T.M. Nº 57 - Cuidados de la Piel en Verano

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TEMA MÉDICO N° 57
CUIDADOS DE LA PIEL EN VERANO
Al llegar a esta época del año varias actividades generan un mayor riesgo de
enfermedades dermatológicas de diferentes tipos, las que pueden prevenirse
con algunos conocimientos básicos de su génesis y tomando las conductas
recomendadas en la actualidad, y su tratamiento, una vez producidas, con
control estricto del especialista.
¿Qué valor tiene nuestra piel?
La piel es uno de los mayores órganos del cuerpo humano, lo recubre, es la
primera defensa frente al medio y nos aísla de las agresiones de todo tipo que
provienen del mismo.
Está constituida por capas. La epidermis, la más superficial, formada por células
que mueren y se renuevan constantemente.
La dermis por debajo de la epidermis, da soporte y nutre a todas las capas. Es
rica en vasos sanguíneos que le dan el color rosado y permiten la
termorregulación corporal, fundamental en el verano. También llegan a ella los
nervios que reciben las sensaciones (térmicas, táctiles, dolorosas, etc).
La piel termina en una capa muscular (que la sujeta a las estructuras
subyacentes, la dilata o contrae). Finalmente por debajo, esta el tejido graso
subcutáneo.
En algunas regiones la piel tiene anexos cutáneos (folículos pilosos, uñas,
glándulas sebáceas y sudoríparas) que ayudan en la protección y la
termorregulación. Por encima de la piel existe un manto de grasa (segregado por
las glándulas sebáceas) que la mantiene elástica, hidratada, cumpliendo
también una función antimicrobiana por su acidez, razón por la cual no es
conveniente alterarlo.
¿Qué son los melanocitos?
Son células situadas en la epidermis, productoras de melanina, pigmento
protector de la piel contra la penetración de los rayos solares, cuya producción
depende del estímulo ambiental (radiaciones ultravioletas) y de factores
genéticos. La pigmentación de la piel depende del tamaño y número de
gránulos de melanina, que se depositan en toda la superficie cutánea. El
bronceado corporal es un mecanismo de defensa de la piel para protegerse de
las radiaciones.
¿Cuáles son los tipos de piel?
A) Según su constitución:
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 Piel grasa: turgente, hidratada y suave, con grueso manto lipídico que la
protege. Este tipo de piel favorece la aparición de acné, la inflamación de
folículos pilosos y de las glándulas sebáceas.
 Piel seca: con poca elasticidad, con estrato córneo abundante y poco manto
lipídico, áspera al tacto, y de aspecto escamoso.
 Piel sensible: reacciona en forma intensa frente a ciertas sustancias con la que
contacta pudiendo generar dermatitis de contacto, urticarias, manchas,
quemaduras y ampollas.
B) Según el grado de pigmentación:
 TIPO I : pieles muy blancas, se queman fácilmente y no se
pigmentan.
 TIPO II: pieles blancas, se queman fácilmente y se pigmentan muy
poco.
 TIPO III: pieles moderadamente pigmentadas, se queman con cierta facilidad
y adquieren cierto grado de pigmentación.
 TIPO IV: pieles morenas, es difícil que se quemen y se pigmentan con gran
facilidad.
Cada una de estas pieles reaccionará de manera diferente durante el verano, y
merecen diferente tratamiento.
¿Qué agresiones puede sufrir la piel en verano?
La piel está sometida a múltiples agresiones físicas y químicas externas durante el
verano:
 Las radiaciones solares: en verano aumenta la exposición al sol y sus
radiaciones estimulan la producción de melanina. Esas radiaciones pueden ser
visibles y no visibles. Las no visibles son filtradas en parte por la capa de ozono,
llegando de forma reducida a la tierra. Se destacan por sus efectos
perjudiciales los Rayos Ultravioleta tipo B (UVB), aunque los UV tipo A, no son
tan inofensivos como se creía, pues pueden llegar a la dermis y potenciar el
efecto nocivo de los UVB.
 El clima: puede afectar seriamente a la piel, especialmente las condiciones
meteorológicas extremas frecuentes en la época estival. La mayor humedad
reduce el manto graso de la piel, aumentando la deshidratación, la pérdida
de elasticidad y el riesgo de infecciones bacterianas o micóticas (hongos). El
cielo nublado filtra la luz visible y los rayos infrarrojos, disminuyendo el efecto
calórico, pero influye mucho menos en los rayos UV. Las nubes no protegen
contra las radiaciones UV. Indirectamente invitan a una mayor exposición
inadvertida, al permitir exposiciones más largas por el ambiente fresco, al igual
que el viento con su efecto refrigerante.
 Las sustancias químicas: muchos productos pueden provocar lesiones en la
piel, deteriorándola, en especial aquellos que eliminan el manto graso,
neutralizan la acidez y disuelven las grasas, como la lavandina y el detergente,
destruyendo luego el estrato córneo de la piel. Esos fenómenos aparecen
ocasionalmente en algunos pacientes por hipersensibilidad frente a algunas
sustancias (dermatitis de contacto), provocando una reacción importante
ante una exposición aislada con la sustancia.
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¿Por qué el sol es tan malo para la piel?
Exponerse al sol frecuentemente y por varios años, aunque no se produzcan
quemaduras, puede generar cáncer de piel (basocelular, espinocelular o
melanoma). El cáncer de piel es el cáncer mas frecuente. Los factores de riesgo
para desarrollar este tipo de cáncer son:

Color natural de piel más claro.

