TEMA 8. HISTORIA DE ESPAÃ A apoyos:

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TEMA 8. HISTORIA DE ESPAÃ A
D) El sistema polÃ−tico canovista: turnismo y bipartidismo
Con la Constitución de 1876 comenzó el sitema canovista. Cánovas sustentó el sistema sobre dos
apoyos:
*La soberanÃ−a compartida (Cortes-Rey)
*Unos partidos oficiales que aceptarán la legalidad constitucional. Cánovas (siguiendo el modelo inglés)
consideró necesaria la existencia de dos partidos respetuosos con la Constitución para acoger la disparidad
de criterios y poder turnarse. SerÃ−an unos partidos de notables que nada tendrÃ−an que ver con los partidos
de masas (la ley electoral de 1876 restableció el sufragio censitario (5%).
Los partidos polÃ−ticos que no aceptaran expresamente la monarquÃ−a quedaban excluidos del sistema, eran
partidos ilegales.
Los dos partidos:
• Liberal-conservador, llamado simplemente Conservador (su lÃ−der: Antonio Cánovas del Castillo).
• Liberal-fusionista, llamado también Fusionista, más tarde simplemente Liberal (su lÃ−der:
PraxÃ−teles).
En los años ochenta la mayor parte de los partidos y de los grupos polÃ−ticos acabaron integrándose (no
sin dificultad) en las formaciones de cánovas y de Sagasta.
En 1881, con el primer gobierno de Sagasti, se eliminó la distinción entre partidos legales e ilegales.
En 1890 se aceptó el sufragio universal.
La actividad legislativa se centró en el reforzamiento de:
• La coerción polÃ−tica (coercer: contener, refrenar)
• Centralismo polÃ−tico-administrativo, plasmado en:
♦ la igualdad de códigos, y
♦ en la igualdad jurÃ−dica de todos los ciudadanos.
La primera constatación de esto fue la abolición de los fueros de las provincias vascas por una ley de julio
de 1876. El procedimiento seguido dejaba bien claro quiénes habÃ−an ganado la guerra: Cánovas se
limitó a comunicar a los representantes de las diputaciones forales su decisión de proponer a las Cortes un
proyecto de ley, a fin de hacer extensivas a las provincias vascas las obligaciones propias de todos los
españoles:
• prestación del servicio militar, y
• Pago de las contribuciones generales consignadas en los presupuestos del Estado.
Se estipuló un sistema de “conciertos económicos” (1878) que consistÃ−a en un cierto grado de
autonomÃ−a fiscal, en virtud de la cual las provincias vascas pagarÃ−an anualmente a la Administración
central una determinada cantidad, recaudada directamente por las diputaciones provinciales.
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También se hizo patente el centralismo en la reorganización de las diputaciones provinciales y los
ayuntamientos. Los cargos serÃ−an elegidos sólo por los propietarios. Los alcaldes de las poblaciones de
más de 30.000 habitantes serÃ−an nombrados por el rey, lo que equivalÃ−a a ser designados por el
gobierno, quien aprobarÃ−a también los presupuestos provinciales y municipales.
La libertad de imprenta tuvo su legislación restrictiva:
• Se estableció la censura previa a los impresos de menos de 200 páginas (control de folletos y
periódicos)
• Para restablecer unas buenas relaciones con la Iglesia se habÃ−a incluido la potestad de ésta para
censurar previamente todos los libros en lo que a moral y las buenas costumbres concerniera.
El resultado: todas las publicaciones estaban reguladas, bien por un medio u otro. Por última, la ley de
imprenta de 1879, extendió la consideración de delito a todo ataque, e incluso a la duda, sobre el sistema
polÃ−tico y social de la Restauración.
E) La corrupción electoral
En cuanto a la actuación polÃ−tica, las diferencias entre los partidos eran mÃ−nimas. Los conservadores se
mostraban más proclives al inmovilismo polÃ−tico y a la defensa de la Iglesia y del orden social, mientras
los liberales estaban más inclinados a un reformismo de carácter más reformista y laico.
