Obama también tiene su Clarín

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LA GUERRA PÚBLICA DEL HOMBRE MÁS PODEROSO DEL PLANETA CON LA CADENA FOX
Obama también tiene su Clarín
06-11-2009 / El multimedios creado por Rupert Murdoch castiga al presidente de los Estados
Unidos con una interminable saga de noticias negativas, cuando no falsas. La Casa Blanca se
quejó y ya no recibe a sus periodistas. ¿Democracia vs. libertad de expresión? Ideología,
negocios y aprietes mediáticos. Los casos de Zapatero, Correa y Chávez.
Barack Obama
NOTA DE TAPA - Por Jonathan Rippel
Martes 27 de octubre. El reloj de Fox News Channel, uno de los canales más vistos en Estados
Unidos –20 puntos de rating promedio en 2009– y que llega a numerosos países del globo vía
satélite, marca las 7.25 pm. El de Argentina, las 21.30. “Barack Obama no tendría que jugar al
golf mientras hay soldados en Afganistán”, afirma una blonda panelista del programa The
O’Reilly Factor. Media hora después, en el canal mencionado, empieza Hannity, con una placa
ubicada arriba del nombre del programa y que, insólitamente, dice “Not White House approved”
(no aprobado por la Casa Blanca). Minutos más tarde, el conductor, Sean Hannity, conversa
con el senador republicano de Arizona, John McCain, el mismo que perdió las elecciones de
Estados Unidos con Obama.
McCain critica una idea de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos,
la oficialista Nancy Pelosi, sobre el proyecto de reforma sanitaria. Ambos ríen. No hay un
demócrata en el estudio. Tampoco un independiente. El espacio dado al senador republicano
es de varios minutos. Pero eso no es todo. Cuando el reloj de Fox marca las 8.07, aparece uno
de los conductores “estrella” de Fox, la periodista Greta Van Susteren, que en su programa On
the Record entrevista a Tim Pawlenty, gobernador de Minessota, casualmente, del Partido
Republicano. Ambos coinciden en hablar de la posibilidad de que el gobierno aumente los
impuestos para poder financiar su plan de reforma sanitaria en EE.UU. Y despotrican contra
esa supuesta intención de Obama.
La guerra contra Obama ya estaba declarada, implícitamente, por la Fox desde que el
presidente de Estados Unidos comenzó a ser firme candidato a liderar la nación más poderosa
del planeta. Pero luego de varios ofensas de parte de Fox –como que un comentarista dijera
que el proyecto de reforma sanitaria es “peor que el cáncer” y que Glenn Beck, uno de sus
conductores estelares de la cadena, tratara de racista a Obama–, la directora de
Comunicaciones de la Casa Blanca, Anita Duran, en una entrevista realizada por la CNN el 11
de octubre, pateó el tablero: “Fox News actúa como un brazo del Partido Republicano”. La
progresista revista The Nation informó que Duran dijo, sin vueltas, que la Casa Blanca tratará a
la Fox “como se trataría a un adversario... Puesto que están librando una guerra abierta contra
Barack Obama y la Casa Blanca”.
La marca Fox pertenece a News Corporation, cuyo dueño es el magnate conservador
australiano Keith Rupert Murdoch y que engloba, entre otros tantísimos productos (nombrarlos
a todos ocuparía una nota aparte), a periódicos como The Sun, The Times, The Wall Street
Journal y The Australian, y a la cadena vía satélite Sky. News Corporation compite en EE.UU.
con otros cuatro monstruos: Time Warner, The Walt Disney Company, NBC Universal y
Viacom.
Los dos principales colaboradores de Obama, su jefe de gabinete, Rahm Emmanuel, y su
consejero político, David Axelrod, han declarado que “la Fox no está en el negocio de la
información”. Y la página web de la Casa Blanca ha incorporado Reality Check, una novedosa
sección dirigida casi exclusivamente a desmentir las acusaciones de la Fox. El mismo Obama
había señalado en junio que esa emisora se dedicaba en su totalidad a atacar a su gobierno.
Fox News, por su lado, anunció que la Casa Blanca no le otorgará reportajes hasta al menos el
año 2010. En septiembre Obama había concedido entrevistas a cinco canales de televisión
para hablar de la reforma sanitaria, pero excluyó a Fox. En octubre también habló ante la
prensa, esta vez sobre la situación en Afganistán, y volvió a marginar al multimedios.
