo que
enfrentarse al feudalismo galo, sobre todo al duque de Bretaña y el conde de Champaña, y los intentos
oportunistas del conde de Tolosa Ramón VII.
Blanca hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor de Inglaterra, no fue apreciada por los nobles franceses
que llegaron a calumniarla, pero su entereza pudo m s que las intrigas y entregó a su hijo Luis el reino
pacificado.
Luis IX el Santo (1226−1270) político sabio y prudente, aunque autoritario, fue organizador del reino de
Francia, sus únicas guerras ofensivas fueron sus dos Cruzadas. Fue atacado por el inglés Enrique III que
apoyaba a los barones de Poitou pero supo defenderse y consolidar su reino.
Su espíritu fue pacifista pero no débil, supo tratar a los clérigos díscolos, Su equidad en sus juicios hizo que
fuese requerido en Flandes, Navarra e Inglaterra. Veintisiete años después de su muerte la Iglesia le canonizó.
Encarnó el ideal del rey cristiano: piadoso, justo e imbuido de espíritu franciscano y dominicano, ejemplo y
modelo de soberanos de su tiempo.
Su organización de la administración del reino merece especial atención. París, su residencia, era centro
administrativo y la capital del reino. Se aconsejaba de la Cour, la vieja Curia, y de está surgieron tres
organismos especializados: el consejo real para la política general, el Parlamento de París o tribunal supremo
de Justicia y la Cámara de Cuentas para las finanzas. Se crearon agentes reales que organizaron las
circunscripciones territoriales.
El rey vivía de las rentas de su dominio, de las multas judiciales y de las tasas extraordinarias. Pero al
aumentar los gastos la hacienda se veía imposibilitada a hacerles frente, por lo que se aumentaba el dominio
real con las propiedades de los nobles díscolos, y se creaban impuestos que exoneraban del servicio militar.
La economía siguió siendo agrícola, ya la tranquilidad del reinado de Luis IX la hizo próspera, aunque se
enriquecieron los nobles y se empobrecieron los pequeños propieyarios. El comercio0 propició el desarrollo
de puertos como Rouen, Bourgneuf, La Rocelle y Birdeos.
Los cinco sucesores de San Luis cierran la dinastía capeta: Felipe III el Atrevido (1270−1285) y Felipe IV el
Hermoso (1314−1316), Felipe V el Largo (1316−1322) y Carlos IV el Hermoso (1322−1328), de reinados
breves y críticos, que antecedieron a la monarquía Valois.
Felipe III unió al reino los condados de Tolosa, Poitiers y la Auvernia, y los condados de Alençon y de
Guines, lo que reforzaba la economía regia. Se enfrascó en una funesta operación contra la corona de Aragón
y encontró la muerte.
Sus sucesores se replegaron a la Francia estricta. Con Felipe IV se iniciaba la crisis del paso del siglo XIII al
XIV. Se opuso a la teocracia de Bonifacio VIII, opuso al ideal e justicia cristiano la razón de Estado y los
principios del Derecho Romano, esforzándose por dar una personalidad independiente a la monarquía gala,
17
aislada de la cristiandad.
HISTORIA MEDIEVAL
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