Apunte sobre los textos científicos El siguiente desarrollo fue un insumo dado por el Profesor Aramburu, Daniel1 para la cátedra en el marco del dictado de los Talleres de Escritura Académica organizados por la cátedra de Análisis y Producción del Discurso. LOS TEXTOS ACADÉMICOS Se llama textos académicos al conjunto de los textos vinculados al ámbito científico que tienen por finalidad fundamental explorar, describir, explicar, analizar, relacionar, comparar, inferir, hipotetizar o “mostrar” un proceso de indagación o investigación acerca de ciertos acontecimientos, tópicos, procesos, estudios anteriores, personajes o textos. Estos discursos pueden servir tanto para comunicar los resultados de las investigaciones científicas a los expertos (como es el caso de los “discursos teóricos o científicos”) como para difundirlos entre un público más amplio mediante textos que se denominan habitualmente “de divulgación científica”. Entre el discurso teórico y los textos de divulgación científica, es posible identificar una gama de discursos que pueden ser diferenciados a partir del tipo de emisor (científico, especialista, periodista…), del tipo de receptor (experto, aficionado, lego…) y del tipo de situación comunicativa (circulación restringida, circulación masiva). Además de esos parámetros dependientes de la situación comunicativa, son rasgos diferenciadores el grado de teoricidad, el tipo de construcciones sintácticas (que en el discurso científico tienden a omitir el agente de los procesos), la selección léxica, la selección de los objetos referenciales (construcciones conceptuales, entidades observables) y la presencia o ausencia de elementos facilitadores de la comprensión (ejemplos, comparaciones, títulos, gráficos…). Los textos académicos que se escribirán durante la cursada de la cátedra reúnen, entonces, características específicas: serán producidos por un emisor (el alumno) que, sin ser un científico, recoge resultados de otros emisores científicos (los profesores y los investigadores citados o recomendados por los profesores); 1 Daniel Aramburu profesor asistente ordinario de la cátedra de Análisis y Producción del Discurso de la Unidad Académica Caleta Oliva dependiente de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. se inscribirán en un dominio del conocimiento específico (la Literatura Clásica) ¿Es un ejemplo? y tratarán un tema relacionado con ese dominio; circularán en el campo de conocimiento correspondiente al tema que tratan; expondrán ideas fundamentadas (mediante datos o argumentos), del propio emisor y/o de otros autores, con marcas claras (como las comillas y las referencias bibliográfica) de la voz de la que surjan; presentarán elementos ordenadores de la lectura, como títulos, gráficos, marcadores de punteo y demás; responderán al género (informe de lectura, ensayo, monografía,…) y al receptor (el docente, por ejemplo) pautado por la consigna dada en la clase o en el trabajo práctico y tendrán propósito explicativo o argumentativo. ACERCA DEL TEXTO CIENTÍFICO Lo que distingue a los trabajos científicos de otras formas de comunicación escrita deriva de los propios objetivos que posee la ciencia. Si la ciencia intenta construir un saber riguroso, sistemático y lo más objetivo posible, entonces habrá de comunicar sus resultados también de un modo preciso y claro, que destierre en lo posible las ambigüedades que tan frecuentes son en nuestro lenguaje. Los elementos sustantivos del contenido deberán destacarse con nitidez más allá de todo adorno formal, aun cuando nada nos impida tratar de redactar con elegancia y armonía. Pero además habrá que tener particular cuidado con otro elemento, característico de toda comunicación científica: la estructura de cada trabajo tendrá que ser bien pensada para que resulte lógica, orientada hacia la mejor comprensión de lo que se pretende transmitir; cada una de sus partes componentes deberá tener unidad y enlazarse claramente con las restantes; cada parágrafo, sección o frase deberán poseer un sentido, una función definida dentro del discurso general. Conviene –a pesar del riesgo de caer en obviedades- insistir en las características fundamentales de los textos científicos: 1- Un trabajo científico se propone siempre comunicar algo concreto, algunos determinados conocimientos, y no estados de ánimo, opiniones o sensaciones subjetivas. Si bien es cierto que en todo escrito se expresa de algún modo la subjetividad del autor, el modo personal en que éste concibe las ideas que formula, estas ideas nunca podrán escapar completamente a las opiniones y prejuicios dominantes y estarán sometidas a las imprecisiones que son propias del mismo lenguaje que se emplea. Pero no se trata de llevar las cosas hasta el extremo de pretender una objetividad absoluta que tampoco posee el quehacer de la ciencia. Se trata de reconocer que, en propiedad, un trabajo científico posee unos fines específicos que obligan a realizar un esfuerzo tenaz de depuración para que las ideas se expresen con la mayor rigurosidad y objetividad posibles. 