Caso Shereshevski

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CASO SHERESCHEVSKI
Este caso fue estudiado durante varios años por el psicólogo ruso A.R. Luria,
quien escribió un libro al respecto: Pequeño libro de una gran memoria. El
descubrimiento de Shereschevski se produjo cuando era periodista y su editor
se dio cuenta de que, por complejas que fueran las instrucciones que se le
dieran al preparar algún artículo, éste nunca tomaba notas. A pesar de esto,
podía repetir cualquier cosa que le dijeran, palabra por palabra sin dar mayor
importancia a esa increíble capacidad. Al darse cuenta de que se trataba de un
fenómeno inusual, su editor le envió a ver a Luria, que le administró una serie
de pruebas de memoria cada vez más exigentes. No parecía haber límite en la
cantidad de material susceptible de ser recordado puntualmente por él: listas
de más de cien dígitos, largas series de sílabas sin sentido, poesía en idiomas
desconocidos, gráficos complejos o extensas fórmulas científicas. No sólo
podía repetir perfectamente todo este material, también podía hacerlo en orden
inverso e incluso años más tarde mostró su capacidad para seguirlo
recordando.
¿Cuál era el secreto de la asombrosa memoria de Shereschevski? Tenía una
notable capacidad para formar imágenes. No sólo podía crear multitud de
imágenes visuales con gran rapidez y facilidad, sino que mostraba una
asombrosa tendencia a la sinestesia (el fenómeno por el cual un estímulo que
actúa sobre un sentido evoca una imagen en otro). La mayoría de las
personas, por ejemplo, tiende a asociar los sonidos agudos a colores brillantes
y los graves a los tonos oscuros. No es extraño que se asocien los días de la
semana con colores. Sin embargo, para la mayoría de las personas la
tendencia a interrelacionar sensaciones es muy ligera, y sin significado
práctico. En el caso de Shereschevski, la cantidad de asociaciones de este tipo
era enorme. Por ejemplo, al escuchar un sonido de 2.00 ciclos por segundo,
dijo: “parece un coche de bomberos pintado de rosa y rojo. La banda de color
es rugosa y áspera, de un sabor desagradable, algo así como el de un pepinillo
salado... podrías lastimarte la mano con ella.” Para él, los números tenían
formas y colores “El uno es un número puntiagudo, pero eso no tiene nada que
ver con la forma como se escribe: es porque se trata de algo firme y completo.
Los números también se parecían a personas: el uno era “un hombre orgulloso
y macizo”, y el dos, “una mujer muy espiritual”. Si se le presentaba alguna cosa
para recordar, inmediatamente la codificaba con este rico y elaborado método.
Por lo general este proceso implicaba que el material más difícil y árido
originara una experiencia vívida que se representaba no sólo visualmente sino
también en términos de sonido, tacto y olor.
Aunque su asombrosa sinestesia le resultaba obviamente muy útil, no dejó de
plantearle problemas. Por ejemplo, si alguien tosía mientras le leían el material
que debía recordar, la tos quedaba también impresa en su memoria como un
borrón o una bocanada de vapor, que aparecía también en el recuerdo
subsiguiente; una ligera diferencia de la inflexión en la voz del hablante podía
cambiar totalmente la imagen, y esto podía afectar su comprensión incluso en
fragmentos de prosa relativamente sencillos.
Como mnemonista, Shereschevski obtuvo grandes éxitos. Sin embargo, tenía
enormes dificultades para olvidar y acabó por sentir su memoria abarrotada por
informaciones de todo tipo que no deseaba recordar. Al cabo de algún tiempo
encontró una solución muy sencilla: imaginó que la información que no
deseaba recordar estaba escrita en una pizarra y luego se imaginó a sí mismo
borrándola. Por extraño que parezca, el método funcionó perfectamente.
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