SENTENCIA DEFINITIVA NUMERO: - Poder Judicial de la Provincia

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SENTENCIA DEFINITIVA NUMERO: 43
En la ciudad de Río Cuarto, a los seis días del mes de agosto del año dos mil catorce, se
reúnen en audiencia pública los señores Vocales de la Excma. Cámara de Apelaciones
en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de Primera Nominación de la
Segunda Circunscripción Judicial, por ante mí, Secretaria autorizante, a efectos de dictar
sentencia en los autos caratulados “P., A. D. Y OTRO C/ INSTITUCION
EDUCATIVA GALILEO GALILEI - AMPARO” (Expte. N° 1673644), elevados en
apelación del Juzgado de Primera Instancia y Tercera Nominación en lo Civil y
Comercial de esta ciudad de Río Cuarto, a cargo del Dr. Rolando Oscar Guadagna,
quien con fecha cinco de marzo de dos mil catorce dictó la Sentencia número Veintiuno
(21) que obra a fs. 192/199vta., en la que resolvió: “1°) Hacer lugar a la acción de
amparo promovida por la Sra. A. G. C. y el Sr. A. D. P. y ordenar al Instituto Educativo
Galileo Galilei o Asociación Galileo Galilei que, dentro del plazo de 2 días admita y
matricule a G. N. P., DNI 43.475.371, como alumno regular en el nivel medio de esa
Institución y que junto a la madre y al padre del niño (cada parte con la colaboración
de los/as profesionales que las asisten y asesoran) diseñe, en un plazo de 20 días, y
arbitre, en un plazo de 2 meses calendarios, las medidas necesarias para superar las
barreras físicas y/o técnicas que puedan impedir el acceso del niño a la educación
dentro de la comunidad educativa que lo contiene desde los 4 años de edad, bajo
apercibimientos de ley; 2°) Imponer las costas a la entidad accionada y regular los
honorarios de los Dres. José Ricardo Verdie y Raúl Amadeo Asurmendi, en conjunto,
en Pesos Quince mil ochocientos cuarenta y cinco ($ 15.845), que devengará los
intereses establecidos en los considerandos. Protocolícese y hágase saber”.El Tribunal sentó las siguientes cuestiones a resolver:
1ª) ¿Resulta procedente el recurso de apelación articulado por la institución educativa
demandada, a través de su apoderado?
2ª) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
De conformidad al sorteo de ley practicado, se estableció que el orden de emisión de los
votos es el siguiente: Señores Vocales Rosana A. de Souza y Eduardo Héctor Cenzano.A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA la Sra. Vocal Rosana A. de Souza, dijo:
La sentencia en recurso contiene una relación de causa que cumple suficientemente con
los recaudos formales, lo que permite la remisión a la misma, por razones de brevedad y
a los fines de evitar repeticiones innecesarias. Contra la sentencia que hizo lugar a la
acción de amparo impetrada por los padres del menor G.N.P., en representación de éste,
en contra del Instituto Privado Galileo Galilei, se levanta este último deduciendo
recurso de apelación que fundó en el mismo acto de su interposición, conforme el libelo
de fs. 210/223, el que fue contestado por los actores a fs. 234/239vta., siendo oído el
Señor Asesor Letrado a través de su dictamen de fs. 241. Llamados los autos a estudio y
firme el decreto pertinente, quedó la causa en condiciones de ser sentenciada.En primer lugar, la apelante reprocha al a quo haber realizado un análisis parcializado,
descontextualizado y equivocado de las pruebas relevantes existentes en la causa a los
fines de determinar el momento o época a partir de la cual se debió iniciar el cómputo
de los quince días hábiles que establece el art. 2 inc. e) de la ley 4915. En ese rumbo,
sostiene que la misiva que obra a fs. 33 no fue negada por su parte al evacuar el informe
del art. 8 de la ley citada, y no fue acreditada su recepción, agregando que los
amparistas tomaron efectivo conocimiento del acto impugnado en el mes de octubre de
dos mil trece o en la primera semana del mes de noviembre de dos mil trece, cuando
fueron convocados y asistieron a las primeras reuniones informativas que se llevaron a
cabo para tratar sobre el tema, lo que –afirma el apoderado de la apelante- surge
acreditado de las probanzas arrimadas, en particular, de las declaraciones testimoniales
de María Alejandra Capoani y Patricia Liliana Fossano, especialmente en los pasajes
que transcribe.El a quo entendió que la acción fue promovida dentro del plazo legal porque el acto que
afecta los derechos del niño y contra el que se inició el proceso no es el “Informe de
Valoración Integral” sino la decisión de las autoridades del instituto educativo
demandado de no admitir la inscripción de aquél en el nivel secundario, resolución que
recién se consolidó después del emplazamiento formulado por la carta documento de
fecha diez de diciembre de dos mil trece (fs. 33). Si la demandada entiende que los
actores tomaron conocimiento del acto denunciado con anterioridad a la fecha que
indican y respaldan documentalmente, la primera debe acreditar efectivamente la
circunstancia que invoca. Así, si bien surge de la prueba producida -declaraciones
testimoniales de María Alejandra Capoani (171/176vta.) y Patricia Liliana Fossano (fs.
