Historia de Macedonia

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INDICE
• Indice, pág. 1
• Macedonia antes de Filipo, pág. 2/5
• Filipo II: los albores del Imperio, pág. 6/8
• Alejandro III: su carácter y posición en Grecia, pág. 9/12
• Asia Menor y Egipto: primeras incursiones en Oriente, pág. 13/16
• La conquista de Persia y La India, pág. 17/25
• Organización del Imperio, pág. 26/29
• Desintegración del Imperio, pág. 30/32
MACEDONIA ANTES DE FILIPO
Macedonia se encuentra en la parte septentrional de la Península Balcánica, abarcando las cuencas de los ríos
Estrimón, Haliacmón y Axios, limitando al oeste con Iliria, al este con Tracia y al sur con Tesalia. Las
condiciones geográficas de la región propiciaban la fragmentación política.
Los datos arqueológicos sugieren que fue durante la Edad del Hierro cuando los llamados macedonios
comenzaron a ocupar el país, comenzando por el valle medio del Haliacmón, para ir, posteriormente paso a
paso, ocupando el resto.
Los griegos tenían dudas acerca si los macedonios eran griegos o bárbaros durante mucho tiempo, dando lugar
a posiciones opuestas, así Heródoto afirmaba Estos reyes macedonios descendientes de Pérdicas, pretenden
ser griegos, y yo conozco muy bien que ciertamente lo son, opinión totalmente diferente a la de Demóstenes
que los consideraba bárbaros y a Filipo el Grande como enemigo de los griegos.
Ciertamente los macedonios eran griegos como lo demuestra las inscripciones de los siglos V y IV a.C. que
enmarca la lengua hablada por los macedonios en el grupo noroccidental. Sin embargo este dialecto estaba
culturalmente poco evolucionado, exponente de una sociedad alejada política, económica y culturalmente
atrasada respecto a la griega. Ello no significaba por contra el aislamiento total de Macedonia respecto a
Grecia, ya que la proximidad de los Estados griegos a Macedonia exigían la aproximación por razones
geopolíticas. Por eso la elevación cultural que numerosos reyes macedonios llevaron a cabo se hizo con la
cultura griega.
En un primer momento el territorio posteriormente llamado Macedonia estuvo ocupado por tribus
independientes entre sí. Fue hacia la primera mitad del siglo VII a.C. cuando se produjo el asentamiento de la
tribu de los argeadas que acabó por obtener el dominio sobre una parte del territorio y de la población
macedónicas.
En estos momentos estaban gobernado por reyes semejantes a los homéricos, el monarca era en realidad el
miembro más destacado de los nobles del reino, el primum inter pares, los nobles le seguían como
compañeros a las guerras y se constituían en el grupo más importante de la asamblea en armas. Las relaciones
eran de estilo feudal, lo que hacía que incluso en época avanzada, en los tratados con otras potencias griegas
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el nombre o título del rey pudiese ser incluso intercambiado por el de macedonios o que además de la del rey
se exigiera la firma de otros dignatarios del reino.
Dentro de la dinastía Argeada, destaca Alejandro I (494−454 a.C.), inició la ampliación de los componentes
del ejercito macedonio como instrumento útil para conseguir y consolidar las conquistas territoriales.
Incorporó los compañeros de a pie con lo cual otro sector de la sociedad macedonia, aparte de la nobleza,
comenzó a tener vínculos más estrechos con la realeza macedonia.
Alejandro I intentó no verse comprometido con el sentimiento anti−persa sustentada por algunos estados
griegos, sentimiento que mantuvo en el enfrentamiento greco−persa de las Guerras Médicas. Los griegos
triunfantes castigaron a los estados griegos favorables a los persas, sin embargo, a Macedonia no le
impusieron ninguno. En ello también influyó el aspecto anteriormente comentado de que algunos no les
consideraban griegos, por ello muchos se oponían a su participación en los juegos olímpicos, en los que
finalmente fueron aceptados reconociendo así su condición de griegos.
Alejandro I fue un monarca cauteloso en las relaciones con Atenas y Esparta, política que tras su muerte
continuo siendo empleada por algunos de sus descendientes en el trono real de Macedonia. Alejandro I
conquisto para su reino el distrito de Bisaltia, rico en plata y el lugar de los Nueve Caminos, en el Egeo Norte,
el cual sin embargo perdió pronto por la presión de los edones.
A la muerte de Alejandro I, sus hijos Filipo, Alcetas y Pérdicas se disputaron el trono, y mantuvieron el
mando en sus áreas de influencia. El primero en desaparecer fue Alcetas, que fue depuesto por sus hermanos.
Estos difíciles momentos de Macedonia coinciden con la expansión ateniense por el Egeo Norte, donde
fundaron nuevas
colonias como Anfípolis, en la desembocadura del río Estrimón, y lograron que Metone ingresara en la liga
ático−délica. En vista de ello, y aun antes de que estallara la Guerra del Peloponeso, Pérdicas demostró su
habilidad política al propiciar que las ciudades próximas a Olinto se unieran en una confederación para frenar
la presencia ateniense.
Cuando estalló la guerra del Peloponeso, Pérdicas vio el momento oportuno para deshacerse de su hermano
Filipo y unificar el reino, y continuo con la política de equilibrio entre Atenas y Esparta como anteriormente
había hecho su padre.
Pérdicas murió en el año 413 a.C. dejando un reino consolidado que había de pasar por la prueba de la
sucesión. Pérdicas tuvo dos hijos, uno de siete años que era el sucesor legítimo, y Arquelao, fruto de la
relación con una concubina, mayor de edad que fue quien finalmente se hizo con el trono. Arquelao creó una
eficiente red de caminos en función del ejercito, construyó fortalezas, y amplió y modernizó él ejercito.
Traslado la capital desde Egas en el interior, a Pella, más próxima al mar y situada en un punto geoestratégico,
de la cual hizo un centro cultural, rodeando su corte de poetas, músicos...
Las medidas adoptadas por Arquelao hicieron posible que Macedonia ya no dependiera de ningún otro estado
griego, Macedonia se había convertido en una potencia que podía seguir el camino que mejor le conviniera.
Atenas le nombró amigo y benefactor y le ayudó durante el asedio a Pidna. Arquelao al final de sus días y
viéndose en poder de un reino consolidado, decidió intervenir en los problemas internos de la federación de
Tesalia. A petición de los oligarcas de Larisa y su entorno restableció la oligarquía en la ciudad ocupándola, lo
que motivo las airadas protestas de Atenas, que hacia prever una guerra inminente, la cual no se llevo a cabo
por el asesinato de Arquelao en el 399 a.C.
Tras la muerte de Arquelao, Macedonia se vio envuelta en la anarquía y la confusión, renació la lucha por el
poder y las tendencias separatistas, a la vez que la presión de los reinos exteriores. Este es el panorama que se
encontró Amintas III cuando accedió al trono en el 393−392 a.C. Los ilirios atacaron Macedonia, expulsaron a
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Amintas III y
ocuparon parte del país. El rey estableció una alianza con la Liga calcídica y recuperó los territorios. Pero los
olintios que dirigían la Liga, deseaban incorporarse ciudades macedónicas del litoral. Amintas III reaccionó
buscando el apoyo de Esparta, que se había convertido en guardián de las conclusiones adoptadas en la Paz de
Antálcidas. La intervención de Esparta acabó con la derrota de Olinto, y la alianza de Esparta con varias
ciudades de la Liga calcídica, lo que asustó a Amintas III que busco entonces el acercamiento a Atenas, con la
que firmo una alianza, volviendo así a la política de equilibrios que había desarrollado sus predecesores.
