Bolivia muestra las alternativas para Latinoamérica: Revolución socialista o colonia Correo Internacional :: 14/06/2005 La actual situación boliviana, donde la lucha de las masas tiró abajo un nuevo presidente, al igual que la reciente caída de Lucio Gutiérrez, en Ecuador, muestran que Latinoamérica continúa siendo uno de los centros de la lucha de clases en el mundo. Podemos afirmar que no se trata de situaciones aisladas en tal o cual país, sino de un proceso continental que, más allá de las diferencias nacionales, presenta claros elementos comunes La crisis energética y los proyectos colonizadores imperialistas La propiedad y la explotación de los grandes yacimientos de hidrocarburos del país ha sido la cuestión central que generó el choque de las masas bolivianas con los gobiernos de Sánchez de Lozada y Carlos Mesa. No es un tema menor: Bolivia posee la mayor reserva de gas de Latinoamérica, después de Venezuela. En esta batalla se definen dos campos principales. Por un lado, el imperialismo yanqui busca asegurarse el control y la explotación sin restricciones de las fuentes energéticas latinoamericanas. Por el otro, enfrentándolo con su lucha, los trabajadores y el pueblo bolivianos reivindican la propiedad estatal de los hidrocarburos y que su explotación y comercialización se realice en beneficio del país y del pueblo. Para el imperialismo el control de los hidrocarburos y las fuentes de energía es un tema de primer orden: todos los analistas consideran que, si continúa su nivel de consumo actual, EE.UU. camina hacia una crisis energética y de abastecimiento interno de hidrocarburos en pocos años. Por eso impulsó una serie de políticas y herramientas colonizadoras en Latinoamérica, como la privatización de las empresas petroleras estatales, por ejemplo en Argentina, donde la empresa española Repsol compró YPF. En Bolivia, contratos entreguistas concedieron la propiedad a manos de transnacionales. En otros países, las empresas continuaron siendo estatales, pero se impuso una privatización indirecta, con concesiones de áreas de explotación, procesamiento, transporte y comercialización. Una parte creciente del negocio pasó a manos de empresas extranjeras, como en Venezuela, Ecuador, México y Brasil. Junto a ello, el imperialismo impulsa los proyectos PPP (Plan Puebla-Panamá) e IIRSA (Iniciativa para la Integración Regional Sudamericana) que buscan garantizar la infraestructura para la extracción, el procesamiento y el transporte de esos recursos naturales desde Tierra del Fuego, en el sur de Argentina, hasta Puebla, en el norte de México. Allí, "casualmente", se conectan con redes eléctricas, gasoductos y oleoductos que terminan en California y Texas. El ALCA (Asociación de Libre Comercio de América) se dirige en el mismo sentido, como un marco político y jurídico que "legaliza" todo el proceso colonizador: su estatuto dice que los recursos naturales son de "propiedad continental" (a buen entendedor, pocas palabras). Pero, ante algunas dificultades con el ALCA, EE.UU. implementó acuerdos bilaterales o regionales: los TLCs (Tratados de Libre Comercio), algo así como el ALCA "por partes". No es casual, entonces, que la lucha por el dominio de los hidrocarburos sea el centro de la realidad boliviana o que la resistencia popular contra los TLCs esté presente con fuerza en Ecuador y en varios países centroamericanos, como Honduras y Costa Rica. El rol de Brasil En este marco, es necesario analizar el nuevo rol de Brasil en la región, que ha comenzado a ser una especie de "submetrópoli regional". Por un lado, el país es recolonizado por las potencias imperialistas y sufre el mismo saqueo de riquezas que los otros países latinoamericanos. Pero, al mismo tiempo, su burguesía actúa como una especie de "socio menor" en la explotación de otros países más débiles, recibiendo, a cambio, algunas migajas mayores. En este sentido, es muy claro el papel de Petrobrás en Bolivia: a través de concesiones de explotación de petróleo y gas, controla casi el 20% del PBI y el 40% de las exportaciones bolivianas. Al igual que una empresa imperialista, saquea riquezas y gira fabulosas ganancias a su casa central. Por eso rechaza la estatización de los hidrocarburos. Recientemente, al