LA LÍRICA DESDE LA GUERRA CIVIL. 1. LA LÍRICA DESDE 1940 HASTA LOS AÑOS 70: 1.1. AÑOS 40: POESÍA DE POSGUERRA La lírica española de los primeros años de posguerra no puede entenderse sin tener en cuenta la situación histórico-política y social del momento. Tras la Guerra Civil, la sociedad española queda dividida en dos bandos, el de los vencedores y el de los vencidos y la brecha que los separa afectará de forma muy particular al ámbito cultural. El exilio exterior de buena parte de los escritores vivos, afines de la República, el asesinato de Federico García Lorca y el encarcelamiento del joven Miguel Hernández* dejarán apenas sin modelos a las nuevas generaciones poéticas y la producción lírica de aquellos años que se quedan en el llamado exilio interior deberá esquivar la fuerte presión de la censura. En los años 40, la producción lírica de los poetas que se quedan en España girará sobre todo en torno a las revistas literarias. La revista Garcilaso agrupará a los escritores afines al régimen oficial, la llamada “juventud creadora” (Luis Rosales, Leopoldo Panero o Luis Felipe de Vivanco, entre otros) que practicará lo que Dámaso Alonso llamó Poesía arraigada: una poesía que presentaba un mundo coherente, ordenado y sereno, inclinada hacia temas como Dios, la patria y la familia y formalmente caracterizada por una perfección de corte clásico. Como contrapunto a Garcilaso nace en León Espadaña, revista que reúne a los poetas contrarios al Régimen cuya visión del mundo está marcada por el pesimismo ante el caos y la injusticia. Se trata de una Poesía desarraigada, la de aquellos para quienes “el mundo es un caos, una angustia y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla (Dámaso Alonso)”. Se trataba de una poesía de corte existencialista y de tono trágico, más preocupada por indagar en las causas del sufrimiento humano que por los aspectos estéticos. La religiosidad, también presente, se trata con un tono de desesperanza y de duda en poemas en los que se increpa a Dios sobre las causas de tanto dolor. Los primeros poemarios de Gabriel Celaya y de Blas de Otero se enmarcan dentro de esta corriente desarraigada cuya cumbre se alcanza en el año 1944 con la publicación de Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. No obstante, en la década de los 40 hay también voces que se alejan de estas dos tendencias predominantes. Cabe destacar a los poetas reunidos en torno a la revista Cántico (García Baena, Juan Bernier, Ricardo Molina) y a los poetas del Postismo, último movimiento vanguardista fundado por Carlos Edmundo de Ory que defendía la libertad expresiva y el sentido lúdico del arte. *- Miguel Hernández: por su año de nacimiento (1910), pertenece a la generación de los poetas garcilasistas (años 40), sin embargo su producción se vincula a la de la Generación del 27, dado que cultiva algunas de las tendencias del grupo: el barroquismo gongorino, el surrealismo y el neopopularismo. Algunas de sus obras son El rayo que no cesa (1936), Viento del pueblo (1937), El hombre acecha (19371938), Cancionero y romancero de ausencias (escrito entre 1938 y 1949). 1.2. DÉCADA DE LOS 50: POESÍA SOCIAL. •En esta época, el tono individualista de la lírica anterior irá dejando paso a una poesía concebida como comunicación, en la que el poeta se erigirá portavoz del sufrimiento colectivo. De la poesía de indagación del dolor humano, se pasa a la poesía de denuncia directa de los males sociales (la marginación, el paro, la falta de libertad, etc): es lo que se conoce como poesía social, que toma partido ante los problemas del mundo y quiere ser 1 instrumento de cambio político y social. Para esto es necesario un lenguaje sencillo y directo con el que llegar “a la inmensa mayoría”. Estos poetas exigen la justicia y la paz para España, una patria amada y rota que se convierte en protagonistas de sus versos. La palabra tiene para todos ellos un valor incalculable. •Autores destacados: -Gabriel Celaya: en su etapa existencialista escribió Tranquilamente hablando (1947). A la etapa social pertenecen Cantos iberos, Las cartas boca arriba, Paz y concierto, entre otras. -Blas de Otero: censurado y prohibido en repetidas ocasiones, tanto