182/183)- que hubo reuniones entre las autoridades del Colegio y los padres de G.,
habiendo participado de alguna de ellas la docente integradora María Alejandra
Capoani, refiriendo esta última que “no hubo acuerdo entre ambas partes en relación a
que el niño no iba a ingresar al Colegio Galileo Galilei” y expresando Fossano que “en
esa reunión se le explicita las razones por las cuales el niño no podría estar cursando
el nivel medio en el instituto Galileo Galilei”, del contexto de ambas declaraciones se
desprende que la demandada –evidentemente respetando correctos y adecuados códigos
comunicacionales con la familia- habría puesto la decisión de la continuidad o no del
niño en el establecimiento para cursar el nivel medio, en un plano de discusión analítica
interviniendo padres, docentes y directivos, para lo cual habría convocado a reuniones
que tuvieron lugar entre octubre y noviembre del año próximo pasado. Esta situación se
advierte idónea para haber provocado en los actores una razonable incertidumbre acerca
de la conclusión definitiva a que habría arribado la accionada respecto de la
matriculación de G. para el siguiente año lectivo, por lo que debieron de acudir al
requerimiento postal que remitieron a la institución educativa con fecha diez de
diciembre de dos mil trece (10/12/2013), en virtud de la cual esta última convocó a los
padres del niño a una nueva reunión el dieciséis de diciembre siguiente (como lo relata
el representante de la accionada al evacuar el informe del art. 8 de la ley 4915),
interponiéndose la demanda dentro de los quince (15) días hábiles contados desde
cualquiera de esas dos oportunidades. Ello así, es acertada la conclusión a la que arribó
el a quo en cuanto a que la acción ha sido promovida dentro del plazo previsto en el art.
2 inc. “e” de la ley 4915, en el entendimiento de que la resolución de no admitir la
inscripción de G. en el nivel secundario, recién “se consolidó después del
emplazamiento formulado por carta documento de fecha 10 de diciembre de 2013”.Ya ingresando al fondo de la cuestión objeto de amparo, la institución apelante rechaza
las conclusiones del sentenciante aduciendo que en su accionar no se configuran los
presupuestos de ilegalidad y/o arbitrariedad manifiestas que se exigen para la
procedencia del amparo. El Máximo Tribunal de la Provincia a través de sus distintas
Salas, se ha expedido respecto de los recaudos para que la acción de amparo sea viable,
expresando que “...la procedencia del amparo está condicionada además a que el acto
u omisión impugnado, en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o amenace,
el derecho o garantía constitucional, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, la que
debe presentarse como algo palmario, ostensible, patente, claro o inequívoco, es decir
visible al examen jurídico más superficial (Palacio, Lino Enrique, "La pretensión de
amparo en la reforma constitucional de 1994, L.L. 1995-D, Sec. Doctrina, pág. 1238).