Tal vez Obama, abogado él, haya recordado que la jurisprudencia norteamericana cuenta entre
sus casos destacados a “The New York Times Co vs. Sullivan”, antecedente de numerosos
fallos que a partir de él, como rememora Horacio Verbitsky en su libro Un mundo sin
periodistas, ampararon en la Primera Enmienda “aun a las expresiones inexactas o falsas,
declarando la innecesariedad de su verificación, cuando se refieran a funcionarios públicos y
respecto de temas de relevancia institucional, salvo que se probare que el periodista tenía
conciencia de la falsedad de la noticia”. Esto último es lo que habría entendido Obama en el
caso de Fox News: que actúa con malicia. Y es lo que comprende cualquiera que haya visto el
documental Sicko, de Michael Moore, en el que queda a la vista el accionar de las grandes
compañías de servicios de salud estadounidenses, que perjudica a más de 45 millones de
habitantes de EE.UU. y que –diferencia de la sanidad universal gratuita que gozan países
como Francia, Canadá, Reino Unido y Cuba– no pueden acceder a los servicios médicos si no
cuentan con un poder adquisitivo para poder pagar medicamentos y atención carísimos que en
otros países se obsequian de modo gratuito, o al menos, a precios accesibles. Eso es lo que
pretende modificar Obama con el proyecto de ley de reforma sanitaria. Y a esto, precisamente,
se opone la Fox, severa custodia de un modo de vida americano que podría traducirse en que
el Estado no debe intervenir en nada o casi nada. Y mucho menos, arruinarles los negocios a
los financistas republicamos, entre ellos, los grandes laboratorios y prepagas, que se verían
afectados por la reforma.
En verdad, la batalla a todo o nada entre multimedios o medios representantes del
establishment y gobiernos elegidos democráticamente se está dando a escala global. En los
Estados Unidos ahora, y con inéditos niveles de desaire entre viejos socios, pero en
Latinoamérica hace más tiempo, sobre todo desde que una corriente de líderes progresistas
fue elegida para manejar los destinos de la región. El autor del célebre ensayo “La tiranía de la
Comunicación”, Ignacio Ramonet, escribió el 4 de octubre, un artículo titulado “La prensa diaria
se muere” y publicado por Le Monde Diplomatique, donde señala “las reformas democráticas
emprendidas por algunos gobiernos (Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela) contra los
‘latifundios mediáticos’ de grupos privados en situación de monopolio”, explicando que este
hecho “desencadena, contra esos gobiernos y sus presidentes, una sarta de calumnias
difundidas por los despechados medios de comunicación dominantes y sus cómplices
habituales”. Enrique Santos –presidente de la SIP (con sede en Miami), codirector del diario El
Tiempo de Bogotá y primo del ministro de Defensa de Colombia Juan Manuel Santos– dijo en
una rueda de prensa que existe “una actitud defensiva y últimamente agresiva frente a los
medios de comunicación, además de una actitud concertada por parte de Venezuela, Ecuador
y Bolivia” ante una propuesta de Chávez y Correa de “crear instancias que defiendan a los
ciudadanos y a los gobiernos legítimamente electos de los abusos de la prensa”.
El presidente Rafael Correa ha pedido en septiembre que se inicie un nuevo proceso para que
Teleamazonas quede “definitivamente clausurada”, por la difusión de un audio de una
conversación entre una asambleísta del partido socialista y el presidente. Correa aseguró que
la grabación es “clandestina” y que por ende el canal violó el Reglamento a la Ley de
Radiodifusión al transmitirla. Y advirtió: “A mí me tiene sin cuidado lo que diga la SIP. Yo no sé
quién ha legitimado a esta organización, Sociedad Interamericana de Prensa, que es
conformada por los propietarios, ni siquiera por los periodistas, por los propietarios de los
medios de comunicación. Es decir, empresas privadas que se dedican a la comunicación
social”. En otra oportunidad sostuvo: “Respeten la ley. ¿O ustedes por ser medios de
comunicación están por encima de la ley? (...) O si no, propongan una reforma a la
Constitución de que la ley se aplica a todo el territorio ecuatoriano menos a los medios de
comunicación”.
En lo que respecta a Bolivia, las autoridades de la SIP, entre otras críticas, hicieron referencia a
un “juicio promovido” por Morales contra el diario La Prensa por el presunto delito de desacato
y a un decreto, también emitido por el Poder Ejecutivo, que obliga a los medios escritos y
audiovisuales a destinar un espacio editorial a sus trabajadores para que puedan emitir sus
opiniones.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, se reunió con ejecutivos de la SIP y señaló: “Cada día
soportamos una mentira, una difamación, una calumnia, una ofensa (...) no sólo hay libertad de
prensa, hay libertinaje”.
Reporteros sin Fronteras (RSF), en la misma sintonía que la SIP, publicó un comunicado en el
que denunciaba el cierre de “treinta y cuatro medios audiovisuales sacrificados por capricho
gubernamental” en Venezuela. RSF defendió a Globovisión, canal que participó activamente en
el golpe de 2002 y en el sabotaje petrolero contra Hugo Chávez, cuyo gobierno ha participado
en quince procesos electorales desde que accedió al poder en 1998 y que ha salido victorioso
en catorce escrutinios, en el caso de los últimos, auditados y aprobados por integrantes del
Centro Carter y de la OEA.