Amintas III murió en el año 370 dejando tres hijos legítimos Alejandro, Pérdicas y Filipo. Alejandro II ocupó
el trono y continuo la política intervencionista de Macedonia en los asuntos de Tesalia, donde con la excusa
de ayudar a los tesalios contra la presión de los tiranos de Feras, sin embargo los ejércitos macedonios se
aseguraron la sumisión de Larisa y Cronón, lo que obligo a intervenir a Tebas, cuyas tropas comandadas por
Pelópidas liberaron Larisa y penetraron en Macedonia para dar apoyo a Alejandro y frenar las aspiraciones
reales de Ptolomeo de Aloro, Alejandro consiguió este apoyo a cambio de enviar rehenes, entre ellos su
hermano Filipo. Cuando los ejércitos tebanos abandonaron Macedonia Alejandro fue asesinado y Ptolomeo se
convirtió en regente de los otros dos hijos de Amintas III. La regencia estuvo llena de vicisitudes ya que hubo
otros pretendientes.
Pérdicas llegó a ser rey en el año 365 y duro sólo seis años, reinó como Pérdicas III. Tuvo una gran habilidad
para la política tanto interna como externa, elimino la autonomía de la que gozaba la región macedonia de
Lincéstide, desterrando a su monarca, Menelao, y reorganizó los derechos portuarios, colaboró con Atenas,
para debilitar a los calcídicos, en la conquista de Torone y Potidea, pero no cedió a las pretensiones de Atenas
sobre Anfípolis, que se encontraba bajo su poder. Pérdicas III murió cuando luchaba contra los ilirios del rey
Bárdilis, junto con buena parte de su ejército. Su muerte llevó a la regencia a Filipo, el padre de Alejandro.
FILIPO Y LOS ALBORES DEL IMPERIO (388/336)
El hijo más pequeño del rey Amnitas III, fue nombrado en primera instancia como regente bajo el reinado de
su hermano mayor Perdiccas. Entre los quince y los dieciocho años estuvo en Tebas como rehén, pero allí fue
instruido por los generales tebanos Pelópidas y Epaminondas, de quienes aprendió mucho en el terreno de la
diplomacia y el arte militar.
En cuanto se hizo cargo de la regencia macedonia, a los veintidós años, comenzó a solventar de manera
sobresaliente la situación en la que se encontraba el estado, al borde del desastre.
Macedonia, con capital en Pella (Pela), se recuperó durante ese periodo de regencia (360/357; de los veintidós
a los veinticinco años de Filipo) lo suficiente como para que Pérdicas fuese depuesto y Filipo coronado rey.
Cuando Filipo inició su cargo se dedicó en primer lugar a deshacerse de sus adversarios más significativos:
Archelaos, Arrideo, Menelao y Pausanias. Los tres primeros eran medio hermanos de Filipo y el último un
pariente. Se ocupó de sobornar a Berisades, rey tracio que apoyaba a Pausanias. Seguidamente éste fue
asesinado. Del mismo modo Archelaos desaparece de escena.
En ese mismo momento sus otros dos contrincantes se adhieren a la Liga Calcídica y el conflicto que
Macedonia sostenía con los paiones sobre una posible invasión de éstos queda solucionado a través de un
subsidio ofrecido por Filipo.
Mientras tanto, retiró sus tropas de Anfípolis, que era su aliada, en una impecable maniobra estratégica, ya
que poco más tarde la asediaría. Una vez reorganizadas sus tropas se decide a hacer frente al contingente
ático, al que vence demostrándole que cuenta con el respaldo de su país.
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Corría el año 358 y Filipo se decide a invadir Paionia. A continuación hace lo mismo con Lyncus, derrota a
los ilirios liberando así a Epiro de la influencia iliria. En agradecimiento el rey moloso Neoptolomeo le envió
a su hija Olimpia (también llamada Olimpíade), que se convertiría en reina de Macedonia.
Ese año Filipo es nombrado rey, y es en este periodo recién inaugurado cuando el monarca comienza a
cumplir verdaderamente sus ambiciosos proyectos. En un lapso de tiempo de unos cuatro años pone en
funcionamiento su engranaje político y militar. Asedia Anfípolis y Pydna en el 357. También Methone, otra
de las ciudades que se había independizado bajo el reinado de Perdiccas. Se alía con la Liga Calcídica,
enfrentada con Atenas, la cual estaba ya suficientemente molesta por no haber impedido la toma de Anfípolis
y Pydna, debido a estar sumida en enfrentamientos sociales internos.
Filipo apoya a Krenides contra las pretensiones de los tracios y esta ciudad pasa a llamarse Philippi.
Simultáneamente los reyes Cetríporis (Tracia Occidental), Lyppeus (Paeonia), y Grabus (Iliria) se alían con
Atenas para hacer frente a Filipo en el año 356.
Por estas fechas el monarca es ya padre del recién nacido Alejandro. En el 355 aísla Neapolis, y un año más
tarde toda la costa tracia está bajo su control.
Tesalia y Tracia habían caído bajo su poder en un tiempo ínfimo. Grecia, por su parte, no ocultaba la antipatía
dirigida la país macedonio y a su monarca, pero Filipo pese a esto respetó siempre a tan emblemático estado,
buscando en su capital al mejor preceptor para Alejandro: Aristóteles.
Filipo, de carácter temperamental, desenfrenado y falto de moderación tenía en la caza, la comida y la bebida
sus grandes pasiones, era sin embargo un espléndido político y estratega. El monarca fue un militar
incansable, posiblemente introductor de la
falange macedonia y del arma conocida como sarissa, se encargó de someter a su ejército a un entrenamiento
continuo y eficaz.
Pero las campañas no habían terminado para el macedonio que en el 356 debe intervenir a favor de Tesalia Y
Tebas, enfrentadas a Atenas y a los focidios, en lo que hoy conocemos como la Tercera Guerra Sagrada.
La Paz de Filócrates del 346 pone fin al conflicto a favor de los macedonios y sus aliados. Atenas, exasperada,
prepara bajo la dirección de Demóstenes (opositor reconocido de Filipo en Atenas) al
ejército para un enfrentamiento naval en Bizancio, ciudad que llegado el momento le será arrebatada a Filipo.
Pero en el 338 y con la ayuda de Alejandro derrotan a los atenienses en la conocida batalla de Queronea. Tras
esto el rey macedonio reúne en Corinto a los griegos independientes para votar la koiné eirené o paz general.
Queda nombrado strategós autokrátor, cargo que ejerció poco tiempo, ya que tan sólo dos años después, a la
edad de cuarenta y seis años, fue asesinado por su eterno rival Pausanias.
Sobre la popularidad de la que gozó Filipo en Grecia cabe decir que existían dos bandos: el de aquellos que lo
veían como la salvación de la Hélade y el de los que lo aborrecían. Esquines y Demóstenes eran los dos
exponentes de estas consideraciones, respectivamente.
ALEJANDRO: CARÁCTER Y POSICIÓN EN GRECIA
La subida al poder de Alejandro (356/323) no fue menos polémica que la de su padre. Alejandro contaba con
veinte años de edad cuando Filipo pierde la vida, pero aún con tan corta edad había participado en relevantes
campañas militares como la de Bizancio del 340 en la que él quedó como regente mientras su padre viajaba a
la capital oriental, o la de Queronea a del 338, en la que Alejandro ya despuntó como entrenado militar.
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Ciertamente la preparación física e intelectual del joven monarca debe tenerse muy en cuenta. Primero fue
educado por un pariente de su madre, Leónidas, que le inculcó muy sobrias costumbres. Cansado de esto,
Filipo decide depositar el futuro de su hijo ( que entonces tenía catorce) en manos de Aristóteles. Este suscitó
en Alejandro un insaciable afán por el cultivo del espíritu. El joven se convirtió en un amante de las letras, del
que dicen que portaba siempre consigo un ejemplar de La Iliada. Gustaba de rodearse de filósofos y literatos.
El entrenamiento físico también hizo mella en él y pronto sobresalió como jinete. Pero a todo ello debe
sumársele que Filipo no escatimó esfuerzos en transmitirle toda la experiencia que como estratega y militar
tenía.
En cuanto al carácter Alejandro Magno era tan impulsivo como lo fuera su padre, pero también heredó el
apasionamiento de su madre.