Para el ejercicio del poder se contemplaba el turno pacÃ−fico o alternancia regular de los dos partidos
dinásticos: conservadores y liberales. La alternancia regular quedaba garantizada porque el sistema electoral
invertÃ−a los términos propios del sistema parlamentario. En un sistema parlamentario el partido más
votado reciber del monarca el encargo de gobernar. En el sistema turno pacÃ−fico no funciona asÃ−. Cuando
el partido en el gobierno sufrÃ−a un proceso de desgaste polÃ−tico y perdÃ−a la confianza de las cortes, el
monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno. Entonces, el nuevo jefe del gabinete
(gobierno) convocaba elecciones con el objetivo de construirse una mayorÃ−a parlamentaria suficiente para
ejercer el poder de manera estable.
La alternancia en el gobierno fue posible gracias al fraude electoral y al caciquismo. Se practicó lo que se
llamaba encasillado. La fórmula consistÃ−a en la elaboración de una lista en la que figuraban aquellos
candidatos que debÃ−an ser elegidos. Los gobernadores civiles (provincias) transmitÃ−an la lista de los
candidatos a los alcaldes y a los caciques y todo el aparato administrativo se ponÃ−a a su servicio para
garantizar su elección. Todo un conjunto de trampas electorales ayudaban a conseguir esta objetivo:
• Falsificar el censo, incluyendo a personas muertas o impidiendo votar a las vivas.
• Ejercer la compra de votos
• Manipular actas electorales
• Utilizar prácticas coercitivas sobre el electorado, valiéndose de la influencia y del poder
económico de determinados individuos sobre la sociedad (caciquismo)
La adulteración del voto se logró mediante::
• El restablecimiento del sufragio censitario
• Trato más favorable a los distritos rurales frente a los urbanos
• Manipulación y trampas electorales.
¿Qué era el caciquismo?
Fue un hecho sociopolÃ−tico que se manifestó en España desde mediados del XIX hasta cumplirse el
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primer tercio del S. XX, consistente en el control del poder en determinadas zonas, sobre todo rurales, por
personas de gran influencia y prestigio social. Era un residuo de las antiguas relaciones señoriales, y
suponÃ−a la dependencia personal y el dominio del cacique sobre los campesinos como un auténtico
señor de vidas y haciendas.
¿Quiénes eran los caciques?
Eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias polÃ−ticas, controlaban una
determinada circunscripción electoral.
El caciquismo era más evidente en las zonas rurales, donde una buena parte de la población estaba
supeditada a los intereses de los caciques, quienes, gracias al control de los ayuntamientos, hacÃ−an informes
y certificados personales, controlaban el sorteo de las quintas, proponÃ−an el reparto de las contribuciones,
podÃ−an resolver o complicar los trámites administrativos y proporcionaban puestos de trabajo, AsÃ−, los
caciques se permitieron ejercer actividades discriminatorias y con sus “favores” agradecÃ−an la fidelidad
electoral y el respeto a sus intereses.
En 1885 murió Alfonso XII, con lo que se creó una situación de riesgo para la continuidad del régimen.
Para garantizar la alternancia y el turno de partidos, Cánovas y Sagasti llegaron a un acuerdo que se plasmó
en el Pacto de El Pardo. Comienza el perÃ−odo de la regencia de MarÃ−a Cristina de Habsburgo, que
durarÃ−a hasta 1902, fecha en la que ocn dieciséis años accedió al trono Alfonso XIII. A lo largo de
estos años conservadores yl liberales se turnaron pacÃ−ficamente en el gobierno.
• LA OPOSICIÃ N AL SISTEMA POLÃ TICO
Promulgada la constitución de 1876, una de las primeras medidas que tomó Cánovas del Castillo fue
establecer la distinción entre los partidos que estaban dentro (aceptaban la monarquÃ−a instaurada y su
dinastÃ−a) y los que estaban fuera del sistema.
En 1881 el gobierno de Sagasti los devolvió a la legitimidad y con la libertad de prensa salieron a la calle
algunos de sus periódicos suprimidos.
