Qué de la estructura abre a la posibilidad de un duelo y que hace

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Informe espacio Presentación de Enfermos, Freud I
Cecilia Trucco
¿Qué abre a la posibilidad de elaborar un duelo y qué hace que ante la pérdida no sea
posible la subsistencia sino es intramuros?
Esta pregunta surge a partir de la actividad optativa Presentación de enfermos realizada
en el Hospital Borda.
Recordemos primero lo que dice Freud en relación al trabajo de duelo:
El duelo es, por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o
de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc. A raíz
de idénticas influencias, en muchas personas se observa, en lugar de duelo, melancolía
(y por eso sospechamos en ellas una disposición enfermiza).1
Vamos a recorrer desde esta perspectiva -el duelo y la melancolía- la entrevista realizada
por el Profesor Titular Osvaldo Delgado, en la presentación del mes de mayo.
El paciente comienza diciendo: “entré en el ‘98, por depresión, intento de suicidio.
Falleció mi madre, me quedé solo, perdí la casa, mi cosas. Se me descalibró la cabeza,
deambulaba por las calles, estuve tres meses en un hotel”
El analista le pregunta si se quedó solo o se sintió solo. Pregunta diagnóstica orientada a
situar la dimensión de la pérdida en juego.
P:“Las dos cosas, desamparado, no sabía para dónde ir, lloraba y lloraba, caminé unas
cuadras , no aguanté, me quise cortar las venas, después fui a la casa de mi ex mujer y me
trajo acá.”
¿Cuál es la pérdida de la que se trata, que no fue posible tramitar mediante un trabajo de
duelo neurótico ?
Cuando Freud trabaja las diferencias entre la melancolía y el duelo dice: con relación al
duelo, nos enteramos de que se necesita tiempo para ejecutar detalle por detalle la orden
que dimana del examen de realidad (que el objeto ya no está); y cumplido ese trabajo, el
yo ha liberado su libido del objeto perdido. Un trabajo análogo podemos suponer que
ocupa al yo durante la melancolía; aquí como allí nos falta la comprensión económica
del proceso. El complejo melancólico se comporta como una herida abierta, atrae
hacia sí desde todas partes energías de investidura (que en las neurosis de transferencia
hemos llamado « contra investiduras » ) y vacía al yo hasta el empobrecimiento total.2
Y ya en el Manuscrito G. Freud refiere el empobrecimiento tan absoluto del yo en la
melancolía a una pérdida más estructural que contingente.
El afecto correspondiente a la melancolía es el del duelo, o sea, la añoranza de algo
perdido. Por tanto, acaso se trate en la melancolía de una pérdida, producida dentro de
la vida pulsional. Por eso, no estaría mal partir de esta idea: La melancolía consistiría
1
2
Duelo y melancolía, S. Freud.
Op.cit.
en el duelo por la pérdida de la libido. Más adelante dice: en la melancolía el agujero
está en lo psíquico.3
Aquí debemos situar que la pérdida de la libido es la pérdida de la función de la libido
como fuerza que exterioriza lo pulsional.
En Duelo y Melancolía Freud dice: este caso podría presentarse aun siendo notoria para
el enfermo la pérdida ocasionadora de la melancolía: cuando él sabe a quién perdió,
pero no lo que perdió en él 4. Poder ubicar qué se perdió en él, es ya un trabajo de
elaboración de duelo neurótico.
Es necesaria la operación del objeto de satisfacción como mítico-es decir perdido desde
siempre- para que su huella dé lugar a la atracción de deseo5, o más bien para que la
búsqueda para reencontrarse con el objeto, tanto como el desengaño, sean posibles. Sean
posibles y nunca logradas -más que parcialmente- como operaciones psíquicas para el
sujeto.
Pero para buscar reencontrarse con el objeto es necesario primero perderlo.
Podemos sí ubicar aquí, en la vivencia de satisfacción freudiana, el correlato lógico de la
operación de la función paterna como agente de la castración en el Otro primordial del
sujeto.6 El concepto precursor de lo que permitirá más adelante (al incluir la dialéctica
fálica) establecer el objeto pulsional como recorte que incluye el vacío, y establece un
borde produciendo el cuerpo libidinal.
En este caso frente a la pérdida de la madre, no fue posible el duelo neurótico. El proceso
de elaboración del duelo donde se ejecutan pieza a pieza las colocaciones de la libido éste pieza a pieza ya implica un rasgo parcial investido por la libido- de lo cual
resultaría, luego de este trabajo psíquico arduo, la disponibilidad para la sustitución por
otros objetos.