igual que las empresas imperialistas (con las que en muchos casos actúa asociada), amenazó con irse de Bolivia sino le garantizaban "sus inversiones y su rentabilidad’. La influencia económica de Brasil no se limita al sector de lahaine.org :: 1 hidrocarburos: se estima que el 35% de las tierras productoras de soja de Santa Cruz de la Sierra son propiedad de burgueses brasileños. El nuevo papel de Brasil se ve también en los terrenos político y militar. Por ejemplo, Lula actúa como un "bombero regional" dispuesto a colaborar para apagar cualquier incendio originado por la lucha de clases, como fue el caso de Venezuela en 2002 o, actualmente, en la propia Bolivia. Además, fue un "brazo armado auxiliar" del imperialismo estadounidense al enviar soldados a Haití. De esa forma, Bush pudo disponer de más tropas para Irak. Los soldados brasileños, disfrazados de "tropas de paz de la ONU", actúan como cualquier ejército de ocupación: reprimen y violan los derechos humanos del pueblo haitiano, como ya ha comenzado a denunciarse públicamente. Retornando a Bolivia no es por lo tanto casual que, al igual que ocurre con las empresas imperialistas yanquis, británicas y españolas, Petrobrás reciba un odio creciente del pueblo boliviano. Cada vez son más frecuentes las movilizaciones de trabajadores y campesinos contra ella. En este enfrentamiento, la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores Cuarta Internacional) no es neutral y apoya plenamente la lucha del pueblo boliviano por la nacionalización y expropiación sin pago de los bienes de Petrobrás en Bolivia. Por eso, el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Socialistas Unificado) de Brasil ha iniciado una campaña, en este sentido. Santa Cruz de la Sierra: una autonomía reaccionaria y proimperialista Los problemas de la burguesía boliviana no se limitan a tener que enfrentar un combativo movimiento de masas. La burguesía de Santa Cruz de la Sierra (aprovechándose del sentimiento autonómico de los pueblos del interior contra el centralismo político-administrativo paceño) exige una autonomía regional mucho mayor, exigencia que también comienza a extenderse a Tarija. En ese marco, ha convocado un referéndum vinculante el 12 de agosto sin acuerdo con el gobierno central, el mismo día de la elección de alcaldes. Hasta ahora, el Palamento ha venido dilatando el tratamiento de la cuestión. Esta exigencia de autonomía se origina en profundas razones económicas y políticas. Ambos departamentos suman apenas el 20% de la población boliviana, pero generan el 40% del PIB nacional y el 60% de las exportaciones. Poseen los principales yacimientos de hidrocarburos y en Santa Cruz están además los mayores terratenientes y se desarrolla una intensa producción de soja. Una parte importante de esta riqueza va a parar a manos de la burguesía del altiplano y del gobierno central de La Paz, por medio de los impuestos nacionales. Detrás de la pelea por la autonomía está la intención de esas burguesías regionales de lograr una "tajada" mucho mayor, en perjuicio del altiplano "pobre". Al mismo tiempo, la autonomía les permitiría tener las "manos libres" para llegar a acuerdos directos con el imperialismo y, a la vez, proteger sus latifundios de la ocupación de tierras por los campesinos pobres. En el plano de la lucha de clases, en Santa Cruz hay una situación relativamente más "tranquila" que en el resto del país, ya que la burguesía mantiene aún un mayor control de las masas. La autonomía busca "preservar" la región de la permanente inestabilidad boliviana originada, esencialmente, por las luchas de las masas. Pero el "contagio" ya se está produciendo: han comenzado combativas movilizaciones de maestros, trabajadores de la salud y campesinos cruceños, unificando sus reivindicaciones con las del resto del pueblo boliviano y rechazando la posición de la burguesía regional. La burguesía cruceña busca derrotar el proceso revolucionario en curso en el país y, en ese marco, lograr la autonomía, para entregar los recursos naturales al imperialismo y a Petrobrás. Esta política, posiblemente alentada desde EE.UU. y Brasil, tiene objetivamente una dinámica separatista y de división del país. Pero incluso sin llegar a ese extremo, su