La patogenesia y la clínica ... Procesos infinitos de aprendizaje. ensayo III:

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Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática:
Procesos infinitos de aprendizaje.
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resumen:
Destacaré algunos de los elementos que constituyen la patogenesia (experimento en el hombre sano)
y la clínica homeopática. Haciendo un contrapunto entre las teorías de Alfonso Masi Elizalde y
Edward C. Whitmont, trataré de defender el carácter emprendedor del primero, que busca encarar el
riesgo del asumir que cada ser humano es diferente, en toda la amplitud que eso implica. Así siendo,
cada vez que un ser humano se expresa en la clínica o en la patogenesia, el médico homeópata es
impulsado a reordenar su conocimiento. Los riesgos que esto implica pueden hacer al médico caer en
la tentación de ceder a sistemas clasificatorios, pero una homeopatía que, por el contrario, asume los
riesgos, debe apostar por un conocimiento empático con relación a su paciente, en dónde no hay una
llave previa para desvelar la verdad.
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a. La patogenesia
“¡(H)echo irrefutable: tenemos millones de
sustancias
naturales
y
millones
de
individualidades!
Muy
casualmente
encontramos en un grupo de experimento
patogenésico al verdadero simillimum. Todo
lo que provocamos deben ser similitudes
parciales.”
(Alfonso Masi Elizalde1)
A lo largo del desarrollo de las ideas que concluyeron en la teoría miasmática, Samuel
Hahnemann transfirió la importancia de su terapéutica de la patología al ser humano. El ser
humano pasa a ser lo importante, lo que debe ser conocido y curado. En realidad, si revisamos
su biografía, percibimos claramente que él nunca consideró al ser humano como un espacio
hueco en el cual se instalaba una enfermedad; todavía en la universidad, tuvo la preocupación
por el exceso de medicamentos y por la brutalidad de las terapéuticas de su época. A lo largo
de su desarrollo intelectual como médico, su preocupación por la persona humana siempre
estuvo presente, como nos indica la importancia que él dedica a las anamnesis de los médicos
empíricos ingleses, incluso antes de iniciar el sistema médico homeopático. Sin embargo, será
con la homeopatía miasmática que el ser humano llegará mucho más alto que las entidades
anátomo-patológicas que lo podrían afligir. Como ya vimos en el ensayo anterior, para
Hahnemann, la inteligencia valía menos que la experiencia y debemos necesariamente pensar
que las fuentes de experiencia a las cuales Hahnemann acudía deben haber sido las principales
influencias a lo largo del proceso que lo llevó a priorizar al ser humano. La patogenesia y la
1
Apostila Masi Elizalde, editada por la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, 1988.
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Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje
clínica eran esas fuentes y creo que a través de ellas podremos percibir un poco de lo que yo
defiendo como el carácter abierto al conocimiento por parte de este sistema médico.
La patogenesia, a lo largo de su historia desde que la inventó Hahnemann hasta el momento,
fue hecha por una serie de médicos homeópatas a partir de diferentes concepciones de lo que
es la enfermedad o de lo que es el ser humano. Aquí, intentaré resaltar la versión de la
patogenesia que Alfonso Masi Elizalde propuso, por considerarla muy consecuente con los
objetivos de Hahnemann. Antes, hago un pequeño recorte de la que habría sido la evolución
de este método de experimentación.
Como podemos fácilmente inferir, la primera patogenesia realizada por Hahnemann fue
provocada por el efecto tóxico de la quina en su organismo2. En su estado bruto, inerte, la
materia deja una mínima posibilidad de acción individualizada por parte del cuerpo. En la
medida en que el grado de intoxicación es menor – debido a la disminución de las dosis y no
aun a su dinamización – el cuerpo pasa a reaccionar de manera más individualizada.