2- En segundo lugar, es importante tener en cuenta que en la redacción de un trabajo científico, la estructura expositiva tendrá que sujetarse a una lógica lo más clara posible, que estará en función de los objetivos del trabajo. Por esto es fundamental que el autor conozca con precisión qué desea comunicar, para buscar la forma más adecuada a los fines que persigue. Esto significa que habrá que de pensar en un modelo o esquema expositivo básico antes de comenzar a redactar, porque es necesario construir una obra que pueda ser comprendida del modo más directo posible. El esquema del trabajo será la guía que orientará en el desarrollo de los temas, el punto de partida para la elaboración de esquemas particulares cada vez más detallados desde los cuales se podrá ir pasando finalmente al trabajo de escribir. 3- Un tercer elemento para tener en cuenta se refiere al estilo que se va a emplear y a las consideraciones de forma en cuanto a la presentación final del trabajo. Para lograr un estilo claro, preciso y objetivo es preciso, por un lado, construir las oraciones de tal modo que las mismas resulten unívocas en su sentido y relativamente sencillas, sin exageradas complicaciones, y, por el otro, utilizar las palabras con rigor, teniendo en cuenta su significado aceptado y conocido, lo que supone conocer con claridad lo que deseamos decir. 4- Para lograr el efecto de objetividad propio de los trabajos científicos se recomienda utilizar las formas impersonales del verbo, la tercera persona o, en última instancia, la primera persona del plural. Estas opciones contribuyen a lograr una sensación más acabada de distanciamiento del objeto. 5- El texto científico además de su especificidad, es decir, de exponer un tema de una ciencia o una disciplina particular, tiene como objetivo comunicar los resultados de un proceso de investigación científica, sea cual fuere el paradigma epistemológico, marco teórico, el o los método/s empleados. Están escritos por “expertos” en el tema. 6- Los textos científicos se proponen exponer y/o describir los fundamentos, los mecanismos de control metodológico, los pasos seguidos en el proceso de investigación, las conclusiones obtenidas y las proyecciones posibles. 7- Es de fundamental importancia que quienes lo lean un texto científico tengan la posibilidad de corroborar citas, repetir los experimentos, cuestionar la exactitud de los datos o la validez de las fundamentaciones y de los resultados ofrecidos. El texto científico debe, por lo tanto, resistir el examen crítico de los especialistas, lo que se logra con el dominio y la profundidad en el tratamiento del tema, pero también con una clara organización, redacción y presentación formal. DIFERENTES TIPOS DE TRABAJOS CIENTÍFICOS Dentro de la denominación genérica de “trabajo científico” existe una variedad bastante grande de posibilidades, que surgen de necesidades y circunstancias específicas. Las diferencias entre los distintos tipos de trabajos obedecen a distintos criterios: la longitud del trabajo, los fines que se persiguen son algunos criterios orientadores. Entre los trabajos científicos podemos mencionar los siguientes: - informe de investigación - papel de trabajo - monografía - artículo científico - ponencia - tesina - tesis - trabajo de grado - trabajo de ascenso - ante-proyecto y proyecto de investigación - reseña - ensayo - resumen y resumen analítico EL INFORME. La palabra “informe” se aplica cotidianamente a tipos muy distintos de textos. En el ámbito académico, este género es muy variable por lo que, en realidad, sólo puede planificarse plenamente su escritura una vez que se cuenta con una consigna específica dada por un docente determinado en el marco de cierta cátedra. A pesar de esto, se puede definir el informe como un texto en el que se presenta información sobre un tema determinado, junto con los datos y las conclusiones más importantes que se han obtenido a partir de su estudio. Este texto se muestra como objetivo, esto es, no expresa las opiniones personales del autor acerca del tema, sino que reúne