La calificación de arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, que a veces en la doctrina y en
la jurisprudencia es reemplazada por la de ilegitimidad, revela que el acto lesivo debe
mostrar fehacientemente, en su primera apariencia, la violación grosera y
ostensiblemente visible del derecho subjetivo de quien promueve el amparo (Bidart
Campos, Germán J., "El control de constitucionalidad en el juicio de amparo y la
arbitrariedad o ilegalidad del acto lesivo", J.J. 1969, tomo 2, pág. 169 y sgtes.).
Independientemente de la imprecisión de los términos empleados por la ley de amparo,
lo cierto es que la figura está dispuesta para aquellos actos u omisiones en que se haya
vulnerado un derecho o garantía constitucional, actuando de manera manifiestamente
contraria a las normas del derecho positivo (ley, decreto u ordenanza, etc.)
(ilegalidad); o bien cuando aparezcan viciados de "irrazonabilidad", "ilegitimidad" o
"injusticia", términos que nuestra jurisprudencia involucra en el concepto de
"arbitrariedad" (conf. Sagüés, Néstor Pedro "Derecho Procesal Constitucional, Acción
de Amparo", Ed. Astrea, pág. 122) (doctrina sentada por el T.S.J., en pleno, autos "LAS
REPETTO Y CIA S.R.L. C/ MUNICIPALIDAD DE BELL VILLE - ACCION DE
AMPARO-APELACION-RECURSO DIRECTO”, del 24/10/2000 reiterada –entre
otros- en "CARRER, MARIO Y OTRO C/ CAMINOS DE LAS SIERRAS S.A. Y
OTRA – ACCIÓN DE AMPARO RECURSOS DE CASACIÓN", Sentencia N° 17 del
29/12/2003; Sentencia N° 8 del 11/05/2004; Sentencia N° 6 del 30/08/2007).Respecto de la exigencia de arbitrariedad o ilegalidad manifiesta en el acto u omisión
impugnado, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha entendido que “el amparo es
un proceso excepcional, utilizable en delicadas y extremas situaciones en las que, por
carencia de otras vías aptas, peligra la salvaguarda de derechos fundamentales, y exige
circunstancias muy particulares caracterizadas por la presencia de arbitrariedad o
ilegalidad manifiestas que, ante la ineficacia de los procedimientos ordinarios,
originan un daño concreto y grave, sólo eventualmente reparable por esta vía urgente y
expeditiva (Fallos: 310:576 y 2740; 311:612, 1974 y 2319; 314:1686; 317:1128;
323:1825 y 2097, entre muchos otros)” (autos “Intendente de Ituzaingó y otro c.
Entidad Binacional Yacyretá”, 23/11/2004, publicado en DJ 2005-2 , 11, con nota de
Carlos Aníbal Rodríguez; DJ2005-1, 1022 - LA LEY 11/04/2005, 11/04/2005, 4 - LA
LEY 2005-B, 725).Otros tribunales como la Suprema Corte de Justicia de Mendoza (con voto de quien
fuera su ilustre integrante, la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, 02/12/1996, publicado
en LA LEY 1997-D, 757 - DJ1997-3, 763), ha sostenido que al referirse a la
arbitrariedad o ilegalidad manifiestas, “...la ley fundamental apunta a lo notorio, lo que
se visualiza sin que sea necesario un estudio pormenorizado de prueba, hechos, etc. Es
que el amparo tiene "dos características que, paradojalmente se complementan. Por un
lado, es una acción de jerarquía constitucional, categorización que la ubica en el punto
máximo de la escala valorativa, excede el marco de las acciones ordinarias y pretende
proteger aquellos derechos de máximo valor que, por su claridad y evidencia, no
admiten discusiones. Sin embargo, en forma simétrica, exige la manifiesta ilegitimidad
del acto impugnado, junto con la carencia o ineficacia de remedios ordinarios o
recursos específicos; esta manifiesta ilegitimidad se conecta a lo que, en el derecho
civil, configura un acto viciado de nulidad manifiesta, o sea, que el vicio es patente,
visible, simplemente comprobable" (López Marull, Marcelo y Martínez, Hernán,
"proceso administrativo, acción meramente declarativa y recurso de amparo", en
Jurisprudencia Santafesina, Nº 22, p. 43)”.-
También la doctrina se ha ocupado de remarcar el carácter manifiesto que debe tener la