Con respecto a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en la Argentina,
la SIP lamentó “el clima polémico y politizado” en que se votó por la norma. No destacó, en
cambio, que la ley incluía los 21 puntos presentados en 2004 por la Coalición para una
Radiodifusión Democrática, integrada por organizaciones sociales, sindicatos, universidades,
radios comunitarias, pueblos originarios y organismos de derechos humanos, entre otros, ni
que permitirá más competencia en un mercado nacional concentrado en el que el Grupo Clarín
tiene 4 canales de TV abierta, 5 radios, la editorial Tinta Fresca, parte de Papel Prensa y de la
agencia de noticias DyN, los diarios Clarín, Olé, La Razón, La Voz del Interior (Córdoba) y Los
Andes (Mendoza), y las revistas Pymes, Genios y Elle; Telefónica, 9 canales; Prisa, Radio
Continental (AM) y 18 radios FM; el Grupo Vila-Manzano, Canal 2 de la Plata, Canal 10 de
Junín y Canal 7 de Mendoza y 14 radios de AM y FM; y Cadena 3, 13 radios.
Un juego de tres
Por Adriana Amado
Suárez*
La relación entre la política y los medios no es un juego de dos sino de tres: hay un triángulo en
cuyo vértice superior se ubica la ciudadanía mientras que el poder y los medios permanecen en
los dos puntos restantes de la figura. El problema surge cuando tanto el poder y los medios
confrontan entre sí, olvidándose del rol social que tienen de permitir a la ciudadanía la
posibilidad de ser informada y no de quedar como rehén de los intereses del gobierno o de las
empresas periodísticas. Una sociedad sin medios no le sirve al gobierno y aquellos, al mismo
tiempo, son reconocidos por la sociedad por su deber de informar. Por eso, no sé si Obama
tiene derecho a dejar de dar entrevistas a una empresa periodística, en este caso Fox News,
por el mero hecho de no aprobar el modo de comunicar. Su obligación de informar a los
ciudadanos está por encima de cualquier desacuerdo que tenga con un medio en particular.
*Doctora en Ciencias Sociales
Obama debería felicitar a Cristina
Por Víctor Ego Ducrot*
La cadena Fox “será tratada como lo que es, una marca ideológica”. “La verdad es que opera
como un brazo comunicacional del Partido Republicano, no es un medio de información, es una
rama más del partido.” Así acaba de admitirlo la Casa Blanca.
Se trata de un hecho saludable. Veremos entonces qué dicen ahora los admiradores
vernáculos y perpetuos de Estados Unidos, los mismos que niegan la existencia de oligopolios
mediáticos en nuestro país y se opusieron en forma rabiosa a la nueva Ley de Medios
Audiovisuales que acaba de promulgar el gobierno nacional.
Desde el modelo teórico que aplica el Observatorio de Medios de la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la UNLP (ver por ejemplo “Sigilo y nocturnidad en las prácticas
periodísticas hegemónicas”; Ego Ducrot, V. y otros, Ediciones del Centro Cultural de la
Cooperación ; Bs.As., 2009) afirmamos que la “independencia” y la “objetividad” como
sinónimos de imparcialidad no son otra cosa que mitos tendientes a encubrir los intereses
económicos y políticos que encierra toda práctica periodística.
Los hechos demuestran que se hace difícil creer en las palabras de Obama. El flamante e
insólito Premio Nobel de la Paz debería llamar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y
felicitarla por nuestra nueva ley de medios.
*Periodista, escritor y profesor de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad
Nacional de La Plata
Dos procesos novedosos
Por Martín Becerra*
Hay dos procesos novedosos que afectan a los medios: la escala de la concentración de los
grandes grupos mediáticos y los avances tecnológicos. En lo que hace a la concentración, las
grandes corporaciones mediáticas compiten con gobiernos y legisladores por el
establecimiento de la agenda pública. Los desafían. Pero se trata de cortocircuitos entre
actores que se necesitan mutuamente. Todo gran grupo de medios requiere, para conseguir
reglamentaciones que impidan el desarrollo de su competencia, de la política. Y a la vez, por
supuesto, los políticos precisan de los mass media para darse a conocer o para difundir sus
propuestas.
En el caso de News Corporation, sucede que este grupo, como muchas corporaciones
mundiales, tiene intereses diversificados en distintas áreas. News Corp, gracias a Bush, logró
consolidar algunos negocios mientras que Obama, en cambio, promueve medidas menos
discrecionales que afectan los intereses de grandes grupos, entre ellos los de News Corp;
entonces no estamos hablando sólo de de cuestiones ideológicas sino también económicas. En
cuanto a la convergencia tecnológica, esta ayuda a la expansión de los grupos con un vértigo
que les otorga ventaja respecto de los ritmos de la reglamentación del estamento político. Pero
cuando se intenta regular con un sentido ecuánime, los grandes intereses afectados batallan
duramente: en España, por ejemplo, Rodríguez Zapatero reglamentó la TV digital terrestre y a
raíz de ello el Grupo Prisa salió con los tapones de punta a acusarlo de inmoral.
*Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona
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