información que también puede ser observada por otras personas. La distinción más importante que puede trazarse entre los informes del ámbito académico está dada por la oposición entre los que analizan un tema específico exclusivamente a partir de bibliografía y los que requieren, además de la consulta bibliográfica, el estudio concreto de un objeto o fenómeno. En el primer caso, los pasos a seguir serán los siguientes: relevamiento y fichaje bibliográfico; determinación del tema o, si está dado en la consigna, de los aspectos particulares que se estudiarán; planteo de preguntas en relación con esos aspectos; búsqueda de respuestas y selección de citas al respecto en la bibliografía; reordenamiento jerárquico de las preguntas y respuestas; puesta en texto del desarrollo; puesta en texto de la introducción y de las conclusiones; puesta en texto de la bibliografía y de la carátula; revisión. Ahora bien, todos los informes del ámbito educativo permiten observar tres partes bien diferenciadas: la introducción, el desarrollo y las conclusiones. La introducción sirve, por un lado, para presentar el tema que se estudiará y para justificar por qué se lo eligió (se resalta su interés, originalidad o importancia). Por otro lado, allí se realiza una breve presentación del trabajo, es decir, una mención del marco teórico adoptado, de la metodología empleada, de los materiales seleccionados y de la organización textual de la exposición. En el desarrollo se expone el trabajo propiamente dicho, a partir del despliegue de cada uno de los aspectos del tema seleccionados como relevantes. En general, en el desarrollo se expanden los aspectos mencionados en la introducción y se presentan datos y argumentos que sirvan de fundamento a las ideas. En la conclusión se retoman los datos más importantes mencionados a lo largo del trabajo y, en ciertas ocasiones, se realiza una evaluación personal acerca de lo que se ha presentado en el informe todo o en el desarrollo. Estas partes están enmarcadas por dos paratextos: la carátula y la bibliografía. EL INFORME DE LECTURA - género conceptual cuya información proviene de un texto-fuente. - predominio de la secuencia explicativa - construcción de significados que busca dar cuenta de una actividad de comprensión, análisis mediante la exposición de una información jerarquizada - inclusión de conceptos sintetizados, relacionados, nunca distorsionados; no es un resumen ni una suma de citas( puede incluirlas ) - objetivo: desarrollar habilidades de reformulación, de reflexión sobre el texto - sobre: un fragmento textual, un libro, un corpus - partes: introducción ( objetivo del informe ) / desarrollo ( análisis ) / conclusión( juicio valorativo en función del análisis precedente ) - propósito del docente: evaluar, reorientar, hacer un seguimiento de la comprensión de sus estudiantes - género conceptual cuya información proviene de un texto-fuente. - predominio de la secuencia explicativa. LA MONOGRAFÍA - escrito mediante el cual el estudiante entrena su capacidad para investigar un tema específico - el término remite al análisis y desarrollo conceptual y argumentativo de un tema - extensión más habitual: entre 3 y 15 páginas - tarea del estudiante: trabajar ideas de otros que se hayan ocupado de la misma cuestión; ese diálogo dará lugar a los aportes personales - aparato paratextual integrado por: carátula, índice, notas al pie, bibliografía, títulos que delimitan las partes del texto - autor: enunciador que investiga, selecciona y ordena determinado material y propone una interpretación ( tesis) - etapas del trabajo monográfico: 1. búsqueda y localización de la información, 2. disposición de un orden para el material, 3. escritura del texto, 4. revisión del escrito FORMA DE LA MONOGRAFÍA: - Introducción: exposición del tema, textos o autores que se trabajan, presentación de la posición del autor ante el tema e interés que ofrece el trabajo. - Desarrollo: análisis y comparación de conceptos, diferencias entre líneas de pensamiento. - Conclusión: resumen del resultado, comentario sobre el recorrido, planteo de preguntas, proyección de otras líneas de trabajo y defensa de su importancia. EL ENSAYO. - escrito en el que el autor/estudiante expone razonadamente ideas y opiniones sin que se utilice plenamente una metodología científica. - Extensión: es un texto de extensión variable, generalmente breve. - El estudiante debe plantear una hipótesis de trabajo determinado o una línea de pensamiento determinada que sostendrá mediante argumentos propios, construidos a partir de consulta