ilegalidad o arbitrariedad denunciadas por esta vía; así, SAGÜES resalta la “evidencia
de la ilegalidad o arbitrariedad” (“Acción de amparo”, 4ª edición ampliada, editorial
Astrea, 1995, N° 57) expresando que “la ley 16.986 exige, para que se atienda el
problema por vía de amparo, que el acto cuestionado tenga una arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta. Debe tratarse pues, de algo descubierto, patente, claro, según
explicita el diccionario de la lengua. La doctrina y jurisprudencia nacionales, en el
mismo sentido, han exigido que los vicios citados sean inequívocos, incontestables,
ciertos, ostensibles, palmarios, notorios, indudables, etcétera. La turbación al derecho
constitución, en síntesis, debe ser grosera. Quedan fuera del amparo, las cuestiones
opinables”. Señala BIDART CAMPOS (en “El control de constitucionalidad en el juicio
de amparo y la arbitrariedad o ilegalidad del acto lesivo”, JA 1969, tomo 2, pág. 169)
que “los conceptos de violación clara, manifiesta, indudable, inequívoca, y otros
equivalentes, apuntan a dos aspectos simultáneamente: al hecho de adolecer el acto de
toda formalidad extrínseca que le proporcione asidero en la legalidad objetiva, y al
vicio intrínseco y sustancial de violar, además, groseramente, un derecho
constitucional”. Para PALACIO, Lino Enrique (“La pretensión de amparo en la reforma
constitucional de 1994”, LA LEY 1995-D, 1237), tanto la arbitrariedad como la
ilegalidad “...deben ser manifiestos, lo cual implica que aquellos vicios deben aparecer
visibles al examen jurídico más superficial”.En el particular, estando comprometido el interés de un niño, involucrando derechos
fundamentales como es el acceso a la educación y a la elección del ámbito en el cual se
está desarrollando, máxime en circunstancias en que su salud psico-física se halla
disminuida sufriendo la consecuente discapacidad que su dolencia le produce, se
impone la consideración primordial del interés del menor en razón de lo ordenado por la
Convención sobre los Derechos del Niño -art. 3.1- a toda autoridad nacional en los
asuntos concernientes a los niños, siendo aquella norma supraconstitucional la que
orienta y condiciona toda decisión de los tribunales de todas las instancias llamados al
juzgamiento de los casos, tal como lo tiene dicho la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (Fallos 322:2701; 324:122). Así también, el Máximo Tribunal Federal, en
pronunciamiento del 9 de junio de 2009 (Fallos 332:1394), por mayoría, enfatizó “la
protección y la asistencia universal de la infancia discapacitada constituye una política
pública, en tanto consagra ese mejor interés, cuya tutela encarece -elevándolo al rango
de principio- la Convención sobre los Derechos del Niño —arts. 3°, 24 y 24 de dicho
pacto y 75 inc. 22 y 23 de la Constitución Nacional—, siendo esta doctrina
esclarecedora en cuanto a que la niñez, además de la especial atención por parte de
quienes están directamente encargados de su cuidado, requiere también la de los jueces
y de la sociedad toda, con lo cual, la consideración primordial de aquel interés orienta
y condiciona la decisión jurisdiccional, con singular énfasis en aquellos menores
aquejados por impedimentos físicos o mentales, debiendo ser custodiado con acciones
positivas por todos los departamentos gubernamentales” (del dictamen de la
Procuradora Fiscal que la Corte, por mayoría, hace suyo). Estas directrices han sido
contundentemente receptadas en la normativa de la ley 26061, cuyo art. 2° dispone la
aplicación obligatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño en todo acto,
decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza que se adopte
respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad.En ese orden, la ley de Educación Nacional (N° 26.206) establece en su art. 1° que