Fácilmente podemos percibir esa lógica si nos atenemos a la droga más consumida en el
mundo occidental, el alcohol: ingestiones de pequeñas dosis del mismo llevan a una inmensa
variedad de reacciones por parte de diferentes individuos, en la medida en que las dosis son
aumentadas, progresivamente los cuerpos de diferentes personas pasan a responder de manera
semejante y cuando se llega a dosis mayores de 400mg/dl, el camino natural puede ser
insuficiencia respiratoria, coma o muerte, dejando pocas posibilidades para una variación
individual. A partir de este dato podemos comprender, por qué, incluso antes de la utilización
de dosis infinitesimales, Hahnemann daba enorme importancia a la individualidad del
enfermo y realizaba anamnesis detalladas: aunque en sus inicios la homeopatía privilegiaba la
enfermedad, las variaciones individuales con respecto a determinadas sustancias deberían
indicar los limites y las posibilidades de cura en cada individuo.
Con las dosis infinitesimales – en las cuales el medicamento no funciona como materia y sí
como energía - la importancia ya no podía recaer en la enfermedad, sino en el ser humano,
pues el efecto tóxico de la sustancia ya no se impone al organismo, por el contrario, hay entre
la droga y el organismo una nueva interacción. Esta interacción no es el fruto de la
intoxicación, pero si de un contacto energético que mueve a todo el ser humano. Hahnemann
construyó y sustenta la hipótesis de que la naturaleza de la sustancia es modificada en el
Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje.
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proceso que la dinamiza3. La dinamización libera la energía medicamentosa que estaba presa
en la sustancia, y la energía liberada pasa a actuar en el nivel de la fuerza vital, motivando en
esta una nueva reacción de defensa que deberá significar la eliminación del núcleo patógeno.
El problema surge en que la interacción es conseguida de manera satisfactoria apenas cuando
la energía del medicamento y la del individuo que lo toma son semejantes entre si. Cuando las
energías son muy diferentes, los efectos medicamentosos de la droga en el organismo pueden
ser pocos, nulos o direccionarse por un rumbo no curativo. Si la patogenesia, como único
experimento válido dentro del sistema médico homeopático, pasa a depender no de efectos
tóxicos causados por una sustancia a un organismo humano, sino de la interacción entre este y
la energía de la substancia, el paso de la entidad anátomo-clínica para el ser humano como
centro de la terapéutica homeopática se torna una necesidad, pues queda evidente la capacidad
de reacción del ser humano como un todo y pierde importancia la acción de un determinado
agente externo sobre el cuerpo humano. Como bien expresa Rosenbaum, Hahnemann
devuelve al enfermo “el papel de protagonista principal de su propio drama” (ROSENBAUM,
1998: XXVII)
Sin embargo, al depararse con las dosis infinitesimales, la patogenesia se complica de forma
espectacular. Con dosis bajas, pero aun tóxicas, el padrón de reacciones del organismo de los
diferentes experimentadores aun era regular, la sustancia continuaba imponiéndose al
organismo. Pero cuando comienzan las experimentaciones con dosis infinitesimales, las
reacciones pasan a ser cualitativamente diferentes de un experimentador para otro. A esta
nueva dificultad, diferentes tendencias homeopáticas responderán de diferentes maneras, tanto
al realizar las respectivas patogenesia como al
analizar los datos obtenidos por sus
patogenesia y por las patogenesia de otros grupos o las realizadas a lo largo de la historia
homeopática.
Puede causar curiosidad al lector saber en cuales condiciones materiales deberían darse las
patogenesia. La cantidad de individuos que a ella se somenten, el tiempo en que estarán en
observación, son aspectos prácticos que muchas veces no responden a cuestiones teóricas,
pero a límites materiales. Una condición ideal para una patogenesia seria virtualmente
imposible; exigirían millares de personas tomando una misma e única sustancia en diversas
ver el ensayo anterior “La odisea de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano”
(http://www.inventandopolvora.org/chegadesaudades/Hahnemann_cast.doc)
3 La dinamización no apenas transforma la naturaleza de sustancias medicamentosas, pero también despierta la
acción medicamentosa en sustancias que en su estado material no las tienen, como es el caso del oro o de la
plata, que dinamizados se transforman en medicamentos homeopáticos.
