NEPTUNO Y SUS NINFAS PERSONAJES: Neptuno Delfín Ninfa Náyade NEPTUNO: ¿Dónde están mis caballos? NINFA: Los están ensillando al carro de oro NEPTUNO:(levantando el tridente) Rápido, que quiero visitar a mi hermano Zeus en los cielos. Su valentía me salvó de mi padre y siempre le estaré agradecido. Oh Zeus, hermano,¡cuánto tiempo sin verte! NINFA: Neptuno, vuelve a contarnos como Zeus os salvó a ti y a tus hermanos de las fauces de tu padre. NEPTUNO: Mil veces os lo he relatado, pero nunca me cansaré; estoy muy orgulloso de mi madre y de Zeus. DELFÏN: ¡Cuenta, cuenta!, en seguida llegará tu carro dorado. (Se sientan en el suelo alrededor de Neptuno) NEPTUNO: Ya sabéis que a mi padre Saturno le habían revelado que uno de sus hijos le quitaría el trono, así que cada vez que mi madre Rea tenía un hijo, él lo devoraba asegurando así que nadie podría destronarle. NÁYADE: ¿Y cómo es que no os devoró a vosotros? NEPTUNO: Mi madre se escondió en la isla de Creta cuando Zeus iba a nacer y cuando esto sucedió, le dejó al cuidado de una ninfa y a saturno le entregó una piedra envuelta en pañales. DELFÏN: Que el se tragó sin más. NEPTUNO: En efecto, tal era el amor y la confianza que tenía en mi madre que no pensó en un engaño. NINFA: Sí, mi familia me ha contado como todas las ninfas ayudaron a Rea para que Saturno no viera a Zeus. NÄYADE: ¿Dónde lo escondieron? NINFA: Pusieron su cuna colgada entre el cielo, el mar y la tierra. Así Saturno no podía verle. NÁYADE: ¿Y nunca le oyó llorar? NINFA: Los soldados hacían chocaban sus lanzas y hacían grandes ruidos cuando lloraba, para que Saturno no lo oyera. DELFÍN: Cuéntanos qué pasó cuando tu naciste, Neptuno. NEPTUNO: Otra vez mi madre repitió el engaño. A mí me entregó a unos pastores que me criaron como hijo suyo. DELFÍN: ¿Te trataron bien? NEPTUNO: Ya te he dicho que como a un hijo suyo. Por ello premié a los hombre con un regalo muy, muy útil. DELFÍN: ¿Qué regalo fue? NEPTUNO: Ya lo sabéis, con un fuerte golpe de este tridente, hice surgir de la tierra un animal: el caballo. DELFÏN: Ah, por eso los hombres siempre te han respetado y dado culto. NEPTUNO: Por eso y por mi ayuda en la guerra de Troya. ¡Muchos troyanos murieron bajo mi tridente!. NÁYADE: También luchaste al lado de Zeus contra los Titanes. Los monstruos marinos te reconocen como rey y los océanos abren para ti los caminos. NEPTUNO: Sí, cuando derrotamos a mi padre saturno, nos repartimos el mundo en tres partes: A mi hermano Zeus le correspondieron los cielos, a mi hermano Plutón el reino de los muertos y a mí los mares. ¡Me encanta viajar por ellos a bordo de mi carroza!. ¡Vamos, traedla ya, basta de conversación! DELFÍN: Pero no sé que te pasa; últimamente te veo con frecuencia furioso, has descargado muchas tempestades y terremotos; sacas en seguida tu mal genio. NEPTUNO (enfadado) ¿Quién eres tú para hablar de mi mal genio? ¡Te voy a achicharrar con mis rayos! ¡Fuera de mi presencia! DELFÏN: Calmaos, Neptuno, sólo me preocupaba por ti, ¡no se me ocurriría hacerte enfadar! NÁYADE: Tiene razón Delfín, creo que estás un poco desocupado. Desde que arrancaste trozos de tierra para hacer los acantilados y pasaste tu mano por la costa para dejar suaves playas, estás muy malhumorado. NINFA: Tengo una idea: vayamos a ver a Zeus, pero necesitas relajarte: antes pasemos por tus islas favoritas, Las ninfas te haremos agradable el viaje. NEPTUNO: Quizás no sea mala idea. Ninfas, delfines, náyades, acompañadme, y ¡traed mi carro ya! 2º ACTO (Aparece la bella Anfitrite bailando y Poseidón mirándola embobado. Cesa