Campaña contra la precariedad y los accidentes en el trabajo

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Campaña contra la precariedad y los accidentes en el trabajo
Periódico CNT :: 24/11/2004
¡Basta ya de terrorismo patronal! Desde la CNT hacemos un llamamiento a la ciudadanía en
general y a los trabajadores en particular ante la incesante siniestralidad laboral. A diario, los
accidentes laborales se cobran la vida de muchos obreros por el simple hecho de la
precariedad en los puestos de trabajo, las jornadas interminables y la falta de inversión en el
ámbito de la prevención. Las subcontratas se han convertido en un verdadero engaño
empresarial para camuflar e imponer nuevas formas de explotación, primando la productividad
sobre la seguridad y, además, con mínimos salarios.
A esta situación hay que sumarle las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) que
se están haciendo con la mayoría de las contrataciones y aspiran incluso a ser el monopolio de las
mismas, inclusive aquellas que no responden al carácter temporal. Son los empresarios quienes
ejercen su chantaje desde el mismo momento en que somos contratados, llegando en muchos casos a
obligar a firmar una carta de despido voluntario, sin fecha, para evitar así las protestas y no tener
que pagar los finiquitos y derechos reconocidos a los trabajadores. O te juegas la vida cada día por
falta de medidas de seguridad o te vas directo a la calle; esta es la cruda realidad que debemos
sufrir diariamente. El chantaje continuo al que los empresarios nos someten con amenazas de cierre
en busca de paraísos laborales donde la situación de los trabajadores es inferior a la nuestra y donde
sus márgenes de beneficios son aún mayores no debe significar una aceptación de esta situación. Sin
embargo, todavía tenemos posibilidades para hacer frente a esta explotación. La CNT, como
sindicato que no ha vendido su independencia por cuatro duros, mantiene una defensa de los
intereses de la clase obrera a ultranza. Frente a la
explotación, contamos con el recurso de la denuncia anónima y la acción directa. Sólo tienes que
seguir el esquema de la hoja de denuncia anónima que aparece en esta página y proporcionarnos los
datos sobre la empresa que está incumpliendo con la legalidad (ya sea pagando salarios por debajo
de lo estipulado, obligando a la firma de bajas voluntarias sin fechas, horas extras no retribuidas o
no entregando al trabajador todos aquellos elementos de seguridad necesarios para no poner en
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peligro su vida) y nosotros realizaremos la correspondiente denuncia en Inspección de Trabajo y
ejerceremos la acción directa necesaria para que se acabe esta situación de explotación. Puedes
mandar tu denuncia al sindicato de CNT más próximo a tu domicilio. Lo encontrarás en el directorio
confederal que hay en la página 2 de este periódico "El descoloque" (x Juan de la Lama) Las
fronteras han desaparecido definitivamente para la Mercancía y el Capital. Las nuevas tecnologías
en comunicación y transporte configuran el planeta como una Aldea Global. Las empresas y el
dinero acuden allí donde encuentran mejores condiciones de explotación y rentabilidad y aquellos
países, antes florecientes, que desarrollaron sistemas de protección social se enfrentan al dilema de
desmantelar el Estado del Bienestar ellos mismos, o convertirse en desiertos industriales, abocados
al paro y a la debacle económica, que terminarán por destruir dicho sistema. Los gobiernos y
partidos de izquierda, apoyados por los sindicatos reformistas, han comprendido el problema y
colaboran en el desmantelamiento del Estado del Bienestar: las reformas laborales aplicadas en los
países desarrollados desde principios de los años 80 han supuesto pérdidas de derechos sustanciales
para los trabajadores. En todos los ámbitos: precariedad, reducción salarial, aumento de la jornada
de trabajo, menores prestaciones sociales (desempleo, jubilación, enfermedad)... Las reformas no
afectan exclusivamente al mundo del trabajo, ha habido una regresión constante en la vivienda,
educación, sanidad, alimentación, medio ambiente. Estos bienes cada vez resultan más caros y de
peor calidad, son cada vez más inalcanzables para sectores cada vez mayores de la sociedad. Por
primera vez desde principios del siglo XIX occidente se enfrenta a la desaparición del paradigma del
desarrollo indefinido. Las nuevas generaciones heredarán un mundo peor al que vivieron sus padres.