bibliográfica especializada o bien, del estudio analítico de un texto, de un suceso o de un hecho de interés. - La organización básica del ensayo recupera los elementos estructurales propios de cualquier trabajo académico, aunque es más flexible y permite mayor libertad en su estructura. - Autor: enunciador que investiga, analiza, interpreta, hipotetiza, conjetura, explica y argumenta. - Predominio de la secuencia argumentativa y del tono subjetivo del lenguaje. ESTRUCTURA DEL TEXTO CIENTÍFICO En todo trabajo científico podemos reconocer tres secciones básicas: introducción, desarrollo y conclusiones. Como ya se dijo anteriormente, es esencial, en toda exposición científica, mantener un orden interior, una lógica que permita desarrollar con la mayor claridad posible las materias tratadas. Esto se logra mediante una cuidadosa organización de los contenidos, de modo tal que no aparezcan como colocados al azar, sino al contrario, vinculados entre sí, estructurados en diversas partes que constituyen una secuencia fácilmente comprensible. Cada una de las secciones en que se organizan los textos académicos tiene, como ya se dijo, una función específica, pero además incluye determinados elementos paratextuales que definen su identidad y refuerzan se funcionalidad. A continuación se presenta el modo de organización básica de un texto científico. Como ya se planteó, el modo de organizar la información es flexible a pesar de que necesariamente se deban respetar modelos superestructurales estipulados y acordados socialmente. Parte Preliminar (Marco) Parte Principal Parte de Referencias - Portada - Introducción - Notas adicionales - Dedicatoria - Cuerpo - Apéndices - Agradecimientos - Conclusiones, - Bibliografía - Índice reflexiones finales y/o - Índice de autores, - Prólogo recomendaciones. de gráficos, etc. Un trabajo breve, convencionalmente se organiza de la siguiente manera: Portada (títulos y datos personales, institución, fecha) Índice Nota introductoria. Introducción Exposición general – Argumentación Conclusión, resumen o reflexiones finales Bibliografía PRESENTACIÓN Y APARATO CRÍTICO El aparato crítico Se llama aparato crítico al conjunto de citas, referencias y notas aclaratorias que es preciso incluir en un trabajo para dar cuenta de los aportes bibliográficos sobre los que el mismo se apoya. Sabido es que el pensamiento científico se desarrolla mediante una labor continuada, en la que los nuevos conocimientos tienen como punto de partida el saber ya acumulado en una disciplina. En tal sentido puede considerarse a todo autor como un continuador de quienes lo han precedido, aunque sea simplemente porque ellos hayan afirmado proposiciones erróneas que sirven como punto de partida para ejercer la crítica con la que se va construyendo un nuevo saber. Ningún investigador serio se lanza a buscar nuevos conocimientos sobre los hechos sin tener una sólida información respecto a la labor ya realizada en su campo de trabajo. Por eso resulta indispensable hacer explícitas tales conexiones. En el desarrollo de los textos académicos, las voces de los otros aparecen, básicamente, con dos fines: o bien justificar las propias afirmaciones y conferirles legitimidad o bien refutar las ideas ajenas y proponer otras distintas. Las voces de los otros pueden ser mencionadas literalmente o parafraseadas, es decir, reformuladas. Se trata de dos recursos técnicos, bastante similares entre sí, pero no idénticos: las citas textuales y las referencias a obras existentes respectivamente. La cita textual es la transcripción exacta de lo que ha dicho otro autor dentro del trabajo que se redacta. Una referencia es la inclusión de ideas de otros autores pero en forma de resumen, interpretación o paráfrasis. Cada una de estas técnicas cumple con objetivos específicos y se adapta a necesidades particulares del trabajo intelectual. Las citas textuales se utilizan cuando las afirmaciones que queremos traer a colación son de una importancia tal que ameritan su transcripción literal. Ello ocurre especialmente cuando nos proponemos criticar las palabras de un autor o tomarlas como fundamento para la exposición. Si bien las citas textuales son tan importantes en un texto, ello no significa que se pueda exagerar su uso. Un desmedido uso de citas, por lo general, da la impresión de cierta inseguridad, de que es necesario un apoyo constante en las ideas de otros y revela, por otra parte, una cierta falta de originalidad, particularmente cuando se trata de materias que son bien conocidas. La advertencia realizada en cuanto