Egipto: primer gobernante civil en 7000 años y "¿fórmula paquistaní?"

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Egipto: primer gobernante civil en 7000 años y "¿fórmula
paquistaní?"
Alfredo Jalife-Rahme :: 02/07/2012
Voluntad de "acomodamiento" del flamante presidente islámico con el ejército, pese al
ostentoso golpe de Estado una semana antes
Desde la defenestración del sátrapa Hosni Mubarak, hace 16 meses, la "revolución de las pirámides"
ha sido secuestrada por microgolpes de Estado que no se atreven a pronunciar su nombre por la
junta militar, la cual se ha enfrascado en una viciosa cuan intensa lucha con los Hermanos
Musulmanes –la nueva estrella regional ascendente en todo el Medio Oriente desde Gaza, pasando
por Jordania, hasta Siria–, bajo la teatralidad de una democracia controlada. La lucha por el poder
entre la casta militar, otrora heroica, y los civiles, de religiosidad omnímoda aglutinados por los
omnipotentes Hermanos Musulmanes y los salafistas (de lectura integrista coránica más estricta),
quedó definida a corto plazo, con tácita bendición de Estados Unidos: los militares gobiernan y los
Hermanos Musulmanes reinan, en un equilibrio precario, pero aceptado por los actores en juego,
que quizá se irá acentuando y asentando en el sentido de la "fórmula paquistaní", otrora exitosa, de
reparto de poder y delimitación de sus esferas de influencia. La narrativa "occidentaloide", que
flagela y desfigura a Medio Oriente en su prisma subjetivo para sus primarias necesidades
geopolíticas de control regional, vende la idea de que el flamante presidente civil adscrito a la
cofradía de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi –ingeniero formado en la Universidad de
California, con dos de sus cinco hijos de nacionalidad estadunidense–, constituye el quinto
presidente "republicano" desde la caída de la monarquía (con cuatro previos de origen militar). Mas
allá de sus caracteríscas singulares, los cuatro anteriores presidentes "republicanos" debieron su
asunción presidencial a su genealogía militar, cuando las elecciones eran un mero trámite.
Mohamen Mursi, presidente electo de
Egipto, estrecha la mano de un general
de la policía en El Cairo. Foto Ap En
términos estrictos y una relativa
elección competida, entre Ahmed
Shafik –representante del ancien
régime, el general de aviación ex
primer ministro de Mubarak– y el
candidato de los Hermanos
Musulmanes, se pudiera aducir que
Mohamed Mursi representa el primer
gobernante civil libremente elegido
desde hace 7 mil años en las tierras
faraónicas. No es poca cosa, y quizá el
Medio Oriente se encuentre ya en un
punto de inflexión histórico cuando las castas militares, con su séquito pestilente de sus
mukhabarat/istikhbarat (sus servicios secretos torturadores con la anuencia farisea de Estados
Unidos), sean obligadas a ceder parte de su poder y/o a coexistir, al estilo quizá caduco de la
"fórmula paquistaní" (de equilibrio militar/civil hoy contaminado por un tercer factor inesperado: el
judicial), con la nueva estrella en el firmamento geopolítico regional: los Hermanos Musulmanes, lo
cual conviene al "redireccionamiento" posmoderno de Estados Unidos y Gran Bretaña (presunta
creadora de la cofradía de los Hermanos Musulmanes hace 84 años, si hacemos caso a las reseñas
acuciosas de Thiery Meyssan, director de Réseau Voltaire). A juicio del analista Rami Khouri ("The
Daily Star", 23/6/12), en un artículo muy severo –un tanto cuanto de corte prismático
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occidentaloide–, lo que sucede en Siria y Egipto definirá a Medio Oriente: "la característica política
central del moderno mundo árabe desde su creación después de la Segunda Guerra Mundial: la
lucha entre oficiales militares y políticos civiles por el control de las instituciones de gobierno".