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Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje
dinamizaciones a lo largo de varios años. Esas condiciones materiales no serán aquí
problematizadas, pues demandarían mucho tiempo de exposición y traerían pocas
contribuciones para comprender el modo en que la humanidad es tratada por la homeopatía a
partir de la patogenesia, que es lo que busco en este momento. Acredito que, para este fin, es
más válido que priorice la manera a través de la cual los síntomas expresados por los
experimentadores son valorizados.
La patogenesia, o mejor dicho, un experimento patogenésico, consiste en un grupo de seres
humanos que toman por un cierto período determinada sustancia y que relatan, al jefe de la
experimentación, los síntomas que esta sustancia les provoca a lo largo de la duración del
experimento. El jefe de la experimentación debe coger las informaciones literalmente,
absteniéndose de modificar cualquier narración del grupo que él controla. El médico, al
estudiar la materia médica del medicamento, leerá todas las narraciones de cada uno de los
experimentadores. Los experimentadores, en su mayoría, no son personas médicas, carecen
del conocimiento y del vocabulario propio a esta profesión, por lo tanto, la composición de la
materia médica de un medicamento no es realizada por un vocabulario especializado.
¿Cómo hace el médico para seleccionar las narraciones más importantes? Para hacerlo se
encuentra con una serie de dificultades, en primer lugar, el número de medicamentos. Si bien
no se sabe exactamente la cantidad de medicamentos existentes (algunos homeópatas creen
que son alrededor de 2.000, otros, de 3.500), es sin dudas una cantidad inmensa. En una
concepción ideal, cada materia médica debería ser leída detenidamente por todos homeópatas,
sin embargo, ello podría demandar décadas y es virtualmente imposible que alguien lo
consiga hacer. Pero sobre las materias médicas que un homeópata ha leído, ¿cuáles son las
narraciones que debe elegir como representantes del medicamento?
Para responder a este problema, me gustaría de tomar la solución que busca Masi Elizalde,
pues tal solución mantiene el misterio de las diferentes individualidades de los seres humanos.
Pero quiero antes exponer la versión que otro homeópata, Edward C. Whitmont, ofrece para
la resolución el mismo problema, intentando posteriormente comparar las dos soluciones y,
así, destacar los elementos que, para mí, sobresalen en Masi Elizalde.
En Whitmont (1989), encuentro una solución que trae un cierto reduccionismo con respecto al
ser humano. Como dije anteriormente, la prevalencia de un determinado síntoma en varios
Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje.
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individuos trae más la actuación de los medicamento que la respuesta personal del individuo.
La propuesta de Whitmont es que un síntoma debe ser considerado como homeopático, en la
patogenesia, si más de la mitad de los individuos que a ella se sometieran se quejaron de él.
La propuesta de Whitmont le quita una potencia intrínseca a la homeopatía, cual sea, la
individualización del enfermo. La de Masi Elizalde preserva esta potencia, al mismo tiempo y
apenas debido a que mantiene la dificultad del emprendimiento. Para Masi Elizalde, de
ninguna manera debe prevalecer la importancia en los síntomas sentidos por la mayoría de los
experimentadores; por el contrario, estos deben ser exactamente los síntomas de los cuales
más debemos dudar, pues son los provocados por la imposición de la energía del
medicamento y no por la interacción de la energía entre el medicamento y el individuo.
Dada la individualidad radical de los seres humanos que la homeopatía miasmática lleva
consigo, supone Masi Elizalde que un grupo de individuos sometidos a la patogenesia de una
determinada sustancia tendrá diferentes energías vitales y, apenas por una increíble
coincidencia, encontraremos en un grupo de experimentadores un individuo cuyo simillimum
sea justo la sustancia experimentada. Estando la dosis infinitesimal en el nivel energético, las
posibilidades de que ella actúe en un organismo dependen de su consonancia con la energía
específica de este organismo. Si la mayoría de un grupo de experimentadores tiene un
determinado síntoma a partir de la ingestión de un cierto medicamento, debemos pensar,
según Masi Elizalde, que tal medicamento está imponiendo su energía al experimentador y
que no hubo por parte de este una respuesta especifica al medicamento. La homeopatía no
supone una acción del medicamento contra la enfermedad, como ya dejamos presente en el
ensayo anterior, pero si supone que la acción del medicamento debe provocar una reacción en
la fuerza vital del individuo para que este reaccione eliminando los núcleos patógenos
formados en el organismo. Cuando la mayoría de los experimentadores reacciona de una
manera X a tal medicamento, es obvio que esta reacción X es un síntoma provocado por el
medicamento y no por la interacción de la energía vital del individuo junto a la energía vital
del medicamento. Al contrario, aquellos síntomas sentidos por apenas uno de los
experimentadores son exactamente los que más cuidados deben llevar al médico. La sustancia
despertará en el individuo, de la cual es simillimum, una reacción de desobstrucción de
energía, no creará nuevas reacciones, mas permitirá que acciones curativas latentes dentro del
cuerpo puedan despertarse, en un individuo del cual la sustancia no es simillimum, ella apenas
desarrollará formas de curas incompletas, así como traerá efectos contrarios o no curativos.