por sus actitudes personales como la fuerza de su palabra. De la etapa existencialista, caracterizada por la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia humana, destacan Ángel fieramente humano (1949) y Redoble de conciencia (1951), publicadas más tarde con el título de Ancia. Su entrada en la poesía social la hace con obras como Pido la paz y la palabra (1955), Que trata de España (1964). -José Hierro: de la etapa existencial, hablamos de Tierra sin nosotros (1947), además de otras. En todas ellas están presentes el paraíso perdido de la infancia y la juventud, el dolor y la muerte, el sufrimiento amoroso. Dentro de su etapa social se sitúan Quinta del 42 (1952), Cuánto sé de mí (1957). - Otros autores: Victoriano Crémer, Eugenio de Nora. 1.3. DÉCADA DE LOS 60: GENERACIÓN DEL 50. •A finales de los 50, y desengañados por la imposibilidad de llegar a esa inmensa mayoría, muchos poetas irán abandonando los preceptos de la poesía social a la que se acusaba de haber caído en el panfleto y de convertir la literatura en un medio de cambio político, devaluando así su condición artística. Los llamados “niños de la guerra” tendrán una visión algo más distanciada que sus mayores en lo que se refiere a la Guerra Civil, y sin la urgencia de lo útil que éstos acusaban (pero sin olvidar al mismo tiempo el compromiso cívico y humano) serán los responsables de elevar la calidad artística de este género literario. La poesía pasará así, de considerarse forma de comunicación a entenderse como una forma de conocimiento del mundo que nos rodea. Se trata de una lírica inconformista, pero con cierto escepticismo que les permite alejarse del panfleto político y acercarse a una poesía de la “experiencia personal”. Es lo que se conoce como Poesía del medio siglo o Poesía de la experiencia. •En esta poesía resalta el retorno de los temas íntimos: la evocación de la infancia, de la familia, (en relación a esto el tema del paso del tiempo y juventud perdida) y recuperación de temas como la amistad, el amor o el erotismo. También están presentes la metapoesía (reflexión sobre la poesía o sobre las características del lenguaje literario) y lo religioso, en relación con la literatura mística española o con la oriental. En cuanto al estilo, se rechaza tanto el patetismo “desarraigado” como el prosaísmo de los poetas sociales y se busca un estilo aparentemente conversacional, no exento de ironía y de intertextualidad (citas, autocitas, paráfrasis o parodias de otros textos). •Autores: el llamado “Grupo de Barcelona” (Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral) es el que aglutina a los poetas más visibles; aunque no se pueden dejar de mencionar a Ángel González, José Ángel Valente, Antonio Gamoneda… -Jaime Gil de Biedma: su creación literaria, reunida en Las personas del verbo (1975 y 1982), es breve. En relación con su afán de hallar una identidad propia está el tema principal de su obra: el paso del tiempo, vinculado al recuerdo de las experiencias personales. Junto esto, también destaca el tema del amor. -Ángel González: su poesía alterna los contenidos comprometidos de la poesía social con otros más íntimos y personales: Áspero mundo (1956), Tratado de urbanismo (1967), etc. 2 En conclusión, la producción literaria de la inmediata posguerra sufre las consecuencias directas de la guerra y se hace eco de la fractura que separa a los vencedores de los vencidos en la contienda. Aquello poetas que no dejan su España natal se quedarán en un exilio interior vigilado de cerca por la censura; otros escribirán desde el exilio. Poco a poco y durante la década de los 50, esta poesía de corte existencial irá dejando paso a una poesía concebida como instrumento de cambio social y que, bajo la pluma de los “niños de la guerra”, irá abandonando en la década siguiente, el tono de denuncia directa para inclinarse hacia temas como la amistad o el amor en un lenguaje cuidado pero cercano al lector. 