Bush pierde en Irak... y también en EE.UU.

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Bush pierde en Irak... y también en EE.UU.
PRT-IR :: 14/11/2006
Si nuestro análisis es correcto, en el futuro inmediato continuará la contradicción entre las
aspiraciones de la mayoría del pueblo estadounidense de que las tropas salgan de Irak y la
política que aplicarán sus líderes. Las expectativas de que la masiva votación a los demócratas
cambie el curso de las cosas se verán frustradas.
Bush pierde en Irak... y también en EE.UU. El 7 de noviembre pasado se realizaron elecciones
legislativas y regionales en los EE.UU. El partido republicano del presidente George Bush sufrió una
dura derrota. El resultado, que debilita aún más al gobierno de Bush, sólo puede entenderse como
un reflejo del curso desfavorable que la guerra en Irak tiene para EE. UU. Este tema se transformó
en el centro del debate electoral y en la principal preocupación de los votantes. El partido
republicano, después de 12 años, perdió la mayoría en la Cámara de Representantes (Diputados) y
también en el Senado. Al mismo tiempo, los candidatos del partido demócrata ganaron la
gobernación de, por lo menos, cuatro estados más de los que ya controlaban, entre ellos Nueva York.
Se trata, evidentemente, de una dura derrota para el gobierno de Bush que sale claramente
debilitado de la elección. El boomerang de Irak La derrota tiene una explicación muy clara: el curso
desfavorable de la guerra en Irak, y de la política de Bush en Medio Oriente, volvió como un
boomerang e impactó en las elecciones como una marea de oposición popular. Durante su gobierno,
Bush apostó fuerte a la "guerra contra el terror" y la "nueva estrategia" para Medio Oriente. Pero,
luego de algunos rápidos triunfos iniciales, su política comenzó a fracasar cada vez más en Irak,
Afganistán y El Líbano. En vez de fortalecer el control de EE.UU. en la región, el resultado fue su
debilitamiento y el fortalecimiento de la resistencia iraquí, Hezbollah, Siria, el régimen iraní, etc. El
pantano en Irak comenzó a transformarse en una guerra que parece imposible de ganar. Por eso, al
sector minoritario de la sociedad estadounidense que estuvo desde el inicio contra la guerra, se fue
sumando otro, cada vez más creciente, que se opone a ella por los riesgos que implica. La opinión
pública de los EE.UU. siente que empeoró la seguridad del país: encuestas previas a las elecciones
indicaron que el 60% de los estadounidenses creen que la guerra de Irak volvió más probable un
nuevo "ataque terrorista" contra su territorio y más del 50% está a favor de la retirada de las tropas
de Irak. Es cierto que esta oposición contra la política de Bush no ha generado, hasta ahora, las
masivas manifestaciones antiguerra que se produjeron en la época de Vietnam. Pero sí se expresó
con mucha fuerza en la elección. El tema de la guerra se transformó en el eje del debate electoral, a
diferencia de las tradicionales elecciones legislativas, donde predominan los temas locales y
específicos. El resultado fue un masivo "voto castigo" contra el gobierno de Bush. Un ejemplo del
sentimiento predominante, y del cambio producido en muchos votantes, fue el triunfo de Tammy
Duckworth, una ex piloto de helicópteros militares que perdió sus dos piernas en la guerra de Irak:
hizo campaña oponiéndose a la guerra desde su silla de ruedas y fue electa diputada por el sexto
distrito de Illinois (en los suburbios de Chicago), un lugar donde, en los últimos 32 años, los
republicanos habían ganado todas las elecciones. Otro hecho significativo: Keith Ellison también
realizó su campaña pidiendo la retirada de las tropas, en el quinto distrito de Minnesota, y es el
primer musulmán negro electo diputado en el país. Bush quiere seguir la guerra. Después de las
elecciones, el gobierno de Bush sale claramente debilitado. El propio presidente admitió la "paliza" y
reconoció que "mucha gente votó ayer para protestar por la situación en Irak". No casualmente, la
primera consecuencia del resultado fue el despido-renuncia del secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld, una de las figuras más identificadas con la guerra. Sin embargo, a pesar de la opinión
mayoritaria del pueblo estadounidense, Bush declaró que mantendrá las tropas en Irak "hasta la
victoria" y que, bajo ninguna hipótesis, "saldrán derrotadas" porque eso tendría "consecuencias
desastrosas". En otras palabras, resulta claro que su intención es continuar la guerra. Los
demócratas están de acuerdo Sin embargo, no podría llevar adelante esta política sin acuerdo con
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los demócratas que ahora dominarán el Congreso. Al mismo tiempo, si bien, como hemos visto,
varios candidatos demócratas ganaron las elecciones con discursos contra la guerra, los principales
líderes del partido, como la senadora Hillary Clinton, no sólo votaron a favor de ella, en 2003, sino
que vienen acompañando, desde el Congreso, las decisiones más importantes. Después de las
elecciones, Nancy Pelosi, diputada demócrata indicada como futura presidente del Congreso,
declaró en una entrevista a la CNN: "Si bien habrá audiencias para discutir la estrategia en Irak,
Bush seguirá siendo el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas los próximos dos años". A
continuación, descartó totalmente la posibilidad de reducir el presupuesto de las FF.AA. y agregó:
"Jamás dejaremos a nuestras tropas sin lo que necesitan". Es decir, todo indica que la perspectiva
más probable es un acuerdo entre el gobierno republicano y los legisladores demócratas para
continuar la guerra y, en esta perspectiva definir de conjunto la política a seguir. Recordemos que
otras leyes importantes, como las referidas a la inmigración, también están siendo acordadas de
modo similar. Razones muy profundas Las razones para que este acuerdo sea posible son muy
profundas. Tanto el republicano como el demócrata son los dos partidos que, más allá de sus
diferencias ideológicas, representan los intereses de la burguesía imperialista de los EE.UU. Para
esta burguesía, el control del Medio Oriente tiene una importancia geopolítica estratégica y, a la
vez, posee las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, en momentos en que éstas comienzan
a declinar. Por eso, para el imperialismo estadounidense, salir totalmente derrotados de Irak
tendría, como dijo el propio Bush, "consecuencias desastrosas", no sólo en la región sino en todo el
mundo. Por eso, ambos partidos van a hacer lo imposible para ganar esa guerra o, por lo menos,
sacar un "empate". Las perspectivas Si nuestro análisis es correcto, en el futuro inmediato
continuará la contradicción entre las aspiraciones de la mayoría del pueblo estadounidense de que
las tropas salgan de Irak y la política que aplicarán sus líderes. Las expectativas de que la masiva
votación a los demócratas cambie el curso de las cosas se verán frustradas. Esto abrirá la posibilidad
de que el pueblo estadounidense comprenda que, para lograr sus aspiraciones anti-guerra, será
necesario movilizarse masivamente contra la política conjunta del gobierno y el Congreso. Tenemos
confianza de que, tarde o temprano, eso va a suceder y que la lucha de la resistencia iraquí y las
masivas movilizaciones en EE.UU. se combinen para provocar una clara derrota del imperialismo.
Correo Internacional es una publicación mensual de la Liga Internacional de los Trabajadores - IV
Internacional (LIT-CI) cuya sección oficial en el Estado Español es el PRT-Izquierda Revolucionaria.
http://www.marxismo.info/spip.php?article233
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