Olimpia contó siempre con el apoyo incondicional de su hijo que llegó a romper temporalmente relaciones
con su padre debido a que éste contrajo matrimonio con Cleopatra, rechazando de ese modo a su madre. El
dolor de Alejandro llevó a que ambos, su madre y él, se marcharan a Epiro. Parece ser que más tarde se
reconciliaron.
Y es que la generosa promiscuidad del padre de Alejandro condujo a más de un problema, como el que el
futuro monarca encontró a la muerte de Filipo cuando sus hermanastros pretendieron arrebatarle el trono.
Alejandro sofocó cualquier intento de usurpación con un baño de sangre.
Alejandro tuvo siempre claros sus objetivos, fue perseverante y buen estratega, hasta el extremo de que entre
sus maniobras más destacadas que han llegado a atribuírsele se encuentra el asesinato de su padre. Se
barajaron, ya entonces, distintas posibilidades, por ejemplo recelos de generales al servicio de Filipo, como
Átalo y Parmenión, intentos por parte los persas de librarse de semejante contrincante e incluso se expuso la
posibilidad de que alguna ciudad griega sometida hubiese encargado el crimen.
Tan lejos llegaron las especulaciones que salpicaron al joven Alejandro. Pero en definitiva lo más probable es
que Pausanias lo hiciese por sus propios motivos y no por encomendación.
Retornando a cómo tomó el poder el nuevo rey sabemos que estrenó su reinado con un afianzamiento político
que le sostendría en la cúspide de todo el imperio hasta su temprana muerte.
En primer lugar vengó la muerte de su padre y ejecutó a los demás posibles aspirantes al trono, acusados de
complicidad. Más tarde su madre también se vengaría, pero esta vez las víctimas iban a ser Cleopatra y su hijo
recién nacido. No contó con el consentimiento de su hijo. Varios nobles macedonios huyeron a Asia para
mantenerse al margen de la mano justiciera del macedonio.
Alejandro contaba con el apoyo militar del ejército macedonio y más exactamente, de los generales que
también secundaron a su padre: Antípatros y Parmenión. Todavía no asegurada su posición en Macedonia, en
el 336 posee los honores de los que gozara su padre en la liga de Corinto y pasa a ser strategós autokrátor,
echando a perder la tentativa de Tebas y otras ciudades griegas de anular el juramento federal prestado a
Filipo.
Antes, a fines del 336 marcha hacia Tesalia y vence su resistencia. Luego pasa a Beocia, mientras que Atenas
se apresuraba a defenderse y envía una embajada con Demóstenes, que no osa a presentarse, al frente. El
proyecto ateniense fracasó, y pese a ello Alejandro no tomo medidas represoras contra la capital griega.
Tampoco lo hizo contra Tebas y otros estados sublevados. Queda nombrado hegemón. De seguido se encarga
de castigar a Átalo, general de su padre acusándolo de traición.
Cabe destacar que pese a las dotes de mando y decisión de Alejandro su subida al poder no fue un camino
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nada fácil y claro ejemplo de ello es la revuelta de Tabas, muestra de que el futuro monarca no era del gusto
de todos.
El evento se inicia cuando el descendiente de Filipo estaba asestando duros golpes a los tribalos, que habían
atacado a Filipo en el 339, y getas, asentados en la orilla Norte del Danubio, donde dejó una alianza
establecida con los celtas. Antes de marchar había dejado a Antípatros al frente de Macedonia y Parmenión en
Asia. Durante el viaje de vuelta sofoca también insurrecciones en el valle del Axius, donde ilirios, taulantii y
autariatae planeaban unir sus fuerzas. En Pelium vence Alejandro y restablece la situación en la frontera
occidental del reino.
Mientras realizaba estas campañas, en Tebas se produce la sublevación: atenienses, tebanos e incluso etolios
están dispuestos a enfrentarse al poderoso macedonio. Además se había propagado el rumor de que Alejandro
había muerto en combate. El rey persa colabora en las iniciativas de rebelión aportando importantes sumas de
dinero para las arcas del tesoro ateniense.
En pocos días Alejandro se presenta en la ciudad, informado del suceso, y poco después logra tomarla. La
aliada Liga de Corinto le propone destruir la ciudad y el monarca accede a ello con agrado, respetando tan
solo los templos. Atenas esperaba el misma castigo que su vecina pero el militar se muestra condescendiente
con ella, demostrándole de nuevo la admiración que siente hacia ella, el mismo que su padre sintiese.
Solamente pide que le sean entregados los diez rivales atenienses que Alejandro deseaba eliminar, cinco
generales y cinco políticos, entre ellos Demóstenes. Ni tan siquiera esto llegó a suceder, ya que a petición de
los tribunales atenienses fueron puestos a disposición de la justicia griega, y el que más grave castigo recibió
fue Caridemo, con un destierro.
Tras pacificar su reino y someter de nuevo a Grecia, Alejandro pretende embarcarse hacia Asia con treinta y
dos mil infantes y cinco mil caballos, un ejército organizado al más puro estilo macedonio, y con unas tropas
auxiliares compuestas de griegos y bárbaros
balcánicos. Llevaba consigo un historiador que recopilaría todos los acontecimientos que ocurrieran en las
campañas y varios geógrafos especializados con los lugares que habría de recorrer. Con tan solo dos años de
preludio, Alejandro se disponía a hacer realidad el sueño de su padre y el de todo Occidente: someter a los
persas.
En realidad el proyecto de invadir Asia no era genuino de Alejandro, pero es con él cuan do realmente se
plasma. Tras la guerra del Peloponeso Grecia había quedado muy removida, sumida en constantes luchas
internas. Necesitaba afianzarse a costa de alguien y ese iba a ser el Imperio Persa. Los sectores desposeídos
podían hallar allí tierras que cultivar y así paliar su miseria.
Entre Filipo y Alejandro se había producido el primer paso para alcanzar la consecución de esta empresa:
unificar Grecia. Sólo unida la Hélade podía pretender salir con éxito de tan arriesgada propuesta.
Alejandro como continuador de la truncada carrera de su padre iba a convertirse en el exponente de los
panegeristas griegos que veían en la expansión la solución.
Además Alejandro encontró a Persia en una situación muy favorable para el cumplimiento de sus propósitos,
ya que esta se desgajaba poco a poco por dentro: divergencias religiosas, falta de unificación económica y
social...
A pesar de todo tampoco conviene exagerar y concebir las campañas de Macedonia como un pasatiempo ya
que los persas contaban con ingentes recursos. El dominio persa del mar unido ala actitud inestable de Grecia
fueron muros que al monarca de Occidente le costaron mucho echar abajo.
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Es por ello que el primer objetivo será Asia Menor, dado que allí se procedió a efectuar construcciones
navales para el ejército macedonio, interrumpiendo a su vez el suministro de la flota persa.
ASIA MENOR Y EGIPTO
En el año 335 se inician las campañas contra Persia, que suponía una ambiciosa propuesta. Significaba una
represalia por los excesos cometidos por los persas en las campañas en Grecia de Jerjes. Pero a Alejandro esto
le parecía más que una cuestión propagandística y política, pensaba que eliminando a la oposición persa
podría proclamar plenamente la hegemonía de Macedonia sobre Grecia. Es tal vez por ello por lo que nunca
atendió las peticiones de paz que los persas le fueron brindando con el paso del tiempo y e avance macedonio.
Así pues, Alejandro estrena su programa recibiendo novedades de su general Parmenión, instalado en Asia.
En el 334 se embarca dejando a Antípatros como regente en Europa con 9.000 infantes y una reducida
caballería.
Alejandro para su empresa contaba con 9.000 infantes de infantería pesada, 3.000 de ligera, 12.000 griegos,
además de contingentes cretenses, tracios... Todo este aparato militar se sustentaba además con las más
avanzadas novedades de combate: artillería de sitio, servicios de intendencia y transporte, médicos militares,
topógrafos y servicios de comunicaciones.
Contaba además con un excelente equipo de altos mandos, algunos de los cuales ya sirvieron a su padre.