“regula el ejercicio del derecho de enseñar y aprender consagrado por el artículo 14 de
la Constitución Nacional y los tratados internacionales incorporados a ella, conforme
con las atribuciones conferidas al Honorable Congreso de la Nación en el artículo 75,
incisos 17, 18 y 19, y de acuerdo con los principios que allí se establecen y los que en
esta ley se determinan”. El art. 11 inc. “n” fija entre los fines y objetivos de la política
educativa nacional, “brindar a las personas con discapacidades, temporales o
permanentes, una propuesta pedagógica que les permita el máximo desarrollo de sus
posibilidades, la integración y el pleno ejercicio de sus derechos”. También establece
(art. 16, en concordancia con el art. 29) que la obligatoriedad escolar en todo el país se
extiende desde la edad de cinco (5) años hasta la finalización del nivel de la Educación
Secundaria. La normativa de marras, en el Capítulo VIII (arts. 42 a 45) se ocupa de la
Educación Especial, a la que define como una modalidad del sistema educativo
destinada a asegurar el derecho a la educación de las personas con discapacidades,
temporales o permanentes, en todos los niveles. Más adelante (art. 63 inc. b) se ocupa
de los derechos y obligaciones de los servicios educativos de gestión privada,
imponiendo a los agentes que los presten, que deberán “cumplir con la normativa y los
lineamientos de la política educativa nacional y jurisdiccional; ofrecer servicios
educativos que respondan a necesidades de la comunidad; brindar toda la información
necesaria para la supervisión pedagógica y el control contable y laboral por parte del
Estado”.La Provincia de Córdoba estableció las directrices de política educativa en su
jurisdicción con el dictado de la ley 9870 publicada el 06/01/2011, fijando entre los
principios generales que la rigen, que “se reconoce a la familia como agente natural y
primario de educación, el derecho fundamental de educar a sus hijos y de escoger el tipo
de educación más adecuado a sus propias convicciones” (art. 3 inc. b) y recepta el
derecho de los padres a “elegir para sus hijos o representados la institución educativa
cuyo ideario responda a sus convicciones filosóficas, éticas o religiosas” (art. 11),
disponiendo que “todos los habitantes de la Provincia tienen derecho a la educación
para favorecer el desarrollo pleno de su persona e integrarse como ciudadano en un
marco de libertad y convivencia democrática. Es responsabilidad del Estado garantizar
el ejercicio de este derecho en igualdad de oportunidades sin ningún tipo de
discriminación fundada en su condición, origen o contexto social en el que vive, de
género, étnica, ni por su nacionalidad, su orientación cultural o religiosa y sus
condiciones físicas, intelectuales o lingüísticas” (obviamente, el destacado me
pertenece), garantizando también “la igualdad de oportunidades y posibilidades
educacionales ofreciendo, en la prestación de los servicios públicos de gestión estatal y
privada reconocidos, condiciones equitativas para el acceso, permanencia y promoción
de los alumnos” (art. 5).Estructura el sistema educativo en niveles, ciclos, modalidades y otras formas
educativas (art. 23), conceptualizando que los niveles son las etapas que configuran
organizativamente la educación formal, compuesta por un conjunto de contenidos y
competencias, cuya enseñanza-aprendizaje debe adaptarse flexiblemente a los diferentes
momentos del proceso evolutivo de los alumnos. Podrán subdividirse en ciclos,
entendidos como unidades formativas articuladas en cada uno de ellos. Son niveles del
Sistema Educativo Provincial: a) La educación inicial; b) La educación primaria; c) La
educación secundaria, y d) La educación superior. Constituyen modalidades del Sistema
Educativo Provincial aquellas opciones organizativas y/o curriculares de la educación