avance representaría un duro golpe para la burguesía del altiplano y el gobierno central. Por eso se oponen claramente a ella, lo mismo que los mandos del Ejército. Por ahora el conflicto es "pacífico", pero su desarrollo lleva potencialmente a duros enfrentamientos, incluso militares, en una fractura de la burguesía que agudiza aún más la ya explosiva situación del país. Pero no se trata sólo de un enfrentamiento entre sectores burgueses. La autonomía que exigen estas burguesías regionales no refleja el justo reclamo de una nacionalidad oprimida. Por el contrario, esa autonomía (y más aún, la división del país) es un ataque al conjunto del pueblo boliviano porque su objetivo es la entrega total de los hidrocarburos y un mayor enriquecimiento de la burguesía regional. Por eso, los revolucionarios debemos oponernos a ella y apoyar la justa lucha de la mayoría del pueblo boliviano por mantener la unidad geográfica del país. La mejor forma de hacerlo es imponiendo una lahaine.org :: 2 salida obrera y campesina a la situación actual. Así lo ha expresado claramente el MST, sección boliviana de la LIT-CI. La lucha de las masas y la traición de las direcciones Es imposible entender la permanente "inestabilidad’ de la política burguesa boliviana sin considerar un factor esencial: la lucha de las masas, cuya combatividad y heroísmo se mostraron en incontables jornadas, desde la revolución de 1952 hasta el presente. Fue esa lucha, por ejemplo, la que enfrentó la política del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada de consolidar y profundizar la entrega de los hidrocarburos y lo derribó, en octubre de 2003. Si esa lucha, que había reconstituido a la COB como alternativa de poder, no avanzó en ese momento hacia la toma del poder por los trabajadores y el pueblo se debió a la traición de las direcciones mayoritarias, expertas en el juego de encabezar procesos para traicionarlos. Tras la caída de Sánchez de Lozada, esas direcciones frenaron la lucha y permitieron que asumiera Carlos Mesa, votado por un Parlamento totalmente irrepresentativo. Es decir, sostuvieron la "continuidad institucional burguesa" en el país. Evo Morales y el MAS (la principal fuerza política boliviana) apoyaron directamente a Mesa. La dirección de Jaime Solares en la COB (Central Obrera Boliviana) y el dirigente campesino Felipe Quispe (del Movimiento Indigenista Pachakutik) se declararon "opositores", pero decretaron una larga tregua que permitió aprobar el referéndum tramposo sobre el gas y consolidar al gobierno. Este año, ante la primera renuncia presentada por Mesa al Congreso, los diputados del MAS y los de Pachakutik votaron por la permanencia de Mesa en su cargo. Algo similar había ocurrido en Ecuador en enero de 2000. Ante la política de dolarizar la economía del presidente Noboa, una poderosa lucha revolucionaria de masas derribó al gobierno, dividió a las FF.AA. e, incluso, llegó a crear organismos de doble poder como el Parlamento de los Pueblos. Pero las principales direcciones del movimiento, la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y el PCML (Partido Comunista Marxista Leninista) entregaron el poder al coronel Lucio Gutiérrez (dirigente del sector militar que había apoyado la insurrección), quien lo cedió a la cúpula de las FF.AA., las que resolvieron que el vicepresidente asumiera el poder. En otras palabras, a través de mecanismos más complicados que en Bolivia, esas direcciones también sostuvieron la "continuidad institucional burguesa". Las elecciones posteriores fueron ganadas por Lucio Gutiérrez y los dirigentes de la CONAIE y del PCML integraron su gobierno. Los gobiernos de Frente Popular Los gobiernos burgueses de Lucio Gutiérrez y Carlos Mesa fueron muy similares. En primer lugar, surgieron, de modo directo o indirecto, como resultado de procesos revolucionarios y deben gobernar en ese marco, lo que los torna muy débiles o kerenskistas (término utilizado en Rusia en 1917). En segundo lugar, el de Lucio Gutiérrez fue claramente un gobierno de frente popular: un gobierno burgués integrado por dirigentes y organizaciones obreras y populares. El de Mesa, aunque no fue así en la forma, sí lo era en su contenido porque el MAS de Evo Morales, de