Parmenión como 2º en orden jerárquico, era la mano derecha de Alejandro. Con él iban Filotas, Nicanor
(ambos hijos de Parmenión), Cáteros, Perdiccas, Coinos, Meleagro y otros. Además acompañaban a todos
estos filósofos, botánicos y otros hombres de ciencia.
El primer enfrentamiento de importancia se produce a orillas del río Gránico. Allí les esperaban en Mayo del
334 tropas persas distribuidas en dos líneas a las que Alejandro pudo derrotar con la ayuda de su ejército. Con
esto la primera prueba estaba superada y las tropas estaban animadas y predispuestas.
Con este clima de prosperidad fueron sucumbiendo las ciudades griegas minorasiáticas que los persas habían
estado gobernando bajo
regímenes oligárquicos o tiranías. Efeso, Sardes, Mileto... Alejandro comenzaba a encararse y mientras
Memnón era nombrado comandante del litoral Egeo y se disponía a cerrarle el paso a los macedonios.
Memnón, que estaba al servicio del Gran Rey Persa ya había escapado una vez del alcance de Alejandro por
lo que entre ellos dos la situación era insostenible. Alejandro decide pues dirigirse a Caria para ocupar el
Halicarnaso y enfrentarse cara a cara con so oponente. Tras una fulminante derrota del primero al segundo
Memnón vuelve a escapar.
En cada nueva conquista el monarca cedía a uno de sus generales la potestad de la zona para que la fuera
reduciendo y sometiendo mientras él avanzaba. Así originó numerosas satrapías.
Llegando al año 333 Alejandro mandó una parte de los soldados, concretamente los recién casados, a
Macedonia. En este periodo se encargó de asediar Lidia y Panfilia, ya que al llegar el invierno las tribus que
allí moraban se retiraban ofreciendo menos resistencia. Ambas zonas fueron también conseguidas.
Alejandro proseguía por la costa: Perge, Aspendus y Side cayeron. Se internó seguidamente en la meseta de
Anatolia tomando a su paso Sagalassus y otros puntos fortificados. Mientras tanto se había desvelado una
conspiración contra él a cargo de Alejandro de Linceasteis y Memnón. El asunto fue zanjado rápidamente.
Pero además Memnón intentaba distraer la atención puesta por el monarca en sus conquistas, atrayéndole
hacia Grecia donde estaba desplegando una gran actividad. Pero para su desgracia el astuto opositor murió
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mientras intentaba sitiar Mitilene , aunque sus planes fueron continuados por su sobrino Farnabazo.
Pero nada parecía frenar la decidida ofensiva del ejército macedonio. Alejandro abandonó momentáneamente
la conquista de las zonas centrales y orientales de Anatolia y marchó a Ankara, donde recibió a una embajada
de Paflagonia que le ofreció la sumisión del país. Alejandro accede y continua hacia el Sur, llegando hasta
Tarso (pasando por Capadocia y Cilicia) donde enfermó de unas graves fiebres. Es conocida la anécdota que
aconteció entonces: el monarca
recibió una misiva de Parmenión en la que Filipo de Arcanania, el médico de Alejandro era acusado de
pretender envenenarle. El monarca hizo caso omiso a la carta, bebió la medicina y sanó.
Alejandro se ocupó entonces de ocupar el Tauro. Recibió noticias de que Darío, el monarca persa, se
encontraba en Siria. Fue acortando distancias entre los dos para enfrentarse en Myriandrus. Pero los planes del
Darío habían variado: ahora se encontraba a sus espaldas, cerrándole la comunicación con Cilicia. Los persas
estaban en Issus.
Alejandro consideró la situación: se hallaba en posición de desventaja y sus tropas eran conscientes de que
Darío contaba con superioridad numérica y mejor atrincheramiento. Pero el joven macedonio ni podía eludir
el enfrentamiento en tan angosto terreno. Supo transmitir a sus soldados la suficiente dosis de ánimo como
para armarlos de valor para el combate.
La batalla tuvo lugar en Noviembre del 333 en la llanura litoral de Siria. La estrategia de Alejandro estaba
venciendo una vez más. El monarca persa, comprendiendo esto, se dio a la fuga con lo que su ejército se
desconcertó todavía más. La gran mayoría huyó dejando el campamento a merced de las tropas macedonias.
Con esto la familia real persa cayó en poder del notable monarca que sin embargó la trató amablemente.
Las posesiones persas al Oeste del Eufrates así como el control del Egeo quedaron en manos de Alejandro, el
cual prosiguió por la costa asediando las ciudades fenicias. Llegó a Tiro, que supuso un asedio de seis meses.
Durante este plazo de tiempo Darío le ofreció un tratado de paz que Alejandro rehusó.
Tras Tiro, también los pueblos palestinos se sometieron. Al llegar a Egipto los macedonios no hallaron
resistencia ya que los egipcios no simpatizaban en absoluto con la sumisión debida a los persas. Allí
Alejandro fue acogido como un libertador que les devolvió el libre albedrío religioso y realizó numerosos
sacrificios a las divinidades autóctonas. Fue investido faraón en Noviembre del 332.
De Menfis pasó al futuro emplazamiento de Alejandría. La nueva ciudad fue planificada al estilo griego tanto
en su urbanismo como en
sus instituciones. Alejandro realizó una peregrinación al Oasis de Siwa, donde estaba ubicado el santuario de
Ammón, y allí fue recibido como hijo de tal dios.
Retornó a Menfis y allí cedió la organización del país en cuanto a competencias civiles a dos egipcios,
Doloaspis y Petisis. Para la administración militar escogió a dos macedonios. Además se crearon dos jefaturas
fronterizas.
Por esas fechas Alejandro recibió otros contingentes de soldados procedentes de Macedonia, que se sumaron a
las tropas ya establecidas. Se procedió entonces a cruzar el Eeufrates. Darío realizó entonces otra oferta al
monarca macedonio. De nuevo el joven estratega se negó rotundamente.
Darío, mientras Macedonia proseguía sus anexiones había necesitado un año y medio para movilizar recursos
y ahora esperaba a
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Alejandro en Mesopotamia. Este último atravesó al Tigris a fines de Septiembre del 331 y hubo de enfrentarse
al rey persa en la llanura de Gaugamela.
Darío era de nuevo superior numéricamente pero esto tampoco evitó que su ejército fuera sacudido una vez
más por las formaciones enemigas de Alejandro. Al término de esta batalla Alejandro fue aclamado en
Babilonia y Liria, lo que le valió la designación de Rey de Asiria .
LA CONQUISTA DE PERSIA Y LA INDIA
Mientras Alejandro se hallaba en Egipto, Darío III había rehecho su ejército con fuerzas llegadas de todo su
imperio. Además de la caballería, de reconocida calidad, Darío contaba con un arma en la que tenida
depositada su confianza, los carros armados de hoces, el arma tradicional del ejército persa. Por el contrario
disponía de pocos efectivos de mercenarios griegos, unos 2000 hombres, además sus tropas de a pie, arqueros
y honderos, eran realmente pésimos.
Alejandro no se dirigió directamente hacía Babilonia, sino que atravesó el Eúfrates y llegó al Tigris a la altura
de Tapsaco, que se encontraba en la ruta de Susa a Sardes. Por su parte Darío se dirigió hacía Arbelas, al
noroeste de Nínive y planeo dar batalla en Gaugamela, para facilitar el trabajo de los carros de combate.
Alejandro, que demostró aquí una vez más sus grandes dotes de estrategia militar, comandaba el ala derecha,
el ala ofensiva, mientras que Parmenión estaba al mando de la izquierda. En el centro se hallaba la falange
macedonia, dispuesta en forma de (pi), con tropas ligeras delante de la falange para acribillar de proyectiles
a los carros.