CARLISTAS
Aceptaban la monarquÃ−a pero no la dinastÃ−a restaurada. Han sido vencidos militarmente y se presentan
ante la opinión pública como la única fuerza polÃ−tica auténticamente católica. Pero el apoyo de la
Iglesia y del Vaticano a la dinastÃ−a alfonsina dificultó el éxito de esta operación y condujo al
movimiento carlista a una escisión. En 1888, un sector del carlismo de carácter integrista, encabezado por
Ramón Nocedal, creó el Partido Tradicionalista (antiliberal, defensa de la tradición y de la religión
católica).
REPUBLICANOS
El republicanismo fue el vencido en el golpe militar de 1874 y debió enfrentarse
• Al desencanto de sus seguidores
• A una fuerte represión por parte de las autoridades polÃ−ticas
• Y a las divergencias en su seno.
Una pequeña parte del republicanismo, dirigida por Emilio Cautelar, fundó el Partido Posibilista o
Republicano histórico, y optó por entrar en el juego polÃ−tico de la Restauración, aceptando un papel
meramente testimonial.
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Los núcleos más radicales formaron el Partido Republicano Progresista-demócrata encabezado por
Ruiz Zorrilla (desde el exilio y sin un apoyo popular significativo, pretendÃ−an el cambio de régimen
mediante acciones subversivs).
Los federales (Pi i Margall), que eran los mejor organizados y los más cercanos a las asociaciones obreras.
Buscaron armonizar los intereses del capital y del trabajo. La mejora de las condiciones de los trabajadores
formaba parte de su propaganda, en un intento de atraer a los obreros al partido. Pero sus propuestas estaban
planteadas desde
Una actitud burguesa y los obreros fueron desertando de este partido y acercándose al Partido socialista, que
se presentaba como exclusivamente obrero.
Los republicanos consiguieron rehacerse. En las elecciones de 1886 hubo en las cortes por primera vez
durante la Restauración una importante minorÃ−a republicana. El sufragio universal (1890) significó la
revitalización del republicanismo y estimuló su reunificación con la creación de Unión Republicana
(1893), que agrupaba federales, centralistas y progresistas (los posibilistas quedaron al margen).
MOVIMIENTO OBRERO
El republicanismo ejerció una oposición exclusivamente polÃ−tica al régimen de la Restauración, el
movimiento obrero se opuso frontalmente a todo el sistema.
El movimiento obrero en España adquirió madurez a partir del sexenio revolucionario. Las dos corrientes
de la Internacional (AIT- 1864) encontraron eco en España. En 1870 se creó en España la Federación
Regional española, sección española de la AIT.
• El anarquismo fue la corriente que más predicamento adquirió en España. El área geográfica
del anarquismo va a ser la zona mediterránea desde los Pirineos hasta el Guadalquivir, en especial,
Barcelona, Zaragoza y las provincias de la baja AndalucÃ−a. Tras la Ley de Asociaciones, aprobada
por el gobierno liberal de Sagasta, se lanzaron a una intensa actividad organizativa y de luchas
sociales. En 1881 nació la Confederación Nacional del Trabajo, la CNT, el mayor sindicato
español con gran fuerza entre los obreros agrÃ−colas andaluces y los obreros industriales catalanes.
Los anarquistas defendieron una ideologÃ−a colectivista. Libertaria, apolÃ−tica, anticlerical y
revolucionaria.
• Los socialistas: minoritarios en nuestros paÃ−s. TodavÃ−a de forma clandestina, en 1879, nació en
Madrid el Partido Socialista Obrero Español, con Pablo Iglesias como figura principal. En 1888 se
fundó la Unión General de Trabajadores. Opuestos a los anarquistas, los socialistas mantuvieron
una ideologÃ−a colectivista, anticlerical y antiburguesa, pero más moderada que la del anarquismo
(Docs. 4 y 5, págs. 220 y 221)
• El movimiento obrero y las mujeres. La integración de las mujeres en el trabajo industrial fue muy
temprana; en 1877 la tasa de actividad femenina era del 17%. Los salarios de las mujeres no
superaban el 50 o 60% del salario de los varones. Los sindicatos se mostraban recelosos ante el
trabajo remunerado de las mujeres. A pesar de todo surgieron dirigentes femeninas en el movimiento
obrero, como Teresa Claramunt (1862-1931), obrera textil de Sabadell.