hecho, era su principal apoyo. Normalmente el imperialismo y las burguesías nacionales prefieren evitar este mecanismo pero, en determinadas situaciones, apelan a él. En los casos de Bolivia y Ecuador para que las propias direcciones del movimiento de masas ayudaran a desmontar o amortiguar los procesos revolucionarios existentes. Finalmente, ambos gobiernos aplicaron políticas proimperialistas iguales o peores a las de sus antecesores. Gutiérrez llevó a fondo la dolarización y el pago de la deuda externa, Mesa mantuvo la privatización y la entrega de los hidrocarburos. Pero esta política reavivó la lucha del movimiento de masas que, pasada la confusión o las expectativas iniciales, comenzó a enfrentarlos, desbordando a sus direcciones. En ambos casos, esa lucha obligó a los dirigentes y organizaciones obreras y populares a salir del gobierno o dejar de apoyarlo. Así ocurrió con la CONAIE y el PCML, en Ecuador, y con Evo Morales y el MAS. En este punto, esos gobiernos pasaron a tener una debilidad extrema, sin ningún poder político ni base social propios. En gran medida quedaron "flotando en el aire", en medio de la batalla de las fuerzas sociales y económicas principales, y luego cayeron. Otra similitud entre ambos países es que, en la medida en que la burguesía y el imperialismo no pueden imponer su "orden" ni los trabajadores y las masas logran avanzar hacia una salida propia, los procesos revolucionarios entran en una dinámica recurrente, de repetición de situaciones de lucha contra políticas y gobiernos similares. La cuestión de la Asamblea Constituyente Después de un período de relativo retroceso y de confusión, las masas bolivianas volvieron a las calles a luchar por lahaine.org :: 3 la nacionalización sin pago de los hidrocarburos como eje central de su lucha. Los campesinos pobres y las nacionalidades indígenas reclaman también la convocatoria a una Asamblea Constituyente porque la ven como una forma de discutir los grandes problemas del país y de ser protagonistas de esas decisiones nacionales. Por ejemplo, la cuestión de la propiedad de los hidrocarburos, la reforma agraria, los derechos de las naciones indígenas o la unidad del país. Desde este punto de vista se trata de una aspiración democrática totalmente legítima. Pero en Bolivia, donde el poder se está definiendo en las calles, la burguesía y el imperialismo --con la colaboración de Evo Morales-- tratan y tratarán de utilizar estas expectativas para llevar el proceso revolucionario a la vía muerta de las instituciones burguesas. Es imprescindible luchar contra esta trampa en el camino de una salida de clase de la clase obrera y el pueblo. Para lograr esto, como los campesinos e indígenas bolivianos la ven como una salida para lograr sus reivindicaciones, se hace necesario tener una táctica frente a la Asamblea Constituyente. Los revolucionarios no deben dejar esas reivindicaciones democráticas en manos de las direcciones capituladoras o de la burguesía. En primer lugar, la COB debe tomar esa exigencia como una forma de unificar la lucha. Veamos cómo actuaron los bolcheviques rusos frente a este tema, en 1917. La estrategia era el fortalecimiento y el desarrollo de los organismos de poder obrero (los soviets rusos o la COB), con la perspectiva de la toma del poder. En este marco, y subordinado a él, se daba respuesta a quienes confiaban en la constituyente, señalando que esas demandas justas no podrían ser resueltas por la "constituyente de la burguesía y el gobierno" porque sería tramposa, antidemocrática y fraudulenta. Sólo una constituyente convocada por los trabajadores organizados podría garantizar esas demandas. En Bolivia, entonces, la cuestión central es, entonces, luchar por un gobierno obrero, campesino y popular, encabezado por la COB, el único capaz de garantizar una constituyente verdaderamente democrática. Pero, si el gobierno burgués o el Parlamento convocan a la Constituyente, se debe intervenir en ella con una política revolucionaria que pueda derrotar la trampa burguesa. La "crisis revolucionaria" La lucha obrera y popular forzó la dimisión de Mesa y puso en jaque al Parlamento. En los hechos, las masas llegaron a tener el control de la mayoría del país y de La Paz: el Parlamento