común, dentro de uno o más niveles educativos, que procuran dar respuesta a
requerimientos específicos de formación y atender particularidades de carácter
permanente o temporal, personales y/o contextuales, con el propósito de garantizar la
igualdad en el derecho a la educación y cumplir con las exigencias legales, técnicas y
pedagógicas de los diferentes niveles educativos. Dentro de las modalidades del sistema
educativo, se ubica la educación especial, definiéndola (art. 49) como aquella que
comprende el conjunto de servicios, recursos y procedimientos destinados a garantizar
el derecho a la educación de las personas con algún tipo de discapacidad, temporal o
permanente. Establece también que por el principio de inclusión educativa se asegura la
integración de los alumnos con discapacidades en todos los niveles y modalidades según
las posibilidades de cada persona. Asimismo, la escuela especial brinda atención
educativa a todas aquellas personas cuyas problemáticas específicas no puedan ser
abordadas por la escuela común. Con el propósito de asegurar el derecho a la educación,
la integración escolar y favorecer la inserción social de las personas con discapacidades
-temporales o permanentes-, establece la ley provincial (art. 51) que el Ministerio de
Educación de la Provincia de Córdoba dispondrá las medidas necesarias para: a)
Posibilitar una trayectoria educativa integral que permita el acceso a los saberes
tecnológicos, artísticos y culturales; b) Contar con el personal especializado suficiente
que trabaje en equipo con los docentes de la escuela común; c) Asegurar la cobertura de
los servicios educativos especiales, el transporte, los recursos técnicos y materiales
necesarios para el desarrollo del currículo escolar; d) Propiciar alternativas de
continuidad para su formación a lo largo de toda la vida, y e) Garantizar la accesibilidad
física de todos los edificios escolares. Asimismo estatuye que los institutos de gestión
privada tienen el deber de cumplir con la normativa y los lineamientos de la política
educativa nacional y provincial (art. 80).-
En ese marco, el Ministerio de Educación de la Provincia dictó la Resolución 667/2011
cuyo ámbito de aplicación es “el conjunto de los servicios educativos orientados a los
procesos de integración de los alumnos que presentan necesidades educativas
derivadas de la discapacidad en el ámbito de la escuela común, tanto de gestión estatal
como privada”. Establece que el Estado Provincial garantizará el proceso de integración
en el ámbito de la escuela común, de los alumnos que presenten necesidades
educativas derivadas de la discapacidad, sea con carácter permanente o temporal, y
agrega “a cuyos fines disminuirá y/o eliminará toda barrera física, ambiental y de
organización institucional que impida o entorpezca el mismo”. Con ese objetivo
dispone que “el proceso de integración escolar se llevará a cabo en los institutos
educativos de gestión estatal y privada, de todos los niveles y modalidades de la
escolaridad obligatoria (recuérdese que la obligatoriedad escolar se extiende hasta la
finalización de la Educación Secundaria –art. 16 de la ley 26.206-), a cuyo fin la escuela
común y los servicios educativos de modalidad especial trabajarán articuladamente y
con responsabilidades compartidas, procurando consensuar los sistemas de apoyo que
resulten convenientes para cada alumno en particular”. La evaluación del proceso de
integración escolar que debe efectuarse anualmente en la institución en función de los
diferentes ciclos, niveles y/o modalidades del sistema educativo (art. 6) cuya
organización está a cargo de profesionales y técnicos docentes de las Escuelas
Especiales dependientes de la Dirección General de Regímenes Especiales y de la
Dirección General de Institutos Privados de Enseñanza –entre otros que menciona el art.
