LOS INFIERNOS (El Hades, El Averno)

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LOS INFIERNOS
(El Hades, El Averno)
Tanto los griegos como los romanos concebían el mundo de ultratumba como
un espacio sombrío donde los muertos, privados de memoria y consciencia,
vagaban como sombras.
Se creía que las almas de los muertos, una vez recibido el ritual obligatorio por parte de los
vivos, eran conducidas por Hermes psicopompós hasta el Hades, lugar situado bien debajo
de la tierra, bien en el extremo occidental del mundo, una vez traspasado el río circular
Océano.
En su camino al reino de las sombras, las almas debían atravesar el umbral de la luz, las
puertas de acero o bronce donde culmina el ámbito de la vida humana regida por el sol, que
estaban guardadas por el monstruoso perro Cerbero, cuya misión principal era no dejar salir
a los muertos ni entrar a los vivos. También pasaban el Pueblo de los sueños, pues la
condición inmaterial de los difuntos los aproxima al mundo de los sueños.
Era necesario vadear numerosos ríos:
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Aqueronte: es un río casi estancado y sus fangosas márgenes están cubiertas por
cañaverales. Se cree hijo de Gea y está condenado a permanecer bajo tierra por haber
dado de beber a los Gigantes, sedientos, en su lucha contra los Olímpicos.
El barquero Caronte, mediante el pago del óbolo correspondiente, transportaba a las
almas de una orilla a otra. Se representa como un viejo muy feo, de barba gris e hirsuta,
vestido de harapos y con un sombrero redondo. Conduce la barca fúnebre, pero no rema,
lo hacen los muertos.
No deja pasar a los difuntos insepultos, que deben vagar durante cien años antes de
poder hacerlo.
Fue castigado durante un año a estar encadenado por permitir el paso a Hércules.
Para formar el Aqueronte, se unen las aguas de los ríos Cocito y Piriflegetonte.
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Cocito o frío río de los lamentos.
Piriflegetonte o río de llamas.
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Leteo: río en el que los muertos bebían para olvidar los recuerdos de la vida.
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Éstige: según Hesíodo, era un brazo de Océano, exactamente la décima parte del río
inicial y tenía el agua helada. Otros la consideran una laguna. Era la mayor de las hijas de
Océano y Tetis. Ayudó a Zeus en su lucha contra los Gigantes, por lo que el dios le
concedió ser fiadora de los juramentos de los dioses: cuando un dios quería
comprometerse mediante juramento, mandaba a Iris a llenar un áureo jarro con agua del
Éstige, para que sirviera de testigo. Si luego el dios cometía perjurio, era castigado
permaneciendo un año entero privado de respiración y sin probar el néctar ni la
ambrosía. Después, durante nueve años, no podía participar en la vida de los dioses y,
transcurridos estos diez años, recuperaba sus prerrogativas.
También en sus mágicas aguas habría sumergido Tetis a su hijo Aquiles para hacerlo
invulnerable.
Una vez atravesados estos ríos, llegaban al Prado de los asfódelos , lugar donde habitan
las almas de los muertos o representación paradisíaca del ámbito infernal.
La parte más profunda del Hades es el Tártaro, que constituye los cimientos del universo.
Hay la misma distancia entre los Infiernos y el Tártaro que entre la tierra y el cielo.
Es un lugar temido incluso por los dioses olímpicos, pues en las diversas guerras mantenidas
entre las generaciones de dioses, en él habrían sido encerrados como castigo. También son
arrojados a él y atormentados los grandes criminales o los que ofendían especialmente a los
dioses, como Sísifo, Ixión, Tántalo, Ticio, Salmoneo o los Alóadas.
Está rodeado por una triple muralla y defendido por una torre con una puerta inexpugnable
hasta para los propios dioses.
Contrarios a este Tártaro serían los Campos Elíseos o Islas de los bienaventurados, que
están situados en los confines de la tierra, junto a Océano, y tienen un clima privilegiado y
una tierra tan fértil que produce tres cosechas al año. Los días y las noches tienen la misma
duración. No están habitados por hombres, sólo unos pocos seres especiales como
Radamantis, uno de los jueces del Averno, o el héroe Menelao los disfrutan.
Aquí viven en un estado de felicidad permanente, sin sufrimientos ni lágrimas, exentos de
trabajos, recreándose en competiciones deportivas, juegos de dados o escuchando la lira,
según el poeta Píndaro.
En estas moradas subterráneas reina el dios Hades con su esposa Perséfone, no
permitiendo la salida de ninguno de sus súbditos. Su nombre significa El Invisible, pero
raramente era mencionado con él, ya que se temía excitar su cólera, por lo que se le
designaba con eufemismos como Plutón (El Rico), aludiendo a la riqueza mineral que
encierra la tierra en su interior, de aquí su representación con el cuerno de la abundancia.
Relacionados con el mundo de ultratumba están los dos héroes, hijos de Zeus y Europa, que
ejercen como jueces de las almas: Minos (llama a consejo a los difuntos, conoce su vida y
acciones y les indica su morada eterna) y Radamantis (juzga las acciones de los que van al
Tártaro), ayudados por el piadoso Éaco, hijo de Zeus y la ninfa Egina, primer rey de los
Mirmidones y, por tanto, abuelo de Aquiles.
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