burgués ni siquiera pudo reunirse en esa ciudad y se trasladó a Sucre, lejos de la insurrección popular, aunque allí tampoco pudo escapar de esa presión. Al mismo tiempo, con sus acciones como la toma de la planta petrolera de El Alto y yacimientos petroleros y de gas, muestran el camino para nacionalizar los hidrocarburos. De hecho comenzaron a recuperar la propiedad de esa riqueza para Bolivia y a decidir qué uso debían tener. Es decir, de nuevo estuvo planteado, de hecho, el problema del poder, incluso de modo mayor que en octubre de 2003. ¿Quién debe gobernar en Bolivia y con qué política? En este marco, la burguesía boliviana y el imperialismo discutieron distintas alternativas para intentar "normalizar" el país. Una de ellas, impulsada por la Iglesia y apoyada por Evo Morales, es la que ahora se está aplicando: la renuncia de Mesa y de los jefes de las Cámaras parlamentarias. De ese modo asumiría Eduardo Rodríguez, presidente de la Suprema Corte de Justicia, y convocaría a elecciones presidenciales anticipadas. Pero el presidente de la Cámara de Senadores, el santacruceño Hormando Vaca Díez, uno de los políticos más desprestigiados del país, intentó otra jugada: asumir él la presidencia, siguiendo la "letra" de la constitución, con el apoyo de los viejos partidos patronales (MNR, MIR, NFR) y de la burguesía santacruceña. Esta fractura terminó de crear un vacío de poder burgués. Un momento del proceso que, en el marco de la movilización revolucionaria de las masas, llamamos "crisis revolucionaria" porque el poder queda "vacante". Conscientes de este peligro, la mayoría de la burguesía, la Iglesia y el imperialismo presionaron a Vaca Díez y lograron su renuncia, así como la de Mario Cossio, presidente de la Cámara de Diputados. Finalmente, Eduardo Rodríguez asumió la presidencia y anunció elecciones presidenciales en 6 meses. La intención es clara: lograr que las elecciones les permitan desactivar la lucha revolucionaria de las masas, mediante un "compromiso" con los dirigentes de "los sectores sociales" de levantar la lucha. Es sólo una nueva trampa como lo fue, en octubre de 2003, la renuncia de Sánchez de Lozada. Para que no queden dudas sobre este objetivo, las primeras declaraciones de Rodríguez tras asumir el cargo de presidente fueron: "Pediré una tregua, un espacio de paz que nos permita darnos la mano; debemos solucionar el problema de miles de madres lahaine.org :: 4 que no tienen leche para sus hijos, que no tienen gas para cocinar y también los problemas de miles de ciudadanos en las carreteras" (El Diario 10/6). ¿Logrará Rodríguez este objetivo? La pregunta, y menos en Bolivia, aún no tiene respuesta. Las direcciones, por detrás de las masas Al igual que en el proceso que llevó a la caída de Sánchez de Lozada, las principales direcciones de masas han venido intentando que la lucha no avance ni se unifique hacia la toma del poder. Evo Morales llamó inicialmente a movilizaciones muy controladas por la convocatoria a la Asamblea Constituyente y, después, respaldó claramente la política de Mesa y de la Iglesia por elecciones presidenciales anticipadas. Es muy clara su intención de desmontar la lucha por medio de las elecciones y las instituciones burguesas y, de ese modo, llegar la presidencia del país por "vías legales". Junto a ello se niega, hasta ahora, a levantar la reivindicación de la nacionalización de los hidrocarburos, a pesar de reconocer públicamente que su base está a favor. Por su parte, Jaime Solares y la dirección COB se vieron obligados a tomar la exigencia de nacionalización y ponerse a la cabeza de las movilizaciones por presión de los trabajadores. Al mismo tiempo, Solares llamó al Ejército a dar un golpe militar nacionalista al estilo de Chávez, como la única salida posible para el país, propuesta que recibió numerosos repudios dentro de la propia COB. Ahora se ha ubicado más a la "izquierda". Según el diario La Razón (10/6/2005), "Solares desconoce al Gobierno actual y a los que podrían venir y dijo el miércoles que en la urbe alteña se conformó un gobierno paralelo al que actualmente existe y que se estaba preparando similares acciones en otras regiones del país." Sin embargo, más allá de lo "revolucionarias" que suenan estas