Christain Merville, de "Le Point" (26/6/12), después de reseñar la forma "accidentada" en la que
accede al poder Mohamed Mursi, coloca en relieve la voluntad de "acomodamiento" del flamante
presidente islámico con el ejército, pese al ostentoso cuan estruendoso golpe de Estado una semana
antes, que disolvió al Parlamento recientemente elegido donde goza(ba) de mayoría el binomio
religioso Hermanos Musulmanes/salafistas. El mariscal Hussein Tantawi, mandamás de la junta
militar, se dio el lujo de exhibir un mínimo de decoro democrático al felicitar al presuntamente
raptado y triunfador en las urnas, aunque en forma extrañamente apretada, lo cual provocó el júbilo
pirotécnico de los fieles congregados en la legendaria plaza Tahrir, donde fueron relegados al
ostracismo los "otros civiles", de corte más laico (v. gr. Movimiento 6 de Abril), quienes iniciaron la
revolución hoy doblemente secuestrada tanto por la junta militar como por los Hermanos
Musulmanes, quienes, a juicio de la revista francesa, concretaron acuerdos subrepticios "por lo
menos en la forma, si no en el fondo". ¿Padecen los Hermanos Musulmanes el "síndrome de
Estocolmo" frente a sus victimarios militares? Si los redireccionamientos geopolíticos son
inequívocamente unidireccionales (en beneficio de la "oculta" agenda geopolítica de Estados
Unidos), los acomodamientos domésticos serían múltiples y variados cuando el original candidato
multimillonario de los Hermanos Musulmanes, Kheirat Al-Shater –muy cercano a Estados Unidos y
quien fue obligado a ceder su lugar a Mohamed Mursi por el equivalente y ambivalente "IFE
egipcio"–, pregona abiertamente el modelo neoliberal, que no necesariamente embona con la
ideología más solidaria y colectiva de la cofradía, donde la caridad islámica juega un papel
determinante. Son tiempos de ajustes a los niveles local y regional. Por constituir la mayor población
del mundo árabe (alrededor de 25 por ciento) y su mejor ejército, lo sucedido en Egipto, dotado de
una privilegiada ubicación superestratégica, puede ser definitiorio para el resto de la umma, la
"comunidad de los creyentes", que ve el segundo ascenso al poder de los Hermanos Musulmanes
(antes vino Gaza con Hamas). ¿Cundirá el "efecto dominó" de gobiernos de los Hermanos
Musulmanes en Siria y Jordania/Cisjordania? Los multimedia iraníes reportaron que Mohamed Mursi
"reconsidera" la firma del tratado de paz con Israel (muy impopular) y la reanudación de relaciones
con Irán para "crear un nuevo equilibrio estratégico" en Medio Oriente, lo cual ha sido
vigorosamente desmentido por el portavoz del flamante presidente islámico sunita de Egipto. No
suena ilógico, pero mucho dependerá de la bidireccionalidad entablada entre la junta militar (que
depende de una ayuda sustancial anual de Estados Unidos) y los Hermanos Musulmanes. "Naharnet"
(25/6/12), portal libanés de corte liberal, aduce que Mohamed Mursi deberá cogobernar con el
ejército: "goza de una legitimidad electoral sin precedente" (nota: más aún si se agrega el control del
Parlamento disuelto por la junta y cuyo destino sigue en al aire), pero "su liderazgo será acotado por
los poderes atrincherados (sic) de los militares". Naharnet considera que esta situación –la fase más
importante de la transición– "podría llevar a periodos alternos de compromiso y tensión entre los
Hermanos Musulmanes y el ejército". En caso de ser real, el 48.2 por ciento que descolgó el general
de aviación y ex primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafik, exhibe que el “ancien régime” no está
liquidado y goza de un exquisito margen de maniobra al atraer al segmento "laico" (whatever that
means, en un entorno respetablemente islámico) y, sobre todo, a la minoría agazapada de los
cristianos coptos (10 por ciento de la población y la más numerosa de todo Medio Oriente). Profiera
lo que profiera la propaganda "occidentaloide", los cristianos del Medio Oriente –desde Irak,
pasando por Siria/Líbano, hasta Egipto– son y/o serán los grandes perdedores teológicos debido a los
juegos geopolíticos de los paganos hipermaterialistas del Atlántico Norte, con travestismo
"cristiano", quienes empujan el ascenso islámico para desestabilizar las importantes poblaciones
musulmanas de sus rivales del RIC (Rusia, India y China). La Jornada
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