El ala mandada por Alejandro estaba situada justo en frente del ejército persa, dirigido por el Darío III, el ala
izquierda del ejercito persa estaba bajo las ordenes de Bessos. Alejandro, al frente de la caballería ataco
directamente al centro, combatiendo directamente contra Darío III, como nos muestra en el mosaico de la casa
del Fauno de Pompeya, una copia muy fiel de una pintura de comienzos del helenismo, posiblemente la que
Casandro mandó hacer a Filoxeno de Eretria; el ataque de Alejandro hizo huir a Darío junto a su guardia
personal, lo que provocó la desbandada general del ejército persa. Inmediatamente Alejandro atacó la
caballería comandada por Bessos, mientras Parmenión se mantuvo con gran dificultad ante al asalto de las
tropas de Mazaios, que sólo abandonó el campo de batalla al enterarse de la huida de Darío III, lo que
aprovechó la falange para detener numerosos carros. Darío se refugio en Ectabana y la derrota de su ejército
fue total.
Alejandro había conquistado el corazón del imperio, a Darío sólo le quedaban las satrapías orientales,
Bactriana, Aria, Aracosia y Drangiana, comandadas por Bessos, Satibarzanes y Barxaentes, que se
conjuntaron contra él junto a Capadocia y Armenia cuando intentaba restaurar su ejército. Darío buscó refugio
en Hircania, al sureste del Mar Caspio y al este de la moderna Teherán.
Por su parte Alejandro fue recibido como un liberador en Babilonia por su clero, nombró sátrapa a Mazazios,
que a pesar de haber batallado en su contra era un excelente administrador y conocedor del mundo griego,
además así Alejandro continuaba con su programa de situar al frente de los altos cargos a nativos del país para
hacerse ver como continuador del Imperio Aqueménida. Ello no fue óbice para que Alejandro dejara una
fuerte guarnición en Babilonia, y no tomo el título de Rey de Babilonia, mostrándose así más reservado que en
Egipto.
Al poco Susa aceptó la rendición, negociada por el macedonio Filóxeno, de esta ciudad Alejandro obtuvo los
fabulosos tesoros de los aqueménidas con los cuales pudo financiar su poderoso ejército, alistando todos los
mercenarios que necesitara. También envío dinero a Grecia para garantizar su seguridad.
Una vez en posesión de Babilonia, sometió Elam, mientras Persia preparaba su resistencia. Su sátrapa
Ariobarzanes organizo un ejercito de 40000 soldados y 300 jinetes. En el invierno del año 330 a.C. el ejército
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griego se dirigió a Persépolis. Alejandro dividió su ejercito en dos, Parmenión dirigía el grueso del ejército
por el camino más directo mientras que Alejandro dirigía una columna ligera. En pleno invierno tuvo que
luchar seriamente contra los uxios y atravesar las montañas.
Alejandro sufrió aquí un serio revés, concretamente en las Puertas de Persia, aunque se vio compensado con la
liquidación de Ariobarzanes y su ejército, dejando libre el paso para la toma de la capital de Persia. Es aquí
donde Alejandro cometió uno de sus actos más censurados en la Antigüedad, a los pocos meses de su
conquista ordenó el incendio de la ciudad, como venganza de la ocupación persa y los destrozos que estos
causaron en los templos de Grecia bajo el gobierno de Jerjes, el impacto de la noticia fue enorme.
Alejandro nombró sátrapa de Persia a Frasaortes, a Amminages lo nombra sátrapa de Hircania y Partiaa,
Oxidates de la Media, Mitrenes de Armenia. Colocando a indígenas se atraía sus simpatías, aunque el
nombramiento de algunos de estos sátrapas le causo problemas, ya que Atropates y Fratefernes se apoderaron
de Media y de Patria y Orontes no entregó Armenia a Mitrenes.
Alejandro recompuso el ejército con los contingentes llegados de Macedonia y con mercenarios griegos. Dejo
en Ecbatana la mitad de su ejército, bajo el mando de Parmenión. Además reorganizó sus comunicaciones
para no perder el contacto con Grecia y Macedonia, con el dinero obtenido de los tesoros aqueménidas hizo
posible la apertura de oficinas de reclutamiento de mercenarios. Menes de Pella fue nombrado hiparco de las
costas de Cilicia, Siria y Fenicia, correpondiéndole la tarea de encaminar por Tarso y las Puertas Fenicias, los
convoyes de dinero y material que descendían por la costa o subían hacía la Alta Asia. El invierno convirtió
estos enlaces en irregulares lo que le impidió a Alejandro enterarse de la derrota de Agis en Megalópolis hasta
la primavera del 330.
Darío III había huido hacía el mar Caspio seguido de sus fieles, su guardia personal y 2000 mercenarios
griegos. Alejandro quería suprimir a Darío, en este momento tomó una decisión aparentemente peligrosa,
licenció la caballería tesalia y a los mercenarios griegos, recompensándolos con magníficos regalos, al
licenciar a las tropas griegas enviadas por las ciudades como general de la Liga de Corinto, afirmaba
públicamente que desde ese momento el ejército era suyo.
La empresa griega había terminado en Susa, los soldados griegos que quisieran permanecer lo harían en
calidad de mercenarios.
Parmenión fue enviado hacía Hircania, mientras que Alejandro marchaba hacía las Puertas Caspias. Bessos
fue aclamado Gran Rey por la caballería bactriana, usurpando así a Darío, bajo el nombre de Artajerjes. Las
satrapías orientales se sentían más vinculadas con su sátrapa que con el Gran Rey del Imperio. Bessos asesinó
a Darío III, con este acto desaparecía la monarquía aqueménida y comienza la guerra contra Bessos que había
nombrado un sátrapa en Hircania y en Partia, lugar donde se encontraba Alejandro, que juró vengar a Darío se
proclama su heredero.
Alejandro dio los puestos más importantes a sus amigos íntimos, a Hefestión lo nombró quiliarca, poniéndolo
al frente de una tropa formada por 1000 nobles iranios. Harpalo organizó la administración financiera asiática.
Estas medidas indican que Alejandro se decantaba cada vez más por la monarquía aqueménida, Pronto tomo
medidas propias de la tradición persa que no eran bien vistas por sus compañeros macedonios, se volvió más
autoritario, dejó de consultar a Parmenión, en la correspondencia se le denominaba Gran Rey y desapareció la
fórmula y de los macedonios.
El año 330 fue difícil para Alejandro Magno, los indígenas estaban mal sometidos, las tropas estaban
descontentas, los jefes militares no le comprendían... el ejército era poco numeroso para mantener la paz en el
Imperio, además la situación se había agravado con el nombramiento de Bessos como Gran Rey por su
ejército. El que se pensó en un principio que había sido sometido, el sátrapa de Ariana, se rebeló una vez que
el ejército griego marchó hacía Bactriana, asesinando al contingente que Alejandro había dejado y reunió un
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ejército en Artacona.
Alejandro se vio rodeado por dos ejércitos enemigos y aislado de su retaguardia por un desierto. Sin embargo
fue avisado a tiempo, volvió hacía atrás y masacro a los rebeldes, así sometió definitivamente a Ariana y pudo
centrar sus esfuerzos en la conquista de Bactriana, verdadero núcleo de resistencia ya la que se dirigió a través
de Drangiana.
Los problemas continuaron, los refuerzos que debían de llegar desde Ecbatana donde se hallaba Parmenión no
llegaron, Parmenión era fiel t había servido en el ejército desde los tiempos de Filipo, sin embargo no entendía
la nueva actitud de Alejandro y su forma de administrar los territorios. Estos hechos se agravaron con la
sustitución de Asandros, hermano de Parmenión, en el año 331 como sátrapa de Lídia. Parmenión se
aprovechó del descontento del ejército, cansado de la guerra y provocó un conato de sedición en
Hecatompyloi. La muerte del hijo de Parmenión, Nicanor, complicó aun más la situación, ya que su otro hijo,
Filotas, que estaba al mando de los hetaroi se ausentó algunos días y Alejandro se imaginó que en participaba
en la conjura de su padre, por lo que hizo que lo arrestaran y ejecutaran, al igual que Parmenión.