De esta forma se está aplicando el programa máximo del neoliberalismo con rapidez, concretado en
lo que se conoce como el "Consenso de Washington", protocolos informales suscritos entre empresas
multinacionales, entidades financieras, la Reserva Federal estadounidense y las instituciones
monetarias internacionales, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización
Mundial del Comercial. Este consenso se fue gestando durante los años 80 y 90, y constituye el
programa político del neoliberalismo. Su objetivo es establecer al Capital como única fuente de
poder y derecho, sometiendo al mismo a individuos y naturaleza. El camino es la liquidación de
cualquier control social sobre el Mercado, la eliminación de los impuestos, la privatización de todos
los bienes y servicios. La creación de un Estado Policial que exclusivamente se ocupe de establecer
un orden social que garantice los beneficios empresariales. La sociedad que prefiguran estos
cambios la podemos observar ya. El imparable crecimiento de los "sin": sin techo, sin derechos, sin
papeles, sin pensión, sin trabajo, sin educación, sin salud... Las relaciones sociales se han envilecido.
La competencia y la lucha entre todos es cada vez más despiadada, siendo la violencia la pauta de
comportamiento interpersonal, contaminando el tejido social, y desarrollándose hasta en el ámbito
doméstico, los hogares han alcanzado el triste record de convertirse en los lugares más inseguros.
Esto es el neoliberalismo, la destrucción de la condición social y moral de la humanidad, su
reducción a mero productor en guerra contra si mismo y contra el planeta. El balance es aterrador, y
lo que nos espera. Todos los poderes de la Tierra conspiran para implantar ese sistema. La Iglesia
Católica, acompañando al resto de las sectas fundamentalistas, bendicen a los gobiernos
neoliberales y facilitan sus medios de propaganda para predicar el nuevo credo. Son los nuevos
conservadores, los "neocons", quienes en nombre de los valores tradicionales del cristianismo están
destruyendo a la humanidad y al planeta. Los obispos católicos han recomendado el voto a Bush.
Todos los círculos, fundaciones, universidades y focos de difusión de los "neocons" están
íntimamente relacionados con los sectores más combativos del fundamentalismo cristiano. Iglesia y
Capital definitivamente han resuelto sus contradicciones, si alguna vez fueron algo distinto, y
colaboran juntos abiertamente para establecer el nuevo orden mundial: La desaparición de los
valores humanos. Ya que no existe infierno en la otra vida, se han propuesto que exista en ésta.
Debemos recordar que hubo un tiempo en el que el desarrollo industrial era compatible con la
mejora de las condiciones de vida. En el siglo XIX la concienciación y organización de los
trabajadores cuaja en la creación de sindicatos combativos que logran imponer mejoras en todos los
ámbitos, configurando en el siglo XX sociedades avanzadas. Esas sociedades fueron fruto de la
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tensión dialéctica entre trabajo y capital. Entonces el proceso de industrialización era
fundamentalmente local, los productos que se producían en un Estado se vendían en ese Estado. Si
unos trabajadores de ese Estado conseguían mejoras sociales y salariales, era ese Estado el que se
beneficiaba en su conjunto, ya que esos trabajadores gastaban su salario en productos de su Estado.