palabras, Solares volvió a insistir en que es el Ejército el que tiene que conducir el proceso, al expresar que las masas "serán gobierno cuando los militares digan que el pueblo tiene la última palabra" (La Razón, 10/6/2005). Es evidente que ambos dirigentes impulsan proyectos distintos y enfrentados e incluso casi llegaron a los puños en un acto. Pero, por la "vía legal" o por la "vía militar", ambos coinciden en su intención de liquidar la lucha independiente de los trabajadores y las masas, atándolas a una u otra salida burguesa. Por su parte, los dirigentes de la ciudad de El Alto, verdadero epicentro del proceso revolucionario boliviano, mientras afirman que continuarán con las movilizaciones y la formación de una Asamblea Popular alteña, ya han comenzado a reconocer, de hecho, a Rodríguez. El secretario ejecutivo de la COR (Central Obrera Regional), Edgar Patana, señaló que las protestas en la urbe alteña se radicalizarán hasta que Rodríguez se manifieste sobre sus demandas (la recuperación de los hidrocarburos): "Si él tiene propuestas a nuestras peticiones estaremos atentos a escucharlas, pero si no seguiremos radicalizando nuestras manifestaciones" (La Razón, 10/6/2005). Por su parte, el dirigente de la FeJuVe alteña, Abel Mamani, fue aún más allá: "Quiero ser más responsable que algunos dirigentes. No es una revolución la que se gesta en El Alto.". ¿Quién debe gobernar Bolivia? En la semana de la "crisis revolucionaria" las masas con su lucha sortearon todos los obstáculos y obligaron a sus dirigentes a ir más allá de sus intenciones. Por ejemplo, el 6 de junio cientos de miles de trabajadores, campesinos y estudiantes tomaron La Paz y realizaron un gigantesco cabildo obrero y popular, con la presencia de la COB, los mineros, las combativas organizaciones de El Alto y federaciones campesinas. Esta gigantesca presión obligó a los dirigentes a plantear la constitución de una "Gran Asamblea Nacional y Popular" y de "forjar un nuevo gobierno del pueblo que sustituya el vacío de poder (...) bajo la línea de la nacionalización de los hidrocarburos". Aunque para los dirigentes este llamado fuera retórico, para las masas no fue así. Las masas volvieron a demostrar que son capaces de controlar el país y también mostraron el camino para nacionalizar el petróleo y el gas, con la toma de las plantas de hidrocarburos. De hecho, en El Alto ese poder de las masas existe en forma organizada. Con sus acciones las masas comenzaban a responder a la pregunta de quién debe gonernar Bolivia y con qué política. Pero nuevamente los dirigentes lograron mantenerlas a las "puertas del poder". Volvemos a preguntar: ¿lograrán Eduardo Rodríguez y la burguesía boliviana calmar la situación? Esto sólo podrá ser respondido en los próximos días. Pero aún si, con el llamado electoral, consiguieran un poco de tiempo, las masas bolivianas no han sido, ni mucho menos, derrotadas. El problema de quién debe gobernar el país no hará más que postergarse y, posiblemente, volverá a plantearse en un futuro próximo. Para quebrar el "círculo recurrente", el problema clave sigue siendo el de la construcción de una dirección revolucionaria de las masas que lahaine.org :: 5 esté dispuesta a ir a fondo en esa lucha. Comenzando en primer lugar por no depositar ninguna confianza en el gobierno de Rodríguez e impulsar la lucha a fondo contra él. Una tarea que puede apoyarse en los hechos más positivos, como la organización obrera y popular que existe en El Alto y otros lugares del país y en la riquísima experiencia de las masas en este proceso. Hay que exigirle a los dirigentes de la COB y El Alto que no se queden sólo en palabras, que mantengan la organización obrera y popular y la impulsen hacia el poder obrero y popular. La alternativa de Bolivia sigue siendo: gobiernos de entrega colonial (civiles o militares) o gobierno de los trabajadores y el pueblo. Un gobierno que, como dice el MST en su propuesta, con la COB a la cabeza, "nacionalice los hidrocarburos sin indemnización (...) deje de pagar la deuda externa, entregue la tierra a los campesinos, rompa con el FMI y convoque a una Constituyente democrática que apruebe estas medidas". En esta tarea, está puesto todo el esfuerzo