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Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje
Las dificultades son entonces infinitas. Es en momentos como estos que sentimos con más
fuerza la frase de Masi Elizalde: “Es difícil? Claro que es difícil, nadie ha dicho que fuera
fácil”. Sin embargo, no hay cómo huir a la batalla. Simplemente aceptar que los síntomas
sufridos por la mayoría de los experimentadores son a los que debemos procurar enfrentarnos
es leído por Masi Elizalde como una fuga - y aquí, yo reivindico la validez de esta lectura. La
homeopatía es una abertura constante al ser humano y a los conocimientos sobre este.
Hahnemann, como quise antes mostrar, no creó la homeopatía acabada, por el contrario, a
cada nuevo paso dado por él, parecía que el camino era mayor y más difícil, pero en ningún
momento se detuvo ante la magnitud de la tarea: el curar al ser humano en su energía vital y
así permitirle acceder a los “más altos fines existenciales” (HAHNEMANN, 1965: 61) pasó a
ser su objetivo y para tal no era posible ningún recorte, ninguna pausa. Quedar en el medio
del camino dentro de la homeopatía es ciertamente reconfortante. El médico puede acceder a
determinados descubrimientos, conseguir determinadas curas
y, sobretodo, puede
intelectualmente tranquilizarse. La cura de la homeopatía pré-miasmática es de hecho superior
a la gran parte de las curas alopáticas, en la medida en que le impone al enfermo una mínima
intromisión, un mínimo daño. Sin embargo, esa cura pré-miasmática es apenas supresiva, no
supone una cura de la energía vital y si una supresión de una determinada entidad anátomopatológica, permitiendo que la energía vital siga enferma y pueda producir nuevas entidades
nosológicas. El homeópata que sigue la homeopatía miasmática no debe dejarse llevar por la
tentación de suprimir entidades nosológicas, sino que debe estar constantemente buscando la
especificidad del enfermo para poder curar su energía vital.
La aceptación de que un síntoma sentido por la mitad de los experimentadores es el síntoma
homeopático principal del remedio, implica dejarse llevar por síntomas que apenas son
producidos por medicamentos similares4 y no por medicamentos simillimum y por lo tanto,
implica asumir una comprensión apenas parcial del medicamento y una posibilidad de cura
apenas parcial para los enfermos.
Llevar el individuo a la cura real es una dificultad permanente y talvez interminable. La
lectura de las patogenesia hechas por Masi Elizalde representa, para mí, una asunción de esta
dificultad. De cierta forma, seria fácil acreditar a la mayoría de los síntomas presentados por
el grupo de experimentadores como los más específicos; pero la lógica de la individualización
El medicamento “similar” no es el que tiene una energía perfectamente consonante a la energía del individuo
que lo toma, mas el medicamento que encuentra semejanzas apenas parciales con la energía del individuo,
trayendo síntomas patogenésicos y curas incompletas.
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Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje.
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del ser humano demanda una actitud más radical, que juega nuevamente muchas dudas sobre
la manera por la cual el médico debe proceder. Encarar el “hecho irrefutable” de que es
improbable que haya un solo simillimum en medio a un grupo de experimentadores es casi un
acto de coraje, pues nos lleva a ver que el único método posible para la experimentación de
medicamentos homeopáticos está sujeto a una falta estructural y sin solución. El arte de curar
se transforma, por lo menos momentáneamente, en un arte de lo imposible.