Se generaba un círculo virtuoso. Aumentaban los salarios y aumentaba la producción al haber más
consumo. Aumentaba la producción y aumentaban los puestos de trabajo y los salarios, y a la vez
esto repercutía en el aumento de la producción y en la mejora de las condiciones de vida. Hoy, con la
desaparición de las fronteras para el Capital y la Mercancía, se genera un círculo vicioso. Las
empresas se trasladan donde hay menores costes de explotación, menos impuestos, salarios y
protección ambiental. Los países con sistema social avanzado pierden empresas, generan paro, baja
la capacidad adquisitiva, lo que genera menor consumo y más despidos. A la vez entran en su
mercado productos de sus competidores. No les queda más remedio que competir en generar mano
de obra barata y en reducir los impuesto a las empresas, lo que implica menores servicios sociales, y
desmantelamiento de la protección social. Se establece de esta forma una carrera vertiginosa hacia
el abismo, ya que los países del tercer mundo, para no perder competitividad se ofrecen en
condiciones cada vez más bajas, lo que implica reducción de las condiciones de vida, menos
consumo y más explotación, que se traslada a los países desarrollados que nuevamente tendrán que
implementar políticas para abaratar los costes laborales. Por este camino terminaremos por volver a
las condiciones de esclavitud anteriores al siglo XIX, a la desaparición del desarrollo industrial. Hoy
es evidente que este sistema se ha mostrado incapaz de acabar con el hambre, las guerras y las
injusticias. Todo lo contrario, hoy las desigualdades son mayores, el hambre y la desertización
avanzan, más de 2/5 partes de la humanidad está en guerra permanente. La deslocalización
ejemplifica perfectamente la sumisión de la humanidad a la economía. La humanidad desarrolló el
mercado para facilitar los intercambios y satisfacer de forma más eficaz sus necesidades. Ese
mercado ha evolucionado hasta convertirse en un ser autónomo, omnipresente, omnisciente y
omnipotente, todo se debe someter a sus deseos y necesidades. Los individuos no valen nada, son un
mero instrumento que facilita su existencia. Frente a la deslocalización cabe adoptar distintas
posturas: El proteccionismo Los sucesos acontecidos en Elche el 16 de septiembre de 2004, donde
se atacó a empresas y emigrantes asiáticos, son un ejemplo de este proteccionismo. Es una aptitud
estúpida, que no resuelve el problema, sino que lo incrementa. En los años 70 se vieron brotes del
mismo tenor de los agricultores franceses contra los productos españoles: la tradicional fiesta
veraniega de volcar camiones con frutas y verduras. Hubo incluso algunos revolucionarios de salón
que vieron en esas demostraciones de impotencia el nacimiento de una nueva lucha social que
alumbraría una humanidad nueva. El proteccionismo conduce al nacionalismo decimonónico, solo
sirve como desahogo emocional y para encumbrar a algún aprendiz de dictador local. El
neoliberalismo Es creer que este camino nos lleva a la salvación material y espiritual. Propone
competir en ser los más eficientes a la hora de explotarnos a nosotros mismos y a los demás. Ser los
primeros de la clase y acatar sin crítica este estado de las cosas como algo natural e inevitable. En
este camino hay una bifurcación, una nos lleva al exterminio de la vida en el planeta, la otra nos
conduce a un orden totalitario mundial, todavía no está definido el rumbo definitivo que adoptará. El
socialdemócrata Pretende embridar el Mercado, sometiéndolo a una regulación que lo haga más
humano y gobernable. Está por inventar el sujeto social que sea capaz de semejante hazaña. Su
ejecución es un rosario de fracasos. El desmantelamiento, vía reconversión, de la industria es su
fruto más preciado. En España los astilleros públicos sirven de botón de muestra. El
parlamentarismo, el instrumento político con el que pretende gobernar el Mercado, es ineficaz para
ese propósito. El parlamentarismo actúa a nivel estatal, y el Mercado a nivel global. Al Capital le
resulta muy fácil burlar los controles gubernamentales. En la práctica el parlamentarismo sirve de
coartada legal para legitimar el proceso de desarrollo ilimitado del Mercado.
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El parlamentarismo es el procedimiento para suplantar la
soberanía popular. Desde el siglo XVIII está firmemente establecido en la conciencia colectiva de la
humanidad que la soberanía reside en el pueblo, ni en dios, ni en el rey, sí en cada una de las
personas. La soberanía popular es resultado del libre juego de interacciones de las soberanías
individuales. El parlamentarismo fosiliza las energías que surgen del quehacer espontáneo de
individuos libres, las aboca a un callejón sin salida. Más todavía el parlamentarismo moderno, donde
la abstención y el voto en blanco no cuentan, donde cada escaño cuesta un número distinto de votos,
donde se establecen mayorías absolutas con menos del 25% de sufragios. Los gobiernos que surgen
de esos parlamentos se saben débiles, no representan a nadie. Su pretensión de gobernar al
Mercado es un brindis al Sol, son precisamente ellos los siervos del Capital. Solamente un gobierno
mundial salido de un parlamento elegido directamente mediante sufragio universal podría afrontar
la gobernabilidad del Mercado. Pero tampoco esto serviría de garantía. Vemos cómo en la ONU los
gobiernos ni siquiera se ponen de acuerdo para acabar con los paraísos fiscales, donde recalan las
inmensas fortunas que se consiguen mediante el crimen y la corrupción. Tampoco se ponen de
acuerdo para establecer una legislación social mínima mundial, donde se contemplen tanto los
derechos laborales, como los derechos civiles, políticos y la protección de la naturaleza. Esto
garantizaría la mejora de las condiciones de vida en todos los países, y conforme se vayan
armonizando y equilibrando esas condiciones mínimas, se irían estableciendo nuevos objetivos. De
esta forma entraríamos en un nuevo ciclo virtuoso de ámbito global. Estas intenciones darían pié a
pensar que todavía existe algo de sentido común en los gobernantes, pero todos se han rendido al
nuevo amo. El alternativo Antiautoritario, antiestatalista y anticapitalista. Aquí se parte de una
visión realista del Mercado y el Capital. El neoliberalismo no es el libre juego de las iniciativas
individuales, sino el establecimiento de un sistema que garantiza el poder absoluto de los más ricos
y la opresión del resto de la población. No hay libertad de mercado. Existe un Mercado Único
dominado por grandes multinacionales. El neoliberalismo es la gran mentira, no es la ausencia de
regulación en el mercado, es regular el mercado de tal forma que solamente puedan operar las
multinacionales. El neoliberalismo recurre al fraude y al engaño, se impone mediante la coacción. La
deslocalización no beneficia a ningún trabajador/a ni del primer, ni el segundo ni el tercer mundo.