de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional) y de su sección boliviana, el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores). Las propuestas del MST boliviano El MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores), sección boliviana de la LIT-CI, participa activamente de la movilización obrera, campesina y popular. En dos declaraciones, del 26 de mayo y 6 de junio, sus propuestas centrales son: ¡Fuera Mesa y el Parlamento!, ¡El diálogo es una trampa! ¡Nacionalizar el gas sin indemnizar! y ¡Gobierno de las organizaciones en lucha con la COB a la cabeza! En ese material el MST expresa: "La creciente movilización obrera, campesina y popular por la nacionalización de los hidrocarburos, ha pateado el tablero del plan gubernamental, retomando las luchas inconclusas de octubre. De esta manera, se abrió una grave crisis de poder. Ni el gobierno ni el Parlamento están en capacidad de encararla. El descrédito de ambas instituciones crece a los ojos de los trabajadores y el pueblo. En total bancarrota han recurrido a la Iglesia para buscar una salida. Esta institución ofrece sus buenos oficios, como lo hizo en la crisis del 85, para salvar a la burguesía y las transnacionales. (...) Se trata de una trampa para dividir a los trabajadores y para buscar alternativa de solución a la crisis del gobierno, del Parlamento y de la burguesía. Cualquier alternativa, como el adelanto de elecciones, es para capear el temporal y mantener el poder de las trasnacionales. Creemos que es el momento propicio para imponer nuestras reivindicaciones (...) ¡Ni un paso atrás! Más que nunca centralizar y unificar las luchas. Ampliar la huelga general con bloqueos a nivel nacional. Tomar los pozos petroleros como en el Chaco. ¡No a la trampa del diálogo! El objetivo central es imponer la nacionalización sin indemnización de los hidrocarburos" (...) El combate por la nacionalización nos lleva necesariamente a la lucha por el poder, porque no se puede esperar que nacionalicen el gas los entreguistas a ultranza. Y, en estos momentos, cuando la crisis de la burguesía está al desnudo y se barajan variantes desesperadas de salida todas ellas pro imperialistas, ¿Quién debe gobernar? (...) Nosotros decimos: debemos gobernar quienes estamos en las calles por la nacionalización, quienes hemos puesto en jaque y contra la pared al gobierno y al Parlamento; es decir, la FEJUVE, la COR, la CSUTCB y demás organizaciones a la cabeza de la COB. Ni salida que surja del diálogo de la Iglesia, ni salida cívico militar tipo Chávez (rechacemos esta propuesta colaboracionista del compañero Solares), sino gobierno de clase, de los obreros y campesinos, sin burgueses ni militares "patriotas". Que los militares y policías de base se sumen a esta tarea al mando de la COB. La COB y demás organizaciones deben convocar, al fragor de la lucha, un Encuentro para votar esta salida. El Cabildo de la FEJUVE debe votar esta salida. Solo así se podrá aplastar al frente contrarrevolucionario entreguista y al divisionismo entreguista encabezado por la oligarquía cruceña y su cobarde juventud fascista. Esa alternativa de clase hay que imponerla ahora, exigiendo a las direcciones mayoritarias que rompan con salidas burguesas a la crisis o sean reemplazadas. Un gobierno que nacionalice los hidrocarburos sin indemnización, anule el 21060, deje de pagar la deuda externa, entregue la tierra a los campesinos, rompa con el FMI, convoque a una Constituyente democrática que apruebe estas medidas" La campaña del PSTU Ante la lucha de los trabajadores y campesinos bolivianos y el rol jugado por Petrobrás en ese país, el PSTU (sección brasileña de la LIT-CI) ha lanzado una campaña entre los trabajadores y sindicatos de Brasil, proponiendo aprobar las siguientes mociones: . Todo el apoyo a la lucha de los trabajadores y campesinos bolivianos. . Todo el apoyo a su reivindicación de la nacionalización del gas (incluyendo la expropiación sin pago lahaine.org :: 6 de Petrobrás y las multinacionales que actúan en Bolivia). . Contra cualquier intento de dividir Bolivia. 10 de junio de 2005 Liga Internacional de los Trabajadores, www.litci.org _______________ http://www.lahaine.org/mundo.php/bolivia-muestra-las-alternativas-para lahaine.org :: 7