Documento 401588

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DERECHO INTERNACIONAL
El nacimiento del Derecho internacional puede situarse entre los siglos XVI y SXVII
y en la necesidad de regular las relaciones entre los distintos Estados durante. Tras
la II Guerra Mundial con la creación de la Organización de las Naciones Unidas se
institucionaliza el derecho internacional y se abre un nuevo frente centrado en la
protección de los derechos humanos.
Si bien en las últimas décadas este ámbito del derecho ha vivido un desarrollo sin
precedentes, lo cierto es que a hoy en día no puede hablarse de un derecho
internacional migratorio propiamente dicho, sino que, la regulación del fenómeno
migratorio en el ámbito internacional se ha aproximado de forma transversal.
En primer lugar, existe un marco jurídico internacional que parte del principio de
respeto a la soberanía nacional de los Estados, reconociéndolos una amplía libertad
en la regulación de los flujos migratorios, sólo limitada por algunas excepciones
fundamentadas en el ius cogens internacional (principio de non-refoulement, etc.) y
en la propia autolimitación de los Estados mediante la asunción de los Tratados
Internacionales sobre esta materia. La participación de los Estados en
Organizaciones Internacionales (ONU, OIT, OIM, etc.), unida a la creciente
complejidad del mundo actual y a la red de intereses e intercambios
tranfrontereros, ha dado lugar a una tupida lista de Tratados Internacionales que
afecten directa o indirectamente al fenómeno de la migración así como de un
conjunto de instituciones, órganos y Grupos de Trabajo (ACNUR, Comité de
Derechos Humanos de Naciones Unidas).
Junto a las disposiciones más específicas sobre migraciones internacionales están
las más generales sobre Derechos Humanos, que son tanto o más importantes que
las anteriores (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Pacto Internacional
de Derechos civiles y políticos hecho en Nueva York el 19 de diciembre de 1966,
etc. En estas declaraciones se reconocen como titulares de los distintos derechos a
todas las personas, sin que exista a priori una vinculación directa entre el derecho y
nacionalidad.
El segundo lugar se encuentran los tratados o convenios que tienen origen en las
relaciones entre Estados en la mayoría de casos de naturaleza regional (Consejo de
Europa, OEA, etc...,) o directamente bilaterales. Esta forma de actuación introduce
más complejidad, riqueza y diferenciación en el régimen jurídico de la inmigración.
Así, se pueden encontrar Tratados bilaterales firmados con terceros países, que
comprenden materias tan diversas como la readmisión de extranjeros expulsados,
el reconocimiento mutuo de prestaciones de Seguridad Social, reconocimiento
mutuo de permisos de conducción, etc..
En el ámbito europeo se encuentra el Convenio Europeo para la protección de los
Derechos humanos y de las Libertades Fundamentales de 1950. Esta norma
destaca gracias al desarrollo que del mismo ha realizado Tribunal Europeo de
Derechos Humanos. (véase el respectivo apartado de la página)
En relación a la vinculación y eficacia de éste derecho en el ordenamiento interno
cabe señalar que según el artículo 10.2 de la Constitución “Las normas relativas a
los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se
interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y
los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por
España”. En la doctrina española existe un amplio debate doctrinal sobre el alcance
del término “interpretación conforme” y por lo tanto de los efectos internos del
derecho internacional. Por su parte el Tribunal Constitucional le ha restado el valor
vinculante al señalar que en materia migratoria los tratados internacionales tienen
una mera función de interpretación (es decir no se pueden derivar derechos
concretos y exigibles de los tratados internacionales).
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