Antecedentes familiares de cáncer de piel.

Historial personal de cáncer de piel.

Exposición al sol en el trabajo o en actividades al aire libre.

Historial de quemaduras solares en infancia-adolescencia.

Piel con pecas, se enrojece y duele con la exposición al sol.

Ojos azules o verdes.

Cabello rubio o pelirrojo.

Presencia de cierto tipo de lunares y gran cantidad de ellos.
El mejor modo de prevenirlo es protegerse del sol.
¿Cuando se debe sospechar cáncer de piel?
Si la lesión es de forma irregular, de bordes borrosos, de color o tamaño
modificado recientemente, si su diámetro es mayor de 6 mm., si es elevada sobre
la superficie, si sangra, se ulcera o si pica, se debe sospechar la posibilidad de
cáncer de piel y consultar al Dermatólogo.
Pero, antes del cáncer de piel, el sol produce otros daños en la piel. Los rayos
ultravioletas A y B (UVA y UVB) producen quemaduras más o menos severas,
arrugas tempranas y otros problemas agudos o crónicos. La exposición excesiva
a la radiación UV puede inhibir el funcionamiento normal del sistema inmunitario
del cuerpo y las defensas naturales de la piel.
Además empeoran con el sol las siguientes enfermedades: Porfiria, pelagra,
cloasma, dermatomiositis, eczema seborreico, eritema multiforme, herpes simple,
liquen plano, lupus eritematoso, pitiriasis, pénfigo foliáceo, pénfigo eritematoso,
psoriasis y rosácea.
¿Son más seguras para broncearse las camas solares?
No. Las cabinas para broncearse, tan utilizadas en esta época del año, usan
rayos ultravioletas UVA, que tardan más pero también dañan la piel y penetran
más profundo que los UVB.
¿Que es el fotoenvejecimiento?
Con el paso de los años la piel reduce su elasticidad, firmeza y humedad. Las
fibras de colágeno se van deteriorando y restando firmeza a la piel, pues queda
menos sujeta a estructuras más profundas (flaccidez). La piel pierde humedad y
turgencia, la epidermis se hace más gruesa, y aparecen grietas en las zonas de
flexión (arrugas). Se cree que por oxidación hay deterioro de componentes
celulares y estructurales. También aparecen lesiones hiperpigmentadas (aumento
del color) conocidas como manchas seniles.
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Cuando hay una agresión continua de la piel por el sol, agravada por el viento y
la humedad, se aceleran estos procesos, que dan un aspecto de mayor edad
cutánea que la cronológica (fotoenvejecimiento), especialmente si ocurre en la
cara, la zona más afectada. Es un problema muy frecuente en personas de piel
clara, que han acumulado una importante exposición solar a lo largo de su vida,
y no se han protegido correctamente.
¿Qué cuidados básicos hay que tener?
La piel necesita atención, no por motivos estéticos, sino como una forma de
mantener la salud. Para realizar ese mantenimiento no es necesario recurrir a
productos cosméticos, salvo cuando el tipo de piel, el daño acumulado o las
agresiones a afrontar, lo requieran.
Un cuidado sencillo y básico, para practicar todo el año, pero más aún en
verano, es evitar cualquier agresión extra a las ineludibles por el aumento de
horas al aire libre.
Cualquier sustancia agresiva a la piel debe ser manejada con precaución o
evitada.
Conviene eliminar la suciedad del ambiente, que es muy perjudicial, lavándose
con jabones dermatológicos (no irritan y favorecen la conservación del manto
lipídico), y secándola convenientemente para evitar micosis. Puede aplicarse
una crema hidratante al fin del día, en especial si la piel es seca o ha sufrido
muchas agresiones a lo largo del mismo.
¿Que significa el factor de protección de una crema bronceadora?
Es el número de veces que hay que aumentar la exposición solar de una piel
protegida para que se produzca la misma quemadura que en una piel sin
proteger, esto es, si una persona se quema al sol a los 10 minutos, con un
protector 10 se quemará a los 100 minutos.
¿De que esta compuesto un filtro solar?
Los filtros solares se clasifican en dos grupos: parciales o químicos (absorben las
radiaciones) y totales o físicos (reflejan los rayos solares) Estos últimos son muy
buenos pero dejan una película blanca en la piel poco estética. Es importante
tener en cuenta al elegir un filtro lo siguiente:
 Para las pieles claras y para los niños es aconsejable un FPS 35 o superior,
 En pieles morenas pueden bastar FPS entre 20 y 25,
 Desde la infancia hasta la pubertad filtros con FPS superiores a 40,
 En determinadas patologías, que cursan con fotosensibilidad cutánea o en
pacientes con antecedentes de haber padecido un tumor cutáneo, se
indicará un filtro solar con FPS mayor a 65 (pantalla total) o se contraindicará