Sólo beneficia a las multinacionales. La exportación de grano por Etiopía no ha servido para paliar el
hambre. Ha servido para que la industria cárnica occidental pueda alimentar al ganado de forma
más barata. Se pierden puestos de trabajo de agricultores europeos, que compran carne en el
mercado al mismo precio. La industria cárnica aumenta sus beneficios. Las mafias políticas de
Etiopía pueden comprar armas más modernas, con el dinero recibido de la venta de grano, así
garantizan que su población, cada vez con menos recursos para alimentarse, no se rebele. Los
traficantes de armas se forran, y los paraísos fiscales prosperan. El Mercado, y su instrumento de
dominación, la deslocalización, no van a acabar con el hambre, la enfermedad, la injusticia, la
desigualdad, la guerra. Son precisamente sus frutos. En cualquier lugar del mundo la Naturaleza es
generosa, y ofrece más que suficiente para que con un poco de esfuerzo se puedan satisfacer todas
las necesidades de la población que cobija. La ciencia nos ha enseñado a obtener un rendimiento
óptimo del trabajo. El problema es que hay una clase social que se ha apropiado de estos recursos, y
los utiliza para perpetuarse en el poder, no para satisfacer las necesidades de la población. La
solución es que la población se erija en protagonista de sus vidas, que tome conciencia de su
explotación, que se organice para recuperar los medios de producción, y los utilice para satisfacer
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sus necesidades materiales al margen del mercado, estableciendo redes de intercambios y apoyo
mutuo. Más les hubiera valido, a los revoltosos de Elche, haber ocupado el Ayuntamiento, establecer
una gestión más eficaz de los bienes y servicios municipales. Atreverse a dejar de pagar las
hipotecas a los bancos, y movilizarse, cuando se intente desahuciar a alguien, con el mismo ímpetu
con el que perseguían a emigrantes chinos. Crear colectividades de consumo para distribuir
alimentos, en cooperación con los agricultores, a menor coste que el mercado. Colaborar con otras
colectividades de consumidores y distribuir sus productos a través de ellas. Deshacerse de los
dueños de las empresas en que trabajan. Para esta solución alternativa el individuo es la medida de
todas las cosas, el fin de cualquier actividad social. La economía debe estar a su servicio y dedicarse
exclusivamente a satisfacer sus necesidades individuales, y no los deseos de corporaciones
inmateriales. La Naturaleza es hogar, madre y sustento. La acción del hombre/mujer debe tender a
su conservación, no a su explotación. Se valora más el disfrute del tiempo en libertad que la
acumulación de objetos que esclavizan a sus poseedores. Aquí sí nos encontramos ante un choque de
civilizaciones. Esa solución alternativa implica una nueva cultura, con valores opuestos al
neoliberalismo, donde la cooperación y el apoyo mutuo sean el pilar sobre el que se asiente la
sociedad, y no la lucha entre los individuos, donde cada individuo pueda concurrir libremente a
expresar su soberanía individual y contribuir a conformar en cualquier foro acuerdos y consensos
sociales que regulen su actividad. ----------------------------------------------------------------------- Juan de la Lama es
abogado laboralista y militante de la Federación Comarcal Sur de Madrid - CNT.
CNT Periódico CNT
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