Alejandro ya no toleraba objeciones a sus decisiones. Nombró a Hefestión y Clitos comandantes de los
hetaroi, duplicó el número para hacer más difíciles las conjuras de traición. El puesto de Parmenión lo pasó a
ocupar Cratero.
Después de estos acontecimientos, los mercenarios griegos y el ejército macedonio marcharon desde Ecbatana
para unirse a Alejandro en Drangiana, así pudieron someter Gedrosía, donde Alejandro aprovechó su estancia
para reorganizar las satrapías de la zona, fundó colonias militares donde asentaba a los veteranos del ejército,
para solucionarles la existencia y facilitar la pacificación del país, a su vez eran centros de helenización y
mantenían las rutas comerciales. Una de estas colonias fue Alejandría de Drangiana.
Durante el invierno Alejandro dirigió su ejército hacía Kandahar, momento que fue aprovechado por
Satibarzanes para salir de Bactrania y rebelar Ariana contra los macedonios, nuevamente la rebelión fue
aplastada, y parte del ejército fundó una nueva colonia, Alejandría de Ariana.
Alejandro continuó su política habitual y coloco a los nativos en los altos cargos de la administración, en
Ariana a un iranio, en Drangiana a un persa, en Aracosia a un griego, Menón debido a comandaba un ejército
numeroso de 6000 infantes y 300 jinetes.
El Gran Rey continuó su camino y pudo penetrar en Parapanisades y seguir la ruta al Hindu−Kush, la marcha
fue difícil y peligrosa a causa de las condiciones meteorológicas, fundó una nueva colonia en un lugar
estratégico, Alejandría del Cáucaso en la ruta de la India. Nombró como sátrapa de Parapanisades a un iranio
y a un macedón como cabeza de su ejército. En la primavera del 329 atravesó el Hindu−Kush, lo que dejaba
bien claro que sus planes iban más allá de conquistar el imperio Persa, aspiraba a la conquista de toda la India,
y porque no, a crear un Imperio Universal.
La conquista de Turán le llevó tres años de grandes combates, ya que infravaloró la empresa de conquistar
Bactriana y Sogdiana, con la legendaria Samarkanda y Bujara como capitales. La guerra no se desarrolló con
grandes batallas al estilo de la de Arbelas, sino que fue
más bien una guerra de guerrillas. Alejandro contaba de pocos efectivos y hubo de desarrollar toda su
capacidad táctica.
Bessos planeó interceptar a Alejandro a la salida del Hindu−Kush, también contaba con pocos efectivos, unos
7000 bactrianos y algunos refuerzos sogdianos. Alejandro atravesó el Hindu−Kush por el paso oriental de
Khawak que llevaba a la planicie de Drapsaka, evitando así presentar batalla a Bessos, que se refugió en la
ribera del río Oxos seguido de su caballería y finalmente se retiró a Samarkanda. Alejandro ocupó así
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Bactriana y colocó al frente de la sartrapía a Artabazo, para posteriormente dirigirse hacía Samarkanda.
Para evitar que fuera conquistada los sogdianos le entregaron a Bessos, que fue torturado y ejecutado, sin
embargo Alejandro no alteró sus planes y conquistó la ciudad, dejando Bujara libre. Se dirigió entonces hasta
el río Ixarte, límite del imperio Aqueménida. Alejandro mandó exploradores para inspeccionar la región,
momento que fue aprovechado para la rebelión por parte de los bactrianos y sogdianos, que fueron reprimidos
brutalmente, se arrasó Ciropolis. También masacro a la tribu de los sacas, que asolaban el ejército con sus
continuas razzias. Una vez hecho esto Alejandro pudo volver a Samarkanda para socorrer la ciudad que estaba
siendo asediada por Soitamenes, oficial bactriano, aquí la represión también fue brutal, casi toda la
aristocracia sogdiana fue condenada, sin embargo, posteriormente para congraciarse con el pueblo, algunos
fueron premiados y otros perdonados. Para garantizar la seguridad de la zona Alejandro dejo 30.000 infantes,
atravesó el Oxus y fundó una nueva colonia, Alejandría de Margiana.
Sin embargo persistían los problemas, Spitamenes soliviantaba a los nómadas de las estepas y desde
Paraitakene se hostigaba el ejército griego. Alejandro se vio obligado a suprimir esta resistencia, se sumaron
al ejército 20000 mercenarios. Con la ejecución de Bessos en venganza de Darío III, Alejandro sintió una
sensación de seguridad y comenzó a alistar en el ejército a bactrianos, sogdianos y asiáticos de diversas
procedencias, comenzaba así la instauración de un ejército cosmopolita y personal.
En Sogdiana Alejandro fundó Alejandría de Oxos y se dirigió a Maracanda con su ejército dividido en cinco
cuerpos. Se apoderó de una fortificación que gozaba de un gran número de riquezas y habitantes, entre los
prisioneros estaba la familia de Oxyarte que pidió perdón al monarca, que se lo concedió.
Alejandro se dedicó entonces a recorrer la región mientras Artabazo y Conios recorrían la de Bujara.
En Bactrania Cratero rechazó a Spitamenes y a los masagetas, lo que le permitió pacificar la región, Alejandro
nombró sátrapa a Clitos, al quedar el cargo bacante por la renuncia de Artabazo. Días después estalló una gran
discusión entre Alejandro y antiguos oficiales del ejército de Filipo II, lo que le costó la vida a Clitos,
compañero de Alejandro, que etílico increpo a Alejandro, este que también estaba ebrio le atravesó con su
lanza. Alejandro cayó en una profunda depresión, pero los ánimos que recibió por parte de algunos de sus
colabores le devolvió el ánimo, sin embargo, la cúpula macedonia sabía que los ataques de rabia de Alejandro
eran cada día más frecuentes y que se había tornado autoritario y despótico.
Los problemas de Paraitakene los resolvió casándose con la hija de Oxyarte, y se atrajo la nobleza de la
ciudad. Este acto demuestra la vocación asiática de la ciudad. Alejandro ya dejaba ver su idea de crear un
estado cosmopolita, donde todos los pueblos y razas fueran iguales, Alejandro quería ser rey de europeos y
asiáticos, de vencedores y vencidos, lo que causaba malestar en los macedones. La asiatización fue cada vez
mayor, incorporó 30.000 asiáticos al ejército, entrenados a la manera griega, eran los epígonos, cargos
importantes fueron desempeñados por los iranios, y una cosa que molestó especialmente a griegos y
macedones fue la introducción de la costumbre del saludo real, la inclinación ante el rey, Calístenes sobrino
de Aristóteles mostró su disconformancia en público, ante la opinión de que era signo de adoración (en el
mundo persa no lo era), por ello fue muerto, ya que sus comentarios crearon un complot para asesinar al rey,
noticia que causo gran impacto en Grecia y distanció a Alejandro de su maestro. Los griegos no comprendían
la política de Alejandro, pero esta era la única posible para poder disfrutar de la paz en el imperio.
En el año 327 Alejandro pasó el Hindu−Kush con 120000 hombres, pertenecientes a un ejército cosmopolita,
par dirigirse a la conquista de la India.
El valle del Indo había pertenecido al ejército persa, fue ocupado por Ciro el Grande, que había llegado a
someter Gandara y Tattragush, Darío I se había apoderado de Sindh pero los persas abandonaron pronto la
región. Al llegar Alejandro, este se encontró que entre Poros, apoyado por Cachemira, y el reino de Taxila,
existían malas relaciones, factor que aprovechó, ya que fue llamado por Taxila para prestarle socorro. Este
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reino se situaba entre el Indo y el Hidaspes.