Obviamente, en un grupo de experimentación patogenésica habrá individuos más o menos
consonantes a la energía de la sustancia experimentada. El médico analizará cada una de las
personas y sus narraciones a lo largo del experimento; esas narraciones deberán componer un
todo coherente, una cierta actitud frente a la vida por parte de los experimentados deberá ser
encontrada, esta actitud será reconocida no solo en su aspecto mental, como también en su
aspecto físico. Pero estas construcciones de un todo coherente que represente la angustia
existencial y la actitud frente a la vida por parte del médico homeópata es necesariamente
incompleta. En primer lugar, por lo ya mencionado: la construcción de la personalidad del
medicamento es hecha a partir de síntomas generados en personas que no responden
perfectamente al medicamento, en personas cuyo simillimum no es la sustancia
experimentada. Así mismo, dentro de un grupo de patogenesia podemos tener el hecho
improbable de que exista un individuo para el cual la sustancia experimentada es el
simillimum, aun en este caso nosotros tenemos apenas una personalidad que es simillimum, la
cual tendrá en si provocados síntomas de gran valor por su especificidad, pero, la manera
como esa persona vive los síntomas en ella despertados por el medicamento es única. Una
paciente que tenga el mismo simillimum, y por lo tanto comparta un semejante tema de
angustia existencial, tendrá otra manera de vivir esta angustia y sus síntomas se manifestarán
de maneras diferentes que las manifestadas por el individuo que sufre la patogenesia. Dos
personas con el mismo simillimum no son dos personas iguales y es siempre una habilidad
empática, no mensurable, por parte del médico, la que va encontrar la equivalencia entre lo
que estudió en su materia médica y lo que ve en su consultorio.
La tarea es por tanto infinita, pues aun cuando la suerte trae condiciones óptimas para la
lectura del medicamento (o sea, cuando tenemos en el experimento patogenésico un individuo
cuyo simillimum sea justamente la sustancia usada en la experimentación), aun en este caso
no se llega a un esquema cerrado e inequívoco. Si el encuentro de la patogenesia y de la
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Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje
clínica médica, sellado por el simillimum, es la base de la homeopatía5, tal encuentro no es
previsible a partir de simples superposiciones de síntomas entre el paciente y el
experimentador, pero, en la realidad, él está siempre perfeccionándose: el caso clínico no es
solo un espejo de la patogenesia, más es una complementación de esta y una transformación
de esta; cada nuevo paciente trae al consultorio nuevas maneras de ver un medicamento.
b. Clínica médica homeopática
“El enfermo nunca miente”
Alfonso Masi Elizalde6 (1988)
Hahnemann dejó una recomendación importante: dejar al paciente narrar y evitar al máximo
interrumpirlo. No en vano una de las reivindicaciones de los medios homeopáticos es el
reconocimiento de que la anamnesis atenta y prolongada no fue para nada una invención
freudiana, sino que cien años antes fue desarrollada por Hahnemann. El médico debe escuchar
el paciente expresarse libremente y no inducirlo. Procedimiento idéntico al que debe tener el
jefe de un experimento patogenésico. El médico comparará el drama existencial expresado
por su paciente con el drama de alguno de los medicamentos que su materia médica le
permite. Aquí reside una de las críticas recurrentes contra la homeopatía: como puede una
medicina, que dice valorizar la individualidad de cada ser humano, basar su terapéutica en una
comparación con personalidades ya dadas de antemano. Tal crítica la creo insuficiente; la
homeopatía no trae un encuadramiento rígido a sus pacientes. De hecho, el medicamento,
como lo expresa César Nascimento, homeópata establecido en Brasilia, es simillimum, lo que
significa semejante y no idéntico. Son suyas estas palabras:
“Lo que más me fascina hoy en día es como diferentes personas pueden tener un
mismo medicamento, como uno (el homeópata) percibe un drama parecido en
personas tan diferentes!”