5 de la resolución citada- es de carácter orientativo de la modalidad educativa que se
estime de mayor beneficio para el educando que presenta necesidades educativas
derivadas de la discapacidad, pero en modo alguno podría entenderse que esta instancia
de diagnóstico que contempla la resolución en el art. 5 –con cuyo cumplimiento
pretende la demandada justificar su posición- tenga injerencia dirimente para determinar
que el alumno deba necesariamente recibir los servicios educativos de modalidad
especial, porque tal inteligencia importaría prescindir del contexto en que la norma está
inserta y se contradiría francamente con los fines mismos de la legislación nacional y
provincial en materia de educación, como así también con el propio sentido de la misma
resolución, que precisamente contempla que el proceso de integración escolar se lleve a
cabo en institutos de gestión estatal y privada, de todos los niveles y modalidades
(art. 4), previendo que a tal fin la escuela común y los servicios de modalidad especial
trabajen articuladamente.Por ello el Gabinete Interdisciplinario de la Institución Educativa Santo Tomás,
considerando las posibilidades de G., en su informe (fs. 63/68) sugiere la modalidad
educativa especial para el cursado del nivel medio, previo dictaminar que es un joven
que requiere de “Adaptación Curricular Significativa” en todos los elementos básicos
del curriculum, por lo que “se propone para el presente año académico, cursar un nivel
medio en una institución educativa que contemple sus necesidades educativas
adaptando de manera constante el curriculum a sus posibilidades en cuanto a la
apropiación de los contenidos disciplinares”, pero no descarta que esa adaptación
curricular se realice en una institución educativa de modalidad común –como lo es la
demandada- ya que el proceso de integración escolar de los alumnos con necesidades
educativas derivadas de la discapacidad, precisamente apunta a que se realice en ese
ámbito, sean institutos de gestión estatal o privada, sin distinción de niveles ni
modalidades de la escolaridad obligatoria. Así lo declara también la Directora del
Instituto Santo Tomás, la Psicopedagoga Sandra Berrardo (fs. 179/180) –firmante del
informe emitido a solicitud de la accionada- quien explicó que la Resolución 667/2011
del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba es la que avala la realización de
los informes por los equipos técnicos de las escuelas especiales con el objeto de poder
orientar cuál sería la modalidad que beneficiaría más a la persona de la cual se esté
hablando; que en el marco de esta resolución se hizo la valoración integral donde se
orienta y sugiere la modalidad educativa especial. Aclaró también que “siempre es
bueno intentar el proceso de integración en la modalidad común, tanto por situaciones
personales como familiares, la aceptación de la discapacidad, la aceptación de las
capacidades y el acompañamiento familiar al que se compromete la familia”.Ello así, considerando la carencia de condición vinculante del informe en el cual la
accionada sustenta el acto lesivo, la prioritaria directriz de la integración en la
escolaridad común –modalidad del servicio que presta la institución educativa Galileo
Galilei- pauta de política educativa que normativamente deben cumplir las instituciones
educativas de gestión privada, el derecho reconocido a los padres a elegir para sus hijos
la institución educativa cuyo ideario responda a sus convicciones filosóficas, éticas o
religiosas y a que sus hijos reciban una educación …con la posibilidad de optar por la
modalidad y orientación según sus convicciones, se advierte que la negativa de la
accionada a la matriculación de G. en el nivel medio de enseñanza de modalidad común,
constituye un acto cuya ilegalidad emerge de manera manifiesta porque en modo alguno
se adecua a la normativa que rige el sistema educativo nacional y provincial y,
puntualmente contrasta con las pautas que conforman el proceso de integración escolar
en el ámbito de la escuela común de los alumnos con necesidades educativas derivadas
de la discapacidad. El acto denunciado luce también arbitrario porque su
fundamentación deriva de una descontextualizada, parcializada y antojadiza
interpretación de la resolución ordenatoria de la integración como estrategia de
inclusión para los alumnos que presenten las características aludidas, lo que se
evidencia también de modo ostensible de los propios términos de la Resolución
667/2011 cuyo cumplimiento esgrime la accionada como justificación y fundamento de
su proceder respecto del alumno G. N. P. De esa manera se produce la lesión a la
garantía a que se respete el pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio
familiar, social y cultural y su centro de vida, entendiéndose por tal el lugar donde las
niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor
parte de su existencia, todo lo cual conforma el superior interés del niño por el que
impone velar la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 3.1 y arts. 2 y 3 incs. “c”
y “f” de la ley 26.061), la restricción al derecho a la educación (arts. 23.3 y 28 de la
Convención sobre los Derechos del Niño) y al acceso y permanencia en un
establecimiento educativo cercano a su residencia (art. 15 de la misma ley dictada con el
objetivo de garantizar el ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente de aquellos
reconocidos en el ordenamiento jurídico nacional y en los tratados internacionales en los
que la Nación sea parte, conforme reza su artículo primero).Gravita también fuertemente en respaldo de los fundamentos del primer sentenciante,
que el magistrado ha escuchado al menor cuyo interés está en juego en este proceso
(acta de fs. 190) y que éste le manifestó “que quiere seguir el secundario en el Colegio
Galileo Galilei porque allí tiene sus amigos y a ese mismo Colegio concurren su
hermano y hermana, quien lo haría a la tarde igual que él …que le gusta ese Colegio,
que es al que ha asistido desde jardín de infantes … que conoce el Colegio Santo
Tomás porque fue … para ver si le correspondía pasar al mismo y que no le gustaría ir
a ese Colegio ni a ningún otro que no sea el Galileo Galilei, que para él es su Colegio”.