exponerse.
¿Qué se recomienda para fotoprotección en verano?
 Se debe tener cuidado especial con el tiempo de exposición al sol,
especialmente en verano, si se practican deportes en esta época del año y al
aire libre.
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 Recuerde tomar precauciones con la hora de exposición, evitando hacerlo de
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10 a 16 horas. El sol de tres horas antes o después del mediodía, cuando llega
a un ángulo de 450, pierde entre 30 y 35 % de su actividad. Estas son horas
solares, que en verano pueden diferir de la hora oficial.
Comience gradualmente (no más de 20 minutos el primer día) y no se exponga
por períodos prolongados, extendiéndolos progresivamente.
No duerma tomando sol para evitar quemaduras solares graves.
Mientras se expone al sol manténgase hidratado, aumentando la ingesta de
líquidos si hace actividad física (250 ml. cada 20 minutos). La piel deshidratada
se daña más fácilmente.
El sol tiene mayor actividad en el ecuador terrestre, por lo que deberán
extremarse las precauciones de protección si se viaja a países de esta latitud,
donde las horas de solarización son mayores sobre todo desde finales de
primavera y comienzos del verano.
La altitud requiere protección permanente. El daño de las radiaciones
ultravioletas, aún con nubes, puede ser más potentes en la altura que en la
playa.
Las indumentarias que se utilizan no deben dejar pasar las radiaciones,
existiendo prendas técnicas que informan el factor de protección que brinda
la tela.
Conviene aplicarse en cantidades abundantes crema con factor de
protección adecuado a cada tipo de piel, 30 minutos antes de exponerse y
luego cada dos horas, al transpirar o al salir del agua, tendiendo especial
cuidado con las partes más expuestas (empeine del pie, nariz, orejas y cuero
cabelludo cuando hay ausencia de cabello).
Las radiaciones, reflejadas en la arena, pueden causar quemaduras aún
estando bajo una sombrilla en la playa, como con la nieve en la montaña
(usar filtros solares aún a la sombra).
Los niños menores de 3 años no deben tomar sol, y en los bebés menores de 6
meses está contraindicado exponerlos al sol aún con filtros solares (piel más
delgada y menos melanina).
Evitar los "aceleradores de bronceado" del tipo aceite de coco, que actúan
como lupas concentrando los rayos solares sobre la piel, produciendo
quemaduras en ocasiones muy serias.
Los labios requieren un cuidado especial y para ellos hay productos especiales.
Prevenir las insolaciones y quemaduras de cuero cabelludo con gorras,
pañuelos o sombreros.
Usar anteojos para sol, incluso en la sombra, para evitar lesiones en parpados y
ojos (cataratas, pterigion y la degeneración de la mácula retiniana). Todos
estos problemas pueden atenuarse con una adecuada protección de los ojos
contra la radiación UV.
Los rayos UV pueden atravesar casi 35 cm. de agua transparente. Quienes
practican deportes náuticos siguen expuestos pues el agua no es un buen filtro
para los rayos UV.
Si se produjo una quemadura solar: no romper las ampollas, aplicar crema
antiquemaduras, proteger la zona de la luz solar y consultar al médico para
que evalúe el cuadro.
Recuerde que además de los efectos agudos de la radiación solar (irritación
cutánea, conjuntival, quemaduras, etc.), existen efectos crónicos que incluyen
arrugas, manchas en la piel, y lesiones precancerosas (queratosis actínica),
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que aumentan el riesgo de padecer diferentes formas de cáncer de piel
(carcinoma basocelular, espinocelular y melanomas).
¿Cual es la mejor manera de hacerse un autoexamen de piel?
Utilizando un espejo que le permita verse todo el cuerpo y un espejo de mano
para revisar cada cm. de su piel, en especial todas las zonas poco vistas o
expuestas al sol. Aprender dónde están las marcas de nacimiento, lunares y
manchas (recordar su aspecto), observar si tiene alguna lesión nueva, un cambio
del tamaño, textura o color de un lunar, o una llaga que no sana. Si se encuentra
algo diferente se debe visitar al médico.
El cáncer de piel es el más frecuente y el mejor modo de prevenirlo es protegerse
del sol. Si se detecta fotoenvejecimiento, nódulos dérmicos rugosos (queratosis
actínica) o lesiones nuevas/cambiantes en zonas expuestas al sol, se debe
consultar al dermatólogo, para evaluar medidas preventivas y los tratamientos
médicos tópicos, sistémicos o quirúrgicos necesarios. Cuanto más temprano se
detecte el cáncer de piel, mayor es la posibilidad de poder curarlo.
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