En la primavera del 326 el ejército griego, bajo el mando de Hefestión, guiado por el príncipe de Taxila,
penetró en el valle del Indo para atravesar el río. Mientras tanto, Alejandro y Cratero sometían los valles de
Kofen, en las estribaciones del Himalaya. A Alejandro se le unieron tribus como los niseos, que celebraron
unas fiestas en honor de su dios, que los griegos interpretaron como Dionisio. Por el contrario otros pueblos
presentaron una gran resistencia, la lucha contra estos pueblos significó la última gran campaña preparada por
Alejandro. El principado de Asacenia había conseguido reunir 9000 mercenarios indios, por lo que Alejandro
hubo de conquistar la capital, Massaga, y todas las ciudades fortificadas, además persiguió a los resistentes
hasta Cachemira y dejo una guarnición para guardarse las espaldas. En la región comprendida entre el Indo y
Nicaia creó una nueva sartrapía, al frente de la cual puso a Nicanor, que murió poco después asesinado por los
ascenios.
Poros se había establecido la línea defensiva detrás del Hydaspes, le favorecía la estación del Monzón y contar
con 120 elefantes. Alejandro se decidió por un rápido ataque, aunque para ello debía solucionar el paso del
río, custodiado por los elefantes. Alejandro trazó un plan que consistió en derrotar primero la vanguardia del
ejército indio y posteriormente el ejército de Poros. La rapidez y la estrategia de Alejandro le valieron la
victoria aunque le costo un número elevado de bajas, 2000 hombres, entre ellos 300 macedonios. Poros fue
hecho prisionero, y Alejandro le recompensó por su valentía dejándolo a cargo de su reino, y se convirtieron
en grandes amigos.
Como siempre que conseguía una victoria Alejandro mando organizar competiciones deportivas en honor de
los dioses. Después de su victoria Alejandro fundó dos nuevas colonias, Nikaia, en conmemoración de la
victoria y Bucéfala, en honor de su caballo, muerto en la batalla.
Poros se vio beneficiado al verse de nuevo en el cargo, ya que él renunciaba a los territorios más allá del
Hydaspes, Alejandro para atraerse la fidelidad de Poros le prometió la sumisión de estados al este del Punjab.
Alejandro desconocía el valor de sus promesas ya que desconocía el terreno del que hablaba. Poros quería
extender su territorio hasta el Ganges y animó a Alejandro a alcanzar el océano por el este, avance que se
complicó conforme se adentraban en el terreno, debido al Monzón. Mientras esperaban los refuerzos de Poros,
Alejandro puso la vista en Hydaspes, al otro lado se asentaba un pueblo a quien el ejército no quería hacer
frente. Un príncipe loca informó a Alejandro de la extensión y poderío del reino de Nanda, el rey macedonio
quiso realizar una exhibición de fuerza, sin embargo su ejército se negó, y ante la imposibilidad de
convencerlos, mandó erigir doce templos en honor de los dioses olímpicos, y posteriormente organizó el
regreso a casa, a Macedonia. El Imperio de Alejandro abarcaba desde el Danubio hasta el Ganges, era tan
inmenso como el de Darío I.
LA ORGANIZACIÓN DEL IMPERIO
A principios de la primavera del año 323 a.C., Alejandro regresa a Babilonia, capital de su imperio, donde
murió en junio de ese mismo año. Excepto en dos o tres meses la obra de organización ha coincidido con la
conquista, lo que hará sentir las consecuencias. Algunas de las decisiones de Alejandro no eran más que
circunstanciales tomadas por la urgencia del asunto, como la transformación del ejército y la creación de
colonias. La prematura muerte de Alejandro dejo muchas ideas sin realizar.
Hay, pese todo ello, una idea que sobresale, la idea del Imperio. Si el helenismo introduce en Asia los
elementos de una civilización superior, toma a cambio de ello una noción imperial. La conquista de Alejandro
ha roto la vida tradicional helénica, al sistema de las polis, le sucede el modelo de monarquía aqueménida.
Además en virtud de la conquista, helenos y bárbaros, se encontraran en adelante yuxtapuestos. Se trata de
unirlos para regenerar el viejo mundo oriental.
El sistema político de Alejandro se fundamentaba directamente del pasado. En el siglo IV la monarquía aun
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tenía partidarios en Grecia, como Jenofonte, que en el Hieron lo prefiere a la demagogia y en la Ciropedia lo
presenta como gobierno ideal. Aristóteles en su política reclama la unidad del mundo griego. Sin embargo
estos dos autores clásicos no renuncian al sistema de las ciudades, la noción de imperio de la monarquía
macedonia les era extraña. Además los griegos se veían a ellos mismos como la cúspide del mundo, debiendo
ser obedecidos por los bárbaros. Este pensamiento se demuestra claramente en las obras e Platón e Isocrátes.
Este antagonismo racial, indiscutible axioma para un griego y principio tradicional del derecho público, no es
tenido en cuenta por Alejandro, como lo demostró cuando con motivo de reconciliación que siguió a la
revuelta de Opis (324 a.C.), donde ofreció un banquete a persas y macedonios, en el transcurso del cual, según
Arriano, pidió para ellos todas las prosperidades, en especial, la concordia y la comunidad de mandos. Según
Plutarco, Alejandro se veía a sí mismo como un enviado por los dioses y que su misión es organizar y
reconciliar todo el universo, su deseo es que todos miren al universo
como patria propia, al ejército como una ciudadela en la cual cada uno tiene su puesto y que acepten a la gente
de bien como parientes y rechacen como extraños a las malas personas. Siguiendo el pensamiento de Plutarco
se extrae que Alejandro quería formar una única nación global. Alejandro pretendía sustituir la disgregación
por motivos raciales por otra basada en la calidad humana, en la bondad y la maldad.
El Imperio Macedonio, tal y como lo había constituido Alejandro, representaba un abigarrado mosaico de
diversos pueblos, diversos por raza, lengua y religión. Sólo una sistemática política de fusión, podía, en un
tiempo más o menos largo, encaminarlo hacía la unidad. Tres elementos esenciales se encontraban
yuxtapuestos en él: Macedonia, el antiguo Estado Aqueménida y la Grecia europea.
En Macedonia, las gestas de Alejandro sólo había afianzado el prestigio de la realeza; en Asia, el rey gozaba
de un poder absoluto, privilegio milenario de los monarcas orientales, no había dificultades, las ordenes de
Alejandro eran obedecidas; el problema radicaba en Grecia, donde el asunto tomaba un cariz totalmente
distinto. La victoria de Queronea y la represión de los movimientos nacionalistas llevados acabo por
Alejandro en los inicios de su reinado, habían establecido la hegemonía macedónica en Grecia por las armas.
Pero desde el punto de vista legal, el pacto de Corinto establecía en Grecia determinados y precisos límites,
los Estados Griegos reconocían al rey de Macedonia, como su jefe, en la cruzada contra los persas y tenían la
obligación de prestarle ayuda militar como precio de conservar la libertad y el régimen tradicional de las
ciudades griegas. No estaban obligados a nada más, excepto algunas ciudades como Tebas, Corinto..., por
razones estratégicas.
Sin embargo había un hecho aun más grave, a pesar del éxito de la cruzada, Grecia permanecía hostil y
esperaba la ocasión para librarse del yugo macedonio. La presencia en el Imperio de este elemento
representaba un obstáculo para Alejandro, que no obstante creía tener la habilidad política y el tiempo
suficiente para solucionarlo.
La idea del Imperio y fusión, en la medida que el tiempo permitirá a Alejandro realizarla, se traduce en todos
los dominios: política, administración, economía y moral; por una serie de innovaciones fecundas y duraderas.
En primer lugar, fusión en la persona del soberano. La naturaleza de Alejandro adquiere carácter divino.
Desde la muerte de Darío, el rey recibe a los bárbaros con indumentaria y protocolo asiático. Sólo es posible
acercarse a él con el rito tradicional de la adoración y, sin imponerlo, intenta acostumbrar ello a los griegos y
macedonios. Alejandro respeta, por todos los sitios por los que pasa, la tradición y costumbre local.
Heredero de Darío III, respeta a su familia, se casa con una de sus hijas, y recoge las tradiciones de la
monarquía aqueménida, incluyendo el rito de la adoración. Esto que es bien acogido por los vencidos, no lo
es, sin embargo, por los vencedores, que ve en ello signo de servilidad, que como ya hemos visto causo la
muerte de Calístenes. Alejandro se da cuenta de la dificultad que encuentran sus reformas en el mundo griego.