2. LA LÍRICA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS: 2.1. DÉCADA DE LOS 70: LOS NOVÍSIMOS. En 1970 José María Castellet editaba una antología poética clave en la evolución de la lírica española: Nueve novísimos poetas españoles. Los nombres más destacados son los siguientes: -Pere Gimferrer: Arde el mar. - Leopoldo María Panero: Así se fundó Carnaby Street. - José María Álvarez: Museo de cera. - Guillermo Carnero: El sueño de Escipión. - Manuel Vázquez Montalbán: Una educación sentimental. - Antonio Martínez Sarrión: Una tromba mortal para balleneros. - Félix de Azúa: El velo del rostro de Agamenón. - Vicente Molina Foix: Los espías del realista. - Ana María Moix: Call me Stone. La intención de este volumen era presentar a una generación que llegaba esgrimiendo una nueva forma de hacer poesía: rompía con la poesía anterior y se insertaba en la línea de la literatura experimental. En posteriores recopilaciones colectivas se fueron incluyendo nombres que faltaban en esta primera antología: Antonio Colinas, Jaime Siles, Luis Alberto de Cuenca o Luis Antonio de Villena (cuya poesía seguirá caminos diversos en la década siguiente). Estos poetas, conocidos también como Generación del 68, ya no creen en la poesía como vehículo de comunicación y abandonarán el tono intimista y autobiográfico de la década anterior y llevarán a cabo una renovación total del género (desde su propia concepción hasta la temática y técnicas). Son autores nacidos tras la Guerra Civil, que han recibido una educación católica y que sienten fascinación por los mass media (tebeos, cine, la incipiente televisión, etc). Es la primera generación de poetas que viajan al extranjero, simpatizan con los movimientos hippies de Mayo del 68 y reivindican la cultura beat, el pop, el rock and roll, la democratización de la cultura y la estética kitch. Los temas de su poesía son de lo más variados, algunos más frívolos y de influencia norteamericana (la publicidad, el mundo de Hollywood) y otros más sociales (denuncia de la Guerra de Vietnam o de los valores de la sociedad de consumo), sin olvidar el amor o el erotismo. La ambientación de sus textos es variada (aunque abunda el exotismo): una noche en Venecia, un día en Hollywood, o incluso decorados virtuales procedentes del cine, del teatro o del cómic. Todos ellos muy alejados de la realidad cotidiana del lector. Entre la diversidad de fuentes de las que bebe esta poesía, además de las mencionadas, habría que añadir también la música clásica, la mitología, el arte y la propia literatura, especialmente la poesía europea (Eliott, Ezra Pound, Kavafis…) o la hispanoamericana (Borges, Octavio 3 Paz, Lezama Lima…). Para engarzar materiales de procedencia tan diversa los poetas novísimos recurrirán a técnicas como el collage y a menudo se mezclan en sus versos tipografías diversas o palabras escritas en varios idiomas. La libertad formal es total, lo que afectará al verso, a la puntuación, y a la disposición gráfica del texto. Es importante señalar en esta generación la coexistencia de dos tendencias diferentes: una que arranca de la cultura popular, rechaza los valores sociales establecidos y reivindica el uso de materiales tradicionalmente considerados “no poéticos”, como frases hechas, refranes o versos de coplas (es el caso de Vázquez Montalbán o Ana María Moix) . Otra tendencia es más culturalista, de lenguaje más artificioso y preciosista (por ejemplo Pere Gimferrer o Guillermo Carnero). En estos mismos años, un grupo de jóvenes poetas leoneses reacciona contra el movimiento novísimo, acusando a sus autores de neocadentistas y de burgueses catalanes: hablamos del Equipo Claraboya, fundado por Agustín García Calvo Y Luis Mateo Díez. Propone una poesía neomarxista y reivindica a autores como Bertolt Brecht o Cernuda y la poesía de corte social. 