la música y Poseidón se acerca a ella). POSEIDÓN: ¡Bella ninfa! Sois muy linda y delicada. Mis ojos nunca han presenciado una danza tan maravillosa. Esos cabellos dorados, esa figura esbelta, esa mirada profunda…. ¿Quién sois? ANFITRITE: Me llamo Anfitrite, me alegro de que os haya gustado mi danza. Es verdad que mis cabellos brillan al sol, por eso me disgustan tanto que enviéis tormentas. El cielo se oscurece y mis hermosos cabellos dejan de brillar. De nada me sirve peinarlos una y otra vez. POSEIDÓN: No os apenéis hermosa ninfa. Esta isla de Naxos no sufrirá más tormentas mientras tú permanezcas en ella. Brillarán tus cabellos tanto al sol como con el reflejo de la luna. ANFITRITE: Gracias Poseidón. A cambio bailaré de nuevo para ti, si es tu deseo. POSEIDÖN: Mientras ilumines con tu mirada este territorio sólo habrá olas pacíficas y tranquilas. Reflejarán tu figura eternamente. ¡Ven a mis brazos! (Se escapa cuando intenta cogerla) ANFITRITE: Oh, Poseidón, tienes en tu corte nereidas bellísimas, hermosas oceánides y cien ninfas que te alegran la vida ¿qué más deseáis? POSEIDÓN: Deseo desposaros, hermosísima Anfitrite ANFITRITE: Poseidón, sabes que todos los habitantes de las aguas te debemos obediencia, pero tienes tus castillos dorados llenos de ninfas, náyades y ondinas dispuestas a morir por ti. Déjame aquí. POSEIDÓN: Sabes muy bien que mis deseos son órdenes para ti, pero no quiero llevarte a la fuerza. Piénsalo durante un tiempo. Volveré. (Sale y se oscurece el escenario Anfitrite se sienta pensativa y entra Delfín) DELFÍN: Anfitrite, ¿Qué te pase que te veo tan pensativa? ANFITRITE: ¡OH Delfín, bien lo sabéis, Poseidón quiere desposarme y llevarme al fondo de los mares y yo no deseo abandonar mi isla y esta luz. DELFÏN: Ël me envía a hablar contigo. ANFITRITE: A convencerme, quieres decir. DELFÍN: Pues en cierto modo, sí. Creo que debes sentirte muy orgullosa de su propuesta. En sus dorados castillos tiene cientos de náyades y ninfas y te ha elegido a ti. ANFITRITE: Desde que ha venido Poseidón ya no vivo. Me honra su elección pero no podría vivir en el fondo del mar. DELFÍN: ¿Qué has de temer? Neptuno gobierna aguas y mares; estarás protegida de todos los peligros. ANFITITRE: Delfín, tu estás cerca de él, sabes muy bien de las envidias que provocaría entre todas las ninfas, son todas muy hermosas. DELFÍN: Anfitrite, debes pensar en todos nosotros; si no cedes la ira de Neptuno caerá sobre todos, incluida tú. Sabes muy bien de su mal genio: provocará terribles terremotos, tempestades, desgracias…. ANFITRITE: Ya lo sé, Delfín, por eso me preocupa tanto darle una negativa. DELFÍN: Si te casas con él no tienes porqué estar siempre en palacio; cabalgarás las olas sobre rayos y truenos guardados. ANFITRITE: ¿Podré contar con tu amistad? DELFÏN: No sólo con la mía, todos los delfines seremos tus compañeros. Cabalgarás cuando quieras sobre nuestro lomo te llevaremos a cuantos mares desees. ANFITRITE: ¿Me traerás a mi isla cuando tenga nostalgia? DELFÍN: Por supuesto, te prometo volver contigo cuando estés triste. ANFITRITE: ¡Júramelo! DELFÍN: Por todos los dioses del cielo, tierra y mares, por Saturno, por Zeus, por Plutón y pr mi amado Poseidón: Te protegeré y estaré a tu lado siempre! ANFITRITE: De acuerdo, vamos. TERCER ACTO (Neptuno, Delfín, Ninfa, Náyade y Anfitrite, todos sentados) DELFÍN: Vuelve a hablarnos de la guerra de Troya, Neptuno. NINFA: Eso, eso, cuéntanos aquello del caballo. NEPTUNO: Oh, ¡qué pesados sois!; pasó hace mucho tiempo, mi memoria ya me falla. ANFITRITE: Oh, Neptuno, yo no conozco esas historias. NEPTUNO: Anfitrite, si tú me lo pides también, no puedo negarme. Tampoco puedo negarle nada a Delfín; él te trajo a mí. DELFÍN: Cuéntanos primero la guerra contra los titanes y gigantes. ANFITRITE: Sí, Neptuno así yo podré hablarle a nuestro hijo Tritón de tu valentía y de tu valor. NEPTUNO: Mi hermano Zeus sí que fue muy valiente; él salvó a Plutón de las fauces de mi padre y luchó contra los titanes. Mi tridente siempre estará a su servicio. DELFÍN: Tu tridente es mágico, no sólo hace brotar agua en cualquier lugar, ¡también caballos! NEPTUNO: Tienes razón, Delfín este tridente es el padre de todas las fuentes. Fue un regalo de los cíclopes. Zeus, Crono y yo los liberamos de su prisión. Con este tridente puedo sacar agua de cualquier sitio. Cuando los hombres me ayudaron con él hice brotar el caballo y se lo regalé. DELFÍN: ¿Y que regalaron los cíclopes a Zeus y a Crono? NEPTUNO: A Zeus, el trueno, el rayo y el relámpago que salen de sus manos y a Crono un casco que le hace invisible. NINFA: Pero cuéntanos la batalla contra los titanes. NEPTUNO: La lucha duró diez años. Les vencimos y fueron encerrados en el Tártaro, salvo el titán Atlas que fue castigado a sostener la bóveda del cielo eternamente y ahí sigue. NINFA: Fue una gran batalla ¿no? NEPTUNO: La mayor jamás sucedida; Zeus sacó de la tierra los terribles y violentos gigantes. Cien brazos salían de sus hombros y a cada uno le salían cincuenta cabezas. Se enfrentaron a los titanes con enormes rocas en sus manos. La tierra retumbó con gran estruendo. Al mismo tiempo desde el cielo y desde el Olimpo Zeus lanzaba sin cesar relámpagos y rayos desde sus poderosas manos que convertían todo en llamas. NINFA: ¿Qué hacías tú? NEPTUNO: Soltaba vientos y tempestades; el polvo, el trueno, las aguas lo inundaban todo; los terremotos abrían la tierra, los vientos llevaban el fuego a todas partes; los titanes fueron cubiertos por las rocas y tuvieron que refugiarse en el interior de la tierra; los gigantes los ataron con cadenas después de vencerlos con sus numerosos brazos. Allí siguen aún. DELFÍN: Pero Gea se vengó de vosotros. NEPTUNO: Sí, pero esa es otra historia… Otro día os la contaré; estoy cansado, dejadme reposar… (Se recuesta sobre Anfitrite y ésta le acaricia sus cabellos, mandando callar a los demás). (Telón) DUENDE: (Antes de la obra) Dentro de este recorrido que estamos haciendo por las fuentes de León ahora nos detenemos en el Parque de San Francisco para conocer algo de ella. En este caso más que historia, es mitología. La temática mitológica fue muy utilizada en tiempos de Carlos III; un ejemplo claro es la Cibeles en la capital de España. Vamos pues a saber algo de Neptuno a quien está dedicada la fuente. (Después de la obra) Bueno ya sabéis la historia de Neptuno y porqué aparece en tantas fuentes. Podéis observar que siempre aparece sobre delfines y rodeado de ninfas. También son parte de la mitología. Neptuno fue el nombre que los romanos antiguos le dieron al dios griego de los mares y los terremotos, Poseidón. Las tempestades y terremotos reflejaban su rabia furiosa. Era representado como un hombre barbudo aguantando un tridente y sentado en una caracola de mar tirado por caballos de mar. El tridente que hace nacer fuentes con un golpe en la roca. La próxima vez que paséis por el parque de San Francisco fijaros en él. Es la fuente más ornamental que tenemos en la ciudad. Y la más viajera. Estuvo en la plaza de la catedral, también en la plaza mayor y como muchas fue mandada hacer por Carlos III.