Isócrates se refería a su padre, Filipo II, como Protector de los griegos, rey de los macedonios y dueño de los
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bárbaros. Alejandro se cuenta que la hora de realizar su idea de unificación imperial todavía no ha llegado, y
renuncia provisionalmente a la fórmula.
Después de una larga meditación llega a una sencilla solución que espera que obtenga éxito. Los griegos no
adoran a los hombres aunque este sea un rey, pero no rehusan adorar a los dioses, así pues la divinización se le
antojo a Alejandro como único medio práctico de llevar a los griegos el derecho común e imponerles
subrepticiamente una condición que el entiende indispensable para el absoluto gobierno del mundo. En el año
324 en Susa, donde convoca una reunión con los griegos y hace una doble petición: primeramente desea ser
considerado como un dios, y en segundo lugar que las polis acojan a los desterrados. Los griegos aceptaron la
divinidad de Alejandro, aunque irónicamente. La segunda petición fue rechazada por todos, siendo aplazada y
nunca resuelta por la muerte de Alejandro.
La administración central estaba en manos de macedonios y griegos. A estas nacionalidades pertenecían los
colaboradores íntimos de Alejandro. En la administración regional Alejandro mantiene en grandes líneas el
sistema aqueménida de los sátrapas y separa los poderes civil, militar y financiero.
En la práctica este sistema fracasa, en parte debido a la ausencia de Alejandro. En general los sátrapas eran
corruptos e infringían la ley. Los macedonios encargados de la administración griega también eran acusados
de malversaciones.
El ejército era esencialmente macedonio al principio, pero en el 330 Alejandro encarga el reclutamiento de
30.000 asiáticos, los epígonos.
La fusión no se limita al elemento persa: bactrianos, sogdianos, aracotes, zarangueses, arios, partos, evacos,...
Todo lo que existe de más fuerte y distinguido entre los bárbaros aumenta en la caballería de los arios,
compuesta en su mayor parte por extranjeros. A la muerte de Alejandro el elemento greco−macedonio, deja
de ser el elemente fuerte del ejército y solo suministra el Estado Mayor y la escala de mandos.
El deseo del monarca macedonio de fusionar los diversos pueblos que estaban bajo su poder, se refleja
también en la literatura y el arte. Ferviente helenista, desea para su imperio el supremo elemento de unidad. El
griego es la lengua oficial del imperio y es enseñado a los hijos de Darío y a los nobles iranios. En cuanto al
arte el contacto con Oriente hace que se pierda la armonía del arte clásico. Este tiende a la grandiosidad.
DESINTEGRACIÓN DEL IMPERIO
Cuando Alejandro muere prontamente a la edad de treinta y dos años deja un legado bastante proclive a
suscitar polémica, especialmente entre el ejército. En los dos últimos dos años se había experimentado con la
integración de núcleos persas en los contingentes militares. Estos llegaron a sublevarse, aunque Alejandro no
tardó en silenciarlos recordándoles lo que tanto su padre como él habían arriesgado por ellos.
Alejandro, a su muerte, no podía ser sucedido por una sencilla razón: había dejado una descendencia legítima
pero que aún no podía sucederle por ser menor. La poligamia ( e incluso bisexualidad) de Alejandro dio lugar
a una serie de relaciones propias de su edad y de su rango. Fruto de ellas eran dos niños, uno de cuatro años,
Heracles, cuya madre era una concubina llamada Barsine, hija del Sátrapa Artabazo. El otro aún no había
nacido cuando Alejandro encontró la muerte y había sido engendrado con Roxana, digamos, su novia más
legítima. De esta mujer había nacido antes otro varón, pero éste sobrevivió breve tiempo.
La casa real macedonia, por su parte, tan solo podía presentar un sucesor, Filipo Arrideo, medio hermano de
Alejandro y epiléptico.
Mientras se deliberaba se nombraron como regentes a Perdiccas y Leonnato del más probable sucesor,
Alejandro IV, el hijo de Roxana.
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En Macedonia Antípatro y Crátero quedaban al frente de otra especie de regencia. El ejército macedonio, en
contraposición y sublevado por Meleagro, apoyaba a Filipo Arrideo como sucesor y fue Crátero el que se
encargó de su tutoría hasta que hubo de marchar a Europa reclamado por la guerra lamíaca.
Los generales recibían de Perdiccas diversas satrapías: Ptolomeo, Egipto; Lisímaco, Tracia; Eumenes,
Capadocia; Antígono, Frigia y otros territorios de Asia Menor.
Poco después Perdiccas es asesinado cuando intentaba someter a Ptolomeo en Egipto y Antípatro se encarga
entonces de mantener
unificado el Imperio al menos hasta su muerte en el 319. Su política estuvo fundamentada en atraer a los
generales hacia sí, ya que de hecho estableció una alianza con Ptolomeo. Pero pronto también muere él y
sucumbe toda idea de autoridad legítima. Entra en escena Antígono, un viejo macedonio nombrado general en
Asia, donde intenta derrocar al antiguo secretario de Alejandro, Eumenes. Casandro, hijo de Antípatro, se alía
con Antígono y consigue controlar Macedonia.
Además se le cede a Casandro la tutela de Alejandro IV, tras las violentas muertes de Olimpia y Filipo
Arrideo. Eumenes por su parte se alía con Polipercón, encargado de Macedonia.
Seleuco recibe la satrapía de Babilonia.
Mientras Eumenes consigue derrotar a Antígono en Babilonia. Poco más tarde sus tropas le traicionarán y será
apresado por Antígono que ordenará su ejecución en el 316.
Antígono y Casandro (que contaba con el respaldo de Ptolomeo y Lisímaco) rompen su amistad y se enfrentan
en una guerra (315/311) que se mantuvo indecisa. Pero poco después la victoria acaba siendo otorgada a
Antígono por parte de las democracias griegas, ya que no simpatizaban con el régimen militar impuesto por
Casandro.
La situación quedaba así: Antígono dominaba Asia Menor, Siria y la mayor parte de Mesopotamia, Seleuco
mantenía el Este del Imperio desde Babilonia, Lisímaco quedaba engrandecido, mientras que Ptolomeo
aunque perdía Siria y Cirene conservaba Egipto.
Casandro, el gran perdedor de este reparto procedía en el 310 al asesinato del pequeño Alejandro, de tan solo
trece años de edad.
Sobre el legado que Alejandro Magno dejó se han vertido ríos de tinta: desde el trato condescendiente que
realizó a zonas en las que sacrificó incluso a los dioses locales (ej. Egipto), permitir que otras conquistas
conservasen sus instituciones y poderes tradicionales, hasta por ejemplo anexionarse emplazamientos como
Capadocia, Paflagonia o Armenia, lugares en los que jamás llegó a estar.
Cabe destacarla lista de fundaciones coloniales que Alejandro llevó a cabo, que además disminuyeron la
presión demográfica que la Hélade sufría. Entre ellas están todas aquellas que fueron bautizadas con el
nombre de Alejandría, por ejemplo Alejandría de Egipto, Alejandría de Siria o la del Cáucaso.
Se sabe que Alejandro se preocupó mucho por conocer bien los países conquistados, desde su economía y
geografía a su religión. Se interesó también por estimular la producción de los estados anexionados. Merece
prestar atención a su política monetaria y a la conducción de los recursos económicos que Alejandro se
encargó de propulsar y amortizar.
Mientras él se encontraba fuera todos estos procesos se centralizaron en Babilonia donde eran supervisados
por Harpato, que dirigía la caja principal.
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Inauguró una política de respeto, no siempre compartida por el resto de macedonios, que se fundamentó en la
fusión étnica. Alejandro ansiaba cohesionar Este y Oeste.
En definitiva este espléndido militar dio un histórico giro a la política militar del mundo antiguo, giro que tal
vez estaba ya predeterminado independientemente de su actuación, pero que portó su sello exclusivo.
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