OPOSICIÃ N INTELECTUAL
Pensadores, profesores universitarios, novelistas, etc. Eran contrarios a un sistema que impedÃ−a la
modernización del paÃ−s y la aproximación a la Europa avanzada. Se pueden dividir en dos grupos:
• Los regeneracionistas intentan revivir y reanimar España. Su lema es “despensa y escuela y siete
llaves a la tumba del Cid”, es decir, quieren que España invierta en Educación y Agricultura y que
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olvide de una vez las viejas glorias del pasado.
Uno de sus principales representantes fue JoaquÃ−n Costa.
• La generación del noventa y ocho. Intentó castellanizar España, es decir, ven en Castilla el reflejo
de todo el Estado aunque esto acaba, en muchos casos, alejándolos de la realidad. Al final el tema de
España y se inclinan por otros aspectos domo el paisaje. Encontramos entre ellos a AzorÃ−n, PÃ−o
Baroja, Unamuno, Machado…
• LOS NACIONALISMOS PERIFÃ RICOS
A finales del siglo XIX, nacen en Cataluña y en el PaÃ−s Vasco movimientos que cuestionan la existencia
de una única nación española en España. El punto de partida de los argumentos nacionalistas consiste
en afirmar que Cataluña y el PaÃ−s Vasco son naciones y que, por consecuencia, tienen derecho al
autogobierno. Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades diferenciales: lengua, derechos
históricos (fueros), cultura y costumbres propias. Estos movimientos tendrán planteamientos más o menos
radicales: desde el autonomismo a la independencia.
♦ El catalanismo
Cataluña y los demás reinos de la corona de Aragón habÃ−an perdido sus leyes y fueros particulares con
los decretos de Nueva Planta (1707-1716), tras la Guerra de Sucesión (1702-1713) Paz de Utrecht).
Durante el siglo XIX, el siglo del nacionalismo en toda Europa, el sentimiento nacionalista se reavivó entre
una burguesÃ−a que estaba protagonizando la revolución industrial.
Hacia 1830, dentro del contexto cultural del Romanticismo, surgió en Cataluña la Renaixença,
movimiento cultural y literario. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de
la lengua catalana, pero carecÃ−a de aspiraciones y de proyectos polÃ−ticos, siendo sus objetivos puramente
culturales.
Las primeras formulaciones catalanistas con un contenido polÃ−tico vinieron de la mano de ValentÃ−
Almirall, un republicano federal decepcionado, que fundó el Centre Catalá (1882), organización
polÃ−tica que reivindicaba la autonomÃ−a (no la independencia) y denuncia el caciquismo de la España de
la Restauración. La propuesta, más idealista que real, era una Cataluña capitalista y europea que debÃ−a
estar dirigida por una burguesÃ−a urbana e industrial dispuesta a derrocar el burocratismo centralista y agraio,
y a transformar el Estado español a su modo y semejanza. Cuando Almirall fundó el Centre Catalá,
pensado como una entidad patriótica que estuviera por encima de los partidos existentes y que sirviera de
nexo de unión entre la burguesÃ−a federal y la conservadora, se encontró con la resistencia de esta última.
En 1887, los conservadores fundaron la Lliga de Catalunya con un programa regionalista que mantenÃ−a, al
mismo tiempo, la fidelidad a la monarquÃ−a y la búsqueda de una amplia autonomÃ−a.
En 1891, gracias al esfuerzo conciliador volvieron a encontrarse el Centre y la Lliga y el resultado fue una
nueva organización, en su primera asamblea celebrada en Manresa se suscribieron las bases para una
constitución regional catalana, una sÃ−ntesis de la concepción federal de integración del Estado catalán
en el Estado español y de las ideas del catalanismo conservador (Docs. 6 y 7, Pág. 225)
LAS BASES DE MANRESA
Poder central
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Base 1ª. Sus atribuciones.