a la exagerada cantidad de citas debe hacerse también en cuanto a la extensión de cada una. Es bueno recordar que una transcripción textual vale por su síntesis, porque puede expresar clara y concisamente una idea interesante. Tampoco es aconsejable citar fragmentos inconexos, que pierden o alteran totalmente su sentido fuera del contexto en que fueron formulados. Para indicar claramente que se está utilizando material extraído de la bibliografía es preciso encerrar entre comillas las palabras que se citan pues de otro modo se estaría cometiendo plagio porque se haría uso de expresiones ajenas como si fueran propias. Cuando se hacen citas extensas o sobre las que necesariamente recaerá el análisis, es conveniente destacar las citas por medio de algún recurso de diagramación (sangría de todo el párrafo citado, un cuerpo o tipo de letra menor o un espaciado entre líneas menor que el del resto del trabajo). Para que el lector sepa de quién son las palabras presentadas a modo de cita, se coloca una llamada en el texto, después de cada cita, que nos remite a una nota donde se expresa claramente la fuente. Las referencias a textos permiten evadir los inconvenientes que presentan las muy reiteradas o muy largas citas textuales. Se utilizan cuando se realizan paráfrasis, resúmenes o alusiones a lo ya escrito por otros autores en cuya presentación se debe respetar la conceptualización original, pues de otro modo se puede caer en una distorsión o mala interpretación de los contenidos. La utilidad de las referencias es múltiple: evitan, con una simple llamada, la tarea de citar de modo expreso las palabras de un autor al que sólo necesitamos traer a colación indirectamente; permiten apuntalar las afirmaciones realizadas de un modo sencillo y efectivo; permite también aligerar la exposición. Las llamadas a las notas que se van realizando en un texto se deben numerar en forma correlativa, para su mejor ordenación. Estas notas pueden aparecer: Al pie de cada página. Al final de cada capítulo. En este caso, la numeración debe reiniciarse también al comenzar cada uno. Al final del texto, luego de las conclusiones pero antes de los apéndices. Las notas suelen presentarse en un tipo menor al original o dejando un espacio prudencial entre ellas y el texto principal. LA BIBLIOGRAFÍA La cita bibliográfica En cuanto a la bibliografía, se debe informar básicamente el nombre del autor, el nombre del texto leído, el nombre de la obra de la que forma parte (en el caso de que se trate de un artículo), el año de la edición consultada y el de la edición original, la ciudad en la que apareció y la editorial que lo publicó. Existen numerosas convenciones para sistematizar esta información. Se propone la siguiente: - Libro de un autor: Kirk, G. S. (1985), Los poemas de Homero, Buenos Aires, Paidos, 1985. - Libro de más de un autor: Cortés, M y Bollini, R. (1994), Leer para escribir, Buenos Aires, El Hacedor, 1996. - Capítulo de un autor: Desinano, N. (1996), “La interacción dialógica” en Desinano, N; Bardote, L. y Grodek, A., Estudios sobre interacción dialógica, Rosario, Homo Sapiens Ediciones, 1997. BIBLIOGRAFÍA Carlos Mangone - Jorge Warley (1994). El manifiesto. Un género entre el arte y la política. Ed. Biblos. Gillian Brown - Goerge Yule (1993). Análisis del Discurso. Ed. Visor Libros. Raiter, Alejandro. 1995. Lenguaje en uso, A-Z editora. Eliseo, Verón. 1997. El sentido como producción discursiva. Eco, Umberto. 1989. Los limites de la interpretación. Sayago, Sebastián. Cuadernillo de Análisis y Producción del Discurso Científico. 2006- UNPAUACO Kebrat – Orecchioni, C (1980) 1997. La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje. Buenos Aires. Edicial. Eliseo Verón (1985). El análisis del "Contrato de Lectura", un nuevo método para los estudios de posicionamiento de los soportes de los media, en "Les Medias: Experiences, recherches actuelles, aplications", IREP, París, 1985. Di Tullio, A 1997. Manual de la gramática del español. Buenos Aires, Edicial Bourdieu, P (1976) 2000. “El campo científico”, en Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires, Nueva Visión. - Sabino, C. (1998), Cómo hacer una tesis, Buenos Aires, Lumen, 1985. - Dalmagro, M. C. (2003), Cuando de textos científicos se trata…, Córdoba, Comunicarte, 2004. - Narvaja de Arnoux, E.; Di Stefano, M. y Pereira, C. (2002), La lectura y la escritura en la Universidad, Buenos Aires, Eudeba, 2002. - Nogueira, S.; Alazraki, R.; Alonso Silva, M. T. y otros (2003), Manual de lectura y escritura universitarias, Buenos Aires, Biblos, 2003.