2.2. DESDE LOS AÑOS 80:POESÍA ÚLTIMA. Poco a poco, el excesivo formalismo de la poesía experimental de los años 70 va dejando paso a una poesía más interiorizada y de temas cotidianos. En 1980, con la publicación de la antología Las voces y los ecos (que recoge nombres como Julio Llamazares, Luis Antonio de Villena o Jon Juaristi) se empieza a hablar de poesía postnovísima. Como características generales se pueden mencionar la recuperación del realismo, el alejamiento de la experimentación y la vuelta al concepto de poesía como comunicación. En sus poemas se observa, además, una mayor presencia del humor, la ironía y de los temas íntimos. Sin embargo, lo que realmente define esta década es la variedad de tendencias que presenta, algunas de las cuales se comentan a continuación: -Neosurrealismo: corriente que entronca con la poesía surrealista de la Generación del 27. Son composiciones apasionadas, con imágenes innovadoras y en las que destaca la fuerza del yo poético y la irracionalidad del lenguaje. Destaca Blanca Andreu: De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall. -Neorromanticismo: corriente representada por Antonio Colinas. Es una poesía de temas recurrentes como la noche, el misterio de la naturaleza o la muerte. -Neorruralismo o poesía épica: así se etiquetó, por ejemplo, la lírica de Julio Llamazares (La lentitud de los bueyes y Memoria de la nieve). Su poesía reflexiona sobre los grandes temas (paso del tiempo, la soledad y la muerte) en un tiempo remoto y un espacio rural de características míticas. -Sensualismo o poesía erótica: erotismo visto desde el punto de vista femenino, con motivos como la noche, el cuerpo o el mar. Destacan aquí Ana Rosetti y Aurora Luque. -Decadentismo y culturalismo: poesía refinada, culta y decadente (Luis Antonio de Villena). -Minimalismo o poesía conceptual: es una poesía abstracta y libre de artificios, heredera de la corriente de la poesía pura de los años 20. También se llama “poesía del silencio”. Sus precursores son autores asociados con el grupo de los 50 (como Antonio Gamoneda, Ángel Valente) que evolucionarán hacia una poesía menos directa y más sugerente. Autores como Olvido García Valdés y Miguel Casado. -Poesía de la experiencia: supone una vuelta a los autores del 50 como Gil de Biedma o Ángel González. Los temas son cotidianos y urbanos, con cierta narratividad (destaca el recurso de la anécdota) y una visión desencantada de la vida. El tono es coloquial y el lenguaje es sencillo y conversacional. Sus principales autores son Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, Jon Juaristi, Andrés Trapiello, etc. 4 Para completar el panorama de la década de los 80 habría que mencionar también el auge de la poesía femenina y de las antologías de género, entre las que cabe mencionar la de la editorial Hiperión Las diosas blancas (1985) a la que seguirá Ellas tienen la palabra. DÉCADA DE LOS 90 Y PRINCIPIOS DE NUEVO MILENIO. En esta etapa se destaca la agudización del contraste entre los poetas de la Poesía de la experiencia y los de la Poesía del silencio. Los primeros acusan a los segundos de herméticos y elitistas, y los segundos a los primeros de vulgarizar la poesía con temas insignificantes y formas manidas. No obstante se puede decir que existe un dominio evidente de la poesía de la experiencia, y que, en una u otra corriente conviven poetas muy diferentes entre sí. A finales de la década de los 90 un grupo de poetas reaccionará contra este predominio de la poesía de la experiencia (también llamada “poesía mediática”, por sus continuas apariciones en prensa, televisión y radio). Ese grupo de poetas forma la llamada Poesía de la diferencia, corriente que, representada por el poeta y crítico cordobés Antonio Rodríguez Jiménez, propugna la libertad creativa individual y acusa a los poetas de la experiencia (a los que llama “poetas oficiales” o “poetas clónicos”) de una relación “clientelista” con los poderes públicos. En estos últimos años otra alternativa la ofrecen los poetas agrupados en torno al colectivo valenciano Alicia bajo cero y las llamadas Voces del Extremo, quienes se reúnen anualmente en los encuentros que, coordinados por Antonio Orihuela, se celebran en Moguer desde 1999. Estos poetas reivindican una poesía comprometida, crítica y política pero con un lenguaje muy diferente al del realismo social. No obstante, el mapa lírico actual es mucho más complejo que lo anteriormente expuesto y hace falta un poco de perspectiva para poder sintetizarlo. Se puede señalar, como característica generalizada, el cambio en los canales de comunicación poética que supuso la popularización de Internet (el auge de los blogs, revistas electrónicas…) y un nuevo género que florece muy acorde con los tiempos: la micropoesía (“pequeños pildorazos poéticos de consumo rápido”). 5