No es meramente un formal cumplimiento del art. 12 de la Convención sobre los
Derechos del Niño el hecho de que el niño sea escuchado en todo procedimiento judicial
o administrativo que le afecte, sino que también –como lo reglamenta la ley 26.061 en
su art. 24- sus opiniones deben ser tenidas en cuenta conforme a su madurez y
desarrollo, y en esos términos el a quo ha valorado la opinión de G. (fs. 195 vta.),
confrontándola con la posición de la demandada en cuanto entiende que el niño no
podrá responder a las exigencias del ciclo secundario en la modalidad común. No menos
cierto es que el derecho del niño a opinar y que sus opiniones sean tenidas en cuenta se
extiende a todos los ámbitos en que se desenvuelven las niñas, niños y adolescentes;
entre ellos, al ámbito estatal, familiar, comunitario, social, escolar, científico, cultural,
deportivo y recreativo, no surgiendo de las actuaciones que en el ámbito educativo haya
sido oído respetándose aquella garantía supraconstitucional.Comparto la apreciación del primer sentenciante en el proceso de integración en la
modalidad común exige mayores esfuerzos al niño, a su familia, a los educadores y a la
Institución Educativa, pero la decisión de afrontar ese desafío debe valorarse e
incentivarse el esfuerzo para lograr los objetivos, siempre con una visión integradora
desentendida de etiquetas y prejuicios que no hacen sino sumar obstáculos a los
impuestos por la propia realidad. En definitiva, la argumentación recursiva intentada por
la accionada no alcanza a conmover los sólidos fundamentos que sostienen la decisión
del Sr. Juez de Primera Instancia, por lo que la apelación debe ser rechazada, con la
condigna confirmación de la sentencia impugnada.
En definitiva y por las razones expuestas, voto por la negativa a la primera cuestión
puesta a consideración de los miembros del Tribunal.
El señor Vocal Eduardo Héctor Cenzano, compartiendo los fundamentos expuestos por
la señora vocal que le precede en la votación, adhirió al voto precedente y se pronunció
en igual sentido.A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA la Sra. Vocal Rosana A. de Souza, dijo:
A mérito del resultado que arroja la votación a la cuestión precedente, corresponde
rechazar la apelación deducida por la demandada y confirmar la sentencia recurrida,
debiendo imponerse las costas de esta instancia a la recurrente vencida, conforme el
principio que sienta la norma del art. 130 del C.P.C.C., de aplicación supletoria (art. 17
de la ley 4915) y que también establece el art. 14 de la ley específica.
En cuanto a los honorarios del letrado apoderado de la parte actora, Dr. José Ricardo
Verdié, no contándose con base económica que permita practicarla, de conformidad a la
disposición del último párrafo del art. 40 de la ley 9459, deben establecerse en el monto
mínimo de ocho (8) jus que, en números redondos, equivalen a la suma de pesos Dos
mil cuatrocientos cuarenta y dos ($ 2.442), tomando el jus a un valor de $ 305,18 (art.
36 de la ley arancelaria citada).El señor Vocal Eduardo Héctor Cenzano adhirió al voto precedente y se pronunció en
igual sentido.Por el resultado del Acuerdo que antecede y por unanimidad del Tribunal,
SE RESUELVE:
I) Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la demandada, confirmando en todo
cuanto resuelve la sentencia apelada. II) Imponer las costas producidas en esta instancia
a la apelante. III) Regular los honorarios del Dr. José Ricardo Verdié en la suma de
pesos Dos mil cuatrocientos cuarenta y dos ($ 2.442).- Protocolícese y oportunamente
bajen.-
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