Entonces, a partir del fallecimiento de la madre, que a juzgar por sus efectos funcionaba
como Otro absoluto del sujeto, no le queda más posibilidad que la de caer como objeto,
pierde las referencias, no sabe adónde ir, y no se puede sostener. Pérdida del sentimiento
de vida que aportaría la inscripción del deseo en el aparato psíquico, como falta que
permite al sujeto ponerse en marcha.7
Lacan dice acerca del duelo: no estamos de duelo sino por alguien de quien podemos
decirnos "Yo era su falta". Estamos de duelo por personas a quienes hemos tratado bien
o mal y frente a las cuales no sabíamos que cumplíamos esa función de estar en el lugar
de su falta. 8 El sujeto se encuentra con la imposibilidad de recortar lo que fue para ese
otro, trabajo de elaboración neurótico.
Lo pulsional, tiene como condición que entre en función el objeto como perdido. Lo
perdido entonces, en este caso, es la vida pulsional misma. Pero no en el sentido de algo
obtenido y perdido, sino como mito fundante de la estructura. La vida pulsional que se
organiza en torno a la inscripción de esa pérdida, cuyo resto hace de lastre y permite el
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Manuscrito G., S. Freud
Duelo y melancolía, S. Freud
5
Proyecto de una psicología para neurólogos, S. Freud
6
Seminario III, J. Lacan
7
Seminario VII, J. Lacan
8
Seminario X, J. Lacan
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anclaje a un modo de satisfacción particular. Los deseos y afectos y los motivos
compulsivos que retornarán en los síntomas neuróticos.9
Dice Lacan: Recuérdese el pasaje donde, después de haberse embarcado en la noción de
retorno, de reversión de la libido pretendidamente "objetal" sobre el Yo propio del
sujeto, Freud confiesa: es evidente que en la melancolía ese proceso no culmina (lo dice
el propio Freud), el objeto supera su dirección y es el objeto el que triunfa.
El objeto triunfa en el sentido de no funcionar como perdido, lo que constituiría el campo
del sujeto del inconsciente, a partir de la huella de esa falta que permite el movimiento
del deseo, y también su detenimiento. El sujeto quedó en este caso identificado al objeto
en tanto desecho y pasó nueve años “de servicio en servicio, sin encontrar el punto”. Sin
encontrar punto de anclaje, de detenimiento de la deriva que lo arrastró como objeto.
En torno a la diferencia entre el duelo y la melancolía Lacan dice: Y porque esto es
diferente del retorno de la libido en el duelo, también por eso todo el proceso, toda la
dialéctica se edifica de otro modo. Que a (el objeto) quede oculto, desconocido en su
esencia, esto es lo que el melancólico necesita que pase, por así decir a través de su
propia imagen, y atacándola primero para poder alcanzar en ese objeto a que lo
trasciende aquello cuyo mando se le escapa y cuya caída lo arrastrará en la
precipitación, en el suicidio; ello con ese automatismo, con ese mecanismo, con ese
carácter necesario y fundamentalmente alienado con el cual saben ustedes que se
realizan los suicidios de los melancólicos.10
Aún así, el paciente actualmente a partir de su tratamiento, presenta un cambio de
posición frente a este momento de caída. Da cuenta de estar sostenido en la relación a los
profesionales que lo alojaron en este Servicio, y de “ser otro”. Dice que ya no padece
esos pensamientos suicidas, y piensa en el futuro. Incluso antes de la presentación había
aclarado que quería solamente hablar de sus proyectos.
En la entrevista fue posible que se produjera la puesta en serie de las pérdidas de sus
familiares, más allá de este Otro absoluto materno.
El analista pregunta sobre lo que ha encontrado en el servicio y se ubica así la función del
“amigo que lo necesita”. El amigo en cuestión –con quien planea externarse
conjuntamente- es quien en el discurso del paciente precisa de él. Es aquel respecto a
quien él puede faltar. Punto destacado por el analista que subraya el valor de este lazo,
donde el sujeto construye un artificio. Este artificio que suple el no haberse recortado (en
la estructura) del Otro primordial con la falta como mediación. El lazo al amigo le
permite poder ubicarse en lo imaginario como lo que le hace falta al otro y esto es lo que
lo saca de la pura soledad y le permite pensarse en relación a la salida.
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Proyecto de psicología para neurólogos, s. Freud
Seminario X, J. Lacan
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