• Las relaciones internacionales.
• El ejército de mar y tierra, las obras de defensa y la enseñanza militar.
• Las relaciones económicas de España con los aranceles y el ramo de Aduanas.
• La construcción, y conservación de carreteras, ferrocarriles, canales y puertos que sean de interés
general…
• La resolución de todas las cuestiones y conflictos interregionales
• La formación del presupuesto anual de gastos
Poder regional
Base 3a. La lengua catalana será la única que, con carácter oficial podrá utilizarse en Cataluña y en las
relaciones de esta región con el Poder Central.
Base 4a. Sólo los catalanes, lo sean por nacimiento o por virtud de naturalización, podrán desempeñar
en Cataluña cargos públicos, incluso tratándose de gobernativos y administrativos que dependan del
Poder central. También deberán ser ejercidos por catalanes los cargos militares que comporten
jurisdicción.
Base 5ª. La división territorial sobre la que se desarrolla la gradación jerárquica de los Poderes
gubernativos, administrativos y judiciales, tendrá por fundamento la comarca natural y el municipio.
Base 6ª. Cataluña será la única soberana de su gobierno interior. Por lo tanto, dictará libremente sus
leyes orgánicas; cuidará de su legislación civil, penal, mercantil, administrativa y procesal; del
establecimiento y percepción de impuestos; de la acuñación de moneda, y tendrá todas las demás
atribuciones inherentes a la soberanÃ−a que no correspondan al Poder central, según la Base 1ª.
Base 7ª. El poder legislativo Regional radicará en las cortes Catalanas, que deberán reunirse todos los
años en época determinada y el lugar diferente.
Las cortes serán formadas por sufragio de todos los cabezas de familia agrupados en clases fundadas en el
trabajo manual, en la capacidad o en las carreras profesionales y en la propiedad, industria y comercio,
mediante la correspondiente organización gremial en lo que sea posible.
Base 8ª. El Poder judicial se organizará restableciendo la antigua Audiencia de Cataluña. Su presidente y
vicepresidentes, nombrados por las Cortes, constituirán la suprema autoridad judicial de la Región, y se
establecerán los Tribunales inferiores que sean necesarios, debiendo ser fallados en un perÃ−odo de tiempo
determinado, y en última instancia dentro de Cataluña, todos los pleitos y causas. Se organizarán
jurisdicciones especiales como la industrial y la del comercio.
Los funcionarios del orden judicial serán responsables.
Base 9ª. Ejercerán el Poder ejecutivo cinco o siete altos funcionarios nombrados por las Cortes, los cuales
estarán al frente de las diversas ramas de la administración regional.
Base 13ª. La conservación del orden público y seguridad de interiores de Cataluña serán confiadas al
sometent, y para el servicio activo permanente se creará un cuerpo semejante al de los Mosos d'Esquadra o
de la Guardia Civil. Todas esas fuerzas dependerán por entero al Poder regional.
Base 15ª. La enseñanza pública, en sus diferentes ramas y grados, tendrá que organizarse de una manera
adecuada a las necesidades y carácter de la civilización de Cataluña.
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La enseñanza primaria será sufragada por el municipio, y, en su defecto, por la comarca; en cada una de
ellas, según sea su carácter agrÃ−col, industrial, comercial, etc., deberán establecerse escuelas prácticas
de agricultura, de artes y oficios, de comercio, etc. Deberá informar de los planes de enseñanza, el
principio de división y especialización de las carreras, evitando la enseñanza enciclopédica.
Base 16ª. La Constitución Catalana y los derechos de los catalanes estarán bajo la salvaguarda del Poder
ejecutivo catalán, y cualquier ciudadano podrá interponer demanda ante los tribunales contra los
funcionarios que la infringieren.
Manresa, 27 de marzo 1892. - El presidente,
LluÃ−s DOMÃ NECH I MONTANER. - Los secretarios, Enric PRAT DE LA RIVA, Joseph SOLER Y
PALET.
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