Ejemplifica entonces con dos casos de Carbono Sulfurato. Tiene, Nascimento, dos pacientes
que están con evoluciones muy satisfactorias con el uso de este medicamento. Sin embargo,
uno de los individuos hace del caos y de la confusión las bases en que organiza a su vida. Al
5
Ver ensayo anterior "La odisea de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano"
(http://www.inventandopolvora.org/chegadesaudades/Hahnemann_cast.doc)
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Apostila Masi Elizalde, editada por la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, 1988.
Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje.
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otro paciente le ocurre o contrario, a él este caos y esta confusión lo someten, le traen
angustias que lo paralizan.
La clínica no es, por lo tanto, un lugar donde el paciente encuentra una personalidad
preexistente, pero de cierta forma, un lugar donde él expone su propia personalidad y entra en
relación con la personalidad preexistente del remedio, interfiriendo en esta. El propio
Hahnemann anotaba en la ficha de sus pacientes los nuevos síntomas provocados por los
medicamentos que les eran dados y más tarde transfería estos síntomas a su materia médica
(GENNEPER, 1996: 25). Concordando con Masi Elizalde, el experimentador puede mentir
con respecto al medicamento Z, mas el individuo cuyo simillimum es este Z no puede
hacerlo, en él estarán los síntomas y estará la evolución del proceso de cura provocado por su
simillimum. En este proceso de cura, donde dos energías interactúan con una armonía cerca
de la perfección, es donde la naturaleza de estas dos energías puede ser mejor conocida.
Sin embargo, siendo millones tanto las energías de los seres humanos, como las energías de
las sustancias existentes en la Tierra y posibles de se transformar en medicamentos, es
bastante probable que, también en la clínica, el simillimum no sea encontrado7; esto no
impide que la clínica siga funcionando como fuente de conocimiento, el medicamento, aun no
actuando como simillimum, actúa también de una manera específica en cada uno de los
individuos y los síntomas que en él provoca, aun no siendo los de una cura perfecta, si,
proporcionan elementos para el conocimiento del médico con respecto al medicamento.
El sistema médico homeopático actúa, por lo tanto, siempre a partir de un cierto
desconocimiento, y es aquí que yo lo tomo como un ejemplo de conocimiento abierto y, así,
respetuoso. El conocimiento homeopático no impone al mundo las reglas que este deba
seguir, sino que interactúa con ellas, podríamos jugar a decir que el homeopático es un
conocimiento no quirúrgico. Esta abertura, sin duda humilde, acata las limitaciones del ser
humano y al mismo tiempo produce una manera no agresiva de actuación en el mundo,
posibilitando también reflexiones sobre el respeto mutuo a otras formas de conocimiento y
abriendo posibilidades para la solidaridad. No en vano Hahnemann aconsejaba a sus lectores
escoger el médico a partir de su conducta como ser humano.
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todos los médicos homeópatas que entrevisté tienen pacientes de varios años para los cuales no encontraron
el simillimum.
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Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: los procesos infinitos de aprendizaje
Clímaco, Danilo de Assis
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades. Danilo de Assis Clímaco.
Lima y Goiânia: Lisa Malasartes, 2004.
homeopatía / conocimiento social / filosofía / movimientos negros /
antropología / conocimiento científico
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1962 Exposição da doutrina homeopática ou organon da arte de curar. São Paulo:
Associação Paulista de Homeopatia.
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1998 As bases das futuras observações na matéria ou como estudar a matéria
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In: Caminos de bosque. Madrid: Alianza Editorial.
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http://personales.ciudad.com.ar/M_Heidegger/epoca_de_la_imagen.htm
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1996 Homeopatia e vitalismo. Um ensaio acerca da animação da vida. São Paulo:
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1998 Miasmas. Saúde e enfermidade na prática clínica homeopática. São Paulo:
Editora Roca
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2000 Homeopatia: Medicina interativa, história lógica da arte de cuidar. Rio de
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2001 Da Alquimia à Homeopatia (otras referencias perdidas)
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1990 Psique e substância: a homeopatia à luz da psicologia